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Deapi nace como un espacio de preguntas e inquietudes. Entre mujeres todas, nuevas con las letras, buscamos darnos empujones para no callar. Mujeres amigas, de amistad antigua y profunda, queremos compartir esta amistad con ustedes. Queremos que ustedes se acerquen a nosotras y sean parte tambin de este espacio para decir, diciendo. A pie vamos aprehendiendo el mundo, la vida as, paso a paso. Buscamos ser lectoras de nuestras calles, hechos, conflictos, nuestro arte de nuestro momento, para despus ser ledas por unas y por otros. Mujer. Hoy es nuestro punto de partida y nuestro fin. Es lo que nos ha unido y por eso le damos un lugar especial. El primero, nuestro primer intento, nuestro primer compartir lo escrito, nuestro primer leernos y vernos. No queremos hablar de violencia, de silencio, de sufrimiento. Son temas que inevitablemente llegan pegaditos a la alegra, al movimiento, a la valenta. Contentas, saltamos al vaco, probando y proponiendo, esperamos que nos acompaen y que lo disfrutemos.
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: : revista 1 2013
El trabajo domstico ha sido durante muchsimos aos un trabajo invisible, realizado da a da por mujeres que se entregan a su labor sin recibir remuneracin alguna. Desde velar porque todos puedan recibir la racin diaria de comida, hasta la realizacin de tareas pesadas y repetitivas, que demandan un gran desgaste fsico y emocional. Estas mujeres son, ni duda cabe, el motor de un nmero importante de familias en nuestro pas y en el mundo, y dicho sea de paso, trabajan todos los das del ao, sin horarios, feriados y mucho menos vacacin y adems, en la mayora de los casos, sin la ayuda del resto de sus familiares y, a pesar de todo, ponen su amor incondicional en cada cosa que hacen. Una de las causas que explica esta situacin es la existencia de la divisin sexual del trabajo, que asigna a las mujeres la responsabilidad del trabajo domstico y las tareas de cuidado, que no son remuneradas, (trabajo reproductivo) y las actividades econmicas remuneradas (trabajo productivo), a los hombres. Tal reparto de tareas, pasa por alto adems, que actualmente muchas mujeres asumen ambos trabajos, doble jornada que, en nuestro pas supone un promedio de 16 horas diarias de trabajo, entre el productivo y el reproductivo. Esta realidad est lamentablemente tan arraigada en nuestra cultura, que las amas de casa y la sociedad en su conjunto, ven como natural e inevitable este injusto reparto de obligaciones y consideran de lo ms normal que sea un trabajo poco valorado socialmente y que carezca de remuneracin, por lo que la lucha por el reconocimiento y una distribucin ms equitativa del trabajo domstico se torna complicada, pero necesaria. Personalmente, me parece inaceptable que a estas alturas, no se lo considere un trabajo que aporta a la economa y es fundamental para la reproduccin social, debido a que el sistema econmico imperante considera como aporte nicamente todo aquello que puede ser contabilizado e ingresa al mercado. Si bien nuestra Constitucin Poltica del Estado reconoce el aporte del trabajo realizado por las mujeres al interior de los hogares bolivianos (Art. 338), se trata de un reconocimiento meramente nominal, puesto que no se han tomado medidas concretas que permitan contabilizar dicho aporte.
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Por tanto, el reto es doble, por una parte, es importantsimo e imprescindible asumir que el rol de las amas de casa es vital para el desarrollo ptimo y adecuado de la sociedad y que diariamente aporta de manera significativa a la economa. Por otro, es igual de urgente, avanzar en la corresponsabilidad no slo familiar, sino tambin social y pblica frente al trabajo domstico y de cuidado. Es hora de romper con estas cadenas arcaicas, que nicamente nos frenan y dificultan una mejor convivencia. Es tiem po de valorar, reconocer y distribuir las tareas y labores domsticas de manera equitativa! Qu el trabajo de muchos, no recaiga sobre pocas. Qu el trabajo de todos y todas, no sea ms de una sola persona!
