José Peon Contreras
José Peon Contreras
José Peon Contreras
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UNIVERSITY
Or ILLINOIS
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OBRAS POTICAS
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JOS
PEN Y CONTRERAS
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VEllACRUZ
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MJICO
RAMN LAIN
EDITOR
1889
,^
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V-VW'^WV^^
\M
\
.-
i
i
UNA PALABRA
No muy versado en achaques de Literatura Hispano-
americana debe de ser el que ignore el nombre del autor
de este libro.
'
Jos Pen y Contreras h mucho tiempo que traspuso
con su talento los confines de Mjico, su patria afortu-
nada.
Y cuenta que es la patria de Nezahualcyotl, patria de
bardos ilustres
y
de jenios deslumbrantes que fueran
honra
y
orgullo de cualquier Parnaso
y
de cualquier
Olimpo.
Ya otra vez hemos tenido ocasin de hablar de nuestro
autor, cuando por casualidad inesperada nos cupo la
honra de estampar humilde portada al frente de su her-
moso drama Impulsos del corazn.
s
Citamos hicimos entonces especial mencin de algu-
'r^
as de sus obras, tanto ricas como dramticas ; de al-
gunas nada ms, que hacerlo de todas fuera temeraria
rv empresa, tal es su nmero
y
tal la asombrosa
y
al parecer
infinita fecundidad de su injenio.
Como dramaturgo, es Pen y Contreras el Lope de su
^patria,
y
como su glorioso projenitor intelectual puede se-
jrenamente decir de sus dramas que
4.
^
t<..,7ns de cien en horas veinticuatro
:
. -V
A Pasaron de SUS musas al teatro.
'-'"..r
^.
Como poeta lrico,
ser posible
que no los haya en este libro ?
Podr haberlos,
que no hay obra humana exenta de
ellos
pero quede all para otros la ingratsima tarea de
encontrarlos.
Sirvan, pues, estas lneas nicamente para patentizar
nuestro eterno amor lo bello, nuestro cario fraternal
al ilustre poeta,
y
nuestras ms cordiales simpatas la
hermosa tierra mejicana,
madre de tanto injenio
y
cuna
de tantas glorias
!
Y vosotros
oh Ecos
melodiosos del cantor de Anahuac,
^.
t
.v
que m vinisteis para que al mundo
y
la fama os diese
!
Id por todos los mbitos de la patria resonar dulce-
mente de alma en alma,
y
despertar en todos los cora-
zones un sentimiento de amor, un latido de esperanza
y
una aspiracin inmortal!
|
.
fe:/..
J. A. Prez BONALDE.
New York, Agosto 10 de
-1883.
^
r-.'
ECOS.
Mercedes He la Musa,
Favores del injenio,
De la fama en los labios
y en la fabla del verso,
De las edades otras
A la nuestra truxeron,
Donaires de los hombres!
Historias de los pueblos
'.
R0UA^CE ANTIGUO.
r
I.
Favores de mi musa
Son estos pensamientos,
;
Que
encierran en mi alma
La forma de lo bello.
Sus jrmenes benditos,
^
Ocultos largo tiempo,
Vivieron en las sombras
Profundas del misterio,
Y acaso sin sentirlo,
Y acaso sin saberlo,
Cadencias en las notas
De un arpa que yo tengo,
Sonidos en mis cantos,
..-
Ideas en mis versos.
Confusas armonas,
Y aroma en mis recuerdos,
Amor en mis canciones,
Baladas en mis sueos.
Brotaron raudales
Del fondo de mi pecho.
Hoy fciles jerminan,
En flores desenvueltos,
V'U
-. -. '. -/ __
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">
- *
^
"
.
"'V
'
'''".
_
6
':''''
Al rayo poderoso
Y ardiente de un sol bello.
Bebieron sus raices
La savia de un sendero
Que riegan torrentes
Las lgrimas que vierto.
8
,
-
La luz apacible
De alegre maana;
La sombra
y
el sueo
De noche callada.
Tienes hermosura,
Juventud
y
gracia
;
Tienes el injenio
Que tantos les
falta
;
Tienes ilusiones,
Tienes esperanzas...
Yo, bien de mi vida,
Slo tengo lgrimas
!
VI.
En mares hondos
Mueren los ros;
Ruedan las cumbres
los abismos
;
Cae en las playas
El blanco lirio
;
Trnanse polvo
Los edificios...
Si todo es, nia,
Muerte
y
olvido,
No han de salvarse
Tu amor
y
el mo?
Vil.
No s que vi una vez en tu pupila,
Ms negra
y
soadora que otras veces;
Algo de indefinido
y
misterioso,
Algo como la luz cuando amanece.
Te vi un libro en las manos... aquel libro
Encerraba un poema de desdenes,
El malestar, la abrumadora angustia
-
"
-
}-
De un corazn que desgarrado muere
;
"
El jenio herido que al mostrar su herida
Con el dardo heridor tambin nos hiere
;
Uri tesoro de lgrimas
y
dudas,
- yin.
^''':M':r
Errantes, leves brisas -/
Que arrebatis los ayes
n;
Del alma aprisionada
En su sombra crcel,
Llegad hasta su lecho
En que dormida yace,
Como en la blanca espuma
Del mar azul, la nyade.
Traedme de sus ojos ,
El beleo suave,
La almbar con que endulza
Su labio de corales;
Traedme...
pero en vano !
Si he de pedir en balde!...
De amor un pensamiento
Que mis angustias calme;
Traedme su alma, el alma
Que la transforma en njel...
O no me traigis nada,
Leves brisas errantes
!
r ., IX.
-^wicClV
Hay tan dulces ruiseores
Cantando en la selva umbra,
Tan misteriosas cadencias,
Tan extraas armonas,
Que no ha de poder, acaso,
Mi pobre acento, alma ma,
.;
_
10
Herir con sus notas tu pecho sensible,
Cuando triste llores, cuando alegre ras.
Cuando recuerdo tu mirada lnguida,
Tu dulce sonrer;
Cuando me acuerdo de tu frente plida,
De tu talle jentil;
Cuando suspiro por las horas rpidas I
Que huyeron junto t
;
El llanto surca mis mejillas ridas
Y me siento feliz...
i
Ay ! cuando no me quede ni una lgrima,
Que ser de m?
XI..
Un inmenso placer sent en el alma
Cuando te contempl la vez primera;
Y mientras ms me alejo de aquel goce,
Es mayor mi tristeza !... i
Es que al llegar al puerto con mi nave
Baaba el sol naciente la ribera
;
i
Es que me hice la mar, que entr la noche,
Y navego perdido en las tinieblas !
XII.
Yo te so de nio,
Y te so de grande;
So de tu belleza
Los rasgos celestiales
;
De tu mirada pura
La luz incomparable,
Y de tu ardiente labio
La seductora frase...
,
Pero soar no pude,
"
Valiendo lo que vales,
;, ':-i
Que yo lograra un da
'>
Vencerme
y
olvidarte
!
'^-
XI II.
--^ri'.
Te podrn ocultar de mis miradas,
"
Esconderte muy lejos
;
r
Poner entre los dos como barrera :
;<
La eternidad del tiempo...
Pero nadie podr, porque es muy ma
Y nadie se la debo,
"
Arrebatar tu imajen adorada
Del fondo de mi pecho
!
XIV."
;;';:;-!: ''^
En alta mar mil veces he mirado ;/
Huir de m las olas plateadas,
Y las unas llegar tras de las otras,
Y,
pasando, perderse en lontananza.
Dnde irn parar, dnde. Dios mo?
A qu remota
y
solitaria playa?
Dnde irn morir mis ilusiones'^ c
Dnde irn morir mis esperanzas?
De las horas de tedio
y
amargura
De mi alegre niez, guardo un recuerdo,
Como guardan las flores el perfume
De su marchito cliz en el seno.
Vi una hermosa doncella que dorma,
Envuelta en azahar, su ltimo sueo,
Con los ojos sin luz entrecerrados,
v..
,
va
j:'
12
Con los lvidos labios entreabiertos
Como la noche cae, as caa,
Ondulando al bajar, su pelo negro,
Desde el marfil de su amarilla frente.
Hasta el marfil de su delgado cuello. 1
De>amor!
exclam yo
pues no lo en-
Y se pasaron luego muchos aos, tiendo...]
Y yo nunca acababa de entenderlo !
Por qu no habr perdido la memoria?
Por qu no habr perdido el sentimiento?
13
Mas si llego saber que amas alguno,}^
Me matar la envidra
!
XVIII.
:f^
/
,.y
Perdona si una frase - v^-
De este amor insensato, ;.
Herir logr importuna
Til corazn, mi desdicha extrao...
Es que rebosa veces
'"'''
El dolor en el pecho infortunado
;
Y sin sentirlo, el alma
Se escapa en una frase por los labios !
XIX.
:;';);"
.- -K.
Yo me tuve la culpa... ahora que lloro,
Comprendo que fui necio...
Lo que juzgaba amor, nada ms era
El hermoso fantasma de un ensueo? -;
Ilumin el albor de eterno da,
"
La amarga realidad...
y
no hay remedio!
Guando me convencieron tus desdenes, x
Ya el mal estaba hecho
!
.
XX.
'^^-'v' V1v
Ocltate ya, sol... quiero la noche
Gomo la noche eterna de mi alma.
Sin una sola estrella en el espacio,
Tenebrosa
y
callada
!
Encerrarme despus en mi aposento,
Abrirle las tinieblas mi ventana.
Mirar
y
no ver nada,
y
luego tientas
Acostarme en la hamaca.
All quedarme inmvil, silencioso...
,*
^>-vr.-t'7?<^-T'^'
'''??^^
WWy!^77-
14
Dejar que corran sin temor mis lgrimas..
Y meditar en su hermosura anjlica,
Y en mi loca esperanza
!
|
Despus en la memoria componerle
Romances
y
armonas
y
plegarias
;
Y forjar ilusiones
y
perderlas...
Despus de acariciarlas!
'
Y despus, cuando el sueo me aletargue
Y ya el dolor me ahogue entre sus garras,
"
Los versos?... de qu valen;
Ni quin se ocupa en ellos?...
Los versos sirven slo
Para perder el tiempo.
"
Desventuradas jentes,
...
Y pobres de mis versos,
Si yo ignorara, hermosa,
'-':
Que t no dices eso...
Si no supiera acaso,
'
'
Que es tu alma pura un cielo,
, .,
'^
Luceros tus ideas,
';
"
Y un sol tu pensamiento!
rv
XXII.
Noches sin nombre, aterradoras noches
Que sois imajen del castigo eterno,
Por qu tan largas sois, si sois tan negras?
Por qu tan negras sois, si os aborrezco?
Nada traen las brisas en sus alas.
No me traen perfumes en sus besos.
Ni lgrimas de amor en sus jemidos,
Ni un himno de esperanza en sus acentos
!
La lira que me dio mi desventura
Desconoce mi mano,
y
de mis dedos
Huyen las cuerdas que juntaron antes
Sus alegres sonidos mis versos !
XXII.
Eres t mi ideal... por luengos aos
Te buscaron mis ojos;
Y cre que con slo conocerte
Sera venturoso.
Ay !
y
te miro al in!...
al fin te veo!
Y me encuentro tan solo,
Que me hace falta ya la compaa
De aquel pesar tan hondo!
Aquel pesar viva de esperanzas :
Ya el imposible es otro!
Si ya no espero nada ! ya comprendes
Que lo he perdido todo !
i
XXIV.
En el fondo negro
De tu cabellera,
Lucientes
y
puras
Como dos estrellas,
Contempl turbado
De amor
y
sorpresa,
Brillar una noche
Tus pupilas negras
!
En el cielo negro
Como son mis penas,
Vea una noche
Lucir las estrellas :
Qu lejos brillaban
Entre las tinieblas !
Y en su inmenso campo
-,
j
,^VfV^.^?-
16
Buscaba dos de ellas :
Msero ! buscaba,
Calmando mis penas,
En el cielo negro
Tus pupilas negras
!
-iJ^
XXV.
Me cuentan de un nio
e blondo cabello,
Con ojos muy vivos,
Con labios muy frescos.
Me dicen que anoche
Gay, como el tierno
Botn de una rosa.
Rodando en el suelo.
Me dicen que an tiene
Los ojos abiertos
;
Que nadie al mirarlo
Dira que ha muerto...
Me puse al oirlo
La mano en el pecho,
Gomo si sintiera
Un presentimiento...
Maana qu triste
Pasar el entierro
!
^yf^,-
XXVL
Si despus que yo muera, amada ma,
El alma te remuerde
De los dolores que sufrir me hiciste,
No ser tarde an, si te arrepientes.
Llega la losa de mi tumba, llama,
Y pregunta, si quieres,
Pregunta si te amo todava,
Y no dudes, mi bien, de que conteste !
--
i7
XXVII.
Inmvil la mir, mientras la ola x'
Coi'onada de espumas
y
lijera,
-
Como el amor, humilde, acariciaba
Sus blancos pies, ms blancos que la arena,
Mientras que los perfiles de su rostro,
Los rayos de la luna
y
las tinieblas A
;'
Trazaban porfa, bosquejando
%
:
Ante mis ojos su inmortal belleza ! -
,
Se escapaba un suspiro de sus labios,
Eco de otros suspiros,
y
que apenas >
;.
El sepulcral silencio perturbaba k
'
De aquella costa como el mar desierta,
f
Sus pupilas sin luz .me parecan,
Como los ojos de la estatua griega,
Reflejar con la gloria de los siglos ,;
Cien siglos de amargura
y
de tristeza!
i^!
18
;.-
-"'.
Pobre mujer! pensaba yo dormido;
Ella de amor se morir,
y
aquella
Por quien yo morir, tal vez sonre...
20
Mas t distinguirs la una de la otra,
Si me amas algn da!
XXXII.
Imajuate un sol de invierno, apenas
Su luz filtrando en la morena bruma
;
Debajo del follaje ms sombro,
|
Como un espejo, un lago sin espumas.
Al pi de unos bambes casi negros
Un humilde portal que se derrumba
Al peso de los aos, al azote
Del pasado aquiln
y
de la lluvia.
Sobre el brocal de un pozo
y
la sombra
De un pilastrn cubierto de verdura,
Una triste paloma, triste
y
sola,
|
Oculto el pico entre la blanda pluma.
All lo lejos, junto sauce aoso.
Una desmoronada sepultura.
Sin cruz, sin epitafio, ni siquiera .i
Una lozana flor, ni una flor mustia.
Imajnate, en fin, all entre abrojos,
La lira que cantaba tu hermosura.
Cubierta con el polvo del olvido,
Pedazos hecha, destrozada
y
muda!
Y ya podrs acaso imajinarte
Cmo sern mis sueos de ventura,
1
Cuando siento el dolor que siento ahora.
Cuando siento estas ansias
y
estas
dudas !
<
XXXIII.
Hoy por primera vez te vi vestida : :,::;:
;
>;v^
Con un vestido negro
;
'V
Y yo pens, mirndote tan bella,
Que eras la imajen que encerr en mi pecho.
Pens que te escapabas de la crcel
c
. ,
En que siempre te llevo
;
Donde te han de encontrar los que te busquen,
Despus que me haya muerto
!
"
'"
XXXIV.
'
^^i;
-
.-/-V-/^'
Al fln ya lo supiste, al fin ya sabes
Que eres el njel por quien yo deliro
;
Y que te importe n, llore sonra,
;
Que eres t mi destino !
^<
^
Maana me dirn tus negros ojos
Lo que debo esperar de tu cario;
Mas s que de este amor que nada espera,
Tu corazn es digno !
''
^
XXXV/^'"r: '
vj--v' S'-
Mis esperanzas todas
y
mi lira, '
1
Mis versos, mis coronas,
-
:
Todo, menos mi amor, hasta tu olvido,
';;
Por mirarte dichosa!
XXXVI.-'-"
' ^
'S;;;..;:/^/^.
Te dije
:''
Hasta la vuelta,
''i *^^.
^^^^^
"
Y aqu me tienes ya,
' %
-
Despus de tantos aos,
De tanto suspirar. _- . l\
-
_
22
Suspiros que
encendieron
Tu peregrina faz,
Tu aliento perfumado
De lirios
y
azahar,
Tu negra cabellera,
Tu ntido cendal
Bordado con espumas
Y conchas de la mar
;
el cielo que te cubre
La augusta majestad,
Del sol que te calienta
La hoguera tropical;
Las palmas, los naranjos
Que su frescor le dan
Al pardo casero
Que forma tu heredad 1
Te dije:" hasta la vuelta,
"
Y aqu me tienes ya,
Despus de tantos aos.
De tanto suspirar...
Te traigo mis cantares,
Mi lira,
y
un caudal
Que vale ms que el oro,
Que vale mucho ms :
Te traigo mi cario.
Como es la inmensidad :
Sin lmite,
y
profundo
Lo mismo que la mar!...
Soaba en tus hechizos,
Soaba en tu beldad,
Y nunca mis ensueos
Te puedes comparar
;
Porque eres ms hermosa,
Indiana celestial,
Que un sueo, que es mentira.
T que eres la verdad !
Y t
j
quien lo creyera
!
--^v-
..-.' ,:-:
_
23
Y t
qu me has de dar,
'
En cambio de mis huesos
Y en camhio de mi afn ?
Ay, Patria! del sepulcro,
Tal vez la dulce paz...
Que lo que yo ambiciono, ;.
Eso no me dars !
XXXVII.
Fuera el mayor insulto que me hicieras
El llamarme tu amigo :
O para t soy todo, no soy nada :
La cumbre el abismo
!
xxxviii.
Yo siento que en mi pecho
Ya no puedes cavar : llegaste al fondo!...
pero pronto 1
XXXIX.
^
Mata la luz! oscuras! que no vean
Como logr un instante ser feliz :
Esos desventurados, prenda amada,
v
Slo saben reir I ^:
Si alguna vez surcaron sus mejillas
A torrentes las lgrimas sin fin,
Sabrn lo que es llorar, pero no saben
Lo que es llorar por til
i
24
XL.
Voy mandarte un. libro con las hojas
Muy tersas
y
muy blancas,
Para
que en l escribas, vida ma, I
Tu amor
y
tu esperanza.
;
Yo tengo un libro con las hojas negras,
Sin lustre
y
maltratadas,
Pues todo lo que en ellas fui escribiendo
Lo borraron mis lgrimas... I
Si un da de tu libro
y
de mi libro
Se mezclaran las pajinas,
i
Qu misterios de amor sorprenderan
Leyendo, nuestras almas!
XLL
, r\., i,ii
"
Qu bellos son sus labios !
"
dicen todos.
'
' Su tez qu bella
y
plida
!
i
Cuando el rubor enciende su mejilla
Tal parece que el sol enciende el alba!
'
'
28
:_
!
Gay el arpa de mi mano,
Y con voz entrecortada,
Te habl de amor, como siempre.
Algunas tristes palabras.
Y t nada me dijiste...
S ! dijiste que callara
;
Y te marchaste riendo,
Burlndote de mis ansias
!
Despus, al abrir los ojos
Aquella alegre maana,
Mir tu imajen hermosa
En el fondo de mi alma
;
Y recordando mi sueo,
Ahogu tu risa en mis lgrimas
;
Y me olvid de tus burlas,
Y me acord de mis ansias !
XLVII.
I
Para embriagarme un da en la ventura
Que soaron mis locas esperanzas
;
Para hallar un instante de reposo,
Tras de la lucha del dolor, amarga;
Para que dejen de sonar tan tristes
Las notas de mi arpa;
Para que en un instante abarques todo
El mundo de mi alma,
29
-"F" -.^.
Olvidarte ni un da, ni un segundo...
/
Navegamos los dos,
y
el bajel mo
:
)
Las ondas corta donde corta el tuyo...
'
Y ni alcanzarte logro, ni es posible
Virar las velas
y
cambiar de rumbo! ;r
El mstil roto
y
el timn maltrecho,
Tempestuosa la mar, el cielo oscuro,
/.i'
Y lejos
I
ay !... de la remota orilla
En las desiertas playas, el sepulcro.
Pedazos
de mi vida,
;
-'
Fragmentos
de mi arpa,
'/''
Perdeos en el polvo,
Ahogaos
para siempre entre mis lgrimas
!
'"'
L.
t>:-
' -'"^-
-
'
-'
'
Cantando las golondrinas ^:
*.'
'-,l^^^;-l
30
Frente mi ventana pasan,
Despus de dormir la noche
Bajo el techo de tu casa.
Y yo me las quedo viendo,
Siguindolas con el alma,
Pues parece que con ellas
Se me van mis esperanzas !
32
^'
"'
Y en mi pecho esas lgrimas que nunca
Jams del fondo de mi pecho salen
!
Y humillado, vencido, volv verte...
T estabas como siempre... eras el njel.
Yo arrojado saU del paraso.
Proscrito, miserable!
LIV.
'
Dme que no es verdad que me deleitan
Los misteriosos ecos de la brisa,
Guando en las sombras de la noche trae
Del ave solitaria
Las notas fujitivas!
Dme que no es verdad que en la ribera
Cuando divaga sobre el mar mi vista,
Gozo pensando en Dios, porque las ondas
Me ensean que es eterno,
Guando mis pies espiran
!
Dme que no es verdad que me consuelen
Las lgrimas que vierten mis pupilas,
Cuando rendido de dolor solas
Mi frente se doblega
Sobre mi muda lira
!
Dme que no es verdad que cuanto abarca
En su vuelo fugaz la fantasa,
Me recuerda que un tiempo, indiferente
Cont de mi existencia
Las horas
y
los das!
Dme que no es verdad que hay en mis cantos
Tesoros de ternura
y
poesa.
Guando
en la noche silenciosa dejo
i
.-:;-,^.- ;;-
_
33
_
:':":
Vagar en
el espacio,
Fugaces
armonas! -,
'i
Dme que no es verdad que la esperanza
Da tregua con su halago mis desdichas
;
Que al fin de tanto suspirar en vano,
En lo hondo del sepulcro -
Me espera una alegra!
Pero que no es verdad que viva triste
;
Que son mi llanto
y
mi dolor mentira
;
Que no es verdad que te idolatro... so,
nico amor de mi alma
:
^
so... no mel digas!
Conjunto de impresiones que se borran,
Oscuridad
y
luz
y
medias tintas
;
Aplausos, gloria
y...
soledad del alma, v
Eso ha sido mi vida.
-
Lo arcano de un amor que me seduce;
La esperanza de un bien que me reanima;
Ansia de oirte
y
ansia de mirarte.
Eso es ahora mi vida.
Campo de flores infecundo yermo.
Lozana cumbre pavorosa sima;
Vivir
no vivir, lo que t quieras.
Eso ser mi vida
!
';
LVL
4--v>-;,;
\,.',{-"
Yo no te he de pedir nada que sea
*-
Indigno
de tu alma
y
de mi alma
;
.w></
.'-.'/!"
f})\7r7.-':
-
34
:
r
'^;
Quiero slo saber si tus congojas
-
;
Responden mis ansias.
Dmelo, por piedad ! Y si nos une
Con invisible lazo la desgracia,
Pues no ban de confundirse nuestras risas,
Corran siquiera juntas nuestras lgrimas!
LVII.
Qu tienes, dme,
Que as me atraes?
T tienes algo
Como los cauces
Donde los ros
Corren fugaces:
Como las cumbres
De los volcanes,
Como los cielos,
Como los mares,
Como la tibia
Luz de la tarde,
Como la noche
Cuando se esparce,
Como en las sombras
Las impalpables
Formas que envuelven
Los ideales,
Que en los ensueos
De un alma grande,!
Se reconcentran
En una imajen!
LVIIL
'
Era alta noche!... Con sus torpes alas
Azotaba mis prpados el sueo
;
Y pasaba
y
pasaba ante mis ojos
?:iJ...
35
I
*
^
Sil imajen bella en reposado vuelo.
/^^^ ;;
De su plida frente coronada
'
De
plidos luceros,
\*'-^-
.'.
Descenda la oscura cabellera
Velando en sombras el nevado cuello
; ;/
^
En m clavaban la mirada ardiente
Sus grandes ojos negros
;
Y all en sus labios, como no hubo labios %./.
Ms puros ni correctos, -
Dulce asomaba la fugaz sonrisa '
r !
V
Que guarda avara en ellos,
'
'
Como guardaron siempre
De su amor el grandsimo secreto.
/\
Su blanca vestidura
V
Flotaba entre las sombras, en silencio,
"
Cruzando sobre m, tal como pasa
En el cielo del alma un pensamiento,
'''y.:^'-'
'
Asgozaihaiyo\... TvmulsiS frases
^ ^X
En rtmico comps, en blandos ecos, . ,
'
Suban mis labios una auna, -
Del fondo de mi pecho.
-
V
Le decan mi amor, mis ilusiones,
';*
.
^
Le contaban mi amargo sufrimiento
;
r
Y de ese caos que enjendr la duda,
La sombra
y
el misterio,
v-'v
El malogrado afn de la esperanza,
Es la sombra de telo
!
Y me sent rodando despeado
Por la honda sima del eterno sueo !
LIX
Pero qu lejos
!
Flor de los campos,
Flor del deseo.
Qu hermosa eres!
I
Y vivo preso
!
Plida imajen,
Flor de mis sueos*
En dnde mora
Tu pensamiento?
W.;
.,
,-_.;:
.v:^--
--
_
37
_
V
,1
Flor de las
flores,
''
'
Alma de un beso,
-
Si t no
existes.
Por qu
te siento ?
':
LXI.
Como en el alma guardo
Tu imajen peregrina,
En ella tengo siempre
Una flor solitaria
y
amarilla.
solas mis ardientes
Miradas la iluminan;
La miro
y
se me acuerda
Que t en la mano la tuviste un da.
La miro
y
clavo en ella
Mis hmedas pupilas;
La miro absorto,
y
miro
Que recobra la flor su lozana.
Que vive
y
el secreto
Conozco de su vida,
Porque es como tu imajen,
Porque en mi corazn no se marchita.
Si quieres convencerte.
Cuando me muera, nia.
En el sepulcro helado
La hallars, revolviendo mis cenizas I
LXII.
"^:;.:-' -:
-
.-.v:--
Oye
: si alguna vez imajinaste
;
'
^v :
Que her tu alma sensible,
;'
;
Obhas
poticas. 3
^
, I
,wjTiprif,*iWffif^'
38
^
Piensa que el que ama como yo, bien mo,
No pudo nunca herirte...
Si al tiempo que pas los ojos vuelves
Y venturosa vives,
'.
Piensa que un ser desventurado llora
Cada vez que te res.
i
Si del amor las celestiales dichas
Tu corazn engren,
Piensa que para m, luz de mis ojos,
Fueron un imposible.
'
-
I
---
Si alguna vez de noche en el silencio v
Oyes mis ecos tristes,
Piensa que son los ayes de mi alma
Que al morir te bendice!
LXIII.
la luz de la luna
cuntas veces
Pensando, como siempre, en mis desdichas,
Compar tus pesares con los mos,
Y compar tu vida con mi vida !
Tosco bajel quien el viento azota.
Baada en limo la rugosa quilla,
El viejo maderamen agrietado.
La parda lona por doquier hendida,
El mar profundo, el horizonte negro,
La onda rebelde, al embestir bravia...
Y el lago azul
y
quieto, el cielo puro,
Y la playa
y
el bosque en las orillas,
La cabana lo lejos,
y
lo lejos
Msica alegre
y
la cancin marina,
Y sobre el agua mansa resbalando,
Al soplo del amor, la navecilla!
