Sociedad y Estado 2011
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Sociedad y Estado 2011
2:- Naomi Klein; No logo, a) el nuevo mundo de las marcas b) las marcas se
expanden (cap1 y 2)
La nueva economía se caracteriza por los bienes intangibles, como los servicios,
esto es más temporal que material, y así logran el liderazgo los sectores más privilegiados.
El software y el wetware reemplazan al trabajo humano permitiendo que maquinas
inteligentes realicen sus tareas.
La nueva economía en las últimas dos décadas del siglo XX, se desarrollaba a través
de la desregulación de los servicios públicos, e incorporando lo público al mercado,
ejemplo, los medios de transporte, los servicios como el agua, la electricidad, las
telecomunicaciones, etc. La meta es mercantilizar la cultura para terminar de cerrar el
sistema de dominación, y el resultado será subsumir a la sociedad de asociaciones y redes
de acceso que transforman todo tiempo en tiempo cultural.
Los jóvenes con capacidad de acceso, se adaptan con facilidad al nuevo mundo del
ciberespacio, (intercambian información, conocimientos y experiencias), la generación
punto com, se aleja de la ética del trabajo y se sumerge en las nuevas profesiones
informatizadas de la nueva economía. Se trata de un acceso paradójico, porque mientras
el 20% de la población mundial tiene acceso, el 80% restante queda atrapado entre la
escasez y la pobreza. El acceso es poder.
Bienes tangibles sustituidos por bienes intangibles, que se manifiestan por medio de
patentes, marcas registradas, relaciones comerciales. Nuevo poder compuesto por los
megaproveedores. Formas de propiedades centrales son; Franquicias, como Mc donald’s,
que le es más fácil distribuir los puestos de hamburguesas que fabricarlas. Y las patentes
genéticas, los agricultores tienen que comprarle las semillas al dueño de las patentes,
debido a que fueron modificadas genéticamente para que las plantas no se reproduzcan
naturalmente (cultivos transgénicos). La transición de a la economía de bienes de servicios
es lo que define a las sociedades postindustriales. Los servicios no se manifiestan como
propiedad sino como relaciones entre seres humanos, mediados por relaciones
monetarias. La forma del mercado el de usos y no de valores.
Se ha reducido el rol y los poderes del Estado en las áreas, monetaria, militar, de
regulación de la economía, la información y las comunicaciones. Que fue sustituida por
nuevos valores, los del individuo, el mercado, la equidad, la empresa y el capital. Hoy el
estado es un actor débil, frente a las multinacionales y los mercados, y la política es
subsumida por los intereses del gran capital, al perder soberanía sobre su territorio y el
mercado, el Estado deja de ser regulador. Esa pérdida de soberanía no es lo mismo para
EE-UU y los integrantes del G7 que para los países del sur y del ex – bloque comunista... El
nuevo poder neoliberal dice que el aumento de la productividad justifica el desempleo y
la exclusión social.
Para el Neoliberalismo, tanto en los países del norte como del sur, la reforma es una
cuestión central. El sentido de la reforma es instalar el “estado mínimo”, que permitirá a
las economías de mercado funcionar según los equilibrios espontáneos entre la oferta y la
demanda. El estado se transforma en una disfrazada pero paciente forma de “estado
empresario”, porque su lógica responde a la teoría de la oferta, es decir sobre valorar el
capital como motor de la historia.
Naomi Klein
No Logo
El nuevo mundo de las marcas
La influencia cultural del las empresas multinacionales desde 1980 es que deben
producir ante todo marcas, no productos. Apareció un nuevo tipo de organización; en las
empresas como Nike y Microsoft, se plantearon que la producción de bienes es algo
secundario, y que estaban en condiciones de fabricar sus productos por medio de
contratistas, o licencias. Lo principal a producir seria la imagen de sus marcas.
Tal como dijeron los publicistas, al comienzo de la recesión, las empresas fueron
las que prefirieron el marketing del valor; Nike, Levi’s etc. La lección del “viernes
Marlboro” fue plantear los dos elementos más significativos del marketing y del
consumismo. Las grandes tiendas de artículos económicos que nos dan lo esencial para la
vida cotidiana ( Wall Mart) y las marcas elegantes que nos dan lo esencial para el estilo de
vida, estos dos estratos produjeron un impacto profundo.
En 1970, el logo de las marcas que era su identidad. Era algo pequeño, y a veces
oculto ahora pasa a tener el tamaño de torso de una persona. La publicidad y el patrocinio
siempre usaron la imaginería. Lo que diferencia a las marcas de 1990 es que ahora se trata
cada vez más de extraer esa clase de asociaciones del mundo y convertirlas en una
realidad viva. En los 90 empresas como Nike, Polo, etc. Estaban en condiciones de pasar
de lo relativo de las marcas al entorno. Se trataba de absorber ideas e incógnitas
culturales, que sus marcas pudieran reflejarse en la cultura como extensiones de si misma.
