Schleiermacher Friedrich - Los Discursos Sobre La Hermeneutica
Schleiermacher Friedrich - Los Discursos Sobre La Hermeneutica
Schleiermacher Friedrich - Los Discursos Sobre La Hermeneutica
SCHLEIERMACHER
Salvador Pi Tarazona
SECRETARIO
ISSN 1137-2176
Depsito Legal: NA 1275-1991
Pamplona
NDICE
Introduccin ...............................................................................
1.
Modernidad y hermenutica......................................
2.
3.
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B.
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INTRODUCCIN
1. Modernidad y hermenutica
Clsico es aquello que no pasa, sino que determina las producciones siguientes1. Con esta afirmacin Schleiermacher parece
adivinar el papel que le ha correspondido en la representacin de la
filosofa contempornea principalmente por su teora general de la
hermenutica. Es un clsico en la medida en que su hermenutica
ejemplifica la virtud de un pensamiento cuya fuerza impulsa de
manera decisiva el curso de una disciplina, pero ms aun, cuya
densidad y agudeza de observaciones constituye un contraste
insustituible para cualquier intento de superacin de los problemas
con los que se enfrenta la tarea de comprender tras casi dos siglos
de una verstil aplicacin al campo de las ciencias humanas.
El siglo XIX es el siglo del Verstehen, del comprender como
operacin cognoscitiva; su alcance asegura la recuperacin de un
mbito de la realidad cuya consistencia no es en absoluto independiente de la captacin de su sentido. El mundo no es un concepto
emprico, pero menos todava es un ah fuera del sujeto. La
creciente conciencia de la capacidad configurativa de la accin
humana, de su funcin como continuadora de la dotacin natural,
as como el hecho de que sea la cultura la que hace posible una
idea de la naturaleza y, por tanto, hace vivible la vida humana, todo
ello sita el concepto de mundo en la primera lnea de los intereses
especulativos de una generacin tan moderna como la del romanticismo. Ella anticipa una sociedad cada vez ms ampla, formada
por aquellos seres humanos que, elevados a la altura de los conocimientos e inquietudes de su poca, no buscan su reconocimiento
e identidad en el origen social o en los vnculos familiares, polticos, ni tampoco en las formas de vida tradicionales. Antes bien,
entienden su capacitacin intelectual como la acreditacin de su
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Schleiermacher sigue de cerca el debate filosfico entre el pensamiento ilustrado de signo kantiano, abanderado por Mendelssohn, y el preromanticismo de Lessing y Jacobi. La disputa sobre
el atesmo (Atheismusstreit) a propsito de la filosofa de Spinoza
presenta una cuestin latente en el ambiente ilustrado que propicia
en buena parte el resurgimiento de la religin en los crculos
intelectuales. Jacobi defiende que el racionalismo ejemplificado en
Spinoza conduce al atesmo. Pues la razn sin la fundacin de la fe
es destructiva, aboca en el nihilismo.
En 1796 Schleiermacher se traslada a Berln. Pronto entra en
contacto con el grupo de intelectuales llamado Sturm und Drang,
que reuna las figuras ms destacadas del movimiento romntico.
La estrecha amistad de Schleiermacher con Friedrich Schlegel es
decisiva en esta etapa de su vida. De su mano se introduce en el
mundo del arte y de la poesa. Juntos analizan la visin fichteana
de la filosofa de Kant y conciben e inician proyectos editoriales.
El ms importante de ellos es la traduccin de las obras de Platn
que finalmente Schleiermacher lleva a cabo en solitario a lo largo
de su vida. El primer volumen aparece en 1804 y el ltimo que
prepara en 1828.
Contribuye a la renovacin que impulsa el crculo romntico
con reseas y artculos que aparecen en la revista del grupo, Atheneum. Adems, en 1799 aparece su primer libro titulado ber
die Religion. Reden an die Gebildeten unter ihren Verchtern.
Poco ms tarde publica Briefe ber die Lucinde y ya en 1800
Monologen. En estas obras ensaya un estilo natural, ms acorde
con la subjetividad interna, con la individualidad, silenciada en las
exposiciones generales fruto de una razn ajena a la historia y sus
cambios. Esa naturalidad es, en realidad, mximamente artificial;
simboliza el anhelo de unidad del espritu humano, primero consigo mismo, mediante la libertad, despus con el mundo, al reconocerse en todas las manifestaciones de la cultura. En la religin y la
tica se sitan principalmente las preocupaciones filosficas de su
primera etapa berlinesa que termina en 1802.
Lejos de Berln publica, un ao despus, las Grundlinien einer
Kritik der bisherigen Sittenlehre. En 1805 es nombrado profesor
extraordinario de Teologa y Filosofa en la Universidad de Halle.
