Babelia 1037 081011
Babelia 1037 081011
Babelia 1037 081011
1.037
ESGRIMA VERBAL
Una reflexin sobre el inmortal arte de la entrevista
Por Rosa
Montero
El fotgrafo francs Flix Nadar (a la derecha) El fotgrafo francs Flix Nadar (a la derecha) entrevista al cientfico Eugne Chevreul, en lo que entrevista al cientfico Eugne Chevreul, en lo que se considera el primer reportaje grfico de la se considera el primer reportaje grfico de la historia (1886). En medio, Paul Nadar, hijo del historia (1886). En medio, Paul Nadar, hijo del fotgrafo, que actu como asistente fotgrafo, que actu como asistente
SUMARIO
Babelia
1.037
Emiliano Monge
Exhumacin
4
Entrevistas Que el personaje perciba que t quieres escucharle de verdad. Que te interesa autnticamente. Ese es el secreto, afirma Rosa Montero, maestra del gnero, en un artculo en el que analiza la narrativa de las entrevistas, similar a la de los cuentos. Adems, Mario Vargas Llosa, Esther Tusquets, Bernard Pivot y Juan Villoro opinan sobre las claves de un gnero que naci hace 150 aos y sigue siendo el favorito de los lectores. Foto: Ministre de la Culture / Mdiathque du Patrimoine, Dist. RMN / Paul Nadar IDA Y VUELTA La fiesta interrumpida Antonio Muoz Molina EL LIBRO DE LA SEMANA Jos Mara Guelbenzu / Eduardo Lago Libertad, de Jonathan Franzen Pjaro sin vuelo, de Luis Mateo Dez Ana Rodrguez Fischer Obras completas, de Baltasar Gracin Luis Fernando Moreno Claros Cncer. Descubriendo al rey del terror Albert J. Jovell Criminales, vctimas y verdugos, de Jos Cataln Deus Amelia Castilla PENSAMIENTO Yo sinceramente Javier Gom Lanzn
10 11 12 14 15 7 8
ARTE La utopa sovitica coloreada Francisco Calvo Serraller LLAMADA EN ESPERA Ramas de otoo Estrella de Diego MSICA Charles Lloyd: un viaje en busca Chema Garca Martnez
18 19 20
PURO TEATRO El rey Spacey y su corte de los milagros Marcos Ordez 22 OPININ La literatura y los que la leen Fernando Aramburu
23
+ +
.com
Primeras pginas Deshielo a medioda, de Tomas Transtrmer, y El emperador de todos los males, de Siddhartha Mukherjee.
HASTA HACE poco tiempo nadie se atreva a contradecir a un cientfico cuando ste aseguraba: la materia y la energa se comportan de manera predecible. Los ltimos descubrimientos de la fsica cuntica, sin embargo, demuestran que esta sentencia puede estar equivocada: resulta que, ms all de los protones, los neutrones, los quarks y el electrn, las partculas virtuales no slo no se comportan de forma predecible sino que aparecen y desaparecen sin que pueda establecerse en su actuar algn tipo de lgica. Estas partculas virtuales, los trozos de universo ms pequeos que los fsicos han identificado y cuyo estudio requiere una mquina gigantesca: el acelerador de partculas, niegan un fragmento de realidad que ayer pareca irrefutable: tras chocar, lanzadas a una velocidad superior a los 300.000 kilmetros por segundo, se rompen y sus partes resultantes son iguales al cuerpo lanzado originalmente. Como si al estrellar un hielo contra el suelo sus pedazos fueran, otra vez, el hielo que rompimos o como si este hielo, que deba despedazarse, consiguiera Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935). perpetuarse multiplicado e idntico a s mismo. Hay veces que la realidad lucha consigo misma, dicho de otro modo: la realidad anterior a los hombres se enfrenta o niega la realidad que los hombres verbalizamos para habitar el mundo gobernado por las leyes de la fsica y el mundo gobernado por las leyes de la imaginatio-onis. Y si el ejemplo de las partculas virtuales sirve para que la realidad de uno de estos mundos sea refutada, el de las vidas virtuales, que permaneci en secreto hasta los das en que los fsicos aceptaron que las partculas fundamentales de nuestro universo aparecen y desaparecen, debera servir para que la realidad del otro mundo haga lo propio. El 15 de octubre de 1985, cincuenta aos despus de su muerte, el Gobierno de Portugal desenterr a Fernando Pessoa. Seis aos antes una comisin de notables orden que los restos del poeta se trasladaran al Monasterio de los Jernimos, en cuyo patio central se instalara una columna al interior de la cual reposara el cajn mortuorio. El da sealado, sin embargo, los rostros de los asistentes a la exhumacin del escritor palidecieron y sus ojos, que esperaban ver un hato de huesos y, como mucho, una maraa de tela en jirones, emergieron de sus rbitas al ver la rebelin de la realidad: el cuerpo de Fernando Pessoa, medio siglo despus de haber sido enterrado y sin haber sido tratado con medio qumico alguno, yaca impoluto, incluso coloreado y sonriente. Jams olvidar el sobresalto que me infundi esa visin inesperada, era como estar delante del mismo hombre que haba visto varias veces en mi infancia, como tener enfrente una foto suya, declar Antonio de Sagadaes tras la fallida exhumacin: evidentemente, Pessoa no cabra en su cajn y su traslado debera ser pospuesto una semana, tiempo en el que se haran los arreglos a la columna y al cadver los estudios que suscita un caso como ste. Todava hoy me asaltan cada tanto las preguntas que siguieron al abrirse ese atad, dijo alguna vez el escritor italiano Antonio Tabucchi, quien adems de traducir la obra del autor de Mensaje escribi Los tres ltimos das de Fernando Pessoa: Cmo poda ser que pareciera estar slo durmiendo?. Contra toda lgica y ley fsica o imaginaria, Fernando Pessoa haba logrado perpetuarse, haba logrado permanecer, tras el golpe de la muerte, idntico a s mismo. Despus del ltimo choque que acometiera su cuerpo, el tambin ensayista lusitano haba logrado hacer que sus pedazos: Bernardo Soares, Ricardo Reis, lvaro de Campos y Alberto Caeiro, cuyos nombres yacen cincelados en la columna del monasterio de los Jernimos, fueran idnticos a l mismo.
Emiliano Monge (Ciudad de Mxico, 1978) es autor de Morirse de memoria y Arrastrar esa sombra (ambos en Sexto Piso).
Blog http://blogs.elpais.com/papeles-perdidos/
EL RINCN
Patricia Kraus dice vivir su mejor momento profesional y todo por Amy Winehouse: La gente ahora se detiene a escuchar las voces. Foto: Bernardo Prez
EN PORTADA / Opinin
El fotgrafo francs Flix Nadar Gaspard-Flix Tournachon (1820- 1910) (a la derecha) entrevista al cientfico Michel-Eugne Chevreul (1786-1889) con motivo del centenario de este. Las imgenes forman parte del que se considera el prim
Un teatro pa
N SU ESTUPENDA introduccin al libro Las grandes entrevistas de la Historia (El Pas Aguilar, 1997), Christopher Silvester dice que, cuando surgi a mediados del siglo XIX, la entrevista era considerada un producto deleznable y de poco postn. Lo cual no es de extraar si tenemos en cuenta que, en aquella poca, no exista el concepto de la cultura de masas. Antes al contrario: la masa o populacho slo era objeto de desprecio (el Manifiesto comunista, que apareci en 1848, resultaba de un extremismo inaceptable para la burguesa), y las labores intelectuales estaban reservadas para un minoritario club de caballeros. De alguna manera la entrevista vino a pulverizar ese coto exquisito y a subvertir el monopolio del conocimiento, porque los periodistas preguntaban, explicaban y divulgaban. Con ligereza, desde luego, incluso con frivolidad, pero gracias a eso pusieron en circulacin pensamientos e ideas y consiguieron acercar el latido del mundo a todos los rincones. Esto hizo que la entrevista adquiriera enseguida una gran popularidad; de hecho, se puso de moda hace 150 aos y an sigue siendo la favorita del pblico. 4 EL PAS BABELIA 08.10.11
En medio de los cambios en el mundo de la comunicacin, la entrevista se mantiene como un gnero reflexiona sobre los secretos y el arte de este juego a dos; donde el entrevistador busca
En realidad la entrevista es en parte teatro y en parte ficcin narrativa: un cuento que el entrevistado protagoniza. Y con esto no quiero decir que el periodista invente la intervi, antes al contrario, creo que hay que ser extremadamente exigente con la fidelidad debida a los hechos. Por ejemplo, a la hora de acortar las respuestas (casi siempre hay que resumirlas por cuestin de espacio), es imperativo no alterar ni un pice la sustancia del razonamiento: si los cortes afectaran la coherencia, mejor prescindir por completo de ese tema. Tampoco son aceptables algunos viejos trucos que no pocos entrevistadores utilizan, como, por ejemplo, poner en tu propia boca, a la hora de escribir el texto, preguntas ingeniosas y desafiantes que en realidad jams has formulado porque no te has atrevido. Y es que en el momento mismo de hablar con el personaje puede haber mucha violencia soterrada. As como complicidad, fascinacin o espanto. Una entrevista puede estar hirviendo de emociones. Esa primera parte, el encuentro fsico, la conversacin, es, ya lo he dicho, un acto teatral. Porque siempre hay algo de representacin, de juego de personajes
previamente pautado. El periodista acude en su papel de interrogador sagaz y el entrevistado recibe parapetado tras su disfraz pblico ms habitual: la que va de simptica sonre, el antiptico bufa, la
En realidad la entrevista es en parte teatro y en parte ficcin narrativa: un cuento que el entrevistado protagoniza
intelectual frunce el ceo y el seductor abre en abanico su cola de plumas. Y ah empieza el trayecto, la pequea accin dramtica. Porque a lo largo de la charla suceden cosas. O deberan suceder. Es decir, una buena entrevista es aquella en la que se producen ciertos cambios emocionales o intelectuales. Puedes haber empezado el encuentro muy framente y llegar a alcanzar una insospechada inti-
midad; o quiz haya un enfrentamiento y un estallido de ira; o es posible que el personaje se rompa. Recuerdo una entrevista de hace muchos aos con el actor Yves Montand. l era sesentn, yo veinteaera. Lo primero que le dije, nada ms empezar, fue que haba estado fascinada por l en mi adolescencia, y Montand se encendi de placer como una lamparita y sacudi por un momento su penacho de galn. Pero a lo largo de la entrevista le fueron pesando los aos, le fue venciendo la melancola del tiempo y de lo perdido, termin hablando de los millones de neuronas que se te moran cada da a partir de no recuerdo qu fatal edad y, en suma, se desmoron ante mis ojos. Fue un trayecto hacia el agujero de la nostalgia que hoy, que ya soy casi tan mayor como l era entonces, creo entender mejor. Por cierto: ment. No era verdad que hubiera estado fascinada por l en mi adolescencia. Nunca me haba gustado. Pero pens que poda ser un comienzo til, y funcion. Este tipo de recursos me parecen lcitos; forman parte de las armas del entrevistador. El personaje, por su parte, decreta el lugar, el momento, la duracin de la charla: esas son sus fichas. Por eso el
