El Concepto de Simpatía en David Hume
El Concepto de Simpatía en David Hume
El Concepto de Simpatía en David Hume
Disertacin final
Fecha: 15/12/14
Daniel Esteban Quiroz Ospina
subjetividad. La simpata conecta el entendimiento del individuo con los dems y contribuye a
formar su yo1, y con ello se convierte en la base de la sociabilidad y, por ende, de la moral. Si
bien Hume afirma esto ltimo en el tercer libro, no es algo que se haga evidente, pues la simpata
tiene muchos matices que es necesario destacar; sin embargo, el problema y la hiptesis ya estn
dados y es lo que vamos a mostrar en este texto. As, la pregunta que nos guiar es: cmo es
posible que el mecanismo de la simpata sea la base de la intersubjetividad? Lo responderemos en
tres pasos: 1) Describiremos el funcionamiento de la simpata a partir de las relaciones naturales.
2) Analizaremos este mecanismo con respecto a la relacin del yo con los otros; mostraremos
su papel en la creencia del individuo en la existencia de otras mentes. 3) Describiremos las
consecuencias de lo anterior en la intersubjetividad y miraremos cmo la simpata es una
influencia social.
2. El mecanismo. Simpata y relaciones naturales.
La importancia capital del concepto de simpata para explicar los fenmenos de las
pasiones y la moral se deja entrever, en primer lugar, cuando Hume afirma que la reputacin y el
buen nombre son consideraciones de gran peso en la vida de cada ser humano. Adems, la
tendencia a tener en estima las opiniones de las personas cercanas a nosotros y no de todas en
general deja entrever tambin que el fenmeno de la simpata tiene una cercana fundamental con
las relaciones naturales y espontneas del entendimiento humano. Para explicar esto ltimo hay
que dejar supuestas algunas cosas que an no son evidentes en la lectura de este problema en
Hume y que trataremos ms tarde, como la creencia del individuo en la existencia de estados
mentales ajenos; sin embargo, esperamos poder explicar el papel capital que juegan estas
relaciones espontneas de toda mente a la hora de tener ideas de los sentimientos ajenos y sus
posteriores impresiones, y tambin el hecho de que, segn la fuerza de estas relaciones, tambin
se puede hablar de grados de fuerza de la simpata, lo cual se confirma en 3.3.1.
Desde el principio de 2.1.11., Hume deja ver que sin la relacin de semejanza el fenmeno
de la simpata no sera prcticamente nada: hombres de gran juicio y entendimiento encuentran
muy difcil seguir su propia razn e inclinaciones cuando stas se oponen a las de sus amigos y
1 Yo que no es sustancial o perceptible como una impresin particular, tal como lo
muestra Hume en T.1.4.6, sino una personalidad formada por el conjunto de
pasiones, emociones y sentimientos morales del individuo.
compaeros habituales (T.2.1.11.2). Las opiniones de mis cercanos son importantes al punto de
influenciar las propias slo porque hay una relacin fuerte de semejanza acompaada de la
contigidad que implica su parentesco o cercana; sin embargo, hay relaciones ms dbiles de
semejanza que no requieren ms que el hecho de que el otro que me comparte sus sentimientos
sea tambin un ser humano al igual que yo. Tal semejanza, con lo simple que es, tiene dos
consecuencias fundamentales: forma primero algo tan importante y bien ponderado por Hume en
otros textos como el carcter de una nacin: A esto se debe la gran uniformidad que puede
observarse en el carcter y forma de pensar de las personas de una misma nacin (Ibd.). Por
otra parte es lo que permite la formacin de sentimientos morales que permiten juzgar el
comportamiento de todos sin que sea necesaria una cercana de parentesco o amistad; gracias a
ello, la simpata permite concebir un bien de la humanidad y nos proporciona la posibilidad de
aprobar naturalmente las acciones de los otros (T.3.3.1.10). As, para responder emocionalmente
a los dems, como lo afirma Annette Baier, nos formamos ideas de sus pasiones y emociones
(Baier y Waldow, 2008, p. 62), y ya que el mecanismo de la simpata implica la posibilidad de
convertir dichas ideas en impresiones, podemos decir que la fuerza de este mecanismo aumenta a
medida que el individuo encuentra ms cosas en comn con quienes simpatiza: vemos que all
donde existe, adems de la semejanza general de nuestra naturaleza, una peculiar similitud en
nuestra forma de ser, carcter, pas o lenguaje, todo ello facilitar la simpata (T.2.1.11.5).
