El Anarquismo en Cuba, de Frank Fernández
El Anarquismo en Cuba, de Frank Fernández
El Anarquismo en Cuba, de Frank Fernández
Frank Fernndez
FERNNDEZ, Frank El anarquismo en Cuba / Frank Fernndez ; prefacio de Lily Litvak ; prlogo de Francisco Olaya Morales. Madrid : Fundacin de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, 2000. 142 p. : il. ; 21 cm. (Cuadernos Libertarios ; 6) Bibliografa: p. 135-137 ndice onomstico: p. 139-142 ISBN 84 86864-41-0 1. Anarquismo-Cuba. 2. Cuba-Historia-S. XIX-XX. I. Litvak, Lily, pr. II. Olaya Morales, Francisco, pr. III. Ttulo. IV. Serie
Fundacin de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, 2000 Paseo de Alberto Palacios, 2 28021 Madrid Telf 91 / 797 04 24 Fax 91 / 505 21 83 ISBN 8486864410 Depsito legal SE7622000 Digitalizacin imgenes Jos Varela Diseo y maquetacin Enrique Lpez Marn Impreso en Espaa
ndice
Prlogo [5] Prefacio [ 11 ] Dedicatoria [ 21 ] Abreviaturas y siglas [ 20 ] A modo de declaracin [ 21 ] Captulo I Colonianismo y separatismo 1865-1898 [ 23 ] Captulo II Intervencin y repblica 1899-1933 [ 47 ] Captulo III Constitucin y revolucin 1934-1958 [ 69 ] Captulo IV Castrismo y confrontacin 1959-1961 [ 87 ]
Prefacio
Qu es la historia? Actualmente se ha planteado la necesidad de redefinir la historia de un pas, enfocando el devenir del pueblo. La pregunta es an ms urgente al referirse a Cuba, no solamente por el parti pris con que se observa su presente, sino por la incertidumbre de su futuro. Este importante libro intenta dar algunas respuestas. Para empezar, Frank Fernndez destruye el mito marxista que insistentemente ha negado la participacin de los anarquistas en la formacin del pas. Escoge una meticulosa exposicin cronolgica para desarrollar la historia del movimiento en la isla. La investigacin para este trabajo fue llevada con la erudicin y el cuidado documental que caracteriza el trabajo de Frank Fernndez. Acuciado por la necesidad de explicarse qu pas, y pese al profundo compromiso con su pas de origen, el autor se ha negado a aceptar ideas hechas y recomienda dejar que lo hechos abran el camino a la investigacin. A pesar de la actitud negativa que la crtica marxista ha tenido con otras obras de Fernndez, l no pretende hacer un panfleto panegrico del anarquismo, comprende que cada sector social tiene derecho de exponer lo que se conoce como su verdad histrica, pero insiste en que debe basarse en datos evidentes y bien interpretados. Por ello, ha estudiado una enorme cantidad de materiales de primera mano, ha ledo documentos, peridicos, diarios, memorias, ha explorado bibliotecas y archivos. Por ello, el texto se sustenta en un aparato crtico detallado y en una fuerte base bibliogrfica tomada de fuentes primarias y difcilmente accesibles. Se aade a ello la propia experiencia de varias dcadas de acontecimientos vividos por l y el contacto personal con los compaeros y grupos del exilio. De all llega a una sntesis perfecta en sus conclusiones, donde no slo aclara un captulo poco conocido de la historia, sino muchos otros conceptos ms vastos que informan las discusiones ideolgicas sobre Cuba. Hay que agradecer a Fernndez su dedicacin a la bsqueda de una claridad expositiva que nos pone al alcance esta sabidura, porque as, en este libro se expresa un cuerpo de conocimientos y apropiaciones que son patrimonio de un pueblo. Adems de la erudicin que guardan estas pginas, lo que hace a este libro tan atractivo a la lectura es un estilo de prosa transparente, clara, inteligente, controlada, que hace que el lector quede inmerso en los acontecimientos, casi como testigo ocular. Se ve la pasin que Fernndez tiene por su tema. Su obra es sobre gente y acontecimientos que le interesan, y a travs de su investigacin encuentran nuevas perspectivas, nuevo sentido, y nueva vida. Explica que ha buscado la influencia que han tenido las ideas libertarias en el pueblo cubano, por un sentido del deber, y hasta necesidad histrica, puesto que en ese pas los anarquistas han combatido incansablemente en defensa de la libertad y la justicia. El primer captulo cubre el perodo colonial de l865 a l898. Se presta particular atencin a las corrientes del pensamiento anarquista filtradas durante la formacin y desarrollo de la nacin cubana. Primeramente se nota la influencia de Proudhon, que tuvo seguidores y discpulos entre artesanos y obreros progresistas, sobre todo del sector tabacalero, la primera industria trabajadora que en Cuba haba tomado conciencia de clase y la subsecuente formacin de la primera sociedad mutualista en Cuba de origen proudhoniano en l857. Se analiza despus
la trayectoria que va desde la primera huelga en l856, y la fundacin del semanario La Aurora por el asturiano Saturnino Martnez, y la creacin de la lectura en los talleres de tabaquera que tanto influyeron en la propagacin del ideario anarquista. Fue en los primeros aos de la dcada de los 80 en el siglo XIX cuando entraron en Cuba los conceptos sociales procedentes de la Federacin Regional Espaola, recogidos en el Congreso de Barcelona de l88l, y cuando el bakuninismo reemplaz a la influencia de Proudhon. Se estableci por esos aos la Junta Central de Artesanos y el Crculo de Trabajadores de la Habana y empez a destacar Enrique Roig San Martn, pensador y escritor que propagaba las ideas desde El Productor. El autor pasa a continuacin a hacer una minuciosa revisin de los diferentes acontecimientos que jalonan el establecimiento de las ideas libertarias en la isla; las huelgas en el sector del tabaco que paralizaron la industria, el establecimiento de la Federacin Local de Tabaqueros que sera el idelogo del anarquismo en Cuba, la primera celebracin del primero de mayo en l890, as como las continuas represiones gubernamentales. Se analiza con todo cuidado la importante discusin que se origin por la divisin de opiniones entre los anarquistas partidarios de la independencia y los que no se adhirieron a la causa porque buscaban otro ideario social. Pero tambin Fernndez revela cmo los focos revolucionarios que operaban mayormente desde ciudades de la Florida, eran verdaderos enclaves de patriotas cratas separatistas. En l895 la guerra convocada por Mart estall en Cuba y entre los combatientes figuraron algunos destacados anarquistas, sobre todo los de la emigracin a Estados Unidos. Un importante tema del libro es el anlisis de la relacin entre los acontecimientos cubanos y el movimiento en Espaa. Explica el autor que la crueldad de la guerra favoreci el separatismo cubano por libertarios como Salvochea y Pedro Vallina, y las actividades de Betances en Pars, que ayudaron a fomentar huelgas y protestas. Algunas de las ideas y datos expuestos por Fernndez en su reveladora obra La sangre de Santa Agueda. Angiolillo, Betances y Cnovas, (Miami, Ediciones Universal, l994) son exploradas nuevamente aqu. Y se ve hasta qu punto el ajusticiamiento de Cnovas fue principio y causa fundamental de lo que despus se llam El desastre del 98. En el segundo captulo se estudian las consecuencias de la guerra y las repercusiones en la isla de las ambiciones polticoeconmicas de Washington. Cuba era fundamental para los planes estadounidenses debido a su situacin geogrfica, estratgica no slo para las comunicaciones norte sur del continente, sino por ser la llave del ya planeado canal interocenico en Panam. El resultado fue la ocupacin norteamericana de Cuba que empez el primero de enero de l899. El libro relata los acontecimientos del mbito libertario en estos aos, varias huelgas de gran importancia como la de Sagua la grande, la formacin de la nueva organizacin obrera, Liga General de Trabajadores, y la visita de Malatesta a la isla. Estudia tambin la segunda ocupacin americana, y el eco de la revolucin sovitica, la formacin de la Federacin Obrera de La Habana, y la llegada de la presidencia de Machado, que determin una persecucin a los anarquistas. El captulo siguiente est dedicado a los acontecimientos que van desde l934 a l958. Se inicia con un nuevo gobierno de corte izquierdista y tonos nacionalistas, cuya figura cumbre fue Fulgencio Batista. Una ley promulgada por ese gobierno afect mucho al anarquismo en Cuba, pues prohiba el empleo de ms del cincuenta por ciento de empleados extranjeros. Muchos militantes tuvieron que abandonar el pas y trasladarse a Espaa, donde les iba a encontrar la guerra civil. Los avatares del movimiento anarquista quedaran a partir de este momento a merced del entonces Coronel Batista que se convirti en el hombre fuerte de Cuba, estableci la dictadura, con el frreo control subsiguiente de las actividades laborales. A pesar de ello prosperaron algunas agrupaciones, como la asociacin Juventud Libertaria de Cuba. Nos enteramos en esas pginas que al estallar la guerra civil espaola, los anarquistas cubanos se sumaron a la defensa
de la Repblica y fundaron en La Habana la Solidaridad Internacional Antifascista, que trabaj con ahinco para enviar fondos y armas a los compaeros de la CNTFAI. Tambin sabemos que al fin de la guerra, por la gestin de elementos libertarios, llegaron a Cuba muchos anarquistas espaoles que salieron de Francia y Espaa con pasaportes cubanos. Los ltimos captulos revelan hechos casi completamente desconocidos hasta ahora. Detalla Fernndez cmo los anarquistas haban participado activamente en la lucha contra Batista; unos desde las guerrillas orientales o las del Escambray, otros en la lucha urbana. Y ya en el folleto Proyecciones Libertarias, de l956, donde se atacaba a Batista, se mencionaba la poca confianza que inspiraba Fidel Castro. Aunque al principio se observ una actitud de cautela con respecto al gobierno revolucionario, al poco tiempo, en varias publicaciones anarquistas se empezaron a condenar los procedimientos dictatoriales del rgimen. En retribucin, desde los primeros das de enero, el gobierno revolucionario expuls a los anarcosindicalistas de los diversos sectores obreros. Ya en el verano de l960, convencidos de que Castro se inclinaba hacia el gobierno totalitario marxista leninista, los anarquistas lanzaron una declaracin a travs del rgano de agrupacin sindicalista libertaria, reafirmando la posicin anarquista contra el Estado, respaldando el trabajo colectivo y cooperativo en contraste con el centralismo agrario propuesto por el gobierno, y afirmando su actitud antinacionalista, antimilitarista y antiimperialista. Condenaban el centralismo burocrtico y las tendencias autoritarias que bullen en el seno mismo de la revolucin. Este fue uno de los primeros ataques que se hicieron al rgimen desde un punto de vista ideolgico. Desde ese momento, los anarquistas tuvieron que sumergirse en la clandestinidad, acusados por el rgimen de actividades contrarrevolucionarias. Da cuenta Fernndez de las actividades opositoras del perodo, la publicacin del boletn clandestino Movimiento de Accin Sindical, y la participacin anarquista en el sostenimiento de focos guerrilleros en diferentes partes del territorio. Los compaeros desde mediados de l960, comprometidos o no con la oposicin violenta, tuvieron que iniciar la marcha al destierro, y en l96l se inici el xodo en direccin a los Estados Unidos. Es ejemplar de la capacidad de supervivencia del anarquismo, la incansable actividad intelectual de los diversos grupos exiliados, su espritu emprendedor y claridad de conciencia, pues continuaron sus actividades. Entre los ya pocos militantes que quedaron en Cuba, muchos fueron presos en la siniestra prisin de La Cabaa, otros pudieron salir y continuaron su labor ideolgica y cultural por medio de la publicacin y contacto con los diversos grupos de compaeros en el exilio. Un importante eplogo nos proporciona las meditaciones del autor sobre la situacin cubana actual y la viabilidad de las ideas anarquistas. Un prrafo de Fernndez resume esa siempre heroica lucha: los anarquistas cubanos han mantenido ese espritu de lucha y desinters por Cuba y su pueblo, han sido los poseedores de una larga tradicin de libertad y justicia, unidos por una decisin indestructible, confiados en que el siglo futuro ser la aurora de un mundo mejor, ms solidario y ms libre. Esta obra llena un vaco en la literatura histrica cubana. Es necesario tener conciencia de esa lucha en un momento en que el pueblo cubano ha de enfrentar el futuro y tratar de lograr, al fin, la realizacin de sus ideales de liberacin nacional y social. Lily Litvak
Prlogo
El tema que trata este librito tena necesidad de un estudio serio y responsable, como el que aqu se hace, por razones de tica y de oportunidad, aunque algunos aspectos se hayan condensado en exceso. No solamente porque fuera necesario terminar con la parcialidad de las fuentes testimoniales y los intereses facciosos que han deformado intencionadamente la verdad histrica sino, sobre todo, por los interrogantes y cuestiones que plantea, que deben esclarecerse. La publicacin de este pequeo librito por su nmero de pginas, pero grande por su contenido, obedece, pues, a una doble necesidad. En primer lugar porque va a permitir divulgar la evolucin de la historia cubana, para terminar con mitos, fbulas y leyendas y, en fin, porque consigue exponer las aspiraciones ms ntimas de un pueblo que lucha contra la opresin y la injusticia. Modestamente, Frank Fernndez, en su a modo de declaracin, deja constancia de que se trata de una breve y condensada referencia al impacto de unas ideas determinadas sobre el pueblo cubano, que han hecho historia. En este aspecto, no obstante, hubiera sido til, quizs, dejar constancia de que, precisamente, estas teoras, siglos antes, fueron substrato substantivo de la sociedad cubana, extirpadas por el fanatismo catlico de los conquistadores. En realidad, no hay una obra pequea cuando est hecha a contracorriente, por decir la verdad, y tanto ms si no se la acomoda a pequeos intereses mezquinos, personales o de faccin. La historia que se hace con intencin de divulgar verdades, sin ms propsito que el de enriquecer la cultura, fomentar el progreso y abrir nuevos cauces al futuro humano, es siempre grande. Hay una historia oficial, hecha por funcionarios del Estado, o vividores a cuenta de partidos polticos o de intereses determinados, que se escribe con el propsito de hacer mritos u obtener recompensas, y la dedicada a la exaltacin de santos y hroes, que se valen unas a otras. Pero, hay tambin, por fortuna, la que se escribe sin otro inters que el del deber de conciencia y el honor que nos merece el lector, al que se trata de informar y documentar. La historia de Cuba no es simplemente el panegrico mitolgico de quienes vivieron del sacrificio de su pueblo y de su expolio. Es, ante todo y sobre todo, la de los hombres y mujeres de este pueblo que, con sangre, sudor y lgrimas, trataron de plantar hitos y abrir surcos en el camino del progreso y de la libertad, en una sociedad dominada por las mismas lacras impuestas por los colonizadores hasta 1898. Si es cierto que, como se afirma con fundamento, los pueblos felices no tienen historia, la del pueblo cubano es rica y densa porque ha sido fertilizada por las ideas, la nobleza, la generosidad y el altruismo de los miles de hombres annimos a los que Frank Fernndez rinde aqu justo homenaje. Pero tambin es verdad que nos es deudor de siglos de historia que deben ampliarse, con la probidad que distingue al autor, para permitir conocer lo que adeudamos al pueblo cubano en el terreno de la teora y de la prctica, respecto al legado tico e ideolgico que le restituimos despus. En realidad, para poder valorar esta aportacin en sus justos trminos, habra habido necesidad de exponer la contrapartida que recibimos a raz del descubrimiento de Amrica, que tanta
influencia tuvo en la elaboracin de las utopas que sirvieron de fundamento a las ideas socialistas y de ariete para levantar la pesada losa de la ignorancia y fanatismo que pesaba sobre la Europa medieval. De Moro a Campanella y de William Godwin a Proudhon, Bakunin y Kropotkin, hay una continuidad ideolgica que se nutre en las clebres cartas de Amrico Vespucio, sobre la sociedad paradisaca del Nuevo Mundo, a la que el anarquismo es tan deudor como a las teoras de Zenn y de Aristipo. Resultara interesante documentar la analoga existente entre las teoras anarquistas que se difunden en la isla a partir de 1850, como documenta Frank Fernndez en su primer captulo, y las prcticas de vida comunitaria y libre de la sociedad precolombina cubana. Tanto ms si se tiene en cuenta que este sistema social guardaba ms similitud con las teoras de Godwin sobre la sociedad sin obligacin ni sancin, precursoras en el campo anarquista, o las defendidas por Bakunin sobre el derecho soberano de cada individuo a no buscar ms sancin a sus actos que su propia conciencia. Ciertamente, la difusin de las ideas de Proudhon a partir de mediados del siglo XIX, cuando la sociedad cubana haba perdido sus seas de identidad bajo la opresin de la que Frank llama con mucho acierto aristocracia criolla de la sacarocracia, debieron provocar un fuerte impacto en los medios obreros, como lo pone en evidencia la primera huelga de la industria tabaquera, en 1865. Y tanto ms si tenemos en cuenta que, como el autor seala, el trfico de esclavos negros procedentes de frica se encontraba entonces en pleno apogeo, hasta el extremo de que en 1879 haba an 396.000 esclavos en Cuba, y que este sistema no fue abolido completamente hasta 1886, medida en la que la influencia de las ideas anarquistas de emancipacin humana hubieron de desempear un papel destacado. De todas maneras, resulta reconfortante el estudio hecho sobre la evolucin histrica y las luchas que le sirven de soporte, planteadas por las primeras sociedades obreras de tendencia anarquista inspiradas en las teoras de Bakunin, contra la inhumanidad de la plutocracia islea y el colonialismo espaol, hasta llegar a la independencia de Cuba. Merece, sin embargo, hacer objecin a la afirmacin de Frank sobre el magnicidio de Cnovas cometido por Angiolillo, en coordinacin con Betances desde Pars, tema sobre el que le he facilitado ya la informacin demostrativa de que esa coordinacin no existi nunca. Este magnicidio, desde luego, y situndonos en el terreno de la interpretacin, debi tener sus consecuencias, aunque tampoco son de desdear la incapacidad de los gobernantes espaoles y la brbara actuacin de generales, como Weyler, que sacrificaron en la manigua a decenas de miles de espaoles y en los campos de concentracin a miles de campesinos cubanos, incluidos mujeres y nios. Evidentemente, Frank lleva razn cuando afirma que durante ese perodo el gobierno espaol [cometi] un genocidio sin precedentes, aunque ello fuera simplemente la continuidad de la labor represiva iniciada a raz de la descubierta Amrica, que llev al exterminio total de los indios Arawak de las Antillas, siguiendo la lgica catlica de los conquistadores. No obstante, durante esta poca que Frank historia muy documentadamente, en la que hace resaltar la unidad de independentistas y anarquistas cubanos contra la barbarie gubernamental espaola, las divergencias de propsito no tardan de ponerse en evidencia. Cuba conquist su independencia en 1898, y pas de la autonoma tutelada por Espaa al proteccionismo autonmico norteamericano, bajo la gida de un general de este pas, hasta que tras la llamada Enmienda Platt, en 1901, los EE.UU. legalizaron su dominio sobre la isla, poniendo en evidencia las diferencias de actuacin entre independentistas, sin ms aspiraciones que la defensa de sus privilegios personales, y anarquistas, que luchaban por los de la comunidad. Frank Fernndez nos ofrece, pues, un estudio sistemtico de la sociedad y del anarquismo cubano y de su originalidad, haciendo un anlisis imparcial que pone en evidencia la propaganda hecha para defender actividades que nunca fueron consecuentes. Es decir que,
desde una perspectiva temtica, se trata de un libro nico, porque no tiene otra preocupacin que la de ofrecer un anlisis histrico, sin compromisos. Frank estudia en esta obra el siglo y medio de historia densa y profunda, mal conocida y peor analizada, haciendo resaltar la dimensin fundamental del anarquismo en esta evolucin. Pero tiene la virtud y la honestidad, actitud poco frecuente, de no ocultar los fallos ni los errores que pudieron cometerse, lo que contribuye a realzar su labor y su independencia crtica. Hay, sin embargo, en la obra dos temas que, a fuerza de querer sintetizar, se les hace perder su facultad sinptica. Me refiero concretamente a la conversin ideolgica del joven conservador Fidel Castro al bolchevismo tras la nacionalizacin de las industrias americanas en la isla, y la de la ejecucin del general castrista Arnaldo Ochoa. En el primer caso me parece que no basta con afirmar que Castro, al principio, fue ayudado econmicamente por los EE.UU, que fueron los primeros en reconocer su rgimen diplomticamente, y hasta se podra afirmar que la ayuda que le prest la CIA no fue desdeable. Pero creo tambin que para mejor interpretar su evolucin ideolgica habra que tener en cuenta que la burguesa norteamericana, en el momento del derrocamiento de la dictadura batistiana, controlaba en Cuba el 40 por 100 de la industria azucarera, el 90 por 100 de minas y haciendas, el 80 por 100 de los servicios pblicos, el 50 por 100 de los ferrocarriles, y la casi totalidad de garitos y cabarets de la capital. En segundo lugar, habra que profundizar en el fusilamiento del general Ochoa, que de acuerdo con la tesis oficial fue ejecutado por estafa y corrupcin. En primer lugar, porque de ser cierta la acusacin oficial, ella misma demostrara que las virtudes del rgimen no son tan evidentes como la propaganda oficial lo pretende, y, en segundo lugar, porque habra que saber si la versin que hoy defiende la propia hija del ejecutado permitira conocer otras facetas de la idiosincrasia y de las debilidades de Fidel Castro. Desde una perspectiva cultural, revolucionaria y sociolgica, como aqu queda demostrado sin lirismos pero documentalmente, me parece excelente la historia que se hace del anarquismo cubano, su compromiso permanente con la revolucin y su homrica lucha por la transformacin de la sociedad, como la que se hace de la plutocracia criolla, proclive a todas la perfidias y perjurios, lo mismo que los colonos de horca y cuchillo. Es igualmente excelente y no merece ninguna objecin, el anlisis que se hace del Partido Comunista y de sus dirigentes, y la discontinuidad que se documenta y queda puesta en evidencia, entre sus discursos propagandsticos y su colaboracin vergonzante con dictadores del temple de Gerardo Machado, Fulgencio Batista y Fidel Castro en la represin, la mutilacin y el asesinato de los defensores de la libertad y de la justicia social. Pero todo eso es insuficiente, y aunque a las personas informadas como ocurre con Frank Fernndez les parezca que lo fuera, al lector que no dispone de los mismos elementos de juicio se le habr substrado la parte fundamental de la informacin. Porque para conocer la evolucin poltica de Fidel Castro y del rgimen castrista no basta la referencia a su formacin burguesa o socialdemcrata, sino que es preciso desarrollar el proceso que sigue, la ayuda que recibe de Norteamrica e inclusive de la CIA, la nacionalizacin de la agricultura y de la industria azucarera, el 17 de mayo de 1959, hasta la nacionalizacin de las instalaciones de las compaas petroleras Standard Oil, Texaco y Shell, en julio de 1960, completada con la nacionalizacin de las empresas americanas, en agosto de 1960, muchas de ellas de origen mafioso, hasta la ruptura de las relaciones diplomticas con los EE.UU., en enero de 1961, que son su efecto, y que no le dejan otra alternativa que la de echarse en brazos de Rusia. Me parece que ha llegado la hora de decir la verdad desnuda, por cruel e implacable que nos pueda parecer y estoy convencido de que todos estos aspectos que sealo, Frank Fernndez es capaz de ampliarlos y documentarlos con la capacidad analtica y crtica que le es consustancial. De ah que me crea en la obligacin de tener que sealarlo, con el convencimiento de que esa
ampliacin enriquecer su libro y nos ofrecer motivos de reflexin, rindiendo merecido servicio al pueblo cubano y a todas las vctimas de la codicia y el sadismo de los dictadores de turno, tanto ms si no omite la proclividad de Fidel Castro a encender una vela a Stalin y otra a los fascistas espaoles, de la catadura de Fraga Iribarne, o al pontfice romano. No obstante, y en particular, no puedo pasar en silencio el litigio que plantea en los captulos IV y V sobre la impresionante soledad que ha sufrido el movimiento anarquista cubano, despus del golpe de Estado de Fidel Castro, y la insolidaridad de que le ha hecho vctima el anarquismo mundial. Tanto ms, porque se trata de un problema que no puede dejarnos insensibles, porque las cuestiones que plantea en el terreno tico y terico son de actualidad y mereceran ser analizadas definitivamente, en nombre del inters general. Como el propio Frank reconoce, tanto la revolucin mexicana, de 1910, como la rusa, de 1917, o la castrista, de 1957, provocaron un serio impacto en los medios anarquistas internacionales, cubanos incluidos, que tuvo desastrosas consecuencias, con su inevitable cortejo de escisiones, por motivos subjetivos ms que racionales. Pero esta obstinada repeticin del mismo error, por falta de anlisis del fenmeno, plantea en principio unos interrogantes que convendra tener en cuenta, so pena de querer seguir tropezando eternamente en la misma piedra, a saber: No existe una confusin irracional o semntica en querer identificar revolucin, motn o golpe de Estado? Es que la transformacin de la sociedad no puede hacerse ms que por medio de la violencia? Es que la revolucin no puede evolucionar sin caer entre las garras del autoritarismo? Es que el movimiento anarquista no debera profundizar en estos temas y dotarse de los medios necesarios que impidan la desviacin de la revolucin por las horcas caudinas de la dictadura? De otra parte, hay que reconocerlo con toda honestidad, la llamada revolucin cubana, como la mexicana o la rusa, provocaron sensibles desviaciones que an estn vigentes, por deformacin, falta de informacin o desviacin, estrictamente en el plano personal. Sera, pues, injusto o cuando menos excesivo, pretender que esta desorientacin fue permanente y colectiva, sin que por ello se pretenda minimizar la gravedad del impacto. La verdad que puede documentarse es que el movimiento anarquista internacional fue solidario con el primer impulso revolucionario del pueblo cubano para derrocar la tirana de Fulgencio Batista y transformar la sociedad, posicin rectificada rpidamente cuando se pudo constatar la desviacin que se produjo de tipo autoritario. En este caso concreto, las experiencias anteriores, permitieron una rpida rectificacin del conjunto orgnico, aunque algunas excepciones, muy limitadas, hicieron efecto, inclusive en los medios cubanos, como el propio Frank reconoce. De todas formas es innegable, y hay que reconocerlo con sinceridad, que en el primer momento la falta de informacin responsable fue un factor de confusin evidente, que no se puede desdear. Mas parece tambin evidente que esta carencia no es solamente imputable a quienes se encontraban a miles de kilmetros del epicentro del fenmeno, acosados de una y otra parte por versiones interesadas. Es cierto que algunos, de forma personal e indirecta, tuvimos noticias de la constitucin en Nueva York y en Miami de Agrupaciones Anarquistas de cubanos exiliados, aunque stas no dieron nunca seales de vida ni nos fuese posible establecer una relacin indirecta. Los anarquistas cubanos, entonces como ahora, es posible que, como afirma Frank Fernndez, entraran en relacin directa con militantes ms o menos conocidos del movimiento anarquista, pero no lo hicieron nunca de manera orgnica y responsable, porque en ese caso se puede afirmar sin ambages que la CNT de Espaa en el exilio hubiera sabido honorar el principio de solidaridad que le fue siempre consustancial.
Evidentemente, Frank Fernndez, cita una veintena de nombres, pero la mayor parte de ellos no fueron nunca anarquistas o hace mucho tiempo que dejaron de serlo, lo que en la poca como ahora es posible que contribuya a sembrar la confusin. Tanto ms si tenemos en cuenta que algunos de los individuos citados tenan relaciones equvocas, y que otros eran conocidos por su volubilidad ideolgica. Conviene precisar tambin que Abelardo Iglesias, en 1965, a su paso por Toulouse y Pars, se limit a establecer relaciones personales, desdeando las orgnicas entre los anarquistas cubanos y los de otras latitudes, que hubiera podido y debido evitarse. Claro est que todo esto no justifica de ninguna manera el fallo de la solidaridad y el trauma que ha podido ocasionar, que debe ser denunciado con energa para evitar su repeticin, puesto que parece evidente que las carencias en la relacin del anarquismo internacional que hicieron defecto ayer, lo sigue haciendo hoy. La acusacin de Frank contra un Comit de la CNT y contra la directora de su peridico, pone bien en evidencia que las omisiones sealadas fueron siempre personales, aunque implicaran escandalosa vulneracin de atribuciones y violacin del principio de solidaridad, fundamental y bsico. La prueba la ofrece el propio Frank al reconocer que la CNT, de manera responsable y desautorizando gestiones anteriores, invit oficialmente a los anarquistas cubanos con motivo de la celebracin de su Congreso en Madrid, en 1979, reanudndose las relaciones y lazos orgnicos quebrantados, lo que en cierto modo nos lava del ludibrio de actuaciones censurables. He escrito este prlogo a peticin de Frank y de la Fundacin Anselmo Lorenzo, pero ms que nada por obligaciones de tipo tico. En cierto modo es la manera que me ha parecido ms adecuada para manifestar mi solidaridad, de ayer y de hoy, a l y a los que con l han sufrido de una insolidaridad que nos ha parecido siempre ajena. Francisco Olaya Morales
Abreviaturas y siglas
AIT ALC ARS ASL BIL CDR CGT CIRA CNOC CNT CO CONI CTC CTCR DDG FAF FAI FAIT FGAC FAM FLA FOH FRE MAS MLCE M26J PCC PRC PRCA SAC SGT SIA UN
Asociacin Internacional de Trabajadores Asociacin Libertaria de Cuba Alianza Revolucionaria Socialista Agrupacin Sindical Libertaria Boletn de Informacin Libertaria Comit de Defensa de la Revolucin Confederacin General de Trabajadores Centre International de Recherches Sur LAnarchisme Confederacin Nacional Obrera de Cuba Confederacin Nacional del Trabajo Comisiones Obreras Comit Obrero Nacional Independiente Confederacin de Trabajadores de Cuba Confederacin de Trabajadores de Cuba Revolucionaria Documento de Gaona Federacion Anarchiste Francaise Federacin Anarquista Ibrica Federazione Anarchica Italiana Federacin de Grupos Anarquistas de Cuba Federacin Anarquista Mexicana Federacin Libertaria Argentina Federacin Obrera de La Habana Federacin Regional Espaola Movimiento de Accin Sindical Movimiento Libertario Cubano en el Exilio Movimiento 26 de Julio Partido Comunista Cubano Partido Revolucionario Cubano Partido Revolucionario Cubano Autntico Sueriges Arbetares Centralorganisation Sociedad General de Trabajadores Solidaridad Internacional Antifascista Umanit Nova
A modo de declaracin
Este trabajo consiste en una breve y condensada resea de la influencia que dentro del pueblo cubano han tenido las ideas libertarias. Creemos que es un deber y hasta una necesidad histrica el dejar reflejada una sntesis de las crnicas anarquistas en Cuba. Por ms de un siglo de sacrificios y luchas a favor de las clases ms humildes de nuestro pas, los cratas han combatido sin descanso en defensa de la libertad y la justicia social al servicio del pueblo cubano. Nos concentraremos en los actos ms notables y las figuras prominentes de un grupo de hombres y mujeres que, sin recursos de ningn tipo, ayuda o patrocinio de ninguna clase, olvidados y perseguidos, no slo fueron capaces de legarnos sus ideas de libertad y redencin social, sino tambin de dejar una huella en el panorama de la cultura y la historia de Cuba. Estos anarquistas y sus actividades ms relevantes, sus sacrificios y persecuciones, pertenecen tanto a los anales de las clases obrerocampesinas como al inicio y la organizacin del movimiento obrero en Cuba, al mismo tiempo que son parte importante de nuestra formacin como pueblo y sociedad. Con estas palabras comenzaba mi folleto Cuba, the Anarchists and Freedom, publicado en ingls en 1987, editado en varias ocasiones e incluido en una versin electrnica en Internet en 1995, folleto que he tomado como base para este trabajo corregido y aumentado, con la intencin de hacerlo conocer en espaol, haciendo nfasis en los dos captulos finales de mi obra sobre los ltimos aos del anarquismo organizado en Cuba, con el deseo de dar a conocer a otros lectores una serie de incidentes y datos que no fueron incluidos por diferentes razones en la primera edicin australiana de Monty Miller Press, publicada en Sidney y distribuida por todo el mundo de habla inglesa. Como era de esperar y por lo difundido de esta pequea obra, la crtica marxista o pro castrista hizo el propsito de difamar y calumniar este trabajo. Los menos cnicos me acusaron de hacer un panfleto panegrico maniquesta y lleno de informaciones apologticas a favor del anarquismo cubano con fines propagandsticos. Nada de eso es cierto. Por el contrario, entiendo que cada sector social tiene derecho a exponer lo que se conoce como su verdad histrica basada, por supuesto, en datos evidentes y bien interpretados, y se fue y sigue siendo el motivo de esta obra. El autor quiere agradecer la cooperacin y paciencia de los ltimos sobrevivientes del anarquismo cubano en la dispora que hicieron posible la versin oral y final de este proyecto. Suria Linsuan, Claudio Martnez, Len G. Montelongo y Helio Nardo colaboraron en los captulos finales. Tambin el autor recibi la informacin directa de los desaparecidos Marcelo Salinas, Casto Mosc, Manuel Ferro, Manuel Gonzlez, Agustn Castro, Abelardo Iglesias y Santiago Cobo que aportaron sus memorias a esta sntesis. Para finalizar, este trabajo est dedicado en su totalidad a todos aquellos militantes annimos cuyos nombres no aparecen en este relato, pero que con su ejemplo y humildad dejaron una huella imborrable en nuestro destino. Sin ellos esta historia nunca hubiera podido ser escrita.
