Caso Kimel Vs Argentina - Libertad de Expresion
Caso Kimel Vs Argentina - Libertad de Expresion
Caso Kimel Vs Argentina - Libertad de Expresion
Resumen: En su sentencia del Caso Kimel vs. Argentina la Corte Interame-
ricana de DD.HH, luego de reiterar sus dicta sobre la libertad de expresin
como piedra angular de la democracia y de repetir que su ejercicio no admi-
te censura previa sino responsabilidades ulteriores, sta vez, en contra de la
doctrina de la Comisin, sostiene que la responsabilidad penal no es de suyo
incompatible con el artculo 13 del Pacto de San Jos ni con el carcter de
necesarias que ste predica para la definicin de las responsabilidades sea-
ladas. A partir de la cuestin bajo litigio la proteccin del honor de los jue-
ces seala, a todo evento, su carcter excepcional; pero modula la doctri-
na universal de la Real Malicia y manda la realizacin preliminar por el juz-
gador de un balance o test antes de decidir sobre la oposicin entre la liber-
tad de expresin y proteccin de la honra, fundndose en la idea de la pro-
porcionalidad de la afectacin de uno y otro derechos. Los votos de los Jue-
ces Garca Sayn y Garca Ramrez dan cuenta de dos aproximaciones dis-
tintas, que hubo de sortear la Corte para su pronunciamiento unnime.
En los delitos de opinin naufraga la libertad y prospera la tirana
Sergio Garca Ramrez, Ex presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
I. PRELIMINAR
1. Desde su Opinin Consultiva OC-2/82 sobre el efecto de las reservas a la entrada en
vigencia de la Convencin Americana de Derechos Humanos
1
y en su sentencia contenciosa
sobre reparaciones en el Caso Aloeboetoe v. Suriname
2
, dictada en 1993, la Corte Interameri-
cana de Derechos Humanos no ha dejado de valorar hasta el presente a la democracia como
tambin insistir en su importancia crucial derecho humano en cierne
3
o expresin de la
organizacin poltica de la sociedad: instituciones democrticas, democracia representati-
Doctor en Derecho. Ex J uez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Profesor Visi-
tante de la Universidad de Buenos Aires y Profesor Titular Extraordinario de la Universidad del Salva-
dor.
1 Corte IDH. El Efecto de las Reservas sobre la Entrada en Vigencia de la Convencin
Americana sobre Derechos Humanos. Opinin Consultiva OC-2/82 del 24 de septiembre de 1982.
Serie A N 2, prrafo 29.
2 Corte IDH. Caso Aloeboetoe y otros vs. Surinam. Reparaciones y Costas. Sentencia de 10 de
septiembre de 1993. Serie C N 15, prrafo 24.
3 Corte IDH. Caso Yatama vs. Nicaragua. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 23 de junio de 2005. Serie C N 127, Voto razonado del J uez D. Garca Sayn,
prrafo 7.
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va, sociedades democrticas sea para la realizacin de los fines de la misma Convencin
como lo indica su Prembulo, sea para la adecuada interpretacin de los derechos humanos
que ella consagra y como lo pide su artculo 29.c, sea para determinar el ncleo ptreo o los
lmites a que deben estar sometidos estos derechos bajo la regla de las justas exigencias de
bien comn, en una sociedad democrtica, a tenor del artculo 32 ejusdem, en su inciso 2.
2. No por azar, en su voto concurrente al Caso Castillo Petruzzi v. Per, sentenciado en
1999, el J uez Vicente de Roux Rengifo sostuvo, con criterio preciso y luego de una descrip-
cin de las normas o remisiones que a la democracia realiza la Convencin Americana sobre
Derechos Humanos, que [e]l tema de la vinculacin de la proteccin de los derechos huma-
nos a un contexto poltico e institucional democrtico tendra, , que ser objeto de desarrollo
jurisprudencial antes de que pudieran emitirse condenas especficas de violacin de la Con-
vencin Americana.
4
No cabra, pues, sentenciar la responsabilidad internacional de un
Estado parte por violar tal o cual derecho humano, sin la revisin previa de su statu quo como
pas democrtico.
3. A la luz de lo anterior es de sealar que la Corte de San J os se ha referido y ha des-
arrollado con amplitud y en aplicacin de las distintas normas de la Convencin, la totalidad
de los estndares que reclama la democracia para ser considerada como tal en su legitimidad
originaria o en la de desempeo o ejercicio; no habiendo escatimado remisiones, para tal fin,
al contenido de la Carta Democrtica Interamericana, adoptada por la Asamblea General de
la Organizacin de los Estados Americanos el 11 de septiembre de 2001. En nuestra obra
sobre El derecho a la democracia, junto a su parte dogmtica o doctrinal, incorporamos una
amplia sistematizacin de los dicta respectivos desde el nacimiento de la Corte hasta su fallo
de 10 julio de 2007 en el Caso Cantoral Huaman v. Per -que debate la libertad de asocia-
cin en una sociedad democrtica- y en la que damos amplia cuenta del statu quo jurispru-
dencial de la libertad de expresin como piedra angular de la democracia.
5
Desde entonces
hasta la reciente publicacin del fallo cuyo estudio motiva las presentes apuntaciones, no se
haba dado variacin sustantiva alguna en la doctrina de la Corte sobre la materia, que apenas
reitera en el significado de la ley en la democracia: como aquella sancionada por rganos
legislativos democrticamente electos
6
; acerca de la relacin en la democracia entre medios y
fines legtimos y el acceso a la justicia como piedra de toque de la relacin crtica entre el
poder pblico y el ciudadano
7
; en cuanto a las reglas de la legalidad penal democrtica
8
; a
propsito de las restricciones necesarias, proporcionales del derecho a la propiedad de los
pueblos indgenas en una democracia
9
; en torno al carcter invlido en una democracia de las
prohibiciones de impugnar los efectos de la aplicacin o interpretacin de una norma jurdica,
4 Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Per. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 30 de mayo de 1999. Serie C N 52, Voto concurrente del J uez V. de Roux Rengifo.
5 Asdrbal Aguiar, El derecho a la democracia. Coleccin Estudios J urdicos, N 87. Editorial
J urdica Venezolana/Observatorio Iberoamericano de la Democracia. Caracas, 2008.
6 Corte IDH. Caso Chaparro lvarez y Lapo iguez vs. Ecuador. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 21 de noviembre de 2007. Serie C N 170, prrafo 56.
7 Ibdem, Voto razonado del J uez Garca Ramrez, prrafos 2, 14 y 19.
8 Corte IDH. Caso Albn Cornejo y otros vs. Ecuador. Fondo Reparaciones y Costas. Sentencia
de 22 de noviembre de 2007. Serie C N 171, prrafo 135.
9 Corte IDH. Caso del Pueblo Saramaka vs. Surinam. Excepcin Preliminar, Fondo, Repara-
ciones y Costas. Sentencia de 28 de noviembre de 2007. Serie C N 172, prrafo 127.
ESTUDIOS
23
por violar el derecho de acceso a la justicia
10
; y, finalmente, en orden a la consideracin como
torturas de los tratos inhumanos y degradantes, para enfrentar las infracciones a los valores
de la democracia
11
.
4. La Opinin Consultiva OC-5/85, en todo caso, es la primera manifestacin jurispru-
dencial de la Corte donde se abordan a profundidad las normas sobre los lmites que la demo-
cracia impone al ejercicio de los derechos humanos, una vez como explica y desarrolla los
conceptos de necesidad o necesariedad: necesidad social imperiosa, legalidad y legitimidad
de fines, justas exigencias, bien comn, y orden e inters pblico en una democracia; para
determinar luego, con base a ellos, los odres y el contenido in extensu de la libertad de pen-
samiento y expresin, consagrada en el artculo 13 de la Convencin Americana. Y la razn
de tal metodologa o escrutinio conceptual no slo se explica en lo ya dicho por el J uez de
Roux Rengifo, sino en una conclusin de fondo a la que llega la Corte con arraigado sentido
teleolgico: La libertad de expresin se inserta en el orden pblico primario y radical de la
democracia, que no es concebible sin el debate libre y sin que la disidencia tenga pleno dere-
cho de manifestarse.
