Clarke, Arthur C - Cuentos de La Taberna Del Ciervo Blanco
Clarke, Arthur C - Cuentos de La Taberna Del Ciervo Blanco
Clarke, Arthur C - Cuentos de La Taberna Del Ciervo Blanco
Clarke
CUENTOS DE LA
TABERNA DEL
CIERVO BLANCO
Arthur C. Clarke
A Lew
Y a sus clientes de los jueves por la noche
INDICE
Nota de contratapa
Prlogo
Silencio, por favor (Silence, please!)
Caza mayor (Big game hunt)
Patente en trmite (Patent pending)
Carrera de armamentos (Armaments Race)
Masa crtica (Critical Mass)
La meloda ideal (The ultimate melody)
El pacifista (The pacifist)
Los prximos inquilinos (The next tenants)
Espritu inquieto (Moving Spirit)
El hombre que ar el mar (The man who ploughed the sea)
La orqudea indecisa (The reluctant orchid)
Guerra fra (Cold war)
Un asunto de gravedad (What goes up)
El bello durmiente (Sleeping beauty)
La defenestacin de Ermintrude Inch (The Defestration of Ermintrude Inch)
NOTA DE CONTRAPORTAPA
Este divertido volumen de ARTHUR C. CLARKE recoge quince improbables
historias, narradas de viva voz en un pub londinense en el que se rene
semanalmente un selecto grupo de escritores, cientficos, periodistas y
editores. La gran estrella de esta tertulia es Harry Purvis, un jactancioso y
ocurrente fabulador que aprovecha cualquier pretexto o alusin para abrumar a
sus amigos con extraos sucesos de los que ha sido supuesto testigo o
privilegiado conocedor. Todos los relatos basados en su mayora en la
extrapolacin hasta el absurdo de las posibilidades tecnolgicas que encierra el
conocimiento cientfico contemporneo se hallan animados por una lgica
disparatada que los hace convincentes precisamente por resultar inverosmiles.
Inventos sorprendentes, situaciones impensadas y experimentos audaces
(mquinas para producir silencio, reproducir el placer sexual o fabricar
melodas perfectas, buques que aran los ocanos, computadoras para uso
militar que adoptan comportamientos pacifistas, colonias de termitas que
incorporan conocimiento humano, etc.) constituyen la trama, ingeniosa e
imaginativa, de estos CUENTOS DE LA TABERNA DEL CIERVO BLANCO.
PRLOGO
Escrib estas narraciones entre 1953 y 1956, en lugares tan diversos como
Nueva York, Miami, Colombo, Londres y Sidney. En algunos casos la influencia
geogrfica es evidente, pero lo curioso es que, cuando escrib Un asunto de
gravedad, an no haba estado en Australia. En la dcada transcurrida desde
que aparecieron estos relatos, la ciencia me ha dado la razn al menos en dos
ocasiones. El doctor Jos Delgado ha demostrado de forma dramtica la
tcnica descrita en Caza Mayor, controlando a un toro en plena embestida
(contra el propio Delgado) en una plaza, como anticipo de la era del toreo
electrnico. Para un mayor conocimiento de la tcnica, aplicada a pulpos
gigantes y ballenas asesinas, consulten mis novelas The Deep range (La
fluctuacin profunda) y Dolphin Island (La isla de los delfines). La idea
inspiradora de Patente en trmite es sobradamente conocida; Hermann
Kahn ha denominado a tales aparatos mquinas de soar, y si llegaran a
inventarse, marcaran el fin del camino, en ms de un sentido, para la raza
humana. Las he descrito en mayor detalle en la novela corta The lion of
Comarre (El len de Comarre).
Carrera de armamentos es el resultado de una visita a George Pal cuando
se encontraba en Hollywood trabajando en los efectos especiales para La
guerra de los mundos. Cuando lo escrib, el Rayo de la Muerte pareca muy
improbable. Hoy ya no podemos estar tan seguros.
Me han dicho pero no puedo garantizar que sea cierto, que se ha
producido una situacin similar a la descrita en El pacifista; existe una
computadora en algn lugar de Estados Unidos que de vez en cuando
interrumpe sus meditaciones para mecanografiar: LA COMPUTADORA LOCA
ATACA DE NUEVO...
Algunos lectores me han preguntado si El Ciervo Blanco exista en la
realidad. As es. El escenario (y algunos personajes secundarios) estn
basados en El Caballo Blanco, en Fletter Lane, al norte de la calle Fleet de
Londres. En los aos que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, se daba cita
all la comunidad de ciencia-ficcin londinense. Ms tarde, el dueo. Lew
Mordecai, se traslad a El Globo, en Hatton Garden en el corazn del
barrio de los diamantes, y todos nos fuimos con l.
Muchos escritores y editores jvenes, as como visitantes del mundo entero,
an se renen all todos los primeros martes de mes. Pero ahora no conozco ni
a uno entre diez, y encuentro sus discusiones sobre William Burroughs y la
Nueva Ola totalmente incomprensibles. A veces tengo que recordarles que no
conoc a Jules Verne, y ni tan siquiera, desgraciadamente, a H. G. Wells.
Arthur C. Clarke
Nueva York, mayo de 1969
endebles, que los aparatos casi nunca funcionaban. Este hecho no pareca
descorazonarle: crea ser un Edison redivivo, e imaginaba que poda hacer una
fortuna con lmparas de radio y otros desechos del laboratorio. Como su
pasatiempo no interfera con el trabajo, nadie se opona; por el contrario, los
ayudantes del laboratorio de fsica siempre le estaban animando, porque, al fin
y al cabo, es reconfortante ver a alguien entusiasmado. Pero nadie pensaba
que llegara muy lejos, porque ni siquiera creo que fuera capaz de integrar e
elevado a x.
Es posible tal ignorancia? pregunt alguien con asombro.
Puede que est exagerando. Digamos x por e elevado a x. De todas
formas, sus conocimientos eran enteramente prcticos; rutina, en una palabra.
Por muy complicado que fuera un esquema, poda construir el aparato, pero, a
no ser que se tratara de algo realmente simple, como un televisor, no entenda
el funcionamiento. El problema consista en que no era consciente de sus
limitaciones. Y eso, como vern, fue realmente una desgracia.
Creo que se le debi ocurrir la idea mientras observaba a los estudiantes de
fsica hacer experimentos de acstica. Doy por sentado que todos ustedes
conocen el fenmeno de la interferencia.
Naturalmente! contest.
Eh! dijo uno de los jugadores de ajedrez, que haba abandonado todo
intento de concentrarse en el juego (probablemente porque iba perdiendo).
Yo no.
Purvis le mir como si estuviera contemplando a un ser sin derecho a habitar
en un mundo en el que se haba inventado la penicilina.
En ese caso dijo framente supongo que tendr que explicarlo ignor
nuestras protestas. No, insisto. Hay que explicar estas cosas a quien no las
entienden. Si alguien se lo hubiera explicado al pobre Fenton antes de que
fuera demasiado tarde...
Mir un tanto despectivamente al jugador de ajedrez, que estaba muerto de
vergenza.
No s empez a decir si alguna vez se ha parado a pensar sobre la
naturaleza del sonido. Es suficiente con decir que consiste en varias series de
ondas que se mueven a travs del aire. No son, por supuesto, ondas como las
que se producen en la superficie del mar. Esas ondas son movimientos de
subida y bajada, en tanto que las ondas sonoras consisten en una alternancia
de compresiones y rarefacciones.
Rarequ?
Rarefacciones.
No querr decir rarificaciones?
No. Dudo que exista semejante palabra, pero si as fuera, no debera existir
contest secamente Purvis, con el aplomo de un Sir Alan Herbert vertiendo
un neologismo singularmente repulsivo en su frasco mortal. Por dnde iba?
Ah, ya!, estaba explicando el sonido. Cuando producimos cualquier tipo de
ruido, desde el susurro ms delicado hasta esa conmocin que nos ha
atronado hace un momento, una serie de cambios de presin se mueve a
travs del aire. Han visto alguna vez una locomotora de maniobras en
gestos desde el escenario. Para entonces yo estaba tan muerto de risa que era
incapaz de apreciar tales detalles.
No quedaba otra posibilidad que salir de la sala, y todos nos apresuramos a
hacerlo. Creo que Kendall se haba escapado, tan impresionado por el efecto
de su treta que ni se ocup de desenchufar el aparato. Tenia miedo de que le
cogieran y le lincharan. En cuanto a Fenton, desgraciadamente nunca
conoceremos su versin de la historia. Slo podemos reconstruir los hechos
posteriores a partir de la evidencia que qued.
Tal y como yo lo imagino, debi esperar a que se vaciara la sala y a
continuacin entr sigilosamente para desenchufar su aparato. La explosin se
pudo escuchar en toda la Escuela.
La explosin? pregunt alguien con sorpresa.
Por supuesto. Me estremezco al pensar que nos salvamos por los pelos.
Unas cuantas decenas de decibelios ms, unos cuantos tonos ms... y menos
mal que no sucedi: cuando el teatro estaba an lleno. Considrenlo como un
ejemplo de los designios inescrutables de la Providencia, el que slo el inventor
fuera afectado por la explosin. Quiz fue lo mejor que poda haber ocurrido: al
menos muri en su momento triunfal, y antes de que el Decano lo alcanzase.
Basta de moralejas. Qu ocurri?
Bueno, les dije que Fenton estaba muy verde en teora. Si hubiera
investigado el aspecto matemtico del silenciador, habra dado con el error. El
problema consiste en que la energa es indestructible. Incluso cuando se anula
una sucesin de ondas con otra. Lo nico que ocurre entonces es que la
energa neutralizada se acumula en otro sitio. Es como barrer toda la suciedad
de una habitacin, a cambio de un montn invisible debajo de la alfombra.
Fijndonos en el aspecto terico, el aparato de Fenton no era tanto un
silenciador como un colector de sonido. Mientras estaba en funcionamiento,
absorba energa sonora constantemente. Y en ese concierto alcanz la
mxima potencia. Lo entenderan mejor si conocieran alguna composicin de
Edward England. Adems, hay que tener en cuenta los ruidos producidos por el
pblico o mejor dicho, los ruidos que intentaban producir en medio de la
confusin. La cantidad total de energa debi ser tremenda, y el pobre
Silenciador tuvo que absorberla. Dnde fue a parar? Bueno, no conozco los
detalles del circuito pero, probablemente, a los condensadores de energa.
Cuando Fenton empez a juguetear con l otra vez, fue como tocar una
bomba. El sonido de sus pasos fue la gota que colm el vaso. El aparato,
sobrecargado, no pudo resistir ms y explot.