Colonianismo y Separatismo
18651898
Captulo
La sociedad cubana del siglo XIX posea una serie de caractersticas que la hacan nica en el continente americano. Desde principios de siglo la explotacin econmica de las riquezas cubanas haban sido obra de la clase blanca dominante originaria del pas con ttulos de nobleza espaola. Esta aristocracia criolla posea recursos y poder suficientes para influir en la poltica colonial con respecto a la Isla. Mientras que el resto del continente decida separarse violentamente del dominio colonial espaol, la plutocracia criolla se senta ms espaola que Fernando VII y se opuso deliberadamente a cualquier tipo de sentimiento reformista, por muy modesto que realmente fuera. El cultivo de la caa, el tabaco y el caf, que eran los tres productos ms importantes de la riqueza agrcola cubana, necesitaba de mano de obra barata para poder competir en los mercados internacionales, y fue de esta manera que, en abierto contubernio con la Corona espaola y con las autoridades coloniales, se increment notablemente el trfico de esclavos negros procedentes de frica, establecindose una sociedad esclavista y abusiva. Ya para mediados del siglo XIX la aristocracia criolla se haba convertido en una poderosa sacarocracia y la economa cubana dependa en forma anormal de la trata de negros y de la deplorable institucin de la esclavitud. La divisin clasista cubana por esos aos era piramidal. En el tope la sacarocracia y los funcionarios coloniales espaoles; en la base se mezclaban artesanos, obreros de la industria azucarera y tabacalera con negros libertos, campesinos pobres y esclavos africanos. En esta divisin haba tanto diferencias raciales como sociales y tan discriminado o explotado poda ser un esclavo negro como un campesino o un emigrante espaol. Se debe tener en cuenta, por lo tanto, que las diferencias clasistas fueron impuestas por las clases dominantes y no establecidas en Cuba por la base de la pirmide. Era natural que, preocupados por las ideas sociales que explotaban constantemente en Europa, los obreros y artesanos cubanoespaoles aspiraran a tener una sociedad ms justa y ms libre. La emigracin espaola casi masiva a mediados de 1850, propiciada por el evidente temor de los criollos de africanizar a Cuba, como amenazaba la Corona desde Madrid, trajo consigo en su equipaje una serie de conceptos sociales totalmente nuevos en Cuba. Y fue de esta manera como las ideas sociales del tipgrafo francs PierreJoseph Proudhon, uno de los pensadores socialistas ms originales de ese siglo, llegaron a Cuba. Proudhon, cuyas ideas y teoras econmicas haban causado un gran impacto en Europa, influyeron decisivamente en los orgenes del anarquismo en Cuba. El pensador francs, que fue sin duda el primer idelogo del pensamiento crata moderno, tuvo en la Isla seguidores y discpulos entre artesanos y obreros progresistas de su tiempo, sobre todo dentro del sector tabacalero, que fue la primera industria en Cuba que haba tomado cierta conciencia de clase dentro del pueblo trabajador. En 1857 se fund la primera sociedad mutualista en Cuba de origen proudhoniano con la idea de crear una especie de asociacin laboral libre de la influencia patronal o estatal. Fue el primer paso de la creacin de una sociedad civil dentro del proletariado en Cuba.
En agosto de 1865 se declara la primera huelga en Cuba dentro de la industria del tabaco que termin en un acuerdo obreropatronal. A finales de ese ao el asturiano Saturnino Martnez funda el primer semanario obrero en La Habana, La Aurora, donde se planteaban algunas de las ideas de Proudhon, debidas a un ingeniero mecnico llamado Jos de Jess Mrquez. Fue en La Aurora y no por casualidad, que Mrquez propuso por primera vez en Cuba la idea de las sociedades cooperativas. Martnez por esos aos, estaba influido por las ideas de Proudhon en algunos aspectos de su filosofa federalista y de ayuda mutua, aunque sus proposiciones laborales no eran realmente revolucionarias con respecto a los obreros de la industria que deca representar. Martnez, sin embargo, dio el primer paso en la proteccin de las asociaciones obreras y fue el creador de la lectura en los talleres de tabaquera que de tanta utilidad resultaran en los aos por venir en la propagacin del ideario anarquista dentro de esa industria. De lo que parece no haber dudas, es que por esos aos anteriores a la Guerra de los Diez Aos, conflicto que el separatismo armado haba iniciado contra el colonialismo espaol, la fundacin de las primeras asociaciones y sociedades libres de tabaqueros, cajistas, carpinteros, jornaleros y artesanos, lo que se podra considerar como el incipiente proletariado cubano, fue debido a la influencia de Proudhon en Cuba. El pas y el obrerismo cubano le debe, por lo tanto, al anarquista francs, entre otras cosas, la creacin de centros regionales, escuelas laicas, sanatorios y asociaciones obreras de ayuda mutua. La primera guerra separatista detendra este impulso social por mejorar de las clases ms oprimidas al mismo tiempo que obligara a cambiar las estructuras sociales cubanas, arruinara a la sacarocracia criolla y eventualmente terminara con la esclavitud en Cuba. Durante el proceso de la guerra cubana de 1868 a 1878, el primer intento blico de los cubanos por separarse del colonialismo espaol, participaron como combatientes algunos obreros de la industria tabacalera y varios exiliados de la Comuna de Pars. La influencia de Proudhon con relacin a algunos dirigentes separatistas es tambin innegable. Entre stos, Salvador Cisneros Betancourt y Vicente Garca no negaron sus simpatas por el Federalismo y la descentralizacin influidos por las ideas del pensador francs. Pero fue en realidad durante los primeros aos de la dcada de 1880 cuando se puede notar con seguridad la presencia anarquista en Cuba, cuando un obrero tipgrafo exiliado en Nueva York por motivo de la guerra contra Espaa, nombrado J. C. Campos, inicia, a su regreso a La Habana, las relaciones solidarias entre anarquistas espaoles y cubanos. La profusin de propaganda crata que llegaba regular y clandestinamente de Barcelona en forma de folletos y semanarios, adems de la ola migratoria proletaria que proceda de Espaa en direccin a Cuba, fortaleci el traspaso de las ideas, y como consecuencia nuevos adeptos dentro de la clase obrera cubana con una nueva definicin socialista y revolucionaria que proceda directamente de la Alianza Revolucionaria Socialista (ARS). Fue por esos aos cuando el pensamiento anarquista haba tomado una fuerza inusitada dentro de obreros y campesinos en Francia, Italia, Rusia y sobre todo Espaa. Su principal propulsor y organizador fue otra figura notable de su tiempo, Mijal A. Bakunin, revolucionario y escritor ruso continuador de las ideas de Proudhon. Los campos entre el socialismo marxista de corte absolutista y el socialismo revolucionario o anarquista ya estaban delimitados en los Congresos de La Haya y St. Imier con la fundacin de la ARS en 1864, y ms adelante, en 1868, la Alianza Internacional Socialista Democrtica. Adems, la bien conocida Declaracin de Principios redactada por el propio Bakunin haba establecido las diferencias entre el llamado socialismo autoritario representado por Marx y el socialismo libertario o revolucionario auspiciado por los cratas. Estos conceptos sociales, que procedan directamente de la Federacin Regional Espaola (FRE) recogidos en el Congreso de Barcelona de 1881, fueron, sin dudas ni reparos, los que
tuvieron un impacto definitivo entre los elementos obreros ms revolucionarios y militantes dentro de Cuba, suplantando en el campo sindical las ideas de Proudhon. Fue de esta forma como el proletariado cubano empez a tomar una conciencia clasista con relacin a los abusos patronales y las reivindicaciones sociales. En 1882 los anarquistas empiezan una lucha contra el reformismo preconizado dentro de las asociaciones obreras por el mismo Saturnino Martnez, ya en otra etapa diferente de su larga vida, esta vez ms a favor de los intereses patronales que a la causa obrera. Este tipo de ideas reformistas de acomodo con los intereses capitalistas por parte de la clase obrera fue combatido por los anarquistas que se negaban a este tipo de colaboracionismo. Las ideas combativas de los cratas tuvieron resonancia dentro del proletariado cubano, y de esta forma el anarquismo en Cuba comenz a destacarse y ganar adeptos. Roig San Martn consideraba que ningn gremio u organizacin obrera debiera estar atado a los pies del capital. Siguiendo este tipo de consignas se establece en 1885 la Junta Central de Artesanos con la idea de organizar y unir a los trabajadores en federaciones. Ese mismo ao se haba fundado el Crculo de Trabajadores de La Habana, entidad a todas luces cultural y educativa, pero que en la prctica responda al ideario de los anarquistas.
Ya desde 1883, surga la figura ms prestigiosa del anarquismo cubano de su tiempo, y probablemente de toda su historia, en la personalidad carismtica de Enrique Roig San Martn (18431889), pensador y escritor que desde El Obrero primero y ms adelante en El Productor de La Habana, se convierte en idelogo y organizador del anarquismo en Cuba. Las huelgas que se producen casi sin descanso en el sector tabacalero ya a finales de la dcada, son todas de inspiracin y organizacin crata, sostenidas y orientadas desde el vocero de un Semanario consagrado a la defensa de los intereses econmicosociales de la clase obrera. Este esfuerzo fue respaldado por un Comit en el cual participaban algunos obreros influidos por las ideas de la ARS, entre los que se encontraban Pedro Merino, Francisco Domenech, Gervasio Garca Purn, Eduardo Gonzlez Boves, Enrique Messonier y Enrique Creci.
Para facilitar el trabajo entre las distintas asociaciones obreras y El Productor, se cre una organizacin revolucionaria llamada la Alianza Obrera, de evidente raz anarquista. Esta Alianza, compuesta especialmente por los mismos obreros antes mencionados, fue la primera prueba del protagonismo crata en los medios proletarios. Ya para agosto de 1887, despus de la fundacin de este organismo laboral, y con el total apoyo de Roig San Martn desde El Productor, se celebra lo que se puede considerar el primer Congreso Obrero de Cuba, propiciado por otro organismo de reciente creacin, La Federacin de Trabajadores de Cuba, orientada tambin por el socialismo revolucionario. Se trataba de la primera asamblea de obreros que tiene lugar en Cuba reunidos de forma permanente para lograr sus aspiraciones sociales.
Este Congreso de septiembre de 1887 proclama un Dictamen de seis puntos oponindose a todo vestigio de autoridad en las colectividades obreras, una unidad entre estas colectividades a travs de un pacto federativo influido por los acuerdos de la FRE, completa libertad de accin, cooperacin mutua, una efectiva solidaridad entre sus componentes y finalmente el punto ms discutido en esos aos y los por venir: la prohibicin dentro de las colectividades y la
Federacin de cualquier doctrina poltica o religiosa; expresando al final los principios de la emancipacin... confraternizacin... de todos los productores... que pueblan la tierra. Los trgicos Sucesos de Chicago, donde son condenados a muerte siete anarquistas por las autoridades de Illinois, tiene una honda repercusin en Cuba, donde desde El Productor se haba constituido un Comit para recaudar fondos en su defensa. Ya ms seguros de una organizacin que los respalde, en octubre de 1887 los obreros del gremio tabacalero estallan en una huelga protegidos por la sombrilla anarquista que forman la Federacin, la Alianza, y El Productor , la que fue ganada por los obreros en diciembre. En julio de 1888 se produce una segunda huelga en el mismo sector del tabaco y esta vez la industria se paraliza. Desde Cayo Hueso, la ciudad ms meridional de los EE.UU. y muy cercana a La Habana por mar, una delegacin de obreros tabacaleros orientados por los anarquistas de esa ciudad apoyan el paro habanero y se envan auxilios econmicos a los huelguistas. Roig San Martn desde El Productor orienta y alienta a los obreros en huelga y les sugiere que en circunstancias difciles se trasladen a Tampa o Cayo Hueso en los EE.UU. o a Mrida en la pennsula de Yucatn, donde tambin existan ncleos anarquistas solidarios. Despus de desafiar a los patronos por varios meses, los obreros regresan al trabajo y la huelga fracasa. A pesar del descalabro, los anarquistas han sido capaces de organizar en menos de un ao dos huelgas importantes en un mismo sector, poner en prctica sus ideas, establecer lazos solidarios con otros compaeros en el extranjero y declarar por primera vez en Cuba la lucha de clases. La Alianza Obrera tiene tambin amplia acogida en los centros obreros de la industria tabacalera de Tampa y Cayo Hueso, donde en 1887 se organiza la primera Federacin Local de Tabaqueros, sustituyendo a una asociacin anterior conocida como la Unin, de corte reformista, que reuna a casi todos los tabaqueros de dicha ciudad. Sus organizadores y responsables lo fueron dos anarquistas destacados de esos aos, Enrique Messonier y Enrique Creci, que junto con Enrique Roig San Martn constituyeron un tro de anarquistas conocidos en esos aos como Los tres Enriques. Si Roig San Martn era un escritor muy ledo entre los obreros y su pluma tuvo una influencia decisiva en la llamada Cuestin Social cubana, Messonier se destacaba como orador y organizador, mientras que Creci era un hombre de accin, adems de escribir sobre problemas laborales y organizativos con cierto talento. Tanto en Tampa como en Cayo Hueso, cuya industria ms importante era la produccin de tabacos y cigarrillos, la organizacin laboral qued en manos de los anarquistas que llegaban de Cuba o que itineraban en esa direccin. Descollaban por su responsabilidad Carlos Balio, Segura, Leal, Palomino y Ramn Rivero y Rivero, que en esos momentos militaban dentro de las ideas cratas. En 1889 se declara una huelga general en Cayo Hueso con el apoyo esta vez de los obreros en La Habana. A pesar de la violencia y las amenazas que tuvieron lugar por parte de patronos y las autoridades de dicha ciudad, expulsando a varios obreros conocidos, tales como Messonier y Creci, la huelga tuvo xito con el triunfo de los obreros en sus demandas ya en enero de 1890. La prematura desaparicin de Roig San Martn a los cuarenta y seis aos, el 30 de agosto de 1889, debido a un coma diabtico, pocos das despus de haber sido excarcelado por el gobierno colonial, fue un duro golpe para los anarquistas en Cuba. Su muerte fue lamentada por todos los obreros tanto en Cuba como en Mrida, Tampa, Cayo Hueso y Nueva Orleans, donde las palabras que escriba Roig no slo eran dadas a conocer por los lectores de tabaquera en sus centros de trabajo, sino dentro de la clase obrera de su tiempo. Sus funerales tambin fueron una demostracin enorme de dolor que sorprendi a los gobernantes coloniales tanto como a los capitalistas de su tiempo. Haba desaparecido el anarquista ms notable de esos aos y sin lugar a dudas su idelogo ms influyente.
Roig no haba tenido, en sus pocos aos de notoriedad, paz con nadie. Su defensa de los trabajadores, sus opiniones sociales y sus conceptos econmicos chocaban con todos y contra todos. El Partido Autonomista, que trataba de ganar adeptos dentro del campo laboral cubano, sufri los ataques de Roig, y sus agrias acusaciones contra el autonomismo criollo fueron famosas. El colonialismo espaol era, segn Roig, el causante principal de tantos abusos y de tanta ignorancia, y tampoco se qued corto en sus ataques al gobierno colonial, lo que le cost la crcel. En cuanto al separatismo, con el cual era lgico pensar que habra algn tipo de afinidad, si no en el campo social, al menos en el poltico, Roig se mostr hostil y fustig sin muchos miramientos el ideal republicano declarando que el ejemplo de los pases latinoamericanos y hasta de los EE.UU., al que denomin irnicamente como La Repblica Modelo, no eran de desear en la sociedad obrera cubana, pues continuaran con la persecucin establecida contra la clase proletaria lo mismo que lo haca el gobierno colonial de Espaa. El choque con las ideas separatistas de Roig y por otra parte los conceptos que sobre el pensamiento anarquista tenan algunos destacados lderes del ideal republicano, dividan a Cuba en dos sectores que se podan considerar sociopolticos y debilitaban la oposicin de ambos bandos con relacin a Espaa. Los escritores marxistas de nuestros das le achacan a Roig el delito de no simpatizar con la causa separatista, al mismo tiempo que tratan de incluirlo en el saco ideolgico del pensamiento marxista declarando muy seriamente que Roig San Martn estaba en transicin hacia el marxismo. Entendemos que esta transicin era por haber ledo y citado a Marx, hecho realmente de carcter circunstancial, y como cualquier anarquista de su poca (Cafiero, Bakunin, Reclus, etc.), estaba obligado a informarse de todo lo relacionado con socialismo. Acusados ahora por estos sectarios del pensamiento de Marx de nihilistas nacionales, de apoliticistas, entre otros sambenitos semnticos, olvidndose de la contribucin que hicieron en su poca en organizar y protagonizar luchas obreras, huelgas generales, boicots, etctera, tanto en La Habana como en los EE.UU., en defensa de la base proletaria ms humilde de finales del siglo XIX, es una canallada histrica y da una idea de hasta qu punto se quiere cambiar la Historia, embriagados por un nacionalismo decadente. Algunos anarquistas en Cuba como Roig y San Martn eran consecuentes con sus ideas; practicaron y propusieron mantener al movimiento obrero fuera de la poltica electorera y pactos gubernamentales, pues entendan correctamente que los representantes del Estado, fueran de un color u otro, no los habran de tratar mejor. Desgraciadamente para el pueblo cubano las pesadillas proletarias de Roig pronto se convertiran en realidad. Durante esta etapa organizativa y de lucha, las relaciones entre los anarquistas en Cuba y las autoridades coloniales se fueron agravando. El gobierno espaol toleraba hasta cierto punto las actividades sindicales, y como los cratas haban acordado no intervenir en la poltica islea y mantenerse al margen de los debates separatista, colonial y autonomista, se estableci un sistema de tolerancia vigilada por parte del gobierno. Se aprovechaba tambin la situacin cambiante de los Gobernadores militares y su interpretacin de las leyes de asociaciones y de imprenta. Capitanes Generales como Manuel Salamanca fueron pacientes con estas actividades o en el interregno entre la sustitucin y toma del poder de gobernantes militares. Este fue el caso en la noche el 20 de abril en 1890. Reunidos en una asamblea en su local del Crculo de Trabajadores un grupo de obreros entre los que se encontraban Cristbal Fuente, Ramn C. Villamil, Eduardo Prez, Jos Fernndez, Juan Tiradas, Jos Ortega, Pedro Blandn, Jos C. Hernndez, Adolfo Horno, Melquades Estrada, Federico Aguilar, ngel Patio, Jos F. Prez, Jos R. Cobo y Victoriano Daz, acordaron celebrar una manifestacin y un acto en la fecha del Primero de Mayo, de acuerdo con la decisin de la Segunda Internacional reunida en Pars con el propsito de conmemorar por primera vez en Cuba esta fecha que recordaba a los Mrtires de Chicago. Esta propuesta
manifestacin obrera consistira en una [...] manifestacin pblica y pacfica [...] con la idea de [...] que el gobierno, las clases elevadas y el pblico en general [...] sepan cules son las aspiraciones de este pueblo obrero. Se redacta entonces un Manifiesto firmado por los antes mencionados, hacindose pblica la convocatoria. Y efectivamente, el Primero de Mayo de 1890, con la asistencia de ms de 3.000 obreros, a los compases de La Marsellesa desfilaron por las calles habaneras, conmemorando por primera vez en Cuba el da de los trabajadores. Para sorpresa general los anarquistas comenzaron un acto sin precedentes que terminara en un mitin celebrado esa misma noche en el saln del Skating Ring, lleno a reventar. Hicieron uso de la palabra 23 oradores entre los que se encontraban, segn reportaba el peridico liberal La Lucha, Sandalio Romaelle, Cristbal Fuente, Juan Tiradas, Prendes, Victoriano Daz, Ramn Villamil, Enrique Messonier, Pablo Guerra, Manuel M. Miranda, Enrique Creci, Anselmo lvarez, Eduardo Gonzlez Boves, Eduardo Rey Garca, Velarmino, Gerardo Quintana, Ramn Otero, Adolfo Horno, Jenaro Hernndez, Jos Joaqun Izaguirre, Ruz, Francisco Vega y haciendo el resumen Maximino Fernndez. Este acto sirvi para atacar las condiciones sociomorales y econmicas de Cuba y demostrar que ya haba una presencia y un protagonismo crata dentro del proletariado cubano.
Ante el xito de esta gestin pblica, los componentes del Crculo produjeron varias huelgas y el ambiente social empez a caldearse rpidamente. Dicho Crculo comenz a agrupar no slo a los obreros de la industria del tabaco, sino tambin a otros gremios tales como: fogoneros, cocheros, paileros, toneleros, pintores, cajistas, albailes, pescadores, sastres, carpinteros, tipgrafos, obreros de hoteles y restaurantes, etc. Es decir, se organizaba por primera vez en forma federativa a casi todos los obreros habaneros y una parte de los del interior de la Isla. Por supuesto que sera exagerado proclamar que estas asociaciones obreras estaban compuestas en su totalidad por militantes del anarquismo en Cuba, pero sin duda sus orientadores y sus acuerdos respondan a dicho ideario. Se trataba tambin del primer paso de lo que en los aos por venir sera conocido como el anarcosindicalismo. La Habana por esos aos presentaba una organizacin obrera de primer orden en todo el continente que nada tena que envidiarle a la FRE y que segn Moreno Fraginals [...] el movimiento obrero en La Habana era el ms desarrollado y de mayor conciencia de clase en la Amrica Hispana. Despus de la misteriosa muerte del General Salamanca y un gobierno colonial de transicin, tom el mando de la Capitana General Camilo Garca Polavieja, un militar conocido ya en Cuba y Filipinas por sus mtodos arbitrarios y despticos. Mientras las huelgas se sucedan y el malestar social aumentaba, la Cuestin Social se torn violenta con la muerte a pualadas de un dirigente sindical tabacalero del sector reformista Unin Obrera, llamado Menndez Areces. Este personaje, que haba insultado y acusado a Roig San Martn instigando que fuera hecho preso ya al final de su vida, era adems considerado como un sopln de la polica. Como quiera que las autoridades coloniales pensaron que los nicos beneficiados con la desaparicin de este sujeto eran los anarquistas del Crculo, se decidi detener y acusar de asesinato a once trabajadores que pertenecan a dicha organizacin obrera. Los obreros, despus de ser llevados a juicio y haber sido probada su inocencia, fueron finalmente absueltos. No satisfecho con el dictamen, Garca Polavieja, en diciembre de 1890, orden suspender la publicacin de El Productor, multar y encarcelar a sus redactores, dando por terminada as esta segunda etapa del vocero anarquista en La Habana. La represin del general cristiano se intensific esta vez contra la Alianza Obrera, que fue tambin suspendida y sus actividades canceladas.
Estas persecuciones por parte del Capitn General, ora porque no les tena mucha simpata a los cratas, ora por rdenes que emanaban del Ministerio de Ultramar en Madrid, no amedrentaron a los anarquistas, que ya casi sumergidos en la clandestinidad continuaban trabajando a favor de las Ideas. Por su parte el capitalismo cubanoespaol, fabricantes, industriales y comerciantes enriquecidos cada da ms con el sudor de los obreros que eran tratados casi como los antiguos esclavos africanos, le teman a estas organizaciones obreras en general y odiaban con furor a los anarquistas, usando toda su influencia para crear asociaciones obreras de carcter reformista y presionar al gobierno de turno en Madrid para que en Cuba, lo mismo que en Espaa, se reprimieran sus actividades. De esta manera, y con una buena dosis de secreto durante la celebracin del Primero de Mayo de 1891, se haba acordado la convocatoria de un Congreso para principios de 1892, que se llev a cabo en enero, despus de que las autoridades ejercieran una actitud ms tolerante hacia los cratas debido a que Garca Polavieja haba cesado en su mando de Capitn General. Recibida con jbilo la convocatoria del 15 al 19 de enero de ese ao, el llamado Congreso Regional Cubano evitaba la palabra nacional no slo porque Cuba era considerada como una regin espaola, sino tambin porque la semntica anarquista de esos aos repudiaba ya este concepto nacionalista. En la asamblea obrera se reunieron 74 delegados de las distintas asociaciones o gremios que existan por esos aos en Cuba, y entre sus acuerdos, discutidos apasionadamente por los delegados se insiste en el punto ... que la clase trabajadora no se emancipar hasta tanto no abrace las ideas del socialismo revolucionario, o sea, se adopten las ideas del anarquismo libertario que por esos aos expresaban los mismos conceptos y estaban en perfecta armona. Ms adelante se declara que los integrantes del Congreso se consideraban [...] ligados a todos los oprimidos de la tierra [...] y de simpata... con todo paso de avance hacia la libertad. Finalmente, con referencia al latente problema poltico que se planteaba en la Isla entre integristas, autonomistas y sobre todo el separatismo, el punto dos manifiesta:
... la masa trabajadora de Cuba no viene, no puede venir a ser un obstculo para el triunfo de las aspiraciones de emancipacin de este pueblo, por cuanto sera absurdo que el hombre que aspira a la libertad individual se opusiera a la libertad colectiva de un pueblo, aunque la libertad a que este pueblo aspire sea la libertad relativa que consiste en emanciparse de la tutela de otro pueblo.
Es necesario hacer notar en este prrafo, que es sin duda clave en las relaciones que determinarn el futuro entre anarquistas y separatistas, el hecho de que los cratas establecen las fronteras entre la libertad social y la emancipacin poltica. El liberarse de la tutela fornea era un dilema contemplado por el separatismo desde principios de siglo y que todava se demorara algunas dcadas ms en producirse. Haba por parte de este sector, una decisin unnime de romper violentamente con Espaa poniendo todo el empeo de su voluntad, poder, riquezas, familia y hasta la propia vida para alcanzar la Repblica. Los anarquistas por su parte entendan, en concierto con los acuerdos colectivos del Congreso de 1887, bajo la notable influencia de Roig San Martn y de su discurso, que haba de ser conscientes de que la libertad social era ms importante que la repblica propuesta por el separatismo y que este sistema no les traera ningn beneficio como haba razonado Roig. Sin embargo, en este Congreso del 92 se admite claramente que la clase proletaria no deba oponerse a ese propsito independentista de muchos cubanos. La tentacin separatista haba ganado adeptos entre muchos obreros cubanos en la Isla, pero sobre todo dentro de la emigracin residente en Tampa y Cayo Hueso. Los conflictos sociales,
las diferentes huelgas obreras y la tensin que exista entre patronos y obreros en toda la dcada anterior haban creado una crisis entre los anarquistas que representaban a los obreros en la industria del tabaco y los dueos de fbricas, patronos y dems capitalistas implicados en este sector. A estos ltimos se les haba unido los representantes ms notorios del separatismo en el exilio por motivos meramente econmicos de contribuciones y donaciones para la causa independentista. De este modo se estableci una divisin peligrosa entre anarquistas en pro de los obreros y separatistas a favor del capitalismo tabacalero. La Cuestin Social haba tomado en estas dos ciudades un giro dramtico en direccin a la cuestin poltica. Pero a principios de la ltima dcada del siglo la situacin empez a cambiar radicalmente. Tanto anarquistas como separatistas comprendieron que la fragmentacin de los opositores al colonialismo espaol y al sistema abusivo empleado por stos en el campo social slo beneficiara a estos ltimos y fueron precisamente los representantes civilistas y progresistas en su poca los que dieron el primer paso para evitar esta intil divisin entre ambos sectores. El dictamen del Congreso del 92 es una prueba de que los cratas estaban en condiciones de llegar a un acuerdo y as evitar seguir siendo usados por el integrismo espaol como elemento divisionista en franca pugna con el sector independentista. Esto, por supuesto, no implicaba la renuncia a la causa revolucionaria que los anarquistas mantenan, ni mucho menos a sus ideales. Sin embargo, la interpretacin del punto nmero dos del acuerdo del Congreso del 92 desat en los aos por venir una amarga polmica entre los cratas. La respuesta de las autoridades espaolas en el mismo momento de conocerse los acuerdos del Congreso del 92 fue la suspensin final de la asamblea, la multa y clausura temporal de El Productor, la prohibicin de reuniones obreras, la intervencin del Crculo de Trabajadores y la Junta Central de Trabajadores, antigua Junta Central de Artesanos. Fueron hechos presos casi todos los organizadores responsables del Congreso, siendo algunos finalmente desterrados, obligando as a los anarquistas a retornar a la clandestinidad. En las palabras de Aleida Plasencia: A partir de 1892 se persigui a los obreros, ms por actividades clasistas, que por su actividad a favor de la independencia. Esta frase, que refleja una verdad al relatar los hechos, indica tambin la sorpresa y la reaccin violenta de las autoridades coloniales al darse a conocer el Manifiesto del Congreso del 92. Los cubanos que continuaban preparando la lucha separatista, operaban mayormente desde las costas de la Florida, precisamente en las antes mencionadas ciudades de Tampa y Cayo Hueso, verdaderos focos proletarios y donde residan por esos aos el mayor nmero de cubanos en el exterior, organizados ya sindicalmente, que resultaban ser verdaderos enclaves de patriotas, cratas, separatistas y enemigos de Espaa en general. Fue precisamente por esos aos cuando Jos Mart, el patriota cubano ms notable de esas dos dcadas de oposicin a la Metrpoli, busca adeptos y seguidores con el propsito de crear una unidad de criterios primero y lucha armada despus entre los diferentes sectores del separatismo emigrado en los EE.UU. Por otra parte, los obreros cubanos y espaoles reunidos dentro de los diferentes ramos de la industria del tabaco, contemplan la Cuestin Cubana desde un punto de vista social o internacionalista. Mart, con su verbo elocuente, les dirige la palabra en sus centros de trabajo hacindoles ver las ventajas sociales que les traer la repblica soada, que el mismo Mart ofrece, con el nimo de atrarselos a la bandera de la insurreccin, prometindoles al mismo tiempo, y en contrapunto a las ideas de Roig San Martn, en vez de una repblica llena de odios y sangre, una patria con un sentido de libertad y justicia social, [...] con todos y para el bien de todos. La mayora de los cratas en la emigracin, influidos por la oratoria persuasiva de Mart, comienzan a apoyar la causa de la independencia. Como afirmara unos aos despus el anarquista Pedro Esteve en su Memoria de la Conferencia Anarquista Internacional celebrada en Chicago, refirindose a los obreros que en pblico respaldaban [...] nuestros ideales [y que]
eran bien aceptados [...], pero que desgraciadamente esto no suceda en [...] las relaciones particulares. En ellas descubrase que no estaba extinguido todo el fuego patrio. Debajo de sus cenizas exista todava un potentsimo rescoldo... y al aventarse estas cenizas,[...] el rescoldo se convertira en devastadora llama. La versin de Esteve no puede ser ms correcta y fue precisamente la oratoria de Mart la que aventara estas cenizas y produjera el fuego separatista. Mart por su parte logr influir decisivamente con su palabra a muchos anarquistas responsables, tales como Creci, Messonier, Rivero y Rivero, Sorondo, Rivera Monteserri, Palomino, Segura, Miranda, Balio, etc., que aceptaron sus tesis revolucionarias. La mayora sin embargo se mantuvo dentro de sus ideas de libertad poltica y Socialismo Revolucionario, con la excepcin de Rivero y Rivero y Balio, que se pasaron de lleno al campo de la independencia. El apoyo de estos elementos anarquistas dentro del sector tabacalero es inmenso tanto en lo moral como en lo polticoeconmico. Mart recibe jubiloso el acuerdo del Congreso del 92 y casi al mismo tiempo decide fundar un partido separatista de corte revolucionario, compuesto en su base mayoritaria por obreros tabacaleros fuera y dentro de Cuba, los cuales ya pueden conciliar sus sentimientos anarcoseparatistas despus de los acuerdos del Congreso del 92. Precisamente en la fundacin del Partido Revolucionario Cubano (PRC), a principios de 1892, en que Mart acta como Delegado, estaba compuesto desde su base por diferentes clubes revolucionarios, autnomos, descentralizados y con una mecnica y unos estatutos de democracia directa, es decir, no se trata de otro partido poltico en el sentido electoral, sino de un movimiento netamente revolucionario, camino de la independencia. Los anarquistas que se agruparon bajo las consignas del separatismo lo fueron principalmente en dos clubes, titulado el primero, no sin cierta irona, Club Roig San Martn, y el segundo denominado Fermn Salvochea, en honor del apstol del anarquismo andaluz, apreciado por Mart y gran defensor en la crcel de la causa cubana. Con relacin a la unidad tctica entre anarquistas y separatistas, antes y durante la guerra del 95, es necesario hacer una aclaracin pertinente. Mart tena unas ideas sui generis de las proposiciones anarquistas. Las consideraba en el escenario laboral apropiadas y justas pero curiosamente aborreca la violencia que creaba la lucha de clases obreropatronal. Posea, en contraste con sus contemporneos, una fuerte conciencia social, pero tenda a diferenciar equivocadamente al anarquismo en Cuba con el europeo. Deploraba las disparidades clasistas y estaba convencido de que la futura repblica sera la solucin imparcial de los problemas sociales: [...] para el beneficio equitativo de todas las clases [...], sin imposiciones violentas de una parte u otra. Los anarquistas tanto en Cuba como en la emigracin, aliados o no polticamente al separatismo, posean a su vez una agenda social diferente a la sostenida por Mart. Prevenidos anteriormente por Roig San Martn, tanto los cratas de la Isla como de los extramuros, aspiraban a la meta de obtener para los obreros una repblica que les concediera un espacio ms amplio de libertad social que el acoso importado de Espaa. Pero, en realidad, ni el consenso poltico con el separatismo, ni las virtudes democrticas de Mart, ni el ideal de un gobierno republicano justo, eran en aquellos aos planteamientos anarquistas, ni su agenda social, revolucionaria. A lo que en verdad se aspiraba y se luchaba tesoneramente por obtener era lo que dentro de ese rgimen republicano encontrara el proletariado cubano. Una mayor libertad de accin y movimiento en busca y logro de reivindicaciones obreras, de qu les servira o reportara beneficio sino a los trabajadores la repblica por venir? Mientras Mart soaba en la repblica como fin, los anarquistas la razonaban como medio. Para 1893 y segn Esteve, exista en Cuba una tirana mansa, es decir, otro perodo de calma y reajuste en el gobierno colonial, lo cual es evidentemente aprovechado por los anarquistas en La Habana para reagruparse y abrir a mediados de mayo el Crculo de Trabajadores en otro local, cambindole el nombre a la entidad por el de Sociedad General de
Trabajadores (SGT). Ese ao la conmemoracin del Primero de Mayo tuvo lugar [...] en condiciones excepcionales y se celebraron mitines en algunas poblaciones del occidente [...], segn relata Casanovas Codina. La crisis econmica que ese mismo ao tuvo lugar en los EE.UU. afect de forma decisiva a la industria tabacalera, tanto en Cuba como en las ciudades norteamericanas que dependan de este producto para subsistir, y sufrieron las consecuencias de esta anomala capitalista. Los dueos de las fbricas, en vista del declive de las ventas, dejaron sin trabajo a cientos de obreros y decidieron arbitrariamente rebajarle el salario a los que quedaron empleados. Los desempleados decidieron regresar a La Habana, donde las condiciones laborales tampoco eran muy propicias. Estas acciones por parte de la patronal en la ciudad de Cayo Hueso provocaron una situacin crtica mezclada con algunos actos de violencia en los que participan las autoridades y elementos del bajo mundo pagados por los patronos contra los obreros. El recrudecimiento de esta tensa situacin es aprovechada por las autoridades espaolas en Cuba para debilitar el naciente movimiento separatista en el Cayo, facilitando el retorno de los desempleados, casi todos en un estado lamentable de miseria. Hay que recordar que el separatismo reciba fondos colectados entre los obreros y al originarse estos acontecimientos mermaran sustancialmente su poder econmico. Con la idea de dividir a los elementos separatistas del sector anarquista, el Capitn General interino, Jos Arderius, intentaba convertir un problema social en una causa poltica. No tuvo mucho xito. Las condiciones en La Habana no eran mejores que las del Cayo y los obreros continuaron en la miseria a pesar de su traslado a Cuba. Pero el desempleo masivo en la industria tabacalera no ayudaba a los responsables anarquistas de la SGT a encontrar una solucin al dilema, y dicha organizacin sufri los embates de esta terrible situacin. Por otra parte, y en palabras de Casanovas Codina, [...] la llegada a Cuba de trabajadores [...] sin duda contribuy a [...] conocer la campaa del PRC [...] para desencadenar la guerra [...]. Este trasiego dej como consecuencia un debilitamiento del proceso social en el cual trabajaban los anarquistas. Sin embargo, ya a finales de 1893 estalla en Cayo Hueso una huelga en la fbrica de tabacos La Rosa Espaola por la contrata de obreros trados de Cuba. La respuesta patronal no se hace esperar y ordenan importar de La Habana a [...] 300 peninsulares para reemplazar a los obreros cubanos que haban declarado el paro. Se nombra una Comisin de patronos para que vaya a La Habana y se entreviste con el Teniente General Callejas y con dos jvenes dirigentes de la SGT, [...] Sabino Muiz y Jos Gonzlez Aguirre con la idea de que reclutasen entre sus asociados elementos rompehuelgas para trabajar en el Cayo. Por supuesto que, tanto Muiz como Gonzlez Aguirre, se negaron de plano a la propuesta de la Comisin, y aunque esta maniobra finalmente se llev a cabo a pesar de la firmeza de ambos responsables, la actitud de los anarquistas fue bien clara en solidaridad con sus compaeros huelguistas de Cayo Hueso. El plan de las autoridades espaolas en contubernio con los patronos era ahora fragmentar el debate entre anarquistas y separatistas agregando el ingrediente nacionalista de cubanos contra espaoles. Los que perdieron en esta crisis fueron los anarquistas que por mantenerse firmes en sus convicciones no aceptaron el pacto con la Comisin y el Capitn General, mientras que por su parte el separatismo se beneficiaba al delinearse los campos entre cubanos y espaoles. En el Cayo, mientras tanto, la huelga llegaba a su fin con una derrota patronal. Los rompehuelgas fueron recibidos a palos por parte de separatistas y anarquistas, unidos por primera vez en una lucha social a favor de los obreros. Los disturbios en Cayo Hueso repercutieron en Washington por la gestin de Horatio Rubens, el abogado del PRC que logr de las autoridades norteamericanas la prohibicin de contratar obreros extranjeros procedentes de Cuba. Mientras que en La Habana las ideas anarquistas eran derrotadas temporalmente, en el Cayo se beneficiaban.
