hostia


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Sinónimos para hostia

forma

Sinónimos

  • forma
  • sagrada forma
  • pan eucarístico
Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2022 Larousse Editorial, S.L.

Sinónimos para hostia

ofrenda

Sinónimos

Ejemplos ?
El sacerdote inclinó la frente, y por encima de su cabeza cana, y como a través de una gasa azul que fingía el humo del incienso, apareció la Hostia a los ojos de los fieles.
Y si oyes un día explotar el trágico odio del iluso, regando ciega desventura, es que Ananké la bomba puso en la mano de la Locura. ¡Deméter, tu magia prolífica del esfuerzo por la bondad envíe la hostia pacífica a la boca de la ciudad!
Se abrió un pasillo a través de la muchedumbre apesadumbrada y temblorosa y se lanzó al altar y apuñaló al santo padre que había comenzado a ofrecer el divino sacrificio. Se dice que la sangre del anciano salpicó la hostia y el cáliz.
Allí estaba, en las tablas primorosas, Rabí Jesúa, en todas las escenas de su vida terrenal: en brazos de su madre, en la gloria de las Palmas, en la senda de la Cruz, en el patíbulo, y, por último, dulce y pensativo, triunfador, con el cabello partido en bucles, los ojos abismales, y entre dos dedos de la alzada, bendecidora mano, la blanca Hostia...
Al fin llegó el esperado momento, el momento solemne en que el sacerdote, después de inclinarse y murmurar algunas palabras santas, tomó la Hostia en sus manos...
Hizo un ligero movimiento de sorpresa; pero cuando se reincorporó, yo ya me había dado vuelta y salido de la fila, llevando el pañuelo en la boca, como si realmente hubiera recibido la hostia.
Por obra del Espíritu Divino tuvo lugar no solamente la concepción de Cristo, sino también la santificación de su alma, llamada unción en los Sagrados Libros(18), y así es como toda acción suya se realizaba bajo el influjo del mismo Espíritu(19), que también cooperó de modo especial a su sacrificio, según la frase de San Pablo: «Cristo, por medio del Espíritu Santo, se ofreció como hostia inocente a Dios»(20).
El caso es que, cuando al ama le daba muy fuerte la ventolera, tampoco arrimaba al fuego la olla, y algún día el canónigo, con sus manos que consagraban la Hostia sacrosanta, se dedicó a la humillante operación de mondar patatas o picar las berzas para el caldo.
Da por detrás a un muchacho con la hostia, se hace encular con la hostia; sobre la nuca del muchacho a quien está jodiendo hay otra hostia, sobre la cual caga un tercer muchacho.
Pasaron, en fin, llevadas a hombros por ocho sacerdotes, las pesadísimas andas de plata, donde iba en rica y primorosa custodia de oro y pedrería la consagrada hostia, y la reverente muchedumbre abatió la cabeza, cayó de rodillas y se golpeó el pecho, produciendo a todo lo largo de plazas y calles una palpitación de santo entusiasmo, cual si todos los corazones respondiesen con sordo acento a aquellos himnos que cantaban cien armoniosas voces, entre el repique glorioso de las campanillas, las nubes del incienso y el aroma de las flores que rodeaban la custodia.
El sacerdote que oficiaba sentía temblar sus manos, porque Aquel que levantaba en ellas, Aquel a quien saludaban hombres y arcángeles, era su Dios, y le parecía haber visto abrirse los cielos y transfigurarse la Hostia.
Contra su sucesora ña Manonga Lévano no hubo más acusación formal de brujería que la de varias vecinas que juraron, por la Hostia consagrada, haberla visto volar convertida en lechuza.