En sus primeras lecciones de tica y de hermenutica ofrece ya una
idea bastante precisa del carcter que estas disciplinas han de tener
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3. La filosofa de Schleiermacher
Como he indicado, los primeros libros de Schleiermacher tratan
de proporcionar una teora del espritu finito capaz de responder a
las preguntas sobre el enigma de la subjetividad humana y la
relacin entre el yo y el mundo. Si verdaderamente queremos
aproximarnos a la intimidad de nuestro ser, parece decir Schleiermacher en los Monlogos, es preciso atenerse a la intuicin del
espritu en medio de la finitud de la vida individual. Cuando
hablamos de espritu, no designamos sin ms una clase de objetos
que participa de determinadas notas, sino que mencionamos el
saberse de un ser existente, como la condicin ms ntima y
esencial de ese ser dado; por ello, es inadecuado un tratamiento
puramente especulativo, abstracto del espritu.
El estilo utilizado tanto en los Discursos sobre religin como en
los Monlogos ensaya el proceso de autodesvelamiento del espritu
por el que ste se presenta como un existir siempre en relacin a.
Lo Infinito, o bien el propio yo en plenitud, e incluso el mundo
constituyen el trasunto de la intimidad que piensa, siente y acta
segn una unidad creciente o conciencia. Por tanto, la reflexividad
del espritu de ningn modo significa clausura, puesto que es una
reflexividad cooriginaria con un sentimiento de dependencia que
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de su produccin6. El arte est unido a la forma superior de conciencia porque sta consiste en un saberse o, lo que es lo mismo,
en un producirse. Schleiermacher considera absurda la pretensin
kantiana de un saber antes del saber. Con la referencia al carcter
artstico del saber est subrayando que en el acto de pensar se da la
combinacin de lo general y lo individual. Esto es especialmente
pertinente en el caso de la dialctica.
Como ciencia de las ciencias la dialctica no puede ser una
ciencia hipottica, sino real, que entreteje las diferencias que se dan
en el pensar y asiste al proceso por el que el saber se produce con
xito. Es el rgano de las ciencias; en ese sentido, al mostrar los
principios de todo saber no produce propiamente una ciencia, sino
que asegura el conocimiento real. Frente a la tendencia comn a
interpretar la dialctica slo como una teora del dilogo, es decir,
a atribuirle un alcance exclusivamente formal, se advierte que ella
se ocupa del saberse de todo conocimiento como condicin para el
intercambio de pensamientos y en esa medida apunta a la estructura personal de la conciencia, inaccesible desde otra ciencia, pero
decisiva para la unidad de cualquiera de ellas.
La ciencia superior tiene que dar cuenta de la universalidad que,
bajo distintos nombres, articula la compenetracin de espritumundo. De acuerdo con la tensin propia de la existencia finita
entre individualidad y universalidad, Schleiermacher seala una
vez ms la dependencia constitutiva del ser humano. Pues bien,
desde el punto de vista de la dialctica, dependencia significa que
lo decisivo es que el saber se da en un sujeto y no tanto que sea
efectuado por un sujeto. Los principios del saber tienen que asumir
que el sujeto encuentra en s mismo lo otro que no procede de l.
Se trata del fundamento por el que el conocimiento finito es, sin
embargo, un saber verdadero y capaz de mayor verdad. La conciencia tiene que ver con las diferencias internas al propio pensar
respecto de un mismo objeto (esas diferencias corresponden a la
finitud de la conciencia representativa).
Lejos de la dialctica de Hegel se sita esta concepcin de la
razn marcada por el movimiento de los opuestos. Schleiermacher
afirma categricamente en relacin con el saber que comenzar
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En cambio, si se advierte la armona real de los opuestos tambin en el origen de la existencia individual como tensin o fuerza
que despierta la conciencia, se entiende que Schleiermacher hable
de crculo aparente19. Bajo esta perspectiva es posible devolver el
discurso al pensamiento vivo de su autor, porque propiamente el
pensamiento no deja de estar vivo. Igualmente en la comprensin
del todo se puede exigir el sentido de cada una de las partes a las
que el todo confirma en su significado, porque la distensin temporal (del habla o del texto que permite distinguir partes) es posible
en virtud de la mismidad del objeto que se piensa y se expresa.
Tampoco puede ofrecer un criterio claro sobre la precedencia en la
aplicacin del procedimiento comparativo y del divinatorio, porque
ambos se ejercen simultneamente, incluso cuando parece dominar
uno sobre otro.
Quiero detenerme en otro de los conceptos caractersticos de
Schleiermacher que plantea ciertas dificultades a los estudiosos de
la hermenutica: el malentendido. La hermenutica se apoya en el
hecho de la no comprensin del discurso20. Por tanto, la interpretacin acertada no es aqulla que evita el malentendido o la que no
tropieza con la contradiccin, sino la que, contando desde el inicio
con el malentendido, busca la comprensin hasta un punto en el
que se llega a comprender un autor mejor que l mismo. En otros
pasajes se indica tambin que el malentendido se produce por s
solo y, adems, siempre queda un resto, una vez comprendido el
texto. Cmo hacer compatibles estas afirmaciones con aqulla
otra segn la cual el objetivo de la hermenutica es comprender en
el mximo sentido?21.