Fue fcil para las autoridades prohibir la conmemoracin del Primero de Mayo en 1894, dada la debilidad de la SGT. Pedro Esteve relata que por esos aos estuvo en La Habana tres meses, public el semanario de corta duracin el Archivo Social, se entrevist con Creci y volvi a Patterson, en Nueva Jersey, a trabajar en El Despertar. Esteve, que vio venir la guerra en Cuba, no senta ninguna simpata por el separatismo a pesar de su amistad con Creci; pensaba, como Roig San Martn, que la guerra no iba a beneficiar a nadie, mucho menos a los cratas, y en el futuro se opondra a la participacin de los anarquistas en el conflicto, tanto a favor del separatismo como del integrismo espaolista y colonial, o sea, una actitud apoltica de neutralidad. En febrero de 1895 la guerra convocada por Mart estalla en Cuba y los anarquistas ms comprometidos se convierten en combatientes por la libertad. Entre stos se destaca Enrique Creci desde Tampa, donde haba fundado El Esclavo en 1895, justificando la independencia de Cuba contra Espaa y debatiendo el tema con Esteve en Patterson y Cristbal Fuente en La Habana. Finalmente Creci regresa a Cuba en 1896 y perece macheteado en un hospital de campaa en Matanzas despus de ser herido en combate contra tropas espaolas. Messonier, por su parte, finalmente expulsado de Cuba en 1893 despus de pronunciar un discurso en el teatro Payret a favor de la independencia, se dedica a combinar su vida en una lucha doble por el anarcoseparatismo y a debatir el tema de la independencia con el resto del mundo crata. Lamentablemente para todos, las promesas y cambios sociales propuestos por Mart desaparecen con la muerte del lder civil del PRC cuando cae prematuramente frente a las tropas espaolas en 1895. En este proceso blico, los cratas de Cuba y los de la emigracin tendieron a situarse ms de acuerdo con sus principios que con su nacionalidad. Mientras que en Tampa y Cayo Hueso las simpatas a favor de la insurreccin estaban junto con Creci, Messonier y Miranda, en La Habana se pronunciaban ora a favor de la independencia, ora en direccin a una neutralidad antibelicista. De esta manera, en la emigracin los obreros anarquistas se unan al separatismo o colaboraban econmicamente con la causa. En la Habana muchos cratas opinaban que la calamidad de una guerra civil, a la cual se oponan por principios, no les facilitara el camino hacia su destino. Las diferencias existentes entre ambos sectores durante la guerra en ningn momento fue un factor de divisiones, especialmente en Cuba, donde los anarquistas cooperaron con el separatismo tanto en las ciudades como en los campos. A la llegada de Valeriano Weyler, nuevo Capitn de la Isla y viejo conocido tanto en Cuba como en Barcelona por su carencia de escrpulos y abundancia de crueldad, fue saludado con un atentado de dinamita en la misma Capitana General del, que por desgracia sali ileso, acto en el que colaboraron tres cratas y un separatista cubano que proceda de Cayo Hueso. En La Habana circularon octavillas entre las tropas espaolas destacadas en Cuba y entre los Voluntarios para desertar de sus puestos y unirse a la insurreccin. Tambin se produjeron una serie de atentados dinamiteros [...] en varios lugares de La Habana... como puentes o tuberas de gas [...], segn la versin de Casanovas, que le imputa tales actos a los anarquistas. La persecucin no se hizo esperar, y Weyler [...] reprimi duramente al movimiento obrero, [...] prohibi la lectura en los talleres, cerr la SGT y deport a muchos anarquistas [...] Aunque segn este autor, La contribucin del movimiento obrero a la causa separatista fue enorme, no lo fue universal. Muchos cratas opinaban que la calamidad de una guerra civil, a la cual se oponan por principios y consecuentes con sus ideales y acuerdos, no les facilitara el camino hacia un destino de libertad social. Opinaban que una repblica en Cuba no cambiara la situacin social del pas y ponan como ejemplo a las dems repblicas del continente. Seguan de este modo resonando las palabras de Roig San Martn. Desde Alaska hasta la Patagonia se persegua a los anarquistas con el mismo celo que lo haca Espaa. Como era de esperar, estas
ideas de neutralidad dieron pie a amargas discusiones entre los anarquistas de la poca, a pesar de que los antibelicistas no se consideraban aliados de Espaa. A la violencia desatada por la rebelin separatista, el gobierno de Cnovas del Castillo respondi con su acostumbrada guerra sin cuartel, criminal y represiva, que tena pocos paralelos en el Continente. Weyler haba sido enviado con rdenes tajantes de terminar con la insurreccin usando cualquier mtodo expeditivo. El Bando de Reconcentracin caus ms bajas en la poblacin campesina que la metralla espaola. El hambre y las enfermedades liquid en menos de tres aos a toda una generacin de cubanos y caus ms de 300.000 vctimas. El separatismo armado, que tampoco se andaba con pequeeces, respondi al horror con el terror y ya en agosto de 1897, ni los cubanos haban hecho progresos sustanciales, ni Weyler haba podido pacificar Cuba. Mientras la guerra asolaba los campos de Cuba y se cometa por parte del gobierno espaol un genocidio sin precedentes, el debate entre los anarquistas de Tampa y Cayo Hueso, Messonier y Miranda, aliados ahora con la publicacin crata de La Corua El Corsario en defensa de la insurreccin y su contrapunto en Patterson desde El Despertar, de Pedro Esteve, termin abruptamente. Adrin del Valle (Palmiro de Lidia), anarquista de Catalua y bien conocido de Esteve en Barcelona, haba marchado en direccin a Cuba primero en 1895, de donde fue expulsado con celeridad, y a los Estados Unidos ms adelante. Reflexionando sobre esta intil disputa, comenz una campaa en busca de la salida en este laberinto entre los anarquistas a favor y en contra de la guerra. Era la primera vez que se discuta a nivel internacional entre los anarquistas una cuestin de principios entre obreros y patriotas y no sera la ltima: apoyar o no a una guerra de independencia. Del Valle razonaba que era mejor no combatir con acritud a aquellos compaeros valiosos que crean en las ventajas de la independencia, aduciendo que los nicos beneficiados en esta polmica iban a ser las autoridades espaolas que tanto dao le hacan a los anarquistas en Cuba y Espaa. Finalmente Del Valle preconiz con xito una moratoria en el debate. La crueldad de la guerra y las enormes consecuencias de un futuro incierto, cre dentro de Espaa una situacin de tensin social que produjo una cida crtica al gobierno de Cnovas por parte de los anarquistas en Espaa y que fue favorecida al momento por los cratas que apoyaban al separatismo cubano, tales como Salvochea y Pedro Vallina entre otros, adems de la publicacin El Corsario. Desde Pars, por su parte, el Dr. Ramn Emeterio Betances, Delegado del PRC, ayud a fomentar huelgas y protestas dentro de Espaa contra la guerra de Cuba. Por su parte, el federalismo republicano de Pi y Margall y Salmern tambin proponan la independencia como solucin al conflicto. Segn el relato de Paul Estrade, en enero del 96 se haba constituido en Pars el Comit Francs de Cuba Libre, bajo la direccin de Betances y el trabajo de Charles Malato. Es necesario destacar que este Comit estuvo principalmente compuesto por anarquistas franceses tales como Achille Steens, lise y Eli Reclus, Louise Michel, Lopold Lacour, Jean Grave, Sbastien Faure, Paul Adam y el propio Malato, grupo que trabaj a favor de la independencia de Cuba. En contraste desde Londres, Pedro Kropotkin mantena una actitud de neutralidad y Emma Goldman en los EE.UU. planteaba lo mismo. El principio y causa fundamental de lo que despus se llam El Desastre lo fue el ajusticiamiento de Cnovas en Santa gueda en agosto de 1897, en respuesta a las vctimas anarquistas de Montjuic y los horrores coloniales de Espaa en Cuba y Filipinas. La desaparicin del autor principal de la poltica exterior espaola en los ltimos 20 aos fue el golpe final al ya decadente Imperio espaol. El magnicidio de Cnovas cometido por Michele Angiolillo, en coordinacin con Betances desde Pars, cambi el destino de cinco pases. El sucesor de Cnovas, Prxedes Mateo Sagasta, viejo e incompetente, propici una poltica
equivocada para Cuba, decretando una autonoma que no satisfaca a nadie; y como siempre, muy tarde y poco, que demostraba la enorme debilidad colonial. Esto fue muy oportunamente aprovechado por los EE.UU. para suscitar una guerra contra Espaa en abril del 98; invadir primero y ocupar despus Cuba, Filipinas y Puerto Rico, forzando al decadente imperio colonial a firmar la paz en agosto de ese ao. La guerra terminaba con la inevitable derrota y humillacin del gobierno espaol en el Tratado de Pars, firmado en diciembre con la prdida de todas sus colonias de ultramar, un inequvoco descalabro que sin duda se tena bien merecido. Por este Tratado de Pars, al mismo tiempo que Espaa entregaba sus colonias al gobierno norteamericano, se le garantizaba al gobierno de Madrid las propiedades, industrias, bancos, negocios y tierras en posesin de los ciudadanos espaoles en Cuba. Irnicamente, el separatismo cubano que aliado a los yanquis haba ganado la guerra, perda la paz. Se pasaba as, a pesar de los 30 aos de lucha por la independencia, de la autonoma tutelada por Espaa al proteccionismo autonmico norteamericano.
Intervencin y Repblica
18991933
Captulo
II
Despus de terminadas las hostilidades contra Espaa, los EE.UU. se encontraban en una posicin predominante al norte del continente americano. Concluido su expansionismo en direccin al oeste, a principios de la dcada de 1890, agotadas ya sus fronteras naturales, la ambicin polticoeconmica que sostena el gobierno de Washington hizo tornar los ojos del guila imperial en direccin al Mar Caribe. Cuba representaba desde los das de Coln la clave geoestratgica, no slo de las comunicaciones nortesur del continente, sino tambin la llave del ya planeado canal interocenico en Panam. La idea de posesionarse de Cuba, fuera de forma violenta o por medio de una compra a Espaa, haba sido contemplada por los regentes del Potomac desde principios de siglo. No era de extraar que cualquier excusa sera suficiente para intervenir en Cuba, y el gobierno espaol, con su conocida incapacidad colonial, no tard en proporcionarla. Sin embargo, dentro del pueblo norteamericano existan simpatas por Cuba y su independencia de Espaa. Esta actitud, unida a un sector poltico en los EE.UU. que se opona a la anexin de Cuba, hizo vacilar primero y reflexionar despus a los elementos imperialistas que influan en las decisiones de la poltica exterior norteamericana. Se busca una solucin que fuese del agrado de todas las partes envueltas en la guerra de 1898 y se encuentra una salida que parece satisfacer a todos. La ocupacin norteamericana comienza el primero de enero de 1899 y el Gobernador militar, general John Brooke, cumpliendo rdenes del gobierno de McKinley y de acuerdo con el Tratado de Pars, tranquiliza a los antiguos integristas, ex fanticos de Weyler, con promesas de mano dura; les ofrece puestos en la nueva administracin pblica tanto a los ex autonomistas como a los otrora separatistas; desarma el ejrcito de Mximo Gmez como a los indios apaches, a tantos dlares por rifle; y a comerciantes e industriales les promete un firme auge econmico y una paz social. Los patriotas del separatismo, que parecan haber perdido la batalla poltica con esta deseada intervencin de ltima hora por sus aliados del Norte, fuese por incapacidad poltica o rapacidad por el poder, tuvieron que conformarse con una prometida independencia futura, condicionada al talento para gobernar y su buena conducta e intenciones honestas en el perodo en que fueran puestos a prueba. Por supuesto que si les concedan el derecho a ser independientes, el separatismo domesticado tendra que respetar las reglas del juego que se impusieran desde Washington. Conque durante la primera ocupacin norteamericana se producen algunos hechos que merecen nuestra atencin. Nuestro primer sntoma de malestar social es motivado por la exhumacin de los restos de Enrique Creci. Al trasladar su cadver para La Habana, un grupo de oficiales y veteranos de la guerra participantes en el cortejo fnebre choc con la recin creada Polica por el simple motivo de que se le prohibiera a un obrero enarbolar una bandera roja y estalla un tumulto a golpes entre veteranos y anarquistas de una parte, en contra de los guardadores del orden pblico de la otra. Relata Antonio Penichet: [...] y la sangre se derram a pesar que en la comitiva se encontraran [...] Salvador Cisneros Betancourt, Juan Gualberto Gmez, el Dr. Falco y otros revolucionarios [...]
Francisco Federico Falco haba llegado a Cuba procedente de Italia casi a finales de la guerra. Segua los pasos de Orestes Ferrara, su compatriota, que en gesto solidario se agrupaba con el separatismo, consciente de su filiacin inicial como anarquista. Ferrara, que alcanz el grado de Coronel, haba sido nombrado como gobernador civil interino de la provincia de Las Villas, y en sus Memorias relata cmo en una huelga que estalla en Sagua la Grande entre obreros de un lado y comerciantes, industriales espaoles y la compaa de ferrocarriles ingleses del otro, Ferrara decide ponerse de parte de los huelguistas. Haba que redimir a Cuba aumentando los salarios [debido a] que las entradas de los capitalistas [...] haban aumentado el 200% [...]. Esta actitud le crea problemas con las autoridades de ocupacin y Ferrara es forzado a renunciar a su puesto y salir de Cuba temporalmente. Falco le sigui los pasos. Durante este ao de 1899 comienza un nuevo proceso de la lucha social en Cuba. El primero es la llamada Huelga del Alcantarillado por tratarse de un paro iniciado por los empleados de ese proyecto el 20 de agosto del mismo ao. La huelga se extiende a todo el sector de la construccin, organizada y respaldada por los anarquistas que se haban reagrupado en una organizacin llamada la Alianza de Trabajadores. Para septiembre y despus de un mitin pblico y un Manifiesto donde se alude a la lucha internacional por las 8 horas, la bandera roja de los trabajadores, los Mrtires de Chicago [...] la polica arresta a sus principales organizadores, Francisco de Armas, Serafn Busto, Juan Aller, Francisco Carballeda y Evaristo Estenoz, este ltimo asesinado en 1912 durante la guerra racial que estall en Oriente. El gobernador de La Habana, William Lodlow, prometi el castigo adecuado a los enemigos de la Sociedad que enarbolen la bandera roja de la anarqua [...] La huelga de 1899 termin con un aparente fracaso proletario. Los obreros nunca recibieron el apoyo total de la poblacin, que intimidada y coaccionada, se tornaba pesimista. Las huelgas, aseguraban, ponan en peligro a la futura repblica. A pesar de este revs, dos semanas despus de haber terminado la huelga, los albailes reciban un aumento de salarios y la promesa de estudiar el requerimiento de la jornada de 8 horas de trabajo, demanda que se cumpli 34 aos ms tarde. Este paro, represivo y violento, fue respaldado y divulgado ampliamente por dos nuevas publicaciones anarquistas: Tierra!, dirigida por Abelardo Saavedra, y Tiempos Nuevos, de corta duracin, por Adrin del Valle, que regresaba del exilio para quedarse definitivamente en Cuba. En septiembre de 1899 se funda una nueva organizacin obrera, la Liga General de Trabajadores, de corte moderado, pero con notable influencia libertaria. Sus organizadores son: Enrique Messonier, Ramn Rivero y Rivero, Ambrosio Borges y Jos Rivas. Respalda a la Liga una nueva publicacin dirigida por el propio Messonier, Alerta! Este grupo de anarquistas proceda de la emigracin de Tampa y Cayo Hueso, agrupados dentro del sector separatista y todava con reservas hacia sus antiguos compaeros de La Habana, por lo que decidieron poner tienda aparte de la Alianza. En diciembre McKinley cambia de Capitn General, sustituyendo a Brooke por Leonard Wood, todava ms duro y autoritario. Es precisamente durante el comienzo de este proconsulado que decide, en febrero de 1900, visitar La Habana Errico Malatesta. El pensador y escritor anarquista nacido en Italia era por esos aos uno de los tericos de las ideas ms avanzadas y por supuesto el residente en Patterson, Nueva Jersey, bien conocido por las autoridades de ocupacin. Sus varias y sonadas conferencias en el Crculo de Trabajadores y en el vecino pueblo de Regla fueron acogidas por un numeroso pblico que llen los locales para or sus palabras. Se le entrevist en varios peridicos, donde tambin hizo declaraciones a favor de las Ideas, pero Malatesta tuvo que sufrir la demora y suspensiones temporales de varias disertaciones hasta que finalmente el Gobierno Provincial decidi suspender el permiso de conferencias al anarquista, que fue prevenido con anterioridad a no mencionar la palabra anarqua en sus discursos.
La ltima suspensin de estas charlas anarquistas fue definitiva, lo que forz a sus compaeros cubanos que lo haban invitado a Cuba y [...] a requerimiento del grupo que editaba El Nuevo Ideal [...] que estaba dirigido por el mismo autor de estos recuerdos, Adrin del Valle. Por iniciativa del propio Malatesta, Del Valle decide entrevistarse con el gobernador civil, el general Emilio Nez, antiguo traficante de expediciones militares entre EE.UU. y Cuba en favor de la independencia, bien conocido por los anarquistas de la emigracin y que era el responsable en negarle a Malatesta el permiso para hablar en pblico, derecho que tena cualquiera que se consideraba como un hombre libre hasta en los EE.UU. En dicha reunin Nez declara que [...] exista una ley del tiempo de Espaa que prohiba la propaganda anarquista [...], a lo que segn Del Valle, Malatesta le responde: [...] con toda finura [y le hace] observar que cuando el general Nez combata al gobierno de Espaa no le importaba desobedecer las leyes espaolas que ahora tanto empeo tena en acatar. Aunque la irona no pas desapercibida por Nez, es probable que no la haba apreciado, y como era de esperar, Malatesta tuvo que marcharse de Cuba al no poder seguir haciendo propaganda. Por su parte Manuel M. Miranda, [...] que durante la guerra [haba sido] deportado a Chafarinas no por insurrecto, sino por anarquista [...], segn relata Del Valle, escribi varios artculos en el peridico liberal La Discusin [...] poniendo en berlina al gobernador [...] y a los elementos polticonacionalistas [...] que haban influido y presionado a Nez para tomar esta arbitraria decisin. Antes de regresar a los EE.UU. Malatesta escribe un artculo que public tambin en La Discusin en el que expone sus ideas con relacin a Cuba. Adrin del Valle nos recuerda que Malatesta haba dejado constancia de su pensamiento en una declaracin hecha durante la guerra, [...] ningn individuo que luche contra toda clase de tirana, puede dejar de luchar en favor de la independencia de Cuba. Malatesta coincida por esos aos ms pragmticamente con Messonier, Creci y Miranda que con Roig San Martn, esto por supuesto no le impeda seguir siendo uno de los idelogos ms notables del anarquismo. En dicho trabajo periodstico, Malatesta admite una potente simpata por esos valientes trabajadores cubanos, blancos y negros [...] que me han dispensado una acogida tan cordial. Est seguro que los anarquistas sabrn [...] tomar su puesto entre los elementos ms adelantados [...] luchar por la emancipacin integral de la humanidad. Lamenta Malatesta la imposicin al pueblo cubano de las mismas leyes espaolas [contra las que lucharon] murieron Mart, Maceo, Creci y miles de cubanos. Malatesta opina que la lucha de clases no puede cesar porque se declare una repblica en Cuba y les recuerda a sus compaeros que la Cuestin Social sigue tan vigente en Cuba como en los tiempos coloniales, pues sus leyes no han cambiado. La repblica futura, espera Malatesta, deber concederle a los anarquistas ms espacio social donde poder actuar, de lo contrario, y esto es de lamentar, el panorama social continuar deteriorndose. Como se puede apreciar, la situacin de los anarquistas con referencia al gobierno de ocupacin yanqui era la misma que existiera con Espaa, con el agravante de que los remanentes del separatismo no parecan entender ahora las ideas libertarias, y el ideario del PRC haba sido enterrado con Mart. Era la sociedad cubana de principios de este siglo una composicin, dentro de un esquema clasista, de dos grupos polarizados: uno minoritario y poderoso que representaba el capital y los intereses extranjeros, respaldados por la nueva Constitucin de 1901, el gobierno de turno y empresarios, comerciantes, industriales tanto cubanos como espaoles de una parte, y un gran sector mayoritario de una poblacin obrera y campesina sumido en la pobreza, que trataba de recuperarse del hambre y la miseria dejados por la guerra de exterminio entre Espaa y el separatismo. La Isla se encontraba en un estado de postracin total, y por consiguiente, le resultaba muy difcil a los cratas de esos aos organizar casi sin recursos una lucha social contra el deplorable
estado de abusos que exista en Cuba. Aun as, organizaron y orientaron, como hemos visto, huelgas importantes que se ganaban o perdan, y se mantuvo con firmeza la orientacin obrera en esos aos terribles. Antes de inaugurarse la soada repblica, se le impone a los cubanos por parte del naciente imperialismo norteamericano, la Enmienda Platt, por la cual cualquier gobierno de los EE.UU. se otorgaba el derecho a intervenir en Cuba cada vez que una situacin poltica desagradable pusiera en peligro tanto sus intereses polticos imperiales como los econmicos de los otrora sbditos de Espaa, en cumplimiento del Tratado de Pars. Esta Enmienda, protestada enrgicamente por los libertarios en sus publicaciones y por algunos separatistas de corte ultraliberal, resultaba insultante para el pueblo de Cuba como tambin onerosa, pues adems tena que pagar de sus bolsillos el costo de cualquier expedicin militar, ocupacin y la consabida burocracia. El pueblo de Cuba recibi con jbilo sincero el 20 de mayo de 1902 como el comienzo de la Primera Repblica, a pesar del apndice constitucional de la Enmienda Platt como parte de la Constitucin de 1901. El nuevo presidente, Toms Estrada Palma, haba actuado como delegado del PRC en Nueva York y era un anciano de 70 aos que no senta ninguna simpata por los anarquistas, a pesar del apoyo que stos le haban prestado a la causa separatista. El segundo hombre en importancia era el general Mximo Gmez, un patriota que le haba hecho con xito la guerra a Espaa, tambin de edad avanzada, de carcter autoritario y refractario a cualquier concesin social, que tampoco entenda las ideas de los cratas. El 4 de noviembre de 1902 estalla en el sector tabacalero un paro conocido como la Huelga de los Aprendices, debido a la discriminacin que exista con relacin a emplear espaoles en vez de cubanos. La huelga se extendi a los pueblos colindantes de La Habana y se producen choques con la polica. El paro se extiende entonces a otros sectores y la violencia crece. A pesar de las simpatas de muchos patriotas vinculados a los anarquistas, el gobierno de Estrada PalmaGmez se opone a negociar y se producen choques violentos con la nueva fuerza represiva del gobierno, la Guardia Rural. Finalmente, al faltar el respaldo popular esperado, los responsables del paro lo dan por terminado. El espritu de libertad del cubano se convierte en pesimista y conformista, temiendo que cualquier disturbio social haga fracasar el primer intento de los cubanos de gobernar y ser gobernados. Los anarquistas respaldan, secundan y orientan esta huelga desde los sindicatos y sus publicaciones. Es evidente el fracaso de esta huelga, en la que estn ms comprometidos los componentes de la Liga que los anarquistas del Crculo; los primeros han tratado sin mucho xito ante Estrada Palma de llegar a una solucin de compromiso, esperando algn respaldo de sus antiguos aliados en la emigracin. Este fiasco les hace perder mucho terreno en el campo proletario, al extremo de tener que disolverse, en contraste con los elementos del Crculo, que exigan una solucin radical. Esto obliga a sus dos dirigentes principales, Rivero y Rivero y Messonier, a retirarse de las luchas obreras. Rivero y Rivero termina a las sombras de una muerte en la pobreza, y Messonier se coloca definitivamente en campo poltico, en el Partido Nacional Cubano primero y en el Liberal ms adelante, sin renunciar a los postulados de su juventud, aunque dado de baja de la causa proletaria. Dentro del sector campesino los anarquistas empiezan a organizar sus militantes en el sector azucarero. Es la primera vez en Cuba que se realiza una labor en esa direccin y dentro de la mayor y ms rica industria de la Isla. La respuesta patronal en la zona de Cruces, en el centro de Cuba, es violenta. Dos obreros responsables, Casaas y Montero, son asesinados, lo que provoca una protesta general por parte de Tierra! y Alerta! El crimen queda impune y se cierra 1902 con dos vctimas del campesinado. En 1903 se frustra otra huelga de protesta por dichos crmenes, coincidiendo con la celebracin del Primero de Mayo.
La segunda intervencin norteamericana se produce en 1906 debido a una crisis poltica motivada por Estrada Palma en su deseo de reelegirse como presidente y al consecuente conato de guerra civil entre el gobierno y el Partido Liberal. A finales del gobierno de Estrada Palma, varias huelgas estremecen al pas en La Habana, Ciego de vila y Santiago de Cuba. Envueltos en estos conflictos se encuentran los sectores ferroviarios, tabacaleros, de albailes y transportes urbanos. El clima social se sigue deteriorando. El gobierno interventor soluciona de forma favorable a los trabajadores la llamada Huelga de la Moneda, por la que se demandaba el pago de haberes en moneda norteamericana y no espaola, al no circular una moneda nacional. Segn reportaba muchos aos despus, en 1956, Solidaridad Gastronmica, En 1907 se efecta la primera gira de propaganda nacional que tenemos noticia y forman parte de ella Francisco Gonzlez Sol, Abelardo Saavedra, Vicente Lpez y Domingo Germinal, todos oradores de verbo encendido. Marcelo Salinas, por su parte, recuerda en esa misma actividad a G. Campos [...] de relevantes cualidades tribunicias [...] y otros propagandistas valiosos como Pedro Irazozqui, Isidoro Ruiz [...] Tambin en palabras de Salinas: [...] cuando en 1909 es fusilado en Barcelona Francisco Ferrer Guardia [...] el crimen repercute en Cuba con la organizacin de numerosos actos pblicos [...], que, como era de esperar, son reprimidos violentamente por las autoridades.
El panorama social de la primera dcada del siglo en Cuba no poda ser ms frustrante. El nuevo presidente, Jos Miguel Gmez, proviene del Partido Liberal y haba sido general de la guerra. Durante su mandato, la situacin de obreros y campesinos no cambi mucho a pesar de que las condiciones econmicas en la Isla haban mejorado y el azcar recobraba su precio y mercados. La poltica cubana se divida en dos bandos: Liberales y Conservadores, tal como en la Espaa de Cnovas, y en cualquiera de los casos, el partido que ganara el poder, o las tribus gobernantes de generales y doctores, como se deca en la poca, careca de la ms mnima conciencia social. El problema obrero o campesino estaba tan lejano o desconocido para estos patricios como Siberia. Dividan al paisanaje en dos grupos: los que apoyaban a su gobierno o los que se le oponan. En cuanto a los anarquistas, antiestatistas por principios, eran considerados como enemigos jurados. La nica diferencia era que cuando la oposicin estaba representada por elementos ms progresistas dentro del Partido Liberal, stos se trataban de atraerse a los cratas con pequeos favores, tales como defensas legales o deferencias en su prensa, ms con el propsito de tratar de manipularlos creando problemas sociales en contra del gobierno, que por verdaderas simpatas. Por su parte los conservadores se dedicaban a la persecucin del anarquismo. El estallido de la revolucin en Mxico en 1910 provoca un serio impacto entre los obreros y campesinos cubanos. La prdica de Ricardo Flores Magn y de Prxedis Guerrero desde Regeneracin y los fusiles de Emiliano Zapata son el acicate en la conciencia de los olvidados obreros de la caa de azcar, primera industria del pas. Existan relaciones anteriores con Flores Magn por parte de la direccin de Tierra!, publicacin que ataca sin cesar la dictadura de Porfirio Daz, lo que le gana a su director, Abelardo Saavedra, un proceso y una multa por parte del gobierno. El 14 de julio de 1911 el nuevo gobierno liberal de Gmez tiene que hacerle frente a varias huelgas entre los obreros tabaqueros, carretoneros y panaderos, con la consabida cobertura de Tierra!, que apoya sin reservas las gestiones laborales de Alejandro Barreiro y Antonio Acebal. Estas huelgas, a pesar de ser justas sus demandas, fracasan rotundamente, motivadas por la poltica represiva del nuevo Secretario de Gobernacin, Gerardo Machado, que deporta a los anarquistas como extranjeros indeseables y encarcela a los libertarios nativos. Esta poltica del gobierno, consagrada en Decretosleyes, continuara por ms de veinte aos. La campaa propagandstica consista, adems, en indisponer a la opinin pblica contra los anarquistas,
dividiendo al movimiento obrero en dos grupos: obreros extranjeros perniciosos y obreros nativos sumisos. Este tipo de represin fue protestada por todas las organizaciones obreras y el pueblo trabajador. Asume la presidencia el general Mario Garca Menocal, de corte aun ms autoritario que el de Gmez, y se convierte en el primer dictador de la Repblica. En 1913 se reanudan las luchas campesinas en Cruces, respaldadas por la Federacin Local de Villaclara, que agrupaba a todos los sectores campesinos de esa zona, tales como Sagua la Grande, Cienfuegos y Caibarin. Tambin se renueva la Asociacin de Tipgrafos y contina la publicacin de su vocero El Memorndum Tipogrfico, antiguo gremio libertario. Los obreros de casi todas las publicaciones en Cuba, desde tiempos coloniales, representaban uno de los sindicatos ms combativos de la Isla. Desde sus filas haban salido J. C. Campos y Enrique Creci; en esa poca las figuras ms destacadas de la lucha obrera en los aos por venir son Alfredo Lpez, Antonio Penichet y Pablo Guerra. Se producen huelgas en Santa Clara y violencia en Camagey. El gobierno acusa a los redactores de Tierra! de complicidad. A principios de 1915 son deportados a Espaa, de acuerdo con las leyes antianarquistas y acusados de promover huelgas azucareras en Camagey, apoyar manifestaciones en La Habana y provocar una huelga de obreros azucareros en Guantnamo, Abelardo Saavedra, Juan Tenorio, Vicente Lpiz y Romn Delgado. El peridico Tierra! es secuestrado y posteriormente suspendido. Por su parte, los anarquistas que orientaban a los obreros de Cruces dieron a la luz un documento conocido como Manifiesto de Cruces, que fue por su redaccin literaria un impacto y un poema de combatividad anarquista. Sostengamos nuestro grito con la fuerza de nuestro brazo y Callar es transigir son la mejor muestra de un grupo de trabajadores que tenan derecho a mejores destinos y no al hambre hereditaria que padecan por generaciones, aun cuando eran la fuerza productiva de la industria ms rica e importante de la Isla. Fernando Iglesias firm este Manifiesto que circul profusamente entre los obreros del azcar y planteaba el derecho a la rebelin con todas sus consecuencias contra la explotacin y el abuso de terratenientes y capitalistas. Solidarios al documento fueron Laureano Otero, Manuel Lpez, Jos Lage, Benjamn Janeiros, Luis Meneses, Santos Gars, Miguel Ripoll, Francisco Baragoitia, Andrs Fuentes, Toms Rayn y Francisco Ramos. Exigan los firmantes las 8 horas diarias de trabajo y un aumento salarial del 25%. Iglesias fue detenido unos das despus. Las abusivas situaciones sociales en los ingenios de caa eran cometidas por las empresas norteamericanas y espaolas, que controlaban la mayor parte de la produccin del pas.
