LIBROACIENMANOS
LIBROACIENMANOS
LIBROACIENMANOS
Impreso en Colombia
Diciembre 2004
ÍNDICE
Prólogo
Todos los cuentos del mundo /
Pacho Centeno
LOS TRES DESEOS
Por Pacho Centeno1
(Colombia)
UN HOMBRE MALO
Había un hombre tan malo, pero tan malo,
que le cortaron la cabeza y se la tiraron a la
cara para que cogiera vergüenza.
LA PARÁBOLA
Jesús le dijo a sus apóstoles: Y igual a X al
cuadrado. Jesús hablaba en parábolas.
El ruiseñor cantaba.
El ruiseñor cantaba.
No.
El pelícano pescaba.
No.
La hormiga cantaba
y el mosquito araba.
No señor.
No. No daba.
PRIMERO
Ayer iba caminando por la calle y me
encontré a mi novia.
SEGUNDO
Ayer iba caminando por la calle, tomado de
la mano de mi novia, y me encontré a mi ex
novia.
TERCERO
Ayer iba caminando por la calle de la mano
de mi ex novia, y me encontré a mi novia.
CUARTO
Ayer iba caminado por la calle de la mano de
mi ex novia, y me encontré a su novio.
QUINTO
Ayer iba caminado por la calle con mi novia y
me encontré a mi suegra.
SEXTO
Ayer iba caminando por la calle y me
encontré solo.
HACHE, Tres destinos para un
traspié
Por Alfredo Becker
(Chile)
DESTINO PRIMERO
Tampoco era una cosa que se notara
mucho… ya que con el mismo impulso, la
puerta se había juntado lentamente, hasta
parecer cerrada.
A los pocos segundos un tambaleante
caballero, excedido en copas, al perder el
equilibrio, se apoyó en la puerta.
El resultado fue… por supuesto, aquel
borracho rodando por el suelo… en el interior
del edificio.
A duras penas y completamente
iracundo, se levantó maldiciendo al imbécil
que no había cerrado la puerta. Justo en el
momento en que Hortensia Higuerillas, la
inquilina del departamento “H”, bajaba las
escaleras.
El ebrio absolutamente descontrolado
se lanzó sobre ella, sacó de su bolsillo la
diminuta lima de su diminuto cortaúñas… y
la degolló.
DESTINO SEGUNDO
La puerta quedó abierta de par en par.
A los pocos segundos un tambaleante
caballero, excedido en copas, al perder el
equilibrio, se apoyó en el marco de la puerta.
Tomó un poco de aire y continuó con
su difícil y zigzagueante camino. Justo en el
momento en que Hortensia Higuerillas, la
inquilina del departamento “H”, bajaba las
escaleras.
Hortensia al ver aquel hombre
alejándose, se lanzó sobre él reclamándole
por haber dejado la puerta de par en par
abierta. “Con lo peligroso que se ha puesto
todo últimamente”.
Y aprovechando que justo en ese
instante pasaba por allí un niño montado en
su triciclo, empujó al frágil ebrio hacia el
vehículo que pasaba, quien lo atropelló
lanzándolo por los aires y partiéndole la
crisma.
DESTINO TERCERO
Sin embargo, bastó el impulso de la
misma puerta para que se deslizara
lentamente hasta cerrarse por completo, con
un suave chasquido, como si fuera un punto
final.
…a los pocos segundos un
tambaleante caballero, excedido en copas, al
perder el equilibrio, se apoyó en la puerta
cerrada, justo en el momento en que
Hortensia Higuerillas, la inquilina del
departamento “H”, bajaba las escaleras,
El borracho iba a continuar con su
difícil y zigzagueante camino, cuando,
proveniente de la cerradura surgió un
tremendo y espantoso ruido que casi le
paraliza el corazón. Era el escandaloso
chasquido eléctrico que abría la puerta y que
se había producido cuando Hortensia apretó
el botón para salir.
Hortensia al ver la palidez del rostro
del espantado hombre, al borde de un
síncope, producido por ella sin querer, se
compadeció. Lo hizo pasar a su
departamento… el departamento “H”.
Hortensia y aquel hombre se
enamoraron y se casaron… comieron
perdices y fueron muy… pero muy infelices.
Ella, toda una vida, soportándolo…
soportando su alcoholismo y sus absurdas
amenazas de que algún día la iba a degollar
con la diminuta lima de su diminuto
cortaúñas.
Y él, toda una vida, aguantando a
aquella histérica y sus entupidas amenazas
de lanzarlo, algún día, al paso de un triciclo u
otro vehículo mortal.
SUAVES SIRENAS
Por Yamid Leiva (Colombia)
Saltando Sobre Sendas Siderales,
Supe Sentir Sensuales Siluetas.
Suaves Sirenas Susurraban Sonidos
Sorprendentes
Surcando Súbitamente Supremo Silencio.
Sintiéndose Sorprendidas Sonrieron.
Sumamente Sagaz, Sorteé Situación.
Salto Sobre Sitios Sin Sombras,
Surcando Súbitamente Singulares Sucesos.
