Nuevas cavilaciones de Andrenio
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Es así como el libro recoge sus artículos publicados en el Diario El Mercurio. En ellos se abordan diversos temas en forma breve y sencilla, animados por los hechos que dibujaron cada situación y que se inmortalizan en cada columna u opinión publicada.
«Andrenio se asombra, se impresiona y se conmueve con aconteceres, y ellos le dan qué pensar; no puede permanecer impasible. El asunto no consiste en quedarse en el testimonio, en la pura sensación. El pensar que responde a este impresionarse lleva al análisis, a la clarificación de términos y significados, a la apelación a la historia, a la reflexión y posición éticas»
Álvaro Quezada
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Nuevas cavilaciones de Andrenio - Fernando Lolas Stepke
Fernando Lolas Stepke
NUEVAS CAVILACIONES DE ANDRENIO
Ril%20-%202006%20-%20Logo%20general.tifNuevas cavilaciones de Andrenio
Primera edición: julio de 2015
© Fernando Lolas Stepke, 2015
Registro de Propiedad Intelectual
Nº 254.606
© RIL® editores, 2015
Los Leones 2258
cp 7511055 Providencia
Santiago de Chile
4885.jpg (56) 22 22 38 100
ril@rileditores.com • www.rileditores.com
Composición e impresión: RIL® editores
Diseño de portada: Marcelo Uribe Lamour
Imagen de portada: The Vows of the Peacock, c. 1350
Epub hecho en Chile • Epub made in Chile
ISBN 978-956-01-0209-6
Derechos reservados.
Presentación
Un hecho no es una noticia. Para que lo sea es necesario poner atención, traerlo desde el flujo de aconteceres de artificial singularidad y darle un lugar en un universo de significados. La noticia está dada por lo que interesa, y lo que interesa no es meramente lo que «me» interesa, sino también lo que debiera interesarme. Lo que, elegido desde el flujo de aconteceres, debe impresionarme o quizás dejarme indiferente. Dicho así, el solo hecho bruto no alcanza para ser noticia, es necesario intervenirlo y darle sentido en una interpretación de lo existente.
Hay quienes se encargan de dar sentido a lo existente construyendo noticias, interpretaciones de mudos hechos, haciéndonos creer que estos mismos son portadores de mensajes. Es así como muchas veces tenemos la impresión de que la realidad es lo que nos informan sobre ella, aunque tampoco tenemos esa habilidad para discriminar el hecho bruto de lo que es añadido. Sabemos que es más la noticia que un hecho, pero a este no tenemos manera de conocerlo, salvo que directamente lo observemos, y aun así.
Y entre las noticias, hay asuntos que dan que pensar. Aconteceres u opiniones que pasan inadvertidos para la mayoría, dan que pensar. Las cosas ocurren, la gente hace y deshace, y ello muchas veces da que pensar. Nos asombra, nos conmueve, nos invita a opinar. Hasta lo más trivial produce en algunos la sana sospecha de que tras él se esconde algo, un significado oculto, un aspecto no mencionado.
De eso tratan estas cavilaciones. Andrenio se asombra, se impresiona y se conmueve con aconteceres, y ellos le dan que pensar; no puede permanecer impasible. El asunto no consiste en quedarse en el testimonio, en la pura sensación. El pensar que responde a este impresionarse lleva al análisis, a la clarificación de términos y significados, a la apelación a la historia, a la reflexión y posición éticas.
El Dr. Fernando Lolas nos presenta este nuevo conjunto de breves reflexiones en forma de cavilaciones, y cavilar, sabemos, es «pensar con intención o profundidad en algo», es decir, cavilar no es mero divagar y pasar superficialmente sobre las aconteceres y opiniones; cavilar no es «calcular», sino ingresar al mundo de «haceres» y «decires» desmenuzándolos, revelando la validez de su pretensión de verdad. Cavilar debiera presidir nuestro hábito diario, debiera caracterizar el trabajo de nuestras autoridades, de nuestros profesores; cavilar debiera ser obligación del ciudadano en general. Critilo responde al asombro de Andrenio y pone, cuando corresponde, «las cosas en su lugar». Lo que también, por qué no, da que pensar.
Álvaro Quezada Sepúlveda
Nota preliminar
Estas Nuevas cavilaciones de Andrenio corresponden al cuarto volumen de breves artículos publicados en la prensa de Santiago de Chile.
