Las estaciones del trayecto se iban edificando, iguales todas, como hermanas mellizas, y la cinta de rieles ya casi alcanzaba al ejido del pueblo, sin que nadie supiera aún dónde vendría a quedar la estación.
Y cuando la silueta del capataz se destacó, viniendo hacia ellos, en el extremo de la cancha, cada cual se apresuró a empujar su carretilla mezclándose el crujir de las secas articulaciones al estirar los cansados miembros con el chirrido de las ruedas que resbalaban sobre los
rieles.
Baldomero Lillo
En la plazoleta que servía de depósito de materiales, veíanse a la luz de las linternas trozos de maderas de revestimientos, montones de
rieles y mangos de piquetas, esparcidos en derredor de los negros muros en los cuales se dibujaban las aberturas, más negras aún, de siniestros pasadizos.
Baldomero Lillo
Pero veía un gran marco de ébano cuyos biseles paralelos retrepaban hacia un cielo raso blanquísimo, que volcaba su luz de yeso sobre una marina: cierto siniestro puente de madera, bajo cuyos contrafuertes ciclópeos hervía una multitud de hombres borrosos, manchados por sombras rojizas, y que acarreaban grandes bultos frente a un proceloso mar de hierro colado, sanguinolento, del que se levantaba en ángulo recto un muelle de piedra obstaculizado de fraguas,
rieles y guinches.
Roberto Arlt
Por medio de aeroplanos y en la noche. Cada célula inmediata a la capital cortará los
rieles del ferrocarril. No dejaremos entrar ni salir trenes.
Roberto Arlt
¿Cómo se organizarán las fuerzas que deben combatirnos? Suprimido el telégrafo, el teléfono, cortados los
rieles... Diez hombres pueden atemorizar a una población de diez mil personas.
Roberto Arlt
Enhorabuena; pero ¿qué importancia tiene esto para juzgar de nuestro adelanto, si esos centenares de rieles debieran ser millares, si esas docenas de escuelas debieran ser centenares y si esos pocos miles de habitantes debieran ser millones?
Cuando hube bajado por el descendente zig–zag lo suficiente y volví a verle, pude darme cuenta de que estaba de pie entre los rieles por los que el tren acababa de pasar, en ademán de estar esperando mi aparición: su mano izquierda en la barbilla y el codo puesto sobre la mano derecha, cruzada sobre el pecho.
Veíanse cruzar argentados y fantásticos peces que dejaban tras sí estela de fosforescentes chispas y desaparecían confundidos con los rieles de la luna: En la zona de sombra que sobre el azul cíe las olas proyectaba el costado de la fragata, esbozábase la informe mancha de una cuadrilla de tiburones.
Admito que es más probable que mi destino me lleve a dormir junto a los
rieles de un ferrocarril, en medio del campo verde, que a acarretillar un cochecito con toldo de hule, donde duerme un muñeco que al decir de la gente "debe enorgullecerme de ser padre".
Roberto Arlt
De su espíritu se desprenden vapores de recuerdo, neblinas doradas,
rieles brillantes que se pierden en el campo de una tarde abovedada de sol.
Roberto Arlt
En la noche, el tren comunicaba su trepidación a los
rieles, y la masa multiplicada por la velocidad, imprimía a sus pensamientos el vértigo de una marcha igualmente implacable y vertiginosa.
Roberto Arlt