Nadie dijo una palabra durante unos minutos, quiz en seal de respeto por
el difunto seor Fenton. Entonces Eric Maine, que haba estado en la esquina
mascullando sobre sus clculos durante los ltimos diez minutos, se abri
camino a travs de los asistentes. Blanda agresivamente un trozo de papel
delante de l.
Eh! dijo. Yo tena razn. Ese chisme nunca pudo funcionar. Las
relaciones entre la fase y la amplitud...
Purvis le hizo callar con un gesto de displicencia.
CAZA MAYOR
A pesar de que, segn la opinin general, Harry Purvis no tiene rival entre los
clientes de El Ciervo Blanco como narrador de historias extraas (aunque
algunas sean un tanto exageradas), no se debe pensar que su posicin nunca
se haya visto amenazada. En ocasiones, se ha eclipsado temporalmente.
Siempre es entretenido observar el desconcierto de un experto, y debo
confesar que me produce cierto placer recordar cmo el Profesor Hinckelberg
venci a Harry en su propio terreno.
A lo largo del ao, recibimos muchos visitantes americanos en El Ciervo
Blanco. Al igual que los clientes habituales, se trata generalmente de
cientficos u hombres de letras, por lo que el libro de visitantes que Drew
guarda tras la barra contiene muchos nombres famosos. A veces los recin
llegados vienen solos, presentndose tmidamente a la menor oportunidad.
(Una vez vino un Premio Nobel tan apocado que estuvo sentado en una
esquina durante una hora sin que nadie le reconociera, hasta que, haciendo de
tripas corazn, se atrevi a decir quin era.) Otros llevan cartas de
presentacin, y no pocos llegan acompaados por clientes habituales, que
despus les dejan que se las arreglen como puedan.
El profesor Hinckelberg aterriz una noche a bordo de un enorme Cadillac
con la parte trasera en forma de cola de pez, que le haban prestado en el
parque mvil de la plaza de Grosvenor. Slo Dios sabe cmo se las haba
arreglado para introducirse por las estrechas calles laterales que llevan a El
Ciervo Blanco, pero, sorprendentemente, los parachoques parecan intactos.
Era un hombre alto y encorvado, con ese tipo de cara, mezcla de Henry Ford y
Wilbur Wright que generalmente acompaa al habla lenta y taciturna del
pionero tostado por el sol. No era ste el caso del profesor Hinckelberg.
Hablaba como un disco de larga duracin a setenta y ocho revoluciones por
minuto. En diez segundos nos enteramos de que era zologo y daba clases en
una universidad de Virginia del Norte, que estaba de vacaciones, que trabajaba
en un proyecto sobre el plancton para el Departamento de Investigacin Naval,
que le encantaba Londres e incluso le gustaba la cerveza inglesa, que haba
sabido de nuestra existencia a travs de una carta en Science pero no poda
creer que fuera cierto, que Stevenson no estaba mal, pero que si los
demcratas queran volver deberan importar Winston, que le gustara saber
por qu demonios todas nuestras cabinas telefnicas estaban estropeadas y
recuperar la pequea fortuna en monedas de dos peniques que le haban
robado, que haba demasiados vasos vacos, y qu les parecera volver a
llenarlos?
En general, la tctica de choque del profesor fue bien acogida, pero cuando
hizo una pausa momentnea para recobrar el aliento, pens: Harry debe tener
cuidado. Este tipo le da cien vueltas. Mir a Purvis, que estaba a unos cuantos
pasos de m, y vi que haba fruncido los labios en una ligera mueca de
desaprobacin. Me arrellan en mi silla a la espera de acontecimientos.
Pas mucho tiempo hasta que Hinckelberg fue presentado a todo el mundo,
porque aquella noche haba mucha gente. Harry, normalmente tan dispuesto a
el
la
le
al
que haba grabado, poda obligar a los animales a repetir un movimiento, tanto
si queran como si no.
Casi todos los neurlogos admitiran que tal cosa es posible en teora, pero
pocos creeran que pudiera llevarse a la prctica debido a la tremenda
complejidad del sistema nervioso. Grinnell haba hecho sus primeros
experimentos sobre formas de vida muy elementales, obteniendo respuestas
relativamente simples.
Slo vi uno de sus experimentos dijo Hinckelberg. Se trataba de una
babosa de gran tamao que se arrastraba sobre un cristal horizontal. Le haba
colocado media docena de cables diminutos que llegaban hasta un panel de
control que Grinnell manipulaba. Slo tena dos conmutadores, y mediante las
modificaciones adecuadas obligaba a la babosa a moverse en cualquier
direccin. A los ojos de un profano podra parecer un experimento trivial, pero
yo comprend en seguida sus tremendas implicaciones. Recuerdo haberle
dicho a Grinnell que tena la esperanza de que su mecanismo nunca se
aplicara a seres humanos. Acababa de leer 1984, de Orwell, e imaginaba lo
que El Gran Hermano habra sido capaz de hacer con un chisme como aquel.
Como siempre tengo mucho trabajo, me olvid por completo del asunto
durante un ao. Para entonces, Grinnell haba mejorado considerablemente su
aparato, y lo haba aplicado a organismos ms complejos, aunque por razones
tcnicas se haba limitado a los invertebrados.
Posea un almacn enorme de rdenes, susceptibles de ser repetidas a
sus animales. Parece mentira que seres tan diferentes como gusanos,
caracoles, insectos, crustceos y otros muchos, reaccionaran bajo los mismos
impulsos elctricos, pero as es.
Si no hubiera sido por el doctor Jackson, Grinnell se habra encerrado en su
laboratorio el resto de su vida, recorriendo poco a poco todo el reino animal.
Jackson era un hombre extraordinario; seguramente habrn visto alguna
pelcula suya. En algunas esferas se le consideraba ms como un aficionado
en busca de publicidad que como un autntico cientfico, y los crculos
acadmicos desconfiaban de l porque tena demasiados intereses. Haba
dirigido expediciones al desierto de Gobi, al Amazonas, e incluso haba hecho
una incursin al Antrtico. Cada viaje le haba supuesto un xito editorial y
varias millas de Kodachrome. Y a pesar de los informes en contra, creo que
efectivamente haba obtenido materiales cientficos de gran valor, si bien un
tanto accesorios.
No s cmo se enterara Jackson del trabajo de Grinnell, o cmo le
convenci para que cooperase. Era muy persuasivo, y seguramente le ofreci a
Grinnell una gran suma, porque era de esa clase de persona que se gana la
confianza de los inversionistas. Fuera como fuese, a partir de entonces Grinnell
empez a trabajar rodeado del mayor de los secretos. Todo lo que sabamos
era que estaba construyendo una versin mayor de su aparato, al que haba
incorporado los refinamientos ms recientes. Cuando se le preguntaba, se
retorca nerviosamente y contestaba: Nos vamos de caza mayor.
Tard un ao en prepararlo todo, y supongo que Jackson que siempre
andaba con prisas deba estar muy impaciente. Pero al fin estuvo todo listo.
Grinnell y todas sus cajas misteriosas desaparecieron en direccin a frica.
PATENTE EN TRMITE
No hay ningn tema que no se haya discutido, tarde o temprano, en El
Ciervo Blanco, y el hecho de que haya damas presentes, no supone ninguna
diferencia. Al fin y al cabo, saben el riesgo que corren al venir aqu. Ahora que
lo pienso, tres de ellas acabaron encontrando aqu marido, as que, quiz no
sean ellas quienes corran peligro...
Menciono esto porque no quisiera que creyeran que todas nuestras
conversaciones son terriblemente eruditas y cientficas, y todas nuestras
actividades puramente cerebrales. Aunque predomina el ajedrez, los dardos y
los chinos tambin prosperan. Algunos clientes traen consigo el Times Literary
Supplement, la Saturday Review, el New Statesman o el Atlantic Monthly, pero
esas mismas personas son muy capaces de aparecer con el ltimo nmero de
Narraciones Asombrosas de Pseudociencia.
Tambin se llevan a cabo muchos negocios en los rincones ms oscuros del
bar. Libros y revistas antiguas cambian a menudo de dueo, a precios
astronmicos, y casi todos los mircoles puede verse a tres vendedores muy
conocidos apoyados sobre la barra, fumando grandes puros e intercambiando
chistes con Drew. De vez en cuando, una sonora risotada anuncia el desenlace
de una ancdota, lo que provoca una afluencia de preguntas ansiosas por parte
de algunos clientes, temerosos de haberse perdido algo bueno. Por delicadeza,
no repetir ninguna de ellas. A diferencia de la mayora de las cosas en esta
isla, no son para exportar.
Afortunadamente, ninguna de estas restricciones son aplicables a los relatos
del seor Harry Purvis, Licenciado en Ciencias (por lo menos). Doctor en
Filosofa (probablemente), Miembro de la Royal Society, (personalmente no lo
creo, aunque existen rumores sobre el particular). Ninguna de sus historias
hara ruborizarse a las damas solteras ms respetables, si es que queda
alguna en los tiempos que corren.
Debera disculparme, porque es una afirmacin demasiado rotunda.
Recuerdo un relato que en ciertos ambientes s se considerara un tanto
atrevido. Sin embargo, no dudo en contarlo, porque confo en que usted,
querido lector, sea lo suficientemente liberal como para no ofenderse.
Empez de la siguiente manera: un famoso crtico de la calle Fleet haba sido
acorralado contra una esquina por un editor muy persuasivo que estaba a
punto de publicar un libro en el que haba puesto grandes esperanzas. Se
trataba de una de las producciones ms logradas del viejo y decadente Sur, un
ejemplo excelente del estilo literario del y-entonces-la-casa-volvi-atambalearse-porque-las-termitas-haban-acabado-con-el-ala-oeste. En Irlanda
ya lo haban censurado, pero es ese un honor al que pocos libros escapan hoy
en da, por lo que, en realidad, no poda considerarse como una distincin.
Pero si lograban que algn peridico britnico importante abogara seriamente
por su supresin, se convertira en un xito editorial de la noche a la maana...
Tal era el razonamiento del editor, que estaba utilizando sus mejores
argumentos para conseguir la cooperacin de su amigo. O que le deca, como
para acallar los escrpulos del crtico: Por supuesto que no! Si los lectores
son capaces de entenderlo, entonces es que ya estn ms que pervertidos.
En ese momento, Harry Purvis, que posee una extraa habilidad para seguir
media docena de conversaciones a la vez, de tal forma que puede intervenir en
la que ms le apetezca en el momento propicio, dijo, con su voz penetrante e
ininterrumpible:
La censura provoca problemas muy difciles, verdad? Siempre he
pensado que existe una relacin inversa entre el grado de civilizacin de un
pas y las restricciones de su prensa.
