010 Ernst Lubitsch Indd

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Juan Tejero

Crtica

Ernst Lubitsch: el arte de la sugerencia


Ernst Lubitsch: the art of the suggestion

Juan Tejero*
El espacio que ocup Ernst Lubitsch como genio creativo y como germen de la sofisticacin europea se hace ms fascinante a medida que Hollywood retrocede en el tiempo. Considerando el modo en que fue desairado por Mary Pickford en su primera pelcula americana, Rosita, la cantante callejera (Rosita, 1923), as como ingeniosamente escarnecido por su terquedad teutnica, sorprende que el bon vivant berlins alcanzara una posicin tan eminente en la meca del cine. Cuando cruz el Atlntico, ya haba dirigido catorce largometrajes. No volvi a hacer una pelcula fuera de Estados Unidos. Sin embargo, perversamente, casi ninguna de las que hizo estaba ambientada en su pas de adopcin. Sus filmes sucedan en Lubitschlandia, un vasto y romntico patio de recreo lleno de encanto y sofisticacin, ms divertido, ms ertico, ms refinado y, sobre todo, ms glamouroso que Estados Unidos, donde ladrones, granujas y estafadores lucan impecables maneras y ropa interior limpia. Yo he estado en Pars, Francia, pero Pars, Paramount, es mejor, reconoci el cineasta. Ahora Lubitschlandia es un continente perdido, como la Atlntida, pero es que nunca existi realmente, salvo en el generoso corazn de su creador. En Hollywood, Ernst slo hizo comedias romnticas y musicales, salvo el legendario melodrama zarista El patriota (The Patriot, 1928) con Emil Jannings y la melanclicamente pacifista Remordimiento (The Man I Killed, 1932). Y por lo general, el maestro berlins conserv el tono rtmico y liviano, el que se convertira en su gloria y su cruz. Hoy, los especialistas siguen sin ponerse de acuerdo sobre lo que constituye el clebre toque Lubitsch y la mayora de las definiciones vienen envueltas en poticos trminos de adoracin. Andrew Sarris comenta que esa chispa natural del cineasta es el emotivo contrapunto de tristeza en los momentos
El autor fund (1992) la revista Cinerama, que dirigi durante nueve aos, y en 1998 T&B Editores (www.cinemitos.com/tbeditores/Paginas/home.asp). Desde la fundacin de T&B compagina la labor de direccin de la editorial con la de escritor, as como la colaboracin en diversos programas de radio y televisin. Es autor de numerosos artculos y libros. El ltimo libro que ha publicado lleva por ttulo: El grupo salvaje de Hollywood. Dioses y monstruos (T&B Editores, 2009).
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ms alegres de una pelcula. Leland A. Poague describe su estilo como grcilmente encantador y fluido, con una ingeniosa habilidad para sugerir ms de lo que mostraba. Observaciones como sta ltima pegaron en la espalda de Ernst el desafortunado ttulo de director de puertas, puesto que algunos de sus momentos ms cmicos giran en torno a la invisible actividad que se deduce est ocurriendo detrs de una puerta cerrada. Lubitsch deca: Hay mil maneras de encuadrar con una cmara, pero en realidad no hay ms que una. Y su carrera fue un testarudo peregrinar por esas novecientas noventa y nueve restantes maneras de dar en el touch, una obstinacin sin lmites que le permitira alumbrar un estilo nico. Cierto que ha sembrado sus influencias en el campo de la irona como pocos la han sembrado, pero la vigencia de su humor no radica slo en ese virus malvolo, pcaro, endemoniado y epicreo que alz sus obras maestras, sino en una ternura nica en el cine. Sus personajes, como los de Renoir, tienen sus motivos. No los disculpa, pero tampoco moraliza. A los mangantes de Un ladrn en la alcoba (Trouble in Paradise, 1932), al marido infiel de El diablo dijo no (Heaven Can Wait, 1943) y a las mujeres de vida airada de ngel (1937), el director les regala una sonrisa cmplice. No dicta sentencia, prefiere disfrutar de su absurdo pero comprensible deseo de tenerlo todo; de romper las reglas y no pagar por ello, aunque siempre hay que pagar un precio, y el bon vivant berlins, discretamente, lo paga de su bolsillo y deja que sus bribones escapen para seguir viviendo. Les perdona porque tienen estilo y misterio y un humor que todo lo redime. Y sobre todo, nunca les falta capacidad para apreciar lo ridculo. Toda su filmografa en Amrica, desde Los peligros del flirt (The Marriage Circle, 1923) hasta El pecado de Cluny Brown (Cluny Brown, 1946), tiene una elegancia y una belleza coherentes, un elemento que, lejos de menguar, se ha incrementado con el tiempo. Estas livianas pelculas tienen una resonancia y una verdad que se vuelven ms conmovedoras con cada ao que pasa. Son testimonios de todo lo bueno que existe en el ser humano, su sentido del humor, su elegancia y su coraje ante la triste brevedad de la vida. Lo que tambin debemos recordar es que Lubitsch fue tanto una fuerza como un faro, una figura que deba ser tenida en cuenta. As, la influencia que tuvo en la Paramount es comparable a la de Zanuck en la Fox, la de Thalberg en la MGM, la de Laemmle en la Universal, y la de todos los hermanos Warner juntos. Chaplin siempre fue su propio productor y su propio creador, pero en la dcada de los treinta era demasiado individualista y tecnolgicamente reaccionario para ejercer demasiada influencia en otros cineastas. Capra tuvo carta blanca en la Columbia durante un tiempo, pero nunca hizo nada por poner remedio a la mediocridad general de la factora comercial de Harry Cohn. Slo entre los directores distinguidos de la dcada, Lubitsch mir ms all de su ombligo creativo para fijarse en la evolucin de los gustos del pblico. Nacido el 28 de enero de 1892, hijo de un sastre bien situado, Ernst Lubitsch debut como actor con la compaa berlinesa de Max Reinhard, en 1911, y poco