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: : revista 1 2013
Qu es la mujer de hoy? Me pregunto. Ese qu, una construccin de belleza y conducta que busca resaltar lo mejor de la mujer en determinados contextos culturales para armar un modelo de mujer ideal. Cuntas veces nos habr tentado ese cabello perfecto, la nariz ms delgada o un busto ms prominente? Cunto tiempo al da pensamos en adelgazar? Cmo madres o esposas, nos vemos sirviendo la cena, trabajando a destajo o tal vezviajando por el mundo? Vivimos tratando de reproducir un modelo ideal de mujer visual y de comportamiento. Seguimos a la europea, esbelta y de rasgos finos. Adems, curvilnea como una latina y con el cabello largo, de un liso asitico. Cmo podra una mujer nacer con todas estas caractersticas a la vez? Construimos, pues, un canon de belleza muy estrecho. El bombardeo de estereotipos en este sistema mercantil tiene la capacidad de reemplazar y hasta invalidar lo natural. Ser solucin meter bistur por todo lado? Una se estira la piel o reduce partes especficas del cuerpo. La ciruga esttica parece haber se vuelto una necesidad en nuestro medio. Paradjicamente, somos un pas clasificado como pobre, con mayores prioridades que los implantes a los 15 aos. El medio idneo para este bombardeo es la publicidad de hoy. Todo se hace denso cuando yo, mujer, me vuelvo un instrumento publicitariosocial. Qu hace una chica vendiendo en cueros muebles, mosaicos, fierros o llantas? Estos son productos de consumo mayoritariamente masculino. La publicidad sexista cumple sus fines al convencer al comprador de que ver a la mujer pasendose casi desnuda- por la tienda. No olvidemos la figura de la mujer subordinada al hombre en el hogar. Cuntas publicidades existirn en las que la mujer aparece con la nica y divertida tarea y finalidad en la vida- de sacarle brillo a la casa o de pelear con las manchas de ropasuavemente, as como el amor de mam? Los osados que quebraron este patrn de la mujer protagonista en casa, tuvieron la brillante idea de ridiculizar al hombre amo de casa mediante el pocholo, volvindolo aquel otro del todo ficticio. Ambos mecanismos refuerzan la idea de mujer ama de casa u objeto sexual, quedando el hombre como amo del poder y del saber. Una revista de la prensa local edita, semanalmente, un complemento exclusivo para hombres que se apodera de las modelos mediante un nuestra chiquita, adems de manifestar abiertamente- que ella debe estar dispuesta a ms para salir en la revista. www.facebook.com/pages/Deapi
Las mujeres parecemos estar an reducidas a ornamento sexual o instrumento de limpieza. Somos alguien para el otro. Los estereotipos nos entretienen en casa, siendo ellos quienes viven el mundo. Nos queda soar una publicidad protagonizada por mujeres comprando un auto con muchos potros de fuerza? Se me antoja hipcrita hablar de igualdad de gnero, condiciones y derechos, mientras seamos nosotras mismas quienes sigamos y contribuyamos a este patrn. Ejemplos sobran, pero lo que no encuentro son motivos por los que tengamos que vernos y actuar segn esta irreal (de)construccin. Las mujeres somos diversas. Por qu no aceptarnos en esa diferencia, sin reducirnos a un modelo que nos es tan ajeno como improbable?