--^r;-:-
39
LXIV. :V;:^:-,,,^, J
Cuando quieras saber por quin sollozo,
i
Si algo te importa orme sollozar,
Pregntale tu pecho muy quedito,
Y alguien en l, tal vez te lo dir.
\ :
Y si alguien te responde
(estoy seguro
,
^:--
./-::
:''''^:
Que s respondern)
:"
;
\
Y pronuncian tu nombre, entonces, nia,
j
-
Ya no preguntes ms!
V
/ ; ;
: :
Vf
Como pasa una nube en los espacios
%
:
Bajo el azul del cielo
;
^
./
Gomo en las sombras de la noche pasan
Las sombras de los sueos...
;:>^; .
-
All en los horizontes que en tu alma
V
:
Dilata el pensamiento,
^
Lo mismo que las nubes
y
las sombras,
,v'^^^^^^:
^
!
Pasarn estos ecos!...
-v
;
v
:
LXVL
Como detrs de lbrego nublado
Sonre el cielo azul.
As, tras de las nubes que en mi alma
Amontona el dolor, sonres t
!
Lxvii.
-v|-;;
40
''^
'
42
No s si despierto
;
No s si en sus alas un njel me lleva,
Cruzando llanuras
y
mares inmensos
;
No s si en el aire
Respiro tu aliento
;
No s qu me pasa,
Si vivo, si muero,
Si estoy en la tierra,
Si estoy en el cielo !
Guando el reposo me llama,
Guando los prpados cierro,
Y pienso en las amarguras
De algn fantstico sueo,
Entonces te llama
Con ansia el deseo;
Y yo velo entonces,
Y s que no duermo,
Y s que en sus alas me lleva el fantasma
Qne enciende la duda, que enjendra los celos;
Yo s que en el aire
Me falta el aliento
;
|
Yo sequ me pasa.
Que vivo,
y
que niuerto
Estoy en la tierra
Cruzando el infierno
!
LXXI.
Hay otro mundo apenas conocido
De los que no han llorado como yo.
En donde es una sombra la esperanza,
Donde impera el dolor.
|
All todas son dudas
y
desdichas.
Todo es oscuridad, lodo afliccin;
All del sol que los alumbra todos
No hay un rayo de sol
;
All no hay hojas verdes, ni un estanque,
43
Ni una lozana flor.
-^
All nada se muere... all se vive,
Porque es la muerte la nica ilusin.
T debes conocerlo... aveces pienso
Que all he visto tu amor junto mi amor.
Si esto es verdad, responde : en ese mundo
Quin te am como yo ?
11
LXXII.
No me arredra del campo en altas horas
La densa oscuridad;
Las sombras de esta duda
Me espantan mucho ms !
No acongoja mi espritu el jemido
De la brisa al pasar :
Este que en mi alma escucho
Me apesadumbra ms. : ,
No me anonada el sepulcral silencio
Que en torno mo hay...
Aquel silencio de tus labios, se,
Ese s, porque al fin me matar!
LXXIIL
Si sientes
cuando alguno
Est
pensando
en t,
Sabr
de cierto la hora,
Que deje de existir
;
Y como
s que el alma
No tiene
nunca fin.
Cuando
pensar no
pueda,
Te acordars
de m ?
'rr^-^-^^jif^- "^^^^^^f^-m^f
LXXIV.
Naces de mi alma
Toda en el centro
;
Formas
y
vida
Te da mi aliento
;
Luz, de mis ojos
Tus hechiceros
Ojos reciben,
De ardiente fuego
;
Siento que flotas
En mi cerebro
;
En mis ideas
Sentir te siento!
Despus, te envuelven
Mis pensamientos
;
Hiendes los aires,
En raudos vuelos
;
Salvas las nubes,
Llegas al cielo,
Y all te alumbras
Con los luceros,
Y mis suspiros
Te lleva el viento....
40
LXXVIIl.
Guando me apercib, todo era tuyo
:
Mi vida, mi esperanza !
Sin ruido, sin estrpito, en silencio,
Con slo una mirada,
As, como lo hiciste con la ma,
As se roba el alma...
48
'
he all la cumbre
Que dora el sol con inmortales rayos
!
An pudiera subir,
y
all tan slo
Grabar tu nombre en duradero mrmol.
No importan los abrojos del camino,
'
Nada el raudal de mi copioso llanto :
An pudiera subir... Yo subira
dnde va parar? v j^
.:';':;: ;^
Cuando miro algn ave solitaria ]^'-yy'>;':':.:-I;:
Cruzar la inmensidad,
%"
i
La sigo con la vista,
y
mis solas
?^
Me digo :
dnde ir?
';:
Y nadie me responde,
y
me entristece .
i^ ^^
^-
No saber dnde van,
Y es porque yo tambin,
luz de mis ojos, ,
"^
Tambin voy volar !
' '
"
LXXXVIIL
-^;:
'
.v&l:
:'
Tienes celos? De quin?
Es
que t ignoras :
fe
-M
WV'^WiWW^^'^^^^^^^^*'
'Tl^l^
?*!';.
50
Lo que tu rostro peregrino vale,
Lo que tu labio esconde,
Lo que en tus ojos arde !
Y lo que vale tu alma...
ol
Tanto amor olvidar!
Sabes qu le temo, si me quieres?
dnde va el dolor?
:
Cmo respira
y
se levanta todo
'
^
Guando amanece Dios
!
,
'
i
52
Al fin estamos solos, arpa ma,
En la alta noche, juntos
;
Ni un eco... ni una nota... aqu aguardamos,
Mudas tus cuerdas
y
mi labio mudo.
Se llen de ilusin mi pensamiento,
Mi corazn de luto....
Yo no s dnde fueron sus promesas,
Yo slo s que el triunfo ha sido suyo.
XGVI.
Yo soy hoja cada que se seca,
Soy el dolor que re,
Soy la deshecha nave que ha cruzado
Horizontes sin lmites, I
Ola del mar que se estrell en la arena
Al pi del arrecife
;
Soy el da que muere en el crepsculo
,
"
De una esperanza triste
;
y
Yo soy la noche, en fin :
dime si eres
.: La sombra que me sigue!
uv-^'
-
XCVII.
; Antes dejaba yo mis pensamientos
;:d: Al acaso volar,
:. Y nada me importaba que volvieran,
'
;t
no volvieran ms.
'.
Desde que te conozco, desde entonces,
;.>
. No importa donde van,
|
.
;"^^
Y anhelo por que vuelvan
y
me digan
C; Lo que pensando ests!
XGVin.
53
'">?'^/..
Y veces me parecen ilusiones. ,
'
Guando contarte vayan cmo vivo,
Esas jentes que viven porque comen,
Diles, pero de modo que lo entiendan,
;
Diles que
ni siquiera me conocen.
XGix.
:)r-'fyx2i-':-
'-
Hay quienes piensan que al morir el alma :
Se va con los placeres que ha gozado,
Que deja sus desdichas, que por eso
";:
Hay tantos desdichados.
Y yo he dado en pensar que eso no es cierto,
Que es falso, que es muy falso
;
-
\
Yo soy el mismo...
siempre ! Aqu le guardo
Mi amor eterno, cuando pase, al ltimo !
CI.
Y s
que son las almas
Como las olas,
Que siempre va la una
Siguiendo la otra
;
T vas delante...
S4
CU.
Bandadas de torcaces, blancas nubes
De blancas flores que arrebata el viento,
Ay ! eso son veces cuando lloro
Mis locos pensamientos !
Tropel de aves fatdicas, tinieblas
Que arrebata el turbin del cementerio,
58
Tu llanto beba la arenosa playa,
Y que besen tu sien auras marinas.
Y sulca al fin los pilagos ignotos
En la arbolada quilla,
Y triunfa... Y al rumor de tus cadenas
Caiga en el polvo mi dorada lira.
II.
Al mediar de la noche silenciosa,
la plida luz de las estrellas,
Vagaba por los mares lusitanos
Una hermosa galera jenovesa.
Iba de corso. El timonel velaba
Viendo brillar el fsforo en la estela..
De repente parse, grit :
Fuego
Y el fuego apareci sobre cubierta.
III.
Arda envuelta la galera en llamas,
No lejos de la costa:
Ase un marino el remo con la diestra
Y al hondo mar se arroja.
Lucha tenaz
y
con sobrado aliento
Hiende las bravas olas,
Y pisa al cabo con segura planta
Riberas de Lisboa.
Dirija luego la mirada al cielo.
Serena
y
melanclica,
Y la vuelve la mar,
y
la dilata
Por su llanura lbrega.
-'-^^v'^'^--;'-;,.-^''
S9
Las ondas la tierra devolvan
Al jenio de las ondas;
La mar lo rechazaba.
Y para el nufrago,
Era la tierra poca
!
IV.
Alto, robusto, varonil semblante
Por noble, seductor;
La tez, un da transparente
y
blanca,
Tostada del sol
;
Blondo el cabello, por el tiempo cano,
Tal vez por el dolor;
Su madre patria, Jnova ; su nombre
Cristbal Coln.
V.
'i
El que solas en su hogar
Con la sociedad se encierra,
|
Sus penas no ha de contar,
Ni las flores en la tierra,
Ni las olas en la mar.
Acaso sienta bullir
En su mente un pensamiento
Que en su mente ha de morir,
Pues en tan hondo aislamiento
quin se lo va decir?
No les ha de revelar
Sus penas
y
sus temores.
Pues no le han de contestar,
-'
'
.
Si est en la tierra, las flores,
Ni las olas, si en la mar.
"f-^JS^
60
Vuelve Ja tierra la flor
Y la ola al mar,
y
al horror
Del pasado, el sufrimiento
;
Y vuelve el alma el lamento
Que el alma arranca el dolor.
Que el que solas en su hogar
Con la soledad se encierra,
Sus penas no ha de contar,
Ni alas flores en la tierra,
Ni las olas en la mar.
VI.
No est la nube en los espacios sola
Ni viven solas en el mar las algas
;
Y en el humano pecho
Sola se muere de dolor el nima.
Las olas se reclinan en las olas,
Y las ramas del rbol en las ramas,
Y en el agreste nido
Se entretejen las alas con las alas.
El alma tierna de Coln un da
Jimiendo en triste soledad ingrata,
Hall por su ventura
El alma compaera de su alma.
Y flores tuvo la escarpada pea,
Y blancos lirios la infecunda playa,
Y la celeste bveda
Limpia
y
azul se reflej en las aguas.
Brill la luz de la perdida estrella
En la lbrega noche de borrasca,
Y penetr su rayo *
En el sombro corazn del nauta.
61
Despus de la luz, la noche
Envuelta en niebla sombra;
^
Despus del placer, las tristes
v;
Lgrimas en la mejilla.
Bajo los ptalos blancos
De la flor, la aguda espina
;
Bajo las rosas, el polvo
De las rosas de otros das. 7
Junto al azahar de la boda,
Inmortales amarillas;
Junto la cuna, la huesa
; :
Junto la nada, la vida.
.
VIII.
:
--[0::::,'
Dichosa mansin, dichosa
;'
Si no la nubla el pesar.
Qu hermosa en la luz, qu hermosa
Kn el cielo del hogar
!
En el hogar, lo mismo que en el cielo,
Hay tambin un crepsculo sombro;
El cielo moja de roco el suelo,
Y son en el hogar como roco
;
Las lgrimas del duelo.
63
Y
de la boca
varonil
y
trmula
Un himno de amor.
dnde voy, errante peregrino,
Sin sombra, sin amparo, sin consuelo?
Murieron ya las flores del camino,
Se apagaron las lmparas del cielo
:
Sobre m poderoso torbellino >
Las nubes amontona en denso velo;
La soledad mi espritu amedrenta,
y ruje en mis odos la tormenta.
64
-
k
Pienso que ante mis ojos se levanta.
Y de nuevo suavsima
y
tranquila,
Arde la luz del cielo en tu pupila.
Parece que otra vez los dos unidos
Con las caricias de tu amor profundo,
Soamos de placer embebecidos,
|
En hallar para el mundo un nuevo mundo.
Delirantes, acaso, los sentidos,
El espritu inquieto
y
vagabundo,
Dejbamos volar el pensamiento
Libre
y
altivo en la regin del viento.
Mas hoy qu resta de placer tan vivo?
De tan fugaz placer ya qu nos queda?
Movi su rueda el porvenir esquivo,
Y los dos nos hundi bajo su rueda.
Errante, desdichado, fujitivo.
Mientras la duda el corazn hospeda,
Ir sin gua, sin timn, sin norte,
De lugar en lugar, de corte en corte.
Mas donde quiera que me arrastre el hado
Renovarn nuestra sencilla historia.
Las dulces horas que pas tu lado,
Fugaces retornando la memoria.
Presente siempre mirar el pasado
;
Y ya la luz ardiente de la gloria, I
de la sombra al tenebroso abrigo,
Tu amor, tu imajen, estarn conmigo.
-
f
Tu amor, slo tu amor : si el alma ma
Cuna le dio de perfumadas flores,
Hoy, triste, amortajando su alegra.
Cerr mi corazn los amores.
Y pues lo quiso Dios, la tumba fra
Guarde aqu tus encantos seductores,
f)5
Que, despecho del tiempo
y
del olvido.
En mi alma vivir como has vivido.
Yo te he de ver en el fulgor postrero
Del da al espirar en mi ventana,
Y
al fenecer la noche en el lucero
Que se pierde la luz de la maana
;
En el vapor errante
y
pasajero
Que el cielo azul recorta
y
engalana,
O al fulgor del relmpago en la nube
Que en alas del turbin al ter sube.
Y cuando logre, al cabo de mi anhelo,
Hallar la tierra que so mi mente,
Y grande al fin, bajo el dosel del cielo,
Ante Dios nada ms baje la frente,
Al detener mi fatigoso vuelo.
En las arenas de la playa ardiente,
Ver tu i majen en la nueva orilla
Y sentir tu beso en mi mejilla.
En tanto, dulce bien, recibe el mo
De mi cario santo en el exceso.
Y el noble jenovs, grave
y
sombro,
De su dolor en las cadenas preso.
Cay de hinojos sobre el csped fro,
Y en l dejando el doloroso beso
Que repiti la noche en son lejano,
Parti, llevando al nio de la mano.
,
Al misterioso impulso del destino
Cruza Coln un spero camino, .
.
En alas de su loca inspiracin.
I
Pobre marino I
^.-..:
^
^
-'
Pobre Coln!
V
-V-,
.v-Jv*-:!;
".^'.'rK"^ -r--^^^-
v
V
06
En Portugal dej cuanto quera;
: No supo Portugal lo que tena :
^
'-
Portugal no lo supo por su mal :
-
No supo que perda
:'v Su gloria Portugal.
'
. Gomo arista que lanza el torbellino,
-
.
As lanzado el triste peregrino
.'
Abandon una noche su mansin.
.
:'.
Pobre marino!
;
'1
: Pobre Coln!
XIII.
Con Dios que los acompaa,
Y su amor
y
su cario.
Van, con ansiedad extraa,
Solos un hombre
y
un nio,
Cruzando tierra de Espaa.
Van hacia Huelva, del cielo
-
Y de su suerte merced :
Siente el hombre un hondo anhelo,
Y el nio en su desconsuelo
Hambre tiene,
y
tiene sed.
7
.
'
.,
Que apenas, tras el pesar
.
De sus congojas testigo,
Llamaron,
sin vacilar
Breve el tiempo?
El tiempo largo
Pas para l?
Gozaba,
del dolor apuraba :
"
-l'-
Impo cliz amargo? . . . ^
Sali al fin de su letargo,
Y tras la muda oracin -^
Que en honda contemplacin, -^
Tal vez alivi su duelo,
;;
^
Alz los ojos,
y
al cielo
:V;
.
Elev su corazn.
V
V-
Seor, yo vengo t; yo estoy perdido
Del bosque en la espesura :
Su lobreguez medrosa me anonada,
Sus vastas soledades me dan miedo.
' v
i:ti-A-.-; -' --.i
.'(
Cf
70
La
fe, como esa lmpara bendita.
Arde perenne en mi alma;
No la apagues jams,
y
de contino
Arda su luz basta en mi tumba lbrega.
Yo presiento, Seor, la amarga lucha
Que el porvenir me guarda;
Yo s que en mi cerebro hay una idea
Que siento que no cabe en mi cerebro. i
Mas t, Seor, que la comprendes slo,
Porque de t me vino,
Dame arrojo
y
bravura en la batalla,
7i
El rayo ardiente de la luz febea,
Que en breves horas lucir su aurora.
Un rayo de ese sol s que algn da,
Tal vez no muy lejano,
Alumbrar, brillando ante mis ojos.
De ignota playa la hmeda ribera.
Yo quiero en esa playa que tu nombre'
Se escape de mi labio
;
Quiero, Seor, de hinojos bendecirle;
Y no quiero morir sin que as sea.
Call Coln. En seguida
Se levant satisfecho.
Cual si sintiera en el pecho
Ms vigor
y
nueva vida:
Gomo el que juzga escondida
La senda
y
la vuelve hallar,
Como el que torna encontrar
El tesoro que perdi,
_
-
As del templo sali
En que le vimos entrar. ; %
,
Marchena le dio una carta
Coln, le dio dineros.
Humilde cabalgadura,
Y su amor
y
sus consejos
:
Con el mdico Fernndez
Y el tierno nio
y
un lego.
Acompale hasta el atrio,
Dndole valor
y
aliento.
Le dijo que atendera
En su ausencia al
pequeuelo
;
Y el jenovs, pesaroso
_
72
^ %"-^'
-?:'--
Y feliz un mismo tiempo,
Aprisionando una lgrima
En el fondo de su 'pecho,
Rumbo la corte de Espaa
Se alej del monasterio.
XVII.
Fantasma que recorres los espacios,
Impetuoso huracn,
Hay una roca en que tus negras alas
Se estrellan al pasar.
Bajel perdido que las aguas cortas
Del anchuroso mar,
Hay una playa que en su arena ardiente
La tumba te abrir.
Y t, jigante pensamiento, idea
Que corres al azar.
Para atajar tu paso
y
sepultarte
Est la humanidad.
XVllI.
Las nubes que amontona
La tempestad, le sirven de corona
su plida frente,
Que avara esconde portentosa idea. '
Hay un abismo en su mirada ardiente,
Y el rayo en el abismo centellea.
dnde va?
Qu quiere?
Quin le ayuda
.
penetrar un misterioso arcano?
l mismo desfallece, l mismo duda,
Y lleva en su conciencia un ocano.
En l sin rumbo ni timn navega
Su propio pensamiento.
^.:.:;
.
_
73
-
;
;"..
,,-.;-:
Delira,? No lo sabe.
Coln no sabe en el dolor profundo
De su inmensa tristeza,
Si ese mundo que suea est en el mundo,
lo lleva no ms en la cabeza.
XIX.
-
Sobre las ondas de la mar humana,
En el mar de la vida,
'.-,':
Conduce el nauta con segura mano
Su frjil navecilla.
Es la fe su timn ; su vela, el jenio
;
El Salvador su gua,
El que sacando Pedro de las olas
Le condujo la orilla !
7t
Pues
que creyeron fbula patraa
Lo que acertaron decir mis labios :
Nada llevo de t, no me acompaa
Ni el recuerdo cruel de tus agravios :
Nunca mi pecho de rencores supo :
En l no ms la desventura cupo I
"
Tal vez otro monarca en otra tierra
Pueda abarcar mi extrao pensamiento,
Que la fe que el Seor en mi alma encierra
No se apaga en mi alma ni un momento;
Ni el porvenir mi corazn aterra,
Ni mi espritu apoca el sufrimiento ;
'
Que en la tierra el mar, tras mi destino,
No han de faltarme aliento ni camino.
"
XXIII.
Esto dijo Coln frente al soberbio
Alczar de Granada,
Donde estaban los reyes de Castilla,
Donde la corte estaba.
Y lanzando un suspiro que en el pecho
Su corazn desgarra,
Sali de la ciudad, enderezando
j
A Crdoba su marcha.
Iba contar al hurfano inocente.
Su mltiple desgracia,
S.'-
;--"'
Voto tal
:
Os esperan.
Podr ser
:
Quin me espera?
Una mujer
En el Palacio Real.
El mismo soy
;
Y, ya lo estis viendo, voy.
Camino de Andaluca.
Y ni me quiero volver, .
Ni sobra para eso espacio,
Ni con damas de palacio
Tengo yo nada que ver.
Irme sin vos? No, en mal hora,
Ni seque os podis negar;
Que quien os manda llamar
Es la Reina mi seora.
*"
La Reina?
En su nombre vengo.
80
'
Y el agua dlas lluvias
Torna correr en la barranca seca.
XXVIII.
Despus dei medioda,
Bajaba del zenit el sol ardiente,
Y en el muelle de Palos se vea
Muchedumbre de jente.
Sollozos al quebranto
En su vuelo arrancaban los instantes,
Y el njel del dolor baaba en llanto
Los plidos semblantes.
Todo era all carios,
Y ternsimas frases,
y
consejos
;
Y estaban mudos de pesar los nios,
Y de terror los viejos.
Se van unos valientes,
Se van conquistar tierras extraas.
Quin sabe lo que guarde aquellas jentes
El mar en sus entraas
!
!
82
Del puerto salieron,
Gaviotas del mar;
Del puerto han salido
;
si el jenio las gua,
Ai puerto algn da tal vez volvern.
XXX.
Dios es el jenio... Dios en los espacios
Sentado est sobre su excelso trono : |
Duerme el rayo sus pies,
y
encadenada
Ruje la tempestad con eco ronco.
En tanto el sol, con ardorosa lumbre,
Dora las cimas del salobre ponto,
Y tres naves en l van empujadas
Del manso viento al abrasado soplo.
Tres naves silenciosas... Iba en una
El mendigo infeliz, el necio, el loco.
l en Dios tiene puesto el pensamiento,
Dios no aparta los ojos del piloto.
XXXI.
(Ju
triste es quedarse triste!
Qu triste es quedarse solo !
La soledad en el alma,
Las lgrimas en los ojos.
Los recuerdos del pasado
Para levantarse prontos,
Gomo muertos que se alzan
De su sarcfago lbrego.
XXXI[.
Del pilago cruzando la llanura.
Viento en popa hacia Oeste, a todo andar.
':^-T*^y
.'yr?p-
--:.-^
^-
--::
_
83
;-':
Al encuentro incesante de las ondas
Las carabelas van.
Por delante la mar,
y
por los lador
La mar
;
y
por detrs
:
Arriba el cielo azul
y
majestoso :
Por
doquiera la doble inmensidad.
La duda en el abismo de los pechos,
La
muerte en el abismo de la mar
:
Slo Col(3n saba en dnde estaban
La vida
y
la verdad.
XXXIIL
Ruji la tempestad, un pardo velo
Tendi sobre las aguas turbulentas;
Ni una rfaga azul qued en el cielo,
Y retron la voz de las tormentas.
Las naves se retiran
Las unas de las otras de repente,
Y los marinos cual fantasmas jiran
Sobre las tablas dbiles del puente.
De pnico beodos.
Ninguno el ansia del valor senta,
Y acobardados se ajitaban todos
Bajo el fuego celeste que caa.
;}
La elctrica descarga, los latidos
Del corazn ahoga dentro el pecho,
'
Y dominan las ondas, impelidos
Por el furor del temporal deshecho.
Al rayo esperan en mortal desmayo
;
An Franklinno naca :
'A
'..
84
/-.
Andaba suelto el rayo
;
No estaba encadenado todava.
XXXIV.
La tormenta pas,
y
en breves horas
La mar tornse azul,
y
azul el cielo
;
Empero all en el fondo de las naves,
Que cruzaban el pilago sereno,
Bajo la roja blusa del marino,
En el abismo del cobarde pecho,
Sin una sola nube en el espacio.
Sin que se oyera rebramar el trueno.
Ms fiera, ms adusta, ms terrible.
Sorda la tempestad sigui rujiendo.
XXXV.
*'
No es cierto : era quimera :
Ese hombre nos engaa ....
Muera Coln
;
que nuestras manos muera
;
y viremos de rumbo para Espaa....
''Mas si le damos muerte
;
Si el mar en tumba fra
Para el audaz piloto se convierte,
Quin la patria nuestras naves gua?
Inmvil
y
sombro,
Coln junto la prora
Ve que corta las olas el navio,
Esperando la luz de cada aurora.
Hasta l trae la brisa
Las iras de su jente,
Y dilata su labio una sonrisa,
Y se tie de prpura su frente.
85
XXXVl.
Crece el motn
;
el descontento crece :
Relucen en las manos los aceros,
Y Coln, que de angustia se estremece,
Torvos se acercan
y
amenazan fieros.
Sienten despus el nima cobarde,
Y
tiemblan un instante su presencia
;
Que en sus miradas poderosas arde
El ltimo fulgor de la demencia.
An murmuran sus quejas, sus agravios
;
Todo es all para calmarlos poco :
De sbito el terror sella los labios....
Por la postrera vez va hablar el loco I
XXXVII.
"
Dentro del tercero da,
Si no aparece la tierra.
La prora rumbo hacia Espaa
Volvern mis carabelas.
"
Dijo Coln su jente
Con voz tranquila
y
resuelta
;
Y en el lejano horizonte
Clav la vista serena,
Como si all contemplara.
Entre el vapor de la niebla.
De un mundo desconocido
La fantstica ribera.
XXXVIII.
Cesaron los clamores, los denuestos.
La torpe algaraba;
"j-
.
86
Y ansiosos en sus puestos
Esperan todos el tercero da.
XXXIX.
Coln sujeta el ala de los vientos
Sobre la mar bravia?
VA traza el curso la corriente rauda
Bajo la dura quilla?
87
Tal se le figura un trono
Que en los aires se Levanta,
Y en el trono la imajen de Mara,
De estrellas
y
luceros circundada.
,
Es su Reina, su Seora;
Es la Virjen soberana,
!- v : ;
La Emperatriz del orbe, que aparece
Bajo el dosel de su soberbio alczar.
Coln se descubre,
y
dobla
Al suelo la frente plida;
Y un cntico se escapa de su labio,
Y de sus tristes ojos una lgrima. -
"
Virjen, Madre de Dios, ahora alcanzo : >
Lo mucho que te adoro.
Yo s que no es verdad lo que estoy viendo,
Y sin ser la verdad te ven mis ojos.
"Desde nio. Seora, me ensearon
amarte sobre todo :
Y por eso el horror de la congoja
Vienes mitigar en tu devoto.
"Muchas veces te he visto de mi pecho
*
'
Alzarte en lo ms hondo;
Y agora mismo dudo si ests fuera,
aqu en mi corazn se alza tu trono.
"
Oh! T creiste. Madre, que perda
El rumbo tu piloto
;
Y
sealarle el rumbo te apareces
En la desierta soledad del ponto.
i'iliilIBrlVrt"! I n'm I \\ i'iiii tiMa^i aKiHimii
- ^ .-..^^_ -^^ .i_^AJLX
88
'
"Por eso adonde esls, mi dbil leo
Camina en viento prspero.
Ya s que me acompaas
;
y
esas jentes,
Que se olvidan de t, me juzgan solo!"
XLIl.
La visin desparece
;
Rueda la noche en lobreguez hundida,
Y ve Coln cruzar en el espacio,
Por la mano de un hombre conducida.
Una plida luz.
Una luz! Deliraba?
90
XLYII.
