1) El autor discute si las emociones pueden explicarse completamente a través de los hallazgos neurocientíficos o si existe una dimensión subjetiva y de experiencia personal que también es importante.
2) Señala que aunque la neurociencia puede identificar los componentes biológicos universales de las emociones, no puede capturar el significado y la vivencia interna de los sentimientos para cada individuo.
3) Concluye que si bien la biología es importante, también lo son otras perspectivas como la filosofía, el arte y la literatura para
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1) El autor discute si las emociones pueden explicarse completamente a través de los hallazgos neurocientíficos o si existe una dimensión subjetiva y de experiencia personal que también es importante.
2) Señala que aunque la neurociencia puede identificar los componentes biológicos universales de las emociones, no puede capturar el significado y la vivencia interna de los sentimientos para cada individuo.
3) Concluye que si bien la biología es importante, también lo son otras perspectivas como la filosofía, el arte y la literatura para
1) El autor discute si las emociones pueden explicarse completamente a través de los hallazgos neurocientíficos o si existe una dimensión subjetiva y de experiencia personal que también es importante.
2) Señala que aunque la neurociencia puede identificar los componentes biológicos universales de las emociones, no puede capturar el significado y la vivencia interna de los sentimientos para cada individuo.
3) Concluye que si bien la biología es importante, también lo son otras perspectivas como la filosofía, el arte y la literatura para
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1) El autor discute si las emociones pueden explicarse completamente a través de los hallazgos neurocientíficos o si existe una dimensión subjetiva y de experiencia personal que también es importante.
2) Señala que aunque la neurociencia puede identificar los componentes biológicos universales de las emociones, no puede capturar el significado y la vivencia interna de los sentimientos para cada individuo.
3) Concluye que si bien la biología es importante, también lo son otras perspectivas como la filosofía, el arte y la literatura para
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42 MENTE Y CEREBRO 64 - 2014
SERI E NEUROFI LOSOF A DE L AS EMOCI ONES Y L A MORAL
S iempre que en una esta alguien me pregunta por mi profesin, contesto: Neurocientco. La respuesta suele causar gran expectacin. Seguro que es un trabajo muy emocionante. Qu investiga exactamente?. Explico la verdad: Las emociones. En ese momento, mi interlocutor, sea quien sea, no puede contenerse en preguntar y pedir consejo: A veces me cuesta mantener a raya mis emociones. Tiene eso algo que ver con el modo en que esta cableado mi cerebro?; Existe algn medicamento con el que se puedan borrar los malos recuerdos?; Cuanto ms viejo me hago, ms me preocupa todo. Es normal? Puedo evitarlo?; Si conociese mi ADN, podra usted decirme si padecer algn da depresin?; Lle- vo casado diez aos. Es posible amar a la pareja despus de tanto tiempo del mismo modo que al comienzo de la relacin?. Todos los humanos experimentamos emocio- nes y debemos, de algn modo, manejarnos con ellas: controlar los ataques de clera, superar una angustia arraigada o satisfacer una pasin. Nu- merosas personas esperan de la ciencia que les proporcione un manual de instrucciones prcticas para ello, como es el caso de algunos de mis inter- locutores espontneos. Si, en una de esas conver- saciones, me es imposible proporcionar consejos o soluciones concretas y contesto, encogindome de hombros, Cmo puedo saberlo?, la decepcin resulta enorme. Me pregunto por qu hoy en da nos empecina- mos en encontrar en el cerebro las respuestas in- cluso a las cuestiones ms ntimas de nuestra vida emocional. Aunque supisemos cmo nos dirige nuestro rgano pensante a cada segundo da tras da, podra este conocimiento reemplazar la idea de una vida basada en valores, opiniones y expe- riencias personales? Por otro lado, qu enseaza puede aportar la neurociencia sobre las emocio- nes? Los neurocientcos tratan, mediante el cono- cimiento detallado de genes, neurotransmisores y redes neuronales, de comprender e inuir de modo experimental en el comportamiento humano. Sin embargo, en mi caso, la experiencia personal del mundo y en particular, mi vida emocional no se ltra por las lentes de mi yo cientco. En otras palabras, si me acabo de enamorar, no pienso en los cambios bioqumicos que acontecen en ese momento en mi cerebro. De la misma manera, cuando un actor de