La cultura añadía valor a la marca. La intención de las marca era poner a la cultura en
segundo plano y que la marca sea la estrella. Tuvo tanto éxito que los patrocinadores
culturales y la cultura patrocinada ha desaparecido por completo. Lo que antes era vender
cultura a un patrocinador ahora es la co-marca, una asociación entre personajes y marcas
muy conocidos. No hubiera sido posible sin las políticas de desregulación de y la
privatización. Cuando el patrocinio empezó a reemplazar la financiación pública en 1980,
comenzaron a tratarla como instrumento de marketing. A medida que crecía su valor, la
dinámica entre los patrocinadores y los patrocinados comenzó a transformarse llegando a
comprar actos culturales
Mas sucede que las empresas no se limitan a pedir a los editores y a los
productores se conviertan en sus agentes de facto y que imaginen maneras de incluir sus
productos en las notas y fotografías, sino que exigen a los medios que sean sus agentes
ayudándoles a crear anuncios que aparecen en sus publicaciones. En muchos casos, las
revistas utilizan luego, la información sobre sus lectores para diseñar anuncios muy bien
dirigidos hacia su público. La fusión de los medios de información y catálogos marco un
hito en enero de 1998, con las series de televisión para adolescentes. El lugar de
nacimiento de esas nuevas ambiciones es internet. En la red, el lenguaje del marketing
alcanzo el nirvana, el anuncio gratuito, aprovechan en la red para separar contenidos
editoriales y la ´publicidad es mucho más agresiva que en el mundo real. Desde sus
anuncios MTV ha sido una maquina de vender productos que publicita durante las 24 hs.
Del día, se trata de la emisora que a su vez es una marca. La carrera para extender las
marcas ha llegado a la industria cinematográfica. Las películas mismas se
conceptualizaban cada vez mas como activos mediáticos de marcas.
El éxito de la marca Nike son las superestrellas del deporte, son capaces de
crecer en la edad de la sinergia, hechas para la promoción múltiple. No solo compiten con
Adidas, la NBA sino también con Jordan, y le ha dado más libertad a Jordan para
desarrollar su propia marca, siempre dentro del imperio Nike. Ya firmado su papel
ejecutivo, contrato a otros atletas profesionales para que publicitaran la marca JORDAN.
Desde mayo de 1999 la marca se exhibe en sus propias tiendas de concepto minorista.
Richard Sennet
Política de consumo
¿Esta la nueva economía creando una nueva política?, En la era del capitalismo
social, las tensiones del sistema económico producirán “ressentiment”. El resentimiento
es un estado afectivo de gran intensidad social que tiende a desprenderse de su origen
económico para convertirse en resentimiento por el trato condescendiente de la elite o a
cualquier enemigo interno que parezca gozar de los beneficios sociales a los que no tiene
derecho. El resentimiento es una vía demasiado estrecha para poner en relación a la
economía y a la política, porque la inseguridad material no solo estimula maneras de
demonizar a quienes anuncian un cambio desestabilizador. La economía también cumple
una función de magisterio. ¿La gente elige a los políticos como elige un producto en las
góndolas de Wall Mart? , si contestamos afirmativamente, el corazón de la política resulta
ser la mercadotecnia. De acuerdo con esa línea de pensamiento, observamos con
desaliento que hoy se utilizan todas las trampas de seducción de la publicidad para
colocar en el mercado las personalidades y las ideas de los políticos, así como resulta raro
que la publicidad ponga las cosas difíciles para el cliente, también el político se presenta
de forma que su compra resulte más difícil. Sin embargo, las manifestaciones del nuevo
capitalismo abandonan poderosamente la idea que nuevas estructuras movilizan la
imaginación al cambio. Necesitamos conservar una mente abierta a la manera en hoy los
políticos se someten a la mercadotecnia, así como a las instituciones que los
comercializan.
En lenguaje poético, una pasión que nos consume puede connotar una pasión
que se autodestruye por su propia intensidad. Podemos sentir un deseo muy vivo de tener
una prenda determinada pero a los pocos días de tenerla, nuestro interés por ella decae
notablemente. Hoy la economía fortalece ese tipo de pasión que se auto consume, tanto
en los grandes supermercados como en la política. En el siglo XX se propusieron dos
explicaciones para “la pasión que se auto consume”. Una es el motor de la moda, lo que
significa que la publicidad y los medios de comunicación enseñaban a moldear los deseos
de tal manera que la gente se sienta insatisfecha con lo que tiene. La otra explicación es la
de la obsolescencia planificada, que sostenía que se producían bienes para que no
duraran, con el fin de que el público tuviera que comprar otros. Los datos que inspiraban
esta teoría estaba basada en la industria automotriz, y la industria textil en EE-UU. Aunque
los dos puntos de vista tienen sus meritos, ambos otorgan al consumidor un papel pasivo.
