Molinacampos

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Asignatura: Atuendo Tradicional Argentino


Profesor: Héctor Aricó

Florencio de los Ángeles Molina Campos (1891-1959)


El 3 de octubre de 1891 el párroco de San Nicolás, Eduardo O’Gorman -hermano
de la célebre Camila-, bautizó con el nombre de Florencio de los Ángeles a quien
conocemos como Florencio Molina Campos, nacido en Buenos Aires el 21 de
agosto de ese mismo año. Hijo de Florencio Molina Salas y de Josefina del Corazón
de Jesús Campos y Campos, a los 6 años ya mostraba su inclinación por el dibujo.
Eran diez hermanos -tres varones y siete mujeres- y todos tenían como segundo
nombre “de los Ángeles”, que era también el nombre de la estancia de la familia de
su madre en el Tuyú, General Madariaga, provincia de Buenos Aires.
El 31 de julio de 1920, a los 28 años, contrajo matrimonio con María Hortensia
Palacios Avellaneda, hija de don Rodolfo Palacios y doña María. A los diez meses
nació su única hija, Hortensia María -“Pelusa”-.
Se separó de su mujer luego de tan sólo 4 años de matrimonio y se empleó como
administrativo en la Sociedad Rural Argentina, en Buenos Aires. Sus compañeros de
trabajo lo instaron a presentar los dibujos y pinturas que él realizaba y que llamaba,
con modestia caricaturas. Fue así como en agosto de 1926, a los 36 años, inauguró su
primera exposición en el Galpón Central de la Rural. El presidente Alvear visitó la
muestra y adquirió dos de sus obras, otorgándole además una cátedra de dibujo en el
Colegio Nacional “Nicolás Avellaneda”, donde trabajó durante 18 años.
Al año siguiente expuso en la vieja rambla de Mar del Plata, donde conoció a la que
iba a ser su segunda mujer, María Elvira Ponce Aguirre. Como en Argentina no
estaba legalizado el divorcio y por lo tanto no se permitía el casamiento de personas
separadas, la pareja contrajo matrimonio sucesivamente en Uruguay en 1932,
Estados Unidos de Norteamérica en 1937 y finalmente por civil en Buenos Aires en
1956, favorecidos por la Ley Perón.
En 1931 el pintor realizó su primer viaje a Europa y expuso en París. Más adelante
viajaría infinidad de veces invitado por diferentes gobiernos como representante
cultural argentino. Ese mismo año comenzó a pintar los almanaques para la firma
“Alpargatas” que signó lo más importante de su obra. Las láminas -que se vendían
en 70 pesos- fueron entonces reconocidas por esta empresa que le pagó 500 pesos
por cada una. Desde 1931 hasta 1936 se presentaron los almanaques y volvió a
realizarlos entre 1940 y 1945. En estos años cerca de 18 millones de láminas
litográficas se distribuyeron en Argentina y países vecinos, y se convirtió en la
primera pinacoteca popular del arte argentino.
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Los almanaques comenzaron a incluir textos en los cuales Florencio respetaba la


