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Babelia
NÚMERO 908. EL PAÍS, SÁBADO 18 DE ABRIL DE 2009
TOBIAS WOLFF
El pionero del realismo sucio revisa 30 años
de cuentos y alerta sobre la deshonestidad
SUMARIO
Use Lahoz
908
Sant Jordi
Babelia DESDE QUE TENGO uso de razón recuerdo Sant Jordi como
un día de una pasta especial en el que las horas se
desplegaban con entereza incandescente. Si rebobino
unos años me veo en el colegio, aprendiendo la leyenda
de un caballero que mataba a un dragón. Había clase,
EN PORTADA Andrea Aguilar / Javier Aparicio Maydeu 4
pero una seductora excitación flotaba en el ambiente y
Tobias Wolff El escritor estadounidense “levanta dramas de extraordinaria intensidad a partir de conflictos torpedeaba la costumbre.
ínfimos, trasciende lo banal, disfruta poniendo el dedo en la herida abierta de nuestra sociedad neurasténica y Cuando una tarde en el paseo de Gracia de Barcelo-
enajenante”. Su último libro, Aquí empieza nuestra historia, se publica ahora en español. Reúne sus relatos escritos y na tres amigos juntamos monedas para comprar una
reescritos a lo largo de más de tres décadas, en los que Wolff “inventa la verdad”. Foto: Marion Ettlinger / Corbis rosa que regalar a la profesora, intuí que Sant Jordi
puede mezclar amor y literatura como el mejor de los
IDA Y VUELTA El pasado en presente Antonio Muñoz Molina 8 sonetos. Quien lo vivió lo sabe. Quizás por eso para los
catalanes el 23 de abril no sólo es el Día del Libro,
LOS LIBROS DE LA SEMANA J. M. Le Clézio José María Guelbenzu 9 también es San Valentín.
El día ofrece situaciones idílicas y el buen rollo sien-
Las historias de Darwin José Manuel Sánchez Ron 10 te que tiene superioridad numérica. Lo bonito es que
caiga entre semana. Es un día laborable vivido como
El arte de matar / Por la gracia de Dios José Andrés Rojo / Juan José Tamayo 12 una fiesta. No hay otro igual. Una jornada cuya onda
expansiva llega a mezclar lo popular y lo literario dejan-
Fronteras infernales de la poesía / El silencio de los claustros M. Giralt / Rosa Mora 13 do la metafísica en su punto.
He pasado Santjordis de la mano de otros alumnos,
La memoria de la nieve / Destellos de ilusión Juan Cruz / Jordi Gracia 14 con bata y sin dinero, Ramblas abajo, entre el trajín y el
asombro, fascinado con las portadas de los cómics de
RELECTURAS Una vida absolutamente maravillosa Enrique Vila-Matas 16 Eric Castel, el delantero del Barça que yo sería de ma-
yor, con los dibujos de Kasperle y los tres investigadores
SILLÓN DE OREJAS La prueba de las 10.000 horas Manuel Rodríguez Rivero 17 de Hitchcock. Otros Santjordis trabajando en librerías,
e incluso otros planificando en su vigilia vender rosas
ARTE Miradas cruzadas Juan Goytisolo 18 con gente de clase para forrarnos sin que luego cumplié-
ramos nada de lo proyectado porque el despropósito
MÚSICA Número uno, de Sergio Makaroff Fernando Martín 20 duraba lo que duraban las cervezas.
Luego descubrí que era mágico porque en ese día, en
PURO TEATRO La vida alrededor de Concha Velasco Marcos Ordóñez 21 1616, fallecieron Shakespeare y Cervantes. No pasaba
un 23 de abril sin que me preguntara cómo era posible
CINE Entrevista con José Luis García Sánchez Ángel S. Harguindey 22 esa coincidencia hasta que leí que no era cierto. Cervan-
tes falleció el 22 pero lo enterraron el 23. Shakespeare
DIOSES Y MONSTRUOS Reediciones de la belleza Carlos Boyero 23 aún peor: la Inglaterra de entonces se regía por el calen-
dario juliano y murió un 3 de mayo. Yo prefiero pensar
que murieron ese día. Total…, hay quien sostiene que
Extra es probable que ambos fueran la misma persona.
Desde primera hora del día, Sant Jordi se introduce
Babelia en uno como un bicho en una fruta, con intención de
Fotografías que viven sorber su jugo, y establece en nuestro talante un mapa
Las imágenes documentales sentimental del que nadie quiere irse. En las calles, en
actúan como memoria y como las emisoras, en las librerías, los lectores se dejan acon-
narración. Retratos como los sejar por el instinto. Al igual que toda religión, suscita
de Miguel Trillo o Weegee fanáticos y conversos a los que por 24 horas les sobra
amplían la dimensión. razón para ir acumulando las quimeras que habitan en
los libros.
A. Castilla / A. Martín / Cuando cae la tarde y las rosas que valían tres euros
J. Maderuelo / I. Lafont / se consiguen por uno, se entiende que también tiene su
Á. García / R. Bosco fugacidad. Es un día para exprimirlo. Como se comprue-
ba en ciertas coctelerías de Barcelona poco iluminadas,
se le puede encontrar su recinto erótico. Los libros dan
La Habana, 1999.
Festival Rap, de Miguel mucho juego, ya se sabe…, es primavera, y la sangre
Trillo, que expondrá hierve.
desde el día 23 en el Su diversidad de matices es permeable a las vibracio-
Centro Andaluz de nes de la luz que lo van reanimando. Cada año el 23 de
Arte Contemporáneo. abril es más mayor pero yo lo veo más joven. Dice
García Montero que sólo se ama aquello que envejece.
Tal vez por eso, ahora, que ya no soy un niño y vivo en
Madrid, volver a Sant Jordi es volver al colegio. Y gracias
E Lecturas y cine Primeras páginas de La música del hambre, de J. M. Le Clézio y de El arte de matar, de Use Lahoz (Barcelona, 1976) ha publicado recientemente la novela
Jorge Martínez Reverte; tres poemas de Julio Llamazares y el cuento En el jardín de los mártires norteameri- Los Baldrich (Alfaguara, 2009. 392 páginas. 19,50 euros) y es autor
canos, de Tobias Wolff. Imágenes de Esperpentos, de José Luis García Sánchez. también del poemario Envío sin cargo (Renacimiento, 2007) y de la
novela Leer del revés (El Cobre, 2005).
Aitor Ortiz, en su estudio de Bilbao. “La luz es la huella en la fotografía y la sombra en la arquitectura”, declara el artista. Foto: Jesús Uriarte
AITOR ORTIZ RECREA sus “muros de luz”, sus “construcciones visuales”, sus “fotografías pilares surgen en su obra como dos extrañas y bellas esculturas en medio de un paraje sin
escultóricas”, en su estudio de la bilbaína península de Zorrozaurre, un terreno preñado de huella humana. Esos tótems pueden figurar agrietados —“utilizo las grietas como fisuras
vestigios industriales que bañan la ría y el canal de Deusto. Es una ubicación propicia entre el lenguaje fotográfico y el arquitectónico”, dice— o emerger refulgentes en medio de
porque la obra de este artista, que imprime sus fotografías sobre soportes tridimensionales una niebla fantástica. Pero, por lo general, el fotógrafo-pintor-escultor no busca la arquitec-
de cristal o aluminio, de la misma manera que el pintor trabaja sobre el lienzo, parece tura de autor, sino los edificios industriales que le permiten jugar con la luz, elemento clave
nutrirse de la energía telúrica que todavía despide ese suelo cultivado con mineral de hierro de su obra. Dice que “la luz es la huella en la fotografía y la sombra en la arquitectura” y que
durante generaciones. Ahí, en su estudio, Aitor Ortiz sueña la pieza que le gustaría cobrarse en algunas de sus obras es el elemento constitutivo del espacio y de la pieza.
y luego, cuando ya está en su poder, la trabaja, depura, reinventa y transforma en escultura, A medio camino entre la racionalidad analítica y la emoción, busca la ambigüedad para
“la saco de la pared”, como dice él. La arquitectura es su territorio preferente de caza, el huir de lo obvio y refugiarse en el misterio y la atemporalidad que encuentra también en las
campo en el que experimentar a partir de los diferentes lenguajes en un diálogo técnico y canteras. “Me fascinan porque son un espacio natural intervenido y vivo, con cortes y
artístico capaz de desconcertarnos y emocionarnos. aristas, pero sin pretensiones arquitectónicas”. Anclado a su ciudad, Bilbao, donde tiene
Así, nuestro hombre —no le mortifiquen con el título de “joven valor”, que tiene ya 37 sus afectos y su hijo de 4 años, el artista observa con recelo la progresiva desaparición de la
años y decenas de exposiciones y premios en su haber— se traslada un día a Millau poderosa traza industrial que dio fisonomía y personalidad a la capital vizcaína. “Hay una
(Francia) para capturar los tótems de la modernidad, esos pilares de hormigón gigantescos confusión notable en torno a la belleza”, dice. “Es como si las instituciones pretendieran
que sostienen el viaducto más alto del mundo. Descontextualizados y fuera de escala, los instalar los duty free de los aeropuertos en el centro de las ciudades”. José Luis Barbería O
El coraje de
Referencia de las letras estadounidenses contemporáneas, Tobias Wolff reivindica la verdad y
ve la literatura como un ejercicio de honestidad. En Aquí empieza nuestra historia ha retocado
una serie de cuentos escritos a lo largo de su carrera y presenta once nuevos. Por Andrea Aguilar
L
E INTERESA la mentira. Los per- Raymond Carver y Richard Ford —sus
sonajes que pueblan las histo- amigos y compañeros de generación— di-
rias de Tobias Wolff (Alabama, seccionaban con su afilada prosa las mise-
1945) a menudo construyen rias cotidianas. “Conocí a Carver cuando
una realidad alternativa. No se yo estaba becado en la Universidad de
trata de dementes incapaces Stanford en un programa de literatura”,
de distinguir entre realidad y ficción, sino recuerda. “Tenía unas largas patillas. Nos
de fabuladores natos; embusteros prestos presentó una colega que ya había triunfa-
a manipular una verdad que no les con- do. Él todavía no había publicado su pri-
vence. En la mentira encuentran una vía mer libro. Apenas hablamos. Unos años
de salida. Así, el adolescente del relato ‘El después coincidimos en la Universidad de
mentiroso’, a raíz de la muerte de su pa- Siracusa dando clase. Vivimos en la mis-
dre, inventa que sus familiares padecen ma casa y nos pasábamos las noches en
terribles enfermedades. El autoestopista vela hablando”.
que recogen un hermano triunfador y Una fría mañana de invierno Wolff po-
otro echado a perder en ‘El hermano rico’ sa paciente para las fotos en una esquina
habla del delirante descubrimiento de desangelada de Central Park. La fina caza-
unas minas de oro. En ‘Mortales’, un gris dora de cuero y las redondas gafas de sol
recaudador de impuestos miente sobre su de aire retro dejan claro que a este residen-
propia muerte para que le escriban un te del Estado de California las gélidas tem-
obituario. peraturas le han pillado por sorpresa. En
En Aquí empieza nuestra historia (Al- 1997, Wolff regresó a la Universidad de
faguara) este maestro del género ha reu- Stanford en Palo Alto donde imparte cla-
nido 30 de sus mejores cuentos. Colabo- ses de literatura y un taller de escritura.
rador habitual de la revistas The New Una gorra de lana le cubre la cabeza; el
Yorker y Atlantic, en sus páginas publicó espeso bigote blanco, la irónica sonrisa.
gran parte de estos relatos. Casi dos ter- En vista del frío, el escritor acelera el
cios de las historias del nuevo libro fue- paso camino de la casa de un amigo en el
ron recopiladas en colecciones anterio- Upper East Side donde él y su esposa se
res, pero Wolff ha añadido 11 nuevos están alojando. En la amplia cocina, todos
cuentos. Con esta antología el escritor en pijama, comentan el periódico y bro-
ha añadido el Story Award que recibió el mean sobre la actualidad política. El am-
mes pasado a su larga lista de galardo- biente en esta town house es distendido y
nes, entre los que figuran el PEN / Mala- familiar. Wolff busca un lugar tranquilo
mud y el Premio de la Academia de Le-
tras y las Artes de América.
Dice el escritor estadounidense que
una de las claves de su oficio es “la expe-
riencia de primera mano”. En más de una “Estoy en un constante
ocasión se ha referido a su padre como un
mentiroso compulsivo. Al separarse sus
estado de revisión y
padres, su hermano mayor, el también no- edición. Las historias
velista Geoffrey Wolff, se marchó con él.
Ambos han escrito sobre la querencia de nunca llegan a un punto
su progenitor a tergiversar la realidad.