Una voz de Nueva Inglaterra intervino desde el fondo de la estancia:
En ese sentido. Pars es un lugar mucho ms civilizado que Boston.
Exactamente replic Purvis. Por una vez, esper a que le contestaran.
De acuerdo dijo suavemente la voz de Nueva Inglaterra. No quiero
discutir. Simplemente quera comprobarlo.
Acabo de recordar continu Purvis sin perder ms tiempo un suceso
que an no ha tenido que vrselas con el censor, pero que no tardar en
hacerlo. Empez en Francia, y hasta ahora no ha transcendido ms all.
Cuando salga a la luz, puede tener mayor impacto en nuestra civilizacin que la
bomba atmica.
Al igual que la bomba atmica, procede de una investigacin acadmica.
Nunca se debe subestimar a la ciencia, amigos. Dudo que exista un solo
campo de estudio tan terico, tan lejano de lo que ridculamente se llama vida
cotidiana, que no pueda producir un da algo que haga temblar al mundo.
Os daris cuenta de que el relato que os estoy contando es, por una vez, de
segunda mano. Me lo cont un colega de la Sorbona cuando estuve all para
asistir a una conferencia cientfica. Por eso todos los nombres son ficticios. Me
dijeron los nombres reales entonces, pero no los recuerdo.
El profesor... Julian trabajaba como fisilogo en una de las universidades
francesas ms pequeas, pero ms solventes. Algunos de vosotros recordaris
aquella historia tan inverosmil que nos cont Hinckelberg la semana pasada,
sobre un colega suyo que haba conseguido controlar el comportamiento de los
animales mediante la aplicacin de corrientes adecuadas en sus sistemas
nerviosos. Pues bien, si aquella historia contena algo de verdad y yo,
sinceramente, lo dudo, el proyecto estaba probablemente inspirado en los
trabajos de Julian publicados en Comptes Rendus.
El profesor Julian nunca lleg a publicar sus hallazgos ms notables. Cuando
se tropieza por casualidad con algo realmente importante, a nadie se le ocurre
publicarlo inmediatamente. Se espera hasta tener una evidencia aplastante, a
menos que exista el temor de que alguien ms est en el secreto. Despus
puede publicarse un informe un tanto ambiguo que garantizar la primicia en
una fecha posterior, pero sin dar demasiados detalles, como el famoso
criptograma que confeccion Huygens cuando descubri los anillos de Saturno.
Os preguntaris de qu trataba el descubrimiento de Julian; no mantendr el
misterio por ms tiempo. Era simplemente el resultado natural de algo que el
hombre ha estado haciendo durante los ltimos siglos. Primero, la cmara nos
concedi el privilegio de captar imgenes. Despus Edison invent el
fongrafo, y con l se pudo dominar el sonido. Hoy en da, con el cine sonoro
poseemos una especie de memoria mecnica que habra sido totalmente
CARRERA DE ARMAMENTO
Como ya he sealado en alguna ocasin, nadie ha sido capaz de acorralar a
Harry Purvis, el ms brillante narrador de El Ciervo Blanco, durante mucho
tiempo. No puede dudarse de sus conocimientos cientficos, pero dnde los
ha adquirido? Y cmo justificar los trminos familiares que utiliza al hablar de
tantsimos miembros de la Royal Society? Debo admitir que hay muchos que
no creen una palabra de lo que cuenta. Creo que eso es ir demasiado lejos,
como hace poco le dije de forma un tanto violenta a Bill Temple.
Siempre te ests metiendo con Harry, pero habrs de reconocer que nos
proporciona un buen entretenimiento dije, y eso es algo que la mayora de
nosotros somos incapaces de hacer.
Si es una ofensa personal replic Bill, an escocido porque un editor
americano acababa de devolverle unos relatos totalmente serios alegando que
no le haban hecho rer, dmelo en la calle mir a la ventana, comprob
que an nevaba y aadi rpidamente: Bueno, hoy no, pero quiz algn da
durante el verano, si los dos coincidimos aqu un mircoles. Quieres otra copa
de tu bebida favorita, jugo de pina a secas?
Gracias dije. Un da lo mezclar con ginebra, para sorprenderte. Creo
que soy la nica persona en El Ciervo Blanco capaz de elegir entre beber o
no beber, y siempre escojo no hacerlo.
No pudimos continuar la conversacin, porque el sujeto de la discusin lleg
entonces. Normalmente, este hecho habra sido suficiente para aumentar los
motivos de controversia, pero como Harry vena acompaado por un
desconocido, decidimos portarnos como buenos chicos.
Hola, seores! dijo Harry. Os presento a mi amigo Solly Blumberg. El
mejor tcnico de efectos especiales que hay en Hollywood.
Seamos precisos, Harry replic el seor Blumberg tristemente, con voz
de perro apaleado. Que haba en Hollywood.
Harry hizo un gesto como de no darle importancia.
Mejor me lo pones. Solly ha venido aqu para ofrecer su talento a la
industria cinematogrfica britnica.
Existe realmente una industria cinematogrfica britnica? pregunt
Solly con ansiedad. En el estudio nadie estaba muy seguro sobre el
particular.
Claro que s. Y est en muy buenas condiciones. El Gobierno establece
unos impuestos tales que la lleva constantemente a la bancarrota, y despus la
saca a flote con enormes subvenciones. As hacemos las cosas en este pas.
Eh, Drew! Dnde est el libro de visitantes? Solly lo ha pasado muy mal
ltimamente y necesita animarse.
No me pareci que, aparte de su mirada perruna, el seor Blumberg tuviera
aspecto de haber sufrido muchas penurias. Iba impecablemente vestido, con
un traje de Hart Schaffner & Marx. Llevaba las puntas del cuello de la camisa
abotonadas en alguna parte invisible del pecho y era de agradecerse porque
Todo march bien durante los primeros ataques, e incluso despus. Mientras
los actores si es que puede utilizarse tal palabra estaban en escena,
apuntaban con los rifles y apretaban el gatillo como si realmente ocurriera algo.
Pero los encargados de poner en negativo los fogonazos y las chispas eran
dos hombrecillos encerrados en un cuarto oscuro, tan bien protegido como el
fuerte Knox. Aunque hicieron un buen trabajo, al poco tiempo la conciencia
artstica del director comenz a sentir escrpulos.
Solly, dijo, mientras jugueteaba con el horror plstico que haba llegado a
manos de Jnior por gentileza de Crunch, 'el suculento cereal que no tiene
desperdicio'. Solly, quiero un rifle capaz de hacer algo.
Solly se agach a tiempo y el proyectil pas sobre su cabeza, yendo a
bautizar una fotografa de Louella Parsons. No estars pensando en volver a
filmarlo todo!, dijo en un gemido.
Nooo, replic el director con evidente desgana. Tendremos que usar lo
que tenemos. Pero, por alguna razn, no parece real. Cogi el guin que
estaba en su mesa, y momentos ms tarde se le ilumin el rostro.
La prxima semana empezamos el episodio 54, Esclavos de los Hombresbabosa. Como los hombres-babosa necesitan armas, quiero que hagas esto...
Solly tuvo muchos problemas con el Mark III. (Espero no haberme saltado
ninguno.) No consista solamente en disear un rifle totalmente nuevo, sino que
deba hacer algo. Era un reto para el ingenio de Solly; sin embargo, y
parafraseando al profesor Toynbee, se trataba de un reto que provocaba la
respuesta adecuada.
Introdujo ciertos mecanismos de ingeniera en el Mark III. Por fortuna, Solly
conoca a un tcnico muy habilidoso que ya le haba ayudado anteriormente en
ocasiones similares, y que, en realidad, era el cerebro del artilugio. (Desde
luego que lo era!, exclam el seor Blumberg lgubremente.) Consista en
utilizar un chorro de aire, producido por un pequeo ventilador muy potente, y
despus rociar con un polvo muy fino. Cuando todo estuvo montado, lanzaba
unos destellos impresionantes, y emita un ruido an ms impresionante.
Asustaba tanto a los actores, que desempeaban sus papeles de un modo ms
realista.
El director estaba encantado; esta vez, la satisfaccin le dur tres das, al
cabo de los cuales le asalt una duda.
Solly, dijo, esos malditos rifles son demasiado buenos. Los hombresbabosa pueden dar sopas con honda al capitn Zoom. Tendremos que
proporcionarle algo mejor.
En este momento Solly comprendi lo que ocurra. Se haba comprometido
en una carrera de armamentos.
Vamos a ver; esto nos lleva al Mark IV, no es as? Cmo funcionaba? Ah,
ya recuerdo. Era un quemador de oxiacetileno, al que se le inyectaban varias
sustancias qumicas que producan unas llamas maravillosas. Debera haber
mencionado que, desde el episodio 50, Destruccin en Deimos, el estudio
haba abandonado las producciones en blanco y negro por el Murkicolor, con lo
que se abran grandes posibilidades. Inyectando cobre, estroncio o bario, poda
obtenerse cualquier color.
MASA CRTICA
Os he hablado dijo Harry Purvis en tono humilde de aquella vez que
evit la evacuacin del sur de Inglaterra?
No respondi Charles Willis o, si lo hiciste, me qued dormido.
Bueno, os lo contar continu Harry cuando vio que se haban reunido
suficiente nmero de personas como para formar un auditorio respetable.
Ocurri hace dos aos en la Fundacin de Investigaciones Atmicas, cerca de
Clobham. Todos la conoceris, supongo. Pero no creo haber mencionado que
trabaj all durante algn tiempo, en una misin especial de la que no puedo
hablar.
Hombre, qu novedad! dijo John Wyndham, sin obtener el menor
resultado.
Era un sbado por la tarde prosigui Harry. Un da maraviIloso al final
de la primavera. Nos hallbamos unos seis cientficos en el bar "El Cisne
Negro", y las ventanas estaban abiertas, por lo que podamos ver las laderas
de la colina de Clobham y, ms all, a unas treinta millas de distancia,
Upchester. Haba tanta luz que podamos divisar las agujas de la catedral de
Upchester en el horizonte. No poda pedirse un da ms esplndido.
El personal de la Fundacin se llevaba muy bien con los clientes habituales
del bar, aunque en un principio no parecan muy contentos de tenernos tan
cerca. Aparte de la naturaleza de nuestro trabajo, crean que los cientficos
formamos una raza diferente, sin necesidades humanas. Tras ganarles a los
dardos un par de veces, e invitarles unas copas, cambiaron de opinin. Pero
siempre nos estaban tomando el pelo, preguntndonos qu nueva explosin
preparbamos.
