Brumago

Brumago

Cristina Aznar Morales

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© Cristina Aznar Morales, 2019

Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras

Imagen de cubierta: ©Shutterstock.com

www.universodeletras.com

Primera edición: 2019

ISBN: 9788417569662

ISBN eBook: 9788417570828

Dedicado a mi madre, mi abuelo,

abuela y especialmente a mi primo Ángel.

Capítulo 1

El comienzo de todo

En la Edad Media había una guerra, los magos contra los brujos.

El conflicto estaba durando demasiado ya no recordaba quien había declarado la guerra a quién, ni el por qué, así que los dos bandos intentaron probar algo nuevo.

El consejo de magos decidió mandar a un, mago llamado Roxas para matar a los del alto mando de los brujos. Y los brujos del alto mando enviaron a una bruja llamada Naminé para que matara a todos los del consejo de magos.

Cuando Roxas el mago y la bruja Naminé se dirigían cada uno a cumplir su misión, se encontraron cara a cara, ella reconoció que Roxas era un mago por la vestimenta que llevaba: una toga negra, con un cinturón dorado para llevar la varita.

Roxas también reconoció que Naminé era una bruja del alto mando por el colgante: un dragón de plata sujetando una espada, también era un silbato mágico para pedir ayuda solo los brujos más poderosos eran dignos de ése colgante.

Los dos se apearon de sus caballos.

—¿Eres una bruja del alto mando, no?

—Vaya, un mago que se a dado cuenta ¿Cómo lo has sabido?

—No te equivoques, yo soy miembro del consejo de magos y además todos reconoceríamos ese colgante que solo lo tienen los brujos del alto nivel. Y ahora prepárate a morir.

—¡El que vas a morir eres tú!

Roxas con la varita le envió un ataque de rayos, Naminé hizo aparecer una maya de luz para protegerse, después ella le envió un ataque de tierra, él con un salto esquivó el ataque, Roxas le hizo aqua plus, plus ella contuvo la ola que él le había enviado, ella pidió ayuda al dios del rayo y le envió a Roxas la ola de agua con el rayo, él no pudo esquivarlo y recibió una descarga, cayó en el suelo inconsciente, Naminé se acercó al mago para cogerle la varita, cuando ella cogió la varita cambió el color, de negra se volvió color rojo Naminé la dejó caer porque le quemaba, cuando ella se fijó en su mano que la había cogido, vio que estaba quemada.

Axel se incorporó hizo un gesto con la mano y la varita se dirigió hacia él.

—Nosotros los magos, tenemos una varita desde que somos pequeños crecemos con ella e identifica los poderes, si la coge un brujo u otro ser que no sea un mago, se activa su defensa.— le decía él mientras se reía.

De repente salió de un bosque un ser grande.

—¿Un gigante?— preguntó Roxas asombrado.

—No, los gigantes son afables, esto es un gigantos que son crueles y brutales— le respondió ella.

El gigantos les lanzó a los dos una roca, Naminé hizo aparecer una maya de luz para protegerse, Roxas salió de la maya y con su varita hizo explotar la roca, ahora la pregunta era ¿Cómo podían acabar con el gigantos?

Roxas se fijó que el gigantos tenía una armadura de cobre, Roxas le dijo a Naminé su plan para deshacerse del enemigo que tenían en común.

El mago le explicó que él haría la magia de aqua plus, plus y ella que hiciera un hechizo de rayos para electrocutar lo, ya que la armadura del gigantos era conductora de la electricidad, la bruja no lo veía claro porque el suelo estaría seco, pero le gustó la idea del mago, así que ella invocó al dios del agua para que apareciera un charco de agua debajo del gigantos, Roxas le hizo la magia aqua y seguidamente, ella invocó al dios del rayo para electrocutar lo.

El gigantos cayó al suelo muerto por la descarga, Naminé se sorprendió por la rapidez de la actuación de Roxas en ése momento, ella le confesó que no era como los otros magos que ella había combatido, la bruja y el mago conversaron lo que le quedaba de día, cuando más hablaban más se gustaban y allí mismo desataron su pasión.

Capítulo 2

Una sorpresa inesperada

Los amantes estaban tumbados en el suelo, tranquilos admirando las estrellas.

¿Qué hora es?— preguntó Naminé.

Roxas se fijo donde estaba la luna.—Deben ser las dos o las dos y media de la madrugada.

—Solo falta cuatro horas para la batalla. ¡Tengo una idea! ¿Que tal si nos vamos a un país, que goce de la protección de los míos?

