El documento presenta un resumen de la conferencia "Aprender haciendo: paideia y phronesis en Aristóteles" de Alfredo Marcos. Marcos argumenta que la filosofía de Aristóteles, especialmente sus ideas sobre la paideia (educación), la phronesis (prudencia) y las virtudes, pueden ayudar a dotar a la postmodernidad de un contenido no nihilista y orientar la reforma del sistema educativo. Sin embargo, también reconoce que algunos supuestos de Aristóteles, como su enfoque principalmente en la educación
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El documento presenta un resumen de la conferencia "Aprender haciendo: paideia y phronesis en Aristóteles" de Alfredo Marcos. Marcos argumenta que la filosofía de Aristóteles, especialmente sus ideas sobre la paideia (educación), la phronesis (prudencia) y las virtudes, pueden ayudar a dotar a la postmodernidad de un contenido no nihilista y orientar la reforma del sistema educativo. Sin embargo, también reconoce que algunos supuestos de Aristóteles, como su enfoque principalmente en la educación
El documento presenta un resumen de la conferencia "Aprender haciendo: paideia y phronesis en Aristóteles" de Alfredo Marcos. Marcos argumenta que la filosofía de Aristóteles, especialmente sus ideas sobre la paideia (educación), la phronesis (prudencia) y las virtudes, pueden ayudar a dotar a la postmodernidad de un contenido no nihilista y orientar la reforma del sistema educativo. Sin embargo, también reconoce que algunos supuestos de Aristóteles, como su enfoque principalmente en la educación
El documento presenta un resumen de la conferencia "Aprender haciendo: paideia y phronesis en Aristóteles" de Alfredo Marcos. Marcos argumenta que la filosofía de Aristóteles, especialmente sus ideas sobre la paideia (educación), la phronesis (prudencia) y las virtudes, pueden ayudar a dotar a la postmodernidad de un contenido no nihilista y orientar la reforma del sistema educativo. Sin embargo, también reconoce que algunos supuestos de Aristóteles, como su enfoque principalmente en la educación
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Universidad Internacional del Mar (Universidad de Murcia)
Curso: La filosofa como saber prctico: Paideia y arte de pensar
15 de septiembre de 2010 Centro Cultural La Crcel. Jardines de Ramos Camacho s/n Totana, Murcia Aprender haciendo: paideia y phronesis en Aristteles Alfredo Marcos Universidad de Valladolid amarcos@fyl.uva.es 1. Introduccin Al comienzo de la tica a Nicmaco 1 , Aristteles nos propone un recorrido que va ms all de la tica y alcanza hasta la poltica. A lo largo de este trayecto intenta averiguar cul es el bien del individuo y cul el de la ciudad. Los dos tramos de la investigacin forman una unidad indisociable, pues el bien del individuo y el de la ciudad van unidos 2 . Y hacia el final del mismo tratado nos recuerda la conexin y continuidad de la tica con la poltica 3 . Significativamente, el tratado aristotlico sobre la Poltica se cierra con un libro 4 entero dedicado a la educacin de los jvenes, con el que culmina el ciclo de estudios de lo que el pensador griego llama filosofa de las cosas humanas 5 . Parece que la educacin es considerada por Aristteles como un elemento clave, tanto para el logro del bien individual, como para la consecucin del bien social. Por otro lado, parece claro que a estos dos objetivos debera estar ordenado todo proceso educativo. Ahora bien, sabemos en qu consiste el bien individual?, sabemos en qu consiste el bien social?, estamos seguros de que son siquiera compatibles?, sabemos cmo podra la educacin servir a dichos bienes? Quiz la obra de Aristteles pueda ayudarnos actualmente al afrontar estas cuestiones. Nos preguntaremos en lo que sigue si es as. Anticipo que mi respuesta a la cuestin, ser un s y un no. Me explicar. En mi opinin, la filosofa de Aristteles empieza precisamente ahora a resultar de veras til, y cada da lo ser ms. La modernidad se edific en gran medida contra una cierta interpretacin de la tradicin aristotlica, especialmente contra la visin teleolgica del
1 tica a Nicmaco (en adelante EN) 1094a 18 y ss.. 2 EN 1094b 6-9. 3 EN 1181b 11 y ss.. 4 Poltica (en adelante Pol) VIII. 5 EN 1181b 15. mundo y de la vida humana. La filosofa moderna ha tenido su recorrido, desde Descartes y Bacon hasta nuestros das. Pero hoy habitamos ya fuera del territorio moderno. A la hora de hacer balance vemos que se han producido logros innegables y fracasos notorios. El desarrollo de la modernidad ha conducido a una filosofa moral huera, vaca, simplemente formal, abstracta o lingstica, limitada a reglas y procedimientos, carente de materia y de fines. Por otra parte, el rechazo de esta forma de pensamiento moderno ha producido una actitud nihilista en muchos de nuestros contemporneos, que han preferido prescindir incluso de los esquemas vacos de la modernidad. El derrocamiento de lo moderno ha sido relativamente sencillo debido a que ya se haba convertido en lenguaje vaco, sin relacin con la vida. Alasdair MacIntyre hizo en su da un brillante diagnstico de la situacin en su clsico After Virtue (Tras la virtud) 6 . Segn l, un problema comn a muchos pensadores ilustrados y post-ilustrados es la deliberada ignorancia de la teleologa 7 . Sin fines comunes toda la enseanza moral se ve afectada por diversas formas de relativismo y emotivismo. Sobre estas bases es difcil encontrar orientacin para el proceso educativo, que necesariamente acaba por participar del naufragio de la modernidad. La solucin, segn MacIntyre, ha de buscarse en la tradicin aristotlica. Hay que reestructurar la filosofa moral, y a partir de ah la orientacin de la paideia, dotndola de nuevo de sentido, de contenido, de una finalidad, radicndola en la vida comn. Concuerdo con MacIntyre. Aadira, eso s, que en las ltimas dcadas han evolucionado intensamente los estudios aristotlicos. Tras el redescubrimiento en el ltimo tercio del siglo XX de la biologa de Aristteles, ha ido apareciendo ante nuestros ojos un pensador con nuevos matices. Esta nueva lectura del filsofo griego afecta tambin a su metafsica, filosofa moral y epistemologa. Hemos descubierto un investigador atento a la vida y a la physis ms que al logos, sensible a las diferencias individuales, ajeno a obsesiones taxonmicas, amante de la metfora y la analoga, defensor de un modelo de racionalidad flexible y prudencial. De este Aristteles hablamos cuando respondemos que s, que su obra ser cada da ms til e inspiradora para dotar a la postmodernidad de contenidos no nihilistas, y para fundar una nueva