Aquella tarde deberamos haber estado presentes ms cientficos, pero en la
Divisin de Radioistopos tenan un trabajo urgente, por lo que nos
encontrbamos en inferioridad de condiciones. Stanley Charnbers, el dueo,
not la ausencia de algunas caras conocidas.
"Qu les ha pasado a sus compaeros?", pregunt a mi jefe, el doctor
French.
"Estn trabajando en casa", contest French. Llambamos "casa" a la
Fundacin para que pareciera ms familiar y menos aterradora. "Tenamos que
terminar unas cosillas a toda prisa. Vendrn ms tarde."
"Unos de estos das", dijo Stan con seriedad, "usted y sus amigos van a dejar
escapar algo que no podrn volver a encerrar. Y entonces, a dnde iremos a
parar nosotros?"
"Por lo menos, a la Luna", contest el doctor French. :Mucho me temo que
fuera una respuesta un tanto irresponsable, pero siempre pierde la paciencia
con preguntas tan tontas como aqulla.
Stan Chambers mir por encima de su hombro, como midiendo la distancia
que le separaba de Globham.
por el tictac del reloj que Stan mantena adelantado exactamente diez
minutos. Entonces, alguien dijo: "Creis que hacemos bien quedndonos
aqu? Quiero decir... estamos a slo media milla..."
La gente empez a alejarse con indecisin de la ventana. El doctor French
emiti una risita nerviosa.
"No sabemos si es uno de nuestros camiones", dijo. "Adems, les estaba
tomando el pelo hace un momento. Es totalmente imposible que los istopos
exploten. Tendr miedo de que se incendie el depsito de gasolina."
"Ah!. si?" intervino Stan. "Y entonces por qu sigue corriendo? Ya casi ha
bajado la colina.
"Ya s! " exclam Charlie Evans, de la Seccin de Instrumental. "Transporta
explosivos y pensar que van a estallar.
Yo tena que desmentir aquello. "No hay ningn signo de incendio, as que,
por qu se preocupa? Y si transportara explosivos, llevara una bandera roja o
algo as."
"Espere un momento", dijo Stan. "Voy a buscar unos prismticos."
Nadie se movi hasta que volvi con ellos; nadie, excepto aquella figurita en
la falda de la colina, que para entonces ya haba desaparecido entre los
rboles sin disminuir la velocidad.
Stan estuvo mirando con los prismticos durante una eternidad. Al final, los
baj con un gruido de desilusin...
"No se ve mucho" dijo "El camin est en mala posicin. Las cajas se han
desperdigado por todas partes... algunas se han roto. A ver , qu le parece a
usted."
French mir duramente un largo rato, y despus me pas los prismticos.
Eran de un modelo muy anticuado y no servan para mucho. Por un momento
me pareci que las cajas estaban rodeadas de una extraa bruma, pero pens
que aquello no tena sentido. Lo atribu a la mala calidad de las lentes.
Y ah se habra acabado el asunto si no hubieran aparecido dos ciclistas.
Suban la colina con visible esfuerzo en un tndem y, cuando Ilegaron a la
brecha del seto, desmontaron rpidamente para ver lo que ocurra. El camin
era visible desde la carretera, y se dirigieron hacia l cogidos de la mano. La
chica pareca indecisa, y el hombre le deca que no se preocupara. Podamos
imaginar su conversacin; era un espectculo enternecedor.
No dur mucho. Llegaron a unas cuantas yardas del camin... y salieron
corriendo a gran velocidad en direcciones opuestas. Ninguno de los dos se
volvi para mirar al otro, y observ que corran de una forma muy peculiar.
Stan, que haba recuperado los prismticos, los baj con manos temblorosas.
"A los coches!", grit.
"Pero..." empez a decir el doctor French.
Stan le hizo callar con una mirada. "Malditos cientficos", dijo, al tiempo que
cerraba la caja (incluso en un momento como aqul no olvidaba su deber). "Ya
saba yo que esto pasara tarde o temprano."
ya era demasiado tarde para volver y, hasta cierto punto, estaba seguro de la
certeza de mi teora.
No sigas interrumpi George Whitley, que siempre que poda intentaba
estropear los relatos de Harry. Era gas.
A Harry no pareci molestarle en absoluto que se le adelantaran.
Es una sugerencia muy ingeniosa. Yo tambin lo pens, lo que demuestra
que, de vez en cuando, todos pecamos de tontos.
Haba llegado a unos cincuenta pies del camin cuando me par en seco y, a
pesar de ser un da clido, un escalofro muy desagradable me recorri la
espina dorsal. Porque tena ante mis ojos algo que haca aicos mi teora del
gas, sin dejar nada en su lugar.
Una masa negra y movediza se retorca sobre la superficie de una de las
cajas. Por un momento quise creer que se trataba de un lquido oscuro que
rezumaba de un recipiente roto. Pero es una propiedad muy caracterstica de
los lquidos el no poder desafiar a la gravedad. Aquello s poda y, adems,
estaba vivo. Desde donde me encontraba pareca el pseudpodo de una amiba
gigante cambiando de forma y grosor, y se mova hacia adelante y hacia atrs
sobre el borde de una caja rota.
En pocos segundos acudieron a mi mente todo tipo de fantasas propias de
Edgar Allan Poe. Pero record mi deber como ciudadano y mi dignidad de
cientfico. Me dirig hacia aquello, aunque sin demasiada prisa.
Olfate con cautela, como si la teora del gas an estuviera en mi mente.
Pero fueron mis odos y no mi olfato, quienes me dieron la respuesta, cuando
me rode aquella masa siniestra y escurridiza. Haba escuchado aquel sonido
millones de veces, pero nunca con tanta intensidad como entonces. Me sent
a cierta distancia y empec a rer hasta no poder ms. Despus me
levant y me dirig al bar.
"Y bien", dijo el doctor French con ansiedad, "de qu se trata? Stan est
esperando al telfono; le pillamos en la encrucijada. Pero no volver hasta que
le digamos lo que ocurre."
"Dgale a Stan", contest, "que enve al apicultor del pueblo, y que l tambin
venga. Va a tener mucho trabajo."
"A quin?" pregunt French. Abri la boca con asombro." Dios mo! No me
diga que... "Exactamente", contest mientras inspeccionaba tras la barra, por si
acaso Stan tena escondida alguna botella interesante. "Empiezan a
tranquilizarse, pero me imagino que an estn muy fastidiadas. No las cont,
pero debe haber medio milln de abejas ah abajo intentando volver a sus
colmenas rotas."
LA MELODIA IDEAL
Han observado alguna vez cmo, en una habitacin en la que se encuentran
reunidas veinte o treinta personas charlando animadamente, llega un momento
en el que todo el mundo guarda silencio repentinamente? Se crea una especie
de vaco vibrante que parece engullir todos los sonidos. No s cmo afectar a
otras personas, pero a mi me produce una sensacin de frialdad que me
domina por completo.
Ni que decir tiene que el fenmeno est sujeto a las leyes de la probabilidad,
pero, por alguna razn, parece algo ms que una simple coincidencia en las
pausas de las conversaciones. Es como si todos estuvieran pendientes de
escuchar algo, aunque no sepan el qu. En estos momentos recuerdo aquellos
versos:
"Pero siempre a mi espalda presiento el carro alado y cercano del tiempo... "
As es como a mi me afecta, por muy animada que sea la compaa entre la
que me encuentre. S, incluso en "El Ciervo Blanco".
Me ocurri esto mismo un mircoles por la noche en el que haba menos
aglomeracin de la habitual. Se hizo el silencio tan inesperadamente como
siempre. Entonces, posiblemente en un deliberado intento de romper ese
desagradable suspense, Charlie Willis empez a silbar la ltima cancin de
moda; ni siquiera recuerdo su ttulo. Slo recuerdo que desencaden uno de
los relatos ms inquietantes de Harry Purvis.
Charlie dijo con calma, esa maldita cancioncilla me est volviendo
loco. Durante la ltima semana he tenido que escucharla cada vez que
enchufaba la radio.
John Cristopher emiti un sonoro sorbetn.
Deberas conectar siempre con el tercer programa. Estaras a salvo.
A algunos de nosotros contest secamente Harry no nos satisface una
dieta exclusiva a base de madrigales isabelinos. Pero no vamos a pelear por
eso, por Dios. Nunca se te ha ocurrido que hay algo extrao en esas
canciones de xito?
Qu quieres decir?
Pues que aparecen misteriosamente, y durante semanas todo el mundo las
tararea, como Charlie hace un momento. Las que poseen cierta calidad se te
graban de tal forma que no puedes alejarlas de la cabeza; dan vueltas y ms
vueltas durante dias. Y, de repente, desaparecen sin ms explicacin.
Ahora te comprendo dijo Art Vincent. Algunas melodas pueden
elegirse, pero otras se pegan como la melaza, tanto si lo deseas como si no.
Exactamente. Durante una semana entera me obsesion el tema principal
del final de la segunda sinfona de Sibelius; incluso me dorma con l
rondndome la cabeza. Despus le toco el turno a "El tercer hombre": da di da
di daa, dida, didaa... Recuerda lo que fue aquello.
Harry tuvo que callarse un momento hasta que la gente dej de tararear.
Cuando se desvanecieron los murmullos continu:
Slo en una ocasin habl con l extensamente sobre sus teoras. No porque
fuera reservado nunca he conocido a un cientfico que lo fuera, pensndolo
bien, sino porque no le gustaba discutir sobre su trabajo hasta saber a dnde
le iba a llevar. Pero lo que dijo fue suficiente para demostrar que haba abierto
un campo muy interesante, y en consecuencia, me propuse ayudarle. Mi
empresa suministr parte del equipo y yo no me mostr reacio a obtener un
pequeo beneficio marginal. Se me ocurri que si las teoras de Gilbert
funcionaban, iba a necesitar un representante en menos que canta un gallo...
Porque lo que Gilbert intentaba hacer era encontrar el fundamento cientfico
para llegar a una teora sobre las canciones de xito. Por supuesto, no
pensaba en el asunto en esos trminos: l lo consideraba como un simple
proyecto de investigacin y su nica ambicin consista en publicar su trabajo
en las Actas de la Asociacin de Fsica. Pero yo reconoc las implicaciones
financieras enseguida. Eran asombrosas. Gilbert estaba seguro de que una
meloda o una cancin de moda impresionaba la mente porque de algn modo
se adapta a los ritmos elctricos fundamentales del cerebro. Utilizaba una
analoga para explicarlo: "Es como meter una llave en una cerradura. Las
guardas de una tienen que acoplarse a las de la otra para que funcione."
Enfoc el problema desde dos ngulos. En primer lugar, recogi cientos de
melodas populares y clsicas y analiz su estructura o, como l deca, su
morfologa.
