El documento describe varios autómatas históricos, incluyendo una carroza que se movía sola, un mago mecánico que respondía preguntas, y un pato mecánico que parecía real. Luego discute el Jugador de Ajedrez de Maelzel, afirmando que es imposible que sea puramente mecánico debido a la naturaleza incierta de los movimientos en el ajedrez, a diferencia de los cálculos matemáticos. Finalmente, brinda algunos antecedentes sobre el autómata, inventado
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El documento describe varios autómatas históricos, incluyendo una carroza que se movía sola, un mago mecánico que respondía preguntas, y un pato mecánico que parecía real. Luego discute el Jugador de Ajedrez de Maelzel, afirmando que es imposible que sea puramente mecánico debido a la naturaleza incierta de los movimientos en el ajedrez, a diferencia de los cálculos matemáticos. Finalmente, brinda algunos antecedentes sobre el autómata, inventado
El documento describe varios autómatas históricos, incluyendo una carroza que se movía sola, un mago mecánico que respondía preguntas, y un pato mecánico que parecía real. Luego discute el Jugador de Ajedrez de Maelzel, afirmando que es imposible que sea puramente mecánico debido a la naturaleza incierta de los movimientos en el ajedrez, a diferencia de los cálculos matemáticos. Finalmente, brinda algunos antecedentes sobre el autómata, inventado
El documento describe varios autómatas históricos, incluyendo una carroza que se movía sola, un mago mecánico que respondía preguntas, y un pato mecánico que parecía real. Luego discute el Jugador de Ajedrez de Maelzel, afirmando que es imposible que sea puramente mecánico debido a la naturaleza incierta de los movimientos en el ajedrez, a diferencia de los cálculos matemáticos. Finalmente, brinda algunos antecedentes sobre el autómata, inventado
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EL JUGADOR DE AJEDREZ DE MAELZEL
Edgar Allan Poe
Cuento
Probablemente ninguna exhibicin ha provocado un inters tan grande como la del Jugador de Ajedrez de Maelzel. Dondequiera que lo han presentado ha sido objeto de la ms intensa curiosidad por parte de las personas reflexivas. Y sin embargo la cuestin de su modus operandi sigue siendo desconocida. Nada se ha escrito sobre el tema que pueda considerarse como definitivo; y por eso encontramos en todas partes personas de gran talento para la mecnica, y de entendimiento tan comprensivo como agudo, que no vacilan en declarar que el Autmata es una mquina, cuyos movimientos nada tienen que ver con la intervencin humana, por lo cual puede considerrselo la ms asombrosa invencin de la humanidad. Y as lo sera, en caso de que aqullos acertaran en sus suposiciones. Si aceptamos dicha hiptesis sera absurdo comparar el Jugador de Ajedrez con cualquier mecanismo similar de nuestros tiempos o de la antigedad. Ha habido, empero, muchos y maravillosos autmatas. En las Cartas sobre la magia natural, de Brewster, hallamos una crnica de los ms notables. Entre los que existieron sin que quepa la menor duda, mencionemos primeramente la carroza inventada por M. Camus para que Luis XIV se entretuviera de nio. Instalbase una mesa de unos cuatro pies cuadrados en la sala destinada a la exhibicin. Sobre la mesa apareca una carroza de seis pulgadas de largo, tirada por dos caballos del mismo material. Por una de las ventanillas se vea a una dama en el asiento trasero. El cochero, sentado en lo alto, sostena las riendas, y en los asientos posteriores haba un paje y un lacayo. M. Camus tocaba un resorte, e instantneamente el cochero haca restallar el ltigo y los caballos echaban a andar de la manera ms natural, siguiendo el borde de la mesa y arrastrando la carroza. Al llegar al extremo de la mesa giraban bruscamente hacia la izquierda, y el vehculo continuaba en ngulo recto con respecto a su direccin anterior, siguiendo siempre el borde de la mesa. De esta manera llegaba hasta el lado correspondiente al silln del joven prncipe. Detenase la carroza, el paje descenda para abrir la portezuela, la dama bajaba y presentaba una peticin al soberano. Hecho esto volva a subir al carruaje. El paje levantaba los escalones, cerraba la puerta y volva a su asiento. Castigaba el cochero a los caballos y la carroza prosegua la marcha hasta detenerse en su punto de partida. El mago de M. Maillardet merece tambin mencin. Transcribimos una crnica sobre el mismo, extrada de las Cartas ya mencionadas del doctor Brewster, quien obtuvo sus informaciones de la Enciclopedia de Edimburgo. Uno de los mecanismos ms notables que hayamos visto era el Mago construido por M. Maillardet, el cual responda a determinadas preguntas. Un mueco vestido de mago hallbase sentado al pie de un muro, con una varita mgica en una mano y un libro en la otra. Hay un cierto nmero de preguntas ya preparadas e inscritas en medallones ovalados; el espectador elige uno de ellos y, luego de colocarlo en un cajn dispuesto a tal efecto, ste se cierra con un resorte hasta que se haya dado la respuesta. El mago se levanta de su silla, mueve la cabeza, describe crculos con la varita mgica y acerca el libro a su rostro, como si lo estuviera consultando y se sumergiera en profundas meditaciones. Despus de su aparente reflexin, levanta la varita y golpea con ella la pared sobre su cabeza: brense las hojas de una puerta, mostrando una respuesta apropiada a la pregunta. La puerta vuelve a cerrarse, el mago retorna a su asiento y el cajn se abre para devolver el medalln. De stos hay veinte distintos. Los medallones estn formados por delgadas lminas de bronce de forma elptica, absolutamente iguales entre s. Algunos tienen preguntas inscritas a ambos lados, que el mago contesta sucesivamente. Si se cierra el cajn sin haber depositado un medalln, el mago se levanta, consulta su libro, mueve la cabeza y se vuelve a su sitio, la puerta permanece cerrada y el cajn vuelve a abrirse. Si se ponen dos medallones juntos, el mago contesta solamente al de ms abajo. Una vez que se ha dado cuerda al mecanismo, los movimientos continan durante una hora, en el curso de la cual pueden recibir respuestas unas cincuenta personas. El inventor declar que los medios por los cuales cada medalln actuaba sobre la maquinaria a fin de provocar las respuestas apropiada; eran extremadamente sencillos. El pato de Vaucanson parece an ms notable. De tamao natural, imitaba tan a la perfeccin un pato viviente que induca a engao a los espectadores. Brewster afirma que ejecutaba todos los movimientos naturales, coma y beba con avidez haciendo esos rpidos movimientos con la cabeza y fa garganta que son tan peculiares en un pato, y que enturbiaba el agua con el pico como lo hacen estos animales. Graznaba asimismo de la manera ms natural. El artista haba demostrado su extraordinaria habilidad en los detalles anatmicos. Todos los huesos del pato viviente estaban reproducidos en el autmata, y sus alas eran anatmicamente exactas. Haba imitado todas las cavidades, apfisis y curvaturas, y cada hueso ejecutaba los movimientos que le correspondan. Cuando se le echaba maz, el pato estiraba el cuello para alcanzarlo, lo tragaba y lo digera . Pero si