6 Alasdair MacIntyre, After Virtue: A Study in Moral Theory, University of Notre Dame Press, 1984, 2 ed.. 7 Alasdair MacIntyre, After Virtue: A Study in Moral Theory, University of Notre Dame Press, 1984, 2 ed., p. 51. orientacin de la paideia. A la hora de encarar los problemas contemporneos de la educacin, estaramos renunciando a un tesoro si olvidsemos su idea de phronesis, de racionalidad prudencial, si passemos por alto su reflexin sobre las virtudes, si desatendisemos sus iluminadoras palabras sobre la naturaleza humana o sobre la relacin entre ser y valor. Pero, recordemos, tambin hay un no. Se dan en Aristteles supuestos, a veces incluso prejuicios, que son inaceptables. Por ejemplo, piensa la educacin principalmente para el varn libre y ocioso. Al margen quedan mujeres y esclavos, incluso campesinos y artesanos. Obviamente, esta perspectiva resulta insostenible. No juzgo aqu al pensador griego, ni trato de decirle lo qu debera haber pensado. Sera un ejercicio ridculamente engredo y extemporneo. Slo trato de valorar qu parte de su obra puede tener uso para los problemas actuales y qu parte no, qu interpretaciones pueden ser hoy da de ayuda y cules no. En resumen, es preciso dar un nuevo contenido, aristotlico, a la postmodernidad. Sobre este contenido se puede edificar una filosofa moral adecuada y emprender una reforma consistente de nuestro desnortado sistema educativo. Pero hay que enunciar tres importantes cautelas que tienen que ver con el respeto debido a ciertas aportaciones muy valiosas de la modernidad, con la atencin precisa a las justas crticas posmodernas y con el cuidado imprescindible en la seleccin e interpretacin de las ideas aristotlicas. Con tales cautelas, nuestra tarea consistir en buscar en la antropologa aristotlica los fines apropiados de la paideia (apartado 2). Tras ello, ponderaremos si la llamada educacin en valores resulta un medio acertado y suficiente para obtener esos fines (apartado 3). Creo que la idea de educacin en valores es acertada, pero suele aparecer desprovista de bases filosficas, bases que el aristotelismo podra aportarle. Por otro lado, dicha idea es insuficiente, pues la conciencia de los valores no garantiza en el sujeto ni la motivacin ni la capacidad de obrar. Se requiere algo ms que conocimiento de los valores. Hace falta prctica de las virtudes. Tambin aqu, en lo que podramos llamar educacin en virtudes, la tradicin aristotlica tiene mucho y bueno que decir (apartado 4). Y quiz la virtud ms determinante para el desarrollo de la persona sea la prudencia (phronesis), estudiada con detalle por Aristteles en el libro VI de la EN. Cerraremos nuestro recorrido con una reflexin sobre las relaciones entre paideia y phronesis (apartado 5), y con un resumen conclusivo (apartado 6). 2. La paideia aristotlica: cuestin de fines y medios En un libro reciente Victoria Camps sostiene que la educacin ha perdido el norte [] ha olvidado su objetivo fundamental: la formacin de la personalidad 8 . Poner la educacin en trminos de fines y medios supone ya superar la pretensin nihilista de la accin por la accin, sin norte, la pura espontaneidad posmoderna, la figura del rebelde sin causa. Sealar, adems, que el fin de la educacin es la formacin de la personalidad apunta quiz incluso ms all de las intenciones de la propia autora. Aun as, me parece interesante seguir la sugerencia: la formacin de la personalidad exige saber qu es una persona y, en consecuencia, abrir sin complejos la investigacin sobre la naturaleza humana, una investigacin que nos pone ya fuera del subjetivismo moderno. Asistimos hoy al fracaso del modelo educativo imperante, nos recuerda Camps, y tal fracaso procede en gran parte de un fenmeno de desorientacin. No podemos olvidar que las races de este fenmeno estn en la negacin moderna de la teleologa, negacin que debilita todo en entramado de la educacin, y en la deconstruccin posmoderna de lo que quedaba del mismo. La reorientacin ha de venir, a mi modo de ver, de una nueva reflexin sobre la naturaleza humana que d sentido y objetividad a una nueva paideia. Veamos hasta qu punto la tradicin aristotlica puede venir aqu en nuestra ayuda. Aristteles enuncia, como hemos visto, la identidad entre el bien del individuo y el de la polis. Pero a lo largo de su obra surgen tensiones nunca del todo resueltas entre ambos objetivos. En algunos tramos parece inclinarse hacia el totalitarismo: Tampoco debe pensarse que ningn ciudadano se pertenece a s mismo, sino todos a la ciudad 9 . En otros, sin embargo, hace afirmaciones a favor de la felicidad individual como el fin al que se supedita el resto: Llamamos perfecto a lo que siempre se elige por s mismo y nunca por otra cosa. Tal parece ser, sobre todo, la felicidad 10 . El fin de la ciudad nos recuerda en Poltica- es, por tanto, el buen vivir [] La comunidad poltica tiene por objeto las buenas acciones y no slo la vida en comn 11 . A veces cae hacia el nacionalismo y racismo: Justo es que los helenos dice Aristteles citando con
8 Victoria Camps, Creer en la educacin, Pennsula, Barcelona, 2008. 9 Pol 1337a 26-29. Vase tambin Pol 1253a 1 1253b 1. 10 EN 1097b 1. 11 Pol 1280b 35 y ss.. aprobacin a Eurpides- manden sobre los brbaros 12 . Otras sugiere un claro universalismo: Todos los hombres por naturaleza desean saber 13 . Estas tensiones se ven reflejadas en el tratamiento que hace de la educacin. A veces parece abogar por la educacin como medio para la formacin de individuos libres: Existen tambin algunas ciencias liberales que no es indigno del hombre libre cultivarlas hasta cierto punto 14 . Mientras que otras parece poner la escuela al servicio del rgimen poltico: La educacin debe adaptarse a cada uno de ellos 15 . Karl Popper, en La sociedad abierta y sus enemigos 16 , carg, con razn, pero con parcialidad, contra el matiz totalitario de algunas afirmaciones de Aristteles. Lo cierto es que en todo gran pensador Popper incluido- se da este tipo de tensiones irresueltas. Seran letales para mi planteamiento si las doctrinas que hoy da rechazamos resultasen inseparables de las que queremos activar, pero creo que no es el caso. Hay que abogar, eso s, por una lectura libre, crtica y atenta de las ideas del griego, para sacar todo el partido posible a sus sugerentes ideas sin traernos innecesarias tensiones. Quiz una equilibrada interpretacin de estas ideas de Aristteles sea la que propone Emilio Lled. Segn sta, la educacin buscara "la edificacin del ser individual en el mbito del bien colectivo" 17 . En realidad, esta interpretacin integradora que hace Lled es posible gracias al tratamiento que da el propio Aristteles a la naturaleza humana. El filsofo griego utiliza con frecuencia metforas organicistas en el marco de su filosofa poltica, es cierto. Compara la ciudad con un organismo. Por analoga, los ciudadanos seran meras partes del mismo. Sin embargo, no es necesario llevar tan lejos la aplicacin de la metfora. En realidad, lo que quiere decir Aristteles es que el ser humano es por naturaleza social, que no puede tener una vida cumplida fuera de la polis. Pero en el plano ontolgico hay que considerar como sustancias por antonomasia a las personas, y slo en sentido secundario a las sociedades. El objetivo final, tanto de la tica, como de la poltica, ser, pues, que se pueda cumplir la funcin del ser humano (ergon toy
