La Llorona

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LA LLORONA En las altas horas de la noche, cuando todo parece dormido y slo se escuchan los gritos rudos con

que los boyeros avivan la marcha lenta de sus animales, dicen los campesinos que all, por el ro, alejndose y acercndose con intervalos, detenindose en los frescos remansos que sirven de aguada a los bueyes y caballos de las cercanas, una voz lastimera llama la atencin de los viajeros. Es una voz de mujer que solloza, que vaga por las mrgenes del ro buscando algo, algo que ha perdido y que no hallar jams. Atemoriza a los chicuelos que han odo, contada por los labios marchitos de la abuela, la historia enternecedora de aquella mujer que vive en los potreros, interrumpiendo el silencio de la noche con su gemido eterno. Era una pobre campesina cuya adolescencia se haba deslizado en medio de la tranquilidad escuchando con agrado los pajarillos que se columpiaban alegres en las ramas de los higuerones. Abandonaba su lecho cuando el canto del gallo anunciaba la aurora, y se diriga hacia el ro a traer agua con sus tinajas de barro, despertando, al pasar, a las vacas que descansaban en el camino. Era feliz amando la naturaleza; pero una vez que lleg a la hacienda de la familia del patrn en la poca de verano, la hermosa campesina pudo observar el lujo y la coquetera de las seoritas que venan de San Jos. Hizo la comparacin entre los encantos de aquellas mujeres y los suyos; vio que su cuerpo era tan cimbreante como el de ellas, que posean una bonita cara, una sonrisa trastornadora, y se dedic a imitaras. Como era hacendosa, la patrona la tom a su servicio y la trajo a la capital donde, al poco tiempo, fue corrompida por sus compaeras y los grandes vicios que se tienen en las capitales, y el grado de libertinaje en el que son absorbidas por las metrpolis. Fue seducida por un jovencito de esos que en los salones se dan tono con su cultura y que, con frecuencia, amanecen completamente ebrios en las casas de tolerancia. Cuando sinti que iba a ser madre, se retir de la capital y volvi a la casa paterna. A escondidas de su familia dio a luz a una preciosa niita que arroj enseguida al sitio en donde el ro era mas profundo, en un momento de incapacidad y temor a enfrentar a un padre o una sociedad que actu de esa forma. Despus se volvi loca y, segn los campesinos, el arrepentimiento la hace vagar ahora por las orillas de los riachuelos buscando siempre el cadver de su hija que no volver a encontrar. Esta triste leyenda que, da a da la vemos con ms frecuencia que ayer, debido al crecimiento de la sociedad, de que ya no son los ros, sino las letrinas y tanques spticos donde el respeto por la vida ha pasado a otro plano, nos lleva a pensar que estamos obligados a educar ms a nuestros hijos e hijas, para evitar lamentarnos y ser ms consecuentes con lo que nos rodea. De entonces ac, oye el viajero a la orilla de los ros, cuando en callada noche atraviesa el bosque, aves quejumbrosos, desgarradores y terribles que paralizan la sangre. Es la Llorona que busca a su hija

LA CHINA POBLANA Cuenta la leyenda, que corra los aos 1684 y 1685, estaba infestado de piratas la Costa del Pacifico mexicano. Sir William Dampir y su segundo, Sir Towly, fracasaron en Acapulco de aduearse de un barco peruano de mercancas valiosas. Se dirigieron a Manila, se adelant Sir Towly con un navo de medio porte y un remolque. En el camino el pirata vio un buque chino se dirigi haca l, lo abord, rob y secuestro a la princesa china Mirrha que viajaba hacia Amrica del Sur. El pirata fue a Manila donde puso en venta a la princesa Mirrha, fue comprada por un comerciante, este la llev a Acapulco y se la vendi a una persona Puebla de los ngeles. El capitn dio libertad a la princesa Mirrha le regal costosas telas y alhajas; se hizo cristiana, bautiz con el nombre de Catarina de San Juan en honor de una monja de Santa Clara de Atlixco, hija de Manuel Enrquez y Ana Muoz vecinos de Puebla. El capitn Sosa pidi permiso al Diocesano, para que la princesa fuera encomendada a la madre doa Mara de Jess Tomelln para que la educara. La madre la recibi con agrado le puso su mismo confesor don Francisco Valds, prroco de la Iglesia Santo ngel Custodio. Catarina siempre demostr su gran corazn y buenos sentimientos. Vendi las perlas que le regal el capitn Sosa y le hizo vestidos a las nias pobres, don el resto de sus alhajas a la Virgen de los Dolores, cuando la antigua princesa muri, la lloraron todas las mujeres de Puebla y era conocida como La china, su entierro fue majestuoso, llevaron el cadver en hombros, el clero y las hermandades le acompaaron. En la sacrista de la iglesia de la Compaa fue sepultada. Un escritor de la poca dijo: Jams se le vieron zapatos picados de seda, ni medias labradas a la mueca, ni basquias recamadas, ni zarzales de oro ni de plata. El traje de China poblana procede de esta historia, la vestimenta es para los salones, para el teatro y para el tendido. honrada al capitn Miguel Sosa hombre de negocios y nativo de

El payaso maldito
Era un da normal en 7mo C, y como siempre, los alumnos haban llevado algn juguete para la seo Sandra. Uno de ellos, era el tierno payasito que tena msica de beb. La seo enloqueci con l, y lo prenda a cada rato. Pasaron unos minutos, y mientras la seorita explicaba, de repente, el mueco comenz a andar. Se hizo un silencio. El mueco segua con su msica. Para sorpresa de todos, el payaso dej quieta su cabeza, mirando a Paula, sin dejar de sonar su msica. El juguete, cambi el aspecto de su cara, y se levant. Sus ojos se pusieron rojos, pero su sonrisa maldita segua estando. Las puertas y las ventanas se cerraron, y el mueco ri. En ese instante, se abalanz hacia los alumnos, mientras ellos se abrazaban y lloraban. Trataron de abrir la puerta, pero no haba caso. A la primera que se dirigi fue a Paula. Tom una tijera y le quiso arrancar un ojo, pero lo nico que logr fue lastimarla un poco. Se acerc a m Y ah fue cuando el despertador son. Todo haba sido una horrible pesadilla. Fui a la escuela, y todo estaba normal. Pero el payaso estaba ah.

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