Ubadis: Lo Dijo Mi Padre
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Ubadis el personaje central de esta novela es un sencillo profesor de historia, poeta, culto y de moral intachable pero que cometi el error de crear una fantasa en su interior en donde una de sus alumnas se convirti en fuente de los sentimientos ms prohibidos que puede sentir un hombre. Por casualidades de la vida, esta jovencita que le quit el sueo por tantas noches result muerta y l fue incriminado injustamente por lo que se vio obligado a emigrar ilegalmente a los Estados Unidos pero en el trayecto, se involucr con la hija de uno de los ms peligrosos narcotraficantes de Mxico y es entonces cuando su vida cambia totalmente. Teniendo que cruzar el desierto bajo las circunstancias ms adversas, recuerda las palabras sabias que le dijo su padre cuando era un adolescente, las cuales le sirven de blsamo para las heridas que le provocan las injusticias y los sufrimientos que tuvo que soportar.
Las desavenencias y las decepciones, lo ayudaron a descubrir en s mismo a un nuevo hombre con capacidades que jams se hubiera imaginado, inmerso en un ambiente de drogas, prostitutas y polticos corruptos, a Ubadis no le qued ms remedio que recurrir a su fuerza interior subordinando sus tentaciones a un poder superior a la fuerza de voluntad.
Esta historia dramtica nos ayuda a comprender importancia de sentirse inspirado en cada momento, pues en ciertas situaciones, toda la autoconfianza y la motivacin que se tengan, quedan cortas ante la magnitud de los problemas que se nos presentan en la vida.
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Vista previa del libro
Ubadis - Roberto Javier Herrera
Indice
Introducción
PRIMERA PARTE
Nada vale más que tu tranquilidad
El maestro y Camila
La vuelta en coche
Como un lobo
Tavo se va pa’l otro lado
¿Quién seduce a Camila?
Celos y malos entendidos
Una velada riesgosa
Los poemas de Ubadis
Un distinguido Gobernante
Jugando con fuego
¿Dónde está Camila?
Siempre alguien nos observa
Camila rompe en flor
Un poeta solitario
El plan
Cuidado con las malas compañías
Somos lo que queremos ser
El león dorado
Malas noticias
¿Dónde está Ubadis?
Vámonos pa’l otro lado
La voz del demonio
Gloria
Una nueva vida
Ubadis y Gloria se encuentran
Escape peligroso
Mi héroe Ubadis
Burreros del desierto
Como decía mi padre
Cambio de vida
SEGUNDA PARTE
Exilio interior
El Chato y el Chulo
Un viaje peligroso
Caminando, caminando
¡Nadie se mueva!
La clave del león de oro
Los Xolos
La captura del Chato
Ubadis conoce al Chulo Ángel
Ubadis en Nueva York
Lo llaman el Chulo
Don Pepe y Jessica
Nuevos amigos
Parecen amigos de siempre
La voz del Chato
Primer día de trabajo
Noche de copas, noche loca
Algún día tendremos alas
Tavo se va por su lado
Zapatos, lentes y blusas…
¿Qué es lo correcto?
Explosión de celos
Una señal divina
TERCERA PARTE
El poder de la inspiración
Cambio de giro
Una charla entre padre e hijo
¿Qué pasa con Tavo?
Diego sorprende a Ubadis
¡Vaya sorpresita!
Samantha Marrone
El negocio va mejor que nunca
Hacerse joven
La fuga del Chato
Tiempo de cambio
Pasos en la azotea
Pasaron los meses
Comida Mexicana
En busca de Tavo
Los dos Chulos
El otro Tavo
Malas noticias
Vida de soltera
¿Quiénes son ustedes?
¡De película!
Una fiesta peligrosa
La Dueña
Julio está en peligro
Insoportablemente Gloria
Un reencuentro inesperado
Una aparición sagrada
Inoportuna interrupción
Triste traición
Remordimientos tardíos
Ojo por ojo, hijo por hija
Tiempo de perdición y de reencuentro
Adiós Tavo
La furia del Chato
¿Dónde diablos está Gloria?
Esa muchacha me conoce
Noche trágica
Solo el más fuerte de espíritu sobrevive
El pájaro cayó
Malos entendidos
Poemas peligrosos
Para Roberto, Valeria y Dany pretendiendo que nunca se olviden de mí y menos de mis recomendaciones.
Y también para Don Javier Herrera, el que me lo ha dicho todo.
Introducción
Hacer llegar el mensaje adecuado en el momento adecuado a un ser querido no es un asunto simple, principalmente porque todos tendemos a interpretarlo de mil maneras y la intención original puede ser desviada por diversas circunstancias, es por eso que el hecho de que un padre le hable a su hijo pretendiendo transmitir una experiencia, una enseñanza o simplemente un consejo, a veces significa un reto, principalmente por la diferencia en los marcos de referencia entre uno y otro.
Es difícil que un hijo comprenda o incluso le interese comprender el por qué y para qué su padre insiste en decirle tal o cual cosa, sin embargo; un padre debe ser su guía en la vida, particularmente, si se trata de un adolescente que empieza a tomar decisiones. No basta simplemente amarlos para evitar que puedan caer en malos pasos o tomar la ruta equivocada, un padre tiene que asumir que la mejor herencia que se le puede dejar a los hijos es enseñarles a trascender ante las adversidades que se le vayan presentando en la vida, es decir, la figura del padre debe estar presente en la vida del hijo aun después de la muerte a través de sus enseñanzas, éste debe dar por hecho que a pesar de planearle un futuro en cuanto a su educación o su economía, tarde o temprano el enfrentarse a la vida por sí mismo no le será un camino fácil.