Suelo Sentir Sensatos Sentimientos:
Su Sensual Silueta, Su Sutil Sabor Salvaje,
Su Sublime Soñar.
Suave Sirena: Ser Sensible, Sonriente,
Sencillo,
Simpático, Soñador, Sumamente Sexy.
Siguen Siendo Solo Siluetas Sinceras,
Sonrisas Silenciosas, Suspiros Salvajes,
Sentimientos Suspicaces, Sórdidos Sueños,
Seducciones...
¿Seducciones?... ¿Seducciones?...
Saltaré Sobre Soles, Sobre Sendas,
Sobre Sitios Sin Sombras;
Sin Segundos, Sin Semanas,
Sin Saber Si Sórdida Sirena Sigue Segando
Sentimientos,
Sin Saber Si Seres Sutiles, Sublimes,
Sencillos,
Sufren Salvajemente,
Sintiendo Sus Suspiros, Sus Sollozos.
Seguiré Sentado Sobre Sueños,
Siluetas, Sonrisas, Sentimientos,
Sobre Soledades,
Solo Soledad,
Simplemente Soledad.
FÁBULA NUMÉRICA DE SIR
TOMATE F
Por Pascuales
(Colombia)
EL MAGO
El Mago, ante el asombro de todos, sí pudo
tragarse la enorme espada. Pero fue lo
último que hizo.
***
El Mago, cansado de esperarla, se convirtió a
sí mismo en la mujer de sus sueños, aunque
nada remedió con esto pues nunca pudo
casarse con ella. Entonces, desconsolado,
comenzó a esperar al hombre de sus sueños.
***
El Mago decidió retirarse definitivamente de
la profesión el día que sintió un terrible tirón
de cabellos y, acto seguido, comenzó a salir
de un enorme sombrero de copa, frente a un
auditorio repleto de conejos blancos que
aplaudían entusiasmados.
***
LIBRO DE AVENTURAS
El niño le pidió a su papá que le leyera
un cuento.
–¡Uno de aventuras! de esos que
hablan de personas que viven en tierra
firme. Que hable de sus casas muy altas y
que cuente cómo viajan sobre "carros". Ese
cuento que habla sobre un niño que va a
"escuela" y come "meriendas" y enciende
"televisión".
El papá engarzó la manta con su garfio
y arropó al niño.
–Ya es muy tarde. Tienes que dormir.
Mañana al mediodía tenemos trabajo.
Papá se despidió con el beso de
buenas noches. El niño alzó los hombros con
resignación y desde su cama escuchó los
pasos de papá, alejándose, hasta que el
golpeteo de la pata de palo se confundió con
el rechinar de las maderas del galeón, el
rumor sereno del agua y el canto dulce de
las ballenas.
LIBRO DE COCINA
Había logrado aterrizar, esa era la
buena noticia. La mala era que estaba en
medio del desierto, sin radio, sin motor, solo.
Buscó el bolso donde se guarda el
equipo de emergencia para estos casos. Lo
abrió. Dentro sólo había un libro de cocina
con las mejores recetas de la gastronomía
internacional.
Al tercer día, vencido por la
desesperación y el hambre, decidió comerse
una página en la que se explicaba, con
abundancia de detalles, cómo preparar y
servir un arroz a la marinera. Y con cada
bocado pudo saborear aquel delicioso plato.
A partir de entonces, un festín siguió al otro.
Cordero en salsa tártara, ensalada italiana
con nueces, crema de champiñones, asado
con puré de papas y repollitos de Bruselas.
El escuadrón de rescate lo encontró un
mes después, justo a tiempo para salvarle la
vida. Tras un prologado forcejeo, pudieron
arrancarle de las manos a aquel gordo
descomunal las cien páginas del capítulo
dedicado a los "Postres y Tortas del Mundo".
LA CENICIENTA, EL PROFESOR
CHIFLADO DE SU ÉPOCA
Por Juan Carlos Mazo4
(Colombia)
En la noche, en la oscuridad, en el
silencio mortal y vagabundo, ella, la
protagonista de esta historia, camina con
pasos preocupados infundidos por la
soledad, un ruido acelera pulsaciones. La
ciudad nocturna es peligro, temor,
inconciencia, exceso. De la nada una sombra
aparece y le sujeta por el cuello, brutal la
arroja contra el capó de un Mazda 323. Ella
queda en posición, siente su rostro contra el
frío aluminio, su vida cambia en un mísero
instante, la huella del infortunio le escribe
que la confianza no es privilegio. La mano
agarra el cabello y golpea la cabeza, la otra
mano se mezcla en la falda. Desea gritar, no
quiere ser una estadística más. Los dedos del
asaltante llegan hasta el hilo dental y una
extraña sensación le produce humedad, una
humedad odiada e insensata. Siente el ruido
de la cremallera, el suceso no tiene marcha
atrás, sólo queda la resignación incluso el
disfrute. El falo presiona y siente cómo
asciende, el sable atraviesa la carne. La
agitación y la respiración compungida del
violador la asusta más que lo que está entre
sus piernas. De repente, oh gloria
inmarcesible, oh jubilo inmortal. La luz de
una linterna la ilumina, según parece Dios ha
escuchado sus plegarias. El suplicio
terminará y otro héroe anónimo habrá hecho
su buena labor del día. El violador se detiene
más asustado que la víctima, apenado
prefiere mantener su miembro en la escena
del crimen. De repente se escucha una voz:
–¡José Hilario!
