Trabajos de amor perdido
4/5
()
Información de este libro electrónico
Entonces, los tres se hacen tontos absurdos y hacen todo lo incorrecto para que las damas se enamoren de ellos, solo para asegurarse de que suceda lo contrario: las mujeres ven a través de ellos fácilmente y los encuentran groseros, infantiles y bastante poco atractivos.
Sin embargo, en el camino hay mucha diversión y buena poesía.
William Shakespeare
William Shakespeare is the world's greatest ever playwright. Born in 1564, he split his time between Stratford-upon-Avon and London, where he worked as a playwright, poet and actor. In 1582 he married Anne Hathaway. Shakespeare died in 1616 at the age of fifty-two, leaving three children—Susanna, Hamnet and Judith. The rest is silence.
Relacionado con Trabajos de amor perdido
Libros electrónicos relacionados
El rey Lear Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPericles Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl conde Partinuplés Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa celosa de sí misma Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa fierecilla domada Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Casa de muñecas: Biblioteca de Grandes Escritores Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl lago de los cisnes: Un beso entre dos culturas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Poesía amorosa: Poesía amorosa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMacbeth: Tragedia clásica: Biblioteca de Grandes Escritores Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Perro de los Recuerdos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNoche de Reyes Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Hernani de Victor Hugo (Guía de lectura): Resumen y análisis completo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMathilda Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Las Traquinias Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCasa de muñecas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHamlet, príncipe de Dinamarca Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSueño de una noche de verano Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Siete postales rotas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMacbeth Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl maleficio de la mariposa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLas Troyanas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Enrique IV, partes I y II Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa vida es una telenovela Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Jane Eyre Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesObras - Coleccion de Virginia Woolf Calificación: 3 de 5 estrellas3/5La Tempestad (Ilustrado) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La dama de blanco: Biblioteca de Grandes Escritores Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Mucho ruido y pocas nueces Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Teatro breve Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl fantasma de Canterville Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Clásicos para usted
El Viejo y El Mar (Spanish Edition) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El lobo estepario Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Don Quijote de la Mancha Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Libro del desasosiego Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La casa encantada y otros cuentos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Meditaciones Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Principito: Traducción original (ilustrado) Edición completa Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Yo y el Ello Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Divina Comedia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5To Kill a Mockingbird \ Matar a un ruiseñor (Spanish edition) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La montaña mágica Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Arte de la Guerra - Ilustrado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La interpretación de los sueños Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Crimen y castigo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5En busca del tiempo perdido 1 (Por el Camino de Swann) Calificación: 2 de 5 estrellas2/5Poesía Completa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Madame Bovary Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Ilíada y La Odisea Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Novela de ajedrez Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El cuervo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Política Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Trópico de Cáncer Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuentos completos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La muerte en Venecia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La llamada de Cthulhu Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Sigmund Freud: Obras Completas (Golden Deer Classics) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las olas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Introducción al psicoanálisis Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Juego De Los Abalorios Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Categorías relacionadas
Comentarios para Trabajos de amor perdido
1 clasificación1 comentario
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Uno de los trabajos poco conocidos de Shakespeare pero igualmente valioso. La comedia es divertida y está muy basada en Ovidio y su arte de amar. Me gusta el lenguaje antiguo pero imaginé la situación siendo actual y es chistosa!
Vista previa del libro
Trabajos de amor perdido - William Shakespeare
PERDIDO
TRABAJOS DE AMOR PERDIDO
DRAMATIS PERSONÆ
FERNANDO, rey de Navarra. BEROWNE, Señor del séquito del rey LONGAVILLE, Señor del séquito del rey DUMAINE, Señor del séquito del rey.
BOYET, Señor del séquito de la princesa de Francia. MARCADE, Señor del séquito de la princesa de Francia DON ADRIANO DE ARMADO, español excéntrico.
SIR NATANIEL, cura párroco. HOLOFERNES, maestro de escuela. DULL, alguacil.
