Bolívar - para Nosotros La Patria Es América
Bolívar - para Nosotros La Patria Es América
Bolívar - para Nosotros La Patria Es América
SIMN BOLVAR
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Para nosotros
la patria es
Amrica
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SIMN BOLVAR
Para nosotros
la patria es Amrica
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SIMN BOLVAR
Para nosotros
la patria es
Amrica
Prlogo
Arturo Uslar Pietri
Notas de
Manuel Prez Vila
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Recorrer el camino de la Libertad a partir de esta seleccin de documentos que bien expresa las preocupaciones y el sentir de un hombre que consagr su vida a la causa de la emancipacin y la unidad
hispanoamericana, constituye una tarea excelsa para el lector de este
volumen.
Por ello, el Banco Central de Venezuela celebra la oportunidad de
coeditar junto con Biblioteca Ayacucho esta compilacin de textos
claves del pensamiento del Libertador Simn Bolvar, que contribuir
a destacar la vigencia y el alcance actual del pensamiento bolivariano
en aras de concretar la anhelada unin latinoamericana.
Consciente de la exigencia de apoyar iniciativas que favorezcan el
conocimiento de un valioso patrimonio documental, como es el caso
de esta compilacin de escritos del Libertador, el Banco Central de
Venezuela destaca aqu la huella, la voz, de un hombre que enfrent
la tirana y se atrevi a encender para siempre el fuego de la Libertad
entre los pueblos americanos.
Sobresalen en estas pginas la solidez de las ideas, la gloria y el
esplendor de un caraqueo que se expuso a la batalla con el propsito
de elevar la Repblica hasta la grandeza de la felicidad, convencido de
que La unin es lo que nos falta para completar la obra de nuestra
regeneracin.
B.C.V
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LA CREACIN DE COLOMBIA
El sbado 11 de diciembre de 1819 Bolvar apareci inesperadamente en Angostura. Tena diez meses de prodigiosa ausencia y ante
los ojos curiosos de los que salieron a recibirlo pareca ahora otro
ser distinto de aquel que haba salido en febrero, ro arriba, hacia las
soledades hostiles y los azares de una guerra desesperada. Ante las miradas ms incrdulas se haba revelado su sobrecogedora dimensin
humana. Ya no era el empecinado visionario que, por largos aos, se
haba lanzado contra la adversidad sin tregua en busca de un triunfo
que pareca imposible. Ya no era el Jefe de un Estado que casi no exista sino en el papel, confinado a las estrechas calles de la ciudad del
Orinoco y a los pedazos de sabana que abarcaban los escuadrones de
caballera. Ahora vena aureolado por las ms esplndidas realidades.
A su espalda estaba la campaa de los llanos y de Boyac, su sombra
era la de la inmensa cordillera inaccesible, en el eco metlico de su voz
estaban los disparos y las lanzas de Gmeza, Vargas y del puente estrecho como el camino de la gloria, el abandonado palacio del virrey de
Bogot era su despacho y desde la alta meseta neblinosa del virreinato,
haba visto abrirse, como una rosa de los vientos, la gran escena del
mundo americano que lo llamaba a rematar la empresa de la libertad.
El 14 de diciembre, a las diez de la maana, compareci ante el
Congreso donde todava resonaba con asombro el eco de su discurso
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Ms que ningn otro, Bolvar comprendi toda la inmensa significacin de esta idea y luch por ella durante todos los duros y trabajosos aos de su apostolado armado contra los hombres de corto alcance,
contra las mentalidades de campanario, contra los recelos lugareos,
contra la ignorancia acobardada y contra la codicia de los caudillos
de terrones, que resultaron enemigos ms temibles y tenaces que los
soldados de Fernando VII.
En este sentido su identificacin es completa con el credo americano de Miranda y de los hombres de 1810.
En 1814, en Pamplona, le haba dicho a los soldados de Urdaneta como una anunciacin: Para nosotros la Patria es Amrica. En
la Carta de Jamaica, en 1815, seala la necesaria unin de la Nueva
Granada y Venezuela, para luego, en un tono de emocin potica, sin
olvidar los obstculos y las dificultades, afirmar que es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mundo una sola Nacin con
un solo vnculo que ligue sus partes entre s y con el todo.
En 1818 se dirige a los habitantes de la remota Buenos Aires en
un mensaje de fraternidad y les expone: Nuestra divisa sea unidad
en la Amrica Meridional. En Carta a Pueyrredn aade: Una sola
debe ser la Patria de los americanos... Nosotros nos apresuramos con
el ms vivo inters a entablar por nuestra parte el pacto americano
que formando de nuestras repblicas un cuerpo poltico presente la
Amrica al mundo con un aspecto de majestad y grandeza sin ejemplo
en las naciones antiguas. La Amrica, as, si el cielo nos concede este
deseado voto, podr llamarse la reina de las Naciones y la madre de
las repblicas.
No es una creacin de la nada lo que el Libertador se propone. Para
l hay una realidad comn anterior que ha hecho en lengua, civilizacin, historia e ideas la fraternidad de los pueblos americanos. En
cierto sentido, para l, existe una especie de asociacin tcita y de hecho a la que slo hay que perfeccionar y definir con la creacin formal
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tria chica ni destino separado. Era un solo proceso que tena un nico
fin, una Amrica libre, republicana y poderosa que apareciera ante
el Viejo Mundo con la suma y potencialidad de todos sus hombres y
todas sus riquezas. Para eso se luch contra Espaa, para eso se alzaron los cabildos con la representacin nacional, para eso fueron a los
campos de batalla y a los Congresos. Les hubiera parecido mengua y
engao pensar en minsculos pases aislados. Hubiera sido frustrar y
desnaturalizar la gran causa. No luchaban desde 1810, y desde antes,
para contentarse con una Venezuela autnoma, o con una Nueva Granada, o con un Per. La causa era Colombia en plenitud del destino
del Nuevo Mundo. Bolvar se encarg de dejrnoslo dicho en la ms
difana y extraordinaria sntesis. En la ocasin de cumplirse un decenio del gran gesto del Cabildo de Caracas, dice a los soldados que
lo acompaan a la campaa final de Venezuela: El 19 de abril naci
Colombia, desde entonces contis diez aos de vida.
Esa doctrina fundamental de la revolucin americana, que Bolvar
levanta y tremola como la ms alta bandera de su misin, va a ser, al
mismo tiempo, el flanco dbil de la lucha por la independencia. Muchos de los hombres ms aguerridos y valientes no iban, ni podan ir,
ms all de una ambicin de poder lugarea, un sentido local de grandes hacendados de hombres y tierras, una codicia de dominio seguro
y familiar entre los suyos, sus soldados, sus peones, su gente de levita.
Un ansia de reparto iba a surgir de los triunfos de la guerra, un deseo de
disfrute beato de las adquisiciones de la lanza, un sueo de grandes
alcaldes, que no slo haca imposible cualquier cuerpo poltico concebido con las dimensiones de Colombia, sino aun el mantenimiento
de las viejas unidades de la administracin colonial.
Ya en vida del Libertador fue una tarea de Ssifo mantener los vnculos casi nominales de aquella inmensa extensin incomunicada. Cada
capital de Departamento era una cabeza de discordia, cada provincia
un foco de rebelin, cada jefe de regimiento un aspirante a alzarse con
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La presente edicin sigue el volumen 1 de esta coleccin con correcciones y adiciones. El ensayo introductorio est a cargo del escritor venezolano Arturo Uslar Pietri (1906-2001) quien a propsito del
pensamiento bolivariano destaca esa unidad tan evidente en estos das
como en el pasado. Adems, hemos incorporado una presentacin del
coeditor de este volumen, el Banco Central de Venezuela.
La seleccin de treinta textos de Simn Bolvar, lo ms emblemtico
de su pensamiento reunido en esta edicin, busca retomar el tema de la
unidad latinoamericana para regresarlo a su ms autorizada fuente.
Este volumen inaugura las ediciones masivas de esta casa editorial,
para poner en manos del pueblo latinoamericano las obras de autores
que resultan indispensables para entender la vida actual de nuestro
continente.
B.A.
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PARA NOSOTROS
LA PATRIA ES AMRICA
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El 15 de agosto de 1805, desde la cima de una de las colinas
que dominan a Roma, el caraqueo Simn Bolvar
un viudo de 22 aos apenas cumplidos
jura, en presencia de su antiguo maestro Simn Rodrguez,
consagrar su vida a la causa de la independencia
de Hispanoamrica
Conque este es el pueblo de Rmulo y Numa, de los Gracos y los
Horacios, de Augusto y de Nern, de Csar y de Bruto, de Tiberio y
de Trajano? Aqu todas las grandezas han tenido su tipo y todas las
miserias su cuna. Octavio se disfraza con el manto de la piedad pblica
para ocultar la suspicacia de su carcter y sus arrebatos sanguinarios;
Bruto clava el pual en el corazn de su protector para reemplazar la
tirana de Csar con la suya propia; Antonio renuncia los derechos de
su gloria para embarcarse en las galeras de una meretriz; sin proyectos de reforma, Sila degella a sus compatriotas, y Tiberio, sombro
como la noche y depravado como el crimen, divide su tiempo entre la
concupiscencia y la matanza. Por un Cincinato hubo cien Caracallas,
por un Trajano cien Calgulas y por un Vespasiano cien Claudios. Este
pueblo ha dado para todo: severidad para los viejos tiempos; austeridad para la Repblica; depravacin para los emperadores; catacumbas
para los cristianos; valor para conquistar el mundo entero; ambicin
para convertir todos los Estados de la tierra en arrabales tributarios,
mujeres para hacer pasar las ruedas sacrlegas de su carruaje sobre
el tronco destrozado de sus padres; oradores para conmover, como
Cicern; poetas para seducir con su canto, como Virgilio; satricos,
como Juvenal y Lucrecio; filsofos dbiles, como Sneca; y ciudadanos enteros, como Catn. Este pueblo ha dado para todo, menos para
la causa de la humanidad: Mesalinas corrompidas, Agripinas sin enBIBLIOTECA AYACUCHO
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1. Damos aqu el texto ntegro, tal como se lo transmiti Simn Rodrguez, en 1850,
a Manuel Uribe, quien lo public en el libro Homenaje de Colombia al Libertador
en 1884. Habitualmente lo que suele reproducirse es el prrafo final, que constituye,
propiamente, el llamado Juramento de Roma.
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Esta memoria, conocida tambin como Manifiesto de
Cartagena, fue firmada por Bolvar en Cartagena de Indias
(Colombia) el 15 de diciembre de 1812.
Es su primer gran documento pblico, en el cual analiza
las causas de la cada de la Primera Repblica de Venezuela
y propone medidas para restaurarla
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inquieto y promover cuantas conjuraciones les permitan formar nuestros jueces, perdonndolos siempre, aun cuando sus atentados eran tan
enormes, que se dirigan contra la salud pblica.
La doctrina que apoyaba esta conducta tena su origen en las mximas filantrpicas de algunos escritores que defienden la no residencia
de facultad en nadie para privar de la vida a un hombre, aun en el caso
de haber delinquido ste en el delito de lesa patria. Al abrigo de esta
piadosa doctrina, a cada conspiracin suceda un perdn, y a cada
perdn suceda otra conspiracin que se volva a perdonar; porque los
gobiernos liberales deben distinguirse por la clemencia. Clemencia
criminal, que contribuy ms que nada a derribar la mquina que todava no habamos enteramente concluido!
De aqu vino la oposicin decidida a levantar tropas veteranas,
disciplinadas y capaces de presentarse en el campo de batalla, ya instruidas, a defender la libertad con suceso y gloria. Por el contrario, se
establecieron innumerables cuerpos de milicias indisciplinadas, que
adems de agotar las cajas del erario nacional con los sueldos de la
plana mayor, destruyeron la agricultura, alejando a los paisanos de sus
lugares e hicieron odioso el Gobierno que obligaba a stos a tomar las
armas y a abandonar sus familias.
Las repblicas, decan nuestros estadistas, no han menester de
hombres pagados para mantener su libertad. Todos los ciudadanos
sern soldados cuando nos ataque el enemigo. Grecia, Roma, Venecia,
Gnova, Suiza, Holanda, y recientemente el Norte de Amrica, vencieron a sus contrarios sin auxilio de tropas mercenarias siempre prontas a sostener el despotismo y a subyugar a sus conciudadanos.
Con estos antipolticos e inexactos raciocinios fascinaban a los
simples; pero no convencan a los prudentes que conocan bien la
inmensa diferencia que hay entre los pueblos, los tiempos y las costumbres de aquellas repblicas y las nuestras. Ellas, es verdad que
no pagaban ejrcitos permanentes; mas era porque en la antigedad
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diciales, y particularmente en sueldos de infinidad de oficinistas, secretarios, jueces, magistrados, legisladores, provinciales y federales,
dio un golpe mortal a la Repblica, porque la oblig a recurrir al peligroso expediente de establecer el papel moneda, sin otra garanta que
las fuerzas y las rentas imaginarias de la confederacin. Esta nueva
moneda pareci a los ojos de los ms, una violacin manifiesta del
derecho de propiedad, porque se conceptuaban despojados de objetos
de intrnseco valor, en cambio de otros cuyo precio era incierto y aun
ideal. El papel moneda remat el descontento de los estlidos pueblos
internos, que llamaron al comandante de las tropas espaolas, para
que viniese a librarlos de una moneda que vean con ms horror que
la servidumbre.
Pero lo que debilit ms el Gobierno de Venezuela fue la forma
federal que adopt, siguiendo las mximas exageradas de los derechos
del hombre, que autorizndolo para que se rija por s mismo, rompe
los pactos sociales y constituye a las naciones en anarqua. Tal era el
verdadero estado de la Confederacin. Cada provincia se gobernaba
independientemente; y a ejemplo de stas, cada ciudad pretenda iguales facultades alegando la prctica de aqullas, y la teora de que todos
los hombres y todos los pueblos gozan de la prerrogativa de instituir a
su antojo el gobierno que les acomode.
El sistema federal, bien que sea el ms perfecto y ms capaz de
proporcionar la felicidad humana en sociedad, es, no obstante, el ms
opuesto a los intereses de nuestros nacientes estados. Generalmente
hablando, todava nuestros conciudadanos no se hallan en aptitud de
ejercer por s mismos y ampliamente sus derechos; porque carecen
de las virtudes polticas que caracterizan al verdadero republicano;
virtudes que no se adquieren en los gobiernos absolutos, en donde se
desconocen los derechos y los deberes del ciudadano.
Por otra parte, qu pas del mundo, por morigerado y republicano
que sea, podr, en medio de las facciones intestinas y de una guerra
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exterior, regirse por un gobierno tan complicado y dbil como el federal? No es posible conservarlo en el tumulto de los combates y de los
partidos. Es preciso que el Gobierno se identifique, por decirlo as, al
carcter de las circunstancias, de los tiempos y de los hombres que lo
rodean. Si stos son prsperos y serenos, l debe ser dulce y protector; pero si son calamitosos y turbulentos, l debe mostrarse terrible
y armarse de una firmeza igual a los peligros, sin atender a leyes, ni
constituciones, nterin no se restablece la felicidad y la paz.
Caracas tuvo mucho que padecer por defecto de la Confederacin,
que lejos de socorrerla le agot sus caudales y pertrechos; y cuando
vino el peligro la abandon a su suerte, sin auxiliarla con el menor
contingente. Adems, le aument sus embarazos habindose empeado una competencia entre el poder federal y el provincial, que dio
lugar a que los enemigos llegasen al corazn del Estado, antes que se
resolviese la cuestin de si deberan salir las tropas federales o provinciales, o rechazarlos cuando ya tenan ocupada una gran porcin
de la provincia. Esta fatal contestacin produjo una demora que fue
terrible para nuestras armas. Pues las derrotaron en San Carlos sin que
les llegasen los refuerzos que esperaban para vencer.
Yo soy de sentir que mientras no centralicemos nuestros gobiernos
americanos, los enemigos obtendrn las ms completas ventajas; seremos indefectiblemente envueltos en los horrores de las disensiones
civiles, y conquistados vilipendiosamente por ese puado de bandidos
que infestan nuestras comarcas.
Las elecciones populares hechas por los rsticos del campo y por
los intrigantes moradores de las ciudades, aaden un obstculo ms
a la prctica de la federacin entre nosotros, porque los unos son tan
ignorantes que hacen sus votaciones maquinalmente, y los otros tan
ambiciosos que todo lo convierten en faccin; por lo que jams se vio
en Venezuela una votacin libre y acertada, lo que pona el gobierno en
manos de hombres ya desafectos a la causa, ya ineptos, ya inmorales.
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El espritu de partido decida en todo, y por consiguiente nos desorganiz ms de lo que las circunstancias hicieron. Nuestra divisin, y no
las armas espaolas, nos torn a la esclavitud.
El terremoto de 26 de marzo3 trastorn, ciertamente, tanto lo fsico
como lo moral, y puede llamarse propiamente la causa inmediata de
la ruina de Venezuela; mas este mismo suceso habra tenido lugar, sin
producir tan mortales efectos, si Caracas se hubiera gobernado entonces por una sola autoridad, que obrando con rapidez y vigor hubiese
puesto remedio a los daos, sin trabas ni competencias que retardando
el efecto de las providencias dejaban tomar al mal un incremento tan
grande que lo hizo incurable.