estas mquinas eran ingeniosas, qu diremos de la mquina de calcular de Mr. Babbage? Qu pensar de una mquina de madera y metal que no slo puede calcular tablas astronmicas y nuticas hasta un cierto punto, sino que la exactitud de sus operaciones matemticas se ve confirmada por su facultad de corregir los posibles errores? Qu creer de una mquina que no solamente hace todo eso, sino que adems imprime los resultados obtenidos, sin la menor intervencin del intelecto humano? Se nos dir, quiz, que una mquina como la descrita se encuentra muy por encima del Jugador de Ajedrez de Maelzel. Pero no es as; al contrario, est muy por debajo..., siempre que supongamos (lo que no debe hacerse, como se ver) que el jugador de Ajedrez es tan slo una mquina que cumple sus operaciones sin ninguna intervencin inmediata. Los clculos aritmticos o algebraicos son por naturaleza fijos y determinados. Dados ciertos datos, los resultados se siguen necesaria e inevitablemente. Dichos resultados no dependen ni estn influidos por otra cosa que por los datos originales. La cuestin a solucionar se desarrolla, o debera desarrollarse, por una sucesin de pasos infalibles no sujetos a ningn cambio ni modificacin, hasta el resultado final. Planteadas as las cosas, podemos concebir sin inconvenientes la posibilidad de disponer en forma tal las piezas de un mecanismo que, luego de echar a andar de conformidad con los datos de la cuestin, contine sus movimientos de manera regular, progresiva e inflexible, hasta la solucin requerida, pues por ms complejos que sean dichos movimientos es imposible considerarlos de otra manera que como finitos y determinados. El caso es harto distinto con el Jugador de Ajedrez. No hay aqu una progresin determinada. Ningn movimiento de ajedrez se ve necesariamente seguido por otro. Cualquiera sea la posicin que ocupen las piezas en un momento dado de la partida, no se puede predecir su posicin en el momento siguiente. Comparemos el primer movimiento de una partida con los datos de un problema algebraico, y se percibir de inmediato la gran diferencia entre ambos. En este ltimo el segundo paso sigue inevitablemente como consecuencia de los datos. Est modelado por stos. Tiene que ser as, y no de otra manera. Pero despus del primer movimiento en el ajedrez, el segundo no se sigue necesariamente. En el problema algebraico la certeza de sus operaciones se mantiene inalterable a medida que avanza hacia la solucin. El segundo paso es consecuencia del planteo; el tercero lo es del segundo, el cuarto del tercero, el quinto del cuarto, y as sucesivamente, sin alteracin posible, hasta el fin. En el ajedrez, en cambio, a medida que se avanza en la partida avanza asimismo la incertidumbre de cada movimiento siguiente. Hechas algunas jugadas, ninguna de las que siguen es segura. Diferentes espectadores de la partida podran aconsejar diferentes movimientos. Todo depende del variado juicio de los jugadores. Concediendo ahora (cosa que no debe hacerse) que los movimientos del autmata Jugador de Ajedrez estuvieran determinados en s mismos. Necesariamente se veran interrumpidos y desordenados por la voluntad indeterminada de su antagonista. No existe, pues, analoga alguna entre las operaciones cumplidas por el Jugador de Ajedrez y las de la mquina de calcular de Mr. Babbage, y si optamos por considerar al primero como una pura mquina, deberemos admitir que, fuera de duda, es la invencin ms maravillosa de la humanidad. Su inventor, empero, el barn Kempelen, no tuvo escrpulos en declarar que se trataba de un mecanismo muy sencillo, una bagatelle cuyos efectos parecan tan maravillosos a causa de lo audaz de la concepcin y de la afortunada eleccin de mtodos empleados para provocar esa ilusin. Intil es que nos demoremos en este terreno. Damos por absolutamente seguro que una mente regula los movimientos del autmata. Incluso es posible demostrarlo matemticamente a priori. El nico problema que se plantea es el del medio por el cual se efecta la intervencin humana. Pero antes de entrar en este tema me parece conveniente hacer una breve historia y descripcin del jugador de Ajedrez, destinada a aquellos lectores que no han tenido oportunidad de presenciar las exhibiciones de Mr. Maelzel.
El autmata jugador de ajedrez fue inventado en 1769 por el barn Kempclen, noble hngaro de Presburg, quien lo transfiri ms tarde, junto con el secreto de sus movimientos, a su actual poseedor . Poco despus de terminado fue exhibido en Presburg, Pars. Viena y otras ciudades continentales. En 1783 y 1784 fue llevado a Londres por Mr. Maelzel. En los ltimos aos ha visitado las principales ciudades de los Estados Unidos. Dondequiera que se lo exhibi produjo la ms intensa curiosidad, y muchas fueron las personas que se esforzaron por comprender el misterio de sus movimientos. El dibujo de la pgina anterior da una representacin aceptable de la figura del autmata, tal como la vieron hace pocas semanas los habitantes de Richmond. No obstante, el brazo derecho debera descansar ms sobre el cajn, falta el tablero de ajedrez y no debera verse el almuhadcn mientras el jugador sostiene la pipa. Desde que el autmata entr en posesin de Maelzel, su apariencia se ha modificado un tanto; la pluma, por ejemplo, es un agregado posterior. A la hora sealada para la exhibicin se levanta una cortina o se abren las puertas, mientras se coloca la mquina a unos doce pies del ms prximo de los espectadores, entre los cuales y aqulla se tiende una cuerda. Se ve entonces una figura de hombre vestido como un turco, sentado con las piernas cruzadas ante una gran caja, al parecer de madera de arce y que sirve de mesa de juego. Si as se le pide, el maestro de ceremonias trasladar la mquina a cualquier parte de la escena, permitir que quede donde se le solicite y aun cambiar repetidamente su ubicacin en el curso de la partida. El fondo de la caja est considerablemente elevado sobre el nivel del suelo, gracias a las patas con ruedecitas de bronce sobre las cuales se mueve, permitiendo as a los espectadores contemplar con toda claridad la superficie por debajo del autmata. La silla donde se sienta la figura est asegurada a la caja. Sobre sta hay un tablero de ajedrez igualmente asegurado. El brazo derecho del jugador est completamente extendido, en ngulo recto con el cuerpo, y se apoya en una actitud negligente al lado del tablero. Tiene la mano con el dorso hacia arriba. El tablero mide dieciocho pulgadas cuadradas. El brazo izquierdo del autmata est doblado en el codo y sostiene tina pipa en la mano. Una capa verde oculta la espalda del turco, cubriendo parcialmente sus hombros. A juzgar por la apariencia externa de la caja sta se halla dividida en cinco partes: tres compartimentos de iguales dimensiones y dos cajones que ocupan la parte situada debajo de los compartimentos. Los detalles sealados se refieren a la apariencia del autmata cuando se lo presenta por primera vez a los espectadores. Maelzel procede entonces a informar que pondr a la vista el mecanismo de la mquina. Sacando del bolsillo un manojo de llaves abre con una de ellas la puerta 1 (ver figura), de manera que los presentes puedan inspeccionar con todo detalle el