12 Pol 1252b 4-5. 13 Metafsica 980a 20. 14 Pol 1337b 15-17. 15 Pol 1337a 14. 16 K. Popper, La sociedad abierta y sus enemigos, Paids, Buenos Aires, 1957 [1 edicin en ingls, 1945]. 17 E. Lled, Aristteles y la tica de la polis, en V. Camps (ed.), Historia de la tica, Crtica, Barcelona,1988, p 202. anthropoy) 18 . Dicha funcin es la felicidad (eudaimonia), que incluye bienestar, convivencia y conocimiento, en correspondencia con los rasgos propios de la naturaleza humana, que es animal, social y racional (zoon politikon logon). El individuo no es autosuficiente, necesita para satisfacer su naturaleza un entorno social. Un aristotlico contemporneo, como Alasdair MacIntyre, ha insistido sobre la natural dependencia del ser humano, buscando as un equilibrio con el rasgo ms buscado en los tiempos modernos, el de la autonoma 19 . Pero el individuo no es una mera pieza, es un fin en s mismo, y la sociedad debe consentir esta pluralidad de fines, huyendo del totalitarismo, pues el ser feliz afirma con claridad Aristteles- no es cosa como la paridad, que puede existir en el conjunto sin existir en ninguna de sus partes; en la felicidad no es posible 20 . Por su naturaleza, la ciudad contina el pensador griego- es una cierta pluralidad [] no es tan unitaria como algunos afirman. La ciudad no debe tender hacia la monotona identitaria, aunque uno pudiera activar el proceso, no debera hacerlo, porque destruira la ciudad 21 . Estas tensiones inciden, por supuesto, sobre la concepcin de la paideia. Prueba de ello son estos dos fragmentos: El legislador dice Aristteles- debe ocuparse sobre todo de la educacin de los jvenes [] La educacin debe ser necesariamente nica y la misma para todos, y el cuidado de ella debe ser comn y no privado [] La legislacin debe regular la educacin y sta debe ser obra de la ciudad 22 . Pero, por otra parte, nos recuerda que la educacin particular es superior a la pblica, como en el caso del tratamiento mdico: en general, al que tiene fiebre le conviene el reposo y la dieta, pero quiz a alguien no le convenga, y el maestro de boxeo, sin duda, no propone el mismo modo de lucha a todos sus discpulos. Parece, pues, que una mayor exactitud en el detalle se alcanza si cada persona es atendida privadamente, pues de esta manera cada uno encuentra mejor lo que le conviene 23 . Para poner las cosas en su punto, habra que decir que la unidad de los ciudadanos en la polis es un bien, pero no puede venir impuesta, los legtimos fines individuales no deben rendirse ante un supuesto fin del conjunto. En cambio la
18 EN 1097b 23-28. 19 A. MacIntyre, Animales racionales y dependientes, Paids, Barcelona, 2001. 20 Pol 1264b 16-22. 21 Pol 1261a 18 y ss.. 22 Pol 1337a 1-35. 23 EN 1180b 5-15 concordia s puede venir a travs de la virtud de los ciudadanos 24 y de la amistad entre los mismos: consideramos, pues, que la amistad es el mayor de los bienes en las ciudades 25 . La educacin se ejerce en la familia, en la escuela y a travs de las leyes (hoy tendramos que aadir tambin el cine y los medios de comunicacin). No debera tomarse como simple instrumento para imponer la unidad, sino como elemento potenciador de las condiciones de la concordia, a saber, virtud y amistad. Lo llamativo es que estas tensiones que detectamos en Aristteles entre el polo individualista y el colectivista estn presentes tambin en el debate escolar hoy da. Hay quien querra una educacin elitista, pagada privadamente y al servicio exclusivo del inters individual. Tambin hay quien propone una educacin igualitarista, en la cual las familias, alumnos y colegios acatan sin ms los dictados del Estado (o de la comunidad autnoma de turno). Lo chocante es que estos dos modelos estn condenados a coexistir. Ni los elitistas estn tan locos como para proponer la eliminacin de la educacin pblica, aunque s pueden tolerar su degradacin, ni los igualitaristas suean, por el momento, con prohibir o intervenir radicalmente la escuela privada. De hecho, quienes imponen polticamente modelos igualitaristas, con frecuencia llevan a sus hijos a colegios elitistas. Sin embargo, en medio, estrangulada y olvidada, puede quedar una parte del sistema que mira tanto a la cohesin social como a la libertad de eleccin de los padres y alumnos, tanto a los fines individuales como a los fines sociales de la educacin, llmese esta parte escuela concertada, autonoma de los centros, cheque escolar, homeschooling... En mi opinin, esta parte debera crecer y consolidarse, pues se ubica en el lugar de la integracin, sin exclusin de ninguno de los fines propios de la escuela. Este punto de equilibrio puede buscar sus races en una interpretacin equilibrada y actualizada de la filosofa aristotlica. En dicha filosofa podemos encontrar las claves para una educacin que integre adecuadamente los fines personales y sociales, y que se vea a s misma como medio pero tambin como fin. Como hemos anticipado, estas claves residen en la concepcin aristotlica de la naturaleza humana 26 , la funcin del ser humano y, en definitiva, la felicidad. La educacin en todos los mbitos debe estar al servicio de este fin. No se puede esperar que la educacin produzca directamente la felicidad, sino ms bien que potencie las capacidades del individuo para que pueda obtenerla. Este objetivo, que se centra en las
24 Pol 1263a 29 y ss.. 25 Pol 1262b 7 y ss.. 26 Vase A. Marcos, Filosofa de la naturaleza humana, Eikasia (en prensa), capacidades para producir una funcin ms que en la funcin como tal, ha sido teorizado profundamente por el economista Amartya Sen. En su conocido enfoque de las capacidades, aplicable a la economa y a la poltica, tambin se aprecia una fuerte influencia aristotlica 27 . Una buena parte de este enfoque podramos desplazarlo al terreno de la educacin. Las polticas econmicas no pueden orientarse a la produccin directa de la felicidad del ciudadano, sino a la produccin de capacidades que le permitan generar libremente su propia felicidad 28 . Del mismo modo, la educacin debe orientarse hacia la produccin de capacidades para que cada cual pueda cumplir su funcin como ser humano, a saber, la felicidad. As pues, todo el proceso educativo obtiene su norte, en ltima instancia, del concepto de naturaleza humana. La falta de claridad en este punto esencial genera, o bien una espontaneidad atolondrada, o bien un normativismo arbitrario que estrangula la libertad. Con frecuencia se dan las dos cosas: el mismo sistema que pretende que el alumno genere espontneamente, entre las nueve y las diez, una alternativa a la teora de a relatividad, a la economa neoclsica, a la tica kantiana o al arte de las vanguardias, le impone frreamente incluso el idioma para los juegos del recreo. En Aristteles la naturaleza humana incluye tres vectores, somos animales sociales y racionales (zoon politikon logon). El ser humano se halla radicado en el mundo natural, por su condicin de animal. La condicin social y racional diferencia al hombre del resto de los vivientes. As, la naturaleza animal se integra en la diferencia, que queda definida por lo racional (lenguaje, abstraccin, argumentacin, autoconciencia, conciencia moral, conocimiento, contemplacin) y lo poltico (pertenencia a una comunidad, a una polis). La nocin de diferencia aqu es importante. Aristteles la toma en dos sentidos: comparativo y constitutivo. El sentido ms importante y radical es este segundo. Y respecto del mismo el pensador griego afirma: La diferencia es la forma en la materia 29 . Es decir, la diferencia tiene ms contenido que el gnero, es algo ms concreto y actual, integra en s todo lo anterior. La naturaleza humana, para Aristteles no es racional y poltica (diferencia) adems de animal (gnero). La racionalidad y sociabilidad no estn yuxtapuestas a la animalidad -ni una a la otra-, son el modo concreto y actual de la misma, la integran, la constituyen y