eportaje grfico de la historia, publicado el 5 de septiembre de 1886 en Le Journal, y en el que Paul Nadar (1856-1939), hijo del fotgrafo, acta como asistente. Fotos: Ministre de la Culture / Mdiathque du Patrimoine, Dist. RMN / Paul Nadar
ra el dilogo
periodista debe prepararse muy bien el inicio de la conversacin, sobre todo si va a ser un encuentro breve. Si slo tienes, pongamos, media hora, es esencial crear un clima adecuado rpidamente. Delimitar desde el principio el terreno de juego. Cuando habl con la dirigente india Indira Gandhi, la celebrrima Oriana Fallaci empez con las preguntas ms duras y agresivas, en vez de guardarlas para el final, como muchos hacen, por si el personaje se enfada y te echa; sin duda calcul que Indira era una mujer guerrera que iba a estar a la altura de ese reto, y acert en su estrategia: la entrevista le sali redonda. Recuerdo que, cuando entrevist por primera vez a Fraga Iribarne, durante la Transicin, hace milenios, me senta bastante amedrentada; la semana anterior, el temperamental poltico haba sacado en volandas de su casa, agarrado por el cuello, a un reportero con el que se haba enfadado. Y yo quera, yo deba preguntarle cuestiones por entonces palpitantes y difciles: ya digo que muchas veces preguntar da miedo. As que me prepar el comienzo de la charla con exquisito cuidado. Primero le dije: Me han contado que tiene usted un gran sentido del humor (cosa que se comentaba de verdad y que era cierta: poda ser muy gracioso). A Fraga le halagaron estas palabras, como es natural, y se apresur a corroborarlas. Entonces aad: Tambin me han contado que puede tener
lemento clave en el periodismo y clara favorita entre los lectores. Una de las maestras del omper la coraza del entrevistado y entender su manera de ver el mundo. Por Rosa Montero
sus arrebatos, tendra que esforzarse por controlarlos. Como es evidente, una intervi es un juego a dos. Por supuesto que el protagonista absoluto es el entrevistado, pero lo importante es la visin que el periodista ofrece de esa mujer o ese hombre. Porque la objetividad, por supuesto, no existe: toda entrevista es una versin del personaje, una traduccin realizada por el reportero. Pero no hay que confundir la subjetividad inevitable con las manipulaciones maliciosas: el reportero est obligado a ser todo lo veraz que pueda. Y es que una entrevista escrita puede ser manipulada hasta extremos inimaginables; durante el encuentro real, el periodista puede haber estado fatal, haberse equivocado en las preguntas, haber sido puesto en evidencia por el entrevistado, pero luego, si no tiene escrpulos, y con el poder casi absoluto que otorga tener la ltima palabra, ese reportero puede ofrecer una versin totalmente falsa de los hechos. An peor: puede engaar al entrevistado y robar un material que no fue acordado como publicable. La famosa entrevista que Truman Capote hizo a Marlon Brando en 1956 es una maravillosa pieza literaria, desde luego; pero, es periodsticamente fiable? Era Brando consciente de que lo que haca y deca iba a salir en los peridicos? En fin, es tan grande la omnipotencia final del redactor que creo que, a la hora de escribir, hay que hacer un esfuerzo y enfriar unos grados las emociones que te suscita el entrevistado: rebajar la antipata que puedas sentir por l, porque quiz te haya pillado en un mal momento; y enfriar un poco el entusiasmo, porque puede que el tipo te haya embaucado. As, intentando mantener la cabeza fra y siendo lo ms fiel posible a lo ocurrido, redactas la intervi como quien cuenta un cuento. Es decir: intentas perfilar un rasgo del personaje, entender su manera de ver el mundo, atrapar alguno de los mltiples y mudables garabatos que componen la identidad de cada cual. El yo es un movimiento entre el gento, deca Henri Michaux, y el periodista procura pescar uno de esos movimientos ntimos del yo entre el gento de yoes que nos habita. Exactamente igual que cuando diseas un personaje de ficcin, slo que en los relatos los personajes nacen de tu imaginacin y en las entrevistas han de responder a la realidad. Para esto, para ver, para intuir al perPasa a la pgina siguiente
EL PAS BABELIA 08.10.11 5
Entre las entrevistas de personalidad y el psicoanlisis hay bastantes similitudes, empezando por la distancia profesional
usted unos prontos tan speros que la semana pasada sac a un periodista agarrado del cuello. Y ah se le mud un poco la cara y empez a decir que no, que no era cierto, que lo del periodista no haba sido exactamente as y que l no tena prontos de ningn tipo. Te pill, pens con secreto alivio de cobardica: al hacer gala de su sentido del humor, estaba obligado a mantenerlo, y al desmentir
EN PORTADA / Opinin
Viene de la pgina anterior
sonaje, hay que utilizar todos los recursos posibles. La informacin que da el entrevistado no se limita ni mucho menos a lo que dice; sus titubeos, sus gestos, su tono de voz, la manera de mirar y de moverse, su ropa, su actitud, la fuerza o languidez de su apretn de manos, los detalles del entorno, la decoracin de su casa, si es que estamos en su casa; la relacin de los dems con ella o l (secretarios, ayudantes, familia) e incluso la sensacin emocional que despierta en ti: si te apabulla, o te pone nerviosa, tambin es por algo. Las clsicas minientrevistas de Manuel del Arco eran breves y muy sencillas, casi nicamente preguntas y respuestas; pero Del Arco se inclua de algn modo en ellas y, por ejemplo, le preguntaba a un bartono alemn wagneriano cunto meda y cunto pesaba, porque el periodista deca sentirse abrumado por su presencia fsica; Rosa Montero ha publicay as, esa enorme predo este ao la novela Lgrisencia formaba parte mas en la lluvia (Seix Bade la definicin del rral, 2011. 480 pginas. 20 cantante, a quien casi euros. Electrnico: 13,99 te pareca ver como euros) y la recopilacin de un rotundo y carnal textos publicados en EL Nibelungo. PAS entre los aos 1998 y Por eso los periodis2010 El amor de mi vida (Altas que se empean faguara, 2011. 272 pginas. en quedar mejor que 18 euros). el entrevistado y que se pican si el personaJacqueline Kennedy. Conje se mete con ellos versaciones histricas sosiempre me han pare- Complicidad, fascinacin, violencia soterrada, espanto Una entrevista puede estar hirviendo de emociones, dice Rosa Montero. Helen Ashford / www.jupiterimages.com bre mi vida con John F. cido unos idiotas. PorKennedy. Entrevistas con que la finalidad de las Arthur M. Schlesinger. Incuriosidad. Verdadero, genuino deseo de troduccin y notas de Michael Beschloss. Traducentrevistas no es competir con nadie, sisaber cmo es el otro. Y aprender a or cin de Elena Alemany Aguilar. Madrid, 2001. 360 no intentar atisbar y entender cmo es el sin juzgar, o sin que tus sentimientos aflo- pginas. 18,50 euros. otro. Y si el personaje pierde los papeles, ren en el rostro, aunque luego, naturalsi se sulfura y suelta un exabrupto contra mente, ofrezcas tu juicio personal sobre Vanity Fair. Cuestionario Proust. VV.A. A. Trati, est rompiendo su coraza, se est entreel entrevistado al escribir la entrevista. duccin de Virginia Collera. Nrdica. Madrid, abriendo y delatando, de modo que en reaEse es el secreto: que el personaje perci- 2011. 224 pginas. 25 euros. A la venta el 31 de lidad es estupendo. No hay que sentirse ba que t quieres escucharle de verdad. octubre. personalmente agredido por los personaQue te interesa autnticamente. Eso es lo jes, del mismo modo que los psicoanalisque nos mueve a todos a la locuacidad, www.rosa-montero.com.www.clubcultura.com/ tas no se sienten agredidos (o no deberan) porque, en el fondo, todos queremos ser clubliteratura/clubescritores/montero por el malhumor de sus pacientes. De
hecho, creo que entre las entrevistas llamadas de personalidad y el psicoanlisis hay bastantes similitudes, empezando por la distancia profesional: t entrevistas desde fuera de ti, desde un lugar que no es exactamente el tuyo, un lugar ms sereno, de escudriador del comportamiento. Y, como en el psicoanlisis, puedes llegar a alcanzar asombrosos momentos de intimidad con un completo extrao.
La cuestin es, pues, romper la coraza, bucear un poco. Se puede intentar esa inmersin por medio de la esgrima, del debate y el enfrentamiento: la aorada Soledad Alameda cultivaba muy bien ese registro. Yo tambin lo he utilizado, pero creo que me muevo mejor en la va contraria, en la de la complicidad y la empata. Y para ello se necesita un requisito esencial: verdadera
escuchados y entendidos de ese modo. Y as sucede que, a veces, pocas veces, en las entrevistas que salen bien, de repente se produce un momento en el que el personaje se abre como una rara concha marina, y empieza a hablar desde muy hondo con palabras autnticas, tan autnticas que sientes que se te eriza el vello. Y entonces te quedas quieta, muy quieta, intentando no estropear ese lazo tan sutil de comunicacin, tirando muy suavemente del hilito, como quien pesca un hermoso pez resbaladizo, sintiendo que siquiera por un instante has logrado ese extrao prodigio que consiste en rozar el interior de una persona. Hasta que, inevitablemente, el embrujo se rompe, el otro se retira y las aguas se cierran, pero no sin antes haberte dejado atisbar por un momento un puado de escamas, un lomo fugitivo, el centelleo esencial de lo que somos. Pura magia.
La cuestin es romper la coraza, bucear un poco. Y para ello se necesita verdadera curiosidad
La entrevista es un deporte
Bernard Pivot
Periodista y crtico literario
LA ENTREVISTA no es un arte. Es un deporte. Tiene ms de pimpn que de tenis en tierra batida. Quiz es como el boxeo. Pero no con los escritores (salvo con Hemingway). La entrevista es una tcnica. Cada periodista tiene la suya. Mi tcnica es basta, espontnea, franca, ingenua, tal vez falsamente ingenua, emptica. Es una emanacin directa de lo que yo soy. Es la prolongacin lgica de lo que he aprendido. Es el reflejo de lo que yo imagino que causa la curiosidad del pblico. Es una tcnica, despus de todo sin tcnica, con la que uno espera, poco a poco, que la entrevista con el escritor se convierta en una conversacin. La conversacin es un arte. Es un arte muy francs en el que quedan muy bien ilustrados nuestros mejores escritores. Mis claves son aquellas que se encierran en su despacho, en su saln, en su boudoir, en su living-room, y quin sabe?, en su alcoba. Desgraciadamente, el saln de fumar ha quedado cerrado.
