Arte en El Real Jardín Botánico 2016
Arte en El Real Jardín Botánico 2016
Arte en El Real Jardín Botánico 2016
MINISTERIO
DE ECONOMÍA
Y COMPETITIVIDAD
PROYECTO
Investigadores
José María Ruiz Albalá (artista plástico)
Miguel Cabañas Bravo (IH, CCHS-CSIC)
Mónica Carabias Álvaro (UCM)
Óscar Chaves Amieva (IH, CCHS-CSIC)
Evangelina Esparza (fotógrafa y artista plástica)
Carmen Gaitán Salinas (IH, CCHS-CSIC)
Francisco José García Ramos (UCM)
Elisa Garrido (Universidad de Valencia)
José María López Sánchez (UCM)
Lidia Mateo Leivas (IH, CCHS-CSIC)
Idoia Murga Castro (UCM)
Miguel Ángel Puig-Samper Mulero (IH, CCHS-CSIC. Scientist in Charge of the Marie
Curie Actions: FP7-PEOPLE-2012-IOF, Project Nº: 327127)
Miguel Cabañas Bravo
Idoia Murga Castro
(Eds.)
Lugar de celebración
Real Jardín Botánico-CSIC
Este Proyecto de la Noche Europea de los Investigadores de Madrid está financiado por
el Programa Marco de Investigación e Innovación Horizonte 2020 bajo las Acciones
Marie Sklodowska-Curie de la Comisión Europea. DG-EAC. Comisión Europea bajo el
acuerdo de subvención número 721631.
© Imagenes de cubierta: Paula Millán Alosete: Centaurea lagascana Graells, s.f. (© Real
Jardín Botánico-CSIC). Joan Fontcuberta: Giliandria Scoliforcia (Serie Herbarium), 1984
(cortesía del autor)
PUBLICACIÓN
IV. La flor del Narciso. Entre el arte y la ciencia. Una ventana abierta a
la obra de Anna Atkins y Evangelina Esparza..................................................................... 85
Mónica Carabias y Francisco García Ramos
Real Jardín Botánico en los años treinta. Real Jardín Botánico-CSIC.
introducción
Fig. 1. Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico en los años treinta. Real Jardín
Botánico-CSIC.
y Juan de Villanueva a instancias del rey Carlos III junto al Museo del Prado
y el Observatorio Astronómico, las relaciones entre las artes y las ciencias han
protagonizado numerosos hitos en su trayectoria hasta la actualidad [Fig. 2-4].
No en vano, de alguna manera sucedería algo similar, a distinta escala, a lo que
se había planteado en el propio Museo del Prado, su edificio vecino, concebido
en su origen como Gabinete de Ciencias Naturales hasta que Fernando VII
lo convirtió en el Real Museo de Pinturas y Esculturas. Por otro lado, dada su
cercanía con la Academia de San Fernando, por el Botánico pasaron multitud de
alumnos de Bellas Artes, que elegían las variadas especies del Jardín como motivo
de sus ejercicios plásticos. Fue además desde el Botánico donde se impulsaron
numerosas expediciones a América vinculadas a encargos de herbarios y láminas
que capturasen los hallazgos de nuevas especies. De hecho, por ejemplo, gracias
a ellas hoy se conserva entre sus fondos la maravillosa colección de José Celestino
Mutis, una de las joyas –sin duda la más conocida– del patrimonio artístico del
Botánico. No obstante, el Jardín también guarda con mimo otras obras todavía
menos difundidas, pero de un gran interés para la historia del arte reciente.
10
introducción
Fig. 2. Francisco Domingo Marqués, La puerta del Jardín Botánico desde el Museo del Prado,
c. 1870. Museo Municipal de Madrid.
Fig. 3. Luis Paret y Alcázar, Paseo frente al Jardín Botánico, c. 1789-1799. Museo Lázaro
Galdiano.
11
Arte en el Real Jardín Botánico
Fig. 4. Vista del Real Jardín Botánico desde el interior, 1869. Biblioteca Nacional de España.
12
introducción
Fig. 5. Paula Millán Alosete. Ilustración botánica, s.f. Real Jardín Botánico-CSIC.
13
Arte en el Real Jardín Botánico
Fig. 7. Paula
Millán Alosete,
Sin título, 1946.
Real Jardín
Botánico-CSIC.
14
introducción
Fig. 8. Paula Millán Alosete, Jardín Botánico, Madrid, 1951. Real Jardín Botánico-CSIC.
15
Arte en el Real Jardín Botánico
16
introducción
Fig. 10. Ponciano Ponzano, Estatua de Mariano Lagasca y Segura. 1866. Real
Jardín Botánico-CSIC.
