Para Nombrar Una Mujer - Benito Yrady

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PARA NOMBRAR UNA MUJER*

BENITO YRADY**
Ayer estuvo aqu el morenito del peridico, quera que le hablara
de la fundacin de este pueblo de que si conoc la primera iglesia
que hicieron de que si es cierto que antes la misa se daba en la
calle de que si llegu sola de que si eso fue en el treinta y tres o en
el treinta y cuatro de que si yo era comerciante, t has visto, qu
comerciante voy a ser le dije, t sabes bien que toda mi vida he
sido puta y vine aqu como puta cuando no haba mujeres, total,
que no quise darle ninguna informacin y lo despach, lo mand
para la casa de Jeo que le gusta aparecer declarando y diciendo
que l fue el primer hombre que puso pie sobre un taladro aqu en
Oriente y qu caray lo importante es que t has venido porque
quiero hablarte de algo que nunca haba tocado pero que a ti te
interesa y a m tambin, yo s que siempre has tenido reservas, tus
sospechas, y a lo mejor por saber cmo me jodi la muerte del
flaco nunca te atreviste a preguntarme nada, te acuerdas de la
primera asamblea de obreros que se hizo aqu, bueno, y te
acuerdas de aquel coriano que llamaban el pjaro por lo avispao
que era, uno trigueo l, medio gordo, que se fue de aqu nadie
supo cundo, bueno, te acuerdas, se fue el famoso negro
Golindano, ese carajo empez como mosquito en el Zulia y lo
mandaron para ac cuando la vaina estaba tomando calor, cuando
sospecharon que el flaco definitivamente iba a formar un
sindicato, a abrirle conciencia a tanto cristiano jodo que lleg
aqu a dejar que le chuparan la sangre, y ese carajo fue el que
mat al flaco, l mismo, pero djame contarte, ya yo tena cinco
aos fuera, estaba trabajando en Bolvar, t sabes, la estrella se
llamaba el negocio, en esos das iban a inaugurar unas vainas,
carreteras y tal y una gente pesada vena de Caracas, hasta un
ministro, era un da sbado, seran las cinco de la tarde cuando me
*

Tomado de Benito Yrady, Zona de Tolerancia (Mrida, ULA, 1977), volumen de cuentos llenos del
aliento de la crnica y el rescate de la casi mgica a fuerza de realismo historia de un pueblo petrolero
y su estrecha relacin con el ambiente de los burdeles, a decir de Milagros Mata Gil. Digitalizacin de
Julio Cortez para la asignatura Teora y Anlisis Literario II (006-7143).
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Benito Yrady (El Tigre, estado Anzotegui, 21 de marzo de 1951). Escritor, promotor cultural e
investigador de la memoria colectiva de nuestro pueblo. Sus relatos han sido galardonados en varios
concursos literarios del pas y figuran en importantes antologas del cuento venezolano contemporneo.

levant, entr al botiqun y estaban en la barra tres tipos, al


mirarlos capt que haban llegado con el bulul ese, corte de
cepillo, dos de ellos llevaban bigotes, el otro no, al ms alto de
todos la cara le brillaba, era trigueo, los dientes sucios, marrones
y esto aqu atrs, el cogote como un toro, no me haca falta
ninguna sea para saber que eran policas, me lo confirm el bulto
del revlver que llevaban al costado, papacito!, me dijo uno, qu
te pasa jefe civil, le respond y los tres rindose celebraron la
vaina, una soda!, le ped al colombiano de la barra, ah tienes
negro, tetona como a ti te gusta! le dijeron al que no tena bigotes,
el tal negro me llama, yo me acerc, me pone una mano en las
nalgas, yo me quedo quieta, el ms borracho de todos me dice, no
has odo hablar del negro Golindano y suelta la risa, y me entra un
fro por todo el cuerpo, porque a la vez que me imagino la vaina
estoy dndome cuenta que el coriano ese que llamaban el pjaro
es el tal negro, ms gordo y cambiado. No!, le digo, y t, le
pregunto, se ren el negro y el otro, el borracho entonces me
vuelve a decir, ten cuidado entonces, porque el negro Golindano
ya empez por agarrarte el culo!, casi se cagan de la risa los tres,
dame un bolvar para la rocola!, le digo, y el negro me da dos
pesetas, yo no s ni qu marqu, estaba asustada, sabiendo la
historia del perro de mierda ese y reconociendo que era el coriano
quin no se asusta, pero cuando me par ah en la rocola, cuando
me par, se me vino a la mente el flaco, coo, y me entr un
calorcito y una arrechera chiquitica me fue subiendo, me fue
subiendo coo!, dije, aqu tengo que enterarme de unas cuantas
vainas y me vine de nuevo a la barra, ustedes vinieron con el
ministro para lo de maana!, el negro me responde con ministros
y sin ministros siempre venimos!, a ste lo pongo a hablar carajo,
deca yo entre m, tome brandy, mi teniente, eso es lo que asienta
bien a hombres de la talla de usted!, le dije djeme que yo misma
se lo sirva! Con la cabeza me dijo que s, pero me lo deca y ya
me empujaba para la cama con esos ojos de gato que tena, eran
unos ojos amarillos, yo no s, era una vaina que meta miedo y me
alc en la barra, el brandy vino pero bien praparado, y ah le va mi
teniente, aqu tiene mi jefe! y hay que bailar, y bailamos, qu
carajo, y le gust al hombre aunque no saba bailar nada y en la
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cama lo puse suavecito y yo al bao carajo y me encomiendo al