IDA Y VUELTA
Serge Reggiani, Jean Cocteau y Jean Marais, en Pars en 1941. Pierre Jahan / Roger Viollet / Getty Images
La fiesta interrumpida
Por Antonio Muoz Molina
ARS ERA UNA FIESTA. Los alemanes iban de gris, y t ibas de azul, le dice Rick Blaine a su amada Ilsa en Casablanca. El gris de los uniformes de los alemanes acentuaba la grisura del cielo de Pars cuando Csar GonzlezRuano lleg a la ciudad en 1941. En los cafs, en los teatros, en los cabarets en los que haca sus extraos negocios, Gonzlez-Ruano adverta la mancha gris de los uniformes alemanes, y le extraaba que en ninguna parte se observaran signos de la guerra. El 14 de julio de ese mismo ao Ernst Jnger se paseaba por Pars con su uniforme gris de capitn de la Wehrmacht y notaba complacido la alegra de la gente que llenaba las calles y sobre todo, cuenta en su diario, el espectculo de las parejas de enamorados: Caminan estrechamente entrelazados y de vez en cuando vemos cmo se inclinan el uno hacia el otro y se besan. La guerra suceda lejos, les suceda a otros. Jean Cocteau se negaba resueltamente a que ese estrpito interfiriese en sus tareas creativas. Tambin l llevaba un diario: Por nada del mundo debe uno dejarse distraer de los asuntos serios por esa dramtica frivolidad de la guerra. En compaa de su joven amante el actor Jean Marais Cocteau no se perda ninguna fiesta o acto cultural en el que pudiera rozarse con las autoridades alemanas, militares o diplomticas. En las fotos de una recepcin en homenaje al escultor favorito de Hitler, Arno Breker, fabricante de hroes hercleos de porte ario y masculinidad dudosa, la sonrisa y los rizos de Jean Cocteau se distinguen entre los severos dignatarios alemanes y los artistas e intelectuales franceses reunidos al efecto. Arno Breker y el muy altivo y muy servicial Albert Speer haban acompaado a Hitler en su visita relmpago a la ciudad recin conquistada y desierta, en el amanecer de un da de junio. Con una vulgaridad de turista del Apocalipsis Hitler se haba hecho fotos en la torre Eiffel y se haba emocionado ante la arquitectura de lujoso merengue de la pera. Pero no todo era cursilera retrgrada en la sumisin al vencedor. Que la modernidad esttica se corresponda de algn modo con el progresismo poltico es una perdurable
supersticin que no resiste el contraste con los hechos. El ms moderno de los novelistas franceses, Louis-Ferdinand Cline, era tambin el ms histrico ultraderechista, y mucho antes de la invasin alemana de Francia y del proyecto de la Solucin Final ya vena clamando en voz alta y por escrito por el exterminio de los judos. A Cline lo sacaba de quicio que los nazis no fueran lo bastante nazis. A Le Corbusier no llegaba a entusiasmarle que se persiguiera a los judos, sin embargo, si bien consideraba que ellos mismos se haban buscado la desgracia, por culpa, escribi ese santo preclaro de la arquitectura, de una ciega sed de dinero que ha corrompido el pas. Mientras cientos de millares de fugitivos inundaban las carreteras hacia el sur o llenaban los campos de concentracin, y mientras en los pasos fronterizos y en el puerto de Marsella se jugaban la vida queriendo escapar algunos de los escritores, msicos, arquitectos y pintores del siglo, a Le Corbusier le falt tiempo para presentarse en Vichy al mariscal Ptain, con la esperanza de conseguir algn encargo a la altura de su talento, o al menos de su ambicin, o de su vanidad. La Nouvelle Revue Franaise volvi a publicarse despus de una breve interrupcin, dirigida ahora por otro fascista visceral, Pierre Drieu la Rochelle. Que algunos de sus antiguos colaboradores hubieran sido asesinados, o estuvieran en la prisin o en el destierro, o no pudieran publicar porque su apellido era judo, no se consideraba un impedimento tico inevitable. Su editor, Gaston Gallimard, encontr la manera de congraciarse con los ocupantes alemanes. Andr Gide y Jean Giono escribieron en el primer nmero que sali despus del armisticio. Un escritor que se neg radicalmente a publicar nada mientras durara aquel oprobio, Jean Guhenno, escribi con desprecio: La especie del hombre de letras no es una de las ms grandes entre las especies humanas. Incapaz de sobrevivir escondido durante mucho tiempo, vender su alma por ver su nombre en letras de imprenta. Como Mijal Sebastian en Bucarest o Viktor Klemperer en Dresde, Jean Guhenno eligi escribir a lo largo de toda la ocupa-
cin un testimonio secreto. Desde el lado del invasor Ernst Jnger mantuvo el suyo. Exploraba las tiendas de anticuarios y las libreras de viejo. Asista cada jueves a los almuerzos en casa de la multimillonaria americana Florence Gould y en ellos se sumerga en una atmsfera algo mareante de colaboracionistas fervorosos, aprovechados astutos, posibles resistentes. En la noche de la Ocupacin casi todos los gatos eran pardos. Algunas veces Ernst Jnger, en sus pa-
La guerra suceda lejos, les suceda a otros. Jean Cocteau se negaba resueltamente a que ese estrpito interfiriese en sus tareas creativas Es lstima que en el repertorio de personajes que pueblan ese Pars alucinado en el libro de Alan Riding no est Csar Gonzlez-Ruano
seos por Pars, encontraba una mirada de soslayo tan llena de odio que le provocaba un escalofro: En todos los pases hay ahora mismo gente que espera a que les llegue el momento de empezar su matanza. Visit a Picasso en su estudio y se encontr con un viejo diminuto y amable al que una gorra verde exageraba su aspecto de gnomo. Pars era una fiesta para el comercio del arte. Las casas de subastas estaban ms atareadas que nunca, con tantas colecciones
abandonadas o expropiadas. El mariscal Gring vena de vez en cuando a incautarse obras maestras para sus galeras personales o para el museo que se proyectaba fundar en Linz, la ciudad natal de Hitler. Entre tanto colaborador y tanto aprovechado, Rose Valland, funcionaria del museo del Jeu de Paume, una mujer solitaria en la que nadie reparaba, estaba tomando nota con callado herosmo de cada una de las obras robadas por los alemanes. Es lstima que en el repertorio de personajes que pueblan ese Pars alucinado en el libro de Alan Riding, Y sigui la fiesta, no est incluido Csar Gonzlez-Ruano, que encaja bien en su gama ms turbia. Aunque no tena ocupacin definida viva en un apartamento de lujo de doce habitaciones alquilado por nada a una familia juda fugitiva, y dispona de tres casas ms repartidas por la ciudad. Era un notorio simpatizante del Tercer Reich, pero un da lo detuvo la Gestapo. Llevaba en su poder un fajo con doce mil dlares, un pasaporte de una repblica sudamericana con el nombre en blanco, un brillante muy valioso. Estuvo dos meses en la crcel y nunca explic de verdad el motivo de su detencin. Los mejores libros son los que conducen a otros libros. La lectura apasionante de Riding me ha hecho volver a las memorias de Gonzlez-Ruano, igual que a los diarios de Jnger, y a desear encontrarme cuanto antes con los de Jean Guhenno. Una imagen queda al final, entre tanto herosmo, tanta vileza, tanta frivolidad en medio de la matanza. Los aliados desembarcan en Normanda y la fiesta de la Ocupacin se ha terminado. El 17 de junio de 1944 Jnger es testigo de la impaciencia con que Cline exige que se le ponga a salvo en Alemania, y anota luego en su diario: Resulta curioso ver cmo hombres capaces de pedir la cabeza de millones de personas con absoluta sangre fra se pueden preocupar tanto por sus vidas miserables.
Y sigui la fiesta. La vida cultural en el Pars ocupado por los nazis. Alan Riding. Traduccin de Carles Andreu. Galaxia Gutenberg / Crculo de Lectores. Barcelona, 2011. 489 pginas. 25 euros. antoniomuozmolina.es
EL PAS BABELIA 08.10.11 7
EL LIBRO DE LA SEMANA
Su escritura est ms cerca de un Roth que de un DeLillo, aunque utiliza recursos expresivos ms atrevidos que los de Roth
ra de Walter, los padres de Walter y Patty y los hermanos de ambos. La novela cuenta la progresiva degradacin de las relaciones de los tres primeros al paso del tiempo y con las familias respectivas. Walter es un buen hombre, recto y consciente, firmemente enamorado de Patty, de slidas convicciones humanitarias y democrticas, de origen modesto y padres
omienza a degradarse, y en el que entra un tercero en discordia. Foto: Gozooma / Gallery Stock
propias palabras. Pero la grandeza de la novela est en el modo en que los muestra a todos dentro de una realidad que, si bien los supera y los desgarra, no puede con ellos. Una realidad americana y universal tan spera que les cubre el corazn y el alma de magulladuras y heridas, donde la compasin y el dolor se funden con sentimientos a la vez extraviados y autnticos; donde las mentiras se solapan con las buenas intenciones; donde la vida parece tender a la fatalidad. La inteligencia de Franzen se manifiesta precisamente al mostrar los errores y las frustraciones que nos acompaan en la vida como hechos vitales, no como sucesos irreversibles; desde ah elabora una narracin de gran calado humano, una visin de la sociedad de nuestro tiempo a travs del zarandeado individuo medio que, colocado en el centro de la misma, trata de entenderse y elegir su libertad. La riqueza de situaciones, la calidad de los personajes, la complejidad que se halla detrs de sus emociones y decisiones son abrumadoras. Cuando parece que cada uno de ellos no da ms de s, que ha llegado al lmite de la condicin a la que se han abocado, Franzen siempre abre otra puerta, se interna en otro camino sin que se le escapen los hilos de una trama cada vez ms sugerente, donde nada se repite y todo se engrandece a travs de una minuciosidad descriptiva inagotable. Hay hallazgos expresivos soberbios, como el relato autobiogrfico de Patty en tercera persona. Hay una proeza tal como rematar la novela en alto por medio de una situacin en tono bajo, recogiendo con amor y lucidez los pedazos de sus personajes en un contraste prodigioso. Hay un tro de personajes a la altura de los mejores personajes contemporneos. Hay sabidura, inteligencia y felicidad en cada pgina. Esta es una novela verdaderamente grande, emocionante, inolvidable.
Matadero 5 (1969)
Kurt Vonnegut
John Steinbeck
Moby-Dick (1851)
Herman Melville
Toni Morrison
En la carretera (1957)
Jack Kerouac
Submundo (1997)
Don DeLillo
Ragtime (1975)
E. L. Doctorow
LIBROS / Narrativa
El gobierno de la vida
otro de los elementos ms caractersticos de su mundo narrativo: el desplazamiento, que puede resolverse en un viaje corto o limitarse a la errabundia y el merodeo, como sucede ahora, restringiendo notablemente el escenario, tanto en lo que se refiere a los espacios como Por Ana Rodrguez Fischer a los tipos menudos que entran en estos NARRATIVA. NO SUELE SER la intriga el ele- o all se encuentran, ya que esta novela mento que destaca y domina en el mun- es la crnica de los mnimos movimiendo narrativo de Luis Mateo Dez. Es tos cotidianos que jalonan la vida de ms, en muchos de sus libros ese ingre- Ismael Cieza, un pjaro sin vuelo que diente queda reducido a una dimensin ese da habr de afrontar dos noticias o mnima la justa y necesaria para sus- revelaciones que acentuarn la extretentar el andamiaje de la obra y alentar ma soledad de su desasimiento, el abansus movimientos, bien porque la intri- dono o la mutilacin de haberse quega no es en exceso aventurera ni llamati- dado fuera y sin nadie. El autor maneja va y enseguida, tras haber cumplido su un humor compasivo y benvolo al tratar de la condicin de este hombre pusilnime, ablico, medroso, indeciso, mesurado, perdido, estreido y extraado, e incapaz de gobernar una vida, la suya, que se le representa como un avatar donde l se siente ir a la deriva, liado siempre por la urgencia de responder a estmulos o mandatos que le imponen desde fuera, y al que lo nico que le queda es esta supervivencia de quien se las va apaando con paos calientes. La indagacin en los repliegues ntimos de este hombre comn y corriente, y la mella que en l produce su resignacin culpable la progresiva conciencia de que tal actitud no puede ya justificarse a base de convicciones morales introduce un conflicto existencial del que el mal del cuerpo viene a ser una especie de correlato objetivo y su manifestacin ms cmica y prosaica, del mismo modo que las vicisitudes del personaje se Luis Mateo Dez (Villablino, Len, 1942). Foto: Uly Martn expresan y proyectan mediante los bichos que se le aparecen. En Pjaro sin vuelo, a la crnica o el funcin, deja casi de percibirse, pasando a un segundo plano una vez que le ha relato puntual de esa jornada, narrada servido al autor para levantar un mundo en tercera persona, se le agregan e inen el que de inmediato queda atrapado tercalan la rememoracin de sucesos, el lector, que transita por esos territo- experiencias y ensoaciones, vertidas rios sin otra brjula o gua ms que el a veces a partir de un moderado monsingular clima o atmsfera en el que se logo interior, ms las confidencias y le sumerge junto con la visin o presen- relaciones de otros personajes que incicia de los personajes que empiezan a den en el acontecer de esa jornada, as desfilar por las pginas. Y es la peculiari- como los dilogos (muchos, fragmentadad de los mundos evocados y de las dos; otros, en tiradas ms amplias) que vidas que laten en ellos, con sus conflic- en su conjunto pautan una pluralidad tos siempre de ndole humana, lo que de registros (y de puntos de vista) que imprime a las novelas de Luis Mateo concuerdan bien con esta itinerancia, Dez una particular intensidad, arrumba- un tanto sorprendente e imprevisible, dora de los lances, que aun por estrafala- de la novela. Y hay algo ms, que constituye otro rios y sorprendentes que en ocasiones sean el lector percibe como sucesos casi buen acicate para el lector atento pornaturales, de tan acordes como resultan que, si no me equivoco, en Pjaro sin con respecto al mundo que los desenca- vuelo Luis Mateo Dez dialoga con el Ulises joyceano en lo que esta novela dena o al que nos remiten. Y as sucede en gran medida en Pja- tiene de relato trivial y descolorido de ro sin vuelo, donde el autor leons nos un da sin acontecimientos notables en traslada a su personal territorio de Cela- la vida de un bastante intil agente de ma, a la ciudad de Doza, donde transcu- anuncios, con su parte de epopeya burrrir un da crucial en la vida de Ismael lesca y de absurdo, con su sntesis de Cieza, un agente de seguros de mediana atmsfera naturalista y de simbolismo, edad, que tras separarse de su mujer integrando la introspeccin en el paisalleva ya seis meses viviendo solo y que je exterior, y con el guio recurrente a padece el mal del cuerpo, la denomi- escenas tan emblemticas como la visinacin eufemstica con que el personaje ta al burdel o el infrarrealismo de los se refiere a su estreimiento, crnico y bajos fondos, la presencia de hijos sin padre y las fantasas psquicas. Y lo hace hereditario. Hasta cierto punto, Luis Mateo Dez desde el humor y la reduccin al univertambin trabaja en su nueva novela con so provinciano.