17
Arte en el Real Jardín Botánico
1893 – Barcelona, 1991) ganó el primer premio del Concurso Nacional de Es-
cultura de 1923, el cual tuvo como destino el espacio del Botánico [Fig. 11]. Su
relieve interpreta una evocadora escena clásica, aparentemente relacionada con
las amazonas, las nereidas y la urna de Aquiles, que invita a la contemplación
y la meditación en medio de la quietud de las especies naturales [Fig. 12].
Fig. 12. Aspecto actual del banco de F. Marès en el Real Jardín Botánico. Real Jardín Botánico-CSIC.
18
introducción
Fig. 13. Asistentes al «Silencio por Mallarmé» en el Jardín Botánico. 11 de septiembre de 1923.
Archivo Biblioteca Tomás Navarro Tomás, Centro de Ciencias Humanas y Sociales-CSIC.
Los árboles, [–dijo Chacón–] los árboles cultísimos del jardín botánico, con sus
palabras latinas, eran para mí un coro misterioso, la única voz que podía oírse
19
Arte en el Real Jardín Botánico
en el gran silencio que a todos nos envolvía. Porque mientras todos callábamos,
los árboles, con sus letreros negros […] hablaban una lengua de eternidad. Pasó
nuestro silencio perfecto de cinco minutos. Frente a nosotros quedaban aquellos
árboles. Eran un símbolo de la permanencia de la cultura humana.
20
introducción
21
Arte en el Real Jardín Botánico
mismo tiempo, nos gustaría que la difusión de estos estudios –muchos de ellos
en curso– ilustrara los resultados que pueden obtenerse de la investigación en
Ciencias Humanas y despertara interés y vocaciones científicas. En definitiva,
con el aroma del narciso que nos trae a la memoria el mito fundacional de
la captura de la imagen y en el particular entorno del Real Jardín Botánico,
ilustrando la simbiosis entre arte y naturaleza, esta actividad de la Noche
Europea de los Investigadores, además de la propia experiencia que aportará
el taller de cianotipia, pretende acoger el encuentro del público con distintos
historiadores del arte y de la ciencia, a propósito de las sugerentes relaciones
entre la pintura y la flor, el arte y la ciencia, a través del patrimonio, la memoria
y la creación contemporánea, cuyas aportaciones recoge introductoriamente
esta publicación de manera sintetizada.
22
I
Elisa Garrido
(Universitat de València)
José María López Sánchez
(Universidad Complutense de Madrid)
Miguel Ángel Puig-Samper
(Instituto de Historia, CCHS-CSIC)
23
Arte en el Real Jardín Botánico
24
arte y ciencia en los viajes y expediciones de la ilustración
25
Arte en el Real Jardín Botánico
26
arte y ciencia en los viajes y expediciones de la ilustración
27
Arte en el Real Jardín Botánico
28
arte y ciencia en los viajes y expediciones de la ilustración
29
Arte en el Real Jardín Botánico
30
arte y ciencia en los viajes y expediciones de la ilustración
Fig. 16.
Meteorology:
large icebergs
in the south
seas. Wellcome
Images,
London.
31
Arte en el Real Jardín Botánico
32
arte y ciencia en los viajes y expediciones de la ilustración
33
Arte en el Real Jardín Botánico
34
arte y ciencia en los viajes y expediciones de la ilustración
35
Arte en el Real Jardín Botánico
Fig. 19. «Rana viridis arborea», The Natural History of Carolina, Florida and the Bahama
Islands, 1731-1743. Wellcome Images, London.
36
arte y ciencia en los viajes y expediciones de la ilustración
Fig. 20. Maria Sibylla Merian, Larva (caterpillar), pupa (cocoon) and adult moth on a plant,
1718). Wellcome Images, London.
37
Arte en el Real Jardín Botánico
procurando hacer los dibujos cuando las plantas estuvieran todavía frescas. En
lo que se refería al color se indicaba que se contentaran con iluminar aquellas
plantas raras o hermosas que así lo mereciesen, y en este caso se recomendaba
representar una flor, un fruto y alguna parte, dejando el resto en tinta china
para iluminarla a la vuelta de la expedición a España.
En la segunda expedición botánica organizada por Carlos III, la diri-
gida por José Celestino Mutis, se creó una escuela de dibujo botánico en el
corazón de Nueva Granada. Salvador Rizo dirigió desde 1784 un magnífico
taller de pintura dedicado a las representaciones iconográficas de la Flora de
Bogotá, que contó con la participación de numerosos artistas, entre los que
cabe destacar a Francisco Javier Matis, los hermanos Cortés, Vicente Sánchez,
Antonio Barrionuevo, Antonio Silva, etc. Fue precisamente el trabajo de estos
hombres uno de los que mayores frutos dio a la expedición, ya que la obsesión
de Mutis por representar fielmente las plantas descritas y la utilización de una
técnica cromática peculiar –se utilizaron los tintes extraídos de los propios
vegetales– tuvo como resultado una magnífica colección de 6.000 láminas,
también conservadas en el Real Jardín Botánico.
