Douglas North, ¿Qué Queremos Decir Por Racionalidad
Douglas North, ¿Qué Queremos Decir Por Racionalidad
Douglas North, ¿Qué Queremos Decir Por Racionalidad
DOUGLASS C. NORTH. Profesor de Economa Poltica en la Facultad de Economa de la Universidad de Washington, Saint Louis. Premio Nobel de Economa (1993). El profesor North ha dedicado ms cincuenta aos al estudio de los factores determinantes del desarrollo econmico y ha criticado a la ciencia econmica tradicional por su falta de atencin respecto del papel que tienen las instituciones polticas y los factores culturales en el crecimiento de las economas. De su vasta obra, en Estudios Pblicos 34 (otoo 1989) se encuentran traducidos los ltimos cinco captulos de su destacado libro (con Robert P. Thomas) The Rise of the Western World: An Economic History (Cambridge University Press, 1973).
* La traduccin de este ensayo fue hecha por el Centro de Estudios Pblicos con la debida autorizacin de Kluwer Academic Publishers, de la versin original en ingls What do we mean by rationality?, publicada en Public Choice 77 (1993), N 1.
verdaderamente til. Esto significa que a medida que nos alejamos de las condiciones ms propicias para la aplicacin de dicho modelo problemas simples, informacin completa, situaciones repetitivas y alta motivacin hay que explorar en el proceso de toma de decisiones otros elementos relativos a las instituciones y la formacin de estructuras mentales, y no slo las consecuencias inmediatas en trminos de opciones. No se trata, por cierto, de abandonar el principio de racionalidad, sino de matizarlo. El papel de las instituciones es el de reducir los costos de transaccin. El autor sugiere aqu acudir a la ciencia cognitiva, la que no slo puede arrojar importantes luces sobre el papel de las ideas y las creencias sino abrir tambin nuevas fronteras en las ciencias sociales.
n los prximos veinticinco aos la tarea central de [la escuela] de opcin pblica [public choice ] ser una exploracin crtica del supuesto conductual que ella emplea. Es indispensable disectar el supuesto de racionalidad para poder incorporar otros mucho ms realistas, los que se han de derivar de los diversos modelos mentales que guan la toma de decisiones entre los seres humanos. Y esa diseccin va a cambiar nuestros modelos? Claro que s. Si los individuos tienen teoras diferentes para explicar el mundo que los rodea, entonces sus decisiones racionales sern diferentes tambin. Las ideas son importantes. Como lo dijo sucintamente Frank Hahn (1987: 324): Existe un continuo de teoras que los agentes pueden sostener, y a partir de las cuales pueden actuar sin jams encontrarse con hechos que los lleven a cambiar dichas teoras. En tales condiciones no hay un solo equilibrio sino muchos. En este breve ensayo me propongo apoyar los asertos anteriores. En esencia, la opcin pblica ha significado aplicar a la poltica los principios de la economa neoclsica. De la economa se tom no slo el supuesto de la escasez, y por tanto de la competencia (supuesto robusto), sino tambin el supuesto de un mundo sin instituciones ni fricciones, y el supuesto de la teora de la utilidad prevista, incorporado en el postulado de racionalidad. Ninguno de los dos ltimos supuestos es robusto. Si bien los veinticinco ltimos aos han visto la introduccin de las instituciones en la teora de la opcin pblica, el supuesto de racionalidad sigue siendo el
puntal del anlisis.1 Lo que los tericos de la opcin pblica no han considerado es que los dos supuestos estn inextricablemente unidos. En el mundo del economista neoclsico no existen instituciones (o bien, si existen no desempean ningn papel independiente), porque el postulado de racionalidad hace que las instituciones resulten superfluas. Sin embargo, las instituciones, definidas aqu como las restricciones que estructuran la interaccin humana, existen para reducir aquella incertidumbre ubicua que surge de esa interaccin. La complejidad de los problemas que los seres humanos afrontan al interactuar y las limitantes de los modelos mentales que la mente humana construye para resolver dichos problemas han producido una historia de la humanidad muy diferente de aquella otra, poblada de individuos con la omnisciencia que implica el postulado de racionalidad instrumental. En el mundo de la racionalidad instrumental las instituciones no hacen falta; las ideas, ideologas, mitos, dogmas no importan y los mercados eficientes, tanto