EL MUNDO TRAS LAS GAFAS DE JORGE DREXLER
Afortunadamente para la música, hace ya más de 25 años que Jorge Drexler puso en su balanza un estetoscopio y una guitarra. Pesó más la segunda, y el joven otorrino decidió que quería ganarse la vida con su garganta y no con las de los demás. Quizás de aquella etapa como médico arrastra su perfeccionismo, esa capacidad quirúrgica para operar con las palabras, para diseccionarlas, mimarlas, musicarlas y exprimirlas hasta obtener el mejor jugo. Por eso, cinco años de silencio han resultado una eternidad para sus fieles. Lo que sucede es que van a perdonarle este apagón de un lustro en solo 35 minutos, los que dura Tinta y tiempo, el álbum con el que regresa y que es, seguramente, el más afinado de su carrera.
En él Drexler vuelve a hacer malabares en cada verso, pero esta vez lo envuelve todo con guitarras festivas y con un vitalismo musical que hace que este disco se escuche con los oídos y también con los pies. Y ha invitado a la fiesta a algunos de sus amigos como C. Tangana, Rubén Blades o Martín Buscaglia. El uruguayo regresa luminoso y optimista, pero no del todo sincero. Así que disfrútenlo, pero no se fíen de todo
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