La tercera expedición a los virreinatos fue la destinada a Nueva España,
en 1786, bajo la dirección del médico aragonés Martín de Sessé. En la segunda
etapa de la expedición se incorporaron dos dibujantes, Juan de Dios Vicente
de la Cerda y Atanasio Echeverría Godoy, alumnos de la Real Academia de
Bellas Artes de San Carlos de Nueva España, que realizaron unas 2000 láminas
botánicas y zoológicas. La política ilustrada diseñada por Carlos III, Carlos IV
y sus ministros para conocer, reformar y asegurar las posesiones americanas del
imperio español, con el envío de expediciones científicas, alcanzó su momento
de mayor esplendor con la organización de la expedición de Alejandro Ma-
laspina (1789-1794). Los trabajos artísticos de la expedición Malaspina fueron
realizados por un grupo de dibujantes y pintores, que se fue renovando a lo
largo de la expedición, entre los que destacan José del Pozo, José Guío, Tomás
de Suria, José Cardero, Juan Ravenet y especialmente Fernando Brambila,
luego pintor de la Corte. Su labor queda reflejada en una importante colección
de más de 800 dibujos, en la que podemos observar desde el aspecto y las
costumbres de los pueblos visitados hasta el análisis detallado de los animales y
plantas recolectados o vistos durante el viaje. Una de las mayores aportaciones
38
arte y ciencia en los viajes y expediciones de la ilustración
39
Arte en el Real Jardín Botánico
40
arte y ciencia en los viajes y expediciones de la ilustración
Fig. 22. Real Expedición Botánica a Nueva España. Real Jardín Botánico-CSIC.
41
Arte en el Real Jardín Botánico
42
arte y ciencia en los viajes y expediciones de la ilustración
El material histórico y científico del Jardín se veía seriamente amenazado por los
bombardeos sobre la capital, algunos de los cuales dejaron caer distintos obuses
en las instalaciones del Jardín. Uno de los asuntos que centraron la atención de
Cuatrecasas fue la protección y posible publicación de las láminas de Mutis,
que hasta el verano de 1937 permanecieron en el Jardín Botánico. Ante el riesgo
de los bombardeos, Cuatrecasas propuso trasladar las láminas a Valencia, cuyo
transporte de efectuó en octubre de 1937, con el concurso de la Junta Delegada
del Tesoro Artístico Nacional, a cuya jurisdicción fue entregada la colección,
coincidiendo también con el envío del Herbario del Jardín al Museo del Prado.
En vísperas del traslado a Valencia, Cuatrecasas inició las gestiones para la
publicación de la Quinología de Mutis, la Comisión Delegada de la Junta para
Ampliación de Estudios había llegado a un acuerdo con la editorial Seix y Barral
para su impresión, pero la publicación quedó inconclusa por las dificultades
acarreadas por la guerra y porque Cuatrecasas partió en el verano de 1938 a
Colombia en misión oficial.
Además de la edición de las láminas de Mutis, Cuatrecasas se hizo cargo
de las gestiones para incorporar al Jardín Botánico la biblioteca y colección
herbácea de Carlos Pau, fallecido en 1937, propuesta que encontró la resistencia
del decano de la Facultad de Ciencias de Valencia. Finalmente, se certificó su
traslado al Jardín Botánico de Madrid y, en compensación, se ordenó crear el
Herbario del País Valenciano. En Madrid, lo más urgente era salvaguardar las
colecciones y el material del Jardín. Francisco Javier Sánchez Cantón, director
del Museo del Prado, informó a Cuatrecasas de que el Director General de
Bellas Artes había dispuesto, en octubre de 1937, que se alojara el Herbario
del Jardín Botánico en el Museo del Prado. Tanto las láminas de Mutis como
el Herbario del Jardín siguieron los tortuosos destinos que vivió el tesoro
artístico nacional al final de la guerra hasta su llegada a Ginebra, donde, bajo
el Acuerdo de Figueras, se custodiaron en la Sociedad de Naciones hasta su
regreso a España al final del conflicto bélico.
43
Arte en el Real Jardín Botánico
44
arte y ciencia en los viajes y expediciones de la ilustración
45
Arte en el Real Jardín Botánico
Fig. 26. El Jardín Botánico tras sufrir los bombardeos durante la Guerra Civil
Española. Noviembre de 1936. Archivo General de la Administración.
46
arte y ciencia en los viajes y expediciones de la ilustración
Fig. 27. Fuente del Paseo del Prado frente a la verja del Jardín Botánico tras los bombardeos de
la Guerra Civil. Noviembre de 1936. Archivo General de la Administración.
Fig. 28. Traslado de un cuadro de Goya a la sede de la Junta Delegada del Tesoro Artístico de
Madrid. 1937. Archivo Museo Nacional del Prado.