compartimento. El interior del mismo aparece lleno de ruedas, piones, palancas y otras maquinarias, tan juntas unas de otras que la mirada apenas alcanza a penetrar en el interior. Dejando esta puerta abierta de par en par, Maelzel se traslada a la parte posterior de la caja y, levantando la capa de la figura, abre otra puerta situada precisamente en el lado opuesto del compartimento. Acercando una buja encendida a dicha puerta, y variando repetidamente la posicin del conjunto, hace que la luz ilumine brillantemente el interior del compartimento, permitiendo observar con toda claridad que est lleno, completamente, de maquinarias. Satisfechos los espectadores, Maelzel cierra la puerta trasera con llave, que retira luego, y dejando caer otra vez la capa de la figura, vuelve al frente. Se recordar que la puerta 1 est todava abierta. El exhibidor procede entonces a abrir el cajn situado debajo de los compartimentos y en el fondo de la caja, pues, aunque aparentemente se trata de dos cajones. Slo hay uno; las dos manijas y las dos cerraduras slo tienen propsitos ornamentales. Una vez abierto en toda su extensin, se ven en l un pequeo almohadn y un juego de piezas de ajedrez, colocadas en un marco que las mantiene perpendicularmente. Dejando este cajn abierto al igual que el compartimento 1, Maelzel procede a abrir las puertas nmero 2 y nmero 3; se trata de puertas plegadizas que dan a un solo compartimento. A la derecha de ste, sin embargo (se entiende que a la derecha de los espectadores), existe una pequea divisin de unas seis pulgadas llena de maquinarias. El compartimento principal (pues, al referirnos a la porcin de la caja visible, al abrirse las puertas 2 y 3, le daremos siempre este nombre) est forrado de tela oscura y no contiene maquinaria alguna, aparte de dos piezas de acero en forma de cuadrante, situadas, respectivamente, en los ngulos superiores del fondo del compartimento. En el piso, cerca del rincn posterior correspondiente a la mano izquierda de los espectadores, se ve una pequea protuberancia de unas ocho pulgadas cuadradas cubierta igualmente de tela negra. Dejando abiertas las puertas 2 y 3, as como el cajn y la puerta nmero 1, el exhibidor se traslada a la parte posterior del compartimento principal y, abriendo all otra puerta, muestra con toda claridad el interior del mismo, paseando una buja por detrs y por dentro. Una vez que la totalidad de la caja ha quedado as aparentemente expuesta al escrutinio de los presentes, Maelzel, dejando siempre abiertas las puertas y el cajn, hace girar completamente el conjunto y pone a la vista la espalda del turco, levantando para ello su capa. Abre luego una puerta de unas diez pulgadas cuadradas en la espalda de la fisura y otra ms pequea en el muslo izquierdo. A travs de estas aberturas, el interior de la figura aparece completamente lleno de maquinarias. En general, los espectadores se muestran satisfechos de haber contemplado y examinado cada porcin individual del autmata al mismo tiempo, y toda idea de que pueda haber una persona escondida en el interior durante tan completa exhibicin del mismo queda descartada de inmediato (si es que alguien llega a abrigarla) como absolutamente ridcula. Luego de colocar la mquina en su posicin original, M. Maelzel informa a los presentes que el autmata jugar una partida de ajedrez contra cualquiera que est dispuesto a enfrentarlo. Aceptado el desafa se prepara una mesita para el antagonista cerca de la cuerda. pero del lado del pblico, situada de manera tal que no impida a los presentes observar de lleno al autmata. Se extrae del cajn de dicha mesa un juego de ajedrez, y por lo regular, aunque no siempre, Maelzel lo ordena en persona sobre el tablero pintado en la mesa. Instalado el adversario, el exhihidor se aproxima al cajn inferior, del cual extrae el almohadn, que coloca bajo el brazo izquierdo del autmata, como soporte, luego de haberle quitado la pipa. Tomando luego el juego de ajedrez del autmata, que tambin estaba guardado en el cajn inferior, ordena las piezas sobre el tablero colocado ante la figura. Procede luego a cerrar las puertas y a echarles llave, dejando el manojo de stas en la cerradura de la puerta nmero 1. Cierra asimismo el cajn inferior y finalmente da cuerda a la mquina, aplicando una llave a una abertura situada en el lado izquierdo (del especiador) de la caja. Empieza entonces la partida y el autmata ejecuta la primera jugada. La duracin se limita por lo regular a media hora, pero si la partida no ha terminado y el desafiante sostiene que an es capaz de vencer al mata, M. Maeclzel no se opone casi nunca a que el juego contine. La razn ostensible y sin duda real de esta limitacin de tiempo es la de no aburrir a los presentes. Iniciada la partida, cada vez que el desafiante efecta una jugada en su mesa Maelzel la repite en persona sobre el tablero del autmata, actuando as como representante del rival. A su vez, cuando el turco juega, el mismo Maelzel lo representa ante el tablero del rival, repitiendo la jugada. De esta manera el exhibidor se ve precisado a trasladarse con frecuencia de una mesa a otra. Va tambin muchas veces a situarse detrs de la figura para retirar las piezas que el Jugador ha tomado, depositndola, en la caja situada a la izquierda de ste y del tablero. Cuando el autmata vacila antes de jugar, se ha visto a veces que el exhibidor se colocaba muy cerca de su derecha, apoyando una que otra vez la mano sobre el cajn con aire descuidado. Efecta asimismo un ruido particular al caminar, capaz de engendrar en aquellas personas ms ladinas que sagaces la sospecha de alguna confabulacin con la mquina. No hay duda de que dichas peculiaridades forman parte de los hbitos de M. Maelzel, o bien que si se da cuenta de ellas las practica a fin de provocar en los espectadores una falsa nocin del mecanismo del autmata. El turco juega con la mano izquierda. Todos los movimientos del brazo se efectan en ngulo recto. De esta manera, la mano (que est enguantada y doblada de manera muy natural) llega directamente a situarse sobre la pieza que habr de mover, desciende luego sobre ella, sujetndola casi siempre entre los dedos sin la menor dificultad. A veces, sin embargo, cuando la pieza no estaba colocada exactamente en su lugar, el autmata falla en su tentativa de sujetarla. En este caso no repite el movimiento, sino que el brazo contina en la direccin que seala la jugada, tal como si llevara la pieza entre los dedos. Habiendo as designado el lugar correspondiente, el brazo vuelve a su almohadn y Maelzel completa en persona la jugada del autmata. A cada movimiento del Jugador se oye funcionar la maquinaria. En el curso de la partida la figura mueve una que otra vez los ojos como si examinara el tablero, sacude la cabeza y pronuncia la palabra chec (jaque) toda vez que es necesario . Si su rival efecta una jugada en falso, el Jugador golpea fuertemente la caja con los nudillos de la mano derecha, sacude vigorosamente la cabeza y, volviendo a poner la pieza mal movida en su posicin anterior, procede a efectuar una nueva jugada. Cuando ha vencido, mueve la cabeza con aire de triunfo, mira complacidamente a los espectadores