En esto entró un chauz, que es como alguacil, y dijo que estaba a la puerta de la tienda un judío que traía a vender una hermosísima cristiana; mandó el cadí que le hiciese entrar, salió el chauz, y volvió a entrar luego, y con él un venerable judío, que traía de la mano a una mujer vestida en hábito berberisco, tan bien aderezada y compuesta que no lo pudiera estar tan bien la más rica mora de
Fez ni de Marruecos, que en aderezarse llevan la ventaja a todas las africanas, aunque entren las de Argel con sus perlas tantas.
Miguel de Cervantes Saavedra
Luego un chico tuerto, con una lamentable chilaba colgando de sus hombros y un
fez rojo, depositó tres vasos de café sobre la mesa, y el primo Guillermo me lo presentó: -Es sabio y virtuoso como el ojo de Alá.
Roberto Arlt
En este momento entró en la sala un caballero anciano, el tío de Eugenia sin duda. Llevaba anteojos ahumados y un fez en la cabeza.
Así pudo salir ya en 1554 como Capitán General de una Armada á custodiar nuestras costas, y proteger el comercio de Indias: y habiendo sabido que los Ingleses socorrian á los Moros de Fez y Marruecos con gran provisión de armas, rindió las naos que las llevaban, y en el Cabo dé Águer, debaxo de la artillería de los Fuertes, quemó todas las naves que en él había, y que embarazaban nuestro tráfico con las pesquerías de Cabo Blanco.
Y cuando tu hermano, borracho de kif, se ahorcó en mi casa, todos los lavadores de escudillas de
Fez dijeron: "La culpable es Rahutia." El joven reflexionó: -Tus palabras son graves e increíbles.
Roberto Arlt
El pasaje del "Blue Star" se componía de varias familias inglesas, el señor Gastido y sus cuñadas, miss Mariana, un árabe auténtico con chilaba, pantuflas y
fez.
Roberto Arlt
Se tocaba con un pequeño
fez rojo, muy elegantemente ladeado a un costado de la cabeza, y una chilabita que era la mar de graciosa.
Roberto Arlt
Y aquella misma noche se metió en un tren que salía para
Fez, de allí regresó para Casablanca y de Casablanca un día salió hacia Buenos Aires.
Roberto Arlt
Tampoco podía decir qué era lo que buscaba en los alrededores de Dahomey, donde se le vio atracarse, como un miserable, de horribles gusanos fritos o indigestarse de langosta seca en las puertas mismas de
Fez, o pasearse como un cadí prevaricador por las calles de Túnez en un automóvil flamante.
Roberto Arlt
Piter se irguió ligeramente ante el mármol de la mesa, miró indulgente al desarrapado belfudo que con un
fez ladeado sobre la rapada cabeza hacía un cuarto de hora que estaba allí importunándole, y le respondió: -Sí, quiero que me dejes en paz.
Roberto Arlt
Y volvió a preguntarse si se quedaría en Tánger o marcharía a Casablanca o
Fez, porque por el momento los señorones del Bit¡ el-Mal no parecía que tuvieran intención de ocuparle.
Roberto Arlt
Era aquélla una sensación de fuego y de enloquecimiento que le cubría los ojos de blancas llamaradas de odio. Rahutia, después de refugiarse en
Fez, se dedicó a la danza.
Roberto Arlt