Malabou - La Plasticidad en Espera
Malabou - La Plasticidad en Espera
Malabou - La Plasticidad en Espera
Edicin
traduccin
Cristbal Durn
Manuela Valdivia
>--<
u
u
:.
,_
o
Palinodia
ndice
Prefacio
1. La muchedumbre
15
37
51
69
5. La plasticidad en pena
85
101
105
La plasticidad o la forma
de un nuevo materialismo
La presente edicin chilena de algunos de mis textos es
un acontecimiento muy importante para m, un acontecimiento
que, espero, abrir la va a numerosos intercambios. Para presen
tar al pblico latinoamericano mi trabajo sobre la plasticidad,
__
!,2g2:1Ei_s_?ijga,_::tli.Lrn.irn.2Aggg_Qi.11gu11ajig;ot..E9_!1?1.:Sara
d--3;:2--:..!.,Pl!iS.:5!.J:tci::. E21kkJa,,'.lPEi.S:if1\
forf!l_l.SiJ.ridd-ahL9gndE...2.!I2. fal_absclti::Q!:..kt
y con la plasticidad.
la o hacerla explotar.
cesariamente peifora
otro modo que ser o ms alld de la esencia, tr. Antonio Pintor Ramos, Salamanca,
Sgueme, 2003, p. 1 53.
3 Totalidad e infinito, tr. Daniel E. Guillot, Salamanca, Sgueme, 1 977, p . 1 72.
4 Jbd., p. 2 1 1 .
5 D e otro modo que ser, op. cit., pp. 1 5 3 - 1 54.
6 lbd.,
10
p. 1 54.
11
238.
de Miguel ngel,
en
13
12
15
.J.
.L
-- --
----
---
--
--
---
tal de la masa.
Cul es el rasgo ms sobresaliente entre los dispositivos
16
17
han sido palabras empleadas para nombrar una fuerza social irra
asegura paradjicamente esa organizacin. Esta relacin de dista11ci'.l; f1C:b ;;.!l !.,"..":!E.'1 laJ;si.sJ1'1Estad deja r:l!!!.o raia.
Estoy consciente, aqu, de hacer hablar al libro de Canetti.
do, sino por el contrario otra evitacin del tocar, que evidente
que Derrida denomina la "ley del tacto": "un tacto que podra tocar
18
19
sin tocar, un contacto sin contacto"6 . Ahora bien, sin ninguna duda,
en masa por mor de esta igualdad y pasamos por alto todo cuanto
VV'ndlung, una palabra que los traductores vierten tanto por cambio,
democrtico.
huida y la melancola.
20
7 El Spleen
21
masa, por ella, contra ella, toda ella entera. Canetti postula la
cierra. Todo ser vivo le tiene fobia a eso. El horror del tocar se expli
ca as en Canetti por la aprehensin que suscita la posibilidad de la
22
23
animal por parte de otro sin que haya metamorfosis. Por ejemplo,
con los animales que se come es fuerte como una cadena. Sin
metamorfosearse en animales, nunca habra aprendido a comr
.......
i.....1.v11,
'cn
,.....
...
"La presa transformada requiere tambin que la caza se transforme." (MP, p. 494,
modificada).
24
Canetti muestra que en la masa la mscara es a la vez mscara visible y mscara sonora.
Mscara visible: en la masa, la mscara es el rea que toma
cada cual, rea que definira como "rea del ser conjunto", el ros
tro que uno se hace con los otros, aquellos que no se conoce, esa
rea comodn, mscara de la semejanza universal. Mscara sono
ra: Canetti cuenta, en un relato de evocador ttulo que ya he cita
do, La antorcha al odo, que l haba captado, mientras viva al
lado de un asilo, una similitud entre los gritos de los locos
los
gritos que dicen otra cosa distinta del grito, es decir, otra cosa
la lengua misma.
cin ni su rigidizacin.
