Pero donde resalta más su extraordinaria visión de estadista, su serenidad ante los problemas y su profunda convicción de que la verdad, el derecho y el bien nunca podrán ser vencidos, es en el aspecto internacional.
Pero, sobre ser la emigración un remedio que el estadista no puede aceptar en ningún caso, nos coloca en presencia de uno de los hechos más tremendos que pueda presentar la sociedad, en presencia de un número mayor de mujeres que de hombres, como sucede en toda la región feudal de Chile.
Una circunstancia excepcional, como es la de tener entre nosotros a un ilustre estadista del país hermano, da ocasión propicia para verter en el ademán y en la voz la expresión de esos sentimientos que vienen del fondo del corazón que, si no son ajenos, son distintos a los medidos de la cortesía diplomática y que por falta de oportunidad ajustada para expandirse libremente actúan, por lo común, a la manera de las aguas subterráneas que, sin ser notadas, producen el verdor milagroso del paisaje.
Creó una figura y creó nuevas maneras de alegría; contra lo que hoy piensa el vulgo, esta forma de colaboración en el desarrollo de la historia es tan esencial y tan fértil como la obra del estadista, el nuevo descubrimiento que hace el sabio y el nuevo escalofrío que inventa el poeta.
Es de pueblos grandes y nobles el saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España nunca podrá olvidar a quien como soldado y estadista ha consagrado toda la existencia a su servicio.
Ella hace hoy plena hoy plena justicia llamándonos a realizar la magna obra de reconstrucción nacional que el país ha querido confiar a vuestras luces de estadista y a vuestro incansable esfuerzo para luchar por la felicidad y engrandecimiento de la República.
Así este hombre, que por la naturaleza de sus dignidades y empleos parecía destinado á una vida tranquila y sedentaria, impelido por las circunstancias del siglo, se mantuvo mientras vivió en una carrera continua de agitación y de trabajos, mas propia de un Estadista, ó de un Guerrero, que de un Prelado Eclesiástico.
Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios.
Material y moralmente la atmósfera del rancho es una atmósfera malsana y disolvente, y que no solamente presenta al estadista el problema de la mortalidad de los párvulos, sino también el problema más grave todavía de la constitución del estado civil, de la organización fundamental de la familia; problema formidable en que hasta ahora no se ha fijado la atención y que está llamado a hacer una peligrosa aparición en un término acaso no lejano.
No he puesto los pies en un salón a pesar de que los Lorenzanas, Roberto Blundell y Camilo Mendoza, nuestro gran estadista, que vive en Richmond, me han visitado con insistencia.
Manifiesto de Cartagena (15 de Diciembre de 1.812) El Manifiesto de Cartagena es el primero de estos documentos capitales. Fue redactado cuando Bolívar tenía veintinueve años; se palpa allí la calidad notable de estadista que había en el.
Yo pensaba, y pienso, ¡qué gran estímulo, qué extraordinaria recompensa debe haber sido para aquellos jóvenes que recibieron esas temblorosas líneas de Ho Chi Minh! El padre de Vietnam, el hijo y el padre de la revolución, el escritor, el estadista, el liberador de su pueblo.