Koenigsberger Monarquía y Parlamento en La Europa Moderna

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86 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES

la minoracin de ingresos y la conformidad consiguiente del Go-


bierno es el de la nonna tributaria del propio proyecto de Presu-
puestos, significa tanto como que no se puede proponer por va
de enmienda excluida de conformidad gubernamental ms que el
aumento de ingresos, ya que toda disminucin de ingresos con respec-
to a las propuestas tributarias del proyecto presupuestario pueden
ser yuguladas por el Gobierno. Esta interpretacin, que ha preva-
lecido en la discusin parlamentaria de los proyectos de Presu-
puestos para 1984 y 1985, limita de manera importante las facultades
de las Cmaras para desempear correctamente sus funciones cerca
del proyecto de Presupuesto.
Pblica Espaola, 1981, nm. 72, pgs. 27 y sigs.; J. MARTfN QUERALT, Juris-
prudencia financiera y tributaria del Tribunal Constitucional, tomo 1, Civitas,
Madrid, 1984, pgs. 83 y sigs.; R. FALCN Y 1'BI.!.A, La habilitacin en las Leyes
de Presupuestos para modificar tributos, Civitas/Revista de Derecho Finan-
ciero. enero-marzo, 1982, nm. 33, pgs. 37 y sigs.; este mismo autor, Ley
tributaria sustantiva en la jurisprudencia constitucional, Revista Espafiola de
Derecho Constitucional, nm. 5, 1982, pgs. 182 y sigs.; A. MAR-
TfNEz L\FUENTE, Ley de Presupuestos e inconstitucionalidad, Civitas/Revista
Espaola de Derecho Financiero, nm. 25, 1980, pgs. 6 y sigs.
DOMINIUM REGALE
O DOMINIUM POLITICUM ET REGALE
MONARQUIAS Y PARLAMENTOS EN LA EUROPA MODERNA*
H. G. KOBNIGSBERGBR
Alguien me ha comentado que las lecciones inaugurales deberian
aportar algo nuevo. Las palabras elegidas para titular la ma no
son nuevas, por supuesto. Todo lo contrario. Seguramente las dos
frases de Sir John Fortescue, dominium regale y dominium poli-
ticum et regale, eran el pan nuestro de cada da de los legendarios
escolares de Macaulay, o, por lo menos, deban haberlo sido. He
usado esas palabras porque resumen una actitud inglesa muy
corriente hacia nuestra historia y la historia francesa y, en general,
hacia la historia europea continental. Segn el distinguido ex Jus
ticia Mayor, que escribi su tratado sobre El Gobierno de Inglaterra
(The Governance of England) al final de su larga vida, en la dcada
de los aos 1470, Francia estaba gobernada cual dominium regale.
Quera decir con esto cual monarqua absoluta, que para l signi-
ficaba un rgimen en que el rey cargaba impuestos a los plebeyos
a su libre arbitrio, eximiendo a los nobles del pago de los mismos.
Fortescue sostena que el resultado de ello era deplorable tanto
para el rey como para sus sbditos, porque:
beben agua, comen manzanas, con pan negro hecho de cen
tena; no comen carne, pero, caso de hacerlo excepcionalmente,
* El artculo que aqu se reproduce constituye, con ligeras modificaciones,
la leccin inaugural de la ctedra de Historia de la Universidad de Londres
(King's College), pronunciada por el autor el 25 de febrero de 1975.
La versin castellana ha sido preparada por Dmaso de Lario, y fue
blicada por el Boletn de la Real Academia de la Historia, en su tomo 174
(pginas 461-493). Agradecemos las facilidades dadas para su publicacin en la
Revista de las Cortes Generales,
88 REVISTA DE LAS CORTES GENEltALES
se trata de un poco de manteca de cerdo, o de entraas y
pellejos de animales sacrificados para los nobles y comer-
ciantes agrcolas. No llevan ropa de lana... Sus mujeres e
hijos van descalzos ... Pues algunos de los que solan pagar
a su seor un escudo en concepto de arrendamiento, que era
anual, pagan ahora al rey cinco escudos sobre ese escudo. Por
lo que, al ser empujados por la necesidad a acechar, trabajar
y buscar por todas partes para ganarse el sustento, se mer-
man fsicamente... Se encorvan y debilitan, no siendo tiles
para luchar o defender el reino ... El rey de Francia tena
que apoyarse en los escoceses, espaoles y alemanes para
defender su pas. He aqu, concluye Fortescue, ce! fruto del
ius regale... Pero gracias a Dios, esta tierra (Inglaterra) se
rige por una ley mejor; y por tanto, sus gentes no padecen
tal escasez, ni en consecuencia, sufren mermas en sus perso-
nas, sino que son ricos y tienen todo lo que necesitan para
su sustento. Por ello, sus gentes son fuertes y capaces de hacer
frente a los enemigos de este reino y derrotar a los reinos
que les perjudiquen o puedan perjudicarles. He aqu el fruto
del ius politicum et regale por el cual se rigen ( 1).
En otras palabras, el rey de Inglaterra no poda cargar impuestos
a sus sbditos sin el consentimiento del parlamento y, por tanto, no
poda exigirles contribuciones excesivas. Inglaterra era una mo-
narqua constitucional; ah estaba la clave de su prosperidad, fuerza
y felicidad, frente a los desdichados, sombros y absolutistas pases
del continente europeo.
No nos resulta difcil sonrer ante las afirmaciones de Fortescue.
Acaso no vivi l la derrota ms importante que su pas haya su-
frido jams en una gran guerra, y, lo que es ms, a manos de los
menospreciados franceses? Y acaso no haba estado implicado
Fortescue en los casi veinte aos de guerra civil inglesa en la que,
adems, eligi el bando de los vencidos? Los franceses, lgicamente,
compararon los dos pases de manera un tanto diferente. En 1484,
posiblemente diez aos despus tan slo de que Fortescue escribiera
El Gobierno de Inglaterra, se reunieron los Estados Generales del
(1) Sir JOHN FoRTESCUB, The Gobernance of England, ed. C. Plummer
(Oxford, 1885), pgs. 114-15. He modernizado la grafa.

MONARQUIA Y PARLAMENTOS EN LA EUROPA MODERNA
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inmenso reino galo en Tours. El canciller, Guillaume de Rochefort,
abri la sesin a la manera tradicional, con una loa de su pas y sus
conciudadanos:
No leemos en ninguna parte que, ni un da tan siquiera,
nuestra claridad de espritu, nuestras rdenes reales extre-
madamente severas, las victorias del enemigo o, en verdad,
cualquier desgracia hayan jams inducido al pueblo francs
a romper su fidelidad a los reyes. Todo lo contrario. Sole-
mos tomar las armas con todo nuestro valor, estando incluso
dispuestos a morir, si el destino as lo quisiera, para defen-
der al rey y su causa... Pero tomad las crnicas de las na-
ciones extranjeras; vemos all con que frecuencia los prnci-
pes son traicionados por sus sbditos por el menor motivo ...
Permitidme poner como ejemplo a nuestros vecinos, los in-
gleses. Ved tan slo lo sucedido en ese pas tras la muerte
del rey Eduardo (esto es, Eduardo IV). Pensad en sus hijos,
ya mayores y gallardos, asesinados impunemente, siendo tras-
pasada la corona al asesino con la aprobacin del pueblo.
Y si miramos ms atrs, segua diciendo Rochefort, apenas dos
o tres reyes ingleses vivieron en paz o accedieron al trono sin revo-
lucin. Pero nuestro propio rey, Carlos VIII -conclua- aunque
era un nio todava, tena tal confianza en sus estamentos, que
pedia a los diputados que participaran en el gobierno. Estos deban
dar cuenta al rey de sus agravios y aconsejarle sobre lo que era
bueno para el reino y cada una de sus provincias (2).
Poco despus, en el borrascoso curso de esa asamblea, Philippe
Pot, diputado borgon, arga que era derecho y deber de los
Estados Generales designar el consejo del rey durante la minora
de ste, pues:
la historia y la tradicin nos dicen que los reyes fueron
creados en sus origenes por los votos del pueblo soberano, y
(2) JBHAN MASSELIN, Journal des Etats Gnraux de France tenus a Tours
en 1484 ... , ed. A. Bernier (Pars, 1835), pgs. 37-39. J. RussELL MA.ToR, Repre-
sentative institutions in Renaissance France (Madison, 1960),
ginas 72-73.
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REVISTA DE LAS CORTES GENERALES
que el prncipe est, no para buscar su propio beneficio, sino
para luchar desinteresadamente por el bienestar de la nacin.
Dado que el rey no puede gobernar ahora por si mismo, cel
pueblo debe reasumir un poder que le pertenece (3).
Ningn parlamento ingls llegara tan lejos en sus demandas
hasta ciento cincuenta aos despus.
As pues, las instituciones representativas y un cierto pacto
entre reyes y parlamentos no fueron monopolio exclusivo de Ingla-
terra durante el siglo xv. Ambos existieron, de un modo u otro,
y con diversos niveles de autoridad, prcticamente en todas las
monarquas europeas, de Polonia a Portugal y de Noruega a Sicilia.
Con todo, la distincin de Fortescue entre dominium regale y domi-
num politicum et regale no era ni imaginaria, ni absurda. Tanto l
como sus coetneos observaban un fenmeno real: La tendencia de
los reyes a aumentar sus poderes, especialmente los de gravar im-
puestos y legislar a costa de las instituciones representativas de sus
paises. No cabe duda de que, si el Justicia Mayor hubiera vivido,
habra tenido una triste satisfaccin, al ver el resultado final de los
Estados Generales de Tours: las disputas y maniobras de los tres
estamentos, de las diversas provincias y de las diferentes facciones
del prncipe que, en su conjunto, paralizaron la eficacia de la asam-
blea y permitieron al gobierno real mantener prcticamente ntegros
sus poderes de gravar impuestos, legislar y trabar las directrices
de la politica a seguir.
Ello plantea un problema al historiador. En toda Europa, en el
pacto bajomedieval entre reyes y parlamentos los reyes eran clara-
mente el polo dominante, aunque su dominio casi nunca fuera com-
pleto. Dominium politicum et regale era la regla, no la excepcin.
Cmo era entonces que este sistema de pacto politico, relativa-
mente uniforme en el sentido de proporcionar un eqnilibrio de poder
politico, ya que no de estructura, desde luego?, cmo era que este
sistema se desarroll en los distintos paises de modos diferentes?
Habla comeil2lldo ya a suceder esto en el siglo xv, cuando Fortescue
hiciera sus famosas distinciones? A principios del Setecientos esas
distinciones eran ya bastante ntidas. En un primer grupo de pases,
{3) MAJOR, ibid., pg. 88.