El consumo de bienes desempeña un papel decisivo en la complementación y legitimación
de estas experiencias. Cuando la gente se dedica a comprar cosas, parece estimular esa
pasión que se auto consume, y lo parece en dos sentidos, uno directo y otro sutil. El
primero se da a través de las marcas, el otro a través de la atribución de poder y
potencialidad a las cosas que se va a comprar.
Marcas y potencia
El DORADO
LA POTENCIA
La potencia es algo que podemos comprar. Desde los orígenes de los mercados
de capital, los inversores se han visto impulsados por la creencia irracional en el poder de
los objetos. Un ejemplo es el iPod, el poderoso atractivo comercial de este aparatito,
consiste precisamente en tener más del lo que una persona podría usar jamás y promete
la expansión de las capacidades personales. Las maquinas se convierten en una gigantesca
prótesis medica. El deseo se moviliza cuando la potencia se divorcia de la practica: “no
limites lo que deseas a lo que puedas hacer”. En resumen, la pasión por el consumo
adopta dos formas; el compromiso activo en la imaginación y estimulación mediante la
potencia.
Para explicar por qué las nuevas instituciones no producen una política
progresista debemos centrarnos en algo que el consumo y la política comparten. El teatro.
El campo del consumo es teatral porque el vendedor, para que el consumidor compre
tiene que tener bajo control “la suspensión voluntaria del descreimiento”. La
dramatización del lo potencial lleva al espectador-consumidor a desear cosas que no
puede utilizar plenamente. Igualmente teatral es la política, y en particular la política
progresista. Hay cinco maneras que el consumidor-espectador-ciudadano se aleja de la
política progresista y se acerca más a esa actitud más pasiva. a) las plataformas políticas,
que se asemejan a las plataformas de los productos fabriles, b) diferencias de DORADO c)
que prescinda de “la madera retorcida que es la humanidad” y por otro lado el
consumidor-espectador-ciudadano d) depositando su confianza en las políticas mas
cómodas para el usuario y e) presta conformidad a productos políticos siempre nuevos en
oferta. La plataforma política; que adopta una forma similar que solemos llamar
consenso político si bien estas plataformas parecen similares en partidos antagónicos
como pueden ser el partido republicano y el demócrata parecían ser muy diferentes, pero
en la práctica se comportaron de maneras muy similares. Debido a ese consenso.
Diferenciándose en algunos pocos aspectos que no hacían desviar los destinos del país. El
estado lejos de debilitarse, se mantiene vigorosamente en la funcion de dirección. Lo
mismo que en la empresa, en la política también las burocracias centralizan cada vez más
el poder al tiempo que se niegan a hacerse responsables de sus ciudadanos. Este divorcio
entre poder y autoridad, es cualquier cosa menos progresista. El DORADO: A medida que
el estado adopta esta nueva plataforma, la retorica de los partidos políticos en
competencia tiene que insistir necesariamente en las diferencias. Por cierto, si nos
centráramos en la plataforma como única realidad, dejaríamos de lado la experiencia
vivida de la vida política, a saber, que son precisamente las diferencias de lo que de
verdad estimula a los votantes. El DORADO explica como tiene lugar la estimulación, la
forma más simple de DORADO político es la magnificación de los símbolos. Tan
habituados estamos a esta superposición de comportamiento político consumista que
perdemos de vista sus consecuencias: la interminable obsesión de la prensa y del público
por las características personales de los políticos, que enmascara la realidad de la
plataforma de consenso. Más aun en los comportamientos políticos modernos, con
frecuencia la mercadotecnia de la personalidad evita la historia y las actuaciones del
político en el poder. La tercera razón por la que el nuevo orden no es progresista desde el
punto de vista político, es la convicción del consumidor de que nada es suficiente.
Semejante convicción opera en la esfera política. Pues obtener ganancias ya no es
suficiente. El malestar ante la realidad existente debería ser progresista, pero la lección de
que los políticos aprenden de las instituciones de vanguardia tiende a ser negativa. La
explicación es que se ignora la esfera de la experiencia cotidiana, los pequeños aumentos
en las pérdidas y ganancias que constituyen el tejido de la experiencia vital. La impaciencia
ante la “madera retorcida de la humanidad”. Pero eso es precisamente lo que evita la
adopción del nuevo pensamiento institucional, tanto en la política como en la empresa. El
cuarto motivo es cuando los ciudadanos actúan como consumidores dejan de actuar
como artesanos. El artesano quiere entender porque una pieza de madera o un código de
ordenador no funciona; el problema se vuelve atractivo y en consecuencia, engendra la
adhesión objetiva. Pero en el consumo es difícil pensar como artesano. Uno compra algo
porque es cómodo para el usuario, lo que en general significa que el usuario no tiene que
saber en cómo funciona. Pero la comodidad del usuario embrolla la democracia.
