El Dios Falsificado Thomas Ruster
El Dios Falsificado Thomas Ruster
El Dios Falsificado Thomas Ruster
En nuestros das, sin embargo, el dinero ha derrocado a Dios de su trono y se ha erigido en clave
hermenutica y referencia ltima de todo lo que
TEOLOGA
EL DIOS FALSIFICADO
UNA NUEVA TEOLOGA DESDE LA RUPTURA
ENTRE CRISTIANISMO Y RELIGIN
Thomas Ruster
Thomas Ruster
und Gewalten.
und konomie,
Enselreligion.
Eine
Himmelslehre,
Eucha-
Lichtgestaten
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macht
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den
Mchte,
Unter-
E L DIOS FALSIFICADO
VERDAD E IMAGEN
THOMAS RUSTER
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Coleccin dirigida por
ngel Cordovilla Prez
EL DIOS FALSIFICADO
Una nueva teologa desde la ruptura
entre cristianismo y religin
EDICIONES SGUEME
SALAMANCA
2011
CONTENIDO
EL DIOS FALSIFICADO
Prlogo
Esta obra ha sido publicada con una subvencin de la Direccin
General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura
para su prstamo pblico en Bibliotecas Pblicas, de acuerdo con
lo previsto en el artculo 37.2 de la Ley de Propiedad Intelectual.
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3. Dios REDENTOR Y DIOS CREADOR. Dos CONSTELACIONES SOBRE LA CUESTIN DE DIOS EN EL SIGLO X X
PRESENTACIN
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Bibliografa
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Dios ha vuelto. Durante las ltimas dcadas, en pocos momentos ha estado tan viva la cuestin de Dios como en el presente. E l
filsofo Jean Grondin no tiene reparos en afirmar que, al menos
en la filosofa, Dios no ha muerto, y aade con irona: Est en
todas partes. Algo similar sucede en diferentes esferas de la vida
pblica, como la poltica y la cultura.
Pero qu caracteriza este retorno? Tras la etapa de la ausencia
(muerte), el regreso de Dios al corazn de la vida humana no ha
sido ni mucho menos pacfico. Despus de aos de desafeccin y
sospecha, el hombre contemporneo no admite de buen grado la
reincorporacin de Dios a su vida cotidiana. Se ha acostumbrado a
vivir como si l no existiera; ms an, ha terminado por considerarlo una hiptesis intil y superfina para explicar el orden mundano, y ha determinado recluirlo en el campo de la supersticin.
Por otra parte, tampoco han faltado pensadores que, sin negarlo del
todo, tratan de domesticarlo y reducirlo al mbito de lo privado o
al de la mera significacin moral, impidiendo que se revele como
lo que E l es.
Pues bien, en este contexto se desarrolla el libro de Thomas
Ruster, que puede ser calificado como una especie de grito proftico y llamada de atencin a todos aquellos que tienen una responsabilidad en el mbito de la teologa, a fin de que dediquen
sus mejores esfuerzos a recuperar ese Dios extrao revelado en
la Escritura. Segn el autor, ha habido dos grandes tradiciones
en la comprensin de Dios: la del Dios paradjico, confundible e incmodo, que no resulta fcil de armonizar con nuestra
experiencia del mundo y de las cosas; y la del Dios confiable,
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Presentacin
Presentacin
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Presentacin
En esta lnea, ha de reconocerse que un fruto encomiable de la renovacin de la teologa y de la vida de la Iglesia en el siglo X X ha
sido entender que cuanto ms cerca se encuentra Dios del hombre
ms fortalecido sale, y que a mayor gracia de Dios, mayor es la
libertad y autonoma del ser humano. En Cristo, Dios y hombre,
Dios se ha revelado como el corazn del mundo, el centro de la
vida humana y de toda la realidad.
PRLOGO
Deseara que este libro perteneciese al gnero literario de la apologtica. Pero hace mucho que la apologtica desapareci como disciplina teolgica, y tambin quedan lejos los tiempos en que -como
en el siglo II, la poca clsica de las apologas- se acusaba a los
cristianos de atesmo, conducta subversiva y peligrosa para el Estado e inmoralidad. Hoy no existe motivo alguno para tales inculpaciones, as que no es necesario defenderse de ellas. Lo cual es quiz
de lamentar, pues si hay algo que se pueda reprochar al cristianismo
actual es precisamente su irrelevancia. Desde la posicin de una
irrelevancia conformista resulta difcil suscitar el ardor combativo y
polmico que en los das de Justino, Taciano o Tertuliano culmin
en el desenmascaramiento de las religiones paganas como productos de pasiones contrarias a la razn y del engao diablico. Pero
se quiere ahora eso? El cristianismo ha hallado un lugar confortable en el mbito de las religiones, a la Iglesia se le ha encomendado
que imparta la enseanza de la religin y la fe cristiana disfruta
de la tolerancia religiosa que distingue a nuestro tiempo. El pensamiento integrador, no apologtico ni polmico, est a la orden del
da teolgico. As es difcil evitar el reproche de irrelevancia. Quiz
por eso haya que aprender an algo de la apologtica antigua.
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Prlogo
1. R. Miggelbrink, DerZorn Gottes: Geschichte und Aktualitat einer ungetiebten biblischen Tradition, Freiburg 2000.
L A DIFERENCIA
E N L A C O M P R E N S I N D E DIOS
EXPOSICIN
1. Dios
En la relacin entre el lenguaje cristiano sobre Dios y la experiencia de la realidad que lo determina todo, algo fundamental ha
cambiado. Tal es la tesis que intento exponer, fundamentar y desarrollar en sus posibles consecuencias en este libro. Se trata, en pocas
palabras, de que la teologa logr conciliar, durante la mayor parte
de la historia del cristianismo, la comprensin de Dios con la experiencia de la realidad que lo determina todo, pero hoy ya no lo consigue. Eso que se percibe de hecho como determinante ltimo de
la realidad, encuentra hoy unas simbolizaciones y representaciones
que difieren del concepto cristiano de Dios. El cambio en la relacin
entre comprensin de Dios y experiencia del determinante ltimo
lleva a la crisis en el concepto tradicional de Dios. Yo interpreto esta
crisis como la oportunidad de redescubrir aquellos elementos de la
comprensin bblica de Dios que permanecen ocultos bajo la idea
de la coincidencia entre Dios y la realidad que lo determina todo.
Son elementos que resultan ajenos al mundo y a los poderes que lo
gobiernan; y al Dios concebido a partir de estos elementos lo llamo el Dios extranjero. Dedicarle hoy una apologa, defenderlo
contra los intentos de seguir equiparando a Dios con la realidad que
lo determina todo, lo considero una aportacin teolgica importante
en el debate en torno a aquello que en el fondo nos determina y gobierna. Y se trata tambin de un debate en torno al futuro.
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La presencia de personas de otras religiones en el espacio occidental, monopolizado antao en lo religioso por el cristianismo,
pero sobre todo la aparicin consolidada de nuevas religiones o
nueva religiosidad desde comienzos de los 80, exigen ms que nunca una comparacin entre las religiones. Da igual que se aspire a
un dilogo de las religiones o se quiera mantener la superioridad en
la competencia; la cuestin es hasta qu punto existe una comu1. Sobre el concepto de religin y la historia de los intentos de definirla, cf. E.
Feil, Religio; K. Feiereis, Die Umprgung der natrlichen Theologie in Religionsphilosophie; C. Elsas, Religin; F. Wagner, Was ist Religin?; J. Matthes, Was ist
anders an anderen Religionen?, ha mostrado de forma convincente la organizacin centralista en la investigacin de la ciencia y la sociologa de la religin
hasta el momento. Se parta siempre de un concepto europeo de religin inspirado
en el cristianismo, y se agregaba luego el material de las otras culturas para hacer
la comparacin. Se puede hablar, acertadamente, de la religin nacida de la mentalidad con que ha sido investigada (26). En especial, la separacin entre esfera
sagrada y profana y el apartheid social de la religin son elementos europeocristianos tpicos.
2. Campeonato de las 18 religiones, titulaba el Stadt-Anzeiger de Colonia
(14.8.98) un artculo sobre la apertura de la temporada en la Bundesliga.
3. La msica pop es la verdadera religin del consumidor (N. Bolz - D.
Bosshart, Kull Marketing. Die neuen Gtter des Markets, 357).
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nin de todas las religiones y cmo determinar lo diferencial a partir de ella . Nos vemos as forzados a trabajar con un concepto rudimentario de religin que no es adecuado para distinguir claramente
entre fenmenos religiosos y no religiosos, pero que fija un cierto
contenido mnimo sin el cual el trmino carecera de sentido. Sin
embargo, el contenido del concepto de religin, implcito siempre
en el dilogo interreligioso y dado tambin comnmente en el lenguaje cotidiano, consiste en la referencia a una realidad ltima determinante que se sustrae al hombre y, por tanto, es incondicionada
e incontrolable. John Hick, fundador de una filosofa del pluralismo
religioso, en su empeo por precisar lo comn de todas las religiones sostiene que las grandes religiones mundiales incorporan diferentes percepciones y representaciones de lo real o incondicionado
y, en consecuencia, diferentes respuestas. A pesar de las diferencias culturales, ve unificadas las grandes tradiciones religiosas en la
idea de que, adems del mundo social y natural de nuestra experiencia humana normal, hay ms all de nosotros o en nosotros una
realidad infinitamente mayor y superior, y nuestro bien supremo
consiste en la relacin con ella o con l. Aade que el pluralismo
religioso se basa en el reconocimiento de esta referencia comn de
todas las religiones a la realidad fundamental (ultmate reality),
que en ninguna tradicin se capta como es en s, sino en la medida
de los lmites humanos y culturales . E l telogo americano David
Tracy, atento igualmente al dilogo entre las religiones, define en
trminos muy generales a las personas religiosas como aquellas
que estn dispuestas a someterse al poder omnmodo de esa realidad ltima que gravita sobre nosotros . La realidad que todo lo
determina, la realidad fundamental, viene a ser aqu el concepto supremo de lo divino, que puede llevar diferentes nombres en
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analogas con lo vivenciado como poderoso. Los reyes y emperadores ejercan la soberana por la gracia de Dios . Dios era considerado seor de las fuerzas de la naturaleza; los destinos de los
pueblos estaban en su mano y se procuraba asegurar su ayuda para
obtener la victoria en las guerras. Se atribua una base religiosa al
orden social inferior y superior, dependiente del orden divino del
mundo , y son inmensos los efectos del acoplamiento entre energas psquicas y fe en Dios. De hecho, toda la cultura de impronta
cristiana est impregnada de las analogas entre lo poderoso o los
poderosos y el poder invisible de Dios. Retrospectivamente, la capacidad para presentar bajo forma nueva en cada poca al Dios de
Israel -que haba entrado en la historia como Dios de un pequeo
pueblo impotente y de un crucificado- como mximo ascenso y
superacin de las verstiles percepciones terrenas de lo poderoso,
parece ser la aportacin ms asombrosa de la enseanza cristiana
sobre Dios. Cuando no se pudo hallar ningn camino directo desde
la experiencia de los poderes a Dios, se recomend el discurso
de los contrapoderes satnicos; pero tambin el poder de Satans
estaba finalmente bajo el poder de Dios. Que Dios es un ser todopoderoso parece lo nico que queda, especialmente para personas
distanciadas del cristianismo, de su saber de Dios..., y esto es con
frecuencia el motivo de que ya no puedan hacer nada con Dios .
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13. Segn J. B. Metz, Religin undPolitik auf dem Boden der Moderne, la
seal distintiva de la poltica en la modernidad es !a pretensin de poseer la legitimidad del poder sin religin. Pero aade que la modernidad fracasa en eso y tiende
siempre a las simbolizaciones pararreligiosas. La butaca de la religin queda siempre vaca en la poltica moderna, o es ocupada en todo caso por falsos mesas.
14. Encontr un ejemplo muy pertinente en la novela de E. Hasler, Anna Goldin, die letzte Hexe, 53 y 57. A la criada Anna le dan para leer Manual de buena
conducta para criados (1773), del telogo y filsofo suizo J. K. Lavater (174)1801): La providencia de Dios, que lo gobierna todo, quiere que t seas un criado
y que emplees tus fuerzas en el servicio y en ayudar a otros. Todo lo que Dios
quiere es bueno. Por tanto, es mejor que t seas criado o criada que cualquier otra
cosa... Confrmate tambin con una paga modesta, y no seas envidioso ni resentido. Dios es tu recompensa... Obedece enseguida cuando te manden algo... La voz
de tus amos, si no te ordenan nada malo, debe ser para ti la voz de Dios.
15. Si buscamos en el campo catlico los fundamentos teolgicos de la instruccin cristiana que ha alcanzado hasta la generacin poscristiana actual, hemos
de repasar los manuales neoescolsticos, que orientaron con preferencia la ense-
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La afirmacin de que Dios y poder real confluyeron en la corriente principal de la tradicin cristiana, no necesita pruebas. Eso
no implica an una valoracin: no quiere decir que tenga que haber
ah un falseamiento de la comprensin bblica de Dios. Tambin es
difcil enjuiciar las consecuencias histricas de esta singular configuracin y desarrollo de la herencia bblica. Qu habra sido
de las dominaciones y potestades de no haber sido legitimadas,
pero tambin reguladas y domesticadas, cristianamente? Pensar a
Dios como omnipotencia comport siempre, en el fondo, una degradacin de todo aquello que era o pretenda ser poderoso. En el
contexto del tema cristianismo y religin/es solo me interesa
aqu el hecho de que la vigencia e imposicin del cristianismo en
el pasado se bas en su capacidad para presentar a Dios como una
realidad que lo determina todo, en analoga con las percepciones
de las realidades determinantes. De ese modo se hizo lo que una
religin tiene que hacer o solo esa circunstancia permite hacer: hablar del cristianismo como religin en el sentido indicado. De ah
que la tesis, an por fundamentar, de que el hablar de Dios y la experiencia del poder real no pueden ya coincidir hoy, no modifique
el papel del cristianismo como religin. Esa tesis pone en cuestin
que el cristianismo pueda ejercer las funciones de una religin y,
en el fondo, cuestiona su existencia como religin. De ese modo
se abre otra panormica sobre el mercado religioso actual. Quiz
sea insuficiente ver aqu nuevas ofertas que hacen competencia al
cristianismo. Quiz se d aqu el proceso de disolucin del cristianismo como religin, en beneficio de unas religiones que sepan
anza de la teologa hasta mediado el siglo. En ellos, el tratado sobre la doctrina
de Dios uno conclua con el artculo sobre el poder divino. F. Diekamp explica:
la divina omnipotencia y soberana equivale de hecho a la esencia de Dios y a su
conocer y querer. Dios es omnipotente {de flde), pues al ser la pura realidad e
infinitud, le corresponde un poder sin lmites y, por tanto, la omnipotencia. Dios
es el seor supremo e ilimitado de todas las cosas (efe fide), donde la soberana
significa el poder en relacin con los subordinados. Dado que el Creador hizo
cada cosa de la nada y las conserva constantemente en su ser, [le] corresponde
evidentemente el derecho de propiedad incondicional y la potestad gubernativa sin
restricciones sobre todos los seres. Es deber de la criatura racional reconocer que
Dios es realmente el Seor... (Katholische Dogmatik nach den Grundstzen des
heiligen Thomas I, 258-261).
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todos los humanos, todos hablan de Dios en virtud del anima naturaliter christiana (Tertuliano). Todos conocen al Padre
y Creador por una predisposicin natural y sin instruccin (Clemente de Alejandra); la idea de Dios es innata (Justino); todos
los hombres poseen por naturaleza una representacin de lo divino, muchos se equivocan solo en la expresin ms precisa de la fe
en Dios (Gregorio de Nisa) . La fundamentacin especulativa se
busca en Dios como creador y en la naturaleza de nuestra facultad
intelectual. Siendo Dios el hacedor de todas las cosas y siendo propio del entendimiento pasar de los efectos a las causas primeras,
una consideracin racional del mundo encontrar indefectiblemente a Dios como la causa suprema y universal de todas las cosas.
Por esta va (mediata, discursiva) todos pueden alcanzar un conocimiento cierto de Dios, y no simplemente un conocimiento de lo
divino indeterminado en su contenido, sino conocimiento del nico
Dios verdadero, nuestro Creador y Seor .
Esa evidencia del conocimiento de Dios , que hoy nos parece
sospechosa, la resumi Henri Bouillard con intencin crtica en la
afirmacin de que una persona que ha crecido en 'estado de naturaleza' y en total aislamiento puede por s misma tener certeza de
la existencia de Dios reflexionando simplemente sobre el mundo
real. Entonces aflora, segn l, la idea de un Dios cuyas propiedades se identifican, hasta cierto punto, con las atribuidas al Dios
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2.
L A EVIDENCIA DE
Dios
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de la fe cristiana . En esta lnea encuentro todava esta declaracin de K. Rahner: El misterio [de Dios] en su inescrutabilidad es
lo autocomprensible, ya que remite a un saber sobre Dios annimo e inexplicable \ La teologa de Rahner, muy influyente en
el mbito catlico, ha sido quiz el ltimo gran intento de compaginar el concepto cristiano de Dios con lo autocomprensible del ser
(preservando, eso s, el misterio de Dios), es decir, de otorgar a la
fe cristiana una plausibilidad general (fundamentada antropolgicamente). De su enfoque se nutre, por ejemplo, la actual pedagoga
de la religin en sus esquemas de didctica de la correlacin y del
smbolo, que ha de afrontar la tarea de justificar la enseanza de la
religin cristiana dentro de una sociedad plural, teniendo presente,
por tanto, la misin formativa de la escuela .
El conocimiento natural de Dios intenta, pues, compatibilizar
al Dios de la fe cristiana con aquello que para todos es, evidentemente, Dios. La fe cristiana en Dios, segn eso, invoca aquello que
todos piensan cuando dicen Dios; esa fe puede obtener su plausibilidad en la idea innata de Dios, que es comn a todos los hombres. En el marco de la pregunta por la relacin entre cristianismo y
religin, es obvio que un cristianismo que quiera ser religin en el
sentido antes descrito tiene o tuvo que recorrer este camino. El Dios
de la teologa natural no es diferente de la realidad fundamental,
la realidad que lo determinaba todo, a la que todas las religiones hacen referencia. Este Dios era conocido de hecho a partir de su poder,
que manifiesta en la creacin. No es casual que, para fundamentar
la omnipotencia de Dios, la teologa neoescolstica aplique la misma argumentacin, basada en la teologa de la creacin, que para
fundamentar su cognoscibilidad general; en ambos casos recurre a
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22. H. Bouillard, Transzendenz und Gott des Glaubens, 110 y 89. Este autor
constata que este Dios ha sido hasta ahora evidente para la filosofa, incluso en
forma de protesta; pero con la Segunda Guerra Mundial ya no es as. La doctrina
escolstica sobre Dios fue una expresin metafsica del monotesmo occidental,
prescindiendo en buena medida de la novedad del evangelio (115).
23. K. Rahner, Grundkurs des Glaubens, 32s. Subrayado en el original.
24. Sobre la influencia de la teologa de Rahner en la pedagoga de la religin,
cf. G. Baudler, Die Anthropologische Wende der Theologie und ihre Bedeutungfiir
den gegenwrtigen Religionsunterricht.
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Frente a una iglesia que comenzaba a organizarse, Marcin propuso en tono alarmista y enftico el tema del Dios extranjero;
proclam Le 5, 37 -nadie echa vino nuevo en odres viejos- con
todas las consecuencias. Pero fue condenado conforme a derecho,
y excluido de la comunidad por creer que deba presentar lo nuevo y extrao del Dios cristiano en oposicin al Dios de la Biblia
hebrea. Pero su discurso del Dios extranjero no se limita a eso.
Paradjicamente, ese discurso encuentra su continuacin prctica
fe cristiana, si quiere dar cuenta pblica del convencimiento sobre la revelacin
definitiva en Jesucristo, ha de presuponer como condicin de su posibilidad un
concepto preciso del sentido ltimo. Aade que la teologa debe elaborar por
su cuenta ese concepto si la filosofa la deja en la estacada. Desde la perspectiva
que he apuntado no le veo ya ningn sentido al intento de defender la fe cristiana
ante el foro de la razn universal o ante el concepto de sentido ltimo. Yo s estoy
convencido, frente a Arens, de que el tiempo de los grandes relatos (Lyotard)
o de las exigencias de un sentido universal no han pasado en modo alguno; pero
hay que tener en cuenta que la fe cristiana no se puede justificar ya ante aquello
que hoy es vigente como sentido ltimo. El concepto de sentido ltimo, que hace
referencia a la revelacin definitiva en Jesucristo, aparece en la Biblia y sigue una
lgica que concibe la validez ltima con otros criterios que la razn filosfica. Este
concepto debe presentarse teolgicamente -en esto coincido con Mller- y entonces hay que dejar claro que no es fundamentalista o que puede tener pretensiones
de validez en una sociedad pluralista. Las dems consideraciones deben aclarar las
diferencias entre una rendicin de cuentas teolgica, que se responsabiliza ante
criterios de fundamentacin ltima extrateolgicos, y aquella otra que hace valer
en lnea crtica la comprensin de la realidad en la Biblia.
26. Citado segn A. von Harnack, Marcin. Das Evangelium vom fremden
Gott, 94. Sobre Marcin, cf. infra, cap. 3, 1.
27. Sobre la tensin entre lo absoluto y la relacin de Dios con Israel: F.-W.
Marquardt, War drfen wir hoffen, wenn wir hoffen drfen? I, 260-265. El problema aparece ya en toda su crudeza en E. Przywara, Alter und neuerBund, 528-536.
La referencia a este extremo sorprendente la tomo de M. Zechmeister, GottesNacht. Erich Przywaras Weg Negativer Theologie, 46-49.
28. P. Hnermann, Der fremde Gott - Verheissung fr das europdische Haus
204; sobre lo siguiente, cf. ibid., 204-211.
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de la religin , solo puede continuar al precio de perder lo peculiar del Dios bblico. Dios no puede ser pensado ya simplemente
como fiador y garante de lo establecido, y se reabre la pregunta
sobre la relacin que guarda con el mundo tal como es. As, queda
tambin abierta la cuestin de Dios. Lo importante ahora no es si
alguien cree en Dios, sino en qu Dios. Cierta variedad de atesmo
e increencia podra evidenciarse como aliada de la fe en el Dios
cristiano . Los cristianos pueden intervenir en el conflicto de las
representaciones de Dios, y su aportacin especfica ser analizar
crticamente la propia tradicin de las representaciones de Dios.
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La expresin conflicto de las representaciones de Dios la tomo del telogo evanglico americano M . Douglas Meeks . Este
autor insiste en que se trata de algo ms que unos procesos de
clarificacin dentro del cristianismo, y de una teologa ms correcta. Es necesario examinar crticamente las representaciones
de Dios que predominan en las iglesias y en la sociedad [de Norteamrica, dice Meeks, pero por qu iba a ser eso menos vlido
para Europa?], pues lo que adoramos como divino determina nuestros intereses vitales, la forma de nuestra vida y las instituciones de
la sociedad. Todas las representaciones de Dios vienen tambin
con pretensiones de dominio, creen en aquello que es determinante
ltimo y por eso lo determina todo. El anuncio del evangelio est
en contradiccin con las representaciones de Dios que suscitan
el afn de dominio y poder, en contra de la soberana del Padre de
Jesucristo en el Espritu Santo. La transformacin del mundo
comienza con el cambio en las representaciones de Dios que sirven
de modelo a nuestra Iglesia y a nuestro mundo.