T solo,
oh sol de gloria !
j
El testigo inmortal de la alta empresa,
Iluminaste un tiempo en aquel da
De entrambos mundos la llanura inmensa.
Tal vez un tiempo mismo
1
Proyectabas dos sombras en la arena :
91
Y que innmero squito, la corte
Le sigue
y
le acompaa.
Que est delante del augusto trono
De los augustos reyes,
Y les ensea el ejemplar primero
De las indianas greyes.
Que los monarcas de la tierra goda
Se sientan su lado,
/;
Y l, igual los reyes, bajo el solio,
Se encuentra levantado. .
Que por doquier en villas
y
ciudades
Se oye su nombre slo,
Y la sonora trompa sus proezas
Cuenta de polo polo.
Que en ureos caracteres, en los libros
Su triunfo se pregona,
Y ms que la de cesares augustos
Es grande su corona.
Luego cree Coln que ante sus ojos
Se exti'ende negro velo
;
Que se nubla su frente
y
que se nubla
El limpio azul del cielo. :
Que ms que la del mar fiera
y
terrible.
Ruda tormenta crece;
Y que su nave azota
y
cabe el trono
'
Naufraga,
y
que perece. ^
.
'
Que mira airado el rostro de los reyes,
:}
Y que saudos mira
92
Los rostros cortesanos,
y
la corte
Contra su honor conspira.
Que siente ya que su valor decae,
Y jime,
y
se atribula,
Y el fro soplo de la huesa helada
Por sus venas circula.
'
Y la envidia le ahoga entre sus brazos,
Y la calumnia horrenda
Abre sus ojos
y
en los otros ojos I
Anuda infame venda.
Y se siente morir, siente las ansias
Horribles de la muerte.
Ante l, soando, el velo se corra
De su futura suerte?
Llegaba acaso hasta el confn lejano
Del rido camino,
Y en su espantosa desnudez miraba,
En sueos, al destino?
96
'k;-
. v-
'
amaron :
98
ampliar sus romances, pesar de sus vehementes desig-
nios. Fndase ste nada profetice augurio mo en la na-
tural aversin de los autores ocuparse dos veces
y
por
diverso estilo en un mismo tema asunto. Juzgo muy
difcil, adems, que torne la mente del vate, la espon-
taneidad con que produjo un poema, sin la cual perdera
ste, en la refundicin, toda su virjnea pureza
y
orijinal
esplendidez nativa. No se repite con frecuencia el ejem-
plo de Zorrilla,
que utiliz en dramas
y
leyendas la par
los injeniosos argumentos de que su rica imajinacin
y
las abundantes crnicas de la madre Iberia le abastecan
y
colmaban. Algunos de los egrejios dramticos espa-
oles del glorioso siglo XVII, enamorados de la fecundi-
dad, solieron reproducirse
y
copiarse en sus novelas es-
cnicas. Alarcn, ms cuerdo, no lo hizo nunca. El mag-
nfico drama de Los Amantes de Teruel fu retocado
y
refundido varias veces, segn se dice, hasta quedar como
se representa en los teatros; pero hay que atender que
Hartzenbusch es poeta reflexivo
y
erudito. En cambio,
Garca Gutirrez tuvo que desechar la refundicin que
compuso de El Trovador, por haberle hecho venir me-
nos,
y
le dej la irregularidad de su escritura en prosa
y
verso, defecto shakspeariano que pretenda correjirle.
Vaclase en decidir cul de los dos dramas,
Tan largo me
lo
fiis
?
y
El burlador de Sevilla, en que Tirso de Molina
explot el tipo lejendario de D. Juan Tenorio, es cronol-
jicamente anterior. Me inclino suponer que el primero,
por parecerme ms bello, aunque los dos me encantan.
Sucede muy menudo que las refundiciones no surten el
efecto apetecido,
y
que lejos de mejorar, empequeecen
y
deslucen la primitiva concepcin orijinal.
De m s decir que, prescindiendo del disgusto que me
causa el que un escritor calque una composicin en otra
suya, me deleitan
y
regocijan las obras medio hacer de
primera mano, cuyos rasgos inconexos
y
como trazados
al descuido, dejan traslucir, ms que comprender, el
vago pensamiento artstico. El cuadro cuyas figuras estn
--v
'''-,":.-.-"-
apenas
delineadas; la pieza musical de notas trmulas
y
misteriosas ; la mal pulida estatua que embellece 4 rumo-
roso
jardn ; el interrumpido
y
lejano son de una cam-
pana; un pedazo de cielo azul, un rizo rubio, unos ojos
negros,
una mano de ncar; todo lo que pudiramos de-
nominar fragmentos de la hermosura de la naturaleza
y
de la hermosura del arte, me embarga
y
suspende el
nimo, de extraa, halagadora inexplicable manera. Y
tal creo que acontece todos mis semejantes. Ms admi-
ra
y
embelesa un solo rapto de inspiracin que la mon-
tona serie de agradables ritmos
y
cadencias. Un canto
aislado de La Iliada vale ms que todo el poema artifi-
cioso
y
fro de D. Alonso de Ercilla. La extremada lima
suele afear, lejos de embellecer, las obras artsticas. Asi
el Quijote, obra escrita de priesa, sin previo ensayo ni
posterior pulimento, es infinitamente ms grande que. la
novela de Per^es tj Segismunda, que Cervantes aderezo
y
bru con'prolijo esmero.
'
.
'
Pen
y
Contreras debe dejar, en consecuencia, los ro-
mances que forman esta galera de cuadros dramticos
tal como los concibi
y
produjo en el primer momento de
inspiracin,
y
as valdrn tanto ms que si les diese ul-
terior
y
ms extensa
y
jenuina estructura escnica. Un
injenio de primer orden recomend los poetas que no
violentasen el numen
y
que esperaran, para escribir,
que ajitase la mente : es dable aadir la mxima que
no se debe retocar una obra escrita en un instante de
inspiracin, cuando ya el espritu no tenga la misma ido-
neidad'. Hay inminente riesgo de flaquear en la demanda
y
de no salir con xito.
La virtud de la inspiracin es tal que gua
y
conduce al
poeta hasta en la eleccin de la forma literaria ms ade-
cuada al asunto que enardece su fantasa. Asi Pen
y
Con-
treras, sin anterior ni preconcebido intento, eliji para
estos
bocetos el romance octoslabo, que la elegancia
y
sencillez de su mecanismo, une
y
aade su gran facilidad
narrativa. Obr cuerdamente al escojerlo, que en l, por
'
100
'"
lo dems,
y
segn anda en lenguas, es docto
y
consumado
maestro.
Tiene su historia, como todos los libros, el que hoy en-
trega al dominio del pblico.
I
"
Hela aqu, tan breve como es.
El sentido poeta Joaqun Trejo, que entre parntesis se
distingue tambin como romancero, pidile fines de 1878
una poesa para el Anuario universal, cuya publicacin
preparaba el conocido editor D. Filomeno Mata,
y
acce-
diendo darla Pen
y
Contreras, pens algo que de lo
vulgar se separase, la noche del mismo da,
y,
al siguiente,
puso en manos de Trejo el romance titulado Doa Brenda,
el primero de los en esle volumen insertos, que van co-
locados segn orden cronoljico. Meses despus, juzgando
oportuno
y
de alguna novedad el escribir una coleccin de
varios de la propia ndole, dedic la empresa los pocos
ratos de ocio que le permite el arduo ejercicio de su pro-
.
fesin humanitaria,
y
fu acopiando paulatinamente los
materiales del libro que hoy da la estampa. |
Tres de estos romances ban visto ya la luz, por sepa-
rado, en las columnas de El Cronista de Mjico. En el
Anuario universal correspondiente al ao de...
1879,
apa-
reci, como antes dije, el de Doa Brenda, orijen de todos.
Los dems se dan por primera vez la imprenta.
Ahora bien, estos bocetos, que he principiado por cali-
ficar de
encantadores, tienen prendas suficientes para
merecer tal dictado, mi grande afecto Pen me com-
pele mirarlos al travs de prisma color de rosa? No soy
amigo de afirmar nada sin pruebas,
y
paso exponer la
razn de mi fallo.
Es comn dictamen entre personas capaces de voto en
cuestiones
literarias que, para que una obra de arte sea
digna de este nombre, debe ser bella en el cuerpo
y
en el
alma, en la forma
y
en la esencia. Con demostrar yo que
llenan ambas condiciones los presentes romances, habr
demostrado
tambin que los califiqu exactamente,
y
que
soy su juez
y
no su defensor ni su abogado.
Tan ostensible
y
manifiesta es la belleza de su forma,
que no har grande esfuerzo para patentizarla. Suma
sencillez
y
elegancia suma en el estilo; descripciones de
figuras, sitios
y
objetos, que ni con pincel
y
en lienzo di-
bujados tendran ms verdad, viveza
y
colorido; imajenes
y
tropos cuya exactitud
y
gallarda nada dejan que desear;
caracteres mltiples, verosmiles, bien definidos, llenos
de
virilidad
y
entereza,
y
trazados con tres cuatro rasgos
vigorosos ; escenas cuyo movimiento palpita al travs de
la grfica narracin, pocas veces alternada con breves
y
expresivos dilogos : h aqu los ms brillantes arreos de
estos romances. Su estilo no es ciertamente de lo ms
pulido
y
castigado que imajinarse pueda; pero ni Pen
y
Contreras quiere hacer alarde de clsico, ni la escrupulo-
sidad meticulosa de la diccin constituye la ms valiosa
prenda de una obra literaria, si bien son estimables siem-
pre la tersura, integridad
y
pureza del lenguaje. Ha cui-
dado Pen nicamente de que el estilo sea bello, claro
y
sencillo, de que su trasparencia deje ver en todo su es-
plendor las galas de la inspiracin, como el cristal del
arroyo deja ver las matizadas pedrezuelas de su lecho,
y
no se ha preocupado con ahinco, ni era necesario, de
colocar simtricamente las palabras
y
frases, en testimo-
nio de vasallaje al tenso canon gramatical.
La primera
y
ms sobresaliente belleza del estilo de
Pen estriba en su orijinalidad. Comenz en los albores
de su vida literaria por imitar Garca Gutirrez
y
al du-
que de Rivas, de estilos bastante diferentes,
y
como al fin
y
al cabo tena inspiracin propia
y
fuerzas suficientes
para volar sin ayuda de ajenas alas, pronto se deshg de
tales influencias, acabando por formarse un estilo pecu-
liar, eminentemente airoso, flexible
y
elegante, que le
distingue, separa
y
singulariza entre todos los artfices
de la opulenta lengua cervantina. Principiando por imitar
buenos modelos se llega tener buen estilo propio, segn
la respetable opinin del clsico
y
egrejio poeta castellano
D.
Manuel Jos Quintana. No viniendo ser el estilo ms
\if
,
102
-;.-,_
...
. j--:;.
que la veste de las concepciones, si stas tienen la nece-
saria potencia de orijinalidad, tiene de ser aquel irremi-
siblemente orijinal.
En Cuanto al espritu de estos romances, con decir que
es el mismo de los dramas del propio autor, est defi-
-
nido
y
explicado. El incondicional
y
profundo sentimiento
del honor, como" base
y
disciplina de conducta
y
rjimen
;
el encendido ardor caballeresco en toda su recrudecencia,
como estimulo
y
acicate de levantadas hazaas
y
osadas
;
la ms amplia
y
completa libertad de albedro, como factor
inmediato
y
responsable de todos los actos consumados;
el amor ardentsimo, con su cortejo de celos, desengaos,
arrobamientos
y
esperanzas, como objeto
y
mvil de todas
;
las aspiraciones, proezas, desenfrenos
y
delitos; el hondo
remordimiendo de la conciencia manchada, como pena
ineludible de las malas acciones
y
los crmenes : h aqui
:
el espritu de estos romances.
Nada ms bello inefable;:;
que ensalzar las excelencias del alma
y
cubrir con el velo
de la poesa sus mezquindades impurezas ! Templo mag-
nfico levanta Pen
y
Contreras al Wen
y
la virtud,
y
en
-;
sus aras quema la mirra de su injenio. Pone obstculos
y.
escollos, rodea de tentaciones
y
apetitos al carcter vir- :,
tuoso
y
entero, para que, superndolos, sirva de ejemplo
,
y
enseanza. Parece como que la virtud que no lucha,
que no vence resistencias, que no entra en abierta con-
flagracin con elementos perniciosos, no es virtud no
tiene por lo menos enerja
y
firmeza. De aqu los trances
'
y
encuentros, de tan difcil desenvoltura, en que sus
personajes coloca Pen
y
Contreras,
y
de los cuales brota
la colisin dramtica, como la plvora atacada de la mina ,
que se prende fuego.
I
^^
.
'
Es vivsimo
y
terrible el incendio de las pasiones en es-
tos romances, por cuanto son nada ms el eplogo el
desenlace de dramas que se han venido desarrollando en
la sombra
y
que estallan de repente, como el volcn, entre
elmpagos de luz, borbollones de la lava, estruendos
y
temblores.
"'1
-103-
s-
I5astan las precedentes breves consideraciones, en apoyo
Je
las
cuales cito los mismos romances, para dejar demos-
trado
que stos son bellos en el cuerpo
y
en el alma, en la
lonna y
en la esencia.
Se necesitan an mcs pruebas?
All
estn ellos : examnelos el lector, analice sus bellezas,
mida
su grandeza de concepcin, pese sus calidades lite-
rarias,
y
juzgndolos con recto
y
sano criterio, habr de
convenir conmigo en que lejos de excederme en elelojio,
ha sido parca, cuanto sincera, mi alabanza.
Deseara, para dar mayor peso mis razones, compro-
barlas con trozos entresacados de los romances
;
pero me
persuado de que es mejor recomendar su atenta lectura,
ya que, de copiar lo estimable que tienen, me vera cons-
treido copiarlos ntegros. Difcil por extremo sera elejir
los mejores pasajes, sindolo todos.
Para darles ms vaguedad, no les ha fijado Pen ni
tiempo ni lugar. Sbese nicamente que pasan en edad
caballeresca, por el tinte peculiar de los hombres, trajes,
muebles, usos
y
costumbres que en ellos se describen,
y,
sobre todo, por los caractersticos sentimientos de nobleza,
valenta
y
honor que sus personajes obedecen. En cuanto
al lugar, lo mismo se puede suponer que tienen efecto en
Espaa en Mjico, como en el Per en otra cualquiera
de las naciones sometidas al yugo espaol, durante el
siglo de los grandes atrevimientos
y
de las grandes con-
quistas. ^^^_--.
;
i-/
Hay entre ellos uno que se aparta
y
separa de la ndole
dominante en los dems, cual es el denominado Alfredo,
y
que encierra todo un poema de congoja
y
luto para Pen
y
Contreras. Aquel nombre llev en vida uno de sus her-
manos queridsimos, cuya sbita
y
temprana muerte le
hiri
con aguda saeta en lo ms ntimo del corazn,
y
era
natural que, como poeta, exhalase su dolor en melanc-
licas
cadencias; Bajo el velo celestial de hermossima ale-
gora, refiere, con serficos acentos d ternura
y
amor, el
reido combate que traban la muerte
y
la vida, antes de
que la primera logre arrebatar del mundo un alma vir-
104
""-^-
*
'
tuosa
y
bella. Este delicado
y
conmovedor romance es el
i'mico de la coleccin que no tiene carcter trjico. Tiene,
s, como ninguno de los otros, hondsimo sentimiento,
desbordado del alma
y
apenas contenido en el estrecho
molde de la palabra. Es una ternsima eleja, escrita con
lagrimas.
No lie pretendido hacer en este prefacio un verdadero
juicio crtico de los Romances dramticos de Pen
y
Con-
treras. Hubiera sido mucho pretender. Slo he deseado
escribir algo que pudiese servirles de introduccin
proemio, ya que es costumbre que los libros vayan prece-
didos de estas cosas. Pen
y
yo, adems, nos vamos habi-
tuando que cada una de las brillantes obras que pu-
blica lleve al frente algunas humildes palabras mas.
V. J. GMEZ Florics.
:,:; f-Jj^-W.,.
DONA BRENDA
A ALFREDO CHAVERO.
Celos tiene Doa Brenda
De Don Diego de Moneada,
Pues le han dicho que est loco
De amores por una dama,
Que es de ilustre nacimiento,
Que es de elevada prosapia :
Negro azabache los ojos,
V
De marfil las manos blancas,
Dos rosas las dos mejillas,
,
Leve pi, frente de ncar,
Portentosa la hermosura ;
Y su dulce nombre Laura.
Despierta est Doa Brenda
Y soando el de Moneada :
Qu murmuras, Brenda ma ?
Qu mujer es esa?
Laura....
Y de un D. Luis tienes celos.
109
Quin sern? dice Don Sancho,
Quin sern tales horas?
II.
-'
p;'::{;
Dirjese conturbado
Al camarn de su esposa :
/"
El lecho estaba vaco,
En gran desorden las ropas,
Hundida la muelle almohada,
La lmpara silenciosa,
El tierno nio en la cuna,
Y una sonrisa en su boca.
-r
Es ella la infame !
Es ella
!
Clama Don Sancho,
y
retorna
su aposento
y
un rico
Arcabuz airado toma.
III.
^
Del balcn muy cerca vagan
Los dos amantes, que inmolan
En aras de su cario
Paz, ventura,
y
hasta el honra.
La luna arroj un instante
Su blanca luz melanclica,
Iluminando los rostros
De un mancebo
y
una hermosa.
i
Es ella...! Repite el conde.
Desventurada traidora!
-
Y es l, mi primo Don Arias,
; El .traidor que me la roba! V
Subi la sangre sus sienes, :
Tendi el arma matadora,
Y apunt; pero no sabe
quin primero le toca
Lavar con su sangre ardiente.
Obras poticas.
110
,
La mancha de su deshonra,
Si l quin tanto ha querido,
Si ella quin an tanto adora
En perplejidad tan grave.
En vacilacin tan hosca,
Oye estas dulces palabras
Que el aire trae en sus hondas :
1
Pues hndela ya, Don Arias
Grita el conde con voz ronca,
Y del arcabuz tendido,
Parti la muerte, celosa
De tanta dicha.
Baada
En sangre, en la verde alfombra
Gay la dama, lanzando
Un
ay I de mortal congoja, i
I
Maldito seas, maldito I
Sancho Berradez de Astorga I
j
Ay, madre! | Madre querida!
113
-
Ha terminado la fiesta;
Margarita, coronada
De azahar
y
de azucenas,
,
De rodillas
y
jimiendo
En el rincn de la iglesia,
Ante la lpida triste
De esta manera se queja
:
Ay madre ! Ya estoy casada,
Y s que las seis me espera
El que es mi seor
y
dueo,
Y mi albedro encarcela.
Ay madre, madre del alma!
Dme t, qu me aconsejas?
Antes de partir mi lecho
Con quien el alma detesta,
Quisiera bajo la losa
Que tus despojos encierra
Dormir madre... Dme, madre!
Si no es mejor estar muerta?...
114
Los nicos que la quieren...
Margarita! Margarita!
i
Grita Don Gaspar
y
entra
I
En la estancia.
Margarita !
Margarita no contesta
:
Descorre los cortinajes...
Margarita estaba muerta,
Con la frente coronada
De azahar
y
de azucenas.
1879.
RAMIRO RAMREZ
A FRANCISCO PATINO.
I.
Nieve el marmreo semblante,
i':^'
-
Las negras pupilas fuego,
}
Viva imajen espantosa
Del exterminio
y
los celos,
.>
I
En la mitad de la estancia,
-
-. ^
J
Empuando agudo hierro,
%/
Est Ramiro Ramrez
.-':'-
, ;
;.
De rencor
y
de ira lleno. ;.
Cerca de l, de un jentil hombre
\;:v
Yace el cadver sangriento,
\-
Y sus plantas Berenguela
,
Doblega el lnguido cuello. .
Mi amor un tiempo
y
mi honra
ti
i
Me robaba ese mancebo....
1
Pagareis con vuestras vidas v j
Mi honor
y
mi amor un tiempo.
T; ;- J
118
"-
De amor
y
de angustia lleno,
Y dijo as con voz lenta
Y con moribundo acento :
H un ao tierna
y
sencilla,
Velado en casto rubor,
Me diste un beso de amor
En esta misma capilla.
Y hoy de mi pena al exceso
Vengo en brazos de la muerte,
Berenguela, devolverte
Aquel dulcsimo beso.
En los labios de la muerta
Los suyos puso el mancebo;
Se oy un rumor misterioso
Por las bvedas del templo,
Y tras un postrer jemido,
Tal vez de remordimiento,
Rompi su crcel el alma....
Gay Ramiro en el fretro.
1879.
i?'.
rR,T^i-
V^
DONA BLANCA
EDUARDO GONZLEZ GUTIRREZ.
I.
Sola est la noble viuda
En sil sombro retrete
;
La servidumbre reposa,
Y el tierno vastago duerme.
Ella es Blanca, quien el cielo
Colm de preciados bienes :
Virtud, riqueza, hermosura....
120
II.
Partise uo la guerra,
De la boda pocos meses;
Fama
y
honra gana en ella,
En ella la vida pierde,
Y llorando su desdicha
Sin dicha que la consuele,
Sumerjida en la tristeza
De tantos das alegres,
Sola est la noble viuda
En su sombro retrete;
La servidumbre reposa,
y el tierno vastago duerme.
III.
Sbito golpe se escucha,
Se abre el balcn de repente,
Y un hombre en su capa envuelto
Ante la dama aparece.
Sobrecojida de espanto,
Horrible espanto, se cree
Presa de extrao delirio,
Que como rayo la hiere.
Mas el honor ofendido
Lucha en su espritu
y
vence,
Y reconoce asombrada
Don Leonel de Meneses.
Qu buscis? dice,
y
resuelta
su enemigo se vuelve,
Gomo fuego la mirada,
El semblante como nieve.
121
Me la negasteis mil veces. ,
Seora, al pi de esa reja,
:;
En poderosos corceles.
Mis escuderos, mis pajes,
y
Nos aguardan impacientes.
Si juntos de aqu salimos
No temis que no os respeten
;
De lo contrario, este lance
La honra vuestra compromete.
Seora
mi servidumbre
Har que al punto despierte.
Paso ! Grit doa Blanca
Y salir de
all resuelve
;
Mas l con rpido mpetu
En su marcha la detiene
Y el duro cerrojo afianza
De la puerta.... Nada puede
Ya la infeliz.... El infante .
En la cuna se estremece
;
Leonel con sonrisa horrible
Hacia la cuna se vuelve;
Blanca adivina su intento....
Tal vez su razn se pierde....
Qu hace Blanca? Por qu inunda
Su faz un fulgor celeste ?
Corre su lecho....
Es un siglo
c>'??r^
122
Un instante,
y
es tan breve!
Toma un pual toledano
Que bajo su almohada tiene,
Y como herida pantera
Que su cachorro defiende,
Cuando va tocar al nio,
Antes que tocarle llegue,
El arma rpida clava
En la espalda de Meneses.
123
De su crcel se desprende,
Y su infortunio maldice
Entre la vida
y
la muerte.
V.
Y mientras se oye en la calle
Rumor de rondas
y
jentes,
Imprecaciones
y
votos,
Y relinchos de corceles,
Sola est la noble viuda
En su sombro retrete
;
La servidumbre reposa
Y el tierno vastago duerme.
1879.
SOR ANA
A MANUEL NICOLIN ECUANOVE.
I.
Doa Ana adora en Jelmrez
Y Jelmrez en Doa Ana :
l es hidalgo, aunque pobre;
Ella de rejia prosapia.
Doa Ana tiene un hermano;
Y ha jurado antes matarla,
Que permitir que se enlace
Con Jelmrez Doa Ana.
II.
Doa Ana entre los cuarteles
De sus jardines divaga,
Y espera como acostumbra
su amante en horas altas.
Sopla el viento
y
en los aires
La luna el nublado rasga,
Y ve la hermosa en el muro
Balancearse la escala.
El corazn le da un vuelco,
Corre
y
al pi de la tapia.
Ve su Jelmrez tendido
En la yerba ensangrentada,
Mortal el bello semblante.
;\.-^:^^"'.
.
.-,,, 125
~
:,:;:...,--,^....
Y no lejos de l un arma (^. ;
Mira absorta,
y
reconoce
Que es de su hermano la daga.
;"
Del almenado castillo
Desde una ojiva, angustiada
;
..
Mir pasar el entierro
De Jelmrez, Doa Ana. o
Qu de tiernas ilusiones,
:'v:.^ ; ;
Qu de alegras frustradas
Junto con el negro fretro
/;*
}
Va guardar la tumba helada
!
.r
Es l, Jelmrez !
exclama,
Y sin aliento los hierros
Con mano fra se agarra.
j
l era, el mismo Jelmrez,
j
Embozado en una capa,
j
Plido como los mrmoles
De las vetas de Garrara.
Detrs estaba un mancebo
De retorcida mirada,
Fiero, inmvil, hosco, mudo...
El hermano de Sor Ana.
Tello, le grita la monja,
;^ . -
;
i
129
Malhaya seas, mal haya
Tu horrible burla
y
la ira
De tu espantosa venganza !
Y aade la monja, viendo
Al ser quien tanto amaba :
i
Ana, Jelmrez murmura,
Yo soy !... Tello no te engaa,
Tello consiente en que seas
Mi noble esposa ante el ara.
Roto est el voto que hiciste,
Y aqu est la bula santa.
No :
Galla !
Exclama otra vez la monja.
No es esa sombra quien habla.
Maldito seas, Don Tello !
Grit Jelmrez...
Mal haya
Quien olvid que hay amores
Que una vez sola se matan !
m:,
DONA ELVIEA
BARTOLOM PREZ HERMIDA.
I.
El Conde de Aldaz es viejo,
Pero tiene esposa joven,
Como rosas las mejillas,
Y los ojos como soles.
Se llama Elvira,
y
muy tierna
En hora ingrata casse,
Porque casar la obligaron
Exijencias
y
temores
;
No el emor, pues era el solo
Imn de sus ilusiones
Rui-Fernndez, con quien tuvo
Y an tiene, ocultos amores.
II.
Hijo de Elvira es Don Mendo,
Mancebo gallardo
y
noble,
Capitn el ms valiente
De los tercios espaoles,
Que bajo el delgado cutis
An el rubio bozo esconde,
Y es ya en la ruda pelea
De los contrarios azote.
131
III.
Tiembla Elvira cuando al mozo
Contempla embebido el Conde
;
Parece que una honda pena,
Oculto cncer que roe ;
Su corazn, hace veces
Que su faz el llanto asome,
Y la esplndida hermosura
De su rostro le trastorne.
Seor, tu esposa.
Qu has dicho?
Fortuno,
y
t
los conoces?
Madre!
-
Madre...
Madre!...
Qu haces, Mendo?
Don Mendo no le responde,
Blande el hierro, al cual el otro
Hierro apenas se le opone,
. Y como el rayo potente,
Y como el rayo veloce,
En el seno del contrario
'
El arma sangrienta esconde
!
Lanza un grito Doa Elvira,
Que repercuten los montes,
Y se queda muda
y
fra
Gomo una estatua de bronce.
Mira Don Mendo que llegan
Con luces dos servidores,
Y hacia ellos rpido avanza,
Y en su paso se interpone.
134
^
I
Que no alienta, que no oye,
Que no vive, en el espacio
Clavada la vista inmvil.