12
Por lo mismo, es una piedra angular en la existencia misma de una
sociedad democrtica. Es indispensable para la formacin de la opinin pblica. Es tambin
conditio sine qua non para que los partidos polticos, los sindicatos, las sociedades cientfi-
cas y culturales, y en general, quienes deseen influir sobre la colectividad puedan desarrollar-
se plenamente. Es, en fin, [segn la Corte] condicin para que la comunidad, a la hora de
ejercer sus opciones, est suficientemente informada. Por ende, es posible afirmar que una
sociedad que no est bien informada no es plenamente libre.
13
5. Acerca de esta materia ha vuelto la Corte de San J os repetidas veces y en fallos em-
blemticos
14
, hasta el punto de haber definido una doctrina amplia, sistemtica y muy escla-
recedora acerca de los alcances de la libertad de pensamiento y expresin, segn los trminos
del artculo 13 de la Convencin Americana: que como derecho humano es elemento esencial
de la democracia representativa y, a la vez, en su especificidad, como libertad de expresin y
de prensa, es componente fundamental del ejercicio de la democracia, de acuerdo al tenor de
los artculos 3 y 4 de la Carta Democrtica Interamericana. Nada menos.
10 Corte IDH. Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Per. Soli-
citud de Interpretacin de la Sentencia de Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 30 de Noviembre de 2007 Serie C N 174, prrafo 15.
11 Ibdem, Voto disidente del J uez Cancado Trindade, prrafo 37.
12 Corte IDH. La Colegiacin Obligatoria de Periodistas (Arts. 13 y 29 Convencin Ameri-
cana sobre Derechos Humanos). Opinin Consultiva OC-5/85 del 13 de noviembre de 1985. Serie
A N 5, prrafo 69.
13 Loc.cit, prrafo 70.
14 Corte IDH. Exigibilidad del Derecho de Rectificacin o Respuesta (arts. 14.1, 1.1 y 2 Con-
vencin Americana sobre Derechos Humanos). Opinin Consultiva OC-7/86 del 29 de agosto de
1986. Serie A N 7; Corte IDH. Caso La ltima Tentacin de Cristo (Olmedo Bustos y otros) vs. Chile.
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de febrero de 2001. Serie C N 73; Corte IDH. Caso
Ivcher Bronstein vs. Per. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de febrero de 2001. Serie C N
74; Corte IDH. Caso Herrera Ulloa vs. Costa Rica. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 2 de julio de 2004. Serie C N 107; Corte IDH. Caso Ricardo Canese vs. Para-
guay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2004. Serie C N 111; Corte IDH.
Caso Palamara Iribarne vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de noviembre de
2005. Serie C N 135; Corte IDH. Caso Claude Reyes y otros vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 19 de septiembre de 2006. Serie C N 151.
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24
6. No obstante lo anterior, encontrndose pendiente su sentencia sobre el Caso Globovi-
sin v. Venezuela, en su ms reciente fallo sobre el Caso Kimel v. Argentina, dictado el 5 de
mayo de 2008
15
, la Corte Interamericana avanza en su desarrollo jurisprudencial sobre la
indicada materia y lo hace hasta un punto en el que, por una parte, modula o mejor retrasa el
avance que por justa exigencia de la propia democracia plantea la tesis de la despenaliza-
cin de la calumnia e injurias en los asuntos de inters pblico y a propsito del ejercicio de
la libertad de expresin, y por la otra, replantea, al paso, un nuevo marco de relaciones con
los medios de comunicacin social y con los periodistas: poder, segn ella, capaz de vio-
lentar los derechos humanos como el honor del funcionario pblico objeto de la litis- y la
equidad en la informacin, por ende susceptible de ser enfrentado desde el Estado con sus
medios. En esta lnea de argumentacin se inscribe no solo la sentencia de marras, sino, en lo
particular y de un modo militante, la argumentacin justificativa que del fallo, en sus aspec-
tos doctrinales, hace en su voto razonado el J uez Garca-Sayn
16
. En tanto que, comprendien-
do la complejidad coyuntural del tema como la inoportunidad o impertinencia del debate
planteado por la Corte a la luz de los hechos que dieron lugar a la demanda, el J uez y ex
Presidente de la Corte, Sergio Garca Ramrez, hace presente y sostiene, sin perjuicio de su
sentido evolutivo, lo que han sido mximas de la jurisprudencia de la Corte desde sus
tiempos inaugurales y que ella ha consolidado, segn sus propias palabras, con firmeza y
constancia. Ello, con una finalidad que reposa en la singladura democrtica de la Conven-
cin Americana: la prevencin y sancin de los ilcitos con los medios justos y con racio-
nalidad y con vistas a la tesis que hace suya Garca Ramrez: Democracia no implica tole-
rancia o lenidad frente a conductas ilcitas, [pero] la desmesura penal contribuye a establecer
la distancia entre la democracia y la tirana.
17
II. ANTECEDENTES DEL CASO Y PETITORIOS
7. El Caso Kimel se origina en la sentencia de 17 de marzo de 1999, que dicta la Sala IV
de la Cmara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de Buenos Aires si-
guiendo los lineamientos trazados por la Corte Suprema de J usticia de la Nacin, en cuyo
texto se decide que las expresiones vertidas por el periodista [Kimel] dirigidas al querellan-
te, resultan ser de contenido calumnioso; confirmando as, parcialmente y sin que la Corte
Suprema admitiese los recursos extraordinario y de queja ejercidos ante ella, la sentencia de
primera instancia que conden al imputado a la pena de prisin de un ao, en suspenso, as
como al pago de $ 20.000,oo (veinte mil pesos argentinos) en concepto de indemnizacin por
reparacin del dao causado, ms costas. Eduardo Kimel era el autor del libro La Masacre
de San Patricio, editado en 1995, en el que narra y analiza el asesinato de cinco religiosos
pertenecientes a la orden palotina, ocurrido en Argentina el 4 de julio de 1976, y en cuyo
texto afirma, acerca de la decisin judicial adoptada en el asunto el 7 de octubre de 1977 y
refirindose al juez que fuera su querellante, lo siguiente:
realiz todos los trmites inherentes. Acopi los partes policiales con las primeras informa-
ciones, solicit y obtuvo las pericias forenses y las balsticas. Hizo comparecer a una buena
parte de las personas que podan aportar datos para el esclarecimiento. Sin embargo, la lectu-
ra de las fojas judiciales conduce a una primera pregunta: Se quera realmente llegar a una
pista que condujera a los victimarios? La actuacin de los jueces durante la dictadura fue, en
general, condescendiente, cuando no cmplice de la represin dictatorial. En el caso de los
15 Corte IDH. Caso Kimel vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de mayo
de 2008 Serie C N 177.
16 Ib., Voto concurrente del J uez Diego Garca-Sayn, in extensu.
17 Ibdem, Voto del juez Sergio Garca Ramrez, prrafos 2, 10, 13, 16, 17, 19.
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palotinos, el [J ]uez [] cumpli con la mayora de los requisitos formales de la investiga-
cin, aunque resulta ostensible que una serie de elementos decisivos para la elucidacin del
asesinato no fueron tomados en cuenta. La evidencia de que la orden del crimen haba parti-
do de la entraa del poder militar paraliz la pesquisa, llevndola a un punto muerto.