teatro me entusiasma sobre el escenario, s que su interpretacin estimula mis neuronas, mas este conocimiento no inuye en que me agrade su trabajo. En general, somos muy conscientes de que la mayora de los procesos mentales (sea el enamo- ramiento o el placer por el arte) pasan en nuestra cabeza. No obstante, experimentamos los efectos sin la menor idea de los procesos neurosiolgicos en los que se basan. De hecho, quien carece de conocimientos cientcos no se encuentra peor preparado para comprender sus emociones. Existen al menos dos buenas razones por las que los estudios en el laboratorio no llegan a ex- plicar de una manera completa los sentimien- tos. En primer lugar, si bien las emociones se desarrollan como un proceso biolgico, al nal se concretan en un asunto personal complejo. Existen aspectos externos y visibles, y la expe- riencia interna: los primeros abarcan las reacciones conductuales, faciales y hormonales; la segunda constituye el sentimiento, es decir, una dimensin mental en la consciencia. Por la misma razn, solo podemos percibir nuestros propios sentimientos, no los de otras personas, pues nicamente obser- vamos en ellas los efectos externos. Cuando los Qu significa sentir? El cerebro explica las emociones y las pasiones humanas, sostiene la neurociencia. Se nos escapa parte de la realidad si concebimos los sentimientos solo como una activacin neuronal? GI OVANNI FRAZZETTO DEL CORAZN AL CEREBRO Se ha reemplazado el ideal romntico del amor por la sobriedad de la neurociencia? SERI E Neurolosofa de las emociones y la moral Parte 1: Por qu las emo- ciones van ms all de los hallazgos neurocientficos Parte 2: tica experimen- tal, una nueva rama de la filosofa de la moral Marzo 2014 Parte 3: Lo que qued de la culpa y la respon- sabilidad Mayo 2014 MENTE Y CEREBRO 64 - 2014 43 N E U F F E R
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D E S I G N 44 MENTE Y CEREBRO 64 - 2014 SERI E NEUROFI LOSOF A DE L AS EMOCI ONES Y L A MORAL cientcos estudian la actividad cerebral asociada con la tristeza o la alegra, no comprenden con ello el signicado de los sentimientos en la vida de cada individuo. Por otro lado, las emociones se hallan esculpi- das en valores culturales. Se integran en ideas, juicios y ambientes sociales concretos. La tenden- cia a la indignacin moral o a los sentimientos de culpa depende en buena medida del modo y lugar en que se vive. Los investigadores analizan, dicho de modo sencillo, los componentes universales de la ira y la culpa. Si bien los neurocientcos se esmeran en ex- plicar las emociones, solo el individuo las puede experimentar en su interior. Por ello, si buscamos estrategias para manejar nuestras emociones, no podemos arnos exclusivamente de las teoras y las observaciones experimentales. Debemos con- siderar la experiencia personal, as como otros enfoques subjetivos, por ejemplo, de la literatura, el arte o la losofa. Se trata de fuentes de cono- cimiento importantes que contribuyen a una comprensin completa de las emociones. Solo de ese modo podemos aprender qu signica sentir. Dos ejemplos ayudarn dilucidar el asunto. Del sentimiento de angustia A diferencia del miedo, emocin relacionada siem- pre con un elemento especco (como araas o espacios angostos, por ejemplo), la angustia surge frente a un factor indeterminado. Sin embargo, necesita de un agente desencadenante, el cual es con frecuencia del todo inofensivo: la preocupa- cin de si se viste la ropa adecuada, el recuerdo de un irteo fracasado o un conicto sin resolver. La neurociencia investiga el nexo entre el desen- cadenante y la reaccin de angustia a travs de estudios del condicionamiento de la conducta. Se averigua la forma en que los organismos apren- den a comportarse de maneras determinadas ante un peligro. Un experimento clsico con roedores consiste en colocar a una rata en una jaula cuyo suelo de rejilla produce una ligera descarga elc- trica en las patas del animal cada vez que suena una seal acstica. Tras algunas repeticiones, la seal acstica sola (sin la aparicin de la descarga elctrica inmediata) acta como estmulo aver- sivo (desagradable). En cuanto el animal la oye, reacciona con angustia: se pone rgido de terror aunque podra escapar, a travs de una abertura, a una jaula contigua segura. Del mismo modo que los roedores, los humanos se quedan a veces petricados. Imagine el lector por un momento que su superior le indica en tono severo: Venga a mi despacho, tenemos que ha- blar. Es probable que las palabras le suenen en sus odos a enfado. De inmediato, empieza a sentir palpitaciones y sudor; el cortisol (hormona del es- trs) empieza a correr por su