Pero la tristeza no rezaba con él y Molly; por eso se ponía a silbar una canción del trovador Walther von
der Vogelweide: - “¡Bajo el tilo de la campiña!” Y qué hermoso era especialmente aquello de: - “¡Frente al bosque, en el valle tandaradai!
Hans Christian Andersen
-Pos ella se encogió de hombros y me dijo: «Pos entonces peor pa usté, porque entonces será que yo estaré dequivocá der to creyendo que usté vale muchísimo más de lo que vale».
-Sí, señor, que me lo dijo Joseíto el Cabritero, porque como yo vivo der negocio y der potaje y en Málaga no se vende una uña de tocino sin que yo medie en la cosa, poique yo, y no es alabancia, pero yo soy la mar de simpático a toítos los que allí venden la pringue pa la puchera, resurta que siempre estoy farto más que to de paletilla y ahora tengo un compromiso con Juana la Tocinera del Legío, que es una mujer a la que yo debo servir si sa menester a gatas y de coronilla, poique esa gachí fue como una hermana pa mi Rosalía.
-Sí que era un mozo de chipé -dijo el viejo; y tras dedicar un breve suspiro a la memoria del difunto, continuó: -Pos bien, el de la Jalapa, que era un róa de cuerpo entero y con un corazón más grande que el Martinete, vivía, cuasi como si estuviera jaciéndolo como manda Dios y la Santa Madre Iglesia, con Rosario la Paloma, una gachí de veinte abriles a la que no se la podía mirar dos minutos seguíos sin que se le descompusieran a uno toitos los resortes der corazón, por cuya gachí sentíase el señor Toño, no obstante sus cincuenta y pico y su miajita de panza, capaz de jacer más primores que una monja y más ruío que toito un campanario.
-Pos mire usté: se va usté a llevar la flor der partio, poique esos cinco los he criao yo como si jueran cinco de mis hereeros, y ya le digo a usté que si no juera por mi Olorcilla, que se ha empeñao en eso del mantón...
Y Clotilde, pensando en aquello, perdía poco a poco el apetito y el sosiego y tenía siempre llena la cabeza de celosas cavilosidades que el señor Cristóbal parecía querer aventar muchas veces, diciendo: -¡No seas asín, mujer, no seas tonta, que estás tonta der to!
¿Tú sabes de aónde vengo ahora mismito? -Der Coto de quitarse la caspa-refunfuñó la vieja con acento desapacible. -¿De aónde viene usté?-preguntóle, mirándole con angustiada expresión, Rosario.
Yo creo que estás dequivocá hoy por hoy; yo creo que estás dequivocá der to, pero yo te digo una cosa, y esta cosa es que cuando se tiée una jaza, una güena jaza y no hay en ella espantajos, está muy expuesto el amo a que se coman el trigo los gorriones.
Yo soy argo pariente der cura; mejor dicho, de una parienta der cura..., la Olores, la hija mayor de los Amargosos, una jembra que de un estornúo parte un ladrillo y comba un plato...; pero mujer de bien, eso sí, mu mujer de bien, y aparte de unos belenes que tuvo con Perico el del Borge y con los Panchos e Granaíllo, no se le conoce na no limpio en sus jarapos.
-Pos lo que le pasó fue que entre los muchos hombres que le tiraron los chambeles a la Rosarito, uno de ellos, un tal Curro el de Chiclana, que era un chavalillo la mar de gracioso, empezó a ganar terreno, y la Paloma que tenía güen fondo y güena voluntá a su hombre, encomenzó a ponerse cavilosa y a perder la alegría, lo cual hizo que el de la Jalapa empezara a filar más que un lince, y un día ya enteráo de que el chaval y ella estaban a pique de un repique, cogió a la Paloma y se encerró con la Paloma y le dijo a la Paloma: -Mira tú, salero, no te asustes por lo que yo te voy a decir, pero ya estoy enteráo der pe ar pa de que a ti te gusta el de Chiclana y de que el de Chiclana está por tus güesos...
-No, hombre, yo te he llamao pa decirte que tú eres er mozo más chipé der barrio, el más bonito, er más pinturero y er más afortunao con toítas las mujeres; que a la gachí que tú le pongas los puntos ya puée mandar por los Oleos, pues no le vale ni Santa Rita; que, además de los méritos que te dio el divé que es la bandera de tu amparo, tú tiées güenos comportamientos pa con tos los que te estiman, y tiées simpatía y tiées labia y tiées perfil, y tiées güenas ropas y lo único que te jace falta es un remontúa de chipé con una leontina de oro de chipé y en la leontina y como corgantes un sello y dos tumbagas.
Pero si eso no puée ser. ¡Pos si parece que dambos se están dando er pico a toas las horas der día! -No es mar pico er que se dan; como que su compadre de usté tiée er corazón de una jiena y si ella cuando llega vesita a casa no alegra el perfil, aluego cuando se van los extraños, es un dolor como él le pone el cuerpo.