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La teologa es hoy, inevitablemente, teologa despus de Auschwitz, y ha de atenerse a este hecho. No puede eludir, especialmente
la teologa alemana, la responsabilidad que supone la mera referencia temporal despus de Auschwitz. El holocausto se produjo dentro de una cultura conformada por el cristianismo. No solo
los campos de concentracin estaban ubicados cerca de museos,
auditorios y bibliotecas, no solo quienes planearon y ejecutaron
el exterminio lean a Goethe y a Schiller, sino que la mayora de
aquellos facinerosos haban recibido durante aos clases de religin cristiana, asistan con frecuencia al culto divino y escuchaban
sermones e instrucciones morales. Existi un cristianismo que hizo
posible Auschwitz, o al menos no lo impidi. No hubo una protesta, una resistencia general de los cristianos en Alemania cuando
Auschwitz se hizo visible, ni cuando se fue conociendo ms y ms
35. Con esta interpretacin me sito ms all de Meeks, que no aborda la dimensin religiosa de la escasez.
36. Ibid., 51, con textos de manuales de economa.
37. Se tratar ms ampliamente en los captulos 4 y 6.
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38. Cf. Marquardt, Was drfen wir hoffen? 1, 262: Pero lo grave no son aqu
Hitler y sus secuaces, sino los telogos protestantes al divulgar que, con ese nombre, Hitler se refera de manera adecuada y autntica al Dios bblico.
39. Cf. infra, cap. 3, 2.
40. Como compendio, cf. E.-W. Bckenfrde, Der deutsche Katholizismus im
Jahre 1933, 39-69; Ruster, Die verlorene Ntzigkeil der Religin, 99-112.
41.0. Weiss, Der Modernismus in Deutschland, 9.
42. No cabe hablar an de esa oposicin mientras la Iglesia se defenda contra
la ocupacin totalitaria por el rgimen.
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La investigacin sigue un proceso sincrnico. Tras dos panormicas sobre la relacin entre el Dios bblico y la religin, sito a
43. De ese modo conecto con las ltimas reflexiones en que desembocaba mi
trabajo de oposicin a ctedra Die verlorene Ntzlichkeit der Religin, 400s.
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Carta primera de Pedro (2.2.1)
Justino (1.2.2)
Anselmo (2.2.3)
Toms (2.2.4)
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Pascal (2.2.5)
Marcin / Harnack. (3.1)
C. Schmitt (3.2)
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No cabe hablar de un final de la era cristiana. Aunque las iglesias cristianas establecidas tengan que sufrir aqu y all -ya no, ni
de lejos, en todas partes- una mengua de su influencia, se advierte
an en todas partes el sello del Dios cristiano, grabado durante siglos y milenios en la historia de la humanidad. Incluso en aquellos
que se han apartado de l, Dios sigue siendo algo as como un espejo en el que todos nos reconocemos; tambin la fe perdida tiene, al igual que una fortuna perdida, consecuencias duraderas. Un
adolescente que ha crecido en medio de la riqueza, puede donar su
fortuna al hacerse mayor de edad, y vivir en la pobreza. Mantendr,
sin embargo, el carcter de una persona que se cri en la abundancia, porque no puede desprenderse de su historia .
Nuestros ideales, las representaciones de lo verdadero y lo bueno, de humanidad y virtud, la nocin de los valores supremos y
de la perfeccin, todo se nutre de la idea de Dios que inculc el
cristianismo . Incluso la pretensin del comunismo de imponer un
programa mundialmente unitario, est influida por la fe en un solo
Dios; tambin en sus promesas propagandsticas de felicidad, libertad e igualdad sigue vivo el mensaje de los profetas; e incluso en el
expansionismo de la economa queda algo de la fuerza propia del
convencimiento de poseer la verdadera fe. La cultura occidental, de
raigambre cristiana, embelesa hoy al mundo entero; las peculiaridades regionales de las culturas no cristianas van quedando reducidas a mero folklore. La nocin del Dios de la Biblia nunca tuvo
mayor difusin que hoy. O dicho en trminos teolgicos: el nombre
de Dios en su connotacin originariamente bblica absorbi todas
las representaciones de Dios, reuni en s las ideas filosficas y religiosas de lo divino, hasta el punto de que una teologa cristiana de
las religiones puede presentar hoy el concepto de Dios inspirado
en la Biblia, con arreglo a la frmula un Dios, muchas religiones,
como modelo de todas las representaciones de lo divino.
Ahora bien, ocurre, y seguramente no por casualidad, que la
historia exitosa del Dios bblico comienza histricamente cuan2
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do el cristianismo pretende ser religin. El enlace de la fe cristiana con el concepto de religin parece haber sido la condicin para
dar paso al Dios bblico. Solo como Dios de una religin obtuvo un
xito universal, pas a ser el Dios consabido, tal como lo conoce
la historia occidental.
El trmino religin no figura en la Biblia y tampoco se encuentra en la lengua griega, donde los primitivos cristianos emprendieron sus primeros intentos de clarificacin . Los cristianos se
encontraron con ese trmino en el imperio romano, donde originariamente designaba la adoracin a los dioses tal como se practicaba
en Roma. Religio, en el sentido romano antiguo, era el culto pblico
del Estado, que tena como objetivo garantizar la saluspublica (el
concepto romano de religio ha mantenido este significado esencial
hasta la teora funcionalista de la religin!). Pero tras el encuentro
de los romanos con los cultos a los dioses de otros pueblos, el trmino cobr un significado ms amplio. Pudo adquirir el sentido bsico de adoracin de los dioses, por encima de toda la diversidad
de cultos, y expresar as un fenmeno general que, al parecer, se daba en todas partes (de ah que en el mundo entonces conocido solo
existieran cultos de idntica estructura, dirigidos a la adoracin de
divinidades personificadas). El cristianismo tuvo que emprender la
lucha por su reconocimiento sobre la base del concepto de religin
que, por lo dems, ya estaba marcado por la crtica griega a los mitos griegos y por los intentos filosficos de justificar racionalmente
la adoracin de los dioses. Entre los apologistas del cristianismo
primitivo encontramos un rechazo total de las religiones paganas
y los esfuerzos por incluir la verdad de la fe en el concepto de
religin; era preciso, en todo caso, ir ms all del testimonio de la
tradicin apostlica, que no iba dirigido a la opinin pblica . A l final de la poca de la apologtica est Agustn y su obra con el ttulo
programtico De vera religione . El triunfo del cristianismo se al4
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causa irrenunciable- As, el concepto de religin que el cristianismo haba recogido ms bien incidentalmente en su paso por la cultura romana, se convirti en su tabla de salvacin en la modernidad.
Ligado a l, el Dios bblico hizo su recorrido por el mundo.
b) Un Dios del desierto y otro de las tierras cultivadas: doble codificacin desde el principio
Aunque aceche la tentacin de leer la historia reseada como
historia de una decadencia, y de contraponerle la fidelidad a los
orgenes, el hacerlo supondra ignorar el proceso bblico. Es propio de ciertos postulados de la crtica teolgica de la religin el
enfrentar fe bblica y religin; pero las cosas no son tan simples .
Si proyectamos el concepto y la realidad de la religin a los tiempos bblicos, nos encontraremos tambin, desde el principio, con
el Dios de Israel como un Dios de la religin. Aparece, por decirlo
simplificadamente, con un doble cdigo: un Dios de la religin
y otro que cuestiona radicalmente la religin. El cristianismo, en
cuanto religin, puso al da una dimensin de la fe en Dios que
tiene sin duda races bblicas. Solo en el curso de la historia se fue
desplazando desde una dimensin hacia la otra.
Intentar presentar esta doble codificacin de la imagen bblica
de Dios a travs de una propuesta narrativa . Un tratado estrictamente teolgico-conceptual de esta temtica exigira reconstruir
toda la historia del Dios bblico.
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gracias a Yahv por los frutos del campo y por el trabajo, y a menudo pareci como si adorasen simplemente a las diosas y dioses del pas al que haban llegado. Ofrecan sacrificios exactamente como haban hecho siempre
los cananeos, para que Dios siguiera haciendo crecer y prosperar el pas, y
el mundo estuviera en orden. No pocas veces los hebreos llegaron a usar de
nuevo los antiguos nombres de los dioses . Algunos de ellos, sin embargo,
guardaron la memoria del Dios que no es posible encontrar en el curso de
las estaciones, sino nicamente en la conmemoracin de sus acciones histricas; no en la naturaleza, sino en la Ley que les dio. No es ningn dios del
orden perpetuo de la naturaleza, sino un dios del xodo y de la liberacin.
No un dios de los smbolos siempre vlidos, sino del reinicio impredecible.
Un dios del que no hay imgenes y solo cabe contar cosas. Un dios que
insta, celoso, a no tener otros dioses junto a s. Mientras este pueblo est
formado por cananeos y hebreos, mientras se sigan celebrando las fiestas
antiguas, seguirn luchando entre s, en la conciencia de su pueblo, el dios
de las tierras cultivadas y el dios del desierto.
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10. O. Kaiser, Einfhrung in das Alte Testament, 40: Se adoptaron las fiestas
rurales cananeas, pero historizadas, es decir, insertas en la historia de la salvacin. Cf. tambin R. Kilian, berlegungen zu Israels Mythenkritik, 56s.
11. Cf. W. Geerlings, Apologetik und Fundamentaltheologie in der Vterzeit,
que explica las diversas acusaciones del entorno no cristiano ante las que reaccion la apologtica cristiana.
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12. Tanto la versin revisada de la Biblia de Lutero como la traduccin unitaria hablan solo de la esperanza que hay en vosotros, mientras que en griego
se habla del logos (= palabra, fundamento) de la esperanza. No es lo mismo
tener esperanza sin ms que tener esperanza con fundamento (logos). La siguiente
exposicin de 1 Pe se inspira en Marquardt, Was drfen wir hoffen I, 95-114.
13. Segn K. Berger, Theologiegeschichte des Urchristentums, 450, 1 Pe es
documento de una misin pagana del cristianismo primitivo que predicaba la no
obligatoriedad de la circuncisin, misin que parti de Antioqua junto a la mi-
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su mayora de esclavos (en 2,18ss se exhorta, de hecho, a los esclavos), y parece haber no pocas mujeres cuyos maridos an no creen
en la palabra (3, 1). Desde que se hicieron cristianos, su vida ha
cambiado radicalmente. Ahora no viven ya al estilo de vida insensato, heredado de los padres (1, 18), entregados al desenfreno y
la liviandad, a comilonas, borracheras y nefandos cultos idoltricos (4, 3). Para ellos comenz una nueva vida, y por eso llaman la
atencin. El contexto inmediato de 3, 15 son las injurias que han de
soportar los cristianos por su vida intachable . La situacin de la
pequea comunidad es tan precaria que el apstol les pide repetidamente que no escandalicen sin necesidad: deben ser leales a la autoridad, respetar al emperador como los esclavos a sus amos, aunque
sean severos, etc. (2,11-20). Su estilo de vida cristiana es ya bastante provocador. No participan ya en las fiestas, diversiones y cultos
de la ciudad, y sus conciudadanos lo toman como una crtica. Por
su distanciamiento de la conducta habitual, la carta llega a tratarlos
de forasteros (1, 1; 2, 11). Viven como extranjeros all donde est
su hogar, y suscitan la xenofobia . Dan que hablar. Les preguntan
por qu se hacen notar ahora de ese modo, y ellos contestan dando
razn de su esperanza. A preguntas curiosas o malintencionadas
deben responder: hemos renacido a una esperanza viva (1,3). Es
decir, explican que vuelven a tener esperanza. La actitud de los paganos no es sino la expresin de la desesperanza. Pero el que tiene
una firme esperanza se comportar en consecuencia.
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sin paulina. Berger sita la carta en fecha muy cercana a la fase inicial de la tradicin sinptica (numerosas coincidencias temticas; cf. ibid., 348-350) y postula
una fecha temprana. No convencen las relaciones con la persecucin bajo Domiciano (81-96) contempladas por exegetas ms antiguos.
14. Cf. N. Brox, Der erste Petrusbrief 30: Este es un fenmeno que nos es
bien conocido por la historia primitiva del cristianismo. Con su separacin cultual,
cultural, social y moral, los cristianos quedaron en un aislamiento... que llev fcil
y frecuentemente a la discriminacin y a actos de violencia al estilo pogromo, que
luego hubo que distinguir de las medidas de persecucin estatales. Respecto a 3,
15, cf. ibid., 159s. Sobre la situacin de los cristianos en 1 Pe dentro del contexto del cristianismo primitivo, cf. Th. Soding, Widerspruch und Leidensnachfolge.
Neutestamentliche Gemeinden im Konflikt mit derpaganen Gesellschaft.
15. El comentario NTD desdibuja esta circunstancia y la pasa por alto en lo
teolgico al atribuir la singularidad a la ciudadana de un mundo superior o a la
ciudadana celestial; cf. F. Hauck, Die Kirchenbriefe, 40,44 ypassim.
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Brox da por supuesto el olvido de Israel cuando l mismo subraya: En las imgenes (bblicas) transmitidas sobre la formacin del pueblo de Israel, la comunidad
se reconoce a s misma. En la fe hizo la experiencia de acogimiento, nunca antes
conocido, en la comunin del nuevo 'pueblo de Dios' {Der erste Perusbrief,
256s)? El que es tan versado en las Escrituras como el autor de 1 Pe y, adems,
lleva tanto paulinismo dentro (ibid., 47-51), no habr olvidado tan fcilmente
el problema Israel-Iglesia. La consecuencia del enfoque de Brox es, por tanto, la
incapacidad de conocer ya ningn tema claro de 1 Pe. Se trata, para l, de una
epstola poco hilvanada, consolatoria y edificante, que recurre en buena parte a un
material muy retocado; cf. ibid., 16-24. La cuestin de si 1 Pe haba olvidado ya
la temtica de Israel est relacionada con la problemtica de la cronologa; pero
Brox considera insoluble esa problemtica, ibid., 38-43.
17. Estas citas son de K. Berger, Theologiegeschichte des Urchristentums, 451.
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Son relaciones complejas que establece y difunde la Carta primera de Pedro y que solo le resultan del todo transparentes al muy
versado en las Escrituras de Israel. El apstol procura sinceramente
descubrir a los nuevos cristianos el sentido de estas Escrituras. Pero
vemos lo difcil que tuvo que ser para los cristianos de la provincia
18. Marquardt, Was drfen wir hoffen, 96.108; idea bsica tambin de su cristologa: Jess quiere ser un acontecimiento de participacin en la historia de Israel
y actuar en consecuencia (Das christliche Bekenntnis zu Jess, dem Juden I, 161).
19. El sentido cristolgico de la historia de Israel y de la palabra de los profetas es el servicio auxiliar para los cristianos; solo a eso va destinado; de esa forma
sirve a los no judos (Marquardt, Was drfen wir hoffen, 114). La contraposicin
no para s mismo, sino para vosotros contrasta tambin con la tesis de Brox
sobre el olvido de Israel en 1 Pe.
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de Asia la disposicin a hablar y contestar a sus compatriotas paganos. No podan explicarles todo! Sin duda hubiera sido mucho ms
fcil discutir con ellos sobre la existencia de Dios; pero no se trataba de eso. Tenan que identificarse primero en clave juda antes de
poder explicar su condicin cristiana y, con ella, su viva esperanza.
Pero no menos les apremia la necesidad de la apologa.
Cabe preguntar, adems, cmo iban a comprender estas cosas
los compatriotas paganos, ellos, que desconocan las Escrituras y
probablemente se interesaran muy poco por escuchar relatos acerca del dios de un pueblo extranjero y de su herencia supuestamente
reservada a algunos esclavos conversos, pero guardada temporalmente en el cielo (1,4). Si la disposicin a hablar y contestar significa mantener el dilogo, cmo se iban a interesar por disquisiciones tan embrolladas? La Carta primera de Pedro busca la respuesta
a esta pregunta no en la argumentacin convincente de sus destinatarios, sino en lo que ellos han de hacer: el bien. Su conducta discrepante provocaba la oposicin, pero tambin despert sin duda la
curiosidad y se prestaba a que los paganos se cuestionaran su propia
conducta. As como los maridos todava increyentes son conquistados por la vida de sus esposas sin necesidad de palabras, viendo
cmo ellas viven en pureza y temor de Dios (3, ls), de igual modo
los paganos recapacitarn con vuestras buenas obras y glorificarn
a Dios el da que los visite (2, 12). No devolver mal por mal, ni
ultraje por ultraje, sino bendecir (3, 9); con dulzura y respeto dejar
avergonzados a los que difaman el buen comportamiento cristiano
(3,16); renunciar a la violencia en la sociedad esclavista, distorsionada por ella (2, 18-24): 1 Pe insiste en la fuerza de conviccin de
la obra buena. Entre paganos y cristianos hay sin duda un consenso
sobre lo que son las 'buenas obras' . La base del acuerdo no es
una comprensin de Dios o de la verdad o del sentido, sino este
entendimiento del bien obrar que invita a los paganos a acoger la
singularidad de los cristianos y de su Dios.
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La Carta primera de Pedro ofrece el modelo de un conocimiento de Dios que yo calificara de sinuoso. Cuando se habla de
20. Brox sobre 1 Pe, segn Berger, Theologiegeschichte, 349.
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peripatticos, los pitagricos o los platnicos lo que buscaba: la filosofa verdadera. Una conversacin con un misterioso y venerable
anciano en la playa de Ostia le abri los ojos. La verdadera filosofa
haba que encontrarla en la Biblia . Justino sigui callejeando por
Roma con indumentaria de filsofo, reforzando as la idea de que
la fe cristiana era una filosofa racional. Intent demostrar a sus colegas que todo lo bueno y verdadero que se contena en la filosofa,
sobre todo en Platn, haba hallado su plenitud en la fe cristiana .
Cristo significa nada menos que la revelacin del Logos, de la razn csmica, que se haba manifestado ya, dispersa y provisional,
en las obras de los filsofos. Por eso Scrates, por ejemplo, puede
ser ya calificado como cristiano avant la lettre . Justino rechaza las
divinidades paganas por ridiculas e indignas de una persona sensata
(cap. 6-10); se rigen tan solo por la inmoralidad de sus representantes (los artistas que crean sus imgenes se inspiran en las esclavas
que les sirven de modelo, cap. 9, 4).
Justino se defiende enrgicamente de la denuncia contra los
cristianos como peligro para el Estado. Al contrario! El cristianismo fomenta la moral de los ciudadanos y sostiene al Estado. El
emperador no tiene nada que temer por la expectativa cristiana de
un reino de Dios, pues se trata solo de un reino que tendr lugar
en un futuro lejano (cap. 11). El cristianismo combate el vicio y
recomienda la obediencia a la autoridad (cap. 12-17). Sobre todo,
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habra que valorar no poco la doctrina de la vida eterna en su relevancia moral, pues ahora saben los malos que tendrn el castigo
merecido, aunque logren escapar a la justicia terrena. Por lo dems, la idea cristiana de una vida despus de la muerte no es tan
inverosmil como parece al principio; algo similar se desprende ya
de las nigromancias paganas (cap. 18-20).
Esto ltimo es tpico en la argumentacin de Justino. Insiste en
mostrar que la doctrina cristiana es, en el fondo, familiar a los paganos. Es, como queda dicho, la aparicin definitiva de la razn csmica, que conocan ya en forma poco clara los antiguos filsofos
y religiones. Justino llega a afirmar que Platn tom de Moiss la
doctrina de la creacin del mundo por Dios; sostiene que la Biblia
es ms antigua y, por ello, ms respetable que cualquier filosofa
(cap. 59). Por ejemplo, la enseanza cristiana sobre el Hijo de Dios,
Cristo, figura tambin de modo incipiente en la religin pagana. Esta conoce numerosos hijos de Zeus, y esos hijos de dioses tuvieron
en parte un destino muy similar al de Cristo (cap. 21-23).
Pero cuando,afirmamos adems que el Logos, primer vastago de
Dios, fue engendrado sin acto camal -Jesucristo, nuestro maestro- y
que fue crucificado, muri, luego resucit y fue elevado al cielo, no
aportamos nada extrao en comparacin con vuestros hijos de Zeus.
Pues sabis bien cuntos hijos de Zeus aparecen en escritores tan estimados por vosotros: as Hermes, el espritu luminoso de la razn y
maestro de todos; luego Asclepio, que fue mdico, muri fulminado
por un rayo y fue transportado al cielo... (cap. 21, 1-2). Pero si el
hecho de haber sido crucificado pudiera resultar escandaloso, tambin en esto coincidi con los antes mencionados hijos de Zeus, que
igualmente padecieron; porque de ellos se narran no idnticas, pero
s diferentes clases de muerte, y l tampoco les va a la zaga con su
peculiar forma de morir... (cap. 22, 3-4).
Justino encuentra numerosas analogas de ese gnero entre cristianismo y paganismo, y ofrece una explicacin: la creencia en los
dioses paganos es obra de los demonios, que conocan la revelacin bblica y trataban de caricaturizarla! Llegaron a imitar el rito
cristiano del bautismo con antelacin, por ejemplo, introduciendo
el bao o la aspersin con agua en los cultos paganos (cap. 62).
Los demonios queran as menguar la eficacia de la verdad, queran
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27. Sobre la tesis del plagio, que Justino fue el primero en lanzar por parte
cristiana, cf. S. Ackermann, Christliche Apologetik und heidnische Philosophie im
Streit um das Alte Testament, 53-71. Crticos paganos contratacaron asegurando
que el Antiguo Testamento era un plagio de los mitos; cf. ibid., 98-107. Subyace la
antigua creencia de que lo verdadero tiene que ser siempre lo que es ms antiguo.
28. Segn Robillard, L 'itinrairephilosophique, 14, hay que partir siempre de
un profundo conocimiento del judaismo por el paganocristiano nacido en Samara.
Su exgesis trinitaria (indicada infra), en todo caso, no se puede inferir de una
interpretacin juda de la Biblia.
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judos no conocen ni al Padre ni al Hijo (cap. 63), y no es de extraar que estuviera ya vaticinado su rechazo y la destruccin de su
Estado, llevada a cabo por las legiones romanas inmediatamente
despus de la rebelin de Bar-Kochba (cap. 47 y 49) .
Hasta tal punto hizo Justino causa comn con los paganos, que
cabe preguntar qu diferencia la fe de los cristianos -salvo la atractiva afirmacin de su superioridad- de la filosofa y religin de los
paganos. Su voluntad de asimilacin era tal que hubiera conducido
a la disolucin del cristianismo en el panten de Roma, de no haber
perdurado una distincin que l hizo valer en todos los pasajes decisivos. Y dicha distincin aparece en su demonologa. Justino tiene
tanto de demonlogo como de filsofo cristiano, y no basta con interpretar la relevancia que da a los demonios y ngeles malos como
una concesin a la cosmovisin de su tiempo . Los demonios, que
l explica como fruto de la unin de los ngeles cados con mujeres
terrenas, son a su juicio el objeto de adoracin en los dioses paganos
(cap. 5; 9; 41). Ellos propalaron en el mundo las injustas inculpaciones contra los cristianos (cap. 5; 46); son responsables de la colosal
tergiversacin del mensaje bblico en los mitos y cultos paganos
(cap. 23; 53; 54; 62; 66 y passim). Tambin estn detrs de las herejas cristianas (cap. 26; 56; 58), siempre con el fin de distorsionar
el autntico mensaje de Cristo. Eso significa luchar contra el Logos
divino, y con mayor empeo desde su encarnacin. Cabe sospechar
su presencia detrs de todos los libertinajes de los no creyentes y, en
el fondo, detrs de todos los sufrimientos que tienen que soportar
los cristianos (cap. 10; 14; 58 y passim) . Debido a su proximidad
al entorno pagano, Justino tiene que demonizarlo. Esto se pone de
manifiesto especialmente en su tesis del plagio: esa tesis le sirve, por
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34. En el Dilogo con el judo Trifn, Justino persigue nicamente la conversin de los judos a la fe cristiana.