Tobias peregrinó con su madre por va- en el que están cerradas”
rias ciudades de Estados Unidos. En Con-
crete, Washington, ella volvió a casarse.
Wolff falsificó las cartas de recomenda-
ción y su historial y consiguió que le acep- donde hablar. Un ascensor de los años
tasen en un prestigioso internado, el Hill veinte forrado en papel de rayas le lleva
School de Pensilvania. “Era la única mane- hasta la segunda planta y allí, en un am-
ra en que podía entrar. Fue un acto de plio salón bajo un ventilador de techo im-
desesperación. Suspendí matemáticas y posible de parar, habla acerca de su colec-
me expulsaron. Me lo tenía merecido”, ase- ción de cuentos.
gura. Tras la expulsión se alistó al Ejército En los cuentos escritos hace décadas
y luchó en Vietnam antes de licenciarse en aparecen veteranos y soldados, en algu-
Literatura en la Universidad Oxford. En su no de los más recientes Irak suena de
autobiografía Vida de este chico desveló su fondo. “Es parte de la misma historia,
mentira adolescente. En En el ejército del pero la comparación entre las dos gue-
faraón hizo un memorable recuento de la rras es demasiado fácil. Es la misma retó-
incertidumbre, el terror y el absurdo de su rica en contra de rendirse. La idea de
experiencia en la guerra. que porque ya han caído tantos tenemos
Decepción y traición. Miseria moral te- que seguir allí, que fácilmente confunde
ñida con un humor seco y feroz. Wolff al público”, asegura. ¿Se olvidaron las
tantea este escabroso terreno sin caer en lecciones aprendidas? “Tuvimos cuida-
sentimentalismos, ni decoros. No hay pie- do durante un tiempo pero la victoria es
dad, ni disimulo. En su trabajo late lo cru- una industria sensacional. Hemos here-
do, lo banal y lo real. Sin alardes aparentes dado una determinada tremenda falta
habla de la tentación y la caída, de la ab- de honestidad que está instalada en
surda conciencia. Quizá por todo esto a nuestras vidas”.
Wolff se le encasilló como uno de los auto- El nuevo libro arranca con una confe-
res del llamado realismo sucio. Aquello
fue a principios de los ochenta cuando Pasa a la página 6
Viene de la página 4 Wolff ha tomado precauciones. “Ya he Admirador del trabajo de Flannery na en una cárcel por estafa. “Me encanta-
dejado dicho que cuando muera, por fa- O’Connor y de Faulkner —“les encanta- ban sus finales con truco, con sorpresa
sión en el prólogo: Wolff ha retocado sus vor, que no me toquen los papeles. No ba hacer parodia”—, Wolff pasó su infan- como en ‘Regalo de Reyes’. Con él descu-
viejos relatos, y lo ha hecho porque como quiero que la gente sepa. Entiendo que no cia enganchado a los relatos de O. Henry, brí el sentido de la estructura”, recuerda.
autor considera que ese material sigue vi- es una actitud generosa hacia escritores uno de los padres del cuento americano En Jack London y Hemingway encontró
vo. Fue otro Wolff quien los escribió, admi- futuros pero los borradores son asunto que inició su carrera literaria para mante- historias que al principio no entendía
te, pero el de ahora se siente con pleno mío”, añade con una sonrisa. Para evitar ner a su hija mientras él cumplía conde- pero eran vivas y afiladas. En aquellas
derecho a meter mano, en beneficio del tentaciones futuras a sus deudos, dice que lecturas descubrió que “a la gente le en-
lector. “No he cambiado el argumento. La ya ha comenzado a destruirlos. ¿Con cuán- canta quererse a sí misma”. Confiesa
mayor parte de los cambios han sido de tos trabaja? Desde que escribe en ordena- que también pasó mucho tiempo “ha-
lenguaje, de precisión, de depuración. Si dor le cuesta seguir la pista, pero muchos ciendo el tonto”, en busca tan sólo de
puedes prescindir de algo, ¿por qué no de los cuentos de Aquí empieza nuestra “Ya he dejado dicho variedad. A los 14 años decidió que que-
quitarlo? Los cambios cosméticos son im- historia los tecleó a máquina. Hacía unas ría ser escritor.
portantes. A veces estás dentro y no lo ves. doce versiones. “Cuando empiezo a escri-
que cuando muera, por Su pasión por el relato se ha manteni-
Ése ha sido el problema que he tenido bir sé adónde quiero llegar, pero pienso favor, que no me toquen do intacta. “Tiene una densidad especial,
cuando he escrito algunas historias”, dice mientras avanzo y mi idea original cam- encapsulada, algo que sólo empiezas a
sentado en el sofá. bia. Me pregunto cosas como qué es lo los papeles. No quiero apreciar con el paso del tiempo. Es como
Sus argumentos resultan convincentes. que realmente le preocupa a un persona- un poema”, explica. ¿La clave del cuento
Wolff sabe cómo persuadir a sus interlocu- je. ¿Cuál es en realidad la relación de po- que la gente sepa” perfecto? “Bueno, pues que sientas que
tores con sus razones sensatas. Inspira der? Moralmente, ¿qué está pasando?”. está en armonía con tu sentido de la vida,
confianza con su aire tranquilo y cercano. que capture algo”. Los de Carver —“decla-
Evita cualquier demostración banal de rativos, aparentemente rectos pero en los
ego. “Estoy en un constante estado de revi- que algo se vuelve extraño de forma muy
sión y edición. Y las historias nunca llegan rápida”— y los de Turguénev —“sus histo-
a un punto en el que están cerradas, nun- rias no son concluyentes, forman un co-
ca llega un momento en que esto para. llar”— se cuentan entre sus favoritos.
Porque vamos cambiando”, aclara. En uno de sus nuevos relatos, ‘La estu-
En los más de treinta años que abarca diante madura’, resuena el eco de otro
este libro, ¿qué ha cambiado en su escritu- gran escritor: el checo Milan Kundera. La
ra? “Un lector tendría más que decir que alumna Teresa entabla una conversación
yo sobre eso. Pero cuanto más tiempo lle- con su profesora de Historia del Arte, inmi-
vas escribiendo más preguntas te haces. grante de Checoslovaquia que acaba con-
Ahora sé que si empleo el suficiente tiem- fesando sus delaciones como confidente
po puedo conseguir algo. He ganado segu- de la policía secreta en Praga en los años
ridad, pero los retos también son mayores. setenta. “Es curioso pensar que alguien
Te conviertes en prisionero de ti mismo y toma parte en eso y continúa con su vida.
no quieres hacer algo que te disminuya. Es difícil vivir con eso encima”, reflexiona.
Te esfuerzas por mantenerte inquieto”. Wolff cuenta que al escuchar las acusacio-
En el prólogo de Aquí empieza nuestra nes contra Kundera, que le señalaban co-
historia, Wolff insiste en su afán por descu- mo delator, se quedó helado. “Si fuese
brir complicados procesos morales o me- verdad me quedaría devastado. Cuando
cánicos que pasan inadvertidos a primera lees su trabajo te entra en las venas”.
vista, y comparte con los lectores el filtro La mentira, la impostura y la ficción
previo a la publicación de un cuento. comparten un terreno común. Pero Wolff
“Piensen que antes de que salga publica- reivindica la verdad. Habrá que creerle. La
do en una revista un editor lo ha leído literatura, sostiene, es un gesto de honesti-
lápiz en mano y que al menos algunas de dad. “Yo no igualo el arte a la mentira. Los
sus sugerencias han sobrevivido a las ne- novelistas inventan la verdad, eso es algo
gociaciones, no porque me hayan forzado distinto. Cuando los escritores serios escri-
sino porque yo he creído que mejoraban ben van a lugares que son dolorosos. No
la historia. Luego otro editor lo ha leído se escapan”, explica. Al final, dice, se trata
antes de publicarlo en una colección de de crear algo convincente, real, sincero.
cuentos y sin duda tenía algo valioso que “La mentira es por naturaleza negación.
decir. Y si la historia ha sido elegida para La industria absurda de las memorias au-
una antología, como todos o casi todas de tocomplacientes. Eso suena muy falso”.
las que están aquí reunidas lo han sido, yo Wolff piensa que los escritores deben
le habré dado otro repaso, y lo he vuelto a usar sus propias debilidades, su lado os-
hacer de nuevo antes de que salga la edi- curo. “Fitzgerald era un trepa social y
ción en bolsillo”, escribe. fue un niño mimado. Cuando escribía
El controvertido caso de su amigo Ray- usaba todo esto y hablaba de ello sin
mond Carver y el mítico editor Gordon Lish tapujos. Entendía perfectamente de qué
—que con su afilado lápiz tachó sin compa- iba el personaje de El niño rico con sólo
sión secciones enteras de sus cuentos— es mirar su propio carácter”. ¿Cómo hizo él
paradigmático de este proceso. “Sí, yo sabía frente a sus mentiras? “Por un lado, está
que Lish tiene mano dura”, dice Wolff. La la decepción deliberada del otro, y luego
publicación póstuma de la versión comple- están las mentiras como invención para
ta de los relatos de Carver impulsada por su encontrar alguna manera de traspasar
viuda ha reabierto la polémica. “Creo que las ambigüedades de la vida, para alcan-
eso es una cuestión para estudiosos o aca- zar algunas verdades. Se necesita coraje
démicos. Al final Carver eligió las historias para exponerte”. O
que quiso incluir en su última antología.
Regresó a los originales en unos casos y en Aquí empieza nuestra historia. Tobias Wolff. Tra-
otros decidió quedarse con la versión edita- ducción de Mariano Antolín Rato. Alfaguara. Ma-
da. Lo que ha ocurrido ahora embarra de drid, 2009. 472 páginas. 22 euros. Se publica el
alguna manera su legado”. El escritor Tobias Wolff, uno de los maestros del realismo sucio. Foto: Basso Cannarsa / Opale / Cordon Press próximo día 22.
D
E SUS ESTUDIOS en Oxford y Stan- cia desde entonces. Maestro del relato des- imposibles. Our story begins (2008, que Al- (2003), soberbia novela de aprendizaje, qui-
ford Wolff aprendió a leer como de sus primeras apariciones en Vanity faguara publica ahora con el título Aquí so explicar con nostálgica ironía los inicios
un poseso a Joyce, Faulkner, Fair, Atlantic, Harper’s o The New Yorker, empieza nuestra historia) es el último volu- de su vocación literaria y el proceso que lo
Poe, Dickens, Frost, Cheever y lo en sus recopilaciones Cazadores en la nie- men publicado de sus cuentos, que son un llevó a querer convertirse en un escritor con-
que no está escrito. De su infancia aprendió ve (1989) o La noche en cuestión (1996) prodigio de introspección y ambigüedad y sagrado, recordando los días agridulces que
a leer a Jack London sin parar. De Hemin- Wolff levanta dramas de extraordinaria in- en los que Wolff parece condensar la etolo- pasó en una escuela de élite dejando que el
gway, al que le rinde homenaje en su nove- tensidad a partir de conflictos ínfimos, tras- gía naturalista y el drama social de una virus de la literatura infectara su espíritu,
la Vieja escuela (“tenía que ir. Tenía que ver ciende lo banal, disfruta poniendo el dedo novela de Zola en un puñado de párrafos hasta el extremo de hacer de la escritura de
lo que Ernest Hemingway pensaba de mi en la herida abierta de nuestra sociedad inquietantes porque se les ha extirpado to- ficciones su profesión y de querer enseñar
obra”), aprendió el dominio del fraseo bre- neurasténica y enajenante y, observador do juicio moral. el oficio en talleres de escritura creativa, en
ve, de la elipsis y de los diálogos, cargados perspicaz de nuestra vida cotidiana y sus Como si se sintiese cómodo escindiendo Syracuse y en Stanford. Coetáneo de Paul
de naturalidad y de oralidad. En 1983 Bill anodinos episodios domésticos, se sirve de su narrativa, Wolff ha querido alternar sus Theroux, John Irving, Anne Tyler o Richard
Buford, el editor de Granta, incluyó su un estilo económico y aséptico para llevar volúmenes de relatos con novelas autobio- Ford, hace ya tiempo que Wolff se convirtió
nouvelle The Barracks Thief en el célebre a cabo reveladores análisis del comporta- gráficas o memorias noveladas. Vida de este en un nombre de referencia de la narrativa
número 8 de la revista, titulado Dirty Rea- miento humano. Por sus cuentos minima- chico (1989) fue la primera, la historia perso- norteamericana contemporánea. O
Carlos Morla Lynch, Federico García Lorca y el embajador de Chile en España en 1932. Colección de la Fundación Federico García Lorca, Madrid.