MONARQUIA Y PARLAMENTOS EN LA EUROPA MODERNA
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los parlamentos, o bien hablan abolido totalmente la monarqua
o se habla establecido una clara preponderancia de aqullos en
un pacto que haba sido reconvertido. Esto es lo que sucedi en
Inglaterra y Escocia, en las Provincias Unidas de Holanda y en
Polonia.
En un segundo grupo, el xito de los parlamentos fue ms limi
tado; su predominio en el pacto con la monarqua no era tan in-
equvoco como en el primer grupo, y su posicin adoleca siempre
de cierta precariedad. Sin embargo, sus poderes se haban hecho, o
seguan siendo, enormes. Este era el caso de Hungra y algunos de
los Principados alemanes, especialmente los de Wrttemberg, Fries-
land Oriental y Mecklenburg.
Podemos clasificar en un tercer grupo a aquellos pases o pro-
vincias de paises -y este ltimo grupo es importante, como luego
veremos- en que las monarquas se impusieron a sus parlamentos
y, o los abolieron, o simplemente no los volvieron a convocar; tamM
bin se incluyen aqu a aquellas monarquas cuyos parlamentos
subsistieron, si bien con unos poderes rigurosamente delimitados y,
con frecuencia, progresivamente reducidos, permaneciendo de todos
modos en situacin de inferioridad respecto a las monarquas. En
Espaa y Portugal, Npoles, Piamonte y Cerdea los Parlamentos
desaparecieron completamente, al igual que sucedi con los Estados
Generales de Francia, los de los Pases Bajos espaoles (Blgica),
el Rigsdag de Dinamarca y los Landtags de varios principados
alemanes.
En los parlamentos que sobrevivieron exista una gama de gra-
dos de autoridad variable. En uno de los polos se encontraban los
estamentos de Bohemia que, despus de 1620, haban perdido prc-
ticamente todos sus poderes efectivos. En el otro estaba el parla-
mento siciliano que, en el siglo XVII, se comparaba a si mismo con
el parlamento ingls. Aunque indudablemente esto era una exage-
racin, la afirmacin no estaba demasiado descaminada. Se situa-
ban entre medio los estamentos provinciales de Languedoc, Bretaa
y Borgoa, que conservaban importantes poderes en materia im-
positiva, y algunos de los estamentos alemanes, que incluso contro-
laban su propio sistema de cobro de impuestos. Otros estamentos
alemanes -eomo los de Baviera- sin embargo, dejaron de celebrar
92 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES
reuniones generales, habiendo delegado sus poderes en una comisin
ms o menos permanente que se aseguraba a si mismo su perpe-
tuidad. Estas comisiones existan tambin fuera de Alemania. El
de las Cortes catalanas, los diputats, dirigi en 1640 una revolucin
antimonrquica.
Existen, por ltimo, dos importantes casos que no encajan fcil-
mente en esos tres grupos. El primero es el de la Dieta del Sacro
Imperio Germnico, el Reichstag. No encaja ste, porque represent
cada vez ms, no estamentos o grupos o corporaciones en el senti-
do europeo normal, sino principados cada vez ms independientes.
El segundo, y muy distinto, caso es el de Suecia. Aqui el centro
de poder fluctu con harta violencia, con oscilaciones de diversa
duracin, entre una monarqua relativamente absoluta y, o bien el
Consejo de Estado, que representaba a la alta nobleza, o, en el
siglo XVIII, el Riksdag, que representaba a los otros estamentos. La
peculiar historia sueca resulta especialmente significativa en funcin
de algunos aspectos de nuestro problema; ms adelante volveremos
a ella.
* * *
Permitaseme enunciar de nuevo el problema: Cmo surgi esta
diferente distribucin de poderes polticos entre reyes y parlamen-
tos? Habiendo planteado as la cuestin, esto es, como una bsqueda
de las razones de los cambios de las estructuras polticas de los
Estados europeos entre los siglos xv y XVIII, se derivan de inme-
diato algunas conclusiones. La primera y ms importante es que en
lo que estamos interesados nosotros es en el problema del poder o,
para ser ms exactos, en su distribucin. Ahora bien, la distribu-
cin del poder puede, en un momento determinado, residir en el
consentimiento, siendo posible que ese momento dure algn tiempo,
tal vez una o dos generaciones. Pero es muy improbable que se
produzca un cambio en la distribucin del poder por medio del con-
sentimiento, o, por lo menos, que ello suceda slo por el consenti-
'tliento. Nadie cede lo que considera vital para la defensa de su
status, cuando ve este status atacado, mientras tenga alguna posi-
bilidad de defenderlo con xito, o, por lo menos, mientras as lo
crea. Y con frecuencia la mejor defensa se manifestar en forma
de ataque. Por tanto, la historia de las relaciones entre las manar-
MONARQUIA Y PARLAMENTOS EN LA EUROPA MODERNA
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quias y los parlamentos es, bsicamente, la historia de la lucha por
el poder.
A menudo esto ha sido negado. Muchos historiadores han prefe-
rido destacar ms bien el espritu comunitario de la sociedad mo-
derna. Se han centrado en la iniciativa de los prncipes de convocar
a los parlamentos para obtener el apoyo de los grupos ms pode-
rosos de sus sbditos. La cita clave para mantener esta tesis es
la famosa alocucin de Enrique VIII al Parlamento de 1543, en la
que seal que:
nos, en ningn momento nos encontramos mejor en nuestro
ser como monarcas que en el curso del Parlamento, dnde
nos como cabeza y vos como miembros estamos conjuntados
y unidos en un cuerpo poltico (4).
Eso era prcticamente lo que el canciller Rochefort haba dicho
en los Estados Generales de Tours en 1484, y lo que innumerables
reyes y sus cancilleres haban dicho en innumerables alocuciones a
los parlamentos y reuniones de estamentos en la baja Edad Media.
No cabe duda de que ello era muy grato para los miembros o dipu-
tados; as, la analoga de la cabeza y los miembros de un organis-
mo con el cuerpo poltico fue durante siglos el pan de cada da del
lenguaje poltico. Eso no significa, sin embargo, que la citada ana-
loga expresara un anlisis poltico meditado. Qu otra cosa iba
a querer decir un rey a su parlamento en una sesin de apertura o
en cualquier otra ceremonia oficial? Bastante pronto iban a surgir
disputas, las cuales, tarde o temprano, traeran a colacin proble-
mas constitucionales y, en consecuencia, el problema del poder.
Y este problema del poder tena que ser resuelto, unas veces de ma-
nera dramtica por medio de la guerra civil, y otras lentamente,
presionando de modo casi imperceptible; pero el problema, de uno
u otro modo, deba ser resuelto, y, lo que es ms, siempre con la
(4) G. R. ELTON, ed.: The Tudor Constitution (Cambridge, 1960), pg. 270.
Cfr. tambin los comentarios un tanto escpticos del Prof. Elton sobre la
autenticidad del pasaje y su punto de vista de que Enrique VIII confundi
lo que le dijeron sus jueces, pgs. 230 y 257, nm. 1.
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'f'EVISTA DE LAS CORTES GENERALES
lucha y el ejercicio de la fuerza, o la amenaza implcita de sta, si
bien no necesariamente con l violencia (S).
La segunda conclusin que se deriva de nuestra formulacin del
problema es que deberamos buscar respuestas que fueran ms all
de lo accesorio, de 12 "istoria detallada de cada pas, aunque ello
no quiera decir, en absoluto, que nuestra respuesta deba ser nece-
sariamente una frmula simple aplicable a todos los pases europeos,
o que lo accesorio no demuestre ser, en ocasiones, muy importante.
Parece derivarse, sin embargo -y sta es mi tercera conclusin
inmediata- que cualquier respuesta deber centrarse en la din-
mica del cambio durante un periodo de tiempo determinado. Si
esto es as, esa respuesta excluir soluciones basadas en modelos
de e>- ;brio y desequilibrio o disfuncin de la x:iedad moder-
na 11.\. y relegar el papel de instrumento heurstico, todo lo ms,
al modelo de anlisis histrico, tan de moda en la actualidad,
basado en la longue dure, las conjonctures y los vnements, las
condiciones a largo plazo, los movimientos a medio y los aconteci-
_ntos a corto.

La verdad es, pura y simplemente, que nadie ha sido todava
capaz de dar una respuesta a nuestro problema, esto es, una res-
(5) Cfr. la formulacin de O. BRUNNER, Land und Herrschaft. Verofent-
llchungen des Instituts fr Geschichtswissenschaft und Archivforschung in
Wien, vol. 1 (Viena, 1943). pg. 474. cAber Landesherr und Landsleute treten
auch einander gegenber ... So stellt sich dem Landesherm die 'Landschaft'
das 'Land' in einem neuen Sino gegenber und fonnt sich schliesslich an
diesem Gegensatz zum LandesheriT landstindischen KOrperschaft. In
diesem Augenblick freilich ist die aae 1Einheit des Landes bedroht (pero
existi esto realmente, excepto por perodos de tiempo relativamente cortos?
H. G. K.) Das Auseinanderbrechen in einen stii.ndischen Dualismus erzwingt
die entscheidende Frage, die seit dem 16. Jahrhundert gestellt wird: Sollen
der Landesherr oder die Landstinde das Land repriisentieren. Im ersten Fall
wird die Landschaft zur priviJegierten KOrperschaft, im andern zum Herrn
des Landes.
(6) ROBERT FosTER y J. P. GREBNB, ed.: Preconditions of Early Modern
Revolution. (Baltimore, 1970), especialmente los captulos de L. SroNE y
J. W. SMIT (versin castellana con el ttulo: Revoluciones y rebeliones en la
Europa Moderna, Madrid, Alianza Univ., 1972).
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MONA.RQUIA Y PARLAMENTOS EN LA I!.UJlOPA MODERNA 95
puesta que se aproxime a una teora general satisfactoria (7).
Tampoco yo puedo hacerlo. Lo que espero hacer es ms bien definir
algunas de las caractersticas que esa teora debe tener, algunos de
los elementos que deben entrar en su constitucin, e indicar hasta
qu punto, en el estado actual del conocimiento histrico, la citada
teorla puede construirse.
Sabemos mucho de la historia de los parlamentos de algunos
paises. Se han hecho excelentes comparaciones de los distintos par-
lamentos de un pas, tales como las de los parlamentos alemanes
e italianos (8); se han hecho tambin trabajos esclarecedores de
algunos aspectos de las instituciones representativas, tales como los
referidos a las intimas relaciones de sta con las tradiciones regio-
nalistas y de lealtades locales {9). El nico intento de construir una
teora general fue hecho por el historiador alemn Otto Hintze en
dos ensayos, publicados en 1930 y 1931 (10).