torrente sanguneo. Los investigadores han podido rastrear este pa- trn de reaccin hasta los grupos de neuronas que controlan el equilibrio emocional humano, entre ellos, la amgdala. Esta rea cerebral almendrada y que se aloja en la base del cerebro forma parte del sistema lmbico. Activa el tronco enceflico, el cual produce respuestas de angustia. Aunque en el laboratorio pueden investigarse componentes universales de dicha emocin, su vivencia conti- na siendo un enigma. La ciencia proporciona, por as decirlo, un andamiaje a partir de hechos objetivos reproducibles, pero la experiencia inme- diata tiene mucho ms que ver con las vivencias del edicio cubierto por esos andamios. La angustia es parte de la conditio humana, ensea la losofa. Martin Heidegger (1889-1976) lleg a la conclusin de que los humanos requie- ren de esta sensacin para enfrentarse a la exis- tencia de igual modo que se necesita el miedo para sobrevivir a un peligro amenazador. Segn Heidegger, pasamos de un estado de nimo a otro enredados en una trama de circunstancias y ac- tividades. Con ello, caemos en rutinas que con- fundimos a menudo con el sentido de la vida. Con todo, cuando nos embarga la angustia, se desvanece esta sintona armnica con el mundo. De repente todo se vuelve irrelevante, nuestra po- sicin en la vida se desdibuja y reconocemos su banalidad. Esta crisis, sin embargo, nos concede la oportunidad de conseguir una mejor visin de la vida. La angustia puede resultar de gran utilidad como medio de conocimiento, ya que nos ayu- da a ahondar en la comprensin de nuestra cir- cunstancia vital, indica Heidegger. Si bien algunas angustias se fundan en la carencia de una gua denitiva de nuestra conducta, nos posibilitan enjuiciar la propia vida. Y cambiar para mejor. El Romanticismo, cosa de ayer? Un sentimiento tan misterioso como el amor romntico atrae tambin la atencin de los neuro- cientcos. De todas las emociones, el amor es EN SNTESIS No solo neuronas 1 Hoy en da, las expli- caciones biolgicas de las emociones estn en boga. Numerosas personas identifican los sentimientos con la actividad hormonal y cerebral. 2 Este enfoque unilateral oculta la visin subjetiva de la vivencia emocional. 3 Si bien las emociones pueden describirse desde la fisiologa cerebral, se hallan insertas en un contexto vital personal. Quien carece de conocimientos cientcos no est peor preparado para comprender sus emociones MENTE Y CEREBRO 64 - 2014 45 probablemente la ms indmita y polifactica. Incluye el entusiasmo, la angustia, la tristeza e incluso la ira [vase Entre la ira y el amor, por Jasmin Andresch; Mente y cerebro n. o 56, 2012]. Desde hace algunos aos, los investigadores ponen mucho empeo en reducir la maravilla de tal experiencia a sucesos neurohormonales. Desean explicar las distintas fases del curso del amor (desde el cortejo hasta la unin estable en pareja), detectar sus variedades de modo siste- mtico y descubrir en qu se diferencia el deseo sexual del amor platnico. En el lenguaje popular se habla de la qumi- ca entre dos personas para referirse al amor. La concentracin ptima de neurotransmisores se encarga de que en los amantes se active un in- terruptor interno, versin moderna de la clsica echa de Cupido. Los nios de hoy saben que el principal rgano del amor no es el corazn, sino el cerebro. Cuando nos enamoramos, el poder del amor penetra por los ojos hasta el tlamo, donde el mensaje visual llega al centro del reconocimien- to facial y, luego, al sistema lmbico, cuya excita- cin provoca la descarga de endornas que causa placer. El neurotransmisor dopamina nos incita a querer ms dosis de amor. Los investigadores intentan penetrar en la cara adictiva de este sentimiento a travs de las im- genes por resonancia magntica funcional (IRMf) del cerebro de probandos recin enamorados. La actividad cerebral de estos sujetos mientras ob- servan la fotografa de su pareja amada resulta intensa en el rea tegmental ventral (regin que interviene en la recompensa), de la misma ma- nera que sucede en un fumador que enciende el siguiente cigarrillo [vase La rutina del pitillo, por Yavor Yalachkov, Jochen Kaiser y Marcus J. Naumer; Mente y cerebro n. o 58, 2013] o en un alcohlico que bebe su ensima copa. Por lo general, la pasin romntica disminuye rpido. La euforia inicial se evapora. La persona amada e idealizada aparece, de repente, extraa: se descubren aspectos y defectos que antes ha- ban pasado inadvertidos. Se debe ello al cam- bio continuo que caracteriza a los humanos? O a que la exaltacin de los sentimientos iniciales NMEROS Y MEDIDAS Los estados emocionales de- ben estandarizarse por medio de pruebas y cuestionarios para poderlos medir con rigor cientfico. Con ello, segn los filsofos, se pierde de vista una dimensin central: la vivencia subjetiva. N E U F F E R