47
II
49
Arte en el Real Jardín Botánico
50
el jardín botánico y la «exposición de pinturas y esculturas de españoles…
51
Arte en el Real Jardín Botánico
52
el jardín botánico y la «exposición de pinturas y esculturas de españoles…
53
Arte en el Real Jardín Botánico
Fig. 32. Alberto Sánchez, Bailarina, c. 1927-1929. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
54
el jardín botánico y la «exposición de pinturas y esculturas de españoles…
La exposición
De salir a algún sitio después de ver y meditar –porque hay que meditar– ante
las obras presentadas en el Jardín Botánico, es mejor salir a la misma naturaleza,
aunque ésta se halle clasificada por etiquetas. Porque, piénsese que la pintura
actual busca el contraste con la realidad, o, por lo menos, le es indiferente, y en
todo caso, sale ganando en definición. Por el contrario, los impresionistas nos
ofrecían un truco, el cual era mejor ponerlo en evidencia. Ante la franqueza y
el descaro de un cubismo, de un futurismo, de un expresionismo, de un post
expresionismo, independientes más o menos de la naturaleza, y aun de la ra-
zón, contrasta la dependencia del impresionismo a todo lo real y tangible. Por
consiguiente, si tras ver un juego de verdes en un cuadro contemplamos los
del natural, es preciso olvidarse del cuadro, no puede resistir la comparación.
Con el arte actual y la naturaleza ocurre lo contrario: son dos mundos opuestos
y contrapolarizados que se definen y limitan por contraste. Es mejor, pues,
ponerlos muy de cerca.
55
Arte en el Real Jardín Botánico
56
el jardín botánico y la «exposición de pinturas y esculturas de españoles…
57
Arte en el Real Jardín Botánico
Fig. 35. Pancho Cossío, Peces en la red, c. 1927. Col. M. Ruiz Pérez de Guzmán, Madrid.
58
el jardín botánico y la «exposición de pinturas y esculturas de españoles…
59
Arte en el Real Jardín Botánico
60
el jardín botánico y la «exposición de pinturas y esculturas de españoles…
61
Arte en el Real Jardín Botánico
habrá sacado este señorito que los ángeles son unas birrias de fetos color
betún? Pero hay que absolverle porque las propias birrias de fetos pintadas
después de blanco le sirven para titularlo: Paisaje de invierno». Pero tampoco
se salvaron otros jóvenes pintores, como Olivares, que abría el catálogo de la
exposición con sus cinco lienzos –Paisaje andaluz (1927), Oñate (s. f.), Alcalá
de Henares (s. f.), Toledo (s. f.) y Composición (Sevilla, 1927) [Fig. 38]– y sobre
quien, por ejemplo, cargó Lucientes diciendo: «Toledo para Olivares es unos
cuadriláteros superpuestos color panza de burro. Alcalá, tres kilos de azúcar
morena, y Oñate, unos brochazos de lodo de Vallecas».
Consecuencias y conclusiones
Lo había apuntado previamente el crítico del Heraldo de Madrid: «Quizás
las polémicas a que pueda dar lugar la Exposición del Botánico sirvan para
despertar el interés del público por la obra de nuestros pintores. Lo que ac-
tualmente necesita la pintura española es un ambiente de pasión que sacuda la
indiferencia pública». Y, para salir de esa indiferencia, los responsables de las
políticas culturales entre mediados de los años veinte y treinta lo vieron claro:
era necesario educar. Una misión que la llegada de la II República abanderó
como prioritaria a través de distintas iniciativas. Las muestras de la SAI volvían
a activarse en 1931 y, a su labor de dar a conocer al público español lo que
sus propios artistas hacían dentro y fuera del país, se sumó la promoción del
arte español contemporáneo fuera de España. La exposición del Botánico
no quedaría así como un hito aislado, sino como uno de los pasos definitivos
para entender que el arte tiene diferentes lenguajes, que no son estáticos y que
también se aprenden, que sus diferentes indagaciones debían ser apoyadas por
las políticas públicas, procurando su difusión y su disfrute entre la sociedad.
Así, integrando a los artistas residentes fuera, a la sombra de los magníficos
árboles del Jardín se continuó una revolución artística que, según comentaba
Guillermo de Torre en 1936, había comenzado en España a inicios de los años
veinte a semejanza de los Salones de los Independientes franceses. Para el
crítico, el pistoletazo de salida había sido el manifiesto aparecido en el diario
El Sol en 1921, donde «se postulaba un Salón de Independientes para Ma-
drid», apoyado por Gabriel García Maroto en una carta enviada a La Voz en
62
el jardín botánico y la «exposición de pinturas y esculturas de españoles…
Fig. 38. Alfonso de Olivares, Composición (Sevilla, 1927). Galería R. Pérez Hernando.