polticos como econmicos, caracterizan a la sociedad. Pero en el mundo real la informacin que tienen los actores es incompleta y su capacidad mental para procesar esa informacin es limitada. En consecuencia, establecen reglas y normas regularizadas para estructurar el intercambio.2 No se trata de que las instituciones sean eficientes en el sentido de proporcionar transacciones a bajo costo. Las ideas, ideologas, mitos, dogmas y prejuicios tienen importancia porque desempean un papel clave en la toma de decisiones y los costos de transaccin terminan haciendo que los mercados sean muy imperfectos o que simplemente no existan. En efecto, los costos de transaccin hacen que los mercados polticos sean inherentemente ms imperfectos que los mercados econmicos. El motivo es muy claro. Los costos de transaccin son aquellos en que se incurre al medir lo que se intercambia y al exigir el cumplimiento de lo convenido. En los mercados econmicos, lo que se mide son los atributos valiosos de los bienes y servicios o del desempeo de los agentes; el cumplimiento comprende los costos de medir y hacer exigibles los trminos del intercambio. La medicin se compone de las dimensiones fsicas, as como de los derechos de propiedad relativos a los bienes y servicios, o al desempeo de los agentes. Las dimensiones fsicas tienen rasgos objetivos (tamao, peso, color, etc.) y las dimensiones de los derechos de propiedad estn definidas en trminos legales. La competencia desempea una
2 Heiner (1983) ha escrito un ensayo pionero en que relaciona la formacin de instituciones con la complejidad del entorno.
funcin crucial en la reduccin de los costos del cumplimiento exigido. Sin embargo, a lo largo de la historia y en el mundo actual, los mercados econmicos son con frecuencia muy imperfectos, asediados por costos de transaccin elevados y definidos por instituciones que impiden la eficiencia econmica. De hecho, lo ms importante, cuando se trata de desarrollar economas productivas, es la creacin de instituciones que ofrezcan costos bajos de transaccin (y de produccin). Los mercados polticos son mucho ms proclives a la ineficiencia que los econmicos.3 En ellos resulta extraordinariamente difcil medir lo que se intercambia y, por tanto, exigir el cumplimiento de lo convenido. Se intercambian promesas por votos: entre electores y candidatos en las elecciones, entre representantes en los cuerpos legislativos y entre los poderes Legislativo y Ejecutivo. Weingast y Marshall (1988) han demostrado en qu forma la estructura institucional de los poderes legislativos genera compromisos crebles y mejores entre legisladores, y otros, del mismo modo, han observado cmo el marco institucional ejerce un papel parecido entre el poder Legislativo y el Ejecutivo. Pero en una democracia el mandante es el elector y el mandatario es el legislador o bien un funcionario de la administracin pblica encargado de llevar a cabo polticas legislativas y ejecutivas, y el grado de coincidencia entre los intereses de los electores y las consecuencias de las polticas promulgadas es tenue, por decir lo menos. Esto no se debe slo a ignorancia racional del votante ni a problemas entre mandantes y mandatario. Tambin se debe a que, respecto de la mayora de las cuestiones de las polticas pblicas interesantes e importantes, disponemos de modelos muy imperfectos, y a menudo contrapuestos, entre los cuales elegir. Y como lo afirma mi cita inicial de Frank Hahn, no disponemos de la retroalimentacin informativa que nos permita distinguir entre explicaciones contrapuestas. De ah que los estereotipos ideolgicos terminan por imponerse como criterio base de la decisin, y eso ocurre en el ms perfecto de los mercados polticos: una democracia integrada por ciudadanos relativamente informados.4 El hecho cierto es que la causa del mal desempeo econmico en los pases del Tercer Mundo debe buscarse, fundamentalmente, en la forma de gobierno [polity ] que
3 El argumento de este prrafo se encuentra desarrollado en mi trabajo A Transaction Cost Theory of Politics, Political Economy Working Paper, Washington University, Saint Louis, School of Business y Center for Political Economy (1991) . 4 Aquellos que opinen que el prrafo anterior exagera la imperfeccin de los mercados polticos, consulten el estudio de Anne Krueger (1990) sobre la economa poltica del azcar, donde se investiga cmo evoluciona en el tiempo un mercado poltico/econmico.
