El Silencio de Dios
El Silencio de Dios
El Silencio de Dios
EL PICAPIEDRAS
Hace muchos aos en la isla de Hokkaido, viva el joven Humi, que se
ganaba el sustento picando piedras. Aunque joven y sano, no estaba
contento con su destino, y se quejaba da y noche. Humi, pese a no conocer
bien el cristianismo, saba que, segn su tradicin, al menos una vez al ao
se satisfacan los deseos de la humanidad. As, un da de Navidad rez con
mucha fe y, para su sorpresa, se le apareci un ngel.
- Tienes salud y toda una vida por delante le dijo el ngel Todos los
jvenes deben empezar a hacer algo. Por qu vives quejndote?
- Dios ha sido injusto conmigo y no me ha dado la oportunidad de llegar
lejos respondi Humi.
Preocupado, el ngel se present ante el Seor para pedirle ayuda y que su
protegido no terminara por perder su alma.
- Que se haga tu voluntad dijo el Seor. Como es Navidad, todo lo que
desee le ser concedido.
EL ELEFANTE ENCADENADO
Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que ms me gustaba de
los circos eran los animales.
Tambin a m como a otros, despus me enter, me llamaba la atencin el
elefante. Durante la funcin, la enorme bestia haca despliegue de peso,
tamao y fuerza descomunal pero despus de su actuacin y hasta un
alto un billete
de 100 dolares. l le
pregunta a la gente: Quien quisiera tener este billete? Las manos
comienzan a levantarse, entonces dice: Voy a darle este billete de 100
dlares a alguno de ustedes, pero antes djenme hacer algo con l. El
arruga entonces el billete con fuerza y pregunta: An quieren ste
billete? Las manos continan levantadas. Bueno, de acuerdo, pero que
pasara si hago sto? . El tira el billete arrugado al piso y salta con los pies
juntos encima, espichndolo lo ms posible y cubrindolo con el polvo del
piso. Enseguida pregunta: Quien quiere todava ste billete?
Evidentemente las manos continan levantadas! Amigos mos, acaban de
aprender una leccin: poco importa lo que yo haga con este billete, siguen
querindolo porque su valor no ha cambiado, cuesta todava 100 dlares.
Piensen ahora en ustedes, en su vida. Muchas veces se sentirn
arrugados, rechazados, ensuciados por la gente o por los acontecimientos.
Tendrn la impresin de no valer nada pero en realidad su valor no habr
cambiado a los ojos de la gente que los ama! El valor de una persona no
depende de lo que uno ha hecho o no, ustedes podrn todos los das volver
a empezar y lograr sus objetivos porque su valor intrnseco est siempre
intacto.
EL ANILLO
Hacia el siglo XII el maestro Agbahar era reconocido por todos en Medina
por su sabidura. A l concurran muchos en busca de consejo y aliento.
Yuzzef hizo un largo viaje para llegar a la casa del Maestro, y al llegar su
turno le dijo:
Maestro Agbahar, siento que la vida me da menos de lo que merezco. S
que debera estar mejor, ser ms feliz, poseer ms riquezas, y sin embargo
mi vida es mediocre y en el fondo poco placentera.
Bien, bien. contest el maestro Mira, en estos momentos tengo un
problema yo, as que te pido tu ayuda para resolverlo y luego podremos
seguir con lo tuyo.
Yuzzef se sinti sorprendido de que el Maestro no tomase en cuenta su
pregunta y le saliese con esta respuesta, pero no pudo menos que decir:
Qu necesita, Maestro?
Tengo que vender urgente este anillo por no menos de una moneda de
oro, te pido que tomes tu caballo, vayas al mercado y lo vendas, pero no
aceptes menos de una moneda de oro!
Dicho esto, tom el anillo de su dedo y se lo entreg a Yuzzef quin,
bastante molesto, (para qu negarlo) subi a su caballo y se dirigi al
mercado a cumplir el encargo. Una vez en el mercado, Yuzzef ofreci a la
gente que pasaba el anillo pidiendo el precio que el Maestro le haba
indicado. No consigui ms que burlas de la gente.
Una moneda de oro por ese anillo! Muchacho, t s que ests loco. Te
ofrezco tres de cobre y esta daga.
La mejor oferta que recibi la obtuvo de una dama de buen aspecto, quien
envi a su criado para que ofreciese una moneda de plata. Horas despus,
y ya cuando el mercado empezaba a cerrar, Yuzzef, agotado por el esfuerzo
y totalmente decepcionado de tan ridculo encargo, opt por regresar a la
casa del Maestro. En el viaje de regreso, incluso pens para sus adentros:
Ser realmente Agbahar tan buen Maestro y sabio como se dice?, o slo
un viejo oo y ambicioso que pretende una moneda de oro por este
pedazo de lata si valor?