Si Caracas, en lugar de una confederacin lnguida e insubsistente,
hubiese establecido un gobierno sencillo, cual lo requera su situacin
poltica y militar, t existieras oh Venezuela!, y gozaras hoy de tu
libertad.
La influencia eclesistica tuvo, despus del terremoto, una parte
muy considerable en la sublevacin de los lugares y ciudades subalternas, y en la introduccin de los enemigos en el pas, abusando
sacrlegamente de la santidad de su ministerio en favor de los promotores de la guerra civil. Sin embargo, debemos confesar ingenuamente
que estos traidores sacerdotes se animaban a cometer los execrables
crmenes de que justamente se les acusa porque la impunidad de los
delitos era absoluta, la cual hallaba en el Congreso un escandaloso
abrigo, llegando a tal punto esta injusticia que de la insurreccin de la
ciudad de Valencia, que cost su pacificacin cerca de mil hombres,
no se dio a la vindicta de las leyes un solo rebelde, quedando todos con
vida, y los ms con sus bienes.
De lo referido se deduce que entre las causas que han producido
la cada de Venezuela, debe colocarse en primer lugar la naturaleza
3. El 26 de marzo de 1812 se produjo este sismo, que destruy gran parte de Caracas y
de otras ciudades de Venezuela.
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del arte que toda guerra defensiva es perjudicial y ruinosa para el que
la sostiene; pues lo debilita sin esperanza de indemnizarlo; y que las
hostilidades en el territorio enemigo siempre son provechosas, por el
bien que resulta del mal del contrario; as, no debemos, por ningn
motivo, emplear la defensiva.
Debemos considerar tambin el estado actual del enemigo, que se
halla en una posicin muy crtica, habindoseles desertado la mayor
parte de sus soldados criollos; y teniendo al mismo tiempo que guarnecer las patriticas ciudades de Caracas, Puerto Cabello, La Guaira,
Barcelona, Cuman y Margarita, en donde existen sus depsitos, sin
que se atrevan a desamparar estas plazas, por temor de una insurreccin general en el acto de separarse de ellas. De modo que no sera
imposible que llegasen nuestras tropas hasta las puertas de Caracas,
sin haber dado una batalla campal.
Es una cosa positiva que en cuanto nos presentemos en Venezuela,
se nos agregan millares de valerosos patriotas, que suspiran por vernos parecer, para sacudir el yugo de sus tiranos y unir sus esfuerzos a
los nuestros en defensa de la libertad.
La naturaleza de la presente campaa nos proporciona la ventaja de
aproximarnos a Maracaibo por Santa Marta, y a Barinas por Ccuta.
Aprovechemos, pues, instantes tan propicios; no sea que los refuerzos que incesantemente deben llegar de Espaa, cambien absolutamente el aspecto de los negocios y perdamos, quizs para siempre,
la dichosa oportunidad de asegurar la suerte de estos estados.
El honor de la Nueva Granada exige imperiosamente escarmentar
a esos osados invasores, persiguindolos hasta sus ltimos atrincheramientos. Como su gloria depende de tomar a su cargo la empresa
de marchar a Venezuela, a libertar la cuna de la independencia colombiana, sus mrtires y aquel benemrito pueblo caraqueo, cuyos clamores slo se dirigen a sus amados compatriotas los granadinos, que
ellos aguardan con una mortal impaciencia, como a sus redentores.
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El 15 de junio de 1813, en la ciudad de Trujillo,
Simn Bolvar dicta el llamado Decreto de Guerra a Muerte,
destinado a separar ntidamente los dos bandos contendientes:
americanos y espaoles
SIMN BOLVAR,
Brigadier de la Unin, General en Jefe del Ejrcito
del Norte Libertador de Venezuela
A sus conciudadanos.
Venezolanos:
Un ejrcito de hermanos, enviado por el Soberano Congreso de
la Nueva Granada ha venido a libertaros y ya lo tenis en medio de
vosotros, despus de haber expulsado a los opresores de las provincias
de Mrida y Trujillo.
Nosotros somos enviados a destruir a los espaoles, a proteger a los
americanos y a establecer los gobiernos republicanos que formaban la
Confederacin de Venezuela. Los Estados que cubren nuestras armas
estn regidos nuevamente por sus antiguas constituciones y magistrados, gozando plenamente de su libertad e independencia; porque
nuestra misin slo se dirige a romper las cadenas de la servidumbre
que agobian todava a algunos de nuestros pueblos, sin pretender dar
leyes ni ejercer actos de dominio, a que el derecho de la guerra podra
autorizarnos.
Tocados de vuestros infortunios, no hemos podido ver con indiferencia las aflicciones que os hacan experimentar los brbaros espaoles, que os han aniquilado con la rapia y os han destruido con la
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muerte; que han violado los derechos sagrados de las gentes; que han
infringido las capitulaciones y los tratados ms solemnes; y en fin han
cometido todos los crmenes, reduciendo la Repblica de Venezuela
a la ms espantosa desolacin. As, pues, la justicia exige la vindicta,
y la necesidad nos obliga a tomarla. Que desaparezcan para siempre
del suelo colombiano4 los monstruos que lo infestan y han cubierto
de sangre; que su escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia,
para lavar de este modo la mancha de nuestra ignominia y mostrar a
las naciones del universo que no se ofende impunemente a los hijos
de Amrica.
A pesar de nuestros justos resentimientos contra los inicuos espaoles, nuestro magnnimo corazn se digna, an, abrirles por la ltima vez una va a la conciliacin y a la amistad; todava se les invita a
vivir entre nosotros pacficamente, si detestando sus crmenes y convirtindose de buena fe, cooperan con nosotros a la destruccin del
gobierno intruso de la Espaa y al restablecimiento de la Repblica
de Venezuela.
Todo espaol que no conspire contra la tirana en favor de la justa
causa por los medios ms activos y eficaces, ser tenido por enemigo
y castigado como traidor a la patria, y por consecuencia ser irremisiblemente pasado por las armas. Por el contrario, se concede un indulto
general y absoluto a los que pasen a nuestro ejrcito con sus armas o
sin ellas; a los que presten sus auxilios a los buenos ciudadanos que se
estn esforzando por sacudir el yugo de la tirana. Se conservarn en
sus empleos y destinos a los oficiales de guerra y magistrados civiles
que proclamen el Gobierno de Venezuela y se unan a nosotros; en una
palabra, los espaoles que hagan sealados servicios al Estado sern
reputados y tratados como americanos.
4. Para Bolvar (lo mismo que antes para Francisco de Miranda) esta palabra tena un
sentido mucho ms amplio que el de hoy: era equivalente a americano, o si se quiere,
a hispanoamericano.
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El 2 de enero de 1814 se celebr en el Convento
de San Francisco de Caracas una Asamblea Popular ante la cual
dio cuenta el Libertador de sus acciones como
jefe militar y dirigente del Estado
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No he podido or sin rubor, sin confusin llamarme hroe y tributarme tantas alabanzas. Exponer mi vida por la patria, es un deber, que
han llenado vuestros hermanos en el campo de batalla; sacrificar todo
a la Libertad, lo habis hecho vosotros mismos, compatriotas generosos. Los sentimientos que elevan mi alma, exaltan tambin la vuestra. La providencia, y no mi herosmo, ha operado los prodigios que
admiris.
Luego que la demencia o la cobarda os entregaron a los tiranos,
trat de alejarme de este pas desgraciado. Yo vi al prfido que os atraa
a sus lazos, para dejaros prendidos en las cadenas. Fui testigo de los
primeros sacrificios que dieron la alarma general. En mi indignacin
resolv perecer antes de despecho o de miseria en el ltimo rincn del
globo, que presenciar las violencias del dspota. Hui de la tirana, no
para ir a salvar mi vida, ni esconderla en la oscuridad, sino para exponerla en el campo de batalla, en busca de la gloria y de la Libertad.
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5. Derriscado. Es decir que haba cado desde lo alto de unos riscos o peascos durante
la accin de Vigirima.
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En otro de sus grandes documentos pblicos, el Manifiesto
dado en Carpano puerto del oriente de Venezuela
el 7 de septiembre de 1814, Bolvar
analiza las causas que han conducido a la prdida
de la Segunda Repblica de Venezuela
SIMN BOLVAR,
Libertador de Venezuela y General en Jefe de sus ejrcitos
A sus conciudadanos.
Ciudadanos:
Infeliz del magistrado que autor de las calamidades o de los crmenes de su patria se ve forzado a defenderse ante el tribunal del pueblo
de las acusaciones que sus conciudadanos dirigen contra su conducta;
pero es dichossimo aquel que corriendo por entre los escollos de la
guerra, de la poltica y de las desgracias pblicas, preserva su honor
intacto y se presenta inocente a exigir de sus propios compaeros de
infortunio una recta decisin sobre su inculpabilidad.
Yo he sido elegido por la suerte de las armas para quebrantar vuestras cadenas, como tambin he sido, digmoslo as, el instrumento
de que se ha valido la providencia para colmar la medida de vuestras
aflicciones. S, yo os he trado la paz y la libertad, pero en pos de estos
inestimables bienes han venido conmigo la guerra y la esclavitud. La
victoria conducida por la justicia fue siempre nuestra gua hasta las
ruinas de la ilustre capital de Caracas, que arrancamos de manos de
sus opresores. Los guerreros granadinos no marchitaron jams sus
laureles mientras combatieron contra los dominadores de Venezuela,
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para vosotros, que fuese para ellos una gloria inmortal. Mas, si los
sucesos no han correspondido a sus miras, y si desastres sin ejemplo
han frustrado empresa tan laudable, no ha sido por efecto de ineptitud o cobarda; ha sido, s, la inevitable consecuencia de un proyecto
agigantado, superior a todas las fuerzas humanas. La destruccin de
un gobierno, cuyo origen se pierde en la oscuridad de los tiempos; la
subversin de principios establecidos; la mutacin de costumbres; el
trastorno de la opinin y, el establecimiento en fin de la libertad en un
pas de esclavos, es una obra tan imposible de ejecutar sbitamente,
que est fuera del alcance de todo poder humano; por manera que
nuestra excusa de no haber obtenido lo que hemos deseado, es inherente a la causa que seguimos, porque as como la justicia justifica la
audacia de haberla emprendido, la imposibilidad de su adquisicin
califica la insuficiencia de los medios. Es laudable, es noble y sublime,
vindicar la naturaleza ultrajada por la tirana; nada es comparable a la
grandeza de este acto y aun cuando la desolacin y la muerte sean el
premio de tan glorioso intento, no hay razn para condenarlo, porque
no es lo asequible lo que se debe hacer, sino aquello que el derecho
nos autoriza.
En vano esfuerzos inauditos han logrado innumerables victorias,
compradas al caro precio de la sangre de nuestros heroicos soldados.
Un corto nmero de sucesos por parte de nuestros contrarios ha desplomado el edificio de nuestra gloria, estando la masa de los pueblos
descarriada por el fanatismo religioso y seducida por el incentivo de la
anarqua devoradora. A la antorcha de la libertad, que nosotros hemos
presentado a la Amrica como la gua y el objeto de nuestros conatos,
han opuesto nuestros enemigos el hacha incendiaria de la discordia,
de la devastacin y el grande estmulo de la usurpacin de los honores
y de la fortuna a hombres envilecidos por el yugo de la servidumbre
y embrutecidos por la doctrina de la supersticin. Cmo podra preponderar la simple teora de la filosofa poltica, sin otros apoyos que
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Despus de haber logrado como jefe militar
que Cundinamarca se una a las dems provincias
de la Nueva Granada (Colombia), el Libertador
pronuncia en Bogot, el 23 de enero de 1815,
el discurso de instalacin del gobierno
de las Provincias Unidas en aquella ciudad
Excmo. seor Presidente de la Unin:
Por dos veces el desplomo de la Repblica de Venezuela, mi patria, me ha obligado a buscar un asilo en la Nueva Granada, que por
dos veces he contribuido a salvar. Cuando en la primera guerra civil,
en medio del tumulto de la anarqua y del espanto de una cruel invasin, que por todas partes amenazaba a estos Estados, tuve la dicha
de presentarme entre mis hermanos, les pagu con mis servicios su
hospitalidad.
Al presente, las nuevas catstrofes de Venezuela me conducen
aqu, y encuentro el interior otra vez daado con la divergencia. V.E.
me hace el honor de destinarme a pacificar a Cundinamarca6 disidente, y la paz sucede a la divisin. Terrible! Terrible divisin!, pero
disculpable Permtame V.E. remontarme al origen lamentable de
esta calamidad.
Creado el Nuevo Mundo bajo el fatal imperio de la servidumbre,
no ha podido arrancarse las cadenas sin despedazar sus miembros;
consecuencia inevitable de los vicios de la servilidad y de los errores
de una ignorancia tanto ms tenaz cuanto que es hija de la supersticin
ms fantica que ha cubierto de oprobio al linaje humano. La tirana y
6. Cundinamarca era el nombre que tena entonces la provincia cuya capital era Bogot.
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la inquisicin haban degradado a la clase de los brutos a los americanos, y a los hijos de los conquistadores, que les trajeron estos funestos
presentes. As qu razn ilustrada, qu virtud poltica, qu moral pura
podramos hallar entre nosotros para romper el cetro de la opresin y
sustituir de repente el de las leyes, que deban establecer los derechos e
imponer los deberes a los ciudadanos en la nueva repblica? El hbito
a la obediencia, sin examen, haba entorpecido de tal manera nuestro
espritu, que no era posible descubrisemos la verdad ni encontrsemos el bien. Ceder a la fuerza fue siempre nuestro solo deber; como el
crimen mayor buscar la justicia y conocer los derechos de la naturaleza
y de los hombres. Especular sobre las ciencias, calcular sobre lo til y
practicar la virtud eran atentados de lesa tirana, ms fciles de cometer que de obtener su perdn. La mancilla, la expatriacin y la muerte
seguan con frecuencia a los talentos, que los ilustres desgraciados
solan adquirir para su ruina, no obstante el cmulo de obstculos que
oponan a las luces los dominadores de este hemisferio.
Jams, seor, jams nacin del mundo, dotada inmensamente de
extensin, riqueza y poblacin ha experimentado el ignominioso pupilaje de tres siglos, pasados en una absoluta abstraccin, privada del
comercio del universo, de la contemplacin de la poltica, y sumergida
en un caos de tinieblas. Todos los pueblos de la tierra se han gobernado
por s mismos con despotismo o con libertad; sistemas ms o menos
justos han regido a las grandes sociedades; pero siempre por sus ciudadanos, refundiendo el bien o el mal en ellos mismos. La gloria o el
deshonor ha refluido sobre sus hijos; mas nosotros hemos dirigido los
destinos de nuestra patria? La esclavitud misma ha sido ejercida por
nosotros? Ni aun el ser instrumentos de la opresin nos ha sido concedido. Todo era extranjero en este suelo. Religin, leyes, costumbres,
alimentos, vestidos, eran de Europa, y nada debamos ni aun imitar.
Como seres pasivos, nuestro destino se limitaba a llevar dcilmente
el freno que con violencia y rigor manejaban nuestros dueos. IgualaBIBLIOTECA AYACUCHO
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La Carta de Jamaica, escrita por Bolvar Un Americano
Meridional en Kingston el 6 de septiembre de 1815.
En ella, el Libertador analiza el presente de la Amrica
Hispana a la luz del pasado, e indica las grandes lneas
previsibles del porvenir
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por una prediccin, si la justicia decide las contiendas de los hombres. El suceso coronar nuestros esfuerzos porque el destino de la
Amrica se ha fijado irrevocablemente; el lazo que la una a la Espaa
est cortado; la opinin era toda su fuerza; por ella se estrechaban
mutuamente las partes de aquella inmensa monarqua; lo que antes
las enlazaba, ya las divide; ms grande es el odio que nos ha inspirado
la Pennsula, que el mar que nos separa de ella; menos difcil es unir
los dos continentes que reconciliar los espritus de ambos pases. El
hbito a la obediencia; un comercio de intereses, de luces, de religin;
una recproca benevolencia; una tierna solicitud por la cuna y la gloria
de nuestros padres; en fin, todo lo que formaba nuestra esperanza nos
vena de Espaa. De aqu naca un principio de adhesin que pareca
eterno, no obstante que la conducta de nuestros dominadores relajaba
esta simpata, o, por mejor decir, este apego forzado por el imperio de
la dominacin. Al presente sucede lo contrario: la muerte, el deshonor,
cuanto es nocivo, nos amenaza y tememos; todo lo sufrimos de esa
desnaturalizada madrastra. El velo se ha rasgado, ya hemos visto la
luz y se nos quiere volver a las tinieblas; se han roto las cadenas; ya
hemos sido libres y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto, la Amrica combate con despecho, y rara vez la
desesperacin no ha arrastrado tras s la victoria.