En el caso de Ubadis, todos esos consejos que le dio su padre durante su etapa de adolescencia, le sirvieron de bálsamo ante esa maraña de dificultades que se le vinieron encima, ya siendo un adulto, cuando su vida cambió de una manera tan trascendente y en tan poco tiempo, y es que es un hecho que a veces lo único que nos queda es recurrir a la fe y a la fortaleza de espíritu, tal como se lo dijo su padre. Sin buscarlo y sin más culpa que la de vivir o intentar vivir en una fantasía que el mismo se inventó, su vida apacible como maestro de historia proveniente de una tradicionalista población en el centro de México, se volvió un martirio inimaginable no obstante a su buena moral y conducta intachable, ya que el destino se encargó de descarrilar el tren de su tranquilidad poniéndole como obstáculo una serie de malos entendidos y personajes macabros con los que nunca pensó que tendría que lidiar.
Como un fugitivo en toda la extensión de la palabra, Ubadis no solo se autoexilió de su país natal sino también de sí mismo y, ante una serie de circunstancias para las cuales no estaba preparado, no le quedó más remedio que aprender a reinventarse y romper todos esos moldes que se había creado para llevar una vida simple y tranquila, teniéndose que enfrentar a un sistema corrupto y a las más altas cúpulas de la delincuencia organizada. Viéndose envuelto en una cadena de injurias en su contra, pudo descubrir su verdadera esencia y su potencialidad para levantarse ante los golpes más duros que le dio el destino.
Las aventuras, las desavenencias así como las decepciones a las que Ubadis tuvo que enfrentarse cuando su vida cambió de rumbo, lo ayudaron a descubrir en sí mismo a un nuevo hombre con capacidades que jamás se hubiera imaginado, sin perder el buen gusto por las letras y la poesía, se fue transformando de acuerdo a las circunstancias que le fueron impuestas, se prohibió tener miedo y siempre recordaba las palabras que solía decirle su padre cuando era apenas un adolescente y que al fin pudo comprender, principalmente en lo referente a perder la cabeza por una mujer y el valor que siempre debe dársele al tener la conciencia tranquila.
Amante del buen vino y eterno enamorado de las mujeres difíciles de conquistar, bondadoso, atento y valiente, siempre trata de distinguir esa delgada línea entre lo que es correcto y lo que conviene más, está empeñado en meditar las consecuencias de sus actos, sin embargo; las personas que lo rodean a veces lo hacen titubear y es que su vida se vio entrelazada a la de otra gente que jamás había conocido pero que de manera perpendicular se fue cruzando en su camino.
Erotismo, drogas y prostitutas, dinero mal habido, arrepentimientos, corrupción, influencias, todo esto por un lado y por otro, la esperanza y la confianza en que en esta vida lo que recibimos es directamente proporcional a lo que damos y el camino que parece más fácil resulta ser el más difícil, esto es lo que refleja esta historia que nos recuerda el conocido refrán de que más sabe el diablo por viejo que por diablo y que en la vida no hay nada escrito pues la única constante es el cambio.
A Ubadis no le quedó más remedio que recurrir a su fuerza interior subordinando sus tentaciones a un poder superior a la fuerza de voluntad. A pesar de las dificultades por las que atravesó, pudo librarse de una tormenta de adversidades que despiadadamente lo azotó hasta dejarlo casi sin la esperanza de recuperar una vida normal, pero aun así, comprendió la importancia de estar inspirado, pues en ciertas situaciones, toda la autoconfianza y la motivación que se tengan, quedan cortas ante la magnitud de los problemas que se nos presentan en la vida.
PRIMERA PARTE
Nada vale más que tu tranquilidad
El maestro y Camila
Es una tarde lluviosa y en las calles empedradas se acumulan las hojas amarillas que el otoño tira de los árboles en esta pequeña ciudad en el centro de la República Mexicana donde la gente respira un aire fresco y limpio, donde la madre naturaleza todavía se muestra generosa a pesar de la agresiones que recibe de sus pobladores, ubicada en uno de esos estados donde el común denominador es la incertidumbre, la duda, la calamidad, y la clase media es una especie en extinción como en la mayoría de los estados del país, donde los poderosos lo son cada vez más y los pobres aprenden a quejarse menos, pues el simple hecho de sobrevivir día tras día es ganancia para ellos.
Es el primer día de regreso a clases en la escuela femenina de Santa María de los Milagros, las alumnas se acoplaban cada vez más con sus nuevas compañeras en esta escuela privada donde asisten solamente señoritas de buena familia
; adolescentes cuya realidad estaba muy aparte de lo tradicional y que están siendo educadas para ser independientes profesionalmente pero, al mismo tiempo, para mantener los buenos principios que suponen tener las damas de la alta sociedad, cándidas adolescentes cuyos pétalos comienzan a emanar un aroma de mujer, soñadoras jovencitas que se deleitan esperando la llegada al salón de clases del maestro de historia, aquel hombre alto y erguido de figura estética, de rasgos finos y de piel bronceada, lo cual hacía que sus ojos verdes resaltaran su mirada profunda y seria, de nombre Jesús y de apellido Ubadis.
Un tipo sencillo pero al mismo tiempo misterioso que intrigaba a las jovencitas por su personalidad y que las cautivaba con su voz fuerte y varonil. Proveniente de una familia trabajadora de costumbres bastante arraigadas y tradicionales, como la mayoría de las familias de la zona, sin grandes ambiciones en la vida más que las de preparar a sus alumnas para enfrentarse al mundo de manera inteligente, siempre destacaba pasajes de la vida de los más grandes personajes de la historia y terminaba la clase diciendo: Recuerden deben aprender de los errores que cometan los demás, no esperen a cometerlos ustedes, pues no tiene sentido caer en un hoyo sin fondo
si ya nos dieron la señal de donde se encuentra.