forma en que hablaban sus queridos paisanos. Por ejemplo, decía su personaje
Tiléforo Areco: “Cansao de andar vagando y de agregao en una estancia o
pialando… me dentró una comezón por saber como estaría lo que dejé cuasi de
creatura…”. Sus textos causaron un suceso tal que también fue contratado para
contar las historias en la radio.
Admirador de Molina Campos, Walt Disney lo contrató en 1942 como asesor para
varias de sus películas, pero el resultado de esta asociación no satisfizo a nuestro
artista porque veía desvirtuada la imagen del hombre de campo argentino. Molina
Campos había sido convocado cuando ya estaba bastante avanzada la primera de las
tres películas que planeaban realizar. Al no compartir las extravagancias que el
estudio cinematográfico quería hacer protagonizar a los paisanos y tras varios
intentos fallidos por lograr una representación más fiel del gaucho argentino,
renunció. Ya sin Molina Campos, Disney decidió convertir las tres películas en una
sola que se conoció como Saludos, amigos.
Continuamente viajaba por el interior visitando estancias y amigos, pero buscaba
afanosamente su lugar para instalarse fuera de la ciudad. Y lo encontró en Moreno, a
orillas del río Reconquista. Allí construyó su rancho al cual le puso de nombre Los
Estribos, en honor a la marca que utilizaba la familia Molina Campos para el ganado,
característica en todas las obras de Florencio, que son dos estribos cruzados.
En 1944 el pintor formalizó un contrato que se extendería por 10 años en forma
consecutiva con la firma norteamericana Minneapolis-Moline, para la que ilustró entre
1944 y 1958 una serie de almanaques similares a los de “Alpargatas”, pero que
incluyeron -por sugerencia suya- maquinaria agrícola de esa empresa. Además
efectuaron afiches, estampillas y naipes y se reprodujeron los cuadros en diarios y
revistas. En 1951 editaron también 12 láminas de los originales de ese año.
Actuó en el cortometraje “Pampa Mansa” que fue presentado en el festival de Berlín
donde estuvo presente el pintor. De regreso al país hizo una muestra en la galería
Argentina, la que sería su última exposición. Estuvo integrada por 80 obras y el éxito
fue total; se vendieron 70 cuadros. Tras el evento se internó para hacerse una
pequeña operación y el 16 de noviembre de 1959 falleció debido a una complicación
cardíaca.
Su obra y los cuestionamientos de la época
En sus obras se plantearon diversas controversias con otros artistas de la época. Una
de ellas era por los horizontes que él pintaba muy bajos, casi en una sexta parte de la
altura de la pintura. Sostenía, y basta para darle la razón con mirar los paisajes tan
ricos que tienen nuestras pampas, que los horizontes eran bajos, muy bajos.
Otro aspecto muy controvertido era que en algunos dibujos mostraba a los caballos
con las cuatro patas en el aire. Fue profundamente criticado por ello. Él sostenía que
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pintaba lo que veía. Años después, cuando el cine perfeccionó sus técnicas, permitió
observar en las imágenes cuadro a cuadro que, efectivamente, hay un momento en el
galope del caballo en que sus patas sobrepasan a sus manos y el animal está
totalmente en el aire.
Definitivamente Molina Campos era un agudo observador y tenía una memoria
fotográfica única. Al respecto cabe mencionar que debido a los ligeros pero agudos
detalles de sus obras, éstas han sido aceptadas como referente histórico para quienes
deben emprendar un caballo, y los jurados de tales disciplinas admiten el uso de tal o
cual pilcha cuando quien la utiliza se remite a alguna de sus pinturas.
Representó a los paisanos como él los veía, pero nunca utilizó modelos ni preparó la
escena de sus cuadros. Pintaba de noche o a última hora de la tarde, sobre un tablero
de arquitecto, inventando sus personajes y recreando las imágenes que estaban en
sus retinas. Esto resulta sorprendente cuando se observa el detalle preciosista de sus
obras.
No tuvo una visión comercial de lo que hacía. Pintaba porque le gustaba pintar.
Cuando -debido a la segunda guerra mundial- no entraba al país el papel Canson que
utilizaba, pintó sobre cajas de ravioles cuyo material reunía buenas cualidades como
soporte de su arte. Jamás proyectó su obra a futuro. Vendía sus pinturas, pero a
precios módicos para la época que sólo le permitieron vivir decorosamente. Pintó
infinidad de cuadros, probando diversas técnicas.
La témpera era la técnica que le resultaba más cómoda. Lo último que acostumbraba
dibujar eran las caras de sus personajes. Llegó a dominar el óleo con maestría, pero
sólo realizó menos de 200 obras con esta técnica.
Valeria García señala que: “La obra artística de Molina Campos surgió en una época
en la que la elite porteña tenía sus ojos puestos en la tradición y el arte europeos.
Florencio Molina Campos comenzó a mirar a su alrededor, comenzó a nombrar
nuestras cosas, nuestras costumbres, nuestra gente, mientras la elite artística se había
encargado de ponerle nuevo nombre a los nombres extranjeros. En esa época de
desarraigo artístico y cultural Molina Campos impuso su estilo, un estilo que nació
como consecuencia de su amor por su patria y sus costumbres”.
Su recuerdo
A fines de la década del 60 don Víctor Manuel Guiñazú -hombre de fortuna y
ferviente admirador de la obra de Molina Campos- y María Elvira Ponce Aguirre,
con la que había contraído matrimonio, convocan a amigos y admiradores y
conforman -el 20 de enero de 1969- la Fundación Florencio Molina Campos, creada
para reunir, preservar y divulgar su obra.
Fallecido Víctor Manuel Guiñazú, se ve plasmado su anhelo y a instancias de la
Fundación se inaugura el 24 de noviembre de 1979 el Museo Florencio Molina
Campos que fue abierto al público al día siguiente.
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El citado museo, propiedad de la Fundación Florencio Molina Campos, se encuentra


en el partido bonaerense de Moreno, a 5 cuadras de la Autopista del Oeste y a 10 de
la Estación Moreno del ex Ferrocarril Sarmiento. Está ubicado en Molina Campos
342, esquina Victorica. Cuenta con un edificio principal en el que se exhiben las
obras y objetos pertenecientes al artista.
Síntesis biográfica cronológica
• 1891 - Nace en Buenos Aires el 21 de agosto.
• 1905 - Se muda con su familia a Chajarí, Entre Ríos, a la estancia “La
Matilde”.
• 1907 - Fallece su padre. Se muda a Buenos Aires junto con su madre Josefina
y sus hermanos.
• 1920 - Se casa con María Hortensia Palacios Avellaneda y se dedica a la venta
de hacienda.
• 1921 - Nace su hija Hortensia María -“Pelusa”- y comienza a trabajar en un
obraje del Chaco santiagueño.
• 1926 - Realiza la primera exposición de sus obras en la Sociedad Rural
Argentina.
• 1927 - Conoce a María Elvira Ponce Aguirre, su segunda esposa.
• 1928 - Produce las series “Picapiedras criollos” que periódicamente publica
en el diario La Razón.
• 1931 - Comienzan a editarse los almanaques de “Alpargatas”, ilustrados con
sus obras. Expone en la Librería de la Ópera de París y en Londres.
• 1937 - Tras obtener una beca de la Comisión Nacional de Cultura viaja a
Estados Unidos de Norteamérica. Se casa en segundas nupcias con María
Elvira Ponce Aguirre -“Elvirita”-.
• 1938 - Realiza una exposición en el English Book Shop de Nueva York.
• 1939 - Expone en la Galería Witcomb de Buenos Aires.
• 1942 - En Estados Unidos de Norteamérica asesora a Walt Disney en la
producción de una película que incluye la temática campestre argentina.
Además, ilustra una nueva edición del Fausto de Estanislao del Campo.
• 1944 - Comienzan a publicarse los calendarios Minneapolis-Moline, ilustrados
con sus obras.
• 1956 - Realiza una nueva exposición en la Galería Witcomb, con escenas de
caballos criollos, pulperías y paisanos que quizás sean el testimonio más
destacable de su obra. También asiste al Festival de Berlín donde se presenta
el cortometraje “Pampa Mansa”, rodado durante su muestra de ese año.
• 1957 - Realiza una muestra en la Galería Sudamericana de Nueva York.
• 1959 - Presenta su última muestra en la Galería Argentina de Buenos Aires.
Fallece el 16 de noviembre.

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