Porque los sucesos hayan sido parciales y alternados, no debemos
desconfiar de la fortuna. En unas partes triunfan los independientes
mientras que los tiranos en lugares diferentes obtienen sus ventajas, y
cul es el resultado final?, no est el Nuevo Mundo entero, conmovido y armado para su defensa? Echemos una ojeada y observaremos
una lucha simultnea en la inmensa extensin de este hemisferio.
El belicoso estado de las provincias del Ro de la Plata ha purgado
su territorio y conducido sus armas vencedoras al Alto Per7 conmo7. Hoy Bolivia.
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algunas mujeres, nios y ancianos son los que quedan. Los ms de los
hombres han perecido por no ser esclavos, y los que viven, combaten
con furor en los campos y en los pueblos internos, hasta expirar o
arrojar al mar a los que, insaciables de sangre y de crmenes, rivalizan
con los primeros monstruos que hicieron desaparecer de la Amrica
a su raza primitiva. Cerca de un milln de habitantes se contaba en
Venezuela; y, sin exageracin, se puede asegurar que una cuarta parte
ha sido sacrificada por la tierra8, la espada, el hambre, la peste, las peregrinaciones; excepto el terremoto, todo resultado de la guerra.
En Nueva Espaa9 haba en 1808, segn nos refiere el barn de
Humboldt, 7.800.000 almas con inclusin de Guatemala10. Desde
aquella poca, la insurreccin que ha agitado a casi todas sus provincias ha hecho disminuir sensiblemente aquel cmputo, que parece
exacto; pues ms de un milln de hombres ha perecido, como lo podr
Vd. ver en la exposicin de Mr. Walton, que describe con fidelidad los
sanguinarios crmenes cometidos en aquel opulento imperio. All la
lucha se mantiene a fuerza de sacrificios humanos y de todas especies,
pues nada ahorran los espaoles con tal que logren someter a los que
han tenido la desgracia de nacer en este suelo, que parece destinado a
empaparse con la sangre de sus hijos. A pesar de todo, los mexicanos
sern libres porque han abrazado el partido de la patria, con la resolucin de vengar a sus antepasados o seguirlos al sepulcro. Ya ellos
dicen con Raynal: lleg el tiempo, en fin, de pagar a los espaoles
suplicios con suplicios y de ahogar esa raza de exterminadores en su
sangre o en el mar.
Las islas de Puerto Rico y Cuba que, entre ambas, pueden formar
una poblacin de 700 a 800.000 almas, son las que ms tranquila8. Alude al terremoto de marzo de 1812.
9. Los actuales Estados Unidos Mexicanos.
10. La Capitana General de Guatemala, que abarcaba entonces toda la Amrica Central, con exclusin de Panam.
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mente poseen los espaoles, porque estn fuera del contacto de los
independientes. Mas no son americanos estos insulares? No son
vejados? No desean su bienestar?
Este cuadro representa una escala militar de 2.000 leguas de longitud y 900 de latitud en su mayor extensin, en que 16 millones de
americanos defienden sus derechos o estn oprimidos por la nacin
espaola, que aunque fue, en algn tiempo, el ms vasto imperio del
mundo, sus restos son ahora impotentes para dominar el nuevo hemisferio y hasta para mantenerse en el antiguo. Y la Europa civilizada,
comerciante y amante de la libertad, permite que una vieja serpiente,
por slo satisfacer su saa envenenada, devore la ms bella parte de
nuestro globo? Qu! Est la Europa sorda al clamor de su propio
inters? No tiene ya ojos para ver la justicia? Tanto se ha endurecido, para ser de este modo insensible? Estas cuestiones, cuanto ms lo
medito, ms me confunden; llego a pensar que se aspira a que desaparezca la Amrica; pero es imposible, porque toda la Europa no es Espaa. Qu demencia la de nuestra enemiga, pretender reconquistar
la Amrica, sin marina, sin tesoro y casi sin soldados!, pues los que
tiene, apenas son bastantes para retener a su propio pueblo en una violenta obediencia y defenderse de sus vecinos. Por otra parte, podr
esta nacin hacer el comercio exclusivo de la mitad del mundo, sin
manufacturas, sin producciones territoriales, sin artes, sin ciencias,
sin poltica? Lograda que fuese esta loca empresa; y suponiendo ms
an, lograda la pacificacin, los hijos de los actuales americanos, unidos con los de los europeos reconquistadores, no volveran a formar
dentro de veinte aos los mismos patriticos designios que ahora se
estn combatiendo?
La Europa hara un bien a la Espaa en disuadirla de su obstinada
temeridad; porque a lo menos se ahorrara los gastos que expende y
la sangre que derrama; a fin de que, fijando su atencin en sus propios
recintos, fundase su prosperidad y poder sobre bases ms slidas que
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las de inciertas conquistas, un comercio precario y exacciones violentas en pueblos remotos, enemigos y poderosos. La Europa misma, por
miras de sana poltica, debera haber preparado y ejecutado el proyecto de la independencia americana; no slo porque el equilibrio del
mundo as lo exige; sino porque ste es el medio legtimo y seguro de
adquirirse establecimientos ultramarinos de comercio. La Europa que
no se halla agitada por las violentas pasiones de la venganza, ambicin
y codicia, como la Espaa, parece que estaba autorizada por todas las
leyes de la equidad e ilustrada sobre sus bien entendidos intereses.
Cuantos escritores han tratado la materia se acuerdan de esta parte. En consecuencia, nosotros esperbamos con razn que todas las
naciones cultas se apresuraran a auxiliarnos, para que adquirisemos
un bien cuyas ventajas son recprocas a entrambos hemisferios. Sin
embargo, cun frustradas esperanzas! No slo los europeos, pero
hasta nuestros hermanos del norte se han mantenido inmviles espectadores de esta contienda, que por su esencia es la ms justa, y por sus
resultados la ms bella e importante de cuantas se han suscitado en los
siglos antiguos y modernos, porque hasta dnde se puede calcular la
trascendencia de la libertad del hemisferio de Coln?
La felona con que Bonaparte dice Vd. prendi a Carlos IV y
a Fernando VII, reyes de esta nacin, que tres siglos aprision con
traicin a dos monarcas de la Amrica meridional, es un acto muy
manifiesto de la retribucin divina, y al mismo tiempo una prueba de
que Dios sostiene la justa causa de los americanos y les conceder su
independencia.
Parece que Vd. quiere aludir al monarca de Mxico, Montezuma*,
preso por Corts y muerto, segn Herrera, por l mismo, aunque Sols
dice que por el pueblo; y a Atahualpa, inca del Per, destruido por
Francisco Pizarro y Diego de Almagro. Existe tal diferencia entre la
* Moctezuma. (N. de B.A.).
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algodn, las llanuras solitarias para criar ganados, los desiertos para
cazar las bestias feroces, las entraas de la tierra para excavar el oro
que no puede saciar a esa nacin avarienta.
Tan negativo era nuestro estado que no encuentro semejante en
ninguna otra asociacin civilizada, por ms que recorro la serie de las
edades y la poltica de todas las naciones. Pretender que un pas tan felizmente constituido, extenso, rico y populoso, sea meramente pasivo,
no es un ultraje y una violacin de los derechos de la humanidad?
Estbamos como acabo de exponer, abstrados, y digmoslo as,
ausentes del universo en cuanto es relativo a la ciencia del gobierno
y administracin del Estado. Jams ramos virreyes ni gobernadores, sino por causas muy extraordinarias; arzobispos y obispos pocas
veces; diplomticos nunca; militares, slo en calidad de subalternos;
nobles, sin privilegios reales; no ramos, en fin, ni magistrados, ni
financistas y casi ni aun comerciantes: todo en contravencin directa
de nuestras instituciones.
El emperador Carlos V form un pacto con los descubridores, conquistadores y pobladores de Amrica, que como dice Guerra11, es nuestro contrato social. Los reyes de Espaa convinieron solemnemente
con ellos que lo ejecutasen por su cuenta y riesgo, prohibindoseles
hacerlo a costa de la Real Hacienda, y por esta razn se les conceda
que fuesen seores de la tierra, que organizasen la administracin y
ejerciesen la judicatura en apelacin, con otras muchas exenciones y
privilegios que sera prolijo detallar. El rey se comprometi a no enajenar jams las provincias americanas, como que a l no tocaba otra
jurisdiccin que la del alto dominio, siendo una especie de propiedad
feudal la que all tenan los conquistadores para s y sus descendientes.
Al mismo tiempo existen leyes expresas que favorecen casi exclusivamente a los naturales del pas originarios de Espaa en cuanto a los
11. El sacerdote mexicano revolucionario Fray Servando Teresa de Mier Noriega y
Guerra.
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sobre las bases de la justicia, de la libertad y de la igualdad. Pero seremos nosotros capaces de mantener en su verdadero equilibrio la difcil
carga de una repblica? Se puede concebir que un pueblo recientemente desencadenado se lance a la esfera de la libertad sin que, como
a caro, se le deshagan las alas y recaiga en el abismo? Tal prodigio
es inconcebible, nunca visto. Por consiguiente, no hay un raciocinio
verosmil que nos halague con esta esperanza.
Yo deseo ms que otro alguno ver formar en Amrica la ms grande
nacin del mundo, menos por su extensin y riqueza que por su libertad
y gloria. Aunque aspiro a la perfeccin del gobierno de mi patria, no
puedo persuadirme que el Nuevo Mundo sea por el momento regido
por una gran repblica; como es imposible, no me atrevo a desearlo,
y menos deseo una monarqua universal de Amrica, porque este proyecto, sin ser til, es tambin imposible. Los abusos que actualmente
existen no se reformaran y nuestra regeneracin sera infructuosa. Los
Estados americanos han menester de los cuidados de gobiernos paternales que curen las llagas y las heridas del despotismo y la guerra. La
metrpoli, por ejemplo, sera Mxico, que es la nica que puede serlo
por su poder intrnseco, sin el cual no hay metrpoli. Supongamos que
fuese el istmo de Panam, punto cntrico para todos los extremos de
este vasto continente, no continuaran stos en la languidez y aun en
el desorden actual? Para que un solo gobierno d vida, anime, ponga
en accin todos los resortes de la prosperidad pblica, corrija, ilustre y
perfeccione al Nuevo Mundo, sera necesario que tuviese las facultades
de un Dios, y cuando menos las luces y virtudes de todos los hombres.
El espritu de partido que, al presente, agita a nuestros estados se
encendera entonces con mayor encono, hallndose ausente la fuente
del poder, que nicamente puede reprimirlo. Adems los magnates de
las capitales no sufriran la preponderancia de los metropolitanos, a
quienes consideraran como a otros tantos tiranos: sus celos llegaran
hasta el punto de comparar a stos con los odiosos espaoles. En fin,
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hermanos, los ilustres hijos de Quito, Chile y Buenos Aires. Es constante que en Lima no tolerarn los ricos la democracia, ni los esclavos
y pardos libertos la aristocracia: los primeros preferirn la tirana de
uno solo, por no padecer las persecuciones tumultuarias y por establecer un orden siquiera pacfico. Mucho har si consigue recobrar su
independencia.
De todo lo expuesto, podemos deducir estas consecuencias: las provincias americanas se hallan lidiando por emanciparse; al fin obtendrn
el suceso; algunas se constituirn de un modo regular en repblicas
federales y centrales; se fundarn monarquas casi inevitablemente en
las grandes secciones, y algunas sern tan infelices que devorarn sus
elementos ya en la actual ya en las futuras revoluciones, que una gran
monarqua no ser fcil consolidar, una gran repblica imposible.
Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo
una sola nacin con un solo vnculo que ligue sus partes entre s y
con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y
una religin, debera, por consiguiente, tener un solo Gobierno que
confederase los diferentes estados que hayan de formarse; mas no es
posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes, dividen a la Amrica. Qu bello sera
que el istmo de Panam fuese para nosotros lo que el de Corinto para
los griegos! Ojal que algn da tengamos la fortuna de instalar all
un augusto congreso de los representantes de las repblicas, reinos e
imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la
guerra, con las naciones de las otras partes del mundo. Esta especie
de corporacin podr tener lugar en alguna poca dichosa de nuestra
regeneracin; otra esperanza es infundada, semejante a la del abate St.
Pierre14, que concibi el laudable delirio de reunir un congreso europeo para decidir de la suerte y de los intereses de aquellas naciones.
14. Charles Irne Castel, abate de Saint Pierre, escritor francs.
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Mutaciones importantes y felices contina Vd. pueden ser frecuentemente producidas por efectos individuales. Los americanos
meridionales tienen una tradicin que dice que cuando Quetzalcoatl,
el Hermes o Buda de la Amrica del Sur, resign su administracin y
los abandon, les prometi que volvera despus que los siglos desiguales hubiesen pasado, y que l restablecera su gobierno y renovara su felicidad. Esta tradicin no opera y excita una conviccin
de que muy pronto debe volver? Concibe Vd. cul ser el efecto
que producir si un individuo, apareciendo entre ellos, demostrase los
caracteres de Quetzalcoatl, el Buda del bosque, o Mercurio, del cual
han hablado tanto las otras naciones? No cree Vd. que esto inclinara
todas las partes? No es la unin todo lo que se necesita para ponerlos
en estado de expulsar a los espaoles, sus tropas y los partidarios de
la corrompida Espaa para hacerlos capaces de establecer un imperio
poderoso, con un gobierno libre y leyes benvolas?
Pienso como Vd. que causas individuales pueden producir resultados generales; sobre todo en las revoluciones. Pero no es el hroe, gran
profeta, o Dios del Anahuac, Quetzalcoatl el que es capaz de operar
los prodigiosos beneficios que Vd. propone. Este personaje es apenas
conocido del pueblo mexicano y no ventajosamente, porque tal es
la suerte de los vencidos aunque sean dioses. Slo los historiadores
y literatos se han ocupado cuidadosamente en investigar su origen,
verdadera o falsa misin, sus profecas y el trmino de su carrera. Se
disputa si fue un apstol de Cristo o bien pagano. Unos suponen que su
nombre quiere decir Santo Toms; otros que Culebra Emplumajada;
y otros dicen que es el famoso profeta de Yucatn, Chilan-Cambal.
En una palabra, los ms de los autores mexicanos, polmicos e historiadores profanos, han tratado con ms o menos extensin la cuestin
sobre el verdadero carcter de Quetzalcoatl. El hecho es, segn dice
Acosta, que l estableci una religin cuyos ritos, dogmas y misterios
tenan una admirable afinidad con la de Jess, y que quizs es la ms
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s, porque se halla abandonada de todas las naciones, aislada en medio del universo, sin relaciones diplomticas ni auxilios militares, y
combatida por la Espaa, que posee ms elementos para la guerra que
cuantos nosotros furtivamente podemos adquirir.
Cuando los sucesos no estn asegurados, cuando el Estado es dbil
y cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan, las
opiniones se dividen, las pasiones las agitan y los enemigos las animan
para triunfar por este fcil medio. Luego que seamos fuertes, bajo los
auspicios de una nacin liberal que nos preste su proteccin, se nos
ver de acuerdo cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la
gloria; entonces seguiremos la marcha majestuosa hacia las grandes
prosperidades a que est destinada la Amrica meridional; entonces
las ciencias y las artes que nacieron en el Oriente y han ilustrado la
Europa volarn a Colombia libre, que las convidar con un asilo.
Tales son, seor, las observaciones y pensamientos que tengo el
honor de someter a Vd. para que los rectifique o deseche, segn su
mrito, suplicndole se persuada que me he atrevido a exponerlos,
ms por no ser descorts, que porque me crea capaz de ilustrar a Vd.
en la materia.
Soy de Vd. etc., etc., etc.
Bolvar
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Firmndolo con el seudnimo El Americano,
Simn Bolvar redacta en Jamaica un artculo
periodstico en el cual analiza la situacin tnica
y social de Hispanoamrica. Este ensayo, que no
consta fuese publicado entonces, iba dirigido
al editor de la Gaceta Real de Jamaica, Alejandro Aikman,
hijo. Fue redactado despus del 28 de septiembre de 1815
y antes de diciembre de ese ao
Kingston, despus del 28 de septiembre de 1815
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Boves, unidos ya con los blancos criollos, que jams han abandonado
esta noble causa.
Estamos autorizados, pues, a creer que todos los hijos de la Amrica
espaola, de cualquier color o condicin que sean, se profesan un afecto fraternal recproco, que ninguna maquinacin es capaz de alterar.
Nos dirn que las guerras civiles prueban lo contrario. No, seor. Las
contiendas domsticas de la Amrica nunca se han originado de la diferencia de castas: ellas han nacido de la divergencia de las opiniones
polticas y de la ambicin particular de algunos hombres, como todas
las que han afligido a las dems naciones. Todava no se ha odo un
grito de proscripcin contra ningn color, estado o condicin; excepto
contra los espaoles europeos, que tan acreedores son a la detestacin
universal. Hasta el presente se admira la ms perfecta armona entre
los que han nacido en este suelo, por lo que respecta a nuestra cuestin
y no es de temerse que en lo futuro suceda lo contrario, porque para
entonces el orden estar establecido, los gobiernos fortificados con las
armas, la opinin, las relaciones extranjeras y la emigracin europea y
asitica, que necesariamente debe aumentar la poblacin.
