Mudó después de gola y de vestido, se lavó, se enjugó y echando al fuego el de sangre teñido, sentóse ante la llama con sosiego, diciendo con acento decidido: -Margarita, a la aurora es preciso partir.
DON DUARTE Siempre lo es vuestra posada: por eso con gusto vengo a ser vuestro huésped. ¡Hola, descálzame estas espuelas y botas; saca chinelas; desabróchame esta gola!
¡Colores de anticuada miniatura, hoy, de algún mueble en el cajón, dormida; cincelado puñal; carta borrosa, tabla en que se deshace la pintura por el tiempo y el polvo ennegrecida; histórico blasón, donde se pierde la divisa latina, presuntuosa, medio borrada por el liquen verde; misales de las viejas sacristías; de otros siglos fantásticos espejos que en el azogue de las lunas frías guardáis de lo pasado los reflejos; arca, en un tiempo de ducados llena, crucifijo que tanto moribundo, humedeció con lágrimas de pena y besó con amor grave y profundo; negro sillón de Córdoba; alacena que guardaba un tesoro peregrino y donde anida la polilla sola; sortija que adornaste el dedo fino de algún hidalgo de espadín y gola...
A la lumbre postrera del sol en occidente, ¿quién no espera, mirar allí, sombría, medio perdida en la rizada
gola, la cabeza severa de algún oidor, o los oscuros ojos de una dama española de nacarada tez y labios rojos, que al venir de la hermosa Andalucía a la colonia nueva el germen de letal melancolía por el recuerdo de la patria lleva?
José Asunción Silva
Si a alguien se le ocurriese hoy día ser carpocrático, o eutiquiano, o monotelita, o monofisita, o nestoriano, o maniqueo, etc., ¿qué sucedería? Se reirían de él, como de un hombre vestido a la antigua, con
gola y jubón.
Voltaire
El gesto tiene severo y la frente despejada, empinados los bigotes, espesa y luenga la barba. El jubón negro y sin cuello, el ropón tocando en capa, la gola negra y sencilla, botas, espuelas y espada.
Y ya de hambre y por la vorágine de su alto vientre había atenuado sus riquezas patrias, pero inatenuada permanecía entonces también su siniestra hambre y de su inaplacada gola 845 seguía vigente la llama; al fin, tras abajarse a las entrañas su hacienda, una hija le quedaba, no de ese padre digna.
Tal y tan grande me apareció aquella diosa, echando de sí un olor divino, como los olores que se crían en Arabia, y tuvo por bien de hablarme en esta manera: -Heme aquí do vengo conmovida por tus ruegos, ¡oh Lucio!; sepas que yo soy madre y natura de todas las cosas, señora de todos los elementos, principio y generación de los siglos, la mayor de los dioses y reina de todos los difuntos, primera y única gola de todos los dioses y diosas del cielo, que dispenso con mi poder y mando las alturas resplandecientes del cielo, y las aguas saludables de la mar, y los secretos lloros del infierno.
Entre una luz y los lienzos cruza a veces una sombra que, sobre ellos destacada, parece bien que se asoma; y a veces, inmoble y fija, cubre la ventana toda, cual si estorbar pretendiera paso a la vista curiosa; a veces semeja un hombre que, vuelto el rostro a la antorcha, dibuja un bulto sin gesto que descansa en una gola; y a veces, rauda pasando, de un rostro el perfil contorna, de agudo y crespo bigote que con la gorguera toca.
— Esto dijo el Capitán, y pidiendo de vestir, anunció que iba a salir a cierto asunto galán. Colgóse al cinto la espada, de plata en doble cadena, tendió la negra melena sobre la gola plegada.
En vano sobre el asiento se revuelve y se impacienta, haciendo a cada postura que rechine la madera. En vano, desenlazando del almete las correas, sacudió como al descuido de la gola entrambas piezas.
Quién se compone la gola, quién los vuelillos se sube, quién desencaja una hebilla porque el cinturón le ajuste; quién se revienta unos guantes, y del placer en la cumbre, las hermosas se sonríen, y aunque astutas disimulen, la vista a un espejo tienden, la mano a la flor o al bucle.