Entrevista A A. Lapierre
Entrevista A A. Lapierre
Entrevista A A. Lapierre
Con los nios muy agresivos, la agresin, al inicio, puede ser violenta. Es
necesario a veces marcar los lmites. Son lmites de aceptacin del dolor fsico..
variable para cada uno, los lmites del ser humano y no los lmites impuestos por la
educacin. El nio hace muy bien la diferencia.
Hay otros medios de simbolizar la agresin: la desviacin sobre los objetos;
papel, cartones para desgarrar, para destruir; balones para lanzar violentamente,
golpear el suelo las paredes con el aro la cuerda.. etc. El ruido, el grito, los
gestos de amenaza, el juego de fusil de revolver: Pum, ests muerto
En las relaciones agresivas entre nios, intervenimos lo menos posible; el
nio debe aprender a defenderse sin buscar constantemente la proteccin del
adulto.. lo que puede ser tambin una manipulacin de ste. Hay que considerar
igualmente que toda sociedad animal humana, se jerarquiza, que ellas aparecen
lderes dominantes y que cada uno conquista su plaza en la jerarqua. La minisociedad de un grupo de nios no hace una excepcin en esto. El nio sobreprotegido encuentra ah mal su sitio; cuando cesa la proteccin del adulto se
encuentra totalmente privado.
Nosotros no intervenimos ms que cuando la lucha es por dems desigual
puede convertirse en peligrosa. Reprimiendo la reaccin primaria instintiva que es
de agredir al agresor (lo cual no hace ms que reforzar su agresividad),
intervenimos firmemente pero con calma, bien desviando la agresin sobre
nosotros mismos, bien ofreciendo al agresor otro modo de relacin (afectiva, por
ejemplo, si sufre una carencia a este nivel)
P.- puede hablar de su concepto de regresin y de qu lugar ocupa segn vd. En la
etapa preescolar?
A.L.- la regresin es un concepto de terapia peo puede ser utilizado en una cierta
medida en educacin profilctica, preventiva. Regresar en reencontrar en s, a
nivel de su vivencia afectiva, modos de relacin y de satisfaccin libidinales que
corresponden a etapas anterior de la evolucin del individuo. Es en suma, revivir
simblicamente su infancia con sus deseos, sus placeres, sus frustraciones y sus
carencias. Hay varios niveles de regresin, de los cuales los ms caractersticos son
la regresin oral (mamar, succionar, morder) y la regresin fusional (reencontrar
las sensaciones fetales y neonatales)
No se hace regresar al nio, se le permite regresar. Es necesario manejar con
prudencia la regresin porque pone en cuestin los estratos profundos del
inconsciente. Permite localizar y elaborar los conflictos de la primera infancia,
pero tambin colmar en cierta medida, carencias afectivas.
Lo ms importante es la salida de la regresin y el peligro de las
proyecciones inconscientes del adulto: bien cuando prolonga exageradamente la
regresin porque vive en ella proyectivamente su propio deseo regresivo, bien al
contrario, cuando hace salir demasiado rpidamente al nio por miedo de ese
mismo deseo. Pero eso concierne ms bien a la terapia. Todo consiste en el manejo
de la frustracin progresiva y de sus compensaciones simblicas.
En el preescolar el problema que se plantea lo ms a menudo es el del nio
que expresa una demanda afectiva permanente y siempre insatisfecha, que est
siempre pegado a las faldas de la maestar.
La reaccin ms habitual del adulto es responder superficialmente a esta
demanda y denegarla gentilmente para que l tome su autonoma. Eso no
resuelve nada. Lo que pide este nio es una relacin regresiva de tipo fusional, un
contacto prolongado, totalmente sereno e inmvil, con el cuerpo del adulto, donde
se establece un intercambio tnico y una sincronizacin de las respiraciones.
Recibir esta nueva carga tnico-fusional que le ha faltado en la relacin maternal.
La experiencia me ha probado que el nio que recibe as la satisfaccin de
su deseo, se aleja por s mismo y cesa su permanente demanda afectiva.
