piedad


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Sinónimos para piedad

Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2022 Larousse Editorial, S.L.
Ejemplos ?
¡Y cuando ya voy de vuelta, deseando abrazarlos y pagar las deudas que para comer hayan hecho aquellos infelices, ¿cómo he de perder ese dinero, que es para mí un tesoro? ¡Piedad, señores!
¡Huayna Capac ha muerto! El pueblo inconsolable de desventura llora y fervorosamente del padre Sol implora piedad para e1 imperio de porvenir incierto.
¡No; el valor de la raza sorprendente fulmina, y es cuando surge su alma gigante de Cahuide que, cual furioso monstruo, sin piedad extermina!
Mas quiero de este mal que me importuna hacerte ahora la raíz expresa; y, aunque a darme socorro no te atrevas, no tendré a poco que a piedad te muevas.
Pero nos mordió cuando quisimos cogerlo, y nos asustamos; por nada iríamos a cogerlo”, dijeron Maestro Mago, Brujito. “Tened piedad de mi faz.
La joven tomó asiento muy cerca de él; reflexionó unos instantes; o bien reunió fuerzas para la ya presentida borrasca, y expuso al fin con imponderable dulzura: -Señor de Córdoba: la mañana en que murió mi bendita madre, y cuando, cediendo a ruegos de usted, me retiraba de mi aposento, después de haberla amortajado, por haberse empeñado usted en quedarse solo a velarla, con una piedad y una veneración que no olvidaré jamás...
Se deja oír fugaz, medio borrosa la nostalgia quimérica de un piano que despereza en su reír profundo la silenciosa fronda luminosa. Tu alma es como un gran lago de piedad en el que ha de naufragar mi soledad.
En este sentido creemos que urge realmente una legislación global en materia de fondos buitres, fundamentalmente, que son los que se desplazan de un lado a otro en movimientos realmente especulativos y que golpean sin piedad a las economías, y también en la necesidad de calificar, evaluar y legislar sobre las calificadoras de riesgo.
El jefe, pues, estaba extenuado por el sufrimiento de sus dientes, y con esfuerzo era como hablaba. “Yo os suplico, tened piedad de mi rostro .
Si la piedad del gran Dios no contradijera nuestra propia pretensión, sólo concediendo los arbitrios a nuestros deseos nos castigara.
El impío Monte de Piedad explotaba de menesterosos que iban hacia él en busca de un poco de dinero para satisfacer diversas necesidades, algunas apremiantes.
"Diole Campania calenturas que debiera haber deseado; mas vencieron los ruegos de las ciudades y los votos públicos." Ruegos que con piedad necia le solicitaron salud invidiosa de su honra.