El pasado en presente
Por Antonio Muñoz Molina
L
AS PALABRAS de un diario nos llegan za o el daño que podamos hacer a otros Morla Lynch pasó entera en Madrid, al fren- cia: eso le permitía fijarse en todo, admirar
desde el más inaccesible de todos con nuestras revelaciones, estaremos dan- te de la Embajada de Chile. Yo sólo conocía sin reservas y prestar a los demás más aten-
los lugares, el presente de otro do a los hechos de otro tiempo significados la antigua edición, mucho más reducida, ción que a sí mismo. Su devoción reveren-
tiempo que no hemos vivido; el pre- que sólo iban a adquirir en razón de lo que del primer volumen, En España con Federi- cial por lo que entonces aún no se llamaba
sente puro y verdadero, no el inventado sucedería después, es decir, de lo que en- co García Lorca, que se publicó aquí hace la alta cultura no lo volvía esnob, de modo
por la ficción, no el evocado y corregido tonces no existía: no estaremos viendo muchos años, y que fue una mina para que se emocionaba por igual con Debussy
desde la lejanía por los libros de memorias, aquel presente, sino el pasado en el que iba estudiosos y biógrafos. Ahora es un tomo que con Pastora Imperio, y poseía la rara
en los que actúa siempre no sólo el olvido, a convertirse. de casi seiscientas páginas, y junto a las virtud de ser sensible a los signos en apa-
sino también el conocimiento de lo que Hay otro motivo algo más perverso para ochocientas del segundo —España sufre: riencia triviales que son los que contienen
sucedió después. En unas memorias, como leer un diario: su autor escribe en una pri- Diarios de guerra en el Madrid republi- la tonalidad exacta de un tiempo: los anun-
en un relato histórico, los acontecimientos sión del tiempo tan rigurosa como la nues- cano— constituye un testimonio de cuyo cios de la radio, los carteles en las calles,
se ordenan según el grado de relevancia tra; como dice admirablemente Ian valor no sé si estamos en condiciones de los giros en el habla de la gente en un bar.
que resultaron tener mucho después. El his- McEwan sobre las caras en las fotos anti- darnos cuenta, por esa mezcla de distrac- Era un hombre de inclinaciones progresis-
toriador es un falso profeta que vaticina guas, es inocente del porvenir. Nos recono- ción y de mezquindad que es tan frecuente tas, pero nada sectario, lo cual le permitía
como inevitable lo que pudo muy bien no cemos en esa pulsación de la vida presen- entre nosotros. observar con cercanía cordial y a la vez
haber sucedido. Nos apasionan los libros te, y a la vez tenemos una ventaja sobre esa Morla Lynch llegó en el momento justo con perspicacia las tremendas colisiones
de historia por un motivo muy semejante conciencia alerta que sin embargo está cie- y se quedó para contar en primera perso- políticas de la España de entonces. Recién
al que nos lleva a leer novelas: porque bus- ga a lo que va a ocurrirle dentro de muy na el derrumbe. Llegó a tiempo de ver el llegado a Madrid, un día de marzo de
camos en ellos el desorden y el azar de la poco, que es incapaz de romper el velo final de la dictadura de Primo de Rivera y 1929, estaba dándose un paseo por la
experiencia humanas convertidos en una consolador o sombrío de su inocencia: no- el advenimiento de la República y vio en Gran Vía y vio en el escaparate de una
narración, y dotados, por lo tanto, de un sotros sí sabemos. Las páginas en blanco Madrid el 28 de marzo de 1939 la entrada librería el título de un libro que le llamó la
principio y un final, de un arco inteligible. que el autor del diario mira a veces en su de las tropas de Franco que bajaban por la atención, Romancero gitano. Buscó al au-
Causas y efectos se concatenan luminosa- cuaderno con una expectativa casi nunca Castellana y eran recibidas por multitudes tor y se hizo amigo suyo, y a lo largo de los
mente. Nuevos hallazgos, por mínimos libre de aprensión nosotros somos capaces que agitaban banderas rojas y amarillas, siguientes siete años escribió casi cada día
que sean, vienen a llenar huecos o celdillas de leerlas sin ningún esfuerzo, con una cla- súbitamente regresadas a la ciudad como la crónica de aquella amistad, de aquella
en la gran trama de lo sucedido. Con tanta rividencia más aguda porque contrasta con de la noche a la mañana después de ocho ciudad y aquel tiempo, lejano y mitológico
ayuda del recuerdo como del olvido, el me- su propia ignorancia. Somos adivinos aloja- años de banderas tricolores y banderas ro- para nosotros, presente y vivo para él. El
morialista construye la novela de su vida, dos en la oscuridad del futuro; deidades jas. Era, sin duda, el autor de diario ideal: 29 de abril de 1936 asistieron juntos en el
organizándola como un viaje de búsqueda, intrusas que leemos sus pensamientos más por su profesión se movía en los salones teatro de la Comedia a un recital de negro
de aprendizaje o descubrimiento, cuyo fru- ocultos y predecimos sin vacilación el de- del poder y de la celebridad, pero tenía spirituals de la contralto americana Ma-
to final es muchas veces la desengañada senlace de cada una de sus incertidumbres también una querencia por los barrios po- rian Anderson, y al salir había guardias
pero valiosa experiencia. No lo hace por y también la fecha de su muerte. pulares, los teatros de variedades, las pla- armados en todas las esquinas. El 24 de
mentir a propósito. Lo hace porque el ins- Leo sin descanso, sin fatiga, con la avari- zas de toros, los barracones de feria, las junio, en casa de unos amigos, García Lor-
tinto del relato es tan poderoso dentro de cia de seguir avanzando unas fechas más, tabernas en las que trababa amistades en- ca leyó en voz alta La casa de Bernarda
nosotros como el de la supervivencia, y pro- los dos volúmenes de los diarios de Carlos tre románticas y mercantiles con limpiabo- Alba, que había terminado de escribir, se-
bablemente forma parte de él. Aunque no Morla Lynch que ha publicado Renacimien- tas y camareros muy jóvenes. Tenía talen- gún dijo, sólo unos días antes, exactamen-
queramos justificarnos o escondernos, aun- to en ediciones generosas, el primero de to para la literatura y para la música, pero te el 19. Unos días después los dos amigos
que tengamos el raro coraje necesario —o ellos transitado por la presencia de Federi- le faltaba el ensimismamiento de la verda- se sentaron a la caía de la tarde en el bal-
la falta de escrúpulos— para contar las co- co García Lorca, el segundo convertido en dera vocación, que es una lente poderosa cón de la casa de Morla Lynch, que daba a
sas tal como fueron, o como las recorda- una crónica gradualmente macabra y ab- pero habitualmente concentrada en un las arboledas del Retiro. El 13 de julio Mor-
mos, sin que nos importe nuestra vergüen- surda de los años de la Guerra Civil, que campo demasiado estrecho de la experien- la Lynch anota la noticia del asesinato de
Calvo Sotelo y luego su extrañeza por la
ausencia de García Lorca: “Hace días que
no le vemos, pero no debe haber partido
todavía para Granada”. Leyendo un diario
sentimos que aún se puede evitar un cri-
men; que el desastre inminente que todos
ignoran podría no llegar. O
La música de la fam
Traducción al catalán de Anna Torcal
y S. Company. Edicions 62. Barcelona, 2009
200 páginas. 18,50 euros
Las historias
de Darwin
Los textos del gran naturalista inglés son magníficas narraciones
que atrapan al lector. La celebración de su segundo centenario ha
provocado una avalancha de publicaciones. Por José Manuel Sánchez Ron
D
OSCIENTOS AÑOS después Tampoco es la primera vez que ve la un castigo eterno. Y ésa es una doctrina
del nacimiento de Charles luz en español su conmovedora y sincera detestable”.
Darwin (1809-1882) y 150 Autobiografía —uno de mis dos textos La Autobiografía nos familiariza con la
de la publicación de su preferidos de Darwin—, aunque no exis- vida de Darwin, conmoviéndonos con las
gran libro, El origen de las tan tantas ediciones de ella como del luchas interiores, de fuerte calado psicoló-
especies, aún existen quie- Diario. Sucede, sin embargo, que la ma- gico, a las que se enfrentó, pero El origen
nes niegan, o desconocen, su teoría, empe- yoría de esas versiones seguían la prime- de las especies (1859), su obra cumbre y
ñándose en sostener que las especies que ra edición inglesa (publicada cinco años uno de los mojones literarios de la historia
pueblan nuestro planeta son —somos— después de su muerte), de la que su fami- de la humanidad, ilumina nuestro entendi-
frutos de actos de creación divina específi- lia suprimió un buen número de pasajes, miento. No es sólo que en ella Darwin pre-
cos. Es difícil, por supuesto, convencer a preocupada por lo que pudiesen pensar sentase su teoría de la evolución de las
todos, tan diversas son las convicciones, sus lectores. La edición que ahora publi- especies mediante selección natural, sino
intereses e ignorancias humanas, pero de ca la editorial Laetoli dentro de la Biblio- que lo hizo desplegando un amplísimo con-
lo que no hay duda es de que en este Año junto de evidencias y argumentos, mos-
Darwin disponemos de un número eleva- trando así el exigente y completo naturalis-
do de fuentes bibliográficas para formarse ta que era. Traducida por primera vez al
una opinión de lo que hizo y pensó, al castellano en 1877 (por Enrique Godínez),
igual de cómo vivió, el gran naturalista ‘El origen de las especies’, la versión que Espasa (en cuyo catálogo ha
inglés. Es como si de repente se hubiese estado habitualmente) y Alianza presentan
producido un tsunami, una gran ola que
uno de los mojones ahora es una reedición de la que la edito-
inunda el mercado editorial hispano: el literarios de la historia rial Calpe publicó en 1921, traducida (de la
tsunami Darwin. sexta edición, de 1872) por el genético An-
Al contrario de lo que sucede en otras de la humanidad, ilumina tonio de Zulueta (1885-1971). También es
ocasiones, esta avalancha bibliográfica no una reedición la versión abreviada traduci-
se limita a lo que se ha escrito sobre el nuestro entendimiento da por Joandomènec Ros, que vio la luz en
personaje en cuestión, sino que incluye 1983 en Ediciones del Serbal y que ahora
también nuevas traducciones y reedicio- ha sido resucitada como contribución del
nes de algunas de sus obras. Y es bueno Parque de las Ciencias de Granada al Año
que sea así, ya que en general los textos de teca Darwin, dirigida por Martí Domín- Darwin. Los lectores tienen, por consi- Darwin se decidiese a dar a conocer públi-
Darwin constituyen magníficas narracio- guez, es una de las completas. Para facili- guiente, la posibilidad de elegir. ¿En base a camente sus ideas sobre la evolución de
nes que consiguen mantener la atención tar la identificación de los pasajes supri- qué razones?, se preguntarán algunos. En las especies. Me estoy refiriendo a Alfred
del lector. Esto es particularmente eviden- midos inicialmente, éstos aparecen en cuanto a las de Espasa y Alianza —ambas Russel Wallace (1823-1913), quien desde
te en dos de sus títulos: el Diario del viaje negritas. Algunos eran comentarios críti- espléndidamente presentadas—, la res- una isla del archipiélago malayo envió en
de un naturalista alrededor del mundo y cos con otras personas (por ejemplo, con puesta a tal cuestión es difícil, si no imposi- febrero de 1858 a Darwin un manuscrito
su Autobiografía. Publicado por primera Robert Owen, que se convirtió en uno de ble: difieren en las introducciones y en que que contenía la esencia de las ideas en las
vez en 1839, el Diario relata el viaje que el los más enconados opositores a la teoría la de Espasa añade algunas notas aclarato- que éste llevaba por entonces trabajando
joven Darwin realizó alrededor del mundo de la evolución de las especies, y al que rias al texto darwiniano, pero no son éstas aproximadamente veinte años. Como cual-
entre diciembre de 1831 y octubre de Darwin calificaba como dotado de “una diferencias sustanciales. Por su parte, la edi- quiera puede imaginar, se creó entonces
1836, en un barco de la Marina británica, capacidad de odio” que “no tenía rival”), ción recuperada ahora por el Parque de las una situación delicada, que se resolvió
el Beagle. Muy del gusto de la sociedad pero la mayoría tocaban sus opiniones Ciencias granadino suple su carácter abre- con gran elegancia publicando en la revis-
victoriana de entonces, una época en la religiosas. Y aunque no podamos acep- viado —siempre una limitación en textos ta de la Sociedad Linneana el manuscrito
que se viajaba más con la mente (esto es, tar el expurgo al que fueron sometidos fundamentales— con la espléndida intro- de Wallace, otro de Darwin y una carta de
leyendo) que en persona, este libro tuvo sus sinceros recuerdos, sí que podemos ducción de Richard Leakey y un magnífico éste al botánico norteamericano Asa Gray
bastante éxito, dando a Darwin una cierta comprender cuánto debieron doler a su conjunto de ilustraciones que van acompa- fechada el 5 de septiembre de 1857, en la
notoriedad pública. De hecho, ha manteni- devota esposa, Emma, frases como: “Me ñadas de buenos textos explicatorios. que le había informado de sus opiniones.
do su atractivo a través del tiempo y del resulta difícil comprender que alguien Darwin y El origen de las especies ocu- Estos materiales, junto a un extenso ensa-
espacio (ha sido traducido a numerosas deba desear que el cristianismo sea ver- pan el trono supremo en la jerarquía de la yo que Darwin había preparado para su
lenguas, el castellano entre ellas), siendo dadero, pues, de ser así, el lenguaje liso y visión evolutiva del mundo vivo, pero in- propio uso en 1844 y un informativo estu-
la edición que ahora ve la luz en Espasa llano de la Biblia parece mostrar que las cluso aunque el presente sea su año, sería dio introductorio de Fernando Pardos, se
una nueva reedición, aunque, eso sí, en personas que no creen —y entre ellas se injusto no dedicar al menos un momento reproducen en La teoría de la evolución de
una presentación bastante más atractiva incluiría a mi padre, mi hermano y casi para recordar a otro naturalista británico las especies, publicado por Crítica en 2006
que las anteriores. todos mis mejores amigos— recibirían que intervino de manera decisiva en que y ahora reeditado.