—¡Te has vuelto loca! Los magos, si renuncio me mataran, son ruines y manipuladores.

—Yo lo decía porque quiero que nuestro hijo crezca, en un lugar en paz.

Roxas la miró—¿Eso quiere decir que?

Ella sonrió— Que si, que estoy embarazada.

Él se quedo asombrado—¿Y como a podido pasar?

Naminé lo miró— No te acuerdas de la primera noche que pasamos juntos.

—¿Pero vosotras las brujas, no sois estériles?

—Te equivocas son las vampiresas las estériles, nosotras nos podemos reproducirnos sin problema.

Roxas estaba muy preocupado, un niño, traer un niño al mundo era un error, desde que Roxas tenía uso de razón ya estaban en guerra, él no quería que su hijo o hija pasara por lo mismo que él pasó.

—Imagínate lo un niño mitad poderes de una bruja y de un mago, será algo así como un brumago, si se lo contamos al alto mando de los brujos y al consejo de magos podemos acabar con esta estúpida guerra. —Dijo Naminé.

Roxas no lo veía claro, pero cuando vio los ojos de ilusión de Naminé lo intentaría, hablaría con el consejo de magos.

A las tres los amantes se separaron.

Naminé fue al castillo, se acostó y a las cinco y media se levantó e hizo que todos los del alto mando se reunieran antes de la batalla.

Ella les confesó que estaba en cinta, todos se alegraron y la felicitaron,

Kiriranchelo, el mejor amigo de Naminé la abrazó.

—¿Y que brujo es el padre? El maestro Yen Sid, Demyx, Saix, espero que no sea el indeseable de Xigbar.

—Se llama Roxas.

—No lo conozco.—le dijo su amigo.

—El mago Roxas.

De repente esa felicidad se convirtió en disgusto, una bruja a mantenido relaciones con un mago. Fueron a buscar a Chailman era del mando supremo, él era el que siempre tenía la última palabra.

Irrumpió en la sala un hombre, con una toga negra y el colgante del dragón de oro, se dirigió donde estaba Naminé, con pasos elegantes, se colocó delante de ella, la miró con sus ojos color miel, con una sonrisa amigable y con un tono de voz dulce le preguntó.

—¿Qué vas hacer con la criatura que crece en tu vientre?

—Quiero tenerlo, él es el resultado de nuestro amor. El amor de una bruja y un mago, yo creo que podía acabar con esta guerra.

—Si es está tu decisión, sea, tienes mi enhorabuena y mi consentimiento para vivir en las tierras donde nosotros las protegemos.

Todos los brujos con resignación la apoyaban.

Roxas volvió al lugar donde estaban los magos, de una pared apareció una sombra espía, eran sombras que fabricaban los magos para que espiaran a los brujos y le dijo que tenía que reunirse con el consejo, pues iban a planificar la batalla cuando estaban desplegando un mapa entró en la sala el jefe del consejo acompañado por sus hijos Vivi y Trueno hizo parar la planificación diciendo que había un traidor entre ellos, todos se pusieron en guardia, el jefe continuó explicando.

—Una de las sombras espías esta noche ha visto, una pareja un mago y una chica que le confesaba que estaba embarazada, claro yo me he alegrado pero ésa alegría se a convertido en ira, cuando he sabido que era UNA BRUJA Y DEL ALTO MANDO.

¿No, Roxas? Traidor, por que eso es lo que eres un traidor.

Cuando acabo la explicación todos los magos sacaron sus varitas.

—¿Qué trato hiciste con los brujos?

—No he hecho ningún trato, es cierto que amo a una bruja y también es cierto que esta embarazada de mí, pero no he traicionado al consejo.

—Bueno, si el engendro que lleva la bruja lo matas nada más nacer, posiblemente ya no te trataremos de traidor, pero te degradaremos.

Vivi negaba con la cabeza pues él odiaba a Roxas con todas sus fuerzas.

—¡NO ES UN ENGENDRO, ES MI HIJO! Y lo criaré con la bruja que será mí esposa.

—¡Si dejas al consejo te condenaremos a muerte!

Roxas levantó su varita hizo la magia resplandor, toda la sala se iluminó de una luz cegadora todos los magos cerraron los ojos, cuando la luz se apagó y los magos abrieron los ojos vieron que Roxas había desaparecido.

Capítulo 3

La petición del rey

Los brujos enviaron a Roxas y Naminé a vivir a un país llamado Aquila.

A unos metros apartados del pueblo, había dos