Este documento define la cultura ciudadana como el conjunto de valores, actitudes y comportamientos relacionados con la convivencia y el ejercicio de la ciudadanía. Explica que la cultura ciudadana se refiere a aspectos específicos de las relaciones sociales que forman parte de la cultura general. Además, distingue entre tres sistemas que regulan la conducta: la ley, la moral y la cultura. La armonía entre estos sistemas ocurre cuando hay aprobación de lo legal y desaprobación de lo ilegal, mientras que el divorcio su
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Este documento define la cultura ciudadana como el conjunto de valores, actitudes y comportamientos relacionados con la convivencia y el ejercicio de la ciudadanía. Explica que la cultura ciudadana se refiere a aspectos específicos de las relaciones sociales que forman parte de la cultura general. Además, distingue entre tres sistemas que regulan la conducta: la ley, la moral y la cultura. La armonía entre estos sistemas ocurre cuando hay aprobación de lo legal y desaprobación de lo ilegal, mientras que el divorcio su
Este documento define la cultura ciudadana como el conjunto de valores, actitudes y comportamientos relacionados con la convivencia y el ejercicio de la ciudadanía. Explica que la cultura ciudadana se refiere a aspectos específicos de las relaciones sociales que forman parte de la cultura general. Además, distingue entre tres sistemas que regulan la conducta: la ley, la moral y la cultura. La armonía entre estos sistemas ocurre cuando hay aprobación de lo legal y desaprobación de lo ilegal, mientras que el divorcio su
Este documento define la cultura ciudadana como el conjunto de valores, actitudes y comportamientos relacionados con la convivencia y el ejercicio de la ciudadanía. Explica que la cultura ciudadana se refiere a aspectos específicos de las relaciones sociales que forman parte de la cultura general. Además, distingue entre tres sistemas que regulan la conducta: la ley, la moral y la cultura. La armonía entre estos sistemas ocurre cuando hay aprobación de lo legal y desaprobación de lo ilegal, mientras que el divorcio su
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CULTURA CIUDADANA
UNIVERSIDAD FRANCISCO DE PAULA SANTANDER OCAA
FACULTAD DE EDUCACION ARTES Y HUMANIDADES PLAN DE ESTUDIO COMUNICACIN SOCIAL COMUNICACIN Y CULTURA CIUDADANA CUARTO SEMESTRE.
Profesor: Yesid Ramrez Gonzlez
1. CULTURA Y CULTURA CIUDADANA Pocos trminos tienen tal variedad de significados en la literatura acadmica, en los medios de comunicacin y en el habla comn como la palabra cultura. Una acepcin corriente la vincula con el arte, la literatura y la produccin intelectual. Una visin antropolgica muy extendida entiende la cultura como una totalidad en la que se integran instituciones, practicas, valores, smbolos y productos humanos. De all se ha partido para agregar al trmino toda clase de complementos, tanto en el lenguaje acadmico como en el lenguaje comn, y se habla de una cultura empresarial, una cultura institucional, una cultura poltica, e incluso una cultura del dinero fcil. Aqu, sin embargo, se entender el concepto de cultura simplemente como los valores, las creencias, las suposiciones, las actitudes y las percepciones que orientan el comportamiento de las personas.
El comportamiento se entiende como parte integrante de la cultura y, por lo tanto, se asume que esta no es algo subjetivo. As como hay diversidad cultural en el sentido de que existen diversas culturas, dentro de una misma cultura tambin se presentan diversidad de valores, creencias, comportamientos, dimensiones comunicativas, etc., en relacin con un mismo aspecto de la vida econmica, poltica o social. La cultura ciudadana se refiere entonces a un conjunto especifico de aspectos de las relaciones sociales, que forman parte de la cultura como un todo. Tales aspectos abarcan aquellos valores, actitudes y comportamientos que tienen que ver con la convivencia y el ejercicio activo de la ciudadana. El concepto de cultura ciudadana se defini en el Plan de Desarrollo de Bogot Formar Ciudad 1995- 1997, como el conjunto de costumbres, acciones y reglas mnimas compartidas que generan sentido de pertenencia, facilitan la convivencia urbana y conducen al respeto del patrimonio comn y al reconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos. Esta definicin se complementa con la idea de que las acciones de cultura ciudadana deben incidir sobre la manera como los ciudadanos perciben, reconocen y usan los entornos sociales y urbanos y como se relacionan entre ellos en cada entorno. Cada individuo forma parte de diversos entornos La estrategia Forjar una cultura para la convivencia, se refiere a la cultura as entendida. Desde la familia hasta un partido poltico, un sindicato o un club deportivo. La percepcin y el reconocimiento de tales entornos es lo que se llama sentido de pertenencia. Cada entorno tiene sus reglas, que el individuo debe observar para usarlo adecuadamente, es decir, para apropirselo, respetando su ordenamiento y su carcter de patrimonio comn. La manera en que los ciudadanos se relacionan entre si en cada entorno, es decir, la convivencia, depende del cumplimiento de las normas propias de ese entorno y de la capacidad de los ciudadanos de concertar acuerdos y dirimir conflictos pacficamente.
