¿Por qué la engañaban, a ella que era incapaz de engañar, enemiga de la falsedad y el embuste? ¿Cabía salir de casa despidiéndose con una sonrisa y una caricia para
ir a pasar horas en compañía de otra mujer?
Emilia Pardo Bazán
A este nombre, glorioso en todo el universo, y que ningún hombre consagrado a Dios desconocía ya, por
ir unido a cien cuadros místicos, verdaderas maravillas del arte, el rostro pálido del Prior se enrojeció súbitamente, y sus abatidos ojos se clavaron en el semblante del extranjero con tanta veneración como sorpresa.
Pedro Antonio de Alarcón
El arcipreste se encogió de hombros y, en confianza, me susurró a mí: -En vez de
ir a predicar al Japón, debió quedarse predicando en su parroquia San Antonio...
Emilia Pardo Bazán
Él era un volátil torpe a quien mantenían en un corral, echándole todos los días el sustento, sin que se le impusiese otra obligación ni otro trabajo sino
ir engordando y descansar.
Emilia Pardo Bazán
No crea usted que fue mártir casual: su aspiración de siempre era esa,
ir a predicar a los que desconocen el Evangelio y derramar su sangre para atestiguar la fe.
Emilia Pardo Bazán
-¡Ni yo tampoco! -añadió la criada. -¡Mamá, déjame
ir! ¡Te lo pido por la memoria de mi padre! ¡Yo no tengo alma para ver desangrarse a este valiente, cuando podemos salvarlo!
Pedro Antonio de Alarcón
y, no habiendo logrado tenerlos buenos ni malos en mis tres nupcias, y debiendo
ir a parar a él, por ministerio de ley, mi título nobiliario, pienso dejarle mi saneado caudal; cosa que el muy necio no se imagina, y que Dios me libre de que llegue a saber; pues, de saberlo, dimitiría su cargo de Contador, o trataría de arruinarme, para que nunca le juzgara interesado personalmente en mis aumentos.
Pedro Antonio de Alarcón
Y esa misma tarde supo, por fin, lo que es retener en los brazos, deshecho al fin de sollozos, a una criatura que pugna por desasirse para
ir a jugar con el chico de la cocinera.
Horacio Quiroga
Supremo Maestro Mago se apresuró, corrió aprisa para apoderarse de él; pero entonces el brazo de Supremo Maestro Mago fue asido violentamente por Principal Guacamayo, quien al instante lo sacudió, lo arrancó bruscamente del omoplato. Entonces Supremo Maestro Mago dejó ir a Principal Guacamayo.
Pues, estando en tal aflicción, cual plega al Señor librar della a todo fiel cristiano, y sin saber darme consejo, viéndome ir de mal en peor, un día que el cuitado ruin y lacerado de mi amo había ido fuera del lugar, llegóse acaso a mi puerta un calderero, el cual yo creo que fue ángel enviado a mí por la mano de Dios en aquel hábito.
Si es así, mi querido Simmias, todo hombre que llegue adonde voy a ir ahora, tiene gran motivo para esperar que allá, mejor que en ninguna parte, poseerá lo que con tantas fatigas buscamos en esta vida; de manera que el viaje que me ordenan me llena de una dulce esperanza y el mismo efecto producirá en todo el que esté persuadido de que su alma está preparada, es decir, purificada para conocer la verdad.
De buena gana acusaría a Homero no sólo de no haber modificado este proverbio, sino de haberse burlado de él, cuando después de habernos mostrado a Agamenón como un gran guerrero y a Menelao como un combatiente de poco empuje, le hace ir al festín de Agamenón sin estar invitado, es decir, un inferior a la mesa de un superior que está por encima de él.