Por: Natalia Rodriguez Blanco
Referencias publicitarias: Suavitel Adis al planchado; Banco Econmico Cuenta Premium; Cori-
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: : revista 1 2013
Otras venden una sola fruta, una sola verdura. Otras venden fores. Flores de alegria o fores de cementerio, y a veces de las dos. Flores de liz, camelias, no se. Kantutas quizas? Dona Donatella es una de esas fores. Una for del sur, de Tupiza, ella es quechua. Tiene una tienda en una calle turistica. Se caso con un paceno y se fue a vivir a la Paz hace 13 anos. Se siente que es una for triste, solitaria. Me lo dice ella: aqui, no tiene a nadie, no conoce a nadie. Hablamos una, dos horas. Varias veces cada semana. Me ensena quechua. Soy pesima, al igual que su hijo. Es que lo que el quiere aprender es el ingles. Y ella tambien quiere que aprenda ingles. Pero tambien le gustaria que hable el idioma de su tierra. En su barrio de Tupiza, se habla castellano solo cuando viene una persona importante para negocios, o para consejos municipales... Y me cuenta de su wawa. Una forcita caprichosa. Piensas que es una buena cosa tener wawas? me pregunta mi Kantuta desilusionada. No se mucho de eso. Pero ella si sabe. Las cosas ya no son como antes, me dice. Se comen frutas llenas de quimicos. Criamos hijos y no hay trabajo. Para juntar lo necesario, ella vende a los turistas artesanias que tienen un valor cultural y sentimental muy fuerte. No quisieras volver a tu tierra, a Tupiza? No hay trabajo, me dice. Vale la pena, vivir, criar hijos, para que toda esa vida quede en una tienda turistica lejos de mi tierra? Asi que el perfume de las fores no siempre huele a lindos suenos... Y en algn lugar, cerca de la Paz, la Kantuta canta?
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: : revista 1 2013
courgette, la tomate... Certaines vendent de tout. Dautres, ne vendent quun fruit, quun lgume. Dautres, vendent des feurs. Des feurs de bonheur ou des fleurs de cimetire, et souvent les deux. Des lys, des camlias, et dautres fleurs que je ne connais pas. Peut-tre des Kantutas ? Doa Donatella est une de ces feurs. Une feur du sud, elle vient de Tupiza, elle est quechua. Elle tient une tienda dans une rue touristique. Elle sest marie un paceo, et est venue habite la Paz il y a treize ans. Je sens que cest une feur solitaire. Elle me le dit : ici, elle na personne, elle ne connat personne. On parle, une, deux heures. Plusieurs fois par semaine. Elle mapprend quelques notions de quechua. Je ne suis pas trs doue. Son fls non plus : il ne parle pas quechua. Il veut apprendre langlais. Et elle aussi, elle veut quil apprenne. Mais elle aimerait aussi quil parle la langue que toute sa famille parle. Elle me raconte que dans son quartier Tupiza, on ne parle castellano que quand une personnalit importante est l, ou bien pour les affaires, les conseils municipaux... Et puis elle me parle de sa flle. Une petite feur capricieuse. Ma Kantuta me demande si je trouve quelle a bien fait, davoir des enfants. Je nen sais trop rien. Elle, a lair de savoir. Plus rien nest comme avant me dit-elle, on mange des fruits et des lgumes bourrs de pesticides. On lve nos enfants dans un pays sans travail. Pour viter a, elle vend aux touristes de lartisanat qui a une grande valeur, culturelle, sentimentale, ses yeux, pour que ses enfants aient le ncessaire. Je lui demande si elle na pas envie de retourner Tupiza. Elle me rpond quil ny a pas de travail. Est-ce que a vaut vraiment la peine, me demande t-elle, de vivre, dlever des enfants, pour quelle passe toute sa vie dans une tienda touristique ? Comme quoi les fleurs peuvent aussi donner le cafard. Et quelque part en Bolivie, peut-tre tout prs de la Paz, la Kantuta canta.