El secreto y
mental
La libert ad democrtica aparece entonces funda
s. Es en este sen
mente ligada a la posibilidad de la metamorfosi
elaire y D errida se
tido que ella es potica. En este punto Baud
arte de la meta
encuentran. Baudelaire define la poesa como ese
bre siendo a la vez
morfosis que permite pasearse en la muchedum
r aqu en Deuno mism o y otro. Ahor a bien, cm o no pensa
ra no es,
No hay esencia ni sustancia de la literatura: la literatu
ad de
ella no existe, no se mantienefija [a demeure] en la identid
(Inte
.
mismo
s
a
o
una naturaleza o de un ser histrico idntic
acques si la
rrumpo aqu un instante la cita para preguntar a J
no-identi
mscara no es precisamente la manera de ser de esta
[demeurer]
r"
"residi
dad.] Ella slo se mantiene fija, siempre que
reside all
designe la estabilidad esencial de un lugar; ella slo
re},
donde, y si "estar fijo" en alguna "intimacin" [mise en demeu
significa otra cosa9
La democracia
p.
26
545.).
27
. 30.
.
.
i1"E
,
", La taryetapostal. De Scrates a Freudy mds alfd, Mxico, Siglo XXI, 200 1 ,
v10s
p
11lbd.
13 lbd.
28
'1
1
de comprometerlo
manera de llevar el secreto a la vista de todos,
derlo mejor.
en la ms grande de las publicidades para escon
cundo voy a
"Susp iro -escribe Derrida- por saber hasta
ta encargado de
dar vueltas de esta forma, como fantasma o profe
"14
. .,
que desconoce .
una mis10n, pesadamente cargado con un secreto
sma", lo es
Y sabemos, despus de Espectros de Marx, que el "fanta
edumbre, en masa.
pectral, nunca viene solo, sino siempre en much
ms que de
[Los hombres] no estn presentes unos para otros
nidad no es ms
forma fantasmtica, como espectros. La huma
s. [ ...] Marx slo
que una coleccin o una serie de fantasma
ue sabe que
finge contarlos, hace como si los enumerase, porq
No se puede ni
aqu no se puede proceder a un censo. [ ...]
ro mismo, nume
clasificar ni contar al fantasma,ste es el nme
e ni contar con
pued
roso, innumerable como el nmero; no se
son incontables
l ni contar por medio del. [ ... ]Prolifera, y ya
alas15
sus retoos, sus intereses, sus suplementos o plusv
.
ibe a s mism o
Desde entonces, cuando Derrida se descr
much edum bre, una
como un fanta sma, se descr ibe como una
en la espalda es la
masa, una proliferac in, y lo que as le pesa
en su secreto, sin
intimacin de llevar todas las mscaras a la vez,
la masa enmasca
privilegiar una nica . El fantasma es la mscara,
rada, la masa de mscara, sin excepci n.
elaire el arte
Sin excepcin? Recordemos que para Baud
mun do, "no se le da
de llevar la mscara no est dado para todo el
a la altura del
a cualquiera tomar un bao de mult itud" . Estar
de todos. Aqu es
gran nmero no es, segn el poeta, la suerte
n entre privile
precis o abordar el temible problema de la relaci
lo siguiente: "Si el
gio y democracia. En Espectros de Marx leemos
se vuelve angustiofantasma se disemina por doquier, la pregu nta
es Derrida, ]acques Derrida, tr.
14 "Circonfesin", en: Geoffrey Bennington y Jacqu
p
263.
.
994,
1
,
Ctedra
Madrid,
ez,
Mara Luisa Rodrgu
i, Madrid, Editorial
tr. Jos MiguelAlarcn y Cristina de Perett
15 Espectros de Marx,
p
Trotta, 1 9 9 5 , . 156.
29
por saber disfrazarse tan bien con el secreto de los otros. Hasta el
sado hacia aquella forma pasiva del secreto que llevamos en las
lbd., p. 1 55-157.