Efectivamente, la democracia requiere que los ciudadanos estén dispuestos a hacer el
esfuerzo para descubrir cómo funciona el mundo que los rodea. La economía crea un
clima político en el que los ciudadanos les resulta muy difícil pensar como artesano. Y
muchas veces no lo hace. La última razón por la que la moderna política económica no
tiende a una política progresista se relaciona con la confianza. La fuerte evidencia empírica
respalda el chiche según el cual la gente ha perdido hoy la confianza en la política y en los
políticos. A su vez, muchos políticos acusan de cinismo al público. A este antagonismo
subyace la cuestión del “modo” en que los políticos ganan confianza; no pueden hacerlo,
se podría decir, con un comportamiento como el de los ejecutivos de empresas punteras.
Tanto en la política como en la empresa, lo que predomina sobre el proceso, es pe
pensamiento a corto plazo; las formas más lentas y más sostenidas de crecimiento
resultan sospechosas. Los repentinos bandazos de la política hacia las instituciones
empresariales, producen inseguridad ontológica y ansiedad flotante. Con toda lógica la
gente sospecha y se siente molesta ante los cambios económicos en la esfera política, de
los que saca la conclusión de que los políticos van a la deriva o carecen de compromiso.
Guilles lipovetsky
La felicidad paradójica
La economía de variedad
Las fases I y II se edificaron sobre la producción en serie a escala gigantesca
de artículos estandarizados. En los años veinte, aparecieron estrategias de segmentación
y de diversificación de productos. En la fase III aparece en el momento en que los
principios fordianos que organizan la producción de las series repetitivas, presentan
síntomas de agotamiento y se ponen en tela de juicio. Los fabricantes ponen en marcha
nuevos modos de estimulación de la demanda, basados en la segmentación de los
mercados. El sistema de la producción de masas ha cedido el paso a una lógica de
multiplicación de la variedad. La mercadotecnia de masas ha sido relevada por las
estrategias de segmentación, que aumentan sin cesar la gama de las alternativas y las
opciones, promueve series más reducidas, potencia más concretamente subconjuntos del
mercado, gracias a la alta tecnología basada en la microelectrónica y la informática. La
economía en la fase III ha invertido la lógica que, la producción estandarizada de masas,
creaba la preponderancia de la oferta. Ya no se trata de producir primero para vender
después. Sino de vender para producir, ya que el consumidor final se ha convertido en una
especie de comisionante del productor. Es una economía dominada por la demanda. Lo
que está en marcha en el universo de los bienes materiales lo está también en la esfera de
los servicios. Las formulas a la carta, la diferenciación de las gamas de precios y productos
se han convertido en principios organizadores de la oferta industrial y de servicios.
Aparece un nuevo enfoque del mercado que tiene en cuenta sobre todo los criterios de
edad y los factores socioculturales. Una segmentación extrema, casi ilimitada que ofrece
productos y servicios con una orientación cada vez más concreta, que explota nichos
específicos y micromercados de corta duración. La proliferación de estrategias se presenta
a menudo como signo del triunfo del “cliente rey”.
Harvey David
Capítulo II
La globalización de la inseguridad
La informalidad de la política
La crisis política del flamante siglo implica un nuevo escenario en el que se redefinen
términos aparentemente neutrales como los de trabajo, dinero y política. La tendencia hacia la
informalización en esos ámbitos después de la caída del socialismo es un fenómeno
principalmente del Tercer Mundo, pero que desde de la década del noventa empieza a registrarse
también en los países desarrollados. Entonces, a partir del concepto de informalización, los
autores se proponen deslindar lo que suele reducirse mediante el engañoso rótulo de
globalización, que dificulta toda posibilidad de un análisis profundo. Por eso, proponen una
perspectiva que atienda a ciertas relaciones que las ciencias sociales, hasta ahora, no han tenido
en cuenta. Partiendo de la interrelación entre lo político y lo institucional, analizan la informalidad
en tres aspectos: el trabajo (a partir del trabajo en negro, la ilegalidad, el rol de la mujer, las
nuevas formas laborales como el teletrabajo y esa suerte de "esclavitud moderna" a la que
muchos trabajadores han sido reducidos en los últimos años), el dinero (analizando el rol de
deudores y acreedores, las nuevas redes de lavado de dinero, los centros offshore y la
dolarización) y lo político (el neoliberalismo, el mercado alejado de todo compromiso social, la
corrupción del Estado a partir de las privatizaciones y la crisis del concepto mismo de Estado
nacional) en tanto nuevas realidades que, a la vez que precarizan las condiciones de vida de las
personas, tienden también a la generación de formas delictivas.
Estos temas, tratados con rigor y profundidad, eluden tecnicismos innecesarios, dado que la obra
está destinada a la opinión pública interesada en estas problemáticas, es decir, a todo aquel que
busque entender fenómenos complejos que implican cuestiones que, deliberadamente o no,
suelen dejarse de lado al reducirlas al cómodo (y muchas veces vacío) concepto de globalización.