El violador sólo contesta:
–Mamá…
–No me gusta que se serene, después
anda tosiendo toda la noche.
–Pero Mamá…
–¡Es que no me escuchó culicagado!
¡Nada de peros, nos vamos para la casa ya!
–Mamá usted siempre metiéndose en
todo.
–¡Me hace el favor y me respeta! ¡Qué
son esos modales! Además, ¿qué es ese
olor? ¿No me diga qué se tiró un pedo?
¡Cochino!
El olor de gas metano toma la escena.
–Mamá yo no fui.
–No me mienta que usted sabe como
me disgusta que me mientan. Igualito a su
papá.
–Perdón –exclama la violada sonrojada.
–Si ve que yo no fui, refuta José Hilario.
–Bueno jovencito no se hable más,
vamos para la casa que después se me
agripa y me toca escucharlo toser toda la
noche.
La mujer continúa tirada sobre el capó,
literalmente.
–Mamá ya iba acabar, déjeme terminar
que ya la alcanzo.
–Jovencito, ¿no me entendió? Se me
entra ya.
–Mamá ya estoy adentro.
– ¡No me abra esos ojos!
–Mamá no puedo evitarlo.
–¿Qué son esos modales? ¿Qué va a
pensar la señorita?
–Ex señorita, Mamá.
–No me lleve la contraria, hágame el
favor.
–No le estoy llevando la contraria.
–No se lo voy a repetir sotarugo, ¡para
la casa!
–¿Qué es sotarugo?
–No, qué bonito, lo que me faltaba,
ahora cuestionando a su mamá, la hacedora
de sus días, aquella que lo vio nacer y se
esforzó día a día por usted. ¡Dios porqué me
castigas de esta forma… tanto sacrificio,
tantos desvelos, tantos cariños!
–Ya Mamá…
–¡Ahora quiere callarme! Lo que gana
uno por mimarlos y preocuparse día tras día
por ellos.
La atacada, cansada de la discusión
solo aduce:
–Déjelo terminar señora, mire que se
me están durmiendo las piernas.
–¡Vean a esta igualada! ¡Ni más
faltaba! –contesta la madre indignada.
–¡Señora me hace el favor y me
respeta que yo no soy ninguna aparecida,
además él ya está grandecito para que tome
sus propias decisiones!
–¡Pues yo soy su mamá y hago lo que
me da la gana!
–¡Silencio que así no me puedo
concentrar! –grita José Hilario.
Ella, la protagonista de la historia,
inconforme por la situación, reniega:
–¡Déjelo que termine, señora!
Y la madre, como toda madre,
preocupada por precaución y melodramática
por convicción:
–Le dije que no se fijara en cualquiera,
pero como siempre, llevándome la contraria.
–Mamá usted no lo deja ser feliz a uno,
voy a decirle al psicólogo que usted me
reprime.
–¡José Hilario Gutiérrez Martínez no le
vuelvo a repetir, camine para la casa o
quiere que llame a su Papá!
José Hilario desilusionado mira a su
víctima.
–Lo siento, tengo que entrarme ya
porque el sereno me hace daño.
Seguidamente saca su falo de la
caverna. Ella no sabe qué pensar, menos qué
creer. Él sube la cremallera del pantalón
lentamente. La luz de la linterna se aleja,
todo vuelve a la tranquilidad. Ella,
desconcertada, prosigue su camino a casa
en la lobreguez de la ciudad, descontenta
porque nada en este país se termina a
cabalidad, y todo porque aun existen madres
abnegadas y preocupadas por el bienestar
de sus hijos.
TIEMPOS DE LA UP
Por Rodrigo Collao5
(Chile)
LA VENGANZA I
El ingenioso hidalgo levanta su lanza y
mirando a su oponente le grita:
“¡Sois un grandísimo bellaco, habéis
ultrajado a mi moza Dulcinea!
¡Oh, sois igualmente un harto de ajos,
habéis ultrajado a mi queridísimo y noble
caballo Rocinante!
¡Truhán y mil veces truhán, habéis
dado de putarrales a mi querido escudero
Sancho y a su inocente asno!
¡Pues la venganza ha llegado, así que
alistaos y respondedme!
¡Respondedme!”
Pero el molino nunca le respondió.
LA VENGANZA II
Lo encontraron en su cama boca arriba. El
charco de sangre hacia un juego perfecto de
colores con los incalculables litros de jugo de
manzana que se encontraban navegando por
toda la habitación. En la autopsia se pudo
concluir que el occiso había muerto a causa
de los innumerables corazones de manzana
que se encontraban apretujados en su
aparato digestivo. Automáticamente en la
comarca empezaron a buscar al causante de
tan ruin acto delictivo. Desde ese mismo día,
errante y prófugo, huye el hijo de Guillermo
Tell.