y, retirando el brazo izquierdo ms atrs de lo acostumbrado, deja tan slo los dedos apoyados en el almohadn. En general, el turco sale victorioso; ha sido vencido una o dos veces. Terminado el juego, Maelzel se muestra dispuesto a exhibir nuevamente el mecanismo de la caja, procediendo del mismo modo que antes. Llevan luego la mquina hacia el fondo y el teln la oculta a los espectadores. Muchas tentativas se han hecho para resolver el misterio del autmata. La opinin ms generalmente aceptada -incluso por hombres que deberan ver con ms claridad en el problema- es la de que el Jugador acta sin intervencin humana inmediata; en otras palabras, que la mquina es tan slo una mquina. Muchos, empero, han sostenido que el exhibidor regulaba los movimientos de la figura por medios mecnicos que actuaban a travs de los pies de la caja. No faltaron quienes supusieron la influencia de un imn. Sobre las primeras opiniones no aadiremos nada a lo que ya llevamos dicho. Con respecto a las segundas, basta repetir lo que explicamos antes: la mquina se mueve sobre ruedas, y, a pedido de los espectadores, ser trasladada a cualquier parre del escenario. La idea del imn no es menos insostenible, ya que si ste fuera el agente de los movimientos, cualquier otro imn en el bolsillo de un espectador bastara para desajustar por completo el mecanismo. por lo dems, el exhibidor consiente en que se coloque una poderosa piedra imn sobre la caja durante toda la sesin. La primera tentativa de explicacin por escrito del secreto (por lo menos, la primera que conocemos) apareci en forma de folleto en Pars, y en 1785. La hiptesis del autor se reduca a que un enano manejaba el mecanismo. Imaginaba que durante la apertura de la caja el enano se esconda metiendo las piernas en dos cilindros huecos, que haca aparecer (aunque en realidad no estn) entre las maquinarias del compartimento nmero 1, mientras el cuerpo se halla fuera de la caja, cubierto por la capa del turco. Una vez cerradas las puertas, el enano quedaba libre para introducirse en la caja; el ruido provocado por la maquinaria bastaba para disimular sus movimientos, as como el cierre de la puerta por la cual entraba. El autor del folleto agregaba que, una vez exhibido el interior del autmata sin que se descubriera a nadie, los espectadores quedaban convencidos de que el mecanismo no contena a persona alguna. Pero toda la hiptesis era demasiado absurda para requerir comentario o refutacin, y no cabce duda de que no despert el menor inters. En 1789, M. I. F. Frevhcrc public un libro en Dresden tratando a su vez de develar el misterio. El libro era voluminoso y contena muchas ilustraciones en color. Supona que un muchacho bien adiestrado, sumamente delgado y pequeo para su edad (lo bastante como para quedar encerrado en un cajn situado inmediatamente debajo del tablero de ajedrez) haca las jugadas v diriga todos los movimientos del autmata. Aunque esta idea era todava ms tonta que la del autor parisiense, fue mejor recibida y considerada casi como la solucin del misterio, hasta que el inventor puso fin al asunto autorizando un examen minucioso de la parte superior de la caja. Estas raras tentativas de explicacin fueron seguidas por otras igualmente raras. En los ltimos tiempos, un autor annimo que razonaba de manera muy poco lgica consigui esbozar torpemente una solucin plausible -aunque no nos parezca de ninguna manera exacta-. Su ensayo se public primeramente en un semanario de Baltimore, ilustrado con grabados, v se titulaba: Una tentativa de anlisis del autmata del Jugador de Ajedrez de M. Maelzel. Suponernos que dicho ensayo constituy luego el cuerpo del folleto a que alude Sir David Brewster en sus Cartas sobre la magia natural, y al que califica sin vacilar de explicacin tan completa como satisfactoria. Cierto es que los resultados del anlisis son exactos de un modo general, pero slo cabe suponer que Brewster lo ley de manera muy apresurada y desatenta antes de declararlo una explicacin completa y satisfactoria. En el compendio del anlisis que figura en las Cartas sobre la magia natural es absolutamente imposible llegar a una conclusin precisa sobre lo adecuado o inadecuado de dicho anlisis, a causa del gran desorden y la deficiencia de las referencias empleadas. De la misma falta adolece la Tentativa, en la forma original en que la conocimos. La solucin consiste en una serie de minuciosas explicaciones (acompaadas de grabados) que ocupan varias pginas, destinadas a mostrar la posibilidad de desplazar los tabiques de la caja para permitir que un cuerpo humano oculto en el interior pueda moverse parcialmente de un lugar a otro de la caja durante la exhibicin del mecanismo, eludiendo as el escrutinio de los espectadores. No cabe la menor duda, por lo que ya hemos dicho y por lo que trataremos luego de mostrar, de que el principio o mejor el resultado de esta solucin es verdadero. Hay una persona escondida en la caja durante toda la exhibicin de su interior. Lo que objetamos, empero, es la verbosa descripcin de la manera cmo se desplazan los tabiques a fin de adaptarse a los movimientos de la persona all encerrada. Objetamos el hecho de que se haya partido de una mera teora, obligando luego a las circustancias a adaptarse a la misma. El autor no lleg a ella (y no poda llegar) por un razonamiento inductivo. De cualquier manera que se efecten los desplazamientos stos quedan siempre ocultos a la observacin exterior. Ahora bien, mostrar que ciertos movimientos pueden ser efectuados de una determinada manera est muy lejos de ser una demostracin de que as ocurre en la realidad. Los mismos resultados podran ser obtenidos por una infinidad de otros mtodos. La probabilidad de que el elegido por el autor sea el correcto est en relacin de uno a infinito. Pero en realidad este punto precisa -el desplazamiento de los tabiques- no es importante. Intil resultaba consagrar siete u ocho pginas a los efectos de probar algo que nadie con sentido comn negara: vale decir, que el maravilloso genio del barn Kempelen para la mecnica era capaz de inventar los medios necesarios a fin de cerrar una puerta o correr un tabique, con un ser humano a su servicio y en contacto con el tabique o la puerta, mientras la totalidad de esas operaciones se llevaba a cabo (como lo muestra el autor del ensayo aludido y como trataremos de mostrarlo nosotros ms completamente) fuera del alcance de la observacin de los espectadores. Al abocarnos a una explicacin del autmata nos esforzaremos en primer trmino por mostrar cmo se efectan sus operaciones, y describiremos luego, lo ms brevemente posible, la naturaleza de las observaciones que nos han permitido deducir nuestro resultado. Para una mejor comprensin del tema ser necesario que repitamos sucintamente el orden que sigue el exhihidor al mostrar el interior de la caja -un orden del que jams se aparta en ningn detalle-. Abre en primer trmino la puerta nmero 1. Dejndola abierta pasa a la parte trasera de la caja y abre una puerta situada exactamente en la parte opuesta de la puerta 1. Acerca una buja a dicha puerta trasera. Cierra luego la puerta trasera, le echa llave y, volviendo al frente, abre por completo el