La ve Don Mendo
y
alumbra
Y pasmado reconoce,
En el sangriento cadver
Rui-Fernndez de Ordez.
VIII.
Madre
!
'
Madre, escucha...
Doa Elvira,
Cae al suelo
y
no responde.
IX.
Dentro
y
fuepa del palacio
Se escuchan sordos rumores,
j
135
-:
, v-^T^^
Con el cabello en desorden,
Tinto hasta los gavilanes
De propia sangre el estoque.
1879.
,'.
.^.Jk'.
'
GABRIELA
Al Dr. Francisco Montes de Oca.
I.
Sin ms testigo que el sol,
Que su luz al mundo roba,
Est Gabriela en la playa
Con su pensamiento solas.
El mar con dbil murmullo
Sobre la arena rebosa
Y las plantas de Gabriela
Casi lame
y
casi moja.
Inquieta vuelve los ojos
todos lados,
y
llora :
Al fin se detiene inmvil
;
Ya sonre, ya solloza;
Sobre el seno palpitante
La jentil cabeza dobla
;
Sus brazos cuelgan
;
las manos
Entreteje una con otra,
Y vaga, sin que se fije
Ni en el cielo ni en las olas,
Entre las olas
y
el cielo,
Su mirada melanclica;
Su suelto cabello ajita
La brisa murmuradora,
Y entre sus hebras de oro
Prendida lleva una rosa.
-sV-.
^,
137
::
Cerca de ella est amarrada
Una barca pescadora,
Y entre los mdanos ridos
Que el huracn amontona,
De una humilde ranchera :;
Se ven las modestas chozas
Y el vetusto campanario
De una capilla catlica,
Con una sola campana, i
Con una campana sola,
Que en aquel instante mismo
las oraciones toca.
""
II.
^
El corazn se estremece
'
De Gabriela... Ya es la hora!
Ya no ha de tardar su Flix.
Al fin su Flix asoma :
Flix llega triste
y
plido.
Algo tiene, algo le enoja;
Le da su mano,
y
su mano
Est fra
y
temblorosa.
Ya no tiene como en antes
La mirada halagadora
;
Parece que tiene miedo,
Parece que se abochorna,
Parece, cuando se acerca
la nia encantadora.
Que una oculta voz le dice :
,,
Porqu, Flix, la traicionas?
"
Flix
murmura Gabriela.
Y era su voz melodiosa
Gomo suspiro del aura.
138
:
:
Como arrullo de paloma.
Ms tiempo no he de engaarte,
Probre Gabriela, perdona;
|
Que para esta misma noche
Concertada est mi boda.
^...'..'iVh-'
,,/
^;;
139
-;
Dice el infame... Se aleja...
Y qued Gabriela atnita,
Fija la vista en la arena,
Fija la vista en las hojas, /'l
]
Siente que le falta vida,
Que su razn se trastorna,
Que todo en torno se mueve,
Que se cae, que se ahoga I
'";''""
IV.
A-:)-:-^-
Fantasmas de oro
y
de nieve
Que poblasteis su memoria,
Huid
y
desvaneceos
Como la luz en la sombra!
Soando estaba despierta
;
Ya no suea...
Qu espantosa
Pesadilla entre sus lazos
Su alma msera aprisiona
!
Gabriela...
Infeliz Gabriela
!
140
.:-
Las inarmnicas notas,
j
Estrellas de un cielo puro
Que su luz plida agotan,
Roncos jemidos de muerte
Entre cnticos de gloria !
No ha visto en el horizonte
Una parda nube torva,
Que extiende sus negras alas,
Y el difano espacio entolda.
Se figura que ha caido
De su frente una corona
;
Que son pedazos de su alma
Aquellas hojas de rosa
;
Que est escrito en cada una
Un libro entero, una historia
De malogrados afectos
;
De esperanzas ilusorias
;
Que all estn sus alegras,
Sus juveniles zozobras.
Las lgrimas de sus ojos,
Las sonrisas de su boca.
.
VL
Se le figura el nublado
Ancha sbana mortuoria
Y la luz de los relmpagos
Las sepulcrales antorchas
Rpida, como impulsada
Por atraccin misteriosa,
Dirije el paso anhelante
A la barca pescadora.
Entra en ella, en los abismos
El timn
y
el remo arroja,
Y desamarrando el cable
Que le sujeta una argolla,
141
Entrega el dbil madero
Al hondo mar que le azota,
Y el huracn lo arrebata
Entre el fragor de las olas.
Lo que pas aquella noche
Larga, negra
y
tempestuosa,
Entre el abismo del cielo
Y el abismo de las ondas,
Dios lo sabe.
Al otro da
Vieron una barca rota,
Y el cadver de Gabriela
Junto un pen de la costa
!
1879.
\U- -i^': v-i^; ",,;:
J;
^
j
V;v.
,;
.
V . ^.;.
J
:
'
J I L
MI HERMANO PeDRO.
I.
Oye, Jil... Esposo mo
143
En el garito, en la orja,
,
Va arrastar su vida oscura,
:v
O de vil ramera en brazos &
Placer satnico busca. ;
;
v
/
-II.
';
'''.;'
v,:/;,r
-h: :>y,
Qu valieron de Teresa
:
^U /V
La esplendorosa hermosura,
5^ w.
Halagos, ruegos, suspiros,
-^
.
Y lgrimas
y
ternuras?
Indmitas, las pasiones,
"
<
f
.'
^
Gomo encadenadas furias,
; >;
:
En el pecho se desatan 'v^v
^
Del mancebo,
y
en l triunfan. !
v :
;
Torpe amistad
y
menguada
:
Su ardor juvenil azuza,
;
Y mil seductores goces
Su edad temprana deslumhran.
:
;;
"
ni.'
'-/'''';,
"-i-';-'.
Rob el dolor Teresa ; V" :
'i^
Su esplendorosa hermosura
:
Las rosas de sus mejillas
:
'
.
'
Estn plidas
y
mustias.
'
La miseria pavorosa
: ::
'
Su alma sensible atribula,
C
Y en su insaciable vorgine
Sus alegras sepulta. '
l ri^^ ,
140
>
Que d al olvido sus culpas.
Y embebido en esta idea,
Temblando el paso apresura,
Porque algo teme, algo teme
Que de horror su mente nubla.
Teresa!. Teresa!
Grita,
Y enlra en la estancia que alumbra
Una miserable lmpara
Que en aquel momento ondula
Su dbil llama, rastrea
En torno
y
lanzando algunas
Tristes rfagas, se apaga
Dejndolo todo oscuras.
Jil se detiene
y
vacila,
Presa de horrible pavura, .
|
Esa lmpara que muere,
Qu de espantoso le anuncia?
Teresa... Grita de nuevo.
Teresa ma
ests muda?
Soy Jil que viene quedarse.
Teresa... Grita...
Teresa!
Me perdonas?
IS'o me escuchas?
Le toca el pecho
y
no late,
Toca su arteria
y
no pulsa :
^
Eli aquella estancia reina
La paz de las sepulturas.
Toma Jil las blancas manos
"r*p'-
;.,.:'-
147
::.v
Que acariciaron las suyas,
Y en el copioso torrente
i
De su llanto las inunda! '
Ve espantado aquellos ojos
Y an en las pestaas hmedas .
Mira pendiente una lgrima
De dolor
y
de amargura,
Y aquellos labios que un da
Ostentaron roja prpura,
Y ahora tan slo cubre
Lvida
y
mortal blancura.
Pide una sola sonrisa... ;
Una sola frase... Una
Palabra sola...
\
Una sola.
De perdn !
Qu es lo que buscas ?
Convulso, desatentado
Arranca de su cintura
Una hoja aguda
y
luciente,
Que con fiera mano empua;
Mas cuando toca su pecho
La fra acerada punta,
Se oye en la cuna un jemido
Que el mortal silencio turba.
J
140
II.
^,-'
Hay unos tristes amores,
Hay una pasin inmensa,
Hay un rival que en la sombra
Mortal angustia alimenta.
La ponzoosa serpiente
Que se enrosca entre la niebla,
Los celos, el negro monstruo
De la humanidad entera
;
El que enciende en las pupilas
Satnica luz siniestra
;
El que fragua horribles dramas
Siempre inquieto, siempre envela;
El monstruo que cabe el lecho
Mudo
y
sombro se sienta, .
Y roba el sueo los ojos,
Y la ira desenfrena,
Y azuzando al pensamiento
Con la vigorosa espuela, y-
En el infierno del alma :^
;'?:
perecer nos condena...
l contra el seno de Eduardo
Arm la terrible diestra,
l mat sus ilusiones.
Sus esperanzas ms bellas. v
Cay Eduardo en sangre tinto.
Sobre la blanca ribera,
Y al morir ba la muerte
Su semblante de tristeza...
'
Sobre el azul dlas ondas
'
,
'
Qued la barca velera,
Qued junto al muelle el bote.
Qued un cadver en tierra.
:'^:^'\:
'.:':'
- 1879.
BOJORQES
GONZALO A. ESTEVA.
I.
Est en su oscuro aposento
Juan Bojorques de Vadillo,
Y est solo como siempre,
Y como siempre sombro.
Se abre de pronto la puerta :
Con paso grave
y
tranquilo
Entra Violante, trayendo
De la mano sus dos hijos.
Vestida denegro viene,
Triste el semblante, abatido
;
Tristes, tambin,
y
de negro,
Vestidos vienen los nios.
Qu quieres ? Hija.
Qu quieres ?
152
111.
Despus de una breve pausa,
Pausa que parece un siglo,
Con acento cavernoso
Murmur entre dientes : Idos
134
II.
Lope !...
Ins!
Murmura,
y
mira
Aterrado los amantes
;
Los mira inmviles, mudos,
Plidos como cadveres;
Sin color frentes
y
labios,
Sin latido el seno exange.
Todo espanto la mirada,
Todo estupor el semblante.
Jaime ruje, el hierro empua
Y lo esgrime; mas no sabe,
quin matar primero...
Qu es el mundo, la existencia.
Sin un amor que la halague?
15o
Y otra rejin, otra vida
El espritu se enlace
!
Jaime al cielo la mirada
Levanta ardiendo en coraje,
Balbute algunas palabras
-
Que de su pecho no salen,
Vuelve, contra l la filosa
Punta, se la clava,
y
cae,
Y ensangrentado murmura :
'(
Orad sobre mi cadver
Un doble grito, espantoso,
Resuena, rasgando el aire,
Y en una vecina torre
Dan las doce en ese instante.
-m.
^'Sv--
T)Q una desierta capilla
Bajo la sombra nave
'
f \
Est una estatua yacente
Sobre un sepulcro de jaspe.
Dicen que es de Jaime Acua
Aquella estatua la imajen
;
Clavado tiene en el seno
Un pual mohoso de sangre.
De sangre aeja,
y
murmuran
Vicarios
y
sacristanes,
Las jentes todas del pueblo,
Y lo afirma hasta el alcalde,
Que aquel pual es el mismo
Con que Acua logr darse
Airada muerte una noche;
Mas la causa, no la saben.
IV.--
^^^^
Se oye en la puerta del templo
';
156
_
:;
i Rechinar la enorme llave,
';\,
Y en l penetra una dama
F
't
Vestida con negro traje.
.
;
^
Hacia el sepulcro encamina
^>; ')
Sus pisadas desiguales
'
r
; Y de hinojos se prosterna
^
v;
Ante la estatua de Jaime.
;:'^
Clava en el rgido rostro
La mirada agonizante,
.
;
Y una tras otra en el mrmol
^
A
Sus tristes lgrimas caen,.
Se oy\^en l^puerta del templo
RechinarA|a^ enorme llave,
Y envueltoemoscura capa
Entra un hombre con pi gravo.
Hacia el sepulcro encamina
Sus pisadas desiguales,
Y se detiene en silencio
Junto la estatua de Jaime.
Clava en el rjido rostro
La mirada agonizante,
Y una tras otra en el mrmol
Sus tristes lgrimas caen.
Los dos parece que miran
La helada estatua animarse,
Que el duro mrmol golpea
El corazn palpitante,
Que aquellos ojos se encienden,
Que
aquellas arterias laten :
An creen que les salpica
El rostro la ardiente sangre.
ij^:-.
. 'Vft*.-'!-,''' -*? '
:->
----'
'''^-'ft. i'/ii.' -'^x.KitiK'A.'.-uSLuc,
157
Y que los lvidos labios
Por la vez postrera se abren,
Y ensangrentados murmuran :
*'
Orad sobre mi cadver.
"
Y en la torre solitaria
Dan las doce en ese instante,
Y un doble grito espantoso
Resuena, rasgando el aire.
V.
Hay gran tumulto en la Iglesia,
Las jentes entran
y
salen,
Todo el mundo se hace lenguas,
Y es que el mundo nada sabe;
No sabe por qu motivo
Los cuerpos helados yacen
De Doa Ins
y
Don Lope,
Junto la estatua de Jaime.
,>,
^
1879.
i^ik.
'^%',^V7.'^^-
F' JUAN FARRIZ
A JOAQUN BARANDA,
I.
. /
i
S.'
Apenas del sol ardiente
Entra un dbil rayo de oro
Que alumbra el recinto estrecho
De un oscuro calabozo.
Sobre un jergn, en el suelo,
Apoyando en l los codos,
Sobre los codos las manos,
Y entre las manos el rostro,
Est un anciano abatido
Por el dolor
y
el insomnio,
La tez marchita
y
arada.
Secos
y
ardientes los ojos.
All la humana justicia
Guardle un ao tras otro,
Y all vio correr los aos
En cautiverio espantoso.
Diez lustros cumple aquel da,
Y al tender la vista en torno.
No halla una amiga mirada,
Ni un semblante carioso.
Nadie!... Nada !
No
!
Mentira
Ni esl aislado, ni est solo
;
All est con sus memorias
Y con sus recuerdos todos.
&
. .
^"...;'.>B. i.
^7?v -
159
All estn sus alegras
Y sus tristezas, sus odios,
Sus afecciones... Un mundo
Con l en su calabozo I
Padres, hermanos.
Exclama.
160
Llanto que es sangre del alma
Que arroja el alma, copioso,
Cuando la pena la ahoga
De la desdicha en el colmo.
Juan Farriz mir en seguida
De su jergn en contorno,
Jirar plidos, horribles,
Con fieros semblantes torvos,
los que hiri con su mano
En un encuentro alevoso,
en la guerra, como bueno
Y frente frente
y
sin dolo.
Cunta sangre! Cunto grito
De miseria
y
de abandono!....
Hijos sin padre!... Sin hijos
Tantos padres cariosos
!
Y Estrella, all estaba Estrella,
Virjen de cabellos blondos.
De negra ardiente pupila,
Y semblante melanclico;
La que sufri de sus padres
Por Juan Farriz el encono
;
La que en el hogar querido
Por Farriz lo dej todo.
Las rosas de sus arriates,
Y sus pjaros canoros,
Y la pequea alcanca
De sus modestos ahorros;
Y al viejo mastn que estaba
Mirndola siempre absorto.
Entre el lecho
y
el altar
De su blanco dormitorio;
Estrella que sin amparo
Gay desde el cielo al lodo,
^'l^i^ rt
;:;:';-
_
161
Del infame abandonada
En el fangal del oprobio;
Estrella... Y despus de Estrella,
Juan Farriz contempl atnito
El laCo espectro de un nio,
Que es su trasunto, que es otro
Juan Farriz, su imajen viva.
Que hacia l convierte lloroso
El demacrado semblante
Donde nunca dej un sculo...
Y...
"
Padre
"
Le grit el nio.
"
Me muero, padre, me ahogo.
Me falta el pan
y
no tengo
Ni amor, ni besos, ni apoyo...
Padre... Dnde est mi madre?
No escondas, padre, los ojos,
Mrame : el hambre
y
el fro
Van matarme muy pronto
!
No huyas, padre... Espera, espera.
"
Salt junto al lecho tosco,
Y apoyndose en los muros
De aquel recinto espantoso.
Acosado por el nio
Sin parar un punto solo.
Le daba vueltas
y
vueltas
De su prisin al contorno.
Tornaron su memoria
Sus crmenes
y
sus odios;
Tras el nio aparecieron
Los espectros espantosos
De otras vctimas... De nuevo
Oy sus risas... Sus roncos
Jemidos,
y
maldiciones
Y juramentos
y
votos,
Y al fin lo mismo que cae
En los breales de un soto
Acosado por la jaura
r^'.ifS',^^
im
Sin fuerzas
y
herido un lobo,
Farriz, convulso
y
lanzando
Un jemido estertoroso,
Gay sobre las baldosas
Fras de su calabozo...
II.
De la prisin la entrada
Llega un hombre ; los cerrojos
Descorre,
y
entra
y
le dice :
165
All le esperan los sanios,
All le aguardan los buenos,
All junto al trono altsimo
Est vacando un asiento.
"
Alfredo
"
gritan en torno
Del escojido, los siervos...
Alfredo! Alfredo!... La muerte
Descarga el golpe certero,
Abre sus puertas la gloria,
Una sepultura el duelo,
Y con lgrimas
y
flores
Se cubre el mortuorio fretro.
Aquel invisible drama
Toc al fin su inicuo trmino
;
Qued de la hermosa vida
Un indeleble recuerdo.
El hermano sin hermano,
Sin padre los hijos tiernos,
Y la esposa sin esposo,
Y el risueo hogar desierto.
En tanto el njel querido
Del Hacedor mensajero.
Va con el alma del padre
Por las regiones del cielo.
Enero de 1880.
ii^i
'^,*-.-W'^-J^*^^'^r7^
:.
X
i;
^
PER-ANZURES DE RIBERA.
k
':-t
A FlLOMIiNO MATA.
I.
"
En el campo de batalla,
Tras de la ruda pelea,
Me contaron tus traiciones
Y tus perjurios, Estrella.
Supe all que la honra ma
Diste de tu amor en prenda,
lufame noche, en los brazos
De Rodrigo de la Cerda.
Y por si acaso lo dudas
All tienes su cabeza,
Que yo separ del tronco
Con mi cuchillo de guerra,
Despus de luchar entrambos,
Frente frente
y
diestra diestra,
Despus de hacerle en el pecho
Mortal herida sangrienta.
"
Esto su esposa deca
Per-Anzures de Ribera
Con labios como de nieve,
Con ojos como de hiena;
Sacando bajo el embozo
Y
arrojndola la tierra
La cabeza ensangrentada
De Rodrigo de la Cerda.
n
i?&:
.ia: ;sm
'-^''"
'"'
167
Lvido despojo mudo
De una varonil belleza,
De lacio cabello
y
corto,
De poblada barba
y
negra.
II.
-:..-- "-;;,
Call Anzures un instante,
De horrible calma suprema,
Y tomando nuevo aliento
Prosigui de tal manera :
"
esto vine mi morada
:;
Y celebrar tus exequias.
Porque es fuerza que esta noche,
Vida de mi vida, mueras.
> \
En este pomo te traigo,
Y es prodijio de la ciencia,
Mortal tsigo, que en breve
Har que por siempre duermas.
,
"
Jams
,,
responde la dama
Y torna una cuna, llena
De ansiedad
y
de congoja,
La mirada descompuesta.
i
Holal grit Per-Anzures;
Espera, mi amor, espera;
Yo nada de esto saba...
168
:
De hondo maternal cario,
Apur el tsigo Estrella.
111.
Estn de lulo las jentes,
Est de duelo la aldea,
Y est de cuerpo presente
El cadver en la Iglesia.
Con oscuro
y
denso velo
Estaba su faz cubierta
;
Lo dems amortajado
Con ricas fnebres telas.
La esposa de Per-Anzures
Muri de muerte violenta.
Ahogla la sangre, dicen
Unos
;
que la peste horrenda
Dicen otros
;
y
otros muchos
Que el placer la sorpresa
De ver Anzures, matla,
Pues no le avis su vuelta.
Despus de los funerales.
Sobre unas andas soberbias
Llevaron el ancho fretro
la morada postrera
de los Anzures,
y
todos
Suspiraron por Estrella,
Que para todos fu noble,
Que para todos fu buena.
IV. -
Diz que la noche siguiente
Por la sombra poterna
De la morada de Anzures
En negra tnica envuelta,
Sali una dama en silencio,
-v--r?s-^:
169
:?l
Sin escudero, sin duea^
'
S-
Sola, enteramente sola,
-
Y que aquel que logr verla,
creyndola diablica
Aparicin alma en pena,
Huy temblando de susto,
Tal vez rezar por ella.
Y diz tambin que muy poco
De su viudez, la huesa
Dio su cuerpo Per-Anzures,
Que se muri de tristeza.
Pasaron aos tras aos , -
Y (esto dice la conseja;
Lo dems nadie lo dijo
Antes que yo lo dijera)
Se hallaron con que la caja
Mortuoria de Doa Estrella
Nunca guard su ceniza,
Que estaba llena de piedras;
Y aaden los que la vieron
Azorados de sorpresa,
Que entre las piedras yaca
Una hosca calavera.
Con lacio cabello
y
corto.
Con poblada barba
y
negra.
Octubre de 1881.
ORAS POTICAS.
^/S W
v:;-
ROMANCES HISTRICOS
MEJICANOS
f-.j-i^'-^i-i,:-
(
-'
.
LA RUINA DE AZGAPOZALCO
AL SR. D. MANUEL PREZ DE HERMIDA
ROMANCE I
IXTLILXOCHITL.
El PROSCRITO.
Con aire grave
y
sombro,
El entrecejo enarcado,
Descompuesta la mirada
Y el enjuto rostro plido,
El rey de los tepanecas,
Tezozomoc el tirano,
En un saln de su augusta
Morada de Azcapozalco,
De un extremo al otro extremo
Pasea sobresaltado,
Gomo herida fiera en torno
De su cubil solitario.
El esplendor de Tezcuco,
Su gloria, sus adelantos
En las artes, en la industria
Y en la ciencia de los astros,
En l la ambicin despiertan
De los honores
y
el mando.
174
Y al demonio de la envidia
Alberga en su pecho avaro.
Huye de su alma el sosiego,
los mortales tan grato,
Y huye el sueo de sus ojos,
Y de su hogar el descanso.
No olvida ni un solo instante
Que del gran Xlotl (i) es vastago,
Y de Acolhuacn el cetro
Rejir debiera su mano.
*
175
Con huestes innumerables
Amenaza mis estados.
Y como es fuerza se acaben
Tan funestos desacatos
Que amenguan de mi corona
El esplendor soberano,
Reunid vuestros parciales,
Y con cautelosos pasos,
Llegad, cruzando las selvas,
Hasta el enemigo campo.
All, pedidle Ixtlilxchitl
Una entrevista ; el incauto,
Sin escolta, hasta vosotros
Se acercar temerario
;
Mas antes que una palabra
Se desprenda de sus labios.
Entrambos de un solo golpe,
Y sin compasin, matadlo.
Idos...
y
tened presente
Que aqu la victoria aguardo;
Que el porvenir de mis reinos
Desde hoy queda en vuestras manos.
Dice,
y
su adusto semblante
Se anima con un extrao
Jesto, que es dulce sonrisa,
Que es incomparable halago
Para aquellos dos magnates
Que, sumisos
y
temblando,
Salen de la rejia cmara,
Donde al resplandor escaso
Del crepsculo sombro,
Torvo, mudo
y
cabizbajo.
En mil confusos proyectos
Quedse el rey abismado.
._,<y-5j,./^-.,.^..
? '''ifi
176
.ft-^v"
-,**'
.>
^'
.'1-
Una tarde, cuando apenas
El sol con lnguidos rayos
Del Iztachuatl doraba
Las cumbres desde el ocaso,
Ixtlilxchitl separse
De sus jefes
y
soldados,
Que parlamentar le invitan
Los del enemigo bando.
El se aleja, el gozo inunda
Su altivo semblante franco,
Y sus indmitas huestes
Le ven partir sin cuidado.
Ay !
infeliz ! no presume
Que los nobles emisarios
Que le esperan, sus verdugos
Han de ser en breve plazo.
No lo presume
y
tranquilo.
En su valor descansando,
Llega los embajadores
Con andar sereno
y
tardo
;
Mas antes que una palabra
Murmure el monarca, rpidos
Sobre l se arrojan, cual tigres,
El de Otmpan
y
el de Chalco.
El rey se turba, no asombra
Ni hiela su alma el espanto;
Mas paraliza su bro
De aquella sorpresa el pasmo.
El golpe alevoso hiere
La rejia frente,
y
del campo
De los acolhuas un grito
Se alz llenando el espacio :
"
Traicin, Tezcuco; las armas
"
Azcapozalco
,,
exclamaron
^yL
,. i - .j.,.-
'^-
>K4;p.
177
Los tepanecas, saliendo
De los bosques inmediatos;
Y poco, al tender la noche
Su jigantesco sudario,
Ti la sangre torrentes
La verde alfombra del llano.
Nada el valor ni el esfuerzo
Pueden, si el sino es contrario;
Y en tan espantoso da,
Al perder los tezcucanos
Su sangre, su rey, su gloria.
En aquel encuentro infausto,
De la esclavitud al peso
La altiva frente humillaron.
Nezahualcyotl, el hijo
De Ixtlilxchitl, sin amparo,
De los traidores oculto
Entre el follaje de un rbol,
Contempl, con honda pena,
De su padre el sanguinario
Drama,
y
el fm desastroso
De sus valientes soldados.
Y al comprender su desdicha.
La impotencia de su brazo,
La injusticia de los dioses,
Y el poder de sus contrarios.
Desde el fondo de su pecho
Inundado por el llanto,
Jura exterminio
y
venganza
Al torpe rey, que arrojando
Al infortunio sus das,
rAj^.
"
; -
.
178
-
Ha deshecho en mil pedazos
El trono que sus mayores
En Acolhuacn fundaron.
fe-v
El destino en las tinieblas
De sus profundos arcanos
Oculta, tal vez por siempre,
Del noble mancebo el astro.
Alegres huellan sus plantas
Las rosas de quince Mayos,
Y el sol de sus ilusiones
An no vislumbra su ocaso,
Guando ya los bosques cruza
Hurfano
y
desheredado.
De amor
y
de paz hambriento,
Y de desventuras harto.
Aquel que en selvas de flores
Mir deslizarse el carro
Donde la infancia abandona
Sus pasajeros encantos
;
Aquel que en un rejio alczar
Tras mil ensueos dorados
Mir el oriente, la aurora
De los juveniles aos,
Recorre, como las fieras.
Despavorido los campos,
Sin hogar ni ms consuelo
Que el amor de sus vasallos,
Hasta que de penas tantas
Y de tanta angustia al cabo,
Y merced la exijencia
De los reyes mejicanos,
De quienes era el proscrito
Prncipe, pariente amado,
Tezozomoc le permite
ik:
^^-:.
\--
_
179
Retornar con sus hermanos
Tezcuco, emporio
y
norte
De sus lisonjeros clculos,
Dndole all seoros
Y de Cilm el palacio,
Donde entregado las letras
Pas dos lustros escasos,
De los negocios del mundo
Lejos
y
de sus engaos.
i
-"
Ni"'?!?-''?'
ROMANCE
II
'^
EL ENSUEO.
.'>>'.
Tezozomoc en un lecho
,
"^ Perennemente reposa,
^
'.";:,!"