18
8. El 19 de abril de 2007, luego de haberse agotado el procedimiento en su instancia, la
Comisin Interamericana de Derechos Humanos demand a la Repblica Argentina por
violacin, entre otros, de los artculos 13 (Libertad de pensamiento y expresin) y 9 (Princi-
pio de legalidad) de la Convencin Americana, allanndose el Estado en su contestacin de la
demanda hecha el 24 de agosto siguiente y admitiendo que puede compartir con la Ilustre
Comisin que, en el caso en especie, la aplicacin de una sancin penal al seor Eduardo
Gabriel Kimel constituy una violacin de su derecho a la libertad de expresin consagrado
por el artculo 13 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos.
19
9. Las cuestiones sustantivas y de Derecho que hubo de resolver la Corte in limine litis y
antes de declarar la responsabilidad internacional del Estado argentino, con base en los peti-
torios y argumentaciones de la Comisin y de los representantes de la vctima, entre otros
fueron los siguientes: que el proceso penal necesariamente inhibe la difusin y reproduc-
cin de informacin sobre temas de inters pblico, desalentando adems el debate pblico,
y que, asimismo, mantener vigentes disposiciones [como las que tipifican los delitos de
calumnia e injurias] que restringen irrazonablemente la libre circulacin de opiniones sobre la
actuacin de las autoridades pblicas, contrara el artculo 13 de la Convencin. Los repre-
sentantes de la vctima, en lo particular, arguyeron ante la Corte que los tipos penales indica-
dos y aplicados a sta por la J usticia argentina son susceptibles de ser aplicados para perse-
guir criminalmente la crtica poltica.
20
III. LA J URISPRUDENCIA CONSTANTE Y SU RIESGOSA CORRECCIN
10. A la luz de lo anterior, la Corte, antes de resolver sobre el fondo de lo planteado en
el Caso Kimel y al reiterar en sus lneas ms gruesas la doctrina jurisprudencial sobre el art-
culo convencional in comento, menciona los distintos principios que se deducen del conteni-
do o que hacen relacin con el ncleo ptreo de la libertad de pensamiento y expresin, a
saber: (1) Bidimensionalidad del respectivo derecho, en tanto y en cuanto consagra, por una
parte, el derecho individual de cada persona de buscar, recibir y difundir ideas e informacio-
nes y el derecho de todas las personas de recibir y conocer las informaciones e ideas difun-
didas por los dems; (2) Excepcionalidad y necesaridad de sus restricciones; (3) Prohibi-
cin de la censura previa, directa e indirecta; y (4) Responsabilidades ulteriores (la llamada
Doctrina de Blackstone
21
), a cuyo efecto media con carcter absoluto la prohibicin de la
censura previa (OC-5/85, prrafo 38 y C73/2001, prrafo 70) y adquiere carcter relativo
lase no es un derecho absoluto la libertad en cuestin, al reclamarse de aqullas para los
supuestos de su ejercicio indebido .
11. No considero necesario, sin embargo, repetir in extensu su jurisprudencia amplia e ir
ms all de una que otra cita ajustada y seleccionada convenientemente: dado el giro juris-
18 Prrafo 42.
19 Prrafo 18.
20 Prrafos 37 y 38.
21 Vid. Aguiar, op.cit., pginas 70, 422 y 425; asimismo, de nuestra misma autora, La libertad
de expresin: de Cdiz a Chapultepec, Sociedad Interamericana de Prensa/Universidad Catlica Andrs
Bello, Caracas, 2002, pginas 128 y ss.
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prudencial que propone con el Caso Kimel, en cuanto a lo siguiente: (1) El carcter indivisi-
ble de la expresin y de la informacin, a cuyo efecto la restriccin indebida de una implica-
ra a la otra y viceversa (Caso Palamara, prrafo 72); (2) El derecho de acceso a la informa-
cin y su atadura al principio de mxima divulgacin por el Estado (Caso Claude Reyes,
prrafos 76, 77 y 92); (3) La impertinencia del criterio de veracidad informativa, como inten-
to justificativo de la censura por el Estado (OC-5/85, prrafo 77); (4) El fin legtimo de las
restricciones y su disposicin mediante ley formal y material (OC-6/86, prr. 18); (5) La
pluralidad de medios y prohibicin de los monopolios (OC-5, prrafos 34 y 56); (6) Las leyes
de desacato, innecesarias en una democracia (Caso Palamara, prr. 88); (7) El derecho de
rectificacin y respuesta (OC-7/87, prrafos 23, 27 y 33); (8) El carcter crucial de la libertad
de expresin en democracia, y la proteccin mayor de las opiniones e informaciones que
afectan a los funcionarios pblicos (Caso Canese, prrafos 90 y 102).
12. La Corte de San J os, eso s, para completar su cuadro jurisprudencial y, segn lo ya
dicho, para modular sus dicta anteriores sin modificarlos textualmente realiza por vez
primera un ejercicio de fondo acerca de la oposicin entre la libertad de pensamiento y expre-
sin, consagrada en el tantas veces mencionado artculo 13 de la Convencin y en los supues-
tos en que ella incide sobre temas de inters pblico, por una parte, y por la otra, la protec-
cin del derecho a la honra y a la dignidad personales, prevista en el artculo 11 ejusdem, en
lo particular, la que corresponde a quienes administran J usticia dentro del Estado.
13. Luego de consagrar, con vistas a lo anterior, un mtodo de balance para la resolu-
cin de conflictos entre derechos fundamentales, fundndolo en la idea de la estricta propor-
cionalidad
22
y a la luz de los lmites que al ejercicio abusivo de la libertad de expresin fija
el artculo 13 de la Convencin: vg. el respeto a los derechos o a la reputacin de los de-
ms, la Corte, dada la importancia de la libertad de expresin en una sociedad democrtica
y la elevada responsabilidad que ello entraa para quienes ejercen profesionalmente labores
de comunicacin social
23
, se pronuncia a favor de la intervencin normativa del Estado en el
mbito de dicha libertad; aun cuando prevenga sobre la exigencia de minimizar las restric-
ciones a la misma. Y lo hace bajo el presupuesto de un emergente poder de los medios y
del deber del Estado de equilibrar, en la mayor medida posible, la participacin de las distin-
tas informaciones en el debate pblico bajo el criterio de la equidad informativa. De modo
que, a juicio de la Corte y en una lectura contextual de su dictum, a ste le cabe asegurar
condiciones estructurales que permitan la expresin equitativa de las ideas con vistas a un
subproducto: el pluralismo informativo, segn los trminos que a la expresin le atribuye la
OC-5/85 citada supra, es decir, la pluralidad de medios, la prohibicin de todo monopolio
respecto a ellos, cualquiera sea la forma que pretenda adoptar.
24
14. A la luz de lo sealado, caben, por lo pronto, dos observaciones. Una sobre el mto-
do de balance y otra acerca de la intervencin normativa del Estado en el mbito de la liber-
tad de expresin, para asegurar su ejercicio.
15. En cuanto a lo primero cabe apreciar que la tesis de la Corte rechaza de plano y en
lo sucesivo la definicin previa de jerarquas derechos fundamentales vs. los que no son
tales- o categoras de derechos -como los civiles por sobre los econmicos- suponiendo que
todos juegan a la vez y en igual plano, y pueden preferirse uno a otros segn el examen de
cada caso, conforme a sus caractersticas y circunstancias, para apreciar la existencia e inten-
22 Prrafo 56.
23 Prrafo 57.
24 OC-5/85, cit., prrafo 34.
ESTUDIOS
27
sidad de los elementos en que se sustenta dicho juicio.