El precio del azcar en el mercado mundial sobrepas al coto establecido durante un siglo debido a la Primera Guerra Mundial, lo que benefici en gran medida a propietarios y colonos, mientras que la situacin de los campesinos era como en los tiempos de Espaa. El gobierno de Garca Menocal reprimi violentamente cualquier protesta, usando al Ejrcito Pretoriano y a la Guardia Rural para asesinar, perseguir y deportar a los anarquistas. En Santiago de Cuba fue alevosamente asesinado el joven crata Adolfo Prez Rizo por atacar literariamente en Tierra! a Garca Menocal. En abril de 1917 Cuba le declara la guerra a los Poderes Centrales, un da despus que los EE.UU., lo que afecta favorablemente el precio del azcar. Comienza en Cuba un perodo llamado Las vacas gordas. Los anarquistas en Cuba deciden mantenerse neutrales a pesar del cambio que pregona Kropotkin desde Londres de tomar partido por los aliados, en contraste con el neutralismo que propona para Cuba en 1897. Como consecuencia, los anarquistas son acusados de germanfilos. Garca Menocal decide ganar por la fuerza las elecciones presidenciales y los liberales se alzan en armas, inicindose en la Isla un perodo dictatorial. En ese ao de 1917 se estableci en
la calle Egidoo nmero 2 de La Habana el Centro Obrero, que pronto se convertira en el local anarquista ms notable de su poca y desde donde se planearon y ejecutaron por ms de una dcada huelgas, boicots, actividades y decisiones para todo el pas. El clima de agitacin social de 19171919 tuvo caracteres dramticos. Los intereses econmicos espaoles y norteamericanos, con el gobierno de cmplice, consideraban que cualquier protesta de tipo social era un conato de guerra civil. El ojo del guila desde el norte nos observaba cauteloso. Fue una poca criminal y desptica a favor de sostener la economa al servicio de los poderosos. Entre 1918 y 1919 estallaron cuatro huelgas generales en La Habana solamente; el Estado represivo recibi una respuesta adecuada con la explosin de varias bombas, y fueron encarcelados y condenados a muerte los principales organizadores anarquistas de la poca, Marcelo Salinas, Antonio Penichet, Alfredo Lpez, Alejandro Barreiro, y Pablo Guerra. El asesinato en plena va pblica del anarquista Luis Daz Blanco fue el detonador de una serie de acontecimientos violentos que culminaron, en sus funerales, con una demostracin masiva del pueblo habanero en contra del gobierno. Finalmente se suspendieron las garantas constitucionales con el objeto de crear un clima de terror en la opinin pblica, se deport a cerca de 77 obreros calificados como caterva anarcosindicalista, se prohibieron las publicaciones cratas y se cerr el Centro Obrero. Todo como en los mejores tiempos de Cnovas y Weyler. La calma temporal se inicia en 1920 debido a la normalizacin del precio del azcar, etapa conocida como Las vacas flacas. Los orientadores anarquistas aprovechan la oportunidad para celebrar en abril un congreso obrero que ataca la caresta de la vida y propone una serie de medidas de corte econmico inmediato y transitorio para resolver el problema. Se acuerda la formacin de una Confederacin Nacional del Trabajo y se propone a un Comit para que formule un proyecto de organizacin, estudiando las opiniones de todas las colectividades. Finalmente el Congreso le enva un fraternal saludo a los hermanos que en Rusia han establecido la Repblica Socialista del Soviet... No parece haber dudas de que al principio la revolucin de octubre en el Petrogrado de 1917, en la que haban participado de forma bien visible los anarquistas rusos, fue una noticia bien recibida por los obreros cubanos. Con la toma del poder por los soviets en Rusia, pareca que el sueo de tres generaciones de luchas contra todas las injusticias del capitalismo y del Estado haban llegado a su fin. La actitud de los anarquistas en Cuba fue de jbilo y solidaridad durante su propia accin social en la Isla, en la cual unos pocos elementos socialdemcratas y marxistas haban participado activamente de forma solidaria siguiendo las consignas cratas. Pocas noticias haban llegado desde Nueva York o Barcelona de la persecucin que Lenin estaba llevando a cabo contra los anarquistas rusos en esos aos. No es por lo tanto extrao, que el Congreso de 1920 en La Habana respondiera favorablemente al gobierno bolchevique de Lenin y Trotski, actitud que tuvo eco en todo el mundo proletario. Sin embargo, esta solidaridad cambiara muy pronto. Al terminar el Congreso de 1920, se reanudaron con ms fuerza las demandas proletarias, con la inevitable represin del gobierno. Bombas y petardos estremecan a La Habana y el Primero de Mayo se produjo otro paro general. Penichet y Salinas fueron de nuevo presos, y en protesta por su detencin, hizo explosin un petardo en el Teatro Nacional cuando Enrico Caruso cobraba por cantar Aida $10.000.00. Radams huy acobardado por las calles de La Habana. Salinas y Penichet, despus de ser condenados a muerte, fueron puestos en libertad a principios de 1921, con el cese del gobierno menocalista. Con el nuevo gobierno moderado de Alfredo Zayas se inicia la etapa ms constructiva del anarquismo en Cuba. La semilla plantada por los cratas a finales de la dcada de 1880 se haba convertido en aquel rbol de la Libertad que mencionara Roig San Martn, y empezaba a dar frutos.
Proliferan las publicaciones libertarias: Tierra! Comienza una segunda etapa y se editan folletos y libros. Regularmente se publican La Batalla, Nuevos Rumbos, Va Libre, El Memorndum Tipogrfico, Espartaco, Nueva Luz, en fin, un verdadero renacimiento cultural proletario por el cual hasta los ms modestos gremios tienen una hoja informativa. Se fundan Ateneos Libertarios, Centros Obreros, Clubes Naturistas, la propaganda del Ideal circula por toda la Isla y el trabajo de organizadores, escritores, oradores, sindicalistas y orientadores sociales es de una naturaleza exuberante. Son los anarquistas en esos aos turbulentos los primeros que, sin medios econmicos y sin la ayuda de nadie, organizan, agrupan y orientan a la mayora de los trabajadores del campo y de la ciudad en un esfuerzo sin paralelo en nuestra historia. Una nueva generacin de cubanos emerge por esos aos en medio de una sociedad llena de taras coloniales, separacin clasista y racial, gobiernos autoritarios e injerencia norteamericana. Promete cambios radicales en las estructuras sociales y polticas y comienza una lucha sin cuartel contra todas las lacras nativas o extranjeras. Los anarquistas de esa generacin son conscientes de la agenda cubana y toman el camino de los tortuosos cambios definitivos en las infraestructuras econmicas y sociales. Sern los abanderados de la libertad y la justicia social para las clases ms olvidadas, convirtiendo las ideas del anarcosindicalismo en las mayoritarias del mundo proletario.
El hombre que parece llevar sobre sus hombros toda una serie de responsabilidades laborales se llama Alfredo Lpez. De filiacin netamente anarquista, a pesar de la revisin marxista de la historia cubana, segn escritores contemporneos, Lpez recibe las ideas libertarias por la influencia de Pablo Guerra, un obrero negro del mismo gremio tipogrfico a que pertenecen Lpez y Antonio Penichet. Destacado orientador dentro de su sindicato, Lpez emerge como figura prominente durante el Congreso de 1920 y su labor unitaria dentro del obrerismo cubano no termina hasta su asesinato en 1926. Como la mayora de su generacin obrera, Lpez es profundamente anarcosindicalista. Por sus escritos, su breve y concisa oratoria, su actuacin sindicalista, sus procedimientos pragmticos y los acuerdos tomados bajo su responsabilidad, es muy difcil situarlo dentro de otro campo que no sea el anarquista. Carente de sectarismos, su labor ante una sociedad que haba dejado solos a los proletarios, fue intensamente unitaria y se supo ganar a los elementos marxistas dentro de la lucha obrera en Cuba. De paso tambin agrup dentro de las filas proletarias a elementos reformistas, accin afirmativa de la que poco se conoce o se quiere ignorar. La fundacin de la Federacin Obrera de La Habana (FOH) en 1921, en la que Lpez es el factor aglutinante, da inicio a una campaa de corte evidentemente anarcosindicalista con relacin a todo el movimiento obrero en Cuba. El pragmatismo laboral es la orden del da con la idea de federar en una sola organizacin, a nivel nacional, a todos los factores obreros y campesinos de la Isla. La FOH no est formada por sindicatos anarquistas exclusivamente, aunque stos sean los ms numerosos o sus ideas libertarias sean las ms populares. Esta poltica sindical choca con el ideario de algunos anarquistas que aspiran a una organizacin netamente anarcosindicalista, parecida a la Confederacin Nacional del Trabajo (CNT), creada en Espaa en 1910, y exponen sus criterios al respecto. Al final se acepta la tesis unitaria de Alfredo Lpez, ante la realidad de caer en la fragmentacin. Esa disputa se toma como base por los relatores marxistas para acotar que Lpez no era anarquista, lo cual resulta una falacia. En 1923, y a raz de un movimiento de reforma dentro de la Universidad de La Habana, aparece Julio Antonio Mella como uno de los lderes de aquella gestin. Lpez le ofrece su apoyo y logra persuadir a Mella de que colabore junto con algunos estudiantes en la recin fundada Escuela Racionalista Nocturna, al servicio de los obreros y siguiendo la tradicin del maestro
libertario Francisco Ferrer. Para finales de ese ao se funda la Universidad Popular Jos Mart, primer paso que se toma en Cuba para la enseanza de las diferentes ideas polticas y sociales de ese tiempo. La relacin directa entre el futuro fundador del Partido Comunista Cubano (PCC) y Alfredo Lpez ha dado tambin pie para formular una serie de hiptesis sobre la influencia de las ideas de Mella en Lpez, cuando fue todo lo contrario, segn declarara Mella aos despus. Durante todo 1924 y con la innegable tolerancia del Presidente Alfredo Zayas, se producen algunos movimientos huelgusticos dentro de los sindicatos ferroviarios y azucareros. Otro anarcosindicalista de primer orden empieza a destacarse en el gremio ferroviarioazucarero de la provincia de Camagey, Enrique Varona. En febrero de 1925 se celebra en Cienfuegos el Segundo Congreso Nacional Obrero con la asistencia de ms de 105 delegados, que representaban a 75 organizaciones obreras. Entre sus orientadores estaban Lpez, Penichet, David Antes, Carmelo Garca, Alejandro Barreiro, Rafael Serra, Jos Rivero Muiz, Manuel Deza, Manuel Landrove, Jos Villasus y Emilio Rodrguez, entre muchos otros. El acuerdo principal fue el de celebrar un tercer congreso en la ciudad de Camagey con el objeto de fundar una confederacin obrera a nivel nacional.
Finalmente en agosto, respaldados por dos Congresos Obreros, se realiz en Camagey el Tercer Congreso Obrero, donde se acuerda la creacin de la Confederacin Nacional Obrera de Cuba (CNOC), la cual rene a todos los sindicatos, hermandades, uniones, gremios y asociaciones proletarias de Cuba, sumando 128 colectividades y a ms de 200.000 obreros, representados por 160 delegados. Entre ellos y adems de Lpez, asistieron Nicasio Trujillo, Pablo Guerra, Pascual Nez, Bienvenido Rego, Nicanor Toms, Jos M. Govn, Domingo Rosado, Florentino Pascual, Luis Trujeda, Paulino Dez, Venancio Rodrguez, Rafael Serra, Juana Mara Acosta, Margarito Iglesias, Antonio Penichet, Enrique Varona, Venancio Turn, Manuel Castillo y Miguel Contreras. El Congreso, en su mecnica, sus procedimientos y sus acuerdos, est sin duda, fuertemente influido por las tesis anarcosindicalistas, que predominaban entre el pensamiento de los participantes. La letra y las disposiciones, las proposiciones, las regulaciones, las tcticas, los principios, en fin, todo lo relacionado con la cuestin social, es de forma y de fondo anarquista.
En las Actas del Congreso de la Fundacin de la CNOC, los acuerdos ms importantes fueron el rechazo total y colectivo ante la accin electoral, la demanda de ocho horas, el derecho a la huelga y el deseo ms unnime de no burocratizar el organismo recin creado. Por primera vez en nuestra historia, Juana Mara Acosta, de la Unin de Obreros de la Industria de Cigarrera, es nombrada como Presidenta Provisional de un acto de esta naturaleza y se insiste en que la labor de la mujer sea retribuida igual al hombre. Unos pocos das despus de terminado el Congreso, se funda en La Habana el PCC por militantes marxistas como Julio Antonio Mella o por exanarquistas como Carlos Balio, con el apoyo del representante de la III Internacional, procedente de Mxico, Enrique Flores Magn, hermano de Ricardo. Los militantes del PCC se convertiran en una minora disciplinada y abnegada que, si en un principio seguiran las consignas anarquistas, en el futuro, y obedeciendo las rdenes que desde Mxico dispona el Komintern, se encaminaban a suplantar primero y a tratar de liquidar despus todo vestigio del anarcosindicalismo que durante muchas dcadas haba sido el motor propulsor de la clase obrera. El triunfo electoral del Partido Liberal, cuyo representante mximo era Gerardo Machado, determin de forma repentina una gran crisis de las ideas anarcosindicalistas en Cuba. Machado
ya era bien conocido de stos y representaba lo peor de la Repblica autoritaria. Pronto se dio cuenta el nuevo presidente de que el recientemente organizado movimiento obrero de la CNOC podra ser un colaborador o un enemigo de sus conceptos polticos. Dentro de la CNOC exista un grupo reformista que actuaba de acuerdo con las organizaciones obreras norteamericanas, American Federation of Labor (AFL), que regenteaba Samuel Gompers. Machado logr atrarselos con prebendas gubernamentales, mientras que los amigos con que otrora contaban los anarquistas dentro del Partido Liberal, se hicieron invisibles. Por su parte los marxistas, con su flamante partido poltico en franca contradiccin con los acuerdos de la CNOC, mantuvieron su rumbo esperando tiempos mejores. Comenzando con parmetros represivos, el gobierno cerr arbitrariamente el Sindicato de la Industria Fabril, por motivos de una huelga, encarcelando a su orientador, Margarito Iglesias, de procedencia crata, y deportando a algunos obreros. Alfredo Lpez protesta enrgicamente, pero de nada sirve. En septiembre se produce otra huelga en el sector azucarero de Camagey y Enrique Varona, otro orientador anarcosindicalista, es preso primero y despus cobardemente asesinado. Varona representaba a la Unin de Ferrocarriles del Norte, que agrupaba por esos aos a los obreros azucareros. De nuevo se protesta con fuerza ante el gobierno y sus tribunales. Nada ocurre. En octubre Alfredo Lpez es preso cuando se inicia por parte del gobierno una campaa de provocacin, haciendo estallar varios petardos en La Habana, acusando a los anarquistas de estos hechos. Para diciembre, los anarquistas ms comprometidos son hechos presos o se escapan al exilio de La Florida o Yucatn. La intimidacin, el asesinato y la provocacin son las armas de Machado a finales de 1925. Lpez y algunos anarquistas son puestos en libertad en enero de 1926 y son aconsejados para que se pongan al servicio del gobierno. En una entrevista entre el Secretario de Gobernacin, mensajero de Machado, Rogerio Zayas Bazn y Lpez, se le ofrece al luchador anarcosindicalista prebendas y dinero a cambio de cooperacin. Lpez las rechaza de plano y contina en su puesto. Es detenido de nuevo por la polica, esta vez amenazado de muerte. Lpez no hace caso y se mantiene firme. El Primero de Mayo se celebra en el Centro Obrero una velada conmemorativa, y desde la tribuna Lpez denuncia la accin represiva de Machado e insta a los obreros a resistir. Finalmente, el 20 de julio de 1926, Lpez es secuestrado y desaparece para siempre. Sus restos fueron hallados 7 aos ms tarde, unos das despus de la cada de Machado. Con Lpez y Varona asesinados, los anarcosindicalistas perdan en un momento clave de nuestra historia, a dos de sus ms valiosos orientadores, y la clase obrera a dos luchadores serenos y valientes. La poltica represiva de Machado no tena paralelo en la historia sindical de la Isla. Ni en la colonia, ni durante la Repblica, incluyendo a Garca Menocal, nunca el anarquismo haba sufrido un golpe tan violento. Mientras que Machado era aclamado por las clases dominantes como presidente nacionalista por una sociedad que padeca de una injerencia norteamericana notable, la persecucin contra los cratas continuaba sin descanso. En 1927 ya la CNOC haca crisis con la desaparicin de Margarito Iglesias del sindicato fabril, un negro anarcosindicalista nieto de esclavos que batallaba sin descanso a favor de los obreros cubanos. La situacin fue hbilmente aprovechada por los marxistas dentro de la CNOC, y por rdenes del PCC se empezaron a apropiar de los cargos sindicales ostentados por los anarquistas muertos, deportados, encarcelados o en el destierro. La respuesta de elementos radicales dentro del anarquismo ante esta situacin de violencia no se hizo esperar. Se fundaron grupos de accin primero, tales como Espartaco y Los Solidarios y ms tarde la Federacin de Grupos Anarquistas de Cuba (FGAC), que comenz en una alianza singular con estudiantes universitarios y polticos, una campaa de acciones violentas contra Machado, reelegido constitucionalmente como presidente por 6 aos. Se planearon y llevaron a cabo varios intentos fallidos de magnicidio en colaboracin con elementos revolucionarios y se
produjeron algunos actos sonados de violencia callejera contra el gobierno. Estos elementos radicales dentro del anarquismo cooperaron activamente contra Machado. En 1930 se produce en La Habana una huelga del sector de tranvas que es respaldada por casi todos los sectores sindicales. La huelga se convierte en general por 24 horas y es la primera de ese tipo en una situacin de dictadura represiva. Los anarquistas apoyan sin reserva este movimiento huelgustico mientras la prensa burguesa antimachadista le dedica loas al PCC y entrevista a sus dirigentes. Por esos aos de depresin econmica, no slo el pueblo se opona a la dictadura, sino tambin la burguesa en masa, debido a que no podan contar con las ganancias de antao. El precio del azcar descendi a niveles increbles, y a la ruina social y poltica se uni el desastre econmico. La dictadura de Machado tiene su fin en agosto de 1933, cuando una serie de factores polticos conspiran, aliados con la Embajada Norteamericana, fuente primaria de poder, para liquidar a Machado, su antiguo aliado. El PCC juega un importante papel en el proceso, siguiendo consignas soviticas a travs del Komintern. La Embajada busca una solucin poltica a la crisis, pero Machado se aferra desesperadamente al poder. Se ha quedado solo y nadie lo apoya en su momento ms difcil. El 28 de julio estalla una huelga en el sector del transporte y La Habana queda paralizada al secundar el movimiento los obreros del sector de tranvas. Los anarquistas atrincherados en la FOH se hacen solidarios de este paro de brazos cados y en esta disposicin se declara una huelga general. El 7 de agosto, con una gran ansiedad popular, se extiende el rumor de la renuncia del dictador. El pueblo sale a las calles a celebrar la noticia y es criminalmente ametrallado por los esbirros de Machado. En una maniobra poltica que se puede catalogar como inslita, el PCC, en nombre de los despojos de la CNOC, realiza un pacto con Machado con el objetivo de finalizar la huelga, como si hubieran sido ellos los que la haban iniciado. Caan as en la trampa de haberse credo sus propias mentiras. La recompensa a este acto prfido sera el reconocimiento del PCC y de la CNOC. La ambicin por el poder (ya haban participado en la farsa electoral de 1932) ceg cualquier tipo de visin poltica. Los escritores marxistas del presente tratan de justificar esta actitud estalinista como el error de agosto. En realidad, ms que un error se trat de una traicin a la clase obrera y al pueblo de Cuba. El PCC dio entonces la orden para que los obreros volvieran al trabajo, y trat de poner en prctica el ucase gubernamental con la ayuda de la Polica Secreta de Machado, la siniestra porra que haba asesinado a tantos obreros. La maniobra no result, debido a que los cratas de la FOH, seguidos por la oposicin, se batieran enfurecidos contra los rompehuelga. Esta situacin de incertidumbre alcanz a las Fuerzas Armadas, que no pudieron o quisieron intervenir en este escenario netamente revolucionario. Nadie tiene dudas de la actitud heroica de los cratas desde su local de Zulueta 37 en esos das y de su accin determinante en el derrocamiento de la dictadura de Machado, la cual hace finalmente explosin el 12 de agosto con la huida del tirano, forzado por un golpe militar apoyado por la Embajada Norteamericana. El 28 de agosto, despus de ser exhumados los restos de Lpez e Iglesias y de ser rendidos honores a sus cadveres por una inmensa muchedumbre, los combatientes de la FGAC lanzan un Manifiesto al pueblo denunciando la traicin del PCC y del ataque a tiros de que fueron objeto el da anterior en su local por parte de stos. Este Manifiesto, firmado por el Comit de Relaciones, indica claramente y con detalles, la gestin antiobrera del PCC y cmo trat de resucitar legalmente la CNOC en su afn de cobijarse a la sombra del poder. Las precarias relaciones entre anarquistas y comunistas, deterioradas por las inquietantes noticias que llegaban de la URSS sobre la persecucin de los anarquistas por parte de los bolcheviques primero y Stalin despus en la dcada anterior, se dieron por terminadas para siempre en aquel verano sangriento de 1933.
Constitucin y revolucin
19341958
CaptuloIII
A pesar del triunfo contra la dictadura de Machado, el balance final le haba sido desfavorable a los libertarios. Sus ms empecinados orientadores y activistas haban sido vctimas de la represin gubernamental o deportados. De esta manera, cuando se produce el golpe de Estado del 4 de septiembre de 1933 contra un gobierno provisional que haba sustituido a Machado cimentado por la Embajada Norteamericana, los anarquistas se encuentran en un estado preorganizativo y son sorprendidos por los acontecimientos polticos. El nuevo gobierno revolucionario autntico, como se autotitula, es de corte izquierdista con tonos nacionalistas. Sus figuras principales son Ramn Grau San Martn y Antonio Guiteras. Aliados a los promotores castrenses que produjeron el cuartelazo, soldados, cabos y sargentos, de procedencia humilde y penetrados por toda clase de ideas de tipo social, tiene como figura cumbre a Fulgencio Batista. Este gobierno, el primero en su clase en la Isla, desafa a la Embajada Norteamericana, decreta leyes de beneficio pblico y logra la derogacin de la Enmienda Platt. Como era de esperar, slo dur cerca de 100 das y se caracteriz por un nacionalismo sin nacin que, al mismo tiempo que decretaba la intervencin estatal de las industrias elctricas y telefnicas en manos yanquis, promulgaba la ley de 8 horas de trabajo para todos los obreros. Sin embargo, este mismo gobierno dict una ley llamada del 50% por la cual se le prohiba a los patronos emplear a ms del 50% de obreros extranjeros en sus establecimientos, comerciales o industriales. Esta ley afect considerablemente al anarquismo en Cuba, ya que muchos militantes tuvieron que abandonar la Isla y trasladarse a Espaa, donde les esperaba una trgica guerra civil. Quedaron los anarquistas debilitados en extremos crticos en un momento trascendental de la historia, al mismo tiempo que los comunistas maniobraban con xito sobre la clase obrera, a pesar del descalabro de agosto, atacando violentamente a los anarquistas y lanzando las ms disparatadas calumnias contra stos, tctica que dio resultado en 1934 y que repetiran con mejor xito en 1960. Se acusaba a los libertarios de ser agentes yanquis, de asociarse y aliarse con exmachadistas, patronos y hasta elementos fascistas que por esos aos tenan alguna simpata en Cuba. Pero a pesar de estos obstculos, se comenz una nueva etapa con un vigor y una resistencia que podramos considerar asombrosa. Se increment la labor de propaganda entre la juventud, y una segunda generacin de cubanos se alist en las banderas cratas, dentro de sindicatos y organizaciones laborales. Con la ayuda de la Embajada Norteamericana, el apoyo de la burguesa y la bendicin del capitalismo, el ahora Coronel Batista se convirti en el hombre fuerte de Cuba, estableciendo una dictadura a la que se le opusieron los cratas desde sus inicios. Buscando aliados dentro de la oposicin revolucionaria, algunos de sus militantes libertarios se afiliaron a una organizacin de corte socialista llamada Joven Cuba, dirigida por un archienemigo del PCC, y conocido revolucionario, Antonio Guiteras, ya fuera del poder. Esta vez la represin vino del mismo Coronel Batista, que hizo fracasar la huelga general de marzo de 1935, instigada primero y abortada despus por el PCC, que muy de acuerdo con la lnea frentepopulista que emanaba de Mosc, decidieron al final aliarse al gobierno y seguir los pasos democrticos del Coronel Batista.
Para los anarquistas, sin embargo, la situacin poltica no vari mucho. Desde la cada de Machado las autoridades de turno haban ejercido un control frreo sobre las actividades laborales de los anarcosindicalistas. Se ejerca una fuerte censura de prensa interior contra stos y se destrua el material que provena del exterior, con la curiosa excepcin de la revista Cultura Proletaria, al parecer por su procedencia neoyorquina, donde a veces se recogan noticias sobre la persecucin de que eran objeto los libertarios en Cuba. Segn relata Helio Nardo, testigo de estos aos: Despus de fracasada la huelga de marzo de 1935, se nos vino encima una represin bruta [...] miles de oposicionistas [al gobierno de MendietaBatista] dieron con sus huesos en las crceles. Todos los pueblos [...] pasaron a estar bajo control militar. Haba sin embargo, segn las palabras de Nardo, cierta dificultad de entendimiento entre los anarquistas de la generacin anterior y los nuevos militantes que procedan de una nueva promocin, [...] la imposibilidad de entendernos con los viejos militantes atrincherados en el grupismo (FGAC) aqu Nardo se refiere a los sectores cratas que haban sobrevivido a la represin de Machado, la Ley del 50% y el autoritarismo militar de Batista[...] se fund en La Habana la Juventud Libertaria de Cuba. Nardo recuerda entre sus fundadores a los siguientes compaeros: Gustavo Lpez, Floreal Barreras, Luis Dulzaides, Miguel Rivas, Julio Ayn Morgan, Teodoro Fabelo, Abelardo Barroso, Modesto Barbeito, Jos Fernndez Mart y un joven anarquista con el curioso nombre de Gerardo Machado. Las reuniones de este grupo de jvenes libertarios eran rigurosamente clandestinas.
Por su parte, Luis Dulzaides dej constancia de sus impresiones juveniles aos despus, relatando su ingreso en las Juventudes Libertarias por mediacin de Fernndez Mart, cuando conoce a [...] las ms altas figuras del anarquismo militante cubano. Y recuerda a Domingo Daz, boticario de Arroyo Arenas, cerca de La Habana; a Venancio Turn, antiguo obrero ferroviario fundador de la CNOC; [...] A Rafael Serra, un negro tabaquero que quedaba como reliquia de los tiempos heroicos del proletariado crata... y finalmente a Marcelo Salinas, uno de los intelectuales cubanos ms prominentes de su generacin. Al estallar la Revolucin y Guerra Civil espaolas en julio de 1936, los anarquistas en Cuba se suman a la defensa de la Repblica y se funda en La Habana, por ideas de stos, la Solidaridad Internacional Antifascista (SIA), la cual trabaj con ahnco para enviar fondos y armas a los compaeros espaoles de la CNTFAI. La ayuda y la solidaridad de los anarquistas en Cuba a favor de los compaeros espaoles fue considerable, si se tiene en cuenta la situacin de depresin econmica imperante en la Isla. Adems, se debe destacar la participacin de muchos libertarios cubanos en las filas de combatientes contra el fascismo de Franco. Expulsados de Cuba durante la dictadura de Machado y como consecuencia de la deplorable Ley del 50%, familias enteras de anarquistas lucharon en las filas cenetistas, ergo: Abelardo Iglesias, Manuel de la Mata y Cosme Paules por citar algunos. Desde Cuba y al estallar el conflicto, fueron a morir por sus ideas Adolfo Camio, Gustavo Malagamba, Jos Pends, Humberto Monteagudo, Pedro Fajardo Boheras, Julio Constantino Cavarrocas, etctera. Terminado el conflicto espaol, con la derrota republicana, muchos de estos sobrevivientes fueron repatriados a Cuba, lo mismo que un nmero importante de anarquistas espaoles que salieron de Francia y Espaa con pasaportes cubanos por la gestin de elementos libertarios con figuras afines dentro del Ministerio de Estado. De nuevo se comenz a recaudar fondos para ayudar a los excombatientes en desgracia y aqullos que llegaron a Cuba recibieron una generosa solidaridad por parte de sus compaeros cubanos. Hubo casos de anarquistas detenidos por las autoridades de Inmigracin cubana, los cuales quedaron en libertad por los oficios a su favor de los libertarios cubanos. Segn relata en sus memorias Paulino Dez, Cuba
sirvi de trampoln a los anarquistas espaoles en dispora, para ubicarse en todo el continente, desde Chicago a Buenos Aires. A finales de la dcada el PCC pacta oficialmente con el ya General Batista, militar carente de base popular, que en pago por los servicios y apoyo poltico en su prxima eleccin presidencial le entrega a stos la recin creada Confederacin de Trabajadores de Cuba (CTC), fabricada polticamente por el gobierno y sus aliados en las Comisiones Obreras (CO) con ese propsito. Es el organismo laboral ms grande y centralizado de Cuba y agrupa a todas las facciones sociales del momento e incluye una minora anarquista cotizante. A diferencia de la primera confederacin obrera, la CNOC, la direccin de la CTC est, por rdenes de Batista, en manos del PCC y de las CO, que responden a intereses polticos. Ya por esos aos el movimiento obrero cubano ha sido organizado y legalizado bajo el control comunista con la bendicin del Estado. Se establece entonces por primera vez en Cuba un maridaje deplorable en las relaciones entre el sindicalismo y el Estado. La Constitucin de 1940 marca el inicio de una nueva repblica. En dicho documento se contempla por primera vez en la historia de Cuba el problema social, y se trata de enmendar los errores y omisiones cometidos por la Primera Repblica. De corte moderno y progresista, la Carta Magna cubana es obra de dos generaciones de cubanos. En ella intervinieron representantes de todas las clases sociales y de todas las esferas de la vida del pas. Se refleja en ella con una minuciosidad exagerada, todos los problemas habidos y por haber, tanto polticos como sociales, agrarios y laborales de todo un perodo convulso de nuestra Historia. La Constitucin era sin duda un documento bien logrado y slo quedaba ponerla a prueba y en prctica. Los sectores sobrevivientes del anarquismo revolucionario de 1920 a 1940, agrupados dentro de la SIA y la FGAC, reforzados por algunos militantes cubanos que procedan del xodo de la Guerra Civil espaola y por ex combatientes de la CNT espaola, que haban escapado de Europa en los primeros aos de la II Guerra Mundial y desembarcado en Cuba, acordaron a principios de los aos de la dcada del 40, celebrar una asamblea con el propsito de reagrupar dentro de una sola organizacin el esfuerzo libertario. Las garantas constitucionales les permitan legalmente crear una organizacin de este tipo, y fue as como se acord disolver los dos organismos principales, la SIA y FGAC y constituir una nueva organizacin denominada la Asociacin Libertaria de Cuba (ALC). Con la participacin de ms de cien militantes cubanos y espaoles exilados, reunidos en una asamblea que tuvo lugar en la pequea finca Mordazo, donde residan Juan Npoles y su compaera Mara, se eligi como responsables del recin creado organismo a Domingo Daz como Secretario General, y a Abelardo Barroso como Secretario de Organizacin. Igualmente se acord apoyar solidariamente a los nuevos exilados espaoles que constantemente llegaban a la Isla; responsabilizarse con la continuidad del vocero libertario Rumbos, que sala espordicamente desde los ltimos aos de 1930; y convocar para 1944 el llamado Primer Congreso Nacional Libertario. La gran cantidad de cenetistas espaoles que en pocos aos llegaron a La Habana, fueron atendidos lo mejor posible por sus compaeros en Cuba. Sin embargo, el desempleo generalizado en la Isla por esos aos oblig a la gran mayora de estos compaeros a emigrar a distintos pases como Panam, Mxico y Venezuela, debilitando la funcin orgnica de la ALC. No obstante, la recin creada asociacin public por algn tiempo y bajo la direccin de Marcelo Salinas, un vocero de propaganda titulado Rumbos Nuevos, en la que intervinieron notablemente Domingo Alonso y Claudio Martnez. Finalmente en 1944 y segn Salinas, [...] tiene lugar el Primer Congreso celebrado en el local del Sindicato de los Yesistas, facilitado por uno de los compaeros al Congreso, Manuel Pis, responsable de dicho sindicato. Se eligi
como Secretario General al negro Gerardo Machado, y como Secretario de Organizacin se mantuvo a Abelardo Barroso, un militante activo y trabajador. Durante los primeros aos de la dcada del 40, los libertarios de la ALC se dedican a un trabajo organizativo. Con los restos del movimiento laboral que con ms fuerza trabaj dentro del proletariado cubano hasta mediados de los aos 20, les quedaba un gran respaldo popular y una fama de honradez, combatividad y sacrificio, basados en una larga y limpia trayectoria revolucionaria. Se comienza el trabajo orgnico, preparando cuadros de militantes, desde la creada organizacin Juventudes Libertarias, con el objeto de recuperar el campo perdido ante comunistas y reformistas. Se fundan, a travs de este organismo, grupos de accin entre estudiantes y obreros. Entretanto, la Constitucin del 40 haba legalizado el derecho a 8 horas de trabajo, decretada en 1933, una de las aparentes utopas de las prdicas de El Productor en 1888. Regulaba, por supuesto, el derecho a la huelga, pero reconoca su validez. Esta situacin oblig a los anarcosindicalistas dentro de la CTC a crear grupos de presin, verdaderas corrientes de trasmisin del pensamiento libertario en esa poca, con el objeto de desafiar dentro de este organismo la inercia, el burocratismo y el franco colaboracionismo del PCC y las CO.
Batista haba sido elegido Presidente con la ayuda y alianza del PCC, los cuales, despus de recibir puestos ministeriales, dinero, medios de propaganda y proteccin estatal, le corresponden con ttulos pomposos, como El mensajero de la prosperidad y ponen a sus servicios no slo los recursos propagandsticos del Partido, sino tambin a la CTC, controlada desde las alturas por estos elementos. De esta forma inicua traicionan una vez ms el verdadero origen y los principios del sindicalismo en Cuba. Medrando siempre a la sombra del poder, lo que los anarquistas catalogaban como el frente crapular, el PCC se convierte en una fuerza poltica laboral. Ramn Grau San Martn, postulado a la presidencia por el llamado Partido Revolucionario Cubano Autntico (PRCA), que proceda de 1933, gana las elecciones y asume el poder en 1944. El pueblo espera que se produzcan cambios sustanciales, pues el nuevo gobierno, elegido libremente, es de corte socialdemcrata, muy popular en Amrica Latina por esos aos. Sin embargo, Grau mantiene en sus puestos a los comunistas y slo se produce un cambio importante dentro del obrerismo cubano en 1947 y por el cual Grau, forzado por las tensiones de la Guerra Fra entre los Estados Unidos y la Unin Sovitica, y ante las visibles presiones del gobierno norteamericano, se decide a expulsar a los estalinistas de sus puestos jerrquicos dentro de la CTC. Esta decisin puede servir como prueba de cmo, a pesar de estar abolida la Enmienda Platt, los mismos autores de su derogacin, servidores ahora del Estado, se plegaban a las sutiles presiones del Departamento de Estado de Washington. Era un Primero de Mayo de 1947. Hay un nuevo renacer libertario por esos aos. Se publican en La Habana algunos boletines de informacin y propaganda firmados y sostenidos por la Federacin de Juventudes Libertarias de Cuba y un Boletn de la subdelegacin de la C.N.T. de Espaa, el cual circulaba mensualmente bajo la direccin de V. Velasco y la administracin de C. Trigo. Ambas publicaciones que datan de 1947 tienen como redaccin el local de la ALC en Jess Mara 310. La decisin gubernamental de cesar a la representacin estalinista dentro de la CTC, deja la puerta entreabierta para que los anarcosindicalistas aprovechen la tolerancia que existe dentro de los gremios que pertenecen a la central obrera para celebrar unas elecciones sindicales en plena libertad, y se logra entonces elegir a varios de los compaeros ms responsables entre algunos sindicatos importantes.
