Este amor, Orfeo, es como lluvia bienhechora en que se deshace y concreta la niebla de la existencia. Gracias al amor siento al alma de bulto, la toco.
Una manga de aire frío y silencioso vino por la parte de Oriente, rizo las ondas y
toco con las puntas de sus humedad alas mi frente.
Gustavo Adolfo Bécquer
Durante cierto tiempo estoy en la mayor incertidumbre, sin saber los sentimientos de ella; pero por fin la suerte me es propicia y nos encontramos en casa del profesor de baile. Miss Shepherd baila conmigo. Toco su guante, y siento un estremecimiento que me sube desde el puño a la punta de los pelos.
Yo, á mi vez, toco tu mano y tu mejilla y te pido la gracia que te concedí entonces, ¡y te suplico que no me arranques de las manos á mi hija, que no la matéis!
Como pajarero soy conocido por viejos y jóvenes en todo el país. Cazo con reclamo y toco la flauta. Puedo estar alegre y contento, porque todos los pájaros son míos.
Día y noche me tenía siempre al lado, a mí me hizo imperar sobre los otros: a mí creía, a mí se confiaba; jamás con ningún otro dialogaba. »Mas, ¡ay!, ¿por qué mi herida ahora toco, sin esperanza ya de medicina?
Que traducido en romance suena así: Bartolo tenía una flauta con un agujero solo, y su mujer le decía: — Toca la flauta, Bartolo. No es esto decir que nunca toco la flauta cuando redacto un oficio.
Todo lo que toco queda marcado de un sello extraño; sin conciencia de ello, mi labio vierte palabras proféticas; y los seres que a mí se acercan son arrebatados por un espíritu misterioso que los eleva a las nubes, o los hunde en los abismos: jamás los deja en las condiciones normales de la existencia.
En polio el último caso lo tuvimos, afortunadamente, en 1984 y el último caso en el 2000 y sin fallecidos desde el 98. La rubéola y la SRC que es síndrome de rubéola congénita, el último caso lo tuvimos, toco madera, en el 2009.
Las tres.- Y conmigo la vida intensa, la vida parlamentaria, las sesiones del Senado, del Congreso... Las cuatro.- Yo
toco el clarín y doy salida al astado bruto.
Emilia Pardo Bazán
-«Pues, señora, a un lado el miedo, (dije), y en nombre de Dios.» Toco el brazo, y lisonjeo venas con blandas caricias, convidando a engaños tiernos: diéronme un listón turquí, celos todo, ¡triste agüero!
¡Qué tristes las que brotan y bajan por la arruga, del hombre que está solo, del hijo que está ausente, del ser abandonado que llora y que no siente ni el beso de la cuna, ni el beso del placer! XI ¡Cómo quieres que tan pronto olvide el mal que me has hecho, si cuando me
toco el pecho la herida me duele más!
Manuel Acuña