Un analizador de armonas realizaba esta operacin automticamente,
clasificando las frecuencias. Por supuesto, era mucho ms complicado, pero
estoy seguro de que habris entendido la idea bsica.
Al mismo tiempo, trataba de ver la adecuacin entre las ondas resultantes y
las vibraciones elctricas naturales del cerebro. La teora de Gilbert consista
y aqu nos adentramos en aguas filosficas ms profundas en que todas las
melodas existentes son aproximaciones burdas a una meloda ideal. Los
msicos de todos los tiempos han buscado a ciegas, porque ignoraban la
relacin entre msica y mente. Una vez revelada esta relacin, sera posible
descubrir la Meloda Ideal.
Eh! exclam John Christopher. Eso es la refundicin de la teora
Platnica de los Arquetipos. Ya se sabe: todos los objetos del mundo material
son burdas copias de la silla o la mesa, o lo que sea, ideales. As que tu amigo
buscaba la meloda ideal La encontr?
Lo sabrs a su debido tiempo prosigui Harry sin inmutarse. Gilbert
tard un ao en completar el anlisis, y a continuacin comenz con la sntesis.
Para entendernos: fabric una mquina capaz de construir modelos de
sonidos, automticamente, acordes con las leyes que haba descubierto. Tena
montones de osciladores y mezcladores; en realidad lo que hizo fue modificar
un rgano electrnico ordinario para esta parte del aparato, controlado por la
mquina compositora. De esta forma tan infantil con que los cientficos bautizan
a sus bastardos, llam al invento "Ludwig".
Se entendera mejor el funcionamiento de Ludwig si se le concibe como una
especie de kaleidoscopio sonoro, en lugar de visual. Pero el kaleidoscopio
obedecera a unas ciertas leyes, y esas leyes al menos Gilbert as lo crea
estaban basadas en la estructura fundamental de la mente humana. Con los
EL PACIFISTA
Entr en el Ciervo Blanco algo tarde aquella noche, y todo el mundo estaba
ya agrupado en el rincn bajo la diana de los dardos, es decir, todos excepto
Drew: no haba desertado de su puesto y estaba sentado tras el mostrador,
leyendo las obras completas de T. S. Eliot. Abandon The Confidential Clerk lo
bastante como para darme una cerveza y explicarme lo que pasaba.
Eric ha trado una mquina de juegos.... hasta ahora ha derrotado a todo el
mundo, y Sam est probando suerte.
En aquel momento una carcajada general anunci que Sam no haba tenido
ms suerte que los dems, y me abr paso entre la multitud para ver lo que
pasaba.
Sobre la mesa haba una caja metlica plana del tamao de un tablero de
ajedrez, dividida en cuadrados de una forma similar a ste. En el ngulo de
cada cuadrado haba un conmutador de dos posiciones y una pequea luz de
nen; el artefacto estaba conectado (dejando, por consiguiente, a oscuras la
diana de los dardos), y Eric Rodgers estaba buscando una nueva vctima.
Qu es lo que hace esa cosa? le pregunt.
Es una modificacin del juego de las cruces y los crculos. Shannon me lo
mostr cuando estaba en los Laboratorios Bell. Lo que tiene que hacer uno es
completar el camino de un lado del tablero al otro, digamos por ejemplo de
norte a sur, conectando esos conmutadores. Imagnate que esa cosa forma
una trama de calles, si quieres, y que esos neones son las luces de trfico. T
y la, mquina os alternis en los movimientos. La mquina intenta bloquear tu
camino construyendo uno propio en la direccin esteoeste: los pequeos
neones se encienden para decirte en qu direccin desea moverse. Ninguno
de los caminos tiene por qu ser una lnea recta: puedes zigzaguear tanto
como quieras; lo que importa es que sea continuo, y el que primero llega al otro
lado es el que gana.
Y ser la mquina, supongo.
Bueno, hasta ahora jams ha sido derrotada.
No puede uno lograr unas tablas, bloqueando el camino de la mquina
para, al menos, no perder?
Eso es lo que estamos intentando. Quieres probar?
Dos minutos ms tarde haba entrado a formar parte de las filas de los
concursantes derrotados. La mquina haba sorteado todas mis barreras y
establecido su propio camino de este a oeste. No estaba convencido de que
fuera invencible, pero evidentemente el juego era mucho ms complicado de lo
que pareca.
Cuando me hube retirado, Eric mir alrededor, al auditorio. Nadie pareca
tener muchas ganas de presentarse voluntario.
Ja! dijo. El hombre famoso. Y t, Purvis? An no lo has intentado.
Harry Purvis estaba de pie detrs de la multitud, con una mirada el mundo
militar. Las armas: cohetes, bombas atmicas y dems, son slo una parte de
Volv todos los das, en cuanto tena un rato libre, y al cabo de una semana
ya ramos buenos amigos. Quiz os extrae que lograra mantener en secreto
estas visitas, pero la isla era bastante grande y todos mis colegas, como yo,
salan con frecuencia a explorarla. Por alguna razn, pensaba que el profesor
Takato era de mi exclusiva propiedad y no quera exponerle a la curiosidad de
mis compaeros, unos tipos incultos, graduados de una universidad
provinciana como Oxford o Cambridge.
Me alegra decir que fui til al profesor; le arregl la radio y le instal parte de
su equipo electrnico. Utilizaba mucho los rastreadores radiactivos para seguir
individualmente a algunas de las termitas. De hecho, cuando le vi por primera
vez iba siguiendo el rastro a una con el contador Geiger. Cuatro o cinco das
despus de habernos conocido, los contadores empezaron a oscilar como
locos y el equipo que nosotros habamos instalado comenz a perturbar la
recepcin. Takato sospech lo que haba ocurrido; nunca me haba preguntado
el objeto exacto de nuestra presencia en la isla, pero creo que lo saba. Cuando
le salud, puso en marcha los contadores y me dej escuchar el rugido de la
radiacin. Acusaban la lluvia radiactiva; no era suficiente para causar dao,
pero s para elevar mucho el contenido del aire.
Me parece, dijo con suavidad, que ustedes los fsicos se estn divirtiendo
de nuevo con sus juguetes. Y esta vez son juguetes muy grandes.
Me temo que tiene usted razn, contest. No podamos estar seguros
hasta analizar las lecturas, pero todo pareca indicar que Teller y su equipo
haban activado la reaccin de hidrgeno. Pronto habremos dejado tan atrs
las primeras bombas atmicas, que parecern petardos mojados.
Mi familia, dijo el profesor Takato sin expresar la menor emocin, se
hallaba en Nagasaki.
Cualquier comentario habra estado fuera de lugar, y me sent aliviado
cuando aadi: Se ha preguntado usted alguna vez quin ocupar nuestro
lugar cuando hayamos desaparecido ?
Sus termitas?, pregunt medio en broma. Pareci vacilar durante unos
instantes. Despus dijo con tranquilidad: Venga conmigo; no le he mostrado
todo.
Nos dirigimos a un rincn del laboratorio donde se hallaban unos
instrumentos ocultos bajo fundas protectoras, y el profesor descubri un
artefacto bastante curioso. A primera vista pareca uno de esos manipuladores
utilizados para manejar a distancia materiales radiactivos peligrosos. El
movimiento se transmita accionando unas manivelas con varillas y palancas
adosadas, pero todo pareca estar dispuesto en funcin de una caja pequea
situada a pocas pulgadas de distancia. Qu es?, pregunt.
Es un micromanipulador. Lo disearon los franceses para trabajos de
biologa. Hay pocos en el mundo.
Entonces me acord. Eran aparatos que mediante un mecanismo de
reduccin apropiado permitan realizar operaciones increblemente delicadas.
Tan slo con mover el dedo una pulgada, el instrumento que uno manejaba se
mova una milsima de pulgada. Los cientficos franceses que desarrollaron
esta tcnica haban construido pequeas fraguas sobre las que podan fabricar
diminutos escalpelos y pinzas de vidrio fundido. Trabajando exclusivamente a
ESPRITU INQUIETO
Estbamos discutiendo sobre un proceso sensacional en el Old Bailey,
cuando Harry Purvis, cuya habilidad para encaminar la conversacin hacia sus
propios fines es realmente increble, coment como por casualidad:
En una ocasin fui testigo pericial de un caso bastante interesante.
Slo testigo? pregunt Drew mientras escanciaba diestramente bebida
en dos vasos a la vez.
S, pero se trata de un caso que apenas trascendi. Ocurri durante los
comienzos de la guerra, mientras esperbamos la invasin. Por eso no lo
conocisteis en su momento.
Qu te hace pensar que no lo conocemos? replic Charles Willis en
tono de sospecha.
Es una de las pocas ocasiones en que he sorprendido a Harry tratando de
retroceder sobres sus pasos.
Qui s'excuse s'accuse, pens y esper a ver cmo se evada.
Se trataba de un caso tan extrao replic orgullosamente que estoy
seguro de que me lo habrais recordado si hubieseis ledo las crnicas. Mi
nombre desempe un papel importante. Ocurri en un lugar apartado de
Cornualles, y se desarroll en torno al ejemplar ms singular que he conocido
de esa especie rara, el autntico cientfico loco.
Quiz no fuera una descripcin justa, corrigi Purvis rpidamente. Homer
Ferguson era un excntrico con pequeas manas, tales como tener una boa
para cazar ratones, y no llevar zapatos en casa. Pero era tan rico que nadie
daba mayor importancia a esas cosas.
Homer era tambin un cientfico competente. Era licenciado por la
Universidad de Edimburgo haca muchos aos, pero como tena mucho dinero
no haba dado golpe en su vida. Pasaba el tiempo construyendo chismes en la
vieja vicara que haba comprado no lejos de Newquay. Durante los ltimos
cuarenta aos haba inventado la televisin, los bolgrafos, la propulsin a
chorro y otras cuantas bagatelas. Sin embargo, nunca se haba molestado en
patentarlas, por lo que otros se haban llevado los honores. Pero no le
preocupaba en absoluto, porque era de una disposicin singularmente
generosa, excepto en lo que respecta al dinero.
Parece ser que por una consanguinidad un tanto complicada, Purvis era uno
de sus pocos parientes vivos. En consecuencia, el da en que Harry recibi un
telegrama reclamando su presencia inmediata, no pudo negarse a ir. Nadie
saba con exactitud cunto dinero tena Homer, o qu pretenda hacer con l.
Harry pens que tena las mismas posibilidades que cualquier otro y no quera
perder la ocasin. Se traslad a Cornualles, no sin ciertas molestias, y lleg a
la vicara.