35. Contra la corriente de la exgesis sobre Justino, Munier sostiene con razn: Al lector moderno sin duda le sorprender el amplio espacio que Justino
concede a la demonologa, pero conviene tener en cuenta que se trata de un elemento central de su sistema apologtico ('apologie de saint Justin, 110; para
otros aspectos en la doctrina de Justino sobre los demonios, cf. ibid., 110-114).
36. En la segunda apologa de Justino, la doctrina sobre el demonio es ms
dominante an que en la primera.
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una parte, para asegurar la fiabilidad de la enseanza cristiana, extremo en el que se lo juega todo; y por otra, para mostrar la maldad
de los demonios. Hasta la similitud -muy oportuna como argumento apologtico- es obra diablica. El cristianismo corra peligro de
sucumbir a la rutina de lo ya conocido si no haca valer lo decisivo
frente a todas las armonizaciones: la cautela ante lo demonaco. Pero el cristianismo cultural de Justino desata as, en el fondo, una
visin extremadamente negativa de la cultura pagana.
Los demonios no tenan la menor idea de la cruz de Cristo, porque su anuncio en las Escrituras estaba tan cifrado que no pudieron enterarse, y sus artes mimticas fracasaron (cap. 55). Esto lo
admite tambin Justino, y ah, quiz, hubiera tenido la oportunidad
para mostrar lo nuevo e inequvoco del cristianismo. Pero, atrapado en el intento de hallar analogas para todo en la realidad de su
entorno, cede en el tema de la cruz a toda suerte de similitudes alegricas: no tienen el mstil y el palo transversal de las embarcaciones la forma de cruz?; tambin los aperos de labranza, los estandartes y los pendones de combate; y no se asemeja el hombre con
los brazos extendidos a la forma de la cruz?; o incluso su rostro
cuando uno observa los ojos y la nariz en conjunto? Resulta as que
todo lo que hay en el mundo est ordenado con arreglo a esta forma o incluso es manejado con instrumentos cruciformes. Pero se
advierte tambin la incapacidad de Justino para integrar la cruz de
Cristo, como anttesis de la sabidura del mundo (1 Cor 1, 18-33),
en su nocin fluida de Logos . Y hasta dnde alcanza entonces el
valor teolgico de su recepcin del logos si no sirve para expresar
el acontecimiento central de la fe cristiana? Tiene realmente algo
que ver el logos spermatikos de los filsofos con la palabra de Dios
en la Biblia, como presupone siempre Justino? Hasta qu punto
traduce el sentido pleno del hebreo? .
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37. En el captulo 89 del dilogo con Tritn, pregunta el judo por qu Cristo
tuvo que morir en la cruz, una maldicin segn la Ley. Justino, con evidente perplejidad, responde correctamente: nosotros tampoco lo creeramos de no haberlo anunciado los profetas. Tampoco aqu le ve un sentido cristolgico a la crucifixin.
38. A. G. Hamman, Dialogue entre le christianisme et la culture grecque, des
origines Justin, 49, con una referencia a la especulacin de Justino sobre el logos.
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La primera apologa de Justino aparece, por tanto, como ejemplo de un conocimiento rectilneo de Dios. De las ideas sobre un
ser supremo -el logos como razn csmica- pasa sin ms al Dios
de los cristianos. Las limitaciones que este proceder acarrea se aprecian ya en Justino. Los escritos bblicos han de amoldarse unos a
otros; se violenta su sentido en clave apologtica. Aflora as la imagen de un cristianismo lineal, ajustado, flexible, en sintona con las
expectativas reinantes, fiel al Estado. El resto irreductible -la cruz
de Cristo- se reduce a un simbolismo intranscendente. Los judos se
llevan igualmente su merecido: la demarcacin frente a ellos forma
parte de la conciencia cristiana. Les falta lo propio de la comprensin cristiana de Dios: la Trinidad en la unidad, inconmensurable en
relacin con el concepto platnico del ser supremo entonces vigente. La filosofa del filsofo Justino prevalece . Pero queda latente
una difamacin endemoniada del mundo; este se encuentra demasiado cerca para juzgarlo con imparcialidad, y su abrazo demasiado
ntimo amenaza con succionar la propia identidad cristiana.
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39. Cf. ibid., 49s; Munier, I 'apologie de Saint Justin, 100-110, contextos.
40. No me sumo al arriesgado juicio de Hamman sobre Justino: El ejemplo
basta para mostrar la audacia del pionero y el peligro permanente de no limitar el
papel de la filosofa a la funcin de ancilla theologiae (Dialogue, 50).
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41. Cf. la introduccin de F. S. Schmitt a su edicin latino-alemana del Proslogion, 13. En lo que sigue cito de esta edicin, indicando el nmero de captulo.
42. En la primerafrasedel primer captulo del Monologion, escrito con anterioridad al Proslogion, Anselmo declar programticamente: Si uno no conoce...
la nica naturaleza, la suprema de todo lo existente, bien sea porque no oy hablar
de esa naturaleza o porque no cree en ella, pienso que podr convencerse de ello, si
est medianamente dotado, por la sola razn [sola ratione] (citado segn Schmitt,
Proslogion, 40).
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48. Cf. D. Heinrich, Der ontologische Gottesbeweis. Sein Problem und seine
Geschichte in der Neuzeit; J. Rohls, Theologie und Metaphysik. Der ontologisc
Gottesbeweis und seine Kritiker; W. Rd, Der Gott der reinen Vernunft. Sobre
debate teolgico en el presente siglo, cf. Schrimpf, Anselm von Canterbury, 8-16.
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Conceptos operacionales son aquellos que describen una accin mediante la cual aquel que la realiza produce la cosa de la que el concepto es el signo lingstico correspondiente [Schrimpf pone como
ejemplo una receta de cocina: el concepto culinario menestra solo
adquiere su realidad si se cocina segn la receta]. En cambio, el signo
lingstico aliquod quo maius nihil cogitari potest es un concepto
operacional de la lgica. Describe una accin mental. Esta accin
consiste en la realizacin cientficamente correcta del concepto aliquid quo maius nihil cogitari potest. Lo real as fabricado consiste
sin duda en un pensamiento, pero pensamiento que no se puede pensar arbitrariamente, sino de un determinado modo. De ah que lo as
pensado sea algo que para un sujeto cognoscente solo puede ser algo
real en forma de un concepto suyo .
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El giro de Anselmo non potest esse in solo intellectu (no puede estar solo en la inteligencia) (cap. 2), o quod non possit cogitari
non esse (lo que no quepa pensar que no existe) (cap. 3), enlaza
siempre la realidad del aliquid quo... con el acto de pensar. El
que piensa eso le atribuye realidad, porque el concepto sera pensado errneamente si el aliquid se pensase como no existente.
Este enlace de pensar y ser en el aliquid es algo que solo
corresponde a este concepto. Es correcto segn las reglas de la lgica nicamente cuando se trata de aquello que no permite pensar
algo mayor. La objecin jocosa de Kant en mi economa actual,
cien tleros reales son ms que el concepto de ellos , no afecta
al argumento de Anselmo, pues no contempla la clase especfica
de existencia del id quo maius cogitari nequit. Lo divino solo
entra en la realidad a travs de la comprensin humana, porque
no existe al modo del ente espacio-temporal . Existe nicamente
como idea o concepto, pero que no puede ser pensado sino como
concepto de algo real.
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Tal lectura del argumento del Proslogion permite formular tambin su resultado en estos trminos: siempre que los humanos piensan en lo insuperablemente mximo, eso mximo tiene realidad para ellos. Lo que alguien piensa como lo mximo, es real tambin
para l - y por eso eficiente, pues la realidad de lo insuperablemente
mximo no puede quedar pasiva-. Schrimpf ha dejado claro que,
en Anselmo, a la demostracin de la realidad del aliquid sigue
inmediatamente la praxis, la denominada oracin intercalada en
el captulo tercero o al final del cuarto. No es un aadido piadoso,
sino resultado del reconocimiento, primero intelectual y luego tambin volitivo, de la existencia del aliquid . Y al insensato -en el
sentido de captulo cuarto- hay que replicarle: es aberrante usar la
palabra Dios sin tener en cuenta qu realidad va ligada inevitablemente a l. Hay que contar con esa realidad, cosa que no hace
el insensato cuando dice a la ligera: Dios no existe. La realidad de
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Dios para el hombre consiste en ser pensada conforme al concepto de Dios no dependiente del arbitrio humano y, consecuentemente, hacerse eficiente en la vida del hombre . Negar la realidad
de aquello que excede todo cuanto los humanos pueden pensar, es
error, insensatez, pereza mental e irrealismo.
Hasta aqu, Anselmo propuso una demostracin que no solo es
irreprochable desde el punto de vista de la lgica, sino que cabe
apoyar fcilmente con hallazgos de la psicologa o de la fenomenologa de la religin. No es fcil negar esto: lo que los hombres consideran la realidad suprema que todo lo determina (lo que ellos piensan como tal), lo determina realmente. Con esto la demostracin de
Anselmo no queda disuelta en lo psicolgico, sino que apunta hacia
la lgica objetiva del concepto de aquello mayor que lo cual nada
puede pensarse.
Ahora bien, si esta realidad existe para los hombres, la pregunta
propiamente teolgica se plantea as: esa realidad coincide con
aquello que la fe cristiana, que la Biblia, llama Dios? Anselmo da
a esta pregunta teolgicamente decisiva una respuesta claramente
afirmativa. Et hoc es tu, Domine Deus noster (y eso eres t, Seor, Dios nuestro), as concluye su demostracin. Nuestro Seor
y Dios, en la lnea siguiente tambin mi Dios, aade Anselmo
al id quo maius cogitari nequit. A los intrpretes de Anselmo les
pareci siempre esto tan obvio que no dieron mayor importancia
a esta afirmacin teolgica de primer orden . Resulta funesto, sin
embargo, reducir el argumento de Anselmo, como suele ocurrir, a
los captulos 2-4 del Proslogion. No es extrao que durante siglos
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los 9 y 12 enmarcan estas arduas reflexiones en rotundos enunciados acerca de la bondad del ser divino, que presentan el concepto
del ser mayor que el cual nada puede pensarse como la constante
definitiva que las objeciones bblicas han de respetar . El concepto
anselmiano de Dios es, de principio a fin, el de un Bien supremo
que no necesita de nada y de quien todo necesita, como anticipa
Anselmo en el prlogo del Proslogion. Este summum bonum sin
carencias puede pensarlo Anselmo como aliquid quo maius cogitari nequit. Ha interiorizado la tensin frente al Dios de la Biblia;
es ms, esa tensin constituye en realidad el centro de gravedad
teolgico de su obra. Anselmo creyfirmementepoder conciliar fe
y razn, y esto significa ahora poder conciliar al Dios de la fe con
el Dios de la razn. Para l, en el conflicto de las representaciones
de Dios, el Dios pensado y pensable ha quedado vencedor.
El Dios de la demostracin ontolgica solo hizo fortuna en la
poca moderna, como seala W. Rd, mientras que el Medievo
rechaz en parte el argumento de Anselmo y en parte le dio validez como una prueba ms. Este Dios pas a ser el objeto preferido de la filosofa racionalista moderna de un Descartes, Spinoza,
Leibniz, un Dios de los filsofos relacionado en definitiva con
la fe en un orden racional universal que incluye el pensamiento y
la razn . Como garante del orden csmico, trascendiendo los
antagonismos confesionales de la primera modernidad, en cierto
modo como remate de la cpula de los sistemas racionalistas,
que cohesiona el edificio que la sustenta , ese Dios pas a ser el
Dios de la religin. Pascal lo conoca y lo diferenci del Dios de
Abrahn, Isaac y Jacob.
Una reflexin, por ltimo, sobre el insensato que dice: Dios
no existe. Queda refutado de verdad? A buen seguro que s en el
plano de la lgica anselmiana. La necesidad lgica de ese concepto
del aliquid quo..., que le confiere a la vez realidad, es indudable.
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65. Los captulos siguientes tratan luego -en cierto modo dejando de lado las
objeciones bblicas- los atributos del ser que es mayor de lo que cabe pensar, a
partir del concepto-gua metafsico que es la eternidad.
66. Rod, Der Gott der reinen Vernunft, 9.
67. Ibid.
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influencia se qued en este itinerario y, al final, transform la convergencia parcial de fe y razn, afirmada en Toms, en una suerte
de filosofa de Dios que ha mantenido ocupados a los filsofos
hasta hoy. Pero Toms no sera el telogo sobresaliente que fue
si no hubiera reivindicado tambin, correctamente, la diferencia
en la comprensin de Dios. Con la premisa de que en nuestro
tiempo lo que todos llaman Dios no se puede ya armonizar tan
fcilmente como entonces con la comprensin cristiana de Dios,
es preciso releer hoy la teologa del Aquinate. Estoy convencido
de que los ttulos honorficos que le concedi la tradicin se los
merece tambin hoy.
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Pero por qu, ms all de los consabidos absurdos del pensamiento, esta presin no va a representar acaso el extremo desvaro de la
razn?, por qu a la necesidad mental le ha de corresponder incondicionalmente, ms all del crculo cerrado de la razn, una realidad
ontolgica?, quin dice que las ataduras de la razn humana no quedanfinalmenteen su propio vaco, sin fundamento en el ser real?
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Verweyen hace esta observacin a propsito del problema clsico de si hay un puente desde el plano del pensamiento al plano
de la realidad. Ms all de l y frente al rumbo de su interpretacin
posterior , voy a asumir su observacin en estos trminos: aunque
Anselmo tenga razn y el pensamiento avance efectivamente hacia
la realidad de aquello mayor que lo cual nada se puede pensar, eso
podra constituir su extrema locura y quedar en el vaco. Entonces,
el esse in re evidente de lo mximo pensable carecera de toda
realidad ntica -si la realidad del ser se mide por la sabidura
de Dios, que se oculta en el misterio, pero de la que se dice que
desenmascara la sabidura del mundo como necedad (1 Cor 3,
19; 1, 20)-. Pero Dios, que es tambin insensato (1 Cor 1, 25),
dara la razn al insensato si este, asumiendo el concepto de Anselmo, siguiera diciendo: no hay Dios.
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70. O. H. Pesch, Thomas von Aquin. Grsse und Grenze mittelalterlicher Theo
logie, 183.
71. Cf. esta idea sugestiva en G. K. Chesterton, On Gargoyles (1910), versin
alemana: Ballspiel mit Ideen, 40-44. En la historia del arte se habla del carcter
apotropaico, expulsor del mal, de lasfigurasgticas.
72. Ya la traduccin de la pregunta An o utrum Deus sit crea dificultades.
Cuando la edicin alemana de Toms traduce Gibt es einen Gott?, hay que objetar con L. Velecky, Aquina's five arguments on the Summa Theologiae 1 a 2, 3
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76. Una excepcin parece ser la cuarta va ex gradibus, porque los grados
de ser de los que parte Toms no arrancan de la experiencia, sino que se infieren de los atributos trascendentales del ente (verum, bonum, nobile = pulchrum)
que la razn aplica a las cosas. As Wagner, Die philosophischen Implikate, 97s,
analizando un complejo debate en los estudios realizados. La cuarta va es generalmente criticada, sobre todo por F. von Steenberghen, que cuestiona el trnsito
necesario del magis et minus al mximum (Le probleme de Dieu dans les crits
de s. Thomas d'Aquin, 212-221). El intento de E. J. Butterworth de evidenciar
The identity of Anselm 's Proslogion Argument for the existence of God with
via quarta of Thomas Aquinas (el ttulo del libro contiene la tesis; cf. sobre todo
173-212) lo considero totalmente desacertado. Butterworth olvida la funcin operacional del concepto anselmiano de id quo maius cogitari nequit, que en modo
alguno hay que referir al magis et minus real. En Monologion, Anselmo haba ensayado una demostracin en la lnea de Toms; pero no la reiter, quiz por opcin
consciente, en Proslogion.
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77. Es frecuente negar que el regressus ad infinitum sea una petitio principii. Ajuicio de Seidl, Thomas vonAquin, 115s y 121, Toms asumi ya de Aristteles la necesidad de presuponer el concepto de primera causa; la idea de un nmero
infinito de causas contradice el principio de causalidad. Pero hay que sealar que,
aun en el supuesto de un nmero infinito de causas en el mundo -posibilidad que
Toms mantiene abierta-, cada una de ellas exigira una explicacin. Por eso hay
que abandonar el plano donde vale el principio omne quod movetur, ab alio movetur, y alcanzar otro plano, trascendental, donde pueda haber aliquid primum
movens, quod a nullo movetur. Cf. Velecky, Aquina 's five arguments, 56s.
78. Sigo el brillante anlisis de Velecky, ibid., 58-63.
79. La edicin alemana de Toms traduce siempre el aliquid, induciendo a
error, por Wesen.
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84. Hnermann, Offenbarung Gottes in der Zeit, 67, argumenta con acierto:
Como la diferencia queda ms encubierta en la Summa theologiae, no parece casual que justamente la teologa de Toms, que se extract sobre todo de la Summa,
quedase transformada en una teologa escolar que en muchos aspectos se adapt,
iniciada la Edad Moderna, a la idea de un Dios inmanente al sistema. Sobre el
tema global, cf. ibid., 41-79.
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85. Cf. Pesch, Thomas von Aquin, 182s. Un ejemplo de esta interpretacin
errnea es Van Steenberghen, que introduce los argumentos de Toms en la lucha
moderna entre tesmo (de todo color) y atesmo, y teme que el fracaso de las pruebas traiga el derrumbe de todo orden yfinalidad:Sin Dios, llega la ruina de todos
los valores; ms an... esto es lo que santo Toms piensa y es la conclusin que se
desprende de nuestra investigacin, Le probleme de Dieu, 357.
86. Velecky se enfrenta a algunos crticos anglosajones de Toms (sobre todo a
A. Kenny). La defensa que C. F. J. Martin quiere hacer -en la (hasta ahora) ltima
exposicin global sobre el tema en favor de las demostraciones de Toms, Thomas
Aquinas. God and explanations, sobre todo 96-107-, trata de mantenerse en el nivel
de la filosofa analtica actual y depurar la prueba de todoso los elementos teolgicos, a modo de un tomismo analtico. A su juicio, la pregunta Existe Dios?
ha de abordarse exactamente igual que la de Existe x?. Martin no tiene presente
que las cinco vas tratan de determinar la relacin entre comprensin filosfica y
comprensin teolgica de Dios. Como ya en Kapriev (cf. n. 61), se manifiestan en
l los lmites del tratamiento filosfico de problemas originariamente teolgicos.
87. Sigo una indicacin de Hnermann, Der fremde Gott, 211.
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ponde a un nico ser, su nombre no es transferible. En cambio -contina Toms- si suponemos (errneamente) que hay ms dioses, entonces el nombre es comunicable, y en este sentido habla la Biblia
de dioses (en referencia a la opinin errnea de los hombres que
divinizan cosas). Toms pone como ejemplo la palabra sol: si se
defiende la opinin de que hay varios soles, entonces el nombre es
transferible; pero en realidad solo hay uno.
El error de Toms, condicionado por su poca, sobre el nmero
de los soles puede considerarse tambin como error teolgico. Si
otros u otras cosas ostentan las propiedades de la naturaleza divina
que Toms solo atribuye al Dios de la fe, entonces, segn su definicin, el nombre Dios, como nombre especfico (nomen appellativum) para la naturaleza divina, tambin sera transferible. Hubo y
hay otros dioses -en la concepcin humana-, como hubo siempre muchos soles sin saberlo Toms. De ah que su referencia hasta
aqu no sea satisfactoria. Pero l contina: Sin embargo, de haber
un nombre para Dios que no designe su naturaleza sino que lo califique como este determinado ente, tal nombre ser incomunicable
en cualquier sentido {mnibus modis incommunicabile): es el caso,
por ejemplo, del tetragrama de los hebreos.
Incomunicable en cualquier sentido es, pues, para Toms el
nombre bblico de Dios Y H W H , porque no se refiere a lo que los
hombres entienden por naturaleza divina. Y ese nombre designa al
Dios de Jess, al Dios de la fe cristiana.
e) El Memorial de Blaise Pascal
Blaise Pascal (1623-1662) no fue nada rectilneo. Se le conoce
por haber dado nombre a un lenguaje de programacin y a la unidad
de medida de la presin atmosfrica; y de hecho muchas lneas conducen desde el genial matemtico, fsico e inventor de una calculadora, hasta la era del ordenador. Pocos meses antes de su temprana
muerte, program el primer servicio pblico de transportes en Pars: se le podra considerar padre del metro y uno de los padres de
la Edad Moderna por su uso de la razn sin compromisos y por su
amor a las ciencias exactas. Pero existe otro Pascal: el jansenista
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88. Sobre Pascal, cf. A. A. Bguin, Blaise Pascal in Selbstzeugnissen und Bilddokumenten; Th. Spoerri, Pascal heute; i. R. Armogathe, Einfhrung, en Id. (ed.), B.
Pascal. Gedanken ber Religin und einige andere Themen. En el presente captulo,
las citas han sido tomadas de esta edicin de Pensamientos, que en la numeracin de
los fragmentos sigue la propuesta por Lafuma. El segundo nmero indica la numeracin de Brunschvicg, que tambin se basa en la edicin alemana de Wasmuth.
89. A este resultado llega tambin G. Bsing, Das Memorial. Dokument einer
fraglichen Gewissheitserfahrung. Eine Pascal-Interpretation aus theologischer
Sicht, 9-16. El trabajo de Bsing repasa los enfoques anteriores en la interpretacin de Pascal, da muchas informaciones tiles y ofrece tambin un valioso ordenamiento biogrfico; pero no puede considerarse como interpretacin teolgica.
Se muestra del todo indiferente al contenido teolgico del texto pascaliano! El
resultado de Bsing viene a decir nicamente: Pascal opta por la imagen de Dios
en la religiosidad de la Reforma francesa, frente a la de los libertins (librepensadores) (43). El retorno a Dios es la vuelta a la imagen de Dios propia de una amplia
corriente religiosa de su tiempo.... El Dieu d'Abraham, etc. es para Bsing una
mera referencia a la tradicin cristiano-bblica (ibid.).
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que manifiesta de los textos del Antiguo y Nuevo Testamento constituyen la base del estudio sobre Pascal de Denise Leduc-Fayette .
De ese estudio se desprende que el siglo XVII estuvo en Francia
totalmente impregnado de textos vetero y neotestamentarios; en
cambio, decay el inters por la Antigedad greco-romana. En la
abada de Port-Royal, con la que Pascal mantuvo estrecho contacto, se estudiaba intensamente la Biblia. Pascal aprendi hebreo y
colabor en traducciones bblicas. Era costumbre aprender pasajes
bblicos, y cabe suponer que Pascal poda recitar de memoria largos fragmentos de la Biblia . Dado que aprender de memoria se
dice en francs apprendre par coeur, su dicho el corazn tiene
sus razones y el entendimiento tiene las suyas (fr. 298/283) cobra
quiz un sentido especial: son las razones del corazn que rebosa
de lenguaje y mundo bblicos . El contraste entre revelacin y filosofa y, por tanto, entre la comprensin de la realidad en la Biblia
y en la razn pura, fue siempre primordial para Pascal, como se
desprende muy claramente de su Conversacin con el Sr. de Sacf \ Leduc-Fayette seala que la Biblia no era para Pascal algo que
llega de fuera, meramente instructivo, que contiene determinadas
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91. D. Leduc-Fayette, Pascal et le mystre du mal. La clefde Job. De este trabajo erudito y profundo he aprendido mucho, sin estar del todo convencido de que
el justo y doliente Job constituya la clave para comprender toda la obra de Pascal.