25
Hace de lado, por consiguiente, el
balancing test hasta ahora dominante y que a la luz de algunos criterios previos admitidos por
la jurisprudencia como la preferencia de la libertad de expresin por sobre el derecho al
honor cuando median temas de inters pblico
26
propone en determinadas hiptesis la
preferencia indistinta y no atada de un derecho por sobre otro; y le da paso, en lo sucesivo, a
un balance no cerrado, que mejor se parece a la tesis de la proteccin armnica de derechos
que esboza cierta doctrina argentina y en los trminos siguientes: [E]stando en juego dere-
chos fundamentales, en caso de aparente conflicto los jueces deben decidir cmo armonizar y
compatibilizar correcta y concretamente los dos derechos en pugna, cuidando que ninguno
sea aniquilado por el otro y buscando en cada entuerto la mejor solucin posible, ya que no
pueden decidir cul derecho priorizar y cul sacrificar.
27
En suma, habra de resolverse la
aparente colisin mirando a cada derecho desde adentro, en su llamado ncleo ptreo y con
vistas a la razonabilidad de su ejercicio; criterio ste que, como lo indica la misma doctrina,
incluye mltiples baremos de control, entre ellos la proporcionalidad entre medios y fines
y el respeto al contenido esencial de cada derecho.
28
16. En lo relativo a la intervencin normativa garantista del Estado acerca de la libertad
de expresin, una sana y descontextualizada interpretacin de lo dicho por el Tribunal de San
J os, por va preliminar y en el Caso que nos ocupa, postulara, sin mengua del indicado
principio de las mnimas restricciones, ms la idea de una legislacin regulatoria de la
competencia entre medios de comunicacin para favorecer la diversidad de los canales in-
formativos y proscribir las prcticas monoplicas, que de una legislacin para incidir con ella
bajo el reclamo de pluralidad de un medio o de los medios en particular- sobreel control de
los contenidos informativos y de la actividad periodstica en general.
17. A todo evento, cabe considerar, tanto en cuanto al balancing test entre derechos
opuestos y sus consecuencias como a la eventual regulacin normativa de la libertad de ex-
presin sugerida por la Corte Interamericana en el Caso Kimel, algo que suponemos entende-
r sta y que bien pudo, por indispensable, resolver de manera ms amplia y cuidadosa en su
resolucin doctrinaria sobre la materia. Se trata, en concreto, del sentido y alcances o lmites
que envuelve todo juicio de proporcionalidad en materia de derechos humanos: sea para
preferir derechos, sea para determinar las consecuencias jurdicas de su violacin. Mutatis
mutandi, con apego a la doctrina internacional reconocida, el juicio de proporcionalidad, uno
de cuyos cnones es el llamado juicio de adecuacin (correspondencia entre el medio articu-
lado y el fin perseguido), de suyo deja ser til o justiciable, es ms que obvio, cuando se
desplaza hacia lo irrazonable; pero tambin, y esto es lo que ms importa, el denominado
juicio de proporcionalidad en sentido estricto, que atiende, frente a derechos en colisin, a
la ponderacin entre el bien sacrificado y el bien que justificara el sacrificio, mal puede
sustituir o hacer las veces del control a la luz del contenido esencial de cada derecho; que
como bien lo dice la misma Corte, aqu s, representa el lmite de todo balance de proporcio-
nalidad.
29
25 Prrafo 51.
26 Vid. Caso Canese, cit., prrafo 103.
27 Fernando M. Toller, Libertad de prensa y tutela judicial efectiva: Estudio de la prevencin
judicial de daos derivados de informaciones, La Ley, Buenos Aires, 1999, p. 420.
28 Ibdem, pp. 421 y 422.
29 Prrafos 58 y 84.
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28
18. Pero cabe aadir, como lo creemos, que a menos que el contenido esencial del res-
pectivo derecho haya sido confiado para su delimitacin o la determinacin de sus lmites a
la actividad legislativa, ni sta ni el juez pueden ir ms all del ncleo ptreo que a uno u otro
derecho le fija de antemano y de modo vinculante la Convencin Americana y en conformi-
dad a sta la Constitucin de cada Estado. No huelga recordar, por ende y por cuanto no lo
dice de modo expreso la sentencia in comento que apenas se contenta con reiterar que la
importante satisfaccin del derecho a la reputacin [cabe] sin hacer nugatorio el derecho a la
libre crtica contra la actuacin de los funcionarios pblicos
30
que si bien el legislador
cuenta con un grado de autonoma poltica decisoria, y el juez, por su parte, con autonoma
jurisdiccional incluso para hacer desarrollar al Derecho, ni uno ni otro puede, mediante un
test de balance proporcional, olvidar que el contenido esencial del derecho [humano que
intente preferir o postergar] viene identificado per relacionen a la institucin en la que aqul
se realiza: el derecho se quiebra [en suma] si la institucin se desfigura.
31
De donde cabe
una conclusin que pudo haber sido, como lo fuera antes, ms expresa y exigente en la reso-
lucin jurisprudencial del Caso Kimel. Ella es, que la libertad de expresin hace intil e im-
pertinente el juicio de proporcionalidad cuando se ejerce como parte evidente del desempeo
democrtico dentro de un Estado; visto que la democracia no solo es odre necesario para la
garanta y el ejercicio de los dems derechos, sino tambin requisito para la hermenutica
convencional y para la determinacin de los lmites que caben a los derechos consagrados por
la propia Convencin Americana.
32
IV. LA LEGALIDAD DE LAS RESPONSABILIDADES ULTERIORES
19. En su argumentacin sobre el Caso Kimel la Comisin destaca lo que, a todas luces,
es una mxima producto de su experiencia como rgano de tutela de la Convencin Ameri-
cana: la utilizacin de los delitos contra el honor con el claro propsito de limitar la crtica a
un funcionario pblico, en otras palabras, la sancin a travs de los tipos criminales de la
calumnia, la difamacin, o las injurias, del llamado desacato o cuestionamiento de las
autoridades del Estado.
20. Al resolver al respecto, la Corte repite su jurisprudencia constante en cuanto a que
es la ley la que debe establecer las restricciones a la libertad de informacin (OC-5/85,
prrafo 40 y Caso Claude Reyes, prrafo 89), recordando que ha de tratarse de una ley tanto
en sentido formal como material. No obstante, aun cuando hace presente que en el mbito
penal las exigencias son al respecto ms gravosas, por requerirse en cuanto a los delitos el
cumplimiento de los extremos caractersticos de la tipificacin penal para satisfacer el
principio de legalidad lase de seguridad jurdica al ciudadano previsto en el artculo 9
de la Convencin Americana, cabe tener como buena y en cuanto hace a las responsabilida-
des ulteriores por ejercicio indebido de la libertad de expresin, su dictum en cuanto a que los
supuestos debe formularse en forma expresa, precisa, taxativa y previa.
33
No por azar el
propio artculo 13 convencional seala que las susodichas responsabilidades ulteriores de-
ben estar expresamente fijadas por la ley (Cursivas nuestras).
30 Prrafo 84.
31 Vid. in extensu, a J avier J imnez Campos, Derechos fundamentales: concepto y garantas,
Editorial Trotta, Madrid, 1999, pp. 74 y ss.
32 Prembulo, artculos 29 inciso c y 32, numeral 2 de la Convencin Americana sobre Dere-
chos Humanos (1969).
33 Prrafo 63.
ESTUDIOS
29
21. En cuanto al asunto en litis, entonces, la Corte declar la contravencin por el Esta-
do argentino del artculo 9 y 13, inciso 1 citados, haciendo suyos los trminos del allanamien-
to dado por ste: [L]a falta de precisiones suficientes en el marco de la normativa penal que
sanciona las calumnias y las injurias que impidan que se afecte la libertad de expresin, im-
porta el incumplimiento de la obligacin de adoptar [las] medidas contempladas en el artculo
2 de la Convencin Americana,
34
cuyo texto dice sobre el deber de los Estados de adoptar
las medidas legislativas o de otro carcter necesarias para hacer efectivos los derechos consa-
grados en sta.