Luis Mateo Dez Alfaguara. Madrid, 2011 276 pginas. 18,50 euros
El nudo
Rodrigo Soto Perifrica. Cceres, 2011 198 pginas. 17,50 euros
NARRATIVA. TRES ADOLESCENTES acampan en la playa, beben cerveza, pescan, caminan por el desierto litoral. En una de sus idas y venidas, descubren paquetes del tamao de una mano que la marea ha depositado en la arena. Ese encuentro fortuito con la cocana cambia sus vidas, tuerce los planes, los arroja por derroteros muy distintos de los convencionales que soaban o intuan para s mismos, gente de clase media con acceso a buena educacin que adems, merced a amistades femeninas, parecan acceder a una red de contactos en un escaln social superior. Dcadas ms tarde vuelven a encontrarse una maana, en la vspera del cambio de milenio, en una escena que Soto narra con tcnica cinematogrfica en la apertura de la novela: el narrador, como si se tratara de una cmara, se enfoca en un personaje, luego sigue a otro que se cruz con l, de la mano de este desemboca en un tercero y as sucesivamente, para luego volver atrs, en vueltas y revueltas, a ese paseo a la playa y a cmo esas vidas adocenadas se asomaron al vaco, al peligro, a la decadencia. La novela sigue las vidas de Luis, Jaime y Johnny tanto como las de Norma y Sonia, quienes, por amores y cercanas, tambin vieron cmo sus vidas podan sufrir cambios totalmente imprevistos. Soto, nacido en Costa Rica en 1962, estuvo presente en antologas como McOndo y Lneas areas. Perifrica edit Gina en 2006, una excelente novela sobre las mujeres y sus espacios en la Amrica Latina contempornea. Ahora, con El nudo, Soto ilumina otro paisaje, aquel arrasado por el paso ciclnico del trfico de drogas; pero de manera elusiva, sin sociologa de por medio, slo a travs de esas vidas que en un momento crucial se dan de bruces con lo imprevisto. Rodrigo Pinto
las personas se transforme en un indicio lleno de significado, porque nos recuerda el peso del amor por encima de detalles anecdticos. El narrador aqu podra llamarse Romeo, Eneas o Pramo, y su amada Julieta, Dido o Tisbe; los dos son Nadie. Como en cualquier discurso amoroso tambin en ste hay contratiempos, y quizs sea sta la parte ms desconcertante de un relato en donde las razones del desamor, de tan sutiles, se adentran en el territorio de lo difuso. En todo caso, Jimnez Morato ha acertado en el tema y ha manejado sus recursos con brillante destreza. Ah est la narracin de los hechos por parte de una voz modesta y amable que a medida que recuerda va saltando en el tiempo con constantes anticipaciones y retrospecciones, haciendo fcil y sencillo lo difcil y complejo; y ah est tambin la feliz descripcin de ese microuniverso de gentil autosuficiencia que une a dos personas enamoradas. Fernando Castanedo
Mil otoos
David Mitchell Traduccin de Vctor V. beda Duomo. Barcelona, 2011 640 pginas. 23,80 euros
NARRATIVA. EN LA CONFERENCIA Credo de poeta, al mencionar el gnero novelstico, Borges dijo irnicamente que el material de relleno puede ser una parte esencial de la novela. En la primera parte de Mil otoos alguien declara: No es de buenas intenciones de lo que est empedrado el camino del infierno; es de justificaciones de los propios actos. Esta novela rene con prolija desventura mucho material de relleno y justificaciones por todas partes. Parece que el proyecto as lo requera. Se trataba de levantar, con la mxima meticulosidad para no desperdiciar los espaciosos aos dedicados a la documentacin una topografa, con su relieve histrico, de las maniobras, irremediablemente corruptas, de un consorcio comercial holands, al comienzo del siglo XIX, en Deshima, una isla artificial de la baha de Nagasaki. La comunidad holandesa no establecer slo vnculos comerciales con el pas de enclave, sino una maraa de relaciones dominadas por la diferencia moral, la ambigedad de las costumbres y la necesidad y el equvoco de entenderse en un idioma comn. Todo ello con incursiones en la medicina, ya que Orito, hija de un prestigioso mdico japons, es una hermosa comadrona de la que se enamorar el impvido Jacob de Zoet, llegado a Japn por un periodo de cinco aos para auditar el consorcio. Su historia de amor con Orito se complicar cuando la joven desaparece y las relaciones con los nativos se hacen muy conflictivas al producirse, entre otros percances, el secuestro de unos funcionarios holandeses, lo que obligar a un alarde de diplomacia comercial para evitar una guerra. No cabe dudar de que estos elementos, bien dosificados, y expuestos con una prosa acaso evocativa, podran haber propiciado una narracin con algn grado de fascinacin. Pero todo est aqu demasiado atemperado. El britnico David Mitchell (Southport, 1969) despliega un deslavazado panorama ciertamente minucioso, aunque tambin trivial con escenas que se encadenan sin ningn rgimen de intensidad o equilibrio, pegndose unas a otras en una abusiva concatenacin cuyo propsito no termina de aflorar. Por lo dems, la prosa de Mitchell tampoco acierta a dotarse de un tono, con excepcin de algunos prrafos reflexivos, que proporcionen unidad al conjunto. Y pese a los elogios con que ha venido aureolada Mil otoos, su lectura ni es compulsiva ni reinventa (sic) el gnero de la novela histrica. Francisco Solano
Lima y limn
Antonio Jimnez Morato Junta de Extremadura. Mrida, 2011 73 pginas. 7 euros
NARRATIVA. BENDITO SEA el ao, el mes, el da / el tiempo, la estacin, la hora, el instante, / el rincn y el lugar en donde ante / sus ojos fue prendida el alma ma, deca Petrarca en un soneto. De aplicarse a esta primera novela breve de Antonio Jimnez Morato (Madrid, 1976), las bendiciones seran para una noche madrilea en la terraza de una casa, mientras alrededor de una joven con muletas y del narrador bullen la msica y los invitados a una fiesta. La historia de amor que nos cuenta una voz masculina sin nombre tampoco lo tiene su amada posee esa cualidad esencial que se le presupone a cualquier historia de amor que se precie: la de conmover. Venus es as. No necesita nombres para encandilar a los lectores, o le basta con mencionar el del perro de la donna llamado Nacho para que el anonimato de
La indignacin de Gracin
Obras completas
Baltasar Gracin Edicin, introduccin y notas de Santos Alonso Ctedra. Madrid, 2011 1.630 pginas. 44 euros
religioso, las public bajo seudnimo, pues resultaban incmodas y fustigadoras al actuar como espejos en los que los dueos de la sociedad vean reflejadas sus taras. Erudito y gran estilista, Gracin us el lenguaje como arma mortfera. Sometindolo al yunque de su ardiente indignacin, lo templ cual glido bistur diseccionador de caracteres y costumbres, de ah que Gracin haya pasado a la posteridad como el maestro por excelencia de la sentencia lapidaria, los retrucanos y los juegos de palabras, del ingenio que espanta, caza y mata. Su obra ms famosa, El criticn, es una novela alegrica en la que no pasa nada y pasa todo, pues es el mundo con sus incontables defectos su protagonista. Schopenhauer la aclam como el mejor libro de todos los tiempos por su negro pesimismo. Pero Gracin era creyente y jams fue un pesimista metafsico; no vea el mal como algo intrnseco al universo, sino como producto de los seres humanos. El hombre es ms fiero que las mismas fieras, afirmaba; y de l provienen los ms de los males, de modo que la vida, en la que slo se ve una monstruosidad tras otra, debe ser milicia contra la malicia humana. Agudsimo y esencial es el inapreciable Orculo manual y arte de prudencia, libro en el que Gracin consigna 300 reglas que deben seguir cuantos quieran ir con buen pie por el mundo y, sobre todo, defenderse de la mala guerra que contra ellos oficiarn sus congneres. Del mismo gnero son El hroe, El poltico y El discreto, tratados en los que se proponen modelos de comportamiento, loables ejemplos que los hombres deberan imitar para alcanzar la probidad, y que rara vez imitan.
Por Luis Fernando Moreno Claros LOS CLSICOS siempre sorprenden por su actualidad. Baltasar Gracin (16011658), el sabio autor del Siglo de Oro espaol, tiene mucho que decir en nuestra circunstancia actual de crisis e indignacin. Tambin l fue un indignado de su tiempo que denunci la mediocridad y falta de juicio de los poderosos, aunque sin escatimar agudezas crticas sobre la comn necedad de sus congneres, perezosos y vulgares, necios e inmunes a la sabidura, deslumbrados por el falso esplendor de las apariencias. Su mayor tarea intelectual consisti en desenmascarar la mentira y los vicios de su poca: la codicia, la lujuria, la soberbia y el afn de poder, esas malsanas pasiones humanas que transforman el mundo en un infierno e impiden la armona general. Leerlo hoy significa reflexionar de nuevo sobre males congnitos, acaso insuperables. Aunque Gracin fue miembro de la Compaa de Jess nunca vivi como un sacerdote rezongn y enclaustrado en su boho, sudando hiel sobre los libros: pas algn tiempo en la Corte madrilea y hasta fue capelln castrense; de manera que se code con polticos de toda laya, conoci el mundo y padeci sinsabores por mostrarse rebelde con los superiores de su Orden. Todas sus obras, excepto El comulgatorio la nica de carcter
Este excelente tomo de Obras completas, editado por el agudo crtico literario Santos Alonso sin el intimidatorio aparato acadmico que suele lastrar los textos
clsicos (las notas pasan al final del volumen), brinda la oportunidad de saborear unos textos exigentes, pero muy sustanciosos y oportunos.
LIBROS / Anlisis
lar y el de la introduccin de terapias individualizadas. Los xitos y los fracasos en la lucha contra el cncer, al que el autor denomina como el emperador de todas las enfermedades o el rey del terror, nutren el relato contenido en este libro. Este recorrido histrico de los hroes, villanos, dogmas y retos del cncer permite identificar los momentos clave en torno al abordaje teraputico de la enfermedad con
Mukherjee utiliza de forma cronolgica el cncer de mama como ejemplo de la evolucin de la investigacin
un especial nfasis en los investigadores y los mdicos. A ello se une una descripcin muy entendible de la biologa celular y molecular del cncer y una muy breve descripcin de pacientes activistas. Para ello utiliza documentacin de procedencia muy diversa que incluye entrevistas con un largo superviviente en Maine y un intento fallido de contactar con el mayor defraudador de la historia de la oncologa, el sudafricano Werner Bezwoda, que no dud en inventarse resultados clnicos para justificar el tratamiento con quimioterapia intensiva y trasplante de mdula sea en los tumores slidos, especialmente cncer de mama avanzado, lo que result ser ineficaz y muy arriesgado cuando se compar con el tratamiento estndar. Esta historia del cncer est narrada en un tono detectivesco en el que poco a poco
van adquiriendo protagonismo de forma cronolgica diferentes actores, que bien sea por sus egos inflamados, por su tenacidad o por su personalidad competitiva van dejando su huella en la historia del cncer. Entre estos destaca Sidney Farber, al que se define como quimioteraputico por su tesn por demostrar que el cncer podra ser tratado con frmacos. Farber tambin se convierte en el primer activista en luchar porque el cncer sea prioridad en la agenda de los polticos. Para ello se une a la filntropa neoyorquina Mary Lasker y ambos ejercen poderosas acciones de lobby en el Senado estadounidense, implicando inicialmente al senador Edward Kennedy y luego al presidente Nixon. La idea del do Farber y Lasker es que la lucha contra el cncer debe venderse como un detergente en el contexto de una campaa de marketing, implicando a los medios de comunicacin y a los polticos. La trayectoria en los medios de comunicacin no es fcil. En 1937 la revista Fortune publica una portada denominando al cncer la gran oscuridad; en 1950 The New York Times informa a una lectora de que no le puede publicar una carta sobre el cncer y ser Lasker quien conseguir en el ao 1969 publicar un anuncio de sensibilizacin en ese diario. El reconocimiento de la enfermedad se apagaba con fuerza por la gnesis de un estigma social que an persiste en nuestros das. A pesar de que este libro no aborda el tema, los estudios realizados en Espaa por la Universidad de los Pacientes ponen de manifiesto la discriminacin laboral, el desamparo psicolgico y el estigma social que sufren los pacientes y sus familias. La lucha contra la estigmatizacin la inici Farber cuando cre el an vigente Jimmy Fund, donde la figura de un nio annimo de 12 aos sirvi para aunar a deportistas y la causa del cncer para atraer dinero para investigacin. Mientras tanto, Lasker
haca actividad filantrpica en los crculos polticos de Nueva York y Washington, lo que produjo que un senador llamado Neely promoviera una gratificacin econmica a quien arrestara al cncer. El doctor Mukherjee utiliza de forma cronolgica el cncer de mama como ejem-
esto un cambio de paradigma en la visin y en el tratamiento de determinados tipos de cncer. Foto: Hubert Fanthomme / Contacto
plo de la evolucin que ha tenido la investigacin en cncer. Esta visin permite ver la controversia generada en torno a la adecuacin de la mamografa como tcnica de diagnstico precoz en mujeres sanas, donde hoy por hoy an existe una gran controversia en torno a la relacin riesgo-beneficio en el grupo de edad de mujeres entre 40 y 49 aos. Esta controversia viene generada por la dificultad de realizar estudios poblacionales a gran escala, los problemas de diseo atribuibles a esos estudios y el diferente comportamiento del tumor en funcin de la edad y las caractersticas hormonales de la mujer. El tratamiento del tumor de mama fue una prctica controvertida durante aos. Destaca el empeo del cirujano William Halsted, que propuso una prctica que se mantuvo casi 100 aos, denominada mastectoma radical, que supona la extirpacin de toda la glndula mamaria y los ganglios y tejidos musculares adyacentes. Esta prctica produca efectos secundarios importantes, entre ellos, el temido linfedema. Con los aos la mastectoma radical fue reemplazada por operaciones ms conservadoras acompaadas de radioterapia o de quimioterapia. El mejor conocimiento del tumor permiti distinguir un tipo de tumor estrgeno-dependiente que responda muy bien a tamoxifeno y en los ltimos aos la caracterizacin gentica del tumor permite tratamientos especficos de receptor que bloquean el crecimiento. Este avance en el cncer de mama, que afecta en nuestro entorno a una de cada diez mujeres a lo largo de su vida, ha supuesto una reduccin estimada de la mortalidad del 24% segn Mukherjee, la mitad atribuible a la mamografa y la otra mitad a los avances teraputicos. Todos los avances en el cncer no han
estado exentos de dogmas narrados en este libro. Se atribuye a Hipcrates el dicho de que mejor no tratarlo porque los pacientes viven ms. Uno de los dogmas ya superado es el de pensar que todos los cnceres tenan la misma causa y, por lo tanto, el mismo tratamiento. Ello ha contribuido a considerar diferentes factores causales: los virus, las hormonas, los carcingenos ambientales y las bacterias, entre otros. Si bien algunos de estos agentes son responsables de tumores especficos la causa ms frecuente de la mayora de tumores es desconocida. Otro dogma consista en enfatizar la importancia de tratar el tumor sin preocuparse de cul poda ser su causa, lo que condujo a una separacin entre onclogos y bilogos que vivan incomunicados. A veces, los dogmas condujeron a grandes errores, como por ejemplo el considerar que la lucha contra el cncer deba seguir el mismo modelo taylorista de recursos y personas que produjo la bomba atmica o la llegada del primer hombre a la Luna. El presidente Nixon fue el primero que siguiendo ese modelo gener un gran fracaso. Algunos dogmas tardaron 30 aos en superarse, como el de Georges Papanicolau para convencer a los mdicos sobre la utilidad de la prueba que lleva su nombre y que prob con su esposa. Tambin resulta intrigante la actuacin de las compaas de tabaco que durante 50 aos de connivencia con el poder poltico fueron aminorando el conocido mensaje de que el hecho de fumar correlacionaba con gran intensidad con morir de un cncer de pulmn. Finalmente, el tratamiento del cncer sigue planteando mltiples preguntas sin respuesta: se debe tratar con las nuevas terapias slo a los pacientes con enfermedad
avanzada?, cuntos frmacos simultneos se deben administrar en combinacin?, cuntos ciclos de quimioterapia se deben administrar a lo largo de la enfermedad? Los mensajes clave de futuro sobre esta enfermedad que sufrirn en Espaa una de cada cuatro mujeres y uno de cada tres hombres se resumen en una frase del autor: La guerra contra el cncer estar mejor ganada si redefiniramos el concepto de victoria. Con ello quiere decir que quizs se pierda la guerra pero se han ganado y se ganarn suficientes batallas para curar a algunas perso-
nas, mejorar la calidad de vida de algunas otras y retrasar la muerte de muchas. Al final el principal riesgo de morir es estar vivo.