Sin embargo, donde se nota ms la fuerza de la simpata, cambiante de persona a persona,
es en la relacin de contigidad. Si bien el individuo es capaz de formarse la idea de la pasin de
otra persona y convertirla en la impresin correspondiente, por ejemplo, el placer y orgullo de un
adinerado por sus posesiones (T.2.2.5), este proceso es ms notorio y poderoso si la persona que
me comparte sus emociones tiene una cercana especial. Los sentimientos de los dems tienen
poca influencia2 cuando esas personas no tienen relacin con nosotros; es necesaria la
contigidad para poder comunicar los sentimientos en toda su integridad (T.2.1.11.6). La
diferencia fundamental de esta segunda relacin natural estriba en la influencia que pueda resultar
de la simpata; aunque pueda recibir los sentimientos de cualquiera y comprenderlos, si el otro
slo tiene en comn conmigo el hecho de ser humano, es ms difcil que stos influyan en el
propio carcter; sin embargo, es claro que la posibilidad existe, pues de lo contrario no se podra
concebir un bien de la humanidad que genere sentimientos con los cuales hago juicios morales
2 Subrayado nuestro.
imaginacin el individuo buscar en su mente algo con lo que pueda comparar la pasin del otro;
la conversin de la idea en impresin implica que la simpata del individuo es una suerte de
imagen que representa la pasin del otro; no puedo sentir exactamente lo que siente el otro, sino
que siempre me baso en mi propia experiencia. Este aspecto de la causalidad en la simpata,
viendo el ejemplo esbozado, juega el papel de convencer a la imaginacin de la realidad de lo que
siente el otro (T.2.1.11.8) y de hacer de la idea impresin segn una imagen basada en nuestra
experiencia. Seguiremos hablando de ello ms tarde.
Por otro lado, el segundo aspecto en el que la causalidad juega un papel fundamental para
la simpata tiene que ver con la doble relacin de impresiones e ideas que posibilita que los seres
humanos tengamos pasiones indirectas. En pocas palabras, dicha relacin doble consiste en que la
idea de la causa de la pasin produce una impresin placentera o dolorosa; tal sensacin produce
la impresin propia de la pasin y sta se dirige a su objeto (otra persona o yo) que a su vez est
ligado a la idea de la causa de la pasin. Qu pasa cuando la pasin indirecta es causada por el
elogio o la censura de alguien ms? Hume razona teniendo en mente el orgullo y la humildad.
Quien realiza el elogio simpatiza con el orgullo de la persona a causa de algo; luego dirige el
encomio hacia l y ste simpatiza a su vez con lo que siente el otro al elogiarlo. Esta simpata le
genera un placer adicional y refuerza su orgullo. En este caso la doble relacin de impresiones e
ideas en el orgullo se ve reforzada por otra causa: el elogio del otro, que a su vez proviene de la
simpata de quien alaba hacia el orgullo primario del individuo. Es cierto, pues, que si una
persona se contemplase a s misma desde igual perspectiva en que aparece ante su admirador,
obtendra en primer lugar un placer singular, y luego un orgullo o satisfaccin propia, segn la
hiptesis antes explicada (T.2.1.11.9). La doble relacin que primero produce la pasin se ve
complementada con otra relacin doble que consiste en la simpata hacia la emocin y el placer
que siente el otro cuando elogia, lo cual produce una sensacin placentera, y un orgullo mayor,
igualmente dirigido al yo, pero esta vez ligado a la simpata por el elogio. As, se puede ver el
papel fundamental que juegan, primero, la causalidad en la simpata, y luego sta en las pasiones
indirectas. Tambin hablaremos de esto ms tarde. Lo que se puede decir ahora es que el papel de
las relaciones naturales en la simpata se ha hecho clara; se puede decir que la semejanza y la
causalidad la posibilitan, mientras que la contigidad le da ms fuerza y vivacidad en la mente
humana.
