El Kybalion
Por Tres Iniciados
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Nuestro intento no consiste en erigir un nuevo templo de sabiduría, sino en colocar en manos del investigador una clave maestra con la cual pueda abrir las numerosas puertas internas que conducen al Templo del Misterio.
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Comentarios para El Kybalion
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- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Buenísimo muy complejo de leer, te llevas más valor de como lo empezaste
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El Kybalion - Tres Iniciados
llama!
I
LA FILOSOFÍA HERMÉTICA
Los labios de la sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender.
EL KYBALIÓN
Desde el antiguo Egipto han llegado las enseñanzas fundamentales y secretas que tan fuertemente han influido en los sistemas filosóficos de todas las razas y de todos los pueblos, durante siglos enteros. Egipto, patria de las pirámides y de la Esfinge, fue la cuna de la Sabiduría Secreta y de las doctrinas místicas. Todas las naciones han sacado las suyas de sus doctrinas esotéricas: la India, Persia, Caldea, China, Japón, Asiria, la antigua Grecia y Roma, y otros no menos importantes países, se aprovecharon libremente de las doctrinas formuladas por los hierofantes y Maestros de la tierra de Isis, conocimientos que solo eran transmitidos a los que se hallaban preparados para participar de lo oculto.
Fue también en el antiguo Egipto donde vivieron los grandes adeptos y Maestros que nadie después ha superado, y que rara vez han sido igualados en los siglos que han transcurrido desde los tiempos del Gran Hermes. Egipto fue la residencia de la Gran Logia de las fraternidades místicas. Por las puertas de su templo entraron todos los neófitos que, convertidos más tarde en Adeptos, Hierofantes y Maestros, se repartieron por todas partes, llevando consigo el precioso conocimiento que poseían y deseando hacer partícipe de él a todo aquel que estuviera preparado para recibirlo. Ningún estudioso del ocultismo puede dejar de reconocer la gran deuda que tiene contraída con aquellos venerables Maestros egipcios.
Pero entre esos grandes adeptos existió uno al que los demás proclamaron «el Maestro de los Maestros». Este hombre, si es que puede llamarse «hombre» a un ser semejante, vivió en Egipto en la más remota antigüedad y fue conocido bajo el nombre de Hermes Trismegisto. Fue el padre de la sabiduría, el fundador de la astrología, el descubridor de la alquimia. Los detalles de su vida se han perdido para la historia, debido al inmenso espacio de tiempo transcurrido desde entonces. La fecha de su nacimiento en Egipto, en su última encarnación en este planeta, no se conoce ahora, pero se ha dicho que fue contemporáneo de las más antiguas dinastías de Egipto, mucho antes de Moisés. Las autoridades en la materia lo creen contemporáneo de Abraham, y en algunas de las tradiciones judías se llega a afirmar que este obtuvo del mismo Hermes muchos de los conocimientos que poseía.
Después de que transcurriese mucho tiempo desde su muerte (la tradición afirma que vivió trescientos años), los egipcios lo deificaron e hicieron de él uno de sus dioses, bajo el nombre de Tot. Años después los griegos hicieron también de él otro de sus dioses, y lo llamaron «Hermes, el dios de la sabiduría». Tanto los griegos como los egipcios reverenciaron su memoria durante siglos enteros, denominándole el «inspirado de los dioses» y añadiéndole su antiguo nombre «Trismegisto», que significa «tres veces grande». Todas estas antiguas civilizaciones lo adoraron, y su nombre era sinónimo de «fuente de sabiduría».
Aún en nuestros días usamos el término «hermético» en el sentido de «secreto», «reservado», etc., y esto es debido a que los hermetistas siempre observaron rigurosamente el secreto de sus enseñanzas. Si bien entonces no se conocía aquello de «no echar margaritas a los cerdos», ellos siguieron su norma de conducta especial que les indicaba «dar leche a los niños y carne a los hombres», máximas familiares a todos los lectores de las escrituras bíblicas, máximas que, por otra parte, habían sido ya usadas muchos siglos antes de la Era Cristiana.
Y esta política de diseminar cuidadosamente la verdad ha caracterizado siempre a los hermetistas, incluso en nuestros días. Las enseñanzas herméticas se encuentran en todos los países y en todas las religiones, pero nunca identificadas con un país en particular ni con secta religiosa alguna. Esto es debido a la prédica que los antiguos instructores hicieron para evitar que La Doctrina Secreta se cristalizara en un credo. La sabiduría de esta medida salta a la vista de todos los estudiantes de historia. El antiguo ocultismo de la India y de Persia degeneró y se perdieron sus conocimientos, ya que los instructores se convirtieron en sacerdotes y mezclaron la teología con la filosofía; como consecuencia, perdieron toda su sabiduría, que acabó por transformarse en una cantidad inmensa de supersticiones religiosas, cultos, credos y dioses. Lo mismo sucedió con las enseñanzas herméticas de los gnósticos cristianos, enseñanzas que se perdieron por el tiempo de Constantino, quien mancilló la filosofía mezclándola con la teología, y la Iglesia cristiana abandonó entonces su verdadera esencia y espíritu, viéndose obligada a andar a ciegas durante varios siglos, sin que hasta ahora haya encontrado su camino. Solo actualmente se observa que la Iglesia cristiana está luchando de nuevo por aproximarse a sus antiguas enseñanzas místicas.