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despus empez a compaginar el teatro con la industria del cine. Entre 1914 y 1919 dirigi e interpret veintisiete cortometrajes cmicos, en la mayora de los cuales represent el arquetipo del judo bufonescamente agresivo. Estas pelculas no son conocidas hoy en da, ni siquiera entre la mayor parte del pblico cinfilo. Pero ver hoy al exquisito connaiseur en estas cintas es una experiencia inquietante, a la vista de su elevada reputacin artstica. Su personalidad cmica no madur con la edad. Sus interpretaciones son groseras, speras, y, para criterios actuales o para cualquier criterio, antisemitas. Su judo es un ser taimado, codicioso, astuto y lascivo que va por la vida cargado de ambicin desatada. No es un El maestro berlins se hizo conocido por el hombrecillo chapliniano, ni un esToque Lubitsch, inteligentes insinuaciones visuatoico keatonesco, ni mucho menos les sobre acontecimientos que ocurran tras puertas un hombre corriente lloydiano. cerradas (cortesa del autor). Slo es un hombre con soberbia en los ojos y una insidiosa sensualidad en los labios, combinados con una ausencia de encanto y elegancia. El encanto, el ingenio y la gracia, las cualidades que ms tarde fueron la esencia del Lubitsch maduro, brillan por su ausencia. As, todo lo que viniera luego tena que ser mejor que esto. Por fortuna, Ernst dej de actuar en cuanto se meti en la rueda de la produccin cinematogrfica. Despus de su primer largometraje, Als ich tot war (1916), se limit al gag o el cameo ocasionales. La princesa de las ostras (Austernprinzessin, 1919) fue su primer amago de comedia ingeniosa basada en la sugerencia, la elipsis y la incongruencia visual. El encanto y el sentimiento que haban brillado por su ausencia en sus interpretaciones se manifest milagrosamente en su trabajo de direccin. Hasta 1917 actu en muchas de sus propias pelculas, pero despus de la guerra pas a dedicarse exclusivamente a la direccin, tocando todos los palos, desde la fantasa expresionista a la historia de amor, la farsa y la comedia, aunque sera en el gnero pico donde obtendra sus mayores xitos. Con Madame Dubarry (1919), su fama de humanizador y demoledor de la historia se expandi por
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todo el mundo. Y el xito ya no le abandon en ttulos como Romeo y Julieta (Romeo und Julia im Schnee, 1920), Ana Bolena (Anna Boleyn, 1920) y Sumurun (1920), en la que dio vida a un enano, en una interpretacin caractersticamente imaginativa y grotesca. Lubitsch tena un vvido, aunque teatral, sentido de la composicin y la estampa de grupo, un dominio de las grandes multitudes y las estrellas, y un ingenioso aunque un poco evidente modo de inventar triviales tramas ntimas para personajes nobles. Este humor era ms pcaro que penetrante, pero incluso en sus pelculas alemanas saba escamotear sus estratagemas para que halagaran a los sentidos. En 1923 se fue a Amrica cuando el pas y Hollywood an no vean con buenos ojos a los talentos extranjeros para dirigir a Mary Pickford en Rosita, la cantante, una decepcin comercial en la poca, pero ahora una especie de tesoro documental. Como afirm Lotte Eisner, Lubitsch redefini su estilo al otro lado del Atlntico, abandonando el slapstick en favor del desenfado. Trabaj para la Warner, y en Los peligros del flirt (The Marriage Circle, 1924), la primera de sus taimadas subversiones de las convenciones morales estadounidenses y de su puritana tica del sexo, construy un modelo de comedia sofisticada para la era muda. Luego pas a la Paramount para rodar La frivolidad de una dama (Forbidden Paradise, 1924), a partir de una obra de teatro de Lajos Biro. Protagonizada por Pola Negri y Adolphe Menjou, esta pelcula traslada los escenarios europeos y aristocrticos a los estudios americanos e introduce el humor como base para la dignidad pomposa. El abanico de Lady Windermere (Lady Windermeres Fan) la hizo en la Warner, y en La locura del charlestn (So This is Paris) dirigi a Myrna Loy. Su talento empezaba a derribar los prejuicios xenfobos. El prncipe estudiante (The Student Prince in Old Heidelberg, 1927), filmada en la Metro, fue un gran xito comercial. El caso es que Hollywood acab adorando al Lubitsch silente; no haba nadie como l. Von Sternberg, otro centroeuropeo, empezaba entonces a buscar sus referencias y la nica competencia, Erich Von Stroheim, era un talento demasiado incendiario: el que lo abrazara corra serio peligro de ver perjudicados sus presupuestos y su paz de espritu. Pero a finales de los veinte, el maestro berlins pareca consciente de la escasa libertad de accin que tena con un pblico cada vez ms impaciente. Sus cuatro musicales son una escalada de amaneramiento y estilizacin, a medida que aumentaba la resistencia del pblico a la potica de la puesta en escena rtmica. As, El desfile del amor (The Love Parade, 1929) es una pelcula relativamente desenfadada y espontnea, un puente entre la melosidad visual del cine mudo y la dinmica verbal-musical del sonoro; por lo dems, esta pelcula no es ms que un musical de una sola cancin, el Dream Lover, de Victor Schertzinger. Lubitsch disfrut de una curiosa inmunidad en los aos treinta, en el sentido de que al final de la dcada, su prestigio era tan elevado como al principio. En los aos cuarenta, Josef Von Sternberg, King Vidor, Franz Borzage, Ren Clair, Rouben Mamoulian y Lewis Milestone perdieron la preeminencia que haban tenido en los primeros treinta, pero John Ford, Frank Capra, Leo McCarey, Alfred Hitchcock,
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Ernst Lubitsch, Jeanette MacDonald y Maurice Chevalier (cortesa del autor).