Balanceada como est la populacin americana, ya por el nmero,
ya por las circunstancias, ya, en fin, por el irresistible imperio del
espritu, por qu razn no se han de establecer nuevos gobiernos en
esta mitad del mundo? En Atenas no eran los esclavos cuatro veces
ms que los ciudadanos? Los campos de Esparta no los cultivaban los
helotas?17. En todo el Oriente, en toda la frica, en parte de Europa
el nmero de los hombres libres no ha sido inferior al de los siervos?
Obsrvese adems la diferencia que existe entre los cautivos de la
antigedad y los miserables trabajadores de la Amrica; aqullos eran
prisioneros de guerra, acostumbrados al manejo de las armas, mercaderes y navegantes ricos, filsofos profundamente instruidos, que
17. Sic, por ilotas. Esclavos de la antigua Grecia, oriundos de Helos.
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En una proclama dirigida el 12 de junio de 1818,
desde Angostura, a los habitantes del Ro de la Plata
la Argentina de hoy, el Libertador reafirma su idea
esencial de la unidad continental, en la guerra y en la paz
SIMN BOLVAR,
Jefe Supremo de la Repblica de Venezuela, etc., etc., etc.
Habitantes del Ro de la Plata!
Vuestros hermanos de Venezuela han seguido con vosotros la gloriosa carrera que desde el 19 de abril de 1810 ha hecho recobrar a la
Amrica la existencia poltica de que la haban privado los tiranos
de Espaa. Venezuela ha visto con gozo y admiracin vuestra sabia
reforma, vuestra gloria militar y vuestra felicidad pblica. Ella no
ha podido lisonjearse de haberos igualado en fortuna; pero s en los
principios y en el objeto. En todo hemos sido iguales. Slo la fatalidad,
anexa a Venezuela, la ha hecho sucumbir dos veces, y su tercer perodo
se disputa con un encarnizamiento de que nicamente nuestra historia
suministra ejemplo. Ocho aos de combates, de sacrificios y de ruinas
han dado a nuestra patria el derecho de igualarse a la vuestra, aunque
infinitamente ms esplndida y dichosa.
La sabidura del Gobierno del Ro de la Plata en todos los departamentos de su administracin, sus transacciones polticas con las
naciones extranjeras y el poder de sus armas en el fondo del Per y
en la regin de Chile, son ejemplos elocuentes que persuadirn a los
pueblos de la Amrica a seguir la noble senda del honor y libertad.
Venezuela, aunque de lejos, no os perder de vista.
Habitantes del Ro de la Plata! La Repblica de Venezuela, aunque
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En la oracin inaugural del Congreso de Angostura,
reunido el 15 de febrero de 1819, el Libertador hace explcita
profesin de fe de sus ideas polticas democrticas
y republicanas.
Este documento, conocido como el Discurso de Angostura
por antonomasia, encierra una completa sntesis
del ideario de Bolvar
Seor. Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de
su mando ha convocado la Soberana Nacional para que ejerza su voluntad absoluta! Yo, pues, me cuento entre los seres ms favorecidos
de la Divina Providencia, ya que he tenido el honor de reunir a los
representantes del pueblo de Venezuela en este augusto Congreso,
fuente de la autoridad legtima, depsito de la voluntad soberana y
rbitro del destino de la Nacin.
Al transmitir a los representantes del pueblo el Poder Supremo que
se me haba confiado, colmo los votos de mi corazn, los de mis conciudadanos y los de nuestras futuras generaciones, que todo lo esperan
de vuestra sabidura, rectitud y prudencia. Cuando cumplo con este
dulce deber, me liberto de la inmensa autoridad que me agobiaba,
como de la responsabilidad ilimitada que pesaba sobre mis dbiles
fuerzas. Solamente una necesidad forzosa, unida a la voluntad imperiosa del pueblo, me habra sometido al terrible y peligroso encargo de
Dictador Jefe Supremo de la Repblica. Pero ya respiro devolvindoos esta autoridad, que con tanto riesgo, dificultad y pena he logrado
mantener en medio de las tribulaciones ms horrorosas que pueden
afligir a un cuerpo social!
No ha sido la poca de la Repblica, que he presidido, una nueva
tempestad poltica, ni una guerra sangrienta, ni una anarqua popular,
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18. En mayo de 1813, a su paso por la ciudad de Mrida, en los Andes venezolanos,
Simn Bolvar fue aclamado por el pueblo como su Libertador, ttulo que le fue conferido en octubre de ese mismo ao, de un modo oficial y solemne, por la municipalidad
de su ciudad natal, Caracas.
19. As fue llamado Bolvar en diciembre de 1814, cuando a la cabeza de un ejrcito
logr que la Provincia de Cundinamarca, cuya capital era Bogot, se uniese a las dems
Provincias Confederadas de la Nueva Granada (hoy Colombia).
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es, vctima de sus gobiernos. Observaris muchos sistemas de manejar hombres, mas todos para oprimirlos; y si la costumbre de mirar al
gnero humano conducido por pastores de pueblos, no disminuyese
el horror de tan chocante espectculo, nos pasmaramos al ver nuestra
dcil especie pacer sobre la superficie del globo como viles rebaos
destinados a alimentar a sus crueles conductores. La naturaleza a la
verdad nos dota, al nacer, del incentivo de la libertad; mas sea pereza,
sea propensin inherente a la humanidad, lo cierto es que ella reposa
tranquila aunque ligada con las trabas que le imponen. Al contemplarla
en este estado de prostitucin, parece que tenemos razn para persuadirnos que los ms de los hombres tienen por verdadera aquella humillante mxima, que ms cuesta mantener el equilibrio de la libertad
que soportar el peso de la tirana. Ojal que esta mxima contraria a
la moral de la naturaleza, fuese falsa! Ojal que esta mxima no estuviese sancionada por la indolencia de los hombres con respecto a sus
derechos ms sagrados!
Muchas naciones antiguas y modernas han sacudido la opresin;
pero son rarsimas las que han sabido gozar de algunos preciosos
momentos de libertad; muy luego han recado en sus antiguos vicios
polticos; porque son los pueblos ms bien que los gobiernos los que
arrastran tras s la tirana. El hbito de la dominacin los hace insensibles a los encantos del honor y de la prosperidad nacional; y miran con
indolencia la gloria de vivir en el movimiento de la libertad, bajo la
tutela de leyes dictadas por su propia voluntad. Los fastos del universo
proclaman esta espantosa verdad.
Slo la democracia, en mi concepto, es susceptible de una absoluta
libertad; pero, cul es el gobierno democrtico que ha reunido a un
tiempo, poder, prosperidad y permanencia? Y no se ha visto por el
contrario la aristocracia, la monarqua cimentar grandes y poderosos
imperios por siglos y siglos? Qu gobierno ms antiguo que el de
China? Qu repblica ha excedido en duracin a la de Esparta, a la
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22. Aqu, y en los prrafos siguientes, las expresiones Americano, Nacin Americana, etc., se refieren a los Estados Unidos de Norteamrica.
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La Constitucin venezolana sin embargo de haber tomado sus bases de la ms perfecta, si se atiende a la correccin de los principios
y a los efectos benficos de su administracin, difiri esencialmente
de la americana en un punto cardinal, y sin duda el ms importante.
El Congreso de Venezuela como el americano participa de algunas
de las atribuciones del Poder Ejecutivo. Nosotros, adems, subdividimos este Poder habindolo sometido a un cuerpo colectivo sujeto
por consiguiente a los inconvenientes de hacer peridica la existencia
del Gobierno, de suspenderla y disolverla siempre que se separan sus
miembros. Nuestro triunvirato carece, por decirlo as, de unidad, de
continuacin y de responsabilidad individual; est privado de accin
momentnea, de vida continua, de uniformidad real, de responsabilidad inmediata, y un gobierno que no posee cuanto constituye su
moralidad, debe llamarse nulo.
Aunque las facultades del Presidente de los Estados Unidos estn
limitadas con restricciones excesivas, ejerce por s solo todas las funciones gubernativas que la Constitucin le atribuye, y es indubitable
que su administracin debe ser ms uniforme, constante y verdaderamente propia que la de un poder diseminado entre varios individuos
cuyo compuesto no puede ser menos que monstruoso.
El Poder Judiciario en Venezuela es semejante al americano, indefinido en duracin, temporal y no vitalicio; goza de toda la independencia que le corresponde.
El primer Congreso en su Constitucin Federal ms consult el
espritu de las provincias, que la idea slida de formar una Repblica
indivisible y central. Aqu cedieron nuestros legisladores al empeo
inconsiderado de aquellos provinciales seducidos por el deslumbrante
brillo de la felicidad del Pueblo Americano, pensando que las bendiciones de que goza son debidas exclusivamente a la forma de gobierno
y no al carcter y costumbres de los ciudadanos. Y en efecto, el ejemplo de los Estados Unidos por su peregrina prosperidad era demasiado
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La Constitucin romana es la que mayor poder y fortuna ha producido a ningn pueblo del mundo; all no haba una exacta distribucin de los poderes. Los cnsules, el Senado, el pueblo, ya eran
legisladores, ya magistrados, ya jueces; todos participaban de todos
los poderes. El Ejecutivo, compuesto de dos cnsules, padeca del
mismo inconveniente que el de Esparta. A pesar de su deformidad
no sufri la Repblica la desastrosa discordancia que toda previsin
habra supuesto inseparable, de una magistratura compuesta de dos
individuos, igualmente autorizados con las facultades de un monarca.
Un gobierno cuya nica inclinacin era la conquista, no pareca destinado a cimentar la felicidad de su nacin. Un gobierno monstruoso
y puramente guerrero elev a Roma al ms alto esplendor de virtud y
de gloria; y form de la tierra un dominio romano para mostrar a los
hombres de cunto son capaces las virtudes polticas y cun indiferentes suelen ser las instituciones.
Y pasando de los tiempos antiguos a los modernos encontraremos
la Inglaterra y la Francia, llamando la atencin de todas las naciones y
dndoles lecciones elocuentes de todas especies en materias de gobierno. La Revolucin de estos dos grandes pueblos, como un radiante meteoro, ha inundado al mundo con tal profusin de luces polticas, que
ya todos los seres que piensan han aprendido cules son los derechos
del hombre y cules sus deberes; en qu consiste la excelencia de los
gobiernos y en qu consisten sus vicios. Todos saben apreciar el valor
intrnseco de las teoras especulativas de los filsofos y legisladores
modernos. En fin, este astro, en su luminosa carrera, an ha encendido
los pechos de los apticos espaoles, que tambin se han lanzado en
el torbellino poltico; han hecho sus efmeras pruebas de libertad, han
reconocido su incapacidad para vivir bajo el dulce dominio de las leyes
y han vuelto a sepultarse en sus prisiones y hogueras inmemoriales.
Aqu es el lugar de repetiros, legisladores, lo que os dice el elocuente Volney en la Dedicatoria de sus Ruinas de Palmira: A los pueblos
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nacientes de las Indias Castellanas, a los Jefes generosos que los guan
a la libertad: que los errores e infortunios del mundo antiguo enseen
la sabidura y la felicidad al mundo nuevo. Que no se pierdan, pues,
las lecciones de la experiencia; y que las escuelas de Grecia, de Roma,
de Francia, de Inglaterra y de Amrica nos instruyan en la difcil ciencia de crear y conservar las naciones con leyes propias, justas, legtimas y sobre todo tiles. No olvidando jams que la excelencia de un
gobierno no consiste en su teora, en su forma, ni en su mecanismo,
sino en ser apropiado a la naturaleza y al carcter de la nacin para
quien se instituye.
Roma y la Gran Bretaa son las naciones que ms han sobresalido
entre las antiguas y modernas; ambas nacieron para mandar y ser libres; pero ambas se constituyeron no con brillantes formas de libertad,
sino con establecimientos slidos. As, pues, os recomiendo, representantes, el estudio de la Constitucin britnica que es la que parece
destinada a operar el mayor bien posible a los pueblos que la adoptan;
pero por perfecta que sea, estoy muy lejos de proponeros su imitacin
servil. Cuando hablo del Gobierno britnico slo me refiero a lo que
tiene de republicanismo, y a la verdad puede llamarse pura monarqua
un sistema en el cual se reconoce la soberana popular, la divisin y el
equilibrio de los poderes, la libertad civil, de conciencia, de imprenta, y
cuanto es sublime en la poltica: Puede haber ms libertad en ninguna
especie de repblica? Y puede pretenderse a ms en el orden social?
Yo os recomiendo esta Constitucin como la ms digna de servir de
modelo a cuantos aspiran al goce de los derechos del hombre y a toda
la felicidad poltica que es compatible con nuestra frgil naturaleza.
En nada alteraramos nuestras leyes fundamentales si adoptsemos
un Poder Legislativo semejante al Parlamento britnico. Hemos dividido como los americanos la Representacin Nacional en dos Cmaras: la de Representantes y el Senado. La primera est compuesta muy
sabiamente, goza de todas las atribuciones que le corresponden y no es
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De ningn modo sera una violacin de la igualdad poltica la creacin de un Senado hereditario; no es una nobleza la que pretendo establecer porque, como ha dicho un clebre republicano, sera destruir
a la vez la igualdad y la libertad. Es un oficio para el cual se deben
preparar los candidatos, y es un oficio que exige mucho saber y los
medios proporcionados para adquirir su instruccin. Todo no se debe
dejar al acaso y a la ventura de las elecciones: el pueblo se engaa
ms fcilmente que la naturaleza perfeccionada por el arte; y aunque
es verdad que estos senadores no saldran del seno de las virtudes,
tambin es verdad que saldran del seno de una educacin ilustrada.
Por otra parte, los libertadores de Venezuela son acreedores a ocupar
siempre un alto rango en la Repblica que les debe su existencia. Creo
que la posteridad vera con sentimiento anonadado los nombres ilustres de sus primeros bienhechores: digo ms, es del inters pblico,
es de la gratitud de Venezuela, es del honor nacional, conservar con
gloria, hasta la ltima posteridad, una raza de hombres virtuosos, prudentes y esforzados que superando todos los obstculos, han fundado
la Repblica a costa de los ms heroicos sacrificios. Y si el pueblo de
Venezuela no aplaude la elevacin de sus bienhechores, es indigno de
ser libre y no lo ser jams.
Un Senado hereditario, repito, ser la base fundamental del Poder
Legislativo, y por consiguiente ser la base de todo gobierno. Igualmente servir de contrapeso para el gobierno y para el pueblo: ser
una potestad intermedia que embote los tiros que recprocamente se
lanzan estos eternos rivales. En todas las luchas la calma de un tercero
viene a ser el rgano de la reconciliacin, as el Senado de Venezuela
ser la traba24 de este edificio delicado y harto susceptible de impresiones violentas; ser el iris que calmar las tempestades y mantendr la
armona entre los miembros y la cabeza de este cuerpo poltico.
24. Aqu, no en el sentido de impedimento o freno, sino en el de clave, piedra
que cierra y mantiene un arco o una bveda.
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No aspiremos a lo imposible, no sea que por elevarnos sobre la regin de la libertad, descendamos a la regin de la tirana. De la libertad
absoluta se desciende siempre al poder absoluto, y el medio entre estos
dos trminos es la suprema libertad social. Teoras abstractas son las
que producen la perniciosa idea de una libertad ilimitada. Hagamos
que la fuerza pblica se contenga en los lmites que la razn y el inters
prescriben; que la voluntad nacional se contenga en los lmites que un
justo poder le seala; que una legislacin civil y criminal, anloga a
nuestra actual Constitucin, domine imperiosamente sobre el Poder
Judiciario, y entonces habr un equilibrio, y no habr el choque que
embaraza la marcha del Estado, y no habr esa complicacin que traba, en vez de ligar, la sociedad.
Para formar un gobierno estable se requiere la base de un espritu
nacional, que tenga por objeto una inclinacin uniforme hacia dos
puntos capitales: moderar la voluntad general y limitar la autoridad
pblica. Los trminos que fijan tericamente estos dos puntos son de
una difcil asignacin; pero se puede concebir que la regla que debe dirigirlos es la restriccin, y la concentracin recproca a fin de que haya
la menos frotacin posible entre la voluntad y el poder legtimo. Esta
ciencia se adquiere insensiblemente por la prctica y por el estudio. El
progreso de las luces es el que ensancha el progreso de la prctica, y la
rectitud del espritu es la que ensancha el progreso de las luces.
El amor a la patria, el amor a las leyes, el amor a los magistrados,
son las nobles pasiones que deben absorber exclusivamente el alma
de un republicano. Los venezolanos aman la patria, pero no aman sus
leyes; porque stas han sido nocivas y eran la fuente del mal. Tampoco
han podido amar a sus magistrados, porque eran inicuos, y los nuevos
apenas son conocidos en la carrera en que han entrado. Si no hay un
respeto sagrado por la patria, por las leyes y por las autoridades, la
sociedad es una confusin, un abismo; es un conflicto singular de
hombre a hombre, de cuerpo a cuerpo.
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25. La palabra industria tena en aquel tiempo un sentido ms general que hoy. Era
sinnimo de actividad econmica de cualquier clase.