Que el peso de la existencia
^;
C
'
Sus flacos hombros encorva
;
^
';, Sus fuerzas enerva
y
rinde;
,= ,
- Z):"::^:^
Deslustra la brilladora
t'-
}%'/'
Pupila que en otros tiempos
P
Fu de sus pueblos antorcha
; j
i
-7 El fuego que ardi en sus venas
|j
; Apaga,
y
hora por hora
m -i, ^
'}:?.:
El invierno de los aos
- ..':;^^:^, Nieve en su frente amontona
;
|f
'. . Nieve que no se deshace,
j|
'
; ?:
Ni se derrite ni agota.
Que ni hay Abril ni Verano
.;
'"
Que su terso cristal rompa
;
fit
Y por eso entre algodones
l'-^
';;, Lo arrebujan
y
lo escoran,
Z;'^
Y su corte se presenta
.
- Como un fantasma, una momia
. ;;;' Que desde el fro sepulcro
y-
. ;v;\
Dictando sus tenebrosas
p
f^:-:'
f
1^- Leyes, rije sus vasallos,
Y los tiranizci
y
doma.
< ^i'.^l:tmM/Li.'..l,^^ V-^.jh. .
181
*
Es ya de noche ; una noche
Invernal
y
tempestuosa
;
Fro el viento, rebramando
De las rejiones del breas,
Llega estrellarse las tapias
Reales,
y
en una alcoba
De su palacio, el tirano
Tezozomoc se sofoca.
Lejos de aquel delicioso
Sueo que su alma ambiciona,
Y perdido en los abismos]
De pesadilla horrorosa.
Siente que un enorme peso
Su seno oprime
y
ahoga,
Y en una triste penumbra
Mira de pronto, an ms lbrega,
Tendidas las negras alas,
Una inmensa mariposa
Que vuela al principio lenta
Del aire en las tenues ondas,
Y despus, acrecentando
Sus flebes jiros, azota
-;
Las pardas nieblas, con una
Rapidez vertijinosa.
En vano el monarca intenta
Apartar de ella sus torvas
Miradas... do quiera siguen
La carrera prodijiosa
De la voluble fantasma.
Que, sin detenerse, sorda
Zumba en contorno,
y
la vista
Del rey enturbia
y
disloca.
Sus ojos jiran violentos
Entre sus ridas rbitas,
Obras POTICAS. 11
**2
^1"'^^':
182
;
Y ni el dolor, ni el cansancio
Fijarlos un punto logran.
Al fin, la visin horrible
Un breve instante se posa
Sobre un cornizn,
y
tiende
Sutiles
y
vaporosas
Sus luengas alas, que poco
poco se descoloran,
j
Se ensanchan, se desvanecen
j
Y se pierden en la sombra.
Empero, en el mismo
instante,
Ve el rey una mancha roja,
j
Que es leve punto primero
Y que en progresin pasmosa
Se
acrecienta, se dilata,
Y una gran montaa forma
Al fin, rida
y
ardiente.
En cuyas speras rocas
Se incrustan, como
engarzadas
En montn, unas sobre otras.
Fatdicas calaveras, I
Horribles, disformes, rotas,
i
Que abrasadas, trecho trecho.
Por las devorantes olas
De un mar de fuego, resisten
Las corrientes bramadoras.
Mira, por ltimo, alzarse
Sobre la cima escabrosa
De aquel monte, rebatiendo
Sus dos alas ponderosas.
Una guila jigantesca.
Negra, erizada, monstruosa.
Que le mira con candente
Pupila fascinadora;
Que tiende el vuelo al espacio,
Que las nubes se remonta,
Y luego sobre l se lanza
r'i
"l'i
'y
' A
'-'
.
183
Tan rpida como arroja
El arco la flecha aguda
Que el viento silbando
corta.
El rey, que apenas alienta
Con dbil
y
estertorosa
Respiracin, se horripila,
Y se contrae,
y
apoya
, :
En una mano la frente
Por la cual heladas gotas
De sudor copioso corren
Y ambas mejillas le mojan.
Y ve el guila ya cerca
Que retrocede
y
se encorva,
Que dando un revuelo, al cabo
Fiera sobre l se desploma,
Y en su ya desnudo seno
Enclava las garras corvas,
Hiende sus carnes, el pico
En sus entraas ahonda,
Y hambrienta, insaciable,
bebe
Y apura su sangre toda.
Entonces el rey despierta
Dando un grito agudo, torna
En redor los grandes ojos,
Y se palpa
y
tiembla
y
llora;
Llora de susto
y
con voces
Que la muda estancia asordan.
Clama por su servidumbre
Que acude su acento atnita.
*
Est en el rejio aposento
Una anciana temblorosa.
Que habla con triste semblante
Y con lenta voz montona.
Sus ojos, cual si quisieran
^-'!Jl,-i.
184
Penetrar las vagas sombras
Del porvenir, estn fijos
Hacia adelante,
y
sus hoscas
Miradas prende en sus labios
El rey, que, con alma absorta,
No pierde una sola frase,
Y ni una slaba sola.
Prosigue...
Aquella montaa
Jigantesca
y
portentosa.
Es tu trono, que enrojece 1
La sangre de tus victorias.
De tu carrera desptica
Las vctimas inmoladas
Son,
y
en las cuales reposan
Las columnas de ese trono
Que te sostiene...
Y las olas
De aquel mar de fuego?
El tiempo
Significan, que espantosa
Nada tornarn bien pronto
Tu podero
y
tu gloria.
El guila?
- -
185
-
.:...,:^
S, contesta.
!{
Nezahualcyotl? _ ,t
Al mismo ; i';"
>V
Al guila poderosa
Que ha de saciar en tus reinos
Su hambre, su ambicin, su clera;
J
Que no ha de ver en sus das,
Tardes, ni noches, ni auroras,
Y cuyo nombre famoso
Y grande ser en la historia.
"
Mientes
!,,
exclam el
monarca
Furioso ;
' *
sella tu boca
Ea,
I
llamad los prncipes,
Que quiero hablarles ahora 1
'
**
S, s, que el traidor perezca,
^i
Perezca su estirpe toda,
Y ni de su nombre quede
''^:
En mis dominios memoria.
-
Dice el rey; sangrienta espuma -
Entre sus labios
borbota, . ^-^
Y huye la bruja
espantada
^
Por una salida
prxima.
^ jv^
Ante el rey de
Azcapozalco
Estaban
pocas horas,
Taytzin,
Teuctzntli
y
Maxtla,
Infantes de la
corona.
Y todos tres
iracundo
Ordena que,
sin
demora,
'^ii^
\v:--\i A.T^ ^-X'a . ,.'-,i !j*^.,-' Xj^j ..'t''-
i^T-i^^VS.
186
Prendan al prncipe ilustre
Nezahualcyotl, que pronta
Muerte le den sus secuaces
Donde quiera que le cojan,
Y ofrece un premio al que lleve
cabo accin tan gloriosa.
Tezozomoc muy en breve
Pag el tributo, que toda
La humanidad miserable
Debe la tierra,
y
la fosa
Encerr con sus cenizas
Bajo una sombra bveda,
La execracin de su pueblo,
i
Que an despus de muerto le odia
Nombr Taytzin su hijo
Por sucesor, quien provoca
Del primojnito Maxtla,
La indignacin envidiosa.
Es Maxtla, altivo, soberbio,
Y en su alma negra la srdida
Avaricia de su padre
Se oculta devoradora.
De los reinos se apodera,
Con su maldad los agobia,
Y Taytzin con los suyos
En la impotencia abandona.
Taytzin, quien poco
Despus la mano traidora
De unos esbirros, de Maxtla
Ante la agusta persona,
Y por su orden, le dan muerte,
Ciendo la poderosa
Frente del rejio asesino,
Entre la esplndida pompa.
v'-'^rv:;
,'.'t'^, . ..,->,
Y los vtores de un pueblo-
Que ante el destino se postra,
De Azcapozalco
y
Tezcuco
Las magnficas coronas. >
Maxtla, libre de temores
En su majestad se goza,
Y con el poder se embriaga
Que ha adquirido tanta costa.
Slo una nube atraviesa,
Gomo fatdica sombra,
Por el tranquilo horizonte
De sus venideras glorias
;
Y esta sombra es el recuerdo
De un hombre, fuente do brotan
Sus pertinaces recelos
Y sus continuas zozobras.
Nezahualcyotl, sombro
Se le aparece,
y
trastorna
Los proyectos colosales
Que fragua su mente loca.
No olvida el sueo funesto
De Tezozomoc,
y
sorda
Brama en su pecho implacable
La tormenta pavorosa
;
La tormenta, que lo mismo
Que de los cielos arroja
Sobre la tierra las iras ^
De su formidable clera,
As del pecho de Maxtla,
Contra el heredero acolhua,
Sejdesprenden las saetas
De una aversin enconosa.
Y sin que pueda, ni un da,
La pesadilla diablica
i
i
t ,
f
188
De su padre, ni la bruja
Arrojar de su memoria,
En persecucin del prncipe,
De los esbirros las hordas,
Cruzan las grandes ciudades,
Y las selvas montaosas.
Los teocalis escudrian,
Y los tianguis
(1)
alborotan,
Y suben los palacios
Y descienden las chozas.
(1)
Las plazas del mercado.
EOMANCE 111
Nancee.
No lejos de un bosque aoso,
Al pi de [verde colina,
Y de un tranquilo arroynelo
Junto la marjen florida,
Levanta entre dos jardines,
Que diestras manos cultivan,
Una apacible morada
Sus tapias envejecidas,
Y cuya puerta da sombra
Una secular oliva,
Tendiendo las verdes ramas
Que eterna paz simbolizan.
En ella moran tranquilos
Un anciano
y
una
viva
Y traviesa
y
cariosa
Doncella, su amor, su dicha.
Nanche se llama el anciano,
Nezahualxchitl la nia,
Y Nanche
y
Nezahualxchitl
Son dos almas
y
una vida;
Son una flor en su tallo,
Son, del mar en las orillas,
Una perla en su rugosa
Y spera concha escondida.
il.
tAi^^sMiammtm
190
*
4
r^.
,
<
Era una noche muy triste,
Y lnguida
y
amarilla,
Llegando al zenit la luna
Su plida luz verta.
La joven, como una sombra
Impalpable
y
fujitiva,
Por sus velados jardines
La leve planta desliza
;
Cuando de pronto el anciano
Se le aparece,
y
solcita
Nezahualxchitl al verle,
Gozosa se le aproxima :
Padre mo,
tales horas
Por estos sitios caminas,
Guando tus ojos apenas
Distinguen la luz del da?
Dame tu mano
y
revlame
Dnde vas...
Sigeme, hija,
Nanche contesta,
y
torciendo
Por una calle en que ajita
diestra
y
siniestra el manto
De los arbustos, la brisa,
Llegaron una pequea
Esplanada do la vista
Entre tristes sempazchiles
Y sauces mustios, divisa
De una blanca sepultura
La negra losa sombra
;
Y cerca de ella,
y
en donde
Alumbra Febe divina,
Detiene el paso el anciano,
La frente dobla, suspira,
Y de sus prpados lenta
4
rt
Se desprende sus mejillas,
Una lgrima que acaso
Del nima comprimida
Es el nico consuelo
De prolongadas vijilias.
Despus, tendiendo una mano
Mientras que la otra fra
-
Y temblorosa sostiene
Su cuerpo, que ya se inclina
la tierra, doblegado
Por la edad
y
la fatiga,
Murmura con voz pausada :
*'
All est Tiata, hija ma
;
Era Tiata mi embeleso,
Era mi nica delicia
;
Creci feliz mi lado,
Como has crecido t misma,
Pura, modesta
y
hermosa,
Y recatada
y
sencilla.
Era su pecho inocente,
Sin doblez
y
sin perfidia, >
Como lago sin tormentas,
Como rosal sin espinas.
Huitzilhuitl, el monarca
De Tenuchtitln, un da
Yi su beldad,
y
una nube
Cruz el cielo de mi vida.
No puso sus pies un plomo,
Ni puso un velo su vista,
Ni sus labios un candado,
Ni coraza su codicia.
Ay I robmela el infame,
Robmela en hora impa^
Y la deshonra en mi frente
Grab sus crdenas tintas.
Eternos das horribles,
Largas noches de vijilia.
192
^
w~
i.-
Pas sin Tiata... era Tiata,
De una vez sbelo, mi hija.
El grande rey Ixtlilxchitl,
quien los dioses bendigan,
Se conmovi de las penas
Y las desventuras mas;
Y en mi socorro acudiendo
Huitzilhuitl obliga
devolverme el tesoro
De mi insaciable avaricia.
Tiata al hogar desolado,
Al Edn de su familia,
Torn temblando, una tarde,
Melanclica, intranquila;
Al llegar mi presencia
Clav en el suelo la vista,
Y, cual un raudal, el llanto
Nubl sus negras pupilas.
Gomo las flores que arrastran
Los vientos por la campia
En las noches de Atemxtli
(1),
Eternas, tristes
y
fras,
As la infelice Tiata
Mir mustia
y
abatida,
Blanco el color de sus labios,
Y sin sangre sus mejillas.
Llor, llor; el llanto nuestro
Se confundi en una misma
Corriente, cual sus dolores
Nuestras almas confundan.
Mas nada bast; las
penas
Mataron Tiata el da
Que t naciste, t eres
De Huitzilhuitl la hija.
Muri el verdugo hace tiempo;
(1)
Diciembre.
193
,;
All est en polvo la vctima
:
Tu madre infeliz, que goza
De Tonatiuh
(1)
las delicias!
Hoy que siento que mis fuerzas
Me abandonan
y
declinan,
Te he revelado el secreto
De mis angustias continuas.
Cuando de este mundo salga,
Ven este sitio
y
cultiva
Las tristes flores que nacen
En sus desiertas orillas;
Suplan mis oraciones
Tus oraciones sencillas
;
Tu dulce llanto las tristes
Y amargas lgrimas mas.
"
Cesa la voz del anciano,
Nezahualxchitl suspira,
Y ante la tumba cayeron
Ambos dos de rodillas.
{l)ElSol.
ft . , -,, ..!.).
.V.
r-;;<v;',:^%iT'';rf.<'^^^pSf^?>--wr
ROMANCE
IV
LA HOSPITALIDAD.
Est avanzada la noche,
Y dulce, apacible
y
difana,
Va rodando en los espacios
Febe su disco de plata.
Nanche su aposento torna,
Y las desdichas pasadas
Entrega en brazos del sueo
Que sus sentidos embarga.
Mas Nezahualxchitl sola,
Misteriosa
y
desvelada,
An de sus vastos jardines
Por las arboledas vaga.
Acaso encierra su pecho
Alguna ignota esperanza,
Y al hondo silencio fia
Los secretos de su alma.
Acaso en leve suspiro
Que de su seno se escapa,
De los zfiros livianos
Vuela en las flbiles
alas. .
Tal vez recuerda su mente
Que ha visto en una maana,
la hora en que alegre
y
bella
En la cuna sonrosada
Confunde su luz el da
Con los crespones del alba,
I
)lhi,:-Xf
.--V, ...... _ . . ;. .
-,
, .. -.b.V
rt-
% . ,
, _
19o
;;;
-:;'^?
Pasar una sombra errante
^y
Entre dos verdes montaas.
"^
Que an mira se le figura :;
La imajen gentil, gallarda,
>
De un mancebo que corra
'
> ^
Y speras cimas trepaba,
"
Como el collametl
(1)
que huye, r
Entre breas
y
entre zarzas,
;
Del brazo que lo persigue
'^-'']..
Tras de la innmera jaura
;
:
^J
An se finje que le mira
Perderse all en lontananza, >
Al travs de los arbustos
Y el follaje de las ramas.
,
Y por el mismo sendero
poco ve que se lanza.
En pos de aquel fujitivo,
Jv
Un tropel de jen te armada
li
Que corre de un lado otro,
Que se detiene, que avanza.
Que camina irresoluta, :
Que conferenciar se para, :;
Bien como (luda
y
vacila
El ojeador que en la cara
\
Pierde la pista
y
no sabe ;
Dnde la fiera se guarda. l!
^
Tal suea la pobre joven,
v
Intranquila
y
desvelada,
Que por las calles desiertas
* -
^
De sus arboledas vaga.
-. J
En tanto avanza la noche, 'pi-^:
Y dulce, apacible
y
difana,
V
An
por el espacio rueda
r
Febe su disco de plata.
'
- yi
(1)
Jabal.
,;Jvr-=r>)ejs^?r:
i96
Qu ruido es ese? Acaso
Del viento perdida rfaga,
Que sobre las hojas secas
Las hojas secas levanta?
i
Auxilio 1
i
Venid, socorro!
f
Que pasa?
Padre, mirad!...
Al reflejo
De las rutilantes llamas
De una tea, que el anciano
Lleva en la mano, se pasma /
Nezahualxchitl, que sbito
>
Reconocen sus miradas
'-
aquel mancebo gallardo
.
; f
Que en la selva solitaria,
.V
Hua por un sendero
Entre dos verdes montaas.
a
Y baja el rojo semblante
En tanto que Nanche exclama :
Quin eres?
"
Quin soy?
Tu nombre 1
,
Nezahualcyotl
!
{l) A manera de capa que usaban los aztecas.
'
, jt^-j-V
198
Te llamas
Nezahualcyoll? Elhijo
Del gran monarca! Y enclava
Nanche en el rostro del prncipe
Sus pupilas dilatadas; -
Ah ! s... ya te reconozco,
T eres mi rey; qu me mandas?
S por cierto.
Nezahualxchitl la sabe;
De Maxtla
Son las tropas, que me siguen,
Y soy muerto si me alcanzan !
Lo confiesas...
En mi vida
Supe mentir.
Y qu aguardas?
Quieres morir?
No me espanta
La muerte, cuando me alienta
La fe de una justa causa.
Eres anciano...
Mis ojos
De ver la luz ya se cansan.
Morirs entonces.
Y antes
Que se cumplan tus palabras,
.rf-.-.:^
(1)
Pederna.
(2)
Especie de chacales.
200
Hollars cien
y
cien veces
Mi cadver con tus plantas.
Adelante!...
La lucha
Desigual
y
sanguinaria,
,
la faz de las estrellas
En un instante se traba.
La pica del noble anciano
Hunde al primero que avanza,
La cabeza,
y
cae al suelo
Como una pesada masa.
Se exasperan los contrarios,
Se oj-en mujidos de rabia,
Y el iztli
(1)
el espacio hiende
En las puntas de las lanzas.
De pronto Nanche vacila,
Se bambolea
y
se escapa
De su pecho hondo sollozo
Y con l envuelta su alma.
Sobre el cuerpo los esbirros
Unos tras los otros pasan,
Y los venerables restos
An palpitantes, ultrajan.
los aposentos entran;
Buscan, mas al fin no hallan
Al prncipe quien crean
Asegurado en sus garras.
Y revolviendo furiosos,
Al campo otra vez se lanzan,
Como coyotles
(2)
hambrientos
En las llanuras de Anhuac.
201
."
- . r'-^y^v
-
La tibia luz de la aurora
Viste al oriente de ncar,
:f':;.
Y los primeros albores ;:v ; ;
v
De aquella dulce luz blanca, U v
Se ve bajar por los campos
;
,^
Auna joven que ajilada
):-::y\--i:^\
Muestra en sus ojos la dicha
;
Que sus tiernos labios cantan.
"
No pierde un rey poderoso,'
Un rey nunca pierde nada;
^
Si sus iguales adora,
: : ^
Si con princesa se casa
;
:
/ ;
Y l es rey,
y
yo soy hija
; ,:\
r
'
j
De Huitzilhuill
y
Tiata,
"
'^
K
^
Estos eran sus cantares,
5
..
;'
Estas eran sus palabras,
j
/'.y'.'-'v'-:':'''^-
'^
Alegre, jentil, risuea,
-
-Uj'-
La colina al fin traspasa,
^
Cruza sus bellos jardines
Y se detiene la entrada :
'
De su mansin... algo ha visto
j
De sombro en lontananza
;
Algo de fnebre
y
triste
En las puertas
y
en las tapias.
V
f
Se le figura que el viento
X
Solloza triste si pasa, -
Y que los rboles gimen
^
.
*
Si el aire silba en las ramas.
En dnde estn de su padre :
v
^^ -
Las cariosas miradas?
En dnde est la sonrisa
Que sus labios dilataba?
Dnde los trmulos brazos
Que no salen estrecharla,
^
202
'''--
Por aquella alegre puerta
Tan muda
y
tan solitaria?
Por qu ante ella se detiene,
Y tiembla
y
vacila,
y
anda
Un breve trecho
y
al punto
Se vuelve atrs asustada?
I
Ay ! lo ignora,
y
decidida,
Resuelta, convulsa, plida,
Entra, da un grito,
y
perdiendo
Al fin su ltima esperanza,
Siente un vrtigo espantoso,
Siente un dolor que la mata
;
Cierra sus ojos,
y
rueda
Por el suelo desmayada...
Vio Nanche, Nanche tendido,
Tintas en sangre las canas,
inmviles las pupilas
En donde acaso aun brillaba
Una chispa de fiereza,
De lealtad, de constancia,
Prendida en el cristal puro
De una postrimera lgrima.
ROMANCE
V
LA EMBOSCADA:
Nezahualcyotl, aljcabo
De peligrosos empeos,
Y de sufrir donde quiera
Pesares
y
contratiempos
;
De luchar con el destino,
Siempre su fortuna adverso,
Hora hora, da da,
Brazo brazo, pecho pecho
;
De cruzar con sus dolores
Los mundanales desiertos,
En un futuro soando.
En un pasado muriendo,
Tenuchtitln potente .
Vuelve los ojos, el cielo
Un rayo de luz le enva
Que calma un punto sus duelos.
Y un tomo de esperanza
su coxazn enrjico.
Lleva una chispa que enciende
Su sangre en llamas de fuego.
Se une Ixcatl, monarca
Cuarto del coloso imperio,
Y con otros poderosos
Tributarios de su suelo,
Y al frente de un
aguerrido,
Bravo
y
numeroso
ejrcito,
204
Parte al fin contra el tirano
Maxtla, que en el trono excelso
No sospecha ni un instante,
No presume ni un momento,
Que en su fuerte
y
poderosa
Diestra, vacile su cetro,
Y ordena Mzatl, el bravo
Jeneral de sus guerreros,
Que prepare la defensa
La capital de su reino.
.Y Mzatl la fortifica,
Lleno de vigor
y
aliento,
Con hondos fosos por fuera,
Con altos muros por dentro.
Y dentro
y
fuera con rudos
Brazos
y
animosos pechos
Que esperan desesperados
El instante del encuentro.
*
El fulgor de un bello da,
Hermoso, puro
y
sereno,
Inunda con luz brillante
Murallas
y
campamentos.
Y quiebran la luz febea
Con vario fulgor intenso.
Los chimalis
y
escaupiles(l)
De aquellos jefes soberbios.
De pronto se oye sonoro
Cruzar las ondas del viento,
El eco de un tamborcillo
Que el rey Ixcatl toca diestro,
Y acometiendo furiosas
Ambas huestes, con violento
(1)
Escudos
y
ariiaduras.
205
Empuje, en terrible instante,
Trbase el combale horrendo.
Nezahualcyoti que goza
Al fin, dichoso
y
contento
Se vuelve Mili, su criado,
De honra
y
lealtad ejemplo,
Y le dice estas palabras,
Mientras esgiime altanero
El macuhuitlqueen su mano
Brilla con fulgor siniestro
;
Ve
y
dile Nezahualxchill
Que ola olvido un momento,
Y en mi espritu est siempre
Su imajen que reverencio.
Que no tema, que la gloria
Coronar mis esfuerzos
;
Que los dioses van conmigo.
Que de ellos el triunfo espero.
Dijo
y
lanzse al combate
Entre el fragoroso estruendo
,
Lleno el pecho de esperanza
Y henchida el alma de fuego.
Passe el da luchando
Con temerario denuedo
;
El campo cubri la guerra
De heridos mil
y
de muertos
;
Y cuando el sol moribundo.
Con mortecinos reflejos,
Baaba las pardas cumbres
De los volcanes enhiestos,
Nezahualcyoti, altivo,
De lodo
y
sangre cubierto,
Retirse con los suyos
Camino del campamento.
Obras poticas. 1%
t'^y*^
"ir
^
_
206
Ya asaltan su memoria
Los pesares de otros tiempos;
Ya de su Nezahualxchitl
El carioso recuerdo;
De la lucha de aquel da,
Los peligros, los encuentros
;
Y ya la muerte lamenta
De algn bravo compaero,
Cuando de sbito sale
De un bosque aoso
y
espeso,
Un enjambre de soldados
Que le acometen violentos.
El prncipe se defiende
Gomo puede en tal momento.
Fiero
y
morir matando
Con sus valientes, resuelto.
Caen los suyos tierra
En el combate sangriento;
De nada el bro les sirve,
De nada el valor supremo,
Que el numeroso enemigo,
Como un crculo de hierro,
|
Los aprieta
y
los obliga
|
perecer combatiendo.
De pronto, empero, se escucba
Rumor confuso, no lejos,
Y Nezahualcyotl oye
|
La voz de Mtl, que corriendo
De su seor en socorro
Vuela al combate lijero,
Con los que Nezahualxchit.
De escolta
y
guarda sirvieron.
Rompe Mtl las dobles filas
Que su amo ponen en riesgo
De perecer,
y
su lado
Llega, de esperanza lleno.
Al frente Nezahualcyotl
:>.;Ji
207
Del vigoroso refuerzo,
Recobra el nimo,
y
hiere
Cuanto se pone su encuentro.
Huye al' fin todas partes,
Por intrincados senderos,
:
Despavorido
y
sin armas,
El enemigo disperso.
Y... cmo ests mi lado,
Valeroso Mtl, qu has hecho
De Nezahualxchitl?" dice
El prncipe, sonriendo.
210
Los tristes ojos enjutos,
Y concentrando su vista
En el mancebo, de sbito
Se alza del suelo ; la llama
De un amor violento
y
puro
Se reflej de sus ojos
Entre los cristales mustios
;
Se acerca al prncipe amante,
Y con acento inseguro.
Que entrecortan los sollozos
Y ahogan ayes profundos,
As le dice : all tienes,
Nezahualcyotl, al nico
Ser querido que amparaba
Mi orfandad en este mundo.
No miro ya de esta vida,
Por los desiertos oscuros,
Ms luz que t, ms consuelo
Que tu amor ni ms refujio.
Yo, que seas no te pido
Mi esposo, que fuera mucho
;
Mas tampoco tu manceba
Me llamar el labio tuyo.
Slo anhelo que conserves
De tu pecho en lo profundo,
El amor que esta maana
Le en tus ojos oculto,
Y que tu labio...
Silencio
!
Nezahualxchitl, no es justo
Que me hables as... tu esposo
He de ser, yo te lo juro.
Despus, alzando el cadver
De Nanche, salieron juntos
De la estancia,
y
no muy lejos
Del solitario sepulcro
DeTiata, en una cueva,
'. t'i-^'-iTLit, 'af
Depositaron los ltimos
'
.
, ^;
Despojos del noble anciano,
Como su memoria, augustos. ;>^
"'
*
^
%'";'''-'-'"-
'
"':.'-'"..
Al anochecer, muy pocos .
V,
'
Das despus, en Tescuco,
:
Del infatigable Maxtla
^
^ ^^
Y sus sicarios, oculto
Ante un anciano teopixqui
(1)
^:v
Con un placer sin segundo,
Y de sus antepasados
i6
Conforme al rito
y
los usos, i* '?
Delante de dos testigos,
"ij:
Sus dos almas de consuno
; ;^:;:
Se unieron
y
para siempre
:;
% J
Con indisoluble nudo
(2).