Entre su grupo de estudiantes sobresale la presencia de Camila, no necesariamente por ser una buena estudiante, más bien por ser una muchacha extremadamente bella; recientemente cumplió los 16 años de edad, menuda, delicada, de tez clara y ojos hundidos color miel. Camila sueña con ser una gran actriz o modelo y, a diferencia de la mayoría de sus compañeras, la idea de casarse o formar una familia no le provoca mayor entusiasmo, algo fuera de lo común en esa población donde predominan las buenas costumbres
. Camila es una adolescente avanzada de pensamiento para su edad y que le urge cumplir los dieciocho, para poder irse de su casa. En la escuela a ella le gusta bajar sus calcetas de colegiala hasta los tobillos y usar su falda gris a cuadros más corta que la mayoría de sus compañeras y, aun cuando es una menor, su apariencia sugiere ciertos tintes eróticos y sensuales para los ojos de los hombres, especialmente para uno, Ubadis, quien a la edad de treinta nunca se ha casado y nadie le conoce alguna relación amorosa aun teniendo tanta suerte con las mujeres por lo que ostenta una reputación de hombre serio, formal y hasta cierto punto moralista.
¡Ya viene! Gritaba entusiasmada alguna de las jovencitas que esperaban la llegada de Ubadis. Todas educadamente se ponen de pie en cuanto el ingresa al salón y repiten al unísono:
- ¡Buenos días maestro!
Ubadis siempre viste muy bien, normalmente usa pantalón de gabardina de color oscuro, camisa blanca de manga larga con corbata negra y, aunque nunca se pone saco, por lo general usa un chaleco a la cintura que lo hace lucir más esbelto.
- Buenos días señoritas, tomen asiento
Desde el curso anterior, siempre saluda al grupo recorriendo su mirada por todas las alumnas del salón, como no mirando a nadie en particular pero, al final, sus ojos se encontraban siempre con los de Camila, quien interpreta esto como un saludo especial para ella e Inmediatamente comienza su clase diciendo: Abran su libro en la página tal o cual y le solicita a alguna de las alumnas que lea en voz alta algún párrafo para después comentarlo entre todos.
- Sonia ¿Podrías leer en voz alta el primer párrafo de la página 45 del libro historia de México?
- Si maestro: Emiliano Zapata, conocido como el Caudillo del sur fue un líder revolucionario, nacido en el Estado de Morelos en 1879, y fue quien mencionó la frase La tierra es para quien la trabaja
vivió y murió por defender los derechos de los campesinos durante la Revolución Mexicana a principios del siglo XX.
- muy bien –dijo Ubadis– como pueden darse cuenta, Zapata creía firmemente que los campesinos tenían el derecho a ser dueños de la tierra que ellos mismos sembraban y cultivaban con el sudor de su frente, en vez de que otros los explotaran obteniendo grandes riquezas a cambio de muy malos salarios…
Mientras que el maestro expone su clase y explica el tema, todas las alumnas prestan atención a su manera tan apasionada de dar la lección, menos una: Camila, quien en cambio lucía distraída e indiferente, asumiendo que el tema en cuestión no le sirve de nada para sus aspiraciones personales y lo único que hace casi siempre es cruzar sus piernas de bajo del banquillo de manera provocativa, deseando llamar la atención del maestro, lo cual lograba cotidianamente.
Al terminar la clase Ubadis siempre les encomienda la tarea de leer algún otro capítulo del libro para poder comentarlo y analizarlo al día siguiente…
Camila no sentía una atracción física por Ubadis, y mucho menos se sentía enamorada como algunas otras de sus compañeras que lo idealizaban como el hombre perfecto, simplemente le gustaba jugar con fuego
y llamar la atención del maestro con la finalidad de aumentar algunos puntillos sus calificaciones, lo cual generalmente le funcionaba muy bien con los otros profesores especialmente los de mayor edad. Ubadis no mostraba emoción alguna al observar a Camila, pero en su interior sentía un deseo extraordinario de abrazar a su alumna y sentirla cerca.
El hecho de coquetearle a Ubadis la hacía lucir intrépida y especial ante sus compañeras, y a menudo, éstas se daban cuenta de que el maestro sentía un especial interés por ella, aún sin ser obvio, se notaba que Camila era una alumna consentida, de lo cual ella se aprovechaba y con el fin de impresionarlas, a menudo les inventaba historias y hacía correr rumores entre ellas de que tenía una relación secreta con Ubadis:
- ¿Has salido con él? –Preguntaba Mónica intrigada a Camila mientras veían a Ubadis subirse a su automóvil a la salida de la escuela- ¡Más de mil veces hemos paseado en su coche!
- ¿O sea que no ya no eres Virgen? –Gritaron al unísono las tres amigas de Camila que caminaban con ella por el parque afuera de la escuela-
- ¡Cállense tontas que alguien puede escuchar! –Regañó Camila- por supuesto que sigo siendo virgen, mi primera vez no será con un viejo, tiene que ser con alguien que realmente me guste, es por eso que aunque me ha pedido que sea suya muchísimas veces, yo me he negado, solo quiero divertirme con él y traerlo comiendo de mi mano.
- ¡Guauuu! –Admiradas y orgullosas exclamaban las intrigadas muchachitas
Camila hizo jurar a sus amigas que no dirían nada de lo que les había contado, fantasías creadas solo por llamar la atención de sus compañeras y que ellas se creían, pues sentían que Camila era más madura e inteligente que ellas, además como era la que provenía de familia más rica, pensaban que por eso ella tenía acceso directo a lo quisiera o a quien ella quisiera.
Ubadis sentía una atracción peligrosa por Camila, desde luego no era amor, pero si un deseo extraño de verla y tenerla cerca todo el tiempo. Esa mezcla de emociones que hacen a los hombres maduros divagar y perderse en los delicados brazos del deseo. Sin embargo, el mismo nunca se permitía imaginar más allá pues en el fondo nunca se olvidaba que Camila merece respeto.