V. EL HONOR DE LOS J UECES Y LA RUPTURA CON EL MTODO DE BALANCE
CERRADO
22. La Corte considera el asunto del honor de los jueces a la luz de dos planteamientos,
sino distintos s complementarios de la Comisin y de los representantes de las vctimas.
sta, conforme a la jurisprudencia de derechos humanos establecida, hace presente que los
funcionarios pblicos deben ser ms tolerantes a las crticas y que el control de la opinin
pblica fomenta la transparencia y la responsabilidad funcionarial: principios que, por cierto,
son componentes fundamentales del ejercicio de la democracia, a tenor de cuanto dispone el
artculo 4 de la Carta Democrtica Interamericana.
35
Pero ajusta, adems, que quienes traba-
jan en la administracin de J usticia no quedan sustrados a dichas exigencias. stos, los
representantes por su parte, quiz prevenidos ante las leyes de desacato y la cobertura que
ellas han dado a los funcionarios pblicos frente a determinadas crticas de la prensa, prefie-
ren precisar ante la Corte que el Poder J udicial no ha de recibir un trato distintivo dentro de la
Convencin, pues sta slo se refiere al Estado in totus, y que, asimismo, la reputacin de
los jueces no es distinta ni preferente a la reputacin de los dems.
23. La conclusin de la Corte no se hizo esperar. Al reafirmar cuanto dice textualmente
el artculo 13 de la Convencin, es decir, que las responsabilidades ulteriores por el ejercicio
indebido de la libertad de expresin caben para asegurar: la reputacin de los dems, y al
reparar sin decirlo- en su decidido anterior del Caso Canese: el honor de los funcionarios
pblicos o de las personas pblicas [debe] ser jurdicamente protegido,
36
sentencia al
rompe que para la proteccin de la honra y reputacin de toda persona lase, de todo
individuo, sea o no funcionario pblico- el instrumento penal es idneo porque sirve el fin
de salvaguardar, a travs de la conminacin de pena, el bien jurdico que se quiere proteger,
es decir, podra estar en capacidad de contribuir a la realizacin de dicho objetivo.
24. De modo que, la precisin jurisprudencial anterior, pone de lado y en mucho la in-
terpretacin autntica que del artculo 13 de la Convencin Americana haba hecho la Comi-
sin Interamericana en su Declaracin de Principios, a cuyo tenor [l]a proteccin a la repu-
tacin debe estar garantizada slo a travs de sanciones civiles y las leyes que penalizan la
expresin ofensiva dirigida a funcionarios pblicos atentan contra la libertad de expre-
sin.
37
Tales principios, cabe observarlo, fueron esgrimidos ante la Corte por la Comisin en
sus alegatos del Caso comentado, luego de lo cual sta aade que la consecuencia jurdica de
34 Prrafo 66.
35 Caso Yatama, cit., Voto concurrente, prr. 17.
36 Cit. supra, prrafo 100.
37 Declaracin de Principios sobre Libertad de Expresin, adoptada por la Comisin Interame-
ricana de Derechos Humanos en su 108 perodo ordinario de sesiones del 2 al 20 de octubre de 2000,
numerales 10 y 11.
REVISTA DERECHO PBLICO N 114/2008
30
una ofensa a funcionario o persona pblica ha de establecerse en leyes que aseguren a favor
de stos el derecho de rectificacin y respuesta
38
; aspecto ste, el ltimo, sobre el cual no se
pronuncia la Corte pero si lo hace el J uez Garca Ramrez en su voto separado: En el debate
democrtico acerca de los asuntos que ataen al inters pblico: la informacin errnea o
sesgada se combate con informacin fidedigna y objetiva, y la opinin infundada o maliciosa,
con opinin fundada y suficiente Esos son los extremos naturales de un debate que difcil-
mente se zanjar en las oficinas de la polica, en los estrados de los tribunales o tras las rejas
de las prisiones
39
.
25. La Corte aborda el asunto de marras y vuelve sobre el tema de las responsabilidades
penales, sin embargo, al pronunciarse acerca de la necesidad de la medida [penal] utilizada
por el Estado argentino en contra de la vctima, y acerca de lo cual, los representantes de sta
avanzan todava ms para proponer la inconveniencia de las responsabilidades civiles
40
: toda
vez que igualmente tendran un fuerte efecto inhibidor, en particular para las personas que
desempean la funcin de periodista dados los relativamente exiguos salarios que se abo-
nan en los medios de prensa. La consecuencia de la sancin sera, segn stos, el colapso
econmico del afectado. Para decidir al respecto vuelve el Tribunal, ahora s y a profundidad,
sobre el llamado por nosotros con apoyo en la doctrina mencionada- mtodo de balance no
cerrado a objeto de aplicarlo al caso sub iudice, y abjura, qu duda cabe, del mtodo de
balance cerrado implcito en su jurisprudencia anterior, inspirada en la jurisprudencia euro-
pea de la poca: [T]ratndose de funcionarios pblicos, de personas que ejercen funciones
de una naturaleza pblica y de polticos, se debe aplicar un umbral diferente de proteccin,
el cual no se asienta en la calidad del sujeto, sino en el carcter de inters pblico que conlle-
van las actividades o actuaciones de una persona determinada, reza el correspondiente prra-
fo del Caso Canese, sentenciado en 2004 (Cursivas nuestras).
41
26. El giro jurisprudencial de la Corte de San J os, como ella lo declara y justifica, pre-
tende ser congruente a los movimientos en la jurisprudencia de otros Tribunales encamina-
dos a promover, con racionalidad y equilibrio, la proteccin que merecen los derechos en
aparente pugna. De consiguiente, por una parte, hace propia la sentencia dictada por la Corte
Europea en el Caso Cumpana y Mazare v. Rumana (2004), que admite la imposicin de una
pena de prisin por una ofensa difundida en la prensa y la declara compatible con la libertad
de expresin -pero previendo que ello ha lugar slo en circunstancias excepcionales, espe-
cialmente cuando otros derechos fundamentales han sido seriamente afectados, como por
ejemplo, en los casos de discurso del odio o de incitacin a la violencia- y por la otra, al
acoger el mtodo de armonizacin -como lo llama sin perjuicio de darle ms su sesgo
como balance no cerrado predica lo indispensable de una razonable conciliacin de la
exigencias de tutela [de la libertad de expresin] y de la honra, segn los trminos del
Caso Mamere v. Francia (2006): [S]i bien la libertad de expresin tiene un valor preponde-
rante, especialmente en cuestiones de inters pblico, no puede prevalecer siempre en todos
los casos sobre la necesidad de proteger el honor y la reputacin, ya sea de personas privadas
o de funcionarios pblicos.
42
38 Prrafo 72.
39 Voto del J uez Garca Ramrez, cit., prrafos 26 y 27.
40 Prrafo 73.
41 Prrafos 102 y 103, y la remisin del primero a los Casos Dichand y otros como Lingens v.
Austria, dictados por la Corte Europea de Derechos Humanos.
42 Prrafo 78 y su nota de pi de pgina.
ESTUDIOS
31
VI. PRINCIPIOS PARA LA RESOLUCIN ENTRE ALTERNATIVAS SOBRE RES-
PONSABILIDADES ULTERIORES
27. Lo primero que precisa la jurisprudencia del Caso Kimel es que corresponde al Esta-
do el papel medular
43
de armonizacin de derechos en oposicin, en una tarea hermenuti-
ca como la entendemos pero no la explica el fallo que a la vez que resuelva la colisin
planteada libertad de expresin vs. el derecho al honor determine la pertinencia de las
responsabilidades ulteriores sea penales, sea civiles, o de otra naturaleza.