Me he referido anteriormente a los diversos sentidos del trmino Kunst; en ellos se puede encontrar una clave armonizadora.
Cuando se traduce el trmino Kunstlehre por mtodo se favorece
una visin de las tesis hermenuticas en la que se destacan los
conflictos y dificultades de una aplicacin metdica de las reglas y
los procedimientos para la interpretacin correcta, como acabamos
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de sealar. Entonces resulta inaceptable tambin que la comprensin sea siempre de algn modo inacabada, infinita, es decir, que el
malentendido no se pueda disolver del todo; pues qu clase de
mtodo es ese que no garantiza el resultado por el que se le ha
definido previamente? En cambio, si se pone la atencin en la
palabra Kunst y no se olvida que el arte consiste en presentar lo
universal de modo inmediato en lo individual22, la interpretacin
debe ser artstica pues toda expresin lingstica es la construccin
de algo determinado y finito a partir de algo indeterminado e
infinito23. En ese sentido, la interpretacin que procura recrear la
inspiracin del pensamiento en el discurso ya ejercido es adecuada,
cuando respeta la ndole artstica de todo uso lingstico, esto es,
de todo pensamiento expresado. Schleiermacher afirma que es
preciso entender la tarea de la hermenutica como una obra de arte,
pero no como si la interpretacin terminara en una obra artstica,
sino en la medida en que la actividad de comprender lleva en s el
carcter del arte; puesto que con las reglas de la interpretacin
correcta no se ha dado la aplicacin, no se puede proceder mecnicamente24.
De acuerdo con la relacin sealada entre pensamiento y lenguaje, el malentendido no puede ser algo excepcional; confirma la
donacin de sentido que precipita en el discurso. El habla, al
presentar lo general en lo individual, actualiza la armona entre
ambos, pero de ningn modo disuelve la diferencia. Lo singular
lingstico no agota el universal que expresa; o tambin, cabe decir
que no lo presenta de manera nica. Hay un exceso (un plus) de
significado que deja siempre un resto de malentendido en la comprensin. Es una secuela del camino hacia la verdad en el que se
encuentran los hombres de todos los tiempos, compartiendo y
discutiendo un saber que es de cada uno, en la misma medida en
que lo es tambin de muchos. En ese sentido, el malentendido no
guarda relacin con la diversidad cultural y la consiguiente diferencia lingstica, como muchas veces proponen las hermenuticas
actuales, sin con la significacin que es siempre imperfecta.
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Dialektik (1811), p. 4.
Cfr. Hermeneutik und Kritik, p. 80.
Cfr. Hermeneutik und Kritik, p. 81.
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La exigencia de Wolf, segn la cual la conexin de pensamientos que descubre el intrprete debe ser necesaria, plantea tambin
notables dificultades. No siempre contamos con un punto de apoyo
que establezca una nica significacin de las palabras. Incluso,
cuando estamos convencidos de haber adivinado el modo individual de combinacin de un autor y en relacin a aqul somos
capaces de componer coherentemente el curso de su pensamiento,
difcilmente nuestra exposicin adoptara la forma de una demostracin. Lo que resulta en este proceder es otro tipo de certeza ms
divinatoria, concluye Schleiermacher, como lo confirma el hecho
de que tambin Wolf en sus observaciones recurra mucho ms a la
certeza divinatoria que a la demostrativa29. Esto se advierte especialmente cuando pone en relacin todas las disciplinas de la
antigedad, las ya mencionadas hermenutica, gramtica y crtica y
otras igualmente imprescindibles como la habilidad de estilo y el
arte de la composicin. Estos saberes se adquieren en las escuelas y
universidades como totalidades ya dadas; sin embargo, si efectivamente la produccin de formas, gneros y estilos resulta de la
actividad de los autores clsicos, aqulla debe dilatarse en el
tiempo y los mismos autores deben aparecer como afectados por
formas ya establecidas al tiempo que tal vez como creadores de
otras nuevas. As el intrprete ha de discernir correctamente la
relacin de un escritor con las formas asimiladas y su propio
impulso a desbordarlas, es decir, tiene que buscar cmo se enlazan
lo heredado y lo inventivo. Sin esto no puede captar ni el todo ni el
detalle30. Pero este hallazgo sera fruto de un procedimiento divinatorio ms que demostrativo.