Al llegar dijo, con cierto tono de molestia en su voz:
Agbahar, me desgait en el mercado ofreciendo este anillo a todos los
que pasaron, pero lo mximo que obtuve fue la oferta de una moneda de
plata.
Ah? dijo el Maestro casi sin mirar a Yuzzef, entonces hazme otro favor.
Ve a la casa del Joyero Real que est frente a la Mezquita y dile que te
indique el valor del anillo, pero no se lo vendas, te ofrezca lo que te
ofrezca, has entendido?
All parti Yuzzef a cumplir el nuevo encargo, decepcionado y con la
sensacin de que el viejo lo tomaba como un sirviente y para peor, no haba
prestado an ninguna atencin a su consulta. Al llegar al sitio indicado,
encontr al Joyero Real casi a punto de cerrar su negocio. Con algunos
ruegos consigui que entrase nuevamente y analizase el anillo.
Y cunto cree que puede valer esto? pregunt Yuzzef, convencido de
antemano del escaso valor de la pretendida joya.
Buen, la verdad es que, yo dira Titubeaba el Joyero Real mientras
miraba el anillo desde todos sus ngulos digamos que podra llegar a
valer unas setenta monedas de oro, pero bueno, dado tu apuro yo podra
pagarte ya alrededor de cincuenta cincuenta y tres mximo.
La mandbula de Yuzzef cay dando a su rostro una estpida imagen e
impidindole articular palabra alguna. Esto sin duda fue tomado por el
Joyero como una hbil estrategia de regateo, ya que sin darle tiempo a
recuperarse le dijo.
Est bien, est bien. Veo que eres un duro negociante, pero no tengo
forma de conseguir ms de sesenta y dos monedas de oro en este instante.
Yuzzef, sin poder articular palabra an, logr recuperar el anillo de la mano
del Joyero que se resista a soltar la joya y regres a la casa de Agbahar.
Al ver su rostro sorprendido, Agbahar le dijo:
Hola Yuzzef, qu te ha dicho el Joyero?
Realmente no lo puedo creer, cotiz el anillo en 70 monedas de oro y
lleg a ofrecerme 62 en ese mismo momento. Quiere que regrese y se lo
venda?
No, Yuzzef contest el viejo mientras volva a colocarse el anillo en su
dedo. Conozco el valor del anillo y se trata de una joya ms valiosa an de
lo que el pillo del Joyero te la cotiz. Este anillo perteneci a Mustaf II, el
Supremo Sultn. Aqu est su sello, y cualquier Joyero puede reconocerlo al
instante.
Pero no entiendo y por qu nadie en el mercado lleg a ofrecer ms
que unas pocas monedas de cobre por l?
Porque, Yuzzef, para advertir el valor de ciertas cosas hay que ser un
experto. La gente en el mercado a lo sumo podra advertir el brillo del oro o
el tamao de una piedra incrustada, pero ninguno de ellos reconocera el
Sello Real en el anillo.
Luego de invitar a Yuzzef con un gesto de su mano a sentarse, Agbahar
prosigui:
Lo mismo ocurre con tu vida. Ests esperando que la gente te reconozca,
o que el destino te favorezca, y no adviertes que el verdadero valor lo da el
sello real que todos tenemos dentro. Regresa y saca provecho de tu vida,
no por lo que los dems opinen o te den, sino por el verdadero valor de tu
sello real.
Una historia china habla de un anciano labrador que tena un caballo para
cultivar sus campos. Un da el caballo escap a las montaas. Cuando los
vecinos del anciano labrador se acercaron para condolerse de l y lamentar
su desgracia, el labrador les replic:
-Mala suerte? Buena suerte? Quin lo sabe?
Una semana despus el caballo volvi de las montaas trayendo consigo
una manada de caballos salvajes. Entonces los vecinos felicitaron al
labrador por su buena suerte. Este les respondi:
-Mala suerte? Buena suerte? Quin lo sabe?
Cuando el hijo del labrador intent domar uno de los caballos salvajes, fue
desmontado y se rompi una pierna. Todo el mundo consider esto como
una desgracia. No as el labrador, quien se limit a decir:
-Mala suerte? Buena suerte? Quin lo sabe?
Unas semanas ms tarde el ejrcito entro en el poblado y fueron reclutados
todos los jvenes que se encontraban en buenas condiciones.
Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota, lo dejaron tranquilo.
-Haba sido buena suerte? Mala suerte? Quin lo sabe?
Punto de Reflexin. Todo lo que a la vista parece un contratiempo
puede ser un disfraz del bien, y lo que parece bueno a primera
vista puede ser realmente daino. Aceptemos la vida como nos
viene e intentemos aprender de la circunstancias, sabiendo que
siempre est la mano de Dios detrs de todo. Tengamos confianza.
Padre e Hijo
Posted on 30 abril, 2013