Al entrar en el jardn comprendi de inmediato lo que ocurra. El to Homer
(no era realmente to, pero le haba llamado siempre as) tena un cobertizo
junto al edificio principal que utilizaba para sus experimentos. Del cobertizo no
quedaban ms que el tejado y las ventanas, y un olor repugnante que lo
mar, con un muelle, un yate de treinta y cinco pies, una piscina y una moderna
casa de estilo ranchero. Era un bonito escondite, y Harry estim su precio en
no menos de cien mil dlares.
No vio casi nada del lugar hasta el da siguiente, porque cay rendido en la
cama. Le pareca que acababa de acostarse cuando le despert un sonido
parecido a una fbrica de calderas en funcionamiento. Se duch y visti
lentamente, y cuando sali de su habitacin se hallaba ya casi recuperado del
todo. No pareca haber nadie en la casa, por lo que decidi salir a explorar.
Para entonces ya haba aprendido a no sorprenderse por nada, as que
apenas alz las cejas al encontrar a su anfitrin atareado en el muelle,
enderezando el timn de un submarino minsculo, evidentemente de
construccin casera. La pequea embarcacin tena unos veinte pies de largo y
una trrela con grandes ventanas de observacin; llevaba el nombre de
Pmpano pintado en la proa.
Harry reflexion un rato, y decidi que no haba nada realmente extrao en
todo aquello. Todos los aos vienen a Florida alrededor de cinco millones de
visitantes con la intencin de deslizarse o sumergirse en el mar. Su anfitrin era
uno de esos afortunados que pueden dedicarse a su pasatiempo favorito a lo
grande.
Harry observ el Pmpano durante algn tiempo y, de pronto, se le ocurri
una idea inquietante:
George dijo no esperars que me meta en esa cosa, verdad?
Pues claro contest George, dando un golpe final al timn. Por qu
ests preocupado? He ido mar adentro con l miles de veces; es tan seguro
como una casa. Y, adems, no navegaremos a ms de veinte pies de
profundidad.
En algunas circunstancias, incluso seis pies de agua son ms que
suficientes replic Harry. Adems, nunca te he hablado de mi
claustrofobia? Me afecta con especial intensidad en esta poca del ao.
Tonteras dijo George. Te olvidars de todo eso en cuanto estemos en
los arrecifes se levant y observ su obra; despus dijo con un suspiro de
satisfaccin. Parece que est bien. Vamos a desayunar.
Durante los treinta minutos siguientes, Harry se enter de muchas cosas
acerca del Pmpano. George lo haba diseado y construido l slo, y el
potente motorcito poda alcanzar cinco nudos cuando el submarino estaba
totalmente sumergido. Tanto la tripulacin como la maquinara obtenan el aire
necesario a travs de un tubo de respiracin, por lo que no haba que
preocuparse de motores elctricos ni de un suministro de aire independiente.
La longitud del tubo de respiracin limitaba la inmersin a veinticinco pies, pero
en aquellas aguas tan poco profundas no supona un problema importante.
He utilizado muchas ideas nuevas dijo George con entusiasmo. Esas
ventanas, por ejemplo; fjate en el tamao. Te permiten una visin perfecta, y
sin embargo, son seguras. He utilizado el sistema de aire comprimido para
igualar la presin en el interior del Pmpano y la del agua en el exterior, y as
no puede producirse ningn dao en el casco las escotillas.
Qu sucedera si quedramos atascados en el fondo? pregunt Harry.
Antes haca sto con el equipo de buzo dijo pero un da pens que
sera muy agradable sentarme cmodamente y tener un motor que me
empujara. De ese modo podra estar fuera todo el da, comer durante el
camino, usar las cmaras y no preocuparme si un tiburn me rondaba. Mira
esas algas, habas visto un azul tan brillante en tu vida? Adems, podra traer
a mis amigos y hablar con ellos. Los equipos de buzo tienen un gran
inconveniente: tienes que permanecer sordo y mudo y hablar por seas. Mira
esos ngeles de mar! Un da voy a tender una red para pescar algunos. Fjate,
es cmo si desapareciesen cuando se ponen de perfil! Otra de las razones por
las que constru el Pmpano es porque quiero buscar barcos hundidos. Hay
cientos en esta zona; es un autntico cementerio. El Santa Margarita est slo
a unas cincuenta millas de aqu, en la baha de Biscayne. Se hundi en 1595
con siete millones de dlares de plata a bordo.
Y a la altura de Cayo Largo, hay nada menos que sesenta y cinco millones,
en el lugar donde naufragaron catorce galeones en 1715. El problema es que la
mayora de esos barcos estn destrozados y cubiertos de coral, por lo que no
servira de mucho localizarlos. Pero sera divertido intentarlo.
Para entonces Harry haba empezado a entender la psicologa de su amigo.
No se le poda haber ocurrido una manera mejor de evadirse de su profesin
de abogado en Nueva Inglaterra. George era un romntico reprimido, aunque
no tan reprimido, pensndolo bien.
Navegaron felizmente durante un par de horas, sin exceder nunca de una
profundidad de cuarenta pies. Una vez se pararon sobre una deslumbrante
extensin de coral roto y se tomaron un descanso para comer bocadillos de
embutido y beber unos vasos de cerveza.
Un da beb cerveza de jengibre aqu abajo dijo George. Cuando sub
a la superficie, el gas que haba acumulado se dilat y sent algo muy extrao.
Voy a probar con champn alguna vez.
Harry se estaba preguntando qu poda hacer con las botellas vacas cuando
el Pmpano pareci sumirse en una especie de eclipse, a medida que una
sombra pasaba por encima. Mir hacia arriba a travs de la ventana de
observacin y descubri un barco que se deslizaba lentamente a veinte pies
sobre sus cabezas.
No exista peligro de que chocaran, porque haban bajado el tubo de
respiracin y de momento tenan suficiente aire. Harry nunca haba visto un
barco desde abajo, por lo que aquello supona otra nueva experiencia para
aadir a las muchas que haba adquirido aquel da.
Se sinti orgulloso porque, a pesar de su ignorancia en cuestiones nuticas,
reconoci tan rpidamente como George lo que haba de extrao en aquel
barco que navegaba sobre ellos. En lugar de una hlice normal, tena un largo
tnel que ocupaba toda la quilla. Al pasar por encima de ellos, el Pmpano se
bambole debido a la sbita corriente de agua.
Cielo santo! exclam George mientras sujetaba los controles. Parece
una especie de sistema de propulsin a chorro. Ya era hora de que alguien lo
intentara. Vamos a echar un vistazo.
Levant el periscopio, y vieron que el barco llevaba el nombre de Valency, de
Nueva Orleans.
Abri un cajn situado bajo el equipo de sonar, sac una barra pequea de
metal y se la pas a McKenzie. Pareca plomo y, evidentemente, era muy
pesado. El profesor lo levant y dijo inmediatamente:
Uranio. Quieres decir que...?
S. Y hay mucho ms en el lugar del que procede se volvi hacia el
amigo de Harry y le dijo: George, qu le parecera llevar al profesor a su
submarino para que observe cmo funciona el asunto? No podr ver mucho,
pero le demostrar que el negocio est en marcha.
McKenzie estaba an tan pensativo, que ni siquiera le choc la idea de un
submarino privado. Volvi a la superficie al cabo de quince minutos, habiendo
visto lo suficiente como para despertarle el apetito.
Lo primero que quiero saber le espet a Romano es por qu me
enseas esto a mi. Es lo ms importante que haya ocurrido jams; por qu no
se hace responsable tu empresa?
Romano dio un pequeo resoplido de disgusto. Ya sabes que me he
peleado con el consejo de administracin. Y adems, esa pandilla de
vejestorios no seran capaces de encargarse de algo tan importante. Me
fastidia tener que admitirlo, pero vosotros, los piratas de Tejas, sois los tipos
adecuados para este asunto.
Se trata de un negocio exclusivamente tuyo?
S; la empresa no sabe nada, y yo he invertido medio milln de mi bolsillo.
Es una especie de pasatiempo. Pens que alguien debera reparar los daos
que se estn produciendo, la violacin de continentes enteros por personas
como...
De acuerdo. Ya conozco la historia, y sin embargo, ests decidido a
drnoslo?
Quin ha hablado de dar?
Se produjo un silencio tenso. Entonces McKenzie dijo cautelosamente:
Por supuesto, no tengo que decirte que estaramos interesados, muy
interesados. Si nos proporcionas las cifras correspondientes a rendimiento,
tantos por ciento de extraccin, y dems datos relevantes no tienes que
darnos detalles tcnicos, si no quieres, podramos iniciar las negociaciones.
No puedo hablar por mis socios, pero estoy seguro de que podran reunir
suficiente dinero como para firmar un trato...
Scott le interrumpi Romano, con un deje de cansancio en la voz que por
primera vez reflejaba su edad. No me interesa hacer un negocio con tus
socios. No tengo tiempo para discutir con los jefes y sus abogados y los
abogados de sus abogados. He hecho eso durante cincuenta aos y, creme,
estoy cansado. Este es mi negocio. Se ha llevado a cabo con mi dinero, y todo
el equipo est en mi barco. Quiero hacer un trato personal, directamente
contigo. A partir de entonces, t te encargars del asunto.
McKenzie parpade.
No puedo encargarme de algo tan importante yo solo protest. Por
supuesto, te agradezco la oferta, pero si realmente es como t lo describes,
vale billones. Y yo no soy ms que un pobre y honrado millonario.
agua del mar, an quedarn restos de molculas del agua del primer vaso. As
que emiti una risita horripilante es slo cuestin de tiempo el que tanto el
doctor Romano como todos nosotros aportemos algo a la criba. Y con esto,
caballeros, me despido de todos ustedes desendoles muy buenas noches.
LA ORQUDEA INDECISA
Muy pocos clientes de El Ciervo Blanco admitiran que los relatos de Harry
Purvis sean ciertos, pero todos estarn de acuerdo en que algunos son ms
verosmiles que otros. Y en cualquier escala de probabilidades, el asunto de la
orqudea indecisa ocupara un lugar muy bajo.
No recuerdo qu tctica ingeniosa utiliz Harry para iniciar su relato; puede
que algn aficionado a las orqudeas trajera su ltimo engendro al bar y eso le
proporcionara una buena excusa. No importa. Recuerdo la historia que, al fin y
al cabo, es lo que cuenta.
Esta vez la aventura no estaba relacionada con ninguno de los numerosos
parientes de Harry, y evit explicar cmo se las haba arreglado para conocer
tantos detalles srdidos. El hroe si as puede llamrsele de esta epopeya
de invernadero era un inofensivo oficinista, muy bajito, llamado Hrcules
Keating. Y si piensan que sta es la parte ms inverosmil del relato, esperen a
lo que sigue.
