Suplicaba a miss Mills que me recibiera aquella misma tarde. Si no podía consentirlo, le pedía que me recibiera a hurtadillas en la habitación de detrás, donde se planchaba.
Iba a visitar a los procuradores, al presidente de la audiencia, recordaba el vencimiento de las letras, obtenía aplazamientos, y en casa planchaba, cosía, lavaba, vigilaba los obreros, pagaba las cuentas, mientras que, sin preocuparse de nada, el señor, continuamente embotado en una somnolencia gruñona de la que no se despertaba más que para decirle cosas desagradables, permanecía fumando al lado del fuego, escupiendo en las cenizas.
Ricitos de oro volando, amazona era entre nubes; sube que sube que subes y volante controlando se sentía la vengadora de tanta mujer esclava que siempre se la pasaba obedeciendo cada hora. Aunque su madre aristócrata, también los platos lavaba, a su marido
planchaba toda su ropa de hipócrita.
Antonio Domínguez Hidalgo
En la película Goodfellas (Buenos muchachos o Uno de los nuestros), Scorsese dijo que nadie planchaba cuellos como su padre lo hacía.
Cuando la lechuguilla tenía muchos pliegues tomaban el nombre de «cuello escarolado». Este cuello se almidonaba y planchaba en las casas sin la ayuda de los complicados abridores.
A la derecha la pared era gabinetes y el fregadero, delante de la ventana un espacio de trabajo. No había refrigerador, sino un tablero que planchaba plegable, visible en la imagen doblada contra la pared izquierda.
A continuación se curtía la piel con hierbas, taninos, chamizos y otros ingredientes; se le introducía arena caliente y se la planchaba.
Ella aun guardaba la esperanza de su regreso, habitualmente sacaba la ropa de su hijo de un escaparate, la lavaba y la planchaba.
Tenía la filosofía bailonesca. Mientras planchaba, contaba sus historias con sus amos. La primera era malévola, que pegaba a todo el mundo y les enfrentaba (historia de su hijo).