30
decir, que aquel que sabe portar todas las mscaras es siempre
susceptible de acabar por cambiarse a s mismo, por confundirse
con su propia mscara. Ese es el dolor comn al escritor y al hom
bre poltico. Canetti muestra que este dolor es una forma de me
lancola. Melancola de descubrirse semejante consigo, de ya no
poder transformarse ms. Por esto, el poder potico se vuelve a
convertir en fuerza. La metamorfosis, dira Proust, se vuelve un
simple pastiche.
La melancola se inicia -escribe Canetti- cuando la serie de
metamorfosis [. . .] terminan y consideramos que todas son in
tiles. En ella nosotros mismos hemos sido alcanzados y apresa
ced del destino y nosotros mismos nos vemos como una presa.
(MP, p. 5 0 1 .)
La huida ya no es posible .
32
33
acabo de moler a palos por haber violado los lugares, todos, los
lugares sagrados, los lugares de culto, los lugares de los muertos,
ms o menos laxas22.
20
" L' animai que done j e suis", en Marie-Louise Mallet (dir. ) , L'animal
autobiographique. Autour deJacques Derrida, Pars, Galile, 1 999, p. 285.
21 "Circonfesin", ed. cit., p. 1 9 5 .
34
22
Las metamorfosis de la cuestin social, trad. Jorge Piatigorsky, Buenos Aires, Paids,
1 997, pp. 446-447.
35
37
. . .
] este
do entre ambas.
4 El
39
cer sentado. Freud afirma en efecto que: " Uulio II] era un hombre
Italia bajo el dominio del papado. " Miguel ngel, ligado perso
menos que descuidar las Tablas, apartar la mano que las sostena.
Moiss.
blas que caan antes que pudieran hacerlo. En esa postura perse
mento funerario"7
ms que una figura entre otras, Moiss habra sido reducido a "un
7fbd., p. 234.
8 Jbd.
40
de su identidad.
9 Edward
10
42
Jbd., p. 80.
43
1 1 Moiss y
1 2 Ibd.,
1 3 Ibd.,
1 4 Jbd.,
15 Ibd.,
44
que la clera de Moiss las destruya, sino que apacigua esa clera, o
destruy las tablas, si . . . Todas las conj eturas son posibles, y por
16
17 Moiss y la
46
18
47
mano el ultraje de sus tesis (la tesis de los judos deicidas que
!:'Jo es eso admitir al mismo tiempo que existe un porvenir del Edipo? Otra historia posible con el padre? Con la ley?
Qu tendra que ver con lo que, en el dios muerto, resiste para
siempre a la muerte de dios, y con ello a la muerte del padre?
Qu resiste tambin a lo religioso?
Esta idea de un padre que no es inmortal sino que se
encuentra en la imposibilidad de morir, lo cual no es lo mismo,
nos parece una ilustracin -apenas bosquej ada, y a pesar de todo
ntida- del psicoanalista, tanto de su estatuto como de su tarea.
Este padre extrao a s mismo sera quien, baj o la figura del
analista, se le aparece al paciente en la transferencia. Freud con
fiesa, al inicio de su ensayo El Moiss de Miguel ngel, que est
ms fascinado por la escultura que por las otras artes. Y en "Psi
coanlisis" y "Teora de la libido", compara el trabajo del psicoa
nalista con el trabajo del escultor. Hay que advertir que este
trabajo siempre es presentado como un trabajo de modificacin
48
19
49
51
tramundano.
Logik. Die Frage nach der Wahrheit, que la tarea de la lgica tradi
tur", estructura del "en tanto que"3. Por cierto, en Ser y tiempo la
rio que lo que ella diferencia, o como Lvi-Strauss, como una "dis
"sntesis
ontolgica"
en
1 954. Sin embargo, no hay ninguna relacin entre los dos auto
53
del Dasein.
cial, Heidegger muestra que sta no tiene por objeto estudiar nti
;u
54
55
pedazos. En el
con aquellos del sistema. Por una pa. te, la estructura como "una
10
56
Jbd., p. 204.