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D E S I G N 46 MENTE Y CEREBRO 64 - 2014 SERI E NEUROFI LOSOF A DE L AS EMOCI ONES Y L A MORAL engaa a los sentidos? O quiz porque, por na- turaleza, las personas sienten una sed constante de novedad? Desde una perspectiva neuronal, la transicin desde la locura del amor a un querer ms sereno se encuentra marcada por cambios en el equili- brio hormonal. Los neurotransmisores oxitocina y vasopresina abundan en el estadio maduro del amor. Quiz seran concebibles medicamentos con los que inuir en la atraccin, la conanza y el compromiso, como esas gotas que los elfos echan en el odo de los durmientes en Sueo de una noche de verano, de William Shakespeare. Hoy por hoy, numerosas personas estn convencidas de que la qumica cerebral puede explicar mejor un fracaso amoroso que si se hurga en las expe- riencias infantiles de la persona. Pero quin se vale realmente del conocimiento neurocientco en su vida sentimental rutinaria? La experiencia, por delante Aunque, por mi profesin, s de un modo bastante preciso dnde y cundo actan la dopamina u otros neurotransmisores en el cerebro, en mi vida emocional me baso ms en las experiencias que he vivido, sean dolorosas o agradables, o recurro a modelos artsticos y literarios. En su soneto 148, Shakespeare describe cmo el amor ciego deja sitio, de forma gradual, a un sentimiento ms maduro: O me, what eyes hath love put in my head, Which have no correspondence with true sight! Or, if they have, where is my judgment ed, That censures falsely what they see aright? [Qu ojos el amor me ha puesto en la cara que falsean lo que han contemplado? Si eso no es cierto, dnde est mi discernir que se equivoca cuando los ojos no se han equivocado?] Algunos contemporneos estn convencidos de que los neurocientcos, tarde o temprano, descubrirn todo lo que hay que saber sobre la base neuronal de nuestras emociones. Sin embar- go, concebir el amor solo como una activacin ms o menos fogosa de las neuronas nos ayuda poco en la vida cotidiana. La posibilidad de re- forzar la atraccin mutua o revitalizarla a travs de nuevas experiencias o sorpresas es conocida sin necesidad de hacer referencia a que las neu- ronas dopaminrgicas del cerebro nos provocan un anhelo de circunstancias novedosas. Adems, las ciencias naturales no son infalibles. Hace tan solo cien aos, numerosos investigadores recono- cidos crean en la frenologa del mdico alemn Franz Joseph Gall (1758-1828), segn la cual las protuberancias y surcos del crneo revelaban los rasgos del carcter de una persona [vase Gall y la frenologa, por Albrecht Schne; Mente y cerebro n. o 3, 2003]. Hoy muchos medios de comunicacin aceptan las imgenes por IRMf como fotografas de es- tados mentales. Sin embargo, estos ltimos van ms all de los patrones de manchas que revela el escner cerebral. Las emociones se conforman segn cdigos biolgicos, tambin por el contex- to cultural, moral y social. Poco importa que se privilegie uno u otro aspecto. Ninguno de los dos revela por completo el objeto en cuestin, antes bien, ambos se complementan. Para nalizar, observe el lector la imagen de arriba a la izquierda. En esta gura reversible se reconoce un pato o un conejo. Algunas personas ven solo el pato, otras solo el conejo, pero la ma- yora pueden cambiar de una a otra perspectiva, incluso pueden apreciar ambas guras a la vez. Tambin la historia de la ciencia se encuentra sembrada de saltos de una teora a otra. No debe- mos olvidar que dos interpretaciones de un mis- mo fenmeno pueden coexistir a la perfeccin, sin ser una ms correcta que la otra. Las emociones se desarrollan como procesos biolgicos, pero, al nal, se concretan en una circunstancia personal compleja Para saber ms Sein und Zeit. M. Heidegger. Niemeyer, Tubinga, 1927. Being human: Love: Neuros- cience reveals all. L. Young en Nature, vol. 457, pg. 148, 2009. A neural switch for active and passive fear. A. Gozzi et al. en Neuron, vol. 67, pgs. 656-666, 2010. Das disziplinlose GehirnWas nun, Herr Kant? Auf den Spuren unseres Bewusstseins mit der Neurophilosophie. G. Northoff, Irisiana, Mnich, 2012. Giovanni Frazzetto trabaja en el Kings College de Londres. G E H I R N
U N D
G E I S T TODO DEPENDE Ya sea pato o conejo, ninguna de las dos perspectivas que ofrece la imagen resulta ms correcta que la otra. Lo mismo ocurre en el estudio de las emo- ciones por parte de las ciencias naturales y de las humanidades: ambas no se excluyen, antes bien se complementan.