3. La simpata y la concepcin de otras mentes.
Nuestra explicacin de las relaciones naturales en la simpata dej por supuesto que el
individuo le concede una identidad a los dems y que concibe sus emociones, pasiones y
comportamientos producto de ellos como estados mentales pertenecientes a ellos. Ahora vamos a
mirar de qu manera la simpata es la encargada, en la imaginacin de la persona, de hacer que
sta conciba la existencia de otros yo. Haremos esto resolviendo dos problemas que se
presentan a esta posibilidad de la simpata: 1) Si ya Hume demostr que la identidad personal no
es ms que una ficcin de la imaginacin, cmo concebir ahora que se pueda otorgar existencia
a otras mentes? 2) Si la simpata no significa que sentimos las mismas pasiones de los otros, sino
que nos hacemos la idea y posterior impresin de stas a partir de nuestra propia experiencia,
cmo saber que efectivamente son experiencias de los otros? O en otras palabras, de qu
manera la simpata nos saca de nosotros mismos y nos hace ver a los dems como otros?
Cuando Hume piensa en algo as como el yo, no encuentra algo sustancial como
Descartes; no hay, segn el escocs, una impresin duradera que se pueda identificar como el
yo, sino que lo que se piensa siempre es una percepcin cualquiera que se ha tenido o se est
teniendo, pero que no permanece todo el tiempo en la mente; el yo no es ms que una coleccin
de percepciones ligadas por la imaginacin, y nos atribuimos una identidad gracias a la confusin
de la sucesin de percepciones semejantes con la invariabilidad y unidad (T.1.4.6.6). Esta unin
de percepciones, dice Hume, se da por semejanza y causalidad, y su punto de partida es la
memoria. Surgen pues las preguntas: si la identidad no es ms que un cmulo unido por la
imaginacin con base en la memoria, cmo aqulla une unas percepciones ajenas, de las que no
tiene plena conciencia como suyas, y las atribuye a otro individuo sin tomar como base su
memoria, pues no puede penetrar en ella? Podemos responder que, en primer lugar, cuando la
imaginacin de un individuo hace que ste se otorgue una identidad, no se limita al conjunto de
las percepciones pasadas que puede recordar, a su memoria. As, Hume afirma: Pero una vez
que hemos adquirido por la memoria esa nocin de causalidad, podemos extender ya la misma
cadena de causas y, en consecuencia, la identidad de nuestra persona ms all de nuestra
memoria, y comprender tiempos, circunstancias y acciones que hemos olvidado y que slo
suponemos que han existido (T.1.4.6.20). As como nos damos identidad ms all de lo que
recordamos, no necesitamos limitarnos a los recuerdos y percepciones actuales de la otra persona
para saber que ella ha tenido una historia y que es la misma persona desde que naci. Sin
embargo, en este caso ya se supone que las percepciones, actuales o no, son de ese otro. Por lo
cual, otra forma de responder es a travs de la existencia corporal, es decir, las percepciones son
asignadas a un cuerpo determinado que corresponde a la persona a quien identificamos; unos
seres cuyos cuerpos se asemejan a los nuestros y se comportan de formas semejantes a nosotros
debera bastar para otorgar identidad a los dems fuera de m; pero eso sera como admitir que el
yo es sustancial y est en el cuerpo, y dicho cuerpo humano, es tanto o ms cambiante que
cualquier objeto externo, lo cual lo hundira en las mismas dificultades y confusiones que Hume
le atribuye a la existencia de los objetos externos. Lo nico que queda es lo que Tony Piston
explica: Por un lado, Hume parece aceptar que el contenido de la mente de otra persona no es
inmediatamente percibido por nosotros y slo es conocido por sus signos o efectos (Piston,
1996, p. 258). En efecto, como se afirm ms arriba, uno de los momentos claves de la simpata
es que slo podemos percibir los efectos de la pasin en la otra persona; dichos efectos se reflejan
en sus expresiones y su comportamiento. Si bien el cuerpo no es el yo, ni es lo que atribuye
directamente la identidad, es en l en quien vemos esos efectos. Por tanto, hay una conexin
causal que va desde los signos que son efectos de la pasin, el comportamiento del otro, a la
atribucin de estados mentales que vendran siendo propios de esa persona y que se representan a
travs de dichos signos (Ibd.). La imaginacin concibe unas causas para esos efectos del
comportamiento; es por esto que Piston concluye: El punto crucial parece ser este: que en aras
de justificar la adscripcin de estados mentales a otros con base en su comportamiento debemos
haber descubierto una conjuncin constante entre estos tipos de causa y efecto (Ibd., p. 260).