27 Vase P. Snchez Garrido, Races intelectuales de Amartya Sen: Aristteles, Adam Smith y Karl Marx, Centro de estudios polticos y constitucionales, Madrid, 2009. 28 A. Marcos, Desarrollo y felicidad, II Jornadas de tica Medioambiental. Desarrollo Sostenible o desarrollo humano: tica Medioambiental y crisis econmica, 26-27, noviembre, 2009, Elche. 29 Aristteles, De partibus animalium, 643a 24. precisan. He aqu la base metafsica de la unidad del ser humano. No somos tres naturalezas yuxtapuestas, sino una unidad integral. La funcin del ser humano consiste en desarrollar y cumplir lo ms plenamente posible esta su naturaleza. La educacin debe capacitarnos para esta tarea vital. En trminos ms concretos, discutimos si la educacin debe centrarse en aspectos informativos o formativos. No est claro leemos en Poltica- si conviene atender ms a la inteligencia que al carcter del alma. Desde el punto de vista del sistema educativo actual la investigacin es confusa y no est nada claro si deben practicarse las disciplinas tiles para la vida o las que tienden a la virtud 30 . La perspectiva aristotlica nos muestra cmo ambos aspectos se integran. Edificarse como persona, formarse, incluye desarrollar el plano racional y cumplir con uno de los componentes de la felicidad humana, el conocimiento. Parte de nuestra praxis est orienta a la obtencin de conocimiento por s mismo, teortica o contemplativamente. Luego no hay oposicin posible entre informacin y formacin. Uno es ms y mejor persona en la medida en que conoce, por ejemplo, las eras geolgicas o la composicin de la materia, pues una de las funciones del ser humano es aprender, sin ms, practicar una vida teortica. Por otro lado, parte de la informacin que uno recibe tiene inmediata utilidad prctica para el bienestar. Desde la perspectiva de una naturaleza humana que es, con todas las consecuencias, animal, el objetivo de obtener bienestar y paliar la vulnerabilidad es perfectamente legtimo. Pero es que, adems, en la tradicin aristotlica, los fines utilitarios y los teorticos del conocimiento no se oponen entre s, sino que se integran. Discutimos tambin la presunta oposicin entre fines sociales e individuales en la educacin. Pero Aristteles nos dice que slo cumplimos nuestra funcin como personas, slo podemos aspirar a la felicidad individual, en un entorno social. Si el conocimiento era el primero, la convivencia es el segundo de los componentes de la felicidad. Una visin darwinista, nietzscheana o marxista pondr las cosas en trminos, ms o menos edulcorados, de lucha y contradiccin. La visin aristotlica mira en cambio hacia la integracin y mutua dependencia de convivencia y felicidad individual. Cada persona tiene que trabajar por la concordia social, y la tradicin aristotlica ensea el porqu: en ello le va, como fin ltimo, su felicidad personal. La convivencia no se
30 Pol 1337a 39 y ss.. recomienda aqu como estrategia, ni como mscara de la voluntad de poder, sino como parte integral de la felicidad humana. Dicho en breve, la concepcin aristotlica de la naturaleza humana, de la funcin del ser humano y de la felicidad aporta los fines de la escuela, su norte. Adems nos ofrece las razones para aceptar tales fines de modo justificado, universal y objetivo. Recordemos que el fracaso del modelo educativo imperante lo atribuamos a su desorientacin, por lo tanto ya hemos obtenido una importante ganancia. Falta hablar de los medios. Pero antes de entrar en ello, hay que hacer una advertencia en contra del dualismo fines-medios. En Aristteles los medios no son algo distinto de los fines. Son los fines mismos asumidos como deseos y en un estadio avanzado de diferenciacin. En dicho estadio, los fines se hacen tan precisos y concretos que tocan ya con el repertorio de movimientos posibles del agente. As, los fines, de intenciones pasan a acciones 31 . En realidad la accin no es una yuxtaposicin del deseo de ciertos fines ms el conocimiento de ciertos medios, sino que es deseo- diferenciado-por-el-intelecto. Los fines no son exteriores a los medios ni a la propia accin, sino que la accin es el propio deseo de cierto fin, pero diferenciado, gestado a travs de la deliberacin intelectual y el conocimiento de los medios. Aplicada esta idea a la educacin, quiere decir que el proceso educativo no es distinto del fin que persigue. l mismo es este fin. Cuando en la familia o en la escuela se ofrece conocimiento o formacin, informacin puramente terica o utilitaria, no slo estamos poniendo medios para un fin exterior, sino que estamos ya cumpliendo ese fin. No slo ponemos los medios para formar una persona, un buen ciudadano o un futuro trabajador, sino que ya estamos cumpliendo con las finalidades propias del educando como ser humano que es. Por eso muchos diramos que el aprendizaje en el seno de la familia o de la escuela no constituy solamente una valiosa herramienta para la vida, sino tambin y principalmente un momento de plenitud y felicidad. Aclarado este punto, podemos pasar a hablar de los medios, que es tanto como decir de la forma concreta y diferenciada que deben tomar los fines. Los medios educativos con frecuencia se expresan en forma de curriculum escolar, que comprende las materias hay que transmitir. A travs de los textos clsicos nos damos cuenta de que ya en la antigua Grecia, y quizs antes, en Mesopotamia y Egipto, la educacin inclua
31 Asumo aqu la interpretacin que hace John Lear de la teora aristotlica de la accin. Vase J. Lear, Aristteles, Alianza, Madrid, 1995. el aprendizaje de la escritura, la lectura y los rudimentos matemticos. Nadie duda de que esto debe estar presente. Aristteles nos habla adems de que a los nios griegos les transmitan los textos homricos prcticamente con la leche materna. Tampoco aqu debera hacer mucha duda: hay una tradicin literaria entendido el trmino en sentido amplio que incluye desde Homero y la Biblia hasta el multimedia- que hay que incorporar al proceso educativo. Estn, adems, las materias cientficas y tecnolgicas, adems de los conocimientos histricos. Tambin Aristteles nos informa de que en su poca los nios aprendan msica y dibujo. Las artes deben formar tambin hoy parte de la educacin. Otro aspecto muy importante de la paideia griega era la formacin fsica. En todos los casos, Aristteles insiste a lo largo del libro VIII de la Poltica en que no se debe buscar el virtuosismo o el especialismo, sino la formacin integral de la persona. La msica, el dibujo, la gimnasia, se ponen al servicio de la persona, y no a la inversa. Esta observacin resulta hoy de plena actualidad. Tambin habla Aristteles positivamente de la diversin y el juego como partes de la educacin 32 , as como de la formacin de los sentimientos 33 . La lista, obviamente, es abierta, podramos aadir ms materias o precisar ms las sealadas. No vamos a entrar en ello. Pero el ncleo del debate, quiz la parte ms tensa del mismo, se sita hoy en la integracin de los aspectos formativos. Hemos intentado cubrir los mismos mediante la llamada educacin en valores. Analicemos ahora las ventajas y limitaciones de este enfoque, as como la posible aportacin aristotlica al mismo. 3. Valores La educacin en valores trata de que el educando capte la existencia de diversos valores. Se suele hacer nfasis en valores sociales, como la paz, y en valores ambientales, como la biodiversidad. Urge seala Victoria Camps- volver a valores como el respeto, la convivencia, el esfuerzo, la equidad o la utilizacin razonable de la libertad. Es necesario recuperar el buen sentido de conceptos como autoridad, norma, esfuerzo, disciplina o tolerancia. Y, por encima de todo, hay que cambiar de perspectiva, eliminar tpicos y asumir que estos valores, estas actitudes, se pueden y