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Mujeres En Silencio
Regresaban del trabajo, del colegio, de hacer unas cuantas compras, y bajo las luces temblorosas de los faroles que limitan la visibilidad de la ciudad como testigo, en silencio y sin dejar rastro, se las llevan, se las llevaron y se las llevarn... Son tantas las madres, hermanas, tas, abuelas, que han denunciado su prdida, que han clamado justicia, y que secndose las lgrimas, han respirado con fortaleza para continuar buscando a sus desaparecidas. Sea por violacin, trfico de rganos o explotacin sexual, las mujeres son vctimas de una sociedad moderna adormecida, que se acostumbra a almorzar junto al noticiero con su desfile de rostros de mujeres que no regresarn a casa. Se habla mucho de cuntas ya son, si atraparon a los responsables, de cmo las encontraron, muertas?, bajo el puente?, violadas?... Pero no se escucha a quienes hablan del porqu, dnde estn quienes se afanan por entender la complejidad y dinmica del fenmeno, dnde se fortalece la voz que canta las alternativas
para enfrentarlo, o es que tenemos tanto miedo de nombrar y acusar a las verdaderas races del problema, las cloacas que conllevan a ser una ciudad cada vez ms grande, ms urbana... Pero ellas tambin tuvieron miedo, tanto que se les cort la voz, que terminaron silenciadas, que se transformaron en un nmero ms, que pagaron el precio de nuestro silencio. Y ya de tanto callar se haban olvidado de cmo gritar... el anillo que envolva el anular las convenci de que haban sido sentenciadas a aceptar que los moretones del da siguiente tan slo deben cubrirse para simular que no existen, pues ya despus del quinto, ellas supieron que la realidad no mejorara, y al final, todo sea por los hijos y por las cuentas a pagar, as no ms es. Son tantas, son innumerables; mujeres que han aprendido a silenciar la injustica del golpe, a tragar el maltrato y asumir el abuso, pues de tanto repetirlo han llegado a creer que es ms doloroso intentar escapar y tener que enfrentrselas solas con los estmagos hambrientos de las wawas, a ello, mejor aprender a silenciar.
Pero ms que antes, ahora se est empezando a hablar, de poquito a poquito, de-
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jando los susurros entre comadres confidentes, para engrosar la voz en direccin a la denuncia. Ya hay espacios, gentes, discursos, formas trazadas y cmos para nutrir y hacer crecer la potencia de la voz; desde las voces solitas, que de ser minsculas estn cayendo en cuenta de s mismas, de su alcance, su derecho, su libertad; hasta las voces colectivas de mujeres y hombres que en comunidad se unen a la lucha, y lo hablan, lo debaten, lo graffitean, lo pelean... asumen la responsabilidad social de que el golpe en cuerpo de mujer, es un golpe a todos, a nuestro ser conjunto, y la sangre que corre por la piel la sangramos todos.
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: : revista 1 2013
Que te dir la oscuridad de la noche? En la espera del susurro amargo condenada al Silencio y a lo absurdo que se ha vuelto esta posibilidad de movimiento He clavado mi imagen en una jaula de cartn, la he fotografiado y escrito nuestros nombres en sus paredes no vaya ser que en este encierro me olvide quien eres quien soy Castigada, encerrada, aislada Castigada, encerrada, aislada La crcel la hicieron para q me arrepienta de lo que soy (sin importar si quien est dentro eres t o yo); para que borre las marcas de mi cuerpo; para atar mis manos; para tapar mi boca; para suprimir mi sexo; para reprimir mis deseos Me niego a la derrota, es cierto! Pero mientras ms escarbo buscando fuerzas Otra pared!