Sobre lo que sigue, cf. ibid., 14-31; 92-112.
92. Una referencia a la novela de Stendhal Rojo y negro resulta aleccionadora. Julien, el protagonista, consigue muy joven un puesto de profesor particular
por ser capaz de recitar todo el Nuevo Testamento de memoria. En el seminario
sacerdotal se ejercitan en memorizar largos textos bblicos y clsicos, recitndolos durante la comida, por ejemplo. Aunque la accin de la novela transcurre a
principios del siglo XIX, tiene mucho de la atmsfera en que podemos imaginar a
Pascal. Julien vive entre el mundo del seminario sacerdotal regido por un espritu
rigurosamente jansenista, y los elegantes salones de Pars; aparecen jesutas con
mucho mundo, como eran los adversarios de Pascal; etc.
93. Esta sentencia nofiguraen Leduc-Fayette. El fr. 110/282 sobre el conocimiento de la verdad a partir de la razn y del corazn define el corazn, inicialmente y en general, como el lugar de una intuicin y certeza especiales; pero
concluyefinalmenteen los sentimientos del corazn, mediante los cuales Dios
infundi la religin y sin los cuales la fe sera meramente humana e intil para
la salvacin. El corazn no transmite el conocimiento de la existencia de Dios,
sino -en trminos paulino-bblicos- el conocimiento de la justicia basada en la fe.
94. B. Pascal, Conversacin con el Sr. de Saci, ed. bilinge de A. Villar, Sigeme, Salamanca 2006.
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En cuanto al tercer presupuesto, el Memorial solo puede entenderse de manera adecuada si se reconoce en Pascal cierta afinidad
con la teologa de la Reforma. Una investigacin de Hlne Michon
ha sacado a la luz precisamente esta afinidad . Y aunque no hay
por qu suponer que el filsofo francs hubiera ledo obras de los
reformadores , el pensamiento de la Reforma estuvo muy presente
en las disputas que tuvieron lugar en el siglo XVII en Europa, y por
tanto tambin en Francia. El jansenismo y Port-Royal tenan en comn con Lutero el agustinismo. El monasterio de Port-Royal en la
Francia contrarreformista militante de Richelieu y Mazarino pudo
convertirse en el punto de confluencia de personas que acogieron el
impulso de la Reforma, pero que no se atrevan a confesar la nueva
fe. Michon considera posible una transmisin de ideas luteranas
a Pascal, pasando por la lnea Lutero-Bayo-Jansenio . Son innegables, en todo caso, los paralelismos temticos entre teologa de
la Reforma y Pascal: conocimiento natural y conocimiento bblico
de Dios son antitticos; el conocimiento de Dios se realiza solo a
travs de Cristo (En este punto, Pascal se adhiere incontestablemente a la teologa luterana ). Dios es el Deus absconditus, que
puede manifestarse y ocultarse. El reconocimiento del propio pecado acontece a partir de la fe en Jesucristo, que ocup el puesto del
pecador rebelde a Dios y as se convierte en pecado. Naturaleza y
gracia no son equiparables; su desproporcin llega hasta la oposicin. Se trata solo de algunos indicios que llevan a Michon, conocedora perfecta de otras influencias, a esta conclusin: Pascal no
est lejos de Lutero, que organiza toda su teologa sobre oposiciones semejantes... Pascal hereda en ms de un sentido la aportacin
cultural que trae la Reforma .
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En primer lugar, digamos algo sobre las coordenadas biogrficas del texto. Bsing ha sealado las circunstancias que desencadenaron una crisis en Pascal el ao 1654 . El conflicto en torno al
jansenismo haba cobrado rasgos polticos. E l cardenal Mazarino
combati las tendencias crticas al gobierno en Port-Royal y haba
llegado a promover una bula antijansenista del papa. Solidarizarse
con Port-Royal habra significado, pues, tomar postura contra el
Estado y contra la Iglesia. Pero Pascal se senta ligado a su hermana Jacqueline, firme defensora de Port-Royal. No haba evasin
posible. En todo caso, poltica y religin se mezclaron en una decisin inaplazable, lo que oblig a Pascal a romper con su padre.
Para este, en la larga tradicin francesa la fe y la poltica se haban
mantenido estrictamente separadas. En el Memorial, Pascal opta,
segn cree Bsing, en favor de un Dios apartado del mundo, que
armoniza con la espiritualidad de Port-Royal y, adems, no exige ningn compromiso poltico. Esta opcin prudente, que evita
muchos conflictos, le traera paz y gozo. Yo sostengo que el texto
se relaciona con un conflicto y ofrece una solucin. Pero de qu
conflicto se trata y qu solucin se encuentra?
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105. Pascal entiende por sentiment una percepcin del mundo por va corprea, a diferencia del conocimiento a travs de los motivos de la pura razn; cf.
Bsing, Das Memorial, 70-72. Descartes evita expresamente confiar en la imagination y el sentiment para el conocimiento de Dios; cf. Mditation III, 1. Su va
hacia Dios se acompaa de la duda radical as como de la conciencia de la propia
imperfeccin y dependencia de lo mayor (cf. Mditation III, 38), no de la alegra y
de la paz.
106. Resulta asombroso el acierto de Pascal, a lo largo de todo el texto, en
encontrar las citas bblicas pertinentes, progresivas. Bsing, Das Memorial, 14,
muestra la probabilidad de que por lo menos algunas de sus citas bblicas estn
tomadas del futuro canciller P. Sguier. De l podra haber asumido tambin el
contenido simblico del fuego y el repudio del Dios de los filsofos.
107. Una interpretacin sutil del libro de Rut, muy en la lnea de su aplicacin
en Pascal, la encuentro en J. Ebach, Fremde in Moab - Fremde aus Moah. Das
Buch Ruth ais politische Literatur.
108. Esto explicara la datacin precisa al comienzo del Memorial. Pascal
acenta en expresiones usuales el carcter protocolario y documental; cf. Bsing,
Das Memorial, 36s. La mencin de los mrtires sugiere quiz la renuncia dolorosa
de la que habla a rengln seguido: olvido del mundo...
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As pues, la relacin con Dios se funda siempre no en una certeza filosfica, sino en la gracia librrima del Dios justo y justifican109. Guardini, Christliches Bewusstsein, 202s, no puede interpretar ese texto,
porque en l oye hablar al propio Pascal.
110. Cf. el extenso fr. 449/556, que califica teolgicamente la grandeur y
la misre como en el Memorial: Es en cierto modo peligroso para el hombre
conocer a Dios sin conocer su propia miseria, y conocer su propia miseria sin conocer al Redentor que le puede salvar de ella. Uno de estos conocimientos, por s
solo, genera o bien la soberbia de los filsofos que han conocido a Dios, mas no su
miseria, o la desesperacin de los ateos que conocen su miseria, mas no al Redentor. Y dado que para el hombre es necesario conocer igualmente ambos extremos,
tambin es igualmente propio de la misericordia de Dios haberse dado a conocer
a nosotros. Eso hace la religin cristiana; en eso consiste. Todo el fragmento es
algo as como la transcripcin del Memorial a un lenguaje coherente, y es a la vez
un programa de la obra planeada en Pensamientos.
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Todo lo que el trabajo concienzudo ha sacado a la luz como conocimiento de Dios por los filsofos, mantiene su valor. Es un gran valor,
pese a los detractores de la filosofa de todos los tiempos y tambin
de hoy. Porque la totalidad del ser, al igual que los presupuestos del
pensamiento y la fuerza del espritu, de donde proceden esos conceptos, tienen un origen y no provienen del Dios malo, sino del mismo
Dios que habl por boca de Cristo. Pero la creacin est ordenada a
la gracia y solo se contempla correctamente en relacin con ella" .
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phes. Pero Guardini pretende explicar cmo hay que entender eso
correctamente. Retrospectivamente, se advierten tambin ahora
otras ambigedades de su interpretacin del Memorial. Por qu
tiene que declarar Guardini, sin ms, la singularidad de Jess como
la esencia del cristianismo, incluso como la categora definitiva de lo cristiano? No queda ya la singularidad en suspenso al
hacer de este una esencia y categora? Tambin la concrecin
de personas como Abrahn, Isaac y Jacob pasa a ser en Guardini, inmediatamente, el principio, principio de la historicidad de
la revelacin, de la vinculacin de lo absoluto a la contingencia
histrica. Pero de ese modo deja escapar el contenido de esta concrecin; deja de lado la referencia a Israel en el Memorial, al igual
que el dicho de Rut.
Pascal no se deja catolicizar tan fcilmente. Resta la diferencia radical de los dioses" y la pregunta dirigida a la teologa
catlica: hasta qu punto est dispuesta a afrontar esa diferencia.
Guardini no estaba dispuesto. nicamente le qued al final, aun
con todo su respeto hacia este gran cristiano, patologizarlo, incluso demonizarlo. As, segn l, Pascal tuvo que luchar contra el
demonio de la agresividad y de la egolatra, que le arrastraban a
la dureza y a la injusticia" . En el espritu de Pascal anida algo
terrible. Se adivina un oscuro resentimiento. Le falt la relacin
con la naturaleza, con el arte, con la msica; y, sobre todo, le falt
el sentido del humor, esa fuerza humana bsica, metafsica, religiosa. Careci de bondad, libertad y serenidad; adems, su entorno
le priv de afabilidad, temple sosegado y amor calmante. Ocurri
as que, en el ardor del espritu, lo demonaco de ese 'espritu sin
msica' lleg al paroxismo y no le qued ya otra senda que la de la
soledad del silencio total.
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En 1656 comenz Pascal a esbozar los Pensamientos (Penses). Hay que indagar su relacin con la vivencia y las sentencias
del Memorial. Guardini considera los Pensamientos como testimonio de la pugna entre la teora filosfica de la existencia de lo absoluto, teora ciertamente verdadera, y la fe del interpelado por Dios.
Esta pugna quedfinalmente,ajuicio de Guardini, remis, en tablas
para Pascal" . Yo propondra, sin embargo, otra interpretacin: en
los Pensamientos, Pascal aplica al mundo la nocin bblica de la
realidad que se le revel en el Memorial. En fr. 449/556, cuya afinidad con el Memorial he sealado, formula programticamente:
Sobre esta base hay que examinar el orden del mundo y ver si
todas las cosas no estn encaminadas a fundamentar los dos puntos
principales de esta religin: Jesucristo es el objetivo de todo y el
punto central al que todo se dirige. Quien lo conoce, conoce el
fundamento de todas las cosas" .
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estado del mundo no cabe, por tanto, demostrar nada, sino solo a
partir de la miseria del hombre sin Dios (fr. 6/60 -ibid. el plan
de todo el proyecto d Pensamientos-). Ya aqu, en este primer estadio de planificacin, se menciona a los judos: Examinar lo que
hay de claro e indiscutible en la situacin global de los judos, es
a lo que se compromete Pascal (fr. 8/602). Las secciones siguientes consideran ms de cerca la miseria del hombre ante Dios. La
desgracia obedece siempre a un malentendido entre querer y poder.
El hombre quiere ser justo, pero no puede (fr. 60/294; 61/309 y
passim). El hombre quiere ser constante, pero no puede (fr. 55/111;
73/111; 73/110 y passim) . El diagnstico de la infelicidad humana no se debe solo a la sagaz observacin de Pascal, sino que
aparece ya orientado bblicamente. En la tensin entre querer y poder se puede conocer fcilmente, en el fondo, toda la problemtica
bblica de la ley, especialmente en la versin que le dio Pablo en la
Carta a los romanos. Pero Pascal no es ningn biblista, y menos un
moralista. Su racionalidad especfica se manifiesta en la capacidad
para aplicar la nocin bblica de la realidad a lo vivencial, y acreditarla all en su plausibilidad. La Biblia conoce a los hombres mejor
que estos se conocen a s mismos. As puede quedar claro que la
religin en modo alguno contradice a la razn (fr. 12/187). Los
anlisis de la condition humaine que hace Pascal son realmente
tan acertados que le granjearon la admiracin de un Nietzsche y
la fama de ser precursor del existencialismo . De la desproporcin entre querer y poder, Pascal concluye la fatuidad (vanit)
m
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El poder de la fantasa, del engao, impuso un orden en el mundo que produce una satisfaccin mucho ms completa e incalculable que el orden de la razn. Y es tambin ella la que da poder:
'
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119. Cf. U. Kirsch, Blaise Pascal Pernees (1656-1662). Systematische Gedanken ber Tod, Vergdnglichkeit und Glck, 176-183. Kirsch ha contribuido
mucho al esclarecimiento de las secciones antropolgicas de Pensamientos. No
obstante, su interpretacin de Memorial (ibid., 349-356) resulta totalmente desacertada. Teniendo en cuenta que Kirsch considera obsoletos los argumentos que
aduce Pascal en favor de la religin cristiana a la luz de los conocimientos actuales, el Memorial tan solo es, para l, el encuentro con el alma del Todo (352), o
con lo incondicionado (355) -por consiguiente, la vivencia de una religiosidad
general donde el Dios de los filsofos ostenta la supremaca- La distincin de
dioses es para Kirsch algo superado o de ndole comparativa: el alma del Todo va
ms all del principio cosmolgico de los filsofos, y es lo que colma de vida ese
principio (352).
120. Cf. Bsing, Das Memorial, 5-8.
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121. As, J.-P. Wils, Vom Verstummen Gotes in der Moral, 108; sobre el Todo,
106-111.
En Alemania, el siglo X I X solo toc a su fin, en muchos aspectos, con la Primera Guerra Mundial. Las estructuras conservadoras
de la era Metternich y del Imperio, a pesar de una fuerte industrializacin, solo pudieron alcanzar en el siglo X I X una modernizacin a medias. Y una vez perdida la guerra, entraron en decadencia
no solo la monarqua, sino tambin los principales soportes de la
sociedad: nobleza, ciencia, Iglesia protestante. Alemania estuvo
sujeta en todos los sectores a un ritmo de modernizacin que los
otros estados europeos ya haban superado. Tambin las iglesias
cristianas tuvieron que afrontar por primera vez toda los problemas
de la modernidad. Los protestantes haban perdido su summus
episcopus y se encontraron con problemas estructurales de gran
calado. Los ensayos teolgicos de un Karl Barth o un Emil Brunner anunciaban la renuncia a la tradicin de la teologa liberal,
que se haba sentido comprometida con el ideal cientfico del siglo anterior. Los catlicos ensayaron la salida del exilio (Peter
Wust) y recomendaron como solucin a la atemorizada sociedad
posblica sus valores esenciales acreditados en el siglo XIX. La
conciencia de estar entre dos pocas era general; tan inestable
como la joven repblica era la autoconciencia de los cristianos.
Se buscaba orientacin en la encrucijada entre cristianismo y modernidad. Se debata la relacin entre fe y sociedad, el puesto que
deba ocupar el cristianismo en un mundo alterado y en rpida
transformacin. Iba a continuar el avance hacia la secularizacin,
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y la fe pasara a ser un mero asunto privado?, deban los cristianos sentirse llamados a la resistencia contra una sociedad donde
los valores cristianos ejercan una funcin cada vez menor?, era
deber suyo frenar el proceso tendente al atesmo?, o se poda conciliar la fe con los valores de la sociedad democrtica y pluralista,
enarbolndola como apoyo y fomento de la autodeterminacin y la
libertad? Estas reflexiones no podan dejar de influir tambin en
la cuestin de Dios.
A principios de los aos 20 aparecieron dos libros que definan
la relacin de Dios con el mundo de la manera ms dispar. Marcin. El evangelio del Dios extranjero (Marcin. Das Evangelium
vom fremden Gott, 1920), la obra de senectud del historiador de la
Iglesia Adolf von Harnack, protestante, hablaba en forma asombrosa, y con plena conviccin de su autor, acerca de un Dios que nada
tiene que ver con el mundo, porque no es su creador. Este Dios no
iba a redimir el mundo, iba a redimir de l y, adems, de su creador. Por el contrario, la Teologa poltica (Politische Theologie,
1922), del catlico Cari Schmitt, especialista en derecho pblico,
propona el tesmo cristiano al servicio de la idea de soberana: un
Estado que ignore la autoridad de Dios se hundir en el caos; el
orden metafsico y el poltico deben coincidir, en abierta intencin
crtica contra la democracia parlamentaria de la poca. Su Dios es
sobre todo creador y conservador del mundo, garante de un orden
que no se puede transgredir impunemente. Schmitt conceba la autoridad estatal en analoga con su idea del Dios cristiano.
La disparidad de los planteamientos refleja la constelacin problemtica, especfica, de la cuestin de Dios en el siglo X X . La
diferencia en la comprensin de Dios se concreta en los dos puntos
antitticos: rechaza Dios la ley de este mundo e induce a los suyos
a un alejamiento total del mundo, o la idea de Dios ofrece el modelo para la legitimidad del orden poltico? El Marcin de Harnack y
la teologa poltica de Schmitt reaccionaron ante la situacin periclitada del cristianismo en la modernidad. Propusieron soluciones
1
1. Cf. mi trabajo Die verlorene Ntzlichgkeit, 13-17 y 71-90, y los textos all
indicados.
101
Adolf von Harnack (1851-1930) est considerado como el personaje representativo del protestantismo alemn de finales del siglo X I X y comienzos del X X . Natural del Dorpat bltico, hijo del
profesor de teologa Theodosius Harnack, luterano, despus de sus
primeras publicaciones pas a ser ya un astro, en rpida e incesante ascensin, de la teologa acadmica en Alemania . Las fuertes
polmicas suscitadas por su nombramiento como profesor de historia de la Iglesia en la facultad de teologa de Berln ilustran su posicin en el paisaje teolgico de la poca: los luteranos ortodoxos,
positivos, entre los que estaba su padre, reaccionaron contra l;
pero encontr apoyo por parte de los telogos liberales, de los profesores de historia y del ministerio prusiano de la ciencia. Harnack
pudo acreditarse como telogo moderno porque estaba convencido de que los temas histricos del cristianismo deban investigarse
con los recursos de una ciencia histrica exenta de prejuicios. E l
dogma, a su juicio, no ha de ser un hilo conductor, sino objeto del
trabajo histrico. Su Manual de historia de los dogmas (Lehrbuch
der Dogmengeschichte, 1886-1890) en tres tomos, redactado con
esta mentalidad, le granje un amplio reconocimiento, incluso ms
all del campo teolgico; pero motivo la ruptura definitiva con su
padre. Harnack quiso hacer comprensible la fe de la Iglesia, teniendo en cuenta el ideal cientfico de su tiempo. Pero no dudaba de
que la ciencia carece de respuesta a las cuestiones ltimas; el sentido superior de la historia estaba solo en el evangelio. Las clebres conferencias que pronunci durante el semestre de invierno de
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4. Th. Hbner, Adolfvon Harnacks Vorlesungen ber das Wesen des Christentums, ha querido demostrar que Harnack se bas en el mtodo matemtico-cientfico de la induccin completa. Esto era entonces tan moderno que, segn Hbner,
apenas se ha entendido hasta hoy.
5. A. von Harnack, Marcin. Das Evangelium vom fremden Gott. Eine Monogmphl tur Geschichte der Grundlegung der katholischen Kirche. Neue Studien
mMfKOton, prlogo a la primera edicin, VIII.
* i %H ta prieln del primer tomo de la historia de los dogmas, Theo* 1 K f l b l i 1 lu hijo: Nuestra diferencia no es teolgica, sino una
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Pero Marcin saba por la Biblia hebrea quin era este creador.
Lo conoca por el nombre; saba que era un Dios nico. Y saba
tambin que este Dios dict la ley. La ley del Dios veterotestamentario no poda ser mejor que su autor limitado. Marcin saba, obviamente, que el asesinato, el robo y la mentira, que la ley
condena, son inadmisibles. Le reconoca al creador la voluntad de
ser justo; pero Marcin encontraba que su ley estaba tan plagada
de deficiencias, que no le pareca un instrumento idneo para la
salvacin del mundo. Esa ley se basa en la amenaza de castigo,
incita en muchas ocasiones a la crueldad y a la violencia. Adems,
es aplicada de modo inconsecuente por un Dios veleidoso y vengativo. Es la ley de un dspota que exige sumisin . La frivolidad de
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13. Ibid., 106. Mientras escribo esto, me doy cuenta de lo marcionista que es
la lectura que hace de la Biblia J. Miles en Gott. Eine Biographie.
14. Cf. Hauschild, Lehrbuch derKirchen- und Dogmengeschichte I, 71.
15. Harnack, Marcin, 30-35 y passim.
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pecadores son, para Marcin, los que cumplen la ley, los que sucumben a su fuerza seductora, no los que la transgreden .
Para Marcin, el garante de su doctrina es solamente Pablo. En
l encontr la doctrina verdadera, aunque desfigurada por aadidos
y falsificaciones judaizantes. Indag la causa en Gal 1,6-9 y 2,4.
Los falsos hermanos eran los judaizantes que haban intentado anular el esplndido mensaje sobre el amor de Dios y la libertad ante la
ley, y quisieron esclavizar de nuevo a los cristianos bajo la ley. Los
escritos cristianos que nos han llegado son producto de una conjura judaizante! Por eso comenz Marcin a redactar una edicin
de Pablo expurgada, que abarcaba diez cartas paulinas, a las que
aadi el evangelio de Lucas, el apstol ms afn a Pablo. Harnack
elogia en sus detalladas investigaciones sobre el Apostolikon y el
Evangelium de Marcin la precisin filolgica con que este proceda. Y consider como la aportacin ms influyente de Marcin el
haber dado a su doctrina una base bblica cannica y haber creado
as, por primera vez, un canon a modo de regula fidei. La biparticin del Nuevo Testamento en evangelios y cartas apostlicas
procede de l, a juicio de Harnack, y solo a l hay que agradecer
que Pablo -contra la tendencia a postergar al primer apstol- alcanzase en la Iglesia la gran categora que le corresponde".
Como queda dicho, Harnack no escribe su libro sobre Marcin
con la fra actitud dee la distancia cientfica. Lo escribe como un
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Cuando uno lee estas frases subversivas -el Antiguo Testamento no debe pertenecer ya al canon- se pregunta de inmediato si
el precio por la claridad que trajo Marcin no es demasiado alto.
Esa diferencia radical en la comprensin de Dios, que l refuerza
hasta hablar de dos dioses, no supone un antijudasmo drstico?,
dice adis, con ello, a una teologa despus de Auschwitz? O,
preguntando en positivo, cabe profesar el marcionismo sobre la
base de la Biblia entera?
Tratar de aclarar esta cuestin en tres pasos. En primer lugar,
hay que abordar el contenido y alcance de lo antijudo en Marcin.
Despus, hay que indagar si Marcin no se despide ya de la teologa cristiana al ser en el fondo un gnstico y al introducir en la
Biblia, desde fuera, su doctrina de los dos dioses. Finalmente hay
que averiguar, a la luz de dos interpretaciones judas de Marcin
(Taubes y Bloch), el sentido bblico global de su enfoque.