P.- Si para concluir quiere aadir algo ms
A.L..- Quisiera decirle que deseo vivamente que todo el personal de guarderas y
preescolar, reciba una formacin en la relacin psicomotriz. Entre tanto, saludo el
coraje de los que, a despecho de las resistencias y la incomprensiones de la
institucin, sacrifican su tiempo y su dinero para recibir esta formacin y cumplir
su rol de educador mas all de su funcin de enseantes. Es verdad que encuentran
as una compensacin en el placer de una relacin humana autntica con el nio.
P.- Vd ha insistidio mucho en la guardera y la primera infancia, pero despus? la
prevencin se detiene a los 2 aos?
A.L.- Ciertamente no. Entre los 18 meses y los 2 aos y medio, el nio afronta uno
de sus conflictos ms importantes; el periodo de agresividad y oposicin, tan mal
soportado por los padres y los educadores y sin embargo necesario en la conquista
de su identidad. Decir NO al deseo del adulto es difrenciarse, salir de la
dependencia directa. Pero es tambin, a travs de un no sistematico, recaer en
una dependencia de oposicin igualmente apremiante que la dependencia de
aceptacin. La crisis de la adolescencia no es ms que la repeticin a un nivel ms
simblico, ms intelectual de esta crisis de los 2 aos. Yo pienso que hay una unin
estructural entre estas dos crisis y que cuando ms ahogado ha sido el conflicto a
los 2 aos, ms viomentamente resurge en la adolescencia.
Este conflicto de amor-odio que se presenta, segn mi experiencia, hacia los
2 aos (lo que me opoen a Melanie Klein que lo sita mucho antes), prosigue con
mayor menor intensidad durante toda la vida; va a sostener esta ambivalencia de
sumisin-oposicin, seduccin-agresin, con toas las imgenes parentales
simblicas sobre las que se proyect. Entre otras, el profesor y la profesora ms
menos identificados inconscientemente a pap y mam.
P.- Pero el deseo del maestro de ensear, de transmitir saberes y recursos es legtimo.
La Escuela est hecha para esto, no para hacer psicoterapia.
A.L.- Ciertamente. Pero yo no hablo de psicoterapia, solamente de prevencin de
profilaxis mental. No se trata de nios que presentan una patologa pesada stos
son muy poco numerosos en la Escuela-, sino de toda esa franja de nios
bordeline que tienen dificultad en su adaptacin escolar y a menudo social, y que
son legin.
Luego estn no slo los malos alumnos que se enva de buena gana a
reeducadores de la ms variada especialidad, sino tambin algunos buenos
alumnos que son considerados psicolgicamente en buna salud bajo el pretexto de
que no tienen problemas escolares, como si el xito escolar fuera prueba de salud
mental.. En realidad, muchos de entre ellos pagan su xito escolar al precio de un
cierto nmero de contenciones y defensas neurticas que les harn intelectuales
ansiosos, neurotizados, futuros clientes del psicoanlisis. A menos que una
descompensacin, en el momento de la adolescencia, no les convierta en
sublevados les confine en la marginalidad, si no es en la patologa mental o la
droga.
Desarrollar la inteligencia, el razonamiento, la lgica, la racionalidad, el
conocimiento de acuerdo, es importante y necesario, pero no es todo. El ser
humano desgraciadamente felizmente, no es solamente un ser racional, es
tambin un ser afectivo, sujeto a pulsiones, deseos, ambivalencias, conflictos
inconscientes. Toda una vida psquica inconsciente que modula sus
comportamientos y modela su personalidad. Este Yo profundo tiene otra lgica que
no es accesible al YO intelectual.
Ayudar al nio a construir una personalidad menos neurtica, una
personalidad mejor equilibrada, en mi opinin, es parte de la eduacin, no de la
terapia. Es ms importante triunfar en su vida de hombre de mujer, que en sus
estudios. Pero la Escuela prepara para los exmenes, no para la vida.
La ansiedad pedaggica, la obsesin pedaggica no dejan ningn espacio a
una relacin de otro orden. No solamente no ayudan al nio a resolver sus
conflictos profundos sino que lo impiden.
