Ruta de Don Quijote Tramo 1

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RUTA DE DON QUIJOTE

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Tramo 1
De Toledo a San Clemente por El Toboso y Belmonte

T RA M O 1 : De Toledo a San Clemente por El Toboso y Belmonte - 501 k m


Etapa 1: De Toledo a Mora: 45,4 km. Etapa 6: De Las Lagunas de la Pea a El Toboso: 63,4 km.

Etapa 2: De Mora a Villacaas: 63,6 km.

Etapa 7: De Quintanar de la Orden a Belmonte: 66,3 km.

Etapa 3: De Villacaas a La Guardia: 47 km.

Etapa 8: De Belmonte a Belmonte: 45,5 km.

Etapa 4: De La Guardia a Mascaraque: 45 km.

Etapa 9: De Belmonte a Carrascosa de Haro: 26,5 km.

Etapa 5: De Villacaas a Campo de Criptana: 54,5 km.

Etapa 10: De Carrascosa de Haro a San Clememte: 37 km.

Puntos de inters natural Leyendas e iconografa

Bienvenido a la aventura...
Por delante esperan 2.443 kilmetros de uno de los corredores ecotursticos ms fascinantes del mundo: ciudades, pueblos, aldeas, iglesias, ermitas, castillos, molinos, ventas, llanuras, sierras, valles, ros, lagunas, estepas, bosques, barrancos y aventura, mucha aventura; como la que vivi Don Quijote con su inseparable Sancho hace ms de 400 aos de la pluma de Miguel de Cervantes por estas tierras castellano-manchegas. En esta Ruta tiene el viajero una cita con la historia, con la cultura, con la naturaleza y con las gentes de esta regin teniendo como inigualable gua a la alargada figura de Don Quijote.

Tiene el viajero por delante 500 kilmetros desde la monumental ciudad de Toledo hasta la villa manchega de San Clemente. Caminos que, tras abandonar el Valle del Tajo y la Meseta Cristalina, transcurren en gran parte por esa perfecta y amplia llanura que es La Mancha. Un tramo dividido en dos por el ro Gigela que a duras penas erosiona la superficie en unas tierras donde los campos de viedos y cereales conviven con amplias extensiones de olivares. Paisajes verdes en primavera, amarillos en verano y ocres en otoo e invierno que cobijan un puado de humedales y complejos lagunares que atesoran una rica y variada avifauna. Y, aqu y all, pequeas sierras y elevaciones en las que se levantan molinos y castillos, que jalonan este amable recorrido. Un recorrido que tiene parada y fonda en las ciudades, villas y pueblos en los que el blanco encalado de la arquitectura popular convive con el rojizo apagado de los edificios civiles y eclesisticos. Aqu el clima es caluroso en verano y fro en invierno, con primaveras cortas y otoos que embrujan; no obstante, cualquier momento es bueno para que el viajero se adentre por estos caminos, sobre todo sabiendo que al final de cada jornada le espera un rica gastronoma con productos de la huerta y carnes de caza como amos y seores de la mesa.

Parte el camino de la ciudad de Toledo. Sin duda el viajero se encuentra en una de las ciudades ms bellas del mundo y es casi una obligacin perderse por sus callejuelas y empaparse de su variado, amplio y magnfico conjunto monumental. El espectacular peasco sobre el que se alza la ciudad abrazado por el ro Tajo en un increble meandro queda atrs cuando el viajero emprende, direccin sureste, el camino hacia tierras manchegas. Olivares y tierras de cultivo nos acompaan en estos primeros pasos. Llanuras que ya nos no abandonarn y slo se ven salpicadas por cerros en los que se levantan castillos como los de Almonacid de Toledo, que ya exista en poca rabe; o el de Peas Negras en Mora desde el que se divisa un mar de olivos de verde intenso. La propia villa moracha conserva un rico patrimonio arquitectnico y celebra el ltimo domingo de abril la popular Fiesta del Olivo. Un poco antes, en Mascaraque, el viajero habr optado por uno de los dos ramales en que se divide el tramo: el que le conducir de Mora a Villacaas pasando entre otras localidades por Tembleque, con su magnfica Plaza Mayor, o El Romeral, con sus tpicos molinos de viento; y el que se desva hacia Huerta de Valdecarbanos con su hoy desmejorado castillo y La Guardia con sus cuevas excavadas en la roca, una antigua sinagoga y la popular ermita del Santo Nio.

En estas tierras de la Mesa de Ocaa encontramos algunos humedales que encierran una rica avifauna como las Zonas Hmedas de la Dehesa de Monreal o las lagunas de Longar y la Albardiosa en Lillo. En Villacaas, villa en la que el viajero podr visitar sus tpicos silos o viviendas subterrneas, se vuelven a juntar los dos ramales aunque por poco tiempo. La Ruta de Don Quijote vuelve a dividirse antes de llegar a Quero con la intencin de poder visitar los conjuntos lagunares que se extienden por estas tierras y localidades eminentemente manchegas como Villafranca de los Caballeros y Alczar de San Juan (esta ltima conserva restos de la edad de Bronce, romanos, rabes, y una rica arquitectura civil, popular y religiosa en la que no faltan los caractersticos molinos de viento). De nuevo los caminos se unen en Campo de Criptana, donde el viajero vuelve a toparse con los molinos que nuestro inseparable compaero de viaje confundi con gigantes. Y tras los molinos la sin par Dulcinea del Toboso igual que la imagin Don Quijote puede el viajero encontrrsela en la villa donde ste la imagin; all se levanta la Casa de Dulcinea y el Museo Cervantino, visitas ambas obligadas. Antes de continuar hacia el este la Ruta se desva para acercarse a Miguel Esteban y Quintanar de la Orden.

La recta final, querido amigo viajero, ha comenzado. La provincia de Cuenca aguarda. Mota del Cuervo se levanta ante nosotros con su conjunto de molinos y un magnfico patrimonio arquitectnico. De all seguimos camino hacia Belmonte, patria de Fray Luis de Len que conserva un extraordinario conjunto monumental con su emblemtico castillo. La laguna de los Capellanes, el ro Zncara, el castillo de Haro y La Encomienda son puntos de inters en estas ltimas etapas de nuestra ruta en la que no puede faltar un alto en la pequea localidad de Villaescusa de Haro y la singular villa de La Alberca de Zncara. El tramo termina, un merecido descanso espera al viajero al llegar a San Clemente, uno de los ms destacados conjuntos monumentales de la provincia de Cuenca, que no es decir poco.

Estando yo un da en el Alcan de Toledo, lleg un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero, y, como yo soy aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado de esta mi natural inclinacin, tom un cartapacio de los que el muchacho venda y vile con caracteres que conoc ser arbigos. Primera Parte, Captulo III de Don Quijote de la Mancha

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