>
Entre los brazos del prncipe,
y;V
Nezahualxchitl algunos
i
.
Breves instantes de dicha,
*C
De supremo goce, estuvo
;
-
;
Mas cuando de ellos pretende"
Desasirse, un breve punto
Tembl, sus brazos se abrieron,
;
Y cay al suelo; confuso ^
; ;;
Nezahualcyotl sobre ella
Se arroja de terror mudo;
(1)
Sacerdote.
(2)
Nezahualcyotl se cas en su juventud con Nezahualxchitl,
que siendo de la casa real de Mjico, era digna de subir al trono
;
pero esta seora muri antes que el prncipe su esposo recobrase
la corona que los tepanecas le habian usurpado.
Clavijero.
Tomo I.
pg. 106 [nota].
1
iJFiSNVJ
212
'
Y da un grito, que los montes
;;%!;
Repercuten uno uno.
,
:fv
Y entre un tumulto, la roja
;
;
-,
Luz de los hachones fljidos,-
Contempl Nezahualxchitl
j^
;
Baada en sangre, sin pulsos
;
:
^ quien le traspasa el pecho,
vr
;
Que poco encenda un puro
Y noble amor, de una flecha
El iztli ardiente
y
agudo.
:: Por matarme m la han muerto:
.;
Exclama fiero, iracundo,
'
.- Nezahualcyotl, alzndose
X
Con un movimiento brusco
:
Ellos, ellos, contina
;
Con ronco acento,
y
saudo
>..
Hacia la ciudad volviendo
;
Los ojos como carbunclos :
;-r
I
Ah! maldita Azcapozalco,
;: ,
Guarida de sus verdugos,
:
:.. Maana al rayar el da
Sabr vengar tus insultos
!
"i No valdrn contra mi encono,
;, Tepanecas, tus conjuros;
Ni tus chimalis de bronce,
:C Ni -tus escaupilis rudos.
Har que tus torres altas
-F
Desaparezcan del mundo,
Y convertir en ceniza
Tus palacios
y
tus muros...
Dijo, cayendo de hinojos
:
".
;
Al pi de los restos mudos
... De su esposa,
y
llanto amargo
Hizo en sus mejillas surcos.
"
Ki
Syi'
.
ROMANCE
Yll
LA MUERTE DEL TltlANO.
.-^
Apenas tmida el alba
Se arrebola con las luces
;
Que el astro rey, desde Oriente
Sobre los montes difunde, . j
En entrambos campamentos .
;
.;-.:,:/;.
_-;:^,
215
Nada que lo sobrepuje
;
,
Y el exterminio
y
la muerte !
En torno suyo difunde.
En esto, Maxlla el tirano
Que perdido se presume,
En busca de un temazcalli,
(1)
Que en su lobreguez le oculte,
Corre ciego sus jardines,
Y hallndole, se introduce
En l
y
de horrible miedo
Chocan sus dientes
y
crujen.
rr
Desde all mir las llamas
Que su palacio consumen,
,
Y entre los gritos del pueblo ;
Escuch el estruendo lgubre,
Que al caer al suelo hacan
Tapias, arcos
y
techumbres,
El piso hundiendo al impulso
De su inmensa pesadumbre.
x-
Oy del cercano templo
vi-'
El espantoso derrumbe,
'"
Y el grito del populacho
^ \^
Que sus jardines obstruye;
;'
Que destroza las florestas
v
Do goz, en horas ms dulces, S
-
;
Del tibio halago del aura,
De las flores el perfume. -
/
Vio que muy cerca del sitio
'
Que su liviandad encubre,
Le buscaban,
y
al espanto
'v
Su alma cobarde sucumbe.
V
216
Aparato al fin la muerte
Su plida faz descubre I
Maxtla escondido en el fondo
Del temazcalli, prorumpe
En copioso, amargo llanto
Que sus pupilas desluce.
No tardan en encontrarle,
Que por mucho que se oculte
La maldad, siempre hay un labio
Que su guarida denuncie.
Del antro oscuro le sacan,
Y an antes de que articule
Una palabra, los golpes
De la fiera muchedumbre
De soldados que lo arrastran,
Descuartizan
y
contunden,
Perece al fin,
y
hasta el monte
Su horrible cuerpo conducen.
Y entretanto que las llamas
En Azcapozalco rujen,
Y escombros, polvo
y
cenizas
La gran ciudad se reduce
;
Entretanto que las vctimas
En alaridos prorumpen,
Y al insepulto cadver
Los negros buitres circuyen,
Testigo de tanto estrago
En Occidente se hunde
El sol, lento
y
majestuoso,
Envuelto en crdenas nubes.
TEZGOTZINGO
A mi esposa la Sra. D"' Eleonor del Valle de Pen
ROMANCE I
f
Del lado en que el sol asoma,
Y de Tescuco no lejos,
Tendida entre hojas
y
flores,
En mitad de un monte enhiesto,
Por bosques amurallada
De elevadsimos fresnos,
De seculares olivos
Y ahuehuetes jigantseos,
Una mansin que de lujo
Y de esplendor es portento.
Hunde su frente en las nubes
se retrata en los cielos.
Es Tezcotzinco ! La historia
Nos guarda, imperecederos.
De sus pasadas grandezas
Los indelebles recuerdos
!
*
Una pendiente suave
Ofrece fcil acceso
sus inmensos jardines
Obras POTICAS. -, > '.ii-
218
Y sus florferos huertos,
Que de un lado
y
otro lado
Tendindose pintorescos,
De embriagadores perfumes
Llenan las ondas del viento.
All de pronto, entre flores,
,
Accidentndose el suelo,
Se alza una cuesta que al paso
Niega la cumbre el ascenso.
Mas talladas en la roca
Y bruidas como espejos,
Magnficas graderas
Bordan la falda del cerro,
Y de la mansin hermosa
Conducen los extensos
Terrados, que en el granito
Labraron cinceles diestros.
All la vista extasiada
Contempla con embeleso
Las grandiosas galeras
De sus salones inmensos;
Salones cuyas paredes
Tapizan candidos lienzos
Bordados con el plumaje
De los pjaros ms bellos.
All se miran los baos,
Tambin en la roca abiertos
;
Soberbias escalinatas
Conducen sus risueos
Recintos, do admirados
Bajan los rayos febeos,
Primor de constancia
y
arte,
Y de la molicie templos.
All levantan sus muros
Ricos teocallis severos,
En donde el fuego sagrado
Perennemente est ardiendo.
219
Y perdidos en la sombra
Del follaje de los cedros,
Prticos
y
pabellones
Se elevan de trecho en trecho.
El agua que fecundiza
Sus cultivados terrenos,
Corre en sonoros cristales
Por un acueducto inmenso.
Que al descansar sobre un vasto
Terrapln, desde muy lejos,
Viene cruzando los valles,
Las colinas, los oteros;
Agua que al correr lijera
Por canales
y
descensos,
Despus de surtirlas fuentes.
Los baos
y
los soberbios
Estanques,
y
derramarse
Por los prados
y
los huertos,
Retratando en su camino
Flores, hojas, aves, cielos,
Inquieta, rauda
y
sonora
Por riscosos vertederos,
En bulliciosas cascadas
Se precipita lo lejos
;
Y de tan grande belleza
Vienen ser complemento]
El aire que se respira.
Manso, perfumado, fresco;
El sol que dora los bosques
Cuando nace,
y
cuando lento
Traspone las grandes masas
De sombra que en los espesos
Follajes de la intrincada
Selva, anticipan el bello
Crepsculo .de la tarde,
Tan melanclico
y
tierno
;
Las cumbres de las montaas
'VTf
''?S'-
i.
220
Que ondean en los extensos
Horizontes, la alta cima
De volcanes corpulentos
;
Sus picos que reverberan
Como diamantes inmensos,
Joyas con que la natura
Engalana el Universo;
Los lagos que gran distancia
Azulean al reflejo
De los rayos de la luna
Que van quebrarse en ellos
;
Y horizontes, luz, matices,
Fuentes, cascadas, senderos,
Aves, estanques, llanuras,
Bosques, nubes, flores, cerros,
Forman un todo, un conjunto
Tan armonioso
y
potico,
Que Tezcotzinco trasforma
En un paraso nuevo.
En la ms bella floresta
De aquellos sitios amenos,
Una sonorosa fuente
Esculpida con esmero.
Ostenta en mitad de ella
Una piedra de gran peso,
En cuyo frontis pulido,
De jeroglficos lleno,
Estn marcados los aos
Que el poderoso, el excelso
Nezahualcyotl, de aquella
Soberbia morada dueo.
Ha rejido los destinos
Del acolhuacano imperio,
''''~''-''"}-'/..
-
221
'Y de sus gloriosos das
Los ms notables sucesos.
En otro estanque se mira
De piedra un len inmenso,
Que hacia donde el sol se pone
Mantiene los ojos puestos,
Y que asegura en su boca
Una efijie, que es perfecto
Trasunto de aquel monarca
Justo, sabio, grande, bueno,
dolo de sus vasallos,
Firme amparo de sus pueblos,
Luz de sus vastos dominios
Y admiracin de los tiempos!
i.:^J:l<Udnit.^ '<tEfMi>iae'U!^jtTv..-;ju< U^^>*.
-T^Sr
?
I-
ROMANCE II
1
Los tiempos I cuando la mano
De los tiempos inflexible
An destrozado no haba
Aquellas obras insignes
;
Cuando al poderoso azote
De sus alas invisibles
An sus muros resistan
Sobre sus cimientos, firmes
;
Cuando no se contemplaban,
Como hoy, sus bosques sin lindes,
Sin agua, fuentes
y
estanques,
Yermos valles
y
pensiles
;
Ruinas tantos palacios,
Cuyos trazos ya no existen,
Vil despojo de los siglos
Y de las fieras rediles;
Cuando an sus templos oan
Los cantares de las vrjenes
Aztecas, que idolatraban
sus dioses invencibles;
Cuando an no echaba la hierba
En sus escombros races.
Ni anidaban en sus hondas
Grietas, uraos reptiles,
Nezahualcyotl, cruzando
Sus encantados jardines,
En raudales de armona
Daba alivio al pecho triste.
All de su lira al eco
223
:
:^y'-:
'^_::-'-:t-v/-:-y:
Callaban auras humildes,
Y aquellas que en la enramada,
*
Trtolas amantes jimen. ?;
All, al son de sus acentos
Se encendan los matices
De las flores,
y
temblaban :
,
'
Sobre sus tallos flexibles
; .
."
:
All recordaba alegre
-
De sus aos juveniles
>
.
*
Las fuertes luchas marciales
Y las amorosas lides;
All acataban sus leyes
Los vasallos
y
los prncipes, :
.''
Las leyes cuyo amparo
: ^
Fueron sus tiempos felices;
All concibi su mente
^ V,
-
La idea de un ser sublime,
"
Creador del cielo v la tierra,
-
Qu ha de decir Moteuczoma
Cuando cunda en sus estados
La nueva,
y
cuando le anuncien
Que est en rehenes su hermano,
Y con accin tan villana
Slo han querido injuriarlo
!
^'ijls
228
*
Omixtla, en tanto, atraviesa
Con sus guardianes los campos,
Y en medio de los groseros
Denuestos del populacho,
Y del gozo de los grandes,
Cruza las calles de Chalco,
Donde prisin le reducen
En un soberbio palacio.
*
Con seductoras promesas
Se afanan en cautivarlo,
Y su ambicin
y
su orgullo
Le brindan opimo pasto.
Le ofrecen el ureo trono
Que Toteotzin ha manchado
Con su sangre,
y
aquel cetro
Que fu del crimen amparo;
Y al ofrecrsele saben
229
*
Cansado de las ofertas
De los chalqueses, cansado
De sufrir en las prisiones
Padecimientos
y
agravios
;
Resuelto poner un coto
Al afn de sus contrarios,
:'
Omixtla, que sus designios
;^
Oculta discreto
y
cauto,
Accedi al fin, pero puso
Por condicin en el pacto
Que con los nobles celebra
Para ser su soberano,
.
Que en la gran plaza del Tianguis
(1)
Se levantase muy alto, -
Una estrecha plataforma
Donde sea coronado,
Para que mirarlo puedan
;'
Sus jenerosos vasallos,
|
Y los que con l cayeron .
Prisioneros en el campo.
f;
Consiente el pueblo, gustoso,
-;
Frentico de entusiasmo,
Y en medio de alegres vtores
4
Comienza alzarse el tablado.
(1)
Plaza del Mercado.
ROMANCE III
De gala estn los chalqueses,
Y la multitud festiva
Hacia la plaza de Tianguis
Alegre el paso encamina.
El sol aparece, nuncio
De un claro
y
risueo da,
Y la ciudad, coronada
De flores mil, ilumina.
No hay un semblante que ufano
Tributo al placer no rinda,
Ni hay un pecho que solloce,
Ni hay un labio que no ra.
Alienta el pueblo animoso
Que sus venturas publica
Y la esperanza recobra
Que ya juzgaba perdida.
El presente le sonre,
El porvenir le acaricia,
Y en un oriente sin nubes
Un astro nuevo divisa,
Un resplandor, una aurora.
Que lo seduce
y
reanima,
Y en horizontes extensos
Con luz irisada, brilla.
Frustrado juzga el designio
Del terrible Ilhuicamina,
Y que al fin se ha roto el yugo
Que Mjico lo esclaviza;
Eso esperan los que en Chalco
231
Sus descalabros olvidan,
Y en el futuro monarca
Su venganza
y
su odio fian.
Ya combatiendo al coloso,
con l formando liga,
Sabr devolver al pueblo
Su antigua soberana
;
Sabr las glorias tornarle,
La libertad, las franquicias
Que obtuvo en logradas horas
Y en ms halageos das.
t
.'
''^l <f*^
\
^^;'^-
JSjr'v^
:'g
ROMANCE lY
Magnfico es el tablado
Que cubren soberbias telas,
Magnficas las columnas
Que su planicie sustentan.
All revueltas espiran
De la muchedumbre inmensa
Las olas, cual las del Ponto
En procelosa marea.
Y fluye hirviente
y
refluye
En boca-calles
y
puertas,
Sin que haya dique seguro
su curiosa impaciencia.
Los mejicanos que fueron
Presos con Omixtla esperan
En torno la plataforma,
Que su seor aparezca.
El huehuetl
y
el teponaztli
(1),
En son acorde resuenan,
Y todo es zambra
y
contento,
Y todo algazara
y
fiesta.
Al fin Omixtla aparece
Con la comitiva rejia,
Y el pueblo en vivas prorumpc,
Y unnime aplauso truena.
(1)
Instrumentos de msica.
-'#*^
233
Omixtla adelanta grave,
Al pi del tablado llega,
Y sube l solo, llevando
Un ramillete en la diestra.
Llegado el solemne instante,
Llegada la hora suprema,
Parece el Tianguis desierto,
235
Es al fin sacrificado
Por brbaros sacerdotes.
Los huexotzingos unidos
las aztecas lejiones,
Y los bravos otomites
'
;
De Tlaxcalan defensores,
En medio del campo un da
Se encuentran, se reconocen,
.
Y de ira implacable llenos
Al combate se disponen.
El sol, coronando al mundo
Con ardientes resplandores,
Baa de frtil llanura
Los extensos horizontes;
Y de un extremo
y
del otro
Partiendo los campeones,
Se arremeten como fieras
En brusco
y
terrible choque.
Jefe de los otomites
Es el bravo Tlahuicole,
El jeneral tlaxcalteca ..
De ms bro
y
de ms nombre.
El macuhuitl que fulmina
Su fuerte brazo, es diforme.
Tanto, que apenas con ambos
Puede sostenerlo un hombre.
De alta prosapia en su pecho
Se ajita su sangre noble,
Que abonan ms que su estirpe
Sus jenerosas acciones.
Fiero, cual siempre, las huestes
De los huexotzingos corre...
23G
Hiere, destroza,
y
do quiera
Las compactas filas rompe
Del enemigo,
y
llevado
De un furor al cual no pone
Goto ni medida, al cabo
De los suyos alejse.
De la prudencia olvidando
Las saludables lecciones;
Y en un pantano se hunde,
Do con movimientos torpes,
Apenas para salvarle
Bastan sus fuerzas enormes.
Ya los contrarios le cercan,
Aprehenderlo se proponen,
En los otomites cunde
La confusin, el desorden
;
Al mirarse sin su jefe
El temor les sobrecoje,
Y como guerrera escuadra.
En medio del mar salobre.
Juguete va de las olas
Y furiosos aquilones,
destrozarse en las peas
Sin gua, rumbo ni norte,
As desbandados huyen
En distintas direcciones,
Y su completa derrota
Van ocultar los montes.
El jeneral tlaxcalteca
Defiende su vida entonces,
Lo mismo que se defienden
En su cueva los leones;
Y al nmero al fin cediendo,.
Lleno de heridas, rindise;
Y de ira ciego la muerte,
Por favor, pidiendo voces.
^
237
'
239
Grande seor, yo
agradezco
El bien que t me propones; . ^
Mas permite que rehuse,
Y esto ultraje no lo tomes
;
Pues el que acepta sereno
De sus enemigos favores,
"
Se envilece
y
se degrada, y
Y es fuerza que se deshonre
:
Quiero morir con los mos,
Que an estn en tus prisiones,
En honor de mi repblica
Y para honor de los dioses.
Galla el jeneral,
y
todos ,.
Los circunstantes le oyen
Con asombro; Moteuczoma
Su dignidad reconoce, "^v
Y en ms, con esto, lo estima,
Y por lo tanto, da orden
De que en su mismo palacio.
Cual lo merece, le alojen.
Y adularlo determina*, .
Y halagarlo se propone,
Y conquistar el cario
De una alma tan grande
y
noble.
^3^-
v^7:-"Jrfzr
ROMANCE II
LA ORDEN,
Por ignorados motivos
Que la historia no revela,
Declaran los michoacanos
Tenuchtitln la guerra
;
Y Moleuczoma resuelve
Mover las huestes aztecas,
Y al frente de ellas que marche
Tlahuicole le ordena.
Obedece aquel mandato
El jeneral Tlaxcalteca,
Y parte Tlaximaloyan
Que es de Michuacn frontera.
All en terribles encuentros,
De su pericia da pruebas,
Y nuevos lauros aade
su gloriosa carrera.
Y aunque triunfar por completo
No logra al
fin con sus fuerzas,
Gran nmero de cautivos
A sus pendones sujeta.
Y con un botn muy rico,
Que es fruto de sus
proezas,
A
la capital retorna,
Do el rey gozoso lo espera,
El cual los grandes servicios
Del caudillo recompensa,
*.*.._.;i.^A'
, De Tlacatcatl brindndole
^
on la dignidad suprema.
Mas de nuevo Tlahuicle
Rehusa tan grande muestra
[
De distincin, declarando
f
Que slo morir desea
;
I".
.
Y el monarca decidido,
fc
Ya que complacerlo es fuerza,
I
Que sus deseos se cumplan,
|v
Bien su pesar, ordena.
(
'
Obras poticas. 14
.^l^
r-yr, .^-T->f3i^^ :?
'
T'vFv
'
?'
ROMANCE III
EL SUPLICIO.
Cerca del mayor teocali,
Sobre un terrapln muy vasto
El temalcatl, con bellos
Bajos-relieves labrado,
Descansa
y
ostenta lgubre,
Sombro como un cadalso,
Su redonda superficie,
De mil crmenes teatro.
Era la tarde,
y
el pueblo
En torno de l agolpado,
Que se presente la vctima
Espera con entusiasmo.
All se ve Moleuczoma
Bajo de un solio sentado,
Cubierto de oro, de plata,
De esmeraldas
y
topacios.
En torno de l, la nobleza
Y los altos dignatarios
De las comarcas cercanas,
El lujo ostentan
y
el fausto.
Del temalcatl sombro.
Nada ms que algunos pasos,
Seis inmviles teopixquis
Estn con los ojos bajos.
Su traje es negro,
y
su cuerpo
Desnudo en piernas
y
brazos,
Con el teopatli divino
-'^r^-
-:.,:---
243
. /,:-j-.^^^-,
Se mira recin untado.
MV;
Llevan un birrete tosco,
Negro tambin,
y
muy amplio,
t
Y debajo del cual salen
Sus fuertes cabellos largos
;
;;
Largos hasta el suelo,
y
siempre
f,
"
Con dos cordones trenzados,
Teidos con tinte espeso
De humo de ocotl aromtico.
*
: ,
Todos callan... de repente,
Lo mismo que el Ocano,
Se ajita el pueblo, se abre,
Y de uno
y
de otro lado \^
Deja una anchurosa calle
De fuertes muros humanos.
En cuyo extremo aparece,
Con noble desembarazo,
Tlahuicole, el valeroso :
Jeneral republicano,
Hroe de aquellos festejos,
Y de las miradas blanco.
Avanza lento
y
tranquilo
Con majestuoso paso
;
Llega al terrapln,
y
grave
La escalinata trepando,
Saluda al rey, que le mira
No con enojo, con pasmo
;
Y al temalcatl se sube
Con nimo sosegado.
All espera un breve punto
Que un pi con un fuerte lazo
Le aseguren la piedra
Que es de la lid escenario.
Danle despus un chimali.
:';;'?7<F'
244
:-..\
.
j
Escudo de gran tamao,
'.'
.
|
Y un macuhuitl que, aunque corto,
Est fuerte
y
bien tallado.
Le dejan solo, en seguida
'
Sus ojos grandes, airados.
Pasea en torno,
y
espera
Tranquilo sus adversarios.
Llega el primero, se miran,
Y despus de un corto plazo,
Le divide Tlahuicole
En dos, el crneo, de un tajo.
Sube en seguida el segundo,
Otro despus,
y
hasta cuatro,
Y los pies del tlaxcalteca
Sucumben casi en el acto.
Grita el gento; los aires
Se conmueven al aplauso
Universal,
y
la sangre
Tifie torrentes el mrmol.
Suben tres ms... Tlahuicole,
Lleno de heridas, jadeando,
An logra vencerlos, an
Rinde al stimo su brazo,
Hasta que el ltimo sube,
Y diestro afortunado
El arma le hunde en la frente,^
Y se estremece de espanto.
Entonces, como en el coso,
La fiera cae en el charco
De su sangre, hondos mujidos
De mortal furor lanzando,
As rueda Tlahuicole
Por el suelo,
y
en el acto
Los teopixquis, de su cuerpo
Sangriento se apoderaron.
245
,
Del gran Dios Huichtilopoxtli
Ante el templo venerando,
Sobre aquella piedra horrible
De los sacrificios brbaros,
El cuerpo an palpitante
De Tlahuicole acostaron
;
Le abren el pecho, le arrancan
El corazn...
humeando!
Y en seguida los teopixquis
Con l se acercan lo alto
De la escalera,
y
arrojan
El cadver mutilado.
:
Pasa una hora lentamente,
Huye el pueblo cabizbajo,
Nadie hay en torno del triste
Temalcatl solitario...
Esperad... el negro bulto
Avanza con lento paso.
De una mujer desolada y
Con un nio entre los brazos.
Llega... su triste sollozo
Cruza jimiendo el espacio
;
Es el amor, es la esposa
Del jeneral desdichado.
'
En Tenuchtitln cautiva
Con l estuvo tres aos.
Fu de sus das el dolo,
Fu su placer, fu su amparo.
El llanto por sus pupilas
Brill en trance tan amargo,
Su corazn oprimiendo.
14.
'.
i?-^ Hg.;^i^-iJivTr,;aR
-
-
--^
246
,
Su corazn inundando,
Hasta que entrada la noche,
Desfallecida al estrago
De su dolor, mal apenas
Pudiendo alentar el paso,
Se retir su morada,
Momentos en que asomando
La luna, baaba en sangre
Sus melanclicos rayos.
MOTEUCZOMA XOCOYOTZIN.
A la Seora Doa Manuela Serrano de Valle.
PRIMERA PARTE
ROMANCE I
EL ASTRLOGO.
En un saln espacioso
De aquel alczar soberbio,
Que habitaron los monarcas
Del Anhuac opulento,
En un saln que tapizan
Cien colgaduras de lienzo
Bordado de oro,
y
que ostenta
El rico artesn de cedro,
Bajo un dosel de oro
y
fino
Ncar incrustado en bano,
Y sobre un banco de icpali
Est el rey nono de Mjico,
Moteuczoma el poderoso
Que no hace mucho que ha vuelto
-.i'r'ir!Jt:+?Ti->,
248
De una expedicin famosa
En que ha perdido su ejrcito,
No combatiendo cual suele,
Contra el belicoso pueblo
De Araatln, que rebelado
Tremola pendn guerrero,
Sino al embate furioso
De una tempestad, que haciendo
Destrozo grande en sus huestes,
Le obliga tornar lijero
Tenuchtitln la hermosa.
Con los miserables restos
De una lejin combatida
Por el cansancio
y
el miedo;
Que un portentoso cometa
Su cauda ensea en el cielo,
Nuncio de grandes desgracias
Para el trono
y
para el reino
;
Y por eso acongojado
Est el monarca en su asiento,
Entrambos brazos caldos,
Pegada la barba al pecho
;
Ni hace caso de un jicali
(1)
Que de octli
(2)
espumoso lleno,
Le ha presentado una esclava
Que le sirve con esmero
;
Ni una luenga caa fuma
Que colma tabaco bueno,
Con tlilxchill
(3)
oloroso
Y otras dos hierbas compuesto;
Pues piensa slo en que dicen
Los nigromantes ms viejos,
Que el cometa
y
el fracaso
Que dispers sus guerreros,
(1)
Vaso natural.
(2)
Pulque, licor fermentado que se extrae del maguey.
(3)
Vainilla.
;
, 249
Y el incendio repentino
De las dos torres del templo,
Le anuncian que de otra tierra,
Que est del Anhuac lejos,
Y por el lado en que luce
El sol sus rayos primeros,
Vendrn en son de conquista
derrocar su gobierno.
Sobre palacios flotantes,
Asombro del universo,
Hombres de color distinto
Y de distinto dialecto.
Y el vaticinio le infunde
Un temor tanto ms serio
Cuanto que Nezahualpilli,
Rey del tezxucano pueblo,
Que fama alcanza de sabio
Y de clarsimo ingenio,
Y quien Moteuczoma tiene
Por astrlogo supremo,
Con pesadumbre le afirma
Que cuanto dicen es cierto,
Y se lo prob dos veces,
i
Triunfando de l en el juego I
Que era el azar el que daba,
Por aquellos raros tiempos.
De extraordinarias costumbres
Y extraordinarios sucesos.
En las dudas ms sencillas,
Y en los ms arduos empeos,
La victoria al ms taimado,
ms astuto, ms diestro.
*
Que est impaciente el monarca
Indica claro en su jesto,
-."-ii?^. . .ALiHi^-Ki.-^
..'.;> t rivT
250
Y los instantes que corren
Se le hacen siglos eternos.
alguno espera, no hay duda,
Pues al rumor ms pequeo
Quiere incorporarse,
y
torna
Su semblante placentero.
Pero as como en la oscura
Noche, cruza el firmamento
Relmpago repentino,
Quedando despus ms negro
;
As su semblante, torvo
Vuelve quedar al momento
Ms airado
y
ms sombro
Mientras ms avanza el tiempo.
En alternativas tales
Est ; mas de pronto oyendo
Cercano rumor de pasos,
Se alza del banco, violento.