cajn. Hecho esto, abre las puertas 2 y 3 (las puertas plegadizas), exhibiendo el interior del compartimento principal. Dejndolo abierto, as como el cajn y la puerta del compartimento nmero 1, vuelve a la parte trasera y abre la puerta posterior del compartimento principal. Al volver a cerrar la caja, Maelzel nn sigue ningn orden regular, salvo que las puertas plegadizas on cerradas siempre antes que el cajn. Supongamos ahora que cuando se trae la mquina a presencia de los espectadores hay un hombre en su interior. Su cuerpo est situado detrs de la apretada maquinaria del compartimento nmero 1 (y la parte posterior de dicha maquinaria se halla dispuesta de manera tal de poder desplazarse en masse desde el compartimento principal al compartimento nmero 1, segn la ocasin lo requiera); las piernas quedan cmodamente extendidas en el compartimento principal. Cuando Maelzel abre la puerta nmero 1 el hombre del interior no corre peligro de ser descubierto, pues el ojo ms penetrante no puede llegar ms all de dos pulgadas en la oscuridad interior. Pero muy distinto es el caso cuando se abre la puerta trasera del compartimento nmero 1. Una brillante luz penetra entonces en el compartimento, y el cuerpo del hombre, de hallarse all, sera descubierto. No ocurre as, sin embargo. El ruido de la llave en la cerradura de la puerta trasera es una seal para que la persona escondida doble el cuerpo hacia adelante, en un ngulo lo ms agudo posible, metindose por completo o casi en el compartimento principal. Esta, empero, es una posicin muy penosa y que no puede mantenerse largo tiempo. Por eso Maelzel cierra la puerta trasera. Hecho esto, no hay razn para que el cuerpo del hombre no pueda volver a su actitud anterior, ya que el compartimento ha quedado otra vez bastante a oscuras como para desafiar todo escrutinio. Se abre entonces el cajn y las piernas de la persona encerrada bajan a situarse en el espacio que aqul ocupaba anteriormente. Por lo tanto, en el compartimento principal no queda parte alguna del hombre: su cuerpo se halla detrs de la maquinaria en el compartimento nmero 1, y sus piernas en el espacio ocupado antes por el cajn. El exhibidor se halla, por tanto, en condiciones de mostrar el compartimento principal. As lo hace, abriendo las puertas delanteras y la trasera, sin que se descubra a persona alguna. Los espectadores quedan satisfechos de que la totalidad de la caja haya sido puesta al descubierto y, lo que es ms, que sus distintas porciones aparezcan a la vista al mismo tiempo-. Pero la verdad es otra. El pblico no puede ver el espacio situado detrs del cajn ni el interior del compartimento nmero 1, cuya puerta delantera ha quedado virtualmente cerrada desde el momento en que el exhibidor cierra la abertura trasera. Luego de hacer girar en redondo la mquina, Maelzel levanta la capa del turco, abre las puertas de su espalda y su muslo, y despus de mostrar que el interior del cuerpo est lleno de maquinarias, vuelve las cosas a su posicin original y cierra las puertas. El hombre del interior queda en libertad para moverse. Se introduce en el cuerpo del turco lo bastante como para que sus ojos alcancen el nivel del tablero de ajedrez. Es muy probable que se siente sobre el pequeo bloque o protuberancia de forma cuadrada que se ve en un ngulo del compartimento principal cuando las puertas se hallan abiertas. En esta posicin puede ver el tablero a travs del pecho del turco, que es de gasa. Llevando la mano derecha a la altura de su hombro izquierdo, mueve la pequea maquinaria requerida para guiar el brazo izquierdo y los dedos de la figura. La maquinaria se halla situada exactamente debajo del hombro izquierdo del turco, y puede ser fcilmente alcanzada por la mano derecha del hombre escondido si suponemos que cruza el brazo delante del pecho. El movimiento de la cabeza y los ojos del autmata, as como los del brazo derecho y el sonido de la palabra chec, son producidos por otro mecanismo situado en el interior e igualmente manejado por el hombre oculto. El mecanismo completo (es decir, el mecanismo esencial para las operaciones) est muy probablemente contenido en el pequeo compartimento -de unas seis pulgadas de ancho- colocado a la derecha (a la derecha de los espectadores) en el compartimento principal. En este anlisis de las operaciones del autmata hemos evitado deliberadamente toda alusin a la manera con que se desplazan los tabiques, y se est ahora en condiciones de comprender que dicho punto carece de importancia, ya que puede efectuarse de infinitas maneras diferentes, todas ellas al alcance de cualquier carpintero, y que dichos desplazamientos se efectan fuera de la vista de los espectadores. Nuestros resultados se fundan en las siguientes observaciones efectuadas en el curso de numerosas exhibiciones del autmata de Maelzel:
1. Las jugadas del turco no se cumplen a intervalos regulares, sino que se adaptan a las jugadas de su antagonista, aunque este punto (la regularidad) tan importante en cualquier dispositivo mecnico podra haberse resuelto, fcilmente limitan el tiempo concedido para las jugadas del antagonista. Por ejemplo, si el lmite fuera de tres minutos. los movimientos del autmata podran efectuarse a intervalos regulares superiores a tres minutos. La irregularidad, pues, cuando tan fcil hubiera sido lo contrario, prueba que la regularidad no es de importancia para el funcionamiento del autmata: en otras palabras, que ste no es una pura mquina.
2. Cuando el autmata se dispone a mover una pieza se observa claramente un movimiento debajo del hombro, izquierdo, movimiento que produce una levsima agitacin de la capa que cubre la parte delantera izquierda. Este movimiento precede invariablemente en unos dos segundos al movimiento del brazo del turco; en ningn caso el brazo se mueve sin este movimiento preparatorio del hombro. Ahora bien, supongamos que el adversario mueve una pieza y deja que, como de costumbre, Maelzel efecte el mismo movimiento sobre el tablero del autmata. Supongamos tambin que el adversario, observa cuidadosamente al autmata, hasta que percibe el movimiento preparatorio en el hombro. Entonces, sin perder un instante, y antes de que el brazo comience a moverse, retira su pieza como si hubiera percibido un error en su jugada. Se advertir entonces que el movimiento del brazo, que en todos los casos sucede inmediatamente al movimiento del hombro, no se produce, es suprimido, aunque Maelzel no ha efectuado an en el tablero del autmata ninguna jugada correspondiente a la rectificacin del adversario. En este caso resulta evidente que el autmata se dispona a jugar; y el que no lo haga es un efecto de la rectificacin de su antagonista, sin la menor intervencin de Maelzel. Este hecho prueba plenamente: 1, que la intervencin de Maelzel, al efectuar los movimientos del adversario en el tablero del autmata, no es imprescindible para los movimientos de este ltimo: 2, que dichos tnovimientos estn regulados por una inteligencia, por alguien que est viendo el tablero del rival; 3, que los movimientos no estn regulados por la inteligencia de Maelzel, que en el caso antedicho daba la espalda al adversario cuando ste retir su pieza.