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la virtud entre los griegos y los romanos. Bien puede ser tenido por un
cndido delirio, mas no es imposible, y yo me lisonjeo que no desdearis enteramente un pensamiento que mejorado por la experiencia
y las luces, puede llegar a ser muy eficaz.
Horrorizado de la divergencia que ha reinado y debe reinar entre
nosotros por el espritu sutil que caracteriza al Gobierno Federativo, he
sido arrastrado a rogaros para que adoptis el centralismo y la reunin
de todos los Estados de Venezuela en una Repblica sola e indivisible.
Esta medida, en mi opinin, urgente, vital, redentora, es de tal naturaleza que sin ella el fruto de nuestra regeneracin ser la muerte.
Mi deber es, legisladores, presentaros un cuadro prolijo y fiel de
mi administracin poltica, civil y militar, mas sera cansar demasiado vuestra importante atencin, y privaros en este momento de un
tiempo tan precioso como urgente. En consecuencia, los secretarios
de Estado darn cuenta al Congreso de sus diferentes departamentos,
exhibiendo al mismo tiempo los documentos y archivos que servirn
de ilustracin para tomar un exacto conocimiento del estado real y
positivo de la Repblica.
Yo no os hablara de los actos ms notables de mi mando, si estos
no incumbiesen a la mayora de los venezolanos. Se trata, Seor, de
las resoluciones ms importantes de este ltimo perodo.
La atroz e impa esclavitud cubra con su negro manto la tierra de
Venezuela, y nuestro cielo se hallaba recargado de tempestuosas nubes, que amenazaban un diluvio de fuego. Yo implor la proteccin del
Dios de la humanidad, y luego la redencin disip las tempestades. La
esclavitud rompi sus grillos, y Venezuela se ha visto rodeada de nuevos hijos, de hijos agradecidos que han convertido los instrumentos de
su cautiverio en armas de libertad. S, los que antes eran esclavos ya
son libres; los que antes eran enemigos de una madrastra, ya son defensores de una patria. Encareceros la justicia, la necesidad y la beneficencia de esta medida es superfluo cuando vosotros sabis la historia
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los espectadores, sino que han volado con sus protectores auxilios y
han prestado a la Repblica cuanto ella necesitaba para hacer triunfar
sus principios filantrpicos. Estos amigos de la humanidad son los
genios custodios de la Amrica, y a ellos somos deudores de un eterno
reconocimiento, como igualmente de un cumplimiento religioso a las
sagradas obligaciones que con ellos hemos contrado. La deuda nacional, legisladores, es el depsito de la fe, del honor y de la gratitud de
Venezuela. Respetadla como la Arca Santa, que encierra no tanto los
derechos de nuestros bienhechores, cuanto la gloria de nuestra fidelidad. Perezcamos primero que quebrantar un empeo que ha salvado
la patria y la vida de sus hijos.
La reunin de la Nueva Granada y Venezuela en un grande Estado
ha sido el voto uniforme de los pueblos y gobiernos de estas Repblicas. La suerte de la guerra ha verificado este enlace tan anhelado por
todos los colombianos28; de hecho estamos incorporados. Estos pueblos hermanos ya os han confiado sus intereses, sus derechos, sus
destinos. Al contemplar la reunin de esta inmensa comarca, mi alma
se remonta a la eminencia que exige la perspectiva colosal que ofrece
un cuadro tan asombroso. Volando por entre las prximas edades, mi
imaginacin se fija en los siglos futuros, y observando desde all, con
admiracin y pasmo, la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido esta vasta regin, me siento arrebatado y me parece que ya la veo
en el corazn del universo, extendindose sobre sus dilatadas costas,
entre esos ocanos que la naturaleza haba separado, y que nuestra
patria rene con prolongados y anchurosos canales. Ya la veo servir de
lazo, de centro, de emporio a la familia humana; ya la veo enviando a
todos los recintos de la tierra los tesoros que abrigan sus montaas de
plata y de oro; ya la veo distribuyendo por sus divinas plantas la salud
y la vida a los hombres dolientes del antiguo universo; ya la veo comu28. En el sentido de hispanoamericanos.
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nicando sus preciosos secretos a los sabios que ignoran cun superior
es la suma de las luces a la suma de las riquezas que le ha prodigado la
naturaleza. Ya la veo sentada sobre el trono de la libertad empuando
el cetro de la justicia; coronada por la gloria, mostrar al mundo antiguo
la majestad del mundo moderno.
Dignaos, legisladores, acoger con indulgencia la profesin de mi
conciencia poltica, los ltimos votos de mi corazn y los ruegos fervorosos que a nombre del pueblo me atrevo a dirigiros. Dignaos conceder a Venezuela un gobierno eminentemente popular, eminentemente
justo, eminentemente moral, que encadene la opresin, la anarqua y
la culpa. Un gobierno que haga reinar la inocencia, la humanidad y la
paz. Un gobierno que haga triunfar, bajo el imperio de leyes inexorables, la igualdad y la libertad.
Seor, empezad vuestras funciones: yo he terminado las mas.
Simn Bolvar
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Mediante un decreto expedido en el Rosario de Ccuta,
el 20 de mayo de 1820, el Libertador dicta normas
para restablecer en sus derechos a los indgenas y para fomentar
su progreso econmico y su educacin
SIMN BOLVAR,
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tria y talentos libremente, del modo que ellos elijan sin que se les
impida.
Art. 16 El presente decreto no slo se publicar del modo acostumbrado, sino que los jueces polticos instruirn de su contenido a
los naturales, instndolos a que representen sus derechos aunque sea
contra los mismos jueces y a que reclamen cualquiera infraccin que
se cometa.
Art. 17 El Vicepresidente de Cundinamarca se encarga de su cumplimiento y ejecucin de este decreto.
Dado en el Cuartel General del Rosario de Ccuta, a 20 de mayo
de 1820. 10
Simn Bolvar
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En carta escrita el 26 de mayo de 1820 desde San Cristbal
a su amigo el comerciante britnico Guillermo White
quien se hallaba entonces en la isla de Trinidad, Bolvar
explica los alcances de algunas de las proposiciones
hechas por l en el Discurso de Angostura,
y analiza la situacin diplomtica y militar
San Cristbal, mayo 26 de 1820
Mi querido amigo:
Aprovecho la oportunidad de dirigir a Vd. mi discurso al Congreso, reimpreso en Bogot, para que lo mire con ms indulgencia que
antes.
Me parece que Vd. me critic la creacin de un senado hereditario
y la educacin de los senadores futuros. Lo primero est de acuerdo
con la prctica de todas las repblicas democrticas, y lo segundo me
parece que no est de acuerdo con la razn30. La educacin forma al
hombre moral, y para formar un legislador se necesita ciertamente de
educacin en una escuela de moral, de justicia y de leyes. Vd. me cita a
Inglaterra, como un ejemplo contrario a mi establecimiento, pero en
Inglaterra no se deja de hacer mucho bueno? En cuanto a mi senado
dir que no es una aristocracia ni una nobleza, constituidas la primera
sobre el derecho de mandar la Repblica y la segunda sobre privilegios ofensivos. El oficio de mi senado es temperar la democracia absoluta; es mezclar la forma de un gobierno absoluto con una institucin
30. As se lee en el original. Sin embargo, es posible que se trate de un error del amanuense, pues probablemente lo que Bolvar dict fue: que no est en desacuerdo con
la razn.
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En el discurso pronunciado el 3 de octubre de 1821
ante el Congreso de Ccuta, al tomar posesin
de la Presidencia de la Repblica, Bolvar ratifica
su vocacin de militar y de ciudadano
Seor:
El juramento sagrado que acabo de prestar en calidad de presidente
de Colombia es para m un pacto de conciencia que multiplica mis
deberes de sumisin a la ley y a la patria. Slo un profundo respeto
por la voluntad soberana me obligara a someterme al formidable peso
de la suprema magistratura. La gratitud que debo a los representantes
del pueblo me impone adems la agradable obligacin de continuar
mis servicios por defender con mis bienes, con mi sangre y aun con
mi honor, esta Constitucin que encierra los derechos de dos pueblos
hermanos, ligados por la libertad, por el bien y por la gloria. La Constitucin de Colombia ser junto con la independencia la ara santa, en
la cual har los sacrificios. Por ella marchar a las extremidades de
Colombia a romper las cadenas de los hijos del Ecuador, a convidarlos
con Colombia, despus de hacerlos libres.
Seor, espero que me autoricis para unir con los vnculos de la
beneficencia a los pueblos que la naturaleza y el cielo nos han dado
por hermanos. Completada esta obra de vuestra sabidura y de mi celo,
nada ms que la paz nos puede faltar para dar a Colombia todo: dicha,
reposo y gloria. Entonces, Seor, yo ruego ardientemente, no os mostris sordo al clamor de mi conciencia y de mi honor, que me piden a
grandes gritos que no sea ms que ciudadano. Yo siento la necesidad
de dejar el primer puesto de la Repblica al que el pueblo seale como
al jefe de su corazn. Yo soy el hijo de la guerra; el hombre que los
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En carta oficiosa escrita en Cali el 2 de enero de 1822 al poeta
y estadista ecuatoriano Jos Joaqun de Olmedo quien
presida la Junta de Gobierno de Guayaquil, el Libertador
declara que esta ciudad y su regin, como parte del Ecuador,
deben integrarse a la Gran Repblica de Colombia
Cali, enero 2 de 1822
Al seor Jos Joaqun de Olmedo.
Muy estimado amigo y seor:
No puede Vd. imaginarse con qu placer me acerco a la patria de
Vd., ms por conocer a su digno Jefe que por otro motivo alguno. Sin
atender a los muchos informes favorables de Vd. que todos dan, las
comunicaciones confidenciales, y aun pblicas, le pintan como Vd. es,
franco, noble y generoso. Las cartas que Vd. se ha servido dirigirme me
han llenado siempre de satisfaccin: un verdadero ingenio las marca
como de una pluma tan sencilla como elevada y de un hombre que tiene
la bondad por carcter y lo sublime por divisa. Mucho me duele tener
al mismo tiempo que molestar a un amigo que ya amo. Hablo de las comunicaciones que dirijo tanto al gobierno como al general Sucre35. Por
ellas ver Vd. que exijo el inmediato reconocimiento de la Repblica
de Colombia, porque es una galimata36 la situacin de Guayaquil. Mi
35. El general venezolano Antonio Jos de Sucre, quien haba pasado con un ejrcito
a Guayaquil para dirigir la lucha contra los realistas que an dominaban a Quito. Desde octubre de 1820 Guayaquil se haba sublevado, libertndose de sus gobernantes
espaoles.
36. Galimatas: lenguaje confuso y, por extensin, situacin complicada y enrevesada.
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entrada en ella en tal estado sera un ultraje para m y una lesin a los
derechos de Colombia.
Vd. sabe, amigo, que una ciudad con un ro no puede formar una
nacin: que tal absurdo sera un sealamiento de un campo de batalla para dos Estados belicosos que lo rodean. Vd. sabe los sacrificios
que hemos hecho en medio de nuestros propios apuros por auxiliar a
Guayaquil, que Colombia ha enviado all sus tropas para defenderla;
mientras que el Per ha pedido auxilios a ella. Quito no puede existir
sin el Puerto de Guayaquil, lo mismo Cuenca y Loja. Las relaciones de
Guayaquil son todas con Colombia. Tumbes es el lmite del Per y por
consiguiente la naturaleza nos ha dado a Guayaquil. Que no se diga
que una insurreccin espontnea ha variado los derechos: en muchas
pocas muchas ciudades han hecho otro tanto y no mostraron deseos
extravagantes. Maracaibo ha dado el ejemplo de lo que se debe hacer
y no ha imitado a Guayaquil.
Todo lo que el derecho ms lato permite a un pueblo comprendido
bajo una asociacin, o bajo lmites naturales, es la completa y libre
representacin en la Asamblea Nacional. Toda otra pretensin es contraria a los derechos sociales. Adems la poltica y la guerra tienen sus
leyes, que no se pueden quebrantar sin dislocar el orden social. Por
stas y otras muchas consideraciones me he determinado a no entrar
en Guayaquil, sino despus de ver tremolar la bandera de Colombia,
y yo me lisonjeo que Vd. emplear todo el influjo de su mrito, saber
y dignidad para que no se d a Colombia un da de luto, sino por el
contrario sea Guayaquil para nuestra patria el vnculo de la libertad
del Sur, y el modelo ms sublime de una profunda poltica y de una
moderacin inimitable.
El general Sucre comunicar a Vd. las rdenes que tiene para
aprontar los preparativos de la prxima campaa. Este ser el ltimo
y el ms glorioso esfuerzo de los pueblos de Colombia para conseguir
los nicos bienes, paz, gloria y libertad.
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Carta particular fechada en Guayaquil el 29 de julio
de 1822, donde le explica al vicepresidente
Francisco de Paula Santander lo tratado con el Protector del
Per, general Jos de San Martn,
durante la entrevista sostenida das antes en Guayaquil
Guayaquil, 29 de julio de 1822
A S.E. el general F. de P. Santander.
Mi querido General:
Antes de ayer por la noche parti de aqu el general San Martn,
despus de una visita de treinta y seis o cuarenta horas; se puede llamar visita propiamente, porque no hemos hecho ms que abrazarnos,
conversar y despedirnos. Yo creo que l ha venido por asegurarse de
nuestra amistad, para apoyarse con ella con respecto a sus enemigos
internos y externos. Lleva 1.800 colombianos en su auxilio, fuera de
haber recibido la baja de sus cuerpos por segunda vez, lo que nos ha
costado ms de 600 hombres: as recibir el Per 3.000 hombres de
refuerzo, por lo menos.
El Protector me ha ofrecido su eterna amistad hacia Colombia;
intervenir en favor del arreglo de lmites; no mezclarse en los negocios de Guayaquil; una federacin37 completa y absoluta aunque no
sea ms que con Colombia, debiendo ser la residencia del Congreso
Guayaquil; ha convenido en mandar un diputado por el Per a tratar,
37. Debe entenderse una federacin entre Estados (el Per y la Gran Colombia, en
este caso), o sea una Confederacin. En el mismo sentido est empleada la palabra
poco ms lejos.
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partido de todo. No es para m este elogio, sino para el que sabe lisonjear a tiempo, aunque sea al cuerdo. La Prueba y la Venganza no
estaran hoy en el Per, sin la poltica de San Martn: pero ya no hay
ms que esperar de estos bobos y ahora le echa la culpa a ellos.
Gracias a Dios, mi querido General, que he logrado con mucha
fortuna y gloria cosas bien importantes: primera, la libertad del Sur;
segunda, la incorporacin a Colombia de Guayaquil, Quito y las otras
provincias; tercera, la amistad de San Martn y del Per para Colombia; y cuarta, salir del ejrcito aliado que va a darnos en el Per gloria
y gratitud, por aquella parte. Todos quedan agradecidos, porque a
todos he servido, y todos nos respetan, porque a nadie he cedido. Los
espaoles mismos van llenos de respeto y de reconocimiento al Gobierno de Colombia. Ya no me falta ms, mi querido amigo, si no es
poner a salvo el tesoro de mi prosperidad, escondindolo en un retiro
profundo, para que nadie me lo pueda robar: quiero decir que ya no
me falta ms que retirarme y morir. Por Dios, que no quiero ms: es
por la primera vez que no tengo nada que desear y que estoy contento
con la fortuna.
El coronel Lara va mandando estos cuerpos y despus seguir el
general Valds; es cuanto en esta ocasin tengo que participar a Vd. y
quedo siempre de Vd. de corazn.
Bolvar
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Convocatoria del Congreso de Panam, firmada
por el Libertador en Lima el 7 de diciembre de 1824,
dos das antes de la batalla de Ayacucho. Como jefe
de Estado del Per, dirige esta comunicacin a cada uno
de los gobiernos siguientes: el de Colombia la Grande,
el de Mxico, el del Ro de la Plata (Argentina), el de Chile,
el de Amrica Central (llamada entonces Guatemala)
Lima, 7 de diciembre de 1824
Grande y buen amigo:
Despus de quince aos de sacrificios consagrados a la libertad de
Amrica por obtener el sistema de garantas que, en paz y guerra, sea
el escudo de nuestro nuevo destino, es tiempo ya de que los intereses
y las relaciones que unen entre s a las repblicas americanas, antes
colonias espaolas, tengan una base fundamental que eternice, si es
posible, la duracin de estos gobiernos.
Entablar aquel sistema y consolidar el poder de este gran cuerpo
poltico, pertenece al ejercicio de una autoridad sublime que dirija la
poltica de nuestros gobiernos, cuyo influjo mantenga la uniformidad
de sus principios, y cuyo nombre slo calme nuestras tempestades.
Tan respetable autoridad no puede existir sino en una asamblea de
plenipotenciarios, nombrados por cada una de nuestras repblicas y
reunidos bajo los auspicios de la victoria obtenida por nuestras armas
contra el poder espaol.
Profundamente penetrado de estas ideas, invit en 1822, como
presidente de la repblica de Colombia, a los gobiernos de Mxico,
Per, Chile y Buenos Aires, para que formsemos una confederacin y
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destino, registrarn con respeto los protocolos del Istmo. En l encontrarn el plan de las primeras alianzas, que trazar la marcha de
nuestras relaciones con el universo. Qu ser entonces del istmo de
Corinto comparado con el de Panam?