En su primer ensayo, que Hintze titul tipologa de la consti-
tucin de estamentos en el mundo occidental, se distingua entre
dos tipos ideales de instituciones representativas: el bicameral, o
de dos cmaras, y el tricameral, o sistema de los tres estamentos.
(7) No he podido consultar todava A. R. MYERS: European Parliameuts
and Estates before 1789 (London, 1975).
(8) Eg. F. L. CARSTEN, Princes and Parliaments from tlu Fifteenth lo the
Eighteenth Century (Oxford, 1959). G. 0EsTREICH, Geist und Gesralt des
frhmodernen Staates (Berlfn, 1969). A. MARONGIU, 11 parlamento in Italia nel
Medio Evo e Moderna (Milano. 1962). Versin inglesa de S. J. WOOLF,
Medieval Parliaments: a comparative study (London, 1968).
(9) D. GEJIHAIID, cRegionalismus und stlindisches Wesen als ein Grund-
thema europiischer Geschichte, cap. 1 de Alte und Neue Welt in Verglei
chender Geschichtsbetrachtung (GOttingen, 1962). En lo referente e la impor-
tancia del elemento corporativo de la sociedad europea en general y las asam
bleas en particular, cfr. E. LoussE, La socit d'ancim rlgime. Organisation
et reprsentation corporatives (Bruge:s, Louvain, Parfs, 1943). Sobre la impor-
tancia de ciertos aspectos tcnicos de la representacin, cfr. G. Post, cPlena
Potestas and Consent in Medieval Assemblies, Traditio, vol. 1 (New York,
1943, y H. G. KoENIGSBERGER, The Powers of Deputies in Sixteenth.Century
Assemblies, en Estates and Revolutions (lthaca, 1971).
(10) O. HINTZI!, cTypologie der stlindischen Verfassungen des Abendlan
des (1930), y cWeltgeschichtliche Bedingungen der Repriisentativerfassung
(1931), en Gesammelte Abhandlungen, vol. 1, ed. G. Oestreich (GOttingen. 1962).
Traduccin inglesa de un artculo de 1931 en The Historical Essa,s of Otto
Hint<e, ed. Flix Gilbert (New York. Oxford, 1975).
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REVISTA DE LAS CORTES GENERALES
El sistema bicameral estaba representado ms tpicamente por
Inglaterra, pero se daba taruain, de distintas formas, en Hungra,
Bohemia, Polonia, Escandinavia y, por lo general, en los Principa-
dos alemanes del este de Elba. Eran stos los pases situados en
tomo al antiguo Iro,.....o carolingio, en los que el feudalismo no se
desarroll en absoluto o, como sucedi en Inglaterra, no logr rom-
per una organizacin regional ms antigua (el condado). En estos
pases la cmara alta surgi del secta de la alta nobleza laica y
eclesistica que formaba el Consejo del rey. La cmara baja estaba
constituida por el resto de las clases privilegiadas. Fue en este
grupo de pases, o por lo menos en Inglaterra, Polonia y Hungra,
donde las Asambleas se impusieron a la monarqua.
El sistema tricameral, compuesto por el clero to por prelados),
loo ubles y los representantes de las ciudades, estaba representado
ms tpicamente por Francia, pero se dio tambin en la mayora
de los Principados alemanes. Estas eran las zonas del Imperio caro-
~ o cuna del feudalismo; de all el sistema fue importado, con
algunas vairantes, a los reinos espaoles y los de la Italia meridio-
nal. Hintze consideraba este sistema posterior y ms desarrollado
que el bicameral, dado que, en l, el antiguo Real Consejo de C-
mara de la alta nobleza se haba desintegrado ya ante el avance de
una administracin real ms efectiva y profesionalizada. Conse-
cuentemente, las monarquas pudieron derrotar a los estamentos.
Hintze vio esta derrota y el triunfo del absolutismo en los siglos XVII
y xvrn como un fenmeno temporal; pensaba que las Constitu-
cionales de los siglos XIX y xx de la mayora de monarquas
europeas tenan lazos directos con las tradiciones parlamentarias
del antiguo rgimen. Las fuerzas dinmicas que favorecieron este
desarrollo las vea Hintze en 1 """epcin, esto es la introduccin,
del Derecho Romano en el Continente europeo al tmrino de la
Edad Media y comienzos de la Moderna. Aada a esto, en su se-
gundo ensayo, Condiciones histricas mundiales de las Consti
tuciones Representativas, las rivalidades inherentes al sistema
europeo de Estados y la consiguiente necesidad de las Monarquas
de incrementar sus poderes erectivos y, por tanto, de incluir a Jos
estamentos dentro de Jos lmites de su autoridad.
Como tipologa, el esquema de Hintze era, desde muchos puntos
de vista, agudo y aclaratorio, aunque, de vez en cuando, cometa
MONARQUIA Y PARLAMENTOS EN LA E.UllOPA MODERNA 97
algn error. Sostena, por ejemplo, que Suecia y Dinamarca pasaron
en el siglo XVII del sistema bicameral al tricameral. No deca muy
claramente porqu tuvo que suceder esto, y, de hecho, no sucedi
as en absoluto. En ambos pases las monarquas abolieron, no slo
Jos privilegios del antiguo Consejo de la alta nobleza, con la ayuda
de los dems estamentos, sino que, adems, prescindieron total
mente de las asambleas de los estamentos; as pues, no puede
decirse en realidad que se pasara a un sistema tricameral. Ms
importante es, sin embargo, lo que Hintze dej fuera de su tipologa,
esto es, el pas que no encaja en el esquema, aun cuando se inter
prete de la manera ms amplia posible. Se trata de Holanda. Este
era un pas, en el corazn del imperio carolingio, que poda jactarse,
no slo de tener dos sistemas, el bicameral y el tricameral, en
sus distintas Provincias, sino tambin de poseer sistemas unicame
raJes y de todo tipo, incluidos unos Estatutos Generales. Adems,
este pas y sus instituciones a la larga se dividieron en dos, Jo que
tiene poca relacin con Jos tipos de Hintze. En uno de esos dos
pases, las Provincias Unidas de Holanda, los estamentos, de hecho,
abolieron la monarqua por completo; en el otro, por el contrario,
la Monarqua se impuso a los estamentos. Ms adelante volver
sobre Holanda y sus Estados Generales en especial, y con ello sobre
todo el problema de las Asambleas mixtas, problema que Hintze
apenas toc.
En segundo lugar, caracterizar la recepcin del Derecho Roma
no, las rivalidades interestatales y la guerra como las fuerzas din-
micas de la historia de las monarquias y Jos parlamentos -tal
y como hace Hintze- aunque vlido, resulta demasiado limitado.
Nada nos dice esa caracterizacin del dinamismo del Parlamento
ingls o de la Dieta polaca. La guerra prolongada, adems, lo mis
mo poda debilitar que fortalecer las monarquas. Esto es Jo que
sucedi en Espaa y Francia durante la Guerra de los Treinta
aos (11). Es evidente pues, que necesitamos una teoria ms amplia
de la dinmica del cambio para este periodo de la historia europea.
(11) Para Espaa, cfr. l. A. A. THOM:PSON, War and Gobernment in Spain
1580-1640. Deseo agradecer al doctor Thompson su amabilidad al permitirme
citar esta conclusin de su libro todava indito. Para Francia, cfr. J. RussELL
MAJOR, Henry IV and Guyenne: A study Concerning the Origins of Royal
Ahsolutism, French historical Studies, vol. IV, nm. 4, 1966, pgina 383.
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DE LAS CORTES GENERALES
El socilogo Norbert Elias ha aportado una teoria de este tipo
en el vol. Il de su libro Uber ,r ., Prozess der Zivi/isation (El Proceso
de Civilizacin o quizs simplemente El Desarollo de la Civilizacin),
publicado por vez primera en 1939 (12). Distingue el Profesor Elias
tres mecanismos bsicos en la historia de Europa desde la Edad
Media hasta la Modc....... El primero procede de la teora de los
economistas que se refiere a la inevitable formacin de monopolios
a partir de una situacin de libre competencia, a travs de la elimi
nacin gradual o de la absorcin de los rivales por sus competidores
ms poderosos. El profesor Elias sostiene que el mismo fenmeno
ocurre, necesariamente, tanto en el plano poltico como en el terri-
torial, e ilustra su tesis a partir de la historia de Francia tras el
colapSI' del Imperio carolingio. El segundo mecanismo es igual
mente mevitable. Se trata de la despersonalizacin e instituciona
del ejercicio del poder, que sucede, tanto con el incremento
del territorio controlado por un prncipe, como con la creciente
complejidad y especializacin de la sociedad conforme se desarrolla
econmicamente a lo largo de la Edad Media y de los siglos
posteriores. El tercer mecanismo, que Elias llama mecanismo real
( Konigsmechanismus) es la tendencia de la monarqua a absorber
funciones y aumentar su poder, dado que de ese modo puede equi-
librar los diversos grupos de inters existentes en el pas, situndolos
unos frente a otros, y aumentar as su control sobre ellos. Los
intereses opuestos, pero completamente de todas las fuerzas no
monrquicas dentro de una sociedad no les permitirn, ni conjugar
se de manera efectiva contra la monarqua, ni destruirse y absor-
berse mutuamente tal y como hacen en el mecanismo monopolista
inicial. El profesor Elias ilustra tambin estos dos ltimos meca-
nismos a partir de la historia francesa.
Ahora bien, personalmente P""'""-' que se trata de una teora muy
convincente de las fuerzas dinmicas de la historia europea; una
teoria que es ms til para el historiador que la teoria marxista de
la lucha de clases, debido a que no introduce anacronsticas defini-
ciones ochocentescas de clase en perodos anteriores, y porque es
a la teleologa y la mv .!izacin con que gran parte de la
historiografa marxista tiende a ser rodeada. No obstante, para el
historiador de la Europa moderna esta teora tiene algunas limita-
( 12) N. ELtAs, Vber den Prozess der Zivilisation, vol. 2 (Basel, 1939).
MONARQUIA Y PARLAMENTOS EN LA EUROPA MODERNA 99
dones importantes, parte de las cuales son incluso reconocidas por
el mismo profesor Elias. As, en el desarrollo de su mecanismo de
monopolio insiste en que muy posiblemente tuvo lugar la formacin
de un Estado principal en Europa occidental, pero que el centro y
las fronteras de ste eran totalmente imprecisas (13). Sin embargo,
para el historiador con un punto de vista diferente, y un bloque de
preguntas por responder distinto tambin, no puede ser indiferente
el saber si fueron los reyes de Francia -en un principio duques de
Francia- los que llegaron a formar el Dominio principal en Europa
Occidental, o si fueron los duques de Borgoa o los reyes de In-
glaterra, ni tampoco puede serie indiferente saber hasta dnde
podan llegar las fronteras de sus Estados. No se trata de una cues-
tin de inters intrinseco para el historiador, sino que ste debe
tener tambin la aguda sospecha de que la futura evolucin de toda
Europa, y tal vez incluso de todo el mundo, iba a depender en
buena medida de los resultados de esas evoluciones tan especficas,
cuestiones meramente acesorias en la teora del socilogo.