3. El autmata no gana invariablemente la partida. Si se tratara de una pura mquina. debera triunfar en todos los casos. Descubierto el principio por el cual la mquina puede jugar una partida de ajedrez, una extensin del mismo principio debera permitirle ganar una partida, y una extensin ulterior capacitarla para ganar todas las partidas, vale decir superar cualquier combinacin posible de su rival. Una ligera reflexin convencer a cualquiera de que la dificultad de conseguir que una mquina gane todas las partidas no es mayor, en lo que respecta al principio de las operaciones necesarias, que hacer que gane una sola partida. Si consideramos, pues, al Jugador de Ajedrez como una mquina, tenemos que suponer (con mucha improbabilidad) que su inventor prefiri que quedara imperfecta en vez de darle la perfeccin; suposicin todava ms absurda si reflexionanios que, al dejarla incompleta, proporcionaba un argumento en contra de la posibilidad de que se tratara de una pura mquina -es decir, el mismo argumento que estamos utilizando.
4. Cuando la situacin del juego es difcil o compleja, jams vemos que el turco mueva la cabeza o gire los ojos. Slo lo hace cuando su jugada signiente es obvia, o cuando el juego presenta caractersticas tales que un hombre, en el lugar del autmata, no necesitara pensar mucho. Ahora bien, esos peculiares movimientos de la cabeza y los ojos son tpicos de las personas entregadas a la meditacin, y el barn Kempelen hubiera debido adaptarlos (si la mquina fuera una pura mquina) a las ocasiones que les eran propias, vale decir, a los momentos difciles de la partida. Pero en este caso ocurre todo lo contrario, y esto se aplica perfectamente a la suposicin de un hombre encerrado en la mquina. Sumido en la meditacin del juego, no tiene tiempo para pensar en mover el mecanismo del autmata que regula los movimientos de cabeza y de ojos. En cambio, cuando el juego es fcil tiene oportunidad de mirar en torno, y, en consecuencia, vemos moverse la cabeza y girar los ojos.
5. Cuando mr mueve la mquina para permitir a los espectadores que examinen la espalda del turco, y cuando se levanta la capa y se abren las puertas situadas en el tronco y en el muslo, se advierte que el tronco del autmata est lleno de maquinarias. Al observar esta maquinaria mientras se haca avanzar el conjunto sobre sus ruedecillas, nos pareci que ciertas partes del mecanismo cambiaban de forma y de posicin de una manera excesivamente notable como para que las meras leyes de la perspectiva explicaran el cambio; un examen posterior nos convenci de que las alteraciones indebidas eran atribuibles a espejos en el interior del cuerpo del autmata. La presencia de espejos en la maquinaria no puede tener relacin alguna con la maquinaria en s. Su objeto -sea cual fuere- debe referirse necesariamente a los ojos de los espectadores. Concluimos inmediatamente que aquellos espejos tenan por finalidad multiplicar la visin de unas pocas piezas mecnicas en el interior del tronco, para dar la impresin de que ste se halla repleto de mecanismos. La inferencia inmediata que cabe extraer de esto es que la mquina no es pura mquina. Si lo fuera, el inventor estara muy lejos de complicar la apariencia de su mecanismo, empleando espejos para engaar a los espectadores; por el contrario, se hubiera mostrado especialmente deseoso de convencer a los testigos de la simplicidad de los medios por los cuales haba logrado tan maravilloso resultado.
6. La apariencia externa, y especialmente las actitudes del turco, son mediocres imitaciones de vida, si nos ponemos a considerarlas como tales. El rostro no revela ninguna sutileza, y la ms comn de las figuras de cera lo sobrepasa en parecido con un rostro humano. Los ojos ruedan mecnicamente en la cabeza, sin ningn movimiento correspondiente de las cejas o pestaas. El brazo, especialmente, efecta sus operaciones de manera extraordinarimente rgida, torpe, espasmdica y angulosa. Ahora bien, esto se debe a la incapacidad de Maelzel para obtener mejores resultados, o a una negligencia intencional; no cabe por otra parte pensar en una negligencia accidental, pues el ingenioso propietario dedica todo su tiempo al perfeccionamiento de sus mquinas. No puede suponerse en ningn momento que la torpe imitacin de la vida del autmata se deba a inepcia, ya que el resto de los autmatas de Maelzel prueban su extraordinaria habilidad para imitar los movimientos y particularidades de la vida con la ms asombrosa exacttud. Los bailarines en la cuerda floja, por ejemplo, son inimitables. Cuando el payaso re, sus labios, ojos, cejas y pestaas, y a decir verdad cada rasgo de su rostro, adoptan las expresiones apropiadas. Tanto en l como en su compaero los gestos son tan naturales, tan lejos de toda artificialidad, que si no fuera por su pequeo tamao y el hecho de que son pasados de mano en mano por la platea antes de su exhibicin en la cuerda floja, sera difcil convencer al pblico de que esos autmatas de madera no son criaturas vivientes. Imposible dudar, pues, de la capacidad de M. Maelzel, y debemos necesariamente suponer que ha permitido a propsito que su Jugador de Ajedrez conserve la figura artificial y poco natural que el barn Kempelen (sin duda con el mismo designio) le confiri originariamente. No es difcil imaginar dicho designio. Si el autmata obrara en forma tal que diera la impresin de la vida, el espectador se sentira ms inclinado a atribuir sus movimientos a su verdadera causa (es decir, a una intervencin humana en el interior) de lo que se muestra habitualmente; los torpes y rgidos movimientos del mueco inducen a pensar en un mecanismo puro, sin ayuda alguna.
7. Cuando un momento antes de principiar la partida el exhibidor procede a dar cuerda al autmata, un odo acostumbrado a los sonidos que se originan al remontar cualquier sistema mecnico no dejar de descubrir instantneamente que el eje impulsado por la llave en la caja del Jugador de Ajedrez no puede estar conectado con ningn peso, resorte o maquinara de cualquier clase. La deduccin consiguiente es la misma de nuestra observacin anterior. El acto de dar cuerda no tiene nada que ver con las acciones del autmata, y se cumple al solo efecto la falsa idea de un mecanismo.