1923. Ninguna de estas iniciativas tuvo consecuencias directas hasta dos años
después, cuando en 1925 se formó la citada SAI. Para De Torre, por tanto, la
exposición del Real Jardín Botánico constituía un importante eslabón de esta
cadena de exposiciones intermitentes, pero rompedoras y relacionadas entre
sí, dado que la SAI no había logrado volver a ocupar el espacio del Retiro para
sus exposiciones, cuestión que el crítico valoraba así:
Con todo, las actuaciones de la SAI se reanudaron en 1932 con otras dos
nuevas exhibiciones fuera del país: la celebrada durante el mes de septiembre en
63
Arte en el Real Jardín Botánico
64
el jardín botánico y la «exposición de pinturas y esculturas de españoles…
65
Arte en el Real Jardín Botánico
66
el jardín botánico y la «exposición de pinturas y esculturas de españoles…
las pintoras Maruja Mallo, Margarita de Frau, Norah Borges, Ángeles Santos
y Rosario de Velasco.
En cualquier caso, el estallido de la Guerra Civil española el 18 de julio de
1936 iba a marcar, por el momento, el final de la ascendente línea de progreso,
introducción y relaciones con la vanguardia artística europea seguido desde
comienzos de los años veinte. La hazaña de atracción de artistas españoles
residentes en París que significó la exposición celebrada en 1929 en Madrid,
iba a quedar tan dañada como las propias instalaciones del Jardín Botánico
a consecuencia del conflicto armado [Fig. 40]. El exilio de muchos de estos
artistas –o su trasplante, como lo llamaría el poeta y pintor malagueño José
Moreno Villa, asimismo exiliado– sería la opción más viable que les dejaría, por
muy largo tiempo, las conocidas consecuencias del desenlace bélico.
67
III
A la luz de la ciencia
Esa sombra que estás viendo es el reflejo de tu imagen.
Nada tiene propio; contigo llega y se queda;
contigo se alejará si puedes tú alejarte.
El mito de Narciso es uno de los que mejor expresa el paradigma más duradero
de la visión: el de la imagen como reflejo. Desde el trabajo de Euclides sobre
Catóptrica, y a lo largo de más de dos mil años, la imagen especular ha sido un
constante objeto de estudio. Tradicionalmente se ha entendido que la imagen
óptica era el reflejo de la luz que los objetos desprenden; de hecho, la luz es
la única energía o materia radiante que el ojo puede percibir. Cuando la luz
incide sobre un objeto se produce una reflexión que, al desprenderse en otra
dirección, genera su reflejo. Hasta el siglo xix, este reflejo se consideraba una
copia exacta o directa del objeto en cuestión, un paradigma óptico a partir del
cual surge la perspectiva y la geometría, con todos los aportes que esto supuso
para el arte y la ciencia. El punto de vista privilegiado, junto al racionalismo
cartesiano, se encuentran en este proceso epistémico de búsqueda de formas
objetivas de conocer el mundo, de aprehenderlo. En este sentido, la cámara
oscura fue el instrumento que no sólo cristalizaba, sino que corroboraba estas
69
Arte en el Real Jardín Botánico
Fig. 41. Grabado de la cámara oscura «transportable» diseñada y descrita por Athanasius
Kircher en su obra Ars Magna Lucis et Umbrae, 1646. Bibliothèque Nationale de France.
70
imágenes in/ciertas: vínculos entre el arte y la ciencia...
A imagen y semejanza
En la teoría platónica, las copias debían acercarse lo máximo posible a la idea
que querían representar, como reflejos cuasi perfectos. El platonismo ofrece así
el esquema de la representación: idea-copia/objeto-representación, una lógica
dualista y repetitiva. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. Volviendo
a la óptica física, los avances en este campo permitieron una salida a este dua-
lismo, al empezar a hablar también de interferencias, polarización, refracción y
difracción. De esta manera, la luz que recorre el mundo y lo construye no se ve
atrapada en una lógica cerrada y repetitiva, sino que renueva y muta las imágenes
que produce y depende del medio por el que transite, de los fenómenos hacia los
que se focalicen las miradas que perciban el mundo. De eso depende la manera
en que se ve, de las propiedades físicas de los cuerpos, pero también de las
imágenes ya vistas, de los imaginarios colectivos, de los fenómenos en los que se
inserte el objeto o de los aprendizajes incorporados del que observa; la mirada se
construye de esa manera y ésta a su vez construye también la verdad del mundo.
71
Arte en el Real Jardín Botánico
Judith Butler también fue más allá del esquema representativo de la copia
para empezar a hablar de performatividad. En sus estudios feministas sobre el
género, la performatividad era la capacidad de los cuerpos para construir su
propia identidad sexual. En este sentido, los individuos no se supeditan a una
determinada sexualidad otorgada al nacer, sino que permite un desplazamiento
en el que se contempla la capacidad de autodeterminación de los cuerpos a
través de prácticas y actos performativos. Es decir, que la identidad sexual se
desligaba de la repetición de su identidad como copia, escapando del determi-
nismo biologicista. Butler propuso que «el cuerpo no es una realidad material
fáctica o idéntica a sí misma; es una materialidad cargada de significado […]
y la manera de sostener ese significado es fundamentalmente dramática [...].