28. As las cosas, luego de repetir, paradjicamente, su antigua enseanza en los Casos
Canese y Palamara: el Derecho penal es el medio ms restrictivo y severo para establecer
responsabilidades respecto de una conducta ilcita
44
, y aparte de insistir que en una demo-
cracia la intervencin penal ha de ser mnima, fija como reglas precisas para la determinacin
de las responsabilidades ulteriores de carcter penal a que se contrae el artculo 13, inciso 2
de la Convencin, las siguientes: (1) La necesidad de tutelar bienes jurdicos fundamentales,
(2) la presencia de graves lesiones a tales bienes, (3) la gravedad extrema de la conducta
desplegada por el emisor de una expresin indebida, (4) el dolo del comportamiento, (5) la
relacin de causalidad entre el comportamiento del emisor y la magnitud del dao inferido, y
(6) la tipificacin legal, clara y precisa, como delito, del indicado comportamiento.
45
Dentro
de tales extremos, en suma, la Corte no estima contraria a la Convencin cualquier medida
penal a propsito de la expresin de informaciones u opiniones
46
que afecten el honor y la
reputacin de cualquier persona, as se trate de un funcionario pblico.
29. El J uez Garca-Sayn no escatima palabras para su respaldo a lo as decidido. La
Corte advierte la necesidad de proteger los derechos humanos de quien enfrenta el poder de
los mediosen las sociedades en las que en ocasiones los derechos del individuo se ven
afectados por el poder fctico de medios de comunicacin en un contexto de asimetra[E]n
una sociedad democrtica se pueden emplear los caminos que la administracin de justicia
ofrece incluidas las responsabilidades penales dentro del adecuado marco de proporciona-
lidad y razonabilidad [L]os personajes pblicos, o de relevancia pblicadeben soportar
cierto riesgo a que sus derechos subjetivos resulten afectados por expresiones o informacio-
nes de ese calibre No obstante, el distinto umbral de proteccin no es sinnimo de au-
sencia de lmites para quien comunica por un medio masivo, ni la carencia de derechos para
dichos personajes pblicos.
47
30. No precisa la Corte, que bien pudo hacerlo dada la exgesis renovada que se plantea
en cuanto al citado artculo 13 de la Convencin, si tales reglas, constitutivas de su mtodo de
balance o armonizacin para la determinacin o no de responsabilidades penales, seran
idnticas de concluirse que lo pertinente o necesario, en el mbito de una responsabilidad
ulterior comprometida por ejercicio indebido de la libertad de expresin, en el plano de las
sanciones civiles.
A todo evento, como lo observsemos supra al referirnos al tratamiento que en el fallo
se le da al principio de legalidad, cuando menos cabe inferir que los supuestos de ilicitud
civil, por virtud del mismo artculo 13 citado y de la jurisprudencia constante de la propia
43 Prrafo 75.
44 Prrafo 76.
45 Prrafos 77 y 78.
46 Inicio del prrafo 78.
47 Voto concurrente razonado del J uez Garca-Sayn, cit., prrafos 10, 11, 12 y 13.
REVISTA DERECHO PBLICO N 114/2008
32
Corte, han de ser previamente establecidos e igualmente expresos y taxativos
48
, as como
excepcionales cuando se trata de ilcitos derivados de opiniones o informaciones relacionadas
con asuntos de inters pblico y segn el fallo in comento.
31. Sin embargo, al precisar y para intentar moderar los extremos que hacen posible el
establecimiento de responsabilidades penales por delitos contra el honor, en lo particular el
honor de los funcionarios pblicos, la Corte, en lnea con un predicado ms que elemental y
de Derecho comn ajusta que la carga de la prueba debe recaer en quien formula la acusa-
cin.
49
Seguidamente, empero, modula la sustancia de la doctrina clsica
50
afirmada tanto
por el Caso New York Times v. Sullivan) -dada la incompatibilidad del estndar universal de
la real malicia
51
con los varios requisitos que ahora demanda el mtodo de balance asumido
por la Corte como por el Caso Lingens v. Austria (1986) de la Corte Europea de los Dere-
chos del Hombre, que amplia los lmites de la crtica al funcionario pblico e inclusive los
extiende a su comportamiento privado. A tal efecto, el Tribunal de San J os legisla por va
jurisprudencial acerca de la actividad periodstica para hacerla compatible -segn su criterio-
con los trminos de la Convencin: [E]xiste un deber del periodista de constatar en forma
razonable, aunque no necesariamente exhaustiva, los hechos en que fundamenta sus opinio-
nes, a cuyo efecto habr de conducirse con equidad y diligencia en la confrontacin de las
fuentes y la bsqueda de informacin; todo lo cual, segn la Corte, concita el derecho de
toda persona, receptora de informacin, de recibir una versin [no] manipulada de los
hechos, lo que slo se alcanza cuando el periodista toma distancia crtica respecto a sus
fuentes y [las] contrasta con otros datos relevantes.
52
Cabe preguntarse, entonces, si estas condiciones, en criterio de la Corte y dado el cap-
tulo de la sentencia en que las encierra, acaso son las que, de conjunto y en positivo, deter-
minan la extrema gravedad de la conducta periodstica que haran posible una sancin
penal y si, en suma, la condicin del ilcito es la falta de la due diligente como parece suge-
rirlo o el dolo o culpa grave del periodista o emisor de la expresin?
32. En igual orden, dada la doble remisin que en el fallo del Caso Kimel se hace a la
equidad de la informacin equidad en el flujo informativo
53
por el medio de comunica-
cin, equidad en la confrontacin de las fuentes
54
por el periodista y a objeto de sealar
48 OC-5/85, cit., prrafo 39.
49 Prrafo 78.
50 Vid. nuestro ensayo, Asdrbal Aguiar, El derecho a la informacin veraz: sus atenuaciones y
abusos en las Constituciones de Espaa y de Venezuela, en la obra colectiva de Francisco Fernndez
Segado (Coordinador), La Constitucin de 1978 y el constitucionalismo iberoamericano, Centro de
Estudios Polticos y Constitucionales, Madrid, 2003, pp. 798 y 799, 804, 813 y 814, 826. Asimismo,
Adrin Ventura, El secreto periodstico: Garanta constitucional absoluta del derecho a la informacin,
Tesis doctoral, Universidad de Buenos Aires, Septiembre de 2007, Tomo II, p. 120.
51 Un Estado no puede, a tenor de la Primera y la Decimocuarta Enmiendas, indemnizar a
funcionarios pblicos por falsedades difamatorias relacionadas con su conducta oficial a menos que
demuestren que lo que se dijo fue dicho con real malicia, es decir, a sabiendas de que era falso o con
indiferencia temeraria ante su falsedad... (c) Los errores de hecho, el contenido difamatorio de la reputa-
cin oficial o ambos son justificacin insuficiente para limitar la libertad de expresin, a menos que se
alegue y pruebe la real malicia. (New York Times Co. contra Sullivan, Auto de avocacin a la Corte
Suprema de Alabama, Decidido el 9 de marzo de 1964).
52 Prrafo 79.
53 Prrafo 57.
54 Prrafo 79.
ESTUDIOS
33
que corresponde al Estado disponer de los equilibrios pertinentes, segn el indicado criterio
de la equidad y para asegurar la participacin de distintas informaciones en el debate pbli-
co
55
, cabe observar que dicha nocin la equidad es, jurdicamente, de contenido variable.
De donde cabe preguntar, ya que no lo explica la Corte en su sentencia de marras, por
el alcance que ella le atribuira a la misma y que se repite nominalmente, eso s y de un modo
panfletario, en todas las protestas polticas contra la globalizacin.