32 Pol VIII 3. Una exposicin de la imagen que nos da Aristteles de la paideia griega puede verse en A. Marcos, El testamento de Aristteles, Edilesa, Len, 2000, pp 122-129. 33 Pol 1340a 15-25. deben ensear 34 . El texto de Camps es muy indicativo de la situacin actual. Se aprecia una necesidad de educar en valores y algo ms. Algunos de los conceptos citados por la autora son, en efecto, valores, como la buena convivencia, otros se refieren ms bien a actitudes deseables, como el esfuerzo. Las actitudes deseables tradicionalmente se llaman virtudes. Sin embargo, la autora, siguiendo un camino muy comn en las ltimas dcadas, prefiere evitar este trmino, lo cual introduce una cierta confusin. La palabra valor acaba cubriendo el campo semntico tambin de las palabras virtud y actitud. As, se puede hablar de estos valores, estas actitudes, como si jugsemos con sinnimos. No lo son. Los valores no son actitudes. Las virtudes s lo son; pero no todas las actitudes son virtudes. Necesitamos, por tanto, los tres trminos, valor, actitud y virtud. La paz, la biodiversidad, la elegancia, son valores. La capacidad de esfuerzo, la austeridad, la humildad o el coraje son virtudes. Actitudes lo son tanto estas como la avaricia, la insolidaridad o la temeridad. Los valores se conocen, las virtudes se practican. Distingamos, pues, entre valores y virtudes, y hablemos ahora de los primeros. La enseanza de los valores es imprescindible. Existen valores de muy diversos tipos, morales, sociales, ambientales, estticos, econmicos Quien conoce los valores es capaz de estimarlos, de apreciarlos. A veces nos quejamos de que no sabemos valorar esto o aquello, de que no apreciamos esto o aquello. Precisamente la enseanza de los valores viene a paliar estas deficiencias. Aristteles nos dice que debemos aprender msica o dibujo no slo para practicar estas artes, sino tambin para aprender a juzgar, a valorar sus productos cuando estn ante nosotros 35 . Se trata de un aprendizaje de los valores, en este caso estticos. Los valores son cualidades de las entidades. Por ejemplo, una estatua puede ser hermosa y una accin puede ser justa. Nadie se dira bien educado si fuese incapaz de estimar valores. Sin embargo, la educacin en valores presenta un problema y una limitacin. El problema tiene que ver con la falta de fundamento objetivo y la consiguiente inclinacin hacia el subjetivismo. Es una creencia muy extendida que el valor se produce en el acto de valorar. De modo que un cuadro o un rbol tienen valor en la medida en que alguien los valora. El mismo cuadro tendra ciertos valores para una cultura y carecera de los mismos para otra, los tendra para una persona y no para otra. La misma accin tendra
34 V. Camps, Creer en la educacin, Pennsula, Barcelona, 2008. 35 Pol 1338b 1-3; Pol 1340b 24-26. distinto valor moral para los unos que para los otros. En cierto modo es as. Los valores son sensibles al contexto cultural o histrico, incluso al punto de vista subjetivo. No obstante, si aceptamos que carecen completamente de base objetiva, estamos negando por las mismas cualquier viabilidad a la educacin en valores. La familia, la escuela, los medios, las leyes, pueden empearse en la enseanza de un cierto valor, pero el educando, con toda razn, podra decir, bien, eso es valioso para ti, pero no para m. Por ejemplo, a alguien le puede parecer valiosa la biodiversidad, mientras que otros pueden preferir digamos- la biouniformidad. No hay ms que hablar, dado que previamente hemos negado base objetiva a los valores y los hemos hecho depender slo del acto de valoracin del sujeto. En este ambiente intelectual cualquier educacin en valores ha de parecer arbitraria, y ser vivida en ltima instancia por el educando como un capricho impuesto por quien detenta el poder. Es difcil salvar esta limitacin desde una perspectiva estrictamente moderna. Recordemos la separacin moderna entre hechos y valores. Desde el posmodernismo sera simplemente imposible, adems de indeseable. En mi opinin, para dar base objetiva a los valores hay que recurrir hoy da a la tradicin aristotlica. Quiz quien ms haya avanzado en esta labor sea el neoaristotlico Hans Jonas. Gracias a sus ideas podemos fundar el valor en el ser, as como salvar la falacia naturalista. La tica de la responsabilidad de Jonas huye tanto de la norma universal, del deber formal, como de la accin por la accin, de la subjetividad plena. En este sentido vuelve a estar prxima a los equilibrios aristotlicos entre al formalismo abstracto y la pura arbitrariedad. Su fundamento realista la hace insegura, no sometida a norma formal estricta, pero la hace tambin objetiva, no sometida al arbitrio. En esto se separa Jonas de los extremos ms tpicos de la modernidad, cuyos exponentes paradigmticos pudieran ser Kant y Nietzsche. Jonas desmiente dos dogmas de la modernidad: no hay verdades metafsicas y no hay camino del es al debe . Por supuesto, la separacin entre el ser y el deber es el fruto de una determinada metafsica, en ese sentido es imposible mantener con coherencia ambos dogmas a un tiempo; sin embargo suelen presentrsenos de la mano. Al margen de esta primera y obvia objecin, se puede argumentar que la estricta separacin entre el ser y el deber depende de un concepto de ser previamente neutralizado, libre de valores, en relacin al cual la afirmacin de que no se puede pasar del ser al deber es meramente tautolgica. La tesis de que no hay camino del es al debe depende de una cierta nocin de ser que deberamos discutir previamente, pero que no se discute debido a la creencia en el primero de los dogmas y a la consiguiente desactivacin de la discusin metafsica. Sin discusin metafsica seria, el concepto de ser neutralizado, que es el propio de la ciencia emprica, se convierte sin ms en el nico digno de consideracin. Este es el gnero de apoyo retrico- que se prestan los dos dogmas, de por s incompatibles. Lo que parece quedar claro, pues, es que no hay posibilidad de superacin del crculo moderno, ni de fundar objetivamente el valor, sin entrar en el terreno de la discusin metafsica, sin sacar a la luz y discutir libremente los supuestos metafsicos de dicho crculo. Vayamos a la raz de la cuestin, es decir, a la pregunta por la primaca del ser sobre el no-ser. Se pregunta Jonas por qu el ser tiene valor, por qu es mejor que el no- ser. La respuesta es que slo en lo que es puede haber valor, de modo que esta mera posibilidad es ya un valor que hace preferible el ser a la nada, es decir, que lo hace mejor y por tanto preferible. Dicho de otro modo, slo puede haber algo valioso si hay algo, de modo que obrar a favor del ser es obrar, por lo pronto, a favor de la posibilidad del valor: Hay que observar argumenta Jonas- que la mera posibilidad de atribuir valor a lo que es, independientemente de lo mucho o lo poco que se encuentre actualmente presente, determina la superioridad del ser sobre la nada 36 . Este valor del ser no se da por igual en todos los seres. Unos pueden ser ms plenamente que otros, y en consecuencia variar su valor por la variacin de su mera posibilidad de sustentar valores. Jonas formula esta idea en trminos de la capacidad de cada sustancia para tener fines, y en caso del hombre tambin para proponerse fines: En la capacidad de tener en general fines podemos ver un bien-en-s del cual es instintivamente seguro que es infinitamente superior a toda ausencia de fines en el ser. No estoy seguro si esto es un juicio analtico o es un juicio sinttico, pero en modo alguno puede irse ms all de la autoevidencia que posee [...] Que de aqu se sigue un deber [...] es algo que resulta analticamente del concepto formal de bien en s 37 . Contamos, en resumen, con la profunda intuicin moral de que el ser vale ms que el no ser, que los vivientes valen ms que las cosas no vivas y que no todos los vivientes valen lo mismo. Las ideas de Jonas dan adems apoyo racional a esta intuicin, nos ensean el camino que va desde el ser hasta el valor, la base objetiva del