Hrcules no es un nombre que pueda llevarse con facilidad en la mayora de
los casos, y si a ello aadimos una estatura de cuatro pies y nueve pulgadas y
el aspecto de necesitar un ao de gimnasia incluso para poder parecer un
alfeique de noventa y siete libras, puede ser realmente vergonzoso. Quiz
esto ayude a explicar el hecho de que Hrcules tuviera muy poca vida social y
que sus amigos fueran las macetas de un invernadero situado en la parte
trasera de su jardn. Era de gustos sencillos y necesitaba poco dinero para
vivir, gracias a lo cual haba llegado a conseguir una coleccin de orqudeas y
cactus realmente notable. Disfrutaba de muy buena reputacin entre los
cactfilos y a menudo reciba paquetes que olan a tierra y a selvas tropicales
desde los lugares ms remotos del globo.
A Hrcules slo le quedaba un pariente con vida, la ta Henrietta, y sera
difcil encontrar dos personas ms dispares. Se trataba de una mujer
imponente, de seis pies de altura, que usaba trajes de tweed de hechura un
tanto hombruna, conduca un Jaguar imprudentemente y fumaba puros, uno
tras otro. Sus padres haban querido un chico, y nunca llegaron a convencerse
de que su deseo no se hubiera cumplido. Henrietta se ganaba la vida y
ganaba bastante con la crianza de perros de diferentes tamaos y razas. A
menudo paseaba con dos de sus ltimas adquisiciones, que no eran
precisamente el tipo de canes porttiles que caben en el bolso de una dama.
Las perreras Keating se especializaban en grandes daneses, aisacianos, san
bernardos...
Henrietta consideraba a los hombres, con razn, como el sexo dbil y, por
tanto, no se haba casado. Pero por alguna razn extraa, se tomaba un
inters de ta (s, esa es la palabra adecuada) por Hrcules, y le visitaba casi
todos los fines de semana. Mantenan una relacin muy curiosa; es posible que
Hrcules contribuyera a reforzar los sentimientos de superioridad de Henrietta.
Si se le tomaba como un ejemplar tpico del sexo masculino, habra que
reconocer que se trataba de una especie realmente despreciable. Pero si ste
era el motivo de la actitud de Henrietta, no era consciente de ello y pareca
GUERRA FRA
Una de las cosas que hacen que los relatos de Harry Purvis sean tan
convincentes es la exactitud de los detalles. Consideremos, por ejemplo, el
siguiente caso. He comprobado los lugares y las circunstancias tuve que
hacerlo para escribir estos cuentos y todo parece encajar. Cmo se
explica? A no ser que...; pero juzguen Uds. mismos.
Muchas veces he encontrado en los peridicos empez a decir Harry
retazos de informacin muy prometedores, cuyas consecuencias se descubren,
a veces, varios aos ms tarde. Veamos un ejemplo muy adecuado. En la
primavera de 1954 verifiqu la fecha; era el 19 de abril apareci la noticia
de que se haba encontrado un iceberg a la altura de la costa de Florida.
Recuerdo que al leerlo me pareci muy extrao. Como todos sabis, la
Corriente del Golfo tiene su origen en el estrecho de Florida; no me caba en la
cabeza cmo un iceberg poda haber llegado tan al sur sin derretirse. Pero lo
olvid casi por completo inmediatamente, pensando que se trataba de una de
esas invenciones que los peridicos son tan aficionados a publicar cuando no
encuentran noticias reales.
Hace poco ms de una semana, me encontr a un amigo que haba sido
comandante de la Marina de los Estados Unidos, y me cont toda la historia.
Es tan sorprendente que debera conocerse mejor, aunque estoy seguro de
que muchos de vosotros no me creeris.
Los que estis al tanto de los asuntos internos americanos sabris que la
pretensin de Florida de ser el Estado del Sol se la disputan algunos de los
otros cuarenta y siete miembros de la Unin.
No puede decirse que Nueva York o Maine o Connecticut sean rivales muy
serios, pero el estado de California considera la pretensin de Florida casi
como una ofensa personal, y hace cuanto puede para rebatirla. Los habitantes
de Florida devuelven el golpe sacando a relucir las famosas nieblas de Los
Angeles, a lo que los californianos responden, con cierta sorna: No va siendo
hora de que tengis otro huracn?, y de nuevo los floridanos contestan:
Podis contar con nosotros para ayudaros en el prximo terremoto. Y as
hasta el infinito.
Aqu es cuando mi amigo el comandante Dawson entra en escena. El
comandante haba prestado servicio en submarinos, pero ya estaba retirado.
Trabajaba como asesor tcnico en una pelcula sobre las hazaas de la flota de
submarinos, cuando le propusieron algo realmente extrao. No dir que la
Cmara de Comercio de California respaldara el proyecto, porque podra
considerarse como calumnia, pero podis sacar vuestras propias
conclusiones...
Desde luego, la idea era propia de un tpico montaje de Hollywood. As lo cre
al principio, hasta que record cmo el viejo Lord Dunsany haba utilizado un
tema similar para uno de sus relatos. Posiblemente el patrocinador californiano
fuera un admirador de Jorkens, como yo.
La idea era maravillosa, osada y sencilla a la vez. Ofrecieron una
considerable suma de dinero al comandante Dawson para que pilotase un
estrecha para evitar posibles colisiones con otros barcos. En una noche como
aquella, sera posible eludirlos sin ser descubiertos.
Freda se encontraba an en estado embrionario. Supongo que utilizaron el
procedimiento de inflar una gran bolsa de plstico con aire fro y rociarla con
agua hasta formar una capa de hielo. Retiraran la bolsa cuando el hielo tuviera
el espesor suficiente como para mantenerse a flote por su propio peso. El hielo
no es buen material desde el punto de vista estructural, pero no haba
necesidad de que Freda fuera muy grande. La Cmara de Comercio de Florida
quedara tan desconcertada ante un iceberg, por muy pequeo que ste fuera,
como una mujer soltera ante un beb.
El comandante Dawson se encontraba en la torreta, supervisando a los
hombres que trabajaban con los rociadores de agua helada y los inyectores de
aire fro. Estaban ya muy adiestrados en esta ocupacin tan poco corriente, y
se complacan en aadir pequeos toques artsticos aqu y all, como por
ejemplo reproducir a Marilyn Monroe en hielo, cosa que prohibi
inmediatamente, aunque archiv la idea para futuros trabajos.
Unos segundos despus de medianoche le sorprendi un fogonazo de luz en
el cielo, hacia el norte, y se volvi justo a tiempo para ver desaparecer un
destello rojo en el horizonte.
Un avin, capitn!, grit uno de los vigas. Acaba de estrellarse!
Sin vacilar, el comandante llam a la sala de mquinas y vir rumbo al norte.
Recordaba con precisin el lugar donde se produjo el destello y calcul que
estara slo a unas cuantas millas de distancia. La presencia de Freda, que
cubra la mayor parte de la popa, no afectara demasiado a la velocidad y, de
todos modos, no haba forma alguna de deshacerse de ella con rapidez. Par
los congeladores para que los motores principales ganaran potencia y orden
proseguir a toda mquina.
Al cabo de unos treinta minutos el viga, utilizando unos prismticos muy
potentes, especiales para la oscuridad, descubri algo sobre el agua.
Todava flota, dijo. Desde luego se trata de un aeroplano, pero no veo
ninguna seal de vida. Y creo que las alas se han desprendido.
Apenas haba terminado de hablar cuando lleg el informe urgente de otro
viga.
Mire, capitn, a treinta grados a estribor! Qu es eso?
El comandante Dawson se volvi bruscamente y le arrebat los prismticos.
Entonces observ un pequeo objeto oval girando sobre su eje, apenas visible
sobre el agua.
Vaya, vaya!, exclam. Me temo que tenemos compaa. Eso es una
antena de radar; aqu hay otro submarino.
Inmediatamente se anim.
A pesar de todo, es posible que nos mantengamos fuera de este asunto,
coment al segundo de a bordo. Esperaremos hasta asegurarnos de que
inician operaciones de rescate, y entonces nos largaremos. A lo mejor
tenemos que sumergirnos y abandonar a Freda. No olvide que ya nos habrn
descubierto con el radar. Ser mejor que disminuyamos la velocidad y nos
comportemos como un autntico iceberg.
UN ASUNTO DE GRAVEDAD
Una de las razones por las que nunca me muestro muy explcito con respecto
a la situacin exacta de El Ciervo Blanco es, para ser sincero porque no
queremos ms gente. No se trata simplemente de una actitud egosta; tenemos
que hacerlo para protegernos. En cuanto se propaga la noticia de que los
cientficos, editores y escritores de ciencia ficcin se renen en un determinado
lugar, empiezan a dejarse ver los tipos ms extraos. Gente rara con nuevas
teoras sobre el universo, personajes iluminados por la Diantica, (Dios sabe
cmo seran antes), damas espirituales capaces de ponerse en plan
clarividente a la cuarta ginebra... y stos son los especmenes menos exticos.
Los peores son los Brujos Voladores; an no se ha descubierto ms antdoto
contra ellos que llevarles al paredn.
En un da aciago, uno de los mximos portavoces de la religin del Platillo
Volante descubri nuestro escondrijo y cay sobre nosotros con gritos
estridentes de satisfaccin. Sin duda pens que aqu encontrara terreno frtil
para sus actividades misioneras. Las personas ya interesadas en los vuelos
espaciales, algunas de las cuales incluso escriban libros sobre su realizacin
inmediata, seran presas fciles. Abri su maletn negro y sac de l las ltimas
novedades sobre platillos volantes.
Se trataba de una buena coleccin. Haba varias fotografas de platillos
volantes tomadas por un astrnomo aficionado que vive al lado del
Observatorio de Greenwich, y cuya cmara haba registrado tal cantidad de
naves espaciales, de todos los tamaos y formas, que uno se pregunta qu
harn los profesionales del edificio vecino para justificar sus sueldos. A
continuacin nos mostr el testimonio de un caballero de Tejas que haba
mantenido recientemente una charla con los ocupantes de un platillo que se
haban parado a descansar camino de Venus. Por lo visto, el lenguaje no haba
supuesto ningn inconveniente; diez minutos de agitar los brazos haban sido
suficientes para pasar del Yo, hombre. Esto, Tierra a informaciones
esotricas sobre el uso de la cuarta dimensin en los viajes espaciales.
La obra maestra, sin embargo, era una exaltada carta de un personaje de
Dakota del Sur a quien los extraterrestres, invitndole a subir a un platillo
volante, haban llevado a dar una vuelta por la luna. Explicaba con cierta
largueza cmo el platillo funcionaba impulsndose a travs de lneas
magnticas, parecido a una araa escalando su tela.
