si supieras, alma mía, cuánto es mi dolor y, cuando el mundo duerme, me contemplaras de profundo llanto en mares encendidos deshacerme; Si me pudieras ver desesperado en el desierto lecho silencioso, revolverme del uno al otro lado sin encontrar alivio ni reposo; si lamentar me oyeras mi abandono en ese lecho que por ti ser pudo del placer y el amor ayer el trono y tumba es hoy, de tu belleza viudo; aunque tuvieses las entrañas fieras de dura roca o de inflexible acero, pronto a mis brazos con amor volvieras al contemplar que por tu causa muero.
No eres humilde, y a tus penas quieres Otras nuevas juntar. Si tú me oyeras, No contra el aguijón te moverías, Pues sabes que el tirano es inclemente, Ni se rinde a razones.
¿Qué lágrimas vertí que no las vieras? ¿Exhalé alguna vez triste suspiro que errando con las auras no lo oyeras? ¿Qué secreto agitó nunca mi seno que a tus calladas sombras lo ocultara?
Parecióle que volví presto, vio el chapín, imaginó la burla, sacó uno de cachas y tiróme una puñalada que, a no desviarme, nunca tú
oyeras ahora este cuento, ni aun otros muchos que pienso contarte.
Miguel de Cervantes Saavedra
Aquesto vio Severo por sus ojos, y no fueron antojos ni ficiones; si
oyeras sus razones, yo te digo que como a buen testigo le creyeras.
Garcilaso de la Vega
La ética de Berdiáyev culmina en la fórmula que sigue:”Obra como si oyeras la llamada de Dios y como si estuvieras invitado a cooperar en su obra, con un acto libre y creador; descubre en ti la conciencia pura y original; disciplina tu persona; lucha contra el mal en ti y a tu alrededor, no con miras de crearle un reino, rechazándolo al infierno, sino con el propósito de triunfar realmente de él, contribuyendo a iluminar y a transfigurar a los malos” Su pensamiento es una de las cumbres del existencialismo cristiano.