Naomi Klein
Hay pocos ambientes académicos envueltos en un aura mítica que la Facultad de Economía
de la Universidad de Chicago en la década de 1950, un lugar que era intensamente consciente de
sí mismo no solo como escuela sino como escuela de pensamiento. No se limitaba a preparar
estudiantes, sino que construía y fortalecía la Escuela de Chicago de economía, la creación de una
agrupación de académicos conservadores cuyas ideas representaban un baluarte revolucionario
contra el pensamiento estatista domínate de entonces. La Facultad estaba subyugada por un
hombre ambicioso y carismático embarcado en una cruzada para revolucionar por completo su
profesión, ese hombre era Milton Friedman. La misión de Friedman, como la de Cameron, se
basaba en el sueño de regresar a un estado de salud natural, donde todo estaba en equilibrio,
antes de que las interferencias humanas crearan patrones de las sociedades y devolverlas a un
estado de capitalismo puro, purificado de toda interrupción como pudieran ser las regulaciones
del gobierno, las barreras arancelarias o los intereses de ciertos grupos.
Cameron usaba la electricidad para provocar sus shocks, la herramienta que escogió
Friedman fue la política, exigiendo que los políticos atrevidos de países en dificultades adoptaran
la perspectiva del tratamiento de shock. En el autentico libre mercado imaginado en las clases y en
los textos de Chicago, estas fuerzas coexistían en perfecto equilibrio, la oferta reaccionando con la
demanda de la misma forma que la luna empuja las mareas. Del mismo modo que se autorregulan
los ecosistemas, manteniéndose en equilibrio, el mercado, si le dejaba a su libre albedrio, crearía
el número preciso de productos a los precios exactamente adecuados, producidos por
trabajadores con sueldos exactamente adecuados para comprar esos productos; un edén de
pleno empleo, creatividad sin límites e inflación cero.
El desafío de Friedman y sus colegas era como demostrar que un mercado del mundo real
podía estar a la altura de sus fantasías. Friedman siempre se enorgulleció de acercarse a la
economía con el mismo rigor que un físico o un químico se acercaban a sus disciplinas. Como
todas las fes fundamentalistas, la economía de la Escuela de chicago es, para los verdaderos
creyentes, un sistema cerrado. La premisa inicial es que el libre mercado es un sistema científico
perfecto, in sistema en el los individuos, siguiendo sus propios intereses, crean el máximo
beneficio para todos.
La cuestión era, como siempre, como conseguir llegar a ese lugar maravilloso. Los
marxistas lo tenían claro, la revolución. Había que liberarse del sistema actual y reemplazarlo por
el socialismo. Para los de Chicago la respuesta no era tan clara. Estados Unidos ya era un país
capitalista, pero para ellos lo era a duras penas.
La autentica fuente de sus problemas estaba en las ideas de los keynesianos en EE-UU, los
socialdemócratas en Europa, los desarrollistas en el tercer mundo. Toda esa gente no creía en la
utopía, sino en economías mixtas, que a ojos de los de Chicago no eran más que horribles
batibarullos de capitalismo para la fabricación y distribución de productos de consumo, socialismo
en la educación, propiedad del Estado en servicios básicos como el agua y de toda clase de leyes
diseñadas para atemperar los extremos del capitalismo.
En 1947 Friedman se unió a Hayek para formar la sociedad de Mont Pelerin, un club de
economistas partidarios del libre mercado cuyo nombre procedía de su sede en Suiza, la sociedad
no considero adecuado defender que las empresas debían tener libertad para gobernar al mundo
como creyeran conveniente. La depresión de 1929, no supuso el final del capitalismo, pero si fue
como Keynes había previsto unos pocos años antes, << el final de lassez-afaire>>, el final de la
libertad del mercado para regularse así mismo.
En el mundo en vías de desarrollo se imponía una tendencia similar, más radical, que se
conoció con el nombre de desarrollismo o de nacionalismo del tercer mundo. Defendían
reglamentar o incluso nacionalizar la explotación de petróleo, minerales y otras industrias claves,
de modo que buena parte de los beneficios obtenidos, sirvieran para financiar un proceso de
desarrollo financiado por el gobierno. Hacia la década de 1950 los desarrollistas, igual que los
keynesianos y los socialdemócratas de los países ricos, podían enorgullecerse de una serie de
impresionantes éxitos. El laboratorio más avanzado del desarrollismo fue el extremo sur, conocido
como Cono Sur. Chile, Argentina, Uruguay y partes de Brasil. El éxito de las economías planificadas,
supuso una época oscura para el Departamento de Economía de Chicago. Había sin embargo unas
pocas personas que si estabas interesadas en las ideas de la Escuela de chicago, eran pocas, pero
poderosas.