P:_ Entonces, Qu propone vd.?
A.L.- Es bien simple; un espacio de juego del cual est desterrada toda
preocupacin pedaggica.
P:_ Pero los nios juegan en el patio de recreo y fuera de la Escuela.
A.L.- Felizmente, todava un poco; sin eso, se volveran todos patolgicos. El
principal inconveniente de la televisin es que disminuye el tiempo consagrado al
juego. El juego-dice Winnicot-, es en s mismo una terapia. Cuando este
psicoanalista dice el juego es una terapia no hace distincin entre nio normal y
patolgico.
son siempre resultado de una larga evolucin, de una sucesin de conflictos mal
elaborados que se encadena lo ms a menudo a partir de la primera infancia.
Ningn nio est a resguardo de estos conflictos, desde el traumatismo del
nacimiento, la ruptura de la relacin simbitica con la madre, el conflicto de
identidad, el choque del principio del placer y del principio de realidad y las
frustraciones que de l se derivan, el conflicto edipiano, hasta la constitucin de las
defensas del yo, por no citar ms que las etapas ms importantes en el desarrollo
de la personalidad.
Algunos van a asumir y elaborar estos conflictos sin demasiados problemas,
otros van a estructurar una personalidad ms menos patolgica. Quin puede
decir quines? Hay lo que se llama nios con riesgo que viven en un medio
familiar particularmente patolgico, pero existe un medio familiar exhento de
conflicto neurticos? Y, quin puede sealar las repercusiones de esos conflictos
sobre un psiquismo naciente, exhento todava de defensas y eminentemente
permeable a todo el inconsciente parental?
Mi opinin es que todos los nios deberan ser ayudados, en una ptica de
profilaxis mental, en la elaboracin de sus conflictos,. No importa si algunos no
tienen necesidad de eso; toda poltica de prevencin es necesariamente
sistematica. Entre los nios vacunados tempranamente, muchos no habran tenido,
sin duda, la tuberculosis pero nunca se sabr quines.
P.- Segn vd. cundo se debera ayudar psicolgicamente a los nios? A partir de
qu edad?
A.L.- Todos los psicoanalistas y una gran parte de los psiclogos estn de acuerdo
en decir que los dos primeros aos son los ms importantes para la constitucin de
la personalidad. En esa poca se origina de hecho la conciencia del yo; la
identidad del yo corporal en la vivencia posterior a la ruptura de la simbiosis
maternal; el verdadero nacimiento psicolgico y el acceso a lo simblico. Ah se
construye la persona como SER separado y SER de comunicacin. Es entonces
cuando se elaboran las primeras estrategias relacionales que servirn de base y de
modelo repetitivo durante todo el curso de la vida.
Todava hoy da, se tiene demasiada tendencia a considerar al beb como un
ser biolgico que no tiene necesidad ms que de cuidados materiales: Higienecalor-alimento-confort, subestimando la intensidad de su vida psquica y
emocional que, tambin, tiene necesidad de ALIMENTO. Es el problema de las
guarderas que deberan ser otra cosa que aparcamientos, establecimientos
sociales que guardan a los nios para permitir trabajar a los padres. Deberan ser
consideradas como establecimientos educativos, en el sentido pleno del trmino,
con toda la responsabilidad que les incumbe.
Eso supone, evidentemente, otra formacin y otra remuneracin- del
personal. Su formacin psicolgica es actualmente rudimentaria, por no decir
inexistente. Estimo que, puesto que se trata de nios que no han accedido todava
P.- Un adulto que haya elaborado suficientemente l mismo sus propios conflictos
para no proyectarlos en la relacin. Recaemos ah en el problema de la formacin de
los educadores.
A.L.- Evidentemente. Los educadores tienen una formacin de enseantes. La
sociedad les delega una funcin que es del orden de lo cognitivo, del conocimiento.
Son juzgados por su xito su fracaso en este terreno; desarrollo de la inteligencia
y adquisicin de conocimientos. Ellos estn obnubilados por sus objetivos
pedaggicos. Incluso en la escuela maternal, el objetivo es preparar al nio para su
entrada en la gran escuela, de ah la transformacin de la ESCUELA MATERNAL
en ENSEANZA PRE-ESCOLAR.