Lo mismo puede decirse respecto de los otros dos mecanismos
de la teoria del profesor Elias: la tendencia hacia la institucionali-
zacin de la autoridad poltica y administrativa y el mecanismo
real. Son stos los mecanismos que nos interesan particularmente
en el problema de las monarquas y los parlamentos. El problema
es que esos mecanismos no nos dicen lo suficiente sobre los distintos
pases en especial o sobre los diversos desarrollos a que hemos
hecho referencia al comienzo de esta disertacin, y tampoco nos
dan la posibilidad de establecer una escala temporal, aunque sta
tuviera un margen de error de hasta cien aos. Una vez ms, estas
cuestiones no pueden serie indiferentes al historiador, al haber sido
aqullas las que determinaran gran parte del desarollo poltico de
Europa en el Medievo y la Edad Moderna.
* * *
(13) lbid., pg. 220. Erst wenn man selbst wieder fr einen Augenblick
in der vergangenen Landschaft steht, wenn man das Ringen der vielen Kries-
gshliuser und ihre unmittelbaren Lebensnotwendigkeiten, ihre nachsten Ziele
sieht, wenn man mit einem Wort das ganze Risiko ihrer K.impfe und ihrer
sozialen Existenz vor Augen hat, kann man verstehen, wic wahrscheinlich
cine Vormacht-und Monopolbildung in diesem Gebiet, wie ungewiss ihr Zen-
trum Wld ihre Grenzen waren.
100 .. DE LAS CORTES GENERALES
Permtaseme, no obstante, ser ms explcito y ver hasta dnde
podemos llegar con las <fe Elias, combinndolas tal vez con
las de Hintze. Es evidente que stas funcionan bsicamente bien
en Francia, donde los reyes podrn hacer jugar unos frentes a otros
los intereses en conflicto de provincias amplias y distantes y de
corporaciones semiat...j,.;:;;-..... mas, especialmente en el caso los tres
estamentos. No obstante, incluso en Francia, la victoria de la mo-
narqua absoluta sobre las dems fuerzas no estaba del todo deci-
dida en el siglo xv, cuando Fortescue pensaba que aqulla era ya
un hecho. Las fuerzas civiles de la segunda mitad del siglo XVI
replantearon de nuevo la cuestin, pudindose apuntar que los
Estados Generales fueron derrotados porque, en una situacin muy
concreta -la de una posible sucesin protestante al trono de Fran-
cia- lutron tomados por el partido catlico extremista. Este par-
tido, - que existiera una razn de clara inevitabilidad histrica,
perdi la guerra civil y arrastr en su cada a Jos Estados Genera-
les. Incluso sesenta aos despus de estos acontecimientos, la mo-
--roua absoluta de Richelieu tuvo que luchar una vez ms para
,:,vorevivir frente a las fuerzas centrfugas existentes en el pas. No
cabe duda de que el mecanismo real funcion, pero ello dur poco
tiempo. En 1650 el desarrollo alcanzado por la institucionalizacin
de la monarqua apenas si le permita seguir adelante. A ello con-
tribua, y no poco, el hecho de que los Estados Generales hubieran
sido desacreditados en los aos 1590 y que, en consecuencia, no
pudieran funcionar como centro alternativo de autoridad y lealtad
a la monarqua para todo el pas del modo en que lo hzo el Parla-
mento ingls durante la guerra civil inglesa (14).
Puede verse en funcionamiento el modelo de mecanismo real>
en Castilla, Piamonte y muchos de los principados germnicos a
pesar de que los parlamentos de '""''" pases no padecieran una de
las ms graves debilidades de los Estados Generales franceses: las
enormes dimensiones del pas que representaban. Inversamente,
podra apuntarse que las fuerzas centrifugas inherentes a la insti-
tucionalizacin del poder poltico estaban en condiciones de vencer
f.l4) Cfr. el excelente resumen Ck. t!Stas condiciones en A. R. MYERS, cThe
English Parliament and the French Estates-General in the Middle Ages, en
Album Helen Maud Cam., vol. 11, Studies presented to the lnternational
Commision for the history of Representative of Parliamentary Institutions.
vol. XXIV, Louvain, Pars (1961).
MONARQUIA Y PARLAMENTOS EN LA EUROPA MODERNA
101
el mecanismo real en Inglaterra, Polonia y Wrttemberg. En
estos pases los estamentos o parlamentos representaban bsica-
mente una clase dominante y relativamente homognea. En Ingla-
terra la pequea nobleza haba logrado la representacin de la
monarqua ya en el primer cuarto del siglo xv (15) dominando, en
consecuencia, la Cmara de los Comunes. Por otra parte, la forta-
leza misma de la monarqua medieval inglesa haba destruido gran
parte del regionalismo ingls y haba debilitado enormemente, e
incluso en ocasiones abolido, la autonoma de las corporaciones
provinciales, urbanas y eclesisticas. El contraste entre la Fronda
y la guerra civil es especialmente significativo a este respecto. En
Francia no exista una sola corporacin, institucin o partido que
pudiera decir que representaba en su totalidad: ni al parlement de
Paris, tribunal con jurisdiccin sobre la mitad de Francia aproxi-
madamente, ni al prncipe de Cond -primo del rey- y sus ami-
gos prncipes, ni al cardenal de Retz y su grupo, ni, por supuesto,
ese curioso movimiento popular aunque localizado, que era la orme
de Burdeos. Slo la monarqua representaba a todo el reino, a pesar
de que sus representantes, la Reina madre espaola y su primer
ministro italiano, el cardenal Mazarino, no gozaran de ninguna
simpata personal. En contraposicin a esto, en Inglaterra el Par-
lamento poda exigir -y de hecho as lo haca- la lealtad de todas
las clases del pas, abarcando as una complejfsima variedad de
motivaciones individuales y de grupos locales. Era tan fundamental
la lealtad que el Parlamento suscitaba, que incluso el dictador mi-
litar, Cromwell, hubo de contar con los parlamentos.
En Wrttemberg nos encontramos con una situacin parecida.
La nobleza haba optado por el Estado, al reconocer como soberano
slo al emperador, y no al duque. Los prelados haban perdido su
riqueza y autonoma durante la Reforma: y a pesar de que asistan
todava a las reuniones del Landtage se haban convertido en fun-
cionarios ducales y haban quedado socialmente integrados en las
dems familias del Ehrbarkeit. Los estamentos quedaron por tanto
reducidos al Ehrbarkeit que englobaba a los miembros de las prin-
cipales familias de las ciudades y a los funcionarios de los distintos
ducados. Esta homogeneidad social y consecuente unidad de inters
(15) J. S. RosKELL, The Commons in the Parliament of 1422 (Manches-
ter, 1954),
102 lu:.VISTA DE LAS CORTES GENERALES
demostr ser una barrera altamente eficaz frente al mecanismo
realo y a la poltica de los duques. Wrttemberg se
convirti en ejemplo destacado de un dominiwn politicum et regale.
De igual modo, en Polonia, las dietas terminaron quedando re
ducidas a una clase: p.: n este caso se trat de la nobleza y no
de las ciudades. Los nobles constituan una clase enormemente
poderosa, que supona el 10 por 100 de la poblacin total, aproxima-
damente, y que posea, con mucho, la mayor parte de la riqueza del
pas, esto es, la tierra. Aun as, en un pas tan vasto y diverso,
dividido lingstica y religiosamente, y con la nobleza misma divi-
dida en un pequeo grupo de grandes y una gran masa de szlachta
ligeramente rica tan slo, o incluso bastante pobre, se habra podido
esperar "1. .... e el mecanismo real funcionara bsicamente bien.
Exist' razones por las que ello no sucedi. La primera encaja
perfectamente en el esquema de Elias. El desarrollo econmico de
Polonia y, por tanto, la divisin de funciones sociales no se haba
lo suficiente como para institucionalizar la autoridad
-
1
permitirle equilibrar de manera eficaz las fuerzas divergentes
del pas. La otra razn, sin embargo, no era inherente a la estruc-
tura social polaca: fue la conversin de un amplio sector de la
szlachta, la baja nobleza, a una u otra forma de protestantismo en
el siglo XVI. Cuando el alto clero y la monarqua catlica se vieron
atacados por esa sz/achta protestante, ambos grupos -el clero y la
monarqua- se vieron abocados a una alianza con la alta nobleza.
En 1606-7 esta alianza aplast una rebelin de la szlachta protestan-
te, pero a causa del bajo estado de desarrollo de las instituciones
reales, fue la alta nobleza, y no la monarqua, quien se benefici de
la victoria -lo contrario de lo sucedido en Castilla despus que
una alianza similar de la monarqu la alta nobleza hubiera derro-
tado a los Comuneros en 1520--. En Polonia la alta nobleza puso
a la szlachta a su servicio, primero en las dietas provinciales (die-
tinas) y luego en la dieta general. De ese modo, la alta nobleza
logr de hecho reducir a la monarqua a la impotencia y terminar
hundiendo el pas en la anarqua (16).

(16) Cfr. G. SCHRAMS, Der polniscT1e Adel und die Reformatiofl 1548-1607
(Wiesbaden, 1965), cap. IV, sec. 5.
MONARQUIA Y PARLAMENTOS EN LA EUROPA MODERNA
103
Hasta aqu, y en lineas generales, la teora del profesor Elias
funciona en el sentido de que su dinmica proporciona una explica
cin -aunque sta tal vez no sea completa- del triunfo de las
monarquas o los parlamentos en determinado nmero de pases
europeos. Por otra parte, esta explicacin encaja bastante bien en
el modelo propuesto por Hintze. Pero qu pasa con las dems mo-
narquas europeas y sus parlamentos?
Hasta ahora hemos analizado slo la confrontacin de una mo-
narqua y un parlamento, en la cual sus conflictos se desarrollaban
en un sistema cerrado, esto es, un sistema en que las influencias
externas podan actuar como estimulo para las monarquas tal y
como Hintze sugiere, pero sin participar directamente en los
flictos. Esta suposicin pareca razonable para Inglaterra, Castilla
y los Principados alemanes, pero no para Francia y Polonia. Ni
siquiera para Inglaterra es tan apropiada como parece en principio:
y para la mayora de los dems pases es claramente errnea.