Por Leonardo Reales
(Colombia)
FOBIA
Sólo cuando mi mejor amigo Boris me contó
que la mejor terapia para una fobia era el
masoquismo, entendí porqué seguía
buscando a esa mujer o–diosa.
LECCIÓN
En un utópico país llamado Repinca, la
República de la Costa Caribe, en el que el
escudo no tenía un cóndor sino una burra y
la moneda no era el peso sino la barra,
vivían dos personajes bien peculiares, Leo el
ateo y Héctor el sabéctor. Un día cualquiera,
Leo no resistió más su triste situación de
vivir sin creer en Dios, y le preguntó a
Héctor, el hombre más sabio de Repinca:
–Héctor, si Dios siempre ha existido
¿qué hacía entonces antes de crear a Adán y
a Eva?
Y Héctor le respondió, como lo hubiese
hecho el mismísimo San Agustín:
–Mira Leo, Dios siempre ha existido y
espero que esto te quede como lección. Dios,
antes de crear a Adán y a Eva, comía
manzanas con su más amado ángel Lucifer,
mientras pensaba en la manera de crear una
especie de infierno para todos los idiotas que
se plantearan esa pregunta.
Por Carlos Sierra (Colombia)
CUANDO ME AMES
Si me has de decir que me amas, no lo
hagas en la calle, no me lo cuentes en el
cine, no seas así conmigo.
Si me vas a decir que me amas hazlo
en casa, cuando estemos solos en la
habitación… sentados en la cama (para no
perder la oportunidad, digo yo); solo
entonces dímelo.
Si algún día me sientes como yo te
siento y me lo vas a decir, deja que yo cierre
los ojos y escuche cómo salen las palabras
de tu boca mientras meto la mano bajo el
colchón. Entonces sacaré el revolver y me
volaré los sesos feliz, sabiendo que tú me
has amado hasta la muerte.
PREMONICIÓN
Una mañana despertó con la certeza de que
durante el sueño había adquirido la habilidad
de sentir la cercanía de la muerte en los
otros, y salió por el pueblo a buscar
moribundos ignorantes de su próximo
deceso. Al acercarse al centro de salud
municipal sintió un cosquilleo en la garganta
y el vientre; entró, pero ya era tarde: una
anciana acababa de morir. Sabía cómo se
sentía la premonición, pero pensó que debía
entrenarse para sentirla con más
anticipación y así, de algún modo, poder
evitarla. Pero no hubo tiempo, al pasar por
un paraje solitario sintió el cosquilleo de
nuevo, ahora más claro que nunca. Miró a su
alrededor, pero no había nadie. Gritó, pero
no obtuvo respuesta distinta a su propio eco.
DE OSCURO A AMARILLO
Por Juan Cuentacuentos
(Costa Rica)
Pastorcillo no me toques
ni me dejes de tocar,
mis hermanos me mataron
por la Flor de Lililá.
Pastorcillo no me toques
ni me dejes de tocar,
mis hermanos me mataron
por la Flor de Lililá.
Pastorcillo no me toques
ni me dejes de tocar,
mis hermanos me mataron
por la Flor de Lililá.
Hermanito no me toques
o tendré que denunciar
que tú mismo me mataste
por la Flor de Lililá.
Sherlock.
inclinado, casi hasta tocar el suelo con la
cabeza.
Los ojos de Anansi brillaron cuando vio
los plátanos, y comenzó a hablar a su amigo
Ratón:
–¿Cómo estás, amigo Ratón? Hace
muchos días que no te veo.
–¡Oh, ahí vamos, Anansi! –repuso
Ratón–. Y tú, ¿cómo estás? ¿Y tu familia?
Anansi puso cara larga, lo más larga
que pudo, hasta que su barbilla casi tocó los
pies. Movió la cabeza y se lamentó:
–¡Ay, hermano Ratón –dijo–, los
tiempos son malos, muy malos! Apenas
puedo encontrar nada que comer de un día
para otro.
Al decir esto se le llenaron los ojos de
lágrimas y continuó:
–Ayer estuve todo el día caminando.
Hoy he andado sin parar y no he encontrado
ni una patata ni un plátano –y miró un
momento el gran racimo de plátanos–. ¡Ay,
hermano Ratón, los niños no tendrán más
que agua para cenar esta noche!
–No sabes cuánto lo siento –le dijo
Ratón–. Yo sé lo que es llegar a casa sin
llevar nada de comer para mi mujer y mis
hijos.
–Sin ni siquiera un plátano… –exclamó
Anansi, mirando de nuevo el racimo de
plátanos.
Ratón puso el racimo en el suelo para
descansar y Anansi no podía quitarles los
ojos de encima.
–Amigo mío, qué hermoso racimo de
plátanos. ¿Dónde lo conseguiste, con estos
tiempos tan duros que corren?
–Es todo lo que queda en mis campos,
Anansi. Este racimo debe durar hasta que
aparezcan los guisantes, y aún les falta.