Las anteriores —Notas de diario vivir, Cavilaciones de Andrenio y Colectánea de Andrenio—, publicadas por la Editorial Biblioteca Americana, fueron recibidas con simpatía por algunos, con indiferencia por otros y con entusiasmo por varios. Esto importa poco al autor. La finalidad de estas recopilaciones es, literalmente, «hacer memoria» y rescatar de la fugacidad del periódico textos a veces felizmente inspirados, otras simplemente recolectores de anécdotas y en algunas ocasiones contuvieron un adarme de ironía.
Como suele decirse, el género ensayístico se caracteriza por dos cualidades: una cierta nota de intimidad personal y una fuerte cuota de informalidad. Aunque los escritos de este volumen no pueden ser calificados de ensayos en sentido estricto, comparten con este género ambas características. Siempre se trató de una nota personal y nunca hubo propósito didáctico, esperanza de sistema o tan siquiera afán de erudición. Podría decirse que estos textos constituyen una forma especial de decir y comunicar que el autor comparte con otros que, como él, escriben breves notas de «día a día». Y así, de día en día y de mes en mes se van juntando, se guardan, se olvidan y se releen a veces con esa delectación por los propios productos que ninguna falsa modestia puede ocultar o negar.
Andrenio es uno de los dos personajes clave de la obra El Criticón, del jesuita aragonés Baltasar Gracián (1601-1658). Prodigio de estilo conceptista, agudo observador y crítico de su tiempo y lugar, Gracián ocultó su identidad en la mayoría de sus obras, excepto El Comulgatorio, en cuya publicación no usó el nombre Lorenzo o su pseudónimo García de Marlones. Las suyos eran épocas inquisitoriales y un religioso precisaba licencia para publicar. Mucho hay en su obra que delata ánimo crítico, avalado por la agudeza y la prudencia, sus dos virtudes cardinales. Gracián veía cómo se desmoronaba el imperio de los Austrias españoles y cómo medraban ingenios menores. Algo usual en todo tiempo y lugar, que a él le causaron más de algún disgusto. Andrenio es el reverso y complemento de Critilo, su admirable maestro que luego se descubre padre, y juntos viajan por la vida humana. Por la primavera de la niñez, el verano de la juventud, el otoño de la madurez y el invierno de la vejez. Cada párrafo de las «crisis» que componen la obra es un deleite para la imaginación, un reto a la comprensión y una invitación a las cavilaciones.
Como ya dijera en Cavilaciones de Andrenio (2005), cuando escogí el nombre ignoraba que había sido usado, y con brillantez, por el ensayista español Eduardo Gómez de Baquero. Ignorancia que no lamento porque, aunque quizá sea menor en ingenio, no lo soy en admiración por la obra inmortal. Estos dos personajes, Critilo y Andrenio, representan facetas del alma humana, y mientras uno —Andrenio— encarna lo espontáneo, lo primitivo y lo ingenuo, el otro —Critilo— es la mesura de la razón, el desengaño de la experiencia y la prudencia de los años, se recrean en cada momento a través de diálogos y escenarios. Nada hay de mundo natural o de esa peripecia tan vital de otras obras —El Quijote, entre ellas—, lo que no obsta para que la imaginación del lector supla con creces esa dimensión. Los juegos de oposiciones en que abunda la obra son materia de perplejidad y de curiosidad. Mucha astucia es menester, en verdad, para comprender a cabalidad lo que Gracián quiso decir. En ocasiones, es menester repensar la España del siglo XVII, su siglo, para atisbar la profundidad de su original pesimismo. Como todos los pesimismos, este se transforma y supera en las crisis finales del libro que, como novela de trayecto y guía de perplejos, mucho se asemeja a otras que fueron de estilo en esos tiempos. También recordé, al publicar otras recopilaciones, cuánto se parece el tema central —un sabio que enseña y conduce a un ignorante— a lo escrito por Abuchafar Abentofail en El filósofo autodidacta, a Defoe en el Robinson Crusoe y a Voltaire en Candide. Con la díada inmortal —Don Quijote y Sancho— hay diferencias interesantes. Pues mientras en la obra de Cervantes don Quijote se «sanchiza» (esto es, se vuelve razonable de un modo más bien convencional) y Sancho se «quijotiza» (compartiendo ideales y quimeras), Andrenio y Critilo, hasta el final, cuando llegan al reino de Vejecía y conocen la Isla de la Inmortalidad (en medio de los mares de tinta que supone la inmortalidad para un escritor), hasta el final repito, mantienen su diferencia, su complementaria identidad y sus perpetuos contrastes.
Pero no es este lugar adecuado para recordar a Gracián porque se trata solamente de dar