Lo que sentía por Camila desde hace un par de años, se iba transformando en una obsesión cada vez más peligrosa, sobre todo porque no estaba dispuesto a manchar una buena reputación ganada a pulso, cada que veía a Camila se sentía rejuvenecido y por su cuerpo viajaban sensaciones de liberación, además de que la jovencita le despertaba los más bajos deseos que puede tener un hombre, lo cual era inevitable para él, quien siempre trataba de mantener un equilibrio entre la ternura y la lujuria que sentía por ella.
Todos los días al salir de la escuela al término de las clases, algunas de las alumnas regresan caminando a casa y algunas esperan a que las recojan sus padres. Camila normalmente era de las que les gustaba perder el tiempo por aquí y por allá y solía exhibir su delicada figura por la calle ante la mirada de los hombres mientras caminaba de regreso a casa, ella vivía con su hermano quien es mayor que ella por seis años y con su madre, una mujer que no se preocupaba mucho por el cuidado y educación de sus hijos después de que hace algunos años había sido abandonada por su marido, una mujer de 40 años que según cuentan algunas personas, el esposo la abandonó cuando la descubrió en la cama con otro hombre, al cual posteriormente mató e hizo desaparecer por lo que tuvo que huir del país, evidentemente, en la casa nunca se tocaba este tema, pero lo que era bien cierto es que la madre de Camila tiene una relación íntima desde hace tiempo con un hombre de muy mala reputación de nombre Rafael, por cierto, mucho más joven que ella, la mamá de Camila había heredado una fortuna al morir sus padres y aunque no se hacía cargo correctamente de la administración de sus bienes, era cierto que no tenía que preocuparse por la cuestión económica, y dejaba que sus hijos, principalmente el mayor, gastaran dinero en cosas superfluas e inservibles y, con tal de tenerlos contentos y que no la molestaran, les daba casi todo lo que le pedían.
El hermano de Camila, Julio, había abandonado la escuela hace varios años y supuestamente le ayudaba a su madre con los negocios de la familia, pero en realidad él era un muchacho sin oficio ni beneficio que la única virtud que tenía en la vida es que amaba a su única hermana y siempre trataba de cuidarla y darle consejos, principalmente de no involucrarse con cualquiera que se le pusiera en frente. Julio era un muchacho alto y de físico bastante atlético, no precisamente bien parecido pero tenía la apariencia del típico chico malo del pueblo, lo cual encantaba a las muchachas de su edad e incluso mayores, por lo que nunca le faltaba alguna novia o amante, ya que en diversas ocasiones se había involucrado sexualmente con más de una mujer casada, lo cual le generaba muchas enemistades y una cantidad interminable de problemas.
Un día al llegar a su casa de la escuela, Camila se encontró con su madre, quien a pesar de no ser tan joven, sin duda, era una mujer sumamente bella, estaba recostada en el sofá de la sala, casi dormida con una copa vacía en su mano, ella siempre se la pasaba esperando tener noticias del padre de sus hijos y tomaba para ahogar su recuerdo en alcohol, pues después de varios años lo seguía amando y no se perdonaba el haberlo perdido. Espléndidamente maquillada, traía puesto un vestido demasiado corto color negro, con un cinturón rojo ceñido a su cintura que la hacía lucir muy delgada y con el cabello completamente suelto:
- ¡Otra vez tomando tan temprano! -Exclamó Camila con tono de decepción- mamá es muy temprano y mira cómo estás, vamos te acompaño a tu cuarto para que te des una ducha fresca
- ¡Suéltame! –Gritó la mujer que estaba una vez más algo pasada de copas- ¡A ti no tiene que importarte lo que yo haga, estoy en mi casa y puedo hacer lo que yo quiera!
- Pero mamá –replicó Camila sollozando- No está bien que tomes tanto, te vas a enfermar, además, la gente te tiene catalogada como una mujer alcohólica y las mamás de mis amigas les prohíben venir a mi casa precisamente por eso
La mujer indignada se puso de pie y furiosa pero sin gritar, le clavó la mirada a Camila y le dijo:
- ¿Acaso yo te digo que no uses esas faldas tan cortas que te hacen ver como una puta? Sobre todo cuando estás enfrente de Rafael, no creas que no me doy cuenta cómo te le insinúas, además, otra vez me llamaron del colegio y dicen que sigues llegando tarde y que faltas mucho, -Camila la miraba con tristeza mientras se sorprendía de la facilidad con que su madre la hacía sentir como una cualquiera- preocúpate por la imagen que tú proyectas ante los demás y por tu comportamiento que deja mucho que desear
Terminó de regañar la indignada mujer con voz entrecortada pero temeraria y se dio la vuelta dejando a Camila llorando de frustración.
La mamá de Camila, Ana, era evidentemente una mujer alcohólica, desde niña estaba acostumbrada a tenerlo todo en cuestión material pero estaba completamente amargada desde que el papá de sus hijos la abandonó (por cierto un tipo muy bien parecido), siempre se sentía sola y los hombres que se acercaban a ella lo hacían normalmente por interés y nunca la tomaban en serio, cosa que la mantenía frustrada y normalmente se refugiaba en el alcohol, aun así, mantenía una relación con un hombre mucho más joven que ella, un bueno para nada que estaba dispuesto a gozar de esa fortuna que había recibido Ana pero, había dos grandes obstáculos para poder casarse con ella y eran precisamente sus dos hijos, Julio y Camila que se oponían completamente a esa relación, ya que era demasiado evidente que ese hombre se aprovechaba de su madre y solo buscaba su dinero. Julio llegó a su casa y encontró a Camila llorando sentada en el primer escalón de la escalera que daba al vestíbulo de la casa.