Todo esto responde a los dos problemas planteados al inicio de este apartado; gracias a que
la imaginacin concibe la conjuncin constante de los efectos de las pasiones en el
comportamiento e infiere unas causas de ello, podemos justificar la atribucin de unos estados
mentales a otros yo, con todos los problemas que implica hablar de una identidad personal,
tanto propia como ajena. Gracias a esta creencia es posible la simpata. Ahora bien, cmo se
refleja esto la interaccin humana? Es lo que vamos a tratar a continuacin.
4. La intersubjetividad. La simpata como influencia social.
Una de las consecuencias ms fuertes de todo lo anterior es que la identidad humana, la
identificacin de estados mentales en uno y otro individuo, siempre se da con relacin a las
emociones de cada quien; ese conjunto de percepciones que se reflejan en efectos del
comportamiento, y no algo as como un ego sustancial o trascendental, es la base de la
identidad propia y de los dems. La mente se considera como un sistema causalmente
interrelacionado de percepciones (Baier, 1991, p. 129); entre ellas, las percepciones de la
mente, las pasiones se convierten en las que posibilitan la concepcin de una personalidad
individual, y como todas las percepciones son cambiantes e inestables, dicha personalidad
tambin es cambiante. El yo es complejo, cambiante, dependiente de otros para poder ser, para
su vida emocional, su autoconciencia y sus autoevaluaciones (Ibd., p. 130). Y si es dependiente
de otros, se puede decir que hay una interdependencia, pues la simpata no es algo unilateral, al
menos no necesariamente, sino que los hombres estn compartiendo sus sentimientos en todo
momento y los estn recibiendo para comprenderlos y entender las emociones, el
comportamiento y la personalidad de s mismos y de los dems. No es gratuito que Hume afirme
que los juicios acerca de nuestro propio carcter estn siempre acompaados de pasin
(T.2.1.11.9), pues stos, por lo general, expresan el amor o el odio de los dems hacia nosotros; si
uno es el objeto de una pasin ajena, nuestra imaginacin realiza el proceso de la simpata hacia
esa emocin expresada por el otro, lo cual genera placer o dolor y, como el objeto de ello somos
nosotros mismos, produce orgullo o humildad segn el caso, tal como lo mencionamos cuando
hablamos acerca de la doble relacin de impresiones e ideas.
Las pasiones, al menos las indirectas, slo pueden ser percibidas a partir de una vida en
comunidad, ya que, sea la causa o el objeto de la pasin, siempre hay una persona involucrada,
sea uno mismo o alguien ms; y si estas pasiones son las que permiten identificar y atribuir una
identidad a uno mismo y a los otros, se puede decir que stas son la base del reconocimiento, la
sociabilidad y la propia personalidad a travs de su comunicacin por la simpata. Y si sta
comunica eminentemente placeres y dolores de distintas clases, tambin se puede decir que es la
base del sentimiento moral.