El emperador de todos los males. Una biografa del cncer. Siddhartha Mukherjee. Traduccin de Horacio Pons. Taurus. Madrid, 2011. 640 pginas. 23 euros. Albert J. Jovell, mdico, socilogo y paciente de cncer, es autor del libro Cncer. Biografa de una supervivencia. Planeta. Barcelona, 2008. 250 pginas. 19,50 euros.
LIBROS / Ensayo
Espejos invertidos
Criminales, vctimas y verdugos. Crnica negra de Espaa (1939-1975)
Jos Cataln Deus Pennsula. Barcelona, 2001 265 pginas. 22 euros
yugal. Ramona acab condenada a muerte! como autora de un delito de parricidio con alevosa y Lino, a treinta aos de reclusin mayor. Ramona muri olvidada en una crcel tras ser conmutada su pena. Francisco Franco gozaba del derecho de gracia. Para entender mejor la poca en la que ha trabajado el escritor y periodista Jos Cataln, conviene recordar que vs de los crmenes que lo conmocionaron? a la que responde a lo largo de las casi trescientas pginas del libro, en las que se funde el pasado con datos actuales que enriquecen el relato. Su idea es usar la criminalidad como un espejo invertido de la sociedad de su tiempo. En la respuesta de las autoridades, en cmo fueron perseguidos, juzgados y sentenciados aquellos graves delitos, surge la esencia de aquel Rgimen, sus mecanismos de poder y sus objetivos de control, aade el autor. La crnica se articula a travs de una docena de casos con protagonistas tan diferentes como Carmen Broto, la envenenadora de Valencia; los quinquis, un lumpemproletariado nmada con ms dificultades que los gitanos; el Arropiero, el primer asesino en serie espaol, recluido en la prisin de Carabanchel durante ms de dos dcadas y nunca juzgado, o el crimen de los Galindos. Mientras los espaoles seguan las andanzas de El Lute, convertido en el enemigo pblico nmero uno, tuvieron lugar varias ejecuciones polticas, brutales escarmientos para quienes se atrevan a desafiar al franquismo y advertencia para el resto. En ese contexto triunfaba El Caso, semanario dedicado a la crnica de sucesos, en el que brill Margarita Landi, periodista especializada y fumadora de pipa. El diario de las porteras, como lo llamaban sus detractores, era el primero en llegar al lugar de los hechos, avisado en ocasiones por la propia polica, pero tambin reflejo de unos aos muy duros.
Por Amelia Castilla ENSAYO. A COMIENZO de los aos cincuenta del pasado siglo, los crmenes podan llegar a formar parte del romancero popular. En muchas zonas rurales de Espaa no haba llegado la televisin, los peridicos locales tampoco y las radios sonaban en pocas viviendas. En ese limbo, que ahora parece completamente inimaginable y para algunos, incluso, hasta placentero ante la ausencia de ruido, un asesinato, al estilo de El cartero siempre llama dos veces, pero en versin charra podra convertirse en una bomba informativa. Con auxilio divino, / con la proteccin del cielo, / le pido me d su gracia, / para explicar un suceso. / Es la accin ms inhumana / es el crimen ms horrendo / que han odo los lectores / y escucharn los modernos / En el pueblo de Eleuterio Snchez, en junio de 1966, tras ser detenido despus de su primera fuga. Foto: Efe / ngel Esteban Tardguila, / provincia de Salamanca / se ha cometido esla censura de prensa era feroz, que las te crimen / por una mujer muy mala. autoridades vivan obsesionadas por el Convertido en coplas y romances de ciemantenimiento del orden pblico y go, el asesinato de Domingo Laso de que el gnero de sucesos se convirti Vega, un labrador rico que se haba caen cierto modo en la estrella del periosado con su prima Ramona, recin acadismo, con unos periodistas que, en bada la Guerra Civil, fue mil veces relaalgunos casos, escriban al dictado de tado por las plazas de los pueblos. El la polica y hasta presuman de usar tercer elemento en este asunto llevaba pistola. El propio autor arranca el prlopor nombre Lino, un labriego castellago planteando una pregunta se pueno empleado para el trabajo del campo de conocer un periodo histrico a traque coma y dorma en el domicilio con-
Los sucesos fueron la estrella, con unos periodistas que, en algunos casos, escriban al dictado de la polica
perdn hace bien poco por errores a veces criminales. Lo hizo Juan Pablo II, y su sucesor Benedicto XVI ha vuelto a suplicar ms perdones, ahora por terribles casos de pederastia entre eclesisticos. El catolicismo vive una profunda crisis. Se vacan las iglesias, faltan sacerdotes, no hay seminaristas Cunta suciedad!, se lamenta Benedicto XVI, antes de proclamar que su organizacin es hoy una via desbastada por jabales. Pese a todo, estos dos pontfices no paran de recibir elogios, en forma de libros que ms parecen hagiografas que otra cosa. Juan Pablo II incluso va camino de los altares, de la mano de un amigo con poder para hacerlo. No haba precedente. Por eso son tan preciosos los libros que se alejan del santoral y abordan el asunto con sentido crtico, buceando en la verdad de los hechos. Este del telogo Tamayo lo hace de manera lcida, con un repaso casi completo de las grandes cuestiones que han marcado los dos mandatos. Imprescindible para quien quiera saber. Juan G. Bedoya
viajar en avin, su gusto por las mujeres, el cine y las gafas excesivas. En cambio, como el llamado reino ermitao es desde hace ms de sesenta aos uno de los regmenes ms hermticos del planeta y tiene vetado el acceso a la prensa, no sabemos nada de sus sbditos, mejor dicho, de sus vctimas. Por ejemplo, que el derecho de pernada y el secuestro de bellas jvenes norcoreanas para satisfacer los apetitos del excntrico tirano de Pyongyang o Querido Lder es una costumbre habitual y heredada, como el cargo, de su padre Kim-il Sung, el Gran Lder. Esas revelaciones y otras semejantes, pero sobre todo saber qu siente y piensa el pueblo norcoreano, el gran enigma desde la divisin de la pennsula coreana en 1948, es lo que consigue Barbara Demick, corresponsal de Los Angeles Times en Sel y ahora destinada en Pekn, en Querido Lder. Vivir en Corea del Norte, su primer libro traducido al castellano, con el que gan el Premio Samuel Johnson de la BBC. Y como en el llamado paraso en la tierra no existe la libertad de expresin ni la capacidad crtica, Demick recurre a los testimonios de unos cien exiliados en
Corea del Sur, aunque luego destila seis historias ordinarias que, queda claro desde la primera lnea, son todo menos corrientes. Los protagonistas son oriundos de la ciudad de Chongking, la tercera en importancia y antiguo bastin industrial, que la autora considera ms representativa que el decorado de cartn/piedra de la capital, Pyongyang, destinado a ocultar la verdad de un Estado en el que sus habitantes ganan menos de un dlar mensual y en el que pasar hambre es un deber patritico (la hambruna de los noventa se cobr ms de un milln de vidas). La historia ms emotiva es la de dos jvenes enamorados que, en medio de una realidad paranoica digna de Orwell, no se atreven a confesarse que quieren huir, una especie de Romeo y Julieta asiticos porque pertenecen a dos castas diferentes. Ella, Mi- Ran, al estrato social ms bajo (los beuhun: sangre contaminada por los pecados de los padres que se heredan) y l, Jung Sang, a la casta privilegiada. Ambos consiguen escapar y se reencuentran aos despus en Corea del Sur, pero nada es lo mismo. Ella, casada con un surcoreano, no sabe la suerte que han corrido sus dos hermanas, que podran estar muertas o en uno de los muchos gulags existentes; mientras l, educado en una universidad de lite, se encuentra como miles de refugiados fuera de lugar en Sel y cree que nunca volver a ver a sus padres. Su historia representa el drama oculto de millones de personas en un pas en el que los nios cantan en la escuela: No tenemos nada que envidiar al mundo (de ah el ttulo original en ingls, Nothing to envy) y nos revela ms sobre la realidad que cualquier anlisis sesudo sobre el programa nuclear norcoreano. Cecilia Ballesteros
PENSAMIENTO
Yo sinceramente
Frente a la misantropa del sincero, hoy ms que nunca se necesitan las balsmicas hipocresas y la filantropa del mentiroso Por Javier Gom Lanzn
que mucha gente, cuando ha de admitir algn mrito propio, suele iniciar la frase diciendo: La verdad es que. Por ejemplo, al comentario t eres un empresario de xito, el aludido contesta, en el tono de quien comprende que en este caso el autoelogio es tan obvio que sera intil tratar de negarlo: Pues la verdad es que no me puedo quejar. Y as todo: La verdad es que soy un gran perfeccionista, la verdad es que tengo mucha facilidad para el baile, etctera. En cambio, cuando lo que ha de decirse es desagradable y puede ofender, se suele preferir este otro sintagma: Yo sinceramente. Verbigracia: Yo sinceramente pienso que toda la culpa fue tuya, yo sinceramente te veo ms grueso despus de verano, yo sinceramente no soporto tu aliento. Se dira que, por invocar la sinceridad, el impertinente goza de inmunidad casi absoluta y que los dems debemos aceptar con paciencia su exabrupto, cuando no agradecer el gesto de confianza. Se supone, en fin, que la sinceridad es ornato de almas bellas y que sera necio por nuestra parte objetarla. Durante largos siglos, del hombre se esperaba no que fuera sincero sino que fuera virtuoso y que, educando su naturaleza, alcanzara una excelencia moral que los dems pudieran aprovechar, admirar y emular. En determinado momento del siglo XVIII, ese mismo hombre decide que su yo verdadero, su yo ms autntico y real, reside en sus inclinaciones naturales, en su modo espontneo de sentir, pensar, actuar, y que su nico deber es el deber de ser uno mismo. Las reglas morales que supongan contradiccin o superacin de la propia naturaleza o aquellas otras que vengan impuestas por la sociedad para reglamentar la vida en comn y que siempre disciplinan en algn grado la esfera de la vida son impugnadas ahora en su totalidad como formas odiosas de alienacin del autntico yo. El sacrificio, la renuncia, la autoexigencia o el duro trabajo de perfeccionamiento sobre la indcil naturaleza humana son arrumbados como muebles viejos y en su lugar se alza el nuevo ideal de la autenticidad, atento slo a los caprichos del corazn y a sus delicadas intermitencias; la inhibicin de las pasiones, la contencin de los instintos, la represin de las pulsiones destructivas o el respeto de las convenciones son motejados de hipocresa, corrupcin, disimulo y mscara. No mejorar la naturaleza sino permitir que siga libremente su curso, as en lo positivo como en lo negativo. Como dijo Goethe de forma inquietante, quiero ser bueno y malo como la Naturaleza. Nada de ser virtuosos, basta con ser sinceros y tener el coraje de reconocer con franqueza lo que hay en nosotros de perverso (que es tan nuestro y tan real como lo excelente) y despus decir y decirse con orgullo, incluso con insolencia: Yo soy as. Leamos al primer gran sincero de la modernidad. En sus Confesiones Rousseau declara que con l Dios rompi el molde: es distinto de los dems, sin parecido con nadie, y para dar a conocer esa singularidad andante que es l ha querido desnudar su corazn practicando la sinceridad hasta la imprudencia, hasta