Fue en ese momento cuando Harry Purvis se rebel. Haba escuchado con
dignidad profesional unas historias que ni siquiera l se hubiera atrevido a
inventar porque, como todo experto, conoca el lmite de credulidad de su
auditorio. Cuando oy lo de las lneas de fuerza magntica, su formacin
cientfica pudo ms que su abierta admiracin por estos aventureros de ltima
hora, e hizo un gesto de disgusto.
Eso no tiene sentido dijo. Puedo demostrarlo; el magnetismo es mi
especialidad.
La semana pasada replic Drew con dulzura mientras llenaba dos vasos
de cerveza a la vez dijiste que tu especialidad es la estructura molecular.
Ah! replic Harry. Ya deca yo que era demasiado buena para ser
original. En fin, sigamos. Con esta idea tan simple, lo entenderis. Para alejar
un cuerpo de la tierra se requiere tanto trabajo como para levantarlo cuatro mil
millas contra la barrera de la gravedad normal. Lo que haba dentro de la zona
de fuerza creada por Cavor permaneca en la superficie de la tierra, pero era
ingrvido. Por tanto, desde el punto de vista de la energa, se encontraba fuera
del campo de gravedad terrestre. Era tan inaccesible como si estuviese en la
cima de una montaa de cuatro mil millas de altura.
Cavor poda observar la zona de antigravedad desde un punto a varias
pulgadas de distancia, pero para cruzar esas pocas pulgadas, necesitara
realizar un trabajo equivalente a escalar el Everest setecientas veces. No
puede sorprendernos que el coche se detuviera con tanta rapidez. No lo haba
parado ningn objeto material, pero desde el punto de vista de la dinmica,
puede decirse que haba chocado contra un acantilado de cuatro mil millas de
altura...
Esas miradas inexpresivas que veo a mi alrededor no se deben enteramente
a que sea tan tarde. No importa, si no lo entendis, confiad en mi palabra. No
influir en la comprensin de lo que sigue o, al menos, eso espero.
Cavor comprendi en seguida que haba hecho uno de los descubrimientos
ms importantes del siglo, aunque tard un poco en calcular exactamente lo
que haba ocurrido. La pista final para comprender la naturaleza antigravitatoria
del campo se la dio el disparo de una bala de rifle, cuya trayectoria observaron
a cmara lenta. Ingenioso, no os parece?
El siguiente problema consista en hacer experimentos con el generador del
campo para descubrir lo que haba ocurrido cuando el reactor empez a
funcionar. Y se trataba de un gran problema. El reactor estaba all, a plena
vista, a una distancia de veinte pies, pero para alcanzarlo necesitaran un poco
ms de energa que para llegar a la luna...
Cavor no se desanim por esto ni por la inexplicable incapacidad del reactor
para responder a ninguno de los controles remotos. Segn su teora, y
utilizando unos trminos un tanto confusos, el reactor haba consumido toda la
energa y, una vez establecido el campo antigravitatorio, se necesitara poca o
ninguna potencia para mantenerlo. Esta era una de las mltiples cuestiones
que slo podran resolverse mediante el examen sobre el terreno. Por las
buenas o por las malas, el doctor Cavor tendra que trasladarse all.
La idea inicial consista en utilizar una carreta elctrica, cuyo suministro de
potencia se realizara a travs de unos cables que arrastrara tras de s a
medida que se adentrara en el campo. Un generador de cien caballos,
funcionando ininterrumpidamente, durante diecisiete horas podra suministrar la
energa suficiente para trasladar a un hombre de peso normal a travs de los
veinte pies del peligroso trayecto. Una velocidad de poco ms de un pie por
hora no es como para enorgullecerse, pero hay que tener en cuenta que un pie
en el campo antigravitatorio equivala a un ascenso vertical de doscientas
millas.
La teora era slida, pero la carreta elctrica no funcion en la prctica. No
tuvo tiempo siquiera de avanzar media pulgada por el campo, porque
inmediatamente derrap. La razn es evidente. Posean la potencia, pero no la
se
de
de
se
EL BELLO DURMIENTE
Se haba iniciado una de esas discusiones poco entusiastas, tan corrientes
en El Ciervo Blanco cuando a nadie se le ocurre nada mejor que hacer.
Tratbamos de recordar los nombres ms extraordinarios con los que nos
habamos topado, y yo acababa de mencionar Obediah Polkinghorn cuando
cmo no! Harry Purvis apareci en escena.
Es muy fcil buscar nombres extraos dijo, regandonos por nuestra
frivolidad, pero, os habis parado a considerar un punto mucho ms
importante: el efecto de semejantes nombres en sus propietarios? A veces, una
cosa as puede cambiar la vida de un hombre, y eso es lo que le ocurri al
joven Sigmund Snoring. {Snoring significa ronquido o estar roncando. (N. de
la T.)}.
Oh, no! gimi Charles Willis, uno de los ms implacables crticos de
Harry. No lo puedo creer!
Piensas que sera capaz de inventar un nombre como ese? contest
Harry indignado. De hecho, el apellido de la familia de Sigmund era judo,
procedente de Europa Central; empezaba con SCH y durante algn tiempo
continu utilizndolo. Snoring no era ms que una adaptacin al ingls. Pero,
dejmonos de rodeos; me gustara que no me hicierais perder tiempo en
semejantes detalles.
Charlie, que es el escritor ms prometedor que conozco (lleva siendo una
promesa desde hace ms de veinticinco aos), comenz a emitir vagos
sonidos de protesta, pero alguien con espritu colectivo le entretuvo con un
vaso de cerveza.
Sigmund prosigui Harry llev su carga con dignidad hasta la edad
adulta. Sin embargo, no cabe duda de que su nombre le obsesionaba, y
finalmente le produjo lo que podramos llamar un efecto psicosomtico. Si
Sigmund hubiera tenido otros padres, estoy seguro de que no habra llegado a
ser un roncador incesante y estruendoso en la vida cotidiana tanto como en el
nombre.
Pero hay peores tragedias en la vida. La familia de Sigmund dispona de una
respetable cantidad de dinero, por lo que no les result gravoso insonorizar un
dormitorio para proteger a los criados contra las noches en vela. Como es
corriente, Sigmund no era consciente de sus sinfonas nocturnas, y nunca lleg
a entender el por qu de tanta protesta.
Slo al casarse tom su desgracia si as se le puede llamar, puesto que
slo afectaba a otras personas con toda la seriedad que el caso requera. No
tiene nada de particular que una recin casada vuelva de su luna de miel un
tanto aturdida, pero la pobre Rachel Snoring haba pasado por una experiencia
demoledora y nica.
Tena los ojos enrojecidos por falta de sueo, y todos sus esfuerzos por
conseguir la comprensin de sus amigos acababan en carcajadas... No es
sorprendente, por tanto, que diera a Sigmund un ultimtum: a no ser que
pusiera algn remedio para evitar roncar, el matrimonio se deshara.
Este era un asunto muy serio para Sigmund y su familia. Eran bastante
acomodados, pero no posean una gran fortuna a diferencia del to-abuelo
Reuben, que haba muerto el ao anterior dejando un testamento un tanto
complicado. Le haba tomado cario a Sigmund, y le haba dejado una suma de
dinero considerable, que recibira al cumplir los treinta aos.
Desgraciadamente, el to-abuelo era muy anticuado y remilgado, y no confiaba
en las generaciones modernas. Una de las condiciones del legado consista en
que Sigmund no podra divorciarse o separarse antes de la fecha sealada. Si
las condiciones no se cumplan, el dinero se empleara en la construccin de
un orfanato en Tel-Aviv.
Era una situacin difcil, y no puedo imaginarme cmo se habra resuelto si
alguien no le hubiera sugerido a Sigmund que fuera a ver a to Hymie. A
Sigmund no le haca ninguna gracia, pero los problemas desesperados
necesitan soluciones igualmente desesperadas, y decidi ir.
Debo decir que el to Hymie era un profesor muy conocido de fisiologa, y
miembro de la Royal Society, con todo un montn de documentos que lo
acreditaban. En aquella temporada andaba mal de dinero, debido a una ria
con los administradores de la universidad, que le haban obligado a suspender
el trabajo de investigacin en sus proyectos favoritos. Para aumentar su
irritacin, acababan de conceder medio milln de libras al Departamento de
Fsica para un nuevo sincrotnomo, as que no estaba precisamente de buen
humor cuando su infeliz sobrino fue a verle.
Tratando de ignorar el olor penetrante a desinfectante y a ganado, Sigmund
sigui al ayudante del laboratorio a travs de pilas de aparatos
incomprensibles, y pas junto a jaulas de ratones y cobayas, apartando los ojos
de los diagramas de colores repugnantes que ocupaban gran parte de las
paredes. Encontr a su to sentado en un banco, bebiendo t de un termo y
mordisqueando emparedados con aire ausente.
Srvete, le dijo sin amabilidad, Hmster asado; delicioso. Uno del lote que
utilizamos para las pruebas del cncer. Qu te ocurre?
Pretextando falta de apetito, Sigmund cont a su distinguido to su historia de
infortunio. El profesor le escuch sin demasiada compasin.
No s para qu te casaste, dijo al fin. Total prdida de tiempo. Todos
saban que el to Hymie mantena un punto de vista muy particular sobre estas
cuestiones. Haba tenido cinco hijos, pero no se haba casado.
Sin embargo, es posible que podamos hacer algo al respecto. Cunto
dinero tienes?
Por qu?, pregunt Sigmund un tanto desconcertado. El profesor movi
los brazos en un gesto que abarcaba todo el laboratorio.
Mantener sto cuesta mucho dinero, dijo.
Pero yo crea que la universidad...
S, claro; pero los trabajos especiales tienen que hacerse bajo cuerda. No
puedo utilizar fondos de la universidad.
Bueno, cunto necesitaras para empezar?
El to Hymie mencion una suma mucho menor de lo que Sigmund tema,
pero su satisfaccin no dur mucho. En seguida descubri que el cientfico
Dios mo! exclam. No saba que fuera tan tarde; estoy medio
dormido.
Recogi su portafolios y, disimulando un bostezo, nos sonri beatficamente.
Felices sueos a todos dijo.
Incluso los que no crean una palabra de lo que decas te echan de menos,
Harry. Si tienes que defenestrar a Ermintrude para recuperar tu libertad, hazlo
un mircoles por la noche, de seis a once, y habr cuarenta personas en La
Esfera que apoyarn tu coartada. Pero vuelve de la forma que sea. No es lo
mismo desde que te fuiste.