LEY, MORAL Y CULTURA El principio sobre el cual se basa el concepto de cultura ciudadana es la existencia de tres sistemas reguladores de la conducta: la ley, la moral y la cultura. Es posible hacer una distincin seala Antanas Mockus entre tres tipos diferentes de reglas o normas: las jurdicas (las leyes), las morales (o de la conciencia) y las culturales (las que comparte una comunidad informalmente). En esencia, los actos de un individuo pueden estar regulados ya sea por el respeto a la ley o el temor a las consecuencias de infringirla, las convicciones personales sobre lo bueno y lo malo (moral), o la costumbre sancionada socialmente (cultura). La regulacin legal obedece a diferentes tipos de motivaciones, segn la naturaleza de cada individuo. Uno puede obedecer la regulacin legal explica Mockus porque le parece admirable, porque admira la manera como ha sido creada o como es aplicada, o porque admira sus efectos. Algo admirable en la ley colombiana es, por ejemplo, la existencia del debido proceso, que exige argumentos y pruebas para condenar a una persona, quien quiera que esta sea. Otra motivacin para obedecer la ley es la comprensin de su conveniencia o necesidad.
As pues, cuando una persona se asegura peridicamente de que su vehculo no emita gases contaminantes, como lo obliga la ley, lo hace tambin porque comprende que esta restriccin normativa es para su propio beneficio y el de su comunidad. De la misma manera, un individuo puede obedecer la ley porque considera que es un deber hacerlo, aun cuando no est de acuerdo con ella. A estas motivaciones se agrega, finalmente, la obediencia de la ley por temor a la sancin legal, la multa o la crcel. Pasar por alto un semforo en rojo puede quedar en la impunidad ante la inexistencia de un agente de polica o de cmaras de vigilancia. Sin embargo, aun sabiendo esto, ms de 95% de los conductores en Bogot se abstienen de hacerlo, ya sea porque son conscientes del peligro implcito o porque consideran que es su deber respetar las seales de transito.
La regulacin moral, ligada a la autonoma personal y a la formacin del propio criterio, permite que la obediencia a las normas se derive del placer que produce obedecerlas o del sentido del deber; es decir, de la satisfaccin que produce ser coherente con los propios principios. Adems de la gratificacin personal, las personas pueden obedecer las normas morales por temor al sentimiento de culpa que les genera no hacerlo. La regulacin cultural, por su parte, corresponde a las normas del grupo o la sociedad a la que se pertenece. Se refiere por ejemplo, a la forma de vestir o a la manera de dirigirse a los dems. En este caso, la motivacin para cumplir con este tipo de normas puede provenir del deseo de aceptacin o reconocimiento por parte del grupo, o del temor al rechazo y la censura Todo comportamiento puede ser regulado por uno o ms de estos tres sistemas. Matar a alguien, por ejemplo, est prohibido por la ley y por la moral, a la vez que se considera una conducta socialmente reprochable. Pero algunos comportamientos, para los cuales existen reglas sociales (los malos modales en la mesa, por ejemplo), no tienen normas legales que los regulen. Existen tambin comportamientos prohibidos legalmente, como robar, que pueden, bajo ciertas circunstancias, recibir aprobacin social. ARMONA Y DIVORCIO ENTRE LEY, MORAL Y CULTURA
Los individuos y las sociedades se caracterizan por su gran diversidad moral y cultural, y por ese motivo, por la multiplicidad de reglas y normas morales y sociales que los rigen. La existencia de diferentes religiones en una misma sociedad, por ejemplo, implica variaciones entre los preceptos que guan el comportamiento de ciertos grupos sociales frente a otros. Asimismo, comportamientos reprochables entre los adultos, como pintarse el cabello de colores extravagantes, pueden ser perfectamente aceptables entre la juventud. En la ley, sin embargo, no puede restringir este tipo de diversidad. La ley debe ser la misma y aplicarse por igual para todos. Bajo esta suposicin puede hablarse de armona o divorcio entre ley, moral y cultura. Una u otra se dan segn exista o no correspondencia entre los tres sistemas reguladores. En palabras de Mucus, la armona de ley, moral y cultura podra definirse como la conjuncin entre la desaprobacin moral o cultural de comportamientos ilegales, y la aprobacin moral y cultural de las obligaciones legales. Por otro lado, hay divorcio cuando comportamientos ilegales son aprobados por la moral o la cultura, o cuando las obligaciones legales son censuradas por la moral o la cultura. La armona o el divorcio entre los tres sistemas reguladores se entienden, por tanto, en referencia a la ley. De existir una cultura de la ilegalidad, esta se definira como la aprobacin social y/o moral de comportamientos ilegales, y constituira el caso extremo de divorcio entre ley, moral y cultura. La ley no regula todos los comportamientos, ni podra hacerlo; pero esto no significa que todo aquello que la ley no prohbe este permitido. Los comportamientos tambin pueden ser regulados mediante normas morales o culturales. As, comportamientos muy significativos en trminos de ciudadana, como las conductas solidarias y tolerantes, llevan una considerable carga de aprobacin social y moral, en tanto que las conductas opuestas, o la indiferencia, generan rechazo, desaprobacin o culpa.