Uno no es simplemente un cuerpo, sino, de una manera clave, uno se hace su
propio cuerpo». La teoría feminista también se vale de los descubrimientos del
premio Nobel de física, Niels Bohr, por su modelo semi-cuántico del átomo,
para refutar una vez más el esquema representacionalista. Bohr rechazaba la
idea de la metafísica atomista que toma las «cosas» como entidades ontológicas
básicas. Para Bohr las cosas no sólo no tenían propiedades inherentes, sino
que tampoco consideraba sus límites o fronteras. Bohr, llega un paso más allá
y pone también en cuestión la distinción entre el sujeto y el objeto, entre el
conocedor y lo conocido. Lo que estas teóricas feministas retoman se introduce
en un nuevo marco epistémico conocido como posthumanismo.
En otro sentido pero vinculado también a la ruptura del esquema de la
representación, Deleuze relacionaba en uno de sus seminarios esta concepción
de la copia y su referente con la idea cristiana de la creación del hombre a
imagen y semejanza de Dios. Sin embargo, al haber cometido el pecado original,
el hombre habría perdido su semejanza con Dios. Deleuze proponía entonces
que, el hombre, como copia, quedaba así desligado de su referente, como una
imagen desemejante. En otra ocasión, Deleuze hablaba de esta idea de imagen sin
referente como de un simulacro, un falseamiento, pero también como punto de
partida de una diferencia o desplazamiento que permite la liberación del juego de
espejos y reflejos que constriñe la posibilidad creativa radical, la de las imágenes
que no dependen de un referente, sino que son imágenes que devienen: el arte o
los sueños permiten estas creaciones, son imágenes sin semejanza pero que aún
así, como afirmaba Virilio, siguen siendo consanguíneas entre sí.
72
imágenes in/ciertas: vínculos entre el arte y la ciencia...
Verdades a medias
Las teorías de las ciencias sociales y las humanidades han ido así nutriéndose
de avances científicos. Un buen ejemplo es el principio de incertidumbre de
Heisenberg, que tiene que ver con la imposibilidad de determinar simultánea-
mente magnitudes físicas observables y complementarias, tales como posición
y momento lineal (es decir, masa y velocidad) de una partícula; esto supone el
fin del determinismo de la física clásica y en cómo la propia naturaleza de la
medida –en nuestro caso, la mirada– afecta al sistema observable. Ejemplos
sencillos serían el hecho de que un electrón puede encontrarse en dos lugares
simultáneamente, la autoenergía del vacío o inexistencia del vacío absoluto, o
la bien la conocida paradoja del gato de Schrödinger que, encerrado en su caja
opaca, está vivo y muerto a la vez; solo al abrir la caja comprobamos su estado,
pero aquí abrir supone «medir». La naturaleza ha dejado de ser cualquier cosa
menos determinista e intuitiva. Sin embargo, cuando se consideran los enun-
ciados científicos desde el punto de vista de la verdad, surge una característica
fundamental: la verdad científica resulta no ser una, sino múltiple, abarcando
73
Arte en el Real Jardín Botánico
cuatro tipos: verdad lógica, verdad por definición, verdad matemática y verdad
empírica, donde, además, estos cuatro tipos de verdad no son independientes.
Las cosas no son lo que parecen, al menos no son estables ni se pueden
definir de forma fija y unívoca. La física clásica, por ejemplo, nos dice que una
partícula tiene una masa determinada con una posición definida en el espacio,
mientras que una onda se extiende en el espacio con una velocidad definida y
masa nula. Sin embargo, en la física cuántica no hay diferencias fundamentales
entre partícula y onda. Nuestro entendimiento intuitivo de la realidad material
queda así superado y exige un esfuerzo en su comprensión.
Los avances en las teorías científicas y los vasos comunicantes que siem-
pre han existido entre las humanidades y la ciencia revelan que las propias
diferencias establecidas son barreras construidas culturalmente. La luz y las
imágenes tienen un papel fundamental en procesos epistémicos, y por eso la
óptica y las propiedades físicas de la luz, el mundo que refleja y que construye,
resultan fundamentales en las teorías del conocimiento y de la visualidad. En
este sentido, Michel Foucault también recurre a la idea de luz para hablar de
las evidencias: «cada formación histórica se define por sus evidencias, por su
régimen de luz». Con esto se refiere a que cada época tiene un régimen de
visibilidad concreto, unas evidencias o concepciones históricas que no se cues-
tionan. Si cada formación histórica posee sus evidencias, en la época siguiente,
lo que antes había sido una evidencia, dejará de serlo. Para Foucault, el saber se
construye a través del entrecruzamiento de lo visible y lo enunciable, es decir,
es todo lo que se puede ver y todo lo que se puede decir en una época, y esto,
a su vez, está siempre atravesado por las relaciones de poder. En la dialéctica
entre lo visible y lo enunciable, dentro de los procesos de construcción del
saber, se juega asimismo el problema de la verdad. En este sentido, tanto la
verdad como el saber siempre son históricos.