todopoderoso.
por san marcos de len que amansa la draga y el dragn los toros
bravos del monte te pido san marcos de len que amanses el
corazn de este hombre que venga a m san marcos de len
delante de ti vengo y tengo el lpiz con que t escribes y el
sagrado poder que t posees as te pido que humilles ante m a
este hombre que yo pueda doblegar su mente que se confiese ante
m que se entregue que se caiga a mi lado y yo pueda disponer de
su vida que se arrastre si quiero que desaparezca y que se pierda
dormido para el resto de los siglos de los siglos san marcos de
len que tu voz y tu poder el mo. y lo jalo bien jalao.
te acuerdas de Luis Gonzlez, negro, el sindicalista que llamaban
el flaco, el que vino a armar vaina en la petrolera, el que nunca
encontraron, el de un mes de septiembre, te acuerdas negro!
y empieza.
un hombre como yo era el indicado para esas vainas, me
mandaron a llamar de Barcelona, fui all y lo encontr vuelto
mierda, ya le haban dado muchos coazos y despus una
encerrona sin comida, en un hueco de un metro, donde haba que
estar encogido, maldicindose uno mismo y sin nada con que
matarse porque a las cuevas no se deja meter ningn preso con
nada en las manos, es desnudito que van, conforme los trajo dios
al mundo, yo tena cierta compasin porque no s qu me deca
que ese carajo me iba a enmabitar que me iba a pasar alguna vaina
si lo peinaba y es que el nmero veintinueve, yo no s, es como
un presentimiento, con l iba a completar veintinueve trabajos,
mes de septiembre, mes nueve, y aquel da del traslado, para ms
vainas era diecinueve de septiembre, nueves por todas partes, lo
pens bien y me dije, qu va, yo ordeno, pero que lo raspe otro,
entonces me llev al chingo y al viejo Bermdez, y vmonos,
zmbenlo en el camin, y ahora s, a matar dos pjaros de un tiro
a la casa de Eliseo Mata, que a ste se las vengo contando desde
hace aos, y en dos horas de camino, mitad carretera mala, mitad
bueno, llegamos, y Eliseo con la mujer y una indiecita como de
quince aos que me clav con ganas y despus se la pasaron
Bermdez y el chingo, ese chingo cmo goz esa noche,
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seguimos caminando hasta la mesa, la noche estaba quieta en


aquella sabana cmplice de nosotros, Eliseo se nos fue corriendo
y hubo que darle sus cuantos coazos para tranquilizarlo, creo que
le partimos el hgado porque qued vomitando una vaina verde,
negra, hasta que perdi el sentido, el flaco ese que t mientas
estaba ms muerto que vivo yo creo de verdad que lo traamos
muerto, total que a enterrar a esos carajos y nos fuimos a un pozo
que ya habamos visto antes no s si de ah pensaban sacar agua o
petrleo, pero haban empezado a perforarlo y no siguieron, entre
el chingo y Bermdez cargaron primero al flaco ese y chupuln,
nojoda, ms atrs Eliseo y listo al otro da la misma petrolera
mand a rellenar esa vaina ya hace seis aos y quin adivina, se
pudrieron ah dentro se volvieron petrleo no se lleg a saber
nada, nada de nada aparte del informe que entregamos, y no me
pas nada con el nueve, para que veas, lo que me pas fue que
dej ese trabajito este negocio de que a uno lo estn llamando de
una parte a otra para los encargos no es muy bueno, siempre se
llegan a filtrar las vainas, y uno, quieras o no, tiene familia,
complet treinta, a la mitad del tiempo ya me haba acostumbrado
del primero al ltimo Luis Gonzlez me acuerdo clarito.
yo recog mi vestido, mi plata, me pint la boca, sal de la pieza y
dej al negro Golindano sin heridas de arma blanca, sin disparos,
sin el coazo y el miedo que le metieron al flaco, lo dej con su
noche del ministro entre los ojos pegados del techo raso,
buscando un lugar donde escupir su propio cinturn quebrndole
en nueve el pescuezo, le hice la cruz a la estrella y dej Bolvar
entre el gritero de sirenas y la furgoneta perdindose con el
pjaro.

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