CULTURA CIUDADANA Y CONSTRUCCIN DE CIUDADANA
El concepto de cultura ciudadana tiene estrecha relacin con ciertas ideas de la ciencia social contempornea, relacionadas con el papel de los ciudadanos como sujetos activos. La ciudadana en la comunidad cvica, escribe Robert D. Putnam, tiene su impronta, en primer trmino, en la participacin activa en los asuntos pblicos. Esto no supone renunciar a los intereses personales, aade Putnam, siempre y cuando tales intereses se definan dentro del contexto de necesidades publicas ms amplias. Para este autor la ciudadana tiene como presupuesto adicional la igualdad de derechos y obligaciones para todos. Segn l, la comunidad cvica se mantiene unida por relaciones horizontales de reciprocidad y cooperacin, y no por relaciones verticales de autoridad y dependencia.
Adems de ser activos, tener espritu pblico y estar en igualdad de condiciones, los ciudadanos virtuosos de una comunidad cvica son colaboradores, respetuosos y confan unos en otros, aunque difieran en asuntos de importancia. Si bien la comunidad cvica no tiene que estar libre de conflictos sus ciudadanos mantienen puntos de vista slidos sobre los asuntos pblicos , son tolerantes frente a sus opositores.
En una lnea de pensamiento semejante a la de Putnam, Will Kymlicka y Wayne Norman han llamado la atencin sobre el hecho de que el vigor y la estabilidad de la democracia no dependen solamente de su estructura bsica sino tambin de las cualidades y actitudes de los ciudadanos . El Estado, anotan, es incapaz de garantizar los derechos y satisfacer las necesidades de los ciudadanos si estos no abandonan la ciudadana pasiva y se convierten en sujetos activos. Esto supone participar en la vida publica y desarrollar virtudes cvicas que comprenden virtudes generales como el respeto por la ley y la lealtad; virtudes sociales como la independencia y la apertura mental; virtudes econmicas como la tica en el trabajo y la adaptabilidad al cambio econmico y tecnolgico; y virtudes polticas como la capacidad de reconocer y respetar los derechos de los dems, la capacidad de evaluar el desempeo de quienes ocupan cargos pblicos y la disposicin a participar en el debate pblico.
Dichas virtudes cvicas, necesarias para el ejercicio responsable de la ciudadana, coinciden y se complementan en gran medida con las virtudes que exige la convivencia, y que forman parte del concepto de cultura ciudadana: respeto por ciertas normas mnimas de convivencia, por el patrimonio comn, por el buen uso del espacio pblico y por la ley; as como tolerancia, participacin en los asuntos pblicos y corresponsabilidad. Las virtudes cvicas se aprenden en la escuela, segn CULTURA CIUDADANA Y DESARROLLO ECONMICO, POLTICO Y SOCIAL
Existe una clara correlacin entre la calidad de la convivencia y los rasgos que distinguen la ciudadana en la comunidad cvica, como la caracteriza Putnam, y el desarrollo econmico, poltico y social de una nacin. Por lo general, en un pas con elevado ingreso per cpita y altos niveles de vida; con bajos niveles de pobreza y miseria; con buena infraestructura y alto desarrollo industrial; y con un Estado que funciona de manera eficaz y transparente capaz de proveer servicios de educacin y salud a toda la poblacin, los ciudadanos son ms respetuosos de las normas de convivencia y de la ley, ms solidarios, confan ms en los otros y en las instituciones, se sienten ms orgullosos de su sociedad y ms seguros, que en pases donde no se presenten tales condiciones. Lo anterior supondra que la comunidad cvica o en nuestros trminos una sociedad con altos niveles de cultura ciudadana es, simplemente, un efecto del desarrollo econmico. Sin embargo, es posible demostrar que esta correlacin no es forzosa. En Italia existen diferencias importantes entre el norte y el sur. El norte es hoy ms industrializado y cvico que el sur; pero esto no siempre ha sido as. En el ltimo milenio, el sur de Italia ha igualado, e incluso superado, los niveles de desarrollo econmico del norte. Por el contrario, el norte ha mantenido sistemticamente su republicanismo y su civismo y, como consecuencia, ha disfrutado de gobiernos ms democrticos y abiertos. As pues, la riqueza social no es prerrequisito para que impere la convivencia pacfica y se desarrolle la ciudadana. Por el contrario, ciertos rasgos de la cultura, entre ellos los que podran identificarse como cultura ciudadana y ciudadana en una comunidad cvica, son potentes motores del desarrollo econmico, poltico y social. La confianza, una moralidad individual que impulse a los individuos a vivir dentro de los lmites de la ley y asumiendo sus responsabilidades sociales, una alta valoracin del trabajo, una actitud creativa e innovadora, el orden, la puntualidad, el reconocimiento de la supremaca de la ley, el pluralismo y la democracia, son caractersticas sociales que impulsan el desarrollo; caractersticas culturales contrarias lo retrasan u obstaculizan.