E OBSERVADO
Danile Lebrun y Michel Piccoli, durante una representacin de El misntropo, de Molire, en el Thtre de la Ville de Pars en 1969. Foto: Rue des Archives / AGIP
Durante largos siglos, del hombre se esperaba que fuera virtuoso. En el siglo XVIII, ese mismo hombre decide que su nico deber es ser uno mismo Se dira que, por invocar la sinceridad, el impertinente goza de inmunidad casi absoluta y que los dems debemos aceptar con paciencia su exabrupto
el desinters ms increble en un libro en el cual, aade, dije lo bueno y lo malo con igual franqueza. Me he mostrado cual fui; despreciable y vil cuando lo he sido, bueno, generoso y sublime cuando lo he sido. Es imposible de exagerar la influencia que esta afectacin de sinceridad rousseauniana tuvo en la educacin sentimental de la posteridad europea. La cultura consiste en crear mediaciones con la realidad: podramos ir desnudos pero vestimos algunas zonas de nuestro cuerpo; podramos comer con las manos pero usamos cuchillo y tenedor; podramos gritar al prjimo la opinin que tenemos de l o de sus acciones pero callamos por un sentido bsico de cortesa. Esta segunda
naturaleza que son las mediaciones reales y simblicas de la cultura qued arrasada como tierra quemada cuando la gran plaga de la sinceridad moderna que desprecia los frenos de las mediaciones, desde unos inicios minoritarios y ms o menos tolerables, se extendi como una maldicin a la generalidad de la gente, y ahora estamos en esa situacin desdichada en la que el que ms o el que menos y no exactamente Goethe o Rousseau te endilga a las primeras de cambio su fastidiosa opinin aadiendo desafiante la apostilla de que no tiene ningn problema en hacerlo a la cara, porque es su verdad, en la inteligencia seguramente de que su verdad no vale menos que la del rey Salomn y de que esa fabulosa exhibicin de transparencia purifica al punto cualquier posible error de juicio. Antes de que la sinceridad se pudiera de moda ya Molire haba ridiculizado sus excesos en El misntropo. Alcestes es un energmeno que se niega a elogiar con algunas pocas palabras de compromiso los vulgares versos de Oronte, infantilmente complacido de su composicin potica, porque quiero que se sea sincero y que, como hombre de honor, no se diga una palabra que no salga del corazn. Su ruda inflexibilidad le gana el desdn de su enamorada, el alejamiento de los amigos y el repudio de la sociedad, y al final el misntropo se retira a su castillo a odiar al gnero humano. En el drama la voz de la cultura se expresa por boca de Filinto, quien pide a los hombres un poco de virtud sociable. Estoy de acuerdo con l, y hoy ms que nunca: se necesitan esas balsmicas hipocresas, esas pequeas claudicaciones, esas piadosas insinceridades que hacen la vida amable porque crean la ilusin de una mutua benevolencia. Yo antes quiero la filantropa del mentiroso que la misantropa del sincero.
Cuando en lo sucesivo algn antiptico se me aproxime amagando un mira, Javier, yo sinceramente, le atajar en seco con un alto ah! y le dir: La verdad es que prefiero que me mientas.
Terror esencial
Keko consigue destilar la esencia del miedo extremo ms puro. Con maestra, despliega su infinita capacidad para andar sobre el cortante filo de la navaja en un relato perturbador a partir de Otra vuelta de tuerca, de Henry James
La protectora
Keko Edicions de Ponent. Alicante, 2011 64 pginas. 20 euros
Sade visita a Henry James en un ambiente enrarecido que asfixia en cada vieta al lector gracias a la labor del dibujante, que deja su habitual blanco y negro de pulcritud tan simblica como cortante y radical para desarrollar un trazo sucio, con grises y tramas orgnicamente obscenas que potencian el contraste entre la figura humana y unos escenarios fotogrficos que aparecen deformados, conformando una extraa sensacin de realidad de perturbadora irrealidad. Atmsfera de serie B, que bebe de tanto del sinuoso claroscuro de las fotografas de las pelculas de Jacques Tourneur como de los grabados que acompaaban los cuentos de terror de las publicaciones populares de finales del siglo XIX, en
Por lvaro Pons LA PROTECTORA supone el ansiado y esperado regreso a escena de Keko, uno de los autores ms importantes de este pas que, por desgracia, destila su obra con finsimo cuentagotas. Cinco aos despus de La casa del muerto, aquella obra maestra que delimitaba con precisin tan quirrgica como inquietante una sociedad enferma de hipocresa meditica y ambicin especuladora hoy de una terrorfica e innegable actualidad, vuelve a escena este autor madrileo, formado en aquel experimento tan singular como de imposible realidad en estos das de recortes culturales que fue la revista Madriz. Y lo hace, como siempre, rompiendo esquemas y asumiendo empresas tan peligrosas como complejas, como la de continuar la historia de la pequea Flora all donde la dejara Henry James en su hipntica Otra vuelta de tuerca. El reto es titnico: asumir desde el lenguaje de la historieta el juego de ambigedades sutilmente insinuadas por el escritor americano no es fcil, pero lograr trasladar el terror que nace de ese juego de infinitas y perturbadoras imgenes es todava ms complejo y difcil. El gnero de horror siempre juega en desventaja sobre el papel, sin poder echar mano de los recursos de tensin que aprovecha la gran pantalla. Sin olvidar, sobre todo, el compromiso de echarle un pulso al que es considerado como uno de los ms grandes literatos de todos los tiempos Tarea compleja si no imposible la de Keko, sin duda, pero que el autor afronta con una carta escondida en la manga: su infinita capacidad para la diseccin de la psique humana, para andar sobre el cortante filo de la navaja que abre el abismo de las miserias del hombre. Para lograrlo, tras la muerte de su hermano Miles devuelve a Flora junto a su to, el seor de Bly, intentando descubrir las races de la locura que vivie-
Sade visita a Henry James en un ambiente enrarecido que asfixia en cada vieta al lector gracias a la labor del dibujante
unas imgenes que se coreografan a travs de las miradas de los protagonistas. Miradas robadas, apenas de soslayo, evitando a un lector que, desprevenido, seguir curioso el juego hasta encontrarse cara a cara con ojos sin fondo que miran sin pestaear, provocando un desasosiego que roba el aliento, que abre la caja de Pandora de las alcantarillas del alma humana. La trampa funciona y el lector se encuentra entonces aprisionado en un tnel que le lleva sin remisin a la reflexin, a encontrarse cara a cara con el monstruo ms horrendo que ha creado jams la ficcin: el ser humano. Keko consigue as destilar la esencia del terror ms puro, firmando una de las obras ms recomendables de este ao.
ron los dos nios, del arrebato y desvaro que sufri su institutriz, en un camino sinuoso que har que las perversiones de los fantasmas de Quint y la anterior institutriz no sean ms que un pli-
do reflejo del verdadero horror que esconde el alma humana. Una zambullida sin regreso en una degeneracin que se muestra al lector como la nica libertad real que todava existe en el mundo.
Por Mara Jos Obiol HAY TEXTOS llenos de sentido que estn condenados a una muerte instantnea. Palabras dichas en voz alta a las que la memoria apenas da cobijo. De eso habla Fernando Iwasaki (Lima, 1961) en Arte de introducir, de las palabras que nacen para ser escuchadas una sola vez y cuya propensin al desvanecimiento tiene semejanza con aquellas materias que Aristteles llam cuerpos sutiles. Es decir, la espuma, el musgo, la nieve y el semen. En el libro, Iwasaki rescata las presentaciones, ese texto anfitrin que se lee ante la concurrencia para decir de un autor, artista o de su obra. Y al estar
16 EL PAS BABELIA 08.10.11
ah impresas en el libro (Iwasaki recoge presentaciones que realiz durante las dos ltimas dcadas), es decir, quietas y observadas, se comprueba la convincente historia que se cuenta. Se escucha lo del valor del tiempo no percibido en la escritura de Javier Maras, o la naturaleza social de la condicin humana en las novelas de Beln Gopegui, por ejemplo. En el libro hay una liminar tan hilarante como sabia y reivindicativa, que argumenta no slo sobre la utilidad de hacer visible el texto anfitrin sino sobre las cualidades y caractersticas que ste debe tener. Y si Arte de introducir contiene elogio a la voz que se oye pero que muere al momento, en Sevilla sin mapa, otro libro de Iwasaki, se da la bienvenida a quienes sobre esa ciudad escribieron. Personajes clebres o viajeros annimos, sevillanos apcrifos, como les llama el autor, que anotan su paso por la ciudad. Una ciudad que puede ser amada, denostada o adorada y cuyo detalle observado por quien lo vio resulta curioso y a veces demoledor. A Byron le impresiona la belleza de una mujer, Karel Capek dice sobre el flamenco, Arthur Koestler se asombra de que la gente se levante siempre tarde incluso en guerra, y se-
Grabado del puerto de Sevilla, hacia 1740. Foto: Getty Images / De Agostini
gn Lady Tenison, para los sevillanos son necesarios los desenlaces felices en las obras teatrales. Iwasaki hila con agudeza la voz de otros con la suya propia tejiendo un anecdotario muy singular. Hay que aadir la extensa e interesante
bibliografa que contiene Sevilla sin mapa. Dos libros, pues, que son elogio de las palabras: las que se dijeron y las que se escribieron. Y en ambos hay descaro y una locuacidad que invita a querer saber ms sobre autores, artistas y obras.
SILLN DE OREJAS
Por
sar ataviado con un overall vaquero de Lee, camisa de leador de Tommy Hilfiger y zapatillas deportivas Reebok. Si el reportaje propuesto tiene tanto xito como el anterior, podramos continuar la racha con otros relacionados con personajes del sector (a los que tambin agruparamos por sexos, con escrupulosa atencin a las cuotas de gnero): libreros, distribuidores, traductores, correctores, diseadores, a los que vestiramos con marcas nacionales, para no suscitar agravios comparativos. A juzgar por los precedentes no creo que nadie pusiera peros: a la gente le gusta ms salir en los medios que a Strauss Kahn ya saben qu. Una variable an ms eficaz sera la de que unos y otras se avinieran a posar en ropa interior: ellos ligeramente desconcertados, pero sugerentemente viriles y marcando paquete (como Nadal), y ellas siempre seguras, inteligentes y femeninas. Por supuesto, luciendo los ltimos modelos. Y todo ello impreso en papel satinado.
Ilustracin de Max.