Hay bastantes afirmaciones concluyentes en lo anterior, por lo que es bueno mirar cmo se
refleja esto en el texto humeano; el apartado 3.3.1 nos mostrar todo lo anterior a travs de un
segundo tratamiento del concepto de simpata.
Segn Hume, lo que se califica en un juicio moral son los caracteres o las cualidades
mentales, y no tanto las personas como tal (T.3.3.1.6) (Baier, p. Cit., p. 134). Tales cualidades,
como ya hemos mencionado, son las que constituyen la personalidad y se forman a travs de la
comunicacin de sentimientos, la simpata. Esta se basa en la semejanza de las mentes humanas,
lo que permite que quien reciba la emocin de otro pueda hacerse una imagen de ella a travs de
los efectos que genera en quien est sintiendo, ya que no es posible sentir la pasin del otro
(T.3.3.1.7). La simpata, como ya lo explicamos ms arriba, tiene ms influencia cuando la
persona que comunica tiene una relacin ms estrecha con el receptor; sin embargo, dos o ms
personas extraas pueden comunicar sus sentimientos y hacer de sus ideas impresiones, la
diferencia es que la posible influencia sea menor. Es por esto que dice Hume que el placer de
un extrao con quien no tenemos amistad nos agrada slo por simpata (Ibd.). Ahora bien, si
es posible la simpata entre extraos4, es posible de cualquier forma entre cualesquier personas.
A partir de esto, Hume afirma que el mecanismo de la simpata es el principio de los
sentimientos morales (T.3.3.1.8). Si como dice Baier, el libro dos del Tratado comienza
encargndose de las pasiones sobre las que se basan los juicios sobre uno mismo (Baier, p.
Cit.), el libro tercero se encarga de las evaluaciones entre los dems y uno mismo mutuamente.
Nuestras evaluaciones morales son generales, y hechas desde un punto de vista general,
mientras que las evaluaciones sobre las que se funda el amor propio son ms particulares y
directamente hednicas (Ibd., p. 135). Tal generalidad posibilita virtudes como la justicia y la
obediencia a la ley, ya que hay ciertas cosas que en su momento no generan un bien, pero que
aceptamos porque en el fondo es lo mejor y representa un bien para la humanidad en su conjunto.
Tal es el caso de la justicia: hay ciertas decisiones y hechos en torno a ella que no representan un
bien para la persona y que la mayora juzga como injustos; sin embargo, nadie cuestiona la
necesidad de un sistema de justicia para garantizar la buena convivencia en una sociedad, pues
ello representa un bien para todos; as, Hume afirma que la simpata tiene la capacidad de
ponernos fuera de nosotros mismos para poder juzgar los actos de los dems tal como si stos nos
afectasen a nosotros (T.3.3.1.9).
Ahora bien, la simpata no slo posibilita los juicios morales desde un punto de vista
general, sino que tambin permite, incluso con ms facilidad, juzgar los actos particulares e
individuales que representan un bien o un mal; lo que Hume llama virtudes naturales
(T.3.3.1.10). En estos casos el principio de la simpata es mucho ms slido que en la justicia
porque los actos que aprobamos siempre y en todo caso tienden a un bien que no es para un
conjunto ms all de cada caso particular, sino para cada individuo. Los grados de simpata
difieren cuanto el punto de vista es ms general; sin embargo, esto no cambia el hecho de que
tenemos la tendencia a aprobar o desaprobar ciertas cosas. Finalmente, podemos decir que el
mecanismo de la simpata, al permitir la comunicacin de emociones y que da como resultado el
4 Lo cual no significa necesariamente empata, pues si estuvieran implicados, no
seran posibles ciertas pasiones en apariencia contradictorias en este sentido, por
ejemplo la envidia. En ella puedo simpatizar con el placer del otro, pero la
comparacin conmigo mismo (por la doble relacin de percepciones) no me produce
alegra sino rencor.