Y vete, la sierva dice,
Vete ;
>
y
en el punto mesmo
Se abri la rejia mampara
Que da entrada al aposento.
La cual, despus de dar paso
dos hombres, torn luego
cerrarse,
y
qued breve
Rato la estancia en silencio.
Rompile al fin el monarca
Dirijindose al ms viejo
De los dos, que apenas puede
Tenerse en sus pies de hielo.
251
Al porvenir sus secretos; :,
T que en el estudio has visto
un siglo encorvar tu cuerpo,
Llenar tu frente de surcos
Y de escarcha tus cabellos,
-"
Dime si es cierto el horrible
Horscopo que el funesto
Rey de Acolhuacn descubre
De tu ciencia en los misterios.
El astrlogo, confuso.
Parece de mrmol hecho,
Segn lo plido
y
fro
Que est clavado en su puesto.
"
Di que mi primo se engaa,
Y te colmar de obsequios,
Y te dar una hija ma
Para que te sirva, en premio."
El sabio baja los ojos,
'
Con justa razn temiendo
La clera soberana
Que oculta el rey con esfuerzo.
"
Contesta, Xloe, no temas."
" Si t lo mandas..."
"Lo quiero.'
"Nezahualpilli no miente."
"Luego es la verdad?"
"Es cierto."
Al comprender Moteuczoma
Tan grande convencimiento,
En la spera cabellera
Clava con furor sus dedos
;
Y ardiendo en ira, se vuelve
Al otro, que no muy lejos
Est en ademn sumiso,
Y es jeneral de su ejrcito.
Y "de ese infame, le dice,
Prndele la casa fuego,
'^"^'^^'^"^Hiltiliftllttl-fTfli^
imw^T
252
Y
maniatado al instante
Encirralo de ella adentro
;
Pasto sea de las llamas
Su torpe lengua
y
su cuerpo,
Y hasta las aguas del lago
Lleve su ceniza el viento."
255
-^:;-
ltimo de los mortales.
'J
Era princesa viuda
De un general totonaque,
quien ella quiso mucho,
De quien no pudo olvidarse.
Y fu su pesar tan hondo
En tan aflictivo lance,
Que con la viudez llegaron
Padecimientos
y
achaques,
Sin que valieran remedios
Contra sus fsicos males,
Que el dao estaba en el alma,
Y esta no es fcil que
sane.
.
En Tlaltelolco viva, .
Donde gobernaban antes
Ella
y
su esposo,
y
en donde
Goz placeres fugaces
; ,
Y all fu donde la muerte
Vino curar sus pesares,
Velando los tristes ojos
Que lloraron sin cansarse.
;
Hermana de Moteuczoma,
Fu cariosa,
y
aaden
Que el monarca la quera
Gomo nunca quiso nadie
;
Por eso ofrece en persona
Presidir los funerales;
Y en el palacio mortuorio
Todos estn esperndole
;
Adentro, inmenso gento
Que bulle por todas partes,
=
De nobles hembras
y
esclavas,
De plebeyos
y
de grandes;
Y afuera
y
en dobles filas,
Por los lados de la calle.
Ms de cuatro mil guerreros
Vestidos con ricos trajes.
' . .^ir^<''}^-if'r~-
\rf:^.
''^^^^
256
nias.
Formados desde la puerta
Del palacio, hasta la base
De un elevado edificio,
Que era el teocali ms grande.
Todos con harta impaciencia
Anhelan que el rey no tarde,
Aunque por la hora presumen
Que no estar muy distante.
Llega por fin Moteuczoma
Y de una litera bjase.
De dolor intenso dando
Inequvocas seales.
Lleva un xuihtilmatli
(1)
airoso,
Bordado con plumas de ave
Blancas
y
negras
y
azules,
Gomo las alas del nade.
Cubre su augusta cabeza
El copiUi
(2)
hecho con arte, .
De sutiles hojas de oro
Salpicadas de diamantes,
Al travs del cual se miran
En el cabello trenzarse,
De Quachchtin
y
de Ocelo
Las rdenes militares.
Y tiene los pies calzados
Con zuelas de oro brillante,
Sujetas con trenzas de hilo
De plata
y
piedras que valen.
Viene con su corte toda
Y un squito inmenso trae
De prncipes
y
seores
Vestido que el rey usaba en palacio
y
en algunas ceremo
.0,0.
(2)
Corona, especie de mitra pequea
. r -^^ . liX*:-iV.
7'''f^*\^?l-..i-.;,^'r':i!'j^
257
Tributarios principales.
Y llegan en pos,
y
llegan
En orden, segn sus clases,
Ministros
y
mayordomos,
Bufones, criados
y
pajes.
Todos vestidos con plumas
Y adornados con collares
De ametistas
y
esmeraldas,
En delicados engarces.
Cuando apenas del palacio
Lleg el rey los umbrales,
Por la gran puerta sala
De la princesa el cadver.
En vestirla se esmeraron
Con quince exquisitos trajes
Hechos con labores finas
De algodn de rica clase.
Iba cubierta de joyas
^
De plata
y
oro, con jaspes
De abrillantados colores,
Dados con bruido esmalte,
Y suspendida del labio
Una esmeralda muy grande,
Saliendo bajo una mscara
Que le cubra el semblante.
Precedan al entierro
Los nobles con su estandarte,
Donde el escudo campea .
De las insignias reales. ;
Ostenta un guila negra
En actitud de lanzarse
Sobre un tigre, que dispone
Sus garras para el combate.
Iba el monarca en seguida,
Y^
"^*''^
^'*'J!w"'
TtT^/
258
Andando con paso grave
Sobre esteras, porque el suelo
Con las plantas no tocase;
Luego la corte, formando
Raro conjunto, admirable,
De tilmatlis
(4)
y
cimeras,
Yelmos, armas
y
collares
;
Despus la muerta, tendida
En angarillas de loe,
Por seis esclavos cargada,
Que jimen sin consolarse.
Y van por ltimo tristes,
Y llanto vertiendo mares.
Los teopixquis
(2),
que entonaban
Las cantigas funerales.
As en procesin llegaron
Al atrio del templo grande,
Donde en presencia de todos
Y junto al mismo cadver
Sacrificaron muchos
Que eran sus esclavos antes,
Y al capelln que atizaba
La lumbre de sus altares.
Terminada ya la horrible
Ceremonia, que complace
un pueblo que ms parece
De tigres que de salvajes,
.
^
Desanda el mismo sendero
La procesin, sin turbarse
En nada el orden seguido
;
Y sin que en su alma llevasen
Un eco los concurrentes,
De los lastimeros ayes
Con que las puertas del templo
(1)
Traje de los mejicanos.
(2)
Sacerdotes.
Estremecieron los mrtires,
Cuyos cuerpos comenzaban,
Tintos en caliente sangre,
rechinar en la hoguera,
'''-
Pasto de llamas voraces.
Hay en el mismo palaciO;
Y cultivado con arte,
Lindo jardn que un arroyo
Riega con mansos cristales
;
Le forman verdes murallas.
Cien ahuehuetes jigantes,
Y acequias lo defienden
Y cercan por todas partes.
Brindan esencia las auras
Y regocijo las aves,
Flores de exquisito aroma ;
Y de variados esmaltes
;
Y en un extremo hay un bosque
Cuyas ramas colosales
Se cruzan sobre una cueva
Do apenas circula el aire,
Y de esta cueva no lejos.
Rodeado de tiernos rboles.
Un estanque trasparente
De clara linfa hace alarde,
En donde Papantzin iba
Frecuentemente baarse,
Cuando su velo de sombras
Plidas tenda la tarde
;
O, si el tiempo estaba fro.
Sobre su borde sentarse,
Para gozar de las flores
Que crecen en los arriates,
respirar el aroma
Que de ellas el aura trae,
Y buscar en sus recuerdos
Un consuelo sus pesares.
-
y.
".,' .
260
Entre el estanque
y
el bosque
Sus pasos lentos
y
graves
La fnebre comitiva
Detuvo un solemne instante,
introduciendo en la cueva
Los nobles restos mortales,
Cubrieron la negra boca
Con unos delgados mrmoles.
,IvC-iJi
'-^:;2y>
3???75BR;J?r'-
ROMANCE
III
LA REVELACIN.
En un gran saln oblongo,
El mismo en que daba audiencia,
Moteuczoma Xocoyotzin
Est sentado la mesa :
Era esta una almohada dura
Cubierta de fina tela,
Gomo la nieve de blanca,
",:
Y como la nieve tersa.
De barro del de CholoUan,
Sobre ella, exquisita
y
nueva,
Una costosa vajilla
Su rara labor ostenta,
Y en una copa de oro
Cincelada con destreza,
Que luce finos engastes
De conchas del mar
y
perlas.
Cubierto de espuma hirvienle
Que su calidad revela,
Un choclatl que perfuman
Varias olorosas hierbas,
Cautiva al rey que lo toma
Con un pan que le deleita,
Hecho de harina amasada
En blanca miel
y
con yemas.
Le acompaan sus ministros,
Cuatro mujeres muy bellas,
13,
"-'^^^-V'':--;^--
--
-
/v^^-
262
..
,.^
Y Tapia, su mayordomo,
De la flor de la nobleza.
Estos son nicamente
Quienes presencian su sena;
Que ms de ellos, para todos
Estn cerradas las puertas.
El monarca aquella tarde
De contento daba muestras
;
Que nunca el placer se puede
Ocultar, cual la tristeza.
Estaba locuaz, festivo,
Y en contra de lo que cuentan
De la ruina de su imperio,
Desata mordaz la lengua;
"
En vano los que consultan
Deca
all en las estrellas,
Intentan amedrentarme
Con profticas sentencias.
Esta vez Nezahualpilli
Es innegable que yerra,
Y que su jenio extrava
Por los campos de la ciencia.
Delira... mas no me asusta...
-
i
Que rey de Acolhuan no fuera !
-
Gomo el otro entre las llamas
Me pagara su ofensa.
l desazona mis huestes
Que con sus augurios tiemblan
;
Slo yo me burlo de ellos,
Slo yo los menosprecia.
"
Y al decir esto, rea
Con carcajadas histricas,
Como el cobarde que teme
Y que su miedo desecha;
VI.'';.,,
... 263
,
...;
Gomo aquel que aliento
y
bros
Por aparentar se esfuerza,
Y en el semblante risueo
Lvido el temor demuestra.
Interrumpe el dbil curso
De su risa descompuesta,
El que en palacio tal hora
Cargo de ujier desempea,
El cual, entrando en la estancia,
Parse junto la puerta
Y dijo as con voz grave.
Despus de tres reverencias
;
*'
El seor rey de Tescuco,
Nezahualpilli, desea
.
Obtener del soberano
Una breve conferencia.
"
yelo el monarca; al
punto
El torvo entrecejo pliega,
Y suda,
y
heladas gotas
Por la ancha frente le ruedan
;
Y con tembloroso labio
Y acento que indica leguas
Grande disgusto, que pase
El rey de Tescuco, ordena.
-
.
'*
,:
/ >'^.
Hecho el saludo de estilo.
Ambos monarcas se sientan,
Y el tescncano su objeto
Expres de esta manera
:
"
Seor, tu hermana
Papantzin,
quien t juzgabas
muerta,
So las gradas del estanque
'.>~^^^-!<^y^.'.jk '
264
Que est de su tumba cerca,
Sali esta tarde gozar
De la suave brisa fresca,
Placer que le agrada
mucho,
Antiguo
y
jenial en ella.
los ojos de una nia
Que entre las flores traviesa,
Brincando pasa las tardes,
Gomo siempre se presenta
:
Papantzin la llama dulce
Las tiernas mejillas besa,
Y con blanda voz, que avise
Al mayordomo le ruega :
La esposa de este, la splica
Infantil, al sitio vuela
;
Y
desvanecida cae
Al ver all la princesa.
La nia llora ; sus gritos
Innmera
jente llega,
Que con asombro indecible
Tan gran prodijio contempla.
Tu hermana todos les habla.
Les convence
y
les consuela,
Y que me llamen les pide
los que all la rodean.
Yo la he visto,
y
en su nombre
Te suplico, que sin tregua,
Tlaltelolco te llegues
Que en su palacio te espera.
"
Dice as Nezahualpilli,
Y Moteuczoma, que apenas
Puede respirar, se oprime
La vacilante cabeza.
El corazn- se le salta
Y en rudos vuelcos golpea
El dbil pecho angustiado,
Que esjpara l crcel estrecha
265
Hasta que al fin entreabriendo
La boca que nieve alienta,
Con entrecortadas frases
Y mal combinadas seas,
Ordena al ujier que al punto
Le acerquen la ancha litera,
En la cual, poco rato,
Con el rey su primo entra,
Y al palacio se dirije.
Donde su hermana lo espera.
Por el temor dominado
la par que de impaciencia.
En un banco de agalloco
(1)
Con albas talas cubierta,
.
Est Papantzin sentada
'
Muy plida, aunque serena.
Ocho esclavas la acarician,
Que lloran de gozo al verla,
Y del xochioctzotl
(2)
grande
Preciosa resina^queman;
Humo que en loor de los dioses
Sencillas cantigas lleva,
."
Por el favor que reciben
Y por el bien que les prestan.
Que su hermano niegue el hecho
Teme la noble princesa,
Y otra segunda embajada
dirijirle se apresta.
Cuando oye ruido de pasos
Y ve Moteuczoma que entra;
Moteuczoma, que al mirarla
(1)
loe.
'3) Liquidmbar.
^
^66
Como una estatua se queda.
"
Ayer la enterr
"
murmura
El rey con faz descompuesta,
Y se desploma en un banco
Que dos mujeres le acercan.
Sepulcral es el silencio
Que en la ancha cmara reina,
Y que hable Papantzin todos
Los circunstantes esperan;
Quien arreglando su traje.
Despus de pedir la venia,
Con voz dbil
y
argentina,]
As su relato empieza :
"
Seor, cuando en los brazos de los mos
Dej de respirar, tal vez no muerta,
Falta s de sentido, hlleme sola,
Sola
y
en medio de llanura extensa.
Ni un rbol, ni una flor, ni planta alguna
Miraba en su extensin rida
y
seca;
Ni arroyo manso, ni sonora fuente,
]
Ni ave jentil, ni corpulenta fiera.
Slo
y
cerca del sitio en que yo estaba
Iba arrastrando su corriente inmensa
Un caudaloso ro,
cuyas olas
Unas tras otras con fragor estrella.
Al espantoso ruido que llevaba
Sent helarse la sangre de mis venas,
Y cruzar una fuerza me impela
La mole de sus ondas verdinegras.
Resuelta estaba ya, mi pi desnudo
Tocaba el agua con la planta inquieta.
.. ----->^^^--
_
267
Cuando sent una mano sobre el hombro,
Y un acento escuch que dijo :
"
espera.
"
Alc la vista,
y
los ojos mos
'*'
Apareci un doncel, de forma esbelta.
Vestido con un traje reluciente,
.
Gomo la blanca luz de las estrellas. ?-
Sostenido en el aire pareca
"^
El tlauquechol que majestuoso vuela
>:.
Con dos alas de plumas vaporosas,
...
Sonrosadas, flotantes
y
lijaras.
"Espera, s, me dijo, no es an tiempo
De que intentes ganar la orilla opuesta;
Hay un Dios que te quiere
y
te conoce,
Y por eso la fin sers su sierva."
De all el gallardo joven me condujo
v-
Caminando por la hmeda ribera,
En donde vi esparcidos muchos huesos,
Y plidas
y
humanas calaveras.
Y escuchar comenc tristes jemidos
Que el pecho me rasgaban con fiereza,
Punzando cada poro de mi cuerpo
Un espantoso fro que an me hiela.
Torn luego mirar hacia las olas,
v
Y sobre el filo de sus blancas crestas, ; /
Unas barcas enormes navegando
v,
:
mi asombrada vista se presentan.
Y en ellas, rey de Anhuac, unos hombres
De distinto vestir de nuestra tierra.
Con escamas de plata sobre el busto,
:
-
,
Y yelmos de metal en la cabeza,
;-'
Los vi con estandartes en las manos.
De blanco cutis
y
mirada fiera.
Teidas las mejillas de achiote,
Con labios de coral
y
barbas negras.
Entonces el doncel que sonrea
Del profundo estupor de que era presa.
Mirndome con ojos compasivos,
268
hablarme comenz de esta manera :
"Dios quiere que en el
mundo todava
Arrastres largo tiempo tu cadena,
Y de grandes revueltas
y
batallas
Que aqu sobrevendrn, testigo seas.
Los jemidos tristsimos que oiste
De este ro en las mrjenes desiertas,
Son ayes del dolor de tus mayores
Que sufren cruda, perennal condena.
Son los gritos de angustia que provocan
Las culpas infinitas del que yerra
;
Las culpas que en el alma se castigan
Con horribles tormentos que no cesan.
I
Y esos hombres que llegan en la barca,
tu patria infeliz traen la guerra;
|
Y dueos
y
seores absolutos,
Con las armas, al fin, sern de ella :
Publicarn con su victoria el nombre
Del Hacedor del cielo
y
de la tierra,
Y arrojarn los dolos de barro
Donde la luz del sol nunca penetra.
Y cuando el bao santo se promulgue,
Sers en recibirlo la primera;
Para que los dems de ejemplo sirvas
Con ritos nuevos
y
oraciones nuevas.'
Al decir estas palabras
Envuelto entre nubes densas.
Desapareci el mancebo
Arrebatado por ellas.
Sent en mi pecho la vida.
Sent renacer mis fuerzas,
Y del recinto sombro
Saqu la planta lijera
;
De mi tumba leve impulso
Gay la delgada piedra...
269
Lo dems, ya t lo sabes,
Gran Seor, haz lo que quieras.
-
-*
Call Papantzin; atnito
El gran Moteuczoma queda,
Y ni una slaba escasa
Puede articular su lengua.
La blanda silla abandona,
Nublada la frente rejia,
Dando en el rostro seales
De lo que en su pecho lleva.
Que hay sensaciones tan hondas
Que no en frases se revelan,
Que pesan tanto en el alma
Que dentro el alma se, quedan.
Sali sin mirar anadie.
De casa de la princesa,
Y retirse n palacio
Que triste
y
de luto era,
Donde pas largos das
Y largas noches inquietas,
acerbo ayuno entregado
Y su llanto
y
sus penas.
FIN DE LA PRIMEIA PARTE.
^^...jiJ^si^i'
iw'rr'
SEGUNDA PARTE
ROMANCE I
LA RECEPCIN.
Entre un mar surcado apenas
Y un mundo desconocido,
Hernn Corts, temerario,
Manda quemar sus navios.
Un puado de valientes
Contempla tanto herosmo,
Y cada cual se propone
Volver al suelo nativo;
Tornar la patria un da,
Pero de la patria digno,
perecer en la lucha
Si no puede conseguirlo.
Arden las barcas,
y
el fuego
Alumbra el mar cristalino.
Reflejndose en las nubes
Con brillante colorido,
Gomo una aurora de gloria
Que anuncia^ tras de un martirio
Largo
y
penoso, felices
Aos en ventura ricos.
Y que los nombres de aquellos
271
;':;
f:^
Soldados esclarecidos,
Vivirn eternamente
Por los siglos de los siglos.
'*-
-^ -
;
,-; -;;;'.;."
-.
Viniendo de Ixtapalapan,
Pasado Mexicaltzingo,
Coyohuacn
y
Mixcoac,
En un punto en que el camino
Se parte en dos, se detuvo
Aquel ilustre caudillo
Qu un mundo arroj valiente
los pies de Garlos quinto.
Hernn Corts, rodeado
De un ejrcito mezquino
En nmero, pero grande
Por lo bravo
y
aguerrido, ,:
Recibi los parabienes
De dos mil guerreros indios.
Que en nombre de su monarca
Salieron recibirlo.
Todos esmeradamente
Alhajados
y
vestidos,
Pasaron ant^ sus ojos
Humillndose sumisos,
Tocando la tierra,
y
luego,
Besndose al punto mismo
Las manos, que entre ellos era
La ceremonia de estilo. -
Terminado este aparato.
Sigui su marcha el altivo
Jeneral,
y
media legua
De Mjico tuvo aviso
De que el monarca de Anhuac
Ir su encuentro ha querido,
Para rendirle homenaje
272
Y admiracin, de que es digno
Hombre que as se rodea
De tal fama,
y
tal prestijio
Ha conquistado en sus vastos
Y poderosos dominios.
En una litera hermosa,
De cedro en labores rico,
Y reforzado con planchas
De plata
y
oro bruido,
Bajo un parasol que forman
Cuatro abiertos abanicos
De plumas rojas
y
verdes
Sujetas con blancos hilos,
Que en el vrtice, entre piedras
Que roban al sol su brillo,
Tiene una guila afianzando
Negra culebra en el pico,
Apareci el rey de Anhuac
Con aire grave
y
tranquilo,
Sofocando de su pecho
El tumultuoso latido.
Ms de doscientos seores
Profusamente vestidos,
Pero descalzos
y
andando
Por los lados del camino,
De respeto en seal, iban
De tres nobles precedidos
Que llevaban en las manos
Tres barras de oro esculpido
;
De la majestad presente
Para el pueblo claro indicio,
Pueblo que su rey segua
Sin penetrar sus designios,
Como su rey temeroso.
-
273
Como su rey abatido,
Y enclavados en el suelo
Los hmedos ojos fijos.
-
Guando cerca uno del otro
Aquellos dos enemigos,
(Que tal vez nunca lo fueron
Segn parece en los libros),
Se avistaron, un instante
Hirvi confuso el jento,
Cada cual buscando ansioso
Mejor puesto
y
mejor sitio
;
Y aztecas
y
castellanos
Admiraron su atavo,
En tanto se detuvieron
*
El rey
y
el soldado nclito.
Del brindn bajse el uno
Con muestras de regocijo,
Y de la litera el otro
Con el semblante tranquilo
;
Dejando mirar empero.
En sus ojos, repentino
Pavor que tras de los prpados
Procura esconder solcito.
Que al ver tan de cerca al hombre,
Hroe de tantos prodijios,
Siente su pesar que eriza
Su cuerpo un escalofro,
Y que le tiemblan las piernas
Y le zumba en los oidos
Con acento pavoroso
La voz de sus adivinos.
Y de Papantzin se acuerda,
Papantzin que en el recinto
De Tlaltelolco, an asusta
'J:::^
274
los que muerta la han visto;
Papantzin, que vive sola,
Y que absorta en su retiro
Ve realizado el sueo
Que le embarg los sentidos.
Corts ante Moteuczoma,
Gallardo, aunque conmovido,
Hizo un saludo profundo,
Y el monarca hace lo mismo
;
Corts le cuelga en el cuello
De grandes cuentas de vidrio
Un engarzado rosario
Que desde Europa ha traido,
intenta abrazarlo, pero
Se le oponen los ministros
;
Que fuera gran desacato
Esa muestra de cario.
palacio,
y
pide audiencia,
Y obtenindola, animosos
Invaden la rejia estancia
poner su plan en logro
;
Plan gigantesco que puede
De agudo delirio, aborto
Parecer... empero tuvo - %;"
Trmino breve
y
famoso.
Corts desplega el primero
Los labios,
y
en su socorro
Llamando toda su astucia.
Comenz hablar de este modo :
"
Mis enemigos te engaan,
,,
Dice al fin con agrio tono :
"
Yo mi palabra no falto,
Y aquel atentado ignoro
;
Obras poticas.
16
%'
5T; ^>^>T,f^S?p<fS5J^'
278
.^'i-'
:;,.;
Y si es el Seor de Nauhtlan
Culpable, yo te respondo
De que ser castigado
Como cumpla mi decoro.
,,
"
Y cmo quieres, le dice,
Que sin degradarme, cmo,
Me deje prender, hundiendo
Mi dignidad entre el lodo?
Y si consiento,
t crees
Que abandonado m propio
Me dejarn mis vasallos
Prisionero entre vosotros ?
Nada contendr el torrente
De su furia
y
de su encono,
Y ayudados de los dioses
Volarn en mi socorro
!
"
El espaol con acento
Seguro
y
con gran aplomo,
Atusndose el bigote,
Le contesta de este modo
:
279
Que nos des un testimonio
De amistad? Si en mis cuarteles
Vivi tu padre el glorioso
Axaycatl, es muy justo
Que bajo el techo que mozo
Te dio abrigo, determines
Buscar tranquilo reposo;
Dando adems una prueba
tus pueblos numerosos,
Del afecto que nos guardas
Del corazn en el fondo.
Mas si es que intentan los tuyos
Algo contra m, no somos
Dbiles mujeres mseras
Sin amparo
y
sin apoyo
;
.
Armas tengo
y
brazos fuertes
Y proyectiles de plomo,
Y
vive Dios ! que con ellos
Sabr castigar su arrojo.
"
Con faz color de ceniza
El rey escuchaba atnito,
Brotando sudor la frente
Por cada uno de sus poros
;
Y la vista revolviendo
Con grandes muestras de asombro,
La posa al fin en Marina
Interrogndole absorto. -
En este momento uno .
De los capitanes, rojo
De clera,
y
del buen xito
De la empresa temeroso,
Mirando que el rey vacila
Y que su miedo es notorio,
Dirijindose su jefe
Clama con acento ronco;
280
U que aqu pierda la vida
Si nos conoce tan poco.
"
Y dando claras seales
De bro con aire torvo
Golpe la acerada diestra
Del espadn en el pomo.
Torna el rey ms azorado,
Ms plido
y
tembloroso,
interrogar Marina
Con los rayos de sus ojos,
Y esta le dice que acceda
lo que piden, gustoso
;
Que aquellos hombres son tercos
Y estn resueltos todo.
Que acceda,
y
ser tratado
Gomo cumple su decoro,
Que en ello le iba la vida;
Que se resolviese pronto.
Y cedi bajo el impulso
De un terror supersticioso
Que h tiempo le han sujerido
Papantzin
y
los astrlogos.
Juzg ya llegado el tiempo
De bajar del alto solio,
Cumpliendo con el mandato
De los dioses poderosos.
En litera
y
con la guardia
De sus nobles, sali poco,
Y al cuartel del castellano
Lleg conducido en hombros
;
Y en un oscuro aposento,
Despus de quedarse solo,
Dej que corriera el llanto
Por sus mejillas, copioso.
..r^,.
A*-^--
ROMANCE ll
EL COMBATE.
,
'
;
Corts parti Gempoala
Donde estaba rebelado /-
Contra l, Panfilo Narvez
/
Con ochocientos soldados
;
Y Moteuczoma cautivo
Queda en el ibero campe
Bajo la ruda custodia
Del capitn Alvarado.
Vencido qued Narvez,
Y sin dar al tiempo plazo,
-;
Torn Mjico orgulloso
Del nuevo triunfo alcanzado.
Turbse, empero, el contento
De su pecho sobrehumano,
Al encontrar los suyos
En grave apuro alarmados,
Pues hall que los guerreros
Y los nobles mejicanos.
Sufrir ms tiempo no quieren
La prisin del soberano
;
Y hall que disperso en masas
Hierve atroz el populacho,
En azoteas
y
torres
:
Y alrededor del palacio
;
Y los espaoles lanza
No sin perjuicio
y
estragos,
282
El proyectil de sus hondas
Y el golpe aleve del dardo
!
Cmbales hay da da
En las plazas
y
en los atrios,
Y arroyos zanjan las calles
De sangre roja de bravos.