Con ojos ajenos cos que existen, sino una de las mejores bio-
grafías jamás escritas. A través de casi 1.500
de cómo fue recibido, sino que se inserta
también en el contexto de la industria edito-
bre extraordinario, de Tim Berra, un fervien-
te admirador y coleccionista de datos de su
páginas, Browne reconstruye la vida y contri- rial británica de la época, detallando las tácti- biografiado, que detalla en esta especie de
buciones científicas de Darwin, sí, pero tam- cas que tanto Darwin como su editor, John pequeña guía darwiniana. Igualmente breve,
SI LAS TRADUCCIONES de las obras de Darwin bién la de la sociedad victoriana en que vivió, Murray, desplegaron para hacer del libro el es otra “guía” recomendable, ésta debida a
están floreciendo, lo mismo ocurre con li- así como la extensa red de científicos de la fenómeno editorial que finalmente fue. Lo Janet Browne y con pretensiones temáticas
bros dedicados a reconstruir o analizar su que formó parte. Y lo hace desplegando una único malo del Charles Darwin de Browne es más reducidas: La historia de ‘El origen de las
vida y su obra. Y no está siendo mala la cose- narración que sabe transmitir la intensidad, que llega a su final, que se termina, privándo- especies’ de Charles Darwin.
cha, aunque una pareja de libros sobresale y en ocasiones drama, de una biografía en la nos del placer de continuar leyéndolo. Tampoco ha querido faltar a esta cita cele-
por encima de todos: la biografía en dos volú- que las peripecias de una juventud viajera Evidentemente, habrá quienes no se ani- bratoria un maestro de la historia de la cien-
menes de la distinguida historiadora de la dieron paso a décadas de enfermedad y de men a emprender una empresa lectora que cia española como es José María López Piñe-
ciencia (en la actualidad es catedrática en la esfuerzos intelectuales de una concentra- absorberá muchas de sus horas, pero que no ro. Coherente con su larga trayectoria como
Universidad de Harvard) Janet Browne, apa- ción y extensión difíciles de imaginar. En el obstante deseen saber algo del naturalista historiador, su Charles Darwin contiene más
recida en su original inglés en 1995 y 2002 y limitado espacio de una reseña sería imposi- del Beagle y de Down House. Pues bien, és- páginas —aproximadamente cien más—
cuya traducción al castellano acaba de publi- ble hacer honor a una obra de este calibre; tos tienen otras buenas posibilidades. El re- acerca de los estudios comparados sobre las
car la editorial de la Universidad de Valencia. como mero ejemplo, mencionaré que el tra- miso Mr. Darwin, de David Quammen, cons- especies biológicas anteriores a Darwin, de
Charles Darwin. El viaje y Charles Darwin. El tamiento que se hace de El origen de las espe- tituye también una afortunada presentación la recepción de sus ideas en otros y del da-
poder del lugar componen, en mi opinión, cies no se reduce a explicar su génesis y con- de la biografía y trabajos de Darwin. Más rwinismo en Valencia, que sobre el propio
no una de las mejores biografías de científi- tenidos, ni tampoco a la importante cuestión breve aún es Darwin. La historia de un hom- Darwin, al que dedica unas sesenta páginas.
Más allá de El origen de las especies. A excesivamente el volumen; apareció en Grabado del estudio de Charles Darwin (Shrewsbury, tos, bien al aire libre o en los invernaderos
pesar de que muchos parezcan ignorarlo, 1872). Mucho más recientemente se han 1809-Downe, 1882) en Down House realizado por Axel que construyó. Se trata de Plantas carnívo-
la obra de Darwin no se limita a El origen traducido La estructura y distribución de H. Haig unos meses antes de la muerte del naturalista. ras, el título de la traducción publicada por
de las especies. De hecho, en mi opinión su los arrecifes de coral (Los Libros de la Cata- Laetoli, o Plantas insectívoras, el encabeza-
grandeza científica reside en el ciclópeo rata / CSIC, 2006) y La fecundación de las miento elegido en la Biblioteca Darwinia-
esfuerzo que realizó por sustanciar su teo- orquídeas (Laetoli, 2007), publicados origi- en generación. Fue en esta obra —en don- na encabezada por Los Libros de La Catara-
ría con evidencias tomadas de práctica- nalmente en 1842 y 1862, respectivamente; de, por cierto, empleó por primera vez el ta. Porque 133 años después de no haber
mente todos los rincones de la naturaleza, libros ya reseñados en Babelia. término acuñado en 1864 por Herbert merecido el honor de ser traducido al espa-
lo que le llevó a trabajar en dominios como A estas obras se suman ahora nuevas Spencer, “supervivencia de los más ap- ñol, ahora aparecen, simultáneamente,
la botánica, la zoología, la taxonomía, la traducciones. Comenzando por un libro ex- tos”— donde presentó su teoría heredita- dos traducciones diferentes. Se trata de
anatomía comparada, la geología, la pa- tenso (dos tomos que totalizan más de no- ria, la de la pangénesis, según la cual cada uno de los libros más especializados escri-
leontología, la cría doméstica de especies, vecientas páginas): La variación de los ani- célula del organismo generaba unas “gé- tos por Darwin (de hecho, no se volvió a
la biogeografía o la antropología, esfuerzos males y plantas bajo domesticación (1868), mulas” diminutas que a través del proceso reimprimir mientras vivió), pero merece la
que se plasmaron en un buen número de un texto importante no sólo por los análi- reproductivo transmitían a la descenden- pena que esté en nuestro idioma. Es impre-
libros (y de artículos, naturalmente). Hace sis de muy diversas especies domesticadas cia los rasgos heredables. Fue el suyo un sionante ver cómo un anciano y muy debi-
tiempo que disponemos en castellano de que Darwin efectuó allí, sino también por- noble y ambicioso esfuerzo, a la postre, sin litado Darwin (el libro se publicó en 1875,
El origen del hombre (Edaf), el texto de que en él se enfrentó con uno de sus gran- embargo, equivocado. siete años antes de su muerte) se mostraba
1871 en el que se atrevió a hacer lo que no des problemas, el de que aunque descu- Y junto a La variación de los animales y en esta obra como un consumado e imagi-
quiso en El origen de las especies: aplicar a brió el hecho de la existencia de la selec- plantas bajo domesticación, otro de sus li- nativo experimentador que estudiaba el
nuestra propia especie las lecciones de su ción natural y contribuyó notablemente a bros sobre botánica, disciplina que se ajus- efecto de todo tipo de sustancias en las
texto de 1859, y de La expresión de las emo- dilucidar la historia de la evolución animal taba bastante bien a las posibilidades de hojas de plantas carnívoras, o que analiza-
ciones en los animales y en el hombre (Alian- y vegetal, no sabía explicar por qué surgen Darwin en su propiedad de Downe, donde ba sus movimientos y procesos de diges-
za), que debería haber sido parte de El ori- variaciones hereditarias entre organismos pasó los últimos cuarenta años de su vida y tión cuando colocaba pedacitos de carne
gen del hombre (no lo fue para no alargar y cómo se transmiten éstas de generación donde podía realizar él mismo experimen- sobre ellas. O
Habida cuenta de la abundancia de textos Otro admirador de Darwin fue uno de los ras que ensombrecían la condición humana. ral, fe religiosa y evolucionismo (Darwin
dedicados a Darwin, esta característica da a grandes teóricos del anarquismo, Piotr Kro- Contribuyen, asimismo, al conocimiento como el anticristo: el creacionismo en el si-
su libro un notable valor añadido. potkin (1842-1921), aunque él prefería la de Darwin dos distinguidos estudiosos da- glo XXI, titula Eldredge el capítulo que dedi-
El tema de la recepción de la teoría de “ayuda mutua” a la “lucha mutua”, como rwinianos: Niles Eldredge —responsable, ca a esta cuestión) o la evolución después de
Darwin puede, por supuesto, llevar muy le- no podía ser menos en el autor de aquel junto a Stephen Jay Gould, de una variante a Darwin, incluyendo la genética de poblacio-
jos. Tanto a las entrañas del capitalismo nor- hermoso y solidario libro titulado El apoyo la teoría de la evolución darwiniana, la del nes, apartado de especial importancia pues-
teamericano, de la mano de magnates co- mutuo (1902). Bajo el título de La selección equilibrio puntuado— y Michael Ruse, del to que la selección natural es un mecanismo
mo John D. Rockefeller o Andrew Carnegie, natural y el apoyo mutuo, se recuperan aho- que en 1983 la añorada colección Alianza que obra exclusivamente sobre grupos. Se
que encontraban muy satisfactorias las ra siete artículos que Kropotkin publicó en- Universidad publicó La revolución darwinis- trata de textos de una cierta densidad, más
ideas de Darwin (se veían a sí mismos como tre 1910 y 1919 en la entonces influyente ta. El gran atractivo de los Darwin de estos “filosófico” el de Ruse, más “histórico-cientí-
los grandes supervivientes de la lucha so- revista inglesa The Nineteenth Century and autores es que aunque también se mueven fico” el de Eldredge. Está bien, sin embargo,
cial), como a los padres fundadores del co- After. Informados y en modo alguno caren- en el terreno de la reconstrucción histórica tal “densidad”. Es una forma de recordarnos
munismo: en 1862, Marx escribía a Engels tes de interés científico, estos ensayos cons- —sobre todo Eldredge (su, por ejemplo, aná- que la ciencia —incluso una ciencia cuya
(entre cuyos escritos se encuentra uno titu- tituyen un magnífico testimonio de otro lisis de los cuadernos de notas que Darwin temática nos resulta cercana y que es narra-
lado La función desempeñada por el trabajo tiempo político y filosófico, un tiempo en el compuso entre marzo de 1837 y finales de da con tanto acierto como hizo Darwin—
en la transición del simio al hombre) que El que pensadores como Kropotkin veían en la 1839, cuando estaba construyendo los pila- requiere siempre esfuerzo; del científico, por
origen de las especies era un “libro que, en el ciencia un importante aliado en la contien- res de su teoría, es magnífico)—, van más supuesto, pero también del lector que busca
campo de la historia natural, proporciona da política en que se encontraban empe- allá, adentrándose en otros territorios, como mejorar su propia visión del mundo. Al fin y
las bases para nuestros puntos de vista”. ñados: la de la liberación contra las atadu- la dimensión filosófica del darwinismo, mo- al cabo, de eso se trata. J. M. S. R. O
J
ULIO LLAMAZARES ha vivido siempre sin sino que siempre he buscado la música co- ras, la sinrazón y el sinsentido de la vida. vida. Es un espejo, no el telón de fondo de
pueblo; Vegamián, donde nació hace mo parte fundamental de la escritura, en Los escritores no tenemos otro material un escenario; en ese espejo se refleja la
54 años, en León, fue sepultado por la prosa también. Si tengo la historia y no ten- que las palabras para buscar la esencia de vida de las personas. Cuando el paisaje de-
ingeniería, y ahora es agua. O nieve. go la música no escribo”. lo que vivimos”. saparece, y no sólo porque le hayan puesto
Ese acontecimiento marcó la vida del poe- Y en la poesía y en la narrativa subya- La escritura de Llamazares está vincu- encima un embalse, la memoria se duele y
ta, como la vida de aquellos habitantes que cen los mismos símbolos: la soledad, la lada estrechamente a aquel paisaje perdido se resiente, y de ese dolor de la memoria
ya tuvieron que vivir una diáspora extraña. nieve, el paisaje que el hombre proyecta y reencontrado en su memoria, “y los escri- nace la melancolía, y de la melancolía nace
Aquella diáspora ocasionada por la an- sobre la tierra. “Son símbolos de mi bio- tores que más me interesan son precisa- el aliento poético”.
siedad del agua que sepultó su pueblo se
transparenta en toda la literatura de Llama-
zares. La lluvia amarilla es una novela tran-
sida por esa experiencia, que también figu-
ra como membrana de fondo en Escenas de
cine mudo, desde la dedicatoria, “A mi ma-
dre, que ya es nieve”. La vida le llevó a
principios de los ochenta a Madrid, donde
quiso ser abogado y periodista, para deve-
nir después tan sólo (¡tan sólo!) en escritor:
Y la vida le ha llevado siempre a buscar su
origen. En la poesía.