La desolacin putrefacta de la angustia de ver la enemiga en m, me castiga!, con tu encierro voy construyendo mis propias rejasy descubro a la enemiga en ti y descubro a la enemiga en cada una de ellas.descubro a la constructora de encierros y cautivos habitando cada uno de estos espacios internos Con tu encierro descubro la amplitud del panptico, me descubro presidiaria de mis vicios, mis sueos y mis miedosnos descubro rehenes en la prisin que nos rodea descubro la crcel en todo lo que miro, en los ojos que me ven, percibo sus prisiones en sus miedos y responsabilidades, veo la crcel en sus horarios y sus deseos de estabilidad, les descubro reclusas en sus deseos de permanencia y prosperidad, encarceladas en su necesidad de tranquilidad. Veo la crcel en quienes te obligan estar all, en sus odios y codicia de MAS poder carcomidas y encerradas, en el castigo de una vida inspida de satisfaccin trato de sacarla
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Cada halito de aire, cada eslabn de segundoq invade mi organismo escupo, vomito, expectoro trato de sacarla Que se esfumen los das, q la catarsis destruya el dogma, q rompa la frialdad que te congela y asla. Que suicide a sta carcelera; Que la descomponga y la aniquile otra pared! Y seguir renunciando a mi carcelera, y me seguir riendo de las libertades con las que creen caminar estas seres tristes cautivas, reclusas, celadora, carceleras. Y seguir odiando estas celdas, TODAS, y seguir huyendo a la prisin de sus ojos, al castigo de nuestras vidas. Me despojar de sus ropas, de sus cnones de belleza, de sus normas de comportamiento, de sus leyes establecidas, de su estado e instituciones, su conocimiento y sus horarios, sus roles y sus dogmas, su trabajo y su capital, sus responsabilidades, su dinero y su compaa Quiero gritar y salir corriendo de esta caja de cartn, de este panptico de control, de esta burbuja de cemento, de estos cabellos largos, de este vestido negro, de estos nombres que atormentan. Quiero romper esos ladrillos que te encierran, afilar mis uas y matar a cada polica, extender la plvora, encender la mecha e incendiarlo todo e incendiarnos a todas e incendiarnos a nosotras mismas, a ti y a m, y en nosotras a nuestras carceleras.. yArder (por fin) en rapsodias subversivas y (assolo as) baarnos en el blsamo de la libertad.
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La siguiente descripcin podra corresponder a un personaje de una pelcula de drama, un personaje de Babel, La misma luna o cualquier otro. Lejanos, ausentes y que al final te dejan un sabor extrao en la garganta, casi, como si hubiera algo por decir o quizs fuera la mantequilla de las pipocas. Al abrir la puerta del nico restaurant mexicano ubicado en downtown, te recibe un timbre estridente que anuncia a los meseros la llegada de otro cliente. Ella no tarda en llegar, jau meni pregunta con un acento marcado, toma los mens y posteriormente escolta al cliente hasta su mesa. Primero las bebidas y los chips, despus la comida y slo queda esperar para levantar los platos- dice. Martes, mircolesdomingo, diez horas al da, seis das a la semana. Si no hay ms meseros, toma los siete. Se acerca a las mesas con una sonrisa ya inconsciente y muchas veces forzada, ojos profundos y oscuros, adornados con arrugas como las de aquellos que vivieron toda una vida o quizs dos, acompaada de la belleza y las facciones toscas de sus jvenes 35 aos. En la indiferencia y la distancia, es imposible descifrar la mezcla de tosquedad y dulzura que le otorgan un dejo de misterio. El misterio de una mujer que naci en el Gallinero, un barrio ubicado en las periferias del Distrito Federal mexicano, en una familia de muchos hermanos. Expulsada de tres secundaras por defenderse, a patadas y puetes, contra las injusticias arremetidas por superiores y compaeros, repeta: a m el nico que me revienta es mi padre. A los catorce aos se cas estando embarazada de su primer hijo, para que su marido la abandonara a los pocos meses y luego regresara pidiendo perdn, pactando su reconciliacin con la llegada de su segunda hija.