- ¿Qué tienes Camila? –Preguntó Julio mientras abrazaba a su hermana-
- mi mamá está borracha otra vez –respondió en un tono que combinaba tristeza y coraje- además, como siempre, me dijo cosas horribles, ¿Cómo puede ser tan cruel? -Y se soltó llorando en los brazos de su hermano-
- no llores sabes que ella nos quiere, pero tiene problemas con la bebida y no piensa lo que dice, verás que más tarde ni siquiera se va acordar de lo que te dijo, anda no llores
El consolaba con ternura a su hermana, sin embargo, Julio sabía en el fondo que su mamá era una alcohólica y cuando estaba muy tomada, se olvidaba de ellos y pareciera que eran un obstáculo para que ella pudiera hacer lo que se le diera en gana, pero no dejaba de ser su madre y trataba de asumir el lugar de su padre en ciertas circunstancias y no le gustaba que los hombres acecharan a su madre ni a su hermana.
La vuelta en coche
Algunas veces Julio llevaba a su hermana a la escuela porque le gustaba impresionar a las amigas de ella con el coche que le había regalado su madre en su último cumpleaños sin más mérito que el de ser su hijo mayor; una mañana afuera de la escuela estaba platicando con Mónica una de las amigas más cercanas de Camila, quien se suponía ya debía estar dentro del salón de clases, pero se las había ingeniado para salirse de la escuela sin que nadie se diera cuenta pretendiendo escaparse con Julio para dar una vuelta en su coche
.
- Súbete Mónica no tardaremos, te prometo que estarás aquí antes de la hora de la salida cuando venga a recogerte tu mamá –dijo Julio en tono seductor tratando de convencer a la bella muchachita de tan solo 16 años de edad- te prometo que no te arrepentirás, te voy a enseñar un lugar secreto que nadie conoce más que yo –insistía en un modo arrogante mientras le acariciaba la cara a la ingenua jovencita-
Mónica sentía deseo de aceptar la intrépida aventura pero tenía miedo de que alguien pudiera verla y por el simple hecho de estar en el auto con Julio sería tachada de una cualquiera y todos darían por hecho que había tenido sexo con él, aún que no fuera cierto, pero la tentación por lo prohibido es muy fuerte en la mayoría de las adolescentes y aceptó.
- Está bien Julio vamos, pero prométeme que estaremos aquí antes de que llegue mi mamá -y se subió al auto mientras Julio le cerraba la portezuela del lado del pasajero, vanagloriándose por la conquista que acababa de lograr y por lo que pretendía hacer que era nada menos que dejar huella siendo el primero en la vida sexual de Mónica-
Desafortunadamente para él, en cuanto subió a su auto y cerró su portezuela, alguien tocaba el cristal de la ventana de lado de Mónica, como tocando una puerta: Toc toc…
Mónica se quedó paralizada al ver a Ubadis al otro lado de la ventana y gritó:
- ¡Juliooooo! Nos descubrieron -Julio casi se sale por la ventana del susto por el tremendo grito que pegó Mónica-
- baja del auto –ordenó Ubadis con voz firme pero al mismo tiempo con un dejo de ternura y levantado la dos cejas en gesto de ni modo ya te vi
-
Mónica obedeció mientras Julio se reponía del susto por el tremendo grito y también bajó del auto, era el primer encuentro de Ubadis con Julio, a quien solo conocía de nombre como el hermano mayor de Camila.
- ¿No se supone que deberías estar en clase jovencita? Preguntó Ubadis
- si maestro, pero…
Mónica no sabía ni que decir cuando Julio interrumpió de manera abrupta:
- Soy el hermano mayor de Mónica y vine por ella porque tenemos una emergencia familiar
- ¿Si? No sabía que tienes un hermano mayor -dijo Ubadis incrédulo-
Mónica no supo que contestar y solo volteó a ver a Julio como preguntado ¿Qué digo?
- Está bien, me imagino que diste el reporte de emergencia en la oficina de la escuela y tienes la autorización de salir, no creo que serías capaz de arriesgarte a ser expulsada por escaparte y no asistir a clases, vete no te preocupes yo iré a comprobar de que hiciste lo correcto y avisaré a tus padres que vas con tu hermano…
- ¡Nooo! -Interrumpió Mónica muy alarmada y casi llorando- por favor maestro no diga nada solo quería dar una vuelta en el auto nuevo de Julio, él no es mi hermano, pero sí de Camila y lo conozco muy bien, por favor se lo ruego, déjeme regresar a la clase y prometo que no lo volveré hacer… -y rompió en llanto-
Julio, mientras tanto, se lamentaba que Ubadis se hubiera cruzado en su camino, pero no quería armar un escándalo afuera de la escuela de su hermana y no le quedó más remedio que no decir nada y aguantarse su coraje y frustración.
- Está bien, regresa a clases pero tú y yo jovencita tendremos una conversación más adelante y ¡Emm! Quiero hablar contigo un momento -ordenó Ubadis en un tono que no le gustó nada a Julio, mientras Mónica se escabullía para entrar a la escuela nuevamente sin ser vista-
- así que tú eres el hermano de Camila, hubiera preferido conocerte en otras circunstancias, mi nombre es Jesús pero todos me conocen por mi apellido: Ubadis. Puedo preguntarte ¿Dónde pretendías ir con esa niña y que pensabas hacer con ella a escondidas de todo mundo?
Julio se puso sus lentes obscuros y se recargó en su lujoso deportivo rojo y contestó:
- Mire… Ubadis, yo no obligué a Mónica a que se fuera conmigo, simplemente le hice una invitación que desde luego ella aceptó gustosamente, usted sabe, las niñas de su edad tienen curiosidad por saber que se siente ¡Umm! Tener una pequeña aventura con un hombre mayor, además, me imagino que en alguna etapa de su vida usted hizo lo mismo, pero, olvidemos este incidente ya que nadie tiene porque enterarse de lo que pasó, al fin y al cabo la más perjudicada sería Mónica y no queremos eso ¿Verdad?