Sobre el carcter antijudo de Marcin, Martin Buber escribi
sobre Harnack y Marcin: Harnack muri en 1930; tres aos despus su pensamiento, el pensamiento de Marcin, se haba traducido en accin, no con los recursos del espritu, sino de la violencia y el terror . Difcilmente puede esta frase querer expresar un
nexo causal histrico; eso significara sobrevalorar la eficacia de
un libro estrictamente teolgico. Pero, adems, es dudoso que en
Harnack se pueda hablar de un antijudasmo que luego desembocase en el antisemitismo de los nazis. El sentido preciso de la declaracin de Harnack sobre la canonicidad del Antiguo Testamento
es el siguiente : el camino de salvacin veterotestamentario, que
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23. Ibid., 217. Los aadidos entre corchetes son parfrasis del texto aclaratorio
siguiente.
24. M. Buber, An der Wende (1952), 31, citado segn Taubes, Vom Kult zur
Kultur, 177.
25. Cf. sus aclaraciones a la tesis, 218-223. De ah las citas siguientes.
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29. Cf. Verweijs, Evangelium und Gesetz, 292-349, con debate de todo el tema.
30. La oposicin ms clara a Harnack, en LJ. Bianchi, Marcin. Theologie biblique ou docteur gnostique?, 141: Es bien sabido que esta interpretacin de un
Marcin no gnstico es rechazada por los especialistas en historia del gnosticismo,
y constituye una peculiaridad del pensamiento de este sabio alemn (citado segn
Mah, La chair du Christ, 70 n. 3). El propio Mah objeta contra Harnack que
Marcin, cuando usa vocablos cristianos (Dios, fe, gracia), ha falseado ya su sentido en lnea gnstica; no se puede aducir, por tanto, su manera de hablar bblica en
favor de su cristianismo; cf. ibid., 70-72.
31. Por ejemplo p. 142: De ah que el verdadero cristianismo sea objetivamente [para Marcin] teologa bblica.
32. Solo esta circunstancia me movi a ocuparme de Marcin. Tambin de la
filosofa de Th. W. Adorno llevan algunas lneas a Marcin. Adorno lo menciona
en la segunda conferencia de su obra postuma Metaphysik. Begriff und Probleme
(1965) como maestro gnstico que no consideraba lo permanente como lo verdadero. Para Marcin, a juicio de Adorno, la metafsica no era una ciencia bsica en
el sentido de fundamento explicativo ltimo de aquello que es, y por eso tampoco
induca al acuerdo con lo existente (cf. 23s; parafraseo desde el contexto, porque de
Adorno solo han llegado frases programticas). El editor R. Tiedemann remite a una
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Ernst Bloch ya haba descubierto a Marcin antes de aparecer el libro de Harnack. En su temprana obra Geist der Uopie
(Espritu de la utopa, 1918) lo menciona por primera vez y, desde entonces, se ocup de l con creciente asiduidad, hasta su Das
34. Taubes hace aqu un excurso a la diferencia entre Antiguo y Nuevo Testamento, destinado a probar la mencionada tesis: Si leo el Antiguo Testamento a la luz
de una metfora, te dir que es como si una mujer estril pide a gritos un hijo. Sara,
Rebeca, Ana.... En el Nuevo Testamento se relata todo tipo de milagros, pero solo
una cosa no se relata: que aparece una mujer -sera lo ms natural- y se arroja ante
l o rasga su vestido diciendo: 'Deseo tener un hijo!'. Esto no sucede (82s).
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35. Bloch, Geist der Utopie, 330. Taubes remite tambin al pasaje; cf. Vom
Kult zur Kultur, 177.
36. Cf. Bloch, Atheismus im Christentum, 237; 146; 216 y todo el captulo
sobre Marcin, 237-243.
37. Ibid., 146s.
38. Das Prinzip Hoffnung, 1495, cf. ibid., 1493-1500; de ah se han tomado
tambin las citas siguientes.
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Taubes y Bloch abrieron una brecha en un territorio an no deslindado teolgicamente. Hay aqu muchos puntos inciertos, que
no acaban de esclarecerse. Quiz mi breve relato de la doble codificacin de Dios pueda dar una pista . Pero aparece un mnimo
comn denominador entre Marcin y el mensaje bblico (as entendido): el dios que es legible en las obras del mundo y como
espritu del mundo es idntico al mundo ; de l cabe decir: Dios
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es el mundo y el mundo es Dios ; ese dios, entendido como creador, no es el Dios del xodo, de los profetas, de la apocalptica,
de Jess. Cuando ese dios del mundo se presenta en la Biblia, hay
que diferenciarlo del Dios redentor. La distincin de dioses es, por
tanto, algo intrnseco a la Biblia, y Marcin acert en esto! E l
dios creador es el dios necesariamente reconocido, es como un
Jpiter ms. Ante l, el otro Dios resulta necesariamente extrao,
desconocido, nuevo, porque no aparece en el mundo. Jn y Mt lo
denominan el Padre desconocido. E l dios del mundo someti
la creacin al fracaso, la someti por la fuerza (Rom 8, 20). Pablo
lo conoce, es el dios de este en, que ciega a los incrdulos para
que no vean el resplandor de la buena noticia del Cristo glorioso,
imagen de Dios (2 Cor 4, 4). Pero queda la esperanza. Porque
la creacin misma espera anhelante que se manifieste lo que vern
los hijos de Dios... Pues la creacin vive en la esperanza de ser
tambin ella liberada de la servidumbre de la corrupcin y participar as en la gloriosa libertad de los hijos de Dios (Rom 8,19.21).
Esta libertad hay que ganarla contra el dios de este en; as lo
aprendi Marcin de Pablo. Y en pos de esta libertad es de desear,
con Harnack, que se encuentren tambin hoy marcionitas en el
coro variopinto de los buscadores de Dios .
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Con qu facilidad se pueden romper sus tinglados contemporneos!. La idea de dos esencias de Dios que habitan en diversas esferas -as pudo haber pensado Marcin en su ambiente
gnstico-, o el constructo de un demiurgo que alguna vez fabric
el mundo, forma parte de ese tinglado. La anhelada solucin del
mayor problema es la diferenciacin de las nociones de Dios que
se convierten en dioses cuando se cree en ellas.
Qu cabe objetar contra Marcin?. En qu consisti el extravo de Marcin? Harnack dej la pregunta sin respuesta. Yo la
doy aqu a modo de tesis, y solo ms adelante contestar con detenimiento . Marcin sucumbi a un malentendido sobre la ley.
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La postura de Tertuliano, ambivalente a mi juicio, frente a Marcin, permite ver las dos salidas que tuvo igualmente Marcin.
Por una parte, la iglesia particular marcionita, que desde el ao
150 hasta el 190 fue el movimiento ms exitoso contra la Iglesia
catlica, inici su decadencia desde mediados del siglo III. Se extingui debido a las desmesuradas exigencias para sus miembros, a
la excesiva dependencia del exterior (se prohibi el incremento de
marcionitas) y a la persecucin por parte de la Iglesia constantiniana . Pero la otra salida apunta hacia el ascetismo de la cristiandad
antigua, a los encratitas, los padres del desierto y las mujeres que
rehusaban el matrimonio y haban asumido el impulso anti-mundo
del mensaje cristiano con no menor radicalidad que Marcin. Estos movimientos tuvieron su continuacin en el monacato, y as el
Dios de Marcin encontr tambin un asilo en la Iglesia .
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Resulta necesario hablar de Carl Schmitt, el catlico especialista en derecho pblico, porque representa, en el marco de la diferencia en la comprensin de Dios, una posicin extrema y, por
ello, muy aleccionadora. Para l, la idea cristiana de Dios era sencillamente el ltimo punto de referencia del orden universal; y la
soberana de Dios en el mundo, el modelo de una soberana poltica legtima. Schmitt es pues, como queda dicho, el anti-Marcin
en estado puro.
No es descaminado considerar la relacin entre poder y derecho
el problema bsico alrededor del cual giran todos los escritos de
Schmitt. No es el poder el que debe determinar el derecho, sino a
la inversa: el derecho debe regir el poder . Pero la legitimidad del
poder solo existe, segn Schmitt, en su analoga con el poder supremo, el poder de Dios. Por eso Schmitt disert sobre la legislacin
en una Teologa poltica , a la que dio este nombre y que va mucho
ms all de su escrito, de igual ttulo, del ao 1922 .
La expresin teologa poltica adolece, sin embargo, de una
grave ambigedad que constituye la cruz de todas las interpretaciones de lo teolgico en Schmitt . Esta ambigedad tiene en princi53
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53. El primer escrito de Schmitt sobre teora del Estado, Der Wert des Staates
und die Bedeutung des Einzelnen (escrito de oposicin a ctedra, 1914) comienza
problematizando la relacin entre derecho y poder. Schmitt combate la opinin
de que todo derecho es mero resultado de la relacin tctica de poder y se basa
finalmente en la fuerza (15).
54. Podra haber tomado tal designacin de su adversario ideolgico Bakunin, de su escrito La theologiepolitique de Mazzini et l 'Internationale (1871). Cf.
H. Meier, Die Lehre Carl Schmitts. Vier Kapitel zur Unterscheidung Politischer
Theologie und Politischer Philosophie, 22s.
55. Politische Theologie. Vier Kapitel zur Lehre von der Souveranitt, 11922;
21934; en lo que sigue citamos por la sexta edicin, de 1993, que reproduce la
segunda. La obra tarda Politische Theologie. II, Die Legende von der Erledigung
jederpolitischen Theologie (1970) aborda, 48 aos despus de la aparicin de Politische Theologie, el debate suscitado por este escrito.
56. Una panormica sobre la bibliografa en torno a Schmitt aparecida hasta 1993, y que an se va ampliando, ofrece M. Lauermann, Carl Schmitt jenseits
biographischer Mode. Lauermann observa con razn: Ante esta montaa de letra
impresa habr que meditar quiz, en el futuro, acerca de lo que no se ha escrito
an sobre Carl Schmitt... Casi podra hablarse de una dialctica hegeliana: el que
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teologa de Schmittt o, ms exactamente, su nocin de Dios se encuentra en un lmite, y precisamente por su posicin ambivalente
tiene un valor cognoscitivo para el estado de la cuestin de Dios en
nuestro siglo. Con la agudeza conceptual y la lgica argumentativa
que le caracterizan, Schmitt abord la franja dominante del concepto catlico tradicional de Dios, de forma que resultase patente
su secularizabilidad, es decir, la posibilidad de desligarla de los
contenidos de la fe bblico-cristiana. La ambigedad constatable
en l es, de acuerdo con eso, idntica a la de la nocin catlica de
Dios que l presupone. Su antijudasmo denota solo la absolutizacin de este concepto de Dios frente a sus fundamentos judeobblicos. Y el lmite en que est Schmitt es el lmite entre la poca
del tesmo cristiano y una poca poscristiana donde los atributos
de Dios se pueden transferir a otras instancias, o las funciones que
competan a la nocin cristiana de Dios en el mbito personal, social y poltico pueden ser ejercidas por otras realidades que lo
determinan todo.
La teologa poltica de Schmitt desemboca finalmente en la
doctrina de la totalidad de lo poltico; de hecho, l subordina la
teologa a esa totalidad . El Estado total, al que ya se haba afiliado Schmitt con la aparicin de la segunda edicin de su escrito,
es en esta perspectiva la primera forma poscristiana, plenamente
elaborada, de una religin poltica, precisamente al reivindicar
la totalidad . Pero esa totalidad, que no puede negar su procedencia del concepto cristiano de Dios, puede desligarse tambin, a su
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69. Schmitt, Die Sichtbarkeit der Kirche, 71 y 72. Schmitt reduce lo escatolgico en el cristianismo a esperar la hora de la muerte personal. Las siguientes
indicaciones de pgina en el texto se refieren a este artculo.
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Pero la ley de Dios necesita ser transmitida. Si la autoridad concreta se basa en la ley eterna de Dios, si el mundo, tal como es, se
considera producto de la palabra de Dios, la mediacin significa
el rechazo de la inmediatez, que puenteara al mediador Cristo y
su instrumento, la Iglesia, para satisfacer nuestro deseo de Dios
(73). La encarnacin de Dios es para Schmitt ese acontecimiento
de mediacin indispensable del que depende el orden en el mundo.
Ahora bien, la mediacin cristolgica -el descenso del mediador
desde lo invisible a lo visible, el hacerse valer lo invisible en lo
visible (75)- es a la vez la esencia de la Iglesia visible. La Iglesia
representa con su visibilidad, en todo tiempo, la mediacin acontecida una sola vez: No se puede creer que Dios se hizo hombre
sin creer que, mientras el mundo exista, habr tambin una Iglesia
visible (75).
Hay que distinguir entre la Iglesia visible y la Iglesia concreta
que ha de ejercer la mediacin da a da. La Iglesia concreta puede
incurrir en el error, en ella puede actuar el pecado y someter de nuevo el derecho al poder. El protestantismo equipar la Iglesia visible
a la Iglesia concreta, y por eso la rechaz. Pero la Iglesia visible,
que se funda en Dios y, por tanto, en algo invisible, no se identifica
con las personas concretas ni con las actuaciones de la Iglesia en
distintos momentos de la historia. Schmitt introduce aqu la idea
de la representacin ministerial como la forma en que lo invisible
puede cobrar figura en medio de la historia: La Iglesia visible es
siempre la Iglesia oficial, es decir, le es esencial transformar los do-
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83. No puedo estar de acuerdo con el juicio de Habisch, Autoritat und moderne Kultur, 108, cuando afirma que la teologa poltica de Schmitt deja clara la
estrecha relacin de su decisionismo con un concepto de la verdad que tiene rasgos
metafsicos en el fondo. Aade como argumento que la teologa parte de un documento positivo: la Escritura, que no evoluciona histricamente, sino que es preciso
interpretar y aplicar sin ms. Pero semejante documento positivo no aparece en el
escrito de Schmitt, ni habla l de enlace con una verdad metafsica. Habisch desliza aqu lo que l presume en el catlico Schmitt, quien solo vio una analoga en
el momento de la ltima decisin, sin tener an claro el fundamento que posibilita
la decisin. De ese modo rectifico tambin yo mis propias declaraciones sobre
Schmitt en Die verlorene Ntzlichkeit der Religin, 377-386.
84. Cf. Schmitt, Rmischer Katholizismus und politische Form, 21 y 14. Sobre el concepto de representacin en este escrito, cf. J. Manemann, Carl Schmitt
ber die Kraft der Reprasentation im romischen Katholizismus.
85. Ibid., 32.
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90. Cf. Habisch, Autoritat, 98-102. Parece que Schmitt, en sus intentos de legitimacin jurdica del nacionalsocialismo, abandon su principio el derecho tiene
precedencia frente al poder en favor del objetivo de mantenimiento del orden estatal; cf. la exposicin en H. Hattenhauer, Europaische Rechtsgeschichte, 683-687,
con referencia al escrito de Schmitt ber die drei Arten des rechtswissenschaftlichen Denkens, de 1934. Ahora el derecho no hay que derivarlo ya de unos principios, sino de la observacin de la realidad concreta de la vida y de sus sistemas y
estructuras. De ese modo Schmitt puso el derecho al servicio de lo fctico, sea por
docilidad a los intereses de la poltica y del capital o por oportunismo personal. Cf.
en esta lnea la crtica de I. Maus, Brgerliche Rechtstheorie und Faschismus.
91. H. Meier, Die Lehre Carl Schmitts; Id., Carl Schmitt, Leo Strauss und der
Begriff des Politischen.
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98. En este mismo sentido van tambin las objeciones crticas que J. Reipen
expone en su Rezension zu H. Meiers Arbeiten zur Politischen Theologie Cari
Schmitts.
99. Cf. Taubes, Ad Carl Schmitt. Gegenstrebige Fgung.
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100. A este resultado llega tambin S. Heil, Gefahrliche Beziehungen. Walter Benjamn und Carl Schmitt, 101-127, especialmente 121-124.
101. Schmitt, Politische Theologie, 50s.
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que buscar tambin la causa de su antijudasmo. Lo judo (y lo judeocristiano, a diferencia de lo paganocristiano) signific para l,
por un lado, el desplazamiento de la religin a lo privado y, con
ello, la disolucin de la unidad poltica concebida religiosamente
y orientada al sometimiento de lo subjetivo. Aqu pudo tambin
Schmitt conjuntar el judaismo con el protestantismo (y este con el
judeocristianismo) . Por otro lado, el judaismo fue a su juicio la
religin de la redencin pendiente, la religin de los que esperan y,
en consecuencia, de la crtica a lo existente. De ah vino el ms duro
cuestionamiento de la filosofa del derecho y del orden en el judaismo. En su Politische Theorie II (1970), Schmitt identific lo judo
en este sentido con la gnosis; se refera a la escisin entre el Dios
creador y el Dios redentor. El dueo de un mundo por transformar,
es decir, malogrado, y el libertador, el realizador de un mundo transformado, nuevo, no pueden ser buenos amigos . Schmitt defendi, en cambio, la idea que identific como concepcin cristiana: el
Dios creador y el Dios redentor estn siempre unidos en la unidad
de la Trinidad y de las dos naturalezas de Cristo. Queda as excluida
la rebelin contra lo existente. La frmula del Leviatn de Thomas
Hobbes that Jess is the Christ, se convierte para l, pues, en el
punto culminante de una filosofa poltica . La redencin ya ha
tenido lugar; seguir esperndola es trastornar el orden. As, en lnea
anti-marcionita y muy catlica, pas a ser el enemigo de los judos.
3. Como se ve, la propia obra de Schmitt viene a demostrar
que la metafsica de la soberana cristiana es secularizable. Su reduccin a una mera estructura formal, su alejamiento de los contenidos de la revelacin, es posible, cobra sentido y se convierte
tambin as en la fuente del pensar y obrar poltico. Lo que resta en
ese procedimiento sigue siendo un pensar religioso: la percepcin
de la realidad desde una instancia trascendente y determinante de
todo. La trascendencia del soberano frente al orden jurdico se
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ha acostumbrado a contar con ciertas necesidades y ver solo aquello que l puede satisfacer" .... La Iglesia es un fenmeno extrao para esa racionalidad, pero no ms extrao que otras cosas 'irracionales'. Hay personas que tienen necesidades religiosas; bien, se
trata, pues, de satisfacer realmente esas necesidades. Esto no parece
ser ms absurdo que muchos antojos absurdos de la moda que tambin son atendidos. Si las lmparas perpetuas que arden delante de
todos los altares catlicos son alimentadas por la misma compaa
elctrica que suministra el fluido a los teatros y locales de baile de
la ciudad, el catolicismo resultar ser tambin, espontneamente,
algo comprensible y obvio para el pensamiento econmico" .
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Se podran citar aqu muchos otros pasajes, formulados admirablemente. Pero solo indico el resultado, que Schmitt pone siempre
de relieve: Aqu, en el pensamiento econmico, hay un contraste
de nuestro tiempo con la idea poltica del catolicismo. Porque esa
idea est en contradiccin con todo lo que el pensamiento econmico siente como su objetividad, honradez y racionalidad" .
El examen de este contraste permite hacer un diagnstico esclarecedor sobre el futuro de la religin. Si lo econmico ha llegado a
ser nuestro destino, si est a la espera de convertirse incluso en lo
poltico, si realiza a su manera la totalidad de lo poltico" , entonces ocupar tambin el puesto de la religin, que Schmitt asign
a lo poltico. Pero la religin que nace de lo econmico ser de
otra ndole que la religin que corresponde a la idea poltica del
catolicismo hasta en su forma secularizada. Los nuevos dioses
del mercado dan el adis definitivo al Creador y Conservador
trascendente del mundo que el pensamiento de Schmitt presupone
todava. Tratar de mostrar esto en el captulo siguiente.
Una breve consideracin, por ltimo, sobre el pequeo error al
comienzo, en la teologa de Schmitt, que se hace grande al final" .
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llegar a sentarse en el santuario de Dios, hacindose pasar l mismo por Dios (2 Tes 2, 4). Gracias al poder de Satans, el Hijo de
perdicin vendr acompaado de toda clase de milagros, seales y
prodigios engaosos. Y con toda su carga de maldad seducir a los
que estn en vas de perdicin, por no haber amado la verdad que
los habra salvado (2 Tes 9s). Schmitt, con su nocin indiferenciada de Dios, qued cautivo de estas artes de seduccin. Por eso
llega al alma la cruel mofa con que, tras su resbaln poltico, juzg
con frecuencia a Dios y su propia religiosidad" .
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119. Los pasajes citados de 2 Tes proceden del contexto inmediato 2 Tes 2,6s,
los versculos que para Schmitt contienen la doctrina del kat-ejon, tan importante
para l. Schmitt vio en el Retardante los poderes estatales o reinos que frenan el
retorno de Cristo y bloquean as el proceso del mundo. En eso fund la filosofa
cristiana de la historia; cf. B. Nichtweiss, Apokalyptische Verfassungslehren, 6062. Sobre la posibilidad de confundir Dios y Satans, cf. Meuter, Der Katechon,
450-452. Sobre la cruel mofa, cf. Brumlik, Carl Schmitts theologisch-politischer Antijudaismus, 254s, por ejemplo la declaracin de Schmitt en el Glossarium.
Aufzeichnungen aus den Jahren 1947-1951, ed. por E. F. v. Medem, Berlin 1991,
307: Dios es lo totalmente otro? As lo anuncian los telogos. Bueno, telogos
de Iglesias cristianas. Funcionarios del Estado vctimas del fascismo, superprivilegiados y potenciales premios Nobel. Dios lo totalmente otro? Dios es lo totalmente idntico; Dios es Yo.
E L DINERO C O M O GOD-TERM
Un ligero temblor en la manada salvaje, la tensa escucha en determinada direccin, hace sospechar ya el acercamiento de la fiera
aun antes de que esta se haya hecho visible. A comienzos de los
aos 20 se puede observar algo parecido en el paisaje religioso.
Harnack apuesta por el Dios extranjero y anuncia as la sntesis,
dentro del protestantismo cultural, del cristianismo con la burguesa de orientacin liberal y progresista. El catlico Schmitt borra
resueltamente de sus esquemas todos los contenidos religiosos y
ofrece tan solo la forma poltica del catolicismo romano para
el desempeo de las funciones que la religin cristiana ejerci en el
pasado para la sociedad y la poltica. Ambos flancos del concepto
occidental de Dios se ponen, pues, en movimiento. Dios, tal como
apareca en Pascal, por ejemplo, haba pasado a ser con Marcin la
expresa negacin de lo establecido; el Dios tan familiar de los filsofos tiene que limitarse a su papel en el mantenimiento del poder
y del orden. Schmitt, con su fino olfato para descubrir al enemigo, haba sealado ya, en su polmica contra el predominio de lo
econmico, desde qu direccin amenazaba el peligro. Pero quedaba reservado al contemporneo Walter Benjamin (1892-1940), ms
joven, la iniciativa de encararse con el enemigo que llev la alarma
al escenario religioso establecido. Su fragmento Capitalismo como religin, del ao 1921, expresa lo que otros solo conjeturaban:
1. La expresin God-term la tomo de J. Hrisch, Kopf oder Zahl. Die Poesie des Geldes, 200, que la recoge a su vez de K. Burke, A Grammar of Motives
and a Rhetoric of Motives, Cleveland 1962, 111.
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que nos encontramos hoy, casi 80 aos despus del texto de Benjamin, podamos darnos cuenta de la red. Nos envuelve cada vez
ms, estamos ms enredados que nunca. Por eso, la demostracin
de la estructura religiosa del capitalismo que hizo Benjamin nos
sirve todava de ilustracin. Su tesis marca un enorme hiato en la
reciente historia de la religin, quiz el mayor acontecimiento, de
extremada relevancia teolgica. Teolgicamente hay que sealar
tanto la continuidad como la diferencia entre la gran religin que
ha llegado a ser el capitalismo y la anterior gran religin que era
el cristianismo. Benjamin hizo indicaciones valiosas para ambos.