Dios guarde a V.E.
Vuestro grande y buen amigo,
Simn Bolvar
El ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores,
Jos Snchez Carrin
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Proclama del Libertador a los soldados del ejrcito vencedor
en Ayacucho, expedida en Lima el 25 de diciembre
de 1824; la causa de los derechos del hombre ha triunfado
sobre la opresin
SIMN BOLVAR,
Libertador Presidente de Colombia y Encargado del Poder
Dictatorial del Per, etc., etc., etc.
A los soldados del Ejrcito vencedor en Ayacucho:
Soldados:
Habis dado la libertad a la Amrica meridional, y una cuarta parte del mundo es el monumento de vuestra gloria: dnde no habis
vencido?
La Amrica del Sur est cubierta de los trofeos de vuestro valor;
pero Ayacucho, semejante al Chimborazo, levanta su cabeza erguida
sobre todos.
Soldados: Colombia os debe la gloria que nuevamente le dais; el
Per, vida, libertad y paz. La Plata y Chile tambin os son deudores
de inmensas ventajas. La buena causa, la causa de los derechos del
hombre, ha ganado con vuestras armas su terrible contienda contra los
opresores; contemplad, pues, el bien que habis hecho a la humanidad
con vuestros heroicos sacrificios.
Soldados: recibid la ilimitada gratitud que os tributo a nombre
del Per. Yo os ofrezco igualmente que seris recompensados, como
merecis, antes de volveros a vuestra hermosa patria. Mas, no, jams seris recompensados dignamente: vuestros servicios no tienen
precio.
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Soldados peruanos: vuestra patria os contar siempre entre los primeros salvadores del Per.
Soldados colombianos: centenares de victorias alargan vuestra
vida hasta el trmino del mundo.
Cuartel General en Lima, a 25 de diciembre de 1824. 14
Bolvar
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18
Concluida prcticamente en Ayacucho la guerra,
el Libertador le expone al general Santander sus ideas
sobre la unin de los pases hispanoamericanos
mediante el Congreso de Panam
Lima, 6 de enero de 1825
A S.E. el general F. de P. Santander.
Mi querido General:
Hace tres das que haba empezado una carta muy larga para Vd., y
despus de tener escrito lo principal, se ha perdido. Este accidente me
tiene incmodo, porque no s el uso que se podr hacer de dicha carta
y porque no s si me acordar de lo que dije en ella.
El objeto que ms me llama la atencin en el da es la tranquilidad
interior de Amrica, sobre esto hablaba a Vd. largusimamente, y ya
Vd. ve que la materia es fecunda, comprensiva adems de muchos
puntos remotos. Cada da me convenzo ms de que es necesario darle
a nuestra existencia una base de garanta. Veo la guerra civil y los
desrdenes volar por todas partes, de un pas a otro, mis dioses patrios
devorados por el incendio domstico. Hablo de Venezuela, mi querido
pas. Esta consideracin me ocupa noche y da; porque contemplo
que el primer desorden que all nazca destruye para siempre hasta la
esperanza, porque all el mal ser radical y penetra luego a la sangre;
vuelvo, pues, a mi primer proyecto como nico remedio: la federacin38. Esta federacin me parece a m un templo de asilo contra las
38. En el sentido de Confederacin entre Estados. Vase la nota 37.
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Istmo, y que deseo una respuesta de Vd. sobre este captulo, para saber
si debo o no contar sobre esta operacin en lo futuro. No se olvide
Vd. nunca que la tranquilidad del Sur de Colombia estar siempre
pendiente de la del Per; y que nuestro frente est en el Norte, y todas
nuestras atenciones lo mismo; por consiguiente, ms bien debemos
contar con el Sur para auxilios que para cuidados. Repito que esto
es capital y que lo tengo muy bien meditado. Me parece que se lo he
comunicado a Vd. antes de ahora y algunas veces.
Somos 7:
Hemos recibido el correo de Colombia que no trae cosa de mayor
importancia. El de Mxico tambin ha llegado hoy, es decir, una correspondencia de Acapulco, que nos trae la confirmacin de la muerte
de Iturbide y el nombramiento de Victoria43 a ser presidente. Todo esto
es muy bueno y aun lo mejor que podra suceder.
Vd. sabr lo que le dice Castillo con respecto a las tropas y a la marina. No digo nada de esto, pues que ya es intil casi todo por la Batalla de Ayacucho. Hoy mismo he dicho que no vengan ms tropas de
Colombia. El ministro dice que hay temores de expedicin por all.
Si Vds. quieren tropas del Per, pdanlas y digan por dnde se han de
llevar. Creo que el Istmo ser siempre el mejor trnsito; pero all se deben poner buques oportunamente por parte de Chagres. Se ha gastado
mucho dinero con la tal expedicin que, segn dice Castillo, de nada
vale, que ya poco nos servir. Lo mismo ser probablemente con la escuadra, que nos come el alma, para no batir a el Asia ni a nada. Parece
que lo que ms cuesta, es lo que menos sirve. Se confirma la noticia de
que el Asia se va para Filipinas, de lo que me alegro mucho.
43. En el original, por error, se repite aqu el nombre de Iturbide. Se corrige este lapsus
del amanuense o del propio dictante, pues el sucesor de Iturbide fue el prcer mexicano
Guadalupe Victoria, como lo dice Bolvar ms adelante en esta carta.
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Parece que Victoria es un grande hombre, segn dicen los papeles. Es una buena prenda la que l tiene en no haber representado
papel alguno en los negocios de Iturbide. Esto prueba moderacin de
principios.
La muerte de Iturbide es el tercer tomo de la historia de los prncipes americanos. Dessalines, Cristbal y l se han igualado por el
fin. El emperador del Brasil puede seguirlos, y los aficionados tomar
ejemplo. El tal Iturbide ha tenido una carrera algo meterica, brillante
y pronta como una brillante exhalacin. Si la fortuna favorece la audacia, no s por qu Iturbide no ha sido favorecido, puesto que en todo
la audacia lo ha dirigido. Siempre pens que tendra el fin de Murat.
En fin, este hombre ha tenido un destino singular, su vida sirvi a la
libertad de Mxico y su muerte a su reposo. Confieso francamente
que no me canso de admirar que un hombre tan comn como Iturbide
hiciese cosas tan extraordinarias. Bonaparte estaba llamado a hacer
prodigios. Iturbide no; y por lo mismo los hizo mayores que Bonaparte. Dios nos libre de su suerte, as como nos ha librado de su carrera, a
pesar de que no nos libraremos jams de la misma ingratitud. El parte
del oficial tiene una expresin al fin bastante tierna cuando ofrece a su
patria el sacrificio de su dolor al ejecutar la sentencia del Congreso.
Adis, mi querido General, mucho deseo salir de la carrera pblica,
dejando antes establecida la felicidad del pas. Dirjame la adjunta
para Santana, de Caracas.
Soy de Vd. de corazn.
Bolvar
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19
El 10 de febrero de 1825, en Lima, Simn Bolvar
devuelve al Congreso del Per los poderes dictatoriales
que ste le haba conferido el ao anterior cuando
la existencia de la Repblica estaba en juego.
Obtenidas las victorias que sellaron la Independencia
Junn y Ayacucho, el Libertador restaura el Estado
de Derecho en el Per
Legisladores: hoy es el da del Per, porque hoy no tiene un dictador. El Congreso salv la patria cuando transmiti al Ejrcito Libertador la sublime autoridad que le haba confiado el pueblo, para que lo
sacase del caos y de la tirana. El Congreso llen altamente su deber
dando leyes sabias en la Constitucin republicana, que mand cumplir. El Congreso, dimitindose de esa autoridad inenajenable que el
pueblo mismo apenas poda prestar, ha dado el ejemplo ms extraordinario de desprendimiento y de patriotismo. Consagrndose a la salud
de la patria, y destruyndose a s mismo, el Congreso constituy al
Ejrcito en el augusto encargo de dar libertad al Estado, de salvar sus
flamantes leyes y de lavar con la sangre de los tiranos las manchas que
la nacin haba recibido de esos hombres nefandos, a quienes se haba
confiado la autoridad de regirla.
Me es imposible expresar la inmensidad de gloria que me ha dado
el Congreso encargndome de los destinos de su patria. Como representante yo del Ejrcito Libertador, me atrev a recibir la formidable
carga que apenas podran sobrellevar todos mis compaeros de armas;
pero la virtud y el valor de estos nclitos guerreros, me animaron a
aceptarla. Ellos han cumplido la celeste misin que les confi el Con
greso: en Junn y Ayacucho han derramado la libertad por todo el
mbito del imperio que fue de Manco Cpac; han roto el yugo y las
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44. El Alto Per, que poco despus se constituy en Repblica independiente con el
nombre de Bolivia.
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20
A propsito del destino de las provincias entonces
llamadas Alto Per (hoy Bolivia), el Libertador le expone
al general Sucre sus ideas sobre el principio jurdicodiplomtico del uti possidetis, el cual consista, en sustancia,
en que las nuevas naciones hispanoamericanas deban
constituirse en los lmites de las grandes divisiones
del Imperio espaol en Amrica
Lima, 21 de febrero de 1825
Seor general Antonio Jos de Sucre.
Mi querido General:
He recibido la carta de Vd. de Puno del 1 de febrero con mucho
gusto, porque s de Vd. y del estado de las cosas.
Me parece que el negocio del Alto Per no tiene inconveniente
alguno militar, y en cuanto a lo poltico, para Vd. es muy sencillo: Vd.
est a mis rdenes con el ejrcito que manda y no tiene que hacer sino
lo que le mando. El Ejrcito de Colombia ha venido aqu a mis rdenes,
para que, como jefe del Per, le d direccin y haga con l la guerra a
los espaoles. Vd. manda el ejrcito como general de Colombia, pero
no como jefe de nacin, y yo sin mandar el ejrcito como general, lo
mando como auxiliar de la nacin que presido. Esto lo digo en respuesta a los compromisos de que Vd. habla. Yo no le doy rdenes como jefe
de Colombia, porque no lo soy, pero s como jefe del territorio que est
en guerra con el Alto Per, no habiendo lmites entre enemigos.
Ni Vd., ni yo, ni el Congreso mismo del Per, ni de Colombia, podemos romper y violar la base del derecho pblico que tenemos recoBIBLIOTECA AYACUCHO
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nocido en Amrica. Esta base es que los gobiernos republicanos se fundan entre los lmites de los antiguos virreinatos, capitanas generales,
o presidencias como la de Chile. El Alto Per es una dependencia del
virreinato de Buenos Aires: dependencia inmediata como la de Quito
de Santaf. Chile, aunque era dependencia del Per, ya estaba separado del Per algunos aos antes de la revolucin, como Guatemala de
Nueva Espaa. As es que ambas a dos de estas presidencias han podido
ser independientes de sus antiguos virreinatos; pero Quito ni Charcas
pueden serlo en justicia, a menos que, por un convenio entre partes, por
resultado de una guerra o de un congreso, se logre entablar y concluir un
tratado. Segn dice, Vd. piensa convocar una asamblea de dichas provincias. Desde luego, la convocacin misma es un acto de soberana.
Adems, llamando Vd. estas provincias a ejercer su soberana, las separa de hecho de las dems provincias del Ro de la Plata. Desde luego,
Vd. lograr con dicha medida la desaprobacin del Ro de la Plata, del
Per y de Colombia misma, que no puede ver ni con indiferencia siquiera que Vd. rompa los derechos que tenemos a la presidencia de Quito
por los antiguos lmites del antiguo virreinato. Por supuesto, Buenos
Aires tendr mucha justicia, y al Per no le puede ser agradable que con
sus tropas se haga una operacin poltica sin consultarlo siquiera.
Vd. tiene una moderacin muy rara: no quiere ejercer la autoridad
de general cual le corresponde, ejerciendo de hecho el mando del pas
que sus tropas ocupan, y quiere, sin embargo, decidir una operacin
que es legislativa. Yo sentira mucho que la comparacin fuese odiosa, pero se parece a lo de San Martn en el Per: le pareca muy fuerte
la autoridad de general libertador y, por lo mismo se meti a dar un
estatuto provisorio, para lo cual no tena autoridad. Le dir a Vd., con
la franqueza que Vd. debe perdonarme, que Vd. tiene la mana de la
delicadeza, y que esta mana le ha de perjudicar a Vd. como en El
Callao. Entonces quedaron todos disgustados con Vd. por delicado, y
ahora va a suceder lo mismo.
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Vd. crame, General, nadie ama la gloria de Vd. tanto como yo. Jams un jefe ha tributado ms gloria a un subalterno. Ahora mismo se
est imprimiendo una relacin de la vida de Vd. hecha por m, en que,
cumpliendo con mi conciencia, le doy a Vd. cuanto merece45. Esto lo
digo para que Vd. vea que soy justo, desapruebo lo que no me parece
bien, al mismo tiempo que admiro lo que es sublime.
Yo he dicho a Vd. de oficio lo que Vd. debe hacer, y ahora lo repito:
sencillamente se reduce a ocupar el pas militarmente y esperar rdenes del gobierno. Ahora mismo est el Congreso tratando sobre las
instrucciones que debe darme con respecto al Alto Per. Todava no s
cul ser su determinacin; pero, sea la que fuere, yo no har ms que
mi deber, sin meterme a consideraciones en que no debo.
Dentro de muy pocos das me voy para all y llevar las tales rdenes del Congreso.
Todo lo que Vd. me dice con respecto a las tropas me parece muy
bien.
Vd. ver por la gaceta que el Congreso me ha recompensado excesivamente. As no me parece bien lo que Vd. me dice para darme el
ttulo de Libertador; sin merecerlo, antes me lo haban dado. De todos
modos doy a Vd. las gracias por su fineza.
Dentro de tres o cuatro das empezar el bloqueo y sitio del Callao.
Ya tenemos aqu ms de 3.000 hombres para emprender esta operacin.
En este momento acabo de saber que en el Congreso hay buenas
opiniones con respecto al Alto Per, llamo buenas las que se inclinan
a no agregarlo al Per; porque sta es la base de nuestro derecho pblico. Por lo dems, dicen que se ocupe el pas militarmente hasta que se
decida su suerte de un modo legal y legtimo. Yo creo que esto es lo que
45. Alude al Resumen sucinto de la vida del general Sucre, que el Libertador escribi
y mand imprimir en Lima en 1825.
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En el Cuzco, el Libertador dicta el 4 de julio de 1825
un decreto en el cual se proclaman los derechos del indio
como ciudadano y se prohben las prcticas de explotacin
a que se le tena sometido desde siglos atrs
SIMN BOLVAR,
Libertador Presidente de la Repblica de Colombia, Libertador
de la del Per y Encargado del Supremo Mando de ella, etc., etc.
CONSIDERANDO:
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DECRETO:
48. Alude a la institucin del juicio de residencia, de origen colonial, que sola segursele a los funcionarios de cierta categora al concluirse su mandato.
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El primer deber del gobierno es dar educacin
al pueblo, declara Bolvar al comienzo de su decreto
de 11 de diciembre de 1825, expedido en Chuquisaca,
mediante el cual organiza el sistema educativo
de la nueva nacin boliviana
SIMN BOLVAR,
49. Lo era Simn Rodrguez, pedagogo y socilogo venezolano, quien haba viajado
hasta Bolivia con su antiguo alumno Simn Bolvar.
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De la obra pa Paria fundada por D. Lorenzo Aldana. 3 De los monasterios que se supriman.
11 Que todos estos fondos se renan bajo una sola administracin
en cada departamento sujeta a una direccin general.
12 Que para estas administraciones se nombren por el Gobierno
personas de responsabilidad y con fianzas abonadas, a cuyo cargo
estn el arrendamiento de las fincas y la recaudacin de las rentas que
produzcan, sealndoles por su trabajo el cinco por ciento sobre el
total de las rentas que recauden.
13 Que la Direccin general tenga una competente dotacin.
14 Que los administradores depositen por ahora en las cajas pblicas las rentas de su cargo, as como las recauden, partida por partida
segn se cumplan los plazos.
15 Que este depsito est absolutamente separado de todo otro,
y que en ningn caso se haga de l otro uso que aquel para el que est
destinado.
16 El Gobierno se compromete a sealar en favor de la educacin
todos los ahorros que en lo sucesivo puedan hacerse en el arreglo de
otros ramos de administracin pblica.
17 El Secretario General interino queda encargado de la ejecucin
de este decreto. Imprmase, publquese y circlese. Dado en el Palacio
de Gobierno en Chuquisaca51, a 11 de diciembre de 1825.
Simn Bolvar
Por orden de Su Excelencia,
Felipe Santiago Estens
51. Chuquisaca, la llamada ciudad de los cuatro nombres: Charcas, La Plata, Chuquisaca, hoy Sucre.
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En una fecha no bien determinada, pero que corresponde
a los meses iniciales de 1826, el Libertador anota en un
borrador algunas ideas fundamentales acerca de los objetivos
del Congreso que est por reunirse en el istmo de Panam.