Julio buscaba la manera de no ahondar más en la situación y dar por terminado el tema, pero cuando intentó subir nuevamente a su coche Ubadis lo detuvo del brazo y contestó asumiendo una postura autoritaria:
- Te equivocas, primero que nada yo sería incapaz de seducir a una menor de edad, pero eso no importa, solo quiero advertirte que no quiero volverte a ver rondando a ninguna de las alumnas de esta escuela, aunque eres muy joven, ya eres un adulto y supongo que no quisieras tener problemas con la ley por intentar seducir a menores, -mientras Ubadis hablaba con voz firme y bastante determinado, Julio sonreía cínicamente sin darle importancia a las palabras del maestro, quien lo miraba de manera retadora directamente a los ojos- además, tú tienes una hermana, ¿Te gustaría que alguien le hiciera lo mismo? Supongo que no –en ese momento Julio cambió su actitud y se enderezó retando a Ubadis con una mirada que lanzaba balas-
- ¡No te atrevas a decir eso ni de broma! -Contestó Julio furioso- porque no me importaría ir a la cárcel por matar a cualquier hijo de puta que quisiera abusar de mi hermana
En ese momento Julio subió a su auto y arrancó a toda velocidad rechinando llantas dejando a Ubadis sorprendido por la reacción.
No era desconocido para nadie la mala fama que tenía Julio en la ciudad, por lo que Ubadis sabía que las intenciones que éste tenía hacía Mónica no se trataban simplemente de una linda amistad, sino que evidentemente pretendía abusar de la inocencia de la chica, sin embargo, lo tomó con filosofía y decidió dar por terminado el asunto ya que no tenía intención de arruinar la reputación de Mónica en un zona donde los chismes viajaban a la velocidad de la luz, además, se trataba del hermano de Camila, con la que por ninguna circunstancia quería tener disgustos ni malos entendidos.
Julio era igual de celoso e impulsivo que su padre, no bromeaba al decir que no le importaría ir a la cárcel por defender el honor de su hermana, él era un muchacho que se la pasaba en malos ambientes, rodeado de malas amistades y sobre todo de malas mujeres, que era lo que más disfrutaba, andar con mujeres de todo tipo. El portaba una pistola argumentando que, como provenía de una familia portentosa, era fácil que alguien lo quisiera asaltar o incluso secuestrar, pero en realidad, era un símbolo de su prepotencia y arrogancia, a menudo iniciaba peleas en los clubes o discotecas a donde iba pero siempre sobornaba a las autoridades y daba muchas donaciones
al Departamento de Policía para tenerlos contentos, aparentemente era un tipo duro
pero en realidad tenía el trauma de saber que su madre era una alcohólica y que su padre los había abandonado desde hace muchos años y, aunque había tratado de buscarlo a través de un detective, no tenía idea de donde pudiera estar.
Una noche de regreso de una de sus farras Julio (por cierto, nunca fumaba ni tomaba alcohol porque no le gustaba perder el control y además era un tipo bastante atlético), entrando a su casa como a las tres de la mañana, se encontró en la cocina con Rafael, el novio de su mama vestido solo en trusas y con el torso desnudo, abriendo el refrigerador como buscando un cerveza:
- ¿Qué haces aquí desgraciado a estas horas y casi encuerado? –Le dijo Julio a Rafael con una voz baja pero bastante molesto- ¿Acaso no sabes que mi hermana vive aquí? Qué tal si por casualidad en vez de ser yo te encuentra ella y así en calzones…
Julio no soportaba ver a Rafael en su casa sin embargo tenía que aguantarse con tal de tener a su madre en paz.
- Tranquilo hijo –contestó Rafael irónicamente-
- no me digas hijo, ¡Grandísimo cabrón y vete a poner una bata antes de que te corra a patadas de mi casa!
Rafael siempre trataba de llevar la fiesta en paz con Julio, aunque no le tenía miedo porque era igual o peor de rufián que él, pero prefería no enfrentarlo para no tener conflictos con su madre.
- Julio perdóname no pensé tardarme y, a esta hora, tu hermana ya está dormida, solo vine por algo de tomar, por cierto -dijo Rafael como en son de paz con una lata de cerveza en la mano- supe que estás buscando trabajo, tengo algunos amigos que tal vez te interesaría conocer, gente de negocios que puede darte alguna oportunidad
- tal vez, pero después hablamos -contestó Julio en tono indiferente y se fue a su cuarto cortando tajantemente la conversación-
Rafael regresó a la cama con Ana quien desnuda y medio dormida le preguntó:
- ¿Adónde fuiste querido? Tuve mucho frío sin ti
- solo fui por una cerveza mi amor pero ya estoy aquí, duérmete –contestó Rafael pretendiendo que no estaba furioso por su pequeño encuentro con Julio y encendió un cigarrillo mientras bebía su cerveza-
Rafael estaba harto de tener que aguantar a Ana, quien lo trataba como si fuera otro de sus hijos en lugar del hombre de la casa, él era casi su esclavo y un especie de acompañante para sus eventos de la alta sociedad
, le gustaba presumirlo en público ya que él era un tipo muy apuesto y que se dedicaba a la actuación y al modelaje. Pero no le quedaba más remedio que aguantar a la desagradable mujer y a sus hijos para no perder todos los lujos que tenía, ya que nunca trabajaba, él se justificaba al decir que en los castings que acudía para alguna película u obra de teatro, nadie sabía reconocer su talento y por eso nunca lo seleccionaban, pero la verdad era, que estaba ya muy quemado
en el ambiente por ser un tipo muy arrogante e irresponsable, además de que frecuentemente se excedía en el uso de drogas como la mariguana y la cocaína, por lo que siempre quedaba mal con los productores.