Por eso voy a emprender, al comps de sus reflexiones, una marcha
de reconocimiento hacia el territorio de la nueva religin (4.1).
Algunas reflexiones sobre la validez religiosa del dinero se pueden agrupar grosso modo en torno al concepto preferencia por la
liquidez de John Maynard Keynes, sin agotar el tema (4.2). Con
Martn Lutero, finalmente, dar la palabra a un teorizante teolgico
acreditado, en la poca del capitalismo inicial (4.3). De su interpretacin del primer mandamiento cabe inferir criterios para enjuiciar
teolgicamente la religin capitalista, criterios que se aplicarn en
el quinto captulo.
El pensamiento polifactico de Benjamin no se distingui precisamente por definir con exactitud los objetos que estudiaba, ni
por obtener sus resultados partiendo de razonamientos filosficos bien fundados . Prefiri rearar el campo de las asociaciones
y los fenmenos, en torno a sus temas, con observaciones precisas, y fue recompensado, como se sabe, con fabulosos resultados
intelectuales que siguen causando estupefaccin, hasta hoy, a la
filosofa, a la ciencia de la literatura y a la teologa. E l caso es
que Benjamin, ante un fenmeno tan polivalente como la religin,
con ese procedimiento asumi el riesgo de abrirse de par en par al
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no llegue a resolver el enigma exegtico y filolgico de Los pasajes, incluidos los textos sobre Charles Baudelaire.
El fragmento gira en torno a dos afirmaciones: 1. que en el capitalismo hay que ver una religin; 2. que el cristianismo [...] se ha
transformado en capitalismo. Ambas tesis implican una idea funcionalista de la religin, como expresa claramente la primera frase:
5. Steiner, Kapitalismus ais Religin, 147s; R. Thiessen, Kapiialismus ais Religin, 400s.
6. Adems de las contribuciones de Steiner y Thiessen mencionadas en la
ltima nota, cf. el breve artculo de H. Schweppenhauser Kapiialismus ais Religin, en Id., Ein Physiognom der Dinge, 146-152, que se limita sin embargo
bsicamente a una recensin. Pero de Schweppenhauser asumo la valiosa indicacin de que el fragmento anticipa programticamente Los pasajes. Hrisch, que
en Kopfoder Zahl aborda detalladamente la crtica de Benjamin en torno al dinero
y las mercancas, no menciona para nada el antiguo fragmento. Ch. Lienkamp,
Messianische Ursprungsdialektik, 120-129, se ocupa del fragmento sobre todo en
referencia a la interpretacin que hace Benjamin de Nietzsche.
7. Segn N. Bolz - W. von Reijen, Walter Benjamin, 62-73, Los pasajes debe
entenderse globalmente como crtica a Pars en tanto que centro del capitalismo y
del mundo mercantil durante el siglo XIX.
8. La afirmacin de que en este texto antiguo se encuentran ideas que parecen
de obra posterior, viene a cuestionar cualquier distincin entre un Benjamin temprano y un Benjamn tardo, Lienkamp, Messianische Ursprungsdialektik, 121.
9. Benjamin, GS II, 170; sobre la datacin, cf. GS 11, 936; lo que sigue ibid.,
Subrayado mo.
10. Muy certera aqu la definicin de Hrisch, Kopf oder Zahl, 214: El dinero
es el medio ontosemiolgico de los nuevos tiempos y la modernidad. En el capitalismo, el dinero pas a ser el signo que combina sentido y ser. Establece equivalencias
en todo, entre cosas desiguales lo mismo que entre abstracciones y objetos reales.
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11. Thiessen, Kapiialismus ais Religin, 407s, seala que Benjamin coincide
aqu con el concepto de religin de E. Durkheim: religin como esfera especial es
algo caracterstico de poca posterior, seal de la diferenciacin radical.
12. Los apuntes de Los pasajes aplican este hecho a todos los mbitos de la
vida. De la totalidad de la produccin capitalista, que presenta lo siempre igual
como lo novsimo, sin conocer por tanto una novedad real, habla expresamente
GS V, 676: Determinar la totalidad de los rasgos con que se presenta esta 'modernidad', significa presentar el infierno. Valga un ejemplo: Tambin el estudio
de las lenguas tiene funciones econmicas. Se amolda al comercio cosmopolita; el
estudio de las ciencias naturales, en cambio, al proceso de produccin (GS V, 59).
La actual poltica de la ciencia da totalmente la razn a Benjamin.
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El culto del capitalismo es el intercambio monetario de mercancas. Su lema es el creced y multiplicaos del capital; es su
nico objetivo, su finalidad absoluta; por eso es una religin estrictamente de culto. Benjamin puede enlazar aqu con el Max Weber
mencionado por l al principio, que demostr, como se sabe, el
matiz religioso de la ganancia pecuniaria en la historia del calvinismo. Lo nuevo en Benjamin es la exclusividad: todo adquiere
importancia nicamente en relacin con este culto. O dicho de otro
modo: ganar dinero, fabricar mercancas, vender, comprar y poseer, no tiene ya solamente una motivacin cristiano-religiosa, sino
que se ha convertido en prctica de una religin . De ah que no
haya necesidad de ninguna teologa o dogmtica, pues lo religioso
se da ya en la accin misma (como en las religiones primitivas
el plantar, cuidar y cosechar, el cazar y el dar a luz eran quiz
prcticas de sentido religioso directo). Pero cmo puede la simple
cosa, el producto, la mercanca, cargarse as de sentido religioso?
Benjamin aprendi mucho de Marx y de su explicacin del carcter fetichista de la mercanca -como certifica en Los pasajes- para
contestar a esa pregunta . En la mercanca como fetiche, el valor
de cambio suplanta al valor de uso. Se atribuye a la cosa una im14
15
13. El texto enumera solo tres rasgos, pero contiene cuatro. En realidad el
cuarto rasgo est ya implcito en el tercero.
14. Sobre la recepcin de Weber en Benjamin, cf. Steiner, Kapiialismus ais
Religin, 150-154; Thiessen, Kapiialismus ais Religin, 4YI-MA.
15. Cf. ante todo GS V, 800-823. Sobre el tema, Thiessen, Kapitalismus ais
Religin, 414s; Bolz - Van Reijen, W. Benjamin, 63-65; especialmente claro A. Deuber-Mankowsky, Die Frau: Das kostbarste Beutestck im Triumph der Allegorie,
9-12, que manifiesta cmo la prostituta (en Baudelaire) y luego la mujer en general
puede ser contemplada en el capitalismo como hominizacin de la mercanca.
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26. Cf. Steiner, Kapiialismus ais Religin, 159s, con referencia a GS IV, 94s.
27. Cf. H.-P. Martin - H. Schumann, Die Globalisierungsfalle, 63-136 (Dictadura con responsabilidad limitada. El juego de mil billones en el mercado financiero mundial).
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Benjamin encuentra en la filosofa de Nietzsche - a quien identific tambin ms tarde, a propsito del eterno retorno de lo igual,
como pensador bajo el hechizo del capitalismo- la ms clara expresin del tipo de religin capitalista. El superhombre de Nietzsche es el hombre arribado sin retorno, el hombre crecido ms
all del cielo, el hombre histrico. Nietzsche anticip esta voladura
del cielo por una humanidad ascendida, que en ptica religiosa es
verdadero endeudamiento-culpa (tambin para Nietzsche). Cierto
que la trascendencia de Dios cay derrocada y no cabe salvacin
por un Dios trascendente; pero al pasar el planeta Hombre por la
casa de la desesperacin dentro de la absoluta soledad de su ruta,
el cielo queda involucrado en el destino humano. El superhombre
es grande, hasta divino, al vivir con su culpa-deuda y no tener ya
que cambiar " .
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28. Un ejemplo me sirve para aclararlo: los nios que incumplen las instrucciones de los padres tienen que sentirse culpables. Pero si son conscientes de
que tambin los padres tienen parte de culpa, si tambin estos son responsables, la
culpa de los nios ya no es grave. Los padres se interesarn entonces por la absolucin. Una grosera cancin de carnaval da la absolucin, ao tras ao, por los tres
das locos: Todos pecamos un poquito....
29. En el contexto actual, es posible contradecir a Benjamin? La culpa del
capitalismo -creciente endeudamiento y miseria (por ejemplo, Nicaragua), implacable destruccin del paisaje y de la naturaleza bajo la presin econmica (por
ejemplo, Indonesia), aumento del desempleo como consecuencia inevitable de una
productividad creciente hasta los dos tercios de la sociedad (en todos los pases desarrollados), desestabilizacin poltica en la mayora de los pases afectados, con
la resultado de una violencia extrema (por ejemplo, Sierra Leona), proliferacin de
guerras y bandidaje entre los ms pobres (Kosovo, Sudn), afluencia de refugiados
a los ltimos lugares de bienestar y orden- se soporta con fatalismo religioso, a
pesar de toda la retrica oficial. Como antdoto, se buscan medios para relanzar el
ciclo econmico.
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Ese dios ha de quedar oculto mientras no sea incluido plenamente en el endeudamiento-inculpacin. De estar an l -un dios!- libre de culpa-deuda, habra que descubrrsela y exigirle penitencia.
Ese dios solo puede ser interpelado en el cnit de su endeudamiento o, dicho de otro modo, solo cuando el estado de endeudamiento
universal se haya clavado en la conciencia de todos y resulte evidente. Pero ese dios no ha madurado an; todava el nombre de dios
designa otra cosa, auque tampoco sea ya adorada -el culto capitalista, por tanto, se celebra ante una divinidad inmadura -.
El capitalismo es una religin de culto puro, sin dogma. Con
esta frase resume Benjamin el resultado del primer razonamiento.
Resulta que el contenido del culto es la confirmacin del propio
sistema capitalista, incluidas las deudas y la culpa que acumula.
Las preocupaciones, torturas, inquietudes que esta deuda provoca se presentan en el culto del capitalismo para su redencin.
La religin del capitalismo promete poder vivir con la deuda que
l mismo genera. Ah se manifiesta su estructura religiosa. Pero el
capitalismo no puede tener dogmas, porque no puede interpelar,
por ahora, a la divinidad a la que sirve. No es posible an una
doctrina sobre ella.
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30. Prescindo de las breves referencias a Freud y Marx que siguen en el texto
del fragmento. Benjamn solo quiere mostrar que el pensamiento es, en ambos,
totalmente capitalista. Su mencin tiene, pues, un carcter ratificante que remite
al anlisis anterior. Dado que Freud, en Ttem y tab, considera la sociedad y la
cultura como productos de la conciencia de culpa originaria, y que su teora de
la cultura procede de la culpa primitiva del asesinato del padre, Benjamin pudo
asociarlo aqu; cf. Steiner, Kapiialismus ais Religin, 164. Sobre Marx cf. el esbozo de un trabajo posterior en Los pasajes: hay que mostrar cmo tambin el
marxismo comparte la forma de expresin para referirse a los productos materiales
contemporneos a l (GS V, 574).
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El breve texto hubiera podido acabar en este punto. Sera ya bastante inaudito. Pero Benjamin ampla el discurso y pregunta por las
relaciones entre el cristianismo -como la religin dominante hasta
ese momento- y la nueva religin del capitalismo. Es difcil pensar
que la nueva religin -probablemente el primer caso de un rito no
expiatorio, sino endeudante- aparezca de pronto y ocupe todo el
campo de la religin. La bsqueda de mediaciones, todava vacilante, que hace Benjamin se enmarca en dos tesis casi equivalentes:
El capitalismo se desarroll parasitariamente con el cristianismo
occidental -como queda por demostrar no solo en el calvinismo,
sino en los restantes movimientos cristianos ortodoxos- de forma
que al final y en lo esencial, su historia es la de su parsito, el capitalismo.
El cristianismo de la poca de la Reforma no favoreci la aparicin
del capitalismo, sino que se transform en capitalismo.
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Las preocupaciones: una enfermedad mental que aqueja a la poca capitalista. Evasin espiritual (no material) en la pobreza, en el
monacato vagante-mendicante. Una situacin tan desesperada resulta culpable. Las preocupaciones constituyen el indicio de esta
conciencia culpable de situacin bloqueada. Las preocupaciones
tienen su origen en la angustia ante la situacin bloqueada de tipo
comunitario, no individual-material.
Benjamin reflexiona aqu sobre el nexo existente entre la conciencia de escasez o pobreza y las preocupaciones que nacen de
ella. Toda economa es administracin de la carencia. La economa
financiera capitalista se basa sobre todo en la lgica de la escasez: el dinero artificialmente escaso regula la distribucin de los
bienes, disponibles, eso s, en gran escala. La validez del dinero estriba en su escasez, que como segunda y artificial escasez
busc el acceso a los bienes . A la creencia en la escasez de los
bienes imprescindibles primero, de los bienes de lujo despus y,
finalmente, tambin de cosas inmateriales como tiempo, reconocimiento, suerte, incluidos en la lgica econmica de la carencia,
corresponden las preocupaciones. Benjamin las llama con razn
la enfermedad mental de la poca capitalista; pero no hay ningn
motivo para ratificar sin ms la creencia en la escasez, como ocurre siempre en el capitalismo. La escasez extrema se convierte en
callejn sin salida: las salidas se han estrechado, el futuro parece
sombro, las preocupaciones aumentan en exceso. Pero las preocupaciones van asociadas a la deuda. Debido a preocupaciones financieras causadas por la falta de dinero, alguien recibe un crdito.
Pero la conciencia general de escasez incrementa la lucha en torno
a los bienes de consumo imprescindibles. Ah radica desde siempre (desde que Can y Abel discutieron por la bendicin divina,
considerada como un bien escaso) el origen de la culpa y del mal!
Por eso en el capitalismo, que generaliz la conciencia de escasez,
las preocupaciones son expresin de una angustia comunitaria y
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Habra que investigar primero metodolgicamente los compromisos que el dinero contrajo con el mito en el curso de la historia,
hasta que pudo extraer del cristianismo tantos elementos mticos
para constituir su propio mito '.
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48. Cf. Van Reifen, Der Messias und der letzte Gott. Heilsversprechen bei
Benjamin und Heidegger; Lienkamp, Messianische Ursprungsdialektik, 209-231.
Sobre la relacin personal de Benjamn con la teologa, lo ms claro GS V, 588s.
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49. Cf. sobre lo ltimo la tesis ber den Begriff der Geschichte, en GS I,
697s; 694; 704. La dialctica que yo tengo presente est bien indicada en la observacin de Benjamin: La moda es el eterno retorno de lo nuevo; hay, no obstante,
motivos de salvacin en la moda? (GS I, 677).
50. Bolz - Van Reujen, Walter Benjamin, 33; all literalmente: el telogo poltico ms importante.
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De ser el capitalismo una religin, su dios sera el dinero. Observaciones sobre las cualidades cuasi divinas del dinero, sobre atributos de Dios que el dinero se arrog, sobre la funcin ordenadora,
creadora de identidad e integradora que asumi a imitacin de la fe
cristiana, ocupan cada vez ms pginas en la bibliografa teolgica
atenta y al da... y no solo en la bibliografa". El dinero es omnipresente y todopoderoso, y hace participar en estos atributos divinos
a los que disponen de l lo suficiente. Nada hay que se sustraiga al
poder del dinero. Todo ha de obtenerse mediante el dinero. Quien
tiene dinero, puede permitrselo todo, llegar a todas partes; es independiente y libre . El dinero, adems, va ligado a la fe, como
Dios: el dinero se respalda con la fe en el dinero . Ante el dinero
se adoptan actitudes que antes iban dirigidas a Dios: confianza, fidelidad, seguridad, amparo, nimo frente al futuro, amor, esperanza, deseo insaciable. Y cuando falta, domina la desesperacin y la
desesperanza . El dinero pas a ser, dicho en lenguaje teolgico, el
sacramento de la sociedad burguesa: el signo visible de la gracia
invisible . El reparto de los lances de fortuna: justicia e injusticia,
riqueza y pobreza, dicha y desdicha, vida lograda o malograda, est
determinado por el dinero, como antes por la providencia divina. Es
intermediario, como en el pasado los sacramentos eclesiales, entre
inmanencia y trascendencia. Est en todo -como valor de las cosas y como conciencia nuestra de ese valor-, y est por encima de
todo, como lo absoluto que domina todo sin poder ser dominado.
El dinero es la verdadera realidad que todo lo determina . Hay una
metafsica del dinero en consonancia con su poder implacable .
Debido a su capacidad para poner en relacin todo con todo mediante el valor de cambio, o para crear equivalencias entre cosas
no comparables, el dinero es ese medio que mantiene el mundo
estrechamente cohesionado. Por algo el lenguaje del dinero es
comprensible internacionalmente. Es el esclarecimiento profano en
medio de la confusin posbablica de las lenguas . En los tiempos modernos, el dinero es irrenunciable para la integracin social.
A partir de l se produce ya la diferencia primaria entre mo y
tuyo (el dinero que tiene otro es siempre el dinero que yo no
tengo ) y con ello la constitucin del sujeto. El dinero lo subsume
todo en su lgica de la escasez, que desde hace tiempo ocup tambin las reas no afectadas por la circulacin monetaria. Como en el
pasado Dios y Cristo determinaron la conciencia, tambin y sobre
todo donde no estaban presentes de modo sensible, as acontece hoy
con el dinero . Resumiendo con J. Hrisch: En el siglo XIX, el dinero se convierte definitivamente en el 'god term' de la modernidad
y en el instrumento primario de la sntesis social. [...] La capacidad
aglutinante y relacional del dinero sustituye desde entonces, funcionalmente, la capacidad de la religin . La orientacin monetaria
51. Menciono solo: F. Wagner, Geld oder Gott? Zur Geldbestimmtheit der
kulturellen und religisen Warenwelt, la elaboracin teolgica ms profunda hasta
ahora sobre el tema, a la que debe mucho el presente trabajo; G. Fuchs, Geldanschauung. Aufgabenbeschreibungfreinekonkrete Theologie; Id., Geistliches Leben und stahlharten Gehduse; H.-J. Hhn, Geld oder Leben? Ein okonomischthelogischer Essay; H. Kaiser, Geld - seine ethische Rationalitdt; W. Jacob, J.
Moneta, F. Segbers (eds.), Die Religin des Kapiialismus. Die gesellschaftlichen
Auswirkungen des totalen Marktes; F. Beutter, Die Rede von den zwei Herrn, von
Gott und dem Mammn (Mt 6, 24).
52. Cf. Hhn, Geld oder Leben, 220s.
53. Cf. Hrisch, Geld ais Mdium, 212s.
54. Cf. K. Fssel, Der Kult des Geldes, die Zerstorung des Menschen und
derZorn Gottes, 139s, que a partir de unos textos publicitarios de la empresa Omega compuso un salmo dorado de reciedumbre bblica.
55. Fuchs, Geldanschauung, 256.
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mundial est en una relacin funcionalmente exacta con la orientacin religiosa mundial . El dinero es el medio ontosemiolgico
dominante de la poca moderna y la modernidad .
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El dinero como dios: cmo quitarle su resabio de mal procedimiento metafrico a esta expresin, ante los resultados brevemente expuestos? Porque es obvio que el dinero no puede ser Dios en el
sentido del lenguaje usual dentro de la tradicin religiosa de Occidente. El dinero no es personal: no es posible dirigirle una plegaria.
No se le hace objeto de una veneracin cultual explcita, a pesar
de la extraa impresin sacral que puede causar la arquitectura del
edificio de la banca y de la seguridad social. El dinero no es, como
tal, un poder; nadie podra afirmarlo; es solo moneda, billete de
banco, columna electrnica de nmeros. El capitalismo es, si acaso,
una religin sin Dios (no sera el nico, basta recordar el budismo)
en la que, sin embargo, el dinero ocupa el puesto de la realidad
que todo lo determina. Pero en qu sentido determina el dinero
la realidad? Si se pregunta por el poder con que el dinero gobierna
el mundo, hay que atenerse al sistema donde aparentemente es un
mero instrumento. Este sistema es la economa monetaria, que en el
capitalismo experiment su despliegue ms amplio y consecuente.
Hay que descifrar, pues, el capitalismo para comprender el poder
del dinero y, de ese modo, tambin su valencia religiosa. A continuacin intentar analizar en esta direccin la teora monetaria del
economista ingls John Maynard Keynes (1883-1946).
monetaria y conciencia: 1. el intercambio premonetario de bienes, ligado a clanes
y a la sensualidad; 2. la invencin de la moneda acuada hacia 700 a.C. y la abstraccin consiguiente: conmutacin de la maternidad sensible, como paradigma
hermenutico, por la paternidad abstracta (Heidegger: olvido del ser); 3. hacia 1500, el dinero se convierte en medio ontosemiolgico dominante, se desliga
de las cosas; 4. desde 1900, el dinero pasa a ser invisible, inmaterial. Desustancializacin o clara medializacin del dinero; descubrimiento de la falta de cobertura (no solo) del dinero, desrealizacin, constructivismo, nihilismo, erosin social,
estructurasflotantesde la conciencia: tales son las palabras clave que caracterizan
el destino del sujeto autoconsciente en la era del dinero inmaterial y de los medios
electrnicos (239).
62. Ibid., 200.
63. Ibid.,2U.
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72. Cf. ibid., 186-204: Las propiedades esenciales del dinero y del inters.
73. La temprana obra filosfica de Keynes A Treatise ofprobability (1911, publicada en 1921) tal vez influy en sus reflexiones sobre la incertidumbre del futuro
y la imponderabilidad de los factores psicolgicos relacionados con ella (cf. E. Muchlinski, Keynes ais Philosoph, 194-204). La teora econmica clsica funcion con
arreglo a un modelo de contabilidad racionalista, concebido matemticamente.
74. Keynes, Allgemeine Theorie, 143; cf. ibid., 92sy 164s.
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con la teora del inters. La causa de esto es que junto a la circulacin de mercancas existe una circulacin monetaria. El que no
gasta su dinero, sino que lo ahorra para obtener ganancias en el
futuro, especula con la expectativa de desarrollo futuro del tipo de
inters, o con el desarrollo de la oferta y la demanda de pagars,
del que depende a su vez el tipo de inters . En combinacin con
la expectativa del inters se pone aqu de manifiesto la referencia
del dinero al futuro. Keynes demuestra que el tipo de inters es,
en buena medida, un fenmeno psicolgico; depende por tanto
de las expectativas y actitudes ante el futuro que no pueden tener
ninguna base real en el presente, y llega a sealar que la tasa de
inters se rige en buena medida por la previsin existente sobre
su presunto valor futuro. El valor queda bajo control. Cada nivel
de inters que se admita con suficiente conviccin como previsiblemente duradero, ser duradero [...]. Con semejante fijacin
del tipo de inters, establecida no tanto por razones objetivas sino
sobre todo por expectativas de futuro, puede ocurrir que el tipo
de inters oscile durante decenios a un nivel que resulte, a la larga,
demasiado alto para el pleno empleo .
cin del prestador por el futuro . Los tipos de inters altos impiden
las inversiones, pero a la vez hacen ms interesante an la especulacin... con la consecuencia de sustraer cada vez ms dinero al
sector consumo e inversin y aplicarlo al mercado financiero.