COSTARD, gracioso. MOTH, paje de Armado UN GUARDABOSQUE
LA PRINCESA DE FRANCIA
ROSALINA, Dama del séquito de la princesa MARÍA, Dama del séquito de la princesa.
CATALINA, Dama del séquito de la princesa JAQUINETA, aldeana
OFICIALES y otras personas del cortejo del rey y de la princesa ESCENA.- Navarra
Acto Primero Escena Primera
Parque del rey de Navarra.
Entran EL REY, BEROWNE, LONGAVILLE y DUMAINE.
EL REY.- Que la fama, perseguida por todos después de su existencia, viva registrada en nuestras tumbas de bronce, y nos preste luego su gracia en la desgracia de la muerte; cuando, a despecho de este voraz devorador, el tiempo, adquiramos por el esfuerzo del soplo presente aquel honor que logre enervar el acerado filo de su guadaña, y nos convierta en herederos de la eternidad. Por consiguiente, bravos conquista- dores -pues sólo lo sois vosotros, que guerreáis contra vuestros propios sentimientos y el ejército enorme de anhelos del mundo-, observemos en toda la rudeza de sus cláusulas nuestro último edicto. Navarra será el asombro del universo. Nuestra corte, una pequeña academia, apacible y contemplativa, consagrada al arte. Vosotros tres, Berowne, Dumaine y Longaville, habéis jurado vivir conmigo por término de tres años, como camaradas de estudios, y guardar los estatutos contenidos en este documento. Formulasteis ya vuestros votos, y ahora sólo resta suscribirlos con vuestros nombres. ¡Que su propia mano prive de su honra al que viole el más pequeño artículo de los aquí trazados! Si tenéis el valor de cumplir vuestras promesas, como habéis tenido el de empeñar seriamente vuestras palabras, firmad y permaneced fieles.
LONGAVILLE.- Estoy resuelto; tres años transcurren con rapidez. El alma banqueteará, aunque el cuerpo ayune. Los vientres voluminosos poseen flacas molleras, y los bocados exquisitos enriquecen los miembros; mas el ingenio da en quiebra completamente.
DUMAINE.- Mi amado señor, Dumaine se halla afligido. Los groseros modales del deleite mundanal los abandona a los viles esclavos de este mundo grosero. Ante el amor, la riqueza y la pompa, desfallezco y sucumbo. Me comprometo a vivir con todos vosotros en la filosofía.
BEROWNE.- No puedo sino amplificar sus protestaciones, querido soberano, habiendo jurado ya vivir y estudiar aquí tres anualidades. Pero quedan otros estrechos compromisos, como no ver mujer alguna en este término, cláusula que espero no se habrá anotado; no tomar alimento un día a la semana y no hacer sino una comida al día, lo cual espero igualmente no se habrá anotado; y además, dormir tan sólo tres horas de noche y no cerrar los ojos en el curso de la jornada..., cuando tengo por costumbre dormir tranquilamente toda la noche y aun hacer una espesa noche de la mitad del día.
¡Espero que esto tampoco se habrá anotado! ¡Oh! ¡Serían rudas tareas, difíciles de cumplir, no ver mujeres, estudiar, ayunar, no dormir!
EL REY.- Vuestro juramento se acondicionó a las expresadas condiciones.
BEROWNE.- Permitidme contradeciros, mi soberano, si os place. He jurado únicamente estudiar con Vuestra Gracia y permanecer tres años en vuestra Corte.
LONGAVILLE.- Berowne, habéis jurado eso y lo demás.
BEROWNE.- Entonces, señor, sea como fuere, he jurado de broma. ¿Cuál es el objeto del estudio? Que lo sepa yo.
EL REY.- Conocer lo que, de otro modo, ignoraríamos.
BEROWNE.- ¿Os referís a las cosas ocultas y negadas al sentido común? EL REY.- Sí, que es la divina recompensa del estudio.