El prestigio y una bien ganada reputacin de honestidad de los anarcosindicalistas, los lleva a orientar de forma efectiva algunos sindicatos tales como transportes, gastronoma, construccin, plantas elctricas, etc., y mantener grupos de presin en casi todos los dems sindicatos que componan la CTC por esos aos. Se crean las Asociaciones Campesinas por parte de elementos anarquistas dentro del interior de la Isla, que se dedican a organizar a los lugareos ms humildes, carentes de tierra y recursos. Estos esfuerzos resultan ms eficaces en la costa norte de la provincia de Camagey, viejo bastin libertario localizado en el puerto de Nuevitas y en la zona cafetalera del sur de la provincia de Oriente, Monte Rus, donde ya por muchos aos los anarquistas haban fundado y sostenido colectividades agrcolas libres.
De acuerdo con la versin recogida en el folleto Memorias del II Congreso Libertario, el 21 de febrero, a las 9 de la noche y ante una gran concurrencia que colmaba [...] los Salones de la Federacin Nacional de Plantas Elctricas [...] en el Paseo de Mart nmero 615 [...] dio comienzo al II CONGRESO NACIONAL LIBERTARIO convocado por la ASOCIACIN LIBERTARIA DE CUBA. En el acto de apertura Agustn Souchy, que representaba por esos aos a la AIT, y antiguo amigo de los libertarios cubanos, expone sus ideas. Tambin expresaron sus opiniones Marcelo Salinas, Modesto Barbeito y Helio Nardo. El Acta de Constitucin se inicia con una sesin plenaria el da 22 de febrero de 1948. La preside Rafael Sierra y acta como Secretario Provisional Vicente Alea. Participan 153 Delegados y se constituye la Mesa de Congreso con Francisco Bretau y Gilberto Lima. Se organizan cuatro Comisiones de Trabajo: la de Organizacin, con Modesto Barbeito y Helio Nardo; la de Propaganda, con N. Surez y Manuel Gonzlez; la de Finanzas, con Manuel Castillo y Vicente Alea, y la de Asuntos No Incluidos, con Antonio Landrin y Suria Linsuan respectivamente.
Este II Congreso termin el 24 de febrero con una serie de Dictmenes que fueron publicados en La Habana ese mismo ao en un folleto que contempla la creacin de una sociedad libertaria en Cuba, apelando a todos los niveles industriales, sindicales, econmicos y/o agropecuarios en toda la Isla y que con el transcurso de los aos nos ensea cunta vigencia pudo haber tenido este trabajo. El documento es importante en la historia del anarquismo en Cuba: Plantea la situacin de aquellos inciertos aos de Constitucin y Repblica con certeza; ataca a sus enemigos de siempre, el Partido Comunista de corte netamente estalinista, a los peligros de la influencia de la iglesia Catlica; se declara anticapitalista y sobre todo, consecuentes con sus principios, antiimperialista ataca tanto a los EE.UU. como de la Unin Sovitica, calificndolas de potencias extranjeras apelando un poco al nacionalismo de moda.
Entre los ambiciosos puntos que se acordaron, y que cubran casi todo el aspecto social y econmico de Cuba, se plante la necesidad de tener un rgano de informacin y propaganda efectivo y constante. Ya exista dentro del sector gastronmico la publicacin mensual Solidaridad Gastronmica, que por acuerdo de este Congreso se convirti en el vocero de la ALC y que tendra larga vida dentro de la cultura proletaria cubana. Tambin se eligi una nueva directiva responsable en la que ejercieron Vicente Alea como Secretario General, Barbeito como responsable organizativo, Domingo Alonso en Finanzas, y Nstor Surez Feli, Secretario de Propaganda.
Carlos Pro Socarrs asume la presidencia en 1948, siguiendo la misma poltica tolerante en el campo social y laboral que Grau. En 1949 los anarquistas dentro de la CTC maniobran con algunos elementos afines y tratan de crear otra central obrera, la Confederacin General de Trabajadores (CGT). La idea era crear una organizacin obrera independiente de la CTC y su influencia poltica, en buena tradicin anarcosindicalista, que siempre se neg a ser un instrumento poltico del Estado. En esos aos posteriores al II Congreso, y de acuerdo con la versin de Helio Nardo, uno de los sobrevivientes de ese proceso de desvinculacin laboral con la CTC, la idea de constituir una segunda central sindical fue el resultado de la tesis de un sindicalismo no polticoelectoral, en la que trabaj intensamente junto con Abelardo Iglesias adems de Barbeito. Se trataba, por supuesto, de crear otra Confederacin obrera que estuviese ms cerca del ideario anarcosindicalista que la versin gubernamental de un organismo verdaderamente proletario, como resultaba ser la CTC. Con el apoyo de ngel Cofio en representacin de los obreros elctricos, y de Vicente Rubiera por los telefnicos, se crea el Comit Obrero Nacional Independiente (CONI), que [...] tuvo una trasmisin radial diaria por la RHC Cadena Azul [...] y cuyo material [...] para la radiacin lo escribamos diariamente en el local de ALC [...] A pesar de toda la oposicin que encontr este nuevo paso al sindicalismo libre de la presin poltica, [...] lleg a constituirse [...] denominada como la Confederacin General de Trabajadores (CGT) [...] su local en la calle guila. En el Tercer Congreso Nacional Libertario el 11 y 12 de marzo de 1950, con una agenda reorganizativa con el objeto de tomar decisiones orientadoras dentro del sindicalismo y tratar de encaminar el obrerismo cubano en otra direccin ms saludable, se acuerda: luchar contra el control del movimiento obrero por burcratas [...] polticos, sectas religiosas, etc. [...] y exponer el verdadero significado del sindicalismo, que ha de ser apoltico, revolucionario y federalista, tratando de este modo de combatir el sindicalismo existente: tirnico, convertido de hecho en una agencia del Estado. Finaliza el documento con una llamada a los trabajadores de repudio a la CTC como una organizacin apoyada por la faccin estalinista y farsantes obreristas aliados [...] seudoproletaria, sin rastro alguno de ideas, espritu o prctica revolucionarias [...] dominada por partidos polticos dictatoriales y un liderazgo corrupto. Tambin se recaba el trabajar activamente con los obreros de la CGT, nica organizacin obrera [...] legtima con tendencias sindicalistas y que es ms sensible a las verdaderas necesidades de los obreros. Hubo de lamentar que la tctica de crear otra central sindical fracasara totalmente. La idea de crear una CGT independiente de la CTC, y por ende de la influencia gubernamental, encuentra obstculos formidables entre los elementos reformistas, comunistas y del gobierno. Las presiones del mismo Presidente Pro a travs del Ministro de Trabajo, oponindose de plano a la CGT por temor a la creciente y evidente influencia anarcosindicalista dentro del movimiento laboral cubano, son pruebas fehacientes. La excusa era el divisionismo o fraccionalismo. Por esos aos, y producto de la Guerra Fra, Pro, por sugerencias norteamericanas y por sus propios partidarios, declara ilegal al Partido Socialista Popular, frente electorero comunista, y cierra sus medios de expresin. Los estalinistas tropicales buscan de nuevo una alianza con su antiguo amigo Batista. El temor del gobierno con relacin a los libertarios no era del todo infundado. Ya a finales de la dcada de 1940, la influencia crata dentro del movimiento obrero era notable. Repartidos por casi toda la Isla en pequeas o medianas secciones, funcionaban casi siempre a nivel local. Haba tambin miembros dispersos dentro de Cuba que hacan labor de propaganda. Segn Sam Dolgoff en su libro La Revolucin cubana: un ensayo crtico, sus simpatizantes y su influencia estaban en total desproporcin con el nmero real de sus miembros. Los grupos
anarcosindicalistas solan consistir en unos pocos miembros, pero exista un nmero mayor en muchos sindicatos locales y regionales, as como en otras organizaciones. Es curioso observar cmo, con tan poca afiliacin, se obtenan logros de tipo sindical dentro del movimiento obrero cubano.
Dentro del proletariado cubano es necesario destacar la accin sindical libertaria en el seno de los sindicatos, adherida a las distintas Federaciones obreras. Ergo: en la Federacin de Trabajadores Gastronmicos, con ms de 20.000 afiliados, se hace notar la influencia orientadora en algunos sindicatos (en cuestiones de organizacin y demandas), de tres compaeros, Casto Mosc, Juan R. lvarez y Bartolo Garca; en la Federacin de Plantas Elctricas trabajaba activamente Francisco Bretau, orientador libertario desde 1934, y su hijo Roberto; dentro de la Federacin Nacional Obrera de Transporte, ocupaba un cargo de responsabilidad Santiago Cobo, como Secretario de Organizacin; en la Federacin Nacional de los Trabajadores de la Construccin, Abelardo Iglesias, Secretario General del Sindicato de la Construccin en la provincia de La Habana. Se debe hacer notar la salida de una nueva publicacin de carcter crata con fecha abril de 1950. Esta revista, llamada Estudios, Mensuario de Cultura, se editaba en La Habana y contena un excelente material. Adems de estar hecha con mucho cuidado y dedicacin, fue sin duda, para su tiempo, una revista moderna que se sala de los clsicos clichs libertarios, con contenido ilustrado y ameno. Contaba con un material de tipo sociocultural con excelentes fotos y grabados en 50 pginas del mejor material tipogrfico de su poca. Los responsables por Estudios lo eran su Consejo de Direccin, que inclua a Marcelo Salinas, Abelardo Iglesias y Luis Dulzaides. El Administrador era Santiago Velasco, y el Jefe de Publicidad, Roberto Bretau. Tambin se publicaba El Libertario, que sala espordicamente desde la dcada anterior, dirigido por Salinas, en formato periodstico.
En marzo de 1952 se produce un golpe de Estado dirigido por Batista, que viola el sistema constitucional de Cuba. El pueblo cubano recibe la noticia con una indiferencia total, dada la corrupcin moral y administrativa del gobierno de Pro. Una llamada a la huelga general fracasa rotundamente y ms adelante la CTC, presidida por Eusebio Mujal, pacta con Batista, a pesar de que los anarquistas se oponen a la imposicin militar en principio y por principios. Por su parte, los comunistas aprovechan esta circunstancia para penetrar la burocracia oficial, pero no pueden recobrar su preponderancia en la CTC. Batista, por su parte y en silencio, los abraza como aliados. La Guerra Fra est en todo su esplendor y esta vez Batista tiene que ser comedido con sus aliados estalinistas. Con el objeto de llenar el vaco de poder oposicionista al golpe de Estado, un oscuro joven poltico de origen burgus, educado por los jesuitas, nombrado Fidel Castro, en julio de 1953 rene a un grupo de revolucionarios y lleva a cabo un ataque al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba, el cual termina de forma sangrienta y con numerosas vctimas. Castro es hecho preso, y en su alegato de defensa plantea un programa revolucionario que no pasa de ser pequeoburgus, reformista y con un fondo socialdemocrtico. Su obsesin primaria consiste en restablecer la Constitucin de 1940, violada por Batista en 1952. A fines de 1953 Castro es condenado a 15 aos de prisin con algunos de sus compaeros, ocasin que aprovecha para fundar el llamado Movimiento 26 de Julio (M26J). Encarcelado unos pocos meses, Castro recupera la libertad por medio de una amnista gubernamental y marcha a Mxico.
Durante casi dos aos la oposicin a Batista se torna violenta y ste, como era lo esperado, responde a la provocacin de forma brutal. El clima poltico se torna caluroso, y la oposicin, que abarca a otros factores no castristas, se agiganta. Preocupados por la situacin poltica de Cuba, un recin nombrado Consejo Nacional, en marzo de 1955 convoca a los anarquistas a una llamada Conferencia Nacional Libertaria, que se celebra el 24 de abril de 1955 en una finca naturista en el pueblo de Campo Florido, en las cercanas de La Habana, con una agenda de 10 puntos en su Orden del da, en la que, despus del Informe del Consejo Nacional, se hace notar lo ms significativo e importante y lo que motiva la convocatoria y la asamblea: Asuntos Nacionales. Se hace en el Informe una evaluacin de todas las actividades realizadas desde el III Congreso, entre las que se encontraba la salida de El Libertario con tres nmeros y [...] que fue clausurado oficialmente [...] en abril de 1952 [...] Se pasa a ratificar los acuerdos de los tres Congresos anteriores y se entra de lleno en el punto ms lgido de la convocatoria, la Situacin Poltica, en la que se puede destacar lo siguiente: La restriccin de la Libertad en todos sus aspectos, los vejmenes y las persecuciones [...] la orientacin demostrada por el actual Gobierno de ir contra todo lo que signifique mejoras a las clases populares [...] los impuestos que a diario siguen creciendo [...] Y finalmente una declaracin poltica con trascendencia: [...] hacen que nosotros los libertarios [...] nos enfrentemos al Rgimen con todos nuestros esfuerzos y cooperemos a cuantos trabajos tiendan a devolver al pas, la Libertad sojuzgada. En 1956 se produce la polarizacin total entre Batista y sus enemigos polticos, que inclua a diferentes partidos electorales en busca de una salida a la crisis cubana. Los anarquistas por su parte, mantienen sus posiciones iniciales de corte antidictatorial, dejando bien claras sus ideas del proceso, y denunciando la desastrosa poltica represiva de Batista. En ese ao crucial la ALC publica un folleto titulado Proyecciones Libertarias, del que eran autores Marcelo Salinas y Casto Mosc y por el cual denunciaba la poltica nefasta de Batista y sita su posicin hacia la lucha por la libertad, al mismo tiempo que prevena de la actitud emanada desde las sierras orientales por Fidel Castro. Ya para 1957, en una intervencin ante el XXIV Consejo Nacional de la CTC, Casto Mosc rechaza el informe oficial del Secretario General de dicha organizacin, Eusebio Mujal, por considerar que la CTC tena funcionarios que, rompiendo los acuerdos establecidos por dicho organismo, efectuaban una poltica electorera y partidista dentro de los Sindicatos. Esta protesta fue recogida por la revista Bohemia, en su seccin poltica. Al mismo tiempo y cumpliendo con los [...] acuerdos de nuestra organizacin, renuncian a sus cargos en la direccin de la CTC, los compaeros Modesto Barbeito (Secretario de Organizacin) y Abelardo Iglesias (Secretario de Cultura). Con la dificultad de los tiempos sombros, Solidaridad Gastronmica segua publicndose mensualmente, respondiendo, como de costumbre, a la defensa de los libertarios en general, como era de esperar de un vocero anarquista y de los obreros gastronmicos en particular, siendo un gremio orientado por stos, a pesar del ambiente opresivo de la dictadura. Esta publicacin sala en tiempos difciles de censura y suspensin de garantas y por la que se puede comprobar la actitud de los anarquistas frente al gobierno. Solidaridad era una publicacin que adems se caracterizaba por un anticomunismo y antifranquismo visceral, al mismo tiempo que defenda con ahnco el llamado Socialismo Libertario. Dirigan la publicacin Juan R. lvarez, Domingo Alonso y Manuel Gonzlez, todos de buena cepa libertaria. La redaccin a finales de esa dcada continuaba en Jess Mara 310, sede de la ALC. El 14 de abril de 1957 tuvo lugar la llamada Conferencia Anarquista Americana celebrada en Montevideo, Uruguay, que cont con el apoyo desde La Habana de la ALC y la que envi dos delegados, Casto Mosc y Jos A. lvarez en representacin de los libertarios cubanos. Entre los acuerdos de esta Conferencia se encuentra un ataque a todas las dictaduras que padeca el
continente en esos aos, incluida la cubana y denunciada por los representantes libertarios a dicha asamblea. Se entra en otra etapa revolucionaria precisamente en el local de la ALC, que fue en muchas oportunidades lugar de reuniones clandestinas [...] para los conspiradores [...] y organizaciones [...]. Entre estos sectores se recuerdan a varios de carcter insurreccional, como el Directorio Revolucionario y el mismo M26J. El local libertario fue registrado en varias ocasiones sin mucho xito por las autoridades represivas. Desde el punto de vista individual, varios compaeros como Gilberto Lima y Luis Linsuan formaron parte del M26J, el primero en la lucha urbana clandestina, y el segundo en las guerrillas de la zona norte de Oriente. Plcido Mndez tambin perteneci al Segundo Frente del Escambay, una guerrilla que operaba en la zona central de la Isla. La persecucin por parte de los elementos represivos del gobierno contra el sector libertario que se haba unido a la lucha armada contra el rgimen se hizo patente con el encarcelamiento y las torturas infligidas a Gilberto Lima e Isidro Mosc. El primero fue encarcelado y torturado en varias ocasiones e Isidro dado por muerto [...] despus de una brbara tortura. Con Mosc cayeron presos y torturados un grupo de compaeros por estar preparando un levantamiento en armas y de accin directa en la provincia de Pinar del Ro segn la versin de Casto Mosc. Presos o detenidos haban sido tambin Juan R. lvarez, Roberto Bretau, Luis Linsuan, Plcido Mndez, Claudio Martnez y Modesto Barbeito entre otros muchos. Barbeito, lvarez y Aquiles Iglesias marcharon al exilio posteriormente. A mediados de 1958 la burguesa comprende que Batista y todo su aparato represivo est a punto de perder el poder. Los intereses norteamericanos y cubanos estn en peligro y ya no consideran al dictador como un aliado. Unidos en un frente comn de intereses, estos sectores deciden apoyar econmica y polticamente la rebelin. Castro obtiene varios millones de dlares en donaciones para comprar ms armas, en premio a que ha podido resistir en las montaas de Oriente casi dos aos. Batista ordena la persecucin bien calculada por sus militares, para que no se extinguiera la rebelin y al mismo tiempo evitar que se propagara con fines polticos. Las altas esferas econmicas de Cuba consideran a Castro como la solucin de la crisis poltica y un aliado en potencia. Y en realidad lo era. Este proceso de violencia y levantamientos armados, conocido como la lucha contra la dictadura a pesar de toda la propaganda posterior, nunca cont de forma cuantitativa con una slida base campesina, ni mucho menos proletaria. Fue en una buena parte, obra del capitalismo y la burguesa. De 1957 a 1958 aconteci un levantamiento naval en Cienfuegos, un ataque al Cuartel Goicura en Matanzas, un desembarco en la costa norte de Oriente y un intento de magnicidio contra Batista en el llamado Ataque a Palacio, hechos violentos que costaron muchos muertos y que fracasaron de forma sangrienta. Adems, se alzaron guerrillas en las montaas del Escambray. Por su parte el M26J no tuvo nada que ver con estos atentados y fueron repudiados pblica y abiertamente por Fidel Castro. Pero ya para finales de 1958 Batista haba perdido la guerra poltica y no puede contener militarmente a los rebeldes. Washington le da la espalda al negarle la venta de armas, al mismo tiempo que los representantes del PCC suben al campamento de Castro en la Sierra y empiezan sus turbias negociaciones con elementos afines dentro de los rebeldes primero y ms adelante con Castro personalmente. El lder de las barbas se hace ms fuerte cada da y se firma en Caracas un pacto con toda la oposicin a Batista que evidentemente lo admira y lo exalta. Su programa econmico, social y poltico sigue siendo el mismo al menos eso declara que el de 1953: justicia social, reformismo polticoelectoralista y... retorno a la bienamada Constitucin del 40. Finalmente Batista huye de Cuba el 31 de diciembre de 1958 y comienza otro ciclo histrico para el pueblo de la Isla y los libertarios cubanos.
Castrismo y confrontacin
19591961
Captulo
IV
Los anarquistas han participado activamente en la lucha contra la dictadura de Batista. Unos desde las guerrillas orientales o las del Escambray, en el centro de la Isla; otros se han unido a la conspiracin y la lucha urbana. Sus propsitos eran los deseos mayoritarios del pueblo: liquidar la dictadura militar y la corrupcin poltica, as como dejar un campo ms abierto en el disfrute de las libertades, que haca posible la continuidad ideolgica y las actividades en los campos sociales y laborales. Nadie esperaba un cambio radical en las estructuras econmicosociales del pas. En el mencionado folleto Proyecciones libertarias de 1956, donde se atacaba a Batista, tambin se mencionaba a Castro, el cual no mereca confianza alguna, [que] no respetaba compromisos y slo luchaba por el poder. Fue sta la razn por la que se establecieron contactos clandestinos ms frecuentes con otros grupos revolucionarios. Al triunfo de la insurreccin, Castro se haba convertido en el lder indiscutible de todo el proceso, por una evaluacin incorrecta de la oposicin, que lo consideraba como un mal controlable, necesario y temporal, con su modesto programa socialdemcrata. Si los libertarios no estaban de acuerdo con la personalidad de Castro, el resto de los polticos, la burguesa y la Embajada yanqui esperaban manipular al vencedor. Por otra parte, la mayora del pueblo apoyaba sin reservas a Castro en medio de un jbilo sin precedentes. Tal pareca que nos encontrbamos en el prtico del paraso, cuando en realidad era la antesala del infierno. Debido a la aparente negativa de Castro a dirigir el gobierno, se cre con su apoyo un gobierno revolucionario, el cual se dio a la tarea de ajustar cuentas a los criminales del gobierno anterior. Se crearon los Tribunales Revolucionarios, que celebraban juicios sumarsimos a peticin popular, que dictaban los fusilamientos o largas condenas de crcel, restableciendo as la pena de muerte, esta vez por delitos o crmenes polticos. Se creaban las condiciones, esta vez con un precedente legal, con futuras y tristes consecuencias. En relacin al movimiento obrero, desde los primeros das de enero, con la excusa de purgar dentro de la CTC a los elementos colaboracionistas con el rgimen anterior, el gobierno revolucionario expulsa arbitrariamente a todos los responsables anarcosindicalistas dentro de los sectores gastronmicos, de transportes, construccin, plantas elctricas, etc., algunos de los cuales haban hecho una oposicin a la dictadura y otros que haban sufrido prisin y destierro, como ya hemos visto antes. Esta medida afecta gravemente a la ya debilitada corriente libertaria, aunque se debe hacer constar que todava se mantiene dentro del proletariado cubano su prestigio. A pesar de este hecho, a todas luces injusto, las publicaciones libertarias de esos das, Solidaridad Gastronmica y El Libertario, reflejan en sus primeras ediciones una actitud favorable, al mismo tiempo que cautelosa y esperanzadora con relacin al gobierno revolucionario. Sin embargo, el Consejo Nacional de la ALC lanza un manifiesto donde Expone, informa y hace juicios a la revolucin cubana triunfante, y por el cual, despus de explicar la posicin de los libertarios contra la pasada dictadura, pasa a analizar el presente y futuro cercano, declarando que los cambios institucionales, al abrirse una nueva etapa para Cuba, no entusiasman ni ilusionan, aunque no se niega con cierta irona la seguridad de que
por algn tiempo al menos, gozaremos de las libertades pblicas, bastante a garantizarnos posibilidades de propaganda (sic). Sigue un ataque certero y cerrado contra el centralismo estatal camino, dicen, de llegar a un ordenamiento autoritario. Se hacen eco de la penetracin de la iglesia Catlica y del Partido Comunista. Finaliza el documento con una referencia al movimiento obrero, donde de nuevo hace nfasis en la labor del PCC para recabar la hegemona que [...] durante la otra era de dominacin batistiana [...] gozaron aunque terminan por opinar que esto no ocurrir y finaliza con optimismo: El panorama, pese a todo, alienta [...]. Por otra parte y siguiendo la misma lnea, Solidaridad Gastronmica publica en el 15 de febrero del 59, otro Manifiesto a los trabajadores y al pueblo en general, donde explica y advierte que aunque al gobierno revolucionario no le fuese posible [...] poner en tan poco tiempo, en funcin normal [...] a los organismos obreros [...] es un deber nuestro [...] el que se respete y se ejerciten las normas de libertad y derecho [...]. Es necesario que se convoquen elecciones en los sindicatos [...] que comiencen a funcionar las asambleas [...]. Finalmente deja en manos de los obreros de cualquier sindicato el problema de la cesacin obligada en sus cargos en relacin a sus [...] diferentes orientadores. Es imprescindible que sean los propios trabajadores quienes decidan la inhabilitacin sindical de sus pasados dirigentes, pues de hacerlo de otra forma, sera caer en los mismos procedimientos que ayer [...] combatiramos. Sin embargo, este manifiesto que data del 18 de enero de 1959, no tuvo mucha resonancia. La misma publicacin, en su editorial del 15 de marzo, condena amargamente los procedimientos dictatoriales (de la CTCR) [...] acuerdos y mandatos de arriba que imponen medidas, quitan y ponen dirigentes. Tambin acusa a los elementos incondicionales [...] en las asambleas, que sin ser miembros del organismo sindical, levantan el brazo a favor de una orden de los dirigentes. Entre otras anormalidades y procedimientos se cita lo siguiente: [...] en ocasiones se llenan las salas asamblearias de milicianos armados que constituyen una flagrante coaccin, no se respetan los preceptos reglamentarios [...] que se llega a cualquier tipo de procedimiento para mantener el control de los sindicatos. Como se puede apreciar, la batalla por liberalizar al movimiento obrero se estaba perdiendo lamentablemente a pesar de las denuncias de los anarcosindicalistas en ese campo tan importante de la vida econmica del pas. La oposicin al anarcosindicalismo emanaba directamente del M26J, instigado por los elementos del PCC infiltrados dentro de esa organizacin que en un principio tom casi militarmente la direccin de todos los sindicatos de la Isla. Se deca que la medida era temporal, con el objeto de purgar a los elementos ms corruptos de la pasada dictadura, hasta celebrar nuevas y libres elecciones sindicales. Como se ha podido comprobar, y como era costumbre en Cuba, lo temporal se convirti en permanente. Pero de dnde procedan estos elementos sindicales, si era pblico y notorio que el M26J nunca tuvo en verdad una base sindical, o mejor aun, una simpata generalizada entre los trabajadores, o siquiera una activa direccin proletaria? Los dirigentes sindicales revolucionarios procedan en su mayora de dos campos antagnicos: el sindicalismo de las Comisiones Obreras, que respondan a la poltica electoral y haban sido enemigos del gobierno anterior y los del PCC. Los primeros respondan a un oportunismo cnico y se prestaban a cualquier manipulacin estatal. Los segundos eran en extremo peligrosos, y a pesar de lo borrascoso de su pasado, se notaba ya un apoyo oficial que provena de lo ms alto del gobierno. Ambos sectores se odiaban mutuamente y se prepararon para una lucha abierta por la hegemona del sector proletario, pero como se ver ms adelante, terminaron en una amalgama desastrosa para el movimiento obrero cubano. En el mes de julio, el Estado cubano estaba ya en sus totalidad en las manos de Castro, as como sus ms cercanos colaboradores, casi todos procedentes de la lucha armada contra Batista. La presencia del PCC era ya notable en altas figuras del gobierno, entre ellas, su hermano Ral
Castro y Ernesto Guevara, ambos de evidente persuasin marxistaleninista. Un hecho de tal envergadura provoc una reaccin natural dentro de la poltica cubana, que se haba caracterizado por su anticomunismo. Los anarquistas que haban notado la contingencia, se alarmaron en grado sumo; entendan correctamente que la influencia del PCC dentro de las esferas gubernamentales y sindicales significaba un golpe mortal a corto o largo plazo. Sus pesadillas ms siniestras pronto se haran realidad. Por su parte, Castro declar pblicamente no tener ninguna relacin con el PCC, pero reconoci la existencia de comunistas dentro de su gobierno, lo mismo que otros personajes de filiacin anticomunista. La situacin de estos ltimos empez a hacerse crtica ya a finales del 59. A mediados de ese ao los adversarios polticos de Castro, que ya sin duda empezaban a notarse, comenzaron una tmida campaa oposicionista, que entendan era su deber y su derecho, contra lo que llamaban la infiltracin comunista en el gobierno. La respuesta que se les dio fue draconiana. Fueron considerados como sediciosos, enemigos de la revolucin y agentes del imperialismo yanqui. Tratados como tal, fueron encarcelados o forzados al exilio. El rgimen empezaba a demostrar que para mantenerse en el poder era capaz de las mayores atrocidades. La respuesta violenta de parte de esta oposicin, evidentemente minoritaria, fue el sabotaje y hacer explotar algunas bombas. La reaccin de Castro fue todava peor: se restablecieron los Tribunales Revolucionarios que pedan penas de fusilamiento a cualquier encartado por actos subversivos. Comenzaba un largo terror y contraterror que haba de durar por largo tiempo. La desaparicin de Camilo Cienfuegos, un valeroso combatiente de las fuerzas revolucionarias, qued sumida en el misterio. Camilo era uno de los hijos de Ramn Cienfuegos, un obrero cubano que por los aos veinte haba militado dentro de las ideas anarquistas. Colabor con la SIA y particip en la Convocatoria para fundar la ALC, pero despus poco o nada se supo de Ramn, el cual evidentemente haba echado a un lado sus principios durante la poca de Batista. La desaparicin de Camilo fue lamentada por todo el pueblo y no faltaron en el extranjero alguno que otro crata que considerara a Camilo Cienfuegos como anarquista. La verdad es que Camilo nunca perteneci al anarquismo cubano y de ello hay evidencias. Sin embargo, medio mundo anarquista llor la prdida de este revolucionario como si hubiese sido otro Durruti. La propaganda gubernamental se ocup, en Europa principalmente, de repetir hasta el cansancio la militancia libertaria del Comandante Camilo Cienfuegos, para ganarle adeptos a la revolucin cubana dentro del anarquismo internacional. El mito ha llegado a nuestros das... San Camilo Libertario. Para finales de ao se convoca el X Congreso Nacional de la Confederacin de Trabajadores de Cuba Revolucionaria (CTCR) donde una mayora acepta la tesis de Humanismo, una especie de filosofa que se haba creado a principios de ao, que deca alejarse de los campos tradicionales del comunismocapitalismo establecidos por la Guerra Fra y que predicaba las consignas de Pan con libertad y Libertad sin terror. Los cubanos, siempre creativos, haban inventado un nuevo sistema socio-poltico para darle algn tipo de explicacin ideolgica al nuevo rgimen. David Salvador, el mximo dirigente de la faccin del M26J, ejerca y finga como su ms denodado adalid. A su vez el PCC, bien representado en dicho Congreso, aunque en evidente minora, planteaba la aeja consigna de Unidad. El 23 de noviembre el Congreso se halla totalmente dividido para tomar acuerdos o elegir una representacin. Los anarquistas del ALC ya haban publicado en Solidaridad, el 15 de ese mes, un llamado al X Congreso, donde insista en que Los congresos que venamos padeciendo desde mucho, tenan como nica cuestin de importancia, la distribucin de los cargos del aparato. Y finalizaba con una nota de esperanza: [...] pero s quisiramos que [...] marcara un paso de avance en el sindicalismo revolucionario. Y aada esperanzado: Que se adentrara profundamente, en las grandes cuestiones del proletariado [...] por encima de personalismos y sectarismos de grupo o partidos [...]. Nada de esto aconteci.
