vivacidad


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Sinónimos para vivacidad

Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2022 Larousse Editorial, S.L.
Ejemplos ?
La digna hija del general San Martín, la señora Balcarce, cuya fisonomía recuerda con mucha vivacidad la del padre, es la que ha sabido dar a la distribución doméstica de aquella casa el buen tono que distingue su esmerada educación.
Mi vivacidad de comprensión pareció gustarle, y siguió: -Ahora bien; yo considero que la principal causa de esto es el estado transitorio en que está.
Su poesía escasa de imaginación y entusiasmo en la oda, sin vivacidad ni soltura en la sátira, solamente es recomendable por la pureza del estilo y de la dicción, libres enteramente de los vicios monstruosos, que entonces inundaban la Poesía y Eloqüencia.
El carácter de Picarilla, la hermana pequeña, era complemente distinto: su vivacidad no tenia limites, y hacía un uso laudable de su natural talento y felices disposiciones para esos mil ejercicios que constituyen la base de una maestría, cantaba con exquisito gusto y manejaba a la perfección una infinidad de instrumentos.
Recordemos que la poesía no es una hacinación armoniosa de palabras desnudas de pensamientos y de afectos; sino el fruto de una fantasía fértil y poderosa, que expresa con rara vivacidad y con palabras inmortales las cosas que la hieren; que es la contemplación fervorosa y grave que hace el alma sobre sí misma, y sobre los grandiosos espectáculos que presenta la naturaleza.
Porque si el hombre posee la ciencia que se conoce a sí misma, es preciso que sea de la misma naturaleza que lo que él posee. Tiene uno la vivacidad, es vivo; la belleza, es bello; la ciencia, es sabio.
Si se le impide al ciudadano que busque su bienestar en la forma, compatible con la libertad de los demás, que bien le parezca, se amortigua la vivacidad de todo el tráfico y, con ello, también las fuerzas del todo.
Era bastante alta, con un talle y un porte de diosa; sus cabellos, de un rubio claro, se separaban en la frente, y caían sobre sus sienes como dos ríos de oro; parecía una reina con su diadema; su frente, de una blancura azulada y transparente, se abría amplia y serrna sobre los arcos de las pestañas negras, singularidad que contrastaba con las pupilas verde mar de una vivacidad y un brillo insostenibles.
Enseguida salieron otros seres semejantes de detrás de cada piedra, de cada matorral. Había miles, tantos como granos de mijo en un granero, y todos corrían y se movían de un lado a otro con vivacidad.
«De cuerpo pequeño y algo grueso, sus movimientos eran llenos de vivacidad; su rostro oval y de un moreno pálido lucía no pocas cacarañas u hoyitos de viruelas, que ella disimulaba diestramente con los primores del tocador; sus ojos eran pequeños, negros como el chorolque y animadísimos; profusa su cabellera, y sus pies y manos microscópicos; su nariz nada tenía de bien formada, pues era de las que los criollos llamamos ñatas; un lunarcito sobre el labio superior hacía irresistible su boca, que era un poco abultada, en la que ostentaba dientes menudos y con el brillo y limpieza del marfil; cuello bien contorneado, hombros incitantes y seno turgente.
Aquella vivacidad antigua suya remanecía, sin embargo, en sus movimientos y gesticulaciones, y, sobre todo, en su fogoso corazón, que conservaba todo el calor de los tiempos juveniles, por más que las facultades intelectivas y el vigor físico anduviesen muy desmayados.
Era la más joven de las cuatro, apenas había cumplido los dieciocho años; tenía un rostro fresco y casi travieso, ojos oscuros llenos de vivacidad y expresivos, nariz pequeña y una boca deliciosa, talle bien formado aunque un poco ancho, bien carnoso, la piel un poco morena pero suave y bonita, el culo un poco grande pero bien moldeado, el conjunto de las nalgas más voluptuoso que pueda presentarse a los ojos del libertino, un monte oscuro y bonito, el coño un poco bajo, lo que se llama a la inglesa, pero perfectamente estrecho y cuando fue ofrecida a la asamblea era totalmente virgen.