33. La equidad, como se sabe y desde la perspectiva del Derecho internacional, procede
de la idea abstracta de la justicia pero apunta a lo histrico y concreto, al caso en lo particu-
lar, en una suerte de aproximacin a la igualdad sin que la implique necesariamente.
56
De modo que, a la luz de su carcter prctico, ella podra aludir a la nocin de lo razo-
nable, pero tambin y porqu no- al criterio de la igualdad material o igualmente al de la
razonabilidad segn la ptica ideolgica comprometida del propio Estado.
Por lo mismo, si es al Estado, segn el dictum de la Corte, a quien corresponde determi-
nar sobre la equidad informativa, acaso no optar aqul por la idea que mejor se ajuste a la
visin oficial sobre la informacin y acerca de los equilibrios que mejor le convengan a
sta? Cree la Corte que el Estado es capaz de resolver normativamente, por si solo y de un
modo aislado, un asunto que, segn los crticos, tienen su origen en un fenmeno de orden
global y de carcter tecnolgico, que desborda las fronteras de la soberana?
VII. LA PROPORCIONALIDAD, COMO MTODO DE BALANCE ENTRE DERECHOS
EN OPOSICIN
34. En la parte final de sus consideraciones y pronunciamientos acerca de la violacin
del artculo 13 de la Convencin denunciada, y para resolver su preferencia, en el Caso
Kimel, por el derecho a la libertad de expresin, la Corte se explica acerca de un asunto que,
tericamente, pudo haber sido tratado de modo anterior a las reglas que inciden en la deter-
minacin del contenido de las responsabilidades ulteriores, ora penales, ora civiles.
Trtase de la fijacin de las fronteras que, ante la oposicin de derechos igualmente tu-
telables, determinan la ilicitud en el ejercicio de uno de ellos o la exclusin an en hiptesis
de ilicitud formal con vistas de objetivos colectivos preponderantes.
57
35. El mtodo de balance no cerrado se hace otra vez presente, aqu y con mejor propie-
dad, con vistas a resolver la cuestin de la oposicin de derechos planteada, a cuyo efecto la
Corte argumenta que en algunos casos la balanza se inclinar hacia la libertad de expresin
y en otros a la salvaguarda del derecho a la honra, segn se cumplan o no determinados
extremos, a saber mutatis mutandi: (1) Que la restriccin de un derecho en beneficio del otro
implique una satisfaccin importante del mismo sin que se anule al primero, (2) Que el
55 Prrafo 57.
56 Vid. fallo de la Corte Internacional de J usticia en el Caso de la Plataforma Continental del
Mar del Norte (1969), apud. J ean Salmon (Directeur), Dictionnaire de droit International public, Bruy-
lant/AUF, Bruxelles, 2001, p. 442.
57 Prrafo 83, y en nota de pi de pgina v. Corte IDH. Caso Chaparro lvarez y Lapo iguez.
vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 21 de noviembre
de 2007. Serie C N 170, prrafo 93.
REVISTA DERECHO PBLICO N 114/2008
34
grado de afectacin sufrido por un derecho en su oposicin al otro sea o no grave, (3) Que la
satisfaccin aludida de un derecho en oposicin a otro se justifica.
58
36. Dicho lo anterior, poniendo sobre la balanza la afectacin que en su honor aleg el
juez que acus penalmente a la vctima del Caso Kimel en el fuero argentino y la alegada
restriccin que sta dijo sufrir en su derecho a la libre expresin, una vez como fue sanciona-
da penalmente, la Corte concluy que la afectacin sufrida por la vctima era desproporcio-
nada, por exceso en relacin con la primera.
Lo extrao del fallo interamericano en cuestin, sin embargo, es que para llegar a lo de-
cidido deja en el camino una serie de conclusiones doctrinales que hablan a favor de su
jurisprudencia constante e invariable y del mtodo de balance cerrado, que no del nuevo
mtodo que a la luz de la jurisprudencia europea dice haber aplicado esta vez en la cuestin
bajo su conocimiento. As las cosas, ratifica lo siguiente
59
:
a. Que las expresiones concernientes a la idoneidad de una persona para el desempeo
de un cargo pblico o a los actos realizados por funcionarios pblicos en el desempeo
de sus labores gozan de mayor proteccin (Caso Herrera Ulloa, prrafo 98) (Cursivas
nuestras);
b. Que en una sociedad democrtica los funcionarios pblicos estn ms expuestos al
escrutinio y a la crtica del pblico. Este diferente umbral de proteccin se explica por-
que se han expuesto voluntariamente a un escrutinio ms exigente. Sus actividades salen
del dominio de la esfera privada para insertarse en la esfera del debate pblico (Caso
Herrera Ulloa, prrafo 103) (Cursivas nuestras);
c. Que el control democrtico a travs de la opinin pblica fomenta la transparencia
y promueve la responsabilidad de los funcionarios De all la mayor tolerancia frente a
afirmaciones y apreciaciones vertidas por los ciudadanos en ejercicio de dicho control
democrtico (Casos Ivcher Bronstein, prrafo 155; Herrera Ulloa, prrafo 127; Pala-
mara Iribarne, prrafo 83; Claude Reyes, prrafo 87) (Cursivas nuestras).
37. En consecuencia, el predicado inicial del fallo, en cuanto a que, dada una colisin
entre el derecho a la libertad de expresin y el derecho al honor de los funcionarios pblicos
-entre stos los jueces- la prevalencia de alguno en determinado caso depender de la ponde-
racin que se haga a travs de un juicio de proporcionalidad y mediando el examen de cada
caso, conforme a sus caractersticas y circunstancias, para apreciar la existencia e intensidad
de los elementos en que se sustenta dicho juicio
60
, pierde toda su fuerza lgica y argumental.
La norma a deducir y a sostener, a objeto de superar la citada contradiccin motiva de la
sentencia sera, por consiguiente, la del recurso a un balance cerrado o mejor objetivo, es
decir, ceido a algunas premisas que son susceptibles de resolver anticipadamente la prefe-
rencia por la libertad de expresin en su inmediata colisin con el derecho al honor, tratndo-
se de funcionarios o asuntos de inters pblico.
Y ese umbral preferente, condicionante del balance a realizar entre derechos en oposi-
cin, es el mismo que aplica por inferencia la Corte en el Caso Kimel: El seor Kimel emiti
una opinin que no tena relacin con la vida personal del J uez querellante ni le imputaba
58 Prrafo 84.
59 Prrafos 86 y 87.
60 Prrafo 51.
ESTUDIOS
35
una conducta ilcita
61
. En otras palabras, si el ejercicio de la libertad de expresin hace
relacin con asuntos de inters pblico no implicantes de la vida personal de un funcionario y
a pesar de la jurisprudencia clsica que lo permitira, o cuando no media calumnia im-
putacin al funcionario de un delito no cabe una conclusin de ilicitud en resguardo del
derecho al honor del presunto afectado y de suyo no podran sobrevenir responsabilidades
ulteriores, de ningn orden. La conclusin indicada parecera ser la pertinente, dada la lectura
contextual del fallo que nos ocupa y a la luz del mtodo de balance aplicado.
38. Cabra preguntar, a todo evento y por argumento a contrario, si de darse expresiones
relacionadas con la vida personal de un funcionario o que le imputan a ste hechos ilcitos,
ellas bastaran para que se cumpla, sin perjuicio de las dems reglas del mtodo de balance
que ahora pide la Corte, aquella otra a cuyo tenor la satisfaccin aludida de un derecho en
oposicin [el honor de la vctima] a otro [la libre expresin del periodista], aparte de ser
importante y de intensidad grave, segn el balancing test efectuado, se justifica como tal
62
.