Ante la realidad visible de una parlisis proletaria creada por la evidente divisin camino del poder, Castro en persona se dirige al Congreso, donde explica la necesidad de defender la revolucin, para lo cual se necesitan dirigentes verdaderamente revolucionarios con un liderazgo que sea apoyado por todos los delegados del Congreso y propone a David Salvador para el cargo. La nica faccin que debe prevalecer es el partido de la patria, segn declara Castro. Y efectivamente, como en los buenos tiempos de la Repblica, que tanto se quiere desechar y olvidar, el gobernante de turno propone al Secretario General de la CTCR como un apndice o un simple Ministerio del gobierno. El Comit Ejecutivo est compuesto de delegados del M26J y del PCC. El da 25 se da por terminado el Congreso y el lder comunista Lzaro Pea asume el control de la direccin del organismo obrero, aunque la representacin nominal la ostente David Salvador. Era lgico pensar que los representantes sindicales del M26J, que se haban opuesto al control del Congreso y de la CTCR por el PCC, despus de escuchar las orientaciones de su mximo lder, Fidel Castro, con respecto a la direccin obrera, aceptaran sin replicar la imposicin del gobierno por la sencilla razn de que las rdenes que emanaban de arriba indicaban que o se cumplan o se iba a parar a la crcel. Patria o muerte, venceremos! Terminaba en este Congreso, denominado el de los melones (verde olivo por fuera el color del M26J y rojo por dentro el del PCC), cerrando casi un siglo de luchas sindicales y por las cuales los obreros haban obtenido algunas ventajas sobre el abuso patronal. Ahora todo esto cambiaba. El Estado se convertira en pocos meses en el verdadero y nico patrn. Poco conocida fue la visita que realiz el libertario alemn Agustn Souchy a La Habana en el verano de 1960, y menos an la publicacin de un folleto titulado Testimonios sobre la Revolucin Cubana que narraba sus opiniones sobre el campesinado y la nueva ley de Reforma Agraria con la que el gobierno castrista pretenda asombrar a medio mundo, empezando por los cubanos. La figura de Souchy era de sobra conocida en los medios libertarios cubanos, desde el ao anterior, y conociendo que dicho compaero pensaba viajar a Cuba, Solidaridad haba publicado un largo ensayo en varias de sus ediciones, titulado El socialismo libertario, como una forma de aclarar conceptos sociales y como una oculta esperanza de que esas ideas tomaran forma en una nueva sociedad que ya se perfilaba. Eran momentos difciles, al igual que todo proceso revolucionario (como en una guerra) en el que el pueblo se debata entre el miedo, la incertidumbre y la esperanza. Ya al comenzar el ao se notaba la provocacin de los medios oficiales a travs del rgano oficial del castrismo, Revolucin, sobre los anarquistas, con acusaciones tan veladas como falsas. Sin embargo, la visita de Souchy, invitado por el gobierno para estudiar y dar a conocer su opinin sobre el agro cubano, llen de entusiasmo a muchos compaeros, y el escritor alemn fue saludado con jbilo genuino por sus compaeros, en diferentes actos en su honor y una cordial bienvenida por parte de los medios cratas, el 15 de agosto de 1960. Como estudioso de los problemas del agro, Souchy haba escrito un folleto muy comentado en Europa titulado Las cooperativas de Israel, sobre la organizacin en dicho pas del Kibbutz, motivo por el cual el gobierno cubano esperaba algo similar de Souchy para que avalara su gigantesco programa agrario y como propaganda en los medios anarquistas internacionales. ste no fue el caso. Souchy viaj por toda Cuba con los ojos y el corazn abiertos a todo lo que se le mostraba y a lo que pudo por su cuenta observar. El resultado de su anlisis no pudo ser ms pesimista. Cuba se acercaba demasiado al modelo sovitico; la falta de libertad y de iniciativa propia no podan conducir a otro lugar que al centralismo en el sector agrario. Otro tanto se notaba ya en lo econmico. Souchy fue honesto en su inventario total y su folleto titulado Testimonios sobre la Revolucin Cubana fue publicado sin pasar por la censura oficial. Tres das despus de marcharse de Cuba, la edicin total de dicho trabajo fue intervenida por el gobierno castrista por sugerencias de la Direccin del PCC y destruida en su totalidad. Por
suerte para la Historia, la editorial Reconstruir en Buenos Aires reprodujo completa la versin original de Souchy en diciembre de ese mismo ao, con un excelente prlogo de Jacobo Prince. En ese mismo verano de 1960, convencidos de que Castro se inclinaba cada da ms hacia un gobierno totalitario de corte marxistaleninista, camino del cual se asfixiaba poco a poco la libertad de expresin, comunicacin, asociacin y hasta de movilizacin, la mayora de los componentes de la ALC acordaron, con el eufemismo de otras siglas, lanzar la Declaracin de Principios, avalada como la Agrupacin Sindicalista Libertaria en junio de ese ao y firmada por el Grupo de Sindicalistas Libertarios. La idea de usar este otro nombre se debi a la nececidad de evitar represalias sobre los miembros de la ALC. El documento, que es vital para entender la situacin de los anarquistas cubanos en esa poca, tena como objetivo, adems de orientar al pueblo cubano, acusar al gobierno del desastre que se avecinaba y establecer una polmica con los integrantes del PCC, los cuales ya se encontraban en posiciones importantes dentro del gobierno. La Declaracin constaba de 8 puntos en los que atacaba al Estado en todas sus formas: defina, de acuerdo con las ideas, la funcin de sindicatos y federaciones en su verdadera actividad econmica; declaraba que la tierra deba pertenecer al que la trabaja, respaldando el trabajo colectivo y cooperativo en contraste con el centralismo agrario propuesto en la Reforma Agraria gubernamental; haca nfasis en la educacin colectiva y libre de la niez, lo mismo que la cultura; luchaba contra el nacionalismo, el militarismo y el imperialismo, a los que consideraba nocivos, oponindose de plano a militarizar al pueblo; atacaba sin temores el centralismo burocrtico y rompa lanzas en pro del federalismo; propona como recurso inmediato la libertad individual en vas de lograr una libertad colectiva; y finalmente declaraba que la revolucin cubana era como el mar, de todos, y condenaba enrgicamente las tendencias autoritarias que bullen en el seno mismo de la revolucin. No caba duda de que era uno de los primeros ataques directos que desde el punto de vista ideolgico se le hacan al rgimen. La respuesta, sin embargo, no tard en llegar. En agosto, el rgano del PCC Hoy, con la firma del Secretario General Blas Roca, el dirigente de ms categora dentro de los cuadros comunistas, respondi a la declaracin de los libertarios de forma violenta usando las mismas falacias que en 1934, y agregando la peligrosa acusacin de que sus autores eran agentes del Departamento de Estado Yanki. Segn uno de los autores de la Declaracin, Abelardo Iglesias [...] por fin el ex amigo de Batista [...] Blas Roca, nos contest en el suplemento dominical [...] colmndonos en su respuesta de insultos e injurias. Era ms interesante y significativo que en un ataque al gobierno de Castro, fuera el dirigente de ms alto nivel del PCC el que saliera a responder por el rgimen. En aquel verano de 1960 pronto se empezaron a aclarar las dudas. Desde ese mismo instante, los anarquistas que eran enemigos del rgimen tuvieron que sumergirse en la clandestinidad. Se hace un intento por establecer una polmica en relacin a la respuesta de Roca, pero segn Iglesias no logramos que nuestros impresores, ya aterrorizados por la dictadura, accediesen a imprimirla. Tampoco nos fue posible la edicin clandestina. Se trataba de un folleto de 50 pginas donde se le daba la debida rplica al PCC y a Roca. Un mes antes El Libertario dedicaba su nmero del 19 de julio, a celebrar La heroica actitud de los anarquistas en julio de 1936. Los componentes de la delegacin de la CNT en La Habana, entusiasmados por el triunfo revolucionario, se haban propuesto derrocar a Franco de forma violenta. En ese mismo nmero, dedicado enteramente a defender la actitud libertaria antes, durante y despus de la Guerra Civil espaola, en su ltima pgina y casi de forma pattica, se hace un recuento de las actividades de la ALC y la lucha contra la dictadura de Batista. El inventario es largo y le recuerda al gobierno el aporte de los anarquistas cubanos a
favor de la revolucin y la libertad. Se recurra ya a los ltimos cartuchos ideolgicos. El Libertario desapareca en ese mismo verano. Los elementos ms aguerridos dentro del anarquismo cubano tienen pocas opciones a su favor. Despus de la Declaracin ya saben que van a ser acosados por los ciegos servidores del rgimen, que convertidos en verdaderos sicofantes, se dan a la tarea de delatar a cualquier cubano que no est de acuerdo con el proceso. Una acusacin de contrarrevolucionario es un pasaje a la crcel o un viaje al paredn de fusilamiento. Las razones que adujeron los libertarios entonces para oponerse al terrorismo de Estado de forma violenta, son tan vlidas hoy como ayer. El anarcosindicalismo dentro de los sindicatos y federaciones, como ya se ha visto, pas a mejor vida. No haba espacio para ejercer la libertad de prensa ni hacer propaganda a favor de las ideas. Atacar al rgimen era un crimen de lesa patria. La poltica econmica del rgimen conduca a la sovietizacin de Cuba con todas sus consecuencias negativas. Se persegua con un rigor no conocido a todo aqul que propusiera otras ideas que no fueran las que emanaban del Estado, domicilio y residencia, a donde haban ido a parar todas las grandes propiedades, comercios, fincas, centrales azucareras, vegas de tabaco, en fin, toda la riqueza del pas, en manos hasta esos momentos de la alta burguesa, el capitalismo nacional y la banca cubano norteamericana. Estas medidas de nacionalizacin o expropiacin no fueron criticadas por los libertarios. A lo que se oponan, segn la mencionada Declaracin, era a la estatalizacin de todas las riquezas de Cuba en manos de Castro y el PCC. Haba entonces que tomar el duro camino de la clandestinidad o el exilio para empezar a luchar de nuevo contra una nueva y poderosa dictadura, que como explicara Casto Mosc [...] nos convencimos de que todos los esfuerzos de nuestro pueblo y los nuestros se haban perdido y que nos llegaba un proceso muy difcil y peor que todos los males que habamos combatido. Ante una situacin de corte totalitario, la gran mayora de los anarquistas cubanos acordaron rebelarse e iniciar una lucha que estaba condenada desde el primer da a ser un fracaso rotundo. De lo que podemos considerar como nuestras actividades opositoras de ese perodo, se encuentra en un boletn clandestino titulado Movimiento de Accin Sindical (MAS), que circulaba por toda la isla y el extranjero. MAS reflejaba en sus pocos nmeros (mensual desde agosto a diciembre de 1960) un ataque sin cuartel a Castro en particular y al PCC y sus seguidores en general, dentro del sector obrero y poltico de Cuba. Segn relata Mosc, se editaron infinidad de manifiestos denunciando la falsedad de los postulados de la revolucin castrista y convocando al pueblo a la oposicin. Se celebraban reuniones para debatir temas y hacer conciencia de la desgraciada realidad que se confrontaba, y se llevaron a efecto planes de sabotaje sobre objetivos bsicos de sostenimiento del Estado [...] Metidos ya de lleno en la lucha armada, segn Mosc, se particip en la cooperacin para sostener algunos focos guerrilleros existentes en diferentes partes del territorio [...]. En particular, en dos guerrillas importantes en la misma zona, donde se operaba con gran dificultad debido a que la Sierra Occidental no era muy alta, la provincia estrecha y estaba muy cerca de La Habana. Existi un contacto ms directo con la guerrilla del Capitn Pedro Snchez en San Cristbal, pues compaeros nuestros participaron activamente en esta guerrilla [...] se les suministr algunas armas. [...] Con la guerrilla que comandaba Francisco Robaina (Machete) que operaba en la misma Cordillera, les fuimos solidarios en todo lo que nos fue posible [...]. El compaero Augusto Snchez, combatiente en estas guerrillas, fue asesinado despus de haber sido hecho prisionero. Considerados como bandidos por el gobierno, en muy pocos casos se les respetaba la vida a cualquiera que se rindiera. Siguiendo el relato de Mosc, adems de ser ultimado Augusto Snchez, fueron asesinados los siguientes compaeros combatientes: Rolando Tamargo y Ventura Surez, fusilados; Sebastin Aguilar hijo, asesinado a balazos; Eusebio Otero apareci muerto en su habitacin;
Ral Negrn, acosado por la persecucin, se suicid dndose fuego. Por otra parte, adems de Mosc, fueron detenidos y condenados a penas de prisin los siguientes compaeros: Modesto Pieiro, Floreal Barrera, Suria Linsuan, Manuel Gonzlez, Jos Acea, Isidro Mosc, Norberto Torres, Sicinio Torres, Jos Mandado Marcos, Plcido Mndez y Luis Linsuan, oficiales estos dos ltimos del Ejrcito Rebelde. Francisco Aguirre muri en prisin; Victoriano Hernndez, enfermo y ciego por las torturas carcelarias, se suicid; y Jos lvarez Micheltorena muri a las pocas semanas de salir de prisin. La situacin de los libertarios se haca cada da ms tensa. La fallida invasin por Playa Girn en la Baha de Cochinos, al sur de Cuba, aventura tan bien financiada como mal planeada por la Central Intelligence Agency (CIA), condujo a la liquidacin total de la oposicin interna contra el gobierno en la que se encontraban los libertarios y la consolidacin del rgimen castrista en Cuba. El Primero de Mayo de 1961 Castro declar a su gobierno, socialista, en realidad de corte estalinista, plantendoles a los libertarios, fuera y dentro de Cuba un dilema de corte tico. El rgimen exiga la adhesin ms decidida de sus simpatizantes y militantes. No exista el derecho a la abstencin o a cualquier posicin neutral. Se dorma con los criminales o te mataba el insomnio. En otras pocas se haba atenuado la tormenta con relativo xito tomando otros caminos que no eran el exilio forzoso. En el siglo pasado se poda optar polticamente por los insurrectos o mantenerse a la deriva ante el despotismo espaol; cuando Machado o Batista, los libertarios podan declararse antipolticos o pasarse a la oposicin ms afn al ideario anarquista, revolucionarios de izquierda y sectores liberales o socialdemcratas. La Tercera Repblica presidida por un dictador en ciernes no ofreca otras alternativas que agruparse bajo su control o escoger entre tres opciones: la crcel, el paredn o el exilio. Unos pocos das antes de declararse Fidel Castro marxistaleninista ocurre en La Habana un hecho sin precedentes en la historia del anarquismo en Cuba. Manuel Gaona Sousa, autor de un documento titulado Una aclaracin y una declaracin de los libertarios cubanos, fechado y firmado en Marianao el 24 de noviembre de 1961, con el propsito de difamar a aquellos libertarios que no coincidan con su devocin revolucionaria, y con el ruego de que fuera publicado en la Prensa Libertaria, fue el creador de una enorme calumnia contra sus antiguos compaeros, a quienes les acarreara unas consecuencias funestas. Gaona Sousa, antiguo obrero ferroviario de los tiempos de Enrique Varona y la COCN, militante libertario toda su vida, fundador de la ALC, en los primeros aos del castrismo ocupaba el Secretariado de Relaciones, y como tal, tena en su poder las comunicaciones con todo el aparato propagandstico anarquista en el exterior. Con Gaona no existan dudas, era un compaero que se haba identificado con el castrismo desde los primeros momentos, a pesar de la opinin generalizada entre los ms destacados militantes de dudar o darle un tiempo al gobierno castrista. Pasados los primeros encuentros y confrontaciones con los sectores ms estalinistas del PCC, se entenda entre los componentes de la ALC que el rgimen, camino hacia el totalitarismo, no iba a permitir la existencia de una organizacin anarquista o siquiera la prdica de las ideas. El PCC, por su parte, exiga un necesario ajuste de cuentas. Gaona prefera pasarse al enemigo con armas y bagajes, echando a un lado sus ideales antes que mantenerse junto a sus compaeros, ahora en desgracia. Hasta esos momentos Gaona era libre de escoger su camino. Aqullos que han cambiado de opinin con respecto a las Ideas, han abundado en el campo libertario en cualquier latitud y tiempo. Gaona no era un fenmeno peculiar. El abandono de algunos responsables de la militancia anarquista tampoco era nada nuevo. Personajes con tanta o ms responsabilidad que Gaona dentro de la organizacin, haban cambiado sus ideas sociales por la poltica electoral cubana, por ejemplo, los casos de Enrique Messonier al Partido Liberal en 1901; Antonio Penichet al Partido Autntico a principios de la
dcada de 1930 y Helio Nardo al Partido Ortodoxo a finales del 1940. Estas actitudes no fueron nunca consideradas como una traicin por la mayora de la militancia libertaria. Simplemente crean que estos ex compaeros tenan libertad para escoger su destino poltico y nunca fueron anatemizados. Adems, en esencia no cambiaron los principios en que fueron formados originalmente, ni se asociaron a partidos polticos de la extrema derecha o de corte reaccionario o religioso. se no fue el caso de Gaona. Este sujet, no slo se hizo solidario con las fuerzas ms nefastas que gobernaran en Cuba y con sus antiguos enemigos del PCC, sino que tambin amenaz con denunciar a los ex compaeros que no coincidan con su postura seudorevolucionaria, ante los Comits de Defensa de la Revolucin (CDR), de reciente creacin, como agentes del imperialismo. Pero lo ms deleznable fue el hecho de haber sido capaz de coaccionar a algunos ancianos anarquistas como Serra y Bretau para hacerlos cmplices de su infamia. A travs de un documento en que trataba de aclarar ante los anarquistas del exterior lo que Gaona consideraba [...] una insidiosa campaa que se realiza a travs de la prensa libertaria de ese pas [...] (sic) refirindose en general a [...] Mxico, Amrica Latina y el Mundo contra la Revolucin Cubana [...] con la idea de una [...] colecta de dineros para los presos libertarios cubanos y... sacar del pas a los perseguidos y sus familiares. Aqu es necesario anotar que este prrafo es lo nico cierto de este documento en lo relacionado a la colecta de fondos y sus propsitos humanitarios. Contina el documento condenando a lo que considera [...] una patraa, irresponsabilidad y mala fe [...] por parte de sus ex compaeros, ahora en el exilio, o asilados en alguna embajada. Esta maniobra de recolecta de fondos y apelando a lo que Gaona se refiere como el momento histrico que nos ha tocado vivir, la emprende con una cantidad de falacias o simples mentiras contra sus compaeros en desgracia. El primer acpite lo dedica a garantizar que no existe en toda la Isla [...] un solo compaero libertario detenido o perseguido por sus ideas [...]. A menos que Gaona haya expulsado a todos los anarquistas de la ALC y disuelto dicho organismo, lo antes citado es falso, como hemos probado con anterioridad. En el segundo prrafo declara mendazmente que no existe ningn tipo de persecucin poltica o religiosa en Cuba, complicando sin mucha habilidad a los invasores presos de Playa Girn con toda la oposicin a Castro que, por supuesto inclua a los libertarios. Reconoce, eso s, que existe una extrema vigilancia del pueblo a travs de los CDR uno en cada cuadra contra los terroristas [...]. Justifica sin muchos miramientos el Terror del Estado creado por el castrismo contra la poblacin a travs de un comit de informantes al servicio de la temida Seguridad del Estado. Implica de esta manera que cualquier ciudadano que no respalde el proceso revolucionario, es un traidor, y por lo tanto, debe ser denunciado. Miente Gaona cuando declara que [...] casi la totalidad de la militancia libertaria de Cuba se encuentra integrada en los distintos Organismos de la Revolucin Cubana (sic) [...]. Y cita todas estas organizaciones llamadas de masas. Y se ufana en decir que la integracin de esta militancia [...] es la consecuencia de la plasmacin [...] de todos los objetivos inmediatos de nuestro programa [...] y la razn de existir del Movimiento Anarquista Internacional y del Movimiento Obrero Revolucionario. Aqu se aprecia cabalmente la intencin y direccin del documento. Segn Gaona, los anarquistas se integran espontneamente al despotismo castrista, por haber sido se el objetivo de todas las luchas sociales de ms de un siglo. Pero Gaona va ms all y nos indica que sa ha sido la agenda y propsito de todos los anarquistas del mundo. El prrafo quinto no pasa de ser otra cosa que una falacia propagandstica con el peor estilo poltico concebible, lleno de envidia y malas intenciones, con la evidente idea de confundir a los anarquistas de extramuros en relacin al Estado terrorista creado en Cuba. Finaliza el documento con una exhortacin al resto de los compaeros fuera de Cuba, para [...] no ser sorprendidos por las mal intencionadas y mentirosas informaciones que reciban de quien [...] al
servicio consciente o inconsciente, de la contrarrevolucin cubana, se empean en mantenerse sordos y ciegos ante las realidades [...] de la ms progresista, democrtica y humanista de las Revoluciones de nuestro Continente. Declara muy serio Gaona, que hay que apoyar al castrismo y tomar las armas para su defensa, declarando traidores y cobardes a los que, pretextando diferencias o sectario rencor, se opongan a tan bello sueo. Despus de consolidada, la Revolucin podr polemizarse, ahora sera negativo, porque estaramos sirviendo al enemigo comn. Este documento ha sido casi reproducido en este trabajo con la idea de que se entienda lo que ms adelante aconteci y sus siniestras consecuencias. Gaona, al final de su vida, traicion a sus compaeros, pero peor an, coaccion vilmente a cinco antiguos miembros del anarquismo cubano, algunos ya octogenarios y enfermos, para que firmaran y avalaran esta declaracin monstruosa que negaba precisamente todos los principios libertarios en Cuba y fuera de ella. Vicente Alea, Rafael Serra, Francisco Bretau, Andrs Pardo y Francisco Calle (Mata) firmaron el documento junto con otras 16 rbricas que poco o nada tenan que ver con el anarquismo en Cuba. Muchos libertarios an en la Isla se negaron a tal vileza y fueron considerados como enemigos, teniendo que abandonar tarde o temprano el pas, entre ellos uno de los ms destacados intelectuales de Cuba, que de haberse quedado al servicio del despotismo y firmado el documento de Gaona, hubiese recibido todos los honores que un verdadero anarquista no tuvo nunca por parte de nadie, Marcelo Salinas. Atrapados quedaron muchos en provincias que tambin se negaron a avalar este documento que tanto dao habra de hacer en el futuro inmediato. Manuel Gonzlez y Casto Mosc, involucrados en el trasiego de armas y propaganda, fueron detenidos al ser registrado, primero el local de la ALC en Jess Mara, y despus el automvil en que viajaban estos dos compaeros. Conducidos a un local de Seguridad del Estado y temiendo ser fusilados, pena comn en esos aos para cualquier contrarrevolucionario, fueron puestos en libertad por una orden directa de un Capitn de este departamento, que segn les comunic, conoca la labor de los libertarios dentro del movimiento obrero, mencionando con orgullo su conocimiento de Serra y Salinas en tiempos pasados. Gonzlez y Mosc no perdieron mucho tiempo y de la crcel se trasladaron directamente a la Embajada de Mxico, en la que fueron acogidos casi sin trmites. Ambos marcharan al exilio va Mxico y se reuniran con sus compaeros en Miami.
Exilio y sombras
19621980
Captulo
Aunque ya a mediados de 1960 algunos anarquistas, comprometidos o no con la oposicin violenta, haban marchado al destierro, no fue hasta el verano de 1961 en que colectivamente se inici el xodo en direccin a los EE.UU. No era la primera vez que los anarquistas se refugiaban en este pas. Ya desde el siglo pasado, como se ha comprobado, Tampa, Cayo Hueso y Nueva York haban sido los lugares escogidos por estos perseguidos, donde tenan mejor oportunidad de ganarse el sustento que en cualquier otro sitio, adems de la cercana necesaria para continuar la lucha. Durante las dictaduras de Machado y Batista el exilio haba marchado a los mismos lugares; existan adems contactos con otros grupos de anarquistas residentes en los EE.UU. Las leyes de inmigracin de los EE.UU. se haban endurecido contra los anarquistas durante los aos veinte, y todava eran vigentes como recuerdo a una persecucin injusta por parte de las autoridades norteamericanas que les impedan la entrada al pas a los cratas extranjeros. Ignoramos cmo el Departamento de Justicia de los EE.UU. hizo una excepcin con los libertarios cubanos. Suponemos que se consideraba equivocadamente a stos como enemigos de sus enemigos y, por lo tanto, aliados potenciales. Lo cierto fue que, preguntados casi todos los nuevos refugiados por su filiacin poltica, ningn libertario neg su condicin de tal, y curiosamente se les permiti la entrada y residencia en los EE.UU. como parolees, es decir, temporalmente. Por otra parte, y como en casos anteriores, era raro encontrarse por esos aos a algn refugiado cubano que pensara permanecer en este pas por mucho tiempo. Todos los recin llegados, incluidos los libertarios, estaban convencidos de que el retorno era cercano y se plane una estrategia anticastrista a corto plazo, lo que constituy un visible error de clculo. En el verano de 1961, en Nueva York qued constituido formalmente el Movimiento Libertario Cubano en el Exilio (MLCE) por un grupo no muy numeroso de anarquistas exilados en esa ciudad. Por esas mismas fechas y con el mismo propsito, se organiz en Miami otro grupo libertario, entre los que se encontraban Claudio Martnez, Abelardo Iglesias y Rolando Piera entre otros, y que fue conocido como la Delegacin General. La llamada Seccin de Nueva York, casi todos procedentes del Sindicato Gastronmico, estaba compuesta por Juan R. lvarez, Floreal y Omar Diguez, Bartolo Garca, Fernando Gmez, Manuel Rodrguez y Juan Fidalgo. Este ltimo estableci los primeros contactos con los libertarios espaoles radicados en Boston a travs del compaero Gmez, agrupados en el Club Aurora. Funcionaba tambin por aquellos aos otro grupo de espaoles en Nueva York orientados por J. Gonzlez Malo, alrededor de un antiguo vocero crata, Cultura Proletaria, con los cuales se inici una relacin amistosa.
Pero, sin lugar a dudas, la cooperacin y la solidaridad que principalmente recibieron los libertarios proceda del grupo anarquista llamado Libertarian League (Liga Libertaria), orientados por Sam Dolgoff y Russell Blackwell. Este ltimo haba sido combatiente en la
Guerra Civil espaola y tena una notable responsabilidad dentro del anarquismo norteamericano, a pesar, o quizs por eso mismo, de su procedencia trotskista. Sam Dolgoff era en esos momentos una de las figuras ms respetadas en los medios cratas de Norteamrica y posea una larga trayectoria revolucionaria, adems de ejercer gran influencia dentro de la llamada izquierda norteamericana. Siempre a su lado y a veces al frente, no podemos olvidar a su compaera Esther Dolgoff, mujer dedicada desde su juventud a la lucha social y a la libertad del proletariado en los EE.UU. En este grupo, adems colaboraba Abe Bluestein, otra figura que tambin se identific con los cubanos. Este sector anarquista haba fundado en 1954 la citada Liga Libertaria, y tena como vocero un boletn llamado Views and Comments. Sin la colaboracin de todos los componentes de esta asociacin anarquista, la labor de los cubanos hubiera sido mucho ms difcil. En agosto de 1960 se haba publicado en Santiago de Chile un panfleto de 16 pginas firmado por la Federacin Anarquista Internacional titulado Manifiesto de los anarquistas de Chile sobre la Revolucin Cubana ante los imperialismos yanqui y ruso, donde denunciaba el castrismo por primera vez a nivel hemisfrico y que coincida plenamente con el documento que se haba originado en La Habana publicado por los libertarios. Este trabajo, que es poco conocido debido a la pobre distribucin que tuvo y al sabotaje de que fue vctima por parte de los marxistas chilenos, ya dejaba aclarada la posicin de los anarquistas con respecto al castrismo. El Manifiesto qued enterrado en las sombras del misterio. Ya por esa poca se iniciaron las colectas entre los compaeros anarquistas de los EE.UU., Mxico, Chile, Argentina y casi toda Europa con el objetivo de conseguir visas y pasajes para sacar a sus compaeros comprometidos dentro de Cuba y/o a sus familiares. Las condiciones de vida por esos aos para los enemigos del rgimen son inenarrables, sobre todo para los que tuvieron que sufrir el presidio poltico ms feroz que conoci Cuba. Tuvieron que adaptarse a condiciones infrahumanas y soportar las torturas de que a diario eran vctimas a manos de sus verdugos, cubanos como ellos y en nombre del socialismo. La idea de escapar de esa gran mazmorra que era Cuba se convirti en una obsesin para todos los cubanos. Las colectas que se hicieron en ese mes de agosto sumaron un total de $2.088, cantidad considerable en esos aos, y fue el detonador que produjo la explosin del documento de Gaona (DDG) en diciembre. Estos fondos, segn la contabilidad que llevaba el tesorero del MLCE, Claudio Martnez, de acuerdo con los archivos existentes, provenan de varias fuentes; por ejemplo, citamos los componentes del Freie Arbeiter Stimme (La Voz Libre del Trabajo), una publicacin anarquista en Yiddish de Nueva York donaron $425. La Kropotkine Branch, una organizacin libertaria con sede en California, cuya seccin neoyorquina se denominaba Workermens Circle, aport $300. De la Argentina se enviaron $601,30 recolectados por la SAI. A modo personal colaboraron: H. Rdiger, de Estocolmo, con $387,80; Andr Germain en Chile envi $42,00; Souchy, de Alemania, $55,00; Luis Mercier, de Francia, $50,00 y de Holanda, aclarando que la donacin era por motivos humanitarios y que su simpata se mantena con la revolucin cubana, A. de Jong enviaba $144,78. Comenzaba la confusin europea con relacin a los anarquistas cubanos y el gobierno de Castro. Esta colecta sirvi para traer a los EE.UU. a ms de 66 personas entre compaeros y familiares, al mismo tiempo que se empezaba una campaa de divulgacin contra el rgimen marxistaleninista que azotaba a Cuba. Para asombro de los anarquistas cubanos, este xito econmico inicial que debera ser continuado con un gesto solidario por parte de los que conocan el problema cubano, encontr dificultades en desarrollarse. En el aspecto econmico ya para mediados de 1962 el MLCE haba establecido un sistema de cuotas entre sus miembros de $2,00 mensuales, que cubra los gastos ms apremiantes, entre los que haba el de ayuda a los compaeros recin llegados y el de la campaa pro presos. Esta ltima actividad requera la ayuda solidaria de los compaeros en Amrica Latina y Europa.
Condenados a penas de 20 aos se encontraban presos en las crceles cubanas Isidro Mosc y Plcido Mndez. Suria Linsuan cumpla una condena menor, pero su hermano Luis estaba condenado a muerte por tratar de ejecutar a Ral Castro. Mientras se ayuda a los primeros, el MLCE acord movilizar la opinin anarquista internacional para salvarle la vida a Luis, por todo lo cual se activ la correspondencia con el exterior con ese propsito. Pero inevitablemente lleg la hora de la confrontacin con ciertos sectores del anarquismo internacional que se negaban a aceptar que la revolucin cubana comenzaba a convertirse en un sistema totalitario que persegua, encarcelaba y fusilaba a sus compaeros cubanos. Los libertarios desde Nueva York y Miami aducan las razones que entendan eran correctas desde el punto tico de la filosofa crata en contra del sistema establecido que evidentemente los persegua. Y por supuesto, aportaban pruebas al respecto. Por otra parte, el DDG ya empezaba a circular en casi todos los medios anarquistas a que tenan acceso sus autores, reforzados ms adelante por todas las agencias internacionales al servicio del marxismo internacional, desde Mosc hasta Sidney. Por su parte, los miembros del MLCE en 1962, iniciaron su campaa propagandstica con la publicacin de un Boletn de Informacin Libertaria (BIL), recibiendo la solidaridad ms desinteresada y espontnea a su causa por parte de Views and Comments, en Nueva York, y el apoyo de la Federacin Libertaria Argentina por un acuerdo de su V Congreso celebrado en Buenos Aires, con su rgano de informacin Accin Libertaria. Tanto los compaeros argentinos como los norteamericanos respondieron desde el primer momento al reclamo de los cubanos exiliados y nunca les falt a stos durante todos los aos difciles por venir de ese apoyo solidario. Los anarquistas cubanos no estaban solos. La informacin, o mejor, la confusin internacional en el caso cubano dentro del campo anarquista, la inicia el aparato propagandstico del rgimen cubano con enormes recursos, talento, imaginacin y mucha habilidad poltica como respuesta al ataque que desde el exterior le hacen los anarquistas, precisamente dentro de un territorio ideolgico que el marxismo haba manipulado con resultados exitosos desde la Guerra Civil espaola. La llamada izquierda consista en una serie de sectores polticos, sociales y hasta religiosos que atacaban constantemente al capitalismo, al militarismo, la burguesa y a la religin organizada. La entrada de esta guerra poltica del rgimen castrista, declarado como socialista, aportaba toda la experiencia que tenan los medios de propaganda cubanos, heredados de la incipiente sociedad de consumo que haban exportado los norteamericanos a Cuba en la dcada de los aos 50, y que secundados por los mtodos represivos ms sofisticados, resultaron ser los dos factores ms eficientes del sistema y los de ms larga duracin, razn principal de la consolidacin y durabilidad del rgimen. Por supuesto que los medios de propaganda castrista usaran hasta el cansancio y en los ms remotos lugares del planeta, el DDG para probar que la propaganda anticastrista anticubana la llamaban y la llaman, confundiendo al sistema poltico con el pas era producto de un grupo de ex anarquistas al servicio de los peores intereses. Pero primero era necesario desacreditar a los libertarios cubanos fuera de Cuba y despus acusarlos como agentes de la CIA, proxenetas, traficantes de drogas, batistianos y muchos otros eptetos, comunes en la retrica de Agiprop marxista con relacin a sus enemigos. Se difundi el DDG en todos los medios libertarios a que tuvieron acceso, y de este modo crearon la confusin primero y la duda despus con relacin al MLCE. Por supuesto que esta maniobra era de esperar. Lo que realmente sorprendi a los miembros del MLCE fue la reaccin del movimiento anarquista a nivel mundial. Al principio del exilio los libertarios cubanos creyeron en la justicia de su causa. Despus de aportar pruebas al respecto y recibir la solidaridad de norteamericanos y argentinos, pensaron errneamente por cierto que siendo justo el reclamo contra el castrismo, la solidaridad internacional se producira
natural y espontneamente, como en el caso espaol del franquismo. No aconteci de este modo. Surgieron las primeras dudas en diferentes grupos radicados en Mxico, Venezuela, Uruguay, Francia e Italia. Estas dudas eran inicialmente comprensibles con relacin al proceso revolucionario que se estaba llevando a cabo en Cuba, ms an si se tiene en cuenta que estos mismos compaeros cubanos, ahora en el exilio, haban apoyado en sus inicios el sistema revolucionario. No caba dudas de que el DDG empezaba a hacer dao, y aunque el MLCE tena conocimiento de dicho pronunciamiento, poco se hizo para rebatir su contenido, pensando de forma equvoca, que nadie le prestara atencin a tales calumnias y falacias. La estrategia era la de atacar al castrismo, el nico enemigo en trminos polticos. Esto fue otro error. Por esos aos tambin se plante, y se sigue todava exponiendo, la convergencia de criterios entre la poltica del Departamento de Estado Norteamericano y la estrategia sostenida por el MLCE por esos aos. Una de las acusaciones ms calumniosas de los agentes de Castro contra los libertarios era precisamente la de estar siguiendo la lnea poltica del imperialismo contra Cuba. Nadie ha negado nunca esta coincidencia de criterios, que fue y hasta cierto punto sigue siendo cierta. Pero para cualquiera que haya ledo algo de la historia de las ideas anarquistas y la de sus militantes, se encontrar con coincidencias parecidas en distintos pases y diferentes partes del planeta y que incluy a la burguesa, el Partido Comunista, el Servicio Secreto Ingls y hasta al Vaticano. Cuando el enemigo es comn, cualquier tipo de acercamiento a otros sectores que poco tienen en comn con las ideas, es parte de cualquier agenda poltica. Pero una cosa es coincidir y otra ponerse bajo la gida de otros sectores que nada tienen que ver con las ideas anarquistas y/o negociar los principios. En realidad esto nunca ocurri. Habra tambin que preguntarse quin coincidi primero con quin; es un hecho innegable que los anarquistas cubanos se opusieron a Castro primero que el gobierno norteamericano. Mientras las calumnias se generalizaban, la confusin ganaba terreno y la polmica comenzaba. El libro de Agustn Souchy publicado en la Argentina y el Manifiesto de los anarquistas de Chile circulaban lentamente por Latinoamrica Amrica. Edgar Rodrigues en Brasil y Ricardo Mestre en Mxico defendan la causa de los cubanos, y desde el Boletn de Informacin Libertaria (BIL), anuncian sorprendidos la poca solidaridad que le han brindado algunos sectores del anarquismo internacional, y lo achacan a la falta de informacin veraz y exacta de la realidad cubana. Ya en 1962 el BIL reporta cierta hostilidad declarada de algunos medios de informacin y de incomprensin por parte de stos. La polmica en torno a la revolucin cubana se intensifica de un modo alarmante. Escribiendo sobre el tema casi 20 aos despus de este intil ejercicio retrico, Alfredo Gmez reporta el dilema de los cubanos en toda su forma y fondo. As, Jacobo Prince [...] en una carta del 5 de diciembre de 1961 subraya que [...] el hecho de los ataques ms violentos contra el rgimen castrista provengan de sectores reaccionarios, contribuye a aumentar la confusin y se requiere bastante coraje civil para atacar el mito de esa tal revolucin. Era comprensible que los medios anarquistas sospecharan de los enemigos del castrismo, entre los cuales se encontraban sus compaeros cubanos, como apunta correctamente Prince, pero lo que no pareca entenderse muy bien era cmo se poda dudar de sus compaeros en el exilio sin existir ningn elemento de juicio acusatorio o alguna prueba en su contra, salvo el DDG, que ledo con calma demostraba ser una maniobra maligna y tendenciosa. Segn Gmez, en Venezuela el Grupo Malatesta, [...] en el curso de una campaa por la liberacin de L. M. Linsuan [...] debe tener buen cuidado de aclarar y explicar [...] exactamente lo que quieren los anarquistas [...] y demostrar que no son reaccionarios. Ms adelante, con relacin a Tierra y Libertad, el vocero de los anarquistas de Mxico, Gmez relata que dicha publicacin tiene que explicar que su crtica al rgimen castrista no implica la aceptacin de las estructuras [...] anteriores a la revolucin. En ambos casos vemos que las dudas y la confusin
prevalecen tanto en Caracas como en Mxico. Para salvarle la vida a Linsuan, cosa por cierto que se logr a cambio de una condena de treinta aos, no haca falta probarle a nadie la naturaleza del ideario crata. La explicacin de Tierra y Libertad por otra parte careca de sentido y era completamente innecesaria.