La mayoria de los Estados en la Edad Moderna estaban forma
dos por ms de un pas situado bajo la soberana de un gobernante.
Estos Estados o monarquas podan consistir en pases completa-
mente separados, divididos por el mar o por otros Estados, como los
territorios de la Casa de Austria en Espaa, Italia y los Pases Bajos,
los de los Hohenzollern de Brandenburgo, Prusia, o tambin los
de Inglaterra e Irlanda; o poda tratarse de pases contiguos como
es el caso de Inglaterra y Gales, Piamonte y Sabaya, o Polonia y
Lituania. Con la sola excepcin de Inglaterra y Gales, esos pases
siempre mantuvieron sus asambleas representativas por separado
tal y como lo hicieron Inglaterra y Escocia en el siglo xvn. Ello
era as incluso en lugares como Francia y los Pases Bajos. donde
pases en otro tiempo independientes haban sido reducidos a Pro-
vincias contiguas. As pues, un gobernante normalmente tena que
tratar, no slo con un parlamento sino con varios, y, adems, en
condiciones bastante distintas con cada uno de ellos, condiciones
que dependan del desarrollo poltico del Estado o de la Provincia
en el momento de su adquisicin. En la prctica esto era normal-
mente molesto y supona una prdida de tiempo. Sin embargo, tenia
la ventaja de que, caso de conflitco con uno de ellos. el rey poda
contar con los recursos de sus otros territorios. En esos casos -que
posiblemente sean la mayora- ninguna teora basada en el an-
104 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES
lisis de las fuerzas actuantes en un solo pas puede damos siquiera
una respuesta significativa inicial, a nuestra pregunta original:
por qu venca la monarqua o el parlamento en un enfrentamiento,
en cada caso concreto. Es evidente que el problema se ha compli-
cado ms.
Podramos esperar, pues, que una combinacin del mecanismo
monopolista y el mecanismo real fuera capaz de proporcionar
una respuesta a este problema tan enormemente complejo ahora.
La monarqua tena todas las ventajas del poder derivado del con-
trol de varios pases, mientras que los parlamentos de pases muy
separados entre s estaban poco dispuestos a cooperar. Por desgra-
cia, la experiencia histrica no demostr ser tan ordenadamente
lgica como todo eso. Considrese la monarqua espaola, la mo-
narqua par excellence de mltiples territorios y mltiples parlamen-
tos. En Castilla la confrontacin se produjo relativamente pronto y
muy dramticamente: fue en 1520 cuando una disputa por cuestio-
nes tributarias entre el Rey y las Cortes termin desencadenando
una revuelta de las principales ciudades. Pronto esta revuelta se
convirti en una lucha por el poder en el pas. Ambos bandos se
mostraron muy claros al respecto; en consecuencia, el resultado
final, la derrota de las ciudades y por tanto la de las Cortes, no pudo
ser nunca completamente revisado. La situacin se desarroll de
manera muy distinta en los reinos perifricos de la monarqua es-
paola, en Aragn y Catalua, y en Npoles, Sicilia y Cerdea. Por
supuesto, haba pocas dudas en la mente de cualquiera respecto del
enorme poder de que dispona el gobernante. Precisamente por esta
razn ambos bandos querian evitar a toda costa las confrontaciones.
El contraste con un perodo algo anterior es iluminador. En los
aos 1460, Juan II de Aragn haba reido una guerra civil a muerte
con la ciudad de Barcelona y la nobleza catalana por la conquista
del poder en Catalua, a la sazn la parte central de la Corona
de los Reyes de Aragn. La guerra termin en tablas, con el man-
tenimiento de unos privilegios por parte de Barcelona y las Cortes.
Pero cuando el hijo de Juan Il, Fernando de Aragn, se cas con
Is.rbel de Castilla, la monarqua traslad su centro al reino ms
grande, Castilla. Catalua se convirti entonces en un territorio
relativamente pobre y remoto y el problema del control del poder
pareci resolverse sin ninguna confrontacin posterior. Mientras la
MONARQUIA Y PARLAMENTOS EN LA EUROPA MODERNA
105
Monarqua estuviera dispuesta a respetar la posicin privilegiada
de los grupos dominantes catalanes y no les hiciera demandas pe-
sadas, esto es, mientras no presionara con su ventaja, este estado
de cosas poda durar largo tiempo. Algo muy parecido sucedi en
los tres reinos italianos. El parlamento de Npoles dur hasta
1642 (17) y los parlamentos de Sicilia y Cerdea siguieron siendo
convocados durante el perodo del dominio espaol, hasta entrado el
siglo xvm (18). Esos parlamentos realizaron un trabajo til defen-
diendo los privilegios de sus pases y, al menos en Sicilia, logrando
reducir el nivel de los impuestos reales: pero nunca atentaron seria-
mente contra la autoridad real. Se podra decir que el mecanismo
monopolista haba funcionado para decidir donde resida el poder,
pero el mecanismo real, la relacin efectiva entre rey y parla-
mentos, haba sido virtualmente inmovilizada.
Un mecanismo muy parecido puede observarse en la monarqua
de Piamonte-Saboya y en la francesa. En la provincia central del
Piamonte el duque dio un golpe de estado en 1560 y a partir de
entonces dej de convocar el parlamento (19); pero tanto l como
sus sucesores no hicieron absolutamente nada con los parlamentos
de las provincias lejanas de Saluzzo y Val d'Aosta. En Francia el
ocaso de los Estados Generales dej a la monarqua en una posicin
dominante. Sin embargo, tambin aqu las asambleas de los esta
mentos de los territorios perifricos, especialmente los de Bretaa,
Languedoc y Borgoa, mantuvieron sus enormes poderes hasta la
Revolucin francesa. La monarqua ms absoluta y ms poderosa
de Europa juzg que no era seguro o que no vala la pena arriesgar-
se a tener un enfrentamiento con sus territorios perifricos; por otra
parte, el mecanismo real no funcion aqu como una fuerza im-
personal. tal y como la teora sociolgica sugera que deba suceder.
Aun as, no poda apuntarse que, en la prctica, la cuestin
haba sido ya decidida de manera favorable para la monarqua? S,
siempre y cuando la monarqua estuviera dispuesta a actuar como
(17) G. o'AGOSTINO, Premessa ad una storia del Parlamento Generale del
Regno di Napoli durante la dominazione spagnola, Atti dell' Accademia
di Scienze Morali e Politiche della Societ Nazionale di Scienze, Lettere ed
Arti in Napoli, vol. LXXVII. 1968.
(18) MARONGIU. Il Parlamento. Pte. 2. caps. II y III.
(19) H. G. KoENIGSBERGER, The Parliament of Piedmont during the Renais-
sance, en Estafes and Revolutions (Ithaca, 1971).
106 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES
si ello no hubiera sucedido, esto es, si estuviera dispuesta a abdicar
el ejercicio efectivo del poder. Ya que, si la monarqua hubiera roto
este equilibrio de fuerzas inmvil, toda la cuestin del poder hubiera
podido suscitarse de nuevo, y no precisamente en beneficio de la
monarqua. Esto es lo que sucedi en Catalua, en 1640. Tras haber
dejado el Principado en paz durante ISO aos, el gobierno real de
Madrid trat de forzar a Catalua para que tomara parte ms acti-
vamente, en el terreno financiero y el militar, en el esfuerzo armado
que Espaa estaba llevando a cabo contra Francia en la Guerra de
los Treinta Aos. El resultado fue una revuelta dirigida por los
diputats, el comit permanente de las Cortes catalanas (20}, que dur
doce aos, precipit las derrotas finales y decisivas de los Habsbur-
go en la Guerra de los Treinta Aos y llev a la revuelta portuguesa
y la definitiva separacin de Portugal de Espaa -una cooperacin
sorprendente y enormemente eficaz en dos movimientos antimonr-
quicos muy distantes dentro de una monarqua formada por varios
Estados-. Tal vez el resultado ms peligroso de todo fue, no obs-
tante, que a consecuencia de ello un ejrcito francs llegara hasta
el Ebro. Slo el estallido de una guerra civil francesa, la Fronda
-un acontecimiento fortuito y afortunado desde el punto de vista
espaol- dio a la monarqua hispnica la oportunidad de sacar a
los franceses de Espaa. El precio que el rey tuvo que pagar fue el
restablecimiento del equilibrio anterior al 1640 con los estamentos
catalanes, esto es, dominium politicum et regale dentro de una mo-
narqua absoluta.
El caso de Catalua destaca otra complicacin ms, probable-
mente la ms seria con que debemos enfrentamos en nuestro inten-
to de construir una teora de las relaciones entre monarquas y
parlamentos: el problema de la intervencin extranjera. Es aqu
donde debemos considerar por fin el caso del pas en que todos
los elementos del problema que hemos discutido hasta ahora, al
igual que otros varios, se dieron conjuntamente: los Pases Bajos.

Los Pases Bajos estaban formados por una serie de ducados,
condados y seoros episcopales, originariamente independientes,
reunidos a travs de herencias, conquistas y adquisiciones, primero
(20) J. H. Ecuor, The Revolt of the Catalans (Cambridge, 1963).
MONARQUIA Y PARLAMENTOS EN LA EUROPA MODERNA
107
por una rama joven de la Casa francesa de Valois, los duques de
Borgoa, y despus por la Casa austriaca de los Habsburgo. A partir
de 1516 los Austrias gobernaron tambin en Espaa y sus pose-
siones, y poco a poco trasladaron su residencia a la Pennsula
Ibrica hasta 1559 en que se establecieron definitivamente en sta.
Las Provincias -llamadas a veces las 17 provincias, aunque su
nmero dependa en realidad de las unidades que se contaran-
eran contiguas y cubran solamente un rea relativamente pequea,
si bien eran muy variadas; cuatro lenguas al menos se hablaban en
ellas: francs, holands, frisn y alemn, con varias formas dialec-
tales. Flandes, Brabante y Holanda eran las zonas europeas ms
altamente urbanizadas, si se excepta el norte de Italia: las otras
Provincias eran rurales; en mayor o menor medida. Flandes, Artois,
Brabante y Hainault se encontraban en el centro del rea feudal
europea, pero en Flandes al menos el surgimiento de varias grandes
ciudades, Gante, Brujas e Ypres, haba modificado el feudalismo de
tal modo que era irreconocible. En Friesland el feudalismo nunca
haba penetrado entre los belicosos ganaderos, pescadores y comer-
ciantes costeros frisios, y tan slo haba penetrado muy parcial-
mente en Holanda y Zelanda con sus ciudades mercantiles y pes-
cadoras y sus pueblos de comunidades estrechamente unidas y
viviendo siempre bajo los diques con la constante amenaza de muer-
te y destruccin proveniente del mar del Norte. Sin que ello pare-
ciera extrao, tambin las asambleas provinciales eran variadas.
