La Delusion: Desarrollo Histórico y Deslinde Conceptual
La Delusion: Desarrollo Histórico y Deslinde Conceptual
La Delusion: Desarrollo Histórico y Deslinde Conceptual
Publicado en: Anales del VII Congreso Nacional de Psiquiatría. Asociación Psiquiátrica Peruana. 23 a 26 de
Agosto de 1984.
Introducción
En el examen de todo fenómeno psicopatológico se puede distinguir una primera fase de
reconocimiento empírico y una segunda de registro formal. En lo que atañe a la delusión –
inicialmente usaremos la voz que la distingue de más antigua data, delirio–, su origen y su
identificación que se remonta a los tiempos pretéritos del conocimiento antropológico. La
antigüedad greco-latina nos enseñó a delimitar la sabiduría, phrónesis, de la perversión de la misma
phrénesis o delirio furioso. Delirio viene del latín delirare que en etimología estricta quiere decir
salirse del surco; en un sentido lato, denota apartarse de la huella del conocimiento socialmente
compartido. Al principio sólo distinguible del estado de conciencia del que emergía (delirio febril y
delirio afebril), fue adquiriendo gradualmente la conformación de una perturbación de variable
entidad en función mayormente del curso: breve o subitáneo, extendido o forma crónica de delirar.
Se establece así la diferencia entre sanus, sano, y vesanus, privado de razón. Pero su deslinde
psicopatológico requeriría aún el nacimiento de la psiquiatría formalmente, como rama diferenciada
del saber médico, esto es, una historia reciente que se remonta a fines del siglo XVIII y comienzos
del XIX.
Deslinde conceptual
Cuando se habla de delusión, siguiendo a J.M.Sutter, nos estamos refiriendo a tres órdenes
de cosas: 1) la delusión y la idea delusiva, como hecho psicopatológico fenoménicamente; 2) al
“estado delusivo”, que es la condición patológica en conjunto de la que emerge la delusión; y,
finalmente, 3) a la expresión de ese estado en la esfera intelectual o noética, que es un artificio
didáctico o una construcción aislada por las necesidades del estudio analítico (25).
*
C. Gutiérrez Noriega inicialmente identificó el cactus como opuntia cylindrica. Posteriormente el mismo investigador y
sus discípulos enmendaron el error.
poussées delusivos. Complementaria es la observación de J.D.Griffith et al. acerca de la producción
de psicosis paranoides con d-anfetamina en sujetos normales (10).
Por otra parte las técnicas exploratorias o narcoanalíticas con barbitúricos de acción rápida
o el euforio–análisis con sustancias estimulantes han permitido el ahonde psicopatológico y
dinámico de la experiencia delusional. Entre los hallazgos más significativos se verificó las
marcadas diferencias individuales del cuadro experimental en dependencia con la personalidad del
examinado. En todo caso el tipo de pensamiento delusional que se observa con más frecuencia es la
idea delusiva o “delirio secundario” a otras experiencias psicopatológicas o a marcadas
modificaciones del ánimo de base. Casi invariablemente, las elaboraciones delusivas son fugaces,
no apreciándose cursos delusivos mayores.
Las delusiones son definidas como desórdenes primarios del juicio, esto es, como
perturbaciones genéticamente incomprensibles y que no pueden deducirse de otras experiencias.
“Son juicios infundados que ocurren al sujeto, quien los vive como verdades inconclusas y saca de
ellos consecuencias, como de un juicio fundado” (4).
†
Ciclo de Conferencias sobre “Psicopatología y clínica de los delirios” organizado por el Cuerpo Médico del Hospital
“Hermilio Valdizán” y la Asociación Psiquiátrica Peruana, Auditorio del Banco Continental, Lima, 7–9 de agosto de
1981.
Un estado anímico frecuentemente penoso (la disposición de ánimo delusional o “temple
delirante”) vincula la delusión constituyente y la delusión constituída.
El aporte peruano
Hemos mencionado ya las contribuciones de la escuela peruana al estudio experimental de
las delusiones. Corresponde ahora establecer, en cronología estricta, el aporte nacional a su
delimitación terminológica y conceptual.
La primera vez que Honorio Delgado utiliza la palara delusión es en el artículo “La
negación de la paternidad como síntoma psicósico”, publicado en 1922 en la Revista de Psiquiatría
y Disciplinas Conexas (2). En este artículo se analiza tres casos de esquizofrenia que tenían como
manifestación relevante de la delusión de negación de la paternidad. Influído entonces por el
método psicoanalítico freudiano, el maestro peruano escribe: “A la luz de las doctrinas
psicoanalíticas, me parece legítimo atribuir valor y significado preciso a tal manifestación clínico
(la negación de la paternidad). A mi entender, es un síntoma, que resulta de factores fundamentales
en el determinismo psicológico de la psicosis; es decir, un producto simbólico del conflicto entre el
contenido de la subconsciencia, reavivado por la regresión, y con los rezagos de la tendencia
represora de la conciencia crepuscular”. Con esta formulación dinámica del contenido manifiesto
del síntoma. Honorio Delgado se aleja de la apreciación Kraepelin que consideraba estas
manifestaciones “como ideas delirantes sin sentido, como banales expresiones de exaltación, como
errores de memoria, como síntomas fugaces” (2).