8. Cada vez que se pregunta concretamente a Maelzel: Es el autmata un pura maquina, o no?, responde invariablemente: No tengo nada que decir. Ahora bien, la notoriedad del Jugador y la gran curiosidad que excita en todas partes se deben en especial a la opinin prevaleciente de que se trata de una pura mquina y no de otras razones. Por tanto, estara en el inters del propietario presentarlo como tal. Y qu mtodo ms obvio y ms efectivo que el de confirmar la idea de los espectadores mediante ura declaracin explcita y positiva en ese sentido? Por otra parte, al rehusar dicha declaracin, no provoca Maelzel un movimiento de incredulidad en el pblico, que ya no quedar convencido de que se trata de una pura mquina? Como es natural, el pblico razonar de esta forma: Maelzel tiene inters en presentarnos al Jugador como una pura mquina; se niega a declararlo directamente, aunque no tiene escrpulos y se muestra ansioso por convencernos indirectamente, a travs de las acciones del autmata; pero si el Jugador fuera realmente lo que parece ser a travs de sus acciones, Maelzel estara encantado de confirmarlo con el testimonio directo de su palabra; por tanto, si calla es porque sabe que no se trata de una pura mquina; sus acciones no pueden acusarlo de falsedad, en tanto que sus palabras s.
9. Cuando exhibe el interior de la caja, Maelzel abre la puerta nmero 1, y tambin la puerta posterior correspondiente, acercando una buja a dicha puerta trasera (como ya hemos explicado) y moviendo la mquina de un lado a otro a fin de convencer al pblico de que el compartimento nmero 1 est completamente ocupado por la maquinaria. En momentos en que el conjunto se est moviendo, un observador atento notar que mientras la parte de la maquinaria correspondiente a la puerta delantera nmero 1 permanece firme y fija, la porcin posterior oscila levemente a cada movimiento de la caja. Esta circunstancia despert en nosotros la sospecha de que la parte posterior de la maquinaria estaba dispuesta de manera de desplazarse en masse cuando la ocasin lo requiriera. Ya hemos indicado que dicha ocasin se presenta cuando el hombre escondido se endereza luego de quedar cerrada la puerta trasera.
10. Sir David Brewster afirma que el turco es de tamao natural, pero en realidad es mucho ms grande. Nada ms fcil que equivocarse en cuestiones de magnitud. El cuerpo del autmata se halla por lo regular aislado y, como carecemos de medios para compararlo con cualquier figura humana, llegamos a creerlo de dimensiones ordinarias. Pero el error puede ser corregido si se observa al Jugador en momentos en que su propietario se le acerca. Por cierto que M. Maelzel no es muy alto, pero de todos modos su cabeza se encuentra por lo menos dieciocho pulgadas por debajo de la del turco, pese a que ste, como hemos dicho, est sentado.
11. La caja ante la cual se halla colocado el autmata tiene exactamente tres pies y seis pulgadas de largo, dos pies y cuatro pulgadas de profundidad y dos pies y seis pulgadas de alto. Estas dimensiones son ms que suficien-tes por contener a un hombre de tamao muy superior al normal, y el compartimento principal bastara para contener a un hombre normal en la posicin que hemos sealado. Como cualquiera que dude puede comprobar estos hechos mediante un clculo personal, nos parece innecesario extender-nos sobre ellos. Nos limitaremos a indicar que, si bien la tapa de la caja parece estar formada por una tabla de unas tres pulgadas de espesor, el espectador puede verificar por s mismo, agachndose y mirando hacia arriba cuando el compartimento principal se halla abierto, que se trata de una plancha sumamente fina. Aquellos que slo miran superficialmente se equivocaran asimismo acerca de la altura del cajn. Entre la parte superior de ste, como se lo ve desde fuera, y el fondo del compartimento, hay aproximadamente tres pulgadas; este espacio debe ser incluido en la altura del cajn. Tales proporciones, destinadas a hacer que el espacio dentro de la caja parezca menos grande de lo que es, corresponden a la intencin del inventor de crear una nueva idea falsa en el pblico, es decir, que ningn ser humano puede estar metido dentro de la caja.
12. El interior del compartimento principal se halla ntegramente forrado de tela. Suponemos que la misma tiene una doble finalidad. Parte de ella puede formar, una vez bien estirada, los nicos tabiques que se requiere mover durante los cambio, de posicin del hombre; por ejemplo, la divisin entre la parte posterior del compartimento principal y la parte posterior del compartimento nmero 1, y la divisin entre el compartimento principal y el espacio que queda detrs del cajn luego que ste ha sido abierto. S imaginamos que se procede as, toda dificultad de remover tabiques desaparece al punto, si es que exista. El segundo objeto de la tela consiste en apagar volver imperceptibles todos los sonidos ocasionados por los movimientos de la persona encerrada.
13. Como va hemos observado, no se permite al contendiente que iuegue en el tablero del autmata, sino que debe sentirse a cierta distancia de la mquina. La razn que ms probablemente se aducira para explicar esto, en caso de formularse la pregunta, sera que, si el contendiente se sienta frente al jugador, su cuerpo s interpone entre ste y el pblico, impidiendo una buena visin de lo que ocurre. Pero tal dificultad podra eliminarse fcil-mente, ya sea colocando en un plano superior los asientos de los espectadores, o poniendo la mquina de lado en el curso de la partida. La verdadera causa de este alejamiento es probablemente otra. Si el antagonista se sentara junto a la caja, el secreto correra peligro de ser descubierto, pues un odo fino percibira la respiracin del hombre all encerrado.
14. Aunque al exhibir el interior de la mquina M. Maelzel suele desviarse ligeramente de la routine que hemos sealado, jams se ha sabido que esos cambios fueran tales como para invalidar nuestra solucin. Por ejemplo, se lo ha visto abrir primeramente el cajn; pero nunca abre el compartimento principal sin cerrar antes la puerta posterior del compartimento nmero 1; nunca abre el compartimento principal sin sacar antes el cajn; jams abre la puerta posterior del compartimento nmero 1 mientras el compartimento principal se halla abierta; y la partida de ajedrez no empieza nunca antes de que la mquina haya sido completamente cerrada. Ahora bien, si se supusiera que jams y en ninguna circunstancia M. Maelzel se apart de los pasos que hemos sealado como necesarios para nuestra solucin, ello constituira uno de nuestros ms fuertes argumentos corroborativos; pero dicho argumento se refuerza infinitamente si consideramos que, en algunos casos, el exhihidor se aparta de su routine, pero jams de manera tal que pueda invalidar nuestra solucin.