determina las reglas del juego y las aplica. Hasta ahora, el estudio de las formas de gobierno del Tercer Mundo se encuentra en un estado tan incipiente como lo estn esas mismas formas de gobierno. Pero hay una cosa cierta: que no se va a adelantar gran cosa en modelar esas formas de gobierno si no se toman en cuenta los lmites de la opcin o decisin racional y la importancia de las ideologas. Cuanto he dicho hasta aqu es, sin duda, obvio para cualquier especialista en ciencias sociales que se moleste en mirar ms all de los mercados econmicos, tan fuertemente desarrollados, del mundo occidental moderno. Pero, si es as, por qu nos aferramos a un postulado que nos impide hacer frente a los problemas abrumadores que van a continuar insolubles mientras conservemos las anteojeras del supuesto de la racionalidad instrumental? Al fin y al cabo, existe un interesante cuerpo de teora que ofrece las promesa de quitarnos esas anteojeras.5 ste ofrece la promesa de entregar una explicacin respecto de la manera en que personas con experiencias diferentes van a derivar modelos mentales distintos para explicar el mundo que les rodea; la manera en la que el conocimiento conduce a una modificacin o alteracin de las construcciones mentales de las personas. En fin, ofrece la promesa (lejos de cumplirse, por ahora) de entregar una explicacin de las ideologas que sustentan los individuos y los grupos, de por qu surgen y qu es lo que las hace durar o las lleva a la extincin. Existe algn otro camino que podamos seguir y que nos lleve a encarar los problemas sin resolver que afrontamos en las ciencias sociales? Los rendimientos decrecientes han sido utilizados desde hace tiempo en la exploracin de las dimensiones de un mundo de opciones racionales. Gary Becker y una hueste de especialistas en ciencias sociales que comparten sus ideas han explotado eficazmente la mayor parte de los mrgenes econmicos y no econmicos, y los han estrujado hasta dejarlos, no secos quizs, pero s casi secos. No me interpreten mal: ste no es un argumento en favor de abandonar el argumento de racionalidad. En aquellos mercados en que existen las transacciones de bajo costo, el argumento de racionali-
(1986). Vanse los ensayos de Charles Plott y Robert Lucas, en Hogarth y Reder (1986), en los que hay defensas ponderadas de los supuestos del modelo neoclsico en situaciones particulares. 7 Agradezco a mi colega Art Denzau esta enumeracin de los puntos importantes.
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dad es la herramienta correcta.6 Pero hay que seguir avanzando, si es que confiamos en que la opcin pblica ha de tener un futuro prometedor. Por dnde comenzar? La respuesta es fcil: debemos definir con la mayor precisin posible el terreno en que el modelo de opcin racional ofrece una perspectiva til. Los elementos claves son la complejidad del problema, cun completa es la informacin que se tiene, la frecuencia de la opcin y el grado de motivacin de los jugadores.7 Problemas simples, informacin completa, situaciones repetitivas y una motivacin fuerte generan condiciones que se prestan para los modelos de opcin racional. A medida que nos alejamos de estas condiciones, debemos explorar no slo las consecuencias inmediatas, en cuanto a opciones, sino en especial las clases de instituciones que en tales condiciones surgirn para estructurar la interaccin humana. Intuy Heine (1983), verdaderamente, que cuanto mayor es la brecha entre C y D (la competencia del agente y la dificultad del problema), mayor es la probabilidad que el agente imponga regularidades simples a la interaccin humana? Qu relacin hay entre la manera como funciona la mente y la forma que adquieren las instituciones? Si los individuos desarrollan distinguen dichos modelos de las instituciones, salvo en que unos son internos del cerebro y las otras externas, e imponen una estructura a aquella parte del entorno que se ocupa de la interaccin humana. Cmo aprendemos? Particularmente, qu conjunto de circunstancias nos llevan a cambiar los modelos mentales que tenemos y a modificar o alterar las opciones que ejercemos? Por qu existen ideologas, como las doctrinas religiosas o polticas? Ellas son materia de fe antes que de la razn, y subsisten pese a las abrumadoras pruebas en contrario. Qu hace que unas subsistan y otras desaparezcan? Son preguntas antiguas, pero la ciencia cognitiva ofrece la promesa de iluminarlas con una luz nueva y, al hacerlo, de abrir nuevas fronteras en las ciencias sociales. Manos a la obra.
Shepsle, K. (1986). Institutional equilibrium and equilibrium institutions. En H. Weisberg (Ed.), Political Science: The Science of Politics. Nueva York: Agathon Press. Weingast, B. and Marshall, W. (1988). The industrial organization of Congress; or, Why legislatures like firms are not organized as markets. Journal of Political Economy 96: 132-163.
Bibliografa
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