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La joven pareja se movi a un mono-ambiente, cmplice de la llegada del tercer nio, que dej una cuna vaca, y una histerectoma de la que ella se enter muchos aos despus. Su entonces marido cruz la frontera en bsqueda de una vida mejor. Una llamada, anuncia que lleg a destino. El telfono nunca ms volvi a sonar. Un ao despus ella cruza por primera vez la frontera sin sospechar que esa sera una de las muchas veces que tendra que repetir esa inhumana travesa. Sin hablar ni un poco de ingls, se interna en la selva de las distancias, rostros fros y la prisa. Nunca se imagin que su recorrido incluira muchas visitas a la crcel (una de ellas por reventar a golpes a un hombre que intent violarla), renunciar a muchos trabajos por explotacin o porque sus jefes y clientes se sobrepasaron. Nunca imagin que, eventualmente, el mayor de sus problemas seran las tortillas fras del plato de aquel extrao. La sonrisa forzada, la llamada de las once a su madre, hoy madre de sus hijos. La voz extraa que se escurra por sus odos una vez al ao, su padre. Su vida reducida a fragmentos de una pelcula borrosa y distante. Casi como si apelara a la amnesia o el adormecimiento de la rutina. Diecisis aos despus, el sonido estridente del timbre. Cambio de turno. Ella me recibe con su abrazo maternal. Nuevamente ese sabor amargo en la garganta, como si esto habra sido real. O quiz fue la mantequilla de las pipocas. A Xochilt
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Mara, Hace mucho que pienso en escribirte. Hoy me decid y voy a hacerlo con calma y sin prisas. Hay algunas cosas que quiero preguntarte dudas que me vienen surgiendo ltimamente. Quedo, desde ya, a la espera de tu respuesta (y espero que no te moleste que te tutee, es la confianza despus de tantos aos). Tengo preguntas sobre ti, sobre tu vida, sobre lo que dicen de ti. Dicen tanto! Te sorprenderas. He escuchado, por ejemplo, que eres reina. Ser que te alejaron de nosotras, que somos solamente hermanas, madres e hijas de otras hermanas madres e hijas? Me dijeron que es porque encarnaste la palabra de dios. Que la hiciste carne, que tuviste un hijo que vino al mundo con una tarea imposible. Me dijeron que no slo aceptaste dar a luz al hijo de dios, sino que adems estuviste siempre dispuesta a hacer lo que l te pidiera, que cambiaste tus planes de vida, que escuchaste humildemente. Te arrepientes? Porque an hoy hay mujeres como t. Mujeres de cabeza gacha, de actitud servil, de entrega absoluta, de pocas preguntas. Son mujeres de todo credo, de todo lugar, de todo color. No s, en realidad, si siguen tu ejemplo o si es slo que se te parecen porque se parecen sus dioses al tuyo y sus Joss a tu Jos Y te pregunto porque parece que hay algunas que comienzan a arrepentirse O tu historia. Diferentes versiones, pero siempre tuya propia, que no ha habido ni habr quien contigo se confunda. Me dijeron que hiciste por nosotras lo que Eva no pudo, que caminaste hacia atrs los pasos que ella dio, que pariste sin dolor, que no quisiste probar de ninguna fruta prohibida. Me contaron que hiciste lo que no pudo
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Eva, ni Pandora, ni Violeta, ni Chabela, por eleccin o porque nadie les dio a elegir. O que fuiste madre virgen! Digo a m qu me importa si fuiste virgen y si lo seguiste siendo? que madre, y madre aguerrida s que fuiste. O al menos eso dicen y es que dicen por aqu que la maternidad es vocacin de mujer. Pero pienso que as como dicen que, como t, nacimos para esposas y madres, as nacern los varones para esposo y padres. Y pienso tambin que habremos muchas y muchos que no nacemos ni para una cosa ni para la otra. Lo que algunas queremos es dejar de ser seres para otros y comenzar a ser seres para nosotras mismas. Crees que es cosa contradictoria? Te pregunto, por lo que o de la otra Mara, de la Magdalena. Es que, por lo que me dijeron, ella fue prostituta y no tuvo hijo alguno (ni hija, asumo, pero es que el lenguaje slo especifica uno y no se inventa an la palabra hije). Dicen que am a tu hijo, pero se qued siendo hermana e hija, quizs hasta compaera, pero no lleg a ser esposa, ni madre. Tu historia y la suya la juzgan. Como si la palabra prostitucin fuera antnimo de maternidad. Es que no son siquiera cuestiones exclusivamente femeninas! Y es que quizs son todas preguntas para la Alfonsina, la Frida, la Ofelia, la Hipatia o la Blimunda. Quiz ests en ellas y ellas en ti. Seora de las golondrinas. Mujer infinita.