Ahora tiene en La Mata, en las estribacio-
nes leonesas, la casa en la que alimenta el
recuerdo de sus padres, que vivieron por
allí, y ha recorrido su tierra (El río del olvi-
do) como si estuviera arañando el pasado
para hallar la huella de sus pasos.
Ese pasado es el que forma el edificio
poético que se esconde en su prosa. Antes
estuvo la poesía, que no se ha ido nunca.
Pero después de La lentitud de los bueyes
(1979) y Memoria de la nieve (1982) no vol-
vió a publicar poemas como tales. Ahora
regresan, en forma de antología, a la que ha
añadido poemas posteriores. La publica Hi-
perión y la ha titulado Versos y ortigas. Le-
yéndolos se advierte que Llamazares es so-
bre todo un poeta; de hecho, el ritmo de su
escritura en prosa es deudor de esa ambi-
ción de asociar las palabras (y la memoria,
que es su fuente) con el ritmo; la música es
consustancial con su narrativa, y eso le vie-
ne de la poesía.
Aquí se ve. Lo extraño es que siendo un
poeta haya dejado de escribir poesía, o de
publicarla. Él dice en el prólogo de esta Julio Llamazares (Vegamián, León, 1955) publica el libro de poesía Versos y ortigas. Foto: Uly Martín
edición antológica: “Durante años, los que
van de la publicación de mi segundo y últi-
mo libro de poesía en 1982 a hoy, me han grafía: la nieve, los bueyes, las montañas, mente aquellos que están vinculados estre- “El libro ha sido más una idea del editor
preguntado cientos de veces por qué dejé etcétera. Otros tendrían el mar, los caña- chamente a un paisaje, a un territorio. Pa- que mía”, cuenta el poeta. “Yo no era muy
de escribir poesía. Cada vez he dado una verales, el sol, como paisaje de su historia. tria quiere decir, etimológicamente, tierra partidario. Considero que no hay que publi-
respuesta diferente, sin que ninguna Pero la mía es ésta, de esta simbología de los padres, y del mismo modo que todos car cosas que no añadan más a lo que ya
—debo reconocerlo— me convenciera del parte lo que digo, y surge lo mismo en tenemos un idioma materno con el que hay. Dándole vueltas, acepté, y junté los
todo a mí mismo. A día de hoy”, prosigue prosa que en poesía. Ese título, Memoria aprendemos a nombrar el mundo, todos versos que se convirtieron en libros con
Llamazares, “sigo sin tener muy clara la ra- de la nieve, resume muy bien no sólo la tenemos un paisaje en el que aprendimos a aquellos que se quedaron dispersos y perdi-
zón exacta, quizá porque no hay ninguna. poesía sino toda mi obra. Creo, además, ver el mundo. A lo largo de la vida conoce- dos. De ahí la palabra ortigas en el título: las
El misterio de la poesía es igual de inexplica- que es una redundancia: la memoria es mos otros paisajes pero con ninguno te sen- ortigas son las plantas que crecen en el
ble cuando surge que cuando desaparece”. como la nieve, escribes sobre ella, y mien- tirás más identificado como en ese paisaje huerto que el dueño ha abandonado”. O
¿Hay algo más hondo en ese abandono tras escribes se va derritiendo. Es como si materno”.
de la poesía? Dice, ya de viva voz: “En reali- siempre escribiera sobre la nieve, no so- La fidelidad a ese paisaje distingue toda Versos y ortigas. Poesía 1973-2008. Julio Llamaza-
dad no he hecho otra cosa que escribir poe- bre el papel”. la obra de Llamazares. “Es una cuestión res. Hiperión. Madrid, 2009. 128 páginas. 12 euros.
miedo ante el enredo que se convertirá con efecto literario intenso. Sin duda su-
Destellos de ilusión en drama.
Las relaciones imprevistas, los senti-
cede en el último, con algo de misterio
(como algo de misterio quiere llevar tam-
mientos amortiguados o puramente des- bién la peripecia del poeta agasajado en
hauciados por la rutina, las tentaciones clave de parodia sin sangre) pero tam-
Con tal de no morir tal de no morir se han ido de ambas convertidas en caprichos urgentes cons- bién en el que narra amores difusos entre
Vicente Molina Foix órbitas para acercarse a medios sociales truyen un mapa humano contemporá- repartidores, pizzas y mujeres solitarias,
Anagrama. Barcelona, 2009 de la actualidad inmediata y de modestí- neo con voluntad de radiografía de extra- o en el relato breve e incisivo ‘Como en
228 páginas. 17 euros sima humildad, ámbitos morales y sen- rradio y clase media baja, de vidas sin Bagdad’, con brío estilístico propio, o en
timentales casi siempre rebajados, o épica pero con destellos de ilusión (casi el que recala en medios gays, se explaya
amputados, insuficientes. Las carencias siempre frustrada o impotente). La pro- en el humor, se titula ‘El peluquero de
Por Jordi Gracia emotivas o éticas no son nunca efectis- sa ha acudido en muchas páginas a un verdad’ y tiene todo el aire de ser una
tas ni hay malabares baratos detrás de despojamiento quizá excesivo y a ratos recreación de fondo autobiográfico que
RELATOS. LOS ÚLTIMOS LIBROS de Molina los trucos del cuentista. Se anima al lec- parece no perezosa pero sí destensada, lo hace más divertido todavía (y algo
Foix han sido la mejor novela de su larga tor sin apremios para que vaya deján- no hay desaliño ni descuido pero hay insinua la contraportada al llamarlo “re-
trayectoria, El abrecartas, vibrante y do- dose prender por la melancolía o el apo- demasiados tramos sin la personalidad lato confesional”).
lorosa, hecha con el escrúpulo de tratar camiento de biografías comunes, de narrativa del mejor Molina Foix. A ratos da la impresión de que mu-
vidas que eran reales y otras que podían administrativos, policías, mensajeros, Mi impresión es que los cuentos res- chos personajes del libro podrían suscri-
ser reales, mientras que el conjunto de traductores y algún profesor sometido al ponden a una suerte de desafío literario bir lo que dice uno de ellos en el relato
ensayos que reunió en Tintoretto y los síndrome fáustico y hasta algún poeta en el que la vulgaridad de las vidas narra- más corto —“mi vida erótica es tan de-
escritores fue una hermosa suma de va- que no lo es pero no es culpa suya. Domi- das, la tristeza mate de muchas de ellas, sangelada como el resto de mi vida”—
riaciones en manos de otros en torno al na en casi todos la captura sutil en deta- se hace expresa o cristaliza en la misma aunque esa carencia general sea de he-
pintor, también con resultados brillan- lles o banalidades cotidianas de la triste- palidez de estilo, pero sólo en algunos cho la gasolina que ayuda a mover las
tes de forma y fondo. Los relatos de Con za, de la amenaza del abandono o del de los relatos el mecanismo funciona vidas narradas. O
M
E FASCINÓ la cubierta que re- todo no le parecía nunca horrible, pues podemos más que quedarnos pasmados ga desmedida al trabajo, ni por sus fatigas
producía Obligation pour la no sentía que pudiera haber en esa re- mientras nos preguntamos cómo fue po- teóricas. Por el contrario, nunca conside-
roulette de Monte Carlo, un nuncia algo que lamentar. “El anartista”, sible que un anartista que apenas tenía ró el arte como solución de nada, y para
ready-made de Duchamp dice Alan Pauls, “es como el célibe; co- obra y se autoexcluía de los grandes mo- colmo dejó de pintar y se dedicó a buscar
que consistía en un rostro en- la suerte de poder pasar a tra-
jabonado en medio de un bo- vés de las gotas. Y esa suerte
no de casino para la ruleta la encontró. Pasó a través de
monegasca. Entré en la libre- las gotas como el consumado
ría que exponía en su esca- nadador que era, y encima
parate Conversaciones con fue envidiablemente feliz.
Marcel Duchamp, de Pierre Un día, en París, Naum Ga-
Cabanne. Y la contraportada bo le preguntó por qué había
de Anagrama aún me resultó dejado de pintar. “Mais que
más atractiva que la cubierta, voulez-vous?”, respondió Du-
porque empezaba diciendo: champ abriendo los brazos,
“Marcel Duchamp ha sido, se- “je n’ai plus d’idées” (¿qué
gún André Breton, “uno de quiere?, ya no tengo ideas).
los hombres más inteligentes Qué tranquilidad puede lle-
(y para muchos el más moles- gar a dar una respuesta así y
to) de este siglo. También qué sereno debe de quedarse
uno de los más enigmáticos”. quien la da. Si no hay ideas,
Corría el año de 1972 y te- tampoco es cuestión de repe-
nía una cierta idea de lo que tirse. Y sin embargo nuestro
podía ser un hombre inteli- anartista dejó un legado, sin
gente, pero ninguna sobre có- enterarse. O enterándose po-
mo se podía llegar a ser el co, porque le absorbía el aje-
hombre más molesto de todo drez. El enigma, si se quiere,
un siglo, y eso me interesaba sigue ahí. ¿Qué hace que Du-
bárbaramente. Vi muy pronto champ, que no hizo casi na-
que había comprado mi bi- da, siga presente y las estre-
blia personal, pero tardé más llas de Picasso y Dalí y otros
en enterarme de que ya no maestros se estén apagando?