En primer lugar los gobiernos deben eliminar todas las reglamentaciones y regulaciones
que dificulten la acumulación de beneficios. En segundo lugar deben vender todo activo que
pudiera ser operado por una empresa y dar beneficios y en tercer lugar deben recortar
drásticamente los fondos asignados a programas sociales. Dentro de la formula de tres partes de
desregulación, privatización y recortes, Friedman tenía muchas salvedades. Los impuestos si
tenían que existir debían ser bajos, y ricos y pobres debían pagar la misma tasa fija. Las empresas
debían vender sus productos en cualquier parte del mundo, y los gobiernos no debían hacer el
menor esfuerzo en proteger a las industrias o propietarios locales. Todos los precios, también los
del trabajo, debían ser establecidos por el mercado. El salario mínimo no debía existir. La visión de
Friedman coincidía al detalle con los intereses de las grandes multinacionales, que por naturaleza
ansiaban grandes mercados sin trabas. La guerra que Friedman había declarado contra el Estado
de Bienestar, y el “gran gobierno” prometía un nuevo frente de rápido enriquecimiento, solo que
esta vez en lugar de conquistar nuevos territorios la nueva frontera seria el Estado, con sus
servicios públicos y otros activos subastados por mucho menos dinero del que valían.
Inaugurado oficialmente en 1956 el proyecto Chile, permitió que cien alumnos chilenos
cursaran estudios de post grado en la universidad de Chicago entre 1957 y 1970. En 1965 se
amplió el programa para incluir a estudiantes de toda latinoamericana, con una proporción
particularmente alta de argentinos, brasileños y mexicanos. La expansión se financio con una
donación de la fundación Ford y posibilito la creación del Centro de Estudios Económicos
Latinoamericanos de la Universidad de Chicago. Fue una desvergonzada forma de imperialismo
intelectual. Hubo sin embargo un problema: el sistema no funcionaba. Según un informe de1957
de la Universidad de Chicago a sus financiadores del Departamento de Estado, << el propósito
principal del proyecto>> era formar una generación de estudiantes que se convirtieran en los
líderes de los asuntos económicos en Chile. Pero los Chicago Boys no habían alcanzado el gobierno
de sus países en ninguna parte. De hecho, estaban quedándose atrás. Fue en Chile, el epicentro
del experimento de Chicago, donde la derrota en la batalla de las ideas se hizo más evidente. En
las elecciones chilenas de 1970 el país se había desplazado tan a la izquierda que sin excepción, los
tres partidos políticos principales estaban a favor de nacionalizar la principal fuente de dividendos
del país: las minas de cobre controladas por grandes empresas mineras estadounidenses. Pero
algo sucedió que rescato a los Chicago Boys de la oscuridad. Nixon fue elegido presidente de los
EE-UU en 1970. Este tenía una política exterior creativa y en general bastante efectiva, dijo
Friedman con entusiasmo. Y en ninguna parte fue más creativa. En ese mismo año fue electo en
Chile, Salvador Allende. En cuanto las empresas estadounidenses se enteraron, le declararon la
guerra a su administración, incluso antes que jurara el cargo. Y el único propósito del comité de
empresas, era obligar a Allende a desistir de su campaña da nacionalizaciones enfrentándose con
el colapso económico. Las empresas planeaban bloquear los créditos estadounidenses a Chile, y
discretamente hacer que los grandes bancos privados de EE-UU hicieran lo mismo. Conferenciar
con los bancos extranjeros para que hicieran los mismos. Evitar comprarle productos durante los
próximos seis meses y utilizar la reserva de cobre propia en lugar de comprar en Chile. Provocar la
escasez de dólares, etc. Etc.
La otra lección esencial procedente de Indonesia tenía que ver con la alianza previa
entre Suharto y los de Berkeley. Dado a que estaban dispuestos a ocupar puestos de tecnócratas
en el nuevo gobierno y ahora que Suharto ya era un converso, el golpe no solo elimino la amenaza
nacionalista sino que transformo Indonesia en uno de los lugares más agradables y cómodos para
los inversores extranjeros de todo el mundo. A medida que crecían las tensiones que
desencadenarían el golpe militar contra Allende, un escalofriante aviso apareció escrito en las
calles de Santiago << Yakarta se acerca>> decía. La universidad católica de Chile, hogar de los
Chicago Boys, se convirtió en la zona cero de la creación de lo que la CIA llamo “clima de golpe”.
Cuando Allende finalmente fue derrocado, la doctrina de shock fueron letales. El golpe militar
preparo el terreno de la terapia de shock económico, mientras que las cámaras de torturas y el
terror impedían cualquier oposición.
Hosbaun Eric
Naciones y nacionalismo
Capítulos 5 y 6
Aun así sigue habiendo grandes zonas del planeta inestables internacional e
internacionalmente, y esta o de sus activos; el monopolio de la fuerza militar. La denominada
guerra asimétrica, a la que se alude en los debates estratégicos norteamericanos de la actualidad,
se refiere precisamente a estos grupos armados no estatales que son capaces de hace frente casi
indefinidamente al poder domestico y a las potencias internacionales. Una de las consecuencias
más inquietantes de todo lo dicho en la primera gran epidemia de sangre, genocidio y limpieza
étnica desde los años inmediatamente posteriores a la II Guerra Mundial. Sin embargo el flujo
constante de refugiados y de desplazados de estas décadas miserables es tan importante si lo
comparamos con la población afectada con la segunda gran guerra y en los años posteriores de la
contienda.