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El espacio en las calles del mercado. se donde las torres de tomates y cebollas se apilan interminables hacia el cielo, las medias y calzones se exhiben entre el ajetreo colectivo, y el resto de las cosastantas cosas, la ropa, las flores, los quesos, los cuadernos, los zapatos, las botellas de vino, las telas cuelgan o se amontonan en las canastas, en las vitrinas. Ese espacio es (me parece) totalmente femenino, y no solamente un sitio de comercializacin, sino tambin el punto de encuentro de amigas, comadres, madrinas y ahijadas -lazos de parentesco simblico muy poderosos- y punto de partida para el establecimiento de vnculos amistosos entre vendedoras y compradoras, mujeres de distintas clases sociales, de diversos mundos. Caseras de siempre, de algunos das, mujeres coloridas, de paso firme que hacen latir vida suya entre bolsas, basura y pies que andan, vienen y van. Mujeres que comparten en ese trajn su cotidiano femenino de intimidades, risas y deberes que se mezclan y convierten al mercado en un lugar de fusin donde los roles productivos y reproductivos se compatibilizan. Un espacio de trabajo desde el que se aporta a la economa familiar y se la reproduce. Estas mujeres se desenvuelven en un espacio de empleo informal, por tanto no cuentan con seguro de salud, beneficios sociales (aguinaldo) ni jubilacin.
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Dentro de este sector laboral informal, hay uno que cuenta aun con menos beneficios, y sobre el cual quisiera hacer nfasis, el de las vendedoras ambulantes, esas mujeres que caminan llevando el puesto de venta con ellas, y hacen de las calles, quizs ms que el resto, un sitio donde se comparte, mira, escucha, sacrifica y vive de todo, ya que su estrategia de sobrevivencia se basa justamente en el movimiento constante de su cuerpo y de sus productos, por los rincones de la ciudad. Las vendedoras ambulantes suelen no cubrir sus necesidades a largo plazo. El hecho de no contar con un puesto de venta estable, por la falta de capital y la prohibicin de su ubicacin fija en las calles, es slo uno de los factores que imposibilitan una ganancia que genere ahorro, por lo tanto trabajan y cubren diariamente las necesidades que se presentan. Muchos, sino tod@s nosotr@s, ignoramos o no reparamos suficientemente en la realidad de sobrevivencia y pobreza de estas mujeres que realizan un trabajo muy sacrificado fsica y mentalmente, que sobre todo ensea (de repente a la fuerza) a pensar en presente y no en futuro, porque ellas cubren un da de necesidades y al da siguiente salen a hacer una vez ms las calles parte de sus pies. Para m, son sin duda ellas, ambulantes de la vida, mujeres maestras de la incertidumbre que el presente del da a da genera. Mujeres que luchan, aprenden y viven ese presente, desfavorecidas por el sistema econmico que protege a las grandes y olvida a las que todos los das nacen. Por: Camila Araos Estrada
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Cmo entiendo la palabra mujer? Ser que tengo que asociarla con la idea del sexo dbil, con Eva que nos priv del paraso o la persona complicada y sensible que nadie puede entender? O ser que ella viene a nosotros baada de matices de amor comprensin, maternidad?? La palabra mujer nace en ese suspiro de esperanza, en ese cambio de visin, La mujer luchadora, la mujer valiente, la mujer madre esa mujer que en el sacrificio de cada da encuentra la sonrisa perdida de los lamentos, esa sonrisa a la que solemos no prestaratencin, pero que cuando lo hacemos ilumina misteriosamente nuestros corazones. En estas cortas lneas me gustara aventurarme y asociar mujer con la palabra felicidad. En un ejercicio de dilogo me aventur a preguntar a mujeres en la calle qu consideran ellas felicidad.Una mujer humilde, con suma seguridad, me dice que la felicidad, para ella, son los hijos, respuesta que nos lleva a reflexionar en cmo la felicidad para una madre no est en la felicidad propia, sino en la de los seres queridos. La felicidades es mujer esa caricia que te hace olvidar o logra sacarte una sonrisa en momentos de desolacin, es ese ser inmenso que crece con cada amanecer. Mujeres luchadoras, valientes y hermosas. Texto y Fotografia: Ariana Zabalaga 21 www.facebook.com/pages/Deapi
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