Gregory La Cava y William Wyler salieron de la nada aparentemente, a mediados de los cuarenta, para marcar la segunda parte del decenio. Ernst tuvo sus altibajos, pero nunca pas de moda de forma permanente. Monte Carlo (1930) inaugur los treinta con la hbil mezcla de montaje sonoro y msica visual presente en la escena en la que Jeanette MacDonald canta Beyond the Blue Horizon, y Ninotchka (1939) baj majestuosamente el teln sobre la dcada, con la exquisita encarnacin, por parte de Greta Garbo, de un iceberg ideolgico que se disuelve en carcajadas. Entre estas dos epifanas de su paleta de colores pastel, Lubitsch aport una variada gama de comedias. El teniente seductor (The Smiling Lieutenant, 1931) y La viuda alegre (The Merry Widow, 1934), son inteligentes, risueas y refinadas, pero puede una gran comedia estar protagonizada por Maurice Chevalier y Jeanette MacDonald? Una mujer para dos (Design for Living, 1932) y La octava mujer de Barba Azul (Bluebeards Eight Wife, 1938) son teatrales y formales, pero tambin maravillosamente inventivas. Las joyas de la coleccin son la genuinamente amoral Un ladrn en la alcoba (Trouble in Paradise, 1932), liberadora y enrgica de puro cnica; Angel (1937), que podra ser el homenaje de Lubitsch a Sternberg y DieDendra Mdica. Revista de Humanidades 2011;10(1):95-102