Es el documento denominado Un Pensamiento sobre
el Congreso de Panam, donde, ms all de la diplomacia,
del equilibrio de los poderes, del papel de las naciones
hispanoamericanas y de Inglaterra, apuntan tres fines
esenciales: la paz, el desarrollo y la reforma social
UN PENSAMIENTO SOBRE EL CONGRESO DE PANAM. 1826
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4 El orden interno se conservara intacto entre los diferentes Estados y dentro de cada uno de ellos.
5 Ninguno sera dbil con respecto a otro; ninguno sera ms fuerte.
6 Un equilibrio perfecto se establecera en este verdadero nuevo
orden de cosas.
7 La fuerza de todos concurrira al auxilio del que sufriese por
parte del enemigo externo o de las facciones anrquicas.
8 La diferencia de origen y de colores perdera su influencia y
poder.
9 La Amrica no temera ms a ese tremendo monstruo que ha
devorado a la isla de Santo Domingo; ni tampoco temera la preponderancia numrica de los primitivos habitadores.
10 La reforma social, en fin, se habra alcanzado bajo los santos
auspicios de la libertad y de la paz, pero la Inglaterra debera tomar
necesariamente en sus manos el fiel de esta balanza.
La Gran Bretaa alcanzara, sin duda, ventajas considerables por
este arreglo.
1 Su influencia en Europa se aumentara progresivamente y sus
decisiones vendran a ser las del destino.
2 La Amrica le servira como de un opulento dominio de comercio.
3 Sera para la Amrica el centro de sus relaciones entre el Asia y
la Europa.
4 Los ingleses se consideraran iguales a los ciudadanos de Amrica.
5 Las relaciones mutuas entre los dos pases lograran con el tiempo ser unas mismas.
6 El carcter britnico y sus costumbres las tomaran los americanos por los objetos normales de su existencia futura.
7 En la marcha de los siglos, podra encontrarse, quiz, una sola
nacin cubriendo el universo la federal.
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En carta particular al general Antonio Gutirrez de La Fuente,
quien se hallaba en Arequipa, el Libertador le expone
su proyecto de confederacin entre Colombia la Grande,
el Per y Bolivia, basado en la adopcin de la
Constitucin Boliviana
Magdalena, 12 de mayo de 1826
Seor general don Antonio Gutirrez de la Fuente.
Mi querido General:
Al fin he terminado la Constitucin de Bolivia, y mando a mi edecn a que la lleve al general Sucre, para que l la presente al Congreso
del Alto Per. Es, pues, llegado el momento que yo diga a Vd. que esta
Constitucin va a ser el arca que nos ha de salvar del naufragio que nos
amenaza por todas partes, sobre todo, por aquella por donde Vd. menos piense. Ahora pocos das ha llegado el seor Pando, de Panam,
y el cuadro que me ha hecho de los negocios en general, y de la situacin actual de Colombia, ha excitado toda mi atencin, y por algunos
das me ha tenido sumergido en las ms angustiadas meditaciones.
Ha de saber Vd. que los partidos tienen dividida a Colombia; que la
hacienda est perdida; que las leyes abruman; que los empleados se
aumentan con la decadencia del tesoro, y, ltimamente, ha de saber
que en Venezuela claman por un imperio. Este es el verdadero estado
de cosas por all, trazado muy a la carrera; pero lo bastante para que
Vd. pueda calcular lo que yo siento en tan complicadas circunstancias. No es esto todo, mi querido general; lo peor es que quedando las
cosas como van ahora, en el Per tambin suceder lo mismo con el
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curso del tiempo, y que, en una y otra parte, veremos perderse la obra
de nuestros sacrificios y de nuestra gloria. Despus de haber pensado
infinito, hemos convenido entre las personas de mejor juicio y yo, que
el nico remedio que podemos aplicar a tan tremendo mal es una federacin general entre Bolivia, el Per y Colombia, ms estrecha que la
de los Estados Unidos, mandada por un presidente y vicepresidente y
regida por la Constitucin boliviana, que podr servir para los estados
en particular y para la federacin en general, hacindose aquellas variaciones del caso. La intencin de este pacto es la ms perfecta unidad
posible bajo de una forma federal. El gobierno de los estados federales
o particulares quedar al vicepresidente con sus dos cmaras para todo
lo relativo a religin, justicia, administracin civil, economa y, en fin,
todo lo que no sea relaciones exteriores y guerra. Cada departamento
mandar un diputado al Congreso Federal y estos se dividirn en las
secciones correspondientes, teniendo en cada seccin un tercio de diputados de cada Repblica. Estas tres cmaras, con el vicepresidente
y los secretarios de estado, que sern escogidos en toda la Repblica,
gobernarn la federacin. El Libertador, como Jefe Supremo, marchar cada ao a visitar los departamentos de cada estado. La capital
ser un punto cntrico. Colombia deber dividirse en tres Estados,
Cundinamarca, Venezuela y Quito; la federacin llevar el nombre
que se quiera; habr una bandera, un ejrcito y una sola nacin. De
cualquier modo que sea, es indispensable que se d principio a este
plan por Bolivia y el Per, como que, por sus relaciones y situacin
local, se necesitan ms uno a otro. Despus me ser fcil hacer que
Colombia adopte el nico partido que le queda de salvacin. Unidos
el Alto y Bajo Per52, Arequipa ser la capital de uno de los grandes
departamentos que se formen a manera de los tres de Colombia.
52. El Alto Per era el nombre que tena el territorio donde se estableci la Repblica
de Bolivia. O sea, que Bolivia y Alto Per equivalan a lo mismo. En cuanto al
Bajo Per, era el territorio que hoy simplemente llamamos Per.
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En su mensaje al Congreso de Bolivia,
fechado en Lima el 25 de mayo de 1826, el Libertador
analiza el Proyecto de Constitucin Boliviana redactado por
l que en esa fecha enva tambin al mencionado Congreso
Legisladores! Al ofreceros el Proyecto de Constitucin para Bolivia, me siento sobrecogido de confusin y timidez porque estoy persuadido de mi incapacidad para hacer leyes. Cuando yo considero que
la sabidura de todos los siglos no es suficiente para componer una Ley
fundamental que sea perfecta, y que el ms esclarecido legislador es la
causa inmediata de la infelicidad humana, y la burla, por decirlo as, de
su ministerio divino qu deber deciros del soldado que, nacido entre
esclavos y sepultado en los desiertos de su patria, no ha visto ms que
cautivos con cadenas, y compaeros con armas para romperlas? Yo
Legislador! Vuestro engao y mi compromiso se disputan la preferencia: no s quin padezca ms de este horrible conflicto; si vosotros
por los males que debis temer de las leyes que me habis pedido, o yo
del oprobio a que me condenis por vuestra confianza.
He recogido todas mis fuerzas para exponeros mis opiniones sobre el modo de manejar hombres libres, por los principios adoptados
entre los pueblos cultos; aunque las lecciones de la experiencia slo
muestran largos perodos de desastres, interrumpidos por relmpagos
de ventura. Qu guas podremos seguir a la sombra de tan tenebrosos
ejemplos?
Legisladores! Vuestro deber os llama a resistir el choque de dos
monstruosos enemigos que recprocamente se combaten, y ambos os
atacarn a la vez: la tirana y la anarqua forman un inmenso ocano de
opresin, que rodea a una pequea isla de libertad, embatida perpetuamente por la violencia de las olas y de los huracanes, que la arrastran sin
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cesar a sumergirla. Mirad el mar que vais a surcar con una frgil barca,
cuyo piloto es tan inexperto.
El Proyecto de Constitucin para Bolivia est dividido en cuatro
Poderes Polticos, habiendo aadido uno ms, sin complicar por esto
la divisin clsica de cada uno de los otros. El Electoral ha recibido
facultades que no le estaban sealadas en otros gobiernos que se estiman entre los ms liberales. Estas atribuciones se acercan en gran
manera a las del sistema federal. Me ha parecido no slo conveniente
y til, sino tambin fcil, conceder a los representantes inmediatos del
pueblo los privilegios que ms pueden desear los ciudadanos de cada
departamento, provincia o cantn. Ningn objeto es ms importante a
un ciudadano que la eleccin de sus legisladores, magistrados, jueces
y pastores. Los Colegios Electorales de cada provincia representan
las necesidades y los intereses de ellas y sirven para quejarse de las
infracciones de las leyes y de los abusos de los magistrados. Me atrevera a decir con alguna exactitud que esta representacin participa de
los derechos de que gozan los gobiernos particulares de los Estados
federados. De este modo se ha puesto nuevo peso a la balanza contra el
Ejecutivo; y el Gobierno ha adquirido ms garantas, ms popularidad
y nuevos ttulos, para que sobresalga entre los ms democrticos.
Cada diez ciudadanos nombran un elector; y as se encuentra la nacin representada por el dcimo de sus ciudadanos. No se exigen sino
capacidades, ni se necesita poseer bienes, para representar la augusta
funcin del Soberano; mas debe saber escribir sus votaciones, firmar
su nombre y leer las leyes. Ha de profesar una ciencia, o un arte que le
asegure un alimento honesto. No se le ponen otras exclusiones que las
del crimen o de la ociosidad, y de la ignorancia absoluta. Saber y honradez, no dinero, es lo que requiere el ejercicio del Poder Pblico.
El Cuerpo Legislativo tiene una composicin que lo hace necesariamente armonioso entre sus partes: no se hallar siempre dividido
por falta de un juez rbitro, como sucede donde no hay ms que dos
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Con el objeto de resolver la crisis en que se debata
la Gran Colombia en 1826 y 1827, se reuni una Gran
Convencin Nacional, la cual abri sus sesiones en la ciudad
de Ocaa a comienzos de abril de 1828. Desde el 29
de febrero de ese ao tena preparado Bolvar el mensaje
que hizo presentar oportunamente ante la Gran Convencin,
pues l no fue a Ocaa. Ese mensaje constituye una
conmovedora radiografa de la situacin de la Repblica
en aquellos tiempos calamitosos
A LOS REPRESENTANTES DEL PUEBLO
EN LA CONVENCIN NACIONAL
Conciudadanos:
Os congratulo por la honra que habis merecido de la nacin, confindoos sus altos destinos. Al representar la legitimidad de Colombia
os hallis revestidos de los poderes ms sublimes. Tambin participo
yo de la mayor ventura devolvindoos la autoridad que se haba depositado en mis cansadas manos; tocan a los queridos del pueblo las
atribuciones soberanas, los derechos supremos, como delegados del
omnipotente augusto de quien soy sbdito y soldado. En qu potestad ms eminente depondra yo el bastn de presidente y la espada
de general? Disponed libremente de estos smbolos de mando y de
gloria en beneficio de la causa popular, sin atender a consideraciones
personales que os impidieran una reforma perfecta.
Constituido por mis deberes a manifestaros la situacin de la Repblica, tendr el dolor de ofreceros el cuadro de sus aflicciones. No
juzguis que los colores que empleo los ha encendido la exageracin,
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pesar de que se encarg a ste velar de continuo en la pronta y cumplida administracin de justicia, se le cometi el encargo sin proveerle
de medios para descubrir cundo fuese oportuna su intervencin, ni
declararle hasta qu punto pudiese extenderse. Aun la facultad de elegir, entre personas aptas, se le ha coartado.
No satisfechos con esta exaltacin hemos dado por leyes posteriores a los tribunales civiles una absoluta supremaca en los juicios
militares, contra toda prctica uniforme de los siglos, derogatoria de
la autoridad que la constitucin atribuye al Presidente y destructora
de la disciplina que es el fundamento de una milicia de lnea. Las leyes posteriores en la parte judicial han extendido, hasta donde nunca
debi ser, el derecho de juzgar. A consecuencia de la ley de procedimiento se han complicado las lites. Por todas partes se han establecido
nuevos juzgados y tribunales de cantn, por cuya reforma claman los
miserables pueblos, que enredan y sacrifican en provecho de los jue
ces. Repetidas ocasiones han decidido de la buena o mala aplicacin
de la ley cortes superiores, compuestas casi exclusivamente de legos.
El Ejecutivo ha odo lastimosos reclamos contra el artificio o prevaricacin de los jueces, y no ha tenido medios para castigarlos: ha visto
la hacienda pblica vctima de la ignorancia y de la malicia de los
tribunales, y no ha podido aplicar el remedio.
La acumulacin de todos los ramos administrativos en los agentes
naturales que el Ejecutivo tiene en los departamentos aumenta su impotencia, porque el intendente, jefe del orden civil y de la seguridad
interior, se halla recargado de la administracin de las rentas nacionales, cuyo cuidado exige muchos individuos, slo para impedir su deterioro. No obstante que esta acumulacin parece conveniente, no lo es
sino con respecto a la autoridad militar; que debera estar reunida en
los departamentos martimos a la civil, y la civil separada de la de rentas, para que cada uno de estos ramos sirva de un modo satisfactorio
al pueblo y al Gobierno.
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Las municipalidades, que seran tiles como consejo de los gobernadores de provincia, apenas han llenado sus verdaderas funciones;
algunas de ellas han osado atribuirse la soberana que pertenece a la
nacin, otras han formado la sedicin; y casi todas las nuevas, ms
han exasperado que promovido el abasto, el ornato y la salubridad de
sus respectivos municipios. Tales corporaciones no son provechosas
al servicio a que se les ha destinado: han llegado a hacerse odiosas
por las gabelas56 que cobran, por la molestia que causan a los electos
que las componen, y porque en muchos lugares no hay siquiera con
quien reemplazarlas. Lo que las hace principalmente perjudiciales es
la obligacin en que pone a los ciudadanos de desempear una judicatura anual, en que emplean su tiempo y sus bienes, comprometiendo
muy frecuentemente su responsabilidad y hasta su honor. No es raro
el destierro espontneo de algunos individuos de sus propios hogares,
porque no los nombren para estos enojosos cargos. Y si he de decir lo
que todos piensan, no habra decreto ms popular que el que eliminase
las municipalidades.
No habiendo ley sobre la polica general, no existe ni su sombra.
Resulta de aqu, que el Estado es una confusin, dira mejor un misterio para los subalternos del Ejecutivo, que se hallan en relacin con
uno a uno de los individuos, los que no son manejables sin una polica
diligente y eficaz que coloque a cada ciudadano en conexin inmediata con los agentes del Gobierno. De aqu provienen diversos inconvenientes para que los intendentes hagan cumplir las leyes y reglamentos
en todos los ramos de su dependencia.
Destruida la seguridad y el reposo, nicos anhelos del pueblo, ha
sido imposible a la agricultura conservarse siquiera en el deplorable
estado en que se hallaba. Su ruina ha cooperado a la de otras especies
de industria, desmoralizado el albergue rural y disminuido los medios
56. Gabela: tributo, impuesto, contribucin.
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difundir la anarqua entre los soldados, que son los ms crueles, como
los ms tremendos cuando se hacen demagogos. Se han promovido
peligrosas rivalidades entre civiles y militares con los escritos y con
las discusiones del Congreso, no considerndolos ya como los libertadores de la patria, sino como verdugos de la libertad. Era sta la
recompensa reservada para los hroes? Aun ha llegado el escndalo
al punto de excitarse odio y encono entre los militares de diferentes
provincias para que ni la unidad ni la fuerza existieran.
No quisiera mencionar la clemencia que ha recado sobre los crmenes militares de esta poca ominosa. Cada uno de los legisladores
est penetrado de toda gravedad de esta vituperable indulgencia. Qu
ejrcito ser digno, en adelante, de defender nuestros sagrados derechos, si el castigo del crimen ha de ser recompensarlo? Y si la gloria
no pertenece ya a la fidelidad, el valor a la obediencia!
Desde ochocientos veintiuno, en que empezamos a reformar nuestro sistema de hacienda, todo han sido ensayos; y de ellos el ltimo nos
ha dejado ms desengaados que los anteriores. La falta de vigor en
la administracin, en todos y cada uno de sus ramos, el general conato
por eludir el pago de las contribuciones, la notable infidelidad y descuido por parte de los recaudadores, la creacin de empleados innecesarios, el escaso sueldo de stos, y las leyes mismas, han conspirado a
destruir el erario. Se ha confiado vencer algunas veces este conjunto de
resistencia invocando la accin de los tribunales; pero los tribunales,
con la apariencia de protectores de la inocencia, han absuelto al contribuyente quejoso y al recaudador procesado, cuando la lentitud y la
secuela de los juicios no ha dado tiempo al congreso para dictar nuevas
leyes que enervasen aun la accin del gobierno. Todava el Congreso
no ha arreglado las comisaras que manejan las ms cuantiosas rentas.
Todava el Congreso no ha examinado, por la primera vez, la inversin
de los fondos de que el Gobierno es simple administrador.