AUNQUE S que me meto en camisa de once varas y me van a llegar por todos lados, he decidido proponer a quien corresponda otro reportaje complementario
Cuota
al que se public la semana pasada y que tanto se ha comentado en los mentideros literarios y librescos. El nuevo sera sobre lo que opina un grupo de conspicuos y escogidos editores (solo varones) sobre la marcha (chuchurra) de su negocio, con especial hincapi en el modo en que estn afrontando los exigentes retos digitales. La idea es continuar ofreciendo, contra viento y marea, una imagen glamurosa, optimista y positiva de un sector clave de nuestra cultura, concediendo la palabra esta vez a algunos de sus ms conspicuos representantes masculinos, y proponindoles que acepten ser vestidos para la ocasin (para lo que recabaramos la participacin de importantes firmas de moda y complementos). Provisionalmente y, antes de dirigirme a ellos, me gustara contar, para empezar, con Jorge Herralde (Anagrama) que
posara muy decontract y vestido con ropa informal (pantalones chinos de Paul Smith, camisa de franela de J. Crew, mocasines negros de Crockett & Jones); con Javier Corts (Ediciones SM), que podra comparecer ms formalmente ataviado con un terno azul marino de Armani, zapatos (a cordn) Richelieu de Louis Vuitton, camisa blanca de Gucci y discreta corbata striped (quizs de Loewe?); con el joven editor Luis Solano (Libros del Asteroide), vestido con pantalones Levis 501 vintage, camisa gris (cuello panadero) de G-Star Raw y mocasines Sebago (con calcetines gold toe). Por su visin panormica acerca de la industria del libro y nuestros apabullantes hbitos de lectura, me gustara contar tambin con Antonio Mara vila (Federacin de Gremios de Editores), a quien intentara convencer para que aceptara po-
CONVALECIENTE del trauma que me caus en los metatarsianos el impacto de El primer naufragio, de Pedro J. Ramrez (La Esfera de los Libros), que se me cay sobre el pie izquierdo cuando me estaba enterando (en la pgina 1.196, nota 312 del captulo III) del verdadero nombre de la actriz Montansier, decido seguir leyndolo hasta que remita el dolor. Por cierto que a la presentacin del libro acudi a fichar casi todo el mundo (e incluso algunos curiosos representantes del submundo), lo que ciertos observadores y algn crtico improvisado han interpretado apresuradamente como un signo del inters que suscita el estudio del pasado (aunque slo sea de cuatro meses, pero qu cuatro meses!), y otros como signo de la vanidad de los tiempos o de la larga mano de su autor. La verdad es que las presentaciones de libros ya no son lo que eran. Habra estado bien que, por ejemplo, el autor compareciera (como deus ex machina) recostado en su baera, como el (tambin) periodista Jean-Paul Marat, rodeado por Ymelda Navajo (su editora), ataviada de Charlotte Corday, por Esperanza Aguirre, improbablemente disfrazada de girondina, y por Jos Luis Rodrguez Zapatero, con su guillotinada y melanclica cabeza jacobina bajo el brazo. Semejante tableau vivant hubiera constituido un simptico guio de ojo a los medios que, sin duda, habra contribuido a la venta de, al menos, cuatro mil ejemplares ms de los previstos. Pero ay falta imaginacin, sentido del humor y parn, tres carencias insoportables. Claro que tal vez tenga razn el ahora conciliador y mariesco Snchez Drag, y resulte que el libro de Pedrojota sera un buen libro aunque no lo hubiera escrito Pedrojota, qu le vamos a hacer.
Disfraces
ARTE / Exposiciones
Un cartel de propaganda con el lema: Convertiremos Mosc en el modelo socialista de la ciudad del Estado del proletariado (1931), de A. Deineka. A la derecha, En la cuenca del Don (1947), de A. Deineka.
LLAMADA EN ESPERA
Ramas de otoo
Por Estrella de Diego
LA MELANCOLA que siempre nos invade en otoo no es otra cosa que la nostalgia hacia el verano que se escapa, a su vez metfora de la vida que corre ya sin freno. Un caballero otoal es la forma dulce de denominar el declive de la edad, la proximidad de la muerte, frente a las muy cursis quince primaveras. Porque en otoo los das se hacen ms cortos, la luz ms plida y la prisa se instala de nuevo insidiosa en nuestras vidas. Bien es cierto que esas prisas nunca nos haban abandonado del todo las vacaciones infantiles largas y montonas, sin nada concreto que hacer, han desaparecido hoy hasta para los nios, quienes a menudo pasan el verano como turistas en miniatura, de un lugar a otro. No obstante, en septiembre, con los anocheceres sorprendentes, casi sbitos, que cada tarde pillan ms pronto desprevenidos, la sensacin es indiscutible: no queda casi tiempo. Es verdad: no queda casi tiempo. La nostalgia hacia el verano es, sobre todo, la nostalgia hacia la niez y con ella, hacia la naturaleza, hacia la vida estival, cerca de las plantas y las flores, que con tanto empeo trataron de cultivar los ilustrados y que se trasluce en Las ensoaciones del paseante solitario, el libro autobiogrfico de Rousseau para quien la naturaleza acta como consuelo de la soledad. Por eso, cuando la tristeza otoal apunta insidiosa hacia mi cabeza busco el libro deprisa en las estanteras de casa como quien busca a tientas el somnfero una noche amarga de insomnio y me pongo a leerlo con fe homeoptica, a ver si la tristeza de Rousseau cura la ma. Ya ven qu loca me ensimismo tanto en las lecturas que acabo por pensar que aquellos a los que leo son en realidad mis interlocutores. Como en Madrid cada vez cuesta ms llegar a un campo pese a que el Jardn Botnico es una opcin mejor incluso que el Retiro, otro consuelo eficaz suele ser hojear las lminas de algn viejo tratado de botnica, donde cada parte de la flor concentra la atencin como una tranquilizadora maniobra zen. Personalmente tengo uno que guardo desde siempre con enorme celo y eso que no slo no soy biblifila, sino que incluso tengo un poco de reparo hacia quienes s lo son, pues viajar con ellos es una tortura. Si no tienen en casa ningn tratado de botnica siempre queda buscar paisajes pintados o fotografiados. La tan especial exposicin de paisajes del Prado ha sido un enorme consuelo para nosotros, los melanclicos otoales, en esos primeros das de septiembre, pero ahora que est cerrada Axel Htte ha tomado el relevo en Helga de Alvear. Se trata de una propuesta deslumbrante, como es el fotgrafo y como lo son las exposiciones de esta galera que apuesta por lo exquisito, con esos paisajes tpicos de Htte, un poco lunares, fotos extraordinarias, de una minuciosidad preciosista, casi irreal, paisajes de hielo, ramas de otoo, transparentes e inquietantes. En esta ocasin, junto a sus trabajos clsicos, las grandes fotos con ecos de los romnticos alemanes, Htte presenta una especie de cuadroscollage en los cuales el artista recorre, a travs de postales, la representacin colectiva del paisaje y los monumentos de la regin agraria a orillas del Rin, conocida por sus vinos en especial el popular Riesling y ruta obligada para el Grand Tour por sus muchos castillos y abadas en ruinas. Se trata de una propuesta muy curiosa, sobre la cual no termino de tener una opinin clara, lo confieso, quizs porque las fotos de Htte, incluso las incluidas en el mismo collage, son tan alucinantes que el resto se opaca frente a ellas. Merece la pena verlo. Vayan y me cuentan.
EL PAS BABELIA 08.10.11 19
Por Javier Maderuelo EL ARTE SLO anhela conseguir la belleza, pero el concepto de belleza, desde el siglo XVIII se ha ido deslizando por sendas extraviadas, acercndose a lo feo y a lo terrible, hasta llegar en la actualidad a rozar lo cutre y lo abyecto. Al final, parece que la obra de arte, desligada ya de su dependencia a la belleza clsica, slo se puede definir como aquello que carece premeditadamente de utilidad prctica. Carlos Pazos (Barcelona, 1949) es precisamente un constructor de objetos intiles, pero tan sugerentes, tan poticos y deslumbrantes, que inequvocamente son reconocidos como grandes obras de arte. Sirvindose de objetos cotidianos, la mayora de las veces de gusto kitsch, Carlos Pazos construye microambientes que recrean un mundo particular, fetichista y afectado. El espectador que se sita ante estos objetos se puede sentir, de entrada, golpeado por lo absurdo que supone contemplar juntos, y en determinadas posiciones muy estudiadas, objetos reconocibles pero que difcilmente hubiramos encontrado colocados as en el tedioso mundo cotidiano. Cada objeto elegido para formar parte de la obra tena previamente un significado, una funcin o una utilidad, sin embargo, fuera de su contexto habitual y ordenados unos objetos junto a otros, stos son vistos y comprendidos desde otra ptica. Entre los objetos
que conforman las obras se establecen relaciones y correspondencias, basadas en la analoga de formas, materiales y texturas, que hacen aflorar en ellos nuevos sentidos y significados. Lo que nos ofrece Pazos no son ocurrencias graciosas, ms o menos simpticas, sino autnticos juegos de lenguaje en los que los objetos se convierten en imgenes, iconos o estilemas de un mundo personal. Como el propio artista dice, son sedimentos vitales. Las claves para interpretar las obras de Carlos Pazos hay que buscarlas en el humor patafsico, en las correspondencias surrealistas, en el teatro del absurdo y en el lenguaje de la poesa visual, pero la interpretacin de cada obra
queda absolutamente abierta. Cada objeto es enormemente sugerente, su relacin con los otros resulta estimulante, excitando la imaginacin y el inconsciente de quien contempla el conjunto. As, cada espectador proyectar sobre los objetos sus obsesiones, sus experiencias y recuerdos, generando de esta manera nuevos sentidos y hasta cierta narratividad. Son los deseos de los espectadores los que transforman la significacin de estas obras. Las relaciones entre los objetos reunidos suelen ser tan absurdas que generan un mecanismo asociativo desde el que se desliza la realidad objetual hacia una ficcin narrativa cuyo desarrollo lo debe aportar ntegramente el espectador.