15. Durante la exhibicin hay siempre seis bujas en torno al tablero del autmata. La cuestin se plantea con toda naturalidad: Por qu emplear tantas bujas cuando bastara una, o a lo sumo dos, para que los espectadores pudieran contemplar con toda claridad el tablero, mxime cuando la sala est siempre muy iluminada? Si suponemos que se trata de una pura mquina, para qu necesita tanta luz, si es que le hace falta alguna a fin de efectuar sus operaciones, sobre todo cuando en la mesa de su antagonista slo se ha colocado una buja? La primera v ms evidente inferencia es que se requiere una luz muy intensa para permitir que el hombre encerradoo pueda ver a travs del material transparente (probablemente gasa fina) que forma el pecho del turco. Pero si consideramos la disposicin de las bujas, descubriremos inmediatamente otra razn. En total, como hemos dicho, hay seis bujas, colocadas a ambos lados de la figura. Las ms alejadas de los espectadores son las ms altas, las del centro tienen unas dos pulgadas menos y las ms cercanas al pblico son todava dos pulgadas ms cortas; adems, las bujas de un lado difieren en altura de las situadas respectivamente al otro lado, en una proporcin de dos pulgadas; vale decir, que la vela ms larga de un lado tiene unas tres pulgadas menos que la vela ms larga del lado opuesto, y as sucesivamente. Se ver as que no hay dos bujas que tengan la misma altura, y por tanto la dificultad para percibir el material que constituye el pecho de la figura (y contra el cual est especialmente dirigida la luz) se ve grandemente aumentada por el deslumbrante efecto que produce el complicado entrecruzarse de los rayos luminosos obtenido al situar los centros de irradiacin a diferentes alturas.
16. Mientras el Jugador de Ajedrez estuvo en posesin del barn Kempelen, se not ms de una vez que, en primer trmino, un italiano de la servidumbre del barn no era nunca visible mientras el turco jugaba una partida, y, en segundo lugar, que cierta vez que el italiano haha enfermado gravemente, las exhibiciones se suspendieron hasta su restablecimiento. Este italiano se declaraba incapaz de jugar al ajedrez, aunque todos los otros servidores del barn jugaban correctamente. Anlogas observaciones se han hecho despus que el autnoma fue adquirido por Maelzel. Hay un individuo, Schlumberger, que acompaa continuamente a Maelzel, sin otra tarea ostensible que la de embalar y desembalar el autmata. Este hombre, de estatura mediana, es sumamente encorvado. No sabemos si afirma jugar o no al ajedrez. Pero. en cambio, es seguro que jams se le ve durante las exhibiciones del Jugador, aunque suele encontrrselo antes e inmediatamente despus. An ms: hace unos aos, Maelzel visit la ciudad de Richmond con sus autmatas, y, si no nos equivocamos, los exhibi en la casa que ocupa ahora M. Bossieux con su academia de bailes. Schlumberger cay enfermo, y mientras dur su indisposicin no se hicieron presentaciones del Jugador. Estos hechos son bien conocidos por numerosos conciudadanos. La razn aducida para la suspensin de las exhibiciones no fue la enfermedad de Schlumberger. Dejarnos al lector extraer las consecuencias de todo esto, sin ms comentarios.
17. El turco Juega con el brazo izquierdo. Circunstancia tan notable no puede ser accidental. Brewster no la toma para nada en cuenta, aparte de sealar el hecho. Los primeros autores de ensayos acerca del autmata no parecen haber observado el detalle, pues no hacen referencia al mismo. El autor del folleto mencionado por Mr. Brewster alude a esto, pero reconoce su incapacidad para explicrselo. Sin embargo, es preciso extraer (le tan notorias discrepancias o incongruencias las deducciones que nos conducirn a la verdad. El hecho de que el autmata juegue con la mano izquierda no puede estar relacionado con los dispositivos de la maquinaria si la consideramos como tal. Cualquier dispositivo que hiciera moverse el brazo izquierdo de la figura podra ser invertido de manera que moviese en la misma forma el derecho. Pero estos principios no pueden hacerse extensivos a la constitucin humana, en la cual existe una marcada y radical diferencia en la estructura y las facultades del brazo derecho y el izquierdo. Reflexionando sobre este hecho, vinculamos naturalmente la anomala existente en el Jugador de Ajedrez a dicha peculiaridad de la constitucin humana. Y si es as, tenemos que imaginar alguna reversin, pues el jugador juega como un hombre no jugara. Estas ideas bastan para sugerir la nocin de un hombre en el interior del mecanismo. Y unos pocos e imperceptibles pasos ms nos llevan finalmente al resultado. El autmata juega con el brazo izquierdo porque, si no fuera as, el hombre de adentro no podra jugar con su brazo derecho, que por supuesto constituye el desideratum. Imaginemos, por ejemplo, que el autmata juega con el brazo derecho. Para alcanzar la maquinaria que mueve el brazo, y que como hemos ya explicado se encuentra exactamente debajo del hombro, sera necesario que el hombre de adentro usara su brazo derecho en una postura excesivamente penosa y difcil (o sea pegado al cuerpo y estrechamente apretado entre su cuerpo y el flanco del autmata), o bien que usara, el brazo izquierdo cruzado delante del pecho. En ninguno de los dos casos podra actuar con la soltura y precisin requeridas. Por el contrario, si el autmata juega con el brazo izquierdo, toda dificultad desaparece. El brazo derecho del hombre de adentro sube hasta su hombro izquierdo, y sus dedos actan sin la menor dificultad sobre la maquinaria situada en el hombro de la figura. No creemos que puedan oponerse objeciones razonables a esta solucin del autmata Jugador de Ajedrez.
1 En el artculo Androides, de la Enciclopedia de Edimburgo, se hallar una explicacin detallada de los principales autmatas de todos los tiempos. 2 Este artculo fue escrito en 1835, cuando Mr. Maelzel, que falleci hace poco, exhiba el Jugador de Ajedrez en Estados Unidos. Actualmente (1855) creemos que se halla en posesin del profesor J. K. Mitchell, M. D., de Filadelfia. (N. de la D.) 3 El hecho de que el turco pronuncie la palabra jaque es un perfeccionamiento introducido por Mr. Maelzel. En tiempos en que estaba en posesin del barn Kempelen, la figura anunciaba el jaque golpeando la cara con la mano derecha. 4 Sir David Brewster supone que siempre queda un amplio espacio detrs del cajn, aun cuando est errado; en otras palabras, que se trata de un falso cajn que no llega hasta el fondo de la caja. Pero la idea es insostenible; un truco tan vulgar sera inmediatamente descubierto, sobre todo porque el cajn es abierto siempre en todo su tamao, propor-cionando amplia oportunidad para comparar su profundidad con la de la caja. 5 Algunas de estas observaciones tienden solamente a probar que la mquina est controlada obligadamente por una inteligencia, por lo cual podr parecer superfluo agregar nuevos argumentos en apoyo de lo que ha sido ya afirmado tan rotundamente. Pero nuestra finalidad es la de convencer en especial a algunos amigos nuestros, para quienes una serie de razonamientos sugestivos tendrn ms influencia que la ms positiva de las demostraciones a priori.