Los maestros han recibido una cierta informacin sobre la psicologa del
nio (no sobre la psicologa del maestro) Pero la utilizan lo ms a menudo para
manipular al nio, hacerle entrar en su deseo pedaggico. La psicologa se
convierte en psico-pedagogia. Cuando entra en la escuela, el nio cesa como nio
para convertirse en alumno.
Este estado de espritu impregna fuertemente todo el medio escolar y hace
aparecer como secundario, vese intil, toda relacin que no es recuperable sobre
el plano pedaggico. El juego, l tambin, se converte en juego educativo.
A esto se aade la complicidad de los padres, ansiosos por el resultado
escolar de su hijo, en una perspectiva de xito social. Chantaje afectivo ms
menos inconsciente; Yo te quiero si t trabajas bien en la escuela.
El nio est pillado en este deseo conjugado de los adultos. El plano
cognitivo, intelectual, se convierte en el mediador obligado de su relacin con el
adulto. Ah el nio va a proyectar todos sus conflictos, falto de poder expresarlos en
otra parte, en su verdadero contexto que de orden afectivo y no intelectual. Hay
desplazamiento, transposicin simblica.
El conflicto sumisin (para ser querido)-oposicin (para afirmar su
identidad) se juega sobre el plano de la transmisin del conocimiento. El maestro
responde sobre el mismo planto, por la seduccin y la agresin.
Para el nio, el conflicto profundo permanece no dicho, dando lugar a la
INADAPTACIN ESCOLAR la SOMATIZACIN. Cuanto ms conflictiva es la
personalidad del nio, ms se va a exacerbar. Es por esto que la escuela es un
revelador, un detonante que objetiva, a travs del fracaso escolar, todos los
conflictos subyacente.
De hecho, la demanda de reeducacin de terapia, muy limitada en la primera
infancia, deviene pletrica en el perodo escolar.
P:_ Pero el deseo del maestro de ensear, de transmitir saberes y recursos es legtimo.
La Escuela est hecha para eso, no para hacer psicoterapia.
omnipotencia, su poder, da, recibe, sufre y hace sufrir, se confronta con el otro, los
otros. Est, como en el sueo, fuera de los constreimientos de la realidad, lo cual
le permite dejar libre curso a su fantasa, y, bajo la expresin de este imaginario
consciente, liberar en parte su imaginario inconsciente y elaborarlo a travs de
escenas mgicas.
Pero para el adulto en general y para el maestro en particular, el juego no es
trabajo, es prdida de tiempo, de ese tiempo preciosos que debe ser consagrado al
estudio. Se crean juegos educativos se considera con condescendencia el jugo
libre, mirando de reojo a los nios que se divierten. Se llega incluso a culpabilizar:
no piensa ms que en jugar.. A m, me inquieta el nio que no juega. Los adultos,
y los maestros en particular, deberan por el contrario interesarse en los juegos de
los nios e intentar comprender lo que cada un o expresa en ellos de su ser
profundo, Pedro, Pablo Mara no juegan de la misma manera, cada uno a su estilo,
su rol, sus temas repetitivos, en los que expresa problemticas que le preocupan.
P.- pero la presencia del adulto como atento espectador no inhibe al nio, no le
impide, precisamente, liberar lo que tiene de ms profundo, ms ntimo y ms
culpabilizado?
A.L.- S, al inicio, porque la mirada del adulto es percibida como juicio. Puede haber
inhibicin, al contrario, actitudes de prestancia, de hacerse valer. Pero si el adulto
manifiesta una actitud de aceptacin real, de no juicio, estas reacciones
desaparecen muy rpido, para la mayor parte de los nios. Ellos van entonces a
invitarle, a provocarle; el adulto es aceptado, puede entrar en el juego, convertirse
en compaero.
La sesin de Psicomotricidad Relacional no es nada ms que un juego libre
en el que el adulto participa. Un juego de accin en el que el cuerpo, el suyo y el del
nio, est en el centro de la relacin.