Hay palabras con las que nadie quiere que se le asocie en público, como racismo e
imperialismo. Por otra parte las hay que logran que todo el mundo arda de deseos de demostrar
entusiasmo, como medioambiente y maternidad. La palabra democracia es una de ellas.
Cualquier estado que posea en su constitución, o en sus gobiernos o presidentes elegidos
mediante competición electoral, es oficialmente considerado superior a cualquier otro que
carezca de estos atributos. Por primera vez en la raza humana existe una única y clara forma
dominante de estado, la moderna republica democrática, constitucional y representativa. La
palabra democracia alude a este modelo de estado.; es decir; a un estado constitucional que
ofrece la garantía del imperio de la ley, así como diversos derechos y libertades civiles y políticas, y
al que gobiernan sus autoridades, entre las que deben figurar necesariamente asambleas
representativas, elegidas por sufragio universal y por la mayoría numérica del conjunto de sus
ciudadanos, en elecciones celebradas a intervalos regulares en las que se enfrenten distintos y
organizaciones rivales. A lo que hoy nos vemos confrontados es a la democracia liberal, y sus
perspectivas son materia de análisis.
No obstante hay tres observaciones críticas que son de más inmediata relevancia. La
primera es obvia; La democracia liberal, al igual que cualquier otra forma de régimen político,
precisa de una unidad política que enmarque su ejercicio: Por lo común el tipo de estado que
habitualmente conocemos como Estado-Nación. La segunda reflexión arroja algunas dudas sobre
la afirmación, ampliamente aceptada (de hecho el discurso público estadounidense, admita de
forma universal), de que la gobernanza liberal democrática es siempre e IPSO FACTO superior, o al
menos preferible a la no democrática. La tercera, observación, quedo expresada en la máxima de
Winston Churchil – “la democracia es la peor de las formas de gobierno, a excepción de todas las
demás”. Sea cual sea la retorica que se emplee en campaña, los analistas políticos y los
profesionales siguen mostrándose extremadamente escépticos respecto a que la democracia
representativa de masas sea de hecho una forma efectiva de administrar los gobiernos, o
cualquier otra cosa.
Sin embargo, hay algo que en ella resulta innegable: el pueblo (sea cual sea el grupo de
humanos definido como tal) es hoy fundamento y el punto de referencia común a todos los
gobiernos estatales, excepto el teocrático. En la era del hombre de la calle, todo gobierno es un
gobierno del pueblo y para el pueblo, aunque evidentemente no pueda ser, en sentido operativo
alguno, un gobierno regido por el pueblo. El argumento que se plantea, es que la fase actual de
desarrollo capitalista globalizado la está socavando, y que esto tendrá, y está teniendo ya, graves
implicaciones para la democracia liberal, tal como la concebimos en el momento presente. Y por
ello que, la política democrática se asienta en dos supuestos, uno moral, o si lo prefieren teórico, y
el otro practico. En términos morales, la democracia requiere que el régimen cuente con el apoyo
expreso del grueso de los ciudadanos, lo que, se presume, corresponde a la fracción más
numerosa de los habitantes del estado. Un régimen que prive permanentemente del voto a la
mayoría de su población no puede considerarse democrático. Desde el punto de vista práctico, los
gobiernos modernos estados-nación territoriales, descansan en tres presupuestos; en primer lugar
tienen más poder que otras unidades que operan en su territorio; en segundo lugar, que los
habitantes estas más o menos dispuestos a aceptar de buena gana su autoridad; y en tercer lugar,
que los gobiernos pueden proporcionar a los ciudadanos servicios que de otro modo no sería
posible prestan en lo absoluto, o no con la misma eficacia, como es el caso de “la ley y el orden”. El
tercer supuesto se ha visto socavado no solo por el debilitamiento del poder del estado sino
porque se argumenta, con más convicción teología que pruebas históricas, que todo servicio que
puedan proporcionar las autoridades públicas es, bien indeseable, bien redundante, pues el
mercado puede prestarlo con mayor eficacia y a menor coste.
Los titulares, o mejor dicho, las irresistibles imágenes de la TV, son el objetivo
inmediato de todas las campañas políticas, porque resultan mucho más efectivas que la
movilización de decenas de miles de personas. Y porque, desde luego, es mucho más fácil emitirlas
que activar a la gente. El principal papel de los medios en la política moderna es obvio. Gracias a
ellos, la opinión pública es más poderosa que nunca, lo que explica el ininterrumpido crecimiento
de las profesiones que se especializan en influir en ella. Todo esto sitúa a la democracia frente a lo
que quizás sea su más inmediato y serio problema. En un mundo cada vez más globalizado y
transnacional, los gobiernos nacionales conviven con fuerzas que ejercen cuando menos el mismo
impacto que ellos en la vida cotidiana de sus ciudadanos, pero que se encuentran, en distintos
grados, fuera de su control. Más que en el pasado, estos se hallan sometidos a la incesante presión
de una opinión pública sujeta a un continuo seguimiento, y también son más sensibles a ella. Esto
restringe sus opciones.