‡
En su décimonovena edición, 1970, el Diccionario contiene las siguientes voces: deludir (del latín deludere, engañar)
como verbo transitivo; los adjetivos delusivo/va y delusor/ra, el adverbio de modo delusoriamente y el adjetivo
delusorio/ria (22). En el Psychiatric Dictionary, Fourth edition, de L.E.Hinsie & R.J.Campbell (12), además de la
definición de delusión se señala algunos tipos (delusión “abortiva”, alopsíquica, “asténica”, autóctona, autopsíquica,
expansiva, “explicatoria”, “de personas sanas”, de infidelidad, de interpretación, de alcurnia –Mignon– de observación,
primordial, psicasténica, residual, secundaria, somática y somatopsíquica). La Nueva Enciclopedia Británica (1976)
define así la delusión: Delusión: falsa creencia o persistente error de percepción mantenido a despecho de su absurdidad
lógica o evidencia contradictoria; sintomática de enfermedades como paranoia, esquizofrenia y depresión psicótica, y de
condiciones fisiológicas tales como psicosis senil, parálisis general y delirium. Las delusiones varían en intensidad,
extensión y coherencia y en alguna extensión representan exageraciones patológicas de tendencias normales a la
racionalización, pensamiento desiderativo y condiciones semejantes. Probablemente las delusiones más comunes son las
de persecución y grandeza; otros tipos incluyen las delusiones de enfermedad (hipocondría), culpa, pecado, erótica (e.g.
que una persona es amada por alguna persona famosa)” (26).
delirios”, realizada por psiquiatras de 15 naciones diferentes, señala las dificultades terminológicas
y el deseo de varios autores de llegar a un consenso internacional con relación a la palabra “delirio”
y el ajuste conceptual propuesto por la delegación peruana, posición que lamentablemente no
prosperó (8).
En ese último aporte concluye, después de examinar los aspectos estadísticos, que “el
esquizofrénico paranoide no sufre porque su mundo discrepe del de los demás hombres, a causa del
vigor de su certeza, dependiente de la falla de juicio…” y agrega que “la quiebra de las categorías
especiales y de las fundamentales es aspecto capital de la delusión…”, siendo la “condición
fundamental” la atelesis de la conciencia (6).
Una revisión sumaria del tema de la delusión no puede prescindir de algunos aportes a su
reflexión realizados por psiquiatras peruanos en el marco de una reunión dedicada a este asunto en
diciembre de 1962§. Además del breve texto de presentación preparada por Honorio Delgado para
esa ocasión, es particularmente aportativa la contribución de Manuel Ponce al estudio de una forma
de este trastorno que llama acertadamente “delusión transitiva” (20). Se trata de una categoría según
lo cual el tema delusional es extendido a “los otros”, involucrando a otras personas en la trama
delusiva: “no hay la enajenación anexa al transitivismo, hay más bien una aprehensión afectiva por
la que la intencionalidad del contenido delusional es aún vivenciada por el sujeto que en alguna
forma quiere hacer un trabajo anterior sobre el contenido delusional es aún vivenciada por el sujeto
que en alguna forma quiere hacer partícipes a otras personas de lo que le podría estar sucediendo”
(20). En un trabajo anterior sobre el contenido delusional en la esquizofrenia paranoide. Ponce
verificó un elevado porcentaje (42 casos sobre 120, esto es el 36% de la muestra) de este tipo de
delusión transitiva, principalmente ligado a factores de índole cultural–social (19).
***
Lo esencial de la delusión –señala Lacan– es la delusión misma en su humanidad, es decir
en sus significaciones socio–verbales (8). El análisis fenoménico–estructural de la delusión apenas
si nos acerca a la comprensión parcial del esquizofrénico y su mundo. Una visión de conjunto nos
permite acercarnos a la noción fundamental de que la elaboración delusiva es una manera, no por
frustránea menos expresiva, del afán del enfermo por restituir algunos vínculos unitarios con la
realidad. “Las creencias del hombre normal –escribe J.M. Sutter– lo llevan a unificar el yo histórico
con el mundo fenomenológico tal cual es vivido por la persona. En el enfermo la delusión responde
a la necesidad experimentada o vivida de salvar, por una conducta de creencia, la indispensable
unidad histórica (8). Es desde esta perspectiva unitaria que el estudio de la delusión adquiere su real
significado y su genuino valor histórico.
§
Primera reunión de Psicopatología, patrocinada por Merck Sharp & Dohme, Lima, 1º de diciembre de 1962. Se
revisaron, además del señalado, los siguientes temas: “Contribución al estudio de la delusión y la conciencia del yo” (S.
Luza), “El fondo endotímico en la configuración de la delusión” (G. Mori), “La delusión a lo largo de la curva de
desarrollo infantil” (E. Majluf), “Delusión y obsesión” (V. Saavedra) y “Delusión y Delito” (resumen de M. Arnillas).
BIBLIOGRAFÍA