La Teora general del empleo, el inters y el dinero muestra la
dependencia entre estos factores de la economa. Queda claro: la
estima del dinero viene de la preferencia por la liquidez, esta influye
en el tipo de inters y crea as subempleo. Cuando no se da dinero,
sino que se ahorra por motivos de previsin y especulacin, es a
costa del consumo y la inversin y, con ello, a costa de los puestos
de trabajo. En un orden de economa capitalista, el ahorro tiene
el carcter paradjico de que, aun beneficiando al individuo, daa
a la sociedad en su conjunto al incrementar la actividad inversora,
porque entonces lleva al desempleo . Asegurar el futuro, que es lo
que busca la preferencia por la liquidez, causa dao en el presente y
perjudica con ello el futuro que se pretende asegurar. La previsin
del futuro, que va ligada a la liquidez, convierte el capital disponible
en un bien tan caro o conduce a tan alta prima de liquidez (= prima
por la cesin de capital lquido = inters), que la riqueza mengua
demasiado en el presente. Keynes llega a afirmar:
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Tipo de inters y empleo, en efecto, se correlacionan. El poseedor de dinero que se preocupa de su dinero en el futuro, quiere
beneficiarse especulando con l, prefiere un tipo de inters elevado.
El inversor, en cambio, necesita intereses bajos. En un determinado punto, el dinero resulta demasiado caro para hacer lo bastante
atractivas las inversiones, y eso merma los puestos de trabajo. As,
Keynes hall en la preferencia por la liquidez la explicacin del
desajuste que se produce en esa relacin ideal entre oferta y demanda que favorece el pleno empleo. Se forma una espiral: a mayor
inseguridad ante el futuro, mayor es la preocupacin del prestador
por su dinero y ms altos los intereses, pero tambin ms elevado el
margen de beneficio que ha de planificar el prestamista o el inversor; tanto ms elevado tambin su riesgo y, con ello, la preocupa75. Una explicacin detallada de esta relacin ofrece Krger, Keynes contra
Marx, 185s.
76. Keynes, Allgemeine Theorie, 170s.
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As, en una paradjica inversin de actitudes corrientes, el dinero resulta funesto precisamente cuando no se gasta. No es que
Keynes sea un crtico del capitalismo y la economa de mercado
por principio. El est por el empresariado libre, por el libre juego de las fuerzas econmicas y por el consumo pblico. Lo que
critica es el efecto contraproducente del prstamo de dinero. Su
visin de un capitalismo frenado por la regulacin estatal quera
despojarlo del rostro de inhumanidad; l fue el maestro particular ms competente del capitalismo . El Estado debe fijar, a
su juicio, unas bases de poltica monetaria para equilibrar la tendencia al consumo con el estmulo a la inversin . Como a esto se
opone la acumulacin de capital improductivo, Keynes simpatiz
plenamente con la idea del economista marginado Silvio Gesell:
cargar sobre el dinero improductivo los costes de mantenimiento .
As se favorecera menos la preferencia por la liquidez. Keynes esperaba la muerte dulce del rentista y, en consecuencia, la muerte
dulce del creciente poder opresor del capitalista para aprovechar
el valor de la escasez de capital . Supona que esto era posible
mediante una prudente regulacin de las estructuras econmicas
existentes, y por eso se calific a s mismo de moderadamente
conservador . En el centro de sus propuestas de reforma estaba,
lgicamente, una poltica de intereses bajos, porque vio en la especulacin del tipo de inters la causa de la pobreza y el desempleo.
A los prestadores hay que pagarles solo una indemnizacin por su
riesgo y por la depreciacin. Es incorrecto exigir una prima por la
cesin de capital improductivo. Los intereses hacen del capital un
bien escaso, caro; pero no hay en realidad ningn motivo para
la escasez del capital . Mientras que en la poca anterior a la
economa monetaria el capital consista sobre todo en la propiedad
86. Hankel, ex consejero del ministro de economa Karl Schiller, hace una
valoracin muy positiva en relacin con la competencia del keynesianismo para
resolver el problema actual; cf. 11-32 y 116-154.
87. Kaufmann, Kritik des neutralen Geldes, 235. El mismo Kaufmann, en
ibid., n. 43, comunica los siguientes datos: Entre los aos 1990 y 1995 se increment la produccin mundial en un tercio, las exportaciones aumentaron en la
mitad; en cambio, el volumen de los negocios en los mercadosfinancierossubi
alrededor del 230 por ciento (Servicio de informacin de la economa alemana
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consecuencias ostensibles -la desconexin entre mercados de bienes y mercados financieros, la crisis mundial de endeudamiento
y desempleo- Keynes ofreci la explicacin con la teora de la
preferencia por la liquidez. Lo que en su tiempo solo se presagiaba, se ha confirmado ya globalmente: el dinero no es neutral, es el
eslabn entre el presente y el futuro. Nos ha llegado el futuro
configurado por el dinero.
As que el dinero est al servicio de la previsin. A l reconocer
los motivos de la preferencia por la liquidez de cara al futuro y su
relacin con el dinero, al deducir de la preferencia por la liquidez
la importancia del dinero dentro de la economa monetaria, Keynes
descubri a la vez el momento religioso central del capitalismo. De
ese modo se justifica nuestro excurso sobre mundo de la economa:
el capitalismo es religioso al velar por el futuro mediante el dinero!
Benjamin habl ya, en el contexto de su tesis sobre el capitalismo
como religin, de la preocupacin como la enfermedad mental
del capitalismo, que l relacion con la conciencia de escasez. Lo
que en l fue insinuacin, en Keynes encuentra su desciframiento.
La postura ante un futuro incierto pertenece finalmente al mbito
de la religin. En las religiones tradicionales, ese mbito se extenda generalmente ms all de la muerte -las construcciones y los
tesoros de la Iglesia en el Medievo, producto de estipendios, fundaciones, indulgencias y otros sufragios piadosos, dan testimonio,
todava hoy, de los gastos de previsin religiosa que era capaz de
hacer la cristiandad-. En la poca secularizada del capitalismo, el
futuro que es preciso prevenir se reduce al lapso de tiempo calculable de transacciones financieras. Sin embargo, los procedimientos
de la religin del capitalismo se concentran en la preocupacin por
el futuro no controlable, contingente en sentido estricto. Y esos
procedimientos funcionan, como demostr Keynes con el anlisis
de la preferencia por la liquidez y de sus motivos psicolgicos, con
ayuda del dinero. Que los mviles para detraer del gasto una parte
[iwd], 2.1.1997). Solamente un 2 por ciento estimado de las transacciones financieras mundiales se refieren al seguro de transaccin comercial (L.E. Kodress,
Devisenmrkte: Struktur und Gesamtrisiken, en Finanzierung und Entwicklung,
diciembre 1996, p. 22-25).
175
88
88. Keynes, Allgemeine Theorie, 93s. Hankel, Keynes, 88, formula con acierto: una crisis econmica se produce, de acuerdo con Keynes, siempre en el sector
monetario de la economa poltica y debido a la psique de los sujetos econmicos;
es una crisis de las expectativas proyectadas al dinero y transportadas ms all
del dinero, porque los humanos son humanos y, al menos, potenciales neurticos del
dinero, incluso cuando se presentan como especuladores empedernidos.
89. Sigo aqu a Marquardt, Was drfen wir hoffen, I, 32-44.
176
El Dios falsificado
Me arriesgo, en fin, a conjeturar que las ideas de Keynes acerca de la superacin de la injusticia capitalista se encuentran en la
lnea de las directrices bblicas correspondientes para el mbito
de la vida econmica. Y esto puede no ser casual, ya que Keynes
vio en la conducta monetaria previsora, regida por la escasez, el
mismo inconveniente que Jess en la preocupacin de los paganos.
Keynes abog, como queda dicho, por la rebaja, casi supresin, de
los intereses, en tanto que impiden las inversiones. Pues bien, ah
est la prohibicin bblica de los intereses, que sigue vigente en el
judaismo y en el islam, y se mantuvo tambin en la Iglesia hasta
finales de la Edad Media . Tampoco esto escap a Keynes, que
constat sorprendido:
91
Fui educado en la creencia de que la postura de la Iglesia medieval ante el tipo de inters era absurda por naturaleza, y de que las
sutiles elucubraciones sobre la diferencia entre el rendimiento del
prstamo monetario y el beneficio de inversiones activas eran simplemente intentos jesuticos de encontrarle una salida prctica a
una teora disparatada. Pero ahora leo esas controversias como un
esfuerzo honrado, intelectual, por distinguir lo que la teora clsica
haba confundido siempre: el tipo de inters y la capacidad de rendimiento marginal del capital .
92
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179
96
97
93. M. Luther, Von Kaufshandlung und Wucher, 293. En la seccin que sigue
le estoy muy obligado sobre todo a Marquardt, Gott oder Mammn aber: Theologie und konomie bei Martin Luther. Nada tengo que aadir al perfecto conocimiento que demuestra y a la excelente exposicin que hace de Lutero. Cf. tambin
Wagner, Geld oder Gott?, 98-102.
94. La caracterizacin corriente del siglo XVI como poca del capitalismo
inicial coincide con la constatacin de Hrisch, Kopfoder Zahl, 237s, de que en el
curso del aumento en el trfico de mercancas a partir de 1500 se form una esfera
bancaria propia, y se vio que, adems de mercancas, se puede vender tambin
dinero. En el contexto del negocio de los intereses (Lutero: usura), el dinero se
disoci de las mercancas para convertirse en el medio ontosemiolgico dominante. Comenz una monetarizacin radical de todos los mbitos funcionales; el
medio llamado dinero es en adelante el responsable principal de la dinmica de
racionalizacin y movilizacin especficamente moderna. La premisa para ello
fue la atenuacin o supresin de las prohibiciones de la Iglesia sobre el inters,
prohibiciones que J. Eck, telogo adversario de Lutero, administr, significativamente, con moderacin; cf. Marquardt, Gott oder Mammn, 193.
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El Dios falsificado
no ha habido ningn pueblo tan primitivo que no instituyera y practicara un culto divino.Cada cual encontr su propio Dios en aquello
que le procur el bien, la ayuda y el consuelo .
102
Ibid.,
Ibid.,
Ibid.,
Ibid.,
139.
132s.
133; all tambin la siguiente cita.
134.
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106
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108
107. Marquardt, Gott oder Mammn, 178, con referencia a un sermn de Lutero del 3 de agosto de 1516.
108. Cf. ibid., 180-182. En el Gran catecismo se hallan los ejemplos 133s.
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119.
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No se trata, ni mucho menos, de que Lutero se site simplemente al lado de una teologa de la revelacin, frente a la teologa
natural de la tradicin catlica. Lo natural y obvio, lo arraigado en la naturaleza hasta la tumba, constituye tambin para l el
punto de partida del conocimiento de Dios. Pero el enlace con la
naturaleza se da, segn Lutero, e contrario, desde el contraste y el
antagonismo. Una mediacin directa entre revelacin y experiencia no es posible una vez que la usura... arraig ya tanto y no
cabe esperar ninguna mejora: la experiencia est corrompida por
123. Ibid., 207.
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C U L T O D I V I N O E IDOLATRA
127
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1. L. Ragaz, Die Bibel - Eine Deutung, 4 vols. Ragaz (1868-1945), 1902 pastor, 1908-1921 profesor en Zrich, ms tarde dedicado a la labor social y educativa
entre la clase obrera, expuso la suma del trabajo realizado a lo largo de su vida en
la obra aparecida inicialmente en siete volmenes. Quiso ofrecer una interpretacin global -no una explicacin histrico-crtica- de la Biblia, y fue plenamente
consciente de la enormidad de su empresa. Sin embargo, estaba convencido de
que no poda realizar de otro modo el tema que le movi durante toda su vida: El
mensaje del reino de Dios y su justicia para la tierra (I, 4). Alfinalizarel manuscrito, escribi emocionado: Este libro existe! Esta manera de entender la Biblia
queda expresada! Esto no se puede ignorar del todo! (8). Creo que se ha ignorado en exceso hasta ahora. A quienes quieran iniciarse en Ragaz, les recomiendo
como puerta de acceso los pasajes sobre las plagas de Egipto (I, 326-328) y sobre
Samuel (II, 102-134).
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193
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1. La danza en torno al becerro de oro (Ex 32) es la ms antigua escena bblica de idolatra y, a la vez, la ms dramtica . Muestra con qu facilidad y sin complicaciones puede darse el abandono
de Dios por el dolo en el pueblo y en sus dirigentes religiosos
(Aarn), la rapidez con que Dios e dolo pueden permutarse. Los
israelitas recin liberados de la esclavitud egipcia, con el recuerdo
an vivo de su Dios, que les preceda en la columna de nubes y resplandor de fuego, tienen que aguardar demasiado tiempo a Moiss,
que se encuentra dialogando con Dios en la cima del monte Sina
(as comienza la escena). Se cansan de esperar, se amotinan y exigen a Aarn: Anda, haznos una divinidad que nos gue, porque
no sabemos qu habr sido de ese Moiss que nos sac del pas de
Egipto! (Ex 32, 1). Su requerimiento nace del hasto, de la incomodidad por tener que seguir esperando ms tiempo. Quieren tener
un Dios a toda costa; la ausencia pasajera de Dios y de su mediador
les parece insoportable. Aarn accede sin vacilar: Que vuestras
mujeres, vuestros hijos y vuestras hijas se quiten los pendientes
de oro que llevan en sus orejas y me los traigan (32, 2). Lo ms
valioso que poseen las y los israelitas -las joyas de plata y oro
eran regalo de los egipcios, Ex 12, 35s- se transforma ahora en un
dolo. El becerro de oro es, pues, un fetiche en sentido estricto; en
l se presenta lo propio como dolo. El becerro de oro, adems, es
imitacin, algo tomado de otra cultura, como no puede ser menos
tratndose de dolos. El toro o el becerro es con frecuencia una
figura de culto en la religin egipcia y cananea, que simboliza la
7
195
fertilidad y la fuerza combativa. Acaso no haba conocido el pueblo la fertilidad y la fuerza combativa en su Dios?, no les haba
multiplicado l en Egipto y sacado de all con gran podero? Est
claro que no les crea problemas el identificar al becerro con Yahv:
Aarn construye inmediatamente un altar y proclama: Maana
celebraremos una fiesta en honor de Yahv (32, 5). Celebran esta
fiesta con toda inocencia: hay ofrendas, manjares, bebidas y bailes frenticos; ni la menor sospecha de estar cometiendo un gran
pecado. Pero Yahv monta en clera y solo la splica reiterada de
Moiss le contiene para no exterminar al pueblo inmediatamente. Moiss comparti, sin embargo, la ira de Dios. De regreso al
campamento, hace trizas las tablas de la Ley escrita por la mano
de Dios - l a idolatra anula la alianza- y no se da por satisfecho
con la escueta explicacin dada por Aarn: lo quiso el pueblo y
yo lo hice. A l contrario, obliga al pueblo a beberse las cenizas del
becerro de oro mezcladas con agua. Una accin simblica extremadamente radical, que significa: lo que adoris como Dios es una
cosa vuestra. Procede de vosotros y a vosotros tiene que retornar.
Pertenece al ciclo de la vida, es asimilado y eliminado, no es sino
aquello de lo que vivs. La danza circular alrededor del becerro de
oro se ajusta al ciclo del metabolismo biolgico o econmico. Los
israelitas desean permanecer en este ciclo de lo vitalmente necesario, y encontrar ah a su Dios, como quisieron tambin volver a
las ollas de carne en Egipto y, ahora, quieren convertir en dios sus
joyas egipcias. Pero Yahv es el Dios que los sac de Egipto. En
el ciclo de la economa egipcia se asign a los israelitas el papel
de esclavos. Yahv quebr este ciclo y no debe volver a cerrarse,
como ocurre en la danza en torno al becerro de oro.
Lo que sigue luego en el relato es de una crueldad inaudita.
Moiss convoca a los fieles de Yahv y manda a los levitas, que se
le unen, tomar las armas y matar a sus compatriotas: incluso a su
propio hermano, su amigo o su pariente (32, 27). Aquel da fueron ejecutados unos tres mil hombres del pueblo. La muerte es el
inexorable destino de aquellos que confunden a Dios con un dolo.
Detrs de la danza alrededor del becerro de oro acechan las consecuencias mortferas de la idolatra del oro. El que se escandaliza an-
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10
8. Para lo que sigue, cf. Frevel, Aschera I, 28-123; Ragaz, Die Bibel - eine
Deutung II, 211-222.
9. No es posible identificar el Baal mencionado en el texto; cf. Frevel, Aschera, 116-118.
10. Cf. ibid.,92s.
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201
13. Cf. sobre el pasaje Frevel, Aschera I, 423-471. Frevel, cuya concienzuda
crtica anula casi todas las hiptesis sobre el contenido de los enunciados acerca
del culto idoltrico, otorga algn valor histrico al pasaje acerca del culto a la Reina del cielo: Podra resultar probable, a travs de Jr 44, que la Reina del cielo no
solo fuese venerada, tras la cada de Jerusaln, por los judos huidos a Egipto, sino
ya en perodo preexlico tardo, quiz especialmente desde el reinado de Manases.
[...] A pesar del carcter didctico [...], el relato no es del todo ahistrico [...].
Cierto que la descripcin del culto es sorprendentemente detallada y no parece
irreal en todos los puntos... (517). (El exegeta que trabaja en lnea histricocrtica apenas logra formular ms que esas dobles negaciones). No cabe concluir
nada seguro acerca de la identidad divina de la Reina del cielo (Sapsu / Anat /
Astarte / Istar / Ashera?); cf. ibid., 445.
202
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15
2. LA PROHIBICIN DEL CULTO IDOLTRICO ES TAN IMPORTANTE COMO TODOS LOS OTROS MANDAMIENTOS JUNTOS (MAIMNIDES)
17
19
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14.
15.
cin de
16.
17. Moses Maimnides, Das Buch der Erkenntnis (primer libro de la Mishn
Tora), 295. Sobre Maimnides, cf. como introduccin H. Srouya, Maimonide. Sa
vie, son oeuvre.
18. De ningn modo se puede considerar la Tora como una ley esttica, siempre igualmente vlida en el judaismo. El debate halquico de cada poca la hace
avanzar con asombrosa libertad. Cf. K. Mller, Anmerkungen zum Verhaltnis von
Tora und Halacha im Frhjudentum.
19. J. Leibowitz, Gesprache ber Gott und die Welt, 124.
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El Dios falsificado
21
20. Ibid.
21. En lo que sigue me atengo a un manuscrito, lamentablemente indito hasta
ahora, de Schwarzschild, De Idolatra, de 1988. De Schwarzschild y sobre l, cf.
adems The pursuit of the Ideal. Jewish writings of Steven Schwarzschild, editado
por M. Keliner.
205
23
206"
El Dios falsificado
El que quiera saber algo sobre el ser de Dios, no puede ya protegerlo de la confusin con el ente; eso es acabar con su unicidad.
Pero lo que Dios manda hacer es lo ordenado en la Tora y en los
mandamientos. Por eso, la frase Dios sin Tora es siempre un dolo -resumen lapidario que hace Leibowitz de la instruccin bblica
para el conocimiento de Dios-, ensea a comprender y practicar
las leyes y prescripciones concretas en su sentido crtico contra la
idolatra. El gran filsofo judo medieval Maimnides (1135-1204),
en el que se inspiran ampliamente tanto Leibowitz como Schwarzschild , en su Libro de los preceptos (Sefer hammitzwot) dividi
toda la Tora en 248 preceptos positivos y 365 negativos, y encontr
que los 613 preceptos iban dirigidos contra el culto idoltrico. El
primero de los preceptos positivos prescribe la adoracin de un solo
Dios; la primera de las prohibiciones, el abandono de la idolatra;
de ah arranca toda la serie . Schwarzschild resume a Maimnides:
La idolatra es tan singularmente decisiva en el judaismo en sentido negativo como lo es la fe en Dios en un sentido positivo. El culto divino, donde convergen todos los preceptos de la Tora, equivale
a evitar el culto idoltrico. La Tora se cumple ya, Dios es adorado
rectamente, cuando no se practica el culto idoltrico .
24
25
26
Hay algunos pasajes en el Talmud que vienen a decir exactamente esto . El tratado De los votos (Nedarim, 25a) indaga en
qu se puede jurar (ante un tribunal) sin ambigedad ni equvocos. Los sabios debaten diversas propuestas: se puede jurar por
27
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son iguales [el libro se limita en buena parte a dar listas de personas]; pero nosotros sabemos interpretarlas. La interpretacin de
1 Cr 4, 18 (como ya la de Est 2, 5) resulta conmovedora: a quien
no practica la idolatra o la quiere abandonar se le puede considerar judo! O en el sentido de los pasajes antes mencionados:
quien rechaza el culto idoltrico ha cumplido toda la Tora! Tal
es el ofrecimiento de comunin con el Dios de Israel que hace el
judaismo a las naciones. Si renuncian al culto idoltrico (como la
muchacha que se baa en el Nilo), han cumplido la ley y quedan
por tanto justificados (aunque se trate de la hija del tirano que asesina a los nios de Israel). El nico deber que la Tora les impone
consiste en evitar el culto idoltrico. Evitar la idolatra es la Tora
para los paganos.
Todas las naciones son descendencia de No. Que Dios les
dio la Tora a todas ellas, y no solo a Israel, es un descubrimiento que hicieron los maestros judos en la poca de la rebelin de
Bar Kokeb (133-135). El descubrimiento se plasm en los denominados mandamientos noquicos . Su origen es una especie
de catlogo de urgencia de preceptos en tiempos de persecucin,
orientado a la pregunta: qu mandamientos hay que guardar incluso ante amenaza de muerte? En un proceso de clarificacin bastante largo aparecieron siete mandamientos: administracin de la
justicia, renuncia al culto idoltrico, a la blasfemia, a la lascivia,
al derramamiento de sangre, al robo, y a beber sangre de animal
vivo. De estos mandamientos se ha conocido lo siguiente: Estn
escritos o, de no estarlo, deben escribirse -son, por tanto, preceptos
para Israel, pero le pueden parecer sensatos a cualquier persona-;
tambin pueden obligar, pues, a los no judos . A l ser preceptos
divinos, tienen que llevar necesariamente, al igual que la Tora juda, a la comunin con Dios! Dios ofrece, por tanto, en los manda28
29
28. Cf. Marquardt, Was drfen wir hoffen I, 200-335, con amplias explicaciones y comentarios de los distintos preceptos. Tambin K. Mller, Torafr die
Volker. Die noachidischen Gebote ais Basis einer Verstdndigung zwischen Judentum und Christentum. Tambin Schwarzschild establece la conexin con los preceptos noquicos.
29. Ibid., 209.
209
31
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211
de la Reforma, omite la prohibicin de dioses ajenos con esta simple observacin (el Catecismo romano es mucho ms extenso que
el Gran catecismo de Lutero):
34. Catechismus Romanus, traduccin alemana por W. Smets (1846), 14. Las
19 preguntas siguientes del Catecismo van destinadas a mostrar que el culto catlico a los santos, los ngeles, las reliquias y las imgenes nada tiene que ver con
el mandamiento. El Catecismo no poda captar el sentido del precepto al suponer que Dios haba dado los mandamientos a Moiss solo porque la Ley divina,
escrita siempre en los corazones de los hombres, haba quedado oscurecida por
las malas costumbres y la creciente depravacin. Es indudable que debemos
observar estos preceptos, no por haberlos dado Moiss, sino porque son innatos
en los corazones de todos, ibid., 4. De ese modo se perdi el sentido diferencial
del mandamiento. Sobre la orientacin antirreformista del Catechismus romanus
cf. G. Bellinger, Der Catechismus romanus und die Reformation; sobre el primer
mandamiento, ibid., 234-238.