–Pero pronto estarán listos, amigo
Ratón –repuso Anansi–. Regálame uno o dos
plátanos que los niños no han comido nada y
no tienen más que agua para cenar.
–Espera un momento –dijo Ratón y
empezó a contar cuidadosamente los
plátanos. Cuando terminó de contarlos, los
volvió a contar, y luego dijo:
–Está bien, Anansi –y cortó los cuatro
plátanos más pequeños del racimo y se los
dio a Anansi.
–¡Gracias! –exclamó Anansi–. ¡Gracias,
amigo mío! Pero, Ratón, no hay más que
cuatro plátanos, y somos cinco en la familia:
mi mujer, los tres chicos y yo.
Ratón fingió no oírle. Sólo dijo:
–Ayúdame a poner el racimo en la
cabeza, hermano Anansi, y no trates de
conmoverme más.
Ratón echó a andar, caminando
despacio abrumado por el peso de los
plátanos. Anansí marchó a su casa. Podía ir
de prisa, porque los cuatro plátanos no eran
un gran peso. Cuando llegó, se los entregó a
su mujer, y le dijo que los preparara para la
cena. Salió de nuevo y se sentó a la sombra
del mango, hasta que la mujer le dijo que los
plátanos ya estaban listos.
Anansi y su familia se sentaron a la
mesa. Allí estaban los cuatro plátanos
dispuestos. Cogió uno y se lo dio a la niña.
Dio otro a cada uno de los chicos. El último,
el más grande, se lo dio a su mujer y él se
quedó con las manos vacías y la cara triste.
La mujer le dijo:
–¿No quieres un plátano?
–No –repuso Anansi–, dando un
profundo suspiro–. Sólo hay para cuatro. Yo
también tengo hambre, porque no he comido
nada; pero sólo hay cuatro plátanos.
Los niños preguntaron:
¿Tienes hambre, papá?
–Sí, hijos míos, tengo hambre, pero
ustedes son muy pequeños y necesitan
alimentarse. Es mejor que yo me quede con
hambre y ustedes llenen sus estómagos.
–¡No, papá! –dijeron a coro los niños–.
Tú debes comer la mitad de nuestros
plátanos.
Todos partieron los plátanos en dos
trozos y cada uno dio la mitad a Anansi.
Cuando su mujer vio lo que pasaba, también
dio a Anansi la mitad de su plátano.
Y así, finalmente, Anansi comió más
que nadie…, como siempre.
LA BODA DE TÍO CONEJO
Cuento popular17
menéalo, menéalo,
de aquí p’ allá
de allá p’ acá
menéalo, menéalo
que se te empelota
menéalo, menéalo,
de aquí p’ allá
de allá p’ acá
menéalo, menéalo
que se te empelota
menéalo, menéalo,
de aquí p’allá
de allá p’acá
menéalo, menéalo
que se te empelota
menéalo, manéalo…
EL CONTRABANDISTA
Nasrudín solía cruzar la frontera todos
los días, con las cestas de su asno cargadas
de paja. Como admitía ser un
contrabandista, cuando volvía a casa por las
noches los guardas de frontera lo registraban
una y otra vez. Registraban su persona,
cernían la paja, la sumergían en agua, e
incluso la quemaban de vez en cuando sin
encontrar la mercancía. Mientras tanto, la
prosperidad de Nasrudín aumentaba
visiblemente.
Un día, Nasrudín se retiró y se fue a
vivir a otro país, donde, unos años más
tarde, le encontró uno de los guardas
aduaneros.
–Ahora me lo puedes decir, Nasrudín,
¿qué pasabas de contrabando, que nunca
pudimos descubrirlo?
–Asnos –contestó Nasrudín.
LA MUJER PERFECTA
Nasrudín conversaba con un amigo.
–Entonces, ¿Nunca pensaste en
casarte?
–Sí lo pensé –respondió Nasrudín–. En
mi juventud, resolví buscar a la mujer
perfecta. Crucé el desierto, llegué a
26Mulá Nasrudín es un personaje mítico de la tradición
sufí que a veces es un sabio y otras veces un loco.
Damasco, y conocí una mujer muy espiritual
y hermosa; pero ella no sabía nada de las
cosas de este mundo. Continué viajando, y
fui a Ispahán; allí encontré una mujer que
conocía el reino de la materia y el del
espíritu, pero no era bonita. Entonces resolví
ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de
una moza bella, religiosa, y conocedora de la
realidad material.
–¿Y por qué no te casaste con ella?
–¡Ay, amigo mío! Lamentablemente
ella también quería un hombre perfecto.
LA PROPINA
Cierto día el Mula Nasrudín asistió a
una casa de baños pobremente vestido, y lo
trataron de mal manera. Al salir, sin
embargo, dejó una moneda de oro de
propina.
A la semana siguiente fue ricamente
vestido y se desvivieron por atenderlo. Al
salir dejó una moneda de cobre, diciendo:
–Esta es la propina por el trato de la
semana pasada y la de la semana pasada,
por el trato de hoy.