La demora en Europa de la persona a quien por rdenes expedidas
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Legisladores! Ardua y grande es la obra que la voluntad nacional os ha cometido. Salvaos del compromiso en que os han colocado
nuestros conciudadanos salvando a Colombia. Arrojad vuestras miradas penetrantes en el recndito corazn de vuestros constituyentes:
all leeris la prolongada angustia que los agoniza; ellos suspiran por
seguridad y reposo. Un gobierno firme, poderoso y justo es el grito de
la patria. Miradla de pie sobre las ruinas del desierto que ha dejado el
despotismo, plida de espanto, llorando quinientos mil hroes muertos por ella, cuya sangre sembrada en los campos haca nacer sus derechos. S, legisladores, muertos y vivos, sepulcros y ruinas, os piden
garantas. Y yo que sentado ahora sobre el hogar de un simple ciudadano, y mezclado entre multitud, recobro mi voz y mi derecho, yo que
soy el ltimo que reclamo el fin de la sociedad, yo que he consagrado
un culto religioso a la patria y a la libertad, no debo callarme en momento tan solemne. Dadnos un gobierno en que la ley sea obedecida,
el magistrado respetado y el pueblo libre: un gobierno que impida la
transgresin de la voluntad general y los mandamientos del pueblo.
Considerad, legisladores, que la energa en la fuerza pblica es la
salvaguardia de la flaqueza individual, la amenaza que aterra al injusto
y la esperanza de la sociedad. Considerad que la corrupcin de los
pueblos nace de la indulgencia de los tribunales y de la impunidad
de los delitos. Mirad que sin fuerza no hay virtud; y sin virtud perece
la repblica. Mirad, en fin, que la anarqua destruye la libertad y que la
unidad conserva el orden.
Legisladores! A nombre de Colombia os ruego con plegarias infinitas que nos deis, a imagen de la Providencia que representis, como
rbitros de nuestros destinos, para el pueblo, para el ejrcito, para el
juez y para el magistrado Leyes inexorables!!!
Bogot, 29 de febrero de 1828.
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Con el ttulo de Una mirada sobre la Amrica espaola
el Libertador redact un artculo destinado a ser publicado
en un peridico o en un folleto. En este texto cuya autora
por Bolvar es indubitable, aunque en el cuerpo del escrito
se mencione al Libertador en tercera persona se analiza
con descarnada sinceridad la situacin que entonces imperaba
en las naciones hispanoamericanas. El artculo carece de fecha,
pero debe ser de los meses de abril-junio de 1829
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seis meses. Tan venturosos preludios anunciaban la suerte ms prspera a la Repblica Argentina. Mas, fuese la inexperiencia de aquel
jefe revolucionario; o bien, la ignorancia absoluta de conocimientos
militares y polticos por parte del pueblo y ejrcito, lo cierto es que
muy pronto el filsofo expedicionario fue destruido con todas sus
tropas en las cercanas del Desaguadero, y perseguidas sus reliquias
hasta Crdoba. Desde aquella poca, sus desastres se han sucedido
gradualmente y sin interrupcin.
Slo un hombre ha tenido el Ro de la Plata capaz de servir a su patria con virtudes y talentos. El seor Saavedra se mostr, desde luego,
digno de presidir los destinos de aquella repblica; pero muy pronto
la muerte rob a su pas la nica esperanza que le quedaba. No ms
orden, no ms concierto hubo desde aquel da en los negocios argentinos. El Gobierno Federal se puso en posesin de la tierra, que debiera
ser su vctima. Todas las provincias recobraron la soberana local que
Dios ha dado a cada hombre para s, mas renunciada tcitamente en
la sociedad, que se encarga, desde luego, de salvar a sus individuos.
Nada es tan peligroso como la incoherencia del derecho natural con el
sistema poltico. Cada provincia se rige por s misma: ninguna expedicin militar dej de sucumbir con humillacin. Los pueblos se armaban recprocamente (sic) para combatirse como enemigos: la sangre,
la muerte y todos los crmenes eran el patrimonio que les daba la federacin combinada con los apetitos desenfrenados de un pueblo que ha
roto sus cadenas y desconoce las nociones del deber y del derecho, y
que no puede dejar de ser esclavo sino para hacerse tirano.
Se turban todas las elecciones con tumultos o con intrigas. Muchas
veces los soldados armados vienen a votar en formacin, como no se
hiciera ni en la primitiva Roma, ni en la isla de Hait. Todo lo decide
la fuerza, el partido o el cohecho58; con qu miras?: para mandar un
58. Cohecho equivale a soborno.
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instante, entre las alarmas, los combates y los sacrificios. Casi todos
los magistrados son reemplazados por vencedores ensangrentados;
llegando los primeros a sufrir tan desgraciada suerte, que eran desterrados o proscritos, y aun asesinados. Raras eran las elecciones en
que no interviniesen iconcinos59 espantosos; y todava ms raros los
magistrados que dejaban su puesto en el perodo sealado por la ley, y
que fueran sucedidos por los electos constitucionalmente.
Apenas nos acordamos del seor Rodrguez, gobernador de Buenos Aires, que precedi al seor Rivadavia. Y cmo entr el primero
en su mando? A fuerza de armas, de saqueos, de muertes. Rivadavia
no pudo mantenerse en el puesto la mitad del perodo legal: renunci,
casi forzado por el descrdito de su administracin y por el partido que
se le opona. No obstante esto, sus intrigas no han dejado respirar al
seor Dorrego, que ocup su puesto despus que el seor Lpez fue
presidente pocos meses.
Llamado Dorrego a la direccin general de la Repblica por el
clamor de todas las provincias, y de Buenos Aires mismo, mantuvo la
guerra con el emperador del Brasil con tesn y con lustre. Cuando recibi el mando, la causa pblica se hallaba desesperanzada, careciendo
el Gobierno de recursos, de hombres y de fuerzas militares. Por estos
inconvenientes fue que Rivadavia renunci su puesto; y no contento
con cometer este acto de debilidad, suscita nuevas disputas cuando
llega el momento de la paz con el Brasil: entonces se anima a llamar
al general Lavalle, hombre atrevido y sin moral, digno soldado de Catalina. Su carrera ha sido por los grados que conducen un delincuente
al patbulo.
Cuando soldado, fue insubordinado; luego, oficial revoltoso; despus, jefe asesino y saqueador, como lo lamenta Ica; ltimamente,
rebelde parricida del jefe de su patria. l ha usurpado la autoridad
59. Iconcinos equivale a desrdenes, desmanes.
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la Amrica. Ceda, pues, Buenos Aires a la opulenta Mxico ahora ciudad leperada61. S; los horrores ms criminales inundan aquel hermoso
pas: nuevos sanculotes62, o ms bien descamisados, ocupan el puesto
de la magistratura y poseen todo lo que existe. El derecho casual de
la usurpacin y del pillaje se ha entronizado en la capital como rey, y
en las provincias de la Federacin. Un brbaro de las costas del Sur,
vil aborto de una india salvaje y de un feroz africano, sube al puesto
supremo por sobre dos mil cadveres y a costa de veinte millones
arrancados a la propiedad. No excepta nada este nuevo Dessalines:
lo viola todo; priva al pueblo de su libertad, al ciudadano de lo suyo,
al inocente de la vida, a las mujeres del honor. Cuantas maldades se
cometen, son por su orden, o por su causa. No pudiendo ascender a la
magistratura por la senda de las leyes y de los sufragios pblicos, se
asocia al general Santana, el ms protervo de los mortales. Primero,
destruyen el imperio y hacen morir al emperador, como que ellos no
podan abordar al trono; despus establecen la Federacin de acuerdo
con otros demagogos, tan inmorales como ellos mismos, para apoderarse de las provincias y aun de la capital. Entran en la sociedad de
los masones con la mira de juntar proslitos: estos aterran al general
Bravo, rival digno de competir con hombres de bien; y como su virtud
les perjudicaba, le expulsan de su pas con centenares de oficiales benemritos, por desavenencias que suscitaron para destruirle.
Se niegan los sufragios generales a un soldado feroz que, semejante a Pizarro, no conoce las letras. La inmensa mayora del pueblo
vota, ya que Bravo est ausente, por el general Pedraza, conforme la
Constitucin y a las esperanzas de todos. El ambicioso guerrero no se
detiene por crmenes: de acuerdo con Victoria, presidente que rebaja
el mando, ensangrienta la capital, y arrojando toda la canalla sobre
61. En Mxico se aplicaba el calificativo de lpero a las personas soeces e ineducadas.
62. Alusin a los revolucionarios franceses de la plebe.
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gico el cuerpo social que est para abismarse. La patria nos espera el
da del Congreso, para imponernos el deber de salvarla, y dir: Colombianos! Mucho habis sufrido, y mucho sacrificado sin provecho,
por no haber acertado en el camino de la salud. Os enamorasteis de
la libertad, deslumbrados por sus poderosos atractivos; pero como la
libertad es tan peligrosa como la hermosura en las mujeres, a quienes
todos seducen y pretenden, por amor, o vanidad, no la habis conservado inocente y pura como ella descendi del cielo. El poder, enemigo
nato de nuestros derechos, ha excitado las ambiciones particulares de
todas las clases del Estado. El segundo magistrado de la Repblica
ha asesinado al primero; la 3a Divisin ha invadido al Sur; Pasto se
ha rebelado contra la Repblica; el Per ha desolado el territorio de
sus bienhechores, y casi no hay provincia que no haya abusado de la
fuerza o de sus derechos. Todo ha sido en este perodo malhadado,
sangre, confusin y ruina; sin que os quede otro recurso que reunir
todas vuestras fuerzas morales para constituir un Gobierno que sea
bastante fuerte para oprimir la ambicin y proteger la libertad. De otro
modo seris la burla del mundo y vuestra propia vctima.
Oigan! Oigan! el grito de la patria los magistrados y los ciudadanos, las provincias y los ejrcitos para que, formando todos un cuerpo
impenetrable a la violencia de los partidos, rodeemos a la representacin nacional con la virtud, la fuerza y las luces de Colombia.
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En carta escrita desde Guayaquil el 13 de septiembre de 1829
a su antiguo edecn el general Daniel Florencio OLeary,
expone el Libertador sus puntos de vista relativos a la situacin
poltica y bosqueja algunas posibles soluciones a la crisis
que vive la Gran Colombia
Guayaquil, 13 de septiembre de 1829
Seor general Daniel F. OLeary.
Mi querido OLeary:
Ya Vd. estar impuesto de que he salido de una enfermedad de bilis,
que me ha dejado bastante dbil y convencido de que mis fuerzas se
han agotado casi todas. No es creble el estado en que estoy, segn lo
que he sido toda mi vida, y bien sea que mi robustez espiritual ha sufrido mucha decadencia o que mi constitucin se ha arruinado en gran
manera, lo que no deja duda es que me siento sin fuerzas para nada y
que ningn estmulo puede reanudarlas. Una calma universal, o ms
bien una tibieza absoluta me ha sobrecogido y me domina completamente. Estoy tan penetrado de mi incapacidad para continuar ms
tiempo en el servicio pblico, que me he credo obligado a descubrir a
mis ms ntimos amigos la necesidad que veo de separarme del mando
supremo para siempre, a fin de que se adopten por su parte aquellas
resoluciones que les sean ms convenientes.
A primera vista aparecer a Vd. y a mis amigos este acontecimiento
bajo un aspecto extraordinario y funesto, y, sin embargo, nada es ms
natural y necesario, sea cual fuere la naturaleza del efecto que produzca. Considrese la vida de un hombre que ha servido veinte aos,
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personal. Todo esto depende de que el todo no es compacto. La relajacin de nuestro lazo social est muy lejos de uniformar, estrechar y
unir las partes distantes del Estado. Sufrimos, sin poderlo remediar,
tal desconcierto, que sin una nueva organizacin el mal har progresos
peligrosos.
El Congreso Constituyente tendr que elegir una de dos resoluciones, nicas que le quedan en la situacin de las cosas:
1 La divisin de la Nueva Granada y Venezuela.
2 La creacin de un gobierno vitalicio y fuerte.
En el primer caso la divisin de estos dos pases debe ser perfecta,
justa y pacfica. Declarada que sea, cada parte se reorganizar a su
modo y tratar separadamente sobre los intereses comunes y relaciones mutuas. Yo creo que la Nueva Granada debe quedar ntegra66, para
que pueda defenderse por el Sur de los peruanos y para que Pasto no
venga a ser su cncer. Venezuela debe quedar igualmente ntegra, tal
como se hallaba antes de la reunin.
Por ms que se quiera evitar este evento, todo conspira a cumplirlo.
Muchos inconvenientes tiene en s mismo; mas quin puede resistir
al imperio de las pasiones y de los intereses ms inmediatos? Yo no veo
el modo de suavizar las antipatas locales y de abreviar las distancias
enormes. En mi concepto, estos son los grandes obstculos que se nos
oponen a la formacin de un gobierno y un Estado solo. Siempre hemos
de venir a caer en este escollo, y toca a nuestro valor franquearlo con
resolucin. Frmense dos gobiernos ligados contra los enemigos comunes y conclyase un pacto internacional que garantice las relaciones
recprocas: lo dems lo har el tiempo, que es prdigo en recursos.
Mientras que tenamos que continuar la guerra, pareca, y casi se
puede decir que fue conveniente la creacin de la Repblica de Colombia. Habindose sucedido la paz domstica y con ella nuevas re66. Es decir, unidas la Nueva Granada (la actual Colombia) y el Ecuador.
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El 20 de enero de 1830, ante el Congreso reunido en Bogot,
el Libertador hace en su mensaje un recuento de los sucesos
ocurridos durante los dos ltimos aos, bosqueja la situacin
de la Repblica y presenta su renuncia al Poder Supremo
Conciudadanos!
Same permitido felicitaros por la reunin del Congreso, que a
nombre de la nacin va a desempear los sublimes deberes de legislador.
Ardua y grande es la obra de constituir un pueblo que sale de la
opresin por medio de la anarqua y de la guerra civil, sin estar preparado previamente para recibir la saludable reforma a que aspiraba.
Pero las lecciones de la historia, los ejemplos del Viejo y Nuevo Mundo, la experiencia de veinte aos de revolucin, han de serviros como
otros tantos fanales colocados en medio de las tinieblas de lo futuro;
y yo me lisonjeo de que vuestra sabidura se elevar hasta el punto de
poder dominar con fortaleza las pasiones de algunos y la ignorancia
de la multitud; consultando, cuando es debido, a la razn ilustrada de
los hombres sensatos, cuyos votos respetables son precioso auxilio
para resolver las cuestiones de la alta poltica. Por lo dems hallaris
tambin consejos importantes que seguir en la naturaleza misma de
nuestro pas, que comprende las regiones elevadas de los Andes y
las abrasadas riberas del Orinoco: examinadle en toda su extensin,
y aprenderis en l, de la infalible maestra de los hombres, lo que ha
de dictar el Congreso para la felicidad de los colombianos. Mucho os
dir nuestra historia y mucho nuestras necesidades; pero todava sern
ms persuasivos los gritos de nuestros dolores por falta de reposo y
libertad segura.
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crisis; y a no ser que el sentimiento nacional hubiera ocurrido prontamente a deliberar sobre su propia conservacin, la Repblica habra
sido despedazada por las manos de sus propios ciudadanos. Ella quiso
honrarme con su confianza, confianza que deba respetar como la ms
sagrada Ley. Cuando la patria iba a perecer, podra yo vacilar?
Las leyes, que haban sido violadas con el estrpito de las armas y
con las disensiones de los pueblos, carecan de fuerza. Ya el cuerpo
legislativo haba decretado, conociendo la necesidad, que se reuniese
la asamblea que poda reformar la Constitucin, y ya, en fin, la convencin haba declarado unnimemente que la reforma era urgentsima. Tan solemne declaratoria, unida a los antecedentes, dio un fallo
formal contra el pacto poltico de Colombia. En la opinin, y de hecho,
la Constitucin del ao 11 dej de existir67.
Horrible era la situacin de la patria, y ms horrible la ma, porque
me puso a discrecin de los juicios y de las sospechas. No me detuvo
sin embargo el menoscabo de una reputacin adquirida en una larga
serie de servicios, en que han sido necesarios, y frecuentes, sacrificios
semejantes.
El decreto orgnico que exped en 27 de agosto de 28 debi convencer a todos de que mi ms ardiente deseo era el de descargarme del
peso insoportable de una autoridad sin lmites, y de que la Repblica
volviese a constituirse por medio de sus representantes. Pero apenas
haba empezado a ejercer las funciones de Jefe Supremo, cuando los
elementos contrarios se desarrollaron con la violencia de las pasiones y
la ferocidad de los crmenes. Se atent contra mi vida68; se encendi la
guerra civil; se anim con este ejemplo, y por otros medios, al Gobierno
del Per para que invadiese nuestros departamentos del Sur, con miras
67. La Constitucin del ao 11o, o sea, la aprobada por el Congreso de Ccuta en
1821.
68. Alude a la conspiracin y tentativa de asesinato que se produjo el 25 de septiembre
de 1828 en Bogot.
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En la hacienda de San Pedro Alejandrino propiedad
del hidalgo Joaqun de Mier cercana a Santa Marta
el Libertador redacta su ltima proclama. Este documento,
firmado el 10 de diciembre de 1830, una semana antes de su
muerte, representa el legado de Bolvar para sus compatriotas
de Colombia la Grande venezolanos, colombianos,
ecuatorianos, panameos y para los pueblos todos de Amrica
SIMN BOLVAR,
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NDICE
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SIMN BOLVAR
SIMN BOLVAR
Para nosotros
la patria es
Amrica