36 H. Jonas, El principio de responsabilidad, Herder, Barcelona, 1995, pp 95-6. 37 H. Jonas, El principio de responsabilidad, Herder, Barcelona, 1995, pp 146-7. valor. Sobre estas ideas se puede edificar, sin subjetivismo ni imposicin arbitraria, la educacin en valores. Hasta aqu el problema, pero tambin habamos aludido a una limitacin de la educacin en valores. Dicha forma de educacin es necesaria, pero no suficiente. Conocer el valor de algo, aun considerndolo como valor objetivo, no aporta capacidad para la accin. Una vez que reconocemos valor objetivo, obtenemos inmediatamente la idea de un deber. Si reconozco que una cierta entidad es valiosa, s tambin que tengo algn deber para con ella. Pero la idea de un deber no mueve nuestra conducta, en contra de lo que pudo pensar Kant. Ya los clsicos latinos eran conscientes de lo que tantas veces nos pasa: Video meliora proboque, deteriora sequor 38 . O sea, que veo lo mejor, conozco los valores, podramos decir, y lo apruebo, es decir, acepto que tengo un deber para con lo valioso, pero hago lo peor. Mi accin y mi conocimiento siguen caminos divergentes. Es normal, es humano. El mero conocimiento de los valores y de los deberes no nos mueve, no es capaz de impulsar ni de sostener nuestra accin. Por ello, dicho conocimiento, con ser necesario, es no es suficiente. Y en este punto tambin viene en nuestra ayuda la tradicin aristotlica, la cual, adems de tratar sobre valores y deberes, nos habla con profusin de las virtudes. La educacin en valores es totalmente inerte si no se complementa con una educacin en virtudes. 4. La educacin en virtudes Las virtudes, a diferencia de los valores, tienen una conexin inmediata con la capacidad de accin del sujeto. Son imprescindibles para que el comportamiento siga la lnea vislumbrada por la inteligencia y querida por la voluntad. En trminos aristotlicos, la virtud es un hbito [hexis] selectivo que consiste en un trmino medio relativo a nosotros, determinado por la razn y por aqulla regla por la cual decidira el hombre prudente 39 . La virtud, por tanto, es un hbito, disposicin o actitud para elegir el justo medio, para evitar el exceso y el defecto. Pero esto no es fcil, pues el justo medio no es la media aritmtica. Para hallarlo nos hace falta otra regla. Esta regla ser la que establezca el hombre prudente, y aplicada tal y como l lo hara. De modo que la ms determinante de las virtudes, la que enlaza conocimiento y accin, la que modula el despliegue del resto de las virtudes, es la prudencia (phronesis). Ms abajo hablaremos
38 Ovidio, Metamorfosis, VII, 20. 39 EN 1106b 36 y s.. de la phronesis aristotlica. Por el momento sigamos la indicacin de que la virtud constituye una predisposicin para actuar de un cierto modo. Segn la tradicin aristotlica, las virtudes acaban por formar en nosotros una especie de segunda naturaleza, un modo de ser. As, en la persona virtuosa la accin correcta fluye de modo natural, sin artificiosidades. La virtud se convierte en un modo de ser, pero un modo de ser elegido por cada persona, del cual cada persona es causante y responsable 40 . La conexin entre virtud y praxis es, pues, inmediata. El aprendizaje de las virtudes est directamente orientado al comportamiento. De hecho, Aristteles llega a afirmar que el estudio de la tica, dentro del cual ocupa un lugar destacado el de las virtudes, no tiene un inters meramente terico, sino que lo llevamos a cabo para hacernos mejores: investigamos no para saber qu es la virtud, sino para ser buenos 41 . El mismo aprendizaje de las virtudes se lleva a cabo mediante la prctica. No hay otro modo de adquirirlas. Se dice bien, pues, que realizando acciones justas y moderadas se hace uno justo y moderado respectivamente; y sin hacerlas, nadie podra llegar a ser bueno. Pero la mayora no ejerce estas cosas, sino que, refugindose en la teora, cree filosofar y poder, as, ser hombres virtuosos; se comportan como los enfermos que escuchan con atencin a los mdicos, pero no hacen nada de lo que les prescriben. Y, as como estos pacientes no sanarn del cuerpo con tal tratamiento, tampoco aquellos sanarn del alma con la filosofa 42 . Es decir, para educarse en las virtudes, hay que practicarlas. Se aprenden mediante la costumbre. Lo que hay que hacer despus de haber aprendido lo aprendemos hacindolo [] de ah la necesidad de efectuar cierta clase de actividades [] As, el adquirir un modo de ser de tal o cual manera desde la juventud tiene no poca importancia, sino muchsima, o mejor, total 43 . En cuanto a las virtudes concretas a las que se refiere Aristteles, hay que observar que nunca establece una lista cerrada, sino que en diversas partes de su obra se refiere a distintas virtudes, sin pretensin ni de exhaustividad. Entre las que cita estn las de carcter moral, como la liberalidad, la magnificencia, la magnanimidad, la ambicin, la mansedumbre, la amabilidad, la sinceridad, la agudeza, el pudor y la vergenza, la justicia, la continencia, la amistad, la valenta, la moderacin, la
40 EN 1114b 1-33. 41 EN 1103b 26-29. 42 EN 1105 b 10 y ss.. 43 EN 1103b 20-35. concordia, la benevolencia, el amor propio, y las de carcter intelectual, como la sabidura, la ciencia, la intuicin, la prudencia y el arte. Es importante insistir en la naturaleza abierta del listado y en la necesidad de puesta al da del mismo, si es que la teora aristotlica de la virtud ha de tener hoy un uso educativo. Pocas cosas hay tan sensibles al contexto histrico y cultural como la relacin concreta de las virtudes, su interpretacin y jerarquizacin. Por poner tan slo un par de ejemplos: la virtud de la humildad cobra relieve dentro del mundo cristiano, mientras que en el marco aristotlico cotizaba ms bien a la baja. Un segundo caso: MacIntyre 44 hace una crtica muy acertada y actualizada de una de las virtudes importantes para Aristteles, la magnanimidad. Gran parte de lo que el griego dice sobre este punto debera ser reconsiderado, o por lo menos complementado con lo que MacIntyre llama virtudes de la dependencia, las cuales, en cambio, seran difcilmente asumibles por Aristteles. En la actualizacin de las virtudes para su aplicacin educativa hay, obviamente, un trabajo por hacer, pero la base que el filsofo griego nos ofrece es de gran utilidad. La educacin en virtudes puede, no obstante, descarrilar por diversas causas. Entre otras cosas, porque tambin en el uso educativo de las virtudes hay que buscar el justo trmino medio. Con frecuencia nos hemos pasado o quedado cortos. As, una interpretacin demasiado puritana o prusiana de las virtudes acaba por convertir stas en reglas inflexibles que cobran estatus de fin en s mismas. O bien, en una versin excesivamente conductista, la idea de segunda naturaleza se puede transmutar en la de una especie de reeducacin de la naturaleza humana bsica. Sera traicionar el planteamiento aristotlico el transformar las virtudes en fines ltimos, cosa que no son, o el entender la segunda naturaleza como una suerte de reprogramacin para una conducta automatizada. La educacin en virtudes debe apuntar siempre al fin real de las mismas, que va ms all de las propias virtudes, y no es otro que la felicidad personal. Hay que recordar que la felicidad para Aristteles es una actividad -no un estado- conforme a la virtud. Es decir, la felicidad consiste en el cumplimiento de la funcin del ser humano a un nivel virtuoso o de excelencia. Las virtudes no se agotan en s mismas, deben estar integradas en algo ms importante; de ah la necesaria flexibilidad y ajuste prudencial en su cumplimiento, de ah tambin la necesidad a veces de reflexin, deliberacin y libre correccin.