EL REMEDIO
El Califa nombró a Nasrudín Consejero
Mayor de su corte. Cierto día un cortesano
quiso probar la sabiduría de Nasrudín, así
que le preguntó:
–Nasrudín, tú que eres un hombre de
experiencia, ¿conoces algún remedio para el
dolor de ojos? Te lo pregunto porque me
duelen tremendamente.
–Permíteme que comparta contigo mi
experiencia –le dijo Nasrudín–. En cierta
ocasión tuve un dolor de muelas, y no
encontré alivio hasta que me las hice sacar.
LA LIMOSNA
Nasrudín pedía limosna en la feria de la
ciudad. Las personas que pasaban siempre le
ofrecían una moneda grande y una pequeña
para que él escogiera, pero Nasrudín
siempre escogía la pequeña, la de menor
valor, y la gente se reía de lo tonto que era.
Cierto día un hombre se compadeció y
le aconsejó:
–Siempre que te ofrezcan dos
monedas, elige la mayor. Así tendrás más
dinero, y no serás considerado un idiota por
los otros.
–Usted debe de tener razón –respondió
Nasrudín– pero si escojo la moneda mayor,
las personas dejarán de ofrecerme dinero
para probar que soy más idiota que ellas y
así no podré ganar mi sustento.
LA RESPONSABILIDAD
La comitiva pasó por la calle; soldados
fuertemente armados llevaban a un
condenado a la horca.
–Este hombre no tenía arreglo –
comentó un discípulo a Nasrudín–. Una vez le
di una moneda de plata para ayudarlo a
levantarse de nuevo en la vida y no hizo
nada importante.
–Quizás él no sirva para nada, pero
puede estar ahora caminando hacia la horca
por tu causa –respondió el maestro–. Es
posible que haya utilizado la limosna para
comprar un puñal, que terminó usando en el
crimen cometido; y entonces tus manos
estarán también ensangrentadas, porque en
vez de ayudarlo con amor y cariño preferiste
darle una limosna y librarte de tu obligación.
NADA ES SUPERIOR A DIOS
Cuento hindú
Azteca.
–Asómense, vean, –insistió
Tezcatlipoca– los hombres están trabajando
la milpa, las mujeres muelen el nixtamal y
hacen las tortillas, los niños van a recoger la
leña y traen el agua del manantial, los
ancianos atizan el fuego… pero les falta algo
importante, una razón para alegrarse, para
juntarse, para convivir, ¡les falta la música!
–Pepepepepero, Tezcatlipoca –dijeron
los dioses alborotados–, sabes bien que los
músicos y los instrumentos musicales están
encerrados en la casa del sol y nadie puede
sacarlos de ahí.
–Déjenmelo a mí –dijo el dios
Tezcatlipoca–, y llamó a un muchacho a
quien le dijo lo que tenia que hacer. El
muchacho un poco asustado, porque no
todos los días nos habla un dios, escuchó con
atención.
Al día siguiente, al amanecer, el
muchacho emprendió el camino como se lo
había señalado el dios, rodeó la gran laguna
donde se reflejan los volcanes, pasó entre el
Popocatepetl y el Ixtacihuatl y llegó al
altiplano. Caminó y caminó, empezó a bajar
entre árboles milenarios, helechos
gigantescos y flores de vainilla. Cruzó ríos
enormes brincando de una piedra a un
tronco y por fin llegó a la orilla del mar. Era
la primera vez que veía el mar.
–¡Qué hermoso y qué susto! Pero,
¿cómo podré cruzarlo para llegar a la casa
del sol?
Sin embargo Tezcatlipoca invisible lo
estaba acompañando y le susurró al oído una
canción:
–Allá voy, allá voy, a la casa del sol...
En cuanto el muchacho empezó a
cantar aparecieron todos los animales
marinos que se puedan imaginar. Los
animales marinos entrelazaron sus cabezas,
aletas, colas, caparazones, y formaron un
gran puente vivo para que el muchacho
caminara. De un lado veía un abismo y del
otro también. Tenía miedo, pero tenía una
misión que cumplir, así que volvió a cantar:
–Allá voy, allá voy, a la casa del sol...
Cuando el sol lo vio se le enmarañaron
los rayos de furia:
–¡Qué haces aquí! ¡Aquí no pueden
venir los mortales como tú!
El muchacho le contó su misión, pero
el sol se puso aún más furioso.
–¡Que quéeeee!.. ¡Los músicos y los
instrumentos son míos y no saldrán de aquí
nunca!
Entonces el muchacho se puso a
cantar:
–Aquí estoy, aquí estoy, en la casa del
sol...
Ese canto era tan armónico que el
mismo sol estaba conmovido, pero no quería
darse por vencido. Y para que los músicos no
lo oyeran les puso tapones de cera en sus
oídos. Sin embargo, con el calor que hacia en
la casa del sol los tapones se derritieron en
seguida y los músicos escucharon la canción
del muchacho y tomando cada uno su
instrumento empezaron a salir de la casa. Y
por más que el sol trataba con sus rayos de
detenerlos, eran tantos que terminó hecho
un gran nudo. Los músicos fueron saliendo
con los huesos de fraile, el teponaztle, el
huehuetl, los palos de lluvia, el caracol, las
flautas, las chirimías, las marimbas y todos
los demás instrumentos que hoy conocemos.