La complementariedad de los dos modos de proceder, el comparativo y el divinatorio, no evita que surja la pregunta siguiente:
por dnde se comienza a interpretar?; est claro que el intrprete
difcilmente puede adivinar el modo propio del autor de un texto
sin cierto conocimiento de la lengua, del estilo, y de la mtrica.
Ahora bien, qu determina lo pertinente para una comparacin, si
no es un adivinar previo? De la misma manera plantea dificultades
la aplicacin de los dos procedimientos a las partes gramatical y
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cio comparativo implica la desigualdad, la no-identidad que invalida cualquier intento de entender una expresin como mero caso de
una regla. Por lo mismo, adivinar es presentir una cierta comunidad
entre un pensamiento ya disponible y un pensar originario que
garantiza la comparacin.
Ast entiende que en toda obra antigua habita un espritu comn;
en consecuencia, cada obra debe ser interpretada como una realizacin de un todo espiritual. En la parte se capta el todo y desde el
todo se comprende lo individual. Esto significa no nicamente que
el todo se forma gracias a las partes, sino sobre todo que cada
expresin, cada obra es slo una individualizacin del espritu
comn 34. La identificacin del todo y cada parte es contradictoria;
adems, supone una simultaneidad de ambas que no refleja el
desarrollo temporal de las formas, antes bien ignora la intervencin
innovadora del espritu individual en la formacin de las unidades
superiores de alcance general.
El espritu de la antigedad se puede encontrar en producciones
de signo muy diverso, alega Schleiermacher; si debe ser el mismo
en todas ellas, es una cuestin que queda fuera del alcance de la
hermenutica, pues sta se ocupa nicamente de lo producido en el
lenguaje. Ast ha contribuido notablemente al conocimiento del
espritu de un pueblo y una poca en el uso de la lengua con la
aplicacin del principio del todo y las partes. En otros mbitos de
la cultura tambin es til. Pero Schleiermacher no puede aceptar el
camino inverso, por el que lo individual se entiende sobre todo a
partir de lo general. En los Discursos no argumenta los fundamentos de su objecin, pues tanto la afirmacin de Ast como su refutacin rebasan las competencias de la hermenutica35.
La divisin de la comprensin en histrica, gramatical y espiritual, y la consiguiente enumeracin de una triple hermenutica no
hacen sino corroborar que tanto Ast como Wolf descuidan el dato
fundamental, a saber, que toda expresin procede de un pensamiento individual que no se puede ejercer sin palabras. Como el
lenguaje transmite un mundo, cada proposicin se inscribe en un
contexto que puede ser formulable lingsticamente, es decir,
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6. Bibliografa bsica
SCHLEIERMACHER, F. D. E.:
Brouillon zur Ethik (1805/6). Auf der Grundlage der Ausgabe von
O. Braun, H. J. Birkner (Hrsg.), F. Meiner Verlag, Hamburg, 1981.
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Muchas, incluso tal vez la mayora de las actividades que componen la vida humana, admiten una triple divisin en la manera
como son realizadas: una manera casi sin espritu y completamente
mecnica, una [otra] que se apoya en una riqueza de expe-
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dad, por otro, en la teologa cristiana, con todo ambas cosas sucederan nicamente en el espritu de la unidad de ambas. Adems, si
tuviera que ver con el orientalismo que, como es sabido, es la
indiferencia todava no separada de ambas, y, por otro lado, con la
literatura romntica que claramente radica en la aproximacin a la
unidad de ambas, entonces esto se llevara a cabo con gran facilidad. Pues, si orientalismo y literatura romntica fueran esferas tan
cerradas como la filologa clsica y la literatura sagrada, entonces
tendramos una hermenutica cudruple, cada una formada especialmente como un rgano para un crculo determinado, para la
cual, sin embargo, tendra que haber algo comn superior. Pues
bien, en la medida en que quiero ascender a esas alturas, temo ante
la sombra de Wolf. Este, en las pocas frases que dedica a la hermenutica, se queja de que sta, como teora, est todava poco desarrollada y, a modo de un fundamento que todava falta, menciona
investigaciones que no estn en conjunto a una altura tan vertiginosa, sino en regiones completamente moderadas, a saber, las investigaciones sobre los significados de las palabras, el sentido de las
frases, el contexto del discurso; all dice adems consoladoramente
que esa imperfeccin no perjudica demasiado, en la medida en que
los resultados contribuiran poco a despertar la genialidad del
intrprete o a aumentar su habilidad intelectual. Tambin quiere
sealar aqu, a modo de advertencia, la diferencia que l alega
entre teoras, como las que tenan los antiguos que de hecho facilitaban la produccin, por tanto, la tarea del intrprete, y stas a las
que nosotros ms modernos nos inclinamos, que se hunden en
abstrusos desarrollos sobre la naturaleza ntima del arte y de sus
primeros principios, pero con las que no se puede hacer nada.