BEROWNE.- Veamos, pues. Juro estudiar para saber lo que se me impide que conozca. Por ejemplo, estudiar dónde puedo almorzar bien, cuando se me prohíba expresadamente el festejarme; estudiar dónde encontrar una dama bonita, cuando, a despecho del sentido común, se escondan ellas; o, habiendo hecho un juramento demasiado difícil de guardar, estudiar el modo de quebrantarlo sin quebrantar mi fe. Si el beneficio del estudio consiste en conocer así lo que ignoramos, hacedme jurar, que nunca diré que no.
EL REY.- Citáis precisamente aquellas distracciones que se oponen al estudio y encadenan nuestro entendimiento a vanos deleites.
BEROWNE.- ¡ Cómo! Todos los deleites son vanos; pero el más vano es aquel que, adquirido con pena, no rinde sino pena, como investigar penosamente sobre un libro, en busca de la luz de la verdad, mientras esta verdad, en el propio instante, ciega pérfidamente la vista de su libro. La luz que busca la luz, hace lucir el engaño de la luz. Así, antes que halléis la luz en el seno de las tinieblas, vuestra luz se tornará obscura por la pérdida de vuestros ojos. Estudiad, más bien el medio de regocijar vuestros ojos fijándolos en otros más bellos, que aunque os deslumbren, al menos os servirán de gula y os devolverán la luz que os hayan robado. El estudio es semejante al sol glorioso del cielo, que no permite que le escudriñen a fondo con insolentes miradas. Poco han ganado nunca los estudiosos asiduos, salvo una ruin autoridad emanada de los libros de otros. Esos padrinos terrestres de las luces del cielo, que bautizan a cada estrella fija, no alcanzan más provecho de sus brillantes noches que los que se pasean sin conocer dichos astros. El exceso de estudio no sirve sino para daros un nombre, gloria que os pueden otorgar todos los padrinos.
EL REY.- ¡Qué sabio es, cuando trata de apostrofar a la ciencia!
DUMAINE.- ¡No se emplearía mejor procedimiento para detener el progreso!
LONGAVILLE.- ¡Arranca el trigo y deja crecer las malas hierbas!
BEROWNE.- ¡La primavera está próxima, cuando incuban los tiernos gansos!
DUMAINE.- ¿Qué se sigue de eso?
BEROWNE.- Que todas las cosas, en su tiempo y lugar. DUMAINE.- Pierde el concepto.
BEROWNE.- Tanto mejor para la rima.
LONGAVILLE.- Berowne es semejante a la dañosa helada, cuyas ardientes mordeduras perjudican los primeros retoños de la primavera.
BEROWNE.- Bien; y digo yo: ¿por qué el orgulloso estío ha de envanecerse antes que los pájaros hallen causa para cantar? ¿Por qué he de regocijarme de un nacimiento abortivo? No apetezco en Navidad más una rosa, que deseo la nieve en las risueñas y presumidas festividades de mayo, sino que cada cosa la quiero en su estación. Así pues, ahora es demasiado tarde para que os dediquéis al estudio; tanto valdría escalar una casa para abrir una diminuta puerta.
EL REY.- Bien quedaos vosotros; marchaos vos, Berowne. Adiós.
BEROWNE.- No mi buen señor. He jurado permanecer con vos; y aunque haya hablado más sobre la ignorancia que podríais decir vos sobre la ciencia angélica, mantendré mi juramento y sufriré la penitencia cada uno de los días de estos tres años. Entregadme ese papel, que yo lo lea y firme con mi nombre los más vigorosos decretos.
EL REY.- ¡He aquí una sumisión que te levanta a nuestros ojos!
BEROWNE (Leyendo.).- «Item. Ninguna mujer se acercará a más de una milla de mi Corte.» ¿Se ha proclamado esto?
LONGAVILLE.- Hace cuatro días.
BEROWNE.- Veamos la penalidad. (Leyendo.) «Bajo pena de perder la lengua.» ¿Quién ha tomado esta decisión?
LONGAVILLE.- A fe mía, a