¡Brutanes! ¡Ni media
hora tarde eso en venirse! Y como la vieja se lanzase fuera del excave para replicar furiosa, se oyó un estrépito sordo, apagado; se alzó una nube de polvo rojo, y en seguida, un silencio siniestro, interrumpido por el rodar de los últimos terrones que caían de lo alto.
Emilia Pardo Bazán
Señores y criados se veían compelidos a oír la misa parroquial de Proenza, a dos leguas y media de Valdelor; toda una caminata por despeñaderos, para que, al fin, el abad, reñido de antiguo con don Ciprián de Valdelor por no sé qué cuestiones de límites de una heredad de patatas, alargase a propósito la misa a fuerza de plática y reponsos, con el fin de retrasarle al gordo hidalgo la
hora de sentarse ante el monumental cocido de mediodía.
Emilia Pardo Bazán
Y la tuerta, con expresión de malicia, guiñó su ojo viudo, sonriendo al escuchimizado rapaz. Desde que sonó la
hora cesaron las confidencias.
Emilia Pardo Bazán
Ante la catástrofe, se establecería la absoluta igualdad, vanamente soñada desde el origen de la especie. El rey, el millonario, el mendigo, a una misma
hora exhalarían el suspiro postrero, entre idénticas ansias.
Emilia Pardo Bazán
Sus pasos levantaban eco en la vasta cocina desierta. Hasta los canes, a
hora semejante, andarían correteando por los sembrados; su oficio era vigilar de noche...
Emilia Pardo Bazán
La luz, la visión, el perfume de las azucenas, todo desapareció, y al través de los emplomados vidrios sólo se vio el huerto amortajado de nieve. A aquella misma
hora, Orso Amadei celebraba un festín en su palacio; mejor que festín hay que decir orgía.
Emilia Pardo Bazán
¡Que en mal
hora muera si no tenía gana de encontrarte el gitanico para decirte la buenaventura y darte un beso en esa mano de emperador!
Pedro Antonio de Alarcón
Media
hora había transcurrido, empleada por los ladrones en jurarse unos a otros no decir nunca a su capitán que habían perdonado la vida a un hombre, cuando de pronto apareció Parrón, trayendo al segador en la grupa de su yegua.
Pedro Antonio de Alarcón
Hablando, hablando, a la
hora del desayuno se lo ha contado a las compañeras, una mujer ya anciana, aguardentosa de voz, seca de calcañares, amarimachada, que fuma tagarnina, y una mozallona dura de carnes, tuerta del derecho, con magnífico pelo rubio todo empolvado y salpicado de motas de tierra, a causa de la labor.
Emilia Pardo Bazán
- Las once. Pero ¿no oye usted que entran? - ¡Déjalos! Ya es
hora. - ¡Hora!... ¿de qué? -murmuraron los franceses, procurando levantarse.
Pedro Antonio de Alarcón
La guerra era entonces sin cuartel. Sonó la una de la noche de tan aciago día: ¡la
hora de mi cita con Ramón! Yo estaba encerrado en un calabozo de la cárcel pública de dicho pueblo.
Pedro Antonio de Alarcón
Pregunté por mi amigo, y me contestaron: --¡Es un valiente! Ha matado a un Teniente Coronel. Pero habrá perecido en la última
hora de la acción.... --¡Cómo!
Pedro Antonio de Alarcón