Los músicos caminaron sobre el puente
de animales vivos y tocaron felices, y era tan
hermosa su música que ésta fue llenando el
aire hasta llegar a los oídos de los hombres,
las mujeres, los niños y los ancianos, quienes
se juntaron en la playa y sin saber por qué
empezaron a mecerse y a mecerse y a
mecerse, y esa fue la primera vez que
bailaron.
Desde entonces, para alegrarnos, para
juntarnos, para convivir tenemos la música y
el baile, gracias al gran dios Tezcatlipoca.
EL SOL DE LAS VENADAS
PARIENDO
Por Guadalupe Urbina33
(Costa Rica)
de Venecia.
Pero un día, sucedió que el animal
desapareció de repente de la bañera y la
Princesa se puso histérica: lloraba, gritaba y
rompía cosas. El Rey ordenó buscar
inmediatamente al cangrejo, pero nadie dio
razón de éste. Ni siquiera el cocinero real.
Levantaron, movieron, abrieron, rompieron,
tumbaron, quebraron, alborotaron el castillo,
pero el cangrejo no apareció.
Ante la inexplicable pérdida, la Princesa se
enfermó, dejó de comer y no paraba de llorar
frente a la bañera. El Rey, preocupado, mandó a
llamar a los mejores médicos del reino, quienes
luego de muchos intentos por curarla,
dictaminaron: ''Se trata de un mal que no tiene
cura''.
Así, pasaron los días y lo único que se
escuchaba en el castillo era el llanto inconsolable
de la Princesa.
Pero una mañana, la Princesa vio que se
formaba un remolino adentro de la bañera –que
estaba llena de sus lágrimas–, y también vio que
por el remolino se asomaba el famoso cangrejo.
–¡Es él! –gritó la Princesa–, ha regresado.
La Princesa se metió en la bañera y el
remolino la engulló, conduciéndola a una galería
de plantas de colores y luego al frente de un
inmenso palacio submarino rodeado de corales.
La Princesa miraba extasiada el paisaje y
no lo podía creer. De pronto, se abrieron las
puertas de aquel palacio y apareció una hermosa
hada cabalgando un enorme cangrejo de ojos
amarillos. “Es él”, pensó la Princesa. Tuvo el
impulso de nadar hacia el cangrejo, pero sus
cabellos se le habían enredado entre los corales.
El hada hizo un pase mágico y el
caparazón del cangrejo se abrió dejando salir a
un hermoso joven de largos cabellos negros y
ojos color de miel.
–Ahora entiendo mi obsesión por aquel
cangrejo –dijo la Princesa–. Es un Príncipe
encantado.
El hada hizo otro pase mágico y apareció
una mesa repleta con los manjares más
exquisitos jamás degustados. Mientras aquellos
dos comían, la Princesa logró liberarse con ayuda
de unos peces que se comieron los corales que la
sujetaban. Entonces nadó con sigilo y se
escondió adentro del caparazón del cangrejo.
Cuando terminaron de comer, el hada hizo
otro pase mágico y el Príncipe regresó al interior
del caparazón, encontrándose con la Princesa
escondida.
–¡Estás loca! ¡Qué haces aquí! Si el hada
nos ve, nos mata a los dos.
–Quiero liberarte del encantamiento.
–No es posible –dijo el Príncipe–, para eso
tendrías que estar dispuesta a morir por mí.
–Pues moriré, si es preciso –dijo resuelta la
Princesa.
–¿Tú?
–Si, dime lo que debo hacer y lo haré.
–Regresa a la superficie y busca un arrecife
en forma de ángel. Cuando lo encuentres te
pones a cantar que de inmediato el hada
aparecerá y te dirá: ''Sigue cantando joven
hermosa, sigue cantando''. Entonces tú le
contestarás: “Seguiré cantando si me regalas la
flor que llevas en tu cabeza''. Esa es la flor de mi
vida y si la obtienes, entonces, seré libre.
Y así lo hizo la Princesa. Al día siguiente, la
bella joven fue hasta donde estaba aquel arrecife
en forma de ángel y se puso a cantar. El viento
jugaba con sus cabellos y transportaba aquella
suave melodía al interior del mar. El hada
apareció, y, tal y como lo dijo el Príncipe, suplicó:
–Sigue cantando joven hermosa, sigue
cantando.
Entonces, ella le pidió la flor que tenía en
su cabeza y el hada se la arrojó. Pero el mar
estaba enloquecido por el mágico canto de la
Princesa y se llevó consigo la flor, que
desapareció entre las olas.