14 Jbd., p. 70.
1 5 Jbd., p. 73.
57
dialmente"16
tionamiento en los cuales, por otra parte, reconoce que dicho sen
bases ontolgicas que sin embargo son las suyas Dicho de otro
16
58
tiempo, 1 1 , p 76
59
!bid, p. 324.
20 !bid, p. 3 17.
21 El texto de Jean Pouillon 'TOeuvre de
Claude Lvi-Strauss'', aparecido en Les
Temps modernes, julio 1 956, est citado en Antropologa estructural, ed.
cit. p. 349.
60
61
cia, como dice Foucault en Las palabras y las cosas, nfima pero
'
' en este
invencible, que reside en e1 y'"27 . po d emos citar tamb'ien,
'
cia aun cuando opera como diferencia pura, es decir, para retomar
za montada. Todo sucede como si, por esta finta o este falso senti
62
63
64
65
tica de la finitud"32.
ntacin, y
den ser realmente confrontados, provocando, esta confro
eracin
precisamente su deconstruccin. Por una parte, la consid
puede seguir
estructuralista de la articulacin y de la distancia no
ologa, a
estando circunscrita, como lo dice Derrida en De la gramat
" "
I e1
1
al" , "segun
los lmites de una "ciencia ntica u onto og1a reg10n
na poten
modelo de las preguntas heideggerianas, tal corno funcio
tura es
temente desde el comienzo de Sein und Zeit'53 . La "estruc
n y porque
tructuralista" se ve, por el hecho de esta confrontaci
. En cam
ella hbrida la diferencia, ontolgicamente desenclavada
icacin y su
bio, conducida hacia (y no reconducida a) su signif
finitud", la
alcance ontolgico, es decir hacia una "analtica de la
incluso
"estructura estruturalista" pierde la ambicin positivista,
,
estructura,
distancia? Es demasiado tarde para preguntrselo . La
es siempre Y
consagrada a la hibridacin, es finita. La estructura
que un fin
necesariamente finita. Pero sabemos desde Heidegger
lidad, lo
es una imposi ble posibi lidad. Y una impos ible posibi
prohibi
sabem os desde Lvi-S trauss, es otro nomb re para una
respon
cin. Con qu fin finaliza la estructura? Es preciso, para
de la fini
der a dicha pregunta, desplegar dos analticas distintas
icin del
tud? Mantener que la diferencia ontolgica y la prohib
ensam
incesto acaban cada una por su lado? Resulta vano querer
rio, se
blarlas como en una construccin formal? O por el contra
Laspalabras y las cosas, ed. cit., p. 302 y ss.
.
Siglo XXI,
Derrida, De la gramatologa, tr. Osear del Barco, Buenos Aires,
.
.
29
p.
,
1
7
19
32 Foucau!t,
66
33 Jacques
67
68
69
70
71
la idea.
Hay entonces una violencia originaria operando en el len
guaje, que provoca la escisin irremisible, en el lenguaje mismo,
entre discurso y figura, entre el sentido y lo sensible, entre idea y
carne. Por consiguiente, cuando se pregunta lo que puede significar
"ver un pensamiento'', nos vemos conducidos a interrogar esta dis
torsin entre lo decible y lo visible abierta como un desgarrn en la
orilla del lenguaje y a sondear el poder de este ojo, que es lengua y
mirada a la vez, sin ser una ms que la otra. Ver un pensamiento
surgir, estar al borde de la creacin, mirar la figura de una nueva
idea necesariamente viene a redoblar el espectculo originario del
lenguaje, a abrir dos veces el ojo intentando j ustamente localizar el
ojo del discurso, intentado darle forma, la forma de un estilo, de
una escritura, de un volumen. Es as que el arte en general, dice
Lyotard, pasa "del interior del discurso a la figura"9 "La figura arts
tica, aade Lyotard, es una deformacin que impone otra forma a la
disposicin de las unidades lingsticas ." Lyotard muestra que esta
otra forma se declina al infinito en la pintura, la ficcin, la poesa;
pura energa "que pliega, que arruga el texto y lo convierte en una
10
obra, una diferencia ( . . . )"
cin espacial del lenguaje, pero ste, dice Lyotard, "no puede ( . . . )
72
lbd.