Encontramos los tres estamentos clsicos de prelados, nobles y
representantes de los condados en Brabante y Hainault. Haba seis
-aunque a veces llegaban a 18- ciudades en las asambleas de
Holanda, cada una con un voto, mientras que toda la nobleza junta
tenfa un slo voto y los prelados y clrigos no aparecan en abso-
luto. En Flandes slo las tres grandes ciudades, Gante, Brujas e
Ypres, formaban la asamblea, hasta que los duques, en el siglo xv,
aadieran el Franc de Bruges, un distrito entre Brujas y el mar que
envi representantes de una serie de pequeas ciudades y la baja
nobleza. El resto de la nobleza y el clero no estaban representadas .
Los poderes de las diferentes Asambleas provinciales variaban
tanto como su estructura; ahora bien, no existe una correlacin
fcil entre ellas. Estos poderes eran muy grandes en Brabante,
donde se encontraban contenidos en una famosa carta de 1356, la
108
REVISTA DE LAS CORTES GENERALES
Joyeuse Entre, que cada duque deba jurar observar a su alegre
entrada, esto es, su accesin (21). Los privilegios de Flandes no eran
formalmente tan grandes como los de Brabante, pero los represen-
tantes de Brujas y Gante, con las tradiciones revolucionarias de sus
formidables gremios de tejedores detrs, eran poderes que los du-
ques no podan nunca ignorar.
A lo largo del siglo xv duques y provincias haban considerado
oportuno negociar unas con otros a travs de los Estados Generales,
Asamblea compuesta por los representantes de los estamentos pro-
vinciales. Ya en 1477, una vez el odiado duque, Carlos el Temerario,
hubiera cado luchando contra los suizos, los Estados Generales
tomaron el poder e instalaron el primer gobierno autnticamente
parlamentario en la historia europea. Lgicamente, no dur mucho;
ni siquiera se haba empezado a pensar en ninguno de los problemas
tcnicos de semejante forma de gobierno. Fue especialmente grave
el hecho de que los Estados Generales no pudieran organizar una
defensa eficaz del pas, y que se vieran forzados a ceder la Borgoa
y varias provincias de los Pases Bajos a Luis XI de Francia. Maxi-
miliano de Austria, que se cas con la heredera de Carlos el Teme-
rario, vencera a los franceses, teniendo en pocas dificultades para
restablecer el ejecutivo en manos ducales.
En el siglo xvr, el Rey de Espaa gobernante y Emperador del
Sacro Imperio Romano, Carlos V, tuvo siempre una actitud recelosa
frente a los Estados Generales, pero no pudo, sin su consentimiento,
cargar los impuestos que necesitaba. Durante el reinado de su hijo
Felipe Il, la divergencia fundamental entre los intereses del gober-
nante y sus sbditos se puso pronto de manifiesto. Los Pases Bajos
se haban cansado de pagar las guerras de los Habsburgo con Fran-
cia, de gastar, como ellos sealaron, su sangre y su dinero para
conquistar Italia en beneficio de los espaoles. En los Estados Gene-
rales de 1557-58 redujeron las cantidades que el Rey les haba
pedido y unieron su concesin reducida a una serie de condiciones.
Las ms importantes eran que ellos mismos eligirian el tesorero
para recaudar y gastar esos impuestos y que el Rey deba retirar
(21) R. VAN BRAGT, De Blijde Inkomst van de Hertogen van Brabant
Johanna en Wenceslas (3 Januari 1356), Anciens Pays et Assembles d'Etats,
XIII (Lovaina, 1956).
MONARQUIA Y PARLAMENTOS EN LA EUROPA MODERNA 109
las 3.000 unidades espaolas que mantena en los Pases Bajos (22).
Esta ltima condicin era ms importante incluso que la asuncin
de la tributacin real (con precedentes en algunas de las Provincias,
al igual que en Catalua y en algunos de los principados germni-
cos), ya que ello pona de manifiesto la creciente desconfianza entre
el rey y sus sbditos.
La historia de lo que sigui, la revuelta de los Pases Bajos, es
bien conocida. Desde el punto de vista de nuestro problema origi-
nal hay una serie de rasgos que destacan. En primer lugar, los
Pases Bajos constituan un territorio alejado de la monarqua
espaola, como Catalua o Sicilia, pero era mucho ms rico y, en
consecuencia, la cuestin impositiva era para la monarqua casi tan
importante como en Castilla. Por tanto, las relaciones rey-estamen-
tos no podan ser inmovilizadas, como en Catalua y Sicilia, ni
poda archivarse el problema del poder ms que durante perodos
de tiempo relativamente cortos. Antes bien, tal y como suceda en
Polonia y los reinos escandinavos, la alta nobleza competa con el
Rey y su gobierno para controlar las reuniones de los estamentos.
Una vez ms, al igual que en los reinos septentrionales y orientales,
ambas partes, rey y alta nobleza, trataron de formar una alianza
que funcionara eficazmente a expensas del resto del pas. Ahora
bien, donde eso lleg a suceder, la alianza termin rompindose
porque sigui dejando en el aire el problema de a quin correspon-
da el poder. La alianza entre el gobernante y la alta nobleza fun-
cion en los Pases Bajos, aunque fuera a duras penas, durante el
reinado de Carlos V. Con Felipe 11 la alianza sucumbi rpidamente.
La rapidez de ese colapso se debi en buena medida a la intro-
duccin de un nuevo elemento: la pasin religiosa, desatada a causa
de la difusin de las ideas de la Reforma y la Contrarreforma,
aunque ello no quiere decir que las pasiones y las motivaciones reli-
giosas tuvieran que ser ms fuertes que las de carcter social, econ-
mico o poltico, o puramente personal. La mezcla de esos elementos
vari ciertamente de unos a otros; ahora bien, lo que pas fue que
las diferencias religiosas se vieron con tanta claridad, que stas
tendieron a abarcar distintos grupos sociales, teniendo por tanto la
tendencia a subsumir todas las dems motivaciones y a aumentarlas
(22) H. G. KOENIGSBERGER, The S tates-General of the Netherlands before
the Revolt, en Es tates and Revolutions.
110 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES
al punto que se hizo enormemente difcil, o prcticamente imposi-
ble, llegar a un acuerdo con el otro grupo. En consecuencia, no
resulta sorprendente que los conflictos a largo plazo entre monar-
quas y parlamentos degeneraran en dramticas luchas por el
control del poder, precisamente durante el siglo o siglo y medio
posterior a la Reforma.
El aspecto religioso de los conflictos constitucionales de los
siglos XVI y xvn tuvo un resultado perturbador ms. Una vez la
monarqua y su parlamento se haban empeado en una lucha abier-
ta por el poder, existi siempre la posibilidad de que los vecinos
pescaran a ro revuelto e intervinieran en favor de uno u otro. Pero
cuando se mezcl la religin en este tipo de conflictos, la interven-
cin exterior se convirti en un elemento ms a considerar. Para
ambos bandos, luchar no slo por lograr la supremaca, sino, o al
menos as lo pareca, por pura supervivencia, exigira inevitable-
mente ayuda ms all de las fronteras de su Estado. Inversamente
todos los poderes vecinos veran amenazada su propia seguridad y
la de la religin elegida por ellos con la victoria del bando que re-
presentase la otra religin. As, la revuelta de los Pases Bajos,
inicialmente una guerra civil, con Espaa apoyando a uno de los
bandos, atrajo rpidamente la intervencin de Inglaterra, Francia,
el Papado y algunos de los Estados germnicos. Incluso el Imperio
turco trat de coordinar las campaas de los moriscos contra Espaa
con las de Guillermo de Orange (23 ).
El resultado final de este conflicto no era predecible por ninguna
de nuestras teoras o modelos. Por otra parte, creo que es intrnseca-
mente imponderable que pudiramos construir una teora capaz
de hacerlo, dado que, desde el punto de vista de cualquier teorfa
til, el peso de la intervencin de poderes extranjeros, e incluso la
direccin de esas intervenciones, tena que ser arbitraria. Dependa,
no slo del potencial econmico y militar de los Estados interven-
cionistas, sino tambin de sus propias complicaciones internaciona-
les, sus alianzas poco firmes y sus problemas internos. En el caso
que nos ocupa, la mayora de la nobleza y prelados de las provin-
(23) A. C. HEss, The Moriscos: An Ottoman Fifth Column in Sixteenth
Century Spain, American Historical Revie\-V, vol. LXXIV, ntm, 1, 1968, p-
gina 19.
MONARQUIA Y PARLAMENTOS EN LA EUROPA MODERNA 111
cias Walonas optaron por el rey Felipe, habiendo sido llevados a
esta desagradable alianza bsicamente por miedo a la revolucin
socio-religiosa que haba estallado en las grandes ciudades de Flan-
des. Y si bien lograron mantener sus privilegios sociales y sus
estamentos provinciales, perdieron el control poltico real del pas
en beneficio de la monarqua espaola o sus representantes. Su
frontera con las provincias septentrionales estaba determinada por
el resultado de las campaas militares, que no podan llevarse
adelante sin Espaa.
Las siete Provincias del norte se independizaron. Parece bas-
tante claro que, a pesar de sus esfuerzos, tampoco esto hubiera
podido lograrse sin ayuda extranjera. Sin embargo, la estructura
interna del nuevo Estado, las Provincias Unidas de los Pases Bajos,
estuvo ampliamente determinada por las fuerzas polticas y sociales
de esas Provincias y por las personalidades de los lderes del pas.
En 1581 la monarqua fue abolida y, a partir de entonces, el poder
soberano residi en los estamentos de las siete Provincias y sus
delegados en los Estados Generales en La Haya. Estos eran apro-
piadamente tratados como .sus Altos Poderes. A pesar de este
ttulo, los diputados de los Estados Generales no tenan plenos
poderes, como los miembros del Parlamento ingls, y no podan com-
prometer a sus Provincias en asuntos realmente importantes, como
la tributacin y la religin (24 ). El sistema funcion slo gracias al
peso poltico y econmico de la Provincia de Holanda, que pagaba
ms de la mitad de todos los impuestos (25). La misma Holanda
estaba gobernada por la clase dirigente, una oligarqua de familias
ricas y cultas que dominaban la poltica de las distintas ciudades de
Holanda y controlaban las grandes compaas comerciales y los
bancos.
Aqu haba, pues, una repblica patricia o ms bien una confe-
deracin de repblicas en que la iglesia estaba estrictamente subor-
dinada a las autoridades civiles y en la que, por razones en buena
parte fortuitas, la alta nobleza habla desaparecido casi completa
(24) KoENIGSBBRGER, The powers of Deputies, pgs. 199-210.