Mientras que por esos aos en La Habana, Castro se declaraba marxista leninista de toda la vida, a Miami empezaban a arribar otros compaeros que de una forma u otra haban podido escapar del rgimen totalitario que ya emerga en Cuba. Santiago Cobo Csar, que haba ocupado cargos de responsabilidad dentro de la Secretara de la Federacin Nacional de Transporte, uno de los sindicatos ms numerosos e importantes de la Isla, lleg al exilio de Miami, procedente de Venezuela, pas que le haba otorgado asilo poltico por sus actividades plenamente subversivas dentro de Cuba, y se uni en Miami al MLCE, donde milit con la pasin que le caracterizara desde su juventud. Manuel Ferro, ya a la edad del retiro, recomenz su militancia crata que provena de los aos veinte. Ferro, un libertario lcido que tena relaciones internacionales variadas y escriba con agilidad, no tard en empezar una larga tarea, tan difcil como poco fructfera, tratando de echar un poco de luz en aquellas sombras de incomprensin que parecan sumergir al mundo libertario de la dcada. En compaa de su viejo amigo italiano Enrico Arrigoni e incitado por l, Ferro comenz a escribir algunos artculos sobre la realidad cubana, que con la colaboracin y traduccin de Arrigoni se dieron a conocer en la prensa anarquista de Francia, Italia, Mxico y Argentina, donde, segn sus palabras, En la mayora de nuestros ambientes se recibieron con desagrado, debido al entusiasmo con que se haba recibido a la revolucin cubana. Nada justificaba el entusiasmo [...] sentenciaba Ferro. Reconstruir en Buenos Aires, cuyo Colectivo editorial estaba plenamente identificado con los cubanos, public todos sus trabajos. Tambin Ferro, que firmaba sus trabajos como Justo Muriel, enviaba regularmente artculos a la delegacin exiliada espaola que por esos aos resida en Toulousse, donde su amiga Federica Montseny slo le publica tres. No es muy popular atacar a Castro en Europa, declara Federica con esa sinceridad cnica de una larga experiencia poltica, a lo que Ferro responde que [...] tampoco era muy popular atacar a Franco en Miami [...]. La actividad intelectual de Ferro y de Abelardo Iglesias entre otros anarquistas cubanos por esos aos es incansable. Pero pronto todas estas razones anticastristas, incluidas aqullas que publicara Accin Libertaria en Buenos Aires, tales como Revolucin y contrarrevolucin, de Iglesias, expone con una claridad meridiana las diferencias abismales entre los dos conceptos sociopolticos y donde se encontraba la razn y la justicia que proclamaban los libertarios cubanos. En treinta frases concisas Iglesias expona criterios comparativos como el siguiente: Expropiar empresas capitalistas, entregndolas a los obreros y tcnicos, ESO ES REVOLUCIN. Pero convertirlas en monopolios estatales en los que el nico derecho del productor es obedecer, ESTO ES CONTRARREVOLUCIN. Tambin por esos aos se hicieron los primeros contactos con los elementos italoamericanos de aeja procedencia crata, ya casi todos semiretirados en Tampa y Miami. Sostenan estos antiguos militantes un vocero en Nueva York llamado LAdunata dei Refrattari, que por esos aos se dedicaba a defender al castrismo o a la revolucin cubana, ya que para ellos, lo mismo que para el gobierno de La Habana, era la misma cosa. Empezaba a persistir esa confusin definitoria. No slo comenz el debate con el MLCE, sino que tambin la Liga Libertaria se vio envuelta en la polmica. Ferro y Arrigoni por su parte, comenzaron una campaa en la misma Italia, con la idea de coger el toro por los cuernos, y se dirigieron a Umanit Nova (UN), la publicacin oficial de la Federazione Anarchica Italiana (FAIT), con la idea de contrarrestar la innegable influencia de
los medios italoamericanos de LAdunata, al mismo tiempo que responder a una serie de artculos publicados en dicho semanario por Armando Borghi en defensa de la revolucin cubana. Ferro, con el apoyo de Arrigoni, le responde con razones suficientes para arrinconar a Borghi. UN, en una actitud francamente negativa, se niega a publicar los artculos de Ferro, argumentando que no queran crear una polmica. Interviene entonces Arrigoni acusando a UN de estar pagada por los comunistas, cediendo al final stos y publicando las respuestas de Ferro. Meses despus Borghi vuelve a la carga en su defensa del castrismo ignorando las razones de Ferro. A ste ltimo trata intilmente de responderle de nuevo Ferro, recibiendo la evidente censura de UN al negarse stos categricamente a publicar su respuesta. En Cuba quedaban ya pocos militantes, que sufran en silencio el despotismo ms miserable de que hubieran sido objeto los anarquistas durante toda su larga historia. Guerra, Serra y Salinas, que procedan de la primera generacin de libertarios cubanos, quedaban abandonados a su suerte a pesar de todos los esfuerzos de sus compaeros en el exilio por procurarles lo ms necesario. Los dos primeros haban firmado el DDG en contra de su voluntad, como admitiran en privado. Salinas, que se neg en redondo a ser cmplice de esta monstruosidad, fue relegado por el gobierno a una especie de exilio en Santiago de las Vegas, de donde ms tarde tomara el camino del destierro con rumbo a Miami. Modesto Barbeito no tardara en morir, vctima de la frustracin y de la enfermedad que lo consuma. Por esos aos fueron presos por actividades contrarrevolucionarias varios militantes que se encontraban en la clandestinidad, como Antonio Dagas, espaol que perteneca a la Delegacin de la CNT en Cuba. Fue a dar con sus huesos en la siniestra prisin de La Cabaa. Alberto Garca, que tena la responsabilidad de Secretario de la Federacin de Trabajadores Mdicos, habindose escabullido de la persecucin libertaria dentro de la CTCR, fue preso por el mismo motivo que Dagas, y condenado a treinta aos de crcel. Sandalio Torres, acusado de conspiracin contra los poderes del Estado, fue condenado a diez aos de prisin por negarse a acusar falsamente a otros compaeros de actividades conspirativas. Otro militante cenetista de responsabilidad entre los anarquistas en Cuba lo era Salvador Garca, que finalmente pudo salir a Mxico perseguido por el rgimen. Garca, a su llegada hizo contacto con elementos afines dentro de las ideas: Ricardo Mestre, Fidel Mir, Domingo Rojas, Ismael Viadiu y Marcos Alcn, todos ellos en solidaridad con el MLCE. Tierra y Libertad public el testimonio de Garca donde no slo corroboraba la persecucin de libertarios que tena lugar en Cuba, sino que avalaba las opiniones del MLCE. Por su parte en la Argentina ese mismo ao se reprodujo la versin de Garca en el siempre solidario Reconstruir. En Miami por esa poca se creaba con mucho esfuerzo un Comit ProLibertarios Presos con la idea de recolectar fondos con el propsito de aliviar en algo la persecucin de que eran vctimas sus compaeros en las prisiones castristas. A mediados de 1963 Abelardo Iglesias termin de escribir un folleto de cerca de 100 pginas titulado Revolucin y dictadura en Cuba, que prologado por Jacobo Prince sali a la luz en Buenos Aires en octubre de ese ao. Iglesias haba escrito en forma de sntesis, y con la sinceridad que lo caracterizaba, un documento que, segn Prince, haba calificado [...] con la autoridad de una militancia ejemplar de treinta aos, que ve a su pueblo sometido a una nueva dictadura [...]. Revolucin y dictadura, adems de ser una denuncia serena contra el rgimen de Castro, nos ofrece una descripcin objetiva de la sociedad cubana bajo el nuevo rgimen revolucionario y termina con unas Conclusiones explicativas sobre la subordinacin a la poltica exterior del Kremlin, y lo que llama el autor La tctica correcta que por esos aos deba y tena que ser de Guerra Revolucionaria. Mientras en el Nueva York de 1964 el grupo de la Liga Libertaria, presididos por Sam Dolgoff, continuaba su campaa propagandstica contra el sistema establecido en Cuba y haca manifestaciones pblicas en su contra, se produce otra controversia, esta vez entre el escritor
pacifista David Delliger y Dolgoff, de retorno el primero de un viaje pagado por el gobierno castrista como invitado a las celebraciones del Primero de Mayo en La Habana, conmemoraciones anuales obligatorias que ahora el Estado cubano impona al pueblo cubano con desfiles militares, consignas soviticas y La Internacional como fondo musical. Delliger lleg de La Habana conmovido por la disciplina militar que desplegaban los obreros cubanos armados. Irnicamente se trataba, lo mismo que su acompaante David Thoreau Wieck, de los llamados anarcopacifistas que publicaban una revista llamada Liberation. Los componentes de la Liga, presididos por Dolgoff y reforzados con algunos militantes cubanos que quedaban en Nueva York, decidieron protestar pblicamente frente a la redaccin de dicha publicacin, acusando a ambos caballeros de ser apologistas del rgimen de Castro. La respuesta de Delliger no se hizo esperar. Con la acusacin de rigor en esos aos, tal como relata Mike Hargis, [...] se unieron en denunciar al MLCE como secuaces serviles de la CIA. La Liga Libertaria y la Internacional Workers of the World (IWW) salieron en defensa (del MLCE) publicando declaraciones y manifiestos de los libertarios cubanos (publicados en Views and Comments) y retando pblicamente a los apologistas de Castro dentro de la izquierda, por su autoimpuesta ceguera. Es necesario aclarar que a principios y durante toda la dcada de 1960, la llamada New Left (Nueva Izquierda) estaba compuesta por anarquistas, liberales radicalizados, demcratas extremistas, minoras raciales hispanas, feministas, marxistas en sus ms variadas formas trotskistas, estalinistas y coexionalistas, negros militantes, pacifistas y consumidores de sustancias qumicas. Estos sectores polticos, sociales y hasta raciales, tendran una importancia trascendental en los prximos aos dentro de la sociedad norteamericana, y sin duda tuvieron un impacto dentro del mismo sistema gubernamental que se tornara de claros designios imperiales y represivos. Ya a principios de 1965, y a propsito de un Congreso que se iba a celebrar en Montevideo por la Federacin Anarquista Uruguaya (FAU), comenz a notarse la fragmentacin que exista en todo el Cono Sur con relacin al castrismo. Los componentes de la FAU en su mayora no ocultaban sus simpatas por el rgimen cubano, con algunas notables excepciones, entre las que se encontraba Luce Fabbri. Por su parte la delegacin argentina invitada que representaba a la FLA se opona a esta actitud por parte del sector uruguayo ms radicalizado. La polmica termin dividiendo a la FAU entre los pro y anticastristas; los primeros, que eran mayora, terminaran en las filas de los tupamaros o en el exilio sueco, segn recordara Luce Fabbri aos despus en la Rivista Anarchica A Viviendo la mia vita. Por esos das y en vista de lo peligroso que se tornaba la polmica sobre el castrismo en todo el mundo libertario, los anarquistas de la Federazione Italiana, en un esfuerzo loable por poner las cosas en su lugar, convocaron un Congreso que se iba a celebrar en Bolonia del 27 al 29 de mayo de 1965, por el que acord invitar a un delegado del MLCE para que expusiera sus ideas. Los componentes del MLCE decidieron entonces crear un fondo comn para costear el viaje a Abelardo Iglesias, que ya tena experiencia en este tipo de evento y contaba con la dialctica y argumentos necesarios para exponer los puntos de vista de los cubanos en el destierro. El dificultoso periplo de Iglesias se inici en Francia, donde se reuni en Toulouse con antiguos compaeros de la Barcelona revolucionaria de 1936 y ms tarde con elementos afines en Pars. De all se traslad a Bolonia, donde exitosamente present los argumentos del MLCE contra Castro y debati con otros compaeros sobre el problema cubano. La Federacin Anarquista Italiana (FAIT) reunida en este Pleno Nacional de Bolonia [...] resolva y acordaba en varios considerandos la condena ms enrgica que se pudiera plantear por esos aos contra el castrismo; le ofreca al MLCE, [...] la ms amplia solidaridad en su lucha contra el castrocomunismo [...]. Apoyaba [...] con todos sus medios de difusin [...] la campaa a favor del cese de los fusilamientos [...]. Contina el documento con Oponerse [...] a que en
Cuba se establezca cualquier rgimen dictatorial [...] que se sustituya el actual vasallaje chinosovitico por otro [...] de los EE.UU. [...] y finaliza con una recomendacin a Unamit Nova, LAgitazione del Sud, Seme Anarchico, Bolletuto Interno, Volanta y otras publicaciones del Movimiento Italiano a que acojan y difundan este acuerdo [...] . Firmaban este acuerdo adems de la FIAT, la FLA, la Federacin Anarquista Mexicana (FAM), la Liga Libertaria de los EE.UU., la Sveriges Arbetares Centralorganisation (SAC) de Suecia, el Movimiento Libertario Espaol y la Federacin Anarquista de Londres entre muchos otros. A su regreso y debido al Congreso de la Federacin Anarquista Francesa que se celebr en Toulouse del 5 al 6 de junio de ese ao, Iglesias tambin se rene y expone sus puntos a los componentes de dicha asamblea, la cual, despus de varias consideraciones, entre las que se destaca la desviacin de la revolucin cubana al campo de la contrarrevolucin marxista leninista, le brinda su apoyo al MLCE contra el castrismo y su lucha en la defensa de los presos anarquistas en las crceles cubanas y denuncia el rgimen cubano como una dictadura fascista o un rgimen a sueldo de los EE.UU. [...] Se comprometen a hacer conocer a los trabajadores franceses la suerte que sufren sus hermanos cubanos. Para este objetivo se utilizar el rgano francs Le Monde Libertaire. Al retornar Iglesias del viaje pareca que no slo se haba zanjado la ya larga y cida polmica con los simpatizantes del castrismo dentro del anarquismo mundial, sino tambin que casi todas las Federaciones y grupos libertarios europeos y latinoamericanos terminaban condenando al sistema impuesto por Castro al pueblo cubano, o sea, una doble victoria. Estaban totalmente equivocados. Ya la penetracin castrista entre los medios cratas de dos continentes haba planteado la necesidad de declarar la revolucin permanente en la Amrica Latina y frica y cualquier crtica que se le hiciera al rgimen castrista significaba un ataque a esta nueva poltica aventurera que emanaba desde La Habana de llevar a cabo la revolucin socialista en mundo y medio. Y de esta forma bastante totalitaria, como era de esperar, aqul que no estuviera con el castrismo revolucionario y tercermundista, era un enemigo del pueblo y de la humanidad. La mayora de los medios anarquistas europeos y algunos en Latinoamrica, como en Uruguay, Per, Chile y Venezuela que recordemos, se pasaron al campo de la Revolucin Cubana ahora con mayscula o al llamado por esos aos radicalismo foquista y se olvidaron del MLCE. El esperado sectarismo marxista se haca sentir. Segn la versin de Alfredo Gmez, [...] los anarquistas cubanos [...] han vivido en una impresionante soledad, abandonados [...] por los anarquistas del mundo entero que tendan a identificarse con el rgimen del PCC [...]. Gmez acusa al movimiento anarquista mundial de mala conciencia con respecto a los cubanos. Todo esto, por supuesto, no detuvo la campaa propresos o anticastrismo que los componentes del MLCE continuaron a base de esfuerzos sin precedentes en el BIL , y aunque al principio creyeron que se les haba dado la razn, pronto comprendieron lo contrario.
En 1967 lleg de Cuba Marcelo Salinas ya bastante viejo y cansado por los avatares que tuvo que sufrir en la Isla. Salinas, que pudo haber firmado el DDG, haberse pasado al PCC y de esa forma convertirse en una figura estelar en el campo intelectual cubano con todos los honores del cargo, decidi marcharse de Cuba y quedar casi marginado en un exilio conservador y derechista que en ningn momento supo apreciar su calidad humana. Marcelo, por su parte, continu en su prdica libertaria escribiendo artculos y pronunciando conferencias. Su pensamiento fue recogido en el exterior a travs de cartas personales a amigos de 50 aos o en Reconstruir en Buenos Aires, agregndose de esta manera a Ferro e Iglesias, que realizaban una labor similar. Continu Salinas en esta barricada hasta su muerte en 1976, a la edad de 87 aos. Con la desaparicin de Marcelo no slo perda el MLCE un compaero dedicado a las ideas casi cerca de 70 aos, sino tambin Cuba, en la figura magra de uno de los intelectuales
ms completos de su generacin. Salinas fue dramaturgo, poeta, novelista, ensayista, cuentista, en fin, un autodidacta ilustrado capaz de tener una vigencia intelectual de primer orden en Cuba y fuera de ella. La triste dcada para algunos, se acercaba al final. En 1968, mientras en Berkley, Marcuse explicaba un marxismo muy cercano a Bakunin, en Boston, Chomsky combata todos los horrores norteamericanos; en Pars los nuevos filsofos franceses atacaban a Marx, en el mismo lugar donde en mayo estalla una huelga general en la que participan activamente los estudiantes con consignas anarquistas y banderas negras; la juventud norteamericana se dedicaba muy espontneamente y en armona con la naturaleza, a amar las flores y la paz en vez de ir a una guerra lejana e intil; los EE.UU. se debatan en una guerra civil interna, racial y poltica; la URSS invada Checoslovaquia para evitar lo que propona Marcuse en Berkley, al mismo tiempo que en La Habana Castro aplauda esta trgica medida y la China de Mao se inventaba una revolucin cultural violenta y desptica. Es precisamente en ese ao turbulento cuando la FAIT convoca desde el 30 de agosto al 8 de septiembre a un llamado Congreso Internacional de Federaciones Anarquistas. Conocido como el Congreso de Carrara, esta asamblea tuvo una amplia difusin y cobertura no slo en los medios cratas, sino a nivel mundial. En dicha reunin estaban representados casi todos los pases europeos del Oeste, una delegacin blgara y otra de Mxico; es respaldada y avalada por casi todas las federaciones anarquistas o libertarias del continente americano. Como observadores participaron la SAC, la AIT y CIRA. Se trataba sin duda de una de las reuniones cratas ms numerosas que se llevaban a cabo en casi ms de medio siglo y Carrara era el lugar ms indicado para llevar a cabo este Congreso. El MLCE no haba podido mandar un delegado por falta de fondos, as que se le pidi a Domingo Rojas, de Mxico, que era parte de la delegacin de ese pas al Congreso, que representara a los anarquistas cubanos. El Congreso realiz todas sus sesiones, se atendieron todas las proposiciones, se discutieron 8 puntos relevantes y se tomaron acuerdos oportunos. El ms discutido fue el punto 3, que tocaba las relaciones entre el anarquismo y el marxismo con las experiencias habidas en tres revoluciones: [...] la rusa, la espaola y la cubana. No hubo dudas ni disputas en relacin a la actuacin siniestra de los sectores marxistas en Rusia o Espaa, pero en Cuba la situacin era diferente. En el Congreso de Carrara, con todo el bagaje de experiencia de dos notables fracasos libertarios a manos de Lenin, Trotski y Stalin, los anarquistas reunidos en asamblea aseguraron, segn se declara con mucha seriedad en sus conclusiones, despus de analizar y condenar al sistema castrista, definirlo como una dictadura [...] tributaria a la URSS [...] un rgimen estatal [...] etc., terminan su evaluacin con un prrafo final que resulta tan falso como fuera de lugar y hasta contradictorio: [...] Cuba es un pas ms permeable a las teoras [...] de tipo comunista libertaria que no lo son la URSS y los pases satlites. En otras palabras, el marxismo cientfico cubano es un caso diferente (no explican claramente por qu) y por lo tanto, segn el documento, siempre habr esperanzas de penetrar en rgimen castrista para que modifique sus posturas estatistas y totalitarias adoptando entonces los ideales del ms puro anarcosindicalismo, en armona con la libertad y la justicia. Analizando framente este acuerdo a 30 aos vista, resulta pattico aun cuando nos situemos cronolgicamente en 1968. Los anarquistas haban perdido la perspectiva sobre Cuba, ignorando dnde terminaba la frontera de la confusin y comenzaba la de la maldad. Era cierto que la batalla propagandstica del castrismo estaba siendo ganada entre todas las izquierdas con sus falsos postulados revolucionarios y consignas guerrilleras y no era menos cierto que haban penetrado en la opinin de muchos libertarios con respecto al MLCE. Los medios de comunicacin y difusin anarquistas de Europa y Amrica Latina tendan cada da a apoyar ms la Revolucin Cubana que a sus antiguos compaeros, vctimas precisamente del castrismo que decan apoyar.
En el inventario que hacan los cubanos en el BIL en ese ao, en el elenco de compaeros a nivel internacional que los respaldan, se encuentran figuras como [...] Jacobo Prince, Agustn Souchy, Gaston Leval, Frank Mintz, Luce Fabbri, E. Cressatti, Edgar Rodrigues, Juan Camp, Fidel Mir, Ricardo Mestre, Marcos Alcn, Dolgoff, Progreso Alfarache, Cipriano Mera, Luis Mercier, Ilario Margarita, Helmut Rdiger, adems de sectores revolucionarios tales como FLA, FAM, CNT Mexicana, Liga Libertaria Amrica, algunos grupos italianos, ingleses, compaeros uruguayos [...] de Venezuela y otros. Pero ya en 1970, cuando comienza la nueva dcada, los componentes del MLCE han comprendido que se ha perdido la batalla. Aunque se contina la lucha propagandstica, ya se entiende que era intil seguir polemizando con sordos. Las amargas palabras de Iglesias en el BIL de febrero de 1970 son explcitas. Con relacin a LAdunata: [...] quienes, recogiendo [...] las acusaciones comunistas no vacilan en acusar [nos] de estar al servicio de la reaccin: Adunata dei Refrattari [...] FAU [...] FAIT y su peridico Umanit Nova, FIJL, D. Cohn Bendit, etc. Iglesias hace un inventario de todas las [...] (injurias, ataques personales, etc.), que utilizaron procedimientos estalinistas (censura de artculos... ) y que durante un perodo bastante largo las relaciones estuvieron totalmente interrumpidas. Se remonta a Carrara para recordar que Cohn Bendit [...] acusa al MLCE de estar financiado por la CIA. Por su parte, en otro artculo publicado ms tarde, Alfredo Gmez tambin menciona que Le Monde Libertaire en Pars, el vocero de la FAF, recordaba a todos los pases donde existan dictaduras menos la de Cuba [...] como si los compaeros franceses [...] consideraran a Cuba una excepcin y [...] los anarquistas cubanos son considerados anarquistas de segunda clase, sin derecho a la solidaridad. No fue hasta 1976 cuando el ambiente de suspicacias y desconfianzas contra el MLCE empezara a despejarse. La publicacin del libro The Cuban Revolution: A Critical Perspective (La Revolucin Cubana: un enfoque crtico) de Sam Dolgoff en Canad y una excelente red de distribucin en el mundo de habla inglesa, desde Dubln hasta Sidney, hizo un impacto demoledor entre las izquierdas en general y los anarquistas en particular. Este libro se constituy en la crtica ms certera que recibiera el castrismo en esos aos de aventurismo revolucionario en la Amrica Latina y fue el factor decisivo en el cambio operado por los cratas a nivel internacional con relacin al MLCE. El xito de este trabajo fue mucho mayor que el esperado por su autor al ser traducido al espaol primero y al sueco ms adelante, (Den Kubanska Revolutionen). Dolgoff declarara ms tarde: [...] nunca recib un centavo por estas ediciones, pero me senta muy feliz de poder propagar con este libro mis opiniones sobre el MLCE y su lucha contra Castro [...] que era sin duda lo ms notable de esta obra. A finales de 1979, en aquellos aos del postfranquismo, cuando se convocara el V Congreso que se iba a celebrar en Madrid, en que la CNT/AIT pudo empezar normalmente a trabajar en Espaa, esta actitud comenz a cambiar lentamente. Un delegado del MLCE fue invitado a participar en este Congreso que dur del 8 al 16 de diciembre, y su presencia reconocida por la mayora de los presentes, incluyendo casi todas las representaciones extranjeras. Se reanudaron los lazos fraternales con la AIT y se hicieron contactos importantes para mejorar las fras relaciones que existan entre ambos sectores. Unos meses despus, en 1980 la revista Bicicleta, que haca ciertas propuestas libertarias por aquellos aos, public parte del artculo de Alfredo Gmez que hemos citado, Los anarquistas cubanos o la mala conciencia del anarquismo y que tambin haba dado a la imprenta en francs IZTOK, el vocero de los exilados blgaros en Pars. El anlisis de Gmez en trminos generales y a pesar de acusar a los libertarios cubanos de maniquestas, finaliza dndole la razn a stos. Dicho artculo fue reproducido en el nuevo vocero del MLCE que se empezaba a publicar en 1980 en Miami, Gungara Libertaria, en su nmero 7, Verano de 1981; y en el nmero siguiente de Otoo, Iglesias de nuevo le hace algunas Apostillas al artculo de Gmez
que sirve para explicar con ms lucidez la actitud del MLCE en relacin a Castro y sobre todo al mundo anarquista de la poca. Iglesias menciona una frase de Progreso Alfarache Arrabal que bien puede pasar a la historia: En el caso cubano, ese agudo instinto de la libertad, que es la esencia del anarquismo, ha fallado lamentablemente. Las notas de Iglesias que dicen no ser polmicas sino aclaratorias demuestran las razones del MLCE y por ellas nos damos cuenta de que la disputa ya haba concluido. Haba sido muy larga y hecho mucho dao.
Pero tambin se producan cambios en el mundo a los cules los anarquistas no podan ser ajenos. Una nueva mentalidad antiautoritaria que haba emergido de la dcada anterior y se impona en la de los setenta. Se empez a observar al castrismo por parte de estos sectores refractarios como lo que realmente era, una dictadura delirante que no representaba a su pueblo y como consecuencia se inici un lento pero seguro repudio en direccin al gobierno de La Habana. Pero ya era muy tarde. Los anarquistas en Cuba haban sido vctimas del prejuicio y perjuicio del mundo libertario salvo algunas excepciones honorables, obligando al exilio a la mayor parte de sus componentes, otros a la crcel o a una sombra soledad. Como se ha podido apreciar en este trabajo, los anarquistas en Cuba han sobrevivido a todo tipo de persecuciones dirigidas desde el Estado, instigadas por las clases econmicas ms poderosas, auspiciadas por el PCC y puestas en prctica por el castrismo. Los precursores de las ideas sociales que fueron por muchos aos mayoritarias dentro del movimiento obrero, resistieron, al mismo tiempo que fueron vctimas del colonialismo espaol, la injerencia norteamericana, los magnates azucareros y tabacaleros, hacendados y colonos, industriales y comerciantes, los gobiernos de la Primera y Segunda Repblica y finalmente al sistema de gobierno ms desptico y totalitario que conociera Cuba. En su larga historia de ms de un siglo los abanderados de las ideas, sus escritores, sus tericos, sus oradores, sus responsables sindicales, sus propagandistas y hasta el ltimo de sus militantes han cometido aciertos y errores, los cuales estamos en el deber de admitir y aceptar. Pero de una cosa estamos seguros y es el hecho de que los anarquistas cubanos han mantenido ese espritu de lucha y desinters por Cuba y su pueblo, que han sido los poseedores de una larga tradicin de libertad y justicia, unidos por una decisin indestructible, confiados en que el siglo futuro ser la aurora de un mundo mejor, ms solidario y ms libre.