Ana no se preocupaba de que Rafael no trabajara pues ella tenía el suficiente dinero para mantenerlo el tiempo que fuera necesario mientras le calentara la cama y le sirviera de compañía, lo trataba como un juguete y cuando no tenía ganas de verlo le pedía que se fuera de la casa y lo volvía a llamar cuando se sentía sola de nuevo, la condición que le imponía, era que no se metiera con sus hijos y que evitara cualquier tipo de conflicto, sobre todo con Julio, quien tenía un carácter muy fuerte y era muy celoso. Pero Rafael no se conformaba con eso y en varias ocasiones le había pedido a ella que se casara con él, lo cual no aceptaba, primero porque no estaba enamorada, segundo ella sabía que sus hijos no se lo perdonarían, pero la principal razón era que ella mantenía la esperanza de que algún día regresara el papá de sus hijos y que la perdonara.
Rafael estaba desesperado y cada vez le costaba más trabajo sacarle dinero a Ana, dinero que necesitaba para pagar sus deudas de juego y que debía sobre todo a las personas que le conseguían la droga, mafiosos con los que no se podía dar el lujo de quedar mal ya que constantemente lo amenazaban con desfigurarle la cara e incluso matarlo si no pagaba a tiempo. Ana sabía que el usaba drogas pero no de todas las deudas que tenía, tampoco se daba cuenta cuando Rafael le robaba dinero de su cartera o incluso de sus tarjetas de crédito, él era un adicto y un vividor, capaz de hacer cualquier cosa por dinero, no tenía el menor escrúpulo y le gustaba lucirse por las calles ante todas las mujeres de la alta sociedad, que en el fondo envidiaban la suerte de Ana de poder estar con ese hombre, que sabía guardar muy bien las apariencias y que lucía como que el hacía el favor a Ana por estar con ella y no al revés, ya que aparentaba ser un hombre de buena familia y educado ante las miradas de sus amigas.
Como un lobo
Al día siguiente por la mañana, Camila se levantaba temprano como siempre para ir a la escuela y una de las empleadas domésticas le acomodaba su ropa sobre la cama mientras ella tomaba un baño, Julio había llegado demasiado tarde la noche anterior y no se había despertado para llevarla a la escuela por lo que Camila le pidió a la sirvienta avisarle al chofer que preparara el coche:
- Voy a avisarle a Rubén que prepare el coche para llevarla señorita ¿Quiere que les suba el desayuno o usted baja? -Preguntó la sirvienta-
- yo bajo, solo hazme un jugo de naranja y un coctel de fruta por favor Lulú –contestó desde la ducha-
La empleada bajó las escaleras cometiendo el error de dejar la puerta del cuarto de la adolescente entreabierta.
Rafael se había levantado temprano ese día porque tenía que ir a la oficina de un productor que lo había llamado para hacerle unas pruebas para salir en un comercial, y justo salía de la recamara de Ana (quien nunca se levantaba de la cama antes de las once de la mañana) cuando notó que la puerta del cuarto de Camila estaba entre abierta y aprovechó la ocasión para husmear un poco y entró sigilosamente sabiendo que ella se encontraba en la ducha, ya que se escuchaba el ruido del agua desde el baño que estaba en el mismo cuarto. Sin más, volteó para ver si no había nadie cerca y se metió al cuarto de la jovencita con la finalidad de curiosear por unos segundos. En la cama se encontraba la ropa interior de Camila, se acercó sigilosamente a la cama y levantó con una mano la prenda de color rosa, suavemente la rozó en sus mejillas y las olió de manera perversa, después las devolvió a la cama cuando se dio cuenta que Camila había cerrado las llaves del agua y se disponía a salir del baño, despacio abandonó el cuarto dejando la puerta un poco abierta para poder espiar, Camila apareció envuelta con una toalla blanca alrededor del cuerpo y otra alrededor de la cabeza como un turbante, inmediatamente se sentó en la cama y miró la ropa que le había seleccionado la empleada para ese día, Rafael miraba desde una hendidura de la puerta entreabierta completamente en silencio y con cautela, veía a Camila de espalda sentada en la cama, la respiración de Rafael se podía comparar a la de un lobo en celo, Camila se puso de pie y Rafael dejó de percibir a Camila desde ese momento como la niña boba que siempre había conocido, por primera vez se dio cuenta que esa insipiente chiquilla estaba rompiendo en flor y se estaba convirtiendo en mujer, una mujer hermosa de dimensiones perfectas. Estaba ella empezando a vestirse, cuando se dio cuenta que la puerta no estaba completamente cerrada y se levantó a cerrarla por lo que a Rafael no le quedó más remedio que retirarse rápidamente de la escena sin hacer ruido y sin culminar la audaz osadía.
Tavo se va pa’l otro lado
Ubadis salía temprano de su casa ese viernes rumbo a la escuela, manejaba un auto de modelo bastante antiguo y nada lujoso, pues no era un tipo pretencioso ni le gustaba llamar la atención. Casi al llegar a la escuela se detuvo, como siempre, a comprar el periódico y un café en una pequeña tienda, ahí se encontró a Tavo, un muchacho de muy baja estatura, ojos color miel de unos 18 años de edad pero cualquiera podría decir que tenía quince; de su rostro destacaban unas cejas muy arqueadas y pobladas, tenía los labios gruesos y cuando sonreía, se podían apreciar los colmillos inferiores que adornaban su pronunciada mandíbula, se llama Luis Gustavo, pero todos los que lo conocían le decían Tavo porque siempre decía que no traía ni un cen – tavo
:
- Hola maestro que gusto encontrarlo –saludó Tavo tímidamente a Ubadis-
- ¿Cómo estás Tavo? –Devolvió el saludo de forma sincera-
- igual que siempre maestro, sin un centavo, pero que bueno que lo veo porque quiero aprovechar para despedirme
- ¿A dónde vas Tavo? -Preguntó sorprendido Ubadis-
- me voy pa’l otro lado, por fin junté la lana
y me voy con un amigo que tiene parientes allá, salgo el martes
Ubadis admirado volvió a preguntar:
- ¿Por qué te vas Tavo? Dejarás a tu mamá y a tu hermanita solas ¿No te preocupa el no volver a verlos en mucho tiempo?