44 A. MacIntyre, Animales racionales y dependientes, Paids, Barcelona, 2001. Tanto la versin puritana como la conductista constituyen excesos que ponen en riesgo cualquier proyecto educativo: Otra razn por la que las virtudes han cado en desprestigio afirma el filsofo polaco Piotr Jaroszynski- es que algunos han hablado de ellas como si fuesen fines en s mismas, tratndolas como una especie de tesoro que tuviera que ser conservado. El sistema de educacin prusiano fue famoso por esta actitud. Buscaba la ruptura de la voluntad e individualidad del ser humano para convertirlo en material adecuado para el servicio militar o civil. El filsofo prusiano Inmanuel Kant aport un argumento filosfico a favor de esta mentalidad reglamentista cuando escribi que la verdadera moralidad debe implicar algo de sufrimiento y que debe proceder solo del sentido del deber. Pensaba que si una persona disfrutaba haciendo algo, este placer disminua la virtud 45 . Esta ltima observacin nos lleva a un problema muy actual. Se trata de la relacin con frecuencia mal comprendida en la educacin actual- de la virtud con el placer. En tiempos, quiz, el riesgo estaba en el exceso del rigorismo puritano, para el cual el todo placer resulta sospecho. Hay que decir que tal riesgo regresa hoy so capa de educacin ambiental. Pero probablemente hoy da aun el riesgo mayor de la educacin consista en el deslizamiento hacia el exceso hedonista, para el cual el placer es el bien y el sufrimiento es el mal. Obsrvese que en los mensajes mediticos tan slo las consignas hedonistas se permiten el lujo del modo imperativo. En la escuela se tiende hacia la evitacin de cualquier esfuerzo que pueda exigir el aprendizaje, as como a la omnipresencia de una pedagoga ldica. Bien, hasta donde sea posible. Pero quiz un cierto esfuerzo personal por parte del educando no sea eliminable, y quiz no sea factible la transformacin de cualquier aprendizaje en un divertimento. La posicin aristotlica en este punto resulta de nuevo actual e iluminadora. En la Academia platnica se produjo un agitado debate en torno al placer. Algunos pensadores muy respetados, como Eudoxo, decan que el placer es el bien. Otros vean en esta identificacin un peligro, pues en la mente de personas menos respetables que Eudoxo poda convertirse en una justificacin para cualquier despropsito. Entonces, para compensar, exageraban predicando la perversidad de todo placer. Era el caso de Espeusipo. Hoy seguimos movindonos entre hedonistas y puritanos. En los mensajes dirigidos a los jvenes se mezclan las incitaciones hedonistas y consumistas con las
45 P. Jaroszynski & M. Anderson, Ethics: The drama of moral life, Alba House, NY, 2003. pp 43-44. profecas ambientales ms aterradoras que dan base al nuevo puritanismo. Lo menos que se puede esperar como resultado es desconcierto y desmotivacin. Aristteles se distancia de estos dos excesos. Segn l, el placer es un bien, pero no puede identificarse con el bien, el dolor es un mal, pero no el mal, porque todos sabemos, hedonistas incluidos, que hay placeres buenos y otros malos, que algunos se obtienen dignamente y otros arteramente, que el dolor se puede evitar con honradez o con deshonra 46 . Una vida orientada tan slo por las pasiones que nos inclinan hacia el placer y nos hacen huir del dolor no sera, para Aristteles, una vida lograda. Por supuesto, tampoco lo sera la vida de quien evitase los placeres y buscase gratuitamente el sufrimiento. El justo trmino medio aqu est en la independencia de criterios. Es decir, hay que darse cuenta de que aunque el placer es un bien y el dolor es un mal, estos criterios no bastan como guas de conducta moral. La educacin de las virtudes, gracias a los criterios de la razn y la voluntad, produce en primera instancia una liberacin del sujeto respecto de sus propias pasiones. Puede disfrutar del placer y evitar el dolor cuando sea correcto, pero tambin es capaz de asumir sufrimientos o renunciar a placeres, cuando sea preciso en funcin de un bien mayor o un mal menor. La funcin liberadora de la educacin comienza aqu. La libertad primera es libertad respecto de uno mismo, si uno es esclavo de sus pasiones, lo ser con facilidad de cualquier otro agente externo que las emplee como punto de apoyo, ya sea la publicidad, la presin del poder o la coaccin por el miedo. Recordemos aqu, como punto de contraste, la famosa cita de Hume, para quien la razn es, y slo debe ser, la esclava de las pasiones, y no puede pretender otro oficio que el de servirlas y obedecerlas 47 . Si la educacin ha de ser un instrumento de libertad, entonces la enseanza aristotlica de las virtudes deber formar parte de la misma. Hagamos una ltima observacin respecto de la educacin en virtudes. La educacin, como hemos dicho, aunque va ms all del medio escolar, tiene en ste uno de sus lugares principales. Dentro de dicho medio, es lo ms comn evaluar los progresos del educando. Sin embargo, desde mi punto de vista, las virtudes, y en general las actitudes, deberan quedar exentas de evaluacin. No creo que haya un medio para objetivar el desarrollo de las virtudes con las debidas garantas y sin que se
46 EN X 2. 47 D. Hume: Tratado sobre la naturaleza humana, Tecnos, Madrid, 1988, pg. 561 [2,3,3.]. vea afectada la libertad e intimidad personal. Todo intento de evaluar actitudes creo que deja al educando en una cierta indefensin, y debera, por tanto, ser obviado. Esto no quiere decir que la educacin en virtudes no sea importante, o que lo sea menos que la transmisin de contenidos tericos o competencias. Significa sencillamente que hay condiciones necesarias para una vida buena que no son formalmente exigibles. Sin virtudes la vida personal se alejar de la felicidad, y la vida social corre el riesgo de fragmentarse o volverse una tortura. Con todo, las virtudes no se pueden exigir formalmente en ningn mbito. Hans Jonas lo ha visto y explicado con claridad en lo que al mbito sanitario se refiere. Segn l, para el respeto de los valores ticos en la prctica clnica o en la investigacin mdica no es suficiente con los requisitos formales legalmente exigibles, hace falta tambin una buena actitud hacia los mismos y un contexto tico adecuado. Con ser muy importante, ni siquiera es suficiente el reconocimiento de valores como la libertad o la dignidad de las personas. Hace falta, adems, la presencia de virtudes en los miembros de la sociedad, de la comunidad cientfica, en los mdicos e investigadores, en los pacientes... "La sociedad -afirma Jonas- no puede permitirse la falta de virtud en mitad de s misma" 48 . Creo que, sin forzar las cosas, esta idea puede desplazarse al especio educativo. Que las virtudes no se puedan exigir formalmente ni evaluar, no significa que no se puedan fomentar. Esto precisamente es lo que hay que hacer, fomentar las virtudes en el mbito educativo mediante la prctica orientada de las mismas. 5. Phronesis Hemos visto que todo el entramado de las virtudes se sustenta sobre la phronesis, la cual adems cobra una importancia primordial en los espacios educativos, ya que constituye el nodo de conexin entre el conocimiento terico y la vida moral. Aristteles caracteriza la prudencia (phronesis) como una disposicin racional verdadera y prctica respecto de lo que es bueno y malo para el hombre 49 . Mediante esta definicin distingue la prudencia de otras nociones. Dado que es una disposicin (hexis), se distinguir de la ciencia (episteme), pues la prudencia ser un saber conectado con la accin humana. En segundo lugar, al ser prctica (praktike), su resultado ser una accin, no un objeto; esto la distingue del arte o de la tcnica (tekhne). La exigencia de racionalidad y verdad (meta logoy alethe) distingue la
48 H. Jonas: Tcnica, medicina y tica. Paids, Barcelona, 1997, p 85 (cursiva en el original). 49 EN 1140b 4 y s.; vase tambin 1140b 20 y s.. prudencia de las virtudes morales y la sita entre las virtudes intelectuales. Por ltimo, el que sea acerca del bien y el mal para el hombre, y no acerca del bien y el mal en abstracto, deslinda la prudencia de la sabidura (sophia). Hasta aqu hemos trazado los lmites y solapamientos entre la nocin de prudencia y otras prximas, pero no hay que olvidar que slo podemos comprender su naturaleza considerando a qu hombres llamamos prudentes 50 . Los textos sobre la prudencia sugieren que se trata de una virtud intelectual, pero que implica experiencia vivida, que atae tanto a medios como a fines, pues su horizonte ltimo es el vivir bien en general, y que est al servicio de la sabidura, o sea, que es un instrumento para la obtencin de la misma. Sin embargo, Aristteles llega a afirmar que no se debe hacer menos caso de los dichos y opiniones de los experimentados, ancianos y prudentes, que de las demostraciones, pues la experiencia les ha dado vista, y por eso ven rectamente 51 . En general, la prudencia busca la sabidura y la sabidura potencia la prudencia humana. Lo mejor es "poseer ambas, o preferentemente la prudencia" 52 . De los animales tambin dice Aristteles que son prudentes 53 , pero al carecer de sabidura su prudencia es ciertamente limitada. Con todo, la prudencia merece ser buscada por s misma y al margen de su posible utilidad, dado que se trata de una virtud 54 . La prudencia es una virtud, es decir un hbito selectivo determinado por aqulla regla por la cual decidira la persona prudente 55 . En definitiva, no podemos determinar qu es o no virtuoso sin que concurra la prudencia.