La Princesa, desesperada, se lanzó a las
turbulentas aguas tratando de alcanzarla, y en
ese mismo instante el mar se apaciguó y puso la
flor en el regazo de la bella joven. En ese
momento, sobre una pequeña ola, apareció el
Príncipe cangrejo que ya no era cangrejo, pues
se había liberado de aquel caparazón y del
encantamiento del hada. Ahora estaba
encantado de la Princesa que lo liberó, con quien
vivió feliz para siempre.
EL PICAPEDRERO
Cuento popular
36
Cuento popular. Para que tenga sentido, siempre
que aparezca (..) se debe hacer la fórmula del
trabalenguas enunciada al principio del cuento.
De ahí el dicho: Darte gato por liebre.
–¿Qué nos ha dado un gato(..) en lugar
de la liebre(..)? ¡¡Tome, tome y tome!!
Y los tres chicos(..) le dieron unos
cuantos tortazos(..) y la señora(..) cayó al
suelo(..). Parecía que estaba muerta(..) pues
no se movía nada, nada, nada. Entonces los
tres chicos(..) intentaron despertarla
echándole agua(..), tierra(..), le hicieron
cosquillas(..) y le pasaron una cerilla(...) por
los ojos(..); pero no despertó. Y se fueron a
ver si encontraban a alguien que les ayudara
a despertar a la dueña(..). Encontraron a un
fraile(..) y le pidieron:
–Señor fraile(..) ¿nos puede ayudar a
despertar a la señora(..) que nos ha dado un
gato(..) en lugar de la liebre(..)?
–No, no y no chicos(..) no os ayudaré a
despertar a la señora(..) que os ha dado un
gato(..) en lugar de la liebre(..)
–¿Qué no? Ya verá usted.
Y le pegaron veinte tortazos(..) que le
hicieron caer al suelo(..) y quedando el fraile
(..) como muerto(..)
–El señor fraile(..) está muerto(..)
Pero no estaba muerto, porque el
corazón(..) le latía(..). Para despertarlo
hicieron lo mismo, lo mismo que con la
señora dueña(..) es decir: echarle agua(..),
tierra(..), le hicieron cosquillas(..) y le
pasaron por los ojos(..) una cerilla(..). Pero no
despertó el fraile(..) y se fueron a buscar a
alguien que les ayudara a despertar a la
dueña(..) y al fraile(..). Caminando(..) pronto
encontraron a un frailón(..) que venía
rezando(..) y le dijeron:
–Señor frailón(..) nos podría ayudar a
despertar al fraile(..) y a la dueña(..) que nos
ha engañado y nos ha dado un gato(..) en
lugar de una liebre(..)
–No, no, no os ayudaré a despertar al
fraile(..) ni a la dueña(..) que os ha dado un
gato(..) en lugar de la liebre(..)
–¿Qué no nos ayudará? Pues tenga
unos cuantos tortazos(..)
Ufff, no cae este frailón(..) alguien de
los aquí presentes ¿me puede echar una
mano?... (pregunta al público) Pues si no, no
puede continuar el cuento. Además tienen la
oportunidad de poder pegarle unos cuantos
golpes a un miembro del clero sin ninguna(..)
consecuencia posterior.
Y después de los palos el frailón(..)
cayó al suelo y parecía muerto, pero no
estaba muerto, pues el corazón(..) le latía(..);
así que le hicieron lo mismo lo mismo que
anteriormente le habían hecho a la dueña(..)
y al fraile(..). Le echaron agua(..), tierra(..), le
hicieron cosquillas(..), le pasaron una cerilla
por los ojos(...) y que no despertaba. A ver
querido publico, ¿alguna propuesta para
despertar a los apaleados(..)?
Como no despertaron se fueron en
busca de ayuda, y en la primera esquina(..)
encontraron a un frailín(..) y le preguntaron:
–Señor frailín(..) ¿nos podría ayudar a
despertar al frailón(..) y al fraile(..) y a la
dueña(..) que nos ha dado un gato(..) en
lugar de una liebre(..)?
–No, no, y no. No os ayudaré a
despertar al señor frailón(..) ni al señor
fraile(..) ni a la dueña(...) que os ha dado un
gato(..) en lugar de la liebre(..)
–¿Qué no? Pues ya verá.
Le pegaron uno, dos, tres, cuatro palos
al señor frailín(..) y éste cayó a tierra(..)
como le había ocurrido anteriormente al
frailón(..) y al fraile(..) y a la dueña(..) que les
había dado un gato(...) en lugar de la
liebre(..)… Por favor, queridos oyentes
¿cuántos frailes han pasado por el cuento(..)?
–Tres (responde alguien del público)
–¿Tres?...pues levanta el culo que lo
tienes al revés.
ROMANCE DE LA INFANTICIDA
Romance español37
Padre de mi corazón,
el alférez de esta aldea,
que llega todos los días
y con mi madre conversa.
Ha cuarteado su cuerpo,
lo ha tirado en una artesa
y el peinado que le ha hecho
fue cortarle la cabeza.
Padre de mi corazón
no coma usted de esa cena,
que salió de sus entrañas
y no es justo que a ellas vuelva.
Se ha levantado el señor,
la busca de su hijo empieza,
lo ha encontrado cuarteado,
metidito en una artesa.