P.- Eso parece muy fcil y al alcance de cualquiera.
A.L.- No tan fcil. Primero porque el adulto tiene resistencias; no sabe ya jugar, se
siente ridculo, torpe en su cuerpo, embarazado, no natural en sus gestos y
actitudes. Sepa que para algunos maestros sentarse en el suelo, ponerse a cuatro
patas y rodar por tierra en medio de los nios, son cosas impensables Perderan
su dignidad.
De pi rgidos enganchados a su estatuto de adulto y a su frgil autoridad,
quieren ser respetados, amados, odiados puede ser, pero a distancia.
P.- No exagera vd, un poco?
A.L.- Desgraciadamente no. Yo he encontrado este tipo de personas, incluso en las
guarderas, a quienes es intil pedir hacer Psicomotricidad Relacional..
Felizmente hay tambin maestros disponibles corporalmente, que no slo
aceptan este trabajo sino que lo toman con placer.
rol de lobo para confrontarse con los fantasmas de devoracin de gendarme para
confrontarse con su ley. Puede ser el bueno el mal padre, la madre buena mala.
Puede ser, en una inversin de rol, el nio (modelo insoportable), el animal
domstico que se protege y que se domina, puede ser tambin el marido la mujer
de los fantasmas edipianos. Es, para cada uno, aquello a o que se tiene necesidad de
confrontarse.
P.- En estas confrontaciones, no pueden nacer situaciones de tensin y de angustia?
A.L.- Eso puede efectivamente producirse. Hay conflictos profundos, rechazados en
el inconsciente, que remontan a la superficie. El hecho de ser llevado a afrontarlos
provoca necesariamente tensiones, pero es el nico medio de resolverlos
asumirlos, evitando as que se enquisten en el inconsciente y se conviertan en
patgenos. El rol del adulto en Psicomotricidad Relacional no es el de evitar estas
tensiones sino el de asumirlas y contenerlas. El adulto debe ser una presencia
afectiva segurizante; debe saber tambin hasta que punto puede ir y no dejar
desarrollarse situaciones demasiado traumatizantes para el nio. No le est
prohibido retomar su papel de adulto cuando es necesario.
P.- Si comprendo bien, se juega a todo en estas sesiones de Psicomotricidad
Relacional.. y no se sabe jams de antemano a qu se va a jugar. Es un happening
permanente. No resulta una cierta dispersin?
A.L.- Aparentemente s, para el profano que asiste a una sesin y que no ha seguido
la evolucin de los nios. En realidad, cada nio prosigue, de una sesin a la
siguiente, la evolucin de su problemtica. Al cabo de unas sesiones, el profesor
sabe perfectamente dnde est cada nio y modula sus intervenciones en
consecuencia. Hay objetivos diferentes para cada uno, pero siempre presentes en
su espritu.
P.- Pero no hay temas generales que aparecen con ms frecuencia en el grupo?
A.L.- El tema dominante, pero que cada uno vive a su manera, es la ambivalencia
Amor-Odio. El enmaraamiento de los deseos afectivos, vese regresivos y
agresivos. Debo decir-y todos los que han practicado este gnero de trabajo se lo
confirmarn- que lo que domina al principio de las sesiones, a partir de la edad 2 a
3 aos es la agresividad.
Parece que el nio haya acumulado, con respecto al adulto, un contencioso
de agresividad reprimida y culpabilizada que no espera nada ms que su
oportunidad para manifestarse. Para liberarse de la dependencia y conquistar su
identidad, el nio quiere matar al adulto, sustituto simblico del padre y de la
madre. Pero al mismo tiempo se siente culpable de este deseo y quiere hacerle
revivir, porque le quiere y quiere ser amado. Hacerle revivir pero despus de
haberle vencido, no rendirle su poder.
Esto se soluciona bien en esas escenas repetitivas que aparecen en todos los
grupos cuando el adulto acepta a prestarse al juego: agresin, muerte,
enterramiento(algunas veces ritual), resurreccin, domesticacin. Solamente
despus de este exorcismo repetido varias veces, la relacin con el adulto puede