(25) Para un breve resumen de la estructura poltica de las Provincias
Unidas, cfr. e. g. CHARLES WILSON, The Dutch Republic (New York, Toron-
to, 1968), o H. H. ROWEN, The Law Countries in Early Modern Times: A Docu-
mentary (New York, London, 1972).
112
REVISTA E LAS CORTES GENERALES
mente, aunque segua siendo importante la nobleza rural campesina
en la vida poltica de las Provincias agrarias orientales de Gronin-
gen, Overijssel y Geldres. Los estamentos no volveran a cometer
el error de los Estados Generales de 1477 de tratar de gobernar el
pas sin un ejecutivo. Por tanto, confirieron al prncipe de Orange,
Guillermo el Silencioso, un enorme poder ejecutivo, junto con el
ttulo de gobernador ( stadholder) de varias provincias, y el impor-
tante cargo de comandante en jefe de los ejrcitos de la Unin.
Se trataba de una monarqua sustituta, que gobernaba no por la
gracia de Dios sino por el favor de los estamentos. Guillermo y su
descendiente se daban perfecta cuenta de esta distincin, igual que
la sociedad cortesana europea (26 ). En parte por la excepcional habi-
lidad poltica de Guillermo y en parte por las imperiosas necesidades
de la guerra contra Espaa, el nuevo ejecutivo y Jos estamentos
cooperaron muy eficazmente. Pero tan pronto como cedieron las
presiones exteriores, durante la Tregua de Jos Doce Aos con Espa-
a (16.09-21) y tras la Paz de Mnster (1648) en que Espaa recono-
ci al fin la independencia holandesa, los estamentos y su monar-
qua sustituta se vieron envueltos en conflictos por el poder -exac-
tamente igual que cualquier monarqua legtima y sus parlamen-
tos y, por supuesto, que el monarca sustituto ingls, Oliver Cronwell,
y sus parlamentos-. Una vez ms, como podamos esperar, el
mecanismo real empez a funcionar. Tres veces derrotaron a
sus oponentes los stadholders enrgicamente aprovechndose de las
divisiones entre las Provincias, los condados y otros grupos privi-
legiados, y, en el primero de esos enfrentamientos (1617-19), incluso
explotaron las divisiones religiosas existentes en la iglesia calvi-
nista. No obstante, la casa de Orange nunca fue Jo bastante fuerte,
ni siquiera remotamente, para establecer un absolutismo de tipo
francs. Curiosamente, la ausencia de un heredero masculino adul-
to -momento crtico siempre incluso para la monarqua legti-
ma- (27) por dos veces, en 1650 y 1702, condujo a la virtual
abolicin de lo monarqua sustituta incluso.

'"(26) La ultra aristocrtica y snob repblica de Venecia peda que sus
diplomticos precedieran a los de las Provincias Unidas, porque ella con-
taba con reinos en su territorio, frente a los simples ducados y condados
de las Provincias Unidas.
(27) En ningn momento de la Edad Moderna hubo ms del 50 por 100
MONARQUIA Y PARLAMENTOS EN LA EUROPA MODERNA 113
Hay muchos ejemplos del papel crucial jugado por la interven-
cin exterior en Jos enfrentamientos entre monarquas y parlamen-
tos. A comienzos del siglo XVII, Jos estamentos de Bohemia y de
los ducados austriacos obtuvieron importantes victorias polticas y
religiosas, principalmente con la ayuda que le prestaron Jos esta-
mentos de Hungra. Todos ellos eran protestantes y sbditos del
mismo gobernante, el emperador Rodolfo II. Aproximadamente
quince aos despus, en 1629, el emperador Fernando II invirti la
situacin al derrotar a los estamentos de Austria y Bohemia, pero
los ejrcitos que lograron sus victorias fueron Jos de una potencia
extranjera, Babiera. En el otro extremo del Imperio, los estamentos
de Friesland Oriental desafiaron con xito a sus gobernantes a Jo
largo del siglo xvrr. Su estructura social homognea y sus tradi-
ciones polticas fueron, sin duda alguna, esenciales en esta confron-
tacin; Friesland Oriental era la regin de Althusius, el terico ms
grande del poder de Jos estamentos en la edad moderna. Sin embar-
go, la fuerza decisiva en ese conflicto prolongado fue un contingente
de tropas holandesas estacionadas permanentemente por las Pro-
vincias Unidas en ese estado, estratgicamente importante (28}.
En el siglo XVIII, los estamentos de Wurttemberg y Jos de
Mecklenburg acudieron en diferentes ocasiones al emperador con-
tra las pretensiones absolutistas de Jos duques, y, por razones que
tenan mucho ms que ver con la poltica de Viena que con la de
Stuttgart o Schwerin, obtuvieron apoyo eficaz.
de posibilidades de que un heredero varn adulto no fuera discutido (cfr.
H. G. KOENIGSBERGER y GEORGB L. Mossn, Europe in the Sixteenth Century, Lon-
don and New York, 1968, pg. 249). Este hecho estadstico pona lmites es-
trictos al funcionamiento del mecanismo reah. Los Hohenzollern gobernan-
tes de tuvieron una suerte excepcional en sus sucesiones
en la Edad Moderna, y sobre todo les favoreci la suerte en que tres de los
cuatro gobernantes que se sucedieron entre 1640 y 1740 posean ms inteli-
gencia y energa que lo que era comn. Apenas alguna otra casa gobernante
en Europa tuvo tal cantidad de buena fortuna. Hay un largo camino que re-
correr para explicar el xito del establecimiento del absolutismo en Braden-
burgo-Prusia, pas cuyas partes central y oriental eran econmica y social-
mente no muy diferentes de Polonia. Si esta buena suerte de los Hohenzollern
y sus ambiciones era igual para los habitantes de su pas, o para Alemania o
Europa es, desde luego, una cuestin diferente.
(28). H. RBIMERS, Ostfriesland bis zum Aussterben seines Frstenhauses
(Bremen, 1925).
114
REVISTA DE LAS CORTES GENERALES
Pero el caso ms interesante es aqul con el que comenzamos
esta investigacin: Inglaterra, el pas par excellence del dominium
politicum et regale, el pas par excellence del sistema poltico cerrado
en que rey y parlamentos podan organizar su destino prcticamente
-o as ha parecido al menos a muchos historiadores- sin influen-
cias externas. Cuando Fortescue escribi su obra, el parlamento
ingls estaba ciertamente bien consolidado, pero no estaba en abso-
luto decidida la cuestin del control del poder entre el parlamento
y la monarqua. Muchas de las asambleas del continente, que ms
tarde fueran derrotadas, tenan mayores poderes en la segunda
mitad del siglo xv que nuestro parlamento. Slo en el XVII fueron
decididas las cuestiones que dieron al Parlamento y, ms particular
mente, a la Cmara de los Comunes, el control autntico sobre el
gobierno del pas: el monopolio de toda la tributacin y su apropia-
cin a los efectos para los que haban sido votada; libertad de expre-
sin, para asegurar la posibilidad de que el parlamento pudiera
debatir todos los aspectos de la poltica real; el voto decisivo en el
nombramiento de los ministros reales o, al menos, la insistencia en
la responsabilidad de los ministros ante el parlamento; la abolicin
o interrupcin del derecho de veto del gobernante en la legislacin
parlamentaria, y finalmente el derecho del parlamento a reunirse
regularmente, con independencia del deseo del Rey, y la abolicin
de su prerrogativa de disolver el parlamento arbitrariamente. Casi
todas estas condiciones esenciales de gobierno parlamentario ge-
nuino -el tipo de gobierno existente en los Pases Bajos desde el
establecimiento de la Unin de Utrecht, la unin de las Provincias
en 1579- slo fueron establecidas en Inglaterra de manera irrevo
cable tras la revolucin de 1689 (29).
Estas victorias del parlamento sobre la monarqua fueron, por
supuesto, resultado de los grandes conflictos del siglo XVII y, espe
cialmente, de los dramticos acontecimientos conectados con el
Parlamento largo y las guerras civiles de los aos 1640, y el derro
camiento de Jacobo 11 en 1688. Ninguno de estos acontecimientos
puede ser entendido en un contexto puramente ingls. Al igual que
la rnayora de las monarquas europeas, la monarqua Stuart estaba
(29) J. S. ROSKELL, Perspectives in English Parliamentary History, en
E. B. FRYDE y E. MILLER, ed., Historical Studies of the English Parliament,
volumen 2 (Cambridge, 1970).
MONARQUIA Y PARLAMENTOS EN LA EUROPA MODERNA 115
compuesta de varios Estados; sta estaba formada por Escocia,
Irlanda, Gales e Inglaterra. Adems, Gran Bretaa formaba parte
del sistema europeo de Estados y estaba expuesta a la intervencin
extranjera, a pesar del Canal y el Mar del Norte. El intento de
Carlos I de gobernar sin el parlamento fracas en primer lugar, no
en Inglaterra sino en Escocia, ejemplo clsico de reino pobre y
alejado en que el mecanismo real haba sido reducido prctica-
mente a la inmovilidad. El error del Arzobispo Laud y de Carlos I
fue esencialmente el mismo de sus contemporneos, Felipe IV de
Espaa y su Ministro Olivares, en el caso de Catalua. Desde el
punto de vista del poder politico, Escocia hubiera debido ser dejada
en paz, al igual que Catalua. El hecho de que no lo fueran indica,
en ambos casos, una distorsin de un claro pensamiento poltico por
la pasin, pasin por el imperio, en el caso de Olivares, y pasin
por la religin, en el caso de Laud, aliada en los dos, a nociones
pedantes y mal concebidas de la naturaleza de la autoridad real.
Fue una suerte para Gran Bretaa que Francia estuviera dema-
siado ocupada en su guerra con Espaa para interferir en favor de
Escocia, su aliado tradicional, como lo hiciera solo un poco despus
en Catalua. Pero el ejercicio escocs intervino entonces en Ingla-
terra. Ha sido sealado que la iniciativa que tomara el Parlamento
largo contra la prerrogativa real, en 1640 y 1641, dependi mucho
de la presencia del ejrcito escocs en Inglaterra (30). Ms tarde,
durante la guerra civil, el parlamento apenas si hubiera podido
seguir adelante sin la ayuda militar escocesa, ni el rey sin la galesa
y, en menor medida la irlandesa. Francia y los holandeses prestaron
algo de ayuda a la causa real; no lo suficiente como para que deci-
diera el resultado final, ya que ambos pases estaban muy empea-
dos en la Guerra de los Treinta Aos, pero lo bastante para que
tuviera repercusiones internas en las Provincias Unidas. El segundo
asalto del gran conflicto entre la Casa de Orange y los estamentos
de Holanda, que tuvo lugar en 1650, comenz con las objeciones de
los estamentos al apoyo de Orange a la Casa de Stuart.