- Claro que si –contestó Tavo entre sollozos- pero usted sabe maestro que en México y más en este pueblo, me es muy difícil progresar y por más que trato y trato no logro encontrar un buen trabajo, mi hermanita tiene asma y es muy difícil comprarle todo lo que se necesita para que se cure y, aunque el doctor es muy bueno y trata de ayudarnos, cuando le dan ataques hay que hospitalizarla, el otro día casi se nos muere, allá por lo menos buscaré una chamba pa’ mandarles algún dinerito, además, usted sabe que para mí es muy difícil vivir así como soy
con la gente de aquí
- pues te entiendo -dijo Ubadis quien estaba bastante consternado por la noticia- sabes que puedes contar conmigo Tavo si necesitas algo antes de que te vayas
Sacó de su cartera un billete de $200.00 y se lo dio a Tavo despidiéndose con un fuerte abrazo:
- Dale este billete a tu mama cuando te despidas, de algo le ha de servir, además, en esta tarjeta están todos mis números de teléfono, incluyendo mi celular, si algún día se te ofrece algo solo llámame
- ¡Muchas gracias maestro! Diosito se lo pague –Tavo soltó en llanto-
Ubadis siempre tenía consideración por Tavo ya que este provenía de una familia muy humilde y siempre fue abusado de niño, se dice que al morir su padre, quedando desprotegida la mamá, se llevó al muchacho de apenas nueve años, a vivir con un tío que, según el mismo Tavo cuenta, siempre abusó sexual y físicamente de él, cosa que su madre nunca le creyó ya que Tavo desde muy temprana edad había dado a notar su homosexualidad, algo que era muy criticado por algunas personas de la zona, por lo que dejó sus estudios desde muy chico y siempre estaba solo, ganándose algunos pesos trabajando como pastor de ovejas, pues nadie le hablaba e incluso los pocos amigos que tenía siempre se burlaban de él y constantemente lo humillaban. Todo esto más la extrema pobreza en que vive su familia, lo orillaron a tomar la decisión de marcharse de México hacía Estados Unidos como un inmigrante ilegal en cuanto tuvo la edad suficiente para valerse por sí mismo.
Ubadis siempre que veía a Tavo en la calle trataba de ayudarlo dándole unas monedas o le pedía que le lavara su coche, en fin cualquier tipo de trabajo para ayudarlo, lo había visto crecer y era testigo del rechazo que sentía la gente por él, pues a menudo se inventaban la peores historias relacionadas con su homosexualismo algo que para Ubadis no era ningún motivo para despreciar a un ser humano.
- Mucha suerte Tavo te voy a extrañar –le dijo mientras estrechaba su mano fuertemente-
- gracias maestro, nunca olvidaré lo bueno que ha sido conmigo todos estos años, le prometo que algún día regresaré como todo un triunfador y lo iré a visitar
- estoy seguro que si -se despidió Ubadis y continuó su camino a la escuela-
¿Quién seduce a Camila?
Ya en el salón de clases como todos los días, la mirada de Ubadis se encontraba con la de Camila, quien lo hacía ver más evidente ante sus compañeras con tal de lucirse. Ubadis procedió a dar su clase como siempre, sin embargo ese día notaba que Mónica se mostraba más distraída y divagante de lo normal…
- estudien el capítulo nueve y recuerden que en una semana tendremos el primer examen del año, pueden retirarse nos vemos el lunes -despidió Ubadis-
Mónica fue la última en salir del salón y le pidió a Ubadis la oportunidad de hablar con el:
- Maestro, quiero disculparme por lo que pasó ayer, usted sabe, yo no acostumbro hacer ese tipo de cosas, tan solo perdí la cabeza por un minuto pero me doy cuenta que hubiera sido un tremendo error –terminó diciendo Mónica con la mirada hacia abajo-
- lo se Mónica y me da mucho gusto que comprendas lo que estuviste a punto de hacer, no está bien que una señorita de tu edad ande de allá para acá con un adulto paseando en el coche y menos a la hora de clases –al momento que decía esto el maestro, Mónica lo miraba directamente a los ojos asumiendo que Ubadis era un tremendo hipócrita, ya que según lo que les había contado Camila, era eso precisamente lo que él había hecho con su amiga-
- yo no soy tan audaz como lo es Camila maestro, y se necesita tener el carácter y la determinación que ella tiene para hacer ese tipo de cosas –y soltó una risa burlona que desconcertó por completo a Ubadis-
En ese pequeño instante la sangre de Ubadis se le subió completamente a la cabeza, no sabía lo que estaba sintiendo pero era algo muy parecido a los celos, tratando de descifrar lo que Mónica estaba insinuándole le preguntó:
- ¿A qué te refieres Mónica, estás tratando de decirme que Camila ha hecho algo parecido?
Mónica comprendió en ese momento que había cometido una indiscreción y que había pisado terreno peligroso, por lo que trató de cortar de inmediato la conversación:
- Lo siento maestro, me tengo que ir –en ese momento Mónica trató de huir de la situación pero Ubadis insistió molesto-
- ¡Espera! Es mejor Mónica que me digas lo que sabes, no me gustaría pensar que Camila está en peligro -alegó Ubadis bastante alarmado, pero realmente el sentimiento que lo inundó en ese momento fueron unos tremendos celos- si tú sabes algo Mónica debes decírmelo ahora mismo, recuerda que Camila, al igual que todas ustedes, es casi una niña, es por eso que no hace las cosas conscientemente, dime exactamente lo que sabes ¡Antes de que sea demasiado tarde!
- Bueno ¡Emm! Camila nos contó a las otras muchachas y a mí que le pasó algo parecido a eso que usted dice, pero no dijo cómo ni con quien; ¿A qué se refiere al decir que Camila