Sin embargo, siempre han existido unas cuantas almas que han conservado viva la llama, alimentándola cuidadosamente e impidiendo que se extinguiera su luz. Y gracias a esos firmes corazones y a esas mentes de extraordinario desarrollo tenemos aún la verdad con nosotros, aunque esta no se encuentra en los libros, sino que ha sido transmitida del Maestro al discípulo, del iniciado al neófito, de boca en boca. Si alguna vez se ha escrito algo sobre ella, su significado ha sido cuidadosamente velado con términos de astrología y alquimia, de tal manera que solo los que poseían la clave podían leerlo correctamente. Esto se hizo necesario a fin de evitar las persecuciones de los teólogos de la Edad Media, quienes luchaban contra La Doctrina Secreta a sangre y fuego. Incluso en nuestros días nos es posible encontrar algunos libros valiosos de Filosofía Hermética, pero la mayor parte se ha perdido. Sin embargo, la Filosofía Hermética es la única llave maestra que puede abrir las puertas a todas las enseñanzas ocultas.
En los primeros tiempos existió una compilación de ciertas doctrinas herméticas que eran las bases fundamentales de toda La Doctrina Secreta, y que habían sido, hasta entonces, transmitidas del instructor al estudioso, compilación que fue conocida bajo el nombre de El Kybalión, cuyo exacto significado se perdió durante centenares de años. Sin embargo, algunos que han recibido sus máximas de boca en boca las comprenden y las conocen. Sus preceptos no habían sido escritos nunca hasta ahora. Se trataba, simplemente, de una serie de máximas y axiomas que luego eran explicados y ampliados por los Iniciados. Estas enseñanzas constituyen realmente los principios básicos de la «alquimia hermética», la cual, contrariamente a lo que se cree, está basada en el dominio de las fuerzas mentales más que en el de los elementos materiales; en la transmutación de una clase de vibraciones mentales en otras, más que en el cambio de un tipo de metal en otro. La leyenda acerca de la piedra filosofal, que convertía todos los metales en oro, es una alegoría relativa a la Filosofía Hermética, alegoría que es perfectamente comprendida por todos los discípulos del verdadero hermetismo.
En esta obra invitamos a los estudiosos a examinar las enseñanzas herméticas, tal como fueron expuestas en El Kybalión, explicadas y ampliadas por nosotros, humildes estudiosos de ellas, que si bien llevamos el título de iniciados somos, sin embargo, simples discípulos a los pies de Hermes, el Maestro. Transcribimos aquí muchas de las máximas y preceptos de El Kybalión, acompañados por explicaciones y comentarios que creemos ayudarán a hacer más fácilmente comprensibles a los hombres modernos estas enseñanzas, especialmente teniendo en cuenta que el texto original ha sido velado a propósito con términos oscuros y desconcertantes.
Las máximas originales, axiomas y preceptos de El Kybalión están impresos con otro tipo de letra. Esperamos que los lectores de esta obra saquen tanto provecho del estudio de sus páginas como lo sacaron otros que han pasado antes por el mismo sendero que conduce al adeptado desde los tiempos de Hermes Trismegisto, el Maestro de los Maestros, el Tres Veces Grande.
Dice El Kybalión:
Dondequiera que se encuentren las huellas del Maestro, allí los oídos del que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par en par.
Cuando el oído es capaz de oír, vienen los labios que han de llenarlos con sabiduría.
De manera que, de acuerdo con lo indicado, este libro solo atraerá la atención de los que están preparados para recibirlo. Y recíprocamente, cuando el estudioso esté preparado para recibir la verdad, este libro llegará a él. El principio hermético de causa y efecto, en su aspecto de «ley de atracción», llevará los oídos junto a los labios y el libro junto al discípulo.
II
LOS SIETE PRINCIPIOS HERMÉTICOS
Los principios de la verdad son siete; el que comprende esto perfectamente, posee la llave mágica ante la cual todas las puertas del Templo se abrirán de par en par.
EL KYBALIÓN
Los siete principios sobre los que se basa toda la Filosofía Hermética son los siguientes:
El principio del Mentalismo.
El principio de Correspondencia.
El principio de Vibración.
El principio de Polaridad.
El principio de Ritmo.
El principio de Causa y Efecto.
El principio de Generación.
1. EL PRINCIPIO DEL MENTALISMO
El TODO es Mente; el universo es mental.
EL KYBALIÓN
Este principio encierra la verdad de que «todo es mente». Explica que el TODO, que es la realidad sustancial que se oculta detrás de todas las manifestaciones y apariencias que conocemos bajo los nombres de «universo material», «fenómenos de la vida», «materia», «energía», etc., y, en una palabra, todo cuanto es sensible a nuestros sentidos materiales, es espíritu, quien en sí mismo es incognoscible e indefinible, pero que puede ser considerado una mente infinita, universal y viviente. Explica también que todo el mundo fenomenal o universo es una creación mental del TODO, en cuya mente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Este principio, al establecer la naturaleza mental del universo, explica fácilmente los varios fenómenos mentales y psíquicos que tanto han llamado la atención del público, y que sin tal explicación no son comprensibles y desafían toda hipótesis científica.
La comprensión