En su encierro Moteuczoma,
Desde un balcn enrejado
En cotidianos combates
Ve morir sus vasallos;
Y teme verlos vencidos
En la lucha al fin
y
alcabo,
Y que su reino
y
su trono
Quede en poder de los blancos.
Y...
qu tristes pensamientos
Vinieron fatigarlo
Robndole el sueo dulce,
La grata paz
y
el descanso
!
De las insignias reales
Vestido,
y
grande aparato,
En la azotea ms alta
De su prisin, rodeado
De sus decanos ministros
Y de un sacerdote anciano
quien el pueblo venera
Por su virtud
y
sus aos,
Apareci Moteuczoma
su pueblo alborotado,
Guando en lucha
formidable
Aztecas
y
castellanos,
Entre alaridos de muerte
Y cantare^ de entusiasmo,
Pelean con noble bro
Y con denuedo bizarro
;
Cuando hispana artillera
v:
_
283
.-^k'
Fuego vomita
y
espanto,
Muerte
y
exterminio cunde
Poblando de humo el espacio.
Al ver al rey, cesa todo,
Dblanse frentes
y
manos,
Y un hondo silencio reina
Sin que ose nadie turbarlo.
Entonces se oye el acento
Solemne, sonoro
y
claro,
Del monarca que un instante
Pudo mandar sus labios,
Y exclam:
Subditos mos,
Nobles guerreros! si acaso
Por afecto mi persona
Armasteis el fuerte brazo
Y hostilizis esos hombres,
Sabed que son mis aliados,
Y que en su cuartel gustoso
Entre ellos la vida paso
;
Os agradezco el cario
Que me mostris,
y
lo guardo,
Y yo sabr dignamente
Cual corresponde, premiarlo.
Si provoca vuestra clera
Que el tiempo se haga ya largo
De su mansin en mi reino,
Pronto habrn de abandonarlo.
Pues que me lo han prometido
Y su palabra me han dado,
Y cumplirn lo que ofrecen,
Que son valientes hidalgos.
Cese as, pues, vuestro encono
Y dejad de hostilizarlos,
Y demostrad que sois fieles
Al seor que habis jurado
Ciega obediencia; cayendo
Si osis hacer lo contrario,
j'x^W-
284
La clera en vuestras frentes,
De los dioses irritados."
En silencio an ms profundo
Los guerreros aztecanos
Quedronse sumerjidos,
Pero slo un breve ralo
;
Pues cual suele en la espesura
Del monte escucharse airado
El ronco rujir del mixtli
(1)
Que su hambre no encuentra pasto,
As se oye la voz ruda
De Quauhtemotzin, que alzando
Con brazo nervudo
y
fiero
La visera de su casco,
Cubierto de sangre
y
lodo,
Y sus miradas fijando
En el augusto semblante,
Clama con acento spero :
285
,
-^^
^/,
Asi tembloroso el arco,
Del cual
contra el rey al punto
Parti una flecha silbando.
Gomo las aguas del ro
Al encontrar su paso
Cortada pico, en las cumbres,
La pendiente de un barranco,
Con
mpetu se desbordan
Ondas tras ondas, rodando
Sin que la corriente pueda
Detener el curso raudo,
As las hirvientes olas
De aquel atroz populacho,
De Quauhtemotzin al punto
El torpe ejemplo imitando,
Se precipitan furiosas
Contra su rey indignado
;
Y de improperios
y
piedras
Puebla al instante el espacio.
Y aunque el noble Moteuczoma,
De dos rodelas armado,
Quiere defender el cuerpo
Del furor de sus vasallos,
Recibe en la augusta frente
Un golpe de honda,
y
airado,
Al descubrirse, le clavan
Aguda flecha en un brazo...
Se baa en su sangre, cae,
De furia
y
de rabia plido,
Y en hombros de sus ministros
Es conducido su cuarto.
287
:.,
De fino algodn
y
plumas,
:
El infeliz Moteuczoraa
Delira con faz difunta.
Contra su pueblo insolente
Imprecaciones murmura,
Y nada ms que su pueblo
Su horrenda desgracia impula.
Sintase de pronto atnito
Sobre el lecho ; se espeluzna,
Y ve Xloe entre llamas
Y entre torcidas columnas
De humo denso, que le grita
Y
que lo llena de injurias;
Y lo escarnece, riendo,
Y de su dolor se burla.
288
;i.^^:
Quiere arrancar de su mente
Las visiones que la turban.
En vano ; la pesadilla
Vuelve,
y
otra,
y
otras muchas
;
Sin que hallen trmino dulce
Las penas que le atribulan.
Y el treinta del mes de Junio
De quinientos veinte, la una
De la noche, dej el mundo
Del cual no gozara nunca.
Fu grande
y
fu poderoso,
Y justiciero ; lo juzga
As la historia, aunque hay alguien
Que de inhumano lo acusa,
Acaso; pero si injusto
Fu, en situaciones algunas,
Tambin era con su suerte
Grel la ciega fortuna.
Corts
y
sus capitanes,
Al ver con pena profunda.
Con las sombras de la muerte
Velarse la frente augusta,
Lloraron n tan siniestro,
Y fu aquel llanto la nica
Ofrenda al rejio cadver,
Sobre el polvo de la tumba.
r:^^^/
EL ULTIMO AZTECA
'
la memoria de mi padre el Sr. Lie. D. Juan Pen
y
Cano
ROMANCE I
EL SITIO.
Hernando Corts al frente
De los espaoles tercios,
Diezmados por Cuitlahuatzin
En una noche de duelo,
Y con las huestes marciales
De aquel tlaxcalteca ejrcito,
Tan implacable en sus odios
Y al Anhuac tan funesto,
Tenuchtitln con grandes
Y poderosos aprestos,
Al anochecer de un da
Le pone el ltimo cerco.
Suena el tambor del teocali
En tan solemnes momentos,
Y su sonido los montes
Repercuten lo lejos :
"
Guerra,
"
difunden los aires,
"
Guerra,
"
repiten los ecos,
Obras poticas.
17
290
Y quedan las sementeras
Y los hogares desiertos.
Todos las armas corren
Ebrios,
y
de odio sedientos,
Y donde no alzan trincheras
Llenan de fosos el suelo.
El bronce truena, conmueve
Los muros en sus cimientos,
Y su fulgor los aceros
Brillan entre el humo denso
;
Se oyen gritos de agona,
Crece el horror del estruendo,
Y flechas, dardos
y
piedras
El curso atajan del viento.
292
Por deshonrosos convenios
;
Y las citas
y
embajadas,
Y los constantes empeos
Del conquistador, recibe
Siempre digno, siempre fiero.
Con el Cihucoatl le enva
decir que est resuelto
sucumbir en la lucha
Sin acedera sus ruegos;
Que conferenciar se niega,
Que firme estar en su puesto,
Que quien su deber conoce
Por l sucumbe sin miedo.
Y el castellano orgulloso
Tales razones oyendo,
Ordena el ltimo asalto
Y entra la lid el primero. ,
a^-^^v^v^.
^^;idMBliiMttlM
ROMANCE 11
L^ PRISIN.
Defiende el azteca rudo
Con un valor indomable,
El trorio de sus mayores
Y su hacienda
y
sus hogares.
Y defiende ms que todo,
Porque ms que lodo vale,
7;;
De su nacin infelice
Las augustas libertades.
Cuauhtemotzin valerosa
^
Resiste en plazas
y
calles,
De su terrible enemigo
Al escuadrn formidable
; }
Y resiste sus empujes,
Bien, como suele en los mares
Acorazado madero
De las olas el combale.
No abandona sus trincheras
Mas que cuando al suelo caen,
Ni desampara sus fosos
Sino henchidos de cadveres.
Empero, desesperado.
Mira que la muerte abate,
Como en los campos la cha
Siega la hoz incansable,
la florde sus guerreros,
Murallas de su estandarte.
\'
!
.
V^yy'^^'
294
Y los nobles que pelean
En torno suyo leales.
Comprende al cabo el monarca
Al comenzar una tarde,
De angustia lleno por dentro,
Por fuera de lodo
y
sangre,
Que sus abatidas tropas.
Escasas
y
miserables,
Si combatiendo no mueren
Vctimas sern del hambre.
Con Tecuichpotzin su esposa,
Que es de sus cuitas el njel,
Se acoje dbil piragua,
Presa el alma de coraje,
Y al puerto de Tlaltelolco
Vuela, sin imajinarse
Que en l Sandoval lo espera
Para impedir que se salve.
*
>';
Cruzando van por el lago
Como bandadas de aves,
En rpidos barquichuelos
De todas formas
y
clases,
Mujeres, nios, ancianos
Y vencidos militares,
Que huyen de la soldadesca,
Del incendio
y
del pillaje.
Sandoval con otros muchos
Corona por todas partes
El exiguo embarcadero
De Tlaltelolco,
y
que pasen
Impide los fujitivos
C*-'
Que en tan apurado trance,
Al remo, tan slo, fian
Sus vidas
y
sus caudales.
*
Cuauhtemotzin llega al puerto,
Mas no sin que lo rechacen,
Y all de nuevo la lucha
Se traba en solemne instante.
Mas guiso su buena estrella
Que, entre otras muchas, burlase
Su piragua la custodia
De los rudos capitanes
;
Y veloz como las garzas,
Hiende los rojos cristales .
De la laguna, ya libre .
De su enemigo juzgndose. ^;^
Pero Garca de Holgun,
V
Que en las insignias reales
Le ha conocido, bien pronto
Con su escuadra le da alcance.
Entonces el rey, del fondo
De su embarcacin alzndose,
Dirige impotente al cielo
Una mirada salvaje
;
De su pecho en lo profundo,
Porque su rostro no salte,
Guarda su dolor, que apenas
Dentro de su pecho cabe.
Sus flechas arroja al viento,
Su lanza pedazos hace,
Y echando al agua los remos.
Le dice Holgun con voz grave :
"Soy tu prisionero; slo
Pido que la reina trates
^
Cual corresponde su sexo.
"Jt*^r^"-'-
290
Su condicin
y
su clase."
Y pasando con su esposa
la castellana nave,
Se vio una sombra de muerte
Cubrir su augusto semblante.
^.:^-_^^
ROMANCE III
LA ENTREVISTA. ,,'
Algunas horas ms tarde,
En una grande azotea,
Tapizada con alfombras -i
De Espaa
y
finas esteras,
En medio la cual no h mucho
Que est servida una mesa
Con exquisitos manjares
Y ricas frutas cubierta,
su ilustre prisionero
V
Hernando Corts espera,
De gozo intenso abrumado
Y de curiosa impaciencia.
Al fin aparece el hroe,
;
Y con lento paso llega
su vencedor, que grave
Le saluda
y
se le acerca.
"Maltzin, cuanto he podido,
Exclama el monarca azteca,
Hice por mi augusto trono,
Y de mi pueblo en defensa
;
Mas su alto favor los dioses
Me negaron
y
an me niegan :
Ya estoy en tus manos, puedes
Hacer de m lo que quieras."
Y de Corts en el cinto
Viendo
un pual :
"
con esa
F."
298
'
*'i
Arma qutame la vida,
Que es para m tan molesta,"
Aade,
y
retrocediendo
Algunos pasos, espera
Con majestad soberana,
Del vencedor la respuesta.
Entonces el castellano
Le dice afable :
"
No temas,
Que quien con honor se porta,
Es justo que honores tenga.
Como un valiente has luchado,
El valor siempre se premia,
Y de nosotros no esperes
Ni vituperios ni ofensas."
Luego del rey se despide,
Que lo traten bien ordena.
Le repite sus palabras,
Sus promesas le renueva.
Y... vanas fueron por cierto
Tan seductoras promesas
:
301
?
Su viaje postrer las aves
De las montaas emprencfen,
Llevando su bolo ltimo,
Al dbil nido que tejen.
Mansa la niebla
y
tranquila
Sobre los llanos desciende,
Y plegan las mariposas
Lnguidas las alas leves.
Todo convida al reposo
En aquella hora solemne,
Todo es tierno, todo es dulce.
Todo es tristemente alegre.
Empero en esos instantes
De misterioso deleite.
Entre las sombras un crimen
Se prepara lentamente.
En una estancia pequea,
la luz msera
y
tenue
De un viejo candil mohoso,
Que de un bajo techo pende;
Con el fnebre aparato
Que el caso horrible requiere.
Se ha preparado el tormento
Que el noble rey sufrir debe.
Ante una mesa cubierta
De un encarnado tapete,
Con duro ademn siniestro
Estn sentados tres jueces;
Enhiesto
y
enmascarado
Se mira de ellos enfrente,
Un verdugo, aunque verdugos
Eran todos los presentes,
y al travs de las rendijas
De una estera que mantiene
i.i'i.klr-l.
302
La puerta oculta,
y
un patio
Da segn lo que parece,
Pues de vez en cuando el aire
bocanadas la mueve,
De una hoguera jigantesca
Se mira el fulgor perenne,
Y de espadas
y
rodelas,
Cascos, corazas, broqueles
Y lanzas, se ven por ltimo,
Tapizadas las paredes.
Dos enlutados sayones
Conducen al rey en breve,
AI cual sigue un tlaxcalteca
Que ha de servirles de intrprete.
interrogarle comienzan
Y sorprenderlo pretenden,
Y de cuanto le pregunten
Le intiman que nada niegue.
Pero el famoso caudillo,
Que no temi ni la muerte.
En el silencio se obstina,
Como si de mrmol fuese,
Y rabiosas
y
cansadas
Aquellas furias crueles,
De la enrjica entereza
De su vctima inocente,
Se apoderan de ella al punto,
Con vil alma
y
faz alegre
;
Entrambas manos le fijan
la espalda fuertemente;
Y sujetndole un potro
Con vigorosos cordeles.
Los desnudos pies le baan
Con resina
y
con aceite
;
303
Y bajo de ellos, muy cerca,
Un vivo fuego sostienen,
Para que en duro martirio
Se calcinen lentamente.
*
El cacique de Tlacopan,
quien le cabe igual suerte,
Se torna su rey,
y
en ayes
Su dolor le hace presente.
Cuauhtemotzin, que sin calma
Le escucha, el semblante vuelve
Hacia l,
y
con duras frases,
Indignado, lo reprende.
Piensas que estoy en un bao
entregado algn deleite?
Le dice,
y
su labio fro ,
Como en antes enmudece.
306
Todo eso en un breve punto
sus ojos se presenta,
Y nublados por las lgrimas
Los baja al suelo, los cierra,
Como si dentro de su alma,
Vindolo todo siguiera
;
Y de aquel sitio arrancndose,
Prosigue su marcha lenta.
la provincia de Aculara,
Despus de jornadas luengas,
De miserias
y
trabajos,
Corts
y
los suyos llegan.
En este lugar le anuncian
Que formidable
y
secreta
Conjuracin ya sus redes
Extiende entre los aztecas.
Que es Cuauhtemotzin el jefe
Torpe lengua le revela,
Y que ha de estallar bien pronto,
Si pronto no lo remedia.
Temeroso el castellano,
Da la noticia por cierta
;
Al rejio cautivo juzga
;
Y la muerte lo condena.
k
*
Hmeda est la maana,
Plida amanece,
y
niega
El sol sus rayos de oro
Y su esplendpr la esfera.
Dispersas al pi de un monte
Se ven las humildes tiendas
De un campamento,
y
trechos
"v-"-:^^
": ;-
307
An las fogatas humean.
Sobre la tienda ms alta
El pendn de Espaa ondea,
Seor de cielos tan puros
Y de tan vrjenes selvas
;
Pendn que del mundo todo
Soberbio se enseorea,
"^^^
I
Lstima es que sus colores
Un instante se oscurezcan 1
312
-
"Sus,"" las armas!" grita en la ribera
Mancebo audaz, alzando la cimera
Del pavonado casco... "Por Castilla!"
Y un viva reson, tal como suele
El retumbar siniestro
Del trueno pavoroso,
Que en la revuelta esfera se dilata.
Lo mismo que bramando se desata
El aquiln saudo,
El altivo escuadrn parti lijero,
Embrazados la lanza
y
el escudo,
Al redoblar del atambor guerrero;
No sin tornar al golfo la mirada,
All donde orgullosa se meca
En las primeras horas de aquel da,
la risuea luz de su alborada,
Del ave alegre la primera nota,
Del jil marinero los cantares.
Juguete de los vientos tutelares.
Hija del 'mar, la castellana flota...
Corred, valientes, la lucha fiera;
Detrs la madre patria; vuestra vista,
El pomposo laurel de la conquista
;
Los campos ignorados
Donde teji, riendo placentera,
Las cunas de sus glorias, Primavera,
Con las eternas flores de sus prados.
Y era Corts, el que llevado slo
De su marcial instinto.
Guando brillaba ya de polo polo
El sol de Carlos Quinto,
Iba al fuerte clamor de la victoria,
Con su espada no ms,
y
su fiereza^,
_,.
313
Sin corona
y
sin cetro,
igualar en los fastos de la historia
La majestad del Csar con su gloria,
La grandeza de un Rey con su grandeza.
Y era Corts !.., Marchando valeroso
Lo imposible sus pies avasallaba,
Luchaba con los suyos
y
triunfaba
Contra el poder inmenso del coloso.
Si pudo Moctezuma
XC ; c:
Con su injenio vencer, an le esperaba
Tranquilo el corazn, fuertes las manos,
El hroe de los hroes mejicanos!...
Prstame, inspiracin, tu sacro numen.
Enciende mi alma en ardorosa llama,
Y la vibrante trompa de la fama
;:
En las hondas del rpido elemento
Deje suelta la voz... el aire atruene,
Y en pico cantar mi pensamiento
Con enrjica rima el mundo llene.
Firme se apresta la Imperial Seora
Del poderoso Anhuac, la lucha;
El caudal de sus armas atesora,
Y el son guerrero del clarn escucha
!
Tiende sobre ella el pavoroso manto
La lbrega
tiniebla, no se abale
Su sien altiva la inconstante suerte,
Y resuelta lidiar hasta la muerte,
Lanza sus bravos hijos al combate
!
Y el batallar comienza pavoroso,
Corre la sangre en ro caudaloso,
Arde en las plazas la siniestra hoguera.
Se ve su luz desierta la trinchera
Y henchido de cadveres el foso.
Obras poticas. 18
31^
Todo es jemidos
y
ayes el espacio,
Juntos crujen la choza
y
el palacio,
Y se alza el sol de Oriente,
Y se hunde en Occidente,
Y pasa un da
y
otro,
y
otro da
Se oculta,
y
todava
Sangre refleja en su nublada frente!
Y sangre se refleja
En la plida faz de la alta luna,
Si es que el humo su luz el paso deja
Para quebrar su rayo en la laguna!
Nios, mujeres, dbiles ancianos
Atraviesan las calles solitarias.
Alzan hambrientos temblorosas manos,
En el cielo se pierden sus plegarias,
Y mueren entre escombros
Al fulgor de cien teas funerarias!
Cuauhtemolzin no cede, airado empua
La sangrienta macana, que se embola
Del castellano en la acerada cota.
Intil resistir!... la muerte trueca
Cadver por cadver...
y
tirana.
La sangre jenerosa del azteca
Mezcla en los surcos con la sangre hispana.
Intil resistir!... fuerte
y
altivo
Digno de su rival, quien esquivo
El hado la faz vuelve, est el guerrero,
El castellano fiero.
Que Marte hurt la ponderosa lanza
Y el invencible acero,
Rayo fuljente que encendi la gloria
Y entre el rudo fragor de la matanza
Arranca el verde lauro la victoria
!
318
-
'
: .^^
I
Oh, qu intenso dolor! por qu crueles
Tristes recuerdos la memoria trae ?
Por qu mi alma suspira
Y en medio del pesar que la conmueve
Fnebres cantos la mente inspira
Que modular el labio no se atreve?
Por qu el desventurado peregrino
Que en arenal extenso
Vctima fu de horrible sed ardiente,
Guando llega al fnal de su camino
.
Y el borde toca de anhelada fuente,
Y apaga el labio ansioso
En el manso cristal de su corriente,
An todava del afn pasado
Conserva el doloroso
Recuerdo triste,
y
con tenaz empeo
Viene turbar las horas de su sueo?
Por qu jams el pecho venturoso
Ha de gozar de su presente en calma?
Slo recuerdos en la mente caben?
319
Tal vez estallara
Ahogado en su prisin por el quebranto,
Si no viniera consolar su pena
El copioso raudal de nuestro llanto
!
El astro ardiente al despuntar del da
Tornasolaba con su luz brillante s,
Los verdes campos de la patria ma.
La tortolilla amante
Despertaba feliz
y
sin congojas,
-;
Abandonando el nido,
Entre el follaje de nacientes hojas
De las flexibles ramas escondido.
Ay ! todo renaca los primeros
Ecos del bosque, los alegren cantos
Del jil ruiseor en la espesura;
Mientras en vagos jiros
Meca los tallos de la flor temprana
Y oreaba el cliz de la tierna rosa
El aura virjinal de la maana.
Y en medio de tan plcida armona,
Guando todo riendo en torno mo
;
Su cantiga sonora le ofreca
Al Hacedor de la creacin despierta,
Sobre un lecho tristsimo
y
sombro
Mi madre estaba muerta...
Quin pudiera tornar indiferente '
:'
Los ojos al pasado !
320
..
;.... .^/
Me parece escuchar, nico alWio
Del corazn en lgrimas deshecho.
An me figuro ver su blanca frente,
Aquella frente pura,
Donde mil
y
mil vecfis dulcemente
Grab sus huellas mi pueril ternura.
Y an miro su mejilla
Plida
y
trasparente,
Gomo el tronchado lirio que en la orilla
De la cegada fuente,
Perdi el matiz con que el Abril florido .
El cliz de las flores engalana,
Al soplo aleve de las auras fras
Que marchitaron su beldad lozana.
Gomo detrs de lbrego nublado
Desaparece el disco de la luna
;
Gomo en maana plcida
y
serena
De pronto la importuna
Niebla copiosa nuestros ojos cubre,
El bosque alegre, la campia amena,
Las torres del lejano casero,
La lmpida laguna,
Y la montaa altsima
y
el ro,
As despareciste de este mundo
En malhadada horal...
Gomo pudo el destino despiadado
Gerrar tus ojos la luz, seora?
I
Oh tierna madre ma
!
324
Que si esa tierra privilegiada
Que vas cruzando,
Ardiente sangre tras lucha odiada
Bebe angustiada
De amor llorando,
^
Esa sirena se desespera
Y entre los ayes de su ansiedad,
Entona un canto por la ribera...
326
Venciendo las edades,
Sobre los negros campos del olvido.
Gloria al poeta ! En extranjero suelo
Guarda la fra tumba sus despojos
;
Cmo
luchan placeres
y
dolores
Ahogando
al corazn
y
no le matan
!
Voy
tornar verte
oh suelo hermoso !
328
Y de nuevo mi vista alborozada,
v-
Contemplar tu cielo de zafiro,
'
Tu sol de oro
y
tus agrestes palmas.
Ver cruzando el aire a tus cantores
Al brillar el aljfar en las ramas.
Ver el matiz de su irisada pluma
Cuando el verdor de la campia esmaltan
Y al resonar sus ecos vespertinos
En medio de la selva solitaria,
Con mudo labio aprender sus cantos,
Caer en el polvo, de mi mano el arpa.
III
All detrs de esa rosada nube
Que envuelta en tornasoles se levanta.
Est la aurora que las puertas abre
Del rojo oriente, con su mano blanca
;
All detrs la tropical hermosa
Tendida sobre campos de esmeralda,
Remojando en el mar la vestidura
De nivea espuma
y
de jazmn orlada.
Tus alas de vapor sacude altiva.
Gaviota de los mares ! Calma I calma
Esta viva ansiedad que me tortura,
Y dame el aire que mi seno falta.
Vuelva ms, vuelva ms n, n ! detente,
Detente un punto, por piedad,
"
Cleopatra
Para 1 no ves que el pensamiento mo.
Trmulo de emocin, plega sus alas?
No miras que una lgrima mi ojos
Brota el placer
y
mis mejillas baa ?
Amaina, por piedad, amaina, espera,
Deten, que el pecho respirar no alcanza !.
Esa es Mirad como arjenlada cinta
Reverberar la suspirada playa
^
329
V-
All est Yucatn! Bendita seas,
:^^::
Patria del corazn, amada patria
! ^
'
Dame el aroma de tus blancas flores,
Dame* el ambiente de tus tibias auras,
.
Dame el beso de amor de tus orillas
En cambio de ese amor, te traigo el alma !
)'
10.
'x-
i'.;
.v r
.
,;
;. 'i- '
A LA MEMORIA DE UN ANJEL
Cunto jugamos un tiempo
Feliz,
mi pobre Adriana !
Era yo entonces muy nio,
T muy nia,
y
bella
y
candida.
Eras t de nuestra madre
La joya ms estimada
;
Porque eras t la ms buena,
Porque era el cielo tu patria
!
Recuerdo que muchas veces
Te hice verter muchas lgrimas,
Y era que yo no saba,
Y t tambin lo ignorabas,
Que el llorar es cosa triste,
Que el llorar es cosa amarga,
Y que el llanto de los nios
En vez de ser llanto es agua.
11
Y eras nia todava,
Muy nia,; pobre Adriana!
Guando una tarde,
oh, qu tarde
!
Saliste de nuestra casa.
.:"i?ri'
'i^.
f.
:
Yo te vi seria, muy seria
;
Y, como las rosas blancas
Que el sol marchita en los campos,
Te vi plida, muy plida.
V r
*
Sin decir
"
adis" saliste,
Sin decir una palabra ;
Nosotros
"
adis
"
dicindote,
Y t callada callada.
Todos al verte lloramos.
Ay! slo t no llorabas!
Porque saliste dormida,
Porque saliste sin alma.
III
:;K^---.:
^'
"
No esperen ms, hijos mos,
la pobre de Adriana;
,
,
Se la llevaron los njeles.
Porque en el cielo hizo falta!
"
Inocentes! esperbamos
Que volveras casa;
,.
Y al escuchar ese acento
Perdimos toda esperanza.
Yo vert llanto copioso,
Que mis mejillas baaba,
Y al rodar sobre mis labios
Una tras otra mis lgrimas,
Sent, por la vez primera
Que aquella vez no eran agua,..
Sentlas correr ardientes
!
Sentlas correr amargas
!
332
IV
Cunto jugamos un tiempo
Feliz,
mi pobre Adriana
!
todo lo s!
^v*-
Pero si acaso un da te arrepientes, ^?v
Ave canora, ven;
;^
Aqu est el lecho de esmeralda
y
oro
.
"
Que te mir nacer
;
Aqu estn el estanque, la hortaliza,
,
La ruinosa pared,
i
Y el cercado cocal, donde volaste
1^ V
Por la primera vez,
:':
'
Aqu est todo cuanto t queras,
::'
]'-''
Aqu mi amor tambin;
(1;
Yo no te olvido nunca
si padeces,
No dejes de volver!
*. .
New York, Julio 18 de 1883.
.'v?V
^ ^
:> f ;-f
\
A MANUEL OGARANZA
Luz
y
tinieblas, todo,
Todo revuelto en confusin
y
espanto,
En el tallo la flor, debajo el lodo,
Risa en la boca
y
en el alma llanto.
Unas veces el roble en la montaa,
Otras la dbil caa,
Peasco inmoble, vagabunda arista.
Ola del mar, arena del desierto,
Un da inspiracin, asombro, artista...
Al otro da un muerto !