Temo que aqu est la diferencia aludida con la que he empezado;
la teora puramente cientfica ser la que no efecta nada, la til
ser solamente la que rene convenientemente las observaciones.
Pero, por un lado, me parece an que la ltima necesita todava
algo para determinar el campo de aplicacin de las reglas, lo que la
primera tiene que garantizar bien; por otro lado, pienso que esta
misma tambin, si se atiene slo a la naturaleza y principios del
arte al que se refiere, siempre tendr algn influjo en la prctica de
ese
mismo
arte;
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do, en dos periodos opuestos entre s, pero cuyos caracteres reaparecen tambin simultneamente por esto slo en una manera subordinada. El primero es aqul en el que se formaron paulatinamente esas formas; el otro, aqul en el que dominaban y si la tarea
hermenutica consiste en reproducir todo el curso interno de la
actividad compositiva del escritor hasta lo ms completo, entonces
es muy necesario saber a cul de los dos periodos l pertenece.
Pues, si pertenece al primero, entonces en todo momento de su
actividad slo estaba l mismo y se puede concluir sobre la inten- 10
sidad de su produccin y de su poder en el lenguaje a partir del
hecho de que no slo produjo obras individuales, sino que, en parte
con l y en l, comienza un tipo estable en el lenguaje. Lo mismo,
aunque subordinadamente, vale para todos los que modificaron
esas formas al menos singularmente, introdujeron nuevos elementos o fundaron en ellas otro estilo. Por el contrario, cuanto ms
pertenezca un escritor al segundo periodo, no produzca la forma,
sino que trabaje y componga en esta o en aquella forma, tanto ms
hay que conocer stas con exactitud para comprenderle plenamente
en su actividad. Pues, junto con el primer esbozo de una obra 20
determinada se desarrolla tambin en l la fuerza directora de la
forma que ya existe, ella contribuye en gran medida a la ordenacin y divisin del todo y, a travs de sus leyes particulares, cierra
al poeta aqu un campo del lenguaje e incluso de una determinada
modificacin de las representaciones y all le abre otra, por tanto,
modifica en detalle no slo la expresin, sino tambin la invencin,
ya que ambas no se separan nunca completamente. Quien en el
trabajo de la interpretacin no vea correctamente, cmo la corriente
del pensamiento y de la composicin, por decirlo as, choca aqu 30
con las paredes de su lecho y rebota, y all es encauzada en una
direccin distinta de la que hubiera tomado si no estuviera atada,
ese no puede comprender el proceso interno de la composicin y
mucho menos asignar el lugar correcto al escritor mismo respecto a
sus relaciones con el lenguaje y sus formas. No comprender cmo
uno hubiera expresado las imgenes y pensamientos que nacen en
l del modo ms potente y acabado, si no hubiera estado limitado
por
una
forma
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cierto
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voluntad a sus primeros comienzos para abarcar as el todo mediante los dos extremos. Esos primeros comienzos no son otros que
cuando los nios empiezan a comprender lo que se dice. Cmo se
ajustan nuestras frmulas a esos comienzos? Ellos no poseen
todava la lengua, sino que slo la buscan, pero tampoco conocen
an la actividad del pensamiento, ya que no hay pensamiento sin
palabras; entonces por qu parte comienzan? Todava no tienen en
absoluto puntos de comparacin, sino que los adquieren slo
paulatinamente como fundamento para un proceder comparativo
que, por supuesto, se desarrolla de modo sorprendentemente rpi- 10
do; pero, cmo fijan el primero? No se debera caer en la tentacin de decir que cada uno ha producido los dos originariamente y
que, o bien en virtud de una necesidad interna coincide originariamente con el modo como los otros han producido, o bien se acerca
poco a poco a ellos en la medida en que se ha hecho capaz de un
proceder comparativo. Pero incluso esto, la interna movilidad hacia
la propia produccin, pero con la orientacin original a la recepcin de otro, no es otra cosa que lo que hemos denominado con la
expresin de lo divinatorio. Por tanto, esto es lo originario y el
alma se mantiene tambin aqu como un ser que total y propiamen- 20
te presiente. Pero con qu manifestacin de una fuerza enorme y
casi infinita comienza ella, que ninguna de las siguientes se le
puede equiparar sino de lejos, en la medida en que tiene que concebir al mismo tiempo dos cosas que despus se apoyan mutuamente, en primer lugar tiene que objetivar la lengua verdaderamente como una, que no se escinde sino progresivamente, en la medida
en que fija las palabras singulares en los objetos que aparecen y en
las imgenes que se forman en ella misma cada vez ms clara y
seguramente, pero al mismo tiempo tambin tiene que, no s si
debo decirlo, concebir la actividad de pensar para poder reproducirla o reproducirla para poder concebirla. Siempre encuentro tan 30
digna de asombro esta primera actividad en el dominio del pensamiento y del conocimiento que me parece como si nos riramos de
las aplicaciones errneas que hacen los nios de los elementos que
toman del lenguaje, adems a menudo slo por un exceso de lgica, para consolarnos o vengarnos por esa sobreabundancia de
energa que nosotros ya nunca podremos emplear.