Y la pregunta no es balad, pues la sentencia no trae a colacin ni explica, como s lo
hace el artculo 32, inciso 2 de la Convencin Americana, el alcance que habra de drsele a
una justificacin: acaso se refiere a las justas exigencias del bien comn, en una sociedad
democrtica? Porque de ser as, como debera serlo, no bastaran por si solas las reglas del
mtodo de balance enunciadas por la Corte si antes, durante y despus de realizada la armo-
nizacin de un caso de oposicin puntual de derechos no se explican o justifican aqullas
dentro de los lmites de la democracia y con vistas a la postergacin de la libertad de expre-
sin, que no solo es piedra angular de la democracia, sino que, como bien lo recuerda con
tino la jurisprudencia constitucional espaola y tambin la doctrina argentina, es medio de
formacin de la opinin pblica, cuya preferencia viene determinada por su condicin de
garanta de sta y al ser institucin constitucional del Estado democrtico que los poderes
pblicos tienen especial obligacin de proteger.
63
VIII. A GUISA DE EPLOGO
39. No huelga hacer constar por ltimo, en este ejercicio de exposicin y de anlisis cri-
tico del Caso Kimel, un aspecto que deja pendiente y que habra de resolverse a la luz del
carcter factual que compromete la figura de la calumnia y cuyas responsabilidades penales,
en lnea con la nueva jurisprudencia, procederan luego del escrutinio o el balance de los
extremos de excepcin que considera indispensables la Corte.
64
sta, afirma en su fallo, por una parte, que no estima contraria a la Convencin cual-
quier medida penal a propsito de la expresin de informaciones u opiniones
65
(cursivas
nuestras) y, por la otra, concluye afirmando que como tal, la opinin no puede ser objeto de
sancin, ms an cuando se trata [como lo es, en su esencia] de un juicio de valor sobre un
61 Prrafo 91.
62 Prrafo 84.
63 STC 165/1987, FJ 10 y STC 143/1991, FJ 4, apud. Aguiar, El derecho a la informa-
cin, cit., p. 829. Gregorio Badeni, reputado constitucionalista argentino, ha dicho, por su parte y a
propsito de la despenalizacin de los delitos de opinin, que ella no tiene como propsito final prote-
ger al emisor, sino al sistema poltico democrtico. La despenalizacin de la injuria, La Ley, Buenos
Aires, 1 de septiembre de 2005.
64 Prrafos 76 y ss.
65 Prrafo 78.
REVISTA DERECHO PBLICO N 114/2008
36
acto oficial de un funcionario; todava ms, que [e]n principio, la verdad o falsedad se
predica slo respecto a hechos.
66
40. As las cosas, para obviar tal antagonismo de criterios que suponemos, no cabra otra
alternativa u opcin que volver a la tesis que ya avanzamos en interpretacin del fallo en el
Caso Kimel; en cuanto a que slo procede debatir judicialmente las expresiones relacionadas
con funcionarios pblicos que tengan carcter calumnioso, y no otras.
An as, en nuestro criterio y salvo mejor opinin, la Corte se muestra adicionalmente
regresiva en cuanto a la Doctrina Sullivan sobre la real malicia mencionada supra al recor-
dar, por argumento a contrario y en cita que hace del Caso Lingens de la Corte Europea, la
hiptesis segn la cual los hechos podran ser sometidos a prueba en sus requisitos de vera-
cidad
67
.
A menos que, como lo sostuvisemos en otra oportunidad e inspirados en la jurispru-
dencia constitucional hispana entendamos que el requisito de veracidad no va dirigido tanto
a la exigencia de una rigurosa y total exactitud en el contenido de la informacin cuando a
negar esa proteccin a quienes actan con menosprecio de la veracidad o falsedad de lo
comunicado; de donde cabe la correccin respetuosa a la Corte el contraste de la noticia
no es un trmino unvoco [en el Caso Kimel se indica que el periodista debe actual con dili-
gencia en la confrontacin de las fuentes
68
] sino que exige matizaciones casusticas, [y
una de ellas es] la fuente que proporciona la noticia
69
: un juez, un legislador, un ministro, el
presidente.
41. Finalmente, no podemos menos que hacer nuestra la medular afirmacin contenida
en el voto del J uez Garca Ramrez en cuanto a la sentencia del Caso Kimel que ocup nues-
tra atencin y sobre la decisin de fondo contenida en la misma: pedir del Estado declarado
responsable adecuar en un plazo razonable su derecho interno a la Convencin America-
na
70
en modo de resolver la falta de precisiones suficientes en el marco de la normativa
penal que sancionan las calumnias y las injurias
71
: Antes que resolver dice Garca Ram-
rez la mejor forma de tipificar penalmente estos ilcitos habra que decidir si es necesario y
conveniente, para la adecuada solucin de fondo del problema recurrir a la solucin penal,
o [si] basta[ra] con prever responsabilidades de otro orden y poner en movimiento reaccio-
nes jurdicas de distinta naturaleza: administrativas y civiles [u otras] medidas de diverso
gnero que conviene mantener abiertas y activas, en el debate democrtico acerca de los
asuntos que ataen al inters pblico El derecho de rectificacin o respuesta, regulado por
el artculo 14 de la Convencin, tiene raz en consideraciones de este gnero.
72
66 Prrafo 93.
67 Loc.cit.
68 Prrafo 29.
69 Aguiar, El derecho a la informacin, cit., pginas 814 y 815.
70 Prrafo 140.11.
71 Prrafo 18.
72 Voto del juez Garca Ramrez, cit., prrafos 20, 26 y 27.
ESTUDIOS
37
42. En sntesis, sea lo que fuere y ms all de la interesante controversia que a primera
vista suscita el Caso Kimel v. Argentina, no podemos menos que convenir con lo afirmado al
respecto por Eduardo Bertoni, ex Relator de la OEA para la Libertad de Expresin, quien
observa con agudeza que se salvaguard, a todo evento, el criterio matriz consagrado a partir
del Caso Canese y que dice sobre el carcter no necesario de las responsabilidades penales
ulteriores para la sancin de expresiones relativas a los asuntos de inters pblico
73
; ya que,
de no haber sido as, la Corte no hubiese sujetado la opcin de aplicarlas a un escrutinio
previo exigente y al cumplimiento de extremos que, en la prctica, la transforman en excep-
cin de la regla.
74
IX. ANEXO
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
CASO KIMEL VS. ARGENTINA
Sentencia de 2 de mayo de 2008
(FONDO, REPARACIONES Y COSTAS)
En el caso Kimel
la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante la Corte Interamericana,
la Corte o el Tribunal), integrada por los siguientes jueces:
- Cecilia Medina Quiroga, Presidenta;
- Diego Garca-Sayn, Vicepresidente;
- Sergio Garca Ramrez, J uez;
- Manuel E. Ventura Robles, J uez;
- Margarette May Macaulay, J ueza, y
- Rhadys Abreu Blondet, J ueza;
presentes, adems,
- Pablo Saavedra Alessandri, Secretario, y
- Emilia Segares Rodrguez, Secretaria Adjunta,
de conformidad con los artculos 62.3 y 63.1 de la Convencin Americana sobre Dere-
chos Humanos (en adelante la Convencin o la Convencin Americana) y con los artcu-
los 29, 31, 53.2, 55, 56 y 58 del Reglamento de la Corte (en adelante el Reglamento), dicta
la presente Sentencia.
73 Caso Canese, cit., prrafo 104.
74 Eduardo Bertoni, J ournalist Wins Case Before Inter-American Court on Human Rights Ar-
gentina Ordered to Amend its Criminal Defamation Laws, MLRC MediaLawLetter May 2008 at 36-
372.