me separaría nunca de aquel La clave podría estar en su iro-
libro. Siempre lo he tenido en nía y su escepticismo y en ha-
la estantería que está a la iz- ber tomado distancias con lo
quierda del escritorio del que que los románticos entendían
no me he movido en los últi- como la religión del arte. “Me
mos cuarenta años. El libro se temo que en arte soy agnósti-
convirtió en mi biblia, pero co”, le dice a Cabanne en un
no porque me fascinara ese momento de este libro de con-
hombre que todo el tiempo versaciones que después de
estaba a punto de dejar de ser releerlo creo que influyó en
un artista, sino por algo más mi obra y no tanto en mi vida,
sencillo e interesante: a sus aunque me ha permitido te-
setenta y nueve años, decía ner la conciencia, si cabe más
que había tenido “una vida clara, de que he podido cono-
absolutamente maravillosa” cer el choque de al menos dos
y parecía proponer un estilo tensiones siempre: la necesi-
ágil de conducta y de relacio- dad de estar y no estar al mis-
nes con el arte y con el mun- mo tiempo. Ser el activo y pe-
do para quien quisiera sacar sado Picasso y producir todo
provecho de su involuntaria el rato, pero también ser el
lección. ¿Los no inteligentes indolente y gran amante del
le consideraban molesto? Se- juego que fue Duchamp, y
ría porque creían que se opo- prodigarme lo menos posible
nía a lo que estaban hacien- y en realidad no hacer nada y
do, pero en realidad no hacía practicar el arte de saber res-
tal cosa, simplemente ellos pirar y de caminar por la
no se daban cuenta de que se Quinta Avenida. Hablar mu-
podía hacer algo distinto a lo cho, como mi padre, y a la vez
que se hacía en aquel mo- conocer las sabias pautas del
mento. silencio, como mi madre. Dos
—¿Leía lo que se escribía posibilidades de las que ya ha-
sobre usted? bló Kafka: hacerse infinita-
—Claro. Pero lo he olvida- mente pequeño o serlo. Y en
do. realidad suscribir aquello que
Conversaciones con Marcel decía el propio Duchamp:
Duchamp estaba cargado de “Siempre me he forzado a la
respuestas que parecían fun- Marcel Duchamp (Blainville, 1887-Neuilly, 1968), en una imagen de 1966. Foto: Arnold Newman / Getty Images contradicción, para evitar
cionar a modo de pistas para conformarme con mi propio
moverse por la vida de una gusto”. Que viene a ser pareci-
forma que uno pudiera llegar a una edad vimientos artísticos de su juventud aca- do a lo de Walt Whitman: “¿Me contradi-
ya muy respetable pudiendo proclamar bara convirtiéndose en el artista más in- go? Muy bien, me contradigo”. En esa
que todo había resultado absolutamente fluyente de los últimos cien años. Un frase el poeta norteamericano habría en-
maravilloso. Recuerdo todavía las prime- La inminencia de tener misterio. Una felicidad. Existe sin duda contrado una manera como otra de to-
ras frases de Duchamp, porque me deja- la posibilidad de que todo fuera el pro- mar posiciones ante la vida y una forma
ron plenamente conectado al libro: “Espe-
que abandonarlo todo no ducto de un sinfín de equívocos provoca- de tener, como mínimo, dos versiones de
ro que haya un día en que se pueda vivir le parecía nunca horrible, dos por el escándalo americano de 1913 un mismo tema: él mismo. Por eso a ve-
ces juego con el gato de Schrödinger, que
sin tener la obligación de trabajar. Gra- de Desnudo bajando una escalera, y que
cias a mi suerte he podido pasar a través pues no sentía que pudiera gracias a este equívoco y a este cuadro encarna la paradoja cuántica de estar vi-
de las gotas. En un cierto momento com- se haya proyectado sobre su vida y sobre vo y muerto a la vez. En otras palabras,
prendí que no debía cargarse a la vida haber en esa renuncia su obra una veneración que el propio juego a no ser Duchamp y serlo. Después
con demasiado peso, con demasiadas co- Duchamp sólo entendía si recurría a la de todo, Shakespeare me importa un rába-
sas por hacer, con aquello a lo que se
algo que lamentar ironía: “He tenido más suerte al final de no, no soy su nieto. Y que tengan ahora
llama una mujer, niños, una casa en el mi vida que al principio”. ustedes muy buenas noches y una vida
campo, un coche, etcétera. Y lo compren- En realidad, frente a los groseros es- absolutamente maravillosa. Yo no la he
dí felizmente muy pronto”. fuerzos de Dalí por ser visto, frente al tenido. Pero la tengo. O
Después de volver ayer al libro, me mo el artista del hambre de Kafka: la trabajo metódico y obsesivo de Picasso,
dije que con razón Duchamp se atrevió a privación no es un accidente, no inte- frente a los antojos teóricos de Metzinger, Conversaciones con Marcel Duchamp. Pierre Ca-
hablar de una vida maravillosa. Artista rrumpe ni corta nada: es el corazón mis- Duchamp siempre fue un artista que no banne. Traducción de Jordi Marfà. Anagrama.
no, decía de sí mismo: anartista. Y la mo del programa”. Los espectadores de se caracterizó precisamente por su volun-
inminencia de tener que abandonarlo la vida y del programa de Duchamp no tad de llamar la atención, ni por su entre- www.enriquevilamatas.com
Miradas
cruzadas
Escritura y pintura tienen un idéntico afán inno-
vador. Las reflexiones de Antonio Saura y de An-
drés Sánchez Robayna sobre el arte que trascien-
de las modas y las expresiones de la modernidad
ilustran su estrecha relación. Por Juan Goytisolo
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LAS MIRADAS cruzadas de un pintor a ta la “de cantar y gritar con más espontáneo
la poética de la modernidad y de un y libre lenguaje”. La constelación de creado-
poeta a la pintura que trasciende a res que fecundaron la obra de Saura no sólo
las modas y vaivenes de la cotiza- se compone de Velázquez y Goya, sino tam-
ción comercial resultan singularmente escla- bién del autor de Canto espiritual.
recedoras en los dos campos artísticos. Una Fijeza, Crónicas y otros textos del pintor
relectura atenta de la vasta obra crítica de son asimismo un referente indispensable a la
Antonio Saura y del recién publicado volu- comprensión del arte de nuestros días en el
men de ensayos de Andrés Sánchez Robay- que pintura y literatura andan a menudo de
na, Deseo, imagen, lugar de la palabra, ilus- la mano, como muestran la poesía de Alberti,
tran dicha convergencia fecunda. de José-Miguel Ullán o de Sánchez Robayna,
Las reflexiones de Saura, tanto sobre la y la admirable trama novelesca urdida por
pintura como sobre la poética y la narrativa, Max Aub en Josep Torres Campalans.
traslucen una perspectiva cuya agudeza y hon- La biografía del supuesto pintor catalán,
dura no abundan en nuestras tierras. Pocos residente durante años en París, asiduo del
artistas han analizado mejor que él las contra- círculo de artistas reunido en torno a Picas-
dicciones de un mundo —el nuestro— en el so y exiliado definitivamente en México, en
que una serie de factores ajenos a la obra de donde habría fallecido en semivoluntario
arte prevalecen sobre la dinámica interna del anonimato, es, en efecto, en palabras de Sau-
creador y le fuerzan a doblegarse a las exigen- ra, “la cúspide de la literatura del testimonio
cias o caprichos de una sociedad en la que el fabulatorio”. En su busca de una verosimili-
afán de estar al día, la publicidad y las modas tud que sabemos ficticia —como lo es, por
efímeras imponen cambios miméticos, y en lo demás, la de todas las novelas realistas—,
la que los focos de la actualidad pasajera mar- Max Aub acude a los recuerdos de conoci-
ginan las expresiones de la modernidad que dos pintores, críticos de arte y amigos del
persevera y circula a lo largo del tiempo. difunto Josep Torres Campalans, reproduce
Los criterios de rentabilidad y consiguien- sus conversaciones con él y espiga máximas
te sujeción a los gustos de una clientela con- suyas, escritas u oídas de viva voz, en las que
figurada por los modelos promocionados condensa su visión del arte (“pintar como se
en los medios de comunicación, aísla cada piensa, sin darse cuenta”; “coger el lienzo
vez más al creador que no se somete a ellos. por sorpresa”, etcétera). Pocos autores han
Si a esto añadimos “el simplificador y doma- expresado mejor que el presunto biógrafo la
do didactismo de la crítica”, entenderemos amargura de la derrota, el exilio y olvido de
mejor la distinción establecida por Saura en- tantos escritores y artistas que defendieron
tre lo que llama “el hipo de la moda” y la con sus ideas y su labor creativa la causa de merecerían un capítulo aparte si el formato en el resto de Europa. También el incentivo
“moderna intensidad”, distinción paralela a la República. De “aquello que no pudo ser”, de estas páginas no lo vedara: “Novela filosó- homenaje a Gaudí, a esa síntesis genial de
la que tracé en la pasada década entre el y de la conciencia de que si el “ayer se fue, fica en donde la realidad desaparece para dar medievalismo y de modernidad que le permi-
texto literario y el producto editorial. mañana no ha llegado” (la anacrónica cita paso a una gigantesca parábola moral”, son te sintetizar, como Picasso y Godard en sus
En Escritura como pintura, Saura muestra otro ejemplo claro de la fecunda interacción respectivos campos, toda la historia de las
la estrecha relación entre ambas, desde su entre el pincel y la pluma. La obra de Gra- formas artísticas, revela su amplitud de mi-
génesis en el pintor, el narrador y el poeta cián, observa con melancolía, es más conoci- ras, su auténtica cosmovisión:
hasta su percepción aleatoria por el gremio da y reeditada en Francia que en España (El “Los mosaicos del parque Güell en Barce-
crítico y el conjunto de la sociedad. El solita- Las obras destinadas a Criticón, según me consta, fue uno de los lona constituyen no solamente un hermoso
rio abrecaminos, nos dice, debe renunciar al libros de cabecera de Guy Debord) y son des- homenaje al arte islámico, sino también, en
narcisismo y a la patética necesidad de reco-
perdurar “vienen de lejos dichadamente escasos los autores contempo- su ruptura contenedora de otro sentido dife-
nocimiento (y ello vale tanto para el pintor para iluminar el presente, ráneos que han tenido la curiosidad de leerla rente de lo sagrado, el collage más bello que
la historia ha producido, ejemplar, además,
como para el escritor). Entroncando, no sé si (yo mismo lo hice de forma tardía, pese a mi
a sabiendas, con Bajtin, añade: las obras des- o caminan desde el amistad juvenil con el fundador de la Interna- en la historia del arte contemporáneo”.
tinadas a perdurar “vienen de lejos para ilu- cional Situacionista). No es de extrañar que
presente para fructificar en
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minar el presente, o caminan desde el presen- la excepción más notable de este lamentable DESEO, IMAGEN, lugar de la palabra, el
te para fructificar en el pasado”. Toda crea- descuido sea obra de un poeta de raíces tan reciente conjunto de ensayos de An-
ción, insiste, es una aventura que no se sabe
el pasado”, escribe Saura hondas y diversas como José Ángel Valente. drés Sánchez Robayna sobre el que
adónde conduce (en caso contrario, comen- Rozaré para concluir las agudas observa- el periodismo literario hoy en boga
taba burlonamente Genet, no sería una obra ciones de Saura en torno a la unidad del arte pasó de puntillas, comprende no sólo un aná-
de arte sino un trayecto en autobús), y la islámico “en cuanto producto de su propia lisis riguroso del ars longa, vita brevis de la
modernidad no supone el rechazo de la me- de Quevedo figura como epígrafe en Señas unidad teológica” (una unidad que no exclu- poética inmune al estéril reductivismo de la
moria del pasado, “sino su asentamiento en de identidad). Como dice Saura, después de ye la diversidad de matices creada por los cronología sino también un enjundioso análi-
la vastedad del museo imaginario”. La expe- subrayar la originalidad de Max Aub en sustratos sociales e históricos en los que se sis de aquella pintura que ignora o desmiente
riencia literaria y la pictórica responden así, a cuanto investigador que indaga sobre el pro- asienta). En una treintena de líneas de una los cuadros sinópticos producto de la inercia
fin de cuentas, a un idéntico afán innovador. ceso mismo de la investigación: modesta nota a pie de página condensa lo heredada del pasado y de la indolencia críti-
Pero es sobre todo en su discurso en la “El autor, barajando una multiplicidad que suele explayarse en farragosos volúme- ca. Los homenajes a Tàpies, Chillida y Broto
Universidad de Castilla-La Mancha en don- de informaciones, ejerce en su obra, tal co- nes de sesudos profesionales: las críticas habi- son unos de los estudios más hondos y suge-
de la aspiración a la moderna intensidad del mo sucede en las pinturas cubistas, y espe- tuales a aquél, especialmente las que se refie- rentes de la labor de tres pintores que repre-
artista que fue y sigue siendo el paisano de cialmente en los papiers collés —en los cua- ren “a nociones de monotonía, decorativis- sentan cabalmente a mis ojos la modernidad
Goya y Buñuel, busca y halla su hontanar, les el destello no puede ser logrado más que mo y repetición”, señala, “carecen de sentido recuperada tras el desastre de la Guerra Civil
como José Ángel Valente, en el poeta espa- a través de la yuxtaposición de materiales al considerar como negativo precisamente y de la asfixiante dictadura que le sucedió. Su
ñol que más querido me es: me refiero, claro hallados—, un desdoblamiento facetario de aquello que constituye su sistema estético”. resistencia creadora a las pautas establecidas
está, a San Juan de la Cruz. En el párrafo que la realidad para acabar por ofrecernos una De una enjundiosa concisión es asimismo el por el arte oficial abrió en efecto una brecha a
cierra su discurso —‘Hablando con Juan’— realidad discontinua, tan real y coherente párrafo dedicado al mudejarismo de España través de la cual el mundo artístico español
enumera las cinco condiciones o virtudes, como puede ser la vida misma”. e Hispanoamérica, en la medida en que pudo sobrevivir a la magnitud de la catástro-
del pintor solitario: desde “la de volar en lo Los comentarios de Saura a El Criticón, apunta al hecho diferencial que lo distingue, fe. Como dice Sánchez Robayna en las pági-
más alto, en las más audaces aventuras” has- cuyo texto ilustró con luminosa intelección, como el barroco, del arte que se desenvuelve nas que consagra al primero de ellos:
H
AY UNA COLA descomunal a las
puertas del Goya barcelonés,
el vestíbulo está desbordado, y
la taquilla sigue abierta duran-
te la función para atender a todos aque-
llos que se han quedado sin entrada para Ethan Hawke, en Cuento de invierno. Joan Marcus
ver a Concha Velasco en La vida por de-
lante, la adaptación teatral de La vie de-
vant soi, de Émile Ajar, el seudónimo con
Chéjov y
el que Romain Gary vaciló a toda la crítica
francesa. El espectáculo nace con voca-
Shakespeare bajo
ción de traje a la medida para la actriz: a
raíz del exitazo de Myriam Boyer en el
la mirada de Sam
Théâtre Marigny, los empresarios de Fo-
cus le pidieron a José María Pou, respon-
Mendes
sable artístico del Goya, que dirigiera la
puesta. El plano inicial y la secuencia pre-
créditos, por así decirlo, definen muy
bien sus dos vectores: la sombra de Mada- Por Miguel Ángel Villena
me Rosa, la vieja prostituta, se recorta
(estelar, puro Broadway) en el quicio de SAM MENDES (Reading, Reino Unido,
su buhardilla, más alta que la de Descal- 1965) ha demostrado que se puede triun-
zos por el parque, mientras suena la voz far, a la vez, en el teatro y en el cine, a
de la Piaf cantando Hymne a l’amour, has- pesar de las diferencias entre estas dos
ta que la luz súbitamente neorrealista manifestaciones artísticas. Ahora bien,
revela los cabellos blancos, el cuerpo en- para lograr esos éxitos hace falta ser un
corvado, la ropa de saldo. Se arranca el niño prodigio como este nieto de un es-
abrigo, cae en el sillón, se despatarra, se critor de Trinidad e hijo de un padre de
queja, se sube las medias caídas, se rasca origen portugués y de una madre judía e
los tobillos: un “cambio de imagen” en la inglesa. Cuando a los 25 años comenzó a
línea del que efectuó interpretando a La dirigir montajes para la afamadísima Ro-
de Bringas en Tormento, de Pedro Olea. yal Shakespeare Company estaba claro
Aparece Momo (Rubén de Eguia), el mu- que la carrera de Mendes prometía lle-
chacho árabe que Madame Rosa recogió gar lejos. Quizá pocos imaginaron que
diez años atrás, pero la convención pide obtendría cinco oscars por su película
que tenga el acento de un argelino recién American beauty (1999), una ácida y de-
llegado, y la adaptación de Xavier Jalliard vastadora crónica de la sociedad estado-
marca que hablen como si acabaran de unidense, pero su talento estaba fuera
conocerse para pasarle datos al respeta- de toda duda desde joven. De cualquier
ble. Durante un buen rato me cuesta ho- modo, Sam Mendes representa ese fruc-
rrores entrar en la propuesta. Conviene tífero mestizaje entre la tradición británi-
dejar a un lado, por supuesto, el poderoso ca del teatro y la espectacularidad cine-
recuerdo de Simone Signoret en la pelícu- matográfica de Hollywood, y el director
la de Moshe Mizrahi porque la Madame ha sabido compaginar ambas facetas, in-
Rose de Concha Velasco es, obviamente, cluso en su vida privada: comparte su
otra cosa: tiene otro ritmo, otro tono y vida con la actriz Kate Winslet, entre
otra temperatura escénica, con grandes Nueva York e Inglaterra.