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En octubre, 1829. Un asterisco apunta a una nota marginal del editor, L. Jonas:
leda en la sesin plenaria del 22 de octubre de 1829.
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distinta una de las veces, entonces esta regla puede valer slo en la
medida en que tambin la frase, en la que se encuentra en otra
ocasin, puede ser justamente entendida como [siendo] todava
parte de un mismo contexto. Pues, en algunas circunstancias, otros
significados pueden darse tambin con igual derecho en un nuevo
prrafo como en una obra completamente distinta. Si el sentido de
una palabra se determina en la segunda ocurrencia a partir de la
primera, entonces se comprende igualmente lo individual a partir
del todo, pues la explicacin depende nicamente de la concepcin
clara de que esa parte de un escrito es realmente un todo en relacin a la palabra en cuestin. Lo mismo el proceder correcto con
los pasajes paralelos se apoya igualmente en el hecho de que se
escoge slo esos pasajes que aparecen en un todo anlogo por lo
que respecta a la palabra en cuestin que hay que aclarar y, por
tanto, podran ser partes del mismo todo. Pero, en la medida en que
esto no es seguro, la aplicacin resulta tambin insegura. Cuanto
ms claro sea esto y pueda ser confirmado todava por numerosos
ejemplos, ms difcil es responder a la pregunta hasta dnde se
puede ascender con la aplicacin de esa regla. Pues lo mismo que
la palabra en la frase es algo individual y una parte, tambin la
frase lo es en el contexto mayor del discurso. Por ello, sucede tan
fcilmente que representaciones completamente falsas sean asociadas con frases individuales de un escritor, cuando se incorporan
frases sacadas de su contexto original como refuerzo o pruebas en
otro contexto; esto ocurre tan a menudo que nicamente sorprende
cmo esa confianza de los citadores no se ha convertido en un
proverbio. Algo muy distinto pasa con las proposiciones que son
susceptibles de un uso proverbial; stas aparecen siempre, incluso
puestas por ellas mismas, en gran medida indeterminadas y, al
mismo tiempo, pasan por estar completamente determinadas slo
en la medida en que lo entrae el contexto en el que se las introduce. Precisamente en el hecho de que estn en cierto modo a merced
de cada uno y, aunque por su forma se quedan ms aisladas que
otras, son usadas cada vez de manera distinta segn su contexto, se
apoya una gran parte de su particular atractivo. Si avanzamos un
paso ms, podremos decir tambin lo mismo de un conjunto ms
amplio de proposiciones. Y de ah vendra, por ejemplo, que se nos
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podemos ser injustos con el seor Ast, cuando, para ahorrarnos ese
frecuente retroceder y volver a mirar, nos da el consejo de comenzar mejor inmediatamente cada comprensin con un presentimiento sobre el todo. Sin duda la pregunta difcil es, de dnde debe
proceder tal presentimiento. Pues, si toda nuestra tarea se limita a
aquellas obras del discurso, y as parece que lo pensaban tanto
Wolf como el seor Ast, que tenemos delante simultneamente, es
decir, por escrito, entonces se ofrece una posibilidad. Slo los
prlogos, que se hacen escasamente en una exposicin oral, son de
ms ayuda que el simple ttulo. Luego exigimos visiones de conjunto e ndices a los libros de un cierto tipo, ciertamente no slo
para poder encontrar lo particular con facilidad, sino preferentemente por la intuicin de la organizacin de una obra que ellos nos
garantizan, y adems porque podemos reunir desde el principio
aquellas palabras principales que dominan las partes ms grandes y
las ms pequeas. Cuanto ms se nos aseguren tales palabras, ms
fcil ha de ser seguir aquel consejo. S, incluso cuando faltan por
completo y se tiene delante slo el libro, tambin entonces la
tendencia, normalmente ms bien condenable, a hojear un libro
antes de meterse seriamente con l, puede ser muy til para el que
tiene la suerte o la destreza para suplir lo que falta. Sin embargo,
casi me avergenzo de haber escrito esto, si pienso cmo toda la
antigedad que estaba condenada a comprender de acuerdo con las
mismas reglas que nosotros, no saba nada sobre esos recursos, lo
mismo que muchas de las obras en prosa ms excelentes estn
hechas de tal modo que sera imposible aplicarles tales recursos,
que ms bien estn tan despreciados que incluso las indispensables
divisiones externas no tienen nada en comn con la organizacin
interna de la que puede surgir un presentimiento sobre el todo,
mientras que en las obras poticas todo lo que se parezca a esto
casi cae en el ridculo, y finalmente que tambin entre nosotros no
hay pocos tales que son suficientemente distinguidos como para no
leer ellos mismos, sino que se dejan leer en voz alta, para ellos no
sirven ni el hojear ni los ndices. As pues tenemos que intentar
contestar del modo ms general a la pregunta de dnde debe proceder el presentimiento sobre el todo, sin el cual no es posible la
comprensin
perfecta
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razn poderosa para que Wolf exija tanto del intrprete como del
crtico la habilidad en la composicin como una condicin casi
indispensable. Pues bien, tal vez sea casi imposible sustituir tambin en esta tarea el procedimiento divinatorio, que preferentemente es suscitado por la propia productividad, por una gran riqueza de
analogas.
