Ejemplos ?
En vano aquél con crédula porfía el vaticinio del conjuro indaga, y en vano tienden a la infame maga la abierta mano donde nada ve.
No hay para mí ni oráculo ni maga que a rumbo fijo mi existencia fuerce; mi voluntad el vaticinio tuerce y cualquier predicción me hace reír.
Al oso se le quitó el miedo al saber que tenía alguien que lo acompañaba ya con tan tremendo croa croa. Los portentos de la maga.
Después que de su noble descendencia le expuso lo mayor con gran espacio, volvió la maga a describir la ciencia que a Rogelio sujeta en el palacio.
Loppi, dile a la maga que esto no puede ser.»Y lloraba Masicas, y se secaba los ojos colorados con su pañuelo de encaje: «Dile, Loppi, a la maga que me dé un castillo hermoso, y no le pediré nada más.» -¡Masicas, tú estás loca!
Pero mi mujer está triste, señora maga, porque se ve tan mal vestida, y quiere que su señoría me dé poder para tenerla con traje de señora.
252 Los miembros ya tiemblan del cuerpo muy fríos, medrosos de oír el canto segundo; ya forma bozes el pecho iracundo, temiendo la maga e sus poderíos; la qual se le llega con besos impíos e faze preguntas por modo callado al cuerpo ya vivo, después de finado, por que sus actos non salgan vazíos.
Tira de la cuerda y se reventará. Conténtate, mujer, con lo que tienes, que si no, la maga te castigará por ambiciosa. -¡Loppi, nunca serás más que un zascandil!
245 E busca la maga ya fasta que falla un cuerpo tan malo que por aventura le fuera negado de aver sepoltura, por haver muerto en non justa batalla; e quando de noche la gente más calla, pónelo ésta en medio de un çerco, e desde allí dentro conjura en el huerco, e todas las sonbras ultriçes sin falla.
250 La maga, veyendo cresçer la tardança, por una abertura que fizo en la tierra: «Ecate» dixo «¿non te fazen guerra más las palabras que mi boca lança?; si non obedesçes la mi ordenança, la cara que muestras a los del infierno, faré que demuestres al cielo superno, tábida, lúrida, sin alabança.
A los pocos días, una tarde que Masicas había estado muy melosa, le contó a Loppi muchos cuentos y le acabó así el discurso: -Pero, Loppi mío, ya tú no piensas en tu mujercita: comer, es verdad, come mejor que la reina; pero tu mujercita anda en trapos, Loppi, como la mujer de un pordiosero. Anda, Loppi, anda, que la maga no te tendrá a mal que quieras vestir bien a tu mujercita.
El camarón se echó a reír, y estuvo riendo un rato, y luego dijo a Loppi: «Vuélvete a casa, leñador, que tu mujer tendrá lo que desea.» -¡Oh, señor camarón! ¡oh. señora maga! ¡déjeme que le bese la patica izquierda, la que está del lado del corazón!