32
33
Lo que prohibe el mandamiento, por tanto, solo antiguamente represent un problema. Los cristianos no tienen que sentirse
concernidos por l, porque se mantienen firmes en la adoracin del
Dios uno y nico, y libres, en consecuencia, de dioses extranjeros.
Con la ceguera de tantos, que se crey tener que reprochar a
los antiguos, ese anuncio catlico de la fe con licencia de la alta
autoridad eclesial (as consta en la portada) durante toda la Edad
Moderna, olvid lo que la polmica bblica con la idolatra inculca
con tanto nfasis: el cojear de los dos pies se da en medio del
pueblo de Dios; la fe en el Dios verdadero corre siempre el peligro
de convertirse en idolatra. Por eso los tratados doctrinales sobre
Dios tampoco hacan ninguna referencia a la problemtica de la
idolatra (o en todo caso, como en el Catecismo, solo a la historia
212
El Dios falsificado
35
37
Cmo practicar cristianamente la distincin entre Dios e dolo? Para los cristianos, Jesucristo es el camino hacia Dios y hacia
la vida, la vida que brota de la liberacin de los poderes e dolos
35. Ejemplar, de nuevo, Diekamp, Gotteslehre, 170, que a propsito de la
unicidad de Dios informa a los lectores sobre historia de la religin: La adoracin
de cosas naturales e imgenes idoltricas tiene un sentido meramente simblico en
muchos casos. Pero incluso en pueblos de cultura superior se dio la adoracin de
los dolos.
36. Cf. H. Assmann y otros, Die Gtzen der Unterdrckung und der befreiender Gott; Id. (ed.), Gttesbilder und Opfer.
37. Richard, UnserKampf lis.
213
mortferos. Pero dado que a nivel judeo-bblico vale incondicionalmente lo formulado por Leibowitz: Dios sin Tora es siempre
un dolo, al final tambin en lo concerniente a la diferencia en la
comprensin de Dios nos encontramos con la cuestin bsica de
la exgesis cristiana: la relacin entre Cristo y la Tora. Pablo, que
en Rom 10, 4 llama a Cristo el fin (telos) de la ley para justificar
a todo el que cree, no pretendi con ello proclamar el final de la
correlacin entre conocimiento de Dios y obediencia a la Tora. La
ley es tambin para Pablo, indudablemente, sagrada; y el precepto,
sagrado y justo y bueno (Rom 7, 12); l no quiso en modo alguno
superar la ley mediante la fe, sino convalidarla (3, 31); Dios envi
a su propio Hijo para que se cumpliera en nosotros la exigencia
de la Ley (8, 4) -por espigar, del complejo discurso sobre la Tora
en la Carta a los romanos, al menos los pasajes que hay que oponer
siempre a la terminante idea del fin de la ley (mosaica) para los
cristianos-. Es conocida la muy funesta -por instrumentalizada en
lnea antijuda- historia exegtica sobre el significado de telos
en Rom 10, 4, y el debate exegtico, an vigente, sobre l. Si no
ha de perderse la fuerza antiidoltrica de la Tora para los cristianos
y, con ella, la bendicin que Dios reserv para sus fieles, entonces
hay que entender a Pablo as: Jess es para los cristianos lo que la
Tora es para los judos . Es decir, la fe en Jess tiene que ofrecer
lo que para los judos ofrece la observancia de los 248 preceptos y
las 365 prohibiciones de la Tora: la evitacin del culto idoltrico.
En, con y mediante la fe en Jesucristo debe ser posible creer en
Dios de forma que no pueda ser confundido con los dolos. La fe
en Dios con y mediante Cristo tiene que llevar la relacin con Dios
a esa univocidad y diferenciabilidad que para los judos consiste
en la observancia de la Tora. La fe cristiana tiene que proteger la
lucha constante de Dios contra los dolos. Si se entiende y vive la fe
cristiana de forma que Cristo signifique, conforme a Rom 10, 4, la
meta y la plenitud, la actualidad de la Tora facilitada para
38
39
38. As Marquardt, Das christliche Bekenntnis I, 342, aunque en otro contexto. Pero realmente coincido aqu con la exgesis que hace Marquardt de la Carta
a los romanos, ibid., 180-297.
39. Ibid., 293.
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TEOLOGA T R A S L A DELIMITACIN
D E C R I S T I A N I S M O Y RELIGIN
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Cristianismo y religin
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Schmitt, en cambio, se mantuvo firme en la sntesis de cristianismo y cultura, en el inters por aplicar al Estado la idea cristiana
de soberana. Pero al considerar, con razn, que los contenidos de la
fe cristiana no son susceptibles de consenso en el discurso pblico
(y al no creer tampoco en ellos, como cabe suponer), Schmitt conserv solo el armazn de la metafsica catlica, despojado de todo
contenido. Pens a base de ciertas analogas teolgico-polticas seductoras. De ah deriva tanto lo desconcertante como la agudeza
conceptual de su pensamiento. La metafsica del ser supremo o de
la instancia supramundana decisiva, llevada luego por Schmitt a
una ltima claridad, pone de manifiesto (en la vida y en la obra) su
actitud fundamental antimoderna, tendente a la dictadura. Es obvio
que tal actitud no es posible sin un antijudasmo radical. Hemos de
estar agradecidos a Schmitt por esta aclaracin. Una teologa que
con tales premisas siga hablando de Dios, sin reparo, como el ser
supremo y omnipotente, no ha aprendido la leccin.
La divergencia extrema de las dos posiciones se puede interpretar como una evasin (en direcciones opuestas) ante la presencia
de un concurrente nuevo y potente en el campo religioso. Contemporneamente a los escritos de Harnack y Schmitt, Benjamin descubri el nacimiento de una nueva religin: el capitalismo. Se trata
de una religin cultual pura, cuyo significado religioso profundo
consiste en su capacidad para hacer soportable la deuda/culpa que
la propia actividad capitalista genera. En esa religin queda anulada la trascendencia de Dios. Benjamin descubri en el fenmeno
psicolgico de la preocupacin que esa religin del capitalismo
lleva implcito el dogma secreto de la escasez. Benjamin sigui la
pista del culto capitalista-religioso para extraer de l, en inversin
dialctica, los elementos de una posible esperanza de redencin.
Solo supo formular esos elementos en conceptos judeo-mesinicos,
y as contribuy sustancialmente a una nueva forma de concebir la
redencin, para hoy, en la tradicin judeo-cristiana.
Con Keynes se pudo aclarar, ms all de Benjamin, en qu consiste el ncleo religioso del capitalismo. Se trata de la preocupacin
por el futuro, que es inherente al dinero. Este economista se percat
de sus consecuencias destructivas, patentes hoy en la inmensa acu-
Cristianismo y religin
219
mulacin de capital improductivo, y no es casual que las propuestas de Keynes para subsanar los efectos dainos de la preferencia
por la liquidez marchen paralelas a las disposiciones bblicas para
la actividad econmica. Desde el punto de vista bblico, el dogma
capitalista de la escasez contrasta con la fe en la riqueza y plenitud
de Dios, en las que l hace participar a cuantos confan en sus promesas y por eso pueden renunciar a la preocupacin generada por el
dinero. La fe, pues, salva al mundo devorado por las preocupaciones; las normas de la Tora regulan aspectos concretos.
En Lutero se poda reconocer con facilidad el programa de una
teologa que surgi de la situacin descrita por Benjamin. De Dios
hay que hablar teniendo en cuenta a sus contrarios, a los dolos que
compiten con l. El discurso sobre Dios adquiere de ese modo una
objetividad concreta, actual, y solo as resulta comprensible lo que
significa no tener otros dioses, y lo que es Dios. Lutero, coetneo
atento del capitalismo inicial, conoci en su tiempo el Mammn como el dolo ms comn, y no dud en hacer valer contra l las disposiciones bblicas. Su exgesis del primer mandamiento, cuya fuerza
teolgica contrasta con la del Catecismo romano, puso el contraste
bblico entre culto divino y culto idoltrico como fundamento de la
diferencia en la comprensin de Dios. Era bblico considerar que el
culto idoltrico es la forma normal de religin. La situacin de los
creyentes hoy, al tener que confesar al nico Dios en medio de la
religin del capitalismo que lo domina todo y se autopromociona,
est preformada en la controversia bblica con los baales. El culto
idoltrico, es decir, la religin como forma de reconocimiento de la
realidad que lo determina todo, es la tentacin ms natural del propio pueblo de Dios, porque el culto idoltrico tuvo siempre toda la
obviedad a su favor. A eso respondi la posterior sabidura y praxis
de la Tora juda en su enrgica lucha contra el culto idoltrico en
todas sus formas. Solo la Tora protege a Dios de la confusin con
los dolos; sin Tora, Dios es siempre un dolo. Esto suscita para los
cristianos la cuestin cristolgica: de qu modo se puede entender y
sentir a Cristo como la Tora para los paganos. En la respuesta a esta
pregunta se decide la conformidad del cristianismo con la Biblia y
su fuerza liberadora del poder de los dolos.
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Cristianismo y religin
puede extraar ya que el dilogo religioso se considere aqu hasta mercantilista -diversos comerciales de la misma mercanca en
distintos embalajes se sientan frente a frente-. En la denominada
teologa pluralista de la religin, las religiones han de presentarse
de forma que puedan ser toleradas dentro de los lmites del sistema
econmico: como guas de mercado para un producto impalpable,
difuso, que sin embargo encuentre an clientes. Mientras tanto, la
religin dominante puede seguir actuando sin ser molestada.
Tenemos que volver, pues, al exclusivismo cristiano, a la difamacin y a las guerras religiosas? Antes de llegar a eso, hay que
desterrar a nivel teolgico la idea de que el dilogo de las religiones consiste en equilibrar entre todos las distintas pretensiones de
posesin de la verdad, conforme al modelo de la competencia mercantil. A la luz de la Biblia, los cristianos tienen encomendado algo muy distinto: rastrear primero la idolatra en s mismos, en sus
propias filas. El encuentro con personas de otras religiones requiere,
en consecuencia, saber que la idolatra es la tentacin y realidad
ms natural en la propia religin. Idolatra es un reconocimiento
de la realidad fundamental y, en tanto que otras religiones pueden transmitir algo de eso, el encuentro interreligioso ayuda a la urgente autocrtica cristiana. Los cristianos, por tanto, buscarn esos
encuentros si an no tienen en la radioscopia crtica de la propia
religin lo bastante para poder guardar mejor el primer mandamiento. Quiz las otras religiones disponen de profecas forneas para
cristianos, igual que hicieron las religiones de otros pueblos para
los profetas bblicos, que gracias a ellas alcanzaron un anlisis ms
exacto de la idolatra de Israel. En perspectiva bblico-cristiana no
se trata, pues, de imponer mi verdad a otros, sino de dejarme llevar
por ellos a una profundizacin de la propia verdad, es decir, del
conocimiento de Dios, que solo se logra en referencia a sus contrarios. Las religiones, sobre todo las propias, ofrecen la mejor perspectiva para lo contrario de Dios. Esto vale para el ala cristiana
en los dilogos interreligiosos; el resultado de un debate sostenido
dentro de este espritu para la otra ala es, en caso favorable, el
testimonio en favor de una religin que puede renunciar al espritu
de contradiccin e imposicin a costa de otras. Los cristianos de la
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La pedagoga religiosa, tan rica en perspectivas y siempre abierta a nuevas ideas, tiene sin embargo un dogma que de hecho incurre en contradiccin: en la enseanza de la religin hay que partir
necesariamente de la experiencia de los escolares. Este principio
parece indemostrable, tanto pedaggica como dialcticamente; pero tambin se puede fundamentar por la va teolgica remitiendo al
existencial sobrenatural (Rahner), o al a priori de la relacin de
cada persona con Dios . En efecto, a travs de la teologa de Karl
Pero qu decir de la experiencia religiosa en la era del capitalismo como religin? Sin nimo de infravalorar su impresionante obra
teolgica, Rahner no supo afrontar esta pregunta. Pero la pregunta
se contesta por s sola a la vista de los escolares que reciben hoy
la enseanza religiosa. Son fieles seguidores de la religin capitalista, que impregna tambin todas sus vivencias, su entorno, las
metas que se fijan en la vida". Su prctica religiosa, que sin duda
han heredado de los padres marcados por el milagro econmico, es
inslita. Tendr consecuencias el hecho de que la teologa catlica solo hable de la experiencia en un sentido general, inespecfico.
La experiencia, en efecto, cambia segn las circunstancias. Su estructura formal es sin duda idntica: la experiencia de lo real est
determinada por aquello que determina la realidad. La experiencia,
en tanto que se orienta hacia la realidad que lo determina todo, es
siempre religiosa. Pero hoy no remite ya al Dios de la fe cristiana, si
es verdad que Dios y la realidad que lo determina todo aparecen hoy
definitivamente escindidos. De ah que el enfoque de Rahner, aun
siendo formalmente correcto, no favorezca a la fe cristiana.
9. As B. Stubenrauch, Dialogisches Dogma. Der christliche Auftrag zur interreligidsen Begegnung, 229, en Aufnahme des Rahnerschen Theologoumenons.
Esta obra muestra con especial claridad el camino de la teologa de Rahner hacia
una afirmacin del pluralismo religioso desde una perspectiva cristiana. Cuando se
intenta, como hace Stubenrauch, fundar la revelacin en la experiencia religiosa, de
inmediato se topa con la naturaleza comn en todas las religiones, o cabe observar que cada religin, de un modo u otro, 'se refiere' a lo mismo (ibid., 242s). La
nocin de experiencia teolgica y la de religin aparecen siempre relacionadas.
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Cabe mencionar muchos factores intrateolgicos para explicar esta situacin. El ms importante es sin duda la decadencia
de la escatologa cristiana, de la que Friedrich Beisser dice con
razn: De todos los artculos de la fe cristiana, el que aparece
hoy en estado ms ruinoso es quiz la doctrina de las postrimeras,
la escatologa . Los temas de la enseanza tradicional sobre los
novsimos: cielo, infierno, purgatorio, etc. estn hoy bajo grave
sospecha de mitologa y proyeccin; en cualquier caso, una enseanza sobre cosas del ms all queda al margen de la ciencia. Los
ensayos teolgicos en el campo de la escatologa oscilan desde
hace tiempo entre, por un lado, una tibia existencializacin de los
contenidos tradicionales y, por otro, el intento de consolarse con
formas de esperanza intramundana, sobre todo el principio esperanza de Bloch. Ninguna de las dos actitudes puede llevar a un
resultado satisfactorio, y tambin les va mal a los testimonios cristianos sobre las promesas de futuro. Pero cmo se puede hablar
entonces de dicha y salvacin en un mundo desgraciado?
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A mi juicio, la crisis de la soteriologa proviene fundamentalmente del estatus del cristianismo como religin. En primer lugar,
por el papel que se atribuye a la religin en una sociedad moderna, tan diferenciada y segmentada. Los diversos sistemas parciales
de la sociedad funcionan con arreglo a sus propias leyes y resulta
muy difcil que puedan influirse recprocamente; a esto se alude al
hablar de la ingobernabilidad de las sociedades modernas. Menos que de cualquier otro sistema parcial cabe esperar del sistema religin que trascienda a otros mbitos. A l sistema religin
le compete reducir la complejidad, controlar la contingencia, etc.,
pero de ningn modo modificar los procesos econmicos o polticos. El cristianismo ha funcionado muy bien en el mbito que se le
asign. Pero no tiene la suficiente credibilidad para proclamar la
redencin del mal, que se elabora en otros mbitos. Salvarse en las
relaciones , leemos en la obra ms reciente sobre la soteriologa
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catlica; su ttulo indica en qu mbito se concede an al cristianismo hablar de redencin (y aqu se encuentra en una incmoda competencia con otros consejeros y redentores relacinales). Las primaveras de la soteriologa cristiana pertenecen a la poca en que la
influencia de la Iglesia y de la fe se extenda a toda la vida pblica
y privada. Entonces fue posible desarrollar aquellas frmulas a que
me he referido ya brevemente a propsito de Walter Benjamin . Se
caracterizaban por atacar dialcticamente la estructura econmica
dominante. Las frmulas reflejaban la necesidad de liberacin de
la estructura econmica dominante en la sociedad (esclavitud: rescate; sistema feudal y asociativo: reparacin; economa monetaria:
merecimientos de Cristo) . A l concepto de economa de la salvacin puede acompaar, pues, ahora un sentido nuevo, diferente: la
salvacin ha de concebirse solo en relacin con la economa, en ella
tiene su objeto, en este objeto se concreta al presentarse como su
adversario. Pero tal economa de la salvacin le est vetada hoy al
cristianismo mientras se presente y sea percibido como religin. La
delimitacin de cristianismo y religin es obligada, pues, tambin
en el aspecto soteriolgico. Entonces es tambin posible redescubrir el sentido escatolgico concreto de los preceptos de la Tora,
como ha hecho ejemplarmente Marquardt, tambin para la esfera
econmica: el bien obrar decide sobre las posibilidades de futuro y
la participacin en el mundo que viene .
Hay un aspecto ms en el que el mensaje cristiano de salvacin
coincide con la delimitacin de cristianismo y religin. A la religin le es esencial representar lo supremo, lo ms poderoso, el
determinante ltimo - y nunca hace esto sin referencia a los personajes superiores, poderosos y determinantes en una sociedad-. Del
concepto de supremo que se da en una religin nace siempre alguna forma de orden y jerarqua a la que se aferran lo ms posible
quienes detentan el poder. Lo supremo crea tambin su propia ima17
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20. Cf. M. Welker, Gottes Geist. Theologie des Heiligen Geistes, 108-173.
Suele considerarse la mstica como el granroespiritual que fluye por todas las religiones y capta el misterio inefable de Dios. Y
lo hace ms all de cualquier construccin teolgica, de un modo
inaccesible al conocimiento normal, expresando lo comn a toda
experiencia religiosa . De ser as, estara de ms la tesis acerca de la
distincin, siempre necesaria, en la comprensin de Dios. Por eso,
intentar mostrar a travs de Juan de la Cruz, representante excepcional de la mstica cristiana, que esa opinin comn es errnea. En
la experiencia de este mstico se verifica y padece - y de qu manera- la diferencia en la concepcin de Dios. Sus escritos atestiguan
los sufrimientos que acarrea romper con la nocin general de Dios
y abrirse paso hacia el Dios de la Biblia.
El 2 de diciembre de 1577, a causa de las disputas surgidas en
la orden del Carmelo a raz de la reforma emprendida por Teresa
de vila y l mismo, Juan de la Cruz (1542-1591) fue encarcelado
por sus hermanos en religin. Pas nueve meses en un minsculo
y oscuro calabozo. A medioda era conducido al refectorio, donde,
1
1. En lugar de muchos documentos, solo la referencia a Stubenrauch, Dialogisches Dogma, 229s. Defiende esta opinin, desde la perspectiva del islam, la
experta en el sufismo A. Schimmel, Mystische Dimensionen des Islam, 16, 19.
2. Para conocer la vida y obra de estafigurade la mstica universal, pueden
verse las introducciones a cualquier edicin de sus obras completas, como por ejemplo la de M. Herraiz (Salamanca 1991), o la biografa de J. M. Javierre, Juan de la
Cruz, un caso lmite, Salamanca 1994. Juan de la Cruz no solo fue poeta, telogo,
filsofo, maestro de la mstica, sino tambin infatigable director espiritual, fundador
de monasterios, maestro de obras, incluso trabajador manual.
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arrodillado ante los hermanos, tomaba pan y agua, su nico sustento. Los viernes era flagelado. Tras lograr escapar, Juan evoca
este perodo en su poema En una noche oscura, que ms tarde
glosar con detalle en dos de sus obras capitales en prosa, Subida
del monte Carmelo y Noche oscura del alma. Esta ltima, que dej
incompleta, comienza con una introduccin para principiantes que
aspiran a la unin con Dios, a las bodas espirituales; despus comenta la primera y segunda estrofas, que dicen as:
En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
oh dichosa ventura!,
sal sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
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Isaak Babel es testigo de una cultura de la percepcin que se viva en el judaismo. Su extraeza ante la cultura occidental de la percepcin (de la naturaleza) es tan grande como la de los principiantes
del camino espiritual con Juan de la Cruz ante la cultura bblica (l,
no obstante, haba escrito toda una serie de frases irreprochables!).
Jacob Taubes ha expresado conceptualmente el ncleo de esta cultura juda: Segn la concepcin juda, la realidad del mundo exterior no es comprensible a la luz de las leyes naturales (halicot oan),
sino que est expresada en la Tora, en la ley divina (halaj) .
Pero volvamos a Juan de la Cruz. Hay que hablar de la segunda
noche, la del espritu. Es necesaria, porque los ya purificados por la
primera noche siguen siendo imperfectos. Las ramas (en la esfera
sensitiva) estn cortadas, pero sus races (en el espritu) siguen ah
(II, 1,1). Por eso, para alcanzar la comunin con Dios, conviene
al alma entrar en la segunda noche del espritu, donde, desnudando al sentido y espritu perfectamente de todas estas aprensiones y
sabores, le han de hacer caminar en oscura y pura fe, que es propio
y adecuado medio por donde el alma se une con Dios (II, 2,5). Los
apoyos de la naturaleza y de la percepcin quedan ahora eliminados, lo natural est superado; el hombre viejo ha de ser aniquilado
para convertirse en el hombre nuevo, capaz de creer (cf. II, 3, 3; 4,
1
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8. Juan, buen conocedor del ser humano, sabe bien que la imagen propia y la
imagen de Dios en el hombre caminan siempre juntas; cf. 1,12,2; 1,12,5 y passim.
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angustia mortal. Juan de la Cruz es un mstico al perseguir penosamente, hasta las profundidades de la vivencia anmica, algo que es
fcil afirmar en lenguaje teolgico. All se encuentra con el Dios
de la Biblia, que no quiere tener otros dioses junto a s... y no con
lo comn a todos los dioses y religiones.
La fe es confianza en lo que esperamos, conviccin de cosas
que no se ven, explica la Carta a los hebreos (11, 1). Hay que leer
entero Heb 11 con su versculo inicial, tan citado, para comprender
que lo invisible, tema del discurso, no es lo trascendente y el ms
all, ni tampoco lo interior, sino la palabra y promesa de Dios, que
invita al hombre a enfrentarse a lo dado fcticamente, a lo siempre
obvio y que lo determina todo. No fueron metafsicos especulativos
o esotricos los que obtuvieron la aprobacin de Dios por su fe,
sino los antepasados, los hombres de la Biblia desde Abel, acerca
de los cuales la Carta a los hebreos cuenta y no acaba. Son aquellos
que por la fe sometieron reinos, administraron justicia, alcanzaron
las promesas, cerraron la boca de los leones, apagaron la violencia
del fuego, escaparon al filo de la espada, superaron la enfermedad,
fueron valientes en la guerra, pusieron en fuga a los ejrcitos enemigos, y hasta hubo mujeres que recobraron resucitados a sus difuntos.
Unos perecieron bajo las torturas, rechazando la liberacin con la
esperanza de una resurreccin mejor; otros soportaron burlas y azotes, cadenas y prisiones; fueron apedreados, torturados, aserrados,
pasados a cuchillo; llevaron una vida errante, cubiertos de pieles
de ovejas y de cabras, desprovistos de todo, perseguidos, maltratados. Aquellos hombres, de los que el mundo no era digno, andaban
errantes por los desiertos, por los montes, por cuevas y oquedades
del suelo (Heb 11, 33-38). Son las personas que estn convencidas
de cosas que no se ven: los seguidores del Dios extrao.
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