En resumen, la voluntad del pueblo, sea cual sea la forma en que esta se exprese, no
puede determinar de hecho las tareas específicas del gobierno. El pueblo no es capaz de juzgar los
proyectos sino los resultados. Y sin embargo, se gobierna para el pueblo. Los efectos del gobierno
han de juzgarse en función de lo que este haga al pueblo. Como tal, esa globalización ha sido obra
del gobierno, que ha eliminado sistemáticamente todos los obstáculos que se le oponían,
siguiendo el consejo de los más autorizados especialistas en técnicas económicas. Tras pasar
veinte años sin prestar atención a las consecuencias sociales y humanas de un capitalismo global
carente de trabas, el presidente del Banco Mundial ha llegado a la conclusión de que, en la
mayoría de la población del planeta, la palabra “globalización” suscita más “temor e inseguridad”
que “oportunidad e inclusión”.
Dichos medios tenderán cada vez más a considerar que su función política consiste en
publicar que los gobiernos prefieran mantener oculto, pese a que al mismo tiempo confíen, en los
propagandistas de la información que debían criticar para dar contenido a sus pantallas y a sus
páginas. Hoy está claro que no va a cuajar la utopía del laissez affaire, en el que vayan a disolverse
los estados. Por lo tanto la mayor parte de la población mundial y ciertamente la persona que
habitan en regímenes, liberal demócratas dignos de tal nombre, seguirá viviendo en estados
operativamente eficaces, pese a que en algunas desdichadas regiones el poder del estado y de la
administración haya quedado prácticamente desintegrado. Y dado a que seguimos viviendo en un
mundo populista en el que los gobiernos deben tener en cuenta al pueblo, en el que el pueblo no
puede vivir sin gobierno, las elecciones democráticas continúan produciéndose.
En resumen, nos enfrentamos a los problemas del siglo XXI con un conjunto de
mecanismos políticos radicalmente inadecuados para abordarlos. En efecto, dichos mecanismos se
hallan suscriptos al marco definido por las fronteras de los estados-nación, cuyo número está
aumentando, y han de hacer frente a un mundo globalizado que supera el alcance de capacidad
operativa. Han de encarar y competir con una economía mundial que opera eficazmente a través
de entidades muy diferentes en cuyo seno las consideraciones de legitimidad política y de interés
común no tiene aplicación: las compañías transnacionales. Su solución o su alivio, exigirá medidas
que, casi con toda certeza, no será posible encontrar apoyo mediante el recuento de votos o a la
estimación de las preferencias de los consumidores...
Gorz
La globalización fue una respuesta política, hacia los ´70, a lo que se llamo “crisis de
gobernabilidad”, fue la principal preocupación de responsables políticos y privados, se
manifestaba en todos los niveles de la sociedad.
En EE.UU. ´64 motines del proletariado negro, habían saqueado e incendiado barrios
enteros, Rechazo del trabajo (Rechazo de tiempos impuestos; no obedecían a los pequeños
jefes; Autorreducciones del ritmo de fabricación).
El Estado había abarcado todo (al intervenir; reglamentar; proteger) Era un ordenador muy
visible y atacable que sólo beneficiaba a algunas capas, debían suplantarlo por un
ordenador invisible y anónimo, el mercado.
La Firma, es una red transnacional, no tiene nacionalidad, se queda donde obtiene más
beneficios allí donde paga menos impuestos o ninguno.
Solución del autor: Voluntad política de los Estados, deben unirse para tener los medios
necesarios para aflojar la dominación del capital y poder iniciar una transformación
económica, ecológica, social que concluiría con la superación de la sociedad salarial.
“Posfordismo”
Era esencial la participación del obrero para obtener el máximo de; flexibilidad,
productividad, rapidez y ajuste de la producción. Había que desarrollar su ingenio y
creatividad. Eran polivalentes: fabricante, tecnólogo, administrador.
Kosuke Ikebuchi, Director de Toyota y Gral. Motors: La tarea de los ingenieros es sostener
las ideas de los obreros y no decirles lo que deben hacer.
En cambio el fordismo: los obreros debían moverse al tiempo que imponía la cinta, en
estación fija, producción en escala, jerarquía rígida debían imponer sincronización y
coordinación.
“Uddevalla”
“El Sometimiento”
En EE.UU., Japón y Europa, las empresas contrataban a jóvenes sin pasado sindical, se les
imponía no hacer huelgas y no adherirse a ningún sindicato que no sea el de la empresa.
“Autonomía”