Eplogo
El hasta ahora evidente fracaso socioeconmico de la revolucin cubana no se pudo apreciar hasta mediados de la dcada de 1970. Cuba contaba con riquezas suficientes durante los aos 60, generados por las reservas monetarias de los gobiernos anteriores: crditos internacionales, moneda solvente, divisas extranjeras, produccin industrial exportable (azcar, tabaco, etc.). Este poder econmico, heredado del ahora difunto sistema capitalista, servira para mantener econmicamente el rgimen castrista durante esta primera dcada del nuevo proceso socialista declarado oficialmente en 1961. Las ideas puestas en marcha en esos primeros aos de aventura econmica, ineficacia revolucionaria y fallidos ensayos sociales, estaban sin embargo basadas en el cientificismo marxista, la centralizacin y nacionalizacin [estatalizacin] de todas las grandes industrias, empresas, tierras y negocios de la fenecida alta y pequea burguesa cubana dentro de un proceso cerrado y totalitario. El discurso revolucionario responda o al menos deba obedecer, al concepto leninista del ya conocido centralismo democrtico, por el cual, toda la vida socioeconmica de Cuba quedaba en poder del PC, y como era ya una antigua costumbre en los modelos europeos marxistas, la direccin y la supervisin de todos estos poderes que emanaban del Estado se convertan en la responsabilidad del Bur Poltico y del Comit Ejecutivo al ms alto nivel ministerial. El primero y ms esencial proyecto escogido por el nuevo Estado Socialista planteaba la urgente necesidad de sustituir rpidamente el sistema agrario de monocultivo dependencia econmica de la produccin de azcar de caa que sustentaba la economa cubana desde principios del siglo XIX por un plan gigantesco de industrializacin acelerada y una diversificacin agrcola sin paralelo en Cuba. Rotas ya las relaciones diplomticas y comerciales con los EE.UU. e iniciado por parte del gobierno norteamericano un bloqueo comercial al gobiernos castrista debido a la nacionalizacin [estatalizacin] de todas las empresas y negocios con que stos operaban en Cuba, no era muy difcil imaginar que con estas nuevas medidas econmicas tambin se ayudaba a alejar mucho ms las posibilidades de retornar a los viejos moldes de antao. Y esa era precisamente la idea del gobierno de Castro. Al mismo tiempo que se rompa con el monocultivo se incrementaba la siembra de distintos productos agrcolas y se terminaban los negocios con el vecino del Norte; el gobierno castrista maniobr en direccin al Este, esta vez en relacin directa y amistosa con la Unin Sovitica, pas con el que Cuba mantena no slo relaciones diplomticas desde 1933, sino tambin comerciales. La economa cubana en su totalidad dar un cambio de 180 grados con la variacin en la poltica cubana en direccin a la lejana URSS, que desde esos momentos asumi el papel monopolizador que haban mantenido los EE.UU. durante siete dcadas. Fue durante este proceso de transicin entre una economa que responda a las normas del capitalismo, la libre empresa y el consumismo, a un sistema de corte leninista, o mejor, su interpretacin tropical de nacionalizacin [estatalizacin] y centralismo por el cual, el pueblo trabajador de Cuba, obreros y campesinos en su mayora, sufrieron irnicamente la peor parte. Esta transicin implicaba un sistema laboral abusivo que se remontaba al colonialismo espaol en su peor forma. Las hora extras de trabajo se declaraban voluntarias con el nimo de construir, decan, un sistema que nadie pareca entender llamado socialista. A esto se agregaban los llamados Domingos rojos, dedicados a trabajos en la agricultura y en la que participaban tambin voluntariamente alumnos escolares, por supuesto, sin ningn tipo de remuneracin. Entre las
metas que repetan a diario las consignas estaba la de hacer desaparecer el desempleo, y sera ocioso decir que con estos mtodos pronto se cumplieron las agendas establecidas. Curiosamente este verdadero logro revolucionario de los primeros aos nunca se ha mencionado entre los triunfos alcanzados por el gobiernos castrista. Al mismo tiempo que se realizaban estos delirantes planos econmicos descenda notablemente la adquisicin de artculos de necesidad bsica para la vida cotidiana, lo que oblig al gobierno a crear unas cartillas de racionamiento por las cuales cada ciudadano tena una cuota mensual determinada de ropas y alimentos, no siempre garantizada por el Estado. Las protestas fueron rpidamente controladas desde los CDR con la colaboracin de la Seguridad del Estado. Pero muy pronto el mismo gobierno comprendi que estas medidas econmicas, planteadas y aplicadas [implementadas] con demasiada celeridad se convertan en un descalabro, y decidieron cambiarlas en otra direccin. Se tomaron entonces en consideracin las antiguas propuestas de Ernesto Guevara de completar la colectivizacin de los medios de produccin creando un sistema que evitaba a toda costa los llamados incentivos materiales y obligando a los cubanos a convertirse en hombres nuevos, sin egosmos, honestos, igualitarios y sobre todo con una conciencia revolucionaria superior, capaz de sacrificarlo todo por la construccin de una sociedad socialista. Para 1968 y como parte de una ofensiva revolucionaria, todos los pequeos negocios que quedaban fueron nacionalizados [estatalizados] por el gobierno con el propsito de liquidar para siempre la odiosa pequea burguesa que todava se obstinaba en crear riquezas personales. Pero a pesar de estas medidas que evidentemente no slo no daban resultado sino que hacan marchar la economa cubana hacia un desastre total, el castrismo contaba con una fuerza importante en la base piramidal de esta repblica platnica, representada por un fuerte respaldo popular. La situacin empez a cambiar drsticamente despus del fracaso de la llamada Zafra de los 10 millones. Resultaba que ahora alguien en la URSS empez a comprender que los primeros intentos cubanos por suprimir el monocultivo e industrializar rpidamente a Cuba haban sido dos errores monumentales para la economa del pas y por lo tanto usando las prerrogativas que le concedan ser el comprador ms importante de la Isla, le sugirieron al gobierno socialista que retornara a los antiguos mtodos empleados en la siembra, acopio e industrializacin del azcar de caa. A pesar de una movilizacin militar sin precedentes en Cuba para la siembra, el corte y la molienda del clsico producto agrcola cubano; el arrastrar cosechas destruyendo bosques y reas verdes que quedaban en la Isla con la idea de incrementar la siembra de una cantidad imposible de caa de azcar con la idea de hacer una zafra rcord en la historia de Cuba de 10 millones de toneladas del crudo, tal como fue estimado tanto por fuerzas imparciales como las del mismo gobierno, nunca se pudo conseguir tamaa cantidad de azcar en un ao. El gobierno sufri una derrota incalculable (las zafras futuras fueron por debajo de los promedios esperados), el pas qued atrofiado en el campoeconmico por casi una dcada y como era de esperar fueron los cubanos los que despus de trabajar en un proyecto imposible durante casi un ao, fueron declarados culpables por Fidel Castro del fracaso caero ms gigantesco que se haya conocido en Cuba, adems de un desastre ecolgico sin precedentes. El pueblo se empez a alejar del gobierno. Por supuesto que desde Mosc la burocracia sovitica comprendi que el proyecto agrcola cubano y lejano no produca los dividendos adecuados y como es natural en este tipo de negocio, dobl la inversin. Las estadsticas de esta ayuda sovitica en Cuba en esos aos son explicatorias de este proceso econmico guiado desde Rusia y dan una idea de hasta qu punto los rusos se vieron complicados en Cuba por el gobierno castrista. No se trataba de cohetes intercontinentales o de armas atmicas; la asistencia proteccionista sovitica por esos aos consista en una ayuda al desarrollo y un subsidio comercial que sumaban una inversin econmica total de proporciones inimaginables para un pas del tamao de Cuba. El promedio anual de 19611970 de esta ayuda econmica total sumaba unos 327 millones de dlares, los
cuales aumentaran dramticamente en la dcada de 19711980 a 1.573 millones de dlares, cuatriplicndose la cifra inicial de ayuda a Cuba. Pero no poda haber dudas de que a pesar de esta ayuda sin precedentes que provena de la URSS, el descontento popular se haca notar y creca de una forma inesperada para los guardianes del sistema. Fue por esos aos de la dcada de 1970 cuando el desengao del pueblo con las falsas promesas de los dirigentes revolucionarios tomaron por el camino de la protesta y como consecuencia el aumento de la represin, crcel o exilio. La aventura econmica del castrismo no fue lo nico que sufri el pueblo, el explotado pueblo, sino tambin la expansin poltica de las ideas castristas y sus consignas en direccin a la Amrica Latina y sobre todo a frica. De acuerdo con su poltica de liberacin nacional se cre en todo el continente americano una fuerza guerrillera urbana y serrana que hara cambiar el sistema poltico en casi todos los pases al sur de Ro Grande. La guerra de guerrillas propuesta por el do GuevaraCastro dej ensangrentado el continente, adems de provocar la toma del poder como respuesta por una gavilla de gorilas uniformados, creando en muy poco tiempo una coleccin de dictaduras militares que se dedicaron al secuestro, el crimen y el robo, adems de dedicarse a hacer desaparecer tanto a enemigos como a inocentes ciudadanos. Esto aconteci en pases civilizados, con una larga tradicin de derechos civiles y respeto a la vida humana, como represalia militar a la violencia planeada, financiada y apoyada desde La Habana por el gobierno socialista cubano. En frica la violencia tuvo unas caractersticas ms alarmantes. La intervencin militar cubana en Argelia, el Congo, Etiopa, Sudn y Angola, en la que se vieron envueltos cientos de miles de soldados cubanos en un perodo de ms de 10 aos, le cost a Cuba miles de millones de dlares y varias decenas de miles de bajas militares. Las tropas cubanas se vieron envueltas en levantamientos, golpes de Estado, guerras civiles y hasta guerras no declaradas. Participaron en crmenes de conflictos tribales, represin contra poblaciones indefensas, genocidio y explotacin de riquezas naturales, robos y los inevitables botines de guerra. Fueron los mismos soldados cubanos los que pelearon por la independencia de Namibia contra tropas regulares de frica del Sur los mismos que exterminaron aldeas completas en Angola o Etiopa. Toda esta larga historia de injusticias cometidas tanto dentro de Cuba como en el exterior por rdenes directas de la cpula del poder castrista condujo a los cubanos que todava apoyaban al rgimen por el camino de las dudas primero, la inercia despus, para pasar sin remedio a una frustracin que ni ellos mismos entendan. La idea era entonces y sigue, hasta cierto punto siendo hoy, la de abandonar el pas lo ms rpidamente posible. Tarea esta un poco difcil por tratarse de una imposibilidad constitucional. La nueva Constitucin de 1976 le negaba a sus ciudadanos el derecho a viajar libremente al extranjero, o sea, huir de un sistema que desde haca aos les oprima. No tena la Constitucin del 76 que obligar a los cubanos a quedarse en su infierno particular; la medida que prohiba ausentarse del pas ya era antigua en Cuba cuando se puso en vigor dicha Constitucin. La primera explosin popular contra el rgimen se produjo en la madrugada del 4 de abril de 1980, cuando un grupo reducido de cubanos se introdujo en la Embajada de Per en busca de asilo poltico. El gobierno peruano se neg a devolver a los refugiados en su territorio y el gobierno cubano, en represalia por la actitud de los peruanos, les retira las guardia permanente de dicha Embajada. Una multitud que de forma inexplicable para las autoridades que ejercan el control de todo Cuba, incluyendo por supuesto el de la de Informacin de ms de 10.000 personas, decidi entonces asilarse por su cuenta y riesgo en la Embajada de Per en un gesto de desafo total contra el sistema que les oprima. Comprendiendo el peligro envuelto en este tipo de protesta generalizada que pronto transcendera las fronteras provinciales y hasta las de la misma Isla, las autoridades decidieron, despus de un discurso de su mximo lder, permitir la salida del pas a todos aquellos que as lo desearan. A pesar del control del gobierno y la actitud violenta de muchos cubanos que se dedicaron a insultar a los que decidieron marcharse, un xodo de proporciones gigantescas comienza a tomar forma y en pocas semanas ms de un cuarto de milln de cubanos emigra
voluntariamente al sur de Florida en embarcaciones proporcionadas por los exilados cubanos residentes en Miami. El escndalo que se produce en La Habana tiene repercusiones internacionales. Los medios de comunicacin masiva de casi todo el mundo se dan cita en Cuba para dejar constancia de la estampida humana de mayores proporciones en el continente en toda su historia, donde el mayor nmero de ciudadanos de un pas decide en un momento determinado abandonar su lugar de origen y trasladarse como emigrados polticos a un pas vecino. Fuera de Cuba el sistema que oprime al pueblo sufre un descalabro propagandstico del que le va a ser difcil escapar a pesar de la evidente creatividad y eficiencia de los medios de desinformacin castristas que han conseguido mantener una imagen idlica del rgimen. Despus de estos deplorables acontecimientos, el castrismo pareca haberse estabilizado al menos econmicamente, aunque la tensin social continuaba deteriorndose. La asistencia sovitica por esos aos contribuy notablemente a esta estabilidad de relaciones comerciales favorables a Cuba, con una ayuda que continuaba en ascenso, al menos hasta las ltimas estadsticas al respecto en 1985. Desde 1981 a 1985 el promedio anual del soporte econmico total de la URSS a cuba sum la cantidad de 22.658 millones de dlares, o sea, alrededor del 4.000 millones de dlares anualmente. Estas cifras gigantescas representan la mayor ayuda econmica que haya recibido Cuba en cualquier momento de su historia y demuestra hasta qu punto se haba involucrado el gobierno de Mosc con un remoto pas del Caribe al que se le ayudaba masivamente. Los resultados de los primeros 25 aos de castrismo no podan ser ms sobrios. La economa dependa directamente de la URSS y el poder poltico de una dictadura unipersonal que no permita ningn tipo de crtica, aunque algunos derechos del ciudadano o humanos estuvieran garantizados por la Constitucin Socialista del 76, a la que ya nadie pareca hacerle ningn caso. El pueblo trabajador en trminos generales, roto ya el pacto social con el Estado, se dedic a sabotearlo. Aqullos que no podan escapar trataban de sobrevivir produciendo lo menos posible, desde obreros de la construccin, la burocracia oficial que llegaba a todas partes, hasta la produccin agrcola que lleg a reducirse de forma alarmante. Estos sntomas ya eran conocidos por el rgimen cuando a raz del XXXIX Consejo Nacional de la CTCR en octubre de 1979, los dirigentes castristas del sector obrero criticaban, al mismo tiempo que hacan nota, una serie de graves alteraciones de la vida laboral cubana. Acusaban los jerarcas de la CTCR a los obreros de indisciplina, robos y negligencia Finalizaba el anlisis de la situacin laboral cubana con una serie de estadsticas realmente asombrosas. Se les comunicaba a los obreros que de un milln seiscientos mil componentes de la poblacin activa (fuerza laboral), slo medio milln son los que producen. Es decir, si nos atenemos a estas cifras, la produccin verdadera de Cuba era obra de menos de la tercera parte de la fuerza laboral. Estos datos, obtenidos del Informe final del Consejo no pueden ser ms reveladores. Indican a ciencia cierta que la mayora de los obreros de una forma u otra, por una falta de motivacin o por una contradiccin, se negaban a trabajar en la construccin del socialismo a pesar de las consignas constantes que emanaban desde lo alto de la Dictadura, repetidas hasta el cansancio por todos los medios de comunicacin imaginables. Los cubanos haban perdido la fe en la revolucin y muy pronto empezaran a perderla por su patria. En 1982 el Estado promulg una Ley de inversiones para los extranjeros que les permita por primera vez a negociantes de otros pases invertir dinero en Cuba. Este tipo de medida econmica responda a la misma crisis leninista de los aos veinte y la solucin de terico ruso I. Preobazhenski a frenar las medidas revolucionarias, pues se corra el peligro de la descomposicin estatal. Esta Ley de inversiones extranjeras tendra, irnicamente, un futuro exitoso en los aos por venir. No fue as la suerte oscilante de los mercados libres campesinos, donde el Estado permiti libremente la venta de comestible, fuera de la Libreta de racionamiento, a los campesinos que quisieran vender la cosecha de sus productos agrcolas a la poblacin, que en realidad necesitaba de la variedad y frescura de artculos alimenticios, ante la imposibilidad del Estado
cubano de proporcionrselos. Este experimento, que se realiz a pequea escala, fue rpidamente prohibido por el gobierno, razonando en buena lgica del marxismo cientfico que dichos mercados crearan una peligrosa pequea burguesa, en contradiccin con los principios sostenidos por la Revolucin. La crisis sociopoltica de la URSS a finales de la dcada y el triste final en 1991 del sistema impuesto al pueblo ruso por Lenin en 1917, tuvo, como era de esperar, deplorables consecuencias tanto para la economa cubana como para la sociedad supuestamente socialista. Los ltimos envos de ayuda econmica a Cuba se valoraban en 198590 en ms de 5.000 millones de dlares anuales, cifras imposibles de mantener por un sistema que se iba a pique sin remedio. Y el castrismo decidi que para sobrevivir al desastre del campo socialista deba cambiar su poltica econmica y entrar en un llamado Perodo especial que contemplaba una situacin todava peor que las anteriores, con un nivel y calidad de vida inferior casi a los pases del Tercer Mundo. Para evitar algo parecido al Sndrome de Bucarest, o sea, el ajusticiamiento por la misma Seguridad del Estado del dictador, el Rgimen tom medidas an ms arbitraras contra el pueblo, fusil al general Ochoa, hroe nacional en frica, por sospechar de su fidelidad, e increment las leyes penales de carcter poltico. Al mismo tiempo inici una apertura en direccin a la llamada Comunidad cubana en el extranjero, principalmente en los EE.UU. que incluy permisos de visita a Cuba y ayuda econmica directa a sus familiares. Se comenz tambin una fuerte campaa diplomtica a todos los niveles para establecer, mantener e incrementar una cercana econmica ms favorable a los interese de la Dictadura, con todos los pases capitalista europeos y asiticos, pero sorprendentemente se inclua a EE.UU. y al Vaticano. Por las mismas fechas, marcando ya definitivamente el fracaso econmico del socialismo castrista, se reabrieron los mercados campesinos y se toleraron algunos intentos de pequeos negocios particulares. Pero lo ms significativo fue la dolarizacin del sistema econmico cubano, por el cual la moneda en curso legal norteamericana, el dlar, circulara con la misma facilidad que en Miami, acto que hasta ese momento era castigado con la crcel. La medida era con el objeto de controlar la cantidad de dlares que enviaban los cubanos desde el exterior a sus familiares en Cuba. La cantidad pronto ascendera a ms de 800 millones de dlares anuales, un flujo superior al obtenido por las ltimas zafras azucareras, con esta industria ya en plena decadencia. Y mientras se repetan las consignas de los logros alcanzados en la educacin y la salud, para consumo externo, las diferencias clasistas se acentuaban entre la direccin castristas, los cubanos que reciban dlares del extranjero y los obreros que obtenan sus salarios en pesos devaluados. De nuevo la desesperacin y el agobio explotaba entre los menos favorecidos y como en tiempos no muy remotos, los cubanos ms osados deciden abandonar el pas ilegalmente en balsas de madera, viaje peligroso por el Estrecho de Florida, que causa una cantidad considerable de vctimas. Se trata, como ya es costumbre cubana en la Isla, de una forma diferente de suicidio en la que Cuba, segn las estadsticas, ocupa uno de los primeros puestos en el mundo. Otro de los logros ignorados de la Revolucin. Mientras esto sucede, se confirma el final de un sistema econmico que dur demasiado tiempo y arruin completamente al pas, y por rdenes directas de Castro, con el objeto de mantenerse algn tiempo ms en el poder, se sustituye el socialismo por un capitalismo de Estado, especie de imitacin al neofascismo chino, donde las inversiones extranjeras, en consorcio directo con el Estado, dominan los medios de produccin y servicios. Los obreros vinculados a la industria turstica (antiguos gastronmicos) en manos de una asociacin peligrosa entre el Estado cubano e inversionistas espaoles, reciben sus salarios en pesos cubanos (el cambio actual es de 20 pesos por 1 dlar), lo cual les impide entrar en el mundo de la dolarizacin. Al pueblo en general, que no trabaja en esta industria, se le prohbe la entrada en hoteles y playas para turistas extranjeros, crendose de esta manera un apartheid con las mismas caractersticas que en frica del Sur.
Malograda una revolucin que comenz jubilosa y esperanzadora, despus de cuarenta aos convertida en una tirana criminal, debemos preguntarnos por qu se frustr este proyecto que prometa libertades civiles, polticas y sociales, gobierno justo y honesto y un reparto equitativo de las riquezas del pas. Una revolucin que contaba con un inmenso respaldo popular y con apoyo y simpata universales. La respuesta, similar a la del suicidio, no es por una razn fundamental, sino por muchas, pero en nuestra opinin se debi a dos factores principales: el rumbo y la velocidad que tom desde un principio la clase dirigente cubana y la violacin cometida con los derechos fundamentales de los cubanos que inclua en primer lugar el derecho a la libertad plena del hombre. La razn fundamental en torno a la transicin entre el capitalismo que exista en Cuba antes de la revolucin, y el seudo socialismo autoritario con el que se sustituy, si nunca dio los resultados esperados se debi esencialmente a la velocidad con que se quiso agilizar el proceso. Aquellos barbudos tenan demasiada prisa en imponer sus ideas y nunca se plane seria e inteligentemente el paso de un sistema a otro. En vez de entregarles las fbricas y los talleres a los obreros, en lo cual los anarquistas de esos aos estaban de acuerdo, una vez que se expropiara a sus dueos, el gobierno decidi nacionalizar todos estos grandes negocios, industrias, bancos, etc., al frente de los cuales ponan a elementos afines y fieles al gobierno, pero no tenan ninguna idea concreta de cmo hacer funcionar todas esas empresas. La segunda razn, quizs ms convincente que la primera, fue el establecimiento de una dictadura militar revolucionaria peor aun que la anterior, con la creacin de sistemas violentos de represin y brutalidad, capaces de controlar, encarcelar y fusilar masivamente a una parte de la poblacin si fuese necesario; con un sistema de tortura superior al gobierno anterior y una capacidad de maltratar y vejar a presos polticos sin paralelos en nuestra historia. El liberticidio cometido por Castro contra el pueblo de Cuba, cuyas crnicas estn ligadas precisamente al amor por la libertad, fue el motivo principal y la consecuencia inevitable del desastre comunista en la Isla. Un pueblo encadenado y de rodillas no puede colaborar efectivamente en un triunfo social o poltico. Es precisamente todo lo contrario. La utopa autoritaria de Marx nunca progres en ningn pas por ese motivo. Por su parte, los anarquistas que haban combatido en toda su historia, como se puede comprobar en este trabajo, contra el sistema capitalista establecido desde que la sacarocracia impuso su sistema clasista en Cuba, hasta el seudo socialismo impuesto por Castro, pasando por un antimarxismo virulento desde 1933, fueron los primeros en entender y denunciar el proceso castrista desde sus puntos de vista ideolgicos y sociales. Se intent en principio, cuando existan an dudas, independizar o liberar al movimiento obrero de una vez por todas del gobierno de turno, tarea que fracas. La visita y evaluacin que hizo Agustn Souchy primero, en su libro sobre la revolucin cubana en 1960 y la declaracin pblica de la ASL de ese mismo ao, explicaban de forma cabal cul era la posicin de los anarquistas en esos momentos y cules eran las aspiraciones revolucionarias de los cratas con relacin al gobierno, y el libro de Abelardo Iglesias sobre el mismo tema y similar propsito en 1963. Acercndonos cada da ms a la hora final del castrismo y teniendo en cuenta que las ideas anarquistas que se plantearon a finales del siglo pasado chocan de frente con una sociedad moderna muy diferente a las anteriores, donde la tecnologa es un elemento fundamental en todas las relaciones humanas, nos parece que es necesario una revisin y replanteamiento el ideario crata. No quiere decir todo esto que se deba renunciar a muchas de las ideas libertarias de este siglo ni mucho menos a sus consignas ms elevadas. Para Cuba, sin embargo, se debe ir pensando en una nueva aurora de libertad que pueda y deba servir para comenzar una propagacin eficiente de los ideales anarcosindicalistas y de tica proletaria por los medios ms accesibles y usando los ms modernos de la tecnologa. La antigua consigna de la AIT La emancipacin de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos tiene tanta vigencia hoy como en tiempos de Bakunin. La solidaridad internacional de los diferentes sectores anarquistas, anarcosindicalistas, libertarios, etc., es un factor importante en la organizacin futura a nivel obrero, sindical y confederal, pero no deber ser
imprescindible. Son los propios obreros los llamados a luchar por las reivindicaciones sociales y sobre todo a organizarse sindicalmente para lograr esos propsitos. Las diferencias con el sistema que est a punto de morir fueron la lucha constante de los anarquistas en Cuba durante ms de 40 aos. Los primeros pronunciamientos en contra de la dictadura en 1960 hablaban bien claro de liberalizacin de los sindicatos obreros, municipios libres, cooperativas agrcolas, industrias autnomas, colectividades fabriles y campesinas, etc. El mismo documento de la ASL refleja su oposicin directa al centralismo, la violencia, el militarismo y el imperialismo, que como ya es sabido fueron las razones principales de la oposicin al gobierno revolucionario e irnicamente algunos de los motivos de su desastre total. Se debe, pues, maana hacer nfasis en estas consignas, con todo valor ayer como en el nuevo siglo XXI. Pero se sabe y se comenta de la cooperativas campesinas en diferentes partes de Cuba. Respetadas por el gobierno castrista debido a su ubicacin, casi siempre montaosa, y estar organizadas en beneficio de ayuda mutua entre los campesinos de regiones agrestes y a veces lejanas. Este tipo de cooperativismo agrcola, mencionado por Agustn Souchy en su obra, que ha servido en muchos casos no slo para alimentar a los que participan en el proyecto, sino tambin para ayudar en la venta de productos del agro en los pueblos cercanos, ha dado resultados positivos dentro del marco de un sistema que se ha caracterizado por su ineficacia en la agricultura. Ideadas estas cooperativas a principios de este siglo y puestas a producir durante ms de ochenta aos dentro de los criterios y parmetros del anarquismo rural, pueden servir y ser muy tiles para el futuro de Cuba. El discurso anarquista y sus proposiciones no ha muerto en Cuba como creen muchos que tratando de ignorar, tergiversar o tornando invisibles la historia del anarquismo en Cuba quieren hacer desaparecer estas ideas de redencin social de la agenda cubana a las puertas del nuevo siglo. Se equivocan. El marxismo dej de ser una utopa con los planes de Lenin y Stalin. El anarquismo por su parte, con toda una tradicin de luchas, de sacrificios y de muertes, contina siendo una utopa a pesar de que algunos ya hayan declarado que los sueos sociales han muerto. Es prematuro enterrar la ideas libertarias y declararlas difuntas cuando an tienen vigencia y sobre todo en un campo prspero, abonado con sangre de varias generaciones y donde de nuevo renacern con ms fuerza los pensamientos de un arquetipo elevado de la condicin humana y sobre todo de libertad individual y colectiva de todo un pueblo. Anselmo Lorenzo dijo una vez que Lo primero que se necesita para ser anarquista era ser justo; nosotros le agregamos que tambin es necesario ser optimista. Las nuevas generaciones de cubanos que han sufrido el terror castrista durante varias dcadas, en la busca y rebusca eterna de un sistema que libere al hombre de la intolerancia, dominacin, odio, rapia y venganza encontrar muy pronto que las proposiciones libertarias sern el primer paso en direccin a una sociedad futura ms justa, ms libre y ms noble.
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ndice onomstico
Acebal, Antonio, 55 Acea, Jos, 97 Acosta, Juana Mara, 63 Adam, Paul, 45 Aguilar, Federico, 32 Aguilar, Sebastin (hijo), 97 Aguirre, Francisco, 97 Alcn Selma, Marcos, 113, 119 Alea, Vicente, 77, 79, 101 Alfarache Arrabal, Progreso, 119, 121 Alonso, Domingo, 74, 79, 85 lvarez, Anselmo, 33 lvarez, Jos A., 85 lvarez, Juan R., 81 (fotografa), 85, 104 lvarez Micheltorena, Jos, 97 Aller, Juan, 49 Angiolillo, Michele, 13, 45 Antes, David, 62 Arderius, Jos, 40 Aristipo, 12 Armas, Francisco de, 49 Arrigoni, Enrico, 111, 112 Ayn Morgan, Julio, 71 Bakunin, Miguel, 12, 13, 26, 31, 118, 134 Balio, Carlos, 30, 38, 64 Baragoitia, Francisco, 57 Barbeito, Modesto, 71 (fotografa), 77, 79, 84, 85, 112 Barreiro, Alejandro, 55, 58, 62 Barreras, Floreal, 71, en 97 (Barrera) Barroso, Abelardo, 71, 74 Batista, Fulgencio, 8, 15, 17, 69, 73, 75, 8187, 90, 91, 95, 98, 103 Betances, Ramn Emeterio (Dr.), 7, 13, 44, 45 Blackwell, Russell, 104 Blandn, Pedro, 32 Bluestein, Abe, 105 Borges, Ambrosio, 49 Borghi, Armando, 112 Bretau, Francisco, 77 (fotografa), 81, 99, 101 Bretau, Roberto, 81, 82, 85 Brooke, John, 47, 50 Busto, Serafn, 49 Cafiero, Carlo, 31 Calle (Mata), Francisco, 101 Callejas, 41 Camio, Adolfo, 72 Camp, Juan, 119 Campanella, Tomasso, 12 Campos, G., 54 Campos, J.C., 25, 56 Cnovas del Castillo, Antonio, 7, 13, 4345, 55, 58 Carballeda, Francisco, 49 Caruso, Enrico, 59 Casanovas Codina, 40, 41, 43 Casaas, 53 Castillo, Manuel, 63, 77 Castro, Agustn, 22 Castro, Fidel, 8, 1416, 83, 84, 86, 87, 9092, 9498, 100, 106, 108111, 113116, 118, 120, 121, 124, 126, 127, 131, 133 Castro, Ral, 90, 106 Cienfuegos, Camilo, 91 Cienfuegos, Ramn, 91 Cisneros Betancourt, Salvador, 25, 48 Cobo Csar, Santiago, 81, 110 (fotografa) Cobo, Jos R., 32
Cofio, ngel, 79 Cohn Bendit, Daniel, 120 Constantino Cavarrocas, Julio, 72 Contreras, Miguel, 63 Creci, Enrique, 27 (fotografa), 30, 33, 38, 42, 48, 51, 56 Cressatti, E., 119 Chomsky, Noam, 118 Dagas, 113 Delgado, Romn, 56 Delliger, David, 114 Deza, Manuel, 62 Daz Blanco, Luis, 58 Daz, Domingo, 71, 74 Daz, Porfirio, 55 Daz, Victorino, 32, 33 Diguez, Floreal, 104 Diguez, Omar, 104 Dez, Paulino, 63, 72 Dolgoff, Esther, 105 Dolgoff, Sam, 81, 104, 113, 114, 119, 120 Domenech, Francisco, 27 Dulzaides, Luis, 71, 82 Durruti Domnguez, Buenaventura, 91 Estenoz, Evaristo, 49 Esteve, Pedro, 38, 40, 42, 44 Estrada, Melquiades, 32 Estrada Palma, Toms, 5254 Estrade, Paul, 45 Fabbri, Luce, 115, 119 Fabelo, Teodoro, 71 Fajardo Boheras, Pedro, 72 Falco, Francisco Federico (Dr.), 48, 49 Faure, Sebastien, 45 Fernndez, Jos, 32 Fernndez Mart, Jos, 71 Fernndez, Maximino, 33 Ferrara, Orestes, 48 Ferrer Guardia, Francisco Juan Ramn, 54, 62 Ferro, Manuel (firmaba sus trabajos como Justo Muriel), 22, 110, 112, 117 Fidalgo, Juan, 104 Flores Magn, Enrique, 64 Flores Magn, Ricardo, 55 Fraga Iribarne, Manuel, 16 Fuente, Cristbal, 32, 33, 42 Fuentes, Andrs, 57 Gaona Sousa, Manuel, 98101 Garca, Alberto, 113 Garca, Bartolo, 81, 104 Garca, Carmelo, 62 Garca Menocal, Mario, 5658, 65 Garca Polavieja, Camilo, 34, 35 Garca Purn, Gervasio, 27 Garca, Salvador, 113 Garca, Vicente, 25 Gars, Santos, 57 Germain, Andr, 106 Germinal, Domingo, 54 Godwin, William, 12 Goldman, Emma, 45 Gmez, Alfredo, 109, 110, 116, 120, 121 Gmez, Fernando, 104 Gmez, Jos Miguel, 55, 56 Gmez, Mximo, 48, 52, 53 Gompers, Samuel, 64 Gonzlez Aguirre, Jos, 41 Gonzlez Boves, Eduardo, 33 Gonzlez Malo, J., 104 Gonzlez, Manuel, 22, 77 (fotografa), 85, 97, 101, 102 Gonzlez Sol, Francisco, 54
Govn, Jos M., 63 Grau San Martn, Ramn, 69, 75, 76, 79 Grave, Jean, 45 Gualberto Gmez, Juan, 48 Guerra, Pablo, 33, 56, 58, 61, 62 (fotografa), 63, 112 Guerrero, Prxedis G., 55 Guevara, Ernesto, 90, 125, 127 Guiteras, Antonio, 69, 70 Hargis, Mike, 114 Hernndez, Jenaro, 33 Hernndez, Jos C., 32 Hernndez, Victoriano, 97 Horno, Adolfo, 32, 33 Iglesias, Abelardo, 18, 22, 72, 79, 82, 84, 95, 104 (fotografa), 111, 113, 115117, 120, 121, 133 Iglesias, Aquiles, 85 Iglesias, Fernando, 57 Iglesias, Margarito, 6365, 67 Irazozqui, Pedro, 54 Izaguirre, Jos Joaqun, 33 Janeiros, Benjamn, 57 Jong, A de, 106 Kropotkin, Pedro, 12, 45, 58 Lacour, Lopold, 45 Lage, Jos, 57 Landrin, Antonio, 77 Landrove, Manuel, 62 Lenin, 59, 119, 130, 135 Leval, Gaston, 119 Lima, Gilberto, 77, 85 Linsuan, Luis, 85, 97, 106, 110 Linsuan, Suria, 22, 77 (fotografa), 97, 106 Lpiz, Vicente, 56 Lodlow, William, 49 Lpez, Alfredo, 56, 57 (fotografa), 58, 6165, 67, 78 (fotografa) Lpez, Gustavo, 71 Lpez, Manuel, 57 Lpez, Vicente, 54 Lozano, Miguel, 63 (fotografa) Maceo, 51 Machado, Gerardo (anarquista), 71, 74 Machado, Gerardo (Presidente de Cuba), 7, 15, 55, 6467, 6972, 98, 103 Malagamba, Gustavo, 72 Malatesta, Errico, 7, 50, 51 Malato, Charles, 45 Mandado Marcos, Jos, 97 Marcuse, 118 Margarita, Ilario, 119 Mrquez, Jos de Jess, 24 Mart, Jos, 7, 37, 40, 42, 51 Martnez, Claudio, 22, 74, 75 (fotografa), 85, 104, 105 Martnez, Saturnino, 6, 24, 26 Marx, Carlos, 26, 31, 118, 133 Mata, Manuel de la, 72 McKinley, 47, 50 Mella, Julio Antonio, 61, 62, 64 Mndez, Plcido, 85, 97, 106 Mendieta, 71 Menndez Areces, 34 Meneses, Luis, 57 Mera Sanz, Cipriano, 119 Mercier, Luis, 106, 119 Merino, Pedro, 27 Messonier, Enrique, 27, 28 (fotografa), 30, 33, 38, 42, 44, 49, 51, 53, 99 Mestre, Ricardo, 109, 113, 119 Michel, Louise, 45 Mintz, Frank, 119 Miranda, Manuel M., 33, 38, 42, 44, 50, 51 Mir Solanes, Fidel, 113, 119 Monteagudo, Humberto, 72
Montelongo, Len G., 22 Montero, 53 Montseny Ma, Federica, 111 Moreno Fraginals, 34 Moro, Toms, 12 Mosc, Casto, 22, 81 (fotografa), 84, 85, 96, 97, 101, 102 Mosc, Isidro, 85, 97, 106 Mujal, Eusebio, 82, 84 Muiz, Sabino, 41 Muriel, Justo (vase Manuel Ferro) Npoles, Juan (y su compaera Mara), 74 Nardo, Helio, 22, 70, 71 (fotografa), 77, 79, 99 Negrn, Ral, 97 Nez, Emilio, 50, 51 Nez, Pascual, 63 Ochoa, Arnaldo, 14, 15, 130 Ortega, Jos, 32 Otero, Eusebio, 97 Otero, Laureano, 57 Otero, Ramn, 33 Palomino, 30, 38 Pardo, Andrs, 101 Pascual, Florentino, 63 Patio, ngel, 32 Paules, Cosme, 72 Pends, Jos, 72 Penichet, Antonio, 48, 56, 58, 59, 6163, 99 Prez, Eduardo, 32 Prez, Jos F., 32 Prez Rizo, Adolfo, 57 Pi y Margall, Francisco, 44 Pieiro, Modesto, 97 Piera, Rolando, 104 Pis, Manuel, 74 Plasencia Moro, Aleida, 37 Prendes, 33 Preobazhenzky, I., 130 Prince, Jacobo, 94, 109, 113, 119 Pro Socarrs, Carlos, 79, 80, 82 Proudhon, Pierre Joseph, 6, 12, 13, 2426 Quintana, Gerardo, 33 Ramos, Francisco, 57 Rayn, Toms, 57 Reclus, Eli, 45 Reclus, lise, 31, 45 Rego, Bienvenido, 63 Rey Garca, Eduardo, 33 Ripoll, Miguel, 57 Rivas, Jos, 49 Rivas, Miguel, 71 Rivera Monteserri, 38 Rivero Muiz, Jos, 62 Rivero y Rivero, Ramn, 30, 38, 49, 53 Robaina, Francisco (Machete), 97 Roca, Blas, 95 Rodrigues, Edgar, 109, 119 Rodrguez, Emilio, 62 Rodrguez, Manuel, 104 Rodrguez, Venancio, 63 Roig San Martn, Enrique, 6, 26, 27 (fotografa), 2832, 34, 36, 38, 39, 42, 43, 51, 60 Rojas, Domingo, 113, 118 Romaelle, Sandalio, 33 Rosado, Domingo, 63 Rubens, Horatio, 41 Rubiera, Vicente, 80 Rdiger, Helmut, 106, 119 Ruiz, Isidoro, 54 Ruz, 33 Saavedra, Abelardo, 49, 5456
Sagasta, Prxedes Mateo, 45 Salamanca, Manuel, 32, 34 Salinas, Marcelo, 22, 54 (fotografa), 58, 59, 72, 76, 77, 82, 84, 101, 102, 112, 117 (fotografa) Salmern y Alonso, Nicols, 44 Salvochea Alvarez, Fermn, 7, 39, 44 Snchez, Augusto, 97 Snchez, Pedro, 97 Segura, 30, 38 Serra, Rafael, 62 (fotografa), 63, 72, 99, 101, 102, 112 Sorondo, 38 Souchy, Agustn, 77, 93, 94, 106, 109, 119, 133, 134 Steens, Achille, 45 Surez Feliu, Nstor, 77, 79 Surez, Ventura, 97 Tamargo, Rolando, 97 Tenorio, Juan, 56 Thoreau, Henry David, 114 Tiradas, Juan, 32, 33 Toms, Nicanor, 63 Torres, Norberto, 97 Torres, Sandalio, 113 Torres, Sicinio, 97 Trotski, 59, 119 Trujillo, Nicasio, 63 Turn, Venancio, 63, 71 Valle, Adrian del (Palmiro de Lidia), 44, 4951 Vallina Martnez, Pedro, 7, 44 Varona, Enrique, 62, 63 (fotografa), 64, 65, 98 Vega, Francisco, 33 Velarmino, 33 Vespucio, Amrico, 12 Viadiu, Ismael, 113 Villamil, Ramn C., 32, 33 Villasus, Jos, 62 Weyler, Valeriano, 13, 43, 44, 47, 58 Wood, Leonard, 50 Zapata, Emiliano, 55 Zayas, Alfredo, 59, 62 Zayas Bazn, Rogerio, 65 Zenn,
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Vctor Garca Utopas y anarquismo Jos Luis Gutirrez Molina Crisis burguesa y unidad obrera: el sindicalismo en Cdiz durante la Segunda Repblica Abraham Guilln Tcnica de la desinformacin CNT El anarcosindicalismo en la era tecnolgica Angel Olmedo Alonso El discurso anarquista: dos aplicaciones metodolgicas Abraham Guilln I. Economa autogestionaria II. Economa libertaria William Godwin De la impostura poltica Gastn Leval Prctica del socialismo libertario Len Tolstoi La insumisin y otros textos Pedro Kropotkin El Estado y su papel histrico Fernando Solano Palacios La revolucin de octubre: quince das de comunismo libertario Manuel Villar El anarquismo en la insurreccin de Asturias Jos Yez, Antonio Cerezo y Vicente Espn Evasin del Penal de Ocaa Emma Goldman Viviendo mi vida (dos volmenes) M Angeles GarcaMaroto La mujer en la prensa anarquista: Espaa (19001936) Abel Paz Durruti en la Revolucin espaola Lope Massagu Bruch Mauthausen, fin de trayecto: Un anarquista en los campos de la muerte Juan Gimnez De la Unin a Banat: Itinerario de una rebelda Durruti 18961936 lbum de fotos (Edicin en 5 idiomas) Jos Luis Garca Ra Reflexiones para la accin: una lectura libertaria de la transicin (dos volmenes) Agustn Garca Calvo Contra el Hombre A. Delso Trescientos hombres y yo Juan Busquets
Los anarquistas contra Franco: veinte aos de prisin Agustn Garca Calvo Quin dice No? En torno a la anarqua VV.AA. Anarquismo bsico: habla la Anarqua VV.AA. Mujeres Libres: luchadoras libertarias Colectivo Alas de Xue Una historia del anarquismo en Colombia Ignacio de Llorens El ltimo verano sovitico Miguel Herberg Chile 73: la historia se repite (lbum de fotos) Federico Gallo Edo La raison douloureuse (en francs)
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