En consecuencia, para que exista desarrollo y riqueza social, es necesario que se presenten condiciones culturales que los favorezcan. Cuando los rasgos culturales de una sociedad presentan obstculos a la convivencia, a la construccin de ciudadana, a la democracia, al desarrollo econmico y a la generacin de riqueza social, la clave est entonces en el cambio. En un incesante proceso de retroalimentacin, el cambio cultural impulsa el desarrollo econmico que, a su vez, impulsa el desarrollo cultural y la democracia.
ES POSIBLE EL CAMBIO CULTURAL PROMOVIDO POR EL ESTADO?
Sobre los anteriores supuestos, es necesario preguntarse si es posible que el Estado generare cambios en la cultura. Especficamente, si una poltica pblica puede producir cambios en los valores, las creencias, las actitudes y los comportamientos que obstaculizan la convivencia pacfica y la construccin de ciudadana, y promover aquellos que las facilitan. Las transformaciones experimentadas por Bogot desde mediados de la dcada de 1990 dejaron una enseanza fundamental: un gobierno puede influir de manera exitosa sobre la cultura, con el fin de modificar ciertos comportamientos ciudadanos. La novedad de la experiencia de Bogot consiste en la adopcin de la cultura como punto de partida y campo de accin de una poltica pblica.
La opinin que tenan los bogotanos sobre su ciudad cambi de manera acelerada y radical. Mientras que en 1995 cerca de 75% de los ciudadanos consideraba a la capital de Colombia como un lugar malo o psimo para vivir; en 1998, 67% de los ciudadanos tenan la percepcin opuesta. Este cambio de opinin refleja, desde luego, las transformaciones experimentadas por la ciudad en aspectos tan fundamentales como la justicia social y la administracin pblica. Durante las ltimas administraciones la ciudad ha tenido notables avances en materia de infraestructura urbana, transporte masivo, espacio pblico, coberturas educativas y de salud, logros que en el curso de pocos aos produjeron un enorme salto cuantitativo y cualitativo en el aspecto fsico de la ciudad y en la calidad de vida de sus habitantes, particularmente de los ms pobres.
Tambin cambiaron las percepciones, actitudes y creencias de los habitantes de Bogot en cuanto a si mismos, a los dems, a la administracin y la propia ciudad como espacio fsico y como espacio social. En ltima instancia, cambiaron los comportamientos ciudadanos. Estos cambios culturales estn asociados, principalmente, con los programas y acciones desarrollados a partir de 1995, dentro del concepto de cultura ciudadana.
Los logros ms reconocidos de Bogot en materia de cultura ciudadana se encuentra en aquello que ha constituido uno de los principales objetivos de las administraciones recientes: la proteccin de la vida. En cuanto a los homicidios, de un pico de 80 por cada cien mil habitantes en 1993, Bogot paso a menos de 30 homicidios por cien mil habitantes en 2002. En esta materia las diferencias entre Bogot y el resto del pas son notables; si bien la tasa nacional de homicidios (sin contar a Bogot) present durante el mismo periodo, una tendencia a la disminucin, se mantuvo en niveles superiores a 55 homicidios por cien mil habitantes. En cuanto a las muertes por accidentes de trnsito, Bogot paso de 1.387 en 1995 a 697 en 2002, tendencia que se replic para las personas lesionadas por el uso de plvora en temporadas de fin de ao, que pasaron de 262 en 1993 a 61 en 2002.