Incluso la Gloriosa Revolucin de 1688-89, y los acontecimien
tos que llevaron a ella, no fueron un asunto puramente ingls. En
los ltimos aos de su reinado, Carlos 11 logr gobernar sin Parla-
(30) C. RussELL, The Crisis of Parliaments (Oxford, 1971), pg. 329.
116 ""-'"ZVISTA DE LAS CORTES GENERALES
mento. Pudo hacrelo gracias a las prerrogativas de la Corona, to-
dava amplias, y a la ayuda f'-anciera de Luis XIV. Por supuesto,
esta ayuda fue precaria, pero cada ao que continuaba, la posicin
de la monarqua en Inglaterra se haca ms fuerte. Los primeros
dos aos del reinado de Jacobo II son un comentario estremecedor
de todo lo lejos que eM" .-roceso haba llegado y de cmo haba sido
tcnicamente posible manejar el Parlamento. Podramos especu-
lar sobre el resultado si J acabo II no hubiera cometido el error de
ofender las susceptibilidades religiosas de toris anglicanos impor-
tantes y tambin si no hubiera estado en el extranjero un miembro
de la Casa de Stuart oportunamente protestante, capaz de movilizar
el formidable apoyo de las Provincias Unidas de los Pases Bajos.
No fue fortuito que hubiera sido un prncipe de Ora112e, el represen-
tante ae la monarqua parlamentaria holandesa sustituta, quien se
com .... era en el primer Rey de Inglaterra autnticamente parla-
mentario, al casarse con la hija de Jacobo II y organizar una inva-
sin victoriosa de Inglaterra. Una vez ms, como en 1640, el aspecto
""tivo de la injerencia extranjera fue importante. En el mo-
mento crtico, el otoo de 1688, Luis XIV estaba luchando en el
Palatinado y, por tanto, no poda impedir a Guillermo de Orange
que navegara hacia Inglaterra. Es evidente que, en sus momentos
ms crticos y dramticos, la historia inglesa no puede ser entendida
en funcin de un sistema poltico cerrado.

Qu conclusiones podemos extraer entonces? Qu tipo de teora
podemos construir y cules sern las limitaciones de esa teora?
una teora que, recordemos, debe responder a nuestra pregunta
inicial: cmo explicamos el relativo xito o fracaso de las distintas
monarquas y parlamentos en su lu..:.1a por el poder? Lo mejor ser
que exponga mis conclusiones esquemticamente de modo que
puedan ser aceptadas o refutadas y, en cualquier caso, espero,
debatidas.
l. La estructura e historia <le los Parlamentos est evidente-
me;,te relacionada con la estructura social de las sociedades en que
se desarrollaron. Esto es trivial, pero bsico. La dificultad estriba
en que toda correlacin previa entre la estructura social y las ins-
tituciones oficiales de una sociedad no es nada fcil de establecer.
MONARQUIA Y PARLAMENTOS EN LA EUROPA MODERNA 117
La topologa de Hintze trata de hacerlo, pero termina produciendo
una imagen que, a pesar de su brillantez y comprensin, resulta
tipolgica y dinmicamente inadecuada.
2. Dado que nos enfrentamos con un problema de cambio
-cambio, adems, no producido par acuerdo- necesitamos una
teora de la dinmica poltica y social en un perodo largo y no una
teora del equilibrio y el desequilibrio. Hemos comprobado que los
tres mecanismos de Norbert Elias, el mecanismo monopolista, el
de la institucionalizacin del poder, y el mecanismo real consti-
tuyen un progreso importante en la consecucin de un modelo til
de la dinmica histrica.
3. No obstante, la teoria o teoras de Elias no nos dan respues-
tas suficientemente concretas. En primer lugar, no nos dan una
escala temporal adecuada. En segundo lugar, al haberse concen-
trado en los casos extremos de Francia e Inglaterra, no nos dicen
lo suficiente sobre los casos intermedios. As, mientras la historia
de Polonia puede ser encajada perfectamente en el esquema de
Elias, la de Dinamarca o Suecia no. Dinamarca era un pas con una
estructura social y una dinmica social ms similares a las de Po-
lonia que a las de Francia. Aun as, en 1660 su rey llev a cabo con
xito un golpe de estado que transform al pas de una monarqua
aristocrtica, constitucional y electiva en uno de los Estados ms
eficazmente absolutistas de Europa. La historia de Suecia es ms
desconcertante incluso; aqu podemos observar tres golpes de Esta-
do reales muy eficaces, de principios del siglo XVII a finales del
XVIII. Con todo, cada vez, tras una serie variable de aos era
restablecido el gobierno aristocrtico, constitucional, aunque no
siempre mantena los mismos centros de autoridad, pues en el XVIII
stos fueron del Riksrad, el Consejo de Estado de la alta nobleza,
al Riksdag, el Parlamento dominado por la baja nobleza. Concluyo
por tanto que el equilibrio entre las fuerzas monrquicas y antimo-
nrquicas pudo ser armonizado de modo mucho ms uniforme y
durante un perodo de tiempo superior al que los mecanismos de
una sola direccin, de Elias, pudieran sugerir. De ello deriva el
hecho que las decisiones finales no pueden siempre ser predichas,
o retrodichas, por estos mecanismos, incluso cuando son tomadas
junto con un anlisis de la estructura social.
118
nEVISTA DE LAS CORTES GENERALES
4. El conflicto entre monarquJas y parlamentos raramente tuvo
lugar en sistemas polticos cerrados. Durante la baja Edad Media
y la Edad Moderna, unos cuatro o cinco siglos, la mayora de las
monarquas estaban formadas por varios Estados. Sus parlamentos
eran mltiples, y, junto con las Asambleas provinciales funcionaban
a varios niveles. Hen.10." ,JOdido discernir algunos modelos funcio-
nales en la historia de los parlamentos de reinos o provincias
pequeas, lejanas. Sin embargo, estos modelos podan resultar
vitalmente afectados por decisiones polticas singulares, de con-
secuencias impredecibles. Esto es lo que sucedi en Escocia y
Catalua.
S. La dificultad ms seria en la construccin de una teora
global '"'"ne planteada por la intervencin de pot<"'-ias exteriores
en los conflictos entre los reyes y sus parlamentos. Semejante in-
tervencin alterarla la relativa fortaleza de las fuerzas internas
hasta el punto que es, creo, impredecible, aun cuando utilizramos
la teora de los juegos o una computadora.
El perodo de conflictos ms intensos entre monarquas y
parlamentos coincidi, en conjunto, con la poca de los conflictos
religiosos. El elemento religioso en este enfrentamiento tendi a
producir:
a) Un fuerte liderazgo y cohesin de los partidos, aunque la
historia de las guerras civiles en Francia muestra que stos partidos
no eran necesariamente parlamentarios o antiparlamentarios.
b) La probabilidad de una intervencin extranjera, la nter-
nacionalizacin de conflictos constitucionales y, por tanto, la casi
completa imposibilidad de predecir su resultado (Cfr. punto S).
7. El poder de las fuerzas rea.es y parlamentarias opuestas
podra verse afectado, durante un perodo de tiempo o en momentos
crticos, por determinados elementos especficos o estructurales,
funcionales o incluso fortuitos.
Mencionar slo algunos:
a) Poderes especficos o procedimento de los parlamentos. Por
ejemplo, era importante para un parlamento establecer el principio
de reparasin de agravios antes de votar el servicio; esto es, un
MONARQUIA Y PARLAMENTOS EN LA EUROPA MODERNA 119
parlamento no tena que acordar la concesin de impuestos antes
que el rey hubiera satisfecho sus peticiones. Esta era, por supuesto,
la opinin comn en los Paises Bajos durante el Quinientos. Sin
embargo, el Parlamento ingls, aunque usaba ocasionalmente este
principio como un recurso tctico, nunca lo estableci sistemtica-
mente. Los parlamentos, durante la poca Tudor y el primer perodo
de los Stuart, normalmente concedan las peticiones financieras de
la Corona primero, y discutan despus sobre los agravios. De igual
modo, el problema de los poderes de los diputados o miembros de
los parlamentos era ambiguo (31). Los miembros ingleses del parla-
mento gozaban de plena potestas, plenos poderes; esto es, podan
comprometer a sus electores, sin tenerles que pedir cuentas luego.
Los diputados de los Estados Generales de los Pases Bajos, en
cambio, tenan que rendir cuentas prcticamente de todo. No obs-
tante, ambos establecieron un gobierno parlamentario.
b) La accin de personalidades destacadas. No podemos sim-
plemente dejar de lado en la historia a Guillermo el Silencioso, John
Pym y Oliver Cronwell.
e) La aparicin fortuita de sucesiones adultas masculinas in-
contestadas. Algunos gobernantes pudieron llevar a cabo golpes de
estado con resultados permanentes tal y como sucedi en Piamonte
y Dinamarca. Sin embargo, en general la institucionalizacin del
poder real raramente haba ido lo suficientemente lejos antes del
siglo XVIII, para que la monarqua pudiera evitar un serio contra
tiempo cada vez que se produca una minora de edad o una suce-
sin discutida. Es lo que sucedi en Francia en una fecha tan tarda
como 171S, tras la muerte de Luis XIV. Sera razonable pensar que
normalmente costara tres generaciones sucesivas de gobernantes
adultos masculinos, esto es, dos sucesiones de este tipo al menos,
establecer un absolutismo inatacable. Con una posibilidad del SO
por 100, a la muerte de cada gobernante, habra slo una posi-
bilidad del 2S por 100 de que esto sucediera dos veces seguidas.
8. Y finalmente, para resumir: Con la ayuda de otros eruditos,
historiadores y socilogos hemos construido una serie de teoras y
modelos. Estos modelos son valiosos, creo, para el entendimiento
histrico, esto es, para nuestro entendimiento de la condicin hu-
(31) KOENIGSBERGER, The Power of Deputies, passim.
120 REVISTA DE LAS CORTES GENERALES
mana conforme cambia a travs del tiempo. Pero nos hemos tro-
pezado tambin con los lmites de esas teoras. Estos lmites, creo,
son inherentes al problema nos disponemos a resolver. Y as,
estamos llamados no slo a buscar teoras, sino tambin a realizar
las tareas tradicionales del historiador: analizar acontecimientos
especficos y cadenas ti. y, por supuesto narrar la
historia de los acontecimientos.
REVISTA DE LAS
CORTES GENERALES
11
Notas y dictmenes

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