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trich, y El bazar de las sorpresas (The Shop Around the Corner, 1940), una fascinante comedia de imposturas y equvocos. Muchos consideran que Un ladrn en la alcoba es, si no la mejor de su filmografa, s, cuando menos, la representacin de todas las caractersticas que definen el cine de Lubitsch: dilogos chispeantes, argumentos interesantes, personajes ingeniosos y sofisticados, la gracia y la elegancia de los aos veinte, la conciencia igualitaria de los treinta, el ingenio visual del cine mudo y el ingenio verbal del sonoro, todo lo que compone su clebre toque. De Angel se puede afirmar que es la pelcula ms perfecta de cuantas hizo Lubitsch, que es el cineasta que ms veces roz la perfeccin. Y El bazar de las sorpresas es tan melosa y ligera como el algodn dulce, pero tambin es una de las mejores pelculas de la historia. Maravillosamente escrita, esta oda a la modestia de los anhelos de la clase media es un tesoro de esperanzas y ansiedades basadas en los desesperados rostros de James Stewart y Margaret Sullavan. La conversacin en el caf puede ser el mejor encuentro en la historia del cine americano. En conjunto, la de los treinta fue una dcada productiva para un cineasta que haba sobrevivido a un traslado de Alemania a Amrica, a los berrinches de Pola Negri y Mary Pickford, a la transicin del mudo al sonoro, a la adquisicin de poder (y prdida de gloria) cuando pas de director a productor-director en la Paramount, y a los cambiantes gustos del veleidoso pblico. Sin embargo, nunca gan un Oscar ni un premio de la Crtica de Nueva York, pero ya se sabe que los talentos cmicos pocas veces tienen tanto peso como los talentos trgicos o simplemente oscuros, y esto es especialmente cierto en Hollywood. Ms tarde, cuando el mundo viva sus das ms oscuros, Lubitsch entreg una de las mejores comedias que ha dado Hollywood. Y no una comedia escapista, sino Ser o no ser (To Be or Not to Be, 1942), en la que se atrevi a rerse de Hitler en pleno horror blico. Si el mayor talento del maestro berlins era su capacidad de hacer que nos riramos de los hechos y las ansiedades ms graves, de utilizar el humor para ayudarnos a conocernos mejor a nosotros mismos, entonces esta pelcula puede ser considerada su trabajo ms consumado. Pero en los aos cuarenta, Ser o no ser fue condenada por la indelicadeza que supona tomarse a broma la conquista de Polonia por los nazis, no en vano el jefe de la Gestapo (Sig Ruman), le dice a un histrinico actor polaco (Jack Benny) que se est haciendo pasar por agente de la Gestapo: Lo que l [el personaje de Benny] le hizo a Shakespeare, nosotros se lo estamos haciendo a Polonia. Un crtico del Philadelphia Inquirer calumni al director describindolo como un director nacido en Berln que disfrut cuando los alemanes bombardearon Polonia. En aquella poca nadie capt ni por lo ms remoto el trasfondo de humor judo contenido en la frase de Lubitsch y su guionista, Edwin Justus Mayer. Salvando el abismo entre el humor y el horror, un hombre jovial de ojos brillantes y enorme puro trascendi los tiempos en los que viva para convertirse en un artista eterno. Haba iniciado su carrera haciendo chistes. Cuando la clausur,
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Marlene Dietrich y Ernst Lubitsch en un momento del rodaje de Angel (cortesa del autor).

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haba trazado el mapa de una civilizacin que estaba desapareciendo, en la que la gente acataba las reglas hasta el borde de la eternidad. Y el preciso estilo que antes pareca tan irnico y malvado, ahora parece infinitamente clido y misericordioso. Tal vez lo que los intelectuales nunca han aceptado de Lubitsch es la presuncin del genio en una visin del mundo de clase media. Lubitsch slo pudo dirigir otros dos xitos crticos y comerciales, El diablo dijo no (el patetismo del bon vivant que se enfrenta a la muerte), y El pecado de Cluny Brown (maneras contra instinto en un mundo que se ha vuelto loco), antes de sucumbir a su sexto ataque al corazn, el 30 de noviembre de 1947. Muri mientras diriga That Lady in Ermine, que fue completada por Otto Preminger. En su funeral, Mervyn LeRoy hizo un elogio acertado: Contribuy ms que nadie al progreso de las tcnicas de la comedia cinematogrfica. De pronto se dejaron atrs el batacazo y la reaccin tarda y empezaron a explotarse las fuentes de la risa interior. Desde entonces, han sido muchos los que han intentado definir el clebre toque Lubitsch; pero este toque es el de un maestro que sabe exactamente qu cantidad de sal o azcar aadir a un plato. El cineasta berlins tena el don de presentar el arte como entretenimiento y el entretenimiento como arte: un talento que Hollywood parece haber perdido. Y como artista tena la habilidad suprema de hacer que la tarea ms difcil pareciera fcil, y que la pesada maquinaria del cine resultara ms ligera que una pluma. Vuelvan a l, o descbranlo por primera vez. Son pelculas antiguas, pero dejan en evidencia a las nuevas.

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