La importancia de la imagen en los procesos de producción de conoci-
miento no va, sin embargo, de la mano de estudios críticos sobre la visualidad.
En un mundo hispervisual, la ausencia de reflexión en torno a la lectura e
interpretación de las imágenes nos deja en cierta medida desprotegidos y vul-
nerables. Si la verdad es algo que se construye y reconstruye, los montajes de
imágenes pueden producir múltiples sentidos. Quizás por eso Harun Farocki
nos aconsejaba «desconfiar de las imágenes». Del mismo modo que no existen
74
imágenes in/ciertas: vínculos entre el arte y la ciencia...
75
Arte en el Real Jardín Botánico
los museos? ¿Qué parcela de realidad representan las imágenes de los medios
de comunicación de masas? La fotografía es, por el halo de verosimilitud que
la acompaña desde sus orígenes, uno de los vehículos más adecuados –y de
uso más extendido– en todos estos ámbitos para cimentar la verdad. Pero hoy
sabemos que esas verdades son construcciones, producto de consensos cultu-
rales o ideológicos –a veces, invisibles– y, como dice Fontcuberta, «una opinión
institucionalizada a partir de determinadas posiciones de poder». ¿Tiene acaso
el mismo significado una imagen en todos los lugares del mundo, en todos los
momentos históricos? Algo similar ocurre con la ciencia, debido al carácter
universal de su lenguaje.
El filósofo francés Michel Foucault empleaba un concepto que puede
servirnos aquí. Se trata de la idea de dispositivo, que podría resumirse como el
conjunto heterogéneo de espacios, instituciones, reglas, etc., que, al interaccio-
nar, ponen de manifiesto una serie de discursos de poder. El saber científico es
uno de los dispositivos de mayor efectividad y alcance en la historia humana.
Dentro de ese ámbito, la fotografía ha sido –y es, todavía, hoy– una tecnología
–y un dispositivo– al servicio de la verdad. En realidad, lo que vemos gracias
al trabajo de Fontcuberta y de otros artistas como él es que las fotografías no
son un signo «puro», sino que están cargadas de intención, de artificio y de
historia, también las fotografías científicas.
Fontcuberta emplea los modos de creación de imágenes científicas y los
pasa por el tamiz artístico, develando algunos de los aspectos –podríamos
decir, ocultos– de aquéllas. Los mecanismos que emplea para este propósito
son: en primer lugar, el recurso de la ironía, que le permite introducir el cues-
tionamiento y la crítica; y en segundo lugar, en parte derivado del anterior,
el extrañamiento que produce en el espectador una incómoda sensación de
desconfianza. Fontcuberta es consciente de que es más sencillo, más reconfor-
tante, creer en las imágenes que no hacerlo. Por eso, nos lo impide con total
serenidad, induciéndonos a desconfiar. Asume el papel del científico, pero en
el fondo es un ilusionista, lo que le permite poner en tela de juicio, de un solo
disparo, las estrategias discursivas de la ciencia y del arte.
Vamos a ver a continuación algunas obras en las que el fotógrafo recu-
rre a su particular forma de ilusionismo científico. Empezaremos por Fauna
[Fig. 42], un proyecto iniciado en 1985 y creado al alimón con el escritor
76
Imágenes in/ciertas: vínculos entre el arte y la ciencia...
77
Arte en el Real Jardín Botánico
78
imágenes in/ciertas: vínculos entre el arte y la ciencia...
79
Arte en el Real Jardín Botánico
Fig. 45. Joan Fontcuberta, Retseh-cor: dibujos y grabados sobre cortezas de abedul y sobre
pieles, 1993.
80
imágenes in/ciertas: vínculos entre el arte y la ciencia...
81
Arte en el Real Jardín Botánico
82
imágenes in/ciertas: vínculos entre el arte y la ciencia...
Fig. 47. Joan Fontcuberta, Sputnik: Retrat oficial d’Ivan Istochnikov, 1997.