Sin embargo, todava insatisfecho con el alcance hasta aqu descrito de esta tarea, el seor Ast nos muestra un camino para poten- 10
ciarla nuevamente que no hay que despreciar. A saber, lo mismo
que la palabra en relacin a la proposicin y la proposicin singular a su estructura ms prxima y sta a la obra misma, como lo
individual en relacin a la totalidad o una parte al todo, as tambin
todo discurso y toda obra escrita es igualmente algo individual que
puede ser comprendido slo desde un todo todava mayor. Pero es
fcil ver que toda obra es algo individual bajo una doble perspectiva. Cada una es algo individual en la esfera de la literatura a la que
pertenece y forma con otras de contenido semejante un todo desde
el que puede ser comprendida en una de las relaciones, a saber, en 20
la lingstica. Pero tambin cada una es algo individual como acto
de su autor y junto a sus otros actos forma el todo de su vida y, por
tanto, es comprensible slo desde la totalidad de sus actos, naturalmente segn la medida de su influencia sobre sta y de su semejanza con ella, en la otra relacin, a saber, en la personal. La diferencia entre un lector que logra la comprensin del todo por el
camino descrito hasta ahora y otro que ha acompaado al autor
toda su vida hasta la aparicin de la obra y al que le sale al encuentro el hombre entero de manera ms clara y determinada que a 30
aquel [primero] tanto en la marcha de la totalidad como en todos
los detalles, ser cada vez ms grande, por supuesto mayor o
menor segn la constitucin de la obra. La misma diferencia [se
dar] tambin entre ste ltimo y el que, conociendo todo el campo
de obras emparentadas, sabr apreciar de modo completamente
distinto el valor lingstico de las partes individuales y el tcnico
de toda la composicin. As pues, se concluye tambin para cada
obra entera en tanto que individual lo mismo que se conclua para
las
partes
ms
pequeas.
Incluso
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Kimmerle: o a la inversa.
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Sin embargo, puesto que aqu en lo que respecta a la comprensin de lo individual a partir del todo parece que estamos en la
cumbre de la exigencia, no podemos negarnos a una mirada retrospectiva sobre lo anterior. Si precisamente se ha sealado slo de
pasada que bien puede haber dos clases distintas de intrpretes que
se dividen el trabajo, uno ms orientado a las relaciones lingsticas de cada escrito en cuestin, otro ms al proceso psquico original de produccin y combinacin de pensamientos e imgenes,
entonces en este punto la diferencia de talentos se distingue con
especial claridad. Pues aqu cedo al intrprete lingstico todo el
trabajo de entender la obra individual en el contexto de las [obras]
anlogas de la misma literatura. Puesto que las formas de toda
composicin se configuran a partir de la naturaleza del lenguaje y
de la vida comn que est unida y se desarrolla al tiempo con l, lo
personal individual es tambin aqu, en la medida en que es lo que
ms vale, el factor que ms retrocede. Por el contrario, quien quiera
espiar en su composicin a un escritor, de cualquier clase que sea,
y con ese fin se figura lo ms posible toda su manera de ser para
ver a lo vivo incluso los momentos de entusiasmo y de concepcin
que interrumpen la unidad cotidiana de la vida como inspiraciones
superiores, pero despus tambin todo lo que se relaciona de algn
modo con el curso de la invencin en detalle, incluyendo adems
los pensamientos colaterales indiferentes para la idea del todo, a fin
de evaluar correctamente cmo se relaciona el trabajo entero de
composicin con la totalidad de su ser o incluso, considerado para
s mismo, cmo se desarrolla como algo propio que presenta una
personalidad determinada, para este [intrprete] todas esas relaciones [lingsticas] naturalmente tienen que ser relegadas muy al
fondo. Pero la comprensin perfecta sigue condicionada siempre
por los esfuerzos de ambos y es imposible que en un intrprete
singular que estuviera completamente en uno de los lados, agote la
receptividad para lo que sucede en la otra parte. Un intrprete de
este ltimo tipo que quisiera chapucear en lo lingstico, por inteligente que sea la manera de querer a su autor y por mucho cuidado
que tenga, como pasa a menudo en tales [intrpretes], en no atribuirle
intenciones
que
no
se
le
han
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adelante no se realice ya ms lo mismo con ambas partes. Si consideramos con este fin nuevamente esas dos partes de nuestra tarea,
parece que una est tan atrasada en su desarrollo frente a la otra y,
si lo puedo decir as, tan encogida que parece incorrecto equipararlas en una futura tcnica hermenutica. Detengmonos primero en
la antigedad clsica que sigue siendo el primer objeto en el que se
ha ejercitado nuestro arte; cuantos hay entre los escritores ms
significativos de cuya restante vida y existencia conocemos tan
poco que se duda hasta qu punto podemos fiarnos de su persona.