9 !bid.
!O
lbd., p. 33.
73
" Cuando estoy solo, no estoy solo, pero en este presente ya vuelvo
Gilles l:'.eleuze, Diferencia J'. repeticin, tr. Mara Silvia Delpy y Hugo Beccacece,
Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2002, p. 328. Se trata, precisa el autor, de una
"pura p uesta en escena sin autor, sin actores y sin sujeto".
11
74
ner ideas sin satisfacer las exigencias del ideal del yo? Podramos
de la fascinacin"16.
pre ms maduro que nosotros -es por eso que nos fija- y que tuvie
pre corre el riesgo de ser decepcionada. Y una vez que nos senti
77
supone que el Otro, que alguien sepa ya lo que voy a decir y que
especular.
cir, sin ser puesto al desnudo por una mirada. Y este arrebato,
1 8 Marce!
Proust, En busca del tiempo perdido, V. 6 "La fugitiva", tr. Pedro Salinas y
Consuelo Berges, Madrid, Alianza, 1 998.
1 ' Ibd.
78
otro, del Otro. Derrida pregunta " Cmo puede otro ver en m,
publicidad.
cara entre el ojo al borde del discurso, que mira, y aquel que
to? Cmo llamar a este embrin de forma, que existe sin existir,
declara: " [Un ojo] me mira y yo no lo veo, y con esta mirada que
80
2 1 Ibd, p. 1 04.
22 Emmanuel Lvinas, Totalidad e infinito, tr. Daniel E. Guilliot Salamanca, Sgue
me, 2002, p. 208.
81
Totalidad
25 Ibd., p. 2 1 1 .
83
La plasticidad en pena*
85
un
punto impor
lar, una modalidad que abisma lo que tiene lugar con la plastici
86
. ,. ,.!''
1
1
f.
and ose
P1asnc1uau ape.ia por primera vez a1... concepto] transorm
en "plastic-idad", en un momento determinado de la historia. La
"
'
__
89
loga del espritu: " . . . slo conseguira ser plstica aquella exposi
do que el sujeto era una instancia pasiva que reciba desde afuera
2 G.W F. Hegel, Fenomenologa del espritu, tr. Manuel Jimnez Redondo, Valencia,
Pre-textos, 2006, p. 1 66. (Modificamos la palabra "proposicin" que en la traduc
.
cin figura como "oracin". N de los T).
90
subjetividad.
historia del arte) . Era necesario para esto que tanto el pensamien
todo su sentido a lo que dije del cuerpo del tiempo y del cuerpo
advertir adems en este extracto que Hegel concede al meml en fusin un valor
plstico superior a aquel de la cera.
3 Se
93
dad, tanto la alegra de aquel salto, como una duracin del goce
94
la cera o el
del rostro, pero tambin por esta j uventud como algo ya pasado
96
97
estamos dando?
qu forma le
me incumbe sin
por
l Jbd ,
pp. 1 53-154.
11 Nombro muy rpidamente, y por no citar ms que a ellos, los trabajos del
99
hay otras formas ms que gracias a la cada de las formas que las
rance. Malabou puede decir: "La plasticidad pareca sufrir defini1 L'avenir de Hegel, plasticit, temporalit, dialectique. Pars, Vrin, 1 996, p. 25 5 .
2 lbd., p. 254.
1 02
1 03
105
1 06