83
IV
«¿Para qué intentas en vano coger fugitivas imágenes? Esa sombra que estás
viendo es el reflejo de tu imagen. Nada tiene propio; contigo llega y se queda;
contigo se alejará si puedes tú alejarte» (Ovidio, Las Metamorfosis). Esta ad-
vertencia que Ovidio plantea a Narciso atraviesa con fuerza el histórico anhelo
del ser humano por capturar y fijar para siempre toda imagen reflejada en un
espejo. «Lo que tú buscas no está en ninguna parte; lo que tú amas, apártate
y lo perderás». Este trágico destino al que el ser humano está condenado, en
su anhelo por retener para siempre la imagen de lo que ama, será también
compartido por la hija del alfarero Butades, a la que alude Plinio el Viejo
en su Naturalis Historia. En su relato, la joven corintia –al igual que lo hará
85
Arte en el Real Jardín Botánico
86
la flor del narciso. entre el arte y la ciencia. una ventana abierta…
el cual se puede hacer que los objetos naturales se delineen sin la ayuda del
lápiz de un artista. Entre estos primeros dibujos fotogénicos realizados con
éxito entre 1835 y 1840, se encontrarán un gran número de especies botánicas
entre las que destacan flores como la campanula, arbustos como los hydrangea
en flor, o árboles como el cedro, el roble y las vistas de bosques de hayas. Del
mismo modo, de estos primeros años también serán las microfotografías de
secciones de plantas e, incluso, dibujos fotogénicos de grabados botánicos
como el del Celtis folus Fubrotunis Dentatis.
En esta misma línea, Anna Atkins aplicó el proceso de la cianotipia de
Talbot para resolver las dificultades que suponía realizar dibujos precisos de
los especímenes botánicos. En 1843 autoedita su primera entrega de dibujos
87
Arte en el Real Jardín Botánico
Fig. 49. W. H. F. Talbot, Especie botánica, c. 1839. Copia sobre papel salado a partir de un
negativo de dibujo fotogénico.
88
la flor del narciso. entre el arte y la ciencia. una ventana abierta…
***
89
Arte en el Real Jardín Botánico
Fig. 50. Anna Atkins. Dictyota dichotoma, on the young state and in fruit. [f, 55. Photographs
of British algae. Cyanotype impressions, 1845. The British Library..
90
la flor del narciso. entre el arte y la ciencia. una ventana abierta…
91
Arte en el Real Jardín Botánico
para el que realizó, entre 1843 y 1853, más de 5000 cianotipos. El proyecto, el
primero en publicar imágenes fotográficas, tuvo como finalidad reunir un álbum
de Algas británicas, procedentes en su mayoría de su colección particular, que
complementaba la edición no ilustrada del Manual of British Algae publicado
por William Harvey en 1841. Más allá de su valor científico, esta obra supuso
una puesta en valor de la técnica de la cianotipia como un medio estable, fácil,
económico, inocuo y asequible de documentación, difusión, reproducción y
conservación para la comunidad científica. La dimensión del proyecto reveló
además de la paciencia y la constancia con la que la artista bióloga recababa el
material la calidad, fidelidad y rareza de sus impresiones. Ambas cualidades fue-
ron destacadas por el coleccionista escocés Willian Lang, propietario de algunos
volúmenes de Photographs of British Algae. Cyanotype Impressions que en 1888
escribió las primeras notas biográficas sobre una Anna Atkins prácticamente
olvidada; hacía cuatro décadas del texto escrito por el científico y anticuario
Robert Hunt acerca «del resultado tan certero, la delineación tan perfecta y en
general tan interesante» de la técnica y obra de Atkins («On the application of
science to the fine and useful arts. Photography», Art-Union Monthly Journal,
1848). Pese a que existen algunas dudas sobre el número de ediciones realizadas
por la artista –el historiador Larry Shaaf (1985) baraja la cifra de doce ejemplares
en distintos grados de conservación–, cabe destacar la voluntad de Atkins por
realizar algunos cambios en el catálogo de algas.
***
Allí desde el desdibujamiento que produce el olvido, entre esa línea tan deli-
cada que separa la vida de la muerte, la locura de la cordura, se establece una
relación. Como si uno al saber que va a desaparecer solo pudiera defenderse
con una imagen que haya apresado nuestra infancia adorada. Este retorno de
lo olvidado por medio de una ficción fotográfica que manipulo y reinterpreto
revela, quizás, algo de verdad. Esa verdad que pudo transcurrir en un ínfimo
pedacito de tierra y que espera ser encontrada como una flor oculta en un libro
o en la señal incisa en la corteza de un árbol.
Evangelina Esparza, 2016.
92
la flor del narciso. entre el arte y la ciencia. una ventana abierta…
93
Arte en el Real Jardín Botánico
94
la flor del narciso. entre el arte y la ciencia. una ventana abierta…
95
Arte en el Real Jardín Botánico
96
la flor del narciso. entre el arte y la ciencia. una ventana abierta…
97
ARTE EN EL REAL JARDÍN BOTÁNICO:
PATRIMONIO, MEMORIA Y CREACIÓN
Noche Europea de los Investigadores de Madrid 2016
MINISTERIO
DE ECONOMÍA
Y COMPETITIVIDAD