Y lo que sabemos sobre Sfocles y Eurpides fuera de sus obras es
de tal clase que pueda darnos la menor informacin sobre la diferencia de sus composiciones? O en hombres tan conocidos como
Platn y Aristteles, todo lo que conocemos sobre su vida y sus
relaciones nos aclarara tambin al menos por qu uno ha tomado
este camino en la filosofa y otro uno completamente distinto y
hasta qu punto se han podido acercar en los escritos que ya no son
accesibles para nosotros? Incluso, somos tan afortunados con un
slo antiguo como con el romano Cicern que podemos separar de
sus grandes obras todo un tesoro de cartas como documentos
autnticos de su personalidad, para en adelante vislumbrar en
aqullas mediante stas toda su personalidad? Si nos dirigimos
ahora a las producciones del lejano y sombro Oriente, cmo seran
pensables all figuras singulares que pudieramos querer distinguir
con el fin de iluminar tambin sus obras mediante el modo propio
como se desarrolla su alma. Incluso sobre el suelo paterno, la
cosecha es todava muy escasa en esos productos antiguos de los
que no nos hemos ocupado metdicamente desde hace tiempo, y
slo cuanto ms nos acercamos a nuestra poca, y cuanto ms
permanecemos en el amplio entorno del gran mercado europeo
donde todo se conoce y, en cierto modo, todo deambula en las
mismas salas, slo entonces parece surgir el oficio que trata de este
objeto y se ofrecen los instrumentos para ello en una proporcin
satisfactoria. Pero, fuera de esto, qu mezquina parece esta parte al
lado de la otra. Una nos lleva siempre hacia lo ms grande y am-
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Si aado adems que el espritu de la antigedad se puede encontrar tambin en otros lugares distintos a las producciones de un
cierto tipo, que, fuera de las obras del discurso, tiene que ser el
mismo en las obras del arte plstico y en cualquier otro sitio,
entonces esta frmula parece sobrepasar totalmente los lmites
determinados de la hermenutica que no puede tener que ver
siempre sino con lo producido en el lenguaje, por lo que ciertamente en su aplicacin a todas partes le faltar el apoyo adecuado. Si
recordamos slo por un momento el procedimiento frecuente hasta
hace poco tiempo, construido precisamente sobre este principio, 10
puesto que se utilizaba el lenguaje tcnico de un campo en otro
completamente distinto, entonces nadie podr negar que, si frmulas de este tipo no son un simple juego basado en una concepcin
inteligente, pueden pertenecer slo a una daina esfera nebulosa y
flotante. Y de esta [objecin] a su teora no le puedo absolver de
ningn modo al seor Ast. Pues, cuando oigo precisamente en ese
contexto que la idea, como la unidad que contiene la vida, debe ser
producida a partir de la vida desplegada como multiplicidad y de
su forma como unidad absoluta, cuando mejor se dira lo contrario, 20
me encuentro efectivamente bajo tales nieblas que no son buenas
para una teora que reclama luz clara. En cualquier caso todos
tienen que admitir que cualquiera que sea el mbito al que nos
hemos elevado con la interpretacin hasta el punto descrito ahora,
se ha ganado mucho para captar correctamente el espritu del
pueblo y de la poca en el uso de la lengua, y que ello ha contribuido a una confirmacin significativa de una teora expuesta sobre
eso, cuando la consideracin de otros campos de la productividad
espiritual proporciona resultados anlogos; pero, ni me quiero
atrever a recorrer el camino inverso y pretender entender lo indivi- 30
dual sobre todo segn esas suposiciones generales, ni quiero afirmar tampoco que esto pertenece todava al campo de la hermenutica.
Esto me lleva ahora a otro punto, a saber, que el seor Ast distingue una comprensin triple, histrica, gramatical y espiritual.
Ciertamente menciona la ltima de las tres que, en sentido estricto,
es de nuevo doble por relacin al espritu del escritor singular y al
espritu de toda la antigedad de manera que toda [comprensin]
deviene cudruple, pero, por cierto, esta ltima de las tres la llama
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