El arte de viajar
cuya narratividad, escenificada por el arquitecto Martn Lejarraga, nos sita literalmente en una playa de arena y, en una sala La Conservera contigua, nos adentra en la intimidad del Avenida de Lorqu, s/n. Ceut. Murcia estudio de los artistas. Mientras unos van, otros vienen buscanMartin Jacobson do las races de nuestra cultura islmica. La Sala Vernicas. Vernicas, s/n, Murcia artista sirioestadounidense Diana al Hadid Todas hasta el 8 de enero de 2012 (Aleppo, Siria, 1981) ha creado en Murcia una obra basada en la historia del Rey Lobo, el almorvide Ben Mardanish. Junto a esta pieza espePor Mara Mira cfica, presenta otras cinco arquitecturas en cuyos intersticios se CUANDO DESPERT el estegodn ocultan miradas de sentido. Laestaba all en medio de la iglesia berintos de lo imposible que rede Vernicas. La osamenta blancrean su comprensin mstica y ca del elefante lleg de Estocolmo cientfica del mundo; un universo a Murcia. Al mirar hacia el bside creado con las propias medidas pareca haber escapado del enordel cuerpo de la autora. Sus misteme dibujo que, durante este caluriosos rganos y torres ascienden roso agosto, ha pintado sobre la en espiral, ajenos a la fuerza de la pared Martin Jacobson (Estocolgravedad, envueltos en sonidos mo, Suecia, 1978). Bajo la cpula, mudos al tiempo: conjugan la nosen el centro del crucero, me contalgia de mundos posibles con un templ en el espacio especular ms all que escapa a toda lgica que generan los espejos enfrentadel tiempo humano. Late la sordos en las capillas laterales, un presa en este mundo vuelto del laberinto digno de Piranesi. Repa- Instalacin de Martin Jacobson en la sala Vernicas, de La Conservera. revs, como la hay en el fondo de r en el ttulo: Quin es el gua del viajero al otro lado? Me observ inmer- cencia como Jorge Peris (Alcira, 1969): ha los mares coralinos. Maureen Gallace (Stamsa en aquel infinito fantasma: vivimos en construido una fortaleza con 170 toneladas ford, EE UU, 1960) lleg unos das antes de un crculo extrao cuyo centro est en to- de sal procedentes de las salinas de San la inauguracin con unos cuadros inspiradas partes y su circunferencia en ninguna Pedro del Pinatar. La anticipacin al viaje y dos en parajes sacados de imgenes de (Pascal dixit). O an estaba soando. Aque- los vericuetos del conocimiento del porve- guas de viaje, folletos, agencias inmobilialla sensacin de duermevela, generada por nir acotan la obra de ngel Mateo Charris rias Gallace ha reconocido en sus paseos una vivencia de trnsito y ausencia, me (Cartagena, 1962) y Gonzalo Sicre (Cdiz, por la ciudad alguna de las casas que ha acompa al recorrer el resto de las exposi- 1966) que emprenden una visita a Flandes pintado. Para esta artista el poder del lenciones de este ciclo en La Conservera. Un que no existe ms all de la pintura de guaje artstico deviene sin mayor complicabloque expositivo dedicado a la experien- Leon Spilliaert. La ciudad costera de Osten- cin en una virtualidad cognitiva gratificancia del viaje en los artistas, segn cuentan de en nada se asemeja a la que fue, de ah te, un estado de hiperrealidad donde lo real desde la organizacin que, en ningn mo- que los pintores plasmen en sus lienzos un y lo virtual fluyen inseparables. Ya no exismento, alude al turismo: se desplazan o presente que puede entenderse como un ten lugares evidentes que uno deba ocupar, permanecen en un lugar segn sus deseos largometraje con fotogramas culminantes el mundo est ah al alcance de una tecla. durante un periodo de tiempo y una tarea concreta, no andan vagabundeando por el mundo. Cada uno de los seis artistas, convocados por su director Pablo del Val, afronta el reto con estrategias independientes. Jacobson invoca los lindes del tiempo y la historia con abigarrados dibujos y paleontologas demudadas de lugar. Otros se nutren de experiencias vividas en la adoles-
Maureen Gallace / ngel Mateo Charris / Gonzalo Sicre / Jorge Peris / Diana al Hadid
MSICA / Perfil
Si quieres llegar a ser alguien, tienes que ser capaz de mirarte al espejo y afrontar tus limitaciones porque siempre hay alguien que sabe ms que t
MSICA / Discos
Mam
Solo por hoy Rock Indiana
LA DE ANTONIO GONZLEZ (Barcelona, 1926Madrid, 1999) es una biografa bien peculiar: en un ambiente tan patriarcal como el gitano, opt por vivir en un segundo plano, dejando que todo el protagonismo fuera para su esposa, Lola Flores; consciente de la fuerza sobrenatural de ella, un huracn. As, aunque durante las dcadas de los sesenta y setenta sus nombres figuraron juntos en muchos discos, y l mismo grab de forma irregular, con los aos, fue haciendo mutis por el foro, dejando que el brillo de su estrella se fuera desvaneciendo. Educado en la guitarra flamenca, al flamenco se dedic Gonzlez conocido popularmente como Pescalla, aunque nunca emple el apodo como nombre artstico y, adems, prefera que le llamaran Pescadilla durante los aos cincuenta, acompaando a cantaores tanto en locales de Barcelona como en disco (grab, por ejemplo, con Rafael Farina), pero tras la popularidad que le granje en 1957 su unin con Lola Flores, y tras iniciales registros como su guitarrista, en 1964 (a los 38 aos!) arranc su carrera solista en el sello, especializado en flamenco y cancin espaola, Belter. En aquellos iniciales eps de cuatro temas se present como un personalsimo rumbero aflamencado, con unas maneras vocales prodigiosas, en ab- Antonio Gonzlez (Barcelona, 1926-Madrid, 1999). Foto: Efe soluto cannicas. Antonio Gonzlez tena, simplemente, eso tan especial que es la capacidad de transmitir, de poda haber recogido en un solo lbum, aunconmover al oyente. Lo mismo poda arri- que fuera doble, toda su discografa. A cammarse, con su singular voz y con una gracia bio, esta afortunada seleccin (con vocainconmensurable, a los temas ms desenfa- cin internacional), incluye algunos de los dados como lograba hacer de las canciones dos que grab junto a Lola Flores ella tristes un monumento de emocin, todo cierra el lbum, con un tema pop. Su discoello con una elegancia natural y unas mane- grafa, por cierto, pide a gritos ser rescataras de crooner rumbero que ni la fritura de da; esos en los que Gonzlez desparramaba ms de lo habitual, como en los gloriosos los viejos vinilos logra ensombrecer. Sin embargo, Antonio Gonzlez, hombre Muchacho barrign y Que me coma el tigre. de imagen sobria, no logr el xito en solita- Y, junto a ellos, temas majestuosos que Gonrio incluso su segunda entrega discogrfi- zlez versionaba a su manera (no era comca fue un trabajo enteramente instrumental positor) con una distincin y entrega pavoy orientado al flamenco, su discografa se rosas: escuchar sus lecturas de Extraos en espaci en el tiempo y result escasa, hasta la noche, Chica de Ipanema o Si yo pudiera que en 1978 se retir registrando un ltimo detener el tiempo, es experiencia adictiva. single, para el sello CBS. Ahora, cuando aquellos discos pequeos y el nico elep Tiritando est editado por Vampisoul.
LOS REFUNDADOS Mam, uno de los grandes nombres de la nueva ola madrilea de los aos ochenta, saldan su segundo lbum de esta nueva etapa con una fogosidad casi juvenil, apostando por las guitarras elctricas y la intensidad sonora, como si fueran una banda de acelerado power pop y no el grupo certero y sutil que recordbamos. Adems, una produccin confusa y cero imaginativa resta matices y brillantez a las composiciones que firma el excelso Jos Mara Granados. Afortunadamente, algunas se elevan por encima de tales contratiempos y quedan momentos tan rotundos como Mal de amores, En buenas manos, Solo por hoy o Marcha atrs. Pero no, Solo por hoy no termina de cautivar (el exceso de cortes tampoco contribuye a ello, al contrario), es como el reencuentro con un viejo amigo al que aprecias, pero con el que has perdido la conexin. J. Puchades
EL ENCUENTRO entre los dos gigantes del free jazz no defrauda. Archie Shepp (saxofones) y Joachim Khn (piano) se conocen desde los tiempos en que ambos formaban parte de la farndula jazzstica en el Pars de los aos setenta y primeros ochenta. El 15 de noviembre del pasado ao, los viejos amigos se reencontraron en un estudio de grabacin: Fuimos sin tener ni la ms remota idea de lo que bamos a hacer, pero eso es el jazz. Shepp y Khn frente a frente y, por medio, un repertorio tan variado como entretenido, con su correspondiente dosis de versiones Lonely woman, de Ornette Coleman, o Sophistated Lady, de Duke Ellington y los nmeros originales de los protagonistas, que no faltan. Msica apasionada, emotiva, verdica lo mejor: Sketch. Shepp improvisando a pecho descubierto y sin red. Como en los viejos tiempos. Chema Garca Martnez
Charles Aznavour
Aznavour toujours Emi
Edu Basterra
Crnicas locales Baster Sounds
EL VIZCANO Basterra public un par de buenos discos en solitario bajo el heternimo Teddy Baxter, pero ha tardado casi una dcada en completar estas doce canciones que ahora entrega bajo los parmetros de la autoproduccin. La historia suena a artista curtido y quin sabe si desencantado que se apresta a quemar el ltimo cartucho, as que urge indicar que la plvora es excelente. Estas crnicas se antojan cotidianas, tiernas, con una irona que a veces puede recordar a Sergio Makaroff y ese punto canalla de quien ha conocido especmenes humanos del ms variado pelaje. Buscando un nuevo rumbo tiene algo de batallita de msico ambulante, pero deslumbra con unos arreglos de viento deliciosos. A partir de ah, la eclctica suma de rock, blues, bossa y hasta pasodoble asegura el entretenimiento, impregnado de melancola (La hierba, repaso a la amarga edad madura) pero tambin de personajes pintorescos. Y de una inslita oda al hidrgeno! Fernando Neira
CUANDO UN INTRPRETE y creador llega a los 87 aos como Charles Aznavour el adjetivo clsico est en boca de todos. El cantante de origen armenio ya hace tiempo que conquist este ttulo como reconocimiento a una forma de hacer que ha dejado herencia y sabidura. Un estatus que afortunadamente no le ha privado de una vitalidad conjugada con la belleza en su obra. Como su admirado Charles Trenet, Aznavour, despus de ms de sesenta aos de carrera, sigue cantando los mismos temas que han escrito su carrera: el amor y el deseo, el tiempo, la vida y los recuerdos o la observacin del gnero humano y sus miserias y horrores. Hay una cierta urgencia, como si el cantante quisiera aprovechar el tiempo y los ttulos se encadenan con ritmos, que no por menos conocidos, capturan. Reconocemos el caracterstico swing aznavouriano, bossa nova y otros ritmos latinos y hasta esa msica klezmer que parece regresar de sus orgenes. Aznavour se hace acompaar de un joven de la nueva generacin Chanson como Thomas Dutronc y amante como l de las guitarras gitanas y jazzsticas. Al final, el recuerdo de esa voz que nos ha dado tantas emociones. Siempre Aznavour. Carles Gmez
PURO TEATRO
Por
Marcos Ordez
Kevin Spacey, en el montaje de Sam Mendes de Ricardo III, de William Shakespeare. Foto: Alastair Muir / The Old Vic
como un espectro vengador que lanza maldiciones y traza aspas en las puertas. Ricardo se va arrancando mscaras, cada vez ms jabal (su animal herldico) cuanto ms cerca tiene el trono, y Spacey concentra sus modelos: es imposible no pensar en Gandolfini/Soprano o, ro arriba, en el Broderick Crawford de All the Kings Men. Inciso: una de las seales de la gran revisin de un clsico es cuan-
Bazas maestras de Sam Mendes: ritmo elctrico, claridad verbal y de trazo Spacey sabe ser espantosamente cmico, es decir, que la risa no nos impide ver el horror sino que lo refuerza
do te hace percibir una escena en la que anteriormente no habas reparado. Verbigracia, Clarence en la Torre. Clarence es Chandler Williams, un impresionante joven actor americano. En la primera parte de la escena, la altsima poesa del monlogo del sueo bajo el agua refulge como si cantara Full Fathom Five; en la segunda, deslumbra la visita de los dos sicarios (Gary Powell, Jeremy Bob), maes-
tro y discpulo, que Mendes monta la Pinter, como si fueran la pareja criminal de The Birthday Party, y tambin suena prstinamente pinteriano el ritmo del dilogo entre asesinos y vctima, tratando de convencerse mutuamente de sus razones. La muerte de Clarence, por cierto, es el nico pasaje sangriento del montaje: las otras se resuelven con la mano del verdugo abatiendo los prpados de los condenados. Es una ptima opcin, porque de un tiempo a esta parte se vena abusando un poco del toque gore, cuando los asesinatos son lo ms aburrido (por mecnico) de Ricardo III. Bazas maestras de Mendes: ritmo elctrico, claridad verbal y de trazo. Los principales escollos de la obra (el muy enmaraado rbol dinstico, la sobredosis de conspiraciones) se resuelven delimitando los conflictos, evitando borrones expresionistas, alzando rtulos brechtianos con el nombre del personaje que centra cada escena. Salvo el de Ricardo, claro, porque no hace falta: es la turbina constante, el agujero negro que atrae toda materia hacia su sima. Spacey sabe ser espantosamente cmico, es decir, que la risa no nos impide ver el horror sino que lo refuerza: su expresin de fastidio infinito ante las jaimitadas gticas de los principitos, a los que segundos despus enviar al tajo, o cuando el fiel Buckingham (Chuk Iwuji), eficacsimo asesor de imagen, le presenta (en vdeo) ante sus electores como un hombre de Dios, acompaado de dos monjes: ah es ms Nixon que nunca, el ultracuquero Tricky Dicky. Hay ms metamorfosis, ms adherencias sorprendentes: ya entronizado y con batn de seda tiene la malignidad de Noel Coward, y cuando el poder le gira la testa ests viendo al De Niro voltil y mercurial de Goodfellas, con el dedo tieso de tanto darle al botn ejecutor. Otra de las infinitas grandezas de Shakespeare: nunca en una obra tan
masculina tuvieron tanto peso las mujeres. Cierto que se olvida en seguida de Lady Anne (slo reaparece para casarse y ser enviada, en off, a la Torre), pero en la segunda parte mandan, y cmo, tres Troyanas: la vieja condesa de York, madre de Ricardo y todos sus hermanos muertos (Maureen Anderman, veteransima de Broadway), la maga Margaret, de conjuros cada vez ms poderosos, y la reina Elizabeth, madre de los principitos, interpretada por Haydn Gwynne, de la RSC, que sostiene con fuerza de leona herida el clebre careo con el rey loco: extraordinaria, incendiada escena. La claridad expositiva destella en las escenas blicas, siempre dificilsimas de montar, y aqu resueltas conjuntando los dos campos de batalla en el mismo espacio, a partir de un concepto tan sencillo como eficaz: los fantasmas acosadores se autoconvidan a una cena bnquica soada mano a mano por Richmond (Nathan Darrow) y Ricardo, macbethicn perdido, cada uno al extremo de una larga mesa. Cuando cesa el trueno de los tambores y el cuerpo del dictador se balancea cabeza abajo como Mussolini en la plaza Loreto de Miln se coagula un silencio como el que precede a las grandes tormentas. Un silencio eucarstico, reverente, hecho de emocin, de maravilla y gratitud. Recuperado el aliento colectivo, sobreviene el huracn de aplausos y de bravos. He visto muchos teatros puestos en pie, pero pocos como el que acogi el Ricardo III de la compaa de Mendes. Haba entre nosotros muchas nias, una clase entera, que al da siguiente trabajaran en un taller con Kevin Spacey. Me gir para mirar sus caras extticas. Apostara que alguna gran actriz futura recordar que su vocacin brot esa noche, en el Palacio Valds.
www.oldvictheatre.com
OPININ
La literatura de calidad exige un grado no pequeo de formacin cultural, adems de una serie de cualidades que no todo el mundo por desgracia posee