-exclamó usted con una voz que me llegó al alma-: en nada tiene usted que pensar por ahora más que en llorar y en pedir a Dios por su madre...
Sabe usted que he asistido a tan santa mujer en sus últimos momentos...
Pedro Antonio de Alarcón
No mires a aquel que no sabe lo que hace ni dice; mas la injuria a ti hecha, te suplico, y por justicia te pido, no disimules; porque alguno que está aquí, que por ventura pensó tomar aquesta santa bula, dando crédito a las falsas palabras de aquel hombre, lo dejara de hacer.
En consecuencia, lo suficiente cuerdo para preferir un té con leche y pastelitos a quién
sabe qué fortuita e infernal comida del bosque.
Horacio Quiroga
Sería verdaderamente deseable que existiera una ley que prohibiera amar a mancebos demasiado jóvenes para evitar emplear su tiempo en una cosa tan incierta, porque ¿quién sabe en lo que se convertirá un día esa juventud?, porque con los niños el porvenir es dudoso, se ignora cómo se volverán el cuerpo y el espíritu y si sus inclinaciones los encaminarán hacia el vicio o la virtud.
Yo me estreché a él, ganada a mi vez por el homenaje tardío, pero sangriento de expiación, que venciendo quién
sabe qué dificultades, nos hacían mis padres enterrándonos juntos.
Horacio Quiroga
Las gotas caían ahora más densas, pero también con mayor intermitencia. Cesaban bruscamente, como si hubieran caído no se
sabe de dónde.
Horacio Quiroga
No alcanza a ver más, pero
sabe muy bien que a sus espaldas está el camino al puerto nuevo; y que en la dirección de su cabeza, allá abajo, yace en el fondo del valle el Paraná dormido como un lago.
Horacio Quiroga
Desde el poste descascarado que toca casi con las botas, hasta el cerco vivo de monte que separa el bananal del camino, hay quince metros largos. Lo
sabe perfectamente bien, porque él mismo, al levantar el alambrado, midió la distancia.
Horacio Quiroga
Solo en la tierra con el chiquillo, Jácome le crió
sabe Dios cómo; y ahora se le caía la baba viendo despuntar en Sendiño, a los seis años mal contados, otro cazador, otro merodeador, sin afición alguna al trabajo lento y metódico del labriego, fértil ya en ardides y tretas de salvaje para sorprender nidos y pajarillos nuevos, para descubrir dónde ponen las gallinas del prójimo y aun para engolosinarlas echándoles granos de maíz, hasta atraerlas a la boca del saco.
Emilia Pardo Bazán
¿Volvemos a las suavidades y a los elogios? ¡Qué
sabe usted cómo soy yo por dentro! -Lo que sé es que no llegará usted nunca a envenenar a nadie.
Pedro Antonio de Alarcón
La tripulación sube a las vergas; extiéndese rica alfombra en la escala de estríbor, y la música y los tambores baten la Marcha Real Española... ¿
Sabe usted por qué?
Pedro Antonio de Alarcón
El bandolerismo ahuyenta de los campos a los labradores, el agente principal de la producción agrícola, en un país que desde hace veinte años más sabe dónde está el fondo de sus cajas.