50 EN 1140a 23-24. 51 EN 1143b 10-13. 52 EN 1141b 21. 53 EN 1141a 26-28. 54 EN 1144a 1 y ss.. 55 EN 1106b 36 y s..
El trmino medio lo dicta la razn o la regla recta del hombre prudente. Esta razn o regla recta es, ms bien, una razn correcta, es decir, corregida. Es el lmite al que tiende un proceso de correccin, de eliminacin de errores, por relacin a un fin buscado: Hay un blanco mirando al cual pone en tensin o afloja su actividad el que posee la regla justa, y hay un cierto lmite de los trminos medios que decimos se encuentran entre el exceso y el defecto y son conformes a la recta razn (kata ton orthon logon) 56 . Luego la prudencia requiere experiencia: Los jvenes pueden ser gemetras y matemticos, y sabios en cosas de esa naturaleza, y, en cambio, no parece que puedan ser prudentes. La causa de ello es que la prudencia tiene por objeto tambin lo particular, con lo que uno llega a familiarizarse por experiencia 57 . La experiencia es el tiempo y la memoria, pero no cualquier lapso de tiempo, sino el que se ha consumido reflexionando, tratando de comprender la naturaleza de las cosas que vemos, de las acciones que realizamos y de lo que nos ocurre. La experiencia es memoria de un tiempo vivido y pensado, pues es fruto de sucesivas correcciones. Pero, recordemos que la propia prudencia es una virtud, y, adems, "es imposible ser prudente no siendo bueno" 58 . Luego, nadie podra ser prudente sin seguir la norma dictada por la prudencia. Nadie podra ser prudente sin serlo ya antes. Este crculo vicioso (o virtuoso, segn se mire) se resuelve mediante la educacin (paidea) y
56 EN 1138b 22-25. 57 EN 1142a 12-21. 58 EN 1144a 35-36. Phronesis Virtudes morales Sabidura (ciencia+intelecto ) La prudencia, nodo entre conocimiento y accin la accin, es decir, mediante la accin guiada por alguien prudente mientras uno mismo no haya adquirido la prudencia 59 . No basta el simple dictado de normas, pues la prudencia constituye tambin el criterio de aplicacin, interpretacin y, en su caso, modificacin o violacin de la norma. La prudencia aristotlica est enraizada en la experiencia y en la responsabilidad -el riesgo, dir Pierre Aubenque- indelegable de cada ser humano. El riesgo de la decisin y de la accin no puede traspasarlo nadie, ni educador ni educando, a norma alguna ni procedimiento automtico de decisin. La causa de ello es que toda ley es universal, y hay cosas que no se pueden tratar rectamente de un modo universal 60 . Pero esto no nos condena a la irracionalidad ni al subjetivismo en nuestras decisiones prcticas, pues la prudencia no es simple opinin o buen tino 61 , es autntico conocimiento racional con intencin de verdad objetiva. En conclusin, Aristteles logra una integracin prometedora del conocimiento, instrumental y teortico, con la accin humana, de los fines individuales y sociales de la educacin, as como de los objetivos informativos y formativos. El pensador francs Pierre Aubenque asegura que en el hombre, Aristteles no opone una a la otra, sino que mantiene ambas: vocacin contemplativa y exigencia prctica 62 . La educacin est enraizada en la accin humana a travs de la prudencia, o ms correctamente a travs de la persona prudente. Adems, esta concepcin prudencial de la educacin tiene su arraigo en una idea muy realista, honda, fructfera, ajena al dualismo y comnmente aceptada de la naturaleza humana: "inteligencia deseosa o deseo inteligente, esta clase de principio es el hombre" 63 . 6. Resumen conclusivo i) Nos hemos preguntado en qu medida el pensamiento de Aristteles y la tradicin aristotlica, representada hoy por autores como Pierre Aubenque, Alasdair MacIntyre, Hans Jonas o Amartya Sen, puede ser de utilidad hoy da para el debate educativo. Hemos visto que algunas de sus ideas hoy nos pareceran inaceptables, pero que tambin hay en sus obras un buen caudal de sugerencias que no podemos desperdiciar. As pues, y esta es la primera conclusin, el pensamiento de Aristteles
59 Vase tambin EN X 9. 60 EN 1137b 13-15. 61 EN 1142a 34 y ss.. 62 P. Aubenque, La prudencia en Aristteles, Crtica, Barcelona, 1993, p 19. 63 EN 1139b 4-6. puede resultar hoy da de gran inters para pensar la educacin si es entendido de modo crtico y selectivo. ii) Una de las carencias ms sealadas de la educacin actual tiene que ver con su falta de objetivos claros. En este sentido hemos visto cmo hay tres conceptos aristotlicos que son muy prometedores. Me refiero a los conceptos de naturaleza humana, funcin del ser humano y felicidad. Segn los mismos una vida lograda incluye conocimiento, convivencia y bienestar. Estos conceptos aportan un norte adecuado y sensato al proceso educativo, adems de aportar objetividad y justificacin razonable para la aceptacin comn de dicho norte. Estas orientaciones alejan la educacin de cualquier posible tentacin nihilista. Adems, tienen la ventaja de que integran adecuadamente los aspectos informativos y formativos, los objetivos teorticos y utilitarios, as como las perspectivas individual y social. iii) Se discute tambin sobre los medios que se pueden poner al servicio de los fines sealados. En este sentido la tradicin aristotlica comienza por advertirnos de que los fines no son exteriores a los medios ni a la accin. La accin es el propio fin diferenciado a travs de los medios. Esta concepcin encuentra en Aristteles base metafsica slida y permite pensar la educacin no slo como medio o instrumento para la vida, sino como un fin en s misma, como una forma de realizacin de los fines propios del ser humano. iv) Entre los posibles medios concretos para la educacin tenemos la llamada educacin en valores. Hemos visto que dicha idea puede solventar sus crnicos problemas de fundamentacin apelando a la conexin entre ser y valor, propia de la tradicin aristotlica y recientemente estudiada por Hans Jonas. As se obtiene una visin objetiva de los valores que nos libra del deslizamiento hacia cualquier forma de relativismo. Con todo, la educacin en valores no es suficiente, ya que no aporta capacidad efectiva de accin, sino slo conocimiento axiolgico. La capacidad para actuar de modo que podamos hacer justicia a los valores objetivos viene dada por las virtudes. v) Desde la tradicin aristotlica se puede recomendar sin duda la incorporacin al proceso educativo de lo que podramos llamar educacin en virtudes. Segn la teora aristotlica, las virtudes estn conectadas con la praxis en mltiples modos. Son precisamente actitudes, disposiciones para la accin. Acaban instalndose como una segunda naturaleza, cultivada desde la libertad, que nos capacita para actuar en la direccin de los valores objetivos y de la felicidad. Por otra parte, el aprendizaje de las virtudes se hace desde la praxis, solo haciendo aprendemos. La educacin en virtudes evita, adems, la deriva hedonista tanto como los excesos rigoristas, siempre que se lleve a cabo bajo criterios de prudencia. vi) La prudencia o phronesis desempea un papel nodal. Busca la sabidura y se ve potenciada por la sabidura. Posibilita la virtud y al mismo tiempo exige virtud. Constituye, pues, un punto de conexin inevitable entre conocimiento y accin. Adems, hemos concluido que se encuentra en el corazn de la paideia, pero slo se alcanza mediante la paideia. Se establecen, as, tres ciclos de retroalimentacin que tienen como nexo la phronesis.
vii) Por ltimo, recordemos que la conclusin no debera funcionar slo como cierre, sino tambin una apertura de nuevos perspectivas de investigacin. Hemos aceptado el diagnstico: la educacin ha perdido el norte. El efecto ms inmediato es que los agentes del proceso educativo educandos y educadores- vienen desde hace tiempo perdiendo parcelas de libertad, puesto que la educacin desnortada se ha convertido en el territorio del capricho anrquico y del arbitrio ideolgico. Una vez identificado el norte, se abre ante nosotros la tarea de reformar la paideia contempornea en el sentido de la libertad, quiz de nuevo con el apoyo de la tradicin aristotlica. Sopha Paideia Aret Phrnesis