desajustes y grandes aciertos. Los desajus- Este Sam Mendes, que ha repetido
tes se concentran en la primera parte, sus éxitos cinematográficos en películas
marcados por un exceso de composición. como Jarhead (2005) o Revolutionary
Demasiado yiddishe mamma, demasiado Concha Velasco, en el montaje La vida por delante, dirigido por José María Pou. Foto: David Ruano road (2008), centrará la cartelera teatral
asaineteada, demasiado desbordante: lo madrileña a partir de hoy con la direc-
que en jerga teatral se llama “vender el ción de dos montajes clásicos en el Tea-
personaje”. La Velasco comunica a cho- personaje de Youssef en su breve pero tro Español: El jardín de los cerezos, de
rros, eso es evidente, siempre lo ha sido. importante intervención: convendría, eso Antón Chéjov (del 18 al 22 de abril), y
Rebosa y expande vida por partida doble: Pou ha debido combinar sí, que no lo hiciera tan gritado. El vetera- Cuento de invierno, de William Sha-
la vida “por delante” a la que alude el nísimo Carles Canut está impecable co- kespeare (del 25 al 29 de abril), en un
título y, para decirlo a la manera de Fer-
un planteamiento mo el bondadoso doctor Katz, aunque su estreno europeo. Estos espectáculos se
nán-Gómez, la “vida alrededor”, como un intimista, muy cuidado, papel no rebase el perfil de respuesta ju- enmarcan en el llamado bridge project
halo, de su personalidad artística y huma- día a Edmund Gwenn. Rubén de Eguia, (proyecto puente) que Mendes patroci-
na, hecha de sabiduría escénica y de una con embestidas nuevo en esta plaza (le vimos fugazmente na junto con el actor Kevin Spacey, uno
arrolladora simpatía, lo que explica (y dis- en El burdel, de Lluïsa Cunillé), roza aquí de sus amigos más cercanos. Hasta tal
culpa) que se salga de su rol y lo rompa “temperamentales” la categoría de revelación. Le sobran, en punto la iniciativa tiene un carácter
por las costuras. Cuestión de tempera- la primera parte, cucamonas y sonrisitas transatlántico que reúne a intérpretes de
mento, en definitiva: no se le puede pedir angélicas (no hace falta fingir el encanto primera división de las dos orillas, como
a Ethel Merman, pongamos, que interpre- cuando se tiene a espuertas), pero aguan- Ethan Hawke, Simon Russell, Rebecca
te como Maureen Stapleton. En esa dis- no y esquizoide de Momo. Ahí tiene la ta con bemoles el envite de una dama de Hall y Sinéad Cusack, entre otros. Las
yuntiva parece moverse la dirección de Velasco auténtica carne que morder y la órdago, desvela muy bien las sucesivas coproducciones que se podrán ver en
Pou, que ha de combinar un planteamien- muerde a bocados, jugando a fondo con capas y entreveros de Momo y está estu- Madrid y que se convertirán en el cara-
to intimista, muy cuidado (a los más vete- el peligro de la visita y sirviendo una res- pendo en el tercio final, cuando asoma su melo del final de la temporada teatral
ranos les recordará los climas poéticos, puesta picaresca que hace pensar en un lado de poeta adolescente, apasionado y responden a la colaboración entre la nor-
las atmósferas de José Luis Alonso) con relato breve de Bashevis Singer. La segun- casi maldito. En el último descenso al só- teamericana Brooklyn Music Academy y
embestidas “temperamentales” (la aluci- da parte (es un modo de hablar, porque tano confluyen los dos ríos principales el londinense Old Vic Theatre.
nación de la razzia nazi) que requerirían no hay intermedio) está marcada, al fin, del texto: el afluente remansado, tierno y Teatro de siempre visto por ojos de
una intensidad más contenida. A veces por el afianzamiento de su hermoso asun- soñador, a lo Ruiz Iriarte, y el agua oscu- hoy, autores clásicos en puestas en esce-
tampoco ayuda el texto: de poco sirve mi- to central: la historia de amor, a un paso ra, subterránea y tumultuosa que comien- na contemporáneas, el desafío de Sam
mar, con escenografía y luz (doble bravo de Harold y Maude, entre Momo y Ma- za a crecer tras la llegada de Youssef, anu- Mendes de representar a Chéjov y Shakes-
para Llorenç Corbella y Pep Gámiz), la dame Rosa, ella despeñándose hacia el dando el vínculo de la pareja con una peare arranca de su pasión por la escena
escena del sótano si el diálogo sobre ju- trastorno mental y la muerte, él hacia la hondura creciente y conmovedora. Así, la desde sus tiempos de estudiante en la
daísmo e islamismo se reduce a cuatro decisión más bestia de su vida. Concha escena final, que comienza, curiosamen- elitista Universidad de Cambridge. Si se
bienintencionados lugares comunes. En Velasco cambia aquí de registro y prescin- te, como la fuga onírica de El landó de seis atrevió un Mendes veinteañero a dirigir
otras ocasiones, la sentimentalidad esco- de de maquillaje, en sentido literal y meta- caballos, concluye con Momo y Madame El jardín de los cerezos, con mayor motivo
ra hacia una poesía ternurista cercana a fórico: a cara descubierta, su interpreta- Rosa transmutados en inesperados sosias debe inspirarle esta obra universal cuan-
Víctor Ruiz Iriarte: la doble excursión do- ción se sosiega y el tono es más emotivo, de Peer Gynt y la vieja Aase. El público do se encuentra en la cumbre de su carre-
minical de los protagonistas, que Pou pa- sabiamente pautado por violines klezmer aplaude, puesto en pie. Con todos sus ra. No cabe duda, pues, de que el director
rece subrayar con un guiño indumentario y canciones (J’attendrai, Que reste-t-il de peros, La vida por delante va a ser, está británico se cuenta entre aquellos que
(gentileza de María Araujo) a La mucha- nos amours?) que condensan y pintan el siendo, un éxito de campeonato. O vuelven, una y otra vez, al teatro en busca
cha del sombrerito rosa. El mayor proble- color de la acción. Conviene señalar que, de la inspiración que les permita crear. Al
ma es que la función padece una alarman- a diferencia de otros vehículos similares, La vida por delante, de Romain Gary (Émile Ajar). hilo de esa actitud, su inteligencia radica
te falta de conflicto y no despega hasta la Pou ha formado un reparto en el que los Adaptación de Xavier Jalliard. Traducción de Jo- en no acomodarse en las bambalinas de
mitad, con la violenta irrupción de Yous- actores no se limitan a arropar a la estre- sep Maria Vidal. Dirección: José María Pou. Tea- la fama y arriesgar en un escenario, a
sef (José Luis Fernández), el padre asesi- lla. José Luis Fernández inyecta energía al tro Goya. Barcelona. www.teatregoya.cat/ escasos metros del público. O
R. Desgraciadamente para el país, y afor- que cada vez el deleite es mayor, porque unas lacras que se arrastran desde hace
Por Ángel S. Harguindey tunadamente para mi oficio, parece que sospecho que Vallen-Inclán es una enferme- años, el descontrol de las nuevas ofertas
nuestros compatriotas se empeñan en pro- dad. Y además, contagiosa. Se infectan los audiovisuales, la puerilización de la oferta
D
EBUTÓ COMO DIRECTOR de largo- ducir argumentos. No titulares de prensa, actores, los guionistas… A ver si los especta- comercial… y al mismo tiempo, la apasio-
metrajes en 1973 con El love fe- sino argumentos completos. Lo de Fabra, dores se animan a gozar de este virus. nante universalización de los canales, la apa-
roz, una comedia que anhelaba por ejemplo, nos suministra de propina un P. Habla usted de que se infectan de Va- rición de unos fanáticos compradores de
consolidar una alternativa al cine yerno agalanado que trabaja para una dama lle-Inclán los actores, los guionistas… ¿Ha películas para su colocación junto a los li-
más ramplón y al más espeso. Cinco años de carácter. Papeles para la Sardá, para Gabi- sido muy complicado trabajar con un re- bros… Los del cine deberíamos juntarnos
después conseguía el Oso de Oro del Festi- no Diego… Por no hablar de la jerarquía parto tan amplio como el que figura en los con los funcionarios para organizar un poco
val de Berlín con Las truchas. Desde enton- eclesiástica, con Paco Clavel de estrella. créditos?, ¿podría hablar de la calidad de este laberinto. A nosotros (a los de esta pelí-
ces a hoy ha realizado 20 películas, ha P. En un terreno más prosaico, ¿tuvo los actores, incluso de esa recuperación, cula, me refiero) nos han apoyado, en la
intervenido como guionista en una doce-
na e incluso ha producido tres largometra-
jes. El próximo día 23, José Luis García
Sánchez (Salamanca, 1941) estrena Esper-
pentos, la adaptación al cine de Martes de
carnaval, la trilogía de Valle-Inclán forma-
da por Las galas del difunto (1926), Los
cuernos de don Friolera (1921) y La hija del
capitán (1927), de la que también realizó
tres mediometrajes para TVE, y en la que
contó con la colaboración de Rafael Azco-
na en los guiones y con Juan Diego y Juan
Luis Galiardo en los papeles protagonistas
de un muy amplio reparto.
PREGUNTA. Sorprende que a estas altu-
ras se adapte a un clásico como Valle-In-
clán. ¿Qué razones puede alegar para el
empeño?
RESPUESTA. Detrás de esta película hay
dos escritores geniales. Uno, Valle-Inclán,
inventor del esperpento literario. Otro, Azco-
na, inventor del esperpento cinematográfi-
co. Ambos, fieles al realismo español que
camina siempre entre el hambre y el peca-
do. O sea, entre la pobreza, la picaresca, el
sainete, y el sentimentalismo enfermo, el
melodrama. Valle fue un escritor que empe-
zó escribiendo a la manera francesa y acabó
inventando la literatura iberoamericana. Ra-
fael empezó de poeta provinciano en papel
y acabó de poeta universal en imágenes.
P. ¿Nada que ver con el cine?
R. Por pudor, me va a permitir que diga
que una de las deudas más sangrientas de
nuestro cine es la que ha ido contrayendo, El cineasta José Luis García Sánchez (a la izquierda) en el rodaje de Esperpentos.
a lo largo de casi cien años, con nuestra
mejor cultura. Empezando por la lengua
(las lenguas), siguiendo por las artes plásti- muchas dificultades para poner en pie la aquí como intérpretes, de dos directores medida de sus posibilidades, casi todos los
cas, para desembocar en el propio cinema. adaptación? como Jesús Franco y Julio Diamante?, ¿qui- profesionales de casi todos los canales.
Creo que estamos maduros para hacer una R. Esperpentos es el final de una aventura so ser un homenaje a un determinado tipo P. Es evidente que las salas de cine no
nueva versión de Bienvenido Mr. Marshall profesional de siete años de trabajo. Aunque de cine español? viven su mejor momento. En la Gran Vía
o Balarrasa. parezca mentira, en España es casi imposi- R. No sé qué se sentirá concelebrando madrileña apenas quedan locales cuando
P. En la adaptación de Martes de carna- ble hacer la adaptación de un clásico. El una misa solemne, de pontifical, cantada… antes era, probablemente, lo que más y me-
val hay un decidido afán de contextualizar- mercado está viciado: el público culto va O lidiando una corrida goyesca. Pero supon- jor la caracterizaba. Al mismo tiempo, pare-
la, situarla en su tiempo y circunstancias. poco a las salas y menos al share. Pero ha go que debe ser algo parecido a lo que he- ce que se vive una edad de oro del teatro
R. La película contiene soterrado un wes- merecido la pena correr la aventura con mos vivido haciendo Esperpentos: una con- musical, del que sé que usted es un decidi-
tern de nuestra cultura: el duelo estético a unos actores locos (y geniales también, que celebración. La sensación de formar parte do partidario, sobre todo de la zarzuela.
pistola entre Miguel Primo de Rivera y Ra- ésa es otra) y un productor pródigo. Cierta- de una casta, o de una secta, o de una mafia. ¿Qué opina sobre todo esto?
món del Valle-Inclán. Un enfrentamiento mente, hemos tenido muchos cómplices: ca- Todas las películas tienen, esquematizando, R. Me alegra mucho esa pregunta por-
entre el orden y el desorden. El uno escri- si todos están en los títulos de crédito de la dos tipos de trabajadores: los que dependen que tengo respuesta, aunque no muy breve.
biendo y el otro prohibiendo. Los herederos película. Esperamos tener otros muchos en de la electricidad (fotógrafos, contables, con- No sé si su memoria alcanza a un tiempo en
del primero tuvieron silenciado al otro du- los espectadores que vayan a vernos. ductores, carpinteros, gentes que andan el que la música pública apenas existía. Algu-
rante cuarenta años… Los herederos del se- para arriba y para abajo con emisoras, seca- na sala de conciertos, de programación men-
gundo, consanguíneos o literarios, tratamos dores de pelo y ordenadores) y los que sual, algunos quioscos municipales en el
ahora de reivindicarlo. A ver quién gana. dependen del espíritu (o sea, los artistas, buen tiempo, una ventana detrás de la que
P. Hay una presencia constante del Ejér- arrastrando sus vanidades y fantasías incan- había señoritas enfermas tocando el piano,
cito, algo que debió obsesionar a Valle-In- “La película contiene descentes y demandando constante cariño). un repartidor ambulante de ultramarinos
clán. En casi todos los rodajes mandan los prime- que silbaba un pasodoble… Y la radio. Un
R. El Ejército español, del que habla la
soterrado el duelo ros. En nuestro caso los dueños eran los día se mecanizaron las gramolas, y ahí tie-
película, está, afortunadamente, en los mu- estético a pistola entre artistas. Muchos y muy raros, pero dotados
de una furia arcangélica. Por ejemplo, nues-
nes los estadios llenos para oír en directo las
canciones que nacieron en los tocadiscos.
seos. Eso y la presencia de la mujer en la
vida pública española son los dos aconteci- Miguel Primo de Rivera y tros predecesores Julio Diamante y Jesús Así, el cine era poco más que la Gran Vía y
mientos que han dado la vuelta a nuestra Franco, directores de más de 200 películas, las salas parroquiales. Hoy el cine está en
convivencia. Con las unas (las chicas) y sin Ramón del Valle-Inclán” transmutados en dos tipejos de la cultura todas partes, se ha hecho atmósfera, como
los otros (los militares) es inconcebible una noventayochesca, iban señalado un camino la música. Es posible que en breve haya que
guerra entre españoles. Pero aquellos fanto- que, efectivamente, era el homenaje a un abrir nuevas salas para aclamar el último
ches de uniforme, aquellos “martes” de car- determinado tipo de cine español: ese que éxito de ventas en los magnetoscopios. Pe-
naval es cierto que dan risa y dan pena al P. Usted había adaptado ya al cine, y en nunca se ha podido hacer del todo… En ro, por encima de todo, la gente tendrá que
mismo tiempo. O sea, el sainete más el melo- dos ocasiones, a Valle: Tirano Banderas y definitiva, Valle-Inclán, un virus. volver a las salas con espectáculos musica-
drama. El esperpento. Divinas palabras. Ahora lo hace en tres P. Habla de las dificultades que encon- les. Y en pareja, para recobrar la acometida
P. Sin embargo, no todo parece estar en películas para televisión y un largometraje. tró para adaptar a un clásico, aunque sospe- de los espermatozoides y por tanto los índi-
los museos. Personajes como Carlos Fabra ¿Qué diferencias hay entre las otras adapta- cho que hay similares dificultades para rea- ces de natalidad. O
o actitudes como la de la jerarquía eclesiás- ciones y ésta?, ¿influye el medio al que va lizar una película, adaptación o no. ¿Cuáles
tica nos remiten a la presencia del caciquis- destinada?, ¿es usted más comprensivo o cree que son las razones de dichas dificulta- Esperpentos. Adaptación de Martes de carnaval, de
mo y la oposición a cualquier atisbo de conocedor de Valle ahora que antes? des para realizar cine en España? Ramón M. del Valle-Inclán. Director: José Luis Gar-
avance científico o social. Sospecho que Va- R. Las películas corresponden, como es R. Estamos en un momento muy confu- cía Sánchez. Intérpretes: Juan Diego y Juan Luis
lle seguiría teniendo material para un rue- natural en un producto industrial, a las dife- so. Los cometidos de la televisión pública, la Galiardo, entre otros. Se proyecta en el Festival de
do ibérico actual… rentes crisis del cine y la tele. Lo bueno es protección del mercado para sanearlo de Málaga el día 20 y se estrena en las salas el 23.
Reediciones de la belleza
Las impagables resurrecciones de Morrison, Reed, Cohen, Evans, Davis… suponen un gozoso retorno de la gran música
A
FIRMABA UN POETA que sólo de lo males los dos discos dobles más imprescin- le ha salido de los genitales, ha vuelto a forma de vida y de muerte, ha vuelto a can-
perdido canta el hombre, sólo de dibles que he escuchado nunca (junto al interpretar Astral weeks. Grabándolo en di- tar Berlin. Y el largamente ausente Leonard
su ausencia. Esa certidumbre es Blonde on blonde de Dylan) como son I recto (Live at the Hollywood bowl), acompa- Cohen, el para mí incomprensible budista,
maximalista pero también es muy can’t stop loving you y A night in San Fran- ñado de algunos de los ilustres músicos el más elegante, el más seductor, el más
elevado su porcentaje de exactitud. Perso- cisco, o esos tres iconos más allá del bien y que le secundaban en el momento de su profundo, el más cínico, el más poeta, el
nalmente, el arte que más me emociona del mal titulados Astral weeks, Moondance creación. Y es maravilloso que Van Morri- que sólo necesita el susurro para enamorar,
pertenece al pasado, ha marcado épocas y Veedon fleece, obras maestras que nos lle- son nos vuelva a hablar con incomparable vuelve a contarnos en Live in London que
convulsas de mi existencia, ha servido de varíamos a una isla desierta todos los Robin- sentimiento y magnetismo de la evocadora hay que bailar hasta el final del amor, que
consuelo y de oasis, mantiene íntegro su sólo podrán salvarse los hombres que se
poder de hipnosis y de belleza a través del estaban hundiendo, que primero tomare-
tiempo. Me ocurre particularmente con la mos Manhattan y después Berlín.
música. Tuve la suerte de vivir en los sesen- Más celebraciones. Ésta, a lo grande.
ta y en los setenta sus inmarchitables déca- Evocando el cincuentenario del inmejora-
das de oro, poblada por clásicos que te van ble Kind of blue, nos ofrecen a los incura-
a acompañar toda la vida. Esa convicción bles adictos un pack que incluye el mágico
puede pecar de conservadora, pero es real. sonido del vinilo, el metalizado y vulgar del
Llevo montones de años sin ansia de nove- compact y otro con las grabaciones que se
dades, decepcionado la mayoría de las ve- desecharon incluida una versión de 18 mi-
ces cuando me obligo a escuchar a músicos nutos de So what, un libro espléndido so-
del aquí y ahora con referencias y etiqueta bre la gestación de aquel milagro y un DVD
de presunta genialidad. Y me quedo como en el que los que saben de lo que hablan
un témpano, incapaz pero en absoluto describen con fascinación su descubrimien-
preocupado por no pillar las esencias de to de esa cumbre del estilo, de la sensuali-
esos músicos que alborotan el corazón de dad, de la inspiración, de ese estado de
tanta gente joven. gracia en el que todo es armonía, ritmo,
Todos los que me siguen regalando éxta- atmósfera, sabiduría y perfección. Qué di-
sis, haciéndome feliz o actuando como cha escuchar el misterioso y hermosísimo
insuperable complemento para lamerme piano de Bill Evans y el inimitable sonido
las heridas superan los sesenta años o están del saxo de Coltrane, poniéndose a las orde-
muertos. Sólo siento entusiasmo y los mara- nes de Miles Davis, el fulano que declaraba
villosos nervios de la espera cuando tengo con legítima arrogancia haber revoluciona-
noticias de que los amados dinosaurios van do varias veces la historia de la música,
a sacar nuevo disco o anuncian una gira. Y para crear un disco que se oirá con idéntico
esa fidelidad será eterna aunque frecuente- placer dentro de mil años.
mente eches pestes del desgaste o la como- Pienso en el gozoso retorno de la gran
didad que exhiben tus juglares ancestrales. música al tropezarme en Amsterdam con
Nunca imaginé que la voz de Van Morrison una imagen y una placa en la fachada de un
serviría algún día para ambientar el hilo Miles Davis. Antibes 1969, fotografía de Giuseppe Pino. Colección Peggy Guggenheim de Venecia hotel. Le rinde tributo a un huésped perma-
musical de los ascensores y de los hoteles. Y nente que se llamaba Chet Baker. Imagino
hace mucho tiempo que en sus conciertos que fue aquí donde ese yonqui desdentado
ya no escuchamos el rugido del machacado sones urbanos que sabemos que nunca avenida del Ciprés y del desolado travesti y abismal decidió saltar por la ventana. O le
león, ni se inventa en sus últimas entregas han existido las islas desiertas. Madame George. lanzaron sus hastiados camellos. ¿Qué más
canciones prodigiosas e intemporales, ni le El cowboy malhumorado de Belfast (vi la Más resurrecciones impagables. Lou da ya? Y recuerdo el gemido de su trompeta
acompañan bandas legendarias. El muy ca- casa en la que nació, era normal) jamás ha Reed, empeñado en enterrar a los que anda- y su devastador hilo de voz en los últimos
brón sólo da lo justo, se sabe popular y respondido a las despreciables peticiones ban hechos polvo en Berlín, los hombres de discos. Y recuerdas con emoción lo que te
requerido, nos obliga a retroceder a las vie- del oyente, es muy suyo, y consecuente- buena fortuna y los hombres sin ella, la donó este fulano tenazmente autodestrui-
jas maravillas si queremos saber algo de su mente aparcó en sus recitales las canciones canción definitivamente triste, los capri- do. Y te afirmas en que todos los mejores
desgarrada alma y de su arte volcánico. Pe- de Astral weeks. Pero por cuestiones de de- chos de Caroline, los niños perdidos, la de- son viejos o la han palmado. Y que su obra
ro ahí están para seguir curando todos